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Coste-efectividad de antipsicóticos de acción prolongada en esquizofrenia

La esquizofrenia es un grave trastorno de salud mental que se sitúa entre las 20 patologías que más años de vida con discapacidad generan; además, su prevalencia es elevada, padeciéndola hasta unos 20 millones de personas en todo el mundo y con tendencia ascendente. El coste total asociado al tratamiento de la enfermedad es igualmente elevado: llega hasta el 0,02%-1,65% del PIB de los países en donde se ha evaluado. En definitiva, la esquizofrenia se presenta como un importante problema de salud que incrementa considerablemente el uso de recursos y reduce de forma significativa la esperanza de vida, aumentando también el tiempo vivido con discapacidad.

El tratamiento de esta enfermedad se basa en la administración crónica de fármacos antipsicóticos orales, lo cual previene o retarda las recaídas de la enfermedad, por lo que la falta de adherencia y/o persistencia constituye un grave riesgo para la exacerbación de la sintomatología, así como de las recaídas. Por este motivo, se han desarrollado antipsicóticos inyectables de acción prolongada, como aripiprazol lauroxil (ARI-L), que permiten su administración una sola vez al mes.

Con el objetivo de disponer de datos de vida real, los autores analizaron los patrones de utilización del fármaco en práctica clínica, así como los costes incurridos, mediante un estudio observacional y retrospectivo en EE.UU., a partir de los registros de una base de datos sanitarios (de más de 47 millones de usuarios de Medicaid). Los pacientes evaluados fueron adultos, que recibieron al menos una dosis de ARI-L y diagnóstico de esquizofrenia durante los 12 meses previos al tratamiento con dicho fármaco y permanencia en la base de datos durante todo el estudio.

Los patrones de utilización se estimaron mediante el número total de inyecciones recibidas en los 6 meses de seguimiento, la proporción de días cubiertos con tratamiento, el porcentaje de pacientes que abandonaron el mismo y el tiempo hasta dicho abandono. Se tuvo en cuenta que había 3 presentaciones comerciales (441, 662 y 882 mg) que se administraban mensualmente y otra (882 mg) que se administraba cada 6 semanas. El tiempo de exposición al fármaco se estimó como la suma de los días con medicación, mientras que la proporción de días cubiertos se calculó mediante la duración de la exposición al fármaco dividida por el tiempo de seguimiento, y el abandono se definió como la ausencia de recogida del fármaco tras el máximo intervalo posológico de ARI-L. Finalmente, el tiempo hasta el abandono se estimó mediante el número de días desde el inicio de tratamiento hasta el abandono. Los recursos analizados se correspondieron con los de utilización de cualquier recurso sanitario (consultas, hospitalizaciones, urgencias, test de laboratorio, radiología y fármacos).

Se evaluaron 485 pacientes. Su edad media fue de 35,3 años, el 58,1% eran hombres, y habían recibido un total de 882 dosis, de las cuales el 48% fueron de 882 mg, el 36% de 662 mg y el 16% de 441 mg; el número medio de inyecciones fue de 4,6, observándose que un 40% recibió 6 o más dosis. El tiempo medio de exposición al fármaco fue de 136 días, sobre el máximo de 180, y la proporción de días cubiertos por el tratamiento fue del 76%. Por último, el 34% de los pacientes dejaron una dosis o más de tratamiento, observando un tiempo medio de 133 días hasta el abandono del tratamiento.

Respecto de los costes incurridos, la administración de ARI-L se asoció con una reducción de admisiones hospitalarias, pero no se observó una disminución significativa del uso de recursos ambulatorios. Los resultados revelan un aumento significativo del número de prescripciones de fármacos. En definitiva, no se observó una diferencia significativa de los costes totales antes y después del tratamiento con ARI-L (Tabla 1).

Los autores concluyen que la administración inyectable de aripiprazol lauroxil se asoció con una reducción del coste hospitalario y de salud mental, así como con un aumento del coste de los fármacos. No se vio una diferencia significativa entre ambos periodos en el coste total medio.

Uso de recursos en diabetes tipo 2 con o sin patología renal previa

La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) es uno de los problemas de salud más relevantes en las sociedades modernas. No solo presenta una elevada y progresiva prevalencia (13,8% en España) sino que deteriora de forma muy importante la calidad de vida del paciente debido, principalmente, a las complicaciones micro y macrovasculares. La concomitancia al diagnóstico de la DM2 de otras patologías, como insuficiencia cardiaca o renal crónica (PCRC), agrava aún más la situación. Por todo ello, los autores estudiaron la calidad de vida y el uso de recursos en pacientes con DM2 que no mostraban inicialmente las patologías mencionadas inicialmente.

