Archive

Medicamentos huérfanos

Los medicamentos huérfanos son aquéllos que sirven para diagnosticar, prevenir o tratar enfermedades raras de carácter muy grave o con riesgo para la vida. En la Unión Europea, la calificación de enfermedad rara se aplica a todas aquellas que no afectan a más de 5 de cada 10.000 personas. La designación de un medicamento como huérfano no garantiza su uso en la condición designada y no implica necesariamente que el producto satisfaga los criterios de eficacia, seguridad y calidad necesarios para la concesión de la autorización de comercialización. Como para cualquier medicamento, estos criterios solo pueden ser evaluados una vez que la solicitud de autorización de comercialización haya sido presentada.

Instituciones y redes españolas

Instituto de Salud Carlos III (Ministerio de Ciencia e Innovación):
Instituto de Investigación en Enfermedades Raras:
https://www.isciii.es/QuienesSomos/CentrosPropios/IIER/Paginas/default.aspx
CIBERER (Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras): https://www.ciberer.es/
Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO, Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030):
http://www.imserso.es/imserso_01/index.htm
Federación Española de Enfermedades Raras (FEDER): www.enfermedades-raras.org
Asociaciones de pacientes en España: https://enfermedades-raras.org/index.php/asociaciones/nuestros-socios

Instituciones y redes europeas

Agencia Europea de Medicamentos (EMA; Europea Medicines Agency). Apartado de Medicamentos Huérfanos (inglés):
https://www.ema.europa.eu/en/human-regulatory/overview/orphan-designation-overview
https://www.ema.europa.eu/en/committees/committee-orphan-medicinal-products-comp
Comisión Europea: web oficial de la Comisión Europea sobre enfermedades raras y medicamentos huérfanos (español).
http://ec.europa.eu/health/rare_diseases/policy/index_es.htm
Orphanet: Portal de información oficial de la Unión Europea sobre enfermedades raras y medicamentos huérfanos (español).
http://www.orpha.net/consor/cgi-bin/index.php?lng=ES
Eurordis: Federación Europea de Asociaciones de Pacientes con Enfermedades Raras (español). http://www.eurordis.org/es

Otras instituciones y redes internacionales

Food & Drug Administration (FDA, Estados Unidos). Apartado de Medicamentos Huérfanos (inglés):
http://www.fda.gov/ForIndustry/DevelopingProductsforRareDiseasesConditions/default.htm
Pharmaceuticals & Medical Devices Agency. Agencia de Medicamentos y Dispositivos Médicos, de Japón (inglés):
http://www.pmda.go.jp/english/index.html

Minurin® solución para pulverización nasal: advertencias sobre el riesgo potencial de arritmia y toxicidad reproductiva por la exposición al excipiente clorobutanol

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha informado a los profesionales sanitarios, a través de una comunicación directa enviada por el laboratorio titular de la autorización de comercialización de Minurin® 0,1 mg/ml en pulverización nasal, con el texto consensuado a nivel europeo, sobre el riesgo potencial de arritmia y de toxicidad reproductiva de este medicamento, debido a la presencia de clorobutanol, que figura como excipiente. Debe tenerse presente este hecho y leer detenidamente la ficha técnica y el prospecto antes de utilizarlo.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha informado, como el resto de las agencias nacionales europeas, a través de una Comunicación directa a los profesionales sanitarios (DHPC, por sus siglas en inglés), remitida por el laboratorio titular del medicamento Minurin®, con desmopresina 0,1 mg/ml en solución para pulverización nasal (AEMPS, 2023).

Minurin® 0,1mg/ml de desmopresina en solución para pulverización nasal, está indicado para el tratamiento de la diabetes insípida central sensible a vasopresina en adultos, adolescentes, niños y lactantes a partir de 3 meses, para el tratamiento sintomático de corta duración de la enuresis nocturna primaria en pacientes mayores de 5 años de edad, con capacidad normal de concentración de la orina y para la prueba de diagnóstico de la capacidad de concentración renal.

Minurin® 0,1mg/ml solución para pulverización nasal, contiene entre sus excipientes el agente estabilizante clorobutanol. No hay datos publicados de estudios en humanos sobre los efectos farmacológicos/toxicológicos del clorobutanol. Los estudios preclínicos in vitro sobre la cardiotoxicidad y los datos de seguridad posteriores a la comercialización de formulaciones de fármacos intravenosos (i.v.) que contienen clorobutanol indican que el clorobutanol puede potencialmente prolongar el intervalo QT, lo que puede, particularmente junto con otras sustancias capaces de prolongar el intervalo QT, conducir a un riesgo de arritmia. Así mismo, los estudios preclínicos in vitro e in vivo indican que dosis elevadas y repetidas de clorobutanol pueden causar toxicidad reproductiva (EMA, 2021). Se desconoce el grado de absorción de clorobutanol tras su administración intranasal, pero si se absorbiera completamente, la exposición estimada de la solución de Minurin® 0,1mg/ml solución para pulverización nasal superaría el umbral de exposición diaria permitida (PDE) de 0,5 mg/día.

Para evitar posibles efectos perjudiciales tras la exposición al clorobutanol, Minurin® 0,1mg/ml solución para pulverización nasal, solo debe considerarse en situaciones en las que las formulaciones alternativas de desmopresina sean inadecuadas para su uso y no se disponga de una alternativa sin clorobutanol. La desmopresina es fundamental en el tratamiento de la diabetes insípida central. Según la ficha técnica autorizada, las formulaciones nasales de desmopresina solo deben utilizarse en pacientes en los que no es posible la administración de formulaciones por vía oral. Por lo tanto, a pesar del riesgo potencial de prolongación del intervalo QT y del riesgo asociado de arritmia, y de la posible toxicidad reproductiva del excipiente clorobutanol, los beneficios de administrar Minurin® 0,1mg/ml solución para pulverización nasal a los pacientes que no son capaces de obtener una titulación óptima con las formulaciones orales de desmopresina siguen superando estos riesgos potenciales.

Actualmente no se ha identificado ningún problema de seguridad en relación con la cardiotoxicidad o la toxicidad para la reproducción con Minurin® 0,1 mg/ml solución para pulverización nasal. Sin embargo, basándose en los datos publicados y posteriores a la comercialización de las formulaciones intravenosas que contienen clorobutanol y en los estudios preclínicos, la información del medicamento se ha actualizado como medida de prevención con los efectos potenciales del excipiente clorobutanol:

  • Actualización de la sección 4.4 (Advertencias y precauciones especiales de empleo) de la ficha técnica del medicamento para informar sobre los riesgos potenciales de prolongación del intervalo QT y de toxicidad para la reproducción tras la exposición al clorobutanol y para destacar que Minurin® 0,1mg/ml solución para pulverización nasal solo debe considerarse en situaciones en las que las formulaciones alternativas de desmopresina sean inadecuadas para su uso.
  • Actualización de la sección 4.6 (Fertilidad, embarazo y lactancia) de la ficha técnica del medicamento para destacar que Minurin® 0,1mg/ml solución para pulverización nasal que contiene clorobutanol no debe utilizarse durante el embarazo o en mujeres que tengan intención de quedarse embarazadas.
  • Actualización de la sección 5.3 (Datos preclínicos sobre seguridad) de la ficha técnica con información sobre los datos preclínicos de toxicidad reproductiva en ratas tras dosis altas y repetidas de clorobutanol.

El prospecto también se ha actualizado en consecuencia.

Recomendaciones para profesionales sanitarios

  • Aunque no se han identificado problemas de seguridad en relación con la cardiotoxicidad o la toxicidad para la reproducción posteriores a la comercialización de Minurin® 0,1mg/ml solución para pulverización nasal, la información del medicamento (ficha técnica y prospecto) se ha actualizado con información sobre los posibles efectos perjudiciales tras la exposición al clorobutanol.
  • Minurin® 0,1mg/ml solución para pulverización nasal solo debe considerarse en situaciones en las que no se disponga de formulaciones alternativas de desmopresina sin clorobutanol o bien su uso no sea posible.

Escopolamina: reacciones adversas por confusión con butilescopolamina

La Agencia Española de Medicamentos y Productos sanitarios ha informado de las confusiones graves entre dos fármacos, la escopolamina y la butilescopolamina).

Se recomienda extremar las precauciones para evitar errores de medicación tanto en la prescripción como en la dispensación y en la administración, con posibles reacciones adversas graves: esta confusión puede provocar un cuadro anticolinérgico debido a la sobredosis de escopolamina que puede poner en riesgo la vida del paciente.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios ha emitido una nota informativa (AEMPS, 2023a) advirtiendo de los errores por confusión en la utilización de medicamentos con escopolamina (Escopolamina B. Braun®): en lugar de butilescopolamina (Buscapina®, Butilescopolamina Aurovitas®). Estos errores pueden provocar sobredosis de escopolamina con potenciales cuadros anticolinérgicos que pueden poner en riesgo la vida del paciente.

En el Sistema Español de Farmacovigilancia (SEFV-H) se han recibido 5 casos de reacciones adversas graves relacionados con la administración errónea de escopolamina en lugar de butilescopolamina. Los pacientes afectados requirieron asistencia médica. Los errores detectados indican que la confusión se puede presentar en la prescripción, en la dispensación y en la administración del medicamento.

