La actividad física es una recomendación habitual para disminuir el riesgo de eventos cardiovasculares en la población en general, y en las mujeres posmenopáusicas en particular. Un estudio publicado en una prestigiosa revista científica británica establece un beneficio semejante tanto en el caso de la práctica de un ejercicio moderado, por ejemplo caminar, como a la realización de un ejercicio vigoroso. Por tanto, parece demostrarse que la práctica de un ejercicio tan fácil como un paseo diario, puede reducir hasta en un 30 % el riesgo de experimentar eventos cardiovasculares en mujeres posmenopáusicas.


Sigue siendo controvertido el efecto que puede tener en la prevención de la aparición de enfermedad cardiovascular la realización de ejercicio vigoroso frente a caminar. En el estudio citado anteriormente, se midieron la influencia de la actividad física total, el ejercicio enérgico y las horas que se permanece sentado en el incremento de acontecimientos coronarios y cardiovasculares. Los resultados registrados permitieron establecer que una actividad física progresivamente creciente influía positivamente en la reducción del riesgo, tanto de acontecimientos coronarios como cardiovasculares totales.


En cuanto a la intensidad del ejercicio, el informe desvelaba también que tanto caminar como realizar ejercicio enérgico se asociaron a unas reducciones del riesgo similares, y los resultados no variaron sustancialmente en función de la raza, de la edad o del índice de masa corporal. Caminar a paso rápido y permanecer sentado durante un menor número de horas al día también mostraron beneficio.
Por tanto, parece recomendable la realización de ejercicio de forma moderada entre las mujeres posmenopáusicas, para prevenir la incidencia de eventos cardiovasculares, sin ser imprescindible la realización de ejercicio de forma enérgica, que aporta unos beneficios similares. El estilo de vida es un aspecto fundamental a la hora de prevenir cualquier tipo de enfermedad cardiovascular. Se recomienda para este fin realizar ejercicio físico de forma habitual, suprimir el consumo de alcohol y tabaco y seguir una dieta saludable; pobre en grasas y sal y rica en frutas y verduras.Estas prácticas saludables pueden suponer hasta un 30 % en la disminución del riesgo de eventos cardiovasculares, cifras de enorme importancia.


No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.