Se llevó a cabo un estudio retrospectivo y observacional a partir de los registros anonimizados de una base de datos médica (BIG-PAC, que incluye registros de atención primaria y hospitalaria) extrayendo aquellos con diagnóstico de DM2, pero que no presentaban patología crónica renal o cardiaca. Los pacientes incluidos en el estudio fueron seguidos durante 7 años, analizando la primera manifestación de dichas comorbilidades con ingreso hospitalario. Se evaluó el uso de recursos sanitarios directos (hospitalizaciones, urgencias, consultas médicas de atención primaria y especializada, test diagnósticos, procedimientos médicos y medicamentos) e indirectos (pérdida de productividad).

Se extrajeron inicialmente datos procedentes de 38.691 pacientes con DM2 que cumplían los criterios de inclusión, si bien se excluyeron posteriormente los relativos a 12.149 pacientes que presentaban patología previa, de modo que la población de estudio quedó integrada por 26.542 pacientes (edad media de 66,6 años, 48% mujeres, duración media de la DM2 de 17,1 años, 57% hipertensos y 53% con dislipemia). De éstos, 4.974 desarrollaron comorbilidades a lo largo del seguimiento, principalmente enfermedad renal crónica (37%) e insuficiencia cardiaca (22%). El tiempo medio hasta el primer evento fue de 0,53 y 0,52 años, respectivamente, observándose un aumento progresivo de la incidencia durante el tiempo de estudio. Los pacientes con estas comorbilidades presentaron un riesgo de mortalidad superior que el de aquellos que no lo presentaban (8,3% vs. 25,2 y 24,8%, respectivamente).

El coste total durante los 7 años del estudio ascendió a 527 millones € (96% directos y 4% indirectos), siendo el correspondiente a las hospitalizaciones el determinante fundamental del coste (39% del total). Por último, el coste medio por paciente con patología renal o cardiaca fue superior al de los pacientes que no presentaban dichas enfermedades (47.070-51.240 € vs. 13.099 €, respectivamente) (Tabla 2).

Los autores concluyen que en los pacientes con diabetes tipo 2, la insuficiencia cardiaca o la enfermedad renal crónica son las manifestaciones más frecuentes durante los 7 años de seguimiento de los pacientes, generando un alto impacto sobre la tasa de mortalidad y de hospitalización, así como incrementando significativamente el consumo de recursos sanitarios.

¿Qué es un resultado en salud?

Un resultado en salud se define como el cambio en el estado de salud individual o poblacional (como sujeto de estudio), generalmente derivado de una intervención o conjunto de las mismas que se pretenden analizar en una evaluación económica1,2.
Tipos de resultados en salud:
_Biomédico: nivel de glucosa en sangre, presión arterial, nº de hipoglucemias, etc.
_Intermedio: número de eventos evitados (por ejemplo, hospitalizaciones evitadas, readmisión, etc.).
_Finalista: años de vida ganados, años de vida ajustados por calidad, años libres de discapacidad, etc.

Correspondencia de resultados en salud con los tipos de evaluaciones económicas

1,3

Herramientas para calcular AVACS

Los Años de Vida Ajustados por Calidad (AVACs)3 se pueden calcular a partir de la Calidad de Vida Relacionada con la Salud (CVRS) experimentada por un individuo a lo largo del tiempo.
Así, se puede utilizar el instrumento EQ-5D (European Quality of Life-5 Dimensions) como medida de salud auto-percibida, desarrollado en 1987 por un grupo interdisciplinario de investigadores europeos4, a fin de crear un índice de salud que combinara cantidad y calidad de vida y que sirviera como medida de efectividad en evaluación económica de las tecnologías sanitarias.

  • Cinco dimensiones (D): movilidad, autocuidado, actividades habituales, dolor/malestar y ansiedad/depresión.
  • Tres (ausencia de problema, algún problema, problema grave o incapacidad) o cinco niveles (L) (sin problemas, problemas leves, problemas moderados, problemas graves y problemas extremos/imposibilidad), según si es EQ-5D-3L (o EQ-5D+3 niveles: ausencia de problema, algún problema y problema extremo) o EQ-5D-5L (o EQ-5D+5 niveles: aumenta el poder discriminatorio de la versión anterior, especialmente en lo referente a cambios pequeños en estados de salud en zonas altas de escala de valoración, al añadir 2 niveles en cada una de las dimensiones, pasando de 3 a 5 niveles), respectivamente.

