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Suspensión celular de plasma autólogo (NC1, Hospital Universitario Puerta de Hierro, Majadahonda) en lesión medular traumática crónica

Resumen

NC1 es un novedoso medicamento de terapia avanzada cuyo principio activo son células mesenquimales troncales adultas obtenidas de la médula ósea del propio paciente (autólogas), expandidas ex vivo (in vitro) y resuspendidas previamente a su administración en plasma del mismo paciente. Estas células pluripotenciales, inyectadas –por punción lumbar– en el espacio subaracnoideo en el lugar de la lesión medular traumática, podrían posiblemente sufrir el proceso de transdiferenciación a células nerviosas (al entrar en contacto con factores tróficos solubles liberados localmente por células gliales del tejido hospedador), así como desencadenar fenómenos de neurogénesis endógena y regeneración tisular en la región lesionada. En base a ello, la AEMPS ha otorgado al Hospital Universitario Puerta de Hierro la primera autorización de uso para la fabricación y administración del medicamento, con indicación en el tratamiento de pacientes adultos (≤65 años) con secuelas de lesión medular traumática crónica, que presenten lesiones incompletas a nivel dorsal o lumbar; se excluyen pacientes con lesiones completas, excepto aquellas localizadas quísticas con cavidad centro-medular que no se extienda más de 1-3 segmentos medulares.

A pesar de que los datos clínicos tienen limitaciones (proceden de ensayos con un número reducido de pacientes y con diseño abierto y no controlado), el perfil beneficio-riesgo es muy prometedor, con una eficacia dependiente de la dosis pero independiente de factores como la edad del paciente, el nivel, la gravedad o el tiempo de cronificación de la lesión. Tras periodos de seguimiento de 10-12 meses, todos los pacientes mostraban una mejoría estadísticamente significativa de la sensibilidad y de las capacidades motoras (con indicios electromiográficos de reinervación muscular) por debajo de la lesión, según puntuaciones de la escala ASIA; dicho beneficio se observaba desde los primeros meses tras la administración del medicamento. Además, una gran mayoría de pacientes mejoraron el grado de discapacidad funcional (según escala IANR-SCIFRS) y el control de los esfínteres y la función vesical; también hubo mejorías notables en la función sexual, el dolor neuropático y la espasticidad muscular de algunos pacientes. Tales resultados se acompañan de una buena tolerabilidad: la mayoría de eventos adversos notificados fueron de gravedad leve-moderada y aquellos posiblemente relacionados con el tratamiento (32-40%), ninguno grave, se asocian al procedimiento de punción lumbar (cefalea, dolor postoperatorio, dolor ciático, hipertermia transitoria o infiltración subcutánea en la herida quirúrgica). No obstante, los seguimientos máximos de 1 año postratamiento no permiten descartar el riesgo de carcinogénesis a largo plazo, que deberá ser esclarecido con seguimientos más largos.

Así, el fármaco inaugura una prometedora vía de tratamiento en su indicación, tratándose del primer medicamento de terapia avanzada (terapia celular) que demuestra un beneficio clínico en la reversión –al menos parcial– de las secuelas de una lesión medular traumática, con importantes mejorías en aspectos tan trascendentes para estos pacientes como la sensibilidad en las extremidades y el control de los esfínteres. Supone una innovación terapéutica disruptiva que mejorará su calidad de vida, en situaciones que hasta ahora no tenían ningún tratamiento eficaz. La mejora del conocimiento científico con la experiencia de uso en la práctica real podría abrir la puerta a la esperanza de alcanzar la curación de la discapacidad que generan las lesiones medulares.

Introducción

Al amparo de lo estipulado en el Real Decreto 477/2014, de 13 de junio, por el que se regula la autorización de medicamentos de terapia avanzada de fabricación no industrial, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) autorizó el pasado 29 de enero de 2019 el medicamento “NC1 – Suspensión celular en plasma autólogo 100-300×106 células 1 jeringa precargada”, concediéndole un código nacional (CN 724688), como tienen el resto de medicamentos.

Desarrollado por el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid), se trata del primer medicamento de terapia avanzada de fabricación no industrial –entre la comunidad biomédica, también se les conoce coloquialmente como medicamentos académicos o terapias avanzadas académicas– que recibe una autorización de uso (AU) por parte de la AEMPS, la cual presenta ciertas características diferentes a las autorizaciones de comercialización comúnmente concedidas a los medicamentos de fabricación industrial, pues habilita a la producción y administración del medicamento exclusivamente a ese hospital (se trata de un medicamento calificado como de Uso Hospitalario por la AEMPS), el único centro que podrá llevarlas a cabo.

No obstante, conviene recordar que el procedimiento para la solicitud de una AU no es diferente a la presentación de cualquier otro dossier para la autorización de un medicamento, debiendo acreditar, con las especificidades propias de las terapias avanzadas, los elementos pre-clínicos, clínicos y de calidad a fin de que se pueda evaluar el balance beneficio/riesgo positivo. Las AU contienen generalmente elementos de condicionalidad (se conceden por 3 años y son revisables), pues obligan y comprometen a su titular a continuar con la investigación clínica –y presentar un informe anual1 – para mantenerla, igual que ocurre con el resto de terapias avanzadas a nivel de la UE, por lo que podría considerarse como un proceso similar a una autorización condicional por procedimiento centralizado. La exención hospitalaria se ha planteado como una posible herramienta que facilite la investigación y el desarrollo de terapias avanzadas por parte de organizaciones sin ánimo de lucro (instituciones académicas y hospitales), como paso previo a la solicitud de autorización de comercialización, siempre y cuando aseguren la demostración de un perfil adecuado de seguridad y eficacia clínicas.

De forma posterior a su autorización, el medicamento NC1 fue incluido por primera vez en el mes de octubre de 2019 en el Nomenclátor oficial de la prestación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud, que mensualmente actualiza el Ministerio de Sanidad.

Lesiones medulares traumáticas

La médula espinal es la parte del sistema nervioso central –compuesta de tejido blando y rodeada de estructuras óseas específicas (vértebras)– que se extiende caudalmente desde la base del cerebro por la parte central de la espalda, a través de la cual transcurren una serie de grupos de nervios llamadas vías. Éstas permiten emitir señales desde el cerebro para controlar el movimiento de los músculos del resto del cuerpo (vías motoras o eferentes) y recibir sensaciones muy diversas en el cerebro desde las distintas partes del cuerpo (vías sensoriales o aferentes).

Normalmente se define como lesión de la médula espinal aquella que provoca disfunción neurológica, con o sin alteración de la estructura ósea (columna vertebral) que la protege. Implica daño en alguna parte de la médula espinal o en los nervios del extremo caudal del conducto vertebral –comúnmente conocidos como “cola de caballo” –, que provoca afectaciones de la fuerza motriz, la sensibilidad y otras funciones corporales por debajo del sitio de la lesión.

A grandes rasgos, las manifestaciones clínicas que puede provocar cualquier lesión de la médula espinal incluyen, entre otros, los siguientes signos y síntomas: pérdida de movimiento y pérdida o alteración de la sensibilidad (como el tacto o la capacidad de sentir calor y frío) sobre todo en extremidades, pérdida del control intestinal o de la vejiga, espasmos o reflejos exagerados, cambios en la función sexual (bien en la sensibilidad sexual o bien en la fertilidad), dolor o sensación de ardor intenso –en la espalda– a causa del daño en las fibras nerviosas de la médula espinal, y hasta dificultad para respirar, toser o eliminar las secreciones de los pulmones.

El nivel de control de las extremidades después de una lesión medular depende del lugar de la lesión (esto es, el llamado nivel neurológico de la lesión) y de la gravedad de la misma (según la integridad de la médula). A modo de ejemplo, una lesión medular a nivel del tórax o en la parte inferior de la espalda (lumbar) puede afectar al torso, las piernas y, en los casos más graves, a la función sexual y al control del intestino y de la vejiga; por su parte, una lesión a nivel del cuello (cervical) afecta las mismas áreas, pero también al movimiento de brazos y, posiblemente, la capacidad para respirar.

En función de la gravedad, se pueden clasificar las lesiones medulares en: a) completas, si toda la función sensorial y la capacidad motora están ausentes por debajo del lugar de la lesión; o b) incompletas, si el paciente conserva cierto grado –variable– de actividad motora y/o sensorial por debajo de la zona afectada. Además, según el tipo de parálisis sensorial y motora que producen, las lesiones medulares pueden denominarse: a) tetraplejia (también denominada cuadriplejía), que implica que brazos, manos, tronco, piernas y órganos pélvicos se encuentran afectados; o b) paraplejia, cuando la parálisis afecta a la totalidad o parte del tronco, las piernas y los órganos pélvicos, pero no a las extremidades superiores.

En cuanto a la etiología, las lesiones medulares se deben a un daño que afecte a las vértebras, los ligamentos o los discos vertebrales de la columna, o incluso a la misma médula espinal. Las lesiones de origen traumático pueden deberse a un golpe o impacto repentino a la columna vertebral, tales como un accidente automovilístico (responsables de casi la mitad de casos notificados al año), una caída brusca (sobre todo en edades de >65 años, y que representan en torno al 15% de casos), una herida por violencia (con un arma blanca o de fuego, ~12%) o lesiones en la práctica deportiva u otras actividades recreativas (como deportes de impacto o buceo, ~10%). Cualquiera de esas situaciones puede provocar la fractura, dislocación, aplastamiento o compresión de una o más vértebras, con seccionamiento total o parcial de la médula espinal, y es común que se produzcan daños adicionales tras varios días o semanas desde el traumatismo, a consecuencia de posibles hemorragias, inflamación o edema en la zona.

Por otro lado, entre las lesiones no traumáticas de la médula espinal, se pueden citar aquellas que se desencadenan por infecciones, artritis, neoplasias, inflamación o degeneración de los discos de la columna vertebral (como ocurre en la osteoporosis). El consumo de alcohol se ha relacionado como factor de riesgo en hasta un 25% de casos de lesiones medulares.

Las cifras sobre la incidencia y prevalencia de lesiones de la médula espinal son generalmente imprecisas y variables dependiendo de la fuente, y también del país. La incidencia a nivel mundial se ha estimado en el rango de 11 a 53 casos por cada millón de habitantes y por año (Ackery et al. 2004). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este rango oscila entre 40 y 80 casos nuevos al año por cada millón de habitantes: se calcula que entre 250.000 y 500.000 personas sufren cada año en todo el mundo lesiones medulares.

Existe cierto consenso sobre la idea de que la causa mayoritaria (hasta un 90% de esos casos) son causas traumáticas2 en su mayoría prevenibles, sobre todo accidentes de tráfico, seguidos de caídas, lesiones deportivas y heridas por violencia. No obstante, la proporción de lesiones medulares de origen no traumático parece ir en aumento (sobre todo, por enfermedades), con un perfil demográfico diferente y sin tantas complicaciones como las que caracterizan a las lesiones traumáticas. En cualquier caso, todos los pacientes afectados de lesiones medulares son entre 2 y 5 veces más propensos a morir de forma prematura en comparación con quienes no las padecen (ese riesgo de mortalidad es máximo en el primer año tras sufrir la lesión); además, las tasas de supervivencia más bajas corresponden a los países de ingresos bajos y medios3 . El pronóstico tras el diagnóstico de una lesión medular es complicado de establecer: a veces aparece cierta recuperación (en lesiones incompletas) entre 1 semana y 6 meses después, aunque algunas personas manifiestan pequeñas mejorías durante 1 o 2 años.

La mayoría de autores aluden a que en los hombres el riesgo de sufrir una lesión medular es mayor en adultos jóvenes (20 a 29 años) y ancianos (70 años o más), mientras que en mujeres, en cambio, el mayor riesgo se registra en la adolescencia (de 15 a 19 años) y a partir de los 60 años. Entre los principales factores de riesgo que predisponen a una lesión medular destaca el sexo masculino (la razón hombres:mujeres es de al menos 2:1, e incluso mayor), la edad (16-30 años y >65 son las que implican un mayor riesgo), la adopción de conductas de riesgo (conducir de forma temeraria, practicar actividades acuáticas en zonas poco profundas, etc.) y la presencia de trastornos óseos o articulares (artritis u osteoporosis).

Todas las lesiones de la médula espinal son devastadoras a cualquier edad, pero son especialmente trágicas y psicológicamente difíciles de asumir en pacientes de corta edad (niños, adolescentes y adultos jóvenes), y representan un problema médico y social de grandísima magnitud, ya que se asocian a menores tasas de escolarización y productividad laboral y suponen un importante coste económico tanto para quienes las padecen y sus familiares como para la sociedad en su conjunto.

Con respecto a la terapéutica, las lesiones medulares traumáticas suponen indudablemente una necesidad médica no cubierta, pues hasta ahora no existe ningún medicamento autorizado en la Unión Europea con esa indicación, en el objetivo de reparar el SNC, restaurar su función y revertir las secuelas neurológicas que originan. Sin embargo, cabe destacar que en las últimas dos décadas ha habido importantes avances en el conocimiento de los fenómenos de regeneración espontánea y en los resultados clínicos de las distintas estrategias de reparación investigadas, que todavía es demasiado limitado. Entre ellas, ha destacado como potencial terapia en los últimos años la utilización de células madre embrionarias o del estroma mesenquimal (también llamadas células madre mesenquimales o mesenquimatosas).

Ante la ausencia de opciones curativas, el enfoque del manejo clínico de pacientes afectados por lesiones medulares se orienta a facilitar su vida diaria mediante la rehabilitación física y los modernos dispositivos médicos, como sillas de ruedas de última generación, la adaptación de ordenadores, dispositivos electrónicos que puedan controlarse por voz o medios informáticos, o incluso sistemas de estimulación eléctrica funcional para controlar músculos de brazos y piernas (que incluso que les permitan caminar). También se pueden emplear diversos medicamentos para el control de algunas manifestaciones, como el dolor y la espasticidad muscular, o la disfunción sexual.

No obstante, la prevención de estas lesiones medulares es todavía probablemente el mayor reto. Para ello, se están desarrollando –y se deben seguir promoviendo– programas educativos cuyos esfuerzos se orientan a potenciar la conciencia pública sobre los riesgos y consecuencias de las lesiones medulares y, en particular, sobre la necesidad de extremar las precauciones en la conducción (especialmente cuando se toman medicamentos que puedan afectar a la capacidad para ello), de usar cascos protectores en determinados deportes (béisbol, ciclismo, esquí, etc.), de evitar deportes de contacto y de erradicar las conductas violentas de la sociedad.

Acción y mecanismo

El mecanismo de acción específico por el cual las células mesenquimales troncales (también llamadas células madre estromales) adultas autólogas que componen el medicamento NC1 (suspensión celular en plasma autólogo) pueden promover la reparación de la lesión medular no ha sido completamente elucidado. En base a resultados in vitro se ha propuesto que un posible mecanismo podría involucrar la diferenciación neural de dichas células pluripotenciales, tras ser administradas por vía intratecal y entrar en contacto con factores solubles aportados por células gliales, fenómeno que se denomina transdiferenciación biológica.

La Ficha Técnica del medicamento (AEMPS, 2019) alude a estudios preclínicos realizados en animales hembra que presentaban traumatizado el tejido del sistema nervioso, en los cuales se ha confirmado ese proceso de transdiferenciación al recibir un trasplante de células madre estromales procedentes de donantes macho. Por ejemplo, mediante técnicas de hibridación in situ e inmunohistoquímica, se pudo verificar que las células madre estromales persistían a largo plazo desde su trasplante (al menos 4 meses), mostrando signos de diferenciación fenotípica a células nerviosas, como neuronas y astrocitos. Esto sugiere la existencia de una interacción con el tejido nervioso del huésped que facilita la diferenciación nerviosa de las células trasplantadas, probablemente por acción de factores tróficos locales presentes en la zona del implante.

Diversas evidencias apuntan al hecho de que el trasplante de las células madre estromales puede desencadenar fenómenos de neurogénesis endógena, tanto a nivel de la zona ependimaria como en otras regiones de la médula lesionada. Hay que recordar que en estudios con animales lesionados medulares se ha observado que su recuperación funcional se inicia antes de que se produzca una regeneración tisular (capaz de rellenar por completo la cavidad centromedular traumática y de formar un puente que permita el paso de axones ascendentes y descendentes).

Sea como fuere, el medicamento está indicado en el tratamiento de pacientes adultos (≤65 años) con secuelas de lesión medular traumática crónica, que presenten lesiones medulares incompletas a nivel dorsal o lumbar, excluyendo lesiones medulares dorsales o lumbares completas a excepción de aquellas localizadas quísticas con cavidad centro-medular de menos de 1-3 segmentos medulares. Los estudios preclínicos sugieren que, tras la administración del medicamento en líquido cefalorraquídeo, las células pueden atravesar el parénquima medular para alcanzar las zonas de lesión traumática, sin que se detecten células fuera del SNC.

El papel potencial de las células madre mesenquimales en los procesos de reparación endógenos y en terapias basadas en células ha sido también ampliamente estudiado, entre otras, frente a patologías como la lesión renal aguda o lesión miocárdica, habiendo demostrado en estudios preclínicos que mejoran la lesión tisular y aceleran la reparación funcional. Se ha planteado que estas versátiles células se dirigen específicamente a sitios de lesión y son capaces de modular el proceso de reparación tisular mediante mecanismos protectores y regenerativos que incluyen efectos paracrinos y endocrinos, propiedades mitogénicas, antiapoptóticas, antiinflamatorias y angiogénicas (Rameshwar et al. 2018).

Aspectos celulares

A grandes rasgos, las células madre mesenquimales (o estromales) son células pluripotenciales primitivas con morfología tipo fibroblasto, que se originan a partir de la capa germinal del mesodermo y que retienen la capacidad de diferenciarse en diversos linajes celulares tanto in vitro como in vivo, tales como osteocitos, adipocitos, condrocitos, mastocitos o fibroblastos, entre otros. Son capaces de proliferar y dar lugar a células hijas con el mismo patrón de expresión génica y fenotipo y, por lo tanto, conservando es “potencialidad” de las células originales. Como células madre que son, se caracterizan por esa capacidad de autorrenovación y diferenciación.

Su uso con fines terapéuticos se ve fundamentalmente facilitado por su fácil aislamiento y expansión. La fuente más conocida de células madre mesenquimales en adultos es el estroma de la médula ósea, donde además de éstas se hallan células endoteliales y del linaje hematopoyético; también se han identificado otras fuentes de estas células, como el tejido adiposo o la sangre del cordón umbilical, y hasta se ha postulado su presencia en sangre periférica. Para el aislamiento (previo a una posible diferenciación, en su caso, en un linaje celular deseado), suelen usarse técnicas como el inmunoaislamiento o inmunoisolación (selección por marcadores de superficie celular) o la inmunodepleción o selección negativa (enriquecimiento de la población celular por lavado de otras células diferentes –sobre todo hematopoyéticas– marcadas con anticuerpos); más recientemente se han empleado técnicas que combinan ambas estrategias para aislar poblaciones más específicas y puras.

Eficacia y seguridad clínicas

La eficacia clínica del nuevo medicamento a la dosis autorizada ha sido adecuadamente contrastada en ensayos clínicos prospectivos monocéntricos, 4 de los cuales –2 de fase 1 y otros 2 de fase 2– han sido completados desde 2013; otros 2 estudios están aún en desarrollo. Todos ellos tuvieron un diseño no controlado, no aleatorizado y de seguimiento abierto, y excluyeron población pediátrica (<18 años).

En el primer ensayo de fase 1, 12 pacientes con paraplejia crónica por lesión medular completa (media de edad de 40,5 años y de tiempo desde la lesión de 13,9 años) recibieron una administración –microinyección– intratecal e intralesional de entre 100-230×106 células mesenquimales estromales de la médula ósea en plasma autólogo, con una segunda administración de 30×106 células. Los resultados se evaluaron cada 3 meses hasta los 12 de seguimiento y revelaron una eficacia dosis-dependiente e independiente del tiempo de cronificación de la paraplejia; al final de dicho periodo, todos los pacientes mostraron una mejora notable del grado de discapacidad, de moderado a leve de acuerdo a la escala IANR-SCIFRS4 .