El fármaco butilescopolamina bromuro (en el pasado denominada escopolamina butilbromuro), por su estructura química de una sal de amonio cuaternaria, no atraviesa la barrera hematoencefálica. Está indicada para el tratamiento de espasmos agudos del tracto gastrointestinal, biliar y genitourinario (consultar la ficha técnica para información detallada; AEMPS, 2023b). La escopolamina hidrobromuro, en cambio, tiene estructura de amina terciaria, por lo que atraviesa la barrera hematoencefálica y está indicada como premedicación en la anestesia para reducir la salivación excesiva y las secreciones del tracto respiratorio (consultar la ficha técnica para información detallada; AEMPS, 2023c).

La denominación muy similar de los dos principios activos los hace susceptibles de confusión. Sin embargo, sus indicaciones y dosificación son muy diferentes. Pueden consultarse las fichas técnicas de los distintos medicamentos en el Centro de Información Online de Medicamentos de la AEMPS (CIMA) (AEMPS, 2023b; AEMPS, 2023c).

La administración por error de escopolamina a dosis de butilescopolamina supone una sobredosis que puede provocar reacciones adversas anticolinérgicas a nivel del sistema nervioso central con consecuencias graves. Los signos y síntomas característicos de la sobredosis de escopolamina son cefalea, náuseas, vómitos, visión borrosa, confusión, desorientación, pérdida de memoria y alucinaciones.

Recomendaciones para profesionales sanitarios

  • Se debe prestar atención detallada a la posible confusión entre escopolamina y butilescopolamina, tanto en la prescripción como en la dispensación y administración del medicamento.
  • Previamente a la dispensación o de la administración del medicamento, verificar el nombre, dosis, forma farmacéutica e indicación correspondientes.
  • Facilitar la diferenciación entre los medicamentos con nombres similares en todas las etapas de la utilización del medicamento.
  • Ante la eventual sospecha de sobredosis de escopolamina, seguir las recomendaciones de tratamiento (apartado 4.9 de la ficha técnica: sobredosis; AEMPS, 2023c).
  • Sobredosis: síntomas y tratamiento: los signos y síntomas de la sobredosis de escopolamina son cefalea, náuseas, vómitos, visión borrosa, confusión, desorientación, inquietud, pérdida de memoria y alucinaciones (auditivas y visuales). Tratamiento de emergencia y antídotos: en caso de intoxicación, se debe administrar fisostigmina intravenosa a dosis de 1-4 mg (0,5 a 1 mg en niños, hasta una dosis total de 2 mg), a una velocidad no superior a 1 mg por minuto, con el fin de revertir los síntomas anticolinérgicos. La utilización de fisostigmina debe realizarse con precaución y únicamente bajo monitorización cardiaca. Si el paciente está muy agitado se puede administrar un barbitúrico de acción corta, una benzodiazepina (diazepam) o una infusión rectal de solución de hidrato de cloral al 2%. Para mantener la presión arterial se puede administrar una infusión de bitartrato de norepinefrina. Si se produjera parálisis de la musculatura respiratoria, se instaurará ventilación mecánica que se mantendrá hasta que se reanuden los movimientos respiratorios espontáneos efectivos. Siempre debe mantenerse al paciente bien hidratado y administrar tratamiento sintomático. La dosis letal en adultos es alrededor de 100 mg, pero pueden aparecer síntomas de intoxicación con dosis de 2 a 5 mg. En niños, 10 mg o menos pueden ser letales.

Reino Unido: riesgo de graves reacciones adversas oculares con dupilumab

La agencia reguladora de medicamentos del Reino Unido ha informado que en el medicamento dupilumab (Dupixent®) se ha incorporado nueva información advirtiendo del riesgo potencial de sequedad ocular y queratitis graves, con la necesidad de buscar atención médica para aplicar el tratamiento adecuado.

La agencia reguladora del Reino Unido, Medicines and Healthcare Products Regulatory Agency (MHRA), ha comunicado que se ha actualizado la información en la ficha técnica (summary of product characteristics, SmPC) del medicamento Dupixent® (dupilumab) jeringas precargadas, para incluir el riesgo de ocasionar sequedad ocular, y también para enfatizar la necesidad de un manejo rápido y adecuado de cualquier posible reacción ocular (MHRA, 2022).

Dupilumab es un anticuerpo monoclonal que inhibe la interleucina-4 y la señalización de la interleucina-13 y está indicado por vía subcutánea (s.c.) para el tratamiento de la dermatitis atópica en adultos y niños, así como en el tratamiento de mantenimiento adicional para el asma grave con inflamación de tipo 2 caracterizada por eosinófilos elevados en sangre y/o elevada fracción de óxido nítrico exhalado (FeNO), que no están adecuadamente controlados con corticosteroides inhalados (CEI) en dosis altas, en combinación con otro medicamento para el tratamiento de mantenimiento.

La MHRA ha recibido 479 notificaciones de sospechas de reacciones adversas (RAM) del Reino Unido (hasta el 7 de septiembre de 2022) que incluyen sospechas de efectos adversos oculares con dupilumab. Ciento once de estas notificaciones espontáneas fueron consideradas graves. Se recibieron 9 notificaciones (que representan cinco casos) de queratitis ulcerosa, de los cuales 2 casos informaron sobre perforación corneal.

Actualmente no es posible predecir quién puede experimentar las reacciones adversas oculares más raras (infrecuentes) y graves, como la queratitis ulcerosa. Por lo tanto, es importante, con todas las reacciones oculares, que los pacientes reciban atención inmediata, con el tratamiento apropiado para prevenir o minimizar el daño ocular.

Actualmente, en España en la ficha técnica del medicamento Dupixent® (medicamento de Diagnóstico Hospitalario) (AEMPS, 2022) solo se indica como posibles reacciones adversas en la sección 4.8, que las frecuencias para prurito ocular, blefaritis y ojo seco fueron frecuentes y la queratitis ulcerosa fue poco frecuente en los estudios de dermatitis atópica. Posiblemente se actualicen en toda Europa en línea con esta nueva información.

Recomendaciones

Los profesionales sanitarios deben revisar de inmediato los síntomas oculares de nueva aparición o empeoramiento, derivando a los pacientes para exámenes oftalmológicos según corresponda. En algunos casos que se han presentado, se ha llegado a producir perforación corneal.

Información de seguridad procedente de la evaluación periódica de datos de farmacovigilancia que decide el PRAC

El PRAC es el Comité europeo para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia. En sus reuniones mensuales se deciden cambios en la información autorizada de las fichas técnicas y de los prospectos de los medicamentos europeos por motivos de seguridad.

Una vez que se revisan y evalúan los datos de los informes periódicos de seguridad (IPS; en inglés PSUR), de forma colaborativa entre todas las 27 agencias nacionales, el Estado miembro principal que realiza la evaluación única de los IPS, o PSUSA (Periodic Safety Update report Single Assessments), propone los cambios y se aprueban en las reuniones mensuales del PRAC. Cuando afectan a medicamentos de registros nacionales se validan por el CMDh (Coordination Group for Mutual Recognition and Decentralised Procedures – Human), de la red de Jefes de todas las Agencias de Medicamentos (HMA, Heads of Medicines Agencies) en sus reuniones mensuales, durante 3 días. Un procedimiento único, complejo y colaborativo de las 27 agencias nacionales de medicamentos de la Unión Europea. En la tabla siguiente se muestran los últimos cambios de información de seguridad acordados recientemente en el PRAC.

El Comité europeo para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia (PRAC) ha acordado cambios en las fichas técnicas y los prospectos de los siguientes medicamentos, siendo los más importantes los que se describen en la Tabla 1, según informa la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) en sus Boletines mensuales de Seguridad de Medicamentos de Uso humano del mes de noviembre y de diciembre de 2022 (AEMPS, 2022a; AEMPS, 2022b).

Continúa la tabla aquí

Las fichas técnicas y prospectos de los medicamentos pueden consultarse en la web de la AEMPS, dentro de la sección CIMA: Centro de Información Online de Medicamentos.

Esta información que se incorpora a las fichas técnicas y prospectos de los medicamentos supone una actualización permanente, por lo que es necesario consultar sus datos y la fecha de la actualización (que figura al final del texto de las fichas técnicas y prospectos), cuando se consultan en la web de la AEMPS (sección CIMA: Centro de Información Online de Medicamentos).

Problemática de las resistencias antibióticas en veterinaria y medidas para su control

Resumen

La resistencia microbiana a los antibióticos supone una grave amenaza con repercusiones en la salud de personas y animales, y también en la economía, especialmente de los países con menores rentas. Los problemas de salud tienen mayor incidencia en los sectores más débiles, como niños, embarazadas, ancianos o de menores ingresos económicos. Las pérdidas económicas son muy notables por el incremento de los costes médicos, bajas laborales, prolongación de las estancias hospitalarias, aumento de la mortalidad, disminución de la producción, etc. En el terreno de la salud animal, también hay una importante repercusión en el bienestar animal, con disminución de la producción de animales de abasto y caída en las exportaciones e importaciones. Además, el medioambiente se ve muy afectado con incremento de la presencia de factores de resistencia en suelos y aguas.