Mujeres en la publicidad farmacéutica (V): mujeres del aire

Resumen

Como continuación de la temática abordada en esta sección en números previos, el presente artículo profundiza en el impacto y el alcance de la figura de la mujer en la publicidad farmacéutica, con especial referencia a artículos publicitarios “de ventilación”, esto es, al abanico, al paipay y a otros desplegables de similar finalidad. Se traen a escena ejemplos ilustrativos de marketing de medicamentos y otros productos para el cuidado de la salud –o que se tenían por tal– difundidos mayoritariamente a lo largo del siglo XX, sobre todo en España. En torno a ellos, se muestran y comentan diversas referencias a artistas del mundo del cine y a otras mujeres con fama en la época, resaltando algunos de los estereotipos con que en los últimos siglos se ha asociado a la figura femenina.

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Según Freud, gran recolector de objetos no precisamente triviales, los coleccionistas tenemos una gran pasión por las piezas, cuya posesión goza de algún significado simbólico, transferido al propietario, vinculado a ellos por grandes lazos sentimentales. No sé… el inventor del psicoanálisis acumulaba carísimas piezas arqueológicas y en ellas gastó una fortuna. Nosotros cosas efímeras, despreciadas por la mayoría, en las cuales llevamos gastada también una pequeña fortuna. La principal conclusión de estas actitudes es que los catedráticos austriacos de psiquiatría, con consulta privada, ganan mucho más que los simples profesores de universidad españoles dedicados a la docencia y la investigación.

A un colega suyo, cuando comentaba esa actividad del psicoanalista, se le ocurrió decir que así demostraba cómo alguien, de extraordinaria potencia intelectual, podía disfrutar de una vida íntima absolutamente banal. Evidentemente Freud fue un pasajero inmóvil, a diferencia, por ejemplo, de Hemingway, de Melville, o tantos otros literatos; además, su manía no supuso riesgo personal alguno, salvo cuando los nazis llegaron al poder y su condición de judío se volvió peligrosa en sí misma, y le hizo exiliarse, no por lo avanzado de sus teorías ni por sus caprichos coleccionistas.

Lo nuestro es mucho menos sedentario. Cada día es más complicado obtener piezas de valor, pues la colección crece de manera elefantiásica. Por otra parte, al menos en mi caso, el fin está claro. Cuando dirigía el Museo de Farmacia Hispana eché en falta este tipo de objetos entre los expuestos. Para adquirirlos, dada la crónica carencia de medios de un centro tan aparentemente querido, era necesario hacer malabarismos, siempre sometidos a los caprichos de los administradores, sin conocimiento alguno de nada, pero con un poder económico omnímodo en sus manos. En mi caso, si no hubiera sido por la ayuda del entonces Decano, Benito del Castillo, nada hubiera sido posible comprar para el Museo. Harto de dificultades burocráticas inmovilizadoras, decidí obtener los objetos de manera particular y privada. De esa forma, rindo tributo a todos los farmacéuticos de mi familia, uno de los cuales, mi abuelo Antígono, logró una moderada fortuna con la fabricación de específicos, ampliamente publicitados por iniciativa suya.

Una colección se parece, si uno tiene espíritu militar, a un regimiento y, si no lo tiene, a una orquesta sinfónica. Si es de artículos publicitarios relacionados con la Farmacia tenemos, en primer lugar, los de gran tamaño: objetos o cartelones. De los primeros poseemos varios; de los segundos no. Luego están los carteles grandes, de los que tenemos alguna decena; los medianos, algunos centenares; las tarjetas o tarjetones, algunos millares; y los pequeños cromos, varios centenares. Aparte la publicidad en objetos y las cajas, metálicas, de vidrio, madera, peltre, aluminio, baquelita, plástico o cartón, recolectadas simplemente por su belleza visual o su rareza farmacológica (no he encontrado jamás las primeras cajas de heroína comercializadas por Bayer, supongo que porque no llegaron a España). Luego están los diversos cuerpos de ejército o agrupaciones de instrumentos, en este caso los de viento.

La utilización del cuerpo femenino en la publicidad fue muy frecuente, por eso poseemos muchos ejemplares que vamos desgranando en sucesivas entregas de esta sección de Panorama; dentro de ellas hay un formato singular: las grabadas en abanicos de papel o paipay de cartón, pues tales objetos también se utilizaron, en las farmacias y en la industria, para hacer publicidad de los medicamentos. Sacamos ahora nuestra sección de aire y por eso, de mujeres del aire, hablaré hoy.

En primer lugar, están los abanicos. Dos de Salvador Banús, una casa situada en la calle Jaime I nº 18 de Barcelona, en donde desde principios de siglo se servían comestibles, vinos, licores, perfumes y productos químicos, farmacéuticos, drogas, pinturas y barnices1. El primero de ellos con una escena clásica poco visible; el segundo con una verbena, aparentemente filipina, y dos leyendas a izquierda y derecha. La de la izquierda dice: japonesa, sí, sí, si consigo que me adores con ardiente frenesí. La de la derecha: el pobre Valbuena. Señora usté me rueda. Como se ve, pensamientos de hondo calado, con amplia relación con la farmacología… en fin… sobran los comentarios sobre quien vendía tanto licores, comestibles como productos químicos.