Además de que el procedimiento de trasplante fue seguro, entre los resultados de eficacia cabe destacar que (Vaquero et al. 2016):

  • Todos los pacientes experimentaban una mejora clínica con recuperación de la sensibilidad por debajo del área de la lesión (alguno de ellos, recuperación completa). Según la clasificación por la escala ASIA5, más del 30% de los pacientes (N= 4) mejoraron desde una lesión completa a una lesión incompleta, con aumentos de entre 17 y 108 puntos al final del período de seguimiento (promedio de 47,4 puntos, desde una media de 165,9 puntos en el estado basal a 213,3 puntos a los 12 meses; p= 0,002).
  • Se produjo una disminución del volumen y la intensidad de las lesiones intramedulares en el 60% de los pacientes.
  • Más de la mitad de los pacientes alcanzaron actividad motora intralesional, es decir, recuperaron el movimiento de los miembros inferiores, bien según pruebas clínicas o neurofisiológicas. Diez pacientes (el 83,3%) mostraron potenciales polifásicos en los músculos infralesionales, sugerentes de un proceso de reinervación activa.
  • Hubo una mejora significativa de la función sexual y, sobre todo, del control de los esfínteres según evaluación por la escala de Geffner (el 90% de pacientes recuperó el control de la vejiga urinaria, uno de ellos completamente). Además, se reportó una reducción en los espasmos y la espasticidad.

El otro gran ensayo clínico de fase 1 incluyó 10 pacientes con lesión medular incompleta a nivel dorsal o cervical, con una edad media de 42 años (rango 34-59) y tiempo medio desde la lesión de 14,2 años (rango 2,4-34,6), que recibieron cuatro administraciones subaracnoideas de 30×106 células mesenquimales autólogas cada 3 meses (alcanzando una dosis total de 120×106  células). Entre los principales resultados de eficacia, medidos al mes 12, sobresalen los siguientes (Vaquero et al. 2017):

  • Se confirmó una mejora importante de la sensibilidad en todos los pacientes (evidente desde el mes 2), con incremento de las medias de puntuaciones en la escala ASIA, desde 188,2 puntos en el estado basal a los 235,5 puntos postratamiento (p= 0,0053).
  • Mejoría temprana de la movilidad de todos los pacientes: el valor basal promedio fue de 53,0 puntos, mientras que al final del tratamiento el valor era de 59,2 puntos (p= 0,008). En el 60% de los casos esa significación estadística se detectó desde el mes 2 (media de 55,1 puntos; p= 0,03). Además, al final del periodo de seguimiento, 9 pacientes mostraban registros electromiográficos por debajo del sitio de la lesión, sugerentes de reinervación muscular.
  • La escala IANR-SCIFRS reveló una mejoría notable de la función medular: al inicio, 5, 3 y 2 pacientes mostraban un grado de discapacidad funcional leve, moderado y grave, respectivamente, pero tras el tratamiento, 6 tenían una discapacidad leve y 4 moderada.
  • La función sexual mejoró significativamente en 2 de los 8 pacientes varones, y según la escala de Geffner, hubo una mejoría relevante (p= 0,024) en el control de los esfínteres en 8 de los 9 pacientes que al inicio mostraban disfunción de la vejiga urinaria.
  • El dolor neuropático desapareció en 2 de los 4 pacientes que lo mostraban al inicio del estudio, y se redujo de forma destacable en otro. En cuanto a los espasmos musculares, 2 de los 7 que los padecían, se beneficiaron clínicamente, de forma similar a 3 de los 9 que sufrían grados variables de espasticidad.
  • Adicionalmente, el tratamiento reveló una mejora de las capacidades para desarrollar las actividades de la vida diaria, según las dos escalas empleadas de FIM (p= 0,027) y Barthel (p= 0,039).

El tercer y último estudio sobre el que se han divulgado resultados (Vaquero et al. 2018) es un ensayo de fase 2 que evaluó la administración intratecal –en el espacio subaracnoideo por punción lumbar– de un régimen de 3 dosis (1 cada 3 meses) de 100×106  células mesenquimales autólogas en 11 pacientes adultos con lesión crónica de la médula espinal (media de edad de 44,9 años y de tiempo desde la lesión de 13,7 años); de ellos, 4 pacientes tenían la lesión a nivel cervical, otros 4 a nivel dorsal y 3 a nivel dorsolumbar.

A los 10 meses de seguimiento tras la primera dosis, todos los pacientes mostraron un grado variable de mejoría clínica, independientemente de la edad, del nivel o la gravedad de la lesión medular o el tiempo desde la misma. El análisis de eficacia, con los datos de 9 pacientes, reveló los siguientes resultados (Vaquero et al. 2018):

  • De acuerdo a la escala ASIA, hubo una mejoría notable en la sensibilidad por debajo de la lesión (3 pacientes mejoraron un grado en la clasificación de esta escala), con significación estadística desde la segunda dosis al mes 4 y hasta el final del seguimiento. Esto se tradujo en un aumento promedio de 35 puntos en la puntuación ASIA desde el nivel basal, desde una media de 181,6 puntos hasta 216,6 al mes 10 (p= 0,021).
  • Recuperación significativa de las capacidades motoras en todos los pacientes excepto uno con lesión a nivel cervical. El valor medio basal de todos los pacientes fue de 53,0 puntos, aumentando hasta los 56,0 puntos al mes 10 (p= 0,028). La mejora de la movilidad de las extremidades superiores en los pacientes con lesión medular a nivel cervical fue más moderada (<2 puntos).
  • La puntuación global de la escala IANR-SCIFRS reveló una funcionalidad medular potenciada en todos los pacientes al final del estudio (36,2 vs. 27,3 puntos de media; p= 0,009): 7 pacientes mostraban discapacidad leve y otros 2, moderada, mientras que al inicio eran 2, 5 y 2 pacientes los que referían una discapacidad leve, moderada y grave, respectivamente.
  • Pese a que había una tendencia numéricamente positiva, no se verificaron cambios estadísticamente significativos en la función sexual según la escala IANR-SCIFRS. En cambio, esta escala puso de manifiesto una mejora importante en el control de los esfínteres respecto al nivel basal (3,3 vs. 2,0 puntos de media; p= 0,018); así, dos tercios de los pacientes mostraban una disminución en el residuo posmiccional y mejora en el control vesical.
  • Según la escala VAS, el dolor neuropático, que estaba presente al inicio en 8 pacientes, desapareció o sufrió una reducción significativa en 7 de ellos (p= 0,012).
  • Los estudios neurofisiológicos mostraron una mejoría de los potenciales evocados somatosensoriales o motores en 7 pacientes, 4 de los cuales presentaban también una mejora en la conducción nerviosa periférica y en el control de la contracción muscular voluntaria; en esos 4 pacientes se detectaron potenciales motores polifásicos por debajo del sitio de lesión, sugerentes de reinervación muscular.

Con respecto a la seguridad de la suspensión de células mesenquimales, parece que su administración repetida en el espacio subaracnoideo es bien tolerada por los pacientes. De todos los eventos adversos notificados en los tres ensayos clínicos referidos (69, 20 y 9 eventos, respectivamente), se relacionaron –posiblemente– con el tratamiento entre un 32-40% de los mismos, todos de intensidad leve (en torno a un 80%) y moderada. Por su frecuencia, sobresalen los eventos adversos asociados con el procedimiento de punción lumbar: cefalea, dolor postoperatorio (especialmente en el lugar de administración), dolor ciático (hasta en el 38% de pacientes en un estudio), hipertermia transitoria o infiltración subcutánea en el área de la herida quirúrgica. Cabe destacar que, en uno de los estudios, ningún evento adverso se relacionó con el tratamiento (Vaquero et al. 2018); de igual modo, los eventos adversos descritos como graves (por ejemplo, un caso de bronquitis aguda) tampoco se relacionaron con el tratamiento.

En cualquier caso, conviene subrayar que se desconocen los riesgos potenciales a largo plazo tras la administración del medicamento. Aunque en los estudios con seguimientos de 1 año no se describió ningún caso, hay referencias en la literatura científica que apuntan a un posible riesgo de carcinogénesis asociado al tratamiento con células mesenquimales. Es por ello que se ha establecido un plan de seguimiento de los pacientes en los 3 años posteriores a la administración del fármaco, y no se recomienda para pacientes con antecedentes recientes (<3 años) de neoplasia activa.

Aspectos innovadores

Se trata de un novedoso medicamento de terapia avanzada cuyo principio activo son células mesenquimales troncales adultas obtenidas de la médula ósea del propio paciente (autólogas) y expandidas in vitro (fuera del organismo), que son resuspendidas previamente a su administración en plasma del mismo paciente a una concentración de 100.000 células/μl. Sin haberse esclarecido por completo el mecanismo de acción específico, se ha descrito que estas células pluripotenciales, inyectadas –por punción lumbar en el espacio subaracnoideo– en el lugar de la lesión medular traumática, atraviesan el parénquima medular para alcanzar las zonas de lesión, donde podrían posiblemente sufrir el proceso de transdiferenciación biológica, o sea, diferenciación a células nerviosas al entrar en contacto con factores tróficos solubles liberados localmente por células gliales del tejido hospedador; podrían, además, desencadenar fenómenos de neurogénesis endógena y regeneración tisular en la región medular lesionada.

En base a ello, la AEMPS ha otorgado al Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda la primera autorización de uso para la fabricación y administración del medicamento, con indicación en el tratamiento de pacientes adultos (≤65 años) con secuelas de lesión medular traumática crónica, que presenten lesiones incompletas a nivel dorsal o lumbar; se excluyen pacientes con lesiones medulares completas, a excepción de las lesiones localizadas quísticas con cavidad centro-medular que no se extienda más de 1-3 segmentos medulares.

Tras más de 20 años de investigaciones, parece que el beneficio clínico del fármaco ha sido adecuadamente contrastado. A día de hoy, se dispone fundamentalmente de los resultados de 3 ensayos clínicos de fase 1/2 en paciente con lesión medular completa o incompleta, con otros tantos estudios ya finalizados o aún en marcha. No se han realizado ensayos aleatorizados y controlados de fase 3 (que sería la situación óptima) y los grupos de pacientes tratados no son amplios (N= 9-11), pero se puede considerar aceptable el diseño de los estudios por tratarse de una patología en la que no se dispone de comparadores activos (y en la que el uso de placebo podría cuestionarse éticamente) o por la limitación de las poblaciones de pacientes disponibles.

En términos generales, la eficacia del fármaco parece ser dosis-dependiente e independiente de factores como la edad del paciente, del nivel o la gravedad de la lesión medular o tiempo desde la misma. La administración intratecal de las células mesenquimales ha demostrado, tras 10 meses-1 año de seguimiento, una mejora estadísticamente significativa (p<0,05) en la sensibilidad por debajo de la lesión en todos los pacientes evaluados, con un aumento de las puntuaciones promedio de la escala ASIA sobre 35-47 puntos en comparación con el estado basal; de forma interesante, esa mayor sensibilidad se hace evidente poco tiempo después de la cirugía (desde la primera medida a los 3-4 meses). Además, se verificó una mejora notable en las capacidades motoras de casi todos los pacientes (salvo uno con lesión medular incompleta a nivel cervical y otros con lesión completa), describiéndose aumentos de entre 2,6 y 6 puntos de media en el dominio específico de la escala ASIA, que se traducían en recuperaciones parciales de la movilidad por debajo de la lesión (sobre todo, de los miembros inferiores), con indicios de reinervación muscular en algunos pacientes según registros electromiográficos.

Los resultados de la escala IANR-SCIFRS también parecen concluyentes: una gran mayoría de los pacientes cambiaron de grado de discapacidad funcional, mayoritariamente de moderado a leve, pero también algunos de grave a moderado, con incrementos de la puntuación promedio desde el estado basal en el entorno de los 8 puntos (rango de 7,8-8,9 puntos en los 3 estudios comentados). Si bien solo algunos pacientes experimentaron mejorías en la función sexual tras el tratamiento, uno de los principales beneficios en la práctica totalidad de pacientes se refiere al control de los esfínteres y la función vesical. Además, en algunos pacientes se han descrito reducciones significativas en los espasmos y las espasticidad muscular, así como en la intensidad del dolor neuropático.

Por otra parte, la administración del medicamento es bien tolerada. La mayoría de los eventos adversos notificados fueron de gravedad leve-moderada, y solo un porcentaje relativamente bajo (32-40%) de los mismos se relacionó con el tratamiento (ninguno grave) y, fundamentalmente, con el procedimiento de punción lumbar. Por su frecuencia, destacan: cefalea, dolor postoperatorio, dolor ciático, hipertermia transitoria o infiltración subcutánea en el área de la herida quirúrgica. No obstante, los seguimientos máximos de 1 año postratamiento no permiten descartar los riesgos a largo plazo, principalmente de carcinogénesis (sugerido en la bibliografía), que deberán ser esclarecidos por el plan de seguimiento de 3 años establecido para los pacientes tratados.

Desde el punto de vista mecanístico, este medicamento inaugura una prometedora vía de tratamiento en su indicación. Si bien el tipo de células empleadas en NC1 podría recordar al recientemente comercializado darvadstrocel (células madre de origen mesenquimal), cabe destacar el distinto origen de las mismas: mientras que en darvadstrocel son extraídas de tejido adiposo de un donante, en NC1 son de origen medular (estroma) y del propio paciente a tratar.

En resumen, estamos ante el primer medicamento de terapia avanzada (terapia celular) que demuestra un beneficio clínico en la reversión –al menos parcial– de las secuelas de una lesión medular traumática. Aporta una importante mejoría en aspectos tan trascendentes para estos pacientes como la sensibilidad y la capacidad motora en las extremidades y el control de los esfínteres y la funcionalidad vesical, que indudablemente va a suponer una mejora en la calidad de vida y abre una puerta a la esperanza para pacientes que hasta ahora no tenían ningún tratamiento eficaz. Supone una innovación terapéutica disruptiva tanto a nivel nacional como internacional.

A pesar de la circunstancia de condicionalidad de la autorización y dada la mejora del conocimiento científico que se producirá con la experiencia de uso en la práctica real (que debe en primer lugar verificar la replicación de los resultados obtenidos en ensayos clínicos), podría no ser disparatado plantearse si ¿puede ser el principio de la curación de la discapacidad que generan las lesiones medulares? Por ahora, se han excluido de la indicación autorizada los pacientes con lesiones medulares traumáticas completas (salvo algún tipo concreto), habida cuenta de que parece razonable que los pacientes con lesión incompleta puedan ser quienes se beneficien en mayor medida del tratamiento; en todo caso, la evidencia sugiere que futuros estudios más amplios y la experiencia clínica podrían permitir ampliar la indicación a lesiones completas.

Valoración

 

Valoracion_Suspension

Ivacaftor/lumacaftor (▼Orkambi®) e ivacaftor/ tezacaftor (▼Symkevi®) en fibrosis quística

Resumen

Se trata de dos medicamentos de administración diaria por vía oral que incluyen asociaciones del ya comercializado ivacaftor, un potenciador que aumenta la actividad del canal de cloruro de la proteína CFTR, con los nuevos principios activos lumacaftor o tezacaftor, correctores selectivos que incrementan la cantidad de proteína funcional que alcanza la superficie de la célula epitelial, corrigiendo su plegamiento defectuoso y degradación prematura motivada por ciertas mutaciones del gen CFTR en fibrosis quística. En base a ese efecto sinérgico (traducido en un aumento del transporte de iones cloruro, reversión parcial de la excesiva absorción de agua y consiguiente normalización de las secreciones), la asociación de ivacaftor y lumacaftor ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes con FQ de ≥6 años de edad homocigotos para la mutación F508del en el gen CFTR. Por su parte, la combinación de ivacaftor y tezacaftor ha sido autorizada como medicamento huérfano para el tratamiento –junto a dosis adicionales de ivacaftor solo– de pacientes con FQ de ≥12 años de edad homocigotos F508del o bien que sean heterocigotos para tal mutación pero tengan otra mutación de función residual de CFTR, como: P67L, R117C, L206W, R352Q, A455E, D579G, 711+3A→G, S945L, S977F, R1070W, D1152H, 2789+5G→A, 3272-26A→G o 3849+10kbC→T.

Su eficacia clínica ha sido adecuadamente contrastada mediante ensayos pivotales controlados por placebo en pacientes con una función pulmonar no muy deteriorada y adicionados al tratamiento sintomático estándar (fisioterapia respiratoria, dornasa alfa, suero salino hipertónico, antibióticos inhalados, etc.). En pacientes homocigotos para F508del, ivacaftor/lumacaftor indujo una mejoría de la función pulmonar con aumentos estadísticamente significativos de ppFEV1 de 2,4-2,7 puntos porcentuales en adolescentes y adultos a la semana 24, y una reducción de -1,09 puntos en el índice de aclaramiento pulmonar 2.5 en niños de 6-11 años. Por su parte, ivacaftor/tezacaftor dio lugar a aumentos de 4 y 6,8 puntos porcentuales de ppFEV1 en pacientes de ≥12 años homocigotos y heterocigotos F508del (con una segunda mutación de función residual), respectivamente. Los resultados fueron consistentes con independencia de edad, sexo o gravedad de la FQ, si bien la magnitud de la mejoría observada es modesta (efecto más limitado de lo previsto) y similar al conseguido con tratamientos no específicos; la ausencia de significación estadística en muchas de las variables secundarias respalda esta idea.

Con respecto a la seguridad, las dos asociaciones parecen bien toleradas (quizá ivacaftor/tezacaftor en mayor medida), con una incidencia general de eventos adversos similar a placebo y una baja tasa de abandonos del tratamiento. Su perfil toxicológico se caracteriza por eventos adversos de gravedad leve-moderada que afectan fundamentalmente a los aparatos respiratorio y gastrointestinal, en línea con lo descrito para ivacaftor en monoterapia. Destacan, desde el punto de vista cualitativo, las reacciones adversas hepatobiliares (por ejemplo, aumento de las aminotransferasas) y los problemas respiratorios.

En definitiva, los dos nuevos fármacos aportan cierta innovación mecanística frente a ivacaftor –a pesar de actuar sobre la misma vía farmacológica– y son los primeros tratamientos específicos para pacientes con la mutación F508del, que abarcarían en torno al 50% de pacientes de FQ. Sin embargo, representan opciones no curativas de eficacia modesta que no modifican en gran medida la terapéutica de la FQ. Además, la limitación sobre los datos a largo plazo plantea incertidumbres relativas a su balance beneficio-riesgo en el tratamiento crónico de la FQ. Los datos podrían sugerir un mayor beneficio clínico con ivacaftor/tezacaftor.

Aspectos fisiopatológicos

La fibrosis quística (FQ) o mucoviscidosis es una enfermedad crónica, progresivamente degenerativa y hereditaria que afecta principalmente a las zonas del cuerpo que producen secreciones mucosas y, en particular, a los pulmones y al aparato digestivo, dando lugar a un incremento de la viscosidad de dichas secreciones como consecuencia de la disminución de su contenido de agua, sodio y potasio. La consecuencia primaria de ello es la obstrucción de los canales que transportan dichas secreciones, permitiendo que el correspondiente estancamiento facilite el desarrollo de infecciones e inflamaciones que destruyen las zonas implicadas, especialmente pulmón, hígado, páncreas y sistema reproductor. Es una patología asociada a una mortalidad prematura y que por el momento no tiene curación, aunque la esperanza de vida se ha incrementado notablemente en las últimas décadas (FEFQ, 2019).

Con una herencia autosómica recesiva, se trata del trastorno genético más común entre individuos de raza blanca, con una incidencia muy variable incluso dentro de cada país. En Europa se estima que afecta globalmente a 1 de cada 8.000 individuos (un total de aproximadamente 32.000 pacientes), oscilando desde 1:1.500 en Irlanda hasta 1:25.000 en Finlandia, y con incidencias entre 1:2.000-1:4.000 para Suecia, Francia, Italia, Holanda, Suiza y Gran Bretaña. En España, donde el dato epidemiológico no se conoce con exactitud, se estima que la incidencia es de un caso de cada 5.000 nacidos vivos, lo que supone una prevalencia de unas 2.500 personas que conviven con la enfermedad (53% hombres y 47% mujeres), si bien 1 de cada 35 habitantes son portadores sanos (heterocigotos) de la alteración genética que provoca la enfermedad.

