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Editorial

Queridos lectores,

Afrontamos el inicio del periodo estival recibiendo noticias esperanzadoras sobre la evolución de la vacunación en nuestro país, con cifras epidemiológicas paulatinamente decrecientes de la pandemia por COVID-19. En estas semanas, son diversos los temas relativos a dicho proceso vacunal los que copan la actualidad sanitaria. Desde la discutida suspensión temporal de las patentes de las vacunas hasta la influencia que, sobre la efectividad de los medicamentos autorizados, puede tener la expansión de distintas variantes virales –que, por cierto, han sido acertadamente rebautizadas por la OMS con letras del alfabeto griego, a fin de evitar la estigmatización de determinados territorios donde se identificaron por primera vez–. La adecuación de las vacunas a posibles variantes patógenas que puedan escapar a la inmunidad que aportan será otro reto científico apasionante, que tendrá que ser abordado en los próximos meses.

Abogamos desde estas líneas por el empujón final que nos acerque a ese deseado nivel (≥ 70%) de cobertura vacunal que permita iniciar la flexibilización de las medidas preventivas imperantes, para lo cual se hace necesario también asegurar la vacunación de los colectivos de profesionales sanitarios que pudieran permanecer sin inmunizar por completo, como ha sido el caso de algunos farmacéuticos en ciertas comunidades autónomas. Esta demanda se alinea con el dato arrojado por el último Eurobarómetro, que refleja que 7 de cada 10 españoles considera que la principal prioridad a nivel europeo debe ser la salud, para que todo lo demás pueda funcionar. Con tales objetivos, debemos, entre todos, combatir los posibles frenos a dicho proceso, tratando de evitar la adición de interrogantes desde organizaciones profesionales o autoridades sanitarias, como ha sido, por ejemplo, la recomendación de la pauta heteróloga de vacunación.

En otros campos de la ciencia, hemos asistido este mes a interesantes avances. La secuenciación por primera vez del genoma humano completo (con 3.055 millones de letras), que abre una nueva era en la genómica y en la investigación de posibles tratamientos para patologías como el cáncer, o la aprobación en EE.UU. de la primera terapia en dos décadas frente a la enfermedad de Alzheimer, que ha generado una amplia discusión en la comunidad científica, son algunas de las mejores muestras. No obstante, aunque haya mucha innovación en el campo de los medicamentos, si los pacientes no tienen acceso a ella en su ámbito asistencial, no se traducirá en un gran avance terapéutico. Esta es una cuestión a mejorar en nuestro sistema sanitario, toda vez que se constatan cifras como las divulgadas por la Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica (EFPIA), que indican que en España poco más de la mitad de los nuevos medicamentos aprobados en la UE en los últimos años son financiados y realmente accesibles para el paciente, por debajo de los principales países de nuestro entorno.

Con respecto a los contenidos de este nuevo número de PAM, destacaríamos una revisión monográfica inaugural sobre el cáncer renal, un tipo de tumor que representa el paradigma de patología oncológica en que el desarrollo de la investigación ha permitido un gran progreso de su terapéutica en los últimos años. También se incluye la evaluación de la innovación de tres medicamentos de reciente aprobación: una novedosa terapia CAR-T, que ha recibido una autorización de uso con cláusula de exención hospitalaria, y dos medicamentos con extractos alergénicos indicados en pacientes con alergia al veneno de himenópteros. Otros artículos en secciones como VacunasActualidad Farmacoterapéutica o Farmacovigilancia complementan un abordaje integral de las novedades en el mundo del medicamento.

Deseamos que disfrutéis de su lectura y, dado el caso, también de las merecidas vacaciones de verano, sin olvidar, en estos días, la relevancia de la adecuada fotoprotección. Recibid un afectuoso saludo,

Medicamentos con nuevos principios activos o biosimilares

COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA EN LOS ÚLTIMOS DOCE MESES

Continuación de la tabla aquí

Valoración de la innovación terapéutica en PAM

Es importante indicar que se valora el grado de innovación. Todos los medicamentos, sean innovadores o no, tienen utilidad terapéutica, en tanto que su autorización por las autoridades sanitarias implica que han demostrado rigurosamente su eficacia, su seguridad, su calidad y las condiciones de uso (incluyendo la información contenida en la ficha técnica – sumario de características – y en el prospecto del medicamento). Por tanto, la valoración que se hace se refiere a la incorporación, en el grado que se determine, de algún elemento innovador con respecto a otros medicamentos autorizados previamente para iguales o similares indicaciones terapéuticas o, en su caso, cubriendo la ausencia de éstas.

Asimismo, debe considerarse que ésta es una evaluación que se practica coincidiendo con la comercialización inicial del medicamento. Se trata, por consiguiente, de una valoración provisional de la innovación realizada en función de la evidencia clínica disponible hasta el momento, lo que no prejuzga, en ningún caso, la disponibilidad posterior de nuevas evidencias científicas (de eficacia o de seguridad) en la indicación autorizada o el potencial desarrollo y autorización, en su caso, de nuevas indicaciones terapéuticas o la imposición de restricciones de uso en las anteriores.

Se consideran tres posibles niveles, adjudicados en función de la relevancia de la(s) innovación(es) presentes en el nuevo medicamento, siempre en relación al arsenal terapéutico disponible clínicamente en España en el momento de la comercialización:

  • SIN INNOVACIÓN (*). No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas.
  • INNOVACIÓN MODERADA (**). Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar.
  • INNOVACIÓN IMPORTANTE (***). Aportación sustancial a la terapéutica estándar.

Se distinguen dos niveles de evidencia científica para los aspectos innovadores de los nuevos medicamentos:

  • Evidencia clínica: mediante estudios controlados, específicamente diseñados y desarrollados para demostrar la eficacia y la seguridad del nuevo medicamento, con demostración fehaciente de lo que puede ser un avance o mejora sobre la terapia estándar hasta ese momento, en el que caso de que exista.
  • Plausibilidad científica (potencialidad): existencia de aspectos en el medicamento que teórica y racionalmente podrían mejorar la terapéutica actual, pero que no han sido adecuadamente demostrados mediante ensayos clínicos, bien por motivos éticos o bien por imposibilidad de realización en el momento de la comercialización del nuevo medicamento: perfil de interacciones, mecanismos nuevos que permiten nuevas vías terapéuticas, nuevos perfiles bioquímicos frente a mecanismos de resistencia microbiana, posibilidad de combinar con otros medicamentos para la misma indicación terapéutica, efectos sobre el cumplimiento terapéutico (por mejoras en la vía, número de administraciones diarias, etc.), mejora de la eficiencia económica, etc.

El rigor de los datos contrastados mediante ensayos clínicos controlados (evidencia clínica) es determinante en la valoración de la innovación, mientras que las potencialidades solo pueden ser valoradas accesoriamente, como aspectos complementarios de esta valoración. En ningún caso, un medicamento es valorado con un nivel de innovación importante en función de sus ventajas potenciales, si no aporta otras ventajas demostradas clínicamente. Se analizan cinco aspectos de la innovación: clínica, molecular, toxicológica, físico-química y económico-tecnológica. Como ya se ha indicado, la fundamental y determinante es la novedad clínica.

Segunda dosis de Vaxzevria® en menores de 60 años: el paciente… ¿elige?

La vacuna de AstraZeneca (Vaxzevria®) ha estado cargada de incidencias prácticamente desde su gestación. Ya se habló del periplo de suspensiones, comunicados de distintas autoridades sanitarias, y polémicas diversas, en números anteriores de Panorama Actual del Medicamento (número 442). Muchos equipos de las farmacias comunitarias y otros profesionales sanitarios se han encontrado en medio de esta tormenta, debido que eran colectivos a los que estaba dirigido el uso de esta vacuna.

De esta forma, cuando muchos ya habían recibido la primera dosis, el día 8 de abril desde el Ministerio de Sanidad se indicó que no se administraran más primeras dosis de esta vacuna en personas de < 60 años, quedando a medio vacunar y viendo cómo, con el paso de las semanas, se superaba el intervalo entre dosis autorizado por la ficha técnica (4-12 semanas), sin tomarse una decisión al respecto de la segunda dosis. Más adelante, el 30 de abril, la Comisión de Salud Pública decidió que todas las personas menores de 60 años que hubiesen recibido una primera dosis esperaran hasta un máximo de 16 semanas para administrarse la segunda dosis, mientras se obtenían más datos. Finalmente, el Ministerio de Sanidad se posicionó a favor de administrar la vacuna de Pfizer (Comirnaty®) como segunda dosis.

Por una parte, el Ministerio de Sanidad considera poco ético administrar una segunda dosis de una vacuna para la que no autoriza la primovacunación por edad. Además, están los episodios de trombos (muy infrecuentes, pero potencialmente graves) asociados con la administración de la vacuna. A esto se añade que los colectivos a los que había que terminar de vacunar no son grupos especialmente susceptibles a complicaciones por COVID-19 (en base a su edad), con lo que la famosa balanza riesgo-beneficio se inclina por ser cautos. Así lo redacta en el documento de preguntas frecuentes: “La vacuna de AstraZeneca es una vacuna efectiva, pero el beneficio/riesgo disminuye al ir bajando la edad de las personas, ya que el riesgo de enfermedad grave y muerte asociado a la COVID-19 también disminuye con la edad”. 

Por todo lo anterior, comienza en España un ensayo, CombiVacS, impulsado por el Instituto de Salud Carlos III, en el que se pretende demostrar que la pauta heteróloga (completar la vacunación con otra vacuna diferente, en este caso con Comirnaty®) tiene un buen perfil de seguridad y una respuesta inmunitaria con un alto título de anticuerpos. En esa línea van las conclusiones del estudio, si bien el tamaño muestral (N= 676) y algunos aspectos de su diseño (no se usa como comparador una segunda dosis de Vaxzevria®) ha sido objeto de controversia. Para una ampliación sobre las características y resultados del ensayo, se recomienda consultar el artículo pre-print publicado en The Lancet.

Este estudio se plantea en un inicio, entre otros motivos, por el hecho de que la pauta mixta se ha adoptado también en otros países, como Alemania, Francia, Portugal, Suecia y Finlandia. En el citado documento el Ministerio remarca que el paciente “no elige” la vacuna, puesto que el acuerdo de la Comisión de Salud Pública es que se administrará Comirnaty® como segunda dosis en las personas de menos de 60 años que previamente han recibido una dosis de Vaxzevria®. De hecho, los pacientes que rechacen esta vacuna y soliciten completar la pauta con la de AstraZenenca, habrán de firmar un consentimiento informado, no así los que cumplan la pauta heteróloga.

Por otra parte, varias comunidades autónomas (Andalucía, Castilla-Léon, Cataluña, Galicia, Comunidad Valenciana, Madrid y Murcia) se posicionan claramente a favor de completar la pauta de vacunación con la vacuna Vaxzevria®. Para ello se basan en que las fichas técnicas aprobadas en Europa, y de aplicación para España, tanto de la vacuna de AstraZeneca como la de Pfizer, siguen diciendo que la pauta a seguir debe ser la homóloga. La Agencia Europea del Medicamento continúa recomendando Vaxzevria®, tanto como para primera dosis como para segunda dosis en cualquier edad a partir de los 18 años de edad, ya que los beneficios superan claramente los riesgos de las reacciones adversas. Además, en Reino Unido, el país con mayor experiencia acumulada conocida con dicha vacuna, actualmente, se recomienda la administración de la segunda dosis de Vaxzevria® en todas las personas que recibieron esta vacuna inicialmente, con independencia de la edad que tengan. Todo esto reforzado por un comunicado de 17 sociedades científicas españolas.

Se permite el autor aquí una reflexión final tras exponer a grandes rasgos lo acaecido: se adivinan a duras penas la complejidad del proceso de vacunación pandémica y la gestión de las administraciones, conociendo lo dinámico de la ciencia y, en mayor medida, de la vacunología, donde calendarios y pautas cambian constantemente, más cuando se trata de nuevas vacunas. Comprende y comparte, pues, muchas de las razones de ambas posturas. No obstante, esto no debería volver a ocurrir: el paciente no tiene el conocimiento necesario para tomar esta decisión, al igual que no decide acerca de su farmacoterapia o de qué vacuna antigripal se pone. Las personas que se han visto involucradas en esta situación han estado en muchos casos perdidas y asustadas, habiéndose aportado una imagen, como país, de descoordinación y de incapacidad de acordar criterios guiar y acompañar a una población agotada por la pandemia. Sería interesante que las decisiones que se tomaran se pudieran explicar desde la epidemiología y la ciencia, razonada y comprensiblemente, porque de lo contrario los vacunólogos se quedan sin herramientas para exponer a la población el porqué de las cosas. A colación viene también el hecho de que, desde hace tiempo, en España no seamos capaces de defender un calendario único para que todos los ciudadanos tengan las mismas coberturas, independientemente del lugar de residencia. Al final, sale perdiendo la confianza en las vacunas, y, por supuesto, el paciente.