Junto a ellos, otro también muy antiguo, con una imagen clásica de dos señoras y un caballero con canotier en una competición de salto de caballos, en donde se hace propaganda del agua oxigenada Foret y de la Forestina, un específico para la grippe (cuando todavía se escribía con dos pes), el reuma, las neuralgias y la gota. La última vez que vi esa manera de escribir la gripe fue en documentos de la epidemia de 1890, cuando también se llamaba trancazo o influenza. La casa Foret se formó en 1897 con la asociación del francés George Foret con la empresa Delamare y Leroy. La fabricación del agua oxigenada comenzó en 1901 en la fábrica de Barcelona y, en 1919, la fabricación de la Foresina, con lo cual ese abanico será de los llamados felices años veinte y su anuncio resultaría muy oportuno por la reciente epidemia de “gripe española”2 (Figura 1).



Entre los abanicos de cartón –de origen filipino– llamados paipay, aparecen los dedicados a la publicidad del sello Bleda un analgésico presentado en cajas de aluminio, registrado en 1927.

En España hay grandes colecciones de abanicos, utilizados por las señoras para darse aire y coquetear. También existen los de piezas menos ostentosas porque eran empleados por todas las clases sociales. Estos parecen elaborados para la chiquillería o las criadas.

Los de los que nos ocupamos son piezas, fabricadas en serie, en cuyo reverso se ha impreso la publicidad. En el anverso hay una colección de caras femeninas, coloreadas, muy empastadas, todas parecidas y en su totalidad distintas. Debía ser un medio barato y posiblemente eficaz de hacer publicidad directa entre el público. Los sellos, es bien sabido, eran formas farmacéuticas en las cuales se guardaba un polvo entre dos láminas de oblea. Se fabricaba en la farmacia-laboratorio Bleda, instalada en Tobarra (Albacete)3 (Figura 2).



También el The y Elixir Pujol, un laxante y desinfectante, hizo publicidad con este tipo de abanicos filipinos en cartón. Unos muy similares a los del sello Bleda, enriquecido con una cara aparentemente modernista, otras dos de unas posibles actrices, para mí desconocidas, y otra serie de cuatro con caras de señoras de distintas procedencias geográficas e históricas; todas ellas por el método de imprimir la publicidad en un soporte empleado para otras muchas cosas4.

El depósito general se encontraba en Barcelona (Gracia) calle San Pedro Mártir 6. En 1923 ya se imprimían anuncios5. No sé si tuvieron relación familiar con Joan Lluís Pujol i Font, el fundador de Esquerra Republicana de Catalunya, pues sus hermanos estudiaron medicina y farmacia y él trabajó de joven en una botica para pagarse los estudios y en el exilio en un laboratorio farmacéutico establecido en USA6 (Figura 3).



También participó en la corriente de la moda de esos años primeros del siglo XX, de las “japoneserías”, objetos, en este caso paipay, con ilustraciones supuestamente japonesas. La primera y más pequeña corresponde al té, hasta ahora mencionado, y la otra, con el Monte Fuji, nevado de fondo, algo más grande y con mango de madera, a la Farmacia Nueva Royo Hernández, sita en la calle General Prim, 2, de Valencia, la cual permanecía abierta toda la noche en esos teóricamente felices años veinte (Figura 4).



En este tipo de objetos también tenemos grabadas una serie de figuras femeninas y masculinas del cine.
Otra Farmacia Nueva Sánchez Peñuela, esta de Cartagena (Murcia), se ofrecía como la más económica y mejor surtida de la localidad. Lo hacía mediante un paipay con mango de madera, en donde unas plumas propias de las vedetes, en este caso de cartón, enmarcaban a una fumadora Raquel Meller (1888-1962), cantante y actriz de éxito durante los años veinte y treinta, si bien en los cincuenta cayó en el olvido. El objeto, por tanto, será de su época de gloria.

La misma fotografía, en grande, la ofrece el Linimento Puget, de gran utilidad para deportistas, puesto que una fricción del mismo tonifica los músculos dándoles elasticidad… fabricado por César Puget, en su farmacia y laboratorio de la Plaza de la Constitución 1, de Ibiza. La Farmacia del Mercado. Centro de específicos de A. Aguilar, emplazada en Cruz Cubierta 95 (esquina Águila), de Barcelona (Hostafranchs), regalaba unos reclamos comerciales escogidos a voleo. Una imagen de John Wayne, “el Duque”, junto a Maureen O’Hara (1920-2015), con quien trabajó en 1952 en El hombre tranquilo. Al “Duque” muchos españolitos lo vimos en el paseo de coches del Retiro durante la grabación de El fabuloso mundo del circo, mientras repetía una escena en donde se encaramaba a caballo a una carroza, en el año 1963 o 1964, con gran asombro y pasmo, pero sin necesidad de desproporcionadas medidas de seguridad como probablemente serían hoy obligatorias; otro de la misma Maureen O’Hara, en esta ocasión en solitario.