Esta incidencia global convierte a la FQ en una enfermedad rara (en la UE se definen por incidencias inferiores a 5 casos por cada 10.000 habitantes, es decir, 1:2.000), aunque se trata sin duda de la más común de esta categoría. Suele aparecer durante la infancia temprana o, más raramente, en el nacimiento (íleo meconial), si bien un cierto número de casos son diagnosticados durante la fase adulta de la vida (cada vez menos frecuente por el establecimiento de pruebas sistemáticas de diagnóstico perinatal). Los pacientes diagnosticados durante la edad adulta suelen presentar mejor pronóstico y manifestaciones clínicas más leves que las formas diagnosticadas neonatalmente o durante la infancia.

En principio, cualquier órgano interno del organismo puede verse afectado por la patología, aunque las principales manifestaciones afectan al aparato respiratorio (bronquitis crónica y exacerbaciones) y al páncreas (insuficiencia pancreática, diabetes del adolescente y ocasionalmente pancreatitis) y, más raramente, al intestino (obstrucción) o al hígado (cirrosis). La forma más común de FQ se asocia a síntomas respiratorios, a problemas digestivos y a anomalías del crecimiento.

La importante morbimortalidad de esta enfermedad depende fundamentalmente del grado de afectación pulmonar y sus complicaciones, que son responsables del 95% de los fallecimientos de los pacientes que la padecen. Aunque los pulmones del recién nacido con FQ son histológicamente normales, en los primeros meses de la vida la mayoría de pacientes comienzan a desarrollar una colonización crónica de la tráquea por determinadas bacterias11como consecuencia de la hiperviscosidad del moco, que provoca obstrucción bronquial y respuesta inflamatoria. Todo ello constituye un círculo vicioso que evoluciona hacia una lesión irreversible del pulmón: la infección crónica da lugar a una respuesta inflamatoria prolongada a la que se atribuye el daño pulmonar en la FQ, que acaba por manifestarse como una deficiente función respiratoria; de hecho, los datos clínicos demuestran que la erradicación precoz de la infección pulmonar y la prevención de la infección crónica se asocia a un mejor pronóstico.

La mayoría de los pacientes presentan un deterioro insidioso de la función respiratoria, con exacerbaciones de la infección pulmonar crónica manifestadas por: aumento de la tos, cambios en el volumen y en el aspecto del esputo (el 60% de los pacientes adultos presentan una leve hemoptisis –expectoración de sangre– de manera recurrente), aparición de disnea, menor tolerancia a la actividad física, pérdida de peso y de apetito, cambios en la auscultación habitual e imágenes radiológicas nuevas. El 5-10% de pacientes, especialmente adultos, presenta disminución del volumen pulmonar (atelectasia) y en torno a un 10% suele presentar neumotórax por la ruptura de la pleura visceral.

Las manifestaciones clínicas gastrointestinales más relevantes están relacionadas con el grado de afectación del páncreas22 , siendo los síntomas más destacados la diarrea (particularmente, esteatorrea), el retraso del desarrollo y la desnutrición. Los pacientes con FQ presentan un deterioro progresivo del páncreas, manifestándose con una reducción de la tolerancia a la glucosa, que desemboca con cierta frecuencia (>8% a partir de los 10 años de edad) en un cuadro de diabetes mellitus.

Entre un 7-10% de los recién nacidos con FQ presentan íleo meconial (hasta un 30% en aquellos con un hermano/a que ya lo sufrió), en que el meconio es especialmente viscoso –debido a la insuficiencia de enzimas pancreáticos– y provoca la oclusión; cursa, en ocasiones, con distensión abdominal y vómitos y, eventualmente, estallido intestinal. Por su parte, el síndrome de obstrucción intestinal distal (DIOS, por sus siglas en inglés) se produce en edades más avanzadas, incluso en adolescentes y adultos, afectando al 20% de pacientes con FQ, y provoca, dentro de un cuadro de estreñimiento agudo, una oclusión del íleon terminal y/o colon ascendente, manifestada por una gran distensión abdominal. Además, muchos pacientes (~30%) presentan enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), eventualmente asociada a microaspiraciones bronquiales del contenido gástrico que complican aún más la patología respiratoria, aumentando su incidencia con la edad.

La lesión hepática se relaciona con la obstrucción de los conductos biliares intrahepáticos por una bilis espesa, que no suele dar lugar a signos clínicos o bioquímicos de alteración hepática; no obstante, la evolución fibrótica silente que llega a producir la atrofia del parénquima hepático conduce en muchos casos al desarrollo final de una cirrosis multilobular. Además, cabe destacar que los pacientes varones suelen sufrir deformaciones anatómicas en su aparato reproductor, asociadas con azoospermia (ausencia de espermatozoides) en el 95-98% de ellos, por lo que son estériles. La fertilidad femenina, en cambio, se encuentra conservada, aunque mermada, estimándose en un 10-20% de la mujer sana. Por último, es característico de esta enfermedad el sabor salado de la piel, debido a aumentos en la concentración de sal (cloruro sódico) en el sudor.

La causa de la FQ radica en mutaciones en el gen que codifica para la proteína reguladora de la conductancia transmembrana de la FQ (CFTR, sus siglas en inglés). La CFTR forma parte de la denominada superfamilia ABC de transporte de proteínas (ATP-Binding Cassette transporter superfamily) y actúa fundamentalmente como un canal de cloro dependiente de AMP cíclico que requiere ATP y la fosforilación del dominio regulador para su funcionamiento. Se expresa en la membrana de las células epiteliales de los órganos en que se manifiesta la enfermedad (incluyendo páncreas, intestino, glándulas sudoríparas, pulmones y tracto genital), y su activación produce normalmente su apertura, jugando un papel determinante en la regulación del flujo hidroelectrolítico a través de la membrana celular33 y determinando la composición adecuada de las secreciones de diversas glándulas exocrinas del cuerpo humano.

Por el contrario, en los pacientes con FQ el canal que representa la proteína CFTR no existe, no está correctamente situado en la membrana celular, es anómalo y no responde adecuadamente a su estímulo fisiológico, o bien sus propiedades conductoras del cloruro y de sodio son inferiores a lo normal, de manera que las secreciones se hacen notablemente más viscosas (por una excesiva absorción de fluidos y la correspondiente deshidratación de la superficie epitelial, junto a una mayor concentración de mucina polimérica); por ello, la FQ también se conoce como mucoviscidosis.

El diagnóstico se sospecha por los resultados de la prueba del sudor (técnica muy sencilla, fiable y con escasos costes económicos que se considera positiva cuando, tras una segunda repetición, la concentración de cloruro en sudor es >60 mmol/l) y se confirma con la identificación de alguna mutación del gen CFTR. El diagnóstico neonatal mediante cribado está disponible desde el año 2002 y ha permitido diagnosticar el 95% de los nuevos casos registrados. Su importancia es capital, ya que un diagnóstico precoz permite prolongar la esperanza de vida de los pacientes y mejorar sustancialmente su calidad. En parejas portadoras de una mutación que hayan tenido un hijo con FQ anteriormente, se recomiendan pruebas prenatales, como técnicas de fecundación in vitro combinadas con la tecnología de la reacción en cadena de la polimerasa, que permiten la detección de anomalías genéticas mediante el diagnóstico genético preimplantacional.

Las mutaciones en el gen codificante para CFTR –localizado en el cromosoma 7– se clasifican en 6 tipos según el defecto funcional que causan: las de clase I resultan en la práctica ausencia de la proteína CFTR por afectación de su biosíntesis, las de clase II se caracterizan por alteraciones en el proceso de maduración celular de la proteína, las de clase III afectan a la regulación del canal de cloro, las de clase IV determinan un flujo reducido de iones cloruro a través del canal, las de clase V afectan a la estabilidad del ARNm, y las de clase VI a la estabilidad de la proteína madura en la superficie celular. Cabe destacar que una misma mutación puede dar lugar a una proteína con varios defectos, por lo que algunas mutaciones pueden incluirse en más de una clase.

Las mutaciones que permiten conservar una función residual en la proteína CFTR se asocian, en general, con una enfermedad menos grave y de progresión más lenta, así como con niveles de cloro en sudor en un rango inferior (<80 mmol/l), si bien la enfermedad puede ser igualmente grave. No obstante, en general con todas las mutaciones, no hay una correlación clara entre el genotipo y el fenotipo (la insuficiencia pancreática está asociado a la presencia de dos mutaciones graves mientras que la correlación con la enfermedad pulmonar es mucho más compleja), y se ha postulado que una amplia gama de factores puede influir en la expresión clínica, tales como el medio ambiente, el estilo de vida y la presencia de otros diversos genes, mutados o no.

Como se ha sugerido, la herencia genética autosómica recesiva de la FQ implica que solo se manifiesta la enfermedad si los dos alelos del gen CFTR recibidos del padre y de la madre están alterados (homocigosis), mientras que si se hereda un alelo normal y uno defectuoso (heterocigosis) se adquiera la condición de portador sano de la enfermedad, con la posibilidad de transmitirla a la descendencia. El riesgo teórico para la descendencia en cada concepción en una pareja en la que ambos sean portadores es del 25% de hijo sano, del 50% de portador y del 25% de estar afectado por la enfermedad.

Hasta el momento se han descrito más de 2.000 mutaciones diferentes de dicho gen que pueden estar relacionadas con la FQ (Ehre et al., 2014), aunque la mayor parte de los casos se asocian con la mutación de clase II F508del, que se debe  a la pérdida (deleción) del aminoácido fenilalanina (Phe, F) en el codón 508 (Phe508del o F508del) de la proteína CFTR, afectando a esta proteína de múltiples formas: produce un defecto en su síntesis, procesamiento y transporte que reduce la cantidad de CFTR en la superficie celular, esto es, determina la síntesis de una proteína alterada que no alcanza –o lo hace en una cuantía muy disminuida– la superficie apical de la célula epitelial, y que presenta, además, un defecto de apertura del canal.

Un informe de la Sociedad Europea de Fibrosis Quística con datos de 2016 (Orenti et al., 2018) relativos a casi 2.000 pacientes, y al que contribuyeron 22 unidades de FQ de España, muestra que casi un 30% de los pacientes eran homocigotos para la mutación F508del, y aproximadamente un 50% eran pacientes heterocigotos para F508del; estudios previos describieron una frecuencia muy diversa de esta mutación a lo largo de la geografía española, variando desde el 87% en País Vasco o el 78% en Asturias hasta el 43% en Andalucía 43% y el 34% en Murcia. Datos detallados del Registro Español de Fibrosis Quística44 indican que poco más de 10 mutaciones presentan una frecuencia superior al 1%, pero acumulan las tres cuartas partes de los casos en nuestro país, mientras que >90% de las mutaciones con función residual de CFTR presentan una frecuencia alélica inferior al 1%; destacan como las más comunes: Gly542X (G542X; 7,7%), Asn1303Gln (N1303Q; 2,9%), 1811+16kbA>G (1,8%) y Arg344Trp (R344W; 1,8%).

Por lo que respecta a la terapéutica, a pesar del desarrollo incipiente de fármacos susceptibles de actuar sobre algunos de los defectos celulares de la enfermedad, y en particular sobre la alteración del CFTR, aún estamos lejos de disponer de un tratamiento auténticamente eficaz (o curativo) para afrontar las causas genéticas y moleculares de la FQ, controlar sus manifestaciones clínicas más relevantes y prevenir la progresión del deterioro orgánico provocado asociado.

El tratamiento actual es fundamentalmente sintomático y de mantenimiento de las funciones fisiológicas –particularmente a nivel respiratorio, metabólico y digestivo–, y también se orienta a la prevención y tratamiento de los cuadros infecciosos (en particular, los pulmonares). Entre las opciones disponibles, cabe destacar la fisioterapia respiratoria, el soporte nutricional, la administración de antibióticos inhalados (en casos de infección pulmonar crónica por P. aeruginosa), azitromicina, dornasa alfa inhalada (agente mucolítico), suero salino hipertónico inhalado y tratamiento de sustitución con enzimas pancreáticos (pacientes con insuficiencia pancreática exocrina).

Conviene recordar también que en 2013 se autorizó por primera vez en España ivacaftor (Kalydeco®), un potenciador de la proteína CFTR que incrementa la probabilidad de apertura del canal iónico (activación) para aumentar el transporte de cloruro; inauguró una vía farmacológica fijando como diana la proteína CFTR anómala y fue inicialmente autorizado en monoterapia para el tratamiento de pacientes con FQ de 12 meses de edad y mayores con diversas mutaciones de clase III y de pacientes adultos con la mutación R117H.

A pesar de sus limitaciones y complicaciones, estos tratamientos han permitido mejorar notablemente la esperanza de vida de estos pacientes, pasando de <5 años hace medio siglo a los 40 años (promedio) que se estiman actualmente; esto implica que un número creciente de pacientes llegará a alcanzar edades avanzadas –equiparable a la media del resto de personas– en un futuro posiblemente cercano, sobre todo si tiene éxito la investigación en curso de tratamientos etiológicos eficientes (incluyendo las nuevas terapias avanzadas: terapia génica, terapia celular e ingeniería tisular), pruebas sistemáticas pre y neonatales, y la consolidación definitiva de un amplio número de centros de referencia (Cuéllar, 2014).

Acción y mecanismo

Los dos medicamentos aquí evaluados consisten en combinaciones del previamente autorizado ivacaftor con cada uno de los dos nuevos principios activos comercializados: lumacaftor y tezacaftor. Los tres fármacos actúan sobre la proteína CFTR, la cual representa una diana crucial en FQ: cuando se encuentra alterada o no existe –por alguna mutación del gen CFTR– se modifica la cantidad y la composición relativa de las secreciones: excesiva absorción de fluidos, deshidratación de la superficie epitelial y formación de un moco hiperviscoso con una mayor concentración de mucina polimérica.

Según se ha sugerido previamente, ivacaftor es un potenciador de la proteína CFTR, esto es, en pruebas in vitro con líneas celulares, el fármaco incrementa la probabilidad de apertura del canal iónico (activación) para aumentar el transporte de cloruro, siempre que la proteína CFTR esté presente en la superficie celular; es, pues, especialmente útil ante ciertas mutaciones (de clase III) que suponen una probabilidad reducida de apertura del canal en comparación con CFTR normal. No se conoce con detalle cuál es el mecanismo íntimo de acción por el cual ivacaftor incrementa el tiempo/probabilidad de apertura, habiéndose sugerido que podría unirse al dominio citoplasmático de unión a nucleótidos (nucleotid binding domain, NBD) de la proteína55 . Por ahora, no se ha observado una correlación entre los resultados in vitro y la respuesta del cloro en sudor o del volumen espiratorio máximo o forzado en un segundo (VEF1), que parecen ser independientes de la edad (Cuéllar, 2015).

De forma diferente, lumacaftor es un corrector de CFTR. Estudios in vitro han demostrado que el fármaco potencia la cantidad de proteína funcional en la superficie de la célula epitelial, posiblemente mediante la corrección parcial del plegamiento defectuoso de la misma que condiciona la mutación F508del, evitando su degradación prematura antes de completar el transporte hasta la superficie apical de la célula e incrementando así la cantidad de CFTR funcional en la membrana; no obstante, tampoco se conoce el mecanismo exacto por el que el fármaco mejora el procesamiento y el transporte celular de F508del-CFTR.

En base a lo anterior, la combinación de ivacaftor y lumacaftor ejerce un efecto sinérgico que se traduce en un aumento del transporte de los iones cloruro, y el medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes con FQ de 6 años de edad y mayores homocigotos para la mutación F508del en el gen CFTR. En ensayos clínicos, lumacaftor en monoterapia o en combinación con ivacaftor –en tratamientos de 28-56 días– redujo significativamente la concentración de cloruro en sudor respecto a placebo (reducciones de 8-11 mmol/l en adultos y de hasta 25 mmol/l en niños de >6 años); también demostró un aumento significativo del VEF1.

Por su parte, tezacaftor es también un corrector selectivo de la proteína CFTR que actúa mediante su unión al primer dominio de la proteína que atraviesa la membrana (MSD-1), de forma que facilita el procesamiento celular y el transporte de las formas de CFTR mutantes múltiples o normales (incluida F508del-CFTR) e incrementa la cantidad de proteína que alcanza la superficie de la célula epitelial, potenciando el transporte de cloruro in vitro. De nuevo, la combinación de tezacaftor con ivacaftor muestra efectos sinérgicos sobre CFTR: ivacaftor puede incrementar la actividad de la proteína CFTR liberada a la superficie celular por tezacaftor, potenciando adicionalmente el transporte de cloruro frente al uso de cualquiera de los principios activos en monoterapia. A pesar de que no se conoce el mecanismo de acción exacto de ambos fármacos, su combinación ha resultado en un incremento de la altura del líquido en la superficie epitelial de las vías aéreas así como de la frecuencia de batido ciliar en cultivos de células broncoepiteliales de pacientes homocigotos F508del.

El medicamento con la combinación de tezacaftor e ivacaftor ha sido autorizado –en combinación con dosis adicionales de ivacaftor solo–  para el tratamiento de pacientes con FQ de 12 años de edad o mayores que son homocigotos para la mutación F508del o bien que sean heterocigotos para tal mutación pero tengan además otra mutación para el gen CFTR, como: P67L, R117C, L206W, R352Q, A455E, D579G, 711+3AG, S945L, S977F, R1070W, D1152H, 2789+5GA, 3272-26AG o 3849+10kbCT. En ensayos clínicos, esa combinación también demostró la capacidad de reducir significativamente el cloruro en sudor, en el entorno de 5-10 mmol/l en comparación con placebo.

Se entiende, pues, que mientras ivacaftor necesita de la presencia de cierta cantidad de proteína CFTR funcional en la membrana, lumacaftor y tezacaftor pueden ejercer su efecto farmacológico sin necesidad de que se exprese el CFTR en la membrana de la célula epitelial.

Aspectos moleculares

La mejora del conocimiento de la estructura proteica de la proteína CFTR ha permitido el desarrollo racional de nuevas moléculas que potencialmente actúen sobre ella y sean útiles para mejorar el transporte de iones cloruro en las células bronquiales de pacientes con FQ. En general, se trata de pequeñas moléculas que pueden encuadrarse en 3 grandes grupos en relación con su efecto sobre la CFTR: correctores, potenciadores y supresores. Los correctores permiten que la migración de la proteína –tras su síntesis– hacia la membrana celular del epitelio respiratorio sea adecuada, los potenciadores permiten la activación del canal CFTR incrementando su tiempo de apertura, y los supresores impiden la finalización prematura de la síntesis de CFTR provocada por las mutaciones sin sentido que contienen codones de truncamiento. Como el primer fármaco autorizado del grupo, ivacaftor fue seleccionado dentro de una serie formada por más de 228.000 pequeñas moléculas, sintetizadas con el fin de ser testadas mediante ensayos in vitro para identificar potenciadores de CFTR. Tras la selección del ivacaftor como potencial candidato, fue estudiado en líneas celulares epiteliales bronquiales humanas, tanto primarias como recombinantes (Van Goor et al., 2009).

En términos estructurales, en general se trata de moléculas de carácter policíclico –todas ellas contienen heterociclos nitrogenados–, estando ivacaftor (potenciador) más distante en similitud estructural frente a lumacaftor y tezacaftor (correctores, que comparten un importante dominio de la molécula), lo cual podría explicar la diferencia en sus actividades biológicas (Figura 1).

Figura_1

Lumacaftor es una molécula de carácter aquiral y polimórfica cuyo nombre químico es ácido 3-[6-({[1-(2,2-difluoro-1,3-benzodioxol-5-il)ciclopropil]carbonil}amino)-3-metilpiridin-2-il] benzoico; su fórmula molecular C24H18F2N2O5 se corresponde con un peso molecular de 452,4 g/mol. Se presenta como un sólido cristalino no higroscópico de color blanquecino, es prácticamente insoluble en agua, heptano, soluciones tampón de pH 1-8 y fluidos intestinales simulados, escasamente soluble en butanol y ampliamente soluble en 2-metiltetrahidrofurano y ácido fórmico.

Por su parte, tezacaftor exhibe estereoisomería al presentar un único centro quiral con configuración R. Su nombre químico es 1-(2,2-difluoro-2H-1,3-benzodioxol-5-il)-N-{1-[(2R)-2,3-dihidroxipropil]-6-fluoro-2-(1-hidroxi-2-metilpropan-2-il)-1H-indol-5-il}-ciclopropano-1-carboxamida, y se le atribuye la fórmula química C26H27N2F3O6 y un peso molecular de 520,50 g/mol. Tezacaftor es un sólido cristalino no higroscópico de color blanquecino, prácticamente insoluble en solventes acuosos a pH 1-9 y en fluidos intestinales simulados y más soluble en solventes orgánicos.