La problemática de las resistencias microbianas es, pues, un problema transversal que afecta a numerosos sectores, por lo que se debe actuar de forma conjunta por parte de especialistas en sanidad, economía, medioambiente, etc. teniendo como premisa el concepto One Health. Si bien se han tomado numerosas medidas, que están dando sus frutos, la sociedad no puede conformarse ni bajar la guardia, ya que la lucha contra las resistencias debe ser mantenida y continuada en el tiempo, sin treguas. Los microorganismos evolucionan continuamente y surgen nuevos retos que se deben afrontar e incluso prevenir cuando sea posible. Esto requiere un compromiso de responsabilidad y acción conjunta, con un enfoque integrado de todos los sectores implicados, preocupándose cada uno por aquello que puede hacer, sin culpabilizar a otros. Como se ha expuesto en numerosas ocasiones, o “nos salvamos todos o no se salva nadie”. El presente artículo revisa el estado actual de la lucha contra las resistencias antimicrobianas en el sector veterinario, ilustrando las líneas de actuación en marcha.

Introducción

Desde que se comenzaron a utilizar los antibióticos en el primer tercio del siglo XX hasta la actualidad, se han producido enormes cambios tanto en la forma de usarse como en la filosofía de su uso. En un primer momento de esta era antibiótica, se concibió su uso como la gran esperanza de la humanidad para acabar con multitud de enfermedades, mejorar el bienestar y rebajar el número de muertes que las infecciones ocasionaban, además de reducir las grandes pérdidas económicas que suponían. Estos primeros momentos fueron seguidos por un incremento en el descubrimiento y comercialización de numerosos antimicrobianos que, de alguna manera, contrarrestaban la temprana aparición de resistencias. A pesar de esta euforia, los científicos ya avisaban del problema que suponía el uso no racional de los antibióticos. Su eficacia y relativa baja toxicidad propiciaba una utilización no siempre justificada y, en muchas ocasiones, de manera preventiva.

Ya por entonces se pusieron de manifiesto algunas evidencias que podrían haber sido muy útiles, como son la actividad de la penicilina a concentraciones sub-inhibitorias, descrita por Gardner en 1940; el efecto post-antibiótico (EPA) de la penicilina sobre el Staphylococcus aureus, evidenciado por Eagle y Musselman en 1949; el efecto paradójico de los betalactámicos, que recibe el nombre de su descubridor, Eagle, en 1950; o la importante contribución del hospedador en la respuesta terapéutica antimicrobiana. Y, por supuesto, el primer aviso sobre el problema de las resistencias, expuesto por Fleming (1945) “con el tiempo puede darse el caso que la penicilina pueda comprarse en cualquier tienda. Entonces existirá el peligro que gente ignorante se subdosifique a sí mismo y exponga a los microbios a dosis no letales del fármaco, volviéndoles resistentes…” (Carlet, 2015).

Desde finales del siglo XX, esa euforia inicial se ha ido tornando en preocupación, ya que el descubrimiento de nuevos fármacos, con nuevas dianas terapéuticas, se ha reducido notablemente y, de forma paralela, se ha producido un incremento exponencial de las resistencias. El problema actual con el que nos encontramos se debe a un proceso multifactorial, entre cuyas causas podemos destacar el hacer caso omiso a esas evidencias observadas en las primeras etapas, el uso indiscriminado de los antimicrobianos, el abaratamiento de los tratamientos y su consecuente “universalización”, la falta de investigación y desarrollo de nuevas moléculas antibióticas, la globalización y diseminación de factores de resistencia de forma rápida y mundial y su utilización no sólo en salud humana sino también animal y en los ámbitos agrícola o medioambiental.

Si bien el problema de las resistencias no es exclusivo de los antibióticos (otros fármacos como antiparasitarios, antitumorales y antivíricos también pueden presentarlas), la alarma generada por el creciente número de muertes atribuidas a las bacterias multirresistentes ha eclipsado, de alguna manera, a los otros tipos de resistencias. Partamos de la idea de que la resistencia bacteriana a los antimicrobianos es un proceso natural e inevitable, pero la presión selectiva ejercida por causas iatrogénicas relacionadas con el régimen terapéutico y su uso inadecuado favorece su amplificación y su potencial transmisión entre especies, causando un riesgo real para la salud pública. Numerosos organismos u organizaciones nacionales e internacionales como OIE (WOAH), OMS, EMA, FAO, etc., han alertado sobre este problema de las resistencias y han elaborado una serie de recomendaciones para atajarlo (EFSA, 2013; OMS, 2015; FAO, 2016; OIE, 2016; EMA, 2020).

Antes de abordar el problema expondremos algunos conceptos básicos.

Se entiende por quimio-resistencia o simplemente resistencia al proceso por el cual un microorganismo (o célula tumoral) no es susceptible a un tratamiento frente al cual, en un momento previo lo era, reduciendo, por tanto, la eficacia del fármaco que estaba destinado a curar el proceso patológico. De forma más general, la resistencia se define como las capacidades adquiridas por células u organismos para volverse insensibles o refractarios a una intervención quimioterapéutica, valiéndose de numerosos mecanismos que es necesario conocer, para poder manejar las resistencias de una forma correcta (Baquero et al., 2015; Hao et al., 2016; Olivos-Oré et al., 2022).

No obstante, cuando se habla de resistencias, generalmente se vincula a los procesos observados frente a los antimicrobianos y en este artículo nos vamos a referir a ellas.

TOLERANCIA VS. RESISTENCIA

Se puede definir tolerancia como la capacidad adaptativa de un organismo para reducir la intensidad de respuesta frente a determinados estímulos repetidos. En el plano farmacológico es un fenómeno de elevada importancia en términos biológicos debido a que permite atenuar el daño que puede resultar de la exposición prolongada e intensa a la estimulación de receptores, órganos o vías de señalización, gracias a mecanismos como el incremento en la capacidad de metabolización (cinético) o bien por alteraciones en el receptor o diana sobre la que actúa (dinámico); pero también tiene como resultado la pérdida de la eficacia inicial de los fármacos, con profundas consecuencias clínicas, siendo de carácter transitorio, individual y no se transmite a la descendencia. Por su parte, las resistencias se producen en el microorganismo y se pueden transmitir genéticamente tanto de forma horizontal como vertical (Olivos-Oré et al., 2022).

A continuación, analizaremos algunas de sus particularidades.

CAUSAS Y TIPOS DE RESISTENCIAS

El desarrollo de las resistencias es multifactorial y puede tener su origen fundamentalmente en las características del fármaco utilizado, en las características del hospedador, en los microorganismos, o en una combinación de ellas.

Entre aquellas causas que tienen relación con el fármaco y el hospedador se encontrarían los aspectos relacionados con su farmacocinética: la distribución de los fármacos en el organismo del hospedador, su metabolismo (catabolismo o su activación –profármacos–), la presencia de barreras biológicas, la localización del microorganismo, etc., que limitarían la biodisponibilidad del fármaco en su diana o que las concentraciones alcanzadas en la diana no sean suficientes para alcanzar las concentraciones mínimas inhibitorias (CIM). También pueden ser debidas a procesos farmacodinámicos por la modificación cualitativa de la diana del fármaco (Palma et al., 2020; Olivos-Oré et al., 2022).

En cuanto a los tipos de resistencias, podemos mencionar dos: la resistencia natural y la resistencia adquirida. La primera presenta un mecanismo constante en una misma especie, determinado genéticamente y sin correlación con el uso del fármaco; algunos ejemplos de este tipo de resistencia los podemos encontrar en la resistencia que presenta Proteus mirabilis a las tetraciclinas por un proceso natural de expulsión del antibiótico y la resistencia a la colistina, debido a la presencia de un lipopolisacárido que disminuye la afinidad de los antibióticos polipeptídicos a su sitio de acción. Por su parte, Klebsiella pneumoniae, por su producción natural de β-lactamasas es resistente a las penicilinas (ampicilina y amoxicilina), mientras que, en el caso de los bacilos gramnegativos aerobios resistentes a la clindamicina, su resistencia se debe a que no cuentan con una diana para este antibiótico.

La resistencia adquirida, por su parte, constituye una característica propia de un microorganismo, que inicialmente es sensible a los efectos de un fármaco, pero que desarrolla modificaciones genéticas, ya sea por mutación o por adquisición de genes de resistencia (plásmidos, transposones e integrones), perdiendo su sensibilidad natural. Tiene carácter evolutivo y su aparición depende en buena medida de la utilización de los fármacos. Algunos ejemplos de resistencias adquiridas son las debidas a la mutación de un gen implicado en el mecanismo de acción de un antibiótico, como la resistencia de las enterobacterias a las quinolonas por modificación de las dianas (topoisomerasas) o las mutaciones en los genes que codifican a las porinas, que trae como consecuencia la disminución del ingreso del antibiótico al interior del microorganismo o célula tumoral (Dantas et al., 2014; Olivos-Oré et al., 2022).

Necesidad del uso de antimicrobianos en veterinaria

Es evidente que el problema de las resistencias se ha visto agravado por el uso, no siempre justificado, de los antibióticos o por una mala práctica, en medicina humana, veterinaria o agricultura. Por tanto, se podría pensar que la solución vendría por la supresión de la utilización de antimicrobianos en veterinaria y agricultura, para preservar su utilización para la medicina humana. Sin embargo, esto es imposible dada la necesidad de la utilización de los antimicrobianos en sanidad animal (no se hará referencia a la agricultura, por no ser ámbito de este artículo).