Los riesgos de la COVID-19 en embarazadas justifican su vacunación, que es segura

El impacto de la COVID-19 en las mujeres embarazadas ha sido uno de los grandes interrogantes durante la evolución de la pandemia. Los resultados del estudio de cohortes multicéntrico y multinacional INTERCOVID –prospectivo, longitudinal y observacional–, en el que participaron 2.130 mujeres embarazadas (706 con diagnóstico de COVID-19 y 1.424 sin diagnóstico), han aclarado este punto, habiéndose demostrado que padecer COVID-19 durante el embarazo se asocia con aumentos significativos en la morbilidad y mortalidad materna y complicaciones neonatales. Así, se ha observado que en embarazadas con COVID-19 aumentan de forma destacada –en comparación con las embarazadas sanas– las probabilidades de sufrir preeclampsia y/o eclampsia (RR= 1,76; IC95% 1,27-2,43), infecciones graves (RR= 3,38; IC95% 1,63-7,01), ingreso en unidad de cuidados intensivos (RR=5,04; IC95% 3,13-8,10) y hasta de mortalidad materna (RR= 22,3; IC95% 2,88-172). También se incrementa el riesgo de parto prematuro (RR= 1,59; IC95% 1,30-1,94), el índice de morbilidad neonatal grave (RR= 2,66; IC95% 1,69-4,18) y el índice de morbi-mortalidad perinatal grave (RR= 2,14; IC95% 1,66-2,75).

Por otro lado, a pesar de que el embarazo fue inicialmente un criterio de exclusión en los ensayos clínicos que sustentaron la aprobación en la UE de las vacunas frente a la COVID-19, conforme avanzan las campañas de vacunación a nivel poblacional van aumentando los datos clínicos disponibles sobre la efectividad y la seguridad de su uso en mujeres embarazadas. Un estudio con datos de 35.691 mujeres embarazadas vacunadas en EE.UU. (rango de edad: 16-54 años) con vacunas a base de ARN mensajero no evidenció la emergencia de ningún efecto adverso inesperado en este colectivo. Las reacciones en el lugar de inyección tuvieron una mayor frecuencia de notificación entre las embarazadas vacunadas (en comparación con las no vacunadas), pero la incidencia de cefalea, mialgia, escalofríos y fiebre fue menor. Las tasas de resultados negativos en mujeres y neonatos (por ejemplo, aborto, nacimiento pretérmino o pequeña talla al nacimiento) fueron comparables con las esperadas en embarazadas sin vacunación. Teniendo en consideración dichos resultados, y a pesar de la necesidad de ampliar el conocimiento a este respecto, el Ministerio de Sanidad ha actualizado el documento de su Estrategia de Vacunación frente a COVID-19 (actualización 7) incluyendo la recomendación preferente de que la vacunación en embarazadas se realizará con vacunas de ARNm cuando les corresponda según el grupo de priorización al que pertenezcan.

Finalmente, también se han divulgado los hallazgos de un estudio de cohortes prospectivo que ha incluido a 131 participantes (84 embarazadas, 31 mujeres lactantes y 16 no embarazadas), en el que todas las mujeres recibieron una vacuna basada en ARNm. Los autores concluyeron que la titulación de anticuerpos específicos anti-SARS-CoV-2 inducidos tras la vacunación (con mayores niveles de IgG tras la segunda dosis) fue equivalente en los tres grupos, presentando una inmunogenicidad y reactogenicidad en mujeres embarazadas y lactantes similar a la observada en mujeres no embarazadas. La respuesta inmunitaria generada fue significativamente mayor que la respuesta a la infección natural (consistentemente en los tres grupos), y la presencia de anticuerpos en el cordón umbilical y en la leche materna sugieren que se produce una transferencia inmunitaria a los recién nacidos a través de la placenta y la lactancia.

La influencia del uso de IECA y ARA-II en el diagnóstico de cáncer colorrectal

La serendipia ha tenido históricamente un papel muy relevante en la farmacoterapia. En línea con esta constatación, en las últimas semanas se han destacado en diversos medios los hallazgos de un estudio retrospectivo de cohortes que fueron divulgados por primera vez a mediados de 2020; aunque no se trata de una publicación reciente, merece una reseña aquí por su potencial relevancia en la práctica clínica futura.

Es preciso recordar que la hipertensión arterial es actualmente una de las patologías más prevalentes a nivel mundial, al menos en parte por el impacto derivado de hábitos conductuales (dieta inadecuada, sedentarismo, consumo de alcohol o tabaco, etc.), habiéndose estimado que puede afectar a más de 1.100 millones de personas y causar unos 7,5 millones de muertes anuales. Por su parte, el cáncer de colon y recto, que también se ve notablemente afectado por factores modificables del estilo de vida, representa el tercer tipo de tumor más frecuente, provocando casi 800.000 muertes cada año (con unos 44.000 nuevos diagnósticos anuales en España).

Teniendo en cuenta esas cifras epidemiológicas cobran especial relevancia las conclusiones del mencionado trabajo. Los autores revisaron los datos clínicos de 187.897 pacientes adultos que habían sido sometidos a una colonoscopia en Hong Kong entre los años 2005 y 2013, con evidencia de negatividad para cáncer colorrectal, y sin antecedentes del mismo. El cálculo de la razón de riesgos o hazard ratio se realizó mediante un ajuste por 23 covariables, entre ellas varios factores del paciente, la medicación concomitante y la técnica de realización del procedimiento endoscópico. Sus resultados revelan que el uso prolongado, durante más de 6 meses en los 5 años previos a la colonoscopia, de fármacos antihipertensivos que actúan sobre la vía renina-angiotensina –los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (captopril, enalapril, etc.) y los antagonistas de los receptores de angiotensina 2 (valsartán, losartán, etc.)–, se asocia con un riesgo un 22% menor de ser diagnosticado de cáncer colorrectal en los 3 años posteriores a la colonoscopia (HR= 0,78; IC95% 0,64-0,96); esos beneficios se constataron en personas mayores de 55 años y en quienes presentaban antecedentes de pólipos en el colon. Del total de pacientes, el 30.856 (16,4%) usaban este tipo de fármacos, y solo 854 (0,45%) desarrollaron cáncer colorrectal entre los 6 y 36 meses posteriores. Además, cada año de uso de tales antihipertensivos se relacionó con un 5% de reducción en la razón de riesgos. En cambio, no se apreció una diferencia significativa en el diagnóstico de dicha neoplasia con un desarrollo más allá de los 3 años desde la colonoscopia (HR= 1,18; IC95% 0,88-1,57).

La amplitud de la muestra y la duración del seguimiento de los pacientes aportan robustez a la relevancia clínica de la evidencia generada, arrojando luz sobre los resultados contradictorios presentados en estudios previos más pequeños. Si bien los propios investigadores subrayan que son necesarios estudios prospectivos para confirmar los resultados, parece razonable valorar en la práctica clínica habitual el efecto de los IECA y los ARA-II sobre el riesgo de cáncer colorrectal a la hora de instaurar un tratamiento antihipertensivo.

¿Son capaces las vacunas de frenar los contagios por SARS-CoV-2?

Está sobradamente probado que las vacunas, además de seguras, son inmunógenas y protegen frente a la COVID-19 sintomática y su gravedad, y posteriormente también se ha demostrado que reducen la tasa de infecciones asintomáticas por SARS-CoV-2. Pero una de las principales incertidumbres que permanecían tras los ensayos clínicos pivotales era si son capaces de frenar el contagio del virus a partir de las personas vacunadas y cortar la cadena de trasmisión. Con el paso de los meses, han aparecido algunos trabajos que dan respuesta a esta cuestión.

Entre los más destacados, un estudio no revisado aún por pares1, realizado por la Agencia de Salud Pública de Reino Unido, se apoyó en un cruce masivo de datos de infección y vacunación relativos a más de 300.000 unidades familiares y casi 1,5 millones de personas de aquel país. Con la asunción de que el entorno domiciliario es uno de los que más riesgo de transmisión conlleva, usaron una muestra con 365.447 positivos considerados casos índice, y vieron que, entre enero y marzo se produjeron otras 102.000 infecciones secundarias en sus hogares en los primeros 14 días siguientes al diagnóstico. Entre otros resultados, observaron que en las viviendas en que el caso índice había sido vacunado (la mayor parte de ellos solo había recibido una sola dosis), la tasa de casos secundarios era del 6,0%, frente al 10,1% de contagios cuando el caso índice no había sido inmunizado. Esto indica que las vacunas rebajan en más de un 40% la probabilidad de que la propagación del virus dentro de una casa; el porcentaje ascendía hasta la mitad del riesgo (49%) si se consideraban particularmente las vacunas Vaxzevria® y Comirnaty®. Y la probabilidad de contagio entre familiares descendía en mayor grado cuanto más tiempo había pasado desde la vacunación del caso índice.

Otra investigación realizada en Escocia con casi 145.000 trabajadores sanitarios y 195.000 convivientes evidenció que, a las 2 semanas de la vacunación con la primera dosis de las citadas vacunas, los convivientes de los trabajadores vacunados infectados tenían un riesgo sustancialmente reducido –un 30% menor (HR= 0,70; IC95% 0,63-0,78)– en comparación con los convivientes de trabajadores sanitarios no vacunados. Esto se traducía, consecuentemente, en un menor riesgo de hospitalización (HR= 0,77; IC95% 0,53-1,10). El riesgo de contagio se reducía en mayor medida tras 14 días desde la segunda dosis (HR= 0,46; IC95% 0,30-0,70).

Tales hallazgos, junto a otros que demuestran que las vacunas pueden reducir notablemente la carga viral, condicionante fundamental de la capacidad de contagio, son confirmatorios de que la vacunación no solo protege a quien la recibe, sino también a quienes le rodean, por su efecto de freno sobre la cadena de contagios.

La amenaza de las variantes virales del SARS-CoV-2

El SARS-CoV-2, como virus que es, está constantemente mutando y cambiando su genoma para adaptarse evolutivamente. A lo largo de la pandemia, y como consecuencia de estas mutaciones, han ido apareciendo variantes.

La mayoría de las mutaciones que surgen no proporcionan una ventaja selectiva al virus, pero algunas de ellas, o sus combinaciones, sí que pueden hacer que el virus sea, por ejemplo, más transmisible o capaz de eludir al sistema inmunitario de una persona que ha pasado la infección o esté vacunada. Esto se traduciría en reinfecciones sintomáticas o pérdida de la eficacia vacunal. Estas variantes también podrían suponer, incluso, que disminuyese la sensibilidad de algunas técnicas diagnósticas, aunque la mayoría de estas técnicas utilizan varios genes diferentes para evitar este efecto. En este artículo se analizarán las distintas variantes que han aparecido, así como las publicaciones que informan sobre “cómo se defienden” las vacunas actualmente comercializadas frente a ellas.

Nuevas variantes salen a escena

Ya en el verano de 2020 se detectó una mutación D614G en la proteína S, que se extendió por todo el planeta y que confirió al virus una mayor capacidad de transmisión.

En diciembre de 2020 se identificó por primera vez una nueva variante en Reino Unido llamada VOC 202012/01 perteneciente al linaje B.1.1.7, que tenía mutaciones en varios genes, entre ellos el gen de la proteína S. Aunque no se observó mayor virulencia ni la capacidad de eludir el sistema inmunitario, sí que era mejor y más rápido en el contagio, y por tanto, más transmisible. Como consecuencia, rápidamente se extendió por Reino Unido y por otros países.

También apareció en diciembre de 2020, esta vez en Sudáfrica, una nueva variante del linaje B.1.351 llamada 20H/501Y.V2. Esta variante comparte con la B.1.1.7 la mutación N501Y, aunque a través del análisis filogenético se observa que son diferentes mutaciones. Tampoco en este caso se observó mayor virulencia, pero sí indicios de mejor capacidad de transmisión, ya que rápidamente desplazó al resto de variantes que circulaban por el país. Igual que en el caso anterior, en cuestión de días comenzó a aislarse en otros países.

En diciembre de 2020 se aislaron en la India tres variantes del linaje B.1.617 (B.1.617.1, B.1.617.2 y B.1.617.3). Esta pasada primavera de 2021, el número de casos y muertes por COVID-19 en India y países vecinos aumentó drásticamente, un aumento que se asoció con proporciones crecientes de virus que pertenecen a los linajes B.1.617.1 y, principalmente, al linaje B.1.617.2. Se debe tener en cuenta que la capacidad y las estrategias de vigilancia genómica difieren entre países, sesgando las detecciones, y por tanto, es importante considerar estos factores al evaluar los datos proporcionados en los niveles de circulación para diferentes variantes. Se estima que esta variante es al menos tan transmisible como la inglesa (más correctamente bautizada como “variante alfa” por la OMS). Además, los tres linajes contienen las mutaciones L452R y D614G, que están asociadas con un aumento de la transmisibilidad.

En enero de 2021 apareció una nueva variante. Aunque inicialmente se aisló en Japón, es cierto que fue en cuatro personas que regresaban de un viaje a Brasil. Posteriormente, se aisló también en personas de Manaos, lo que confirió a la variante el sobrenombre de variante de Brasil (la OMS la bautizó como variante gamma). La variante pertenece al linaje P.1 (B.1.1.28.1) con 12 mutaciones en la proteína S, entre ellas la N501Y antes mencionada y la E484K, que comparte con la variante sudafricana obeta. Esta última variante parece ser una mutación de escape a la capacidad de neutralización de los anticuerpos monoclonales.

Antes de terminar este apartado, parece interesante mencionar una mutación de la variante alfa B.1.1.7 (B.1.1.7 + E484K) porque aparece dentro de la clasificación de las variantes preocupantes de la CDC (Centros para la Prevención y Control de Enfermedades, tanto en EE.UU. como en Europa –ECDC) debido a su capacidad de esquivar, en diversos estudios, el poder neutralizante del suero de los infectados o vacunados, como se verá más adelante. Si bien las hasta aquí citadas son las variantes más preocupantes desde el punto de vista clínico a fecha de publicación de este artículo, desde que comenzó la pandemia han surgido una gran variedad de variantes de interés.