Con el mismo formato y una fotografía de Piper Laurie cedida por Universal Internacional se ofrecía el Balsapeni, un preparado de penicilina indicado contra las escoceduras e irritaciones de la piel. En el mismo se concentran dos cuestiones absolutamente prohibidas en la actualidad, el uso de una señora para dar publicidad a un medicamento y que el mismo tuviese penicilina. Piper Laurie nació en 1932 y sigue con vida. Empezó a trabajar en 1950 con Ronald Reagan, luego presidente de EE.UU., y no era muy popular en los años cincuenta, pero sí consiguió el éxito en los sesenta. La especialidad se registró en 1953, con lo cual sobre esos años se imprimiría el anuncio.

La Farmacia y Centro de Específicos Mª T. Gairin, de la calle Provenza 156, de Barcelona, dotada de un completo surtido de especialidades farmacéuticas y antibióticos. Medicamentos purísimos. Analistas de todas clases y servicio a domicilio, empleó un reclamo de la mítica Ava Gardner (1922-1990) (con el apellido mal escrito), cuyo éxito se sitúa entre 1946 y 1958. En 1963 rodó en España 55 días en Pekín y su sonada estancia, hasta 1968, ha sido objeto de una reciente serie televisiva. Ganó el Oscar de 1954 con la impresionante película La noche de la iguana. Otra farmacia barcelonesa, Farmacia N. Ballesta. Centro de específicos.
Análisis-ortopedia, situada en la Avenida de José Antonio 688 (chaflán Gerona), empleó la cara de Yvonne de Carlo (1922-2007), que también tuvo sus años dorados en torno a los cincuenta del siglo pasado y las sales litínicas Dalmau, con su depósito en la calle Pablo Iglesias7 nº 1, de Barcelona, utilizaron una fotografía que creo de Greta Garbo, evidentemente en fecha anterior a 1939, por la actriz cuyos años de gloria acabaron sobre esa fecha y por el nombre de la calle barcelonesa. También emplearon la cara de Mimi Jordan, acaso Dorothy Jordan (1906-1988), actriz de la Fox, con un cierto éxito en los años treinta; la de la mítica Claudette Colbert (1903-1996) y la de alguna otra actriz difícil de identificar.

Por último, la Farmacia y Laboratorio de José Cerrada Zoya, ubicada en la calle de Sorni 18, de Valencia, imprimía en su propaganda una fotografía de una no muy agraciada señorita, a la cual le atribuían el título de miss Grecia, aunque su aspecto tal vez es el correspondiente a un arreglo corporal propio de los años treinta del siglo veinte (Figura 5).



A medio camino entre los abanicos y los desplegables tenemos los anuncios de Cafiaspirina que, como todos los de Bayer, tienen la virtud de no ser impresiones en un soporte común, sino estar realizados, muy cuidadosamente, para el cliente por una agencia especializada. Esta especialidad forma parte de la carrera de éxito comercial del ácido acetilsalicílico, la famosísima Aspirina de Bayer, a la que, simplemente, se le añadió cafeína, con lo cual los usuarios iban como auténticas motos –que diría un moderno–. Fármacos de ese tipo, dirigidos principalmente a las mujeres y publicitados por ellas, para mantenerlas activas y un poquito drogadas, levemente ausentes de sus tareas cotidianas, hubo varios; el más famoso –que recuerde– el Optalidón, empleado en masa y en cantidades alarmantes por nuestros conciudadanos hasta que en 1983 le quitaron las anfetaminas que se tomaban alegremente y sin receta médica, con lo cual las amas de casa y muchos varones, se mantenían activos, delgaditos y enganchados a una droga ahora de abuso.

Entre estos desplegables está el omnipresente Ceregumil, con unos paisajes pretendidamente andaluces y una mujer con peineta; el Mentholatum y una mujer soldado –pero no española– de la Farmacia “Bella Vista” de Ángel Raffo de Uruguay. La imagen parece de una militar americana. Las españolas –y supongo las uruguayas– en esta época (probablemente años treinta o cuarenta) no eran aceptadas en los ejércitos hispanos salvo como enfermeras (Figura 6).