En primer lugar, podríamos indicar necesidades de salud pública, ya que, si no se usan antimicrobianos, los animales y/o sus productos destinados a consumo humano llevarían un incremento de la carga microbiana, con el consiguiente riesgo para la población. Por otro lado, hay razones de índole zoonótico, por el riesgo de transmisión de infecciones a la población humana (las panzootias y epizootias o zooantroponosis). Asimismo, las necesidades medioambientales se hacen patentes por el aumento de infecciones en la fauna silvestre que contaminarían los campos (por ejemplo, carbunco). Por su parte, existen necesidades médicas, ya que se podría producir una disminución de defensas de los animales y una exaltación de microorganismos banales. Por último, pero no menos importante, las necesidades por el bienestar animal y necesidades comerciales: imposibilidad de producir alimentos a los precios actuales (Martínez et al., 2012; Miller et al., 2021).

Por lo anteriormente expresado, el Reglamento 2019/6 del Parlamento Europeo y del Consejo (Reglamento UE 2019/6) expone que “a pesar de las medidas que los ganaderos y otros operadores están obligados a tomar sobre la base de las normas adoptadas a escala de la Unión en materia de salud de animales en cautividad, buenas prácticas ganaderas, buena higiene, alimentación, manejo y bioseguridad, los animales pueden padecer muchas enfermedades que deben prevenirse o tratarse mediante medicamentos veterinarios, tanto por razones de sanidad animal como de bienestar animal”. Ese mismo Reglamento, a lo largo de su exposición y articulado, hace varias veces referencia al uso apropiado o uso prudente de los medicamentos y, concretamente, a los antimicrobianos y antibióticos.

El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos o CDC (Centers for Disease Control and Prevention) define el uso apropiado de antibióticos como aquella práctica que maximiza el impacto terapéutico a la vez que minimiza la toxicidad y el desarrollo de resistencias (ECDC, 2017). Por el contrario, el uso inadecuado de antibióticos tiene consecuencias importantes: aumenta el coste, la toxicidad y las resistencias microbianas.

PROBLEMAS ECONÓMICOS DE LAS RESISTENCIAS A LOS ANTIMICROBIANOS

Posiblemente uno de los primeros estudios globales sobre el impacto económico que suponen las resistencias a antimicrobianos (en adelante, AMR, sus siglas en inglés) fue realizado en 2014 por Jim O’Neill, donde se puso de manifiesto la graves consecuencias para la salud y la macroeconomía, especialmente para las economías emergentes, que supondría el problema de las AMR si no se abordaba. Los resultados ponían de manifiesto el considerado coste humano y económico, con un impacto previsto para el año 2050 de 10 millones de personas muertas cada año y que 300 millones de personas morirían prematuramente como consecuencia de las AMR. Una reducción del 2% al 3,5% en el Producto Interno Bruto (PIB). Le costaría al mundo hasta 100 trillones de dólares (USD), lo cual equivale a la pérdida de alrededor de un año de producción mundial total, y crearía un sufrimiento humano significativo y generalizado. Eso significa que hasta el año 2050, el mundo puede esperar esas enormes pérdidas económicas si no se pone solución a la problemática de las AMR. Además, a corto plazo, estimaba que el PIB mundial sería un 0,5% menor para 2020 y un 1,4% menor para 2030, con más de 100 millones de muertes prematuras (O´Neill, 2014).

Posteriormente, en el año 2017 el World Bank Group realizó un informe en el que se analizaba el gasto o pérdidas de ingresos que suponen las AMR. Lo primero que se debe tener en cuenta es que, sobre todo, afecta en mayor medida a países no industrializados o zonas más deprimidas, coincidiendo con el anterior informe, pues dependen en mayor medida de las producciones primarias (incluida la ganadería), que suponen una parte muy importante del PIB de esos países.

Cuando una serie de personas o entidades despilfarran unos recursos cuya cantidad es limitada y compartida para obtener un beneficio propio a corto plazo, se denomina tragedia de los bienes comunes. Nadie quiere que se agote el recurso, pero si no se hace nada, el resultado es inevitable. Como ejemplo se puede poner el colapso de las pesquerías, es decir, si se sobre explota una zona pesquera y no se toman las medidas de utilización, protección y gestión adecuadas, podría agotarse y desaparecer ese recurso. Esto se puede aplicar al uso inadecuado de los antimicrobianos a nivel global: dado que el tratamiento antimicrobiano eficaz forma parte de los “bienes comunes” mundiales, la contención de la resistencia a los antimicrobianos es un problema global (Jonas et al., 2017).

Por el contrario, si los países ponen los medios necesarios para contener las AMR se podrá disfrutar de los beneficios que esto conlleva y viceversa. Por eso las autoridades, especialmente los gobiernos, deben proteger la eficacia de los antimicrobianos como bien público global. Esta labor, además, es continua en el tiempo, ya que la victoria sobre las AMR nunca es definitiva si se considera que los patógenos evolucionan constantemente y desarrollaran resistencias a cualquier fármaco que se use. Sin embargo, las acciones para contener estas AMR no han sido todo lo intensas y exitosas que cabría esperar y en ocasiones incluso inadecuadas, permitiendo la propagación no detectada de patógenos, incluidas las cepas resistentes a los fármacos.

La previsión de pérdidas económicas por las AMR estima que hasta el año 2050 la reducción anual del PIB mundial podría ser tan costosa como como las pérdidas provocadas por la crisis financiera mundial de 2008-2009, en su momento más grave (Figura 1 y 2).


Además, como ya hemos comentado, los países más pobres sufrirán más que los países industrializados o ricos, lo que generaría una mayor desigualdad económica. Los impactos diferenciales sobre el PIB provocarían a su vez una mayor prevalencia de enfermedades y una bajada de los ingresos laborales por bajas por enfermedad. Estos procesos infecciosos tendrían una mayor incidencia en los grupos más débiles de la población, como niños, embarazadas, ancianos, etc.

Por otro lado, a medida que se propaga las AMR, los gastos de atención médica, tanto públicos como privados, aumentarán proporcionalmente; para 2050, los costos anuales pueden exceder hasta un 25% en países de ingresos bajos, un 15% en países de ingresos medios y un 6% en países de ingresos altos.

En cuanto al volumen de exportaciones a nivel mundial, puede verse afectado por una disminución de 1,1% en un escenario de bajas AMR y hasta un 3,8% en un escenario de altas AMR (Figura 3A). Esto podría suponer una disminución de las producciones ganaderas de hasta el 11% en países de bajos ingresos (Figura 3B).

Medidas a tomar para reducir el impacto de las resistencias antimicrobianas

Es evidente que el problema de las resistencias se ha visto agravado por el uso, no siempre justificado, de los antibióticos o por una mala práctica en medicina humana, veterinaria y/o agricultura. Por tanto, se podría pensar que la solución vendría por la supresión de la utilización de antimicrobianos en veterinaria y agricultura, para preservar su utilización para la medicina humana. Sin embargo, esto es no es posible, dada la necesidad de la utilización de los antimicrobianos en sanidad animal (no se hará referencia a la agricultura en este artículo).

A fin de atajar este problema se deben tomar una serie de medidas, para cuya implementación lo primero y básico es conocer la situación del consumo de antibióticos, en este caso en veterinaria, y llevar a cabo un seguimiento del mismo, entre otras cuestiones para saber si las medidas que se toman son eficaces o no (Scott et al., 2019; PRAN, 2019).

VIGILANCIA DEL CONSUMO DE ANTIMICROBIANOS

La vigilancia del consumo de los antibióticos es un pilar fundamental en la lucha frente a la resistencia, ya que permite conocer de manera cuantitativa y cualitativa tanto los hábitos de prescripción como los comportamientos relacionados con el consumo de los mismos. La existencia de sistemas de vigilancia bien diseñados puede aportar los datos e instrumentos necesarios para fundamentar las decisiones terapéuticas, así como evaluar las consecuencias del uso indebido de estos fármacos en la salud pública y el impacto de las intervenciones de contención de la resistencia.

En 2014 se creó el PRAN (Plan nacional frente a las Resistencia a los antibióticos), bajo la coordinación de la AEMPS y con la participación de numerosas instituciones públicas y sociedades científicas. Desde entonces, el PRAN organiza y coordina diferentes grupos de trabajo encaminados a mejorar los sistemas de vigilancia del consumo de antimicrobianos y la resistencia a los mismos, tanto en el ámbito de la salud humana como en el de la sanidad animal, dentro de una de sus seis líneas estratégicas que es la “Vigilancia del consumo de antibióticos y su resistencia” (PRAN 2019).

En España, en 2015 y por requerimiento de la Comisión Europea (CE), el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), se publicó el primer informe interinstitucional sobre el análisis del consumo de antibióticos y las resistencias en bacterias patógenas en salud humana y sanidad animal (JIACRA, 2018).