Estrategia para controlar las VOC

La aparición de variantes que plantearon un mayor riesgo para la salud pública mundial impulsó la caracterización, por parte de la OMS (Organización Mundial de la Salud), en colaboración con grupos de expertos, autoridades nacionales, instituciones e investigadores, de Variantes de Interés (VOI) y Variantes de Preocupación (VOC) específicas, con el fin de priorizar el seguimiento y la investigación global y, en última instancia, para desarrollar una respuesta adecuada a la pandemia de COVID-19.

La estrategia del ECDC para controlar la transmisión de estas variantes consiste en varias líneas de acción:

  • Detectar de forma precoz a través de secuenciación genómica la circulación de las variantes, así como la incidencia de casos de dichas variantes en la población.
  • Intensificar el seguimiento de casos y contactos en aquellas personas que tengan relación epidemiológica con zonas donde estén circulando las variantes.
  • Restringir los viajes a zonas donde circulen esas variantes, así como imponer cuarentenas a los viajeros que vuelven de esos lugares.

Así, el 19 de enero la Comisión Europea emitió un documento pidiendo a los países que aumentasen la tasa de secuenciación, de forma que fueran capaces de secuenciar al menos el 5%, e idealmente el 10%, de los casos positivos de las pruebas de COVID-19. Igualmente es crucial la rapidez en la publicación de los resultados, así como el compartirlo con el resto de Estados Miembros.

Especialmente interesante es la secuenciación de pacientes reinfectados que tuvieron una infección documentada hace más de 90 días. También son de interés los casos confirmados con vínculos epidemiológicos en los 14 días anteriores con lugares donde haya alta incidencia de las VOC. Otros casos de interés son las sospechas de fallos vacunales (en pacientes con la pauta de vacunación completa y con el tiempo de inmunización correspondiente transcurrido). Por último, se considerarán también las situaciones en las que se sospeche una alta transmisibilidad o virulencia: brotes epidémicos con un número de casos anormalmente alto o una extraña alta proporción de casos graves. En estos casos solo sería necesario secuenciar una parte de las muestras.

Protección vacunal ante las nuevas cepas

El pasado mes de abril de 2021 se publicaba en New England Journal of Medicine un estudio donde investigadores de Texas enfrentaban distintas VOC al suero de pacientes vacunados con BNT162b2 (Comirnaty®, de Pfizer). Los investigadores reprodujeron tres virus recombinantes representando las variantes alfa, beta y gamma y dos adicionales en los que se diseñaron subconjuntos de mutaciones del linaje sudafricano (beta). La primera de las mutaciones tenía una deleción del dominio N-terminal encontrada en el linaje B.1.351 y la sustitución D614G globalmente dominante, y la otra tenía las tres mutaciones del linaje B.1.351 que afectaban a los aminoácidos en el sitio de unión al receptor (K417N, E484K y N501Y) y una sustitución de D614G.

Se obtuvieron 20 muestras de suero de 15 voluntarios a las 2 y 4 semanas de la segunda dosis de la vacuna. Se utilizó la prueba de neutralización de reducción de placa y se observó que todas las muestras de suero neutralizaban eficientemente los linajes de las cepas en cualquiera de las variantes de la proteína S a la que se enfrentó. La menor magnitud de la neutralización fue frente a la variante beta o sudafricana. Dentro de las dos mutaciones “fabricadas”, eludía más la protección vacunal la variante con tres sustituciones de unión al receptor que aquella que tenía una sola deleción en el dominio N-terminal. Este estudio, aunque con sus limitaciones, sugiere que, frente a la variante beta o sudafricana, se produce una reducción significativa en el nivel de anticuerpos neutralizantes en comparación con su efecto sobre la versión más común del virus primigenio.

En otro estudio publicado también en el NEJM pero esta vez con la vacuna de Moderna, mRNA-1273, se enfrentó el suero de 8 participantes con un virus SARS-CoV-2 basado en el virus de la estomatitis vesicular recombinante usando un modelo de pseudovirus. El suero se extrajo 1 semana después de la administración de la segunda dosis de la vacuna. Las variantes a las que se enfrentó el suero fueron la original (o de Wuhan), la alfa o británica (B.1.1.7), la beta o sudafricana (B.351), la gamma o brasileña (P.1), la alfa con la mutación E484K (B.1.1.7 + E484K) y la más recientemente descubierta variante californiana (B.1.427/B.1.429), entre otras. Los resultados fueron que, frente a la variante alfa, el suero era significativamente neutralizante, pero no tanto con la gamma y la californiana. Los peores resultados se obtuvieron con las variantes beta, y con la alfa con mutación.

El ensayo también se utilizó para evaluar la actividad neutralizante del suero contra la proteína de pico (S) de longitud completa de la cepa dominante en 2020 (D614G). Se observó que los niveles de neutralización contra esta cepa, así como del resto de variantes, eran similares a los del virus original.

Un tercer artículo publicado en The Lancet hace referencia a un estudio de la capacidad de la variante delta o india (B.1.617.2), entre otras, para eludir la protección de la vacuna de BNT162b2 (Comirnaty®, de Pfizer). Se utilizó un ensayo de neutralización de virus vivo SARS-CoV-2 de alto rendimiento en 250 participantes (mediana de edad 42 años) a los 30 días de la primera dosis o a los 28 días de la segunda, contra cinco variantes del SARS-CoV-2: una con la secuencia de picos original (tipo ancestral), una cepa con la mutación D614G, la variante del ta (B.1.617.2), la beta (B.1.351) y la alfa (B.1.1.7). Los anticuerpos de los sueros se correlacionaron bien entre el tipo ancestral y la variante alfa, pero se redujeron considerablemente contra la variante beta y la delta. Además, se observó que los anticuerpos frente a las VOC eran considerablemente superiores en los vacunados con dos dosis, lo que implica que, aunque una sola dosis es considerablemente mejor que ninguna vacuna, es probable que los receptores una dosis única estén menos protegidos contra estas variantes. Esta idea coincide con la de un reciente pre-print (artículo aún no revisado por pares), que concluye que después de dos dosis de cualquiera de las vacunas, solo se apreciaron diferencias modestas en la disminución de efectividad de la vacuna con respecto a la variante delta descubierta inicialmente en India. Las diferencias en la eficacia de la vacuna fueron más marcadas con una sola dosis, por tanto, conviene impulsar la vacunación con dos dosis en los grupos vulnerables.

El papel de los linfocitos T

Si bien hasta aquí se ha hablado fundamentalmente de niveles de anticuerpos, no podemos olvidar el papel de los linfocitos T en la respuesta inmunitaria. En otro reciente preprint se estudió si las variantes virales también afectan a las respuestas de las células T CD4+ y CD8+; estos linfocitos desempeñan un papel clave en la resolución de la enfermedad y la modulación de la gravedad de la COVID-19. En este interesante ensayo se realizó un análisis completo de las respuestas específicas de las células CD4+ y CD8+ frente al SARS-CoV-2 en sujetos convalecientes de COVID-19, inmunizados frente a la cepa original, en comparación con las variantes alfa, beta y gamma, entre otras, así como con el suero de los pacientes vacunados con las vacunas Moderna (mRNA-1273) o Pfizer/BioNTech (BNT162b2). En general, los resultados demuestran que las respuestas de los linfocitos T CD4+ y CD8+ en pacientes convalecientes o vacunados frente al COVID-19 no se ven afectadas sustancialmente por las mutaciones encontradas en las variantes del SARS-CoV-2.

Emulsiones (III): Estabilidad y control de calidad. Emulsiones silicónicas

Resumen

En los números 402 y 404 de Panorama Actual del Medicamento se publicaron sendos artículos relativos a emulsiones en los que se describían sus características principales y ejemplos de fórmulas magistrales habituales de esta forma farmacéutica. En esta tercera parte se revisan los aspectos más importantes sobre su estabilidad, dado que son sistemas de por sí inestables, y se describen los controles de calidad que deben realizarse una vez elaboradas. Por último, se ha incluido una mención a las emulsiones silicónicas, de uso menos frecuente pero interesantes desde el punto de vista galénico y terapéutico.

Estabilidad y control de calidad de las emulsiones

ESTABILIDAD DE LAS EMULSIONES

Para formar una emulsión es necesario aportar energía en forma de calor y agitación. Sin embargo, con el tiempo tiende a romperse de manera espontánea, por lo que se consideran sistemas inestables.

Factores desestabilizadores

Existen diversos fenómenos que pueden contribuir a la separación de fases y a la consiguiente ruptura de
la emulsión:

  • Químicos: la oxidación, la hidrólisis u otras alteraciones químicas de alguno de los componentes pueden desestabilizar la emulsión. Para evitarlo se deben añadir los aditivos adecuados como conservantes, antioxidantes, etc.
  • Físicos: la emulsión es más estable cuanto menor sea el tamaño de los glóbulos de la fase interna, pero pueden ocurrir fenómenos que cambien la distribución, el tamaño y el número de los mismos, desestabilizando la fórmula.

Cuando lo que varía es únicamente la distribución de los glóbulos, el proceso todavía es reversible y se pueden distinguir dos fenómenos:

  • Estratificación. Se produce un gradiente de concentración de la fase dispersa (o interna) dando lugar a sedimentación (cuando la fase interna se deposita en la parte inferior de la emulsión) o a cremado (si la dicha fase interna se acumula en la parte superior). Se puede prevenir formando una emulsión de mayor consistencia (por ejemplo, mediante la adición de un agente espesante en la fase acuosa, como la metilcelulosa) o por homogeneización.
  • Floculación (también llamada aglomeración o agregación). Se agrupan varios glóbulos de la fase interna sin fusionarse.

Por el contrario, cuando se modifica el número y tamaño de los glóbulos de fase interna suelen producirse los siguientes fenómenos irreversibles:

Inversión de fases. La fase dispersa se convierte en la fase dispersante y viceversa.
Coalescencia. Las gotículas de la fase interna se fusionan formando otras más grandes.

Recomendaciones para aumentar la estabilidad

Para formar la emulsión se debe emplear energía mecánica de agitación y disminuir la tensión superficial mediante la adición de tensioactivos. Además, al calentar las fases durante la elaboración se reduce, a su vez, la necesidad de agitación. Así, a la hora de elaborar una emulsión es necesario tener en cuenta una serie de factores que pueden afectar a la estabilidad, que se describen a continuación

  • Temperatura de emulsificación y proceso de enfriamiento: las temperaturas de las dos fases antes de proceder al mezclado deben ser semejantes y la de la fase grasa debe superar a la del punto de fusión del componente que sea más elevado. Si la emulsificación se produce a una temperatura inferior a la adecuada, la emulsión resultante es más inestable.

Si se añade la fase acuosa a una temperatura más baja de la necesaria, se pueden generar aglomerados grasos solidificados que inestabilizan la emulsión. El enfriamiento brusco, a su vez, también puede dar lugar a este tipo de solidificaciones de la fase grasa, por lo que es importante que la temperatura descienda paulatinamente, manteniendo la agitación hasta alcanzar la temperatura ambiente, momento en el que se puede realizar el envasado.

Además, se debe tener en cuenta que la disolución de algunos principios activos es endotérmica. Así, por ejemplo, la urea en concentraciones superiores al 15% disminuye la temperatura de la fase acuosa al disolverse, produciendo aglomerados grasos solidificados si se añade al agua después de haber retirado ésta del baño María. Para evitarlo, se recomienda solubilizar la urea cuando la fase acuosa está aún en el baño de agua caliente, para que ambas fases tengan la misma temperatura.

  • Agitación: la agitación continua durante el enfriamiento previene la solidificación de ceras u otras sustancias con elevado punto de fusión y la formación de aglomerados. Se debe regular la velocidad de agitación para evitar el sobrecalentamiento y la entrada de aire que favorecería la oxidación de algunos de los componentes. Así, se recomienda iniciar el proceso con una agitación más intensa y, a medida que avanza el enfriamiento y la emulsión va adquiriendo consistencia, disminuir progresivamente la velocidad.
  • Consistencia: la emulsión será más estable cuanto mayor sea la semejanza de la consistencia entre las fases. Para ello, se pueden modificar las proporciones o variar la viscosidad de las fases mediante la incorporación de diversos componentes. Para aumentar la consistencia en la fase oleosa se pueden añadir ceras, alcoholes grasos, siliconas, etc., y para aumentar la consistencia de la fase acuosa, polímeros, alginatos, pectinas, celulosas, etc.

En cambio, si se busca disminuir la consistencia, se puede sustituir parte de la fase grasa por un aceite como, por ejemplo, la vaselina líquida. No obstante, también debe tenerse en cuenta que las emulsiones serán más inestables cuanto menor sea la consistencia de la fase externa.

  • pH: las variaciones de pH pueden desestabilizar la emulsión. Es preciso subrayar que, si el pH final de la fórmula es menor de 4,5, se debe elaborar una emulsión iónica (por ejemplo, base de Beeler o crema Lanette) para evitar la ruptura de la misma.

CONTROL DE CALIDAD

Según el Formulario Nacional, se deben realizar los siguientes controles:

  • En las fórmulas magistrales en general:

Evaluación de los caracteres organolépticos.

  • En las fórmulas magistrales tipificadas y en los preparados oficinales:

Evaluación de los caracteres organolépticos.