Eficacia y seguridad clínicas

Ivacaftor / Lumacaftor

La eficacia y seguridad clínicas de la combinación de ivacaftor/lumacaftor han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones y dosis autorizadas mediante varios ensayos clínicos pivotales de fase 3 (confirmatorios de eficacia y seguridad), aleatorizados, multicéntricos, doblemente ciegos y controlados con placebo.

Los estudios 103 (N= 549) y 104 (N= 559), de 24 semanas de duración, incluyeron 1.108 pacientes con FQ66 de 12 años de edad y mayores homocigotos para la mutación F508del, de los cuales 737 fueron tratados con la combinación de fármacos en cualquiera de los dos brazos experimentales (600 mg/24 h de lumacaftor con 250 mg/12 h de ivacaftor o 400 mg/12 h de lumacaftor con 250 mg/12 h de ivacaftor), que se administraba con una comida rica en grasas y se añadía al tratamiento de base (broncodilatadores, antibióticos inhalados, suero salino hipertónico, etc.). Los pacientes debían de cumplir con la presencia de un valor de ppVEF1 (porcentaje predicho de VEF1) de 40-90 puntos porcentuales en la visita inicial (aunque hasta 81 pacientes tuvieron ppVEF1<40 al inicio); se excluyeron pacientes con enfermedad no estable (infección, exacerbación pulmonar o cambios de tratamiento en las 4 semanas previas del inicio), antecedentes de colonización bacteriana o alteración hepática (elevación de 3 veces el nivel normal de transaminasas o 2 veces de bilirrubina).

Las características basales de los pacientes estuvieron bien equilibradas en los distintos brazos de ambos estudios. Destaca que la media de edad de los pacientes se situó en torno a 25 años y el ppVEF1 medio basal en los 60,5 puntos porcentuales. La manifestación más frecuente de la enfermedad fue la insuficiencia pancreática exocrina (42% y 67%, respectivamente, en los estudios 103 y 104), si bien era la sintomatología pulmonar la que representaba la primera necesidad de tratamiento: antibióticos inhalados (66-72% de pacientes en los brazos placebo y 60-67% en los grupos tratados con la combinación). Como variable principal de eficacia se evaluó el cambio absoluto desde el valor basal en el ppVEF1 en la semana 24, siendo los cambios en IMC (índice de masa corporal), en el dominio respiratorio del cuestionario validado CFQ-R7 o el número de exacerbaciones pulmonares algunas de las variables secundarias.

Los principales resultados de eficacia en los dos estudios citados, recogidos en la siguiente tabla (Tabla 1), demuestran que el tratamiento con ivacaftor/lumacaftor producía una mejoría rápida y estadísticamente significativa de la función pulmonar frente a placebo, con una media de ppVEF1  superior desde el día 15 (diferencia de 2,5 puntos usando los datos agrupados de ambos estudios; p< 0,0001) y hasta el final del período del estudio (6 meses). Además, la eficacia de la combinación era independiente de la edad, gravedad de la enfermedad o género del subgrupo de pacientes evaluado (Wainwright et al., 2015; EMA, 2017).

Tabla_1

Un estudio adicional de extensión enmascarada (estudio 105), de grupos paralelos, evaluó la eficacia a largo plazo de la combinación de ivacaftor/lumacaftor a la dosis autorizada en aquellos pacientes que completaron el tratamiento en los estudios previos, independientemente del brazo experimental. Si bien el objetivo primario fue la evaluación de la seguridad, la comparación intragrupo a la semana 72 demostró que el cambio absoluto en ppVEF1 fue de 1,5 puntos porcentuales de media en los pacientes tratados con placebo en los estudios previos (grupo 1, N= 369) y de 0,5 puntos en quienes se mantuvieron en tratamiento con la combinación (grupo 2, N= 176). En ambos grupos, dicho valor se mantuvo en la semana 96 por encima del valor basal (0,8 y 0,5 puntos en los respectivos grupos), pero observándose una tendencia decreciente (iniciada en la semana 36) que sugiere una atenuación del efecto con el tiempo. De forma similar, se observó un efecto beneficioso de la combinación de fármacos sobre el IMC, con una media del cambio absoluto en la semana 72 de 0,62 y 0,69 kg/m2 en los grupos 1 y 2 (frente a los 0,37 kg/m2 como cambio intragrupo del brazo de la combinación en los estudios 103 y 104 en conjunto) (Konstan et al., 2017).

La extensión de la indicación de la combinación ivacaftor/lumacaftor a la pacientes con FQ de 6 a 11 años homocigotos para la mutación F508del se basó fundamentalmente en los datos derivados de un ensayo de fase 3 (estudio 109), de 24 semanas de duración. Se incluyeron un total de 204 pacientes clínicamente estables, con una edad media de 8,8 años y peso ≥15 kg (un 72% tenían ≥25 kg), un índice de aclaramiento pulmonar 2.58 ≥7,5 (media de 10,3) y un ppVEF1 ≥70 en la visita inicial (media de 89,8); también se excluyeron pacientes con resultados repetidos de función hepática anómala. De nuevo, la manifestación más frecuente de FQ era la insuficiencia pancreática exocrina, seguida de la enfermedad pulmonar, por las cuales casi todos los pacientes incluidos estuvieron en tratamiento concomitante con otros fármacos, principalmente dornasa alfa (86%), enzimas pancreáticos, suero salino hipertónico (71%) y salbutamol (68%).

El análisis de eficacia mediante un modelo mixto para medidas repetidas (MMRM) a la semana 24 reveló una diferencia estadísticamente significativa para la variable principal –cambio absoluto en el índice de aclaramiento pulmonar 2.5 desde el valor basal– entre los pacientes tratados con ivacaftor/lumacaftor (200 mg/250 mg cada 12 horas, N= 103) y quienes recibían placebo (N= 101): diferencia media entre tratamientos de -1,09 puntos (cambio intergrupales de -1,01 vs. 0,08; p< 0,0001); además, en el análisis por subgrupos, el efecto sobre la variable principal es consistente independientemente de los factores analizados, aunque la magnitud de la diferencia entre tratamientos fue superior en el caso de sexo femenino y en sujetos con FEV1≥ 90 puntos porcentuales (Ratjen et al., 2017).

Entre las variables secundarias, se observó también un efecto significativo de la combinación sobre el cambio de los niveles de cloruro en sudor a las semana 2 y 4, con una diferencia  de -20,8 mmol/l frente a placebo (-20,0 vs. 0,8 mmol/l; p< 0,0001). No obstante, los datos de las variables secundarias consideradas como clave no alcanzaron la significación estadística: diferencia entre tratamientos en el cambio absoluto del IMC de 0,11 kg/m2 (p= 0,2522) y en la puntuación del dominio respiratorio del cuestionario CFQ-R de 2,5 puntos (p= 0,0628).

Por lo que respecta a la seguridad clínica, que parece adecuadamente definida, la combinación presenta un perfil toxicológico relativamente benigno, con una incidencia general de eventos adversos ligeramente superior a la registrada con placebo. La mayor parte de los acontecimientos adversos comunicados en los estudios pivotales afectan a los aparatos respiratorio y gastrointestinal, en su mayoría ocurrieron en las primeras semanas tras el inicio del tratamiento (especialmente los de tipo respiratorio, como disnea o malestar torácico) y fueron de intensidad leve-moderada. Los eventos hepatobiliares fueron los principales motivos de interrupción del tratamiento, que sin embargo se mantuvo en tasas muy bajas. En cualquier caso, los datos se refieren a periodos limitados de tratamiento; está en marcha un estudio postautorización de 5 años que aportará la evidencia sobre seguridad a largo plazo.

En la población de adolescentes y adultos (>12 años), un total de 1.108 pacientes de ≥12 años de edad recibieron al menos 1 dosis de la medicación en estudio en los estudios pivotales, casi todos durante al menos 6 meses. La tasa de eventos adversos relacionados –o posiblemente– con el tratamiento fue del 35% con placebo y del 44-52% con la combinación. Las reacciones adversas más frecuentemente descritas fueron: disnea (14-15% vs. 7,8% con placebo), diarrea (11% vs. 8,4%) y náuseas (10% vs. 7,6%); no obstante, la incidencia de reacciones adversas graves fue de solo el 2,2% con placebo y del 3,0% en los brazos de ivacaftor/lumacaftor. Entre los de mayor interés cualitativo sobresalen los eventos hepatobiliares (6% vs. 5,4%) –tales como aumento de las aminotransferasas, hepatitis colestásica o encefalopatía hepática–, los eventos adversos de tipo respiratorio, los trastornos menstruales (9-10% vs. 2%) y el incremento de presión arterial sistólica (3,4% vs. 1,6%).

Por otra parte, hasta 204 niños de 6 a 11 años recibieron al menos una dosis de la medicación de estudio, sin observarse en esa población diferencias significativas en las tasas de discontinuación del tratamiento por eventos adversos relacionados con el tratamiento (2,9% con la combinación vs. 2% con placebo). En global, casi un 40% de pacientes tuvo al menos un evento adverso relacionado (o posiblemente) con el tratamiento, de intensidad leve-moderada, destacando las siguientes: tos, respiración anormal, náusea e incremento de transaminasas. La tos productiva, la expectoración aumentada, la congestión nasal y el dolor abdominal alto se reportaron con una frecuencia algo superior en los pacientes tratadas con la combinación con respecto a placebo.

Ivacaftor / Tezacaftor

La combinación de ivacaftor con tezacaftor también ha sido adecuadamente evaluada, asociada a dosis adicionales de ivacaftor, en las indicaciones y dosis autorizadas en 2 ensayos pivotales de fase 3, doblemente ciegos y controlados por placebo, y otro ensayo adicional de extensión con diseño abierto, los cuales se resumen a continuación. En ellos, el tratamiento experimental se administró junto con comida rica en grasas y manteniendo la medicación concomitante (broncodilatadores, antibióticos inhalados, suero salino hipertónico etc.) de los pacientes.

El primero de los ensayos (estudio 106) se llevó a cabo en 504 pacientes homocigotos para la mutación F508del de CFTR de ≥12 años de edad (media de 26,3 años) y un ppVEF1 basal de entre 40 y 90% (media de 60%; 60% de pacientes con ppVEF1 entre 40-70%), que fueron aleatorizados a recibir la combinación (N= 248) o placebo (N= 256) durante 24 semanas. Se excluyeron pacientes con enfermedad no estable, antecedentes de infección aguda con afectación rápida de la función pulmonar, elevaciones de los niveles de transaminasas (x3) o de bilirrubina (x2), o alteraciones de la función renal. En general, las características demográficas y de la enfermedad en ambos brazos de tratamiento fueron similares.

La variable principal de eficacia fue el cambio absoluto medio desde la situación basal hasta la semana 24 en el ppVEF1; se midieron como variables secundarias de eficacia el IMC, el cambio en el dominio respiratorio del cuestionario CFQ-R o la incidencia de exacerbaciones pulmonares. El análisis de eficacia se realizó sobre la población con intención de tratar (ITTm) mediante un modelo MMRM y un procedimiento jerárquico de contraste de hipótesis, fijando el valor de significación estadística en p<0,05. Los principales resultados (Taylor-Cousar et al., 2017), recogidos en la Tabla 2, revelan que la combinación induce una mejoría en el ppVEF1 y sobre las exacerbaciones pulmonares (riesgo disminuido en un 36%), con diferencias estadísticamente significativas frente a placebo, pero no se verifica la significación estadística en los datos del IMC. El análisis por subgrupos de la variable principal mostró consistencia en el resultado del análisis en todos ellos.

Tabla_2

Además de lo reflejado en la tabla, cabe destacar que la combinación de ivacaftor/tezacaftor se asoció con una reducción significativa de la tasa anualizada de exacerbaciones pulmonares graves que implicaron hospitalización o tratamiento antibiótico intravenoso, lo que suponía una disminución del riesgo del 47% (0,29 vs. 0,54 eventos/año con placebo; HR: 0,53; IC95% 0,34-0,82; p= 0,0042), y con un aumento de 15 puntos porcentuales (51% vs. 36% con placebo) en la proporción de pacientes con un cambio de ≥4 puntos en el dominio respiratorio del cuestionario CFQ-R, cambio mínimo con relevancia clínica.

Por su parte, en el estudio 108 se aleatorizaron un total de 248 pacientes de ≥12 años de edad heterocigotos para la mutación F508del y con una segunda mutación de función residual en el gen CFTR, entre las cuales se identificaron las siguientes: P67L, R117C, L206W, R352Q, A455E, D579G, 711+3AG, S945L, S977F, R1070W, D1152H, 2789+5GA, 3272-26AG y 3849+10kbCT. El ensayo incluyó 3 brazos de tratamiento (ivacaftor/tezacaftor en combinación con ivacaftor, placebo e ivacaftor en monoterapia) y constó de 2 periodos de 8 semanas cada uno separados por un lavado de igual duración. Las características basales demográficas y clínicas también estaban bien balanceadas entre grupos: los pacientes eran en su mayoría adultos (85%, edad media de 34,8 años), tenían un ppVEF1 entre el 40 y 90% (valor medio de 62%), la mediana de cloruro en sudor fue de 74,3 mmol/l y el 60% de pacientes presentaba una mutación de splicing y antecedentes en los 2 años previos de colonización por P. aeruginosa.

El análisis de eficacia del estudio 108 (mediante un modelo MMRM y sobre la población ITTm), así como las variables evaluadas, fueron similares a las descritas para el estudio 106, si bien aquí se midieron los valores promedio a las semanas 4 y 8 (Rowe et al., 2017). El tratamiento con ivacaftor/tezacaftor en asociación con ivacaftor mejoró significativamente respecto a placebo el valor de ppVEF1 (Tabla 2) desde la semana 2 y hasta el promedio de las semanas 4 y 8, e independientemente de factores como edad, gravedad clínica (se confirmó la eficacia significativa incluso en aquellos pacientes con ppVEF1< 40), sexo, tipo de mutación de CFTR u otros factores. El valor de la variable primaria fue favorable en magnitud a la combinación incluso en comparación con ivacaftor en monoterapia (diferencia de 2,1 puntos porcentuales); esto también se verificaba para las variables secundarias, siendo, por ejemplo, proporción de pacientes con un cambio de ≥4 puntos en el dominio respiratorio del CFQ-R de 65,2% en el brazo de la combinación, de 58,3% para ivacaftor en monoterapia y de 32,9% con placebo.

Finalmente, los pacientes que completaron tanto el estudio 106 (N= 459) como el 108 (N= 226) en cualquier rama de tratamiento pasaron a en un estudio a largo plazo de fase 3, multicéntrico, abierto y no controlado, de 96 semanas de duración (estudio 110) en que todos recibieron tratamiento con tezacaftor/ivacaftor. Este estudio se encuentra aún en marcha, pero se han divulgado algunos resultados:

En la semana 24, los pacientes procedentes del estudio 106 mostraban un cambio absoluto en ppVEF1 mayor entre quienes habían recibido previamente placebo frente a quienes mantuvieron tratamiento con la combinación (4,2 vs. 0,2 puntos porcentuales), sin diferencias notables en la tasa anualizada de exacerbaciones pulmonares (0,65 en los pacientes tratados con placebo previamente vs. 0,72 en continuación con la combinación).

En la semana 16, los pacientes tratados con placebo en el estudio 108 tenían un cambio absoluto en ppVEF1 de 4,9 puntos, mientras que la mejoría fue sostenida –sin cambios– entre quienes recibieron y mantenían la combinación. Se observaron tendencias similares para las variables secundarias (dominio respiratorio de CFQ-R, tasa de exacerbaciones pulmonares e IMC).

La seguridad clínica de la combinación ivacaftor/tezacaftor –administrada junto a una dosis adicional diaria de ivacaftor– quedó suficientemente definida en base a los casi 500 pacientes homocigotos o heterocigotos para la mutación F508del que recibieron el tratamiento en los ensayos de fase 3 (los dos pivotales más uno adicional que se interrumpió por la incapacidad de demostrar eficacia), durante una media de 16 semanas. Su perfil toxicológico parece benigno y fundamentalmente relacionado con los aparatos respiratorio y gastrointestinal, siendo el porcentaje de pacientes tratados que reportó acontecimientos adversos incluso inferior en comparación con el grupo placebo (82% vs. 87% con placebo); lo mismo ocurrió para la incidencia de eventos adversos graves (10% vs. 15%) y de discontinuación de tratamiento, que se situó en tasas bajas (1,6% vs. 2%).

Las reacciones adversas más frecuentes reportadas por los pacientes en tratamiento con la combinación fueron: cefalea (14% vs. 12 % con placebo) y nasofaringitis (12% vs. 10%); náuseas, congestión nasal y mareo tuvieron también una incidencia al menos un 1% mayor que en el grupo placebo. Aunque la mayoría fueron leves-moderadas en intensidad, entre los eventos adversos graves relacionados con el tratamiento destacan la hemoptisis, las exacerbaciones pulmonares y el incremento de creatina fosfocinasa. Además, las principales causas de discontinuación/interrupción del tratamiento fueron dolor abdominal (0,4% vs. 0%), síndrome de obstrucción intestinal distal (0,6% vs. 0%), aumento de transaminasas, fatiga, cefalea y dolor orofaríngeo. No hay datos suficientes para descartar que la combinación de ivacaftor/tezacaftor se asocie a un riesgo incrementado de cataratas u opacidad del cristalino en pacientes pediátricos. Los datos de seguridad a largo plazo derivados del estudio de extensión fueron consistentes y similares a los aquí comentados.

Aspectos innovadores

Se trata de dos nuevos medicamentos de administración diaria por vía oral que incluyen asociaciones del ya comercializado ivacaftor, un potenciador de la proteína CFTR que incrementa la actividad del canal de cloruro (tiempo y frecuencia de apertura), con los nuevos principios activos lumacaftor o tezacaftor, los cuales son correctores selectivos que incrementan la cantidad de proteína CFTR que alcanza la superficie de la célula epitelial, corrigiendo su plegamiento defectuoso y degradación prematura motivada por ciertas mutaciones del gen CFTR en la FQ; por tanto, estos últimos no necesitan, a diferencia de ivacaftor, la presencia de proteína activa en la membrana celular. El efecto sinérgico de luma- y tezacaftor con ivacaftor se traduce en un aumento del transporte de iones cloruro en las células epiteliales afectadas por la FQ, revirtiendo parcialmente la excesiva absorción de agua y la deshidratación de la superficie epitelial, para normalizar la composición y cantidad de las secreciones (se reduce, por ejemplo, la cantidad de cloruro en sudor y la hiperviscosidad del moco de las vías aéreas).

En base a lo anterior, el medicamento con la combinación de ivacaftor y lumacaftor (Orkambi®) ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes con FQ de 6 años de edad y mayores homocigotos para la mutación F508del en el gen CFTR. Por su parte, la combinación de ivacaftor y tezacaftor (Symkevi®) ha sido autorizada como medicamento huérfano para el tratamiento –en combinación con dosis adicionales de ivacaftor solo– de pacientes con FQ de 12 años de edad o mayores homocigotos para la mutación F508del o bien que sean heterocigotos para tal mutación pero tengan también otra mutación del gen CFTR, como: P67L, R117C, L206W, R352Q, A455E, D579G, 711+3AG, S945L, S977F, R1070W, D1152H, 2789+5GA, 3272-26AG o 3849+10kbCT.

Los datos clínicos que respaldan la autorización de ivacaftor/lumacaftor derivan de 3 ensayos clínicos de fase 3, multicéntricos, aleatorizados, doblemente ciegos y controlados con placebo, de 24 semanas de duración, en que se evaluó la combinación coadministrada con el tratamiento estándar para la FQ (broncodilatadores, antibióticos inhalados, suero salino hipertónico, etc.) en pacientes homocigotos para F508del; pueden considerarse adecuados en diseño y grado de evidencia, aunque ésta es limitada.