Al constituir la resistencia a los antibióticos un problema de carácter global, los sistemas de vigilancia del consumo de antibióticos deben trascender el ámbito nacional y, por tanto, integrarse en otros más amplios, que permitan un análisis comparativo en el ámbito internacional. En este sentido, el ECDC es la agencia europea responsable de coordinar la vigilancia del consumo de antibióticos en todos los países miembros de la UE a través de la red European Surveillance of Antimicrobial Consumption Network (ESAC-Net). Para ello, cada uno de los Estados miembros reporta sus datos de consumo de antimicrobianos a la base de datos del Sistema Epidemiológico de Vigilancia (The European Surveillance System, TESSy). El ECDC elabora anualmente un análisis de las tendencias del consumo de antibióticos que permite la comparación de datos entre todos los países europeos (ECDC, 2017).

Los datos de consumo de antibióticos aportados a TESSy son previamente agrupados atendiendo al sistema de clasificación anatómica-terapéutica-química (ATC) de los principios activos. Para facilitar la comparación entre los diferentes países, los datos de consumo son finalmente agregados y expresados mediante el indicador numérico Dosis Diaria Definida (DDD) por 1.000 habitantes y por día, en el caso de medicina humana. Actualmente se recogen datos de 30 países europeos. La información reportada por estos países permite, en la mayoría de los casos, diferenciar entre el consumo de antibióticos en los ámbitos comunitarios (atención primaria) y hospitalarios.

Hasta el año 2016, en el ámbito de la salud humana España sólo reportaba al ECDC datos de consumo de antibióticos en atención primaria (datos de consumo de antibióticos en la comunidad), cifras que se obtenían mediante la explotación de la información contenida en la receta electrónica oficial del Sistema Nacional de Salud (SNS); esa información se remitía por cada comunidad autónoma al Ministerio de Sanidad, era explotada y finalmente enviada a ESAC-Net por la AEMPS. Por tanto, los datos publicados por el ECDC respecto al consumo de antibióticos en España hasta el año 2016 sólo hacían referencia al consumo de antibióticos financiados por el SNS y, consecuentemente, el consumo de antibiótico estaba claramente subestimado, por no incluir los datos referentes a los antibióticos dispensados con receta privada ni a los usados a nivel hospitalario.

Actualmente y como resultado de las iniciativas llevadas a cabo en el marco del PRAN, se dispone de datos completos del consumo de antibióticos en España que incluyen información tanto de atención primaria (antibióticos prescritos con receta oficial del SNS y receta privada) como del ámbito hospitalario.

Por otra parte, la vigilancia del consumo de antimicrobianos de uso veterinario debe estar basada en una buena red que proporcione una fuente de datos fiable y representativa del consumo real, dado que no se dispone de una institución como el SNS. Un buen sistema de vigilancia debe cubrir todos los ámbitos relacionados con el consumo de estos fármacos: las ventas desde los laboratorios hasta los niveles de comercialización más cercanos al consumidor final y, por otro lado, las prescripciones veterinarias y el uso en las granjas.

El sistema de vigilancia nacional del consumo de antibióticos veterinarios se basa en el sistema de análisis de consumo del proyecto ESVAC (European Surveillance of Veterinary Antimicrobial Consumption), bajo la coordinación y validación de la EMA y estandarizado en el resto de los 29 países de la UE que forman parte del proyecto. Se trata de un proyecto de ámbito europeo de recogida y evaluación de datos sobre la venta y el consumo de medicamentos veterinarios que contienen en su composición antibióticos como principio activo. Se organiza en tres actividades: i) la recogida y la validación de los datos; ii) el análisis y la evaluación de los datos; y iii) la comunicación de los resultados obtenidos a partir del análisis de los datos España participa en el proyecto ESVAC desde 2011. Hasta la fecha, este sistema de vigilancia del uso de antibióticos veterinarios es el único en vigor que proporciona datos de todas las especies, de todos los antibióticos veterinarios.

Los datos se aportan con carácter anual y están referidos al ejercicio de compra-venta del año anterior al vigente. Los datos de ventas se obtienen mediante declaración de los laboratorios, los almacenes mayoristas, las oficinas de farmacia, los establecimientos comerciales detallistas y las entidades o agrupaciones ganaderas autorizadas para la dispensación de medicamentos veterinarios (EMA, 2021). Estos tres últimos están obligados legalmente a proporcionar los datos que se les solicitan, según la Ley 10/2013 (de 24 de julio, por la que se incorporan al ordenamiento jurídico español las Directivas 2010/84/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de diciembre de 2010, sobre farmacovigilancia, y 2011/62/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 8 de junio de 2011, sobre prevención de la entrada de medicamentos falsificados en la cadena de suministro legal, y se modifica la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, Art. 33), mientras que los laboratorios los aportan con carácter voluntario.

Los datos se cargan mediante una aplicación web y se refieren al número concreto de unidades vendidas de cada formato de medicamentos de uso veterinario que contiene antibiótico como principio activo. Se proporcionan en unidades de masa (mg o toneladas) y en unidades de consumo mg/PCU (del inglés, Population Correction Unit, o unidad de corrección de la población), referidas estas últimas a la unidad de masa susceptible de ser tratada, que se corresponde con el censo total de animales productores de alimentos durante el año del informe, multiplicado por el peso estimado a la hora del tratamiento de cada especie.

En el cálculo de la PCU se incluyen todas las especies productoras (bovino, porcino, avicultura, pequeños rumiantes, équidos, piscicultura y cunicultura) para las cuales se ha estandarizado un peso medio al momento del tratamiento; se tiene en cuenta a los animales de la cabaña nacional (domésticos), los que se exportan y los que se importan (Figura 4). La PCU para cada categoría de animales terrestres productores de alimento (bovinos, porcinos, aves de corral, equinos, ovinos, caprinos, conejos) se calcula multiplicando el número de cabezas de ganado o animales sacrificados por su peso teórico en el momento probable del tratamiento. Para los peces, se utiliza directamente la biomasa sacrificada en peso vivo.


A continuación (Tabla 1), se exponen algunos de los datos que figuran en el informe ESVAC del año 2021, siendo el parámetro más útil el referido a mg/PCU, pues permite la comparación del consumo por países de forma equivalente, sin que influya el tamaño de la cabaña ganadera o su nivel de producción. En el caso de España es de 157 mg/PCU, siendo de los más altos de los países referenciados, muy alejado de estados como Bélgica (95,5), Holanda (47,6), Dinamarca (33,4), Reino Unido (28,3) o Alemania (73,2), y más próximo a Italia (173,5) o Portugal (149,9) (ESVAC Twelfth Report, 2021).


El lado positivo de estos informes es la tendencia a la baja que se ha producido en los últimos años y que se refleja en las siguientes gráficas (Figura 5), que hacen referencia a antimicrobianos del Grupo B como son las cefalosporinas de 3ª y 4ª generación, las fluoroquinolonas y polimixinas como indicadores secundarios de esta tendencia (EMA, 2020). En tan solo 3 años se ha alcanzado aproximadamente un tercio del objetivo de reducción del 50% de las ventas de antimicrobianos veterinarios para 2030, establecido por la Comisión Europea en la Estrategia de la granja a la mesa (Farm to Fork). En el caso concreto de España, también se ha observa esta disminución en el consumo (Tabla 2).


Como se ha sugerido anteriormente, una vez que se conoce la situación del consumo de antimicrobianos, es necesario implementar una serie de medidas encaminadas a la reducción del consumo y a conseguir un uso racional y prudente de los mismos. Algunas se detallan en los siguientes puntos.

LAS CATEGORÍAS DE ANTIMICROBIANOS

Se han establecido diferentes categorías de antimicrobianos basados en una serie de criterios propuestos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal a través de la Oficina Internacional de Epizootias (OIE). Así, la OMS emite desde el año 2005 un listado de antimicrobianos según su importancia para la medicina humana, agrupándolos en tres categorías: importancia crítica, muy importante e importante (OMS, 2019). Por su parte, la OIE propuso identificar a su vez los antimicrobianos de importancia crítica para la medicina veterinaria, para lo cual se seleccionaron una serie de criterios a fin de conocer el grado de importancia de las diferentes clases de antimicrobianos veterinarios (OIE, 2019).

A su vez, la EMA, teniendo en cuenta la anterior clasificación, ha agrupado los antibióticos de uso veterinario y los clasifica en 4 categorías, según el riesgo que representa su uso y que se deben tener en cuenta a la hora de prescribir en medicina veterinaria, de forma que pueda ser necesario restringir o prohibir su utilización (Figura 6).


Básicamente, esta clasificación coincide con el Reglamento (UE) 2019/6 del Parlamento Europeo y del Consejo, que establece que cualquier utilización de agentes antimicrobianos en animales deberá ser acorde a las normas de la OIE sobre uso responsable y prudente, según contempla el Capítulo 6.9. del Código Sanitario para los Animales Terrestres y el Capítulo 6.3. del Código Sanitario para los Animales Acuáticos.

Posteriormente, el Reglamento de ejecución (UE) 2022/1255 ha endurecido las medidas y en uno de sus considerandos establece que, en base a los criterios del reglamento delegado 2021/1760, los antimicrobianos que figuran en el reglamento 2022/1255 no deben utilizarse en medicamentos veterinarios (…) ni siquiera en las condiciones establecidas en los artículos 112, 113, 114 del Reglamento (UE) 2019/6. En su articulo 1, dicho Reglamento de ejecución prohíbe expresamente el uso en animales de medicamentos de uso humano que contengan alguno de los antimicrobianos o grupos de antimicrobianos que figuran en el anexo.