La Glefina, aceite de hígado de bacalao, preparado por los laboratorios Andrómaco a partir de 1923. Al aceite le añadían extracto de malta. Gracias a ello consiguieron un cierto sabor dulce, menos repugnante que el de los otros empleados para mantener fuertes a los niños. Su éxito fue inmediato e internacional. En este caso emplearon una serie de abanicos multicolores, extraordinariamente esquemáticos y, por tanto, muy atractivos en la actualidad, aunque no sé si lo serían tanto en el momento de su entrega al público (Figura 7).



La Farmacia y Laboratorio de Luis Benito, abierta en la calle de la Marina Española nº 3, de Carabanchel Alto (Madrid), hizo publicidad con una serie de paipay de cartón, con mango de madera, mediante una serie de caras femeninas de inspiración modernista (Figura 8).

Los Lithines del Dr. Gustin se ofrecían como un muy buen medio de apagar la sed, para obtener agua de mesa efervescente, de utilidad para los riñones, la vejiga, el artritismo, el estómago, reuma y gota.

Las aguas minerales, se vendían antaño en las oficinas de farmacia, igual que el yogur. Iba a decir que no hace tanto tiempo, porque en la farmacia de mi padre se hacía, pero hace ya muchos años desde que yo era pequeño y colocaba las botellas o enseñaba al porteador del hielo en barras el lugar en donde estaba la nevera, para guardar las vacunas y el yogur. Tenían que ver con la hidroterapia, la balneoterapia y la menor existencia de estupidez entre los ciudadanos. A nadie, en Madrid, se le ocurría pedir en un restaurante agua mineral, cuando la del grifo está tan buena. Cuando los analistas químicos, fundamentalmente farmacéuticos en nuestro país y, por citar un nombre, Pedro Gutiérrez Bueno (1743-1822)8, empezaron a analizar las aguas, vieron la forma también de fabricarlas de manera artificial para conseguir las teóricas funciones sanativas de las sales disueltas en ellas. De esa manera se fabricaron los litines, a los que también me he referido en trabajos anteriores de esta misma serie. En los años cincuenta y sesenta del siglo pasado pocas personas tomaban el agua sin haber disuelto previamente en ella una pastilla de esas sales. Pretendían conseguir los sabores y efectos de las aguas minerales, aunque su gusto, a mi parecer, era detestable.
Los del Dr. Gustin emplearon dos tipos de paipay, el fabricado sobre un soporte publicitario común a otros muchos productos, que es el de la muchacha de pelo a lo garçón, mirada lánguida y sonrisa evanescente, y los diseñados directamente para su empresa, en donde se ven caras, mayoritariamente femeninas, siempre sonrientes; personas satisfechas en espacios naturales y en ambiente deportivo (Figura 9).



Para acabar con el artículo de hoy, tenemos las mujeres del aire dibujadas: el The y Elixir Viadin, cuyo almacén general estaba en la calle San Pedro Mártir nº 44, de Barcelona (Gracia), se ofrecía para curar radicalmente tifus, gástricas, pulmonías, grippe, viruela, sarampión, dolor de estómago, feridura (ictus en catalán) y hace babear a los niños: una auténtica panacea universal9 . Se anunciaba con una pintura de una elegante caballista. El KALOGEN, tónico reconstituyente, fabricado por el laboratorio de los doctores Tayá y Bofill, sito en la calle Comercio 28, de Barcelona, mediante un pequeño abanico con ínfulas de expresionismo alemán, destrozado por una imagen femenina demasiado ingenua. Más acorde con esa tendencia estética está el empleado para las pastillas contra el mareo Five 5, redactado en catalán.

Valiéndose de un aparato muy sencillo, formado por un cartón con una dama dibujada, añadido a un palo de madera, se anunciaba el venusalus, cuyo depósito estaba en el almacén de la viuda de Alsina, en el Pasaje del Crédito nº 4, de Barcelona.

Después tenemos algunos dibujos cómicos. El primero el de la Farmacia López Baena, de la calle Magdalena nº 33, de Madrid, en donde se ve una ilustración teatral, cuya comicidad descansa en que el galán va a arrodillarse sobre una chincheta, realizado por el dibujante Teodoro Delgado Ramos (1907-1975), uno de los creadores de la estética franquista, con lo cual este paipay será, probablemente, de los años cincuenta. A su lado el de la Farmacia Villena, con un chiste que hoy resulta políticamente incorrecto dibujado por el húngaro Géza Zsolt, autor muy habitual en las ilustraciones para vender medicamentos10 . Entre los directamente fabricados para hacer publicidad de un fármaco tenemos el de los Litinoides Serra, fabricado por Antonio Serra Pamies en Reus, y el del tónico reconstituyente Valenter, probablemente de los años cincuenta por la redacción (es un producto GENUINAMENTE ESPAÑOL), aunque ya estaba registrado en 1925 por el madrileño laboratorio Silva y otros autores lo dan como de 1920.