Verificación en peso.

  • Si se elaboran lotes, además se deben realizar:

Determinación de la extensibilidad.

Determinación del signo de la emulsión.

En caso de emulsiones O/W, control del pH.

Control microbiológico (RFE 5.1.4).

A continuación, se describen los controles que se realizan en la farmacia habitualmente.

Determinación de los caracteres orgnolépticos:

  • Color: Las emulsiones suelen presentar un color blanquecino, si bien el tono varía en función de los componentes de la fórmula. Un cambio en la coloración de la emulsión suele ser indicativo de la oxidación de alguno de los componentes, muy característica de hidroquinona (coloración grisácea), ketoconazol (rosada) y ácido retinoico, entre otros principios activos, si no se adiciona el antioxidante adecuado o no se conserva convenientemente.
  • Brillo: si la emulsificación se efectúa mediante dispositivos de agitación mecánica se obtienen glóbulos de la fase interna más pequeños, por lo que la fórmula resultante es más brillante que las elaboradas manualmente.
  • Consistencia aparente: se puede determinar mediante la resistencia que ejerce la emulsión al ser agitada mediante una varilla. El resultado es diferente si la consistencia es fluida, semifluida, media o alta.
  • Homogeneidad: si la emulsión contiene principios activos insolubles es preciso realizar este ensayo para determinar si el tamaño de partícula de éstos es homogéneo. Para ello, se deposita una pequeña muestra del preparado en un portaobjetos y se sitúa sobre una superficie negra; mediante una lupa se visualiza si existen grumos o burbujas de aire.

Verificación en peso

Para calcular el rendimiento de la fórmula se utiliza la siguiente fórmula:

Rendimiento =    cantidad real / cantidad teórica   x   100

Se considera admisible cuando el rendimiento se encuentra entre 100 ± 5%. Entre las causas más habituales de un bajo rendimiento se encuentran la pérdida de agua mediante evaporación de la fase acuosa durante la elaboración y la adhesión de pequeñas cantidades de fórmula sobre las paredes del recipiente de preparación. Por ello, es recomendable fabricar una cantidad ligeramente superior a la prescrita para compensar estas pérdidas.

Determinación de la extensibilidad: PN/L/CP/003/00

Según establece el Formulario Nacional, el índice de extensibilidad consiste en el incremento de la superficie de una cierta cantidad de muestra al ser sometida, de forma progresiva, a presiones crecientes en intervalos fijos de tiempo.

El ensayo se debe realizar siempre en las mismas condiciones de temperatura ambiental, humedad relativa, cantidad de preparado, pesos soportados, tiempo de espera de lectura de resultados, etc., que serán establecidos por el farmacéutico. El control de la temperatura ambiental es fundamental para evitar la variabilidad de los resultados, por lo que se recomienda que la variación no sea superior a ± 0,5ºC.

Para la realización del ensayo se utilizan dos placas de cristal (portaobjetos) entre las que se sitúa la muestra. La placa inferior se coloca sobre una hoja de papel milimetrado, se recuadra la placa y se trazan las diagonales. A continuación, se añade la muestra sobre el punto de inserción. Posteriormente, se pesa la placa superior y se deposita sobre la inferior. Transcurrido un tiempo (1 min, por ejemplo), y debido a la presión, la preparación se habrá extendido de una forma circular o elíptica. Se anotan los diámetros obtenidos y se calcula el área media1. Esta dinámica se debe repetir con pesos sucesivos dispuestos en el centro de la placa. La extensibilidad se representa sobre un eje de coordenadas, poniendo en abscisas los pesos utilizados (en gramos), y en ordenadas los valores de las áreas medidas (en mm1).

Determinación del signo de la emulsión: PN/L/CP/002/00

Se describen los 3 métodos referidos en el Formulario Nacional para determinar el signo de la emulsión, es decir, si la fase externa es acuosa u oleosa.

  • Método del colorante: sobre un portaobjetos se deposita una pequeña cantidad de muestra y se añade directamente un colorante soluble en agua (por ejemplo, azul de metileno). Si éste se dispersa de forma homogénea, significa que el colorante se ha disuelto en la fase externa y, por tanto, la emulsión es O/W. Si por el contrario el colorante no se dispersa uniformemente, implica que no es miscible con la fase externa, por lo que se trataría de una emulsión W/O o W/S.
  • Método de dilución: se añaden unas gotas de agua sobre un recipiente y a continuación una pequeña cantidad de emulsión. Si la muestra se mezcla fácilmente con el agua y ésta se enturbia, la fase externa es acuosa y, por tanto, la emulsión es O/W. En caso contrario es W/O o W/S.
  • Método de la conductividad: se debe seguir el método analítico 2.2.38 descrito en la Real Farmacopea Española (RFE). Si la fase externa es oleosa, no conduce la electricidad. Sin embargo, algunas emulsiones O/W presentan baja conductividad y, por otro lado, la conductividad de las emulsiones W/O aumenta con la concentración de la fase acuosa, por lo que los resultados pueden ser erróneos.

Determinación del pH: PN/L/CP/001/00

En general, se recomienda que las fórmulas presenten un pH ligeramente ácido, semejante al de la piel. En el caso de las emulsiones acuosas muy fluidas se puede determinar el pH directamente, para lo cual se introduce una varilla de vidrio en la muestra y, sobre ésta, se humedece la tira reactiva de pH; trascurrido el tiempo necesario, se comprueba el cambio de color de la tira reactiva y se compara con los estándares establecidos por el fabricante. Si la emulsión es consistente, se recomienda diluir una pequeña muestra al 10% en agua destilada. En las emulsiones W/O y W/S, en cambio, solo puede determinarse el pH de la fase acuosa antes de formar la emulsión.

También se puede realizar una determinación potenciométrica tal y como se describe en la RFE (método analítico 2.2.3), aunque lo habitual es la utilización de tiras reactivas siempre y cuando la determinación no requiera una gran exactitud.

Control microbiológico

La presencia de ciertos microorganismos puede disminuir o incluso anular la efectividad de la fórmula y podría constituir un riesgo para la salud; por tanto, se debe garantizar una concentración microbiana reducida al finalizar la emulsión. Para ello se deben seguir las directrices actuales sobre las Buenas Prácticas de Fabricación durante todo el proceso de elaboración y conservación. La metodología a seguir y los criterios de aceptación se describen en el procedimiento RFE 5.1.4. de la Real Farmcopea Española.

Emulsiones silicónicas

Se trata de emulsiones en las que la fase grasa ha sido sustituida por siliconas, total o parcialmente, dando lugar a emulsiones W/S o W/SO, respectivamente. Las ventajas de las emulsiones W/S son múltiples, destacando las siguientes:

  • Forman una capa hidrorrepelente sobre la piel, similar a la producida por las emulsiones W/O, pero sin aportar grasa y con menor persistencia.
  • Presentan una mayor extensibilidad formando una capa homogénea que le confiere una gran cosmeticidad, sin dejar apenas residuo.
  • No son comedogénicas y, por lo tanto, son muy útiles en patologías donde el uso de grasas está limitado, como acné, rosácea o dermatitis seborreica, entre otras.
  • Muestran buena tolerancia cutánea, por lo que se recomienda su uso en pieles sensibles.

Sin embargo, también presentan algunos inconvenientes, como es su baja estabilidad y la incompatibilidad con algunos principios activos.

COMPOSICIÓN DE LAS EMULSIONES SILICÓNICAS (W/S)

Al igual que las emulsiones O/W o W/O, las W/S están compuestas por dos fases (una externa o silicónica, y otra interna o acuosa) y emulgentes que unen ambas fases. No obstante, si bien en las O/W o W/O la fase interna está dispersa en la externa en forma de glóbulos, en las emulsiones silicónicas se forma una estructura de red o de malla (fase silicónica y emulgente) en la que se aloja la fase acuosa. Paradójicamente, al aumentar ésta, aumenta la viscosidad y la estabilidad de la fórmula. Así, si la fase interna representa más del 80% se obtienen cremas consistentes y, a menores concentraciones (50-70%), en cambio, se generan emulsiones fluidas.

La fase externa de forma habitual está compuesta por ciclometicona pentámera o por una mezcla de ésta con otras siliconas, normalmente para aumentar su estabilidad o su viscosidad. La ciclometicona pentámera es volátil lo que le confiere a la fórmula propiedades evanescentes. La fase interna, por su parte, está formada por agua purificada, electrolitos y un poliol.

La adición de electrolitos es importante para aumentar la estabilidad, ya que forman una doble capa dieléctrica entre la fase silicónica y la acuosa, evitando la coalescencia de la emulsión. Además, disminuyen el tamaño de partícula de la fase interna, lo que le confiere una mayor homogeneidad a la fórmula. Los electrolitos más utilizados son el cloruro sódico y el sulfato magnésico en concentraciones del 0,5% al 2%.

La incorporación de polioles evita la cristalización de la emulsión, aportando además humectación en la piel. Los más frecuentes son la glicerina, el propilenglicol y el butilenglicol, que se utilizan entre el 2 y el 5%.

El emulgente habitual es la dimeticona copoliol (o alguno de sus derivados) vehiculizado en una silicona volátil, solo o en combinación con otros emulgentes no silicónicos.

En cuanto a su preparación, las emulsiones W/S se pueden elaborar en frío, lo que es una ventaja para la formulación de principios activos termolábiles. Sin embargo, es muy importante que la adición de la fase acuosa se realice muy lentamente y que la energía mecánica de agitación empleada sea la adecuada. El rango de pH adecuado oscila entre 4 y 7,5 y, por tanto, son incompatibles con sustancias que modifiquen el pH, pero también con óxidos y sales metálicas (zinc, hierro, aluminio, etc.), y emulgentes de alto HLB2 (como Tween® 80, Brij® 35, etc.).

Fórmula patrón W/S (FN/2003/EX/006)

Composición:

Fase silicónica:
Ciclometicona pentámera…………………………… 15%
Base silicónica autoemulsionable3 …………………..5%

Fase acuosa:
Glicerina………………………………………………… 3%
Cloruro sódico………………………………………….. 2%
Agua purificada………………………………. c.s.p. 100 g

Modus Operandi:

  • Mezclar los componentes de la fase silicónica en un vaso de precipitados mediante agitación mecánica.
  • Disolver el cloruro sódico en el agua en otro recipiente y, posteriormente, adicionar la glicerina (fase acuosa).
  • Incorporar la fase acuosa sobre la fase silicónica muy lentamente y agitar a 800 r.p.m.
  • Mantener la agitación durante el mismo tiempo invertido en la adición de la fase acuosa.
  • Homogeneizar la emulsión a velocidad elevada (1500 r.p.m.) durante un minuto para estabilizarla.

El resultado es una emulsión blanca y brillante, de consistencia media o alta, muy extensible y evanescente.

Incorporación de principios activos:

  • Los hidrosolubles se pueden disolver en una parte de la fase acuosa (la mitad del agua aproximadamente) e incorporarlos después, una vez que se haya formado la emulsión con el resto del agua.
  • Los principios activos solubles en disolventes orgánicos se añaden directamente a la fase silicónica.
  • Los poco solubles se pueden incorporar directamente a la fase silicónica, como en el caso anterior, o bien se pueden dispersar en ciclometicona pentámera en el mortero y posteriormente añadir la emulsión ya elaborada mediante la técnica de dilución geométrica.

Dado que generalmente son más fluidas que otras emulsiones se puede aumentar su viscosidad si se desea, mediante dos opciones:

  • Gelificación de la fase acuosa incorporando polímeros como el carbómero. Si la emulsión contiene principios activos lipídicos es útil la adición de Sepigel® 305 (mezcla de polímero acrílico, isoparafina y un emulgente) al 2-3% a la fase acuosa o una vez elaborada la emulsión.
  • Adición de una tercera silicona a la fase silicónica. Por ejemplo, Abil® cutáneo (Estearoxi dimeticona) al 2-3%.

Fórmula 1

Composición:

Ketoconazol……………………………………………………… 2%
Eritromicina base………………………………………………… 2%
Metronidazol……………………………………………………… 1%
Hidrocortisona base……………………………………………. 0,5%
Vitamina E………………………………………………………… 2%
Octilmetoxicinamato (Parsol® MCX)…………………………… 5%
Butil metoxidibenzoilmetano (Parsol® 1789)………………….. 3%
Emulsión W/S……………………………………………. c.s.p. 100 g

Dado que esta fórmula cuenta con muchos principios activos, si fuera necesario, se podría estabilizar mediante la adición de Sepigel® 305 al 2%, en la fase acuosa o cuando la emulsión esté ya preparada. Además, para garantizar la estabilidad de Parsol® MCX se debe añadir EDTA al 0,1%. Se suele emplear tiosulfato sódico al 0,1% por sus propiedades conservantes y antioxidantes.