En adolescentes y adultos (≥12 años de edad) (N= 1.108), los datos de dos ensayos pivotales reflejan una mejoría estadísticamente significativa de la función respiratoria en el tratamiento con la combinación, que sin embargo es bastante modesta pues se observan aumentos de ppFEV1 (variable primaria) de 2,41-2,65 puntos porcentuales con respecto a placebo. A la semana 24, los resultados de eficacia fueron consistentes con independencia de edad, sexo u otros factores como la gravedad de la enfermedad (incluso en pacientes con un ppFEV1<40%, es decir, una función pulmonar más deteriorada). No obstante, un estudio de extensión a largo plazo evidenció una tendencia decreciente que sugiere una atenuación temporal del efecto: a la semana 72, se observaron aumentos de 1,5 y 0,5 puntos porcentuales de ppFEV1 en pacientes previamente tratados con placebo y con la combinación, respectivamente. Aunque se describió una reducción del 39% del riesgo de exacerbaciones pulmonares frente a placebo, la ausencia de significación estadística en ésta y otras variables secundarias –cambios en IMC o puntuaciones del dominio respiratorio del CFQ-R– sugiere una eficacia clínica relevante pero limitada.

La extensión de indicación a pacientes pediátricos de 6 a 11 años se basó en los datos derivados de un único ensayo aleatorizado (N= 204), donde se verificó que los pacientes tratados con la combinación tenían una reducción estadísticamente significativa de -1,09 puntos porcentuales en el índice de aclaramiento pulmonar 2.5 desde el valor basal (variable principal) en comparación con el grupo placebo; esa modesta eficacia (dentro del rango de valores de cambio observados para otros fármacos usados en FQ) fue consistente en todos los subgrupos de pacientes. La ausencia de significación estadística en los datos del IMC o la puntuación del dominio respiratorio del test CFQ-R cuestionan la magnitud de la eficacia. Se espera que el estudio post-autorización a 5 años, cuya finalización se preveía a finales de 2019, aporte datos adicionales de eficacia (y de seguridad) a largo plazo que permitan dilucidar el impacto del tratamiento con ivacaftor/lumacaftor sobre la morbi-mortalidad de las poblaciones diana.

Por otra parte, la autorización de la combinación de ivacaftor/tezacaftor (Symkevi®) –en combinación con dosis adicionales de ivacaftor solo– se basó en los datos de dos estudios pivotales de casi idéntico diseño a los anteriores, pero duración variable. En el primero, con pacientes de ≥12 años homocigotos para la mutación F508del de CFTR (N= 504), la combinación indujo –en todos los subgrupos de pacientes– una mejoría de 4,0 puntos sobre el ppFEV1 (variable primaria) frente a placebo, asociada a una reducción del riesgo de exacerbaciones pulmonares de un 35% (que también alcanzó significación estadística), pero sin cambios destacables en otras variables secundarias debido al procedimiento jerárquico del análisis estadístico (numéricamente los cambios de IMC y del dominio respiratorio del cuestionario CFQ-R favorecen a la combinación frente al placebo).

En pacientes de ≥12 años heterocigotos para F508del y con una segunda mutación de función residual en el gen CFTR (N= 248), el tratamiento con ivacaftor/tezacaftor mejoró significativamente la función pulmonar en la comparación con placebo en todos los subgrupos (con independencia de la edad, severidad de la patología, sexo, tipo de mutación, etc.): desde la semana 2 y hasta el promedio de las semanas 4 y 8 (de los dos periodos de tratamiento del estudio), se observó un aumento de ppVEF1 de 6,8 puntos porcentuales, siendo también favorable en la comparación con ivacaftor en monoterapia (diferencia de 2,1 puntos). En esta población específica, que suele presentar una enfermedad de progresión más lenta (como sugiere la mayor edad de los pacientes incluidos, con una media cercana a 35 años), casi el doble de los pacientes tratados con ivacaftor/tezacaftor experimentó un cambio de ≥4 puntos –cambio mínimo con relevancia clínica– en el dominio respiratorio del cuestionario CFQ-R (65% vs. 33% con placebo). El estudio de extensión, que incluyó tanto a los pacientes homocigotos como heterocigotos que completaron sus estudios pivotales, apunta al mantenimiento de la eficacia de la combinación a las semanas 24 y 16 de tratamiento (adicional) en los respectivos grupos de pacientes, con tendencias similares a las anteriormente descritas (por ejemplo, cambios de 4-5 puntos porcentuales en ppVEV1 en pacientes tratados antes con placebo).

Para contextualizar los resultados de eficacia obtenidos con las asociaciones de ivacaftor con los nuevos principios activos, lumacaftor y tezacaftor, se puede aludir a los resultados de un estudio retrospectivo (Sawicki et al., 2017) que estima que el promedio del declive anual de la función pulmonar (ppVEF1) en sujetos homocigotos F508del es de −1,77 puntos porcentuales (de -2,05 si se consideran solo los adolescentes) y de -1,01 puntos en pacientes heterocigotos F508del (-1,67 en adolescentes). Así, las ganancias de 2,4-2,7 puntos con ivacaftor/lumacaftor y de 4-7 puntos con ivacaftor/tezacaftor que se mantienen en el tiempo más allá de las 24-48 semanas de tratamiento se pueden considerar clínicamente relevantes, máxime si se producen en población adolescente y homocigotos. En cualquier caso, la magnitud del cambio es modesta, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de pacientes incluidos en los estudios presentaban valores de ppVEF1 entre 40-90% y enfermedad estable (es decir, una función pulmonar no demasiado deteriorada) y que en algunos de ellos no se cumplió que el cambio absoluto de ppVEF1 fuera ≥5%.

Cabe destacar que los resultados de eficacia derivan de estudios sin comparador activo, que sería la situación óptima, si bien la EMA acepta este hecho en base a los limitados tratamientos disponibles al inicio de los mismos. Además, no se ha realizado una comparación directa entre las dos nuevas combinaciones. Si se realizara una comparación indirecta (con inherentes limitaciones y escasa robustez estadística), los datos apuntan a una eficacia ligeramente superior de ivacaftor/tezacaftor sobre ivacaftor/lumacaftor: en pacientes homocigotos F508del, el cambio medio de ppVEF1 para la primera combinación se sitúa en 4 puntos porcentuales frente a los 2,6 puntos con la segunda. Sin embargo, el efecto sobre el IMC parece ser favorable para ivacaftor/lumacaftor.

Con respecto a la seguridad clínica, las dos asociaciones parecen relativamente bien toleradas, con una incidencia general de eventos adversos similar a placebo y una baja tasa de abandonos del tratamiento. Su perfil toxicológico viene definido por eventos adversos de gravedad leve-moderada que afectan fundamentalmente a los aparatos respiratorio y gastrointestinal (tanto en población adolescente y adulta como pediátrica). Las reacciones adversas descritas se corresponden en gran medida con las ya descritas para ivacaftor en monoterapia. Destacan, desde el punto de vista cualitativo, los eventos adversos hepatobiliares (aumento de las aminotransferasas, hepatitis colestásica o encefalopatía hepática) y los de tipo respiratorio; por su frecuencia, sobresalen la disnea y la tos, la congestión nasal y nasofaringitis, la cefalea y mareos, la diarrea y las náuseas. En ausencia de comparaciones directas, parece que el tratamiento con ivacaftor/tezacaftor se tolera mejor que con ivacaftor/lumacaftor, especialmente por la ausencia de caídas bruscas del FEV1 o aumentos de presión arterial, o por el menor riesgo de interacciones farmacocinéticas clínicamente relevantes (sobre todo con inmunosupresores o anticonceptivos hormonales por inducción de su metabolismo vía CYP3A4).

En definitiva, los dos nuevos fármacos aportan cierta innovación mecanística frente a ivacaftor (el primero que actuaba sobre un componente biomolecular ligado a la etiología de FQ), a pesar de actuar sobre la misma vía farmacológica. Se trata de los primeros tratamientos específicos para pacientes con la mutación de clase II F508del9, que abarcarían en torno a la mitad de los pacientes de FQ. Por tratarse de opciones de tratamiento no curativo con resultados de eficacia modestos (posiblemente, la combinación de ivacaftor/tezacaftor presenta un mejor balance beneficio/riesgo) y que, por ahora, deben añadirse al tratamiento sintomático estándar (fisioterapia respiratoria, dornasa alfa, suero salino hipertónico, antibióticos inhalados, etc.), no modifican en gran medida la terapéutica de la FQ. Además, ante una enfermedad crónica como es la FQ, ambos medicamentos deberían ser administradas durante largos períodos, por lo que se requieren futuros estudios con mayores periodos de seguimiento que esclarezcan las incertidumbres sobre su beneficio-riesgo a largo plazo, ya que hasta ahora se han evaluado en periodos de tratamiento relativamente cortos y en pacientes sin afectación pulmonar demasiado grave. Por todo ello, la decisión de tratamiento individualizado con los nuevos medicamentos debe tomarse en base a la situación clínica de cada paciente.

Valoración

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Sesgos de publicación y edición científica: la metaciencia al rescate

Resumen

En cualquier estudio científico podemos encontrar dos tipos de errores. Por un lado, los errores aleatorios, distribuidos de forma azarosa y con carácter puntual, que afectan fundamentalmente a la precisión de los resultados. Por otra parte, los errores sistemáticos o sesgos son debidos a errores en el diseño o en el procedimiento mediante el que éste es ejecutado en el desarrollo de los estudios, así como en la fundamentación de la hipótesis, en el apoyo documental, en el análisis de los resultados o en la elaboración de las conclusiones. En definitiva, un sesgo es un error que se repite procedimentalmente y, por ello, no suele afectar a la precisión pero sí puede afectar de forma muy relevante a la exactitud, esto es, a la veracidad de los resultados en relación al objetivo del estudio en cuestión, invalidándolos en mayor o menor grado.

El sesgo de publicación supone un tipo de sesgo de selección, por el que el investigador considera erróneamente que solo los estudios previamente publicados sobre una cuestión en particular son los únicos realizados, lo que supone una alteración de los resultados de la investigación debido a la tendencia editorial de publicar preferente o exclusivamente resultados positivos –que confirman de forma estadísticamente significativa la hipótesis del estudio–, ignorando aquellas investigaciones que reportan solo una tendencia o relación estadísticamente no significativa entre las variables que se investigan. Esto afecta decisivamente a la diseminación del conocimiento científico, alterando el impacto que un determinado resultado genera –o deja de hacerlo– sobre el conocimiento de la investigación en curso y su ignorancia o desdén voluntario pueden ser causa de la obtención de conclusiones erróneas en una investigación en curso sobre la materia implicada.

Por su parte, los sesgos editoriales surgen como consecuencia de retardar o negar la publicación de estudios por criterios no científicos; es decir, prejuicios sobre autores, país o continente de procedencia del artículo, centro académico o institución, publicación previa o no en la revista, costes de edición, pertenencia o no a determinados grupos cooperativos o sobre el idioma, entre otros. Obviamente, resultan tan negativos desde el punto de vista del rigor científico como los sesgos de publicación y el numeroso resto de tipos de sesgos conocidos.

En resumen, el conocimiento de los sesgos en la investigación científica es fundamental para poder prevenirlos o, al menos, reducir su impacto hasta un mínimo aceptable que garantice la veracidad de los resultados y de las conclusiones que puedan obtenerse de aquellos. Afortunadamente, la ciencia es –por definición– autocrítica, lo que permite conocer el diagnóstico y el tratamiento preventivo y curativo de los sesgos.

Es mucho más fácil detectar un error que descubrir la verdad. 

(Johann Wolfgang von Goethe)

Los errores son los postes indicadores en el camino del éxito.

(Clive S. Lewis)

Metaciencia: el guardaespaldas de la ciencia

Desde una perspectiva filosófica académica, se ha afirmado (Nubiola, 2019) que “es la actitud, no el método, lo que distingue a la ciencia de la no ciencia”. Personalmente, me permito discrepar en parte de esta opinión, ya que aunque –por supuesto– la ciencia necesita tanto de actitud como de aptitud por parte del investigador, por encima de todo la ciencia es un método sistemático de conocimiento. Esa característica es la que permite que la ciencia pueda corregir eficazmente sus propios errores y optimizar sus procedimientos. En este sentido, podemos considerar a la metaciencia como la puesta en práctica de procedimientos científicos para comprender y estudiar el propio método científico y la filosofía de la ciencia; en otras palabras, es la ciencia estudiándose a sí misma (Cuéllar, 2019a), enfatizando los conceptos que la fundamentan: demostración, prueba, contrastación empírica, verificación, reproducibilidad, probabilidad y, por supuesto, causalidad.

Este término –metaciencia– ha ido cobrando impulso en las últimas décadas, particularmente en el contexto de lo que algunos han denominado, discutiblemente, como la actual crisis de reproducibilidad de la ciencia. En una encuesta realizada en 2016 por la prestigiosa revista científica Nature (Baker, 2016), alrededor del 90% de los 1.500 científicos encuestados consideró que hay una crisis “leve» o «significativa», y entre el 40% y el 70% estuvo de acuerdo en que la notificación selectiva, el fraude y las presiones para publicar «siempre” o “a menudo” contribuyen a que la investigación no sea reproducible. Es obvio que los resultados de esta encuesta, que no fue aleatoria, pueden no representar a toda la población de científicos, pero reflejan una relevante corriente de opinión en el ámbito científico. ¿Está la ciencia actual en crisis?

Hablar de crisis de la ciencia probablemente sea exagerado, si bien es cierto que actualmente nos enfrentamos con algunos nuevos desafíos a añadir a los tradicionales, particularmente en los que refiere a la reproducibilidad, con resultados fabricados, falsificados, sesgados, con poca potencia, seleccionados y, en definitiva, irreproducibles. Con todo, afirmar que la ciencia está en crisis carece de fundamento empírico y, como mantienen algunos especialistas (Fanelli, 2018), este posicionamiento podría ser incluso contraproducente ya que en lugar de inspirar a las jóvenes generaciones para hacer más y mejor ciencia, podría fomentar en ellas el cinismo y la indiferencia ante el conocimiento riguroso, corriendo el riesgo de desacreditar el valor de la evidencia y alimentar posiciones manifiestamente anticientíficas o demagógicas, tal como las que venimos padeciendo con los movimientos antivacunas, entre otros diversos.

Por tanto, la metaciencia pretende caracterizar la validez de un ámbito de investigación específico, como por ejemplo la fiabilidad de los estudios en biomedicina y su aplicabilidad o representatividad para la autorización oficial de nuevos medicamentos e indicaciones terapéuticas, así como para la elaboración y reforma de guías de actuación clínica; igualmente, pretende optimizar a través de una crítica rigurosa y sistemática las prácticas editoriales de los medios especializados y generalistas, la transparencia de la financiación de los estudios y de los intereses de sus autores, y la idoneidad de los procedimientos –incluyendo los estadísticos– empleados en cada caso.

La reproducibilidad experimental o empírica es la cualidad de que un experimento produzca los mismos resultados –o muy similares, dentro de un alto rango de confianza– cuando se repite en las condiciones y con los métodos descritos para dicho experimento. Así pues, un estudio empírico que no sea reproducible deja de tener carácter científico ipso facto; en el mejor de los casos podrá ser un buen indicio, pero no verdadero conocimiento científico.

Los conceptos de repetibilidad y testabilidad están claramente relacionados con el de reproducibilidad. Por repetibilidad entendemos la propiedad de obtener resultados consistentes al replicar –repetir– un experimento científico pero partiendo de un conjunto distinto de datos de los empleados en el estudio original, aunque coherentes con estos últimos, siguiendo la misma metodología experimental. La experimentalidad de un estudio científico debe implicar necesariamente que la hipótesis pueda ser testable, es decir, refutable o, utilizando la terminología de Popper (Popper, 1983), falsable. Si no puede probarse que una hipótesis puede ser falsa, tampoco podría probarse que es cierta en términos científicos. La falsabilidad significa que los contraejemplos –datos experimentales contrarios a la hipótesis testada– son lógicamente posibles y su viabilidad para ser observados es real.

Pese a que dichos conceptos son claros, en muchas ocasiones las publicaciones científicas refieren protocolos, métodos, procesos de cálculo y conjuntos de datos que son opacos, lo que impide reproducir hallazgos aparentemente relevantes. Así ocurre en dos de cada tres artículos destacados de psicología, uno de cada tres de economía experimental y más del 75% de los que identifican dianas terapéuticas contra el cáncer (Ioannidis, 2018a).

La reproducibilidad de un estudio es, repetimos, una pieza fundamental del método científico; sin ella se corre el riesgo de enfrentarnos a una hipertrofiada bibliografía repleta de información falsa o, al menos, de cuestionable fiabilidad que nunca se llega a corregir o depurar. Por eso es tan importante investigar la propia investigación científica mediante la metaciencia, diseñando o corrigiendo los métodos que permiten realizar, evaluar, revisar y difundir correctamente la ciencia.

Lamentablemente, comprobamos que en los artículos originales publicados en revistas científicas el apartado destinado a describir la metodología empleada en el experimento tiene un papel cada vez más marginal, reduciéndose en muchos casos a la mínima expresión y, además, empleando una terminología descaradamente imprecisa. Además, no es infrecuente el recurso a métodos y herramientas de investigación no validados previamente de forma empírica o el empleo de procedimientos inapropiados de inferencia estadística; en este sentido, las pruebas de significación de la hipótesis nula con informes de valores de p –el famoso p<0,05– están integradas en infinidad de estudios, a pesar de ser un método inferencial deficiente para la mayoría de ellos (Ioannidis, 2018a).

—El objetivo de hacer que la ciencia sea más transparente puede mejorar el conocimiento científico y, por ende, la salud individual y de la población—

Errores y sesgos en ciencia. Precisión vs. Exactitud

Básicamente, en cualquier estudio científico podemos encontrar dos tipos de errores. Los errores aleatorios, distribuidos de forma azarosa y con carácter puntual, que afectan fundamentalmente a la precisión de los resultados, ya que provocan una dispersión anómala y errática de los mismos tras repetir un mismo procedimiento científico. Por otra parte, los errores sistemáticos o sesgos son debidos a errores en el diseño o en el procedimiento mediante el que éste es ejecutado en el desarrollo de los estudios, así como en la fundamentación de la hipótesis, en el apoyo documental, en el análisis de los resultados o en la elaboración de las conclusiones. En definitiva, un sesgo es un error que se repite procedimentalmente y, por ello, no suele afectar a la precisión –debido justamente a su carácter sistemático– pero sí puede afectar de forma muy relevante a la exactitud, es decir a la veracidad de los resultados en relación al objetivo del estudio en cuestión, invalidándolos en mayor o menor grado. Los sesgos de un estudio científico vienen a representar la diferencia entre lo que creemos que estamos valorando y lo que realmente estamos valorando (Cuéllar, 2019b).

Absolutamente ningún área de investigación científica está exenta de sesgos, por lo que resulta obvia la necesidad de conocerlos y entenderlos con el fin de evitarlos, minimizarlos, corregirlos o, al menos, rebajar las expectativas de certidumbre de las conclusiones, acotando el ámbito de aplicabilidad en función de su firmeza científica. En el ámbito biosanitario, el potencial de sesgo en la investigación clínica es particularmente elevado, debido a que los sujetos de estudio son seres humanos; esto implica que, además de la enorme variabilidad en sus características biológicas, propias de los seres vivos, presentan otros múltiples y diversos factores variables de carácter no biológico que inciden notablemente en sus respuestas, como son las actitudes psicológicas y rasgos de carácter, los aspectos culturales, étnicos, etc. Como consecuencia de ello se producen efectos que pueden alterar de forma relevante los resultados en investigación clínica: efecto placebo, efectos psicoterapéuticos inespecíficos ligados a la interacción con el paciente, cambios en el estilo de vida y fenómenos sociológicos y psicológicos específicos (efecto Hawthorne, el condicionamiento colectivo por sentirse observado; efecto Rosenthal, por el que los evaluadores con el paso del tiempo pueden dar menor importancia a los síntomas comunicados porque esperan que los pacientes mejoren; efecto halo, por el que la mejora en un síntoma da lugar a optimismo y bienestar en el paciente, lo que reduce el impacto negativo de otros síntomas que, en realidad, no han mejorado objetivamente; etc.), entre otros numerosos (Cuéllar, 2019c).