Basándome en la redacción de la publicidad y su precio, creo que es algo más tardío. Es similar a lo sucedido con las antes citadas sales Litínicas Dalmau, probablemente en la misma época, en donde se resalta y subraya que son un producto nacional (Figura 10).

Pediculosis y su tratamiento

La pediculosis es una parasitosis externa producida por la infestación por piojos, vinculada en nuestro medio con la población infantil y adolescente en edad escolar (siendo los más afectados los niños de 3 a 11 años), y adultos relacionados de su entorno. Es la ectoparasitosis más frecuente y puede tener lugar en cualquier época del año, aunque su prevalencia experimenta picos durante el otoño y la primavera.

Los piojos (Figura 1) son parásitos que se alimentan de sangre y viven en el tallo del pelo, cerca del cuero cabelludo. Al alimentarse, liberan saliva sobre el cuero cabelludo con el fin de evitar la coagulación de la sangre. Los piojos adultos tienen de 1-3 mm de longitud. Su cuerpo está cubierto con una capa coriácea de quitina y su color puede variar desde un gris blanquecino, hasta un amarillo o rojo cuando están llenos de sangre. En la cabeza presentan un aparato bucal adaptado para perforar la piel y succionar la sangre y en el tórax poseen 6 patas con una especie de uñas, o garras articuladas, con las que se agarran al pelo del huésped. Los huevos o liendres son visibles y de color blanco y se hallan unidas al pelo por una secreción adherente, insoluble en agua y muy resistente, que dificulta su eliminación. Tardan de 4 a 14 días en eclosionar. Aunque preferentemente los encontramos en la cabeza, en raras ocasiones pueden infestar también las cejas, pestañas y barba. Su temperatura óptima de crecimiento se halla alrededor de los 28ºC y este se detiene a bajas temperaturas (por debajo de los 10-12ºC). Suelen evitar la luz, por lo que prefieren zonas como la nuca y detrás de las orejas. Asimismo, afectan más frecuentemente a personas con el pelo largo y también son más activos de noche, siendo más fácil su visualización cuando los niños duermen.



Se transmiten por contacto directo o indirectamente por fómites como gorros, almohadas u otros objetos relacionados con el aseo capilar. Es recomendable lavar los fómites sospechosos de haber estado en contacto con el huésped con agua caliente o alcohol. Lo que no pueda limpiarse así, puede aislarse en una bolsa de plástico durante 1-2 semanas ya que la supervivencia del piojo fuera del huésped dura de 24 a 48 horas.

El síntoma más común de la infestación es el prurito, debido a que la inoculación de la saliva sensibiliza al huésped causando inflamación y picor. Además, otras complicaciones comunes son el impétigo y la dermatitis. En pacientes que presenten lesiones sobreinfectadas se pueden encontrar adenopatías occipitales y cervicales, malestar general o fiebre. Otras manifestaciones menos frecuentes son la anemia, en casos de infestaciones severas y prolongadas o en pacientes con antecedentes de anemia ferropénica y con alopecia cicatricial. En algunos casos la infestación no produce ningún síntoma al huésped.

El diagnóstico se hace mediante la detección de los piojos adultos y liendres. La mejor manera de visualizarlos es peinando finamente el cabello con el pelo húmedo y preferiblemente sobre una pieza de ropa blanca que ayude a la observación de los piojos. El peinado se realizará cerca del cuero cabelludo preferentemente con un peine de púas finas o una lendrera para facilitar el desprendimiento y la identificación. Las liendres se encuentran aferradas al pelo y suelen encontrarse en las mismas zonas que los piojos vivos. Son más sencillas de detectar que el piojo, ya que el número de individuos adultos es muy bajo, son rápidos y, salvo que acaben de alimentarse, presentan un color difícil de distinguir en el pelo. Hay que tener especial cuidado de no confundir las liendres con signos de otras patologías como la caspa o con restos de productos cosméticos que, a diferencia de las liendres, se desprenden del pelo con cierta facilidad. Además, las liendres producen un chasquido cuando se aplastan contra una superficie dura. Por ello, para asegurar el diagnóstico, se tenderá a buscar la presencia de piojos vivos. El objetivo del tratamiento es la eliminación de los huevos y liendres.

El tratamiento de primera línea ha consistido tradicionalmente en la aplicación tópica de un insecticida, como las piretrinas naturales (obtenidas de Chrysanthemum cinerariaefolium) o la permetrina (un piretroide sintético).
La permetrina es activa sobre piojos adultos, pero apenas presenta actividad sobre liendres. Actúa sobre el sistema nervioso del insecto, provocando hiperactividad y descoordinación, seguido de parálisis y muerte. Presenta baja toxicidad. El tratamiento con piretrinas suele hacerse en combinación con un derivado del ácido pipérico –el butóxido de piperonilo– que potencia su actividad al inhibir las enzimas hidrolíticas responsables del metabolismo de las piretrinas en los artrópodos.