El excipiente se puede desglosar de la siguiente manera:

Fase silicónica:
Ciclometicona pentámera…………………………………. 15%
Base silicónica autoemulsionable…………………………. 5%

Fase acuosa:
Glicerina……………………………………. 3%
Cloruro sódico…………………………….. 2%
EDTA ………………………………………0,1%
Tiosulfato sódico………………………… 0,1%
Agua purificada…………………… c.s.p. 100 g

Modus Operandi:

  • Incorporar una pequeña fracción del agua en un vaso de precipitados para solubilizar el tiosulfato sódico.
  • Disolver el cloruro sódico y el EDTA en el resto del agua junto con la glicerina, en otro recipiente y mezclar con la solución anterior (A).
  • Pulverizar el metronidazol en el mortero.
  • Fundir el Parsol® 1789 y el Parsol® MCX en un vaso de precipitados en el baño de agua (B).
  • Añadir sobre (B) la ciclometicona pentámera, la base silicónica autoemulsionable, el ketoconazol, la eritromicina, el metronidazol, la hidrocortisona y la vitamina E, fuera de la fuente de calor y homogeneizar.
  • Incorporar la fase acuosa (A) sobre la mezcla anterior muy lentamente y agitar a 800 r.p.m.
  • Dispersar Sepigel® 305 (opcional).
  • Mantener la agitación durante el mismo tiempo invertido en la adición de la fase acuosa.
  • Homogeneizar la emulsión a velocidad elevada (1500 r.p.m.) durante un minuto para estabilizarla.

Caducidad: 1 mes.

Fórmula 2

Composición:

Clindamicina clorhidrato…………………………. 2%
Metronidazol………………………………………. 1%
Ictiol………………………………………………… 1%
Tacrolimus…………………………………….. 0,03%
Emulsión W/S…………………………….. c.s.p 60 g

Fase silicónica:
Ciclometicona pentámera……………………… 15%
Base silicónica autoemulsionable………………. 5%

Fase acuosa:
Glicerina…………………………………………… 10%
Cloruro sódico……………………………………… 2%
Agua purificada…………………………… c.s.p. 100g

Modus Operandi:

  • Disolver el cloruro sódico en el agua purificada en un vaso de precipitados e incorporar la mitad de la glicerina (fase acuosa).
  • Añadir en otro recipiente la ciclometicona pentámera, la base silicónica autoemulsionable y homogeneizar (fase silicónica).
  • Incorporar la fase acuosa sobre la silicónica muy lentamente y agitar a 800 r.p.m. (A).
  • Mantener la agitación durante el mismo tiempo invertido en la adición de la fase acuosa.
  • Mientras se mantiene la agitación, en un mortero se debe preparar una pasta con la clindamicina, el metronidazol y el tacrolimus y la glicerina restante e ir incorporándola a la preemulsión formada anteriormente (A).
  • Incorporar el ictiol4 también bajo agitación y homogeneizar a velocidad elevada (1500 r.p.m.) durante un minuto.

EMULSIONES SILICÓNICAS COMERCIALIZADAS

En el mercado se dispone de emulsiones silicónicas ya preparadas para añadir directamente los principios activos o semielaboradas (que precisan la incorporación de agua). Las características y el modo de empleo de algunas de ellas se resumen en la Tabla 15

A la hora de incorporar los principios activos:

  • Si son hidrosolubles, se pueden solubilizar en agua e incorporarlos mediante agitación.
  • Si son solubles en alcohol, se pueden disolver en una mínima cantidad de éste e incorporarlos con agitación.
  • El resto de los principios activos se pueden dispersar en el mortero con ciclometicona pentámera o la propia base y, posteriormente, añadirlos a la emulsión ya preparada en pequeñas proporciones.

En la Tabla 2 se incluyen algunos de los principios activos de los que se ha comprobado que son compatibles con las emulsiones silicónicas ya preparadas o semielaboradas. Se trata, no obstante, de una tabla con carácter orientativo: para una mayor información, se recomienda contactar con los distribuidores de materias primas.

EMULSIONES X/O CON EMULGENTE SILICÓNICO

Según se ha apuntado anteriormente, las emulsiones W/O se caracterizan por su oclusividad y por dejar un residuo graso sobre la piel, por lo que son muy poco cosméticas. Para mejorar este aspecto se pueden utilizar emulgentes silicónicos, que forman emulsiones estables, con concentraciones más bajas de emulgente. De esta manera, son menos irritantes y con menor contenido graso, facilitando el cumplimiento de los tratamientos.

La fase grasa normalmente está compuesta por vaselina líquida, a la que se le puede añadir una segunda grasa como el miristato de isopropilo para modular la extensibilidad. Si se añade ciclometicona pentámera, debido a su volatilidad, le confiere evanescencia y tacto seco a la fórmula. En caso de querer aumentar la viscosidad se puede añadir una cera, como la de abejas. En todo caso, según aumenta la concentración de vaselina líquida, disminuye la viscosidad de la emulsión; así, a concentraciones del 10% la emulsión es muy viscosa, pero a concentraciones del 20-25% es muy fluida. También disminuye la viscosidad al aumentar la concentración de miristato de isopropilo.

La fase acuosa, por su parte, debe contener un electrolito para aumentar la estabilidad de la emulsión y un poliol. Y como emulgente silicónico se utiliza una base silicónica autoemulsionable.

Fórmula Patrón W/S-0

Composición:

Fase grasa:
Parafina líquida…………………………………. 5-30%
Ciclometicona pentámera…………………….. 5-10%
Base silicónica autoemulsionable……………….. 5%
Miristato de isopropilo…………………………. 0,7-5%
Cera de abejas………………………………. 0,5-1,5%

Fase acuosa:
Cloruro sódico……………………………………….. 2%
Glicerina……………………………………………… 2%
Agua purificada……………………………. c.s.p. 100 g

Modus Operandi:

  • Aunque estas emulsiones se realizan en frío, es necesario fundir la cera de abejas; para ello habrá que ponerla en un baño de agua junto con la base silicónica autoemulsionable.
  • Posteriormente, y fuera de la fuente de calor, añadir la parafina líquida, el miristato de isopropilo y la ciclometicona pentámera y agitar a 400 r.p.m. durante 3 minutos para garantizar la dispersión adecuada del emulgente.
  • Mezclar los componentes de la fase acuosa en un vaso de precipitados.
  • Añadir la fase acuosa muy lentamente sobre la fase grasa y agitar a 800 r.p.m.
  • Homogeneizar la emulsión mediante agitación continua (1500 r.p.m.) durante 1 minuto sin que llegue a calentarse, ya que podría disminuir su estabilidad.

Para incorporar los principios activos:

  • Si son hidrosolubles, disolverlos en la fase acuosa.
  • Si son liposolubles, en la fase grasa.
  • Si son insolubles, hacer una pasta en el mortero con vaselina líquida e ir incorporando mediante la técnica de diluciones sucesivas la emulsión ya elaborada.

Fórmula 3

Composición:

Ácido retinoico……………………………… 0,1%
Betametasona dipropionato……………… 0,05%
Urea………………………………………….. 10%
Conservant……………………………………..c.s.
Antioxidante…………………………………… c.s.
Emulsión W/O ………………………..c.s.p. 100 g

Se elabora igual que la fórmula anterior. Los principios activos liposolubles, como la betametasona y el ácido retinoico, se añaden a la fase grasa. La urea se disuelve en la fase acuosa. El antioxidante necesario para evitar la oxidación del ácido retinoico se incorpora en la fase correspondiente en función de su solubilidad.

Caducidad: 1 mes

Agradecimientos A Juan del Arco, Elena Arechabaleta, Leire Echeverria, Miren Edurne Hidalgo y Leire Pacho, miembros del Grupo Higea del COFBi, por la revisión del texto y sus acertadas sugerencias.

Alérgenos de veneno de abeja (▼Alutard SQ Apis mellifera®) y veneno de avispa (▼Alutard SQ Vespula spp®) en inmunoterapia frente a alergias

Resumen

Estamos ante dos medicamentos a base de extractos estandarizados de alérgenos de veneno de abeja y avispa, respectivamente, que representan una nueva inmunoterapia desensibilizante para reducir los síntomas de la respuesta inmunitaria, actuando sobre los mecanismos humorales y celulares de la inflamación alérgica: median la modulación de la respuesta de anticuerpos alérgeno-específicos, la disminución en el reclutamiento y activación de células proinflamatorias y los cambios en el patrón de respuesta de las células T alérgeno-específicas (hacia Th1). En base a ello, los medicamentos han sido autorizado para su administración por vía subcutánea en pacientes con historia clínica documentada de reacciones alérgicas generalizadas y/o sistémicas mediadas por IgE –confirmada por prueba cutánea de prick, prueba intradérmica o prueba IgE específica– debidas a la sensibilización al veneno de abeja (Apis mellifera) y de avispa (Vespula spp.), respectivamente.

La potencial amenaza vital que representan esas reacciones alérgicas y otros motivos éticos han impedido la realización de estudios específicos controlados por placebo. Su autorización se ha visto sustentada por la literatura científica derivada de estudios clínicos de hasta 5 años de duración, que, en tratamientos de hasta 1 año con el veneno de abeja y hasta 3 años con veneno de avispa, han permitido contrastar tasas de eficacia protectora consistentemente superiores al 80%; o sea, esa amplia proporción de pacientes no sufrió una reacción alérgica sistémica o generalizada como consecuencia de una picadura, bien fortuita en el medio natural o bien tras una prueba hospitalaria de re-picadura. Los medicamentos presentan, además, una relativa buena tolerabilidad, gracias sobre todo a la pauta de administración con dosis crecientes de alérgeno. El perfil toxicológico se caracteriza por eventos adversos asociados a la respuesta alérgica al veneno, que pueden manejarse con la administración de antihistamínicos. Aunque la incidencia de los eventos adversos locales es variable según los estudios (6-79% en la fase de inicio y 0-47% en mantenimiento), los mayoritarios son las reacciones inmediatas en el lugar de inyección (urticaria, dolor, eritema, hinchazón, prurito, etc.). Entre las reacciones adversas sistémicas se describen prurito ocular, rinitis, asma y tos, urticaria y angioedema; son menos frecuentes (0-25% en la fase de inicio y 0-16% en mantenimiento) y en su mayoría leves-moderadas, si bien por su severidad sobresale el riesgo de shock anafiláctico, que requeriría tratamiento inmediato con adrenalina.

En vista de lo anterior, los dos nuevos medicamentos no suponen una novedad excepcional en el tratamiento de enfermedades alérgicas desde el punto de vista del mecanismo farmacológico, pero aportan un grado notable de innovación terapéutica por ser las primeras opciones de inmunoterapia desensibilizante para pacientes con alergia debidamente contrastada al veneno de abejas y avispas que sufran reacciones sistémicas o generalizadas (se ha descrito una prevalencia de reacciones alérgicas al veneno de estos insectos en torno al 3% de la población en Europa). Se debe subrayar que no se indican en pacientes con reacciones locales (la mayoría de las personas), aunque sean intensas, ni en reacciones no-mediadas por IgE. Si bien la ruta de administración subcutánea puede conllevar ciertos inconvenientes en términos de adherencia terapéutica (frente a la vía oral o sublingual), la formulación depot –adsorción en hidróxido de aluminio– de los dos medicamentos representa una ventaja potencial, al asociarse con una mejor tolerabilidad local que los extractos acuosos de veneno de himenópteros.

Aspectos fisiopatológicos

La alergia se define como un conjunto de reacciones de hipersensibilidad del sistema inmunitario de algunas personas frente a determinadas sustancias (alérgenos) que normalmente son inocuas para el resto, como ciertos alimentos, caspa, pelo de algunos animales, pólenes de diferentes especies vegetales, veneno de insectos, restos o excrementos de ácaros, polvo doméstico, hongos o determinados medicamentos. El sistema inmunitario de la persona alérgica reconoce como extraño cualquiera de estos elementos1 y pone en marcha una reacción específica para identificar el alérgeno y destruirlo a través de un proceso inflamatorio (Zaragozá et al., 2014).

La alergia es, pues, uno de los cuatro tipos descritos de reacciones de hipersensibilidad (Tabla 1), un término que hace referencia a una excesiva o inadecuada respuesta inmunitaria frente a antígenos ambientales, habitualmente no patógenos, pero que en algunas personas causan inflamación tisular y malfuncionamiento orgánico. En definitiva, la alergia no está en el alérgeno, sino en el paciente que tiene una predisposición genética a desarrollar una respuesta exagerada tras el contacto repetido con el alérgeno.

Estos cuatro tipos básicos de mecanismos inmunopatogénicos o reacciones de hipersensibilidad no actúan, generalmente, de forma independiente para producir daño tisular, sino que varios tipos de lesión suelen estar implicados en un mismo proceso. En cada tipo de reacción de hipersensibilidad participan de forma secuencial diferentes tipos de células y mediadores. Los tipos I a III están mediados por anticuerpos y se distinguen por los diferentes tipos de antígenos reconocidos y las diversas clases de anticuerpo que intervienen. Las reacciones de tipo I están mediadas por IgE, que inducen la activación de los mastocitos, mientras que las de tipo II y III están mediadas por IgG, que se pueden acoplar a mecanismos mediados por el receptor Fc y el complemento en diversos grados, dependiendo del tipo de IgG y de la naturaleza del antígeno implicado. Las reacciones de tipo IV están mediadas por células, generalmente linfocitos T facilitadores (helper; Th) o citotóxicos (CTL).

La mayor parte de las reacciones alérgicas inmediatas son reacciones de hipersensibilidad de tipo I. El antígeno o alérgeno puede ser un agente inhalante transportado por el aire o un antígeno alimentario; también puede proceder de animales o del ambiente profesional u ocupacional. No es diferente del resto de los antígenos convencionales capaces de inducir cualquier otro tipo de reacción inmunológica. La diferencia consiste en la predisposición genética del individuo a reaccionar con la síntesis de anticuerpos IgE. Esta tendencia, denominada atopia, es familiar y está restringida genéticamente en diversos grados de la respuesta. Los procesos atópicos están asociados con valores altos de IgE total y específica en el suero de los pacientes. Cursan con una reacción inmediata al antígeno y ésta es seguida en muchas ocasiones por una reacción tardía (tras varias horas), inflamatoria, con infiltración de eosinófilos y linfocitos T.