Los sesgos no se producen solo en una fase específica del proceso de investigación, sino que pueden producirse en cualquiera (Manterola et al., 2015), desde la planificación (definición de objetivos, selección de la metodología de investigación y de sus elementos representativos, elección de las variables de estudio, criterios de validación estadística, etc.) hasta la elaboración de las conclusiones (qué es lo que permiten afirmar los resultados y qué no permiten, cuáles son las limitaciones del estudio) y la declaración de intereses de los autores y de entidades financiadoras, pasando por la selección y ejecución de los procedimientos de estudio y el registro, análisis estadístico y representación de los resultados. Cabe citar a un conjunto de sesgos potencialmente importantes que se relacionan con la documentación y la divulgación científica; son los sesgos de publicación y los sesgos editoriales, que constituyen el núcleo específico de atención de esta revisión.

Charles S. Pierce, un filósofo estadounidense a caballo entre los siglos XIX y XX afirmaba que la ciencia es un modo de vida, un arte transmitido de maestros a aprendices. Para él, la clave del avance del conocimiento y del desarrollo de las ciencias no es la revolución o cambio de paradigmas, como posteriormente argumentaría Thomas Kuhn, ni la identificación de problemas como afirmaba Karl Popper, sino la comunicación entre los miembros de una comunidad científica, que resulta esencial para el escrutinio de la evidencia y de los resultados alcanzados.

Sin entrar en el denso debate sobre cuál es el criterio fundamental para el avance de la ciencia y del conocimiento humano en general, parece obvio que la comunicación y la divulgación científica son elementos fundamentales cualquiera que sea el modelo considerado, lo que nos lleva directamente a los sesgos de publicación y los sesgos editoriales.

¿Qué es un sesgo de publicación? Podemos definirlo como la tendencia sistemática a publicar solo investigaciones con resultados que confirman de forma estadísticamente significativa la hipótesis del estudio y a dejar de hacerlo –o retrasarlo– con aquellas con resultados negativos o no significativos. 

La importancia del sesgo de publicación en investigación científica es extraordinaria, ya que puede falsear la fundamentación de los resultados anteriores sobre los que se apoya un estudio, alterando de forma relevante la hipótesis sometida a investigación. Pero, además, afecta de forma particularmente drástica a la elaboración de las revisiones sistemáticas y metanálisis en el ámbito biosanitario, valiosas herramientas que permiten combinar y sintetizar los resultados de estudios previos para evaluar el efecto general de una intervención en salud, afectando a la elaboración y actualización de guías de práctica clínica. No en balde, las revisiones sistemáticas y metanálisis detentan –cuando están correctamente elaborados– un alto nivel de fiabilidad científica.

Recordemos que las revisiones sistemáticas son investigaciones científicas cuyo objeto de selección y análisis son estudios originales primarios –es decir, experimentales– sobre ámbitos específicos de conocimiento y, como indicábamos anteriormente, constituyen una herramienta esencial para ordenar y sintetizar la información científica disponible sobre una cuestión determinada, lo que permite ampliar la validez –la veracidad– de las conclusiones de estudios individuales e incluso identificar elementos de incertidumbre sobre los que es necesario reforzar la investigación. Sin embargo, no siempre es posible presentar de forma sintética o resumida los resultados numéricos de los estudios primarios, lo que impide su agregación y posterior análisis estadístico conjunto. En este caso, hablamos de revisiones sistemáticas cualitativas, para diferenciarlas de aquellas otras, las revisiones sistemáticas cuantitativas o metanálisis, que usan métodos estadísticos para combinar los resultados numéricos de dos o más estudios, siempre que sean obtenidos en condiciones homogéneas (Cook et al., 1997).

Es evidente, por tanto, la trascendencia que tiene el sesgo de publicación sobre la calidad metodológica de las revisiones sistemáticas cualitativas y, especialmente, en los metanálisis, pudiendo conducir a que los estudios con resultados significativos pudieran estar sobrerrepresentados («falsos positivos») y que los estudios sin resultados significativos podrían no incluirse (» falsos negativos») porque cada estudio por separado, por sí solo, tendría poca potencia (sin diferencias estadísticamente significativas), lo que significa que no se considerarían algunas opciones de tratamiento que podrían producir un beneficio clínico real.

No menos relevantes que los sesgos de publicación son los sesgos editoriales, que representan la tendencia sistemática de algunas empresas editoriales o publicaciones concretas a impedir o postergar la publicación de artículos, ateniéndose a prejuicios o a consideraciones ajenas al valor o interés científico intrínseco del estudio.

El falaz e insidioso sesgo de publicación

Básicamente, el sesgo de publicación supone un tipo de sesgo de selección por el que el investigador considera erróneamente que solo los estudios previamente publicados sobre una cuestión en particular son los únicos realizados. Esto supone, en definitiva, una alteración de los resultados de la investigación debido a la tendencia editorial de publicar preferente o exclusivamente resultados que sean estadísticamente significativos, ignorando aquellas investigaciones que reportan una tendencia o relación estadísticamente no significativa entre las variables que se investigan. Es, pues, un sesgo que afecta decisivamente a la diseminación del conocimiento científico, afectando al impacto que un determinado resultado genera o deja de hacerlo sobre el conocimiento de la investigación en curso y su ignorancia o desdén voluntario  puede ser causa de la obtención de conclusiones erróneas en una investigación en curso sobre la materia implicada.

A este sesgo no solo contribuyen las publicaciones encargadas de diseminar los estudios científicos, sino también la actitud de los propios investigadores al considerar que su experimento o los datos obtenidos no son los apropiados, por requerir una mayor muestra o número de réplicas de los experimentos, o bien experimentar una pérdida de interés en la temática del propio estudio al no obtener los resultados deseados; incluso, podrían ser afectados por la influencia adversa de la opinión de otros investigadores a los que se han anticipado los resultados negativos.

Habida cuenta de la importancia que tienen los sesgos de publicación, particularmente en el ámbito biomédico, se han desarrollado diversas metodologías para estudiarlo y determinar su impacto. Una clase de enfoques para detectar el sesgo de publicación se basa en modelos de selección que utilizan la teoría de distribución ponderada para modelar el proceso de selección (publicación) y desarrollar procedimientos de estimación. Estos modelos de selección suelen ser complicados y a menudo requieren hacer suposiciones drásticas, muchas veces no verificables; por lo tanto, la validez de sus resultados ajustados puede ser dudosa, y estos métodos generalmente se emplean como análisis de sensibilidad.

Otra clase de métodos se basa en un gráfico en embudo (funnel plot), que ilustra gráficamente la relación entre el tamaño del efecto2 y su error estándar (falta de precisión) de cada estudio. En ausencia de sesgo de publicación, el gráfico adoptará una forma simétrica (como un embudo invertido), mientras que si hay sesgo de publicación mostrará una forma asimétrica (Figura 1).

Figura_1

Se puede evaluar intuitivamente el sesgo de publicación al examinar la asimetría del gráfico en embudo. Sin embargo, el examen visual suele ser subjetivo, por lo que se han propuesto varias pruebas estadísticas como alternativas, entre las que las más conocidas son la prueba de rango de Begg y la prueba de regresión de Egger. La primera examina la correlación entre los tamaños del efecto y sus correspondientes variaciones de muestreo, donde una fuerte correlación implica la existencia de sesgo de publicación. Por otra parte, la prueba de Egger hace una regresión de los tamaños de efectos estandarizados en sus precisiones; en ausencia de sesgo de publicación, se espera que la intersección de regresión sea cero.

Además de detectar el sesgo de publicación utilizando modelos de selección y métodos basados en gráficos en embudo, también es importante cuantificar el sesgo de publicación utilizando medidas que permitan comparaciones entre diferentes metanálisis. Una medida candidata es la denominada asimetría de las desviaciones estandarizadas, que no solo tiene una interpretación intuitiva como la asimetría de los resultados del estudio recopilados, sino que también puede servir como estadística de prueba (Lin et al., 2018). Al igual que el estadístico I2 utilizado habitualmente para evaluar la heterogeneidad, la asimetría puede ser una buena característica del metanálisis para cuantificar el sesgo de publicación.

Otros métodos para saber si el resultado de un metanálisis es robusto o está afectado por un sesgo de publicación, son los denominados métodos de la N de seguridad (fail-safe N). El método de Rosenthal puede explicarse con el siguiente ejemplo (Molina, 2017). Suponiendo un metanálisis con un efecto estadísticamente significativo como, por ejemplo, un riesgo relativo mayor que uno (RR>1) con una p<0,05 (o un intervalo de confianza del 95%, IC95%, que no incluye el valor nulo, el 1), ¿cuántos estudios con RR=1 (valor nulo) deberían incluirse en el metanálisis hasta que la p no sea significativa (p>0,05)? Si se requieren pocos estudios (N<10) para hacer nulo el valor del efecto, posiblemente el efecto sea nulo en realidad y la significación estadística inicial sea solo producto de un sesgo de publicación. Por el contrario, si N>>10, probablemente el efecto sea significativo de verdad.

Aunque este método valora bien efecto estadístico del sesgo de publicación, esto no supone que valore igualmente bien la importancia de los resultados; además, el efecto de los estudios no incluidos en el metanálisis podría ir en sentido contrario que el efecto detectado o en el mismo sentido pero de menor magnitud. Por ello, existe una variante del método anterior, la N de seguridad de Orwin, que permite calcular cuántos estudios harían falta para llevar el valor del efecto a un valor específico, normalmente el menor efecto que sea clínicamente importante.

Al hacer una revisión meramente orientativa (no sistemática) sobre la evaluación del sesgo de publicación en diferentes ámbitos de la investigación biomédica, los resultados son muy sugerentes. En este sentido, es ya clásica la revisión realizada incluyendo a todas las revisiones sistemáticas con metanálisis de intervenciones y factores de riesgo/pronóstico publicados en las 10 revistas médicas con mayor factor de impacto3 a nivel mundial entre 2011 y 2012 (Onishi et al., 2014). Entre las 116 revisiones identificadas, la evaluación del sesgo de publicación no se informó en 36 revisiones (31%), de las cuales siete (19%) tenían un sesgo muy significativo.

Al considerar específicamente algunas áreas biomédicas la situación se hace aún más grave, con tasas de revisiones sistemáticas y metanálisis de investigación clínica que NO evalúan el sesgo de publicación:

  • Oncología clínica (Herrmann et al., 2017): 131/182 (72%).
  • Dermatología (Atapko et al., 2016): 191/293 (65%).
  • Ortopedia (Scott et al., 2019): 399/694 (57%).
  • Anestesiología (Hedin et al., 2016): 89/217 (43%).
  • Gastroenterología (Heavener et al., 2018): 75/190 (39%).

El riesgo de sesgo de publicación no solo afecta a los estudios publicados, o no, en revistas científicas, sino también para los trabajos presentados como resúmenes de congresos. Un estudio de cohorte retrospectivo identificó 337 ensayos clínicos aleatorizados sobre fertilidad presentados como resúmenes de congresos entre 2007 y 2010, a partir de una búsqueda electrónica de la Base de Datos Cochrane de Ginecología y Fertilidad (Lensen et al., 2017), y tras excluir ensayos no elegibles y duplicados, quedaron 224 resúmenes. Los autores del estudio mostraron que “solo” el 49% de los resúmenes llegaron a la publicación de texto completo cuatro o más años después de la presentación del resumen.

Para reducir o incluso evitar el efecto del sesgo de publicación, las medidas propuestas a escala internacional se basan esencialmente en el registro obligatorio de los ensayos prospectivos y el acceso público y gratuito a los datos del estudio a través de bases de datos de resultados rigurosamente controladas.

Por ley, todos los ensayos clínicos deben ser autorizados por las autoridades sanitarias de cada país (en España, la AEMPS, en los estudios multinacionales europeos, la Agencia Europea de Medicamentos o EMA). Todos ellos son incluidos en el registro de ensayos clínicos de la Unión Europea y, obligatoriamente, desde diciembre de 2016, deben informar sobre sus resultados en el registro oficial, dentro del año posterior a su finalización. En la Unión Europea, este registro es EudraCT (https://eudract.ema.europa.eu). En Estados Unidos, el procedimiento es similar y el sitio oficial de registro es Clinical Trials (https://ClinicalTrials.gov).

Por su parte, el sitio EU Trials Tracker (http://eu.trialstracker.net/) rastrea qué hospitales y qué compañías farmacéuticas están cumpliendo con la normativa de reportar oficialmente los resultados de sus ensayos clínicos, y cuáles no. Este sitio forma parte de una serie de Trials Trackers producidos por EBM DataLab en la Universidad de Oxford (Gran Bretaña). En 2018, solo la mitad (49,5%) de los ensayos clínicos registrados de la Unión Europea cumplía la ley de publicar sus resultados (Goldacre et al., 2018), con la peculiaridad de que los ensayos clínicos con patrocinio comercial –laboratorios farmacéuticos– mostraron una tendencia sustancialmente mayor de ver publicados sus resultados que aquellos con un patrocinador no comercial (68,1 vs. 11,0%). No obstante, en diciembre de 2019, la proporción había mejorado hasta el 63,2% (diferencia de 13,7 puntos porcentuales); con todo, esto supone que actualmente todavía un 36,8% de los estudios clínicos cuyos resultados deberían haber sido reportados oficialmente, no lo fueron (Figura 2).

Figura_2

Actualmente (Figura 3, datos de diciembre de 2019), siguen siendo las compañías farmacéuticas las que cumplen con mayor énfasis la obligación de publicar los resultados de su investigación clínica. Contrasta vivamente con la situación de los hospitales universitarios con mayor investigación clínica de la Unión Europea. Una situación que aún es peor en los hospitales universitarios con mayor tradición en investigación clínica de España, como los hospitales de la Santa Creu i Sant Pau o el Clinic, ambos de Barcelona, o el Hospital Clínico San Carlos o el Gregorio Marañón, de Madrid, cuya tasa de reporte de ensayos clínicos cuyos resultados deberían haber sido reportados es del… 0%.

Figura_3

Por otro lado, varios metanálisis no han encontrado diferencias en el sesgo de publicación entre ensayos controlados aleatorios financiados por la industria y no financiados por ésta, como lo muestran dos metanálisis recientes, uno realizado con 349 estudios de terapia biológica y de pequeñas moléculas empleados en artritis reumatoide (Cohen et al., 2019) y otro con 233 estudios de lupus eritematoso sistémico (Cohen et al., 2018).

—La metaciencia pretende caracterizar la validez de un ámbito de investigación específico, como por ejemplo la fiabilidad de los estudios en biomedicina—

Transparencia vs. Riesgo de manipulación de los datos

Son muchos los que consideran que el acceso sin restricciones –abierto– a publicaciones de artículos originales y metanálisis en las revistas acelera el progreso de la investigación y la productividad del conocimiento, lo que a su vez desarrolla y promueve la difusión eficiente del contenido. Un estudio reciente (Al Hamzy et al., 2019) ha descrito el acceso a los 500 artículos de medicina de emergencia más citados publicados entre 2012 y 2016, en términos de acceso basado en el editor (acceso abierto o suscripción), rutas de acceso alternativas (autoarchivadas o proporcionadas por el autor) y relativos costes de acceso. De los 500 artículos incluidos, 167 (33%) fueron publicados en un formato de acceso abierto y de los 333 restantes (67%), 204 (61%) estaban disponibles en otros lugares en Internet, 18 (4%) fueron proporcionados por los autores, y 111 (22%) fueron accesibles solo mediante pago (suscripción). Los cargos medios de procesamiento y acceso a los artículos fueron de 2.518,62 $ y 44,78 $, respectivamente. Estos costos fueron 2,24, 1,75, 2,28 y 1,56 veces más caros para los autores sudafricanos, chinos, turcos y brasileños, respectivamente, que para los autores estadounidenses (p<0,001 en todas las comparaciones).

En definitiva, solo uno de cada cinco de los 500 artículos seleccionados en el ámbito de la medicina de emergencia era accesible exclusivamente mediante suscripción; sin embargo, el acceso para científicos de países de ingresos medios y bajos parece encontrarse significativamente obstaculizado por su coste, lo que sugiere que los autores de los originales deberían considerar esta circunstancia adversa para otros científicos al decidir dónde publicar, amén de la ventaja de recibir citas si la publicación de su original fuese en acceso abierto.

Un reciente editorial del Journal of American Medical Association (JAMA; Bauchner et al., 2019), señalaba que aunque el objetivo de hacer que la ciencia sea más transparente –es decir, compartir datos, publicar resultados en registros de prueba, usar servidores de preimpresión y publicación de acceso abierto, etc.– puede mejorar el conocimiento científico y, por ende, la salud individual y de la población, también presenta desafíos sustanciales en una era de ciencia politizada, escepticismo y el omnipresente mundo de las redes sociales.

¿Puede la experiencia de compartir datos derivados de ensayos clínicos aleatorizados (ECA) servir como ejemplos para salvaguardar la «verdad» en la ciencia?, se preguntaba el editorialista. En los últimos años, el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (International Committee of Medical Journal Editors, ICMJE) ha emitido varias declaraciones sobre el intercambio de datos que sustentan los ECA. En la última (Taichman et al., 2017), se consideró que como requisito los artículos originales que informan de los resultados de los ensayos clínicos deberían incluir una declaración que indique «si se compartirán los datos individuales de los participantes no identificados (incluidos los diccionarios de datos), qué datos en particular se compartirán, si estarán disponibles documentos adicionales relacionados (por ejemplo, protocolo de estudio, plan de análisis estadístico), cuándo estarán disponibles los datos y por cuánto tiempo, y con qué criterios de acceso se compartirán los datos (incluso con quién, para qué tipos de análisis y con qué mecanismo)”.

Sin embargo, comenta el editorialista de JAMA, no todas las revistas han querido adherirse o no tienen los recursos para adherirse a estos principios. Además, las redes sociales podrían usarse para difundir los resultados de estudios independientemente de si habían sido sometidos o no a una rigurosa revisión por pares (peer review) y una evaluación exhaustiva de su validez científica. De hecho, es posible que gran parte del público no comprenda el valor potencial de la revisión por pares de alta calidad con el fin de garantizar un análisis e interpretación adecuados de los datos. En este sentido, se ha vuelto cada vez más claro que las redes sociales pueden usarse (y, de hecho, se usan) para manipular pensamientos, ideas y creencias.

Aunque es incuestionable que el intercambio de datos produce numerosos beneficios, también conlleva desafíos sustanciales, particularmente en áreas altamente polémicas y politizadas, como los efectos del cambio climático y la contaminación en la salud, en los que el debate público parece estar basado tanto en ficciones como en hechos demostrados. El intercambio de datos, concluye el editorialista de JAMA, es un tema complicado para el que no hay respuestas simples… solo palabras de precaución y de preocupación.

Sesgos de información sobre conflictos de intereses

Dos estudios relevantes ilustran la cuestión del sesgo de información sobre conflictos de intereses de los autores de ensayos clínicos. El primero es una encuesta metodológica (Hakoun et al., 2017) que concluye que los estudios esponsorizados por la industria farmacéutica informan de conflictos de intereses individuales y financieros con mayor frecuencia que los financiados por instituciones públicas. En cualquier caso, es relevante que, como se indica en una encuesta transversal de revisiones sistemáticas sobre investigación en políticas y sistemas de salud (Bou-Karroum et al., 2018), una quinta parte de las revisiones no incluía ninguna declaración de conflicto de intereses.

Hasta hace no mucho tiempo, la información sobre conflictos de interés estaba ausente en la mayoría de los estudios clínicos publicados, como lo muestra un grupo de metanálisis de tratamientos farmacológicos publicados en revistas biomédicas de alto impacto, en los que la información sobre la financiación de cada ensayo clínico y los conflictos de sus autores solo se incluyera raramente en los artículos (Roseman et al., 2011).

El sesgo de patrocinio es un problema aún no resuelto. Como ejemplo de ello, un metanálisis de 45 estudios clínicos comparando la eficacia psicoterapia vs. farmacoterapia para la depresión en adultos (Cristea et al., 2017) encontró que la farmacoterapia era más eficaz que la psicoterapia (g= -0,11; IC95%  -0,21 a -0,02) según los ensayos financiados por la industria vs. no financiados.

