El cerumen que se presenta en nuestros oídos consiste en una mezcla de secreciones de la piel y del conducto auditivo externo como son: productos de descamación, secreción sebácea y secreción de las glándulas ceruminosas, que se encuentran en el conducto auditivo externo. La acumulación de cerumen en el canal auditivo conduce a la formación de tapones, que se manifiestan por una sordera temporal brusca tras un baño. Junto con la sordera súbita pueden aparecer otros síntomas como dolor de oído, mareos o vértigos.
En el tratamiento de los tapones de cerumen, las medidas preventivas son la mejor solución posible. Éstas consistirán en evitar la utilización de bastoncillos en exceso, evitar el empleo frecuente de champús y acudir al médico otirrinolaringólogo una vez al año de forma rutinaria. La mayoría de los tapones de cera son fácilmente eliminados en el hogar y no se requiere la intervención del médico o del personal de enfermería. No obstante, en caso de sordera súbita, producida o no después de un baño, lo más recomendable es que sea el médico quien examine al paciente y establezca la certeza de la presencia de un tapón.
La extracción de los tapones de cerumen es muy sencilla, siempre que no existan contraindicaciones. Existen dos procedimientos: la maceración con ciertas sustancias, y la irrigación de canal auditivo con agua templada. Generalmente, la maceración implica la utilización de sustancias cerumenolíticas durante algunos días, con lo que el tapón suele deshacerse de forma rápida y completa. Este método es más fácil, rápido, seguro y cómodo para el paciente. El otro procedimiento es la extracción con un utensilio especial, o bien se aspira a través de una cánula, en el caso de que el tapón no salga por el drenaje natural del canal auditivo.
En el proceso de irrigación se emplea una jeringa cargada con agua tibia, que es inyectada en el canal auditivo de forma suave, con la intención de que la propia corriente de salida del agua arrastre el tapón de cerumen. El agua se debe proyectar hacia la pared superior del conducto, para que la corriente de retorno empuje el tapón. Este proceso puede repetirse tantas veces como sea necesario. Previamente a la extracción debe reblandecerse el tapón durante cuatro días. El conducto auditivo puede irritarse o inflamarse durante cualquier proceso de extracción, por ello, es preferible que esta práctica sea realizada por profesionales de enfermería o médicos experimentados en este procedimiento.
Es muy importante no confundir los síntomas de un tapón con otros procesos patológicos más graves del oído externo o medio, o incluso interno. Si la sensación de llenado persiste después de haber limpiado los oídos o si siente mareos o dolor, debería remitirse al paciente al médico, ya que podría tener un objeto extraño dentro del oído.
No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.