LA RECETA ELECTRÓNICA

Otra de las medidas adoptadas en España para conocer y controlar el consumo de antimicrobianos fue la obligatoriedad de utilizar una receta electrónica en los animales productores de alimentos, de forma que se pudiera conocer qué tipo y cantidad de antimicrobianos se utilizaba y poder tomar las medidas que se precisaran. Para ello, el 17 de abril de 2018 se publicó en el Boletín Oficial de Estado (BOE) el Real Decreto 191/2018, de 6 de abril, por el que se establece la transmisión electrónica de datos de las prescripciones veterinarias de antibióticos destinados a animales productores de alimentos para consumo humano, que entró en vigor el 1 de enero de 2019.

También se prohíbe el uso de antimicrobianos para profilaxis (tratamiento preventivo) y se restringe el de metafilaxis (tratamiento preventivo grupal, cuando se ha detectado un animal enfermo), en animales de producción. Así el Reglamento (UE) 2019/6 en su artículo 105 especifica que las prescripciones veterinarias de medicamentos antimicrobianos con fines metafilácticos solo se expedirán tras un diagnóstico de la enfermedad infecciosa por un veterinario; y asimismo se deberá justificar dicha prescripción y ésta se limitará a un tiempo que cubra el periodo de riesgo. Además, en el artículo 107 específica que los medicamentos antimicrobianos no se utilizarán con fines profilácticos salvo en casos excepcionales, para ser administrados a un animal determinado o a un número limitado de animales cuando el riesgo de infección o de enfermedad infecciosa sea muy elevado y las consecuencias puedan ser graves.

Las medidas hasta aquí descritas se han complementado con otras iniciativas como las siguientes.

PROGRAMAS REDUCE

A través del PRAN (Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos), con el programa REDUCE (en su primera versión en 2013) la EMA recomendó limitar el uso de colistina en animales, dado que se estaba utilizando en medicina humana como uno de los últimos recursos frente a ciertas cepas multirresistentes y se requería preservar su eficacia. Posteriormente, en 2016 publicó un documento que establecía un umbral máximo de uso de 5 mg/PCU, que deberían alcanzar los estados miembros en un periodo de 3 años, siendo deseable llegar a 1 mg/PCU. Con esta finalidad se implementó el programa REDUCE colistina, que logró reducir los niveles de uso de forma importante, sin aumentar el de neomicina o apramicina como sustitutivos (Tabla 3). A día de hoy (finales de 2022), el consumo de colistina en este sector es de 0,4 mg/PCU.



Seguidamente se pusieron en marcha los programas REDUCE en ganado porcino (ampliado a todos los antimicrobianos, no solo colistina), también en pollos de engorde (broilers), ovino y caprino, bovino de leche, bovino de carne, y se está desarrollando el programa en pequeños animales o de compañía.

CONTROL DE LA INCIDENCIA DE ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN ALIMENTARIA

Otra iniciativa con el objetivo de controlar y reducir la incidencia de enfermedades de transmisión alimentaria fue la publicación de la Decisión de Ejecución 2013/652/UE, sobre el seguimiento y la notificación de la resistencia de las bacterias zoonóticas y comensales a los antibióticos, que indica sobre qué bacterias y en qué especies de producción se debe llevar a cabo un control para analizar la evolución de las resistencias. Se eligieron diferentes especies animales: gallinas ponedoras, broilers y pavos (años pares) y cerdos de engorde y bovinos menores de 1 año (años impares). Las cepas que se deben analizar por su especial importancia en aves son Salmonella spp. (según el Programa Nacional Vigilancia y Control de Salmonelas, en heces y en canales en matadero de broilers y pavos), Clostridium jejuni (heces en matadero de broliers y pavos) y Escherichia coli (heces en matadero de broliers y pavos); y Salmonella spp. (canales en matadero) y E. coli (heces en matadero) en cerdos de engorde y bovinos de < 1 año (Directiva 2003/99/CE del Parlamento Europeo).

Se tienen que estudiar las resistencias frente a una batería de antibióticos. Como indicador primario sería la proporción del E. coli indicador, aislado de pollos de carne, pavos, cerdos y terneros, sensibles a todo el panel de antibióticos incluido en el sistema de vigilancia EUVSEC; y como indicadores secundarios se considerarán las beta-lactamasas de espectro extendido, como ESBL/AmpC producida por el E. coli indicador, ESBL/AmpC/carbapenemasa producida por el E. coli indicador y la proporción del indicador E. coli resistentes al menos a tres clases de antibióticos (Figura 7).

MAPAS EPIDEMIOLÓGICOS

Se están desarrollando mapas de vigilancia de patógenos clínicos y resistencias con el fin de disponer de datos epidemiológicos que faciliten la selección de aquellos antibióticos eficaces para el proceso a tratar. Con todo ello se ha conseguido un importante descenso en el consumo de antibióticos en veterinaria y se espera que se siga avanzado en este aspecto (PRAN, 2019).

Se debe subrayar que es conocida la existencia de una correlación mayor entre el consumo de antimicrobianos en animales y las resistencias en animales (R2= 0,2619), y una correlación menor entre el consumo en animales y las resistencias en personas (R2= 0,0673) y que la correlación entre el consumo en personas y las resistencias en personas se sitúa entre las dos anteriores (R2=0,1759) (Figura 8). Por tanto, se puede deducir que la reducción en el consumo de antimicrobianos tendrá su mayor repercusión en la reducción de resistencias del mismo conjunto poblacional, animales o personas. Pero también la reducción del uso de antibióticos en medicina veterinaria tendría efectos beneficiosos sobre el porcentaje de resistencias en bacterias aisladas de personas (JIACRA, 2018).

Efecto de un impuesto sobre las bebidas azucaradas en Cataluña, tres años y medio después de su implantación

Los entornos alimentarios poco saludables, que se caracterizan por la fácil disponibilidad de alimentos con alto contenido en azúcares añadidos, a precios asequibles, tienen una influencia negativa en el desarrollo de hábitos saludables de la población, sobre todo, en la población con menor edad. Por esta razón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado la implementación de medidas impositivas que graven las bebidas azucaradas, entre otros alimentos, por el efecto que tienen en la salud pública. El 19% de la población española es consumidora habitual de bebidas azucaradas, y hasta un 40% en el caso de la población más joven.

En marzo del año 2017, con el objetivo de reducir los problemas asociados con el consumo de estas bebidas (alto riesgo de obesidad y diabetes), Cataluña aplicó las medidas fiscales recomendadas por la OMS. Dado que el precio de un producto tiene gran influencia en las elecciones de los consumidores, se analizó la respuesta antes y después de la implementación de dicha medida. A partir de un modelo estructural bayesiano de series de tiempo que predice la respuesta que hubiese ocurrido sin la intervención de precios, se estudiaron las compras de 12.500 hogares, desde 2013 hasta 2020.

El tipo de gravamen del impuesto dependía de la cantidad de azúcar por litro, por lo que, en líneas generales, el precio medio de las bebidas azucaradas, en Cataluña, aumentó un 23%, desde 0,95 €/L en 2013, hasta 1,17€/L en 2020. En el resto de las comunidades de España exentas de este gravamen, el aumento fue de un 14,5%, pasando de 0,83 a 0,95€/L. Con el objetivo de observar el comportamiento del resto de bebidas, que podrían considerarse sustitutas a las altas en azúcares, el incremento del precio medio de éstas fue del 15%, mientras que el precio de las botellas de agua se mantuvo estable durante el periodo de estudio.

En Cataluña, el consumo medio mensual por persona de las bebidas azucaradas descendió hasta un 40%, desde 1,86 L en 2013 hasta los 1,11 L en 2020. A diferencia del resto de España, donde el consumo descendió un 27%, desde 1,5 L a 1,09 L. Por el contrario, las bebidas no azucaradas sufrieron un aumento en su consumo del 14%, con un consumo medio que ascendió de los 0,99 L en 2013, hasta los 1,13 L en 2020, equiparándose a la cantidad media consumida en el resto de España, que ascendió ligeramente desde los 1,01 L en 2013, hasta los 1,13 L en 2020.

Estos datos demuestran, por tanto, la efectividad de este tipo de impuestos para reducir el consumo de estas bebidas y para disminuir los problemas de salud asociados a ellas. Además, el aumento del precio de las bebidas azucaradas se ha relacionado con una disminución en su consumo a lo largo del tiempo; observándose la tendencia opuesta para las bebidas no azucaradas.

Una vez introducidos los datos mencionados en el modelo estadístico, se observó que tras tres años y medio de la incorporación de este nuevo tipo impositivo hubo un aumento medio de un 11% en el precio de las bebidas gravadas, mientras que no hubo ningún cambio en el precio del resto de bebidas, en comparación con la tendencia observada en el resto de España.

Los modelos racionales de adicciones muestran como el impacto de una subida de precios es mayor a largo que a corto plazo, y prueba de ello, es que el mayor descenso en el consumo de bebidas azucaradas se ha observado en el tercer y último año del análisis. Además, este análisis observó una perfecta relación de la elasticidad precio de la demanda, donde un aumento del 10% del precio, supone una reducción del 12% en la demanda de bebidas azucaradas.