Un ejemplo más llamativo es la valoración de los 10 metanálisis publicados sobre gabapentina y pregabalina (Desai et al., 2019), que sugiere que los estudios extremadamente favorables en la literatura metaanalítica de gabapentina y pregabalina pueden ser una indicación de sesgo en los estudios realizados en países menos desarrollados. Aunque todos los metanálisis mostraron resultados favorables estadísticamente significativos para ambos fármacos vs. placebo u otros comparadores, no obstante se observaron estimaciones de heterogeneidad I2 que excedían el 90% (0,9) –claramente excesiva– en 4 metanálisis sobre el empleo gabapentina o pregabalina en dolor posoperatorio. Por otro lado, el 51% de los ensayos clínicos presentaron resultados extremadamente favorables a ambos fármacos, el 43% provenían de países poco desarrollados sin tradición de investigación clínica, un 29% no informaron sobre la financiación del ensayo clínico y un 30% no reportaron conflictos de interés de los autores. Y lo que es aún más grave: el 71% estudios con resultados desfavorables para pregabalina y gabapentina provenían de países desarrollados y con larga tradición en investigación clínica.

Sesgos editoriales. El sectarismo extrapolado a la ciencia

Los sesgos editoriales surgen como consecuencia de retardar o negar la publicación de estudios por criterios no científicos; es decir, prejuicios sobre autores, país o continente de procedencia del artículo, centro académico o institución, publicación previa o no en la revista, costes de edición (pago por publicar), pertenencia o no a determinados grupos cooperativos o el idioma, entre otros diversos factores.

En general, puede afirmarse que las revistas que no se editan en inglés tienen un factor de impacto más bajo, por lo que son menos valoradas incluso en aquellos países de donde el inglés no es la lengua oficial, lo que implica que la investigación divulgada en estos países en otros idiomas que no sean inglés tiene menos impacto, ya que no es fácil para las revistas que no se publican en inglés conseguir citaciones en publicaciones anglosajonas. Ni siquiera se accede a estas citaciones al adoptar el inglés como idioma de una revista española o latinoamericana, ya que los autores y lectores anglosajones tampoco las leen y, por tanto, no las citan.

Es evidente que las principales bases de datos bibliográficas científicas favorecen las publicaciones en inglés, no solo por el número de publicaciones indexadas sino por la facilidad de acceso. Se da la paradoja de que hay publicaciones anglosajonas que han estado indexadas antes de distribuir su primer número, algo impensable en una revista que utilice otro idioma. Según la Biblioteca Cochrane, solo un 52% de los metanálisis publicados en la literatura incluyen artículos indexados que no se han publicado en inglés, a pesar de que los artículos no publicados en inglés en neurología suponen un 22% y en psiquiatría hasta un 35% (Matías-Guiu et al., 2011).

Actualmente, se publican anualmente en torno a tres millones de artículos científicos en el mundo. Obviamente, no todo es bueno e, incluso, puede afirmarse que tal volumen está directamente vinculado a malas prácticas y a falseamiento de resultados. Por otro lado, el 75% de los artículos científicos publicados están bloqueados detrás de muros de pago (Kurien et al., 2019).

Las más prestigiosas publicaciones científicas –de alto impacto– se concentran en manos de unas pocas empresas editoriales que forman de facto un oligopolio, gracias al que cobran elevadas tasas por publicar y consultar artículos científicos. Se da la triste paradoja de que las propias universidades financiadas con fondos públicos muy limitados pagan enormes sumas de dinero por publicar o acceder a las publicaciones privadas; en concreto, a la universidad pública española le cuesta en torno a mil millones de euros al año acceder y publicar en estas revistas científicas (Lorite, 2019), a pesar de que existen sistemas científicamente fiables y gratuitos como ArXiv (https://arxiv.org/), donde se puede publicar en muchas materias de forma abierta e inmediata antes de su posible aceptación por revistas; no obstante, no todas ellas admiten la publicación previa, lo que es una auténtica extorsión para los autores. Algunas comunidades académicas han montado sus propias revistas de acceso abierto y sin tasas, como el Journal of Machine Learning Research (http://www.jmlr.org/), un foro internacional para la publicación electrónica y en papel de artículos académicos de alta calidad en aprendizaje automático. Todos los artículos publicados están disponibles gratuitamente en línea y con el compromiso de una revisión rigurosa pero rápida; las versiones finales se publican electrónicamente casi inmediatamente después de su recepción.

Aunque muchas editoriales científicas justifican su exigencia del pago de elevadas tasas por publicar y permitir la consulta de artículos originales por los costes asociados a la complejidad de la revisión por pares (peer review), ésta no es necesariamente sinónimo de objetividad. De hecho, a algunos científicos de prestigio que actúan como revisores se les ha acusado de suprimir, retrasar o alterar la aparición y la difusión de hallazgos que refutan sus propios hallazgos, condenando así a perpetuar dogmas erróneos e interesados en su área de estudio (Antman et al., 1992).

La falta de transparencia y de accesibilidad a los datos originales de los estudios es otro aspecto muy relevante, como ha sido puesto de manifiesto por la revisión (Wallach et al., 2018) de una muestra aleatoria de 149 artículos biomédicos publicados entre 2015 y 2017, en los que se investigó la proporción de fuentes de financiación pública o privada, y los posibles conflictos de intereses, compartiendo protocolos y datos sin procesar. Según este trabajo, un porcentaje relevante (31%) de estos 149 estudios no revelaban información sobre financiación ni conflictos de interés.

En España, lamentablemente, la mayoría de las agencias que financian investigación biomédica con fondos públicos no implementan estrategias rigurosas para verificar la diseminación de la información correspondiente a los ensayos clínicos financiados (Pardo, 2017).

El «improductivo» Peter Higgs

Tener un gran número de publicaciones es condición sine qua non para entrar, mantenerse y promocionar en el sistema académico en todo el mundo. Sin embargo, cuando se prioriza la publicación sobre la investigación la calidad de ésta puede quedar gravemente comprometida; pero, por otro lado, si la publicación es excluida o dificultada, se corre el riesgo de dejar pasar importantísimas aportaciones científicas.

Un ejemplo paradigmático de esto último es el de Peter Higgs, un científico que publicaba muy poco pero estudiaba mucho y bien, tanto como para proponer en 1964 que la explicación del origen de la masa de las partículas elementales y, en particular, de los bosones W y Z, estaba en la ruptura de la simetría en la teoría electrodébil. En julio de 2012, el bosón de Higgs fue confirmado experimentalmente en el LHC (Large Hadron Collider; Gran Colisionador de Hadrones) del CERN4. Pocos días antes de recibir el premio Nobel, Higgs afirmó (The Guardian, 2013): “No creo que ninguna universidad me empleara en el sistema académico actual, porque no sería considerado lo suficientemente productivo. Es difícil imaginar cómo podría tener suficiente paz y tranquilidad en el clima actual para hacer lo que hice en 1964”.

Un poco de humor no resta seriedad sino que aporta humilde realismo

Personalmente, considero que en ciencia y en cualquier otro ámbito de conocimiento quien no es sinceramente humilde añade a su condición de ignorante la de idiota. Y nada desinfla más el globo de la vanidad del científico ignorante e idiota –especie por demás abundante– que una visión humorística que evidencie las limitaciones de su método de trabajo y la cortedad de su visión de la ciencia. Por eso, me permito traer a colación la perspectiva de John Antonakis, profesor de comportamiento organizacional en la facultad de negocios y economía de la Universidad de Lausana (Suiza), así como editor de la publicación The Leadership Quarterly.

Empleando términos jocosos que recuerdan los empleados –a veces, innecesariamente– en medicina, Antonakis hace una profunda reflexión sobre la investigación científica actual (Antonakis, 2017). Para él, hay cinco «enfermedades» graves que sofocan actualmente la producción de investigaciones útiles. Son éstas:

  • Significosis: énfasis excesivo en los valores estadísticamente significativos, donde los resultados no significativos no se evalúan ni se usan a la hora de sacar conclusiones, dando lugar a la pérdida de información valiosa.
  • Neofilia: apreciación excesiva de la novedad; es decir, obsesión por lo novedoso. Da lugar a que los estudios que confirman o refutan hallazgos anteriores (repetibilidad y reproducibilidad), que son la base de la ciencia, apenas reciban atención.
  • Teorrea: concentración en las nuevas teorías; predilección por la aparición continua de nuevas teorías que motiven nuevos experimentos, frente a la consolidación de otras teorías con mayor base experimental.
  • Arigorium: falta de rigor del trabajo teórico y empírico, como consecuencia de la urgencia por publicar.
  • Disjuntivitis: propensión a producir grandes cantidades de obras redundantes, triviales o incoherentes. Dado que lo novedoso, las nuevas líneas, las nuevas modas y los resultados estadísticamente significativos son lo que más gusta y lo más fácil de publicar, muchos investigadores van probando cosas aquí y allí (“picoteando”), lo que conduce a una ciencia fragmentaria y dispersa, en lugar de centrarse en líneas sólidas y avanzar de manera consistente.
  • Antonakis afirma que estas enfermedades están causando un daño inmenso a la ciencia y ponen en duda el papel de la ciencia ante la sociedad. Por ello, más allá de hacer una ciencia mejor y de manera más creativa, también propone reflexionar sobre qué se está haciendo, si las preguntas son las correctas y si se está tratando de resolver los problemas reales. Tal reflexión debería desafiar todo lo que se hace para que nunca se pierda de vista a quién se está sirviendo. Nuestro leitmotiv –dice Antonakis– debería ser siempre: ¿Y qué? ¿Es riguroso? ¿Hará la diferencia? En definitiva, lo auténticamente importante es hacer mejor ciencia, sin importar tanto cómo se mide, cómo se redimensiona o cómo se conceptualiza su impacto, y si éste afecta a las redes sociales, a la política o a otros ámbitos. Mejorar el factor de impacto de una revista u otras formas de medida a nivel individual no deberían ser objetivos en sí mismos; hacer mejor ciencia sí lo es, concluye Antonakis.

Conclusiones

El sesgo de publicación supone un tipo de sesgo de selección por el que el investigador considera erróneamente que solo los estudios previamente publicados sobre una cuestión en particular son los únicos realizados, lo que supone una alteración de los resultados de la investigación debido a la tendencia editorial de publicar preferente o exclusivamente resultados que sean estadísticamente significativos, ignorando aquellas investigaciones que reportan una tendencia o relación estadísticamente no significativa entre las variables que se investigan. Esto afecta decisivamente a la diseminación del conocimiento científico, alterando el impacto que un determinado resultado genera –o deja de hacerlo– sobre el conocimiento de la investigación en curso y su ignorancia o desdén voluntario puede ser causa de la obtención de conclusiones erróneas en una investigación en curso sobre la materia implicada.

Por su parte, los sesgos editoriales surgen como consecuencia de retardar o negar la publicación de estudios por criterios no científicos, es decir, prejuicios sobre autores, país o continente de procedencia del artículo, centro académico o institución, publicación previa o no en la revista, costes de edición (pago por publicar), pertenencia o no a determinados grupos cooperativos o el idioma, entre otros factores. Obviamente, resultan tan negativos desde el punto de vista del rigor científico como los sesgos de publicación y el amplio resto de tipos de sesgos conocidos.

El conocimiento de los sesgos en la investigación científica es fundamental para poder prevenirlos o, al menos, reducir su impacto hasta un mínimo aceptable que garantice la veracidad de los resultados y de las conclusiones que puedan obtenerse de aquellos.

Lejos de ofrecer un mensaje pesimista sobre el valor real de la ciencia actual, el que seamos capaces de detectar cada vez más tipos de sesgos no quiere decir que estemos haciendo peor ciencia, sino todo lo contrario; afortunadamente, la ciencia es –por definición– autocrítica: se investiga a sí misma de forma rigurosa (metaciencia). Así pues, conocemos el diagnóstico y el tratamiento preventivo y curativo de los sesgos; por tanto, no se trata de investigar y publicar menos ciencia, sino de hacerlo mejor. Todo ello sin olvidar que los “rankings” de valoración de las universidades, las tasas de impacto de las publicaciones, etc., que tanto se emplean –en bastantes ocasiones, de forma arbitraria– en la política pública de investigación científica, son tan difíciles de hacer bien como fáciles de corromper.

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Polimialgia reumática

Resumen

La polimialgia reumática (PMR) es una enfermedad inflamatoria de causa desconocida, muy rara en personas menores de 50 años. Así, esta patología debe sospecharse en ancianos que comiencen con dolor osteomuscular en la cintura escapular o pélvica, siendo su diagnóstico fundamentalmente clínico, aunque en las pruebas complementarias se suele encontrar elevación de reactantes de fase aguda. El tratamiento se basa en el uso de esteroides a dosis de 10-20 mg/día durante 2-4 semanas para ir reduciendo la dosificación hasta suspenderla.

Por otro lado, la arteritis de células gigantes (ACG) es una enfermedad de los vasos sanguíneos que puede producirse en forma conjunta con la polimialgia reumática. El síntoma más frecuente es una cefalea intensa, a veces punzante (en el territorio de la arteria temporal, occipital, frontal o difusa). Los síntomas de esta afección mejoran con rapidez con el tratamiento con corticoesteroides. Es relativamente común que la ACG pueda afectar a arterias de pequeño calibre y al flujo de sangre en el ojo, pudiendo originar desde pequeñas alternaciones visuales hasta pérdida de visión, por lo que debe diagnosticarse y tratarse de una forma precoz.

El presente artículo pretende dar a conocer los aspectos más relevantes de ambas patologías desde un punto de vista clínico.

Polimialgia reumática

La polimialgia reumática (PMR) es una enfermedad que se manifiesta por dolor y rigidez articular localizados habitualmente en cintura escapular y pelviana. Además, se suele acompañar de una reacción sistémica con manifestaciones clínicas y alteraciones analíticas propias de enfermedad inflamatoria. Es una enfermedad más característica de personas de mayor edad, que suele presentarse de forma aislada o acompañarse de arteritis de células gigantes (ACG).

El diagnóstico de esta patología es fundamentalmente clínico y requiere haber descartado previamente otras entidades como la artritis reumatoide (AR) u otras espondiloartropatías. Su tratamiento básico consiste en el uso de glucocorticoides a dosis bajas, que suele conseguir que los pacientes alcancen una mejoría sintomática en poco tiempo.

Epidemiología

LA PMR es una enfermedad típica de la tercera edad. Se produce exclusivamente en mayores de 50 años y la edad promedio de inicio se localiza alrededor de los 75 años: los datos de prevalencia se estiman en 70 casos/100.000 habitantes en mayores de 50 años. Entre un 5 y un 65% de los pacientes con PMR presentan ACG; de hecho, la PMR y la ACG tienen muchas similitudes (edad de inicio, predominio femenino, distribución geográfica similar), lo cual sugiere que las dos entidades podrían representar diferentes tipos de una misma enfermedad. Por sexos, la proporción a favor de las mujeres es de 2/1, aumentándose la incidencia con la edad. Por razas, la raza blanca es la más afectada por la PMR.

Etiopatogenia

La causa de la PMR desconocida y se ignora la razón de su mayor frecuencia entre la población geriátrica. Algunos estudios sugieren una base genética relacionada con factores ambientales. La asociación con algunos antígenos, como el HLA DR4 y HLA DRB1, así como con agentes infecciosos, tales como Mycoplasma pneumoniae, parvovirus B19 y Chlamydia pneumoniae,  tienen resultados controvertidos en varios estudios y no pueden justificarse aún en la patogénesis de la enfermedad.

Por otra parte, los mecanismos implicados en el desarrollo de esta enfermedad están aún por clarificarse de forma concreta, si bien se ha resaltado la importancia en la fisiopatología de PMR del aumento en la producción local de citocinas proinflamatorias (detectadas en el intersticio de los músculos y en sangre de pacientes con la enfermedad). De igual forma, alteraciones endocrinas como la disminución de los niveles de dehidroepiandrosterona o alteraciones en el eje hipotálamo-pituitario-gonadal (alteración a nivel adrenal con producción disminuida de cortisol en respuesta al estado inflamatorio) se han estudiado como posibles mecanismos etiopatogénicos.

La mayoría de los pacientes de edad avanzada con polimialgia reumática refieren fundamentalmente dolor y rigidez en la cintura escapular y región cervical

Clínica

avanzada con PMR refieren fundamentalmente dolor y rigidez en la cintura escapular y región cervical. Este dolor puede llegar a abarcar la parte proximal de los brazos; con menor incidencia, puede llegar a afectar la cintura pelviana, incluyendo los muslos.

El cuadro clínico característico suele durar aproximadamente un mes y afecta, como se ha comentado anteriormente, a la cintura escapular con distribución bilateral. Estos pacientes se quejan más por la noche y en situaciones de reposo. Al comenzar de nuevo cualquier actividad, la rigidez y el dolor dificulta en mayor medida cualquier movimiento, pudiendo llegar a afectar de manera intensa las actividades de la vida diaria. Además, después de un intervalo de tiempo muy largo, los pacientes suelen presentar sintomatología añadida, como fatiga, malestar general, anorexia o pérdida de peso y/o fiebre. Es importante indagar sobre síntomas como dolor de cabeza, alteraciones visuales, claudicación mandibular, alteraciones sensoriales en el cuero cabelludo o claudicación de las extremidades superiores, dado que la asociación de la PMR y la ACG se observa como mucha frecuencia.

En la exploración física, se suele encontrar rigidez y dolor en cintura escapular. Al indicar al paciente que eleve las extremidades superiores, nos encontramos con una incapacidad total por parte del paciente. Sin embargo, al hacer el movimiento pasivo sin resistencia, la movilidad de los brazos es normal. Otros hallazgos detectados en la exploración evidencian que los pacientes se quejan de dolor a la palpación de los músculos sin tumefacción articular. En ciertas ocasiones,  se puede observar la presencia de sinovitis oligoarticular de articulaciones periféricas: entre un 10-30 % de estas sinovitis se localizan en rodillas, carpos y metacarpos, con una intensidad que va desde leve a  moderada, sin presencia de erosiones ni destrucción articular.

Diagnóstico

El diagnóstico es fundamentalmente clínico. En la historia clínica se debe recoger con precisión la forma de inicio, la localización de dolor y la presencia o no de rigidez, así como realizar un cuidadoso examen físico para hacer un diagnóstico diferencial correcto.

Los hallazgos de laboratorios son muy inespecíficos aunque se puede llegar a observar elevación de la velocidad de sedimentación globular (VSG), que puede llegar a estar por encima de 100 mm/h y suelen ser más elevados si la PMR va asociada a la ACG. Este parámetro nos indica actividad de la enfermedad, aunque en otras enfermedades como la Artritis Reumatoide o el Lupus Eritematoso Sistémico también se puede elevar de forma casi continua. La proteína C reactiva, al igual que la VSG, es un reactante de fase aguda que puede marcar actividad de la enfermedad y se puede elevar de forma notable cuando se llega a este diagnóstico, siendo un marcador más sensible. Otros parámetros analíticos como anticuerpos antinucleares, anticuerpos contra el péptido cíclico citrulinado son negativos y sirven para hacer un diagnóstico diferencial con otras enfermedades.

Por otra parte, las pruebas por imagen no suelen aportar ningún dato específico para el diagnóstico. La radiología convencional de las articulaciones afectadas suele ser normal, pero otras pruebas como la ecografía o la resonancia nuclear magnética pueden mostrar sinovitis (bursistis subdeltoidea, subacromial y trocanterea). En algunos casos de PMR, puede ser necesario la prueba de Mantoux para descartar la existencia de una tuberculosis, debiéndose  evitar su reactivación al iniciar un tratamiento esteroideo.

Existen unos criterios para una mejor clasificación de la PMR, desarrollados en 2012 por la ´´Liga Europea Contra el Reumatismo´´ y el Colegio Americano de Reumatología. Estos criterios no han sido validados como criterios diagnósticos pero ayudan al clínico a distinguir esta enfermedad de otras patologías reumatológicas (Tabla 1).

Tabla_1y2

Ante una sospecha de PMR, se ha de hacer un diagnóstico diferencial muy amplio (Tabla 2). En el caso de la artritis reumatoide (AR) se ha de distinguir la seropositiva (que no implica ninguna dificultad) de la seronegativa (con la que el diagnóstico diferencial de PMR es más complicado). Tanto la AR seronegativa como la PMR tienen en común: la afectación de grandes articulaciones proximales, rigidez matutina, inicio brusco, síntomas constitucionales, sinovitis periféricas, Factor Reumatoide negativo, evolución benigna y una buena respuesta a los esteroides.