El malatión es un insecticida organofosforado que inhibe de forma covalente e irreversible la acetilcolinesterasa eliminando al piojo, paralizándolo por afectación del sistema nervioso. Tiene también un gran poder ovicida y un pobre efecto sobre la liendre, aunque mejor que la permetrina. No es tratamiento de primera línea por la aparición de resistencias y por su toxicidad. Se debe proteger la nariz, boca y ojos durante su aplicación.

El modo de empleo de estos insecticidas depende de su forma de presentación (cremas, lociones, aerosoles, champús, etc.) y de la concentración del activo vehiculado. En algunos casos la formulación se deja actuar unos minutos, como en el caso de los champús y algunas lociones, y en otras se requiere su permanencia durante más tiempo (6-8 horas). Además, puede ser necesaria la utilización de un sistema oclusor como un gorro durante ese tiempo, para mejorar la eficacia del producto, frecuentemente incluido en las presentaciones comerciales. Es recomendable que se repita la aplicación transcurridos 7-10 días después de iniciado el tratamiento, para asegurar que se cubre el ciclo biológico del parásito.

Es importante insistir sobre la necesidad de seguir correctamente las pautas de aplicación y la duración del tratamiento indicados en el prospecto de estos productos con el fin de evitar una deficiente respuesta del parásito y la generación de resistencias. Por ello, solo se debe tratar a los individuos con piojos vivos con el fin de prevenir la aparición de resistencias a estos insecticidas y la aparición de irritaciones y efectos tóxicos derivados del uso abusivo de estas formulaciones.

En la actualidad, también es frecuente utilizar lociones de dimeticona (polidimetilsiloxano, PDMS) o ciclometicona. Son siliconas de alta densidad que no se absorben a través del cuero cabelludo y recubren al parásito, bloqueando sus espiráculos y provocando el colapso de su tracto intestinal. Son productos inodoros, incoloros e hidrofóbicos. Pese a que la dimeticona a baja concentración (4%) tiene baja actividad ovicida, hay estudios que han demostrado que, a alta concentración (92%), tiene una actividad ovicida cercana al 95%.

Otra alternativa, a veces combinada con la dimeticona, es la aplicación de miristato de isopropilo. El miristato de isopropilo es un aceite sintético claro, incoloro y casi inodoro, con propiedades emolientes, que actúa disolviendo la capa lipídica que cubre el exoesqueleto de los piojos, matándolos por deshidratación. También es habitual el empleo de alcohol bencílico en combinación con un aceite mineral. El alcohol bencílico impide que los piojos cierren sus espiráculos respiratorios facilitando que el aceite mineral penetre en ellos y los obstruya, provocando la asfixia del piojo.

Tanto la dimeticona como el miristato de isopropilo, o la combinación del alcohol bencílico con un aceite mineral, no han demostrado efectos secundarios, por ello se recomiendan especialmente en sujetos asmáticos y en sujetos con pieles sensibles o atópicas, para los cuáles los pesticidas con permetrina podrían resultar agresivos. También, se acude a ellos en casos de resistencia a insecticidas, dado que la eliminación del piojo se produce mediante un proceso mecánico. Normalmente se encuentran formulados como lociones o geles y los tiempos de aplicación de estas lociones suele ser de entre 1 y 15 minutos, tras lo cual se debe proceder a la eliminación de los piojos y liendres muertas con la lendrera. Puede ser necesario repetir el tratamiento, pero solo en casos concretos (debido a su efectividad en liendres).

El 1,2-octanodiol posee el mismo mecanismo de acción que el miristato de isopropilo. Se ha descrito su eficacia como repelente sin producir ningún efecto secundario.

Entre los remedios naturales es útil el vinagre que, si bien no mata a los piojos, despega las liendres, facilitando su extracción física con una lendrera. También es muy comentada la utilización del aceite de árbol de té u otros con mezclas de eucalipto, coco o anís, pero no hay evidencia que avale su eficacia.

En épocas de alta prevalencia es preferible que los niños lleven el pelo corto o recogido minimizando las posibilidades de contacto. Es recomendable, además, evitar compartir los peines y complementos o utensilios utilizados en el peinado, lavar y secar a altas temperaturas la ropa en contacto con la zona afectada por la parasitosis y examinar al resto de los miembros de la familia o al círculo de contacto con el individuo parasitado para evitar su contagio y diseminación.