El análisis reconoce una serie de limitaciones en el estudio, como el hecho de que no se han considerado las bebidas consumidas en bares o vendings y la falta de información sobre el estatus socioeconómico de los hogares incluidos en el estudio, aspectos que podrían haber influido en los resultados.

Comentario

El aumento del consumo de alimentos ultraprocesados y de bebidas azucaradas es la principal causa de la epidemia de obesidad y enfermedades no transmisibles en España, con el consiguiente incremento del gasto sanitario que podría comprometer la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud (SNS), además de los costes indirectos generados en términos de incapacidad laboral o de una menor productividad. Estas iniciativas legislativas son necesarias para intentar limitar el consumo de alimentos perjudiciales para la salud de la población, resultando en beneficios positivos para el conjunto de la sociedad. Las medidas aplicadas deben acompañarse de campañas de concienciación y planes educativos para potenciar su efectividad.

La medida impulsada en Cataluña tiene un impacto económico positivo, ya que reduce los costes sanitarios provocados por la obesidad, con un coste de intervención mínimo, además de promover hábitos más saludables. Por otra parte, en un hipotético caso de no verse reducido el consumo de las bebidas altas en azucares, se lograría una mayor recaudación, lo cual podría compensar el incremento del gasto sanitario por las mismas.

Desigualdades regionales en el bienestar derivadas de las políticas públicas de gasto sanitario en España

La evolución del concepto de “salud” a lo largo del tiempo, desde manifestarse como la ausencia de enfermedad hasta llegar a considerarse como un estado pleno desde un punto de vista físico, mental y social, ha propiciado el uso de índices multidimensionales para su valoración. Prueba de la “subjetividad” contenida en la definición de “salud” son las diferencias entre los términos anglosajones de “well-being” (bienestar) y “wellness” (que define un equilibrio entre la salud física, emocional y mental), los cuales en español se conocen ambos como “bienestar”. El primero de los términos se asocia con el bienestar socioeconómico, emocional, con la satisfacción con la vida e incluso con la concepción aristotélica de la eudaimonía, mientras que el término “wellness” se relaciona con un concepto mucho más ligado a la felicidad que a la salud.

En el presente artículo se analizan dos objetivos con la finalidad de valorar el bienestar de la sociedad, considerando un periodo de estudio desde el año 2005 hasta el 2018. El primero, estriba en probar las hipótesis de investigación que plantean relaciones complejas entre el bienestar y los constructos que se supone lo influencian, especialmente aquellos relacionados con el gasto en salud pública; para ello, se utiliza un modelo de ecuaciones estructurales mediante el método de mínimos cuadrados parciales (PLS-SEM). El segundo objetivo consiste en agrupar las comunidades autónomas españolas según sus indicadores de bienestar y el gasto público en salud, para visualizar las disparidades en bienestar dentro del país a nivel regional, a partir del análisis de agrupamiento jerárquico aglomerativo (AHCA) y de un análisis de componentes principales (PCA) para reducir la dimensionalidad del problema.

España fue el país seleccionado para estudiar las posibles desigualdades interregionales por dos motivos. El primero es que, según los autores, el Sistema Nacional de Salud (SNS) español podría ser considerado uno de los mejores sistemas de salud públicos del mundo, siendo prueba de ello la elevada esperanza de vida de la población española, que podría llegar a los 85,8 años en el 2040. Además, la autoridad en materia sanitaria está descentralizada en 17 comunidad autónomas, cada una con políticas de gasto propias.

Existen varias perspectivas sobre la asunción de que un mayor gasto público en sanidad (utilización de más recursos económicos y/o humanos) está relacionado con una mayor esperanza de vida. Sin embargo, otros enfoques manifiestan que no es la cantidad de recursos empleados, si no el correcto uso de ellos. Cabe destacar, que los recursos vigentes no dependen únicamente del gasto actual, si no, también del gasto en periodos anteriores. Por lo tanto, el Producto Interior Bruto (PIB) de un país podría estar relacionado con una mayor esperanza de vida. Sin embargo, la relación entre el PIB y la esperanza de vida no es necesariamente lineal, dado que otros factores también influyen en la misma. Por esta razón se incorporó el PIB per cápita como variable control, representativo del nivel económico de las comunidades autónomas, y un total de 26 indicadores agrupados en 6 constructos (bienestar, mortalidad, gasto, recursos, uso y seguridad). Se consideraron 15 hipótesis para la estimación de la causa y efecto entre las variables latentes o no observables (Tablas 1 y 2).

El modelo demuestra un alto poder explicativo según los valores de R2. Los indicadores explican el 87,7% de la varianza en el bienestar con una relación lineal, siendo la mortalidad la variable más influyente. Se concluye, que el bienestar está fuertemente determinado por el gasto y los recursos, y en menor medida por el uso, lo que se refleja en los efectos totales de cada variable sobre el bienestar. Sin embargo, la seguridad y el impulsor económico (PIB per cápita) tienen efectos totales pequeños sobre el bienestar.

Una vez estimados todos los efectos totales de los constructos y la variable de control sobre el bienestar, se lleva a cabo un análisis de clústeres, utilizando únicamente los constructos que tienen mayor impacto en el bienestar. Se distinguieron 3 grupos. El grupo 1 compuesto por Baleares, Canarias, Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla-La Mancha y Andalucía, caracterizado por tener los valores más bajos en bienestar y los más altos en mortalidad. El grupo 2, formado por Aragón, La Rioja, Castilla y León, Navarra, Asturias, País Vasco, Cataluña, Cantabria, Galicia y Extremadura, con valores de bienestar similares al grupo 1, aunque con las tasas de mortalidad más altas del país; en este grupo, los indicadores de gasto y recursos se encuentran en un rango intermedio en comparación con el resto de los grupos. Por último, el grupo 3, está compuesto únicamente por Madrid dado que muestra un comportamiento atípico que no se ajusta al resto de las regiones del país, con los mejores resultados en bienestar y mortalidad junto con un gasto público per cápita y porcentaje de gasto farmacéutico más bajos.

El análisis de clústeres confirma los resultados obtenidos. Las comunidades con un menor gasto registran peores resultados en salud (grupo 1), mientras que las regiones con un mayor gasto obtienen mejores indicadores de salud (grupo 2). Madrid, es la excepción a dicha premisa, ya que es una de las comunidades con menor gasto, pero con los mejores resultados en los indicadores de salud.

Como limitación principal de estudio se establece la relación entre la esperanza de vida y el bienestar, ya que vivir muchos años no siempre significa vivir muchos años con calidad. Por lo tanto, es importante considerar otras medidas del bienestar más allá de la esperanza de vida para tener una imagen más completa y precisa de la salud y el bienestar de la población.

Comentario

En los últimos años, en España, al igual que en otros países, se ha puesto en cuestión el modelo sanitario por diversos factores. Uno de ellos es el incremento no sostenible del gasto en sanidad, que ha llevado a cuestionarse cómo debería ser el sistema actual y a la búsqueda de elementos que puedan hacerlo más eficiente. Otro factor es el aumento de la demanda y preferencias de los ciudadanos con relación a los servicios sanitarios, lo que ha incrementado la presión sobre el sistema, con la obligación de adaptarse a estas nuevas necesidades. Por último, se ha hecho evidente la necesidad de disponer de sistemas de evaluación y control de las novedades terapéuticas que se introducen en el sistema, cada vez más sofisticadas y con mayor coste, pero a veces con escasa evidencia inicial robusta para valorar su impacto en la salud. Estos factores se integran en el debate actual existente sobre la reorganización y modernización del sistema sanitario.

Las diferencias en el ámbito político sobre la forma de gestionar los presupuestos en sanidad deberían basarse en investigaciones científicas y no en consignas o simples opiniones, tanto a nivel regional como nacional. Existe una corriente de opinión en España que aboga por la centralización de los servicios de Salud. Sin embargo, los resultados obtenidos en el estudio de los servicios descentralizados presentan la ventaja de disponer de una mayor comprensión sobre las necesidades a nivel local.

Además, es reconocida la importancia de garantizar un acceso adecuado a los servicios sanitarios, independientemente de su lugar de residencia o de su situación económica. En este contexto, la evaluación de los factores que influyen en el bienestar y la salud de la población resulta fundamental para tomar decisiones informadas sobre la distribución de los recursos y la organización de los servicios sanitarios. De esta manera, se puede garantizar una atención sanitaria de calidad, eficiente, sostenible y solvente, adaptada a las necesidades reales de la población, y que contribuya a mejorar el bienestar y la salud de la sociedad en su conjunto.

Medicina de precisión: un modelo colaborativo para mejorar los éxitos de la ciencia

La medicina de precisión utiliza la información genética, molecular y clínica de un individuo para la prevención de enfermedades y para personalizar su diagnóstico y tratamiento. Sin embargo, los altos costes asociados con las pruebas genéticas y el acceso a tratamientos personalizados suponen un desafío y una gran limitación para la medicina de precisión, para que esta sea accesible y equitativa para todos los pacientes, independientemente de su origen socioeconómico.