Las reacciones alérgicas de tipo I generalmente se desencadenan cuando el antígeno une como un puente a dos moléculas de IgE que están, a su vez, sobre los receptores de las células efectoras, basófilos y mastocitos. La agregación de los receptores pone en marcha una cascada de señales intracelulares que conducen a la liberación de los mediadores (Figura 1) y al consiguiente desencadenamiento de los síntomas característicos de la reacción alérgica. En función de su localización, origina manifestaciones tan variables como rinitis alérgica, broncoconstricción o asma bronquial, síntomas digestivos o cutáneos, o anafilaxia generalizada.

En definitiva, la alergia se considera a menudo como un concepto equivalente al de la hipersensibilidad de tipo I (reacciones de hipersensibilidad de tipo inmediato mediadas por IgE). La IgE es producida por las células plasmáticas localizadas en los ganglios linfáticos que drenan el sitio de entrada del antígeno o, localmente, en los sitios de las reacciones alérgicas por las células plasmáticas derivadas de los centros germinales en desarrollo en el tejido inflamado. La IgE difiere de otros isotipos de anticuerpo en que se localiza de forma predominante en los tejidos, donde se halla unida a los mastocitos por receptores de superficie de alta afinidad, denominados FcR1. La unión del antígeno a la IgE entrecruza estos receptores, lo que provoca la liberación de mediado-res químicos por parte de los mastocitos, que podrían conducir al desarrollo de una reacción de hipersensibilidad de tipo I.

La alergia es la enfermedad crónica más frecuente en Europa y su prevalencia ha ido en aumento durante las últimas décadas, admitiéndose que un 20-30% de la población presenta patología alérgica y un 20% es atópica. Este incremento de la prevalencia de las enfermedades alérgicas en los países industrializados durante las últimas décadas, demostrado mediante estudios epidemiológicos, se achaca fundamentalmente a factores externos ambientales.

Las sustancias desencadenantes, los alérgenos, suelen ser proteínas, a menudo glicoproteínas o lipoproteínas. Excepcionalmente, algunos hidratos de carbono pueden también generar anticuerpos, funcionar como alérgenos y provocar reacciones alérgicas. El origen de los alérgenos es muy variado (Tabla 2).

Desde el punto de vista clínico, las manifestaciones de la alergia son diversas, destacando sobre el resto las que se exponen a continuación.

RINITIS ALÉRGICA (RA)

Es un estado inflamatorio de la mucosa nasal caracterizado por episodios repetidos de un conjunto variado de síntomas, tales como estornudos, rinorrea y obstrucción de las fosas nasales; puede asociarse a prurito conjuntival y faríngeo, lagrimeo y sinusitis. Es la manifestación alérgica más común, con una incidencia en torno al 20-25% de la población en los países industrializados; alcanza una prevalencia máxima en los últimos años de la infancia y la adolescencia (si bien puede debutar a los 3-5 años, e incluso ser causa de problemas de aprendizaje y trastornos del sueño en los niños). A pesar de una relevancia progresivamente creciente e interferir de forma notable en la calidad de vida de los pacientes (especialmente en aquellos que padecen RA crónica), es considerada con frecuencia un problema banal porque no pone en riesgo la vida de los pacientes. Se identifican dos formas clínicas: a) RA estacional (≈75% de los casos), también llamada polinosis o fiebre del heno, que tiene carácter periódico, coincidiendo sus fases de máxima incidencia con la época de polinización de las especies alergénicas (primavera), especialmente en las horas de mayor polinización (5:00-10:00 h y 19:00-22:00 h); y b) la RA perenne, que varía la gravedad de sus síntomas a lo largo del año, si bien la congestión nasal crónica es generalmente intensa y puede extenderse hacia el oído interno, teniendo como posibles causas: harinas, detergentes, ácaros, látex, maderas, animales de laboratorio, etc.

La RA supone el fracaso de los mecanismos defensivos de la mucosa para eliminar al antígeno. La reacción alérgica se desencadena con la liberación de mediadores químicos que determinan la activación de linfocitos B y maduración de linfocitos T. Así, la liberación de histamina en la mucosa nasal y en la conjuntiva –y su actuación sobre los receptores H1 y H2– da lugar a una vasodilatación de las vénulas poscapilares y edema, que originan los síntomas de obstrucción nasal, estimula los receptores irritativos provocando prurito y estornudos, y la secreción de las células globulares y las glándulas submucosas. Por otro lado, diversas enzimas (por ejemplo, exoglucosidasas y proteasas neutras) facilitan la rotura de la membrana mucosa. Además, la prostaglandina D2 provoca un engrosamiento vascular de la mucosa, mientras que el leucotrieno C4 incrementa la permeabilidad vascular, provocando la formación de un exudado. La emigración quimiotáxica y la activación subsiguiente de eosinófilos, neutrófilos y basófilos hacia la zona en la que se ha producido la desgranulación mastocitaria provoca una mayor liberación de mediadores inflamatorios, que convierten la situación en un proceso autoperpetuante de hiperreactividad nasal crónica.

La RA tiene como comorbilidades típicas la sinusitis, la poliposis nasal, la conjuntivitis, la otitis media con derrame, las infecciones respiratorias de las vías aéreas superiores, etc., y es un factor de riesgo para el asma bronquial. De hecho, asma y RA son procesos que a menudo se solapan, pues implican a los mismos tejidos y participan del mismo proceso inflamatorio. Hasta el 80% de las personas asmáticas tiene RA, y los asmáticos que padecen simultáneamente RA tienen peor evolución, con crisis más graves y mayor necesidad de medicación de rescate. Se ha probado que los pacientes con RA no tratada evolucionan a asma en mayor medida que aquellos que reciben el tratamiento específico para los alérgenos a los que están sensibilizados.

ASMA ALÉRGICO

Es una enfermedad producida por la inflamación crónica de las vías aéreas (caracterizada por la presencia continua de cantidades crecientes de linfocitos Th2, eosinófilos, neutrófilos y otros leucocitos) que se asocia con cambios estructurales variables, y afecta a niños y adultos de todas las edades. Acontece con una hiperreactividad bronquial y obstrucción del flujo de aire, a menudo reversible espontáneamente o con tratamiento. Se suele desencadenar por la activación –inducida por el alérgeno– de los mastocitos submucosos en las vías aéreas bajas, que provoca una rápida broncoconstricción y secreción aumentada de fluido y moco, dificultando la respiración al quedar atrapado el aire inhalado en los pulmones.

Si bien el asma alérgico constituye inicialmente una respuesta contra un alérgeno específico, la inflamación crónica posterior parece perpetuarse incluso en ausencia de una nueva exposición al mismo: las vías aéreas se vuelven hiperreactivas y otros factores diferentes a la exposición al antígeno pueden desencadenar los ataques de asma. Por ejemplo, las vías respiratorias de pacientes muestran una respuesta exagerada a agentes irritantes químicos ambientales, como el humo de los cigarrillos o el dióxido de sulfuro; las infecciones víricas o bacterianas del tracto respiratorio pueden exacerbar la enfermedad al inducir una respuesta local dominada por Th2.

URTICARIA Y ANGLOEDEMA

El atravesamiento de la piel por una inyección local de pequeñas cantidades de alérgeno en la epidermis y dermis, como la picadura de un insecto, causa por lo general una reacción alérgica localizada. Esta puede expresarse como urticaria, que es una de las dermatosis más frecuentes (prevalencia de 15-20%, mayor en mujeres y tras la adolescencia, con un pico de incidencia entre los 30 y los 40 años) y se caracteriza por la aparición brusca de máculas o pápulas edematosas de tamaño variable, posiblemente agrupadas, con bordes serpiginosos elevados y centros pálidos, bien circunscritas, y con halo eritematoso; el síntoma principal es el prurito. La distribución de las lesiones urticantes es casi siempre diseminada, con más frecuencia en áreas cubiertas (tronco, nalgas o pecho), y suele resolverse espontáneamente en el curso de unas horas. Se definen con el nombre de “roncha” o “habón” y se deben a un edema localizado en la parte superficial de la dermis.

Sin embargo, cuando se afectan las capas profundas de la piel, incluyendo el tejido celular subcutáneo, se produce angioedema, también llamado edema angioneurótico o edema de Quincke, que se manifiesta como áreas de edema localizado, que no dejan fóvea y sin prurito. Su localización más frecuente es en la cara, párpados, labios, mucosas, genitales y el dorso de manos y pies. El cuadro clínico puede ir acompañado de síntomas prodrómicos inespecíficos que pueden aparecer horas o días antes; durante el brote de urticaria o angioedema puede observarse también la aparición de fiebre, taquicardia, hipotensión, cefalea, náuseas, vértigo u otra sintomatología más específica que podría orientar a un diagnóstico etiológico.

La urticaria y el angioedema pueden aparecer juntos o por separado y, a pesar de que obedecen al mismo mecanismo, hasta el momento se desconoce el motivo por el que pueden o no coexistir en un mismo episodio2. En general, se producen como consecuencia de un aumento de la permeabilidad capilar, que permite la extravasación de proteínas y líquidos plasmáticos, y la consiguiente aparición de edema masivo en la dermis (urticaria) y el tejido subcutáneo (angioedema), en un proceso mediado por numerosas sustancias químicas, de acción rápida, y con escaso efecto inflamatorio. La principal causante del eritema, el edema y el prurito de la urticaria es la histamina procedente de los gránulos de los mastocitos y/o basófilos; en la patogenia del eritema también está implicada la serotonina, que se encuentra en las plaquetas y es liberada por el factor activador de plaquetas (producido por el mastocito). Otras sustancias vasoactivas responsables de la vasodilatación son la bradicinina, la acetilcolina, los metabolitos del ácido araquidónico (prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos), y el sistema del complemento, que produce desgranulación de los mastocitos, y los linfocitos CD4 (en la urticaria crónica).

DERMATITIS ATÓPICA (DA)

Es una patología que puede iniciarse y finalizar a cualquier edad, en la que los pacientes pueden desarrollar, de for-ma continuada o intermitente, lesiones de los diversos estadios, o bien desaparecer a partir de cualquiera de ellos. La DA del lactante, la más frecuente, suele empezar hacia los 5 meses de vida, pero puede hacerlo antes. Algunos niños desarrollan lesiones de eccema seborreico, que de forma gradual va adquiriendo el aspecto de la dermatitis o eccema atópico. La localización más habitual es la cara, respetando las zonas alrededor de los ojos, la nariz y la boca, aunque son también frecuentes en el cuero cabelludo, las orejas, el dorso de las manos y las zonas de extensión de las extremidades. Las lesiones suelen ser pápulas o placas eritematosas y edematosas, muchas veces con erosiones, exudación y costras; es raro que se aprecien las vesículas características del eccema. El prurito es un síntoma constante.

La DA infantil suele iniciarse hacia los 2 años y finalizar entre los 7 años y la pubertad. Las lesiones características se observan sobre todo en las flexuras, en especial en los codos y las rodillas, pero pueden aparecer en otras zonas. En esta fase es más fácil ver lesiones eccematosas con vesículas, pero el intenso prurito hace que rápidamente se transformen en erosiones, con exudación y formación de costras. A partir de la pubertad (menos común), las lesiones típicas son las placas de liquenificación o liquen simple crónico, consistentes en un engrosa-miento de la piel, con aumento de su reticulado normal; son consecuencia del rascamiento crónico y es muy frecuente que sobre ellas aparezcan excoriaciones. Se producen mayoritariamente en la nuca, el dorso de las manos y los pies, la cara de flexión de las muñecas y las zonas de extensión de las piernas, coexistiendo a menudo con lesiones de dermatitis flexural, semejantes a las del periodo infantil o con lesiones similares a las de los lactantes.

ANAFILAXIA

Si un alérgeno se introduce directamente en el torrente sanguíneo o se absorbe rápidamente en el intestino pueden activarse los mastocitos del tejido conectivo que están asociados a los vasos sanguíneos. Esta activación provoca un síndrome muy peligroso denominado anafilaxis sistémica, que se trata de una reacción de hipersensibilidad sistémica que pone en peligro la vida y puede aparecer minutos después de la exposición a la sustancia nociva. Las manifestaciones incluyen: dificultad respiratoria, prurito, urticaria, hinchazón de mucosas, trastornos digestivos (náuseas, vómitos, dolor y diarrea) y colapso vascular. En los casos potencialmente fatales a este síndrome se le denomina shock anafiláctico.

A priori, casi cualquier alérgeno puede desencadenar una reacción anafiláctica. Así, es posible su desarrollo si se administran fármacos3 a individuos que poseen IgE específicas frente a ellos, tras la picadura de un insecto en in-dividuos alérgicos a su veneno o tras la ingestión de algunos alimentos en individuos susceptibles. El síndrome puede ser letal con gran rapidez, pero suele poder controlarse mediante una inyección inmediata de adrenalina, que relaja el músculo liso e inhibe los efectos cardiovasculares de la anafilaxis. La alergia al veneno de himenópteros (especialmente abejas y avispas) también puede causar anafilaxia fatal, ya que la presencia de anticuerpos IgE específicos para veneno de himenópteros es elevada en la población general, aunque solo una parte de estas personas es capaz de desarrollar una reacción sistémica.

