Drogadicción y dependencia son dos términos asociados al consumo de sustancias estimulante y alucinógenas.

Se denomina abuso al consumo reiterado y compulsivo de cualquier sustancia psicoactiva que pueda dañar la salud física o mental. Este término, también se aplica al consumo de cualquier sustancia considerada ilegal, o al uso incontrolado de sustancias legales, como ocurre en el dopaje deportivo. 
Por su parte, la dependencia implica la necesidad de consumir habitualmente  una sustancia que conlleva un deterioro apreciable, y en las que el individuo reúne alguno de estos síntomas:

  • Tolerancia, o necesidad de utilizar cada vez mayores dosis para obtener los mismos efectos.
  • Síndrome de Abstinencia que supone la aparición de una serie de signos y síntomas producidos por la supresión de la administración repetida de la sustancia, precisando de su consumo para evitarlo.
  • Excesiva dedicación a la obtención de la sustancia consumida; disminución de las actividades sociales, laborales o recreativas o; mantenimiento del consumo, a pesar de ser consciente de los problemas psicológicos o físicos que conlleva.

Son muchas las sustancias capaces de crear drogadicción. En la práctica diaria, las más importantes son la heroína, la cocaína, las anfetaminas y sus derivados , el cannabis y los alucinógenos, como el LSD. Una vez que existe dependencia, el paciente o drogadicto inicia un largo proceso, que se caracteriza por la necesidad compulsiva de consumir la sustancia. Esta actitud, generalmente, desemboca en conductas marginales, tanto por la ilegalidad de la sustancia como por el deterioro físico y psicológico del drogadicto. 

El tratamiento de la drogadicción se suele llevar a cabo por equipos multidisciplinares formados por médicos, farmacéuticos, psicólogos, trabajadores sociales y otros profesionales. Se suele realizar en tres fases, cada una las cuales resultan imprescindibles para alcanzar el éxito terapéutico.  
El objetivo primario es suspender el consumo, sin que el paciente experimente un cuadro agudo de abstinencia. A este proceso se le conoce como desintoxicación, y requiere tratamientos especializados como la metadona, en cuya dispensación están colaborando desinteresadamente un buen número de farmacias. 

Tras la desintoxicación sigue la fase de deshabituación. Este periodo pretende conseguir que el paciente pueda enfrentarse con éxito a los estímulos y situaciones que le condujeron anteriormente al consumo de la droga. Finalmente, tiene que producirse la fase de reinserción social, sin la cual las dos fases anteriores no servirían de nada. En esta etapa no se utilizan medicamentos, pero, probablemente, es la más importante para el paciente drogodependiente  ya que es la que le va a permitir  tener las condiciones para desarrollar una vida familiar, laboral y social adecuada. Por consiguiente, el esfuerzo tanto por parte de la sociedad, como del propio individuo, debe ser especialmente intenso. 

Recuerde, la drogadicción está relacionada con el consumo de sustancias que deterioran el comportamiento físico, mental y social de las personas. En los tratamientos contra la drogadicción, diversos profesionales sanitarios trabajan activa y coordinadamente, pero para salir del mundo de la droga es necesaria la colaboración tanto del individuo como de la sociedad en general.