El avance científico en la comprensión de las bases moleculares de las enfermedades está generando nuevos tratamientos más efectivos que producen una mejora en los resultados en salud. Ahora bien, los sistemas de salud se enfrentan a crecientes desafíos para la sostenibilidad de una atención médica, basada en la equidad. Los costes sanitarios han aumentado año tras año en todos los países de ingresos altos, alcanzando el 17% del Producto Interno Bruto (PIB) en Estados Unidos y el 10,2% en Australia en 2019. El desarrollo de medicamentos es un importante contribuyente a los costes en salud, con una inversión promedio estimada para que un nuevo medicamento acceda al mercado de 1,3 mil millones de dólares. Países como Estados Unidos, Reino Unido y Australia están abordando esta crisis de sostenibilidad mediante acuerdos de riesgo compartido con la industria farmacéutica o programas de acceso a pacientes.

Este problema es particularmente urgente en el caso del cáncer, principal causa de muerte en países de ingresos altos, como Australia, en el que se centra la revisión. El tratamiento del cáncer, como enfermedad fundamentalmente genética, está sufriendo una transformación radical por el desarrollo de medicamentos con tecnología genómica. En 2018, estos medicamentos representaron el 42% de las aprobaciones de la FDA (Food and Drug Administration, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos, duplicando la cifra de 2014. Sin embargo, las disparidades entre el potencial de la ciencia para la mejor de la salud y su elevado coste se ilustran con el ejemplo del cáncer de pulmón no microcítico (CPNM). Actualmente, existen 10 subtipos moleculares distintos de CPNM para los cuales existen terapias efectivas; sin embargo, solo 3 de estas terapias están actualmente reembolsadas en el sistema sanitario público de Australia. El PBCA (Pharmaceutical Benefits Advisory Committee, por sus siglas en inglés) de Australia considera 5 factores principales en sus recomendaciones de precio y reembolso de nuevos medicamentos, siendo el impacto clínico uno de estos factores; el resto está relacionado con la relación coste-efectividad, el impacto presupuestario, el grado de asequibilidad/disponibilidad y la regla de rescate (salvar una vida con riesgo de muerte inminente).

En marzo de 2022, el gobierno australiano anunció la creación de una empresa innovadora público-privada para la oncología de precisión, llamada Omico, sin ánimo de lucro, financiada por el gobierno australiano que actúa como intermediario entre la industria y el sistema de salud en el desarrollo de una plataforma nacional de oncología de precisión. En la práctica, Omico se encarga de la detección de biomarcadores en pacientes con estadios avanzados y envía un informe al médico referente, quien luego decide si el ensayo clínico recomendado es apropiado para su paciente.

La participación del sector público y privado en el desarrollo de medicamentos puede ser conceptualizada en 3 etapas distintas a lo largo de la cadena de valor. La etapa 1 implica el descubrimiento del fármaco, predominantemente financiada por el gobierno y la filantropía, y llevada a cabo en el sector público. La investigación médica básica genera propiedad intelectual, la cual es licenciada o vendida por instituciones académicas a la industria, recuperando parcialmente los costes de investigación.

La etapa 2, centrada en los ensayos clínicos, es posiblemente donde reside la mayor interdependencia entre el sector público y privado. Gran parte del coste total del desarrollo de medicamentos se debe a los ensayos clínicos. A través de procesos regulatorios cada vez más complejos, la estructura de los sistemas de salud contribuye a la ineficiencia y a los elevados costes de los ensayos, ya que estos no se consideran una actividad central para la mayoría de los sistemas de salud. Por ejemplo, solo el 8% de los pacientes adultos con cáncer participan en ensayos en Australia. La industria requiere de poblaciones cada vez más seleccionadas por biomarcadores para su inclusión en los ensayos clínicos. En pacientes con un biomarcador, que hayan agotado todas las alternativas terapéuticas, un estudio en fase I podría ofrecer una mejor respuesta que la práctica clínica habitual. La tasa de fracaso es alta, con un 15-35% de los medicamentos que alcanzan la fase II, obteniendo finalmente la aprobación regulatoria. Esta cifra es más baja en el campo de la oncología, donde únicamente un 6,7% de los medicamentos estudiados son aprobados para su uso clínico. En este sentido, debido a las incertidumbres clínicas y económicas inherentes, se propone que el modelo se implemente inicialmente para pacientes que han agotado las opciones de tratamiento convencionales.

En la etapa 3, los nuevos medicamentos pueden convertirse en una alternativa terapéutica a considerar tras la evaluación clínica y económica por parte de los decisores. En sistemas de salud de pago único, el sector público paga a la industria por estos medicamentos, de forma que el precio refleja los costes totales de desarrollo de estas alternativas terapéuticas (incluyendo las que fracasaron). Este modelo se caracteriza por la compartimentalización de cada etapa y el uso del dinero como unidad de transferencia de valor. Cada parte paga por los servicios o bienes con el objetivo de maximizar las ganancias monetarias en cada etapa, y el coste acumulativo aumenta a medida que el desarrollo de terapias avanza de la etapa 1 a la 3. Por tanto, la falta de integración entre el sector salud y la industria podrían contribuir a ineficiencias que aumentarían el coste neto.

El acceso a ensayos clínicos puede ser beneficioso tanto para el paciente como para la economía. Las terapias oncológicas se dirigen cada vez más a biomarcadores específicos, detectables a través de pruebas genómicas. Sin embargo, identificar a los pacientes elegibles para ensayos clínicos basados en estos biomarcadores puede ser costoso y lento. La implementación de determinación de la secuenciación genómica exhaustiva (CGP) puede mejorar la eficiencia al identificar subpoblaciones para ensayos clínicos, ya que, en lugar de realizar pruebas individuales para cada ensayo, un solo test CGP podría seleccionar a pacientes para múltiples ensayos. Además, la colaboración entre el sistema de salud y la industria permitiría una mayor cobertura de pacientes para el cribado de biomarcadores y aumentaría la capacidad de realizar ensayos clínicos en más centros de tratamiento. En resumen, el modelo colaborativo mejoraría los resultados de salud al aumentar el acceso a terapias basadas en biomarcadores, mejorar la eficiencia del cribado y reducir los costes de desarrollo de medicamentos.

La integración de la investigación en la práctica habitual también ayudaría a alinear mejor los sistemas de salud conservadores con el acelerado ritmo del desarrollo científico y permitiría la identificación de biomarcadores terapéuticos más allá de la genómica. De esta forma, tanto el sector público como el privado podrían disponer de roles complementarios para ofrecer los beneficios de la ciencia a la sociedad.

Comentario

La colaboración entre el sector público y privado en la medicina de precisión y la investigación clínica conlleva unos conflictos de intereses complicados de abordar adecuadamente. Así, es de vital importancia establecer criterios adecuados para garantizar la integridad y la transparencia en la investigación clínica y en la toma de decisiones. Sin embargo, la propuesta de integrar la investigación clínica en la práctica clínica habitual, a través de este modelo colaborativo, podría tener un impacto significativo en la mejora de los resultados de salud y la eficiencia del sistema. Solo los ensayos clínicos contra el cáncer contribuyen con más de 1 billón de dólares a la economía australiana. Las inversiones en el sector de ciencias de la salud generan crecimiento económico y empleos altamente cualificados a través del desarrollo de fármacos. A pesar de ello, existen desafíos evidentes para el éxito de las colaboraciones público-privadas que incluyen cuestiones sociales y legales, voluntad política, burocracia e intereses legítimos en materias de competencia.

Al igual que en otros países, el sistema de salud español se enfrenta a amenazas importantes, incluida una población envejecida, una carga creciente de enfermedades crónicas y una presión constante para mantener el gasto bajo control. Una implementación de la medicina de precisión podría ayudar a abordar estos desafíos, permitiendo una atención médica más personalizada y efectiva. Sin embargo, también es importante abordar cuestiones éticas y de justicia social, asegurando que estas terapias sean accesibles para todos los pacientes, independientemente de su origen socioeconómico o su ubicación geográfica. Además, es importante proteger la privacidad y confidencialidad de los datos de los pacientes para evitar la discriminación y garantizar el respeto a sus derechos.

Centros sanitarios y su financiación

La eficiencia en sanidad (recursos empleados en ella, tanto físicos como económicos, y resultados de salud obtenidos) no depende sólo de la remuneración al personal sanitario, sino también de cómo se financien los centros proveedores de atención sanitaria en los cuales el personal desempeña su trabajo. Encontrar la fórmula óptima es algo complejo al tener que responder a dos cuestiones clave:

  • Cómo medir el producto (unidad de pago), que está directamente relacionada con la amplitud de los incentivos del proveedor, como muestra la Tabla a continuación;
  • Cómo repartir el riesgo entre el financiador y el proveedor del servicio.

Unidad de pago a los hospitales e incentivos implícitos

1,2

Modelos de planificación

3

  1. Modelos de planificación basados en la demanda: se estima la demanda de atención sanitaria en el horizonte temporal definido, según previsiones de cambios demográficos, de renta, cobertura y patrones de morbilidad.
    Ejemplo: Estados Unidos.
  2. Modelos de planificación basados en la necesidad: generalmente establecen estándares normativos (“lo que debería ser”) basados en juicios de expertos (por ejemplo, una ratio de cardiólogos/1000 habitantes)
    Ejemplo: Reino Unido.
  3. Modelos de planificación basados en el benchmarking: comparación con otros entornos que parecen tener un número correcto de profesionales, para adoptar o adaptar de este modo sus fortalezas.