Tratamiento

Si bien el tratamiento de los procesos alérgicos puede involucrar el uso de fármacos de diversos grupos (antihistamínicos H1, broncodilatadores anticolinérgicos, corticoides, adrenalina, descongestivos nasales, cromonas, teofilina, antagonistas de los receptores de leucotrienos, anticuerpos monoclonales anti-IgE, inmunomoduladores e inhibidores de la fosfodiesterasa-4), la única terapia que puede modificar el curso natural de dichos procesos, evitando la evolución de la rinitis a asma bronquial o la aparición de las reacciones alérgicas generalizadas y/o sistémicas mediadas por IgE, es la administración de alérgenos desensibilizantes (Zaragozá et al., 2014).

Un tratamiento durante 3-5 años, consistente en la administración –a dosis progresivamente crecientes en intervalos regulares de tiempo– de un extracto del alérgeno responsable de la enfermedad, consigue por lo general inducir la tolerancia necesaria a los alérgenos implicados para controlar la respuesta alérgica, es decir, disminuir el nivel de sensibilización y suprimir los síntomas que ésta causa. Además, evita que la persona afectada aumente su capacidad de respuesta alérgica, sensibilizándose a nuevos alérgenos o progresando a asma bronquial.

Por este motivo, el tratamiento debe comenzarse cuanto antes y sus resultados son más po-sitivos en niños y jóvenes adolescentes. Está indicado en pacientes expuestos a alérgenos “no evitables” y con relevancia en la aparición de sus síntomas alérgicos (rinitis, conjuntivitis y/o asma), siendo necesario, antes de la administración, haber demostrado la sensibilización alérgica tanto por medio de pruebas cutáneas como mediante la determinación en el laboratorio de IgE específica para el alérgeno responsable en el suero del paciente. No obstante, es preciso subrayar que la administración de alérgenos desensibilizantes está contraindicada en algunas situaciones, tales como: enfermedades de origen neoplásico o inmunológico, enfermedades cardiovasculares graves, patologías que contraindiquen el uso de adrenalina (cardiopatía isquémica, hipertiroidismo o hipertensión arterial), tratamientos concomitantes con betabloqueantes (que dificultarían la recuperación en caso de anafilaxia), asma grave o mal controlada, causas que originen un mal cumplimiento terapéutico (trastornos psiquiátricos, dificultades económicas, problemas laborales o escolares, etc.), o en embarazo (contraindicación relativa).

En líneas generales, los extractos alergénicos son mezclas de proteínas que se obtienen incubando la materia prima natural (por ejemplo, ácaros del polvo doméstico, pólenes, hongos Alternaria y Cladosporium, epitelio de gato) en tampones acuosos, con el fin de reproducir las condiciones en que dicha materia prima interacciona con las mucosas del organismo. La mezcla se purifica mediante filtración y diálisis y posteriormente se comprueba la presencia de todos aquellos alérgenos que se consideran relevantes y que deben encontrarse en los diferentes extractos para que sean útiles en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades alérgicas. Este tratamiento es un complemento a las medidas de evitación del alérgeno y al tratamiento farmacológico.

Para este tipo de terapias se utilizan actualmente dos vías de administración, aunque los mecanismos inmunológicos que intervienen son similares en ambos casos. Por un lado, la administración subcutánea del extracto en dosis crecientes es la modalidad estándar, en una pauta preestablecida (fase de iniciación) –generalmente semanal– hasta llegar a la dosis máxima o de mantenimiento, que se repite de forma mensual (fase de mantenimiento); es la preferida para las conocidas como “vacunas individualizadas”. La vía subcutánea tiene como principales inconvenientes el riesgo de reacciones adversas graves (rinitis, asma, urticaria, y hasta shock anafiláctico, que obligan a interrumpir el tratamiento), las molestias locales originadas por la inyección (prurito, eritema, edema) y la incomodidad que supone acudir periódicamente a un centro médico para recibir el tratamiento.

Como solución a estos problemas se han desarrollado productos de administración por vía sublingual: en España están autorizados tres medicamentos: extractos estandarizado de varias plantas gramíneas (Oralair®) o de solo una de ellas –Phleum pratense– (Grazax®), indicados en el tratamiento de la rinitis y la conjuntivitis inducidas por polen de gramíneas en pacientes adultos con síntomas clínicamente relevantes y diagnosticados mediante prueba cutánea de prick positiva y/o test de IgE específica a polen de gramíneas; y el más reciente Acarizax®, un extracto estandarizado de los ácaros del polvo doméstico Dermatophagoides pteronyssinus D. farinae, indicado en adultos diagnosticados por historia clínica y prueba positiva de sensibilización a los mismos, que presenten rinitis alérgica y/o asma alérgica. Por esta vía de administración pueden aparecer reacciones adversas locales (prurito bucal o bucolabial, sensación de ardor bucolabial, edema labial o sublingual y efectos gastrointestinales), pero suelen ser leves y autolimitadas, y no obligan a modificar la pauta de administración; las reacciones sistémicas son poco frecuentes y consisten en la reaparición de los síntomas del proceso alérgico o en urticaria.

Acción y mecanismo

Los dos medicamentos objeto del presente artículo representan una inmunoterapia desensibilizante con extractos estandarizados de alérgenos por vía subcutánea. En base a ello, Alutard SQ Apis mellifera® ha sido autorizado para su uso en pacientes con una historia clínica documentada de reacciones alérgicas generalizadas y/o sistémicas mediadas por IgE debido a la sensibilización al veneno de abeja (Apis mellifera), confirmada a través de prueba cutánea de prick y/o prueba intradérmica y/o prueba IgE específica (AEMPS, 2018a). De forma similar, Alutard SQ Vespula spp.® se ha aprobado para su uso en pacientes con una historia clínica documentada de reacciones alérgicas generalizadas y/o sistémicas mediadas por IgE debido a la sensibilización al veneno de avispa (Vespula spp.), confirmada a través de prueba cutánea de prick y/o prueba intradérmica y/o prueba IgE específica (AEMPS, 2018a; AEMPS, 2018b).

En ambos casos el órgano diana del efecto farmacodinámico es el sistema inmunitario, con el objetivo de modificar –suprimir– la reacción inflamatoria alérgica que provoca el alérgeno con el que se está tratando al paciente. Los medicamentos que actúan como anticuerpos anti-IgE pueden impedir la unión de la IgE a la superficie de las células cebadas; este efecto daría lugar a la dis-minución de la formación de complejos antígeno-IgE activados, con la consiguiente supresión de la liberación de mediadores que inducen la aparición de estornudos, sibilancias, prurito, tos y la broncoconstricción inmediata en la fase temprana (Mesa et al., 2019).

De forma general, se acepta que este tipo de inmunoterapia con alérgenos reduce los síntomas de la respuesta inmediata y de la respuesta tardía actuando sobre los mecanismos humorales y celulares involucrados en la inflamación alérgica, a través de tres tipos de efectos:

La inhibición de la activación y del reclutamiento al órgano diana de células proinflamatorias, como linfocitos T y eosinófilos, y la disminución de la liberación de histamina procedente de los basófilos en sangre periférica (resultado del menor número de basófilos recirculantes).

Una subsiguiente alteración del patrón de respuesta de las células T alérgeno-específicas, esto es, un cambio pronunciado en la producción de citoquinas Th2 en favor de las citoquinas Th1; además, aumenta la síntesis de IL-10, que conduce a la anergia de linfocitos T.

Modulación de la respuesta de anticuerpos alérgeno-específicos: estudios serológicos empleando tanto el alérgeno incluido en Alutard SQ Apis mellifera (derivado de veneno de abeja) como el incluido en Alutard SQ Vespula spp. (derivado de veneno de avispa) han demostrado un aumento temporal de IgE al comenzar el tratamiento, mientras que hay un incremento sustancial de IgG a largo plazo.

Con estos medicamentos no se han realizados los estudios habituales en animales de farmacodinamia primaria, secundaria y de seguridad, pues no se consideran necesarios dada la especificidad de su acción farmacológica y el hecho de que los humanos hayan estado expuestos de forma natural durante milenios a los alérgenos contenidos en ellos, existiendo amplia experiencia clínica.

Aspectos biológicos

Se trata, respectivamente, de un extracto estandarizado de alérgeno de veneno de abeja (especie Apis mellifera) y de un extracto estandarizado de alérgeno de veneno de avispa –constituido por una mezcla de venenos procedentes de las especies Vespula germanica, V. alascensis, V. maculifrons, V. flavopilosa, V. pensylvanica y V. squamosa–, en ambos casos adsorbidos en hidróxido de aluminio hidratado. Los venenos son productos de alto peso molecular y la mayor parte del extracto está constituido por polipéptidos y proteínas, de los cuales se espera que sean metabolizados y degradados a aminoácidos y péptidos más pequeños antes de alcanzar el torrente sanguíneo; no hay evidencias de que los alérgenos sean absorbidos directamente al sistema vascular. La adsorción del alérgeno al hidróxido de aluminio resulta en una liberación lenta del mismo desde el lugar de administración (formulación depot), lo cual reduce la alergenicidad y posiblemente prolongue la estimulación del sistema inmunitario.

La actividad biológica de los medicamentos, expresada en SQ-U/ml, está relacionada con la concentración de alérgeno. Los distintos viales que componen el tratamiento se distinguen por su diferente color (variable en los dos medicamentos) y numeración. Se puede realizar un tratamiento de escalado de dosis al inicio de 7, 15 o 25 semanas, de modo que cuando se alcanza la dosis de mantenimiento, el intervalo entre inyecciones se aumenta gradualmente (de 1 a 2, 4 y 6 a 8 semanas y, posteriormente, cada 6 a 8 semanas), continuándose el tratamiento de mantenimiento durante 3-5 años.

Eficacia y seguridad clínicas

[Este apartado difiere de lo habitualmente reflejado para otros medicamentos por la limitación de la información disponible, por ejemplo, en la ficha técnica de los medicamentos. La parte de información clínica se basa en una revisión bibliográfica de los estudios clínicos publicados y de la experiencia poscomercialización]

Habida cuenta de la naturaleza de la potencial amenaza vital que representan las reacciones alérgicas a las picaduras de abeja y de avispa, y otros motivos éticos, todos los datos que han permitido contrastar la eficacia y seguridad clínicas de los dos medicamentos proceden de ensayos en los que no había controles con placebo. No obstante, la evidencia derivada de estudios clínicos es limitada, y los fabricantes recomiendan consultar las guías específicas de inmunoterapia con alérgenos4 para definir el régimen de administración óptimo y la duración de la terapia, así como el uso de biomarcadores.

Los estudios realizados a lo largo de las últimas tres décadas, con una duración de hasta 5 años, han demostrado una elevada eficacia clínica tanto para Alutard SQ Apis mellifera® como para Alutard SQ Vespula spp.®. Así, tras el tratamiento con los dos fármacos, la proporción de pacientes que no sufrió una reacción alérgica sistémica debida a la picadura –bien picadura fortuita o tras una prueba hospitalaria de re-picadura– fue consistentemente superior al 80%, demostrándose cambios uniformes en los niveles de IgE e IgG4.

La tasa de protección –en pruebas hospitalarias de re-picadura– con el tratamiento de Alutard SQ Apis mellifera® durante 6 a 12 meses fue elevada en términos de proporción de pacientes sensibilizados que toleraron otra picadura de abeja sin sufrir una reacción alérgica sistémica: en concreto, 25 de los 30 pacientes tratados en un ensayo (Rueff et al., 2004). Por otro lado, la tasa de protección en el caso de un tratamiento de 4 meses a 3 años con Alutard SQ Vespula spp.® fue también alta tras la realización de pruebas hospitalarias de re-picadura o de picaduras fortuitas, con un importante porcentaje de pacientes sensibilizados que toleraron otra picadura sin sufrir una reacción sistémica: 52 de un total de 56 pacientes tratados en 3 ensayos clínicos (Malling et al., 1985; Mosbech et al., 1986; Oude Elberink HNG et al., 2007).

En relación con la seguridad, el perfil es en general favorable para ambos medicamentos. Las reacciones adversas que surgen durante el tratamiento son debidas a una reacción inmunitaria local o sistémica al veneno de abeja o de avispa, bien de tipo inmediato (hasta 30 min después de la inyección) o bien de tipo tardío (en las primeras 24 h). Dada la limitación de los datos clínicos, no se puede estimar adecuadamente la frecuencia de aparición de cada una de ellas. Los eventos adversos mayoritarios relacionados con la administración son las reacciones locales en el lugar de inyección (por ejemplo, urticaria, decoloración, dolor, eritema, hinchazón difusa, prurito, nódulos subcutáneos, etc.), posiblemente favorecidas por el contenido en aluminio, que suelen aparecer de forma inmediata, pero pueden persistir tras 6 h, pudiendo tratarse con antihistamínicos si fuera necesario. Su incidencia puede variar –según la descripción en la literatura– entre el 6% y el 79% en la fase de inicio y del 0 al 47% en la fase de mantenimiento.