Otra patología que puede dar lugar a confusión es la polimiositis, que puede cursar con clínica de polimialgia no muy invalidante, aunque existen circunstancias que la diferencian, como la elevación de enzimas musculares en el 95% de los casos, patrón miopático en el EMG (electromiograma) e infiltrado inflamatorio crónico en las biopsias musculares. De igual modo, algunas neoplasias –como la de próstata y mama– o la osteoartritis generalizada pueden originar un cuadro similar a la PMR, por lo que deben descartarse antes de hacer un diagnóstico de PMR.

Tratamiento

El tratamiento se basa fundamentalmente en el control de síntomas a través del uso de corticoides sistémicos. La dosis más recomendable de inicio es de 10-20 mg/día de prednisona, con la que se puede alcanzar una mejoría sintomática espectacular en las primeras 24-72 horas; la mejoría del cuadro puede servir, de hecho, como confirmación diagnóstica. Se suele recomendar mantener esta dosis de corticoides de 2 a 4 semanas, para ir reduciéndola lentamente hasta dosis de 10 mg/día, que podrán mantenerse durante un mes y posteriormente reducir la dosis hasta suspenderla.

No es infrecuente encontrar pacientes que, tras la suspensión del tratamiento corticoideo, comienzan de nuevo con manifestaciones clínicas. En esas ocasiones, es preciso reanudar el tratamiento, incrementando las dosis hasta llegar a eliminar de nuevo los síntomas. Una dosis superior a 7,5 mg/día durante más de 6 meses puede aumentar el riesgo de osteoporosis en pacientes ancianos, por lo que en ellos estaría indicado un tratamiento profiláctico.

Otros tratamientos utilizados son los antiinflamatorios no esteroideos, que pueden mitigar los síntomas en un 20% de los casos. Los más utilizados son la indometacina o el diclofenaco a dosis de 100-150 mg/día.

En general, el tratamiento con esteroides se debe acompañar con terapias físicas en aquellos pacientes que tengan una mayor impotencia funcional y vean afectada su vida habitual de una manera importante; para minimizar el impacto funcional se han empleado tratamientos rehabilitadores y terapia ocupacional.

Una manera adecuada de seguir la evolución de esta enfermedad es la monitorización de la VSG, ya que se puede ver incrementada en las recaídas. No obstante, con un diagnóstico y tratamiento adecuados, el pronóstico de la mayoría de casos de PMR, suele ser favorable. Al ser frecuentes las recaídas, se considera adecuado hacer un seguimiento clínico y analítico, para evitar las posibles recidivas.

Arteritis de células gigantes

La arteritis de células gigantes (ACG) puede superponerse a la polimialgia reumática. Alrededor del 50% de los pacientes con ACG tienen síntomas de PMR y, en algún punto de la evolución de su enfermedad, entre un 5 y 15% de los pacientes con PMR tendrán un diagnóstico de ACG.

La ACG es una enfermedad multisistémica que tiene predisposición familiar y se caracteriza por una vasculitis de etiología desconocida. Suele afectar a vasos de mediano y gran calibre, con predilección de arterias extracraneales de cabeza y cuello, aunque puede también involucrar a pequeños vasos de manera ocasional. Es especialmente frecuente la afectación de la arteria temporal, por lo que también se denomina arteritis de la temporal.

Etiopatogenia

Se suele presentar en pacientes mayores de 50 años, especialmente en la octava década de la vida. La incidencia varía según el grupo étnico. Es más usual en mujeres con una proporción de 2/1. Se ha encontrado relación con antígenos de complejo mayor de histocompatibilidad HLA-DR3, HLA-DR4, HLA-DR7 y HLA B8.

Existen factores de riesgo como por ejemplo fumadores o exfumadores, una menopausia precoz, pacientes con historia de ansiedad relacionado con estrés que pueden aumentar la predisposición a padecer esta enfermedad.

La patogenia de la ACG es desconocida, aunque se postula una acción inmunomoduladora  a través de la activación de macrófagos y presencia de células gigantes multinucleadas en la lámina interna de la pared de los vasos afectados. También se pueden llegar a observar granulomas en estas arterias.

Clínica

Los síntomas de la ACG pueden comenzar de forma gradual a lo largo de varias semanas o bien de forma abrupta. Son, a menudo, anodinos, debidos fundamentalmente a un estado de inflamación sistémica, pudiendo presentar el paciente malestar general, fiebre, sudores nocturnos. No obstante, las afectaciones más graves pueden derivar a pérdida de visión parcial o completa de uno o ambos ojos.

El síntoma más frecuente es una cefalea intensa, a veces punzante (en el territorio de la arteria temporal, occipital, frontal o difusa), que los pacientes refieren usualmente en combinación con dolor en la lengua y claudicación de la mandíbula. Por otra parte, las alteraciones a nivel visual pueden derivar en diplopías, escotomas, ptosis, visión borrosa y pérdida de visión; puede haber breves períodos de pérdida parcial o completa de la visión en un ojo (amaurosis fugaz), seguidos rápidamente por una pérdida de la visión permanente e irreversible. En la exploración del fondo de ojo se puede observar neuritis óptica isquémica con palidez y edema del disco óptico, placas en copos de algodón dispersas y pequeñas hemorragias. Estos hallazgos se deben a la afectación de las ramas de la arteria oftálmica y/o arterias ciliares posteriores.

Otras manifestaciones típicas a nivel sistémico son accidentes cerebrovasculares y ataques isquémicos transitorios, por estenosis u oclusión de las arterias o ramas de la carótida o vertebrovasilares. A grandes rasgos, los pacientes con ACG pueden llegar a tener manifestaciones clínicas derivadas de la afectación de la aorta y sus ramas proximales, pudiendo llegar a producir aneurismas y/o disección de la aorta, complicaciones que se consideran muy graves. Las lesiones de la aorta son a menudo tardías, pero pueden progresar en ausencia de otros síntomas.

Existen fenotipos con un espectro de presentaciones que incluyen otras formas clínicas como la arteritis craneal clásica, arteritis de células gigantes extracraneal y polimialgia reumática. La arteritis craneal clásica o arteritis de la temporal se caracteriza por dolor de cabeza y otros signos (como sensibilidad a la palpación), motivados por el engrosamiento de la arteria temporal. En la exploración de los pacientes, la palpación de las arterias temporales puede provocar sensibilidad con dolor y los pulsos pueden palparse por encima del arco cigomático, por encima y delante del trago del oído.

Diagnóstico

De forma similar a lo comentado para la polimialgia reumática, el diagnóstico de ACG es eminentemente clínico. No obstante, en los análisis clínicos de estos pacientes se puede encontrar anemia, leucocitosis y trombocitosis. Además, los reactantes de fase aguda (velocidad de sedimentación globular y proteína C reactiva) suelen estar elevados.

La ACG se debe sospechar en pacientes mayores de 55 años, que presentan alguno de los siguientes signos:

  • Cefalea,
  • síntoma o signo nuevo compatible con isquemia de una arteria por encima del cuello,
  • claudicación mandibular,
  • dolor a la palpación de arteria temporal,
  • manifestaciones sistémicas de inflamación como fiebre o anemia subagudas inexplicables

Si se sospecha el diagnóstico de ACG, se recomienda la biopsia de una arteria. Actualmente, esta prueba sigue siendo la prueba de referencia para confirmar el diagnóstico; sin embargo, la biopsia puede ser falsamente negativa, ya que la afectación de la arteria suele ser parcheada. Por lo general, se biopsia la arteria temporal del lado sintomático, aunque también se puede biopsiar la arteria occipital si presenta anormalidad. La longitud óptima de la biopsia de la arteria temporal no está clara, aunque se obtienen mejores resultados con muestras más largas, de hasta 5 cm. Los hallazgos histológicos típicos son: inflamación con panarteritis, presencia de CD4, linfocitosis, macrófagos, células gigantes y fragmentación de la lámina elástica interna.

En pacientes con sospecha de ACG, se recomienda completar el estudio diagnóstico con pruebas de imagen que pueden revelar inflamación de las arterias en las extremidades inferiores o superiores, tales como la tomografía axial computarizada (TAC), resonancia magnética nuclear (RMN) o la ecografía doppler de pequeños y grandes vasos.

En pacientes con sospecha de arteritis de la arteria temporal, se recomienda una ecografía doppler de la arteria temporal y axilar; si la ultrasonografía no está disponible o no es concluyente, la RNM de las arterias craneales puede ser una alternativa muy fiable, pero la TAC no está recomendada en este caso.

En aquellos pacientes cuya clínica orienta a arteritis de grandes vasos, la ultrasonografía, la tomografía computarizada y la RMN se pueden utilizar para completar el diagnóstico. En estas pruebas complementarias se puede observar inflamación de la pared del vaso, con edema y estrechamiento luminal en arterias extracraneales. El hallazgo típico cuando se realiza una ultrasonografía es el denominado “signo del halo”, que se presenta como un anillo alrededor de la luz arterial, que representa el engrosamiento inducido por la inflamación de su pared. Cuando se comprime la arteria con el transductor del ecógrafo, este halo persiste, lo cual tiene una alta especificidad para el diagnóstico de esta enfermedad.

Tratamiento

Debe comenzarse tan pronto como se produzca la sospecha de ACG, ya que así se intentará prevenir la pérdida de visión; de hecho, se puede comenzar el tratamiento incluso antes de realizar la biopsia, si el clínico tiene una sospecha evidente de la patología.

La base del tratamiento son los corticoides a dosis bajas, a diferencia del tratamiento de la PMR. Los corticoesteroides reducen de una manera casi inmediata los síntomas y previenen en la mayoría de los pacientes las alteraciones visuales; esa rápida disminución de síntomas es un dato diagnóstico a favor de la ACG. En pacientes con afectación de grandes vasos, las guías recomiendan glucocorticoides a dosis altas, para ir reduciendo de forma gradual hasta la desaparición de síntomas. El tratamiento se puede prolongar hasta 8 semanas, dependiendo de cada paciente.

En pacientes que en el momento del diagnóstico tiene afectación visual, se puede intentar iniciar tratamiento con glucocorticoides por vía intravenosa durante 3 días para evitar complicaciones mayores. No obstante, en la mayoría de los pacientes se debe repetir el tratamiento con corticoesteroides en los 2 siguientes años posteriores al diagnóstico. El uso a largo plazo de esta medicación puede dar lugar a una larga lista de efectos secundarios, por lo que debe limitarse su uso.

A modo de resumen, las reacciones adversas de estos medicamentos pueden afectar a varios órganos y sistemas, con mayor o menor frecuencia:

  • ojos: cataratas, elevación de la presión intraocular, exoftalmos;
  • corazón: hipertensión, retención hidrosalina, hiperlipidemia, arritmias, enfermedad arterioesclerótica;
  • sistema gastrointestinal: úlcera sangrante, gastritis, perforación visceral, esteatosis hepática, pancreatitis aguda;
  • sistema osteomuscular: osteopenia, osteoporosis, osteonecrosis, miopatías;
  • cerebro: trastornos del estado del ánimo, psicosis, alteración de la memoria;
  • sistema endocrino: hiperglucemias, supresión del eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal;
  • sistema inmunitario: inmunosupresión, leucocitosis.

Estos efectos deben ser contrarrestados en la medida de lo posible mediante la utilización de terapias alternativas, la disminución de la dosis de corticoesteroides o la utilización de medicación para paliar estas complicaciones por el tratamiento. Entre los tratamientos alternativos, la combinación de tocilizumab con corticoesteroides ha demostrado un nivel de eficacia superior a los corticoestereoides solos. La aspirina a dosis bajas (100 mg/día) puede ayudar a prevenir eventos isquémicos y se debe prescribir en todos los pacientes.

Nuevos medicamentos en 2019

Resumen

Como bien deja constancia el Editorial, el año 2019 ha sido un año prolífico en cuanto a la incorporación al arsenal terapéutico de nuevos medicamentos, habiéndose comercializado un total de 31 nuevos principios activos, 13 más que el año anterior, y casi la mitad de los cuales (14) se enmarcan dentro del grupo terapéutico ATC L (terapia antineoplásica y agentes inmunomoduladores), continuando con la tendencia del último lustro en que la mayor parte de los nuevos principios activos se dirigen al tratamiento de patologías oncológicas. De forma interesante, en 2019 se han comercializado 10 nuevos medicamentos huérfanos (un tercio de los nuevos principios activos), con la relevancia terapéutica que esto tiene por tratarse de nuevas alternativas enfocadas a enfermedades graves que afectan a pequeños colectivos de personas carentes de una respuesta satisfactoria frente a su situación patológica. En la década que ha terminado, se han incorporado un total de 258 principios activos nuevos, aproximadamente un 15% de todos los actualmente comercializados; de ellos, hasta 47 han aparecido en medicamentos huérfanos, esto es, casi 1 de cada 5 principios activos nuevos.

En cuanto a volumen de medicamentos, hay que destacar que por tercer año consecutivo se reduce el número de presentaciones comercializadas, pues en 2019 se han comercializado 880 nuevas presentaciones de medicamentos –tanto de nuevos principios activos como de los ya existentes– frente a las 929 que se han dado de baja. A finales del año, el mercado de medicamentos en España contaba con casi 18.000 formatos o presentaciones comerciales de medicamentos. En la última década se han incorporado 8.911 presentaciones, lo que supone un 49% del total, y han desaparecido 9.262, con un balance negativo de 351 formatos.

A nivel de innovación terapéutica, destaca sobremanera la comercialización –y financiación– en España de las dos primeras terapias avanzadas CAR-T de fabricación industrial (tisagenlecleucel y axicabtagén ciloleucel), las cuales han supuesto un cambio de paradigma en el concepto “clásico” de medicamento y fueron merecedoras de los Premios Panorama 2019. Pero no han sido los únicos: también ha habido avances importantes en la terapéutica de patologías como la esclerosis múltiple, la mastocitosis o la fibrosis quística, entre otros, tal y como se refleja en el presente artículo.

Durante el año 2019, se registraron en España 881 nuevas presentaciones comerciales o formatos de medicamentos, tal como se recoge en la Tabla 1. El dato se alinea con la tendencia mostrada en los periodos analizados, en los últimos 40 años (Figura 1a) y en los últimos 10 años (Figura 1b). Cabe destacar, por ejemplo, que un total de 477 presentaciones corresponden a medicamentos genéricos (lo cual representa el 54% del total de nuevas presentaciones).

Tabla_1

Figura_1A

Figura_1B

Figura_1C

A fecha de 31 de diciembre de 2019, se encontraban en situación de comercialización un total de 17.998 formatos de medicamentos. Por otro lado, durante los últimos diez años se han incorporado al mercado 8.911 presentaciones, lo que supone el 49% del total disponible actualmente; no obstante, también desaparecieron 9.262 presentaciones, lo cual se traduce en un descenso neto de 351 formatos en ese periodo. La tendencia a la renovación viene determinada por el incremento del número de bajas respecto a periodos anteriores y la paulatina estabilización –con tendencia a la baja– del número de altas en los últimos cinco años (2015-2019), en los que ha habido 326 más bajas que altas (Figuras 1b y 1c).

En lo relativo a la composición cuantitativa de los nuevos medicamentos comercializados en 2019, el 79% de estos fueron monocomponente, un 15% contenían dos principios activos y el restante 6% eran medicamentos multicomponente (Figura 2a). En este sentido, parece evidente que se mantiene la tendencia hacia los medicamentos monocomponente, que supone el 81% de los nuevos medicamentos comercializados en los últimos diez años (Tabla 2 y Figura 2b).

Tabla_2

Figura_2A_2B

Por lo que se refiere a los nuevos principios activos comercializados en 2019 en nuestro país, han sido un total de 31 –de los cuales, 10 han sido calificados como huérfanos (un 32%)– (Tabla 3), 4 más que el año pasado, pero un número solo ligeramente superior a la mediana de 29 nuevos principios activos/año correspondiente a la década 2010-2019 (el promedio de nuevos principios activos/año se sitúa en 25,8). Teniendo en cuenta que se han comercializado un total de 880 formatos de medicamentos en 2019, se obtiene un promedio de 28,4 presentaciones nuevas por cada nuevo principio activo comercializado, cercano a la mediana de 30,6 de la década1. Cabe destacar, no obstante, que el 95% de los nuevos medicamentos comercializados durante 2019 incluyen principios activos autorizados y comercializados en años previos; de ellos, el 3% son presentaciones novedosas de medicamentos ya comercializados previamente, entendiendo como tal aquellas que suponen una innovación en forma farmacéutica y/o vía de administración.

Tabla_3

A grandes rasgos, las tendencias de la incorporación de nuevos principios activos en los últimos 42 años (1978-2019) (Figura 3a) y de la relación nuevos formatos/nuevos principios activos (Figura 3b) son moderadamente fluctuantes2 . Sin embargo, en los últimos diez años se aprecia un estabilización en la incorporación de nuevos principios activos en el mercado español (Figura 3c).

Figura_3A_3B_3C

Desde el año 2002, se han comercializado en España 91 nuevos principios activos como medicamentos huérfanos3, lo que supone un 18,2% de los nuevos principios activos incorporados en ese periodo. La tendencia es ligeramente ascendente, gracias a los 32 nuevos medicamentos huérfanos incorporados en los cinco últimos años (2015-2019). En cualquier caso, parece mantenerse una clara proporcionalidad entre el número total de nuevos principios activos y el de los incluidos específicamente en medicamentos huérfanos en cada año, lo que queda claramente reflejado en el evidente paralelismo entre ambas líneas de tendencia (Figura 3c).

Por otro lado, resulta reseñable que en el año 2019 se han comercializado en España 9 nuevos medicamentos biosimilares.

Si se considera la clasificación terapéutica de los nuevos principios activos comercializados en 2019, se han incorporado principios activos a 8 de los 14 grupos terapéuticos existentes. El grupo con mayor número de nuevos principios activos durante el año ha sido, como ya venía ocurriendo en los últimos años, el grupo L (Terapia antineoplásica y agentes inmunomoduladores), con un total de 14 y con gran diferencia sobre el resto. Desde el año 1977, en que apareció por vez primera Panorama Actual del Medicamento, se han incorporado un total de 1.196 nuevos principios activos al mercado farmacéutico español.

En cuanto a las tendencias observadas por grupos terapéuticos, el número de nuevos principios activos comercializados en España indica progresión significativa en la última década con relación al promedio global en particular del mencionado grupo L, de 4,0 a 9,3 principios activos/año; son también significativas la progresiones del grupo V (Varios), de 1,0 a 1,7 principios activos/año (incremento casi del doble), y en menor medida, del grupo R (Sistema Respiratorio) de 1,0 a 1,5 principios activos/año. Por el contrario, en la última década experimentaron una tendencia regresiva el grupo terapéutico J (Terapia antiinfecciosa sistémica), de 4,0 a 2,7 principios activos nuevos/año, el grupo N (Sistema nervioso), de 4,0 a 2,5 principios activos/año, y el grupo M (Aparato locomotor), de 1,0 a 0,7 principios activos/año, además de otros grupos en los que no se ha incorporado ningún principio activo durante 2019, como el grupo C (Aparato cardiovascular), de 3,0 a 1,4, y el grupo D (Dermatológicos), de 1,0 a 0,5 principios activos/año (Tabla 4).

Tabla_4

En la siguiente Tabla 5, se muestran, a modo de resumen, los nombres de los nuevos principios activos comercializados durante el año 2019, junto a los nombres de los medicamentos en que se incluyen, su grupo terapéutico ATC e indicación principal. Seguidamente, se resumen las principales características farmacoclínicas de cada uno de ellos, en base a la información disponible en el momento de su primera comercialización en España.

Tabla_5

TRACTO ALIMENTARIO Y METABOLISMO

Colangitis biliar primaria

Ácido Obeticólico

▼OCALIVA® (Intercept) PAM 426

El ácido obeticólico (Figura 4) es un agonista potente y selectivo del receptor X farnesoide (FXR) capaz de reducir las concentraciones de los ácidos biliares a nivel intrahepatocitario, al suprimir su síntesis de novo desde el colesterol y aumentar su transporte al exterior celular; así, estimula la coleresis y reduce la exposición del hígado a los ácidos biliares al limitar su cantidad total circulante. En base a ello, el medicamento, designado como huérfano, ha sido autorizado para el