Archive

La inmunidad de grupo frente al SARS-CoV-2 parece lejana, y las reinfecciones, posibles

A principios del mes de julio de 2020 se publicaba el amplio Estudio Nacional de Seroprevalencia ENE-COVID, desarrollado por el Ministerio de Sanidad para conocer de forma más detallada la verdadera difusión del virus en España y contrarrestar las deficiencias diagnósticas de los primeros meses de la pandemia (muchas personas que padecieron clínica compatible con COVID-19 no fueron evaluados vía PCR). Con muestras de más de 61.000 ciudadanos, el estudio concluyó que el 5,2% de la población española –esto es, casi 2,5 millones de personas– había sufrido hasta ese momento la infección por el virus y presentaba anticuerpos IgG; o sea, que casi el 95% de la población es aún susceptible de infectarse. A pesar que los resultados permiten inferir un número de contagios mucho mayor de los diagnosticados, es evidente que se puede descartar por ahora la posibilidad de inmunidad de grupo (o inmunidad de rebaño) frente al coronavirus, según la cual se frenaría de forma natural la propagación del virus y que diversos autores cifran en porcentajes de prevalencia de anticuerpos variables entre el 60 y el 70% de la población.

Entre otros resultados interesantes que ha arrojado dicho estudio se puede subrayar que al menos un tercio (22-36%) de las infecciones detectadas por serología fueron asintomáticas. Destaca también la prevalencia más elevada de anticuerpos en personas que habían padecido anosmia y/o disgeusia (> 40%), entre personal sanitario (10%), en trabajadores en residencias y centros sociosanitarios (7,7%), o en personas que habían convivido con un paciente confirmado (31%) o con personas con síntomas compatibles con la enfermedad (15%). Se encontraron igualmente variaciones según criterios geográficos: desde la máxima prevalencia en la provincia de Soria (14,4%) hasta la mínima en Huelva (1,2%), pasando por un 11,7% en Madrid o un 7,3% en Barcelona. Sin embargo, los resultados no pueden tomarse como definitivos sobre la protección frente a la infección, puesto que, aunque sí se conoce que el SARS-CoV-2 activa el sistema inmunitario induciendo la generación de altos títulos de anticuerpos neutralizantes, en la mayor parte de los casos aún no está clara la duración de la inmunidad, que algunos trabajos sugieren que podría empezar a reducirse a partir de los 2-3 meses, ni la implicación en ésta de la respuesta de linfocitos T. De hecho, el estudio de seroprevalencia demostró que el 14% de los contagiados había perdido la positividad para los anticuerpos en 2 meses, siendo más frecuente esa seronegativización en personas que no habían tenido ningún síntoma (11%) y menor en quienes habían sido positivos en una PCR.

Para arrojar más incertidumbre sobre el carácter protector de la presencia de anticuerpos, recientemente se ha publicado un estudio que documenta el primer caso de un adulto joven (de 33 años y natural de Hong Kong) aparentemente inmunocompetente que, a pesar de haber superado una infección inicial sintomática por SARS-CoV-2, ha vuelto a reinfectarse (a su regreso de España) en menos de 4 meses por el virus, en esta ocasión de forma asintomática. Para confirmar que no era una infección persistente, los autores demostraron por técnicas genómicas que se trataba de una cepa filogenéticamente distinta a la primera. Al menos otros dos casos similares de reinfección se han descrito en Bélgica y Holanda. Todo ello sugiere que el virus podría circular entre personas incluso a pesar de la inmunidad de grupo alcanzada bien por infección natural o por vacunación. La noticia positiva deriva de la mayor levedad de las segundas infecciones descritas.

En resumen, se requieren futuros estudios para conocer con detalle la frecuencia de las reinfecciones e implicación de estos hallazgos en el desarrollo de las vacunas (especialmente si esas reinfecciones se deben a la caída de la inmunidad con el tiempo), planteándose la necesidad de que los enfermos recuperados de un episodio de COVID-19 sigan cumpliendo rigurosamente las medidas preventivas ante el riesgo de una reinfección, e incluso tengan que vacunarse cuando haya una vacuna disponible.

  • Pollán M, Pérez-Gómez B, Pastor-Barriuso R, Oteo J, Hernán MA, Pérez-Olmeda M et al. Prev-alence of SARS-CoV-2 in Spain (ENE-COVID): a nationwide, population-based seroepidemiological study. Lancet. 2020; DOI: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)31483-5.