Respecto a las reacciones sistémicas, la mayoría suelen ser leves-moderadas y también pueden manejarse con éxito mediante la administración de antihistamínicos. Con una frecuencia descrita desde el 0 al 25% en la fase de inicio y hasta el 16% en el tratamiento de mantenimiento, la más grave es sin duda la aparición de shock anafiláctico a los pocos minutos tras la exposición al alérgeno; es potencialmente mortal y requiere tratamiento inmediato, por ejemplo, con adrenalina. También pueden aparecer otros eventos relacionados con la propia reacción alérgica del paciente al alérgeno, no limitándose a los siguientes: prurito ocular, asma, tos, sibilancias y disnea, urticaria o angioedema en diversas localizaciones (como la cara), rinitis, estornudos, cefalea o exacerbación de una dermatitis atópica, entre otras.

En todo caso, a fin de evaluar y minimizar las reacciones adversas a un alérgeno específico, si un paciente estuviera en tratamiento concomitante con más de un alérgeno, es recomendable administrar las inyecciones en diferentes zonas del brazo y espaciarlas por un intervalo de unos 30 min. El día de la inyección se debe evitar el ejercicio físico, los baños calientes y el alcohol, factores que podrían aumentar el riesgo de una reacción anafiláctica. Y, en caso de reacciones adversas graves durante la fase de inicio, se debe considerar una dosis menor a la dosis máxima recomendada en el mantenimiento. Los datos clínicos disponibles en población pediátrica son aún más limitados, no permitiendo sacar conclusiones sólidas sobre sobre el balance beneficio-riesgo de la inmunoterapia con estos dos medicamentos a base de veneno de himenópteros en niños menores de 5 años.

Aspectos innovadores

Alutard SQ Apis mellifera® y Alutard SQ Vespula spp.® son dos medicamentos a base de extractos estandarizados de alérgenos de veneno de abeja y avispa, respectivamente, que representan una nueva inmunoterapia desensibilizante que pretende reducir los síntomas de la respuesta inmunitaria inmediata y tardía actuando sobre los mecanismos humorales y celulares de la inflamación alérgica. Se ha planteado que median la modulación de la respuesta de anticuerpos alérgeno-específicos, la disminución en el reclutamiento y activación de células proinflamatorias y los cambios en el patrón de respuesta de las células T alérgeno-específicas (hacia Th1). En base a ello, los medicamentos han sido autorizado para su administración por vía subcutánea en pacientes con historia clínica documentada de reacciones alérgicas generalizadas y/o sistémicas mediadas por IgE –confirmada por prueba cutánea de prick y/o prueba intradérmica y/o prueba IgE específica– debidas a la sensibilización al veneno de abeja (Apis mellifera) y de avispa (Vespula spp.), respectivamente.

Es preciso destacar el hecho de que, en la mayoría de las personas, la picadura de himenópteros provoca solamente una reacción inflamatoria transitoria y local (dolor, enrojecimiento e hinchazón). No obstante, se ha descrito que la prevalencia de reacciones alérgicas a las picaduras –al veneno– de dichos insectos es de aproximadamente el 3% en la población general de Europa y Estados Unidos (Antonicelli et al., 2002), una proporción nada desdeñable. Los pacientes alérgicos al veneno de himenópteros sufren una morbilidad y mortalidad significativas, con una importante afectación de la calidad de vida: interfiere sustancialmente en su actividad diaria por el temor a sufrir picaduras.

Así, la potencial amenaza vital que representan esas reacciones alérgicas y otros motivos éticos han impedido la realización de estudios específicos controlados por placebo. Si bien la evidencia de eficacia clínica derivada de ensayos clínicos es limitada para ambos medicamentos, su autorización por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios se ha visto sustentada por la literatura científica de estudios con hasta 5 años de duración, que, en tratamientos de hasta 1 año con el veneno de abeja y hasta 3 años con veneno de avispa, han permitido contrastar adecuadamente tasas de protección superiores al 80%; o sea, esa amplia proporción de pacientes no sufrió manifestaciones clínicas de reacción alérgica sistémica como consecuencia de una picadura, bien fortuita en el medio natural o bien tras una prueba hospitalaria de re-picadura.

Se trata, además, de medicamentos con una relativa buena tolerabilidad, gracias fundamentalmente a la pauta de administración con dosis crecientes de alérgeno. El perfil toxicológico se caracteriza por eventos adversos asociados a la respuesta inmunitaria –alérgica– al veneno. Aunque la incidencia de los eventos adversos locales es variable según los estudios consultados (6-79% en la fase de inicio y 0-47% en la de mantenimiento), los mayoritarios con el tratamiento son las reacciones en el lugar de inyección (urticaria, dolor, eritema, hinchazón, prurito, etc.), que aparecen en torno a 30 min tras la inyección, pudiendo manejarse fácilmente con antihistamínicos. Entre las reacciones adversas sistémicas se describen prurito ocular, rinitis, asma y tos, urticaria y angioedema; son menos frecuentes (0-25% en la fase de inicio y 0-16% en mantenimiento), en su mayoría leves-moderadas y también manejables con antihistamínicos. Por su severidad destaca el riesgo de shock anafiláctico a los pocos minutos tras la exposición al alérgeno, que requeriría tratamiento inmediato con adrenalina.

En definitiva, los dos nuevos medicamentos no suponen, desde el punto de vista de mecanismo farmacológico, una novedad excepcional en el tratamiento de enfermedades alérgicas, pero aportan un grado notable de innovación terapéutica por ser las primeras opciones de inmunoterapia desensibilizante para pacientes con alergia debidamente contrastada al veneno de abejas y avispas que sufran reacciones sistémicas o generalizadas. Se debe subrayar que no se indican en pacientes con reacciones locales, aunque sean intensas, ni en reacciones no-mediadas por IgE. Si bien la ruta de administración subcutánea puede conllevar ciertos inconvenientes en términos de adherencia terapéutica (frente a la vía oral o sublingual), la formulación depot (adsorción en hidróxido de aluminio) de los dos medicamentos representa una ventaja potencial, pues se ha probado que se asocian con una mejor tolerabilidad local que los extractos acuosos de veneno de himenópteros (Alessandrini et al., 2006).

Valoración

Fármacos relacionados registrados en España

Toxicidad potencialmente mortal por el uso de fluoropirimidinas si se administran poco antes, simultáneamente o en las 4 semanas posteriores a la finalización del tratamiento con brivudina

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha informado del riesgo mortal de combinar el tratamiento de brivudina con uno de fluoropirimidinas. La interacción entre brivudina y fluoropirimidinas (por ejemplo, 5-fluorouracilo, capecitabina, tegafur, flucitosina) puede producir la muerte del paciente. Se debe esperar un mínimo de 4 semanas después de finalizar el tratamiento con brivudina antes de comenzar la administración de una fluoropirimidina. 

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha preparado un documento de minimización de riesgos, en relación con el riesgo mortal de combinar tratamiento de brivudina con fluoropirimidinas.

Brivudina (Nervirex® y EFG) está indicada en el tratamiento precoz del herpes zóster agudo en adultos inmunocompetentes. A través de su principal metabolito bromovinil uracilo (BVU), inhibe la dihidropirimidina deshidrogenasa (DPD), una enzima que metaboliza fármacos con estructura de pirimidina, tales como fluorouracilo, capecitabina, tegafur y flucitosina. Como consecuencia de la inhibición enzimática, los niveles de fluoropirimidinas aumentan, incrementando la toxicidad de las fluoropirimidinas, que es potencialmente mortal.

Así, cabe destacar que la administración de brivudina está contraindicada en:

  • Pacientes que recientemente han recibido, están recibiendo o está previsto que reciban (en las 4 semanas siguientes) quimioterapia antineoplásica con medicamentos que contienen fluorouracilo, incluidas sus preparaciones tópicas, sus profármacos (por ejemplo, capecitabina, tegafur) y combinaciones de fármacos que contengan estos principios activos u otras fluoropirimidinas.
  • Pacientes que recientemente han recibido o están recibiendo un tratamiento antifúngico con flucitosina, ya que una pequeña cantidad se metaboliza a fluorouracilo.
  • Pacientes inmunodeprimidos, como aquellos que recientemente han recibido o están recibiendo una quimioterapia antineoplásica o pacientes a los que se administra una terapia inmunosupresora.

A modo de resumen, brivudina no debe ser administrada concomitantemente con ninguno de los medicamentos reflejados en la Tabla 1.

Recomendaciones

  • Antes de prescribir brivudina se debe asegurar que el paciente no recibe ninguna medicación antineoplásica ni está en situación de inmunosupresión.
  • Sintomatología y recomendaciones:

Los síntomas de toxicidad por 5-fluorouracilo incluyen náuseas, vómitos, diarreas y, en casos graves, estomatitis, mucositis, necrólisis epidérmica tóxica, neutropenia y depresión de médula ósea, pudiendo resultar mortal.

Como precaución adicional debe monitorizarse la actividad de la enzima DPD antes de empezar un tratamiento con medicamentos con fármacos de tipo 5-fluoropirimidinas en pacientes que hayan sido tratados recientemente con brivudina.

En el caso de administración accidental de 5-fluorouracilo u otros medicamentos relacionados a pacientes en tratamiento con brivudina, ambos medicamentos deberán ser interrumpidos y deberán tomarse medidas intensivas para reducir la toxicidad del 5-fluorouracilo. Se recomienda una rápida hospitalización, así como medidas para prevenir infecciones sistémicas y deshidratación.

  • Se ha preparado una lista de comprobación o checklist para ayudar al prescriptor a asegurarse de que su paciente es apto para recibir brivudina.
  • En el envase de los medicamentos que contienen brivudina (Nervirex® y EFG) se incluirá una Tarjeta de Información para el Paciente (TIP) con información importante sobre esta interacción potencialmente mortal. Es muy importante informar a los pacientes que deberán llevar la TIP a cualquier consulta con cualquier médico (incluidos los dermatólogos) y que deberán mostrarla al farmacéutico antes de la dispensación de cualquier otro medicamento, durante al menos 4 semanas después de finalizar el tratamiento con brivudina (Nervirex® y EFG).

Información importante

El Sistema Español de Farmacovigilancia de Medicamentos de Uso Humano (SEFV-H) se basa en el programa de notificación espontánea de un profesional sanitario (médico, odontólogo, farmacéutico, enfermero, otros) o de un ciudadano, de una sospecha de relación entre un medicamento (incluidos vacunas, sueros, gases medicinales, fórmulas magistrales, plantas medicinales) y un síntoma o signo adverso (reacción adversa, RAM) que manifieste el paciente o familiar (programa de tarjeta amarilla). El Real Decreto 577/2013 de Farmacovigilancia de medicamentos de uso humano (BOE núm. 179, de 27 de julio de 2013) entró en vigor el 28 de julio de 2013. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) coordina el SEFV-H. A su vez se integra en el Sistema Europeo de Farmacovigilancia que desde 1995 coordina la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), y participa desde 1984 en el Programa Internacional de Farmacovigilancia de la OMS, junto con más de 130 países.

¿Qué notificar? Se deben notificar las sospechas de RAM:

Con medicamentos autorizados, incluidas las de aquellos que se hayan utilizado en condiciones diferentes a las autorizadas o con medicamentos extranjeros importados con autorización de la AEMPS.

Principalmente las RAM ‘graves’ (mortales, o que amenacen la vida, prolonguen o provoquen una hospitalización, causen incapacidad o sean médicamente importantes y las trasmisiones de un agente infeccioso a través de un medicamento) o RAM ‘inesperadas’ de cualquier medicamento

Con medicamentos de ‘seguimiento adicional’ (durante sus primeros 5 años desde la autorización, identificados con un triángulo negro invertido (▼) a la izquierda del nombre del medicamento en el material informativo, en el prospecto y en la ficha técnica); ver la lista mensual de los medicamentos con “triángulo negro” en la web de la AEMPS: https://www.aemps.gob.es/vigilancia/medicamentosUsoHumano/seguimiento_adicional.htm#lista_europea

Las que sean consecuencia de ‘errores de medicación’, que ocasionen daño en el paciente,

Las originadas por ‘interacciones’ con medicamentos, plantas medicinales, incluso alimentos (zumo de pomelo, ahumados, crucíferas, etc).

¿Cómo notificar?

No olvide notificar cualquier sospecha de RAM a su Centro Autonómico o Regional de Farmacovigilancia mediante las ‘tarjetas amarillas’. Consulte en este directorio su Centro Autonómico de Farmacovigilancia correspondiente.

MÉTODO electrónico: desde el 15 de enero de 2013 se puede notificar a través del sitio web https://www.notificaRAM.es/, y el sistema electrónico hace llegar a su centro correspondiente la notificación de sospecha de RAM. Sirve para profesionales sanitarios y para ciudadanos, en formularios diferentes. La nueva legislación europea de farmacovigilancia establece esta posibilidad para facilitar la notificación de las sospechas de RAM por la población en general.

¿Dónde conseguir tarjetas amarillas?

Consultando a su Centro correspondiente del SEFV-H. Podrá encontrar el directorio de Centros en las primeras páginas del “Catálogo de Medicamentos” y en las páginas de Internet http://www.portalfarma.com y http://www.aemps.gob.es/vigilancia/medicamentosUsoHumano/docs/dir_serfv.pdf.

¿Dónde consultar las fichas técnicas y prospectos de los medicamentos?

En la página web de la AEMPS http://www.aemps.gob.es, seleccionando ”CIMA: Centro de Información on-line de Medicamentos de la AEMPS, Humanos”, se pueden consultar por nombre comercial o por sus principios activos. También están disponibles en la base de datos BOT PLUS.

NOTA: la mención de marcas comerciales en el texto solo tiene fines de identificación, y en absoluto se les debe asignar directamente lo descrito en el texto.