  • To KK, Hung IF, Ip JD, Chu AW, Chan W, Tam AR  et al. COVID-19 re-infection by a phylogenetically distinct SARS-coronavirus-2 strain confirmed by whole genome sequencing. Clin Infect Dis. 2020; ciaa1275. DOI: 10.1093/cid/ciaa1275.

Editorial

Queridos lectores,

Estamos de vuelta tras un verano atípico en el que los profesionales sanitarios difícilmente hemos podido desconectar de la actualidad que impera. A pesar de que los meses de junio y julio trajeron buenas noticias en cuanto al alivio de la crisis sanitaria por COVID-19 en nuestro país, el mes de agosto, y ahora la llegada de septiembre, han vuelto a sembrar la incertidumbre sobre el futuro próximo, con la subida clara del número de contagios. En la vuelta presencial a colegios y trabajos, no podemos si no reincidir en la necesidad de concienciarnos y concienciar –a pacientes y a personas de nuestro entorno– sobre el cumplimiento escrupuloso de las medidas preventivas frente a la transmisión del virus; entre ellas, con gran importancia, el distanciamiento social.

Desde el prisma del medicamento, en estos meses estivales hemos asistido a la autorización –condicional– del primer medicamento para el tratamiento sistemático de la COVID-19 grave (remdesivir, Veklury®), que ha representado un hito científico por la extraordinaria rapidez en que se han desarrollado las fases de la investigación clínica. Es destacable que el esfuerzo coordinado de los agentes implicados –científicos e investigadores, industria farmacéutica y reguladores– haya permitido completar en escasamente 6 meses un proceso de desarrollo clínico que por lo general suele prolongarse varios años. No obstante, la investigación prosigue, y solo en España hay autorizados a día de hoy unos 120 ensayos clínicos en COVID-19 en los que se estudian diversas opciones terapéuticas, desde corticosteroides a inmunomoduladores, pasando por tratamientos con plasma hiperinmune. Es previsible, y deseable, que en los próximos meses asistamos a la divulgación de nuevos resultados clínicos que respalden la autorización de nuevos tratamientos.

Avanza también la investigación en vacunas. Hasta 7 candidatos se hallan ya en la fase 3 de la evaluación clínica. Pero es importante llamar a la prudencia en este campo: si bien algunas han demostrado capacidad de inducir la respuesta de anticuerpos, todavía tienen que confirmar la eficacia protectora frente a la infección por SARS-CoV-2. Es decir, aún no se ha completado su estudio; por ejemplo, el ensayo clínico en que va a participar España es aún de fase 2 (de hallazgo de dosis). Iremos informando en PAM de los avances a este respecto en los próximos números. Mientras tanto, habiéndose anunciado por parte del Ministerio de Sanidad que se adelanta la campaña de vacunación frente a la gripe estacional a la primera quincena de octubre, debemos hacer un llamamiento especial a los grupos de riesgo, a fin de prevenir una posible coexistencia de ambos virus que implique negativas consecuencias de salud pública.

Respecto a los contenidos de este número 436, destaca la revisión monográfica de apertura, que versa sobre la patología que se erige como la primera causa de muerte a nivel mundial: la cardiopatía isquémica. Se revisa profundamente el conocimiento actual sobre su etiopatogenia, epidemiología, manifestaciones y el abordaje terapéutico en los distintos supuestos clínicos. Se incluye, también, una interesante revisión sobre el hiperparatirodismo, una patología con una frecuencia de diagnósticos creciente.

Entre las novedades de principios activos comercializados por primera vez en España, este verano se han incorporado al arsenal terapéutico dos nuevos principios activos: el dacomitinib, autorizado para el tratamiento de primera línea, en monoterapia, de pacientes adultos con cáncer de pulmón no microcítico localmente avanzado o metastásico y con mutaciones activadoras del receptor del factor de crecimiento epidérmico; y el fremanezumab, un anticuerpo monoclonal indicado para la profilaxis de la migraña en adultos con al menos 4 días de migraña al mes. Se incluye aquí la evaluación de sus aspectos innovadores, si bien podemos avanzar que no representan una mejora demasiado reseñable respecto a otras opciones ya disponibles en su área terapéutica.

Con la confianza en que el sistema sanitario aproveche todos los recursos disponibles y, desde la atención primaria a los cuidados hospitalarios especializados, actúe de manera coordinada y eficaz para resistir frente a la nueva oleada de la pandemia por COVID-19, les deseamos una agradable lectura de este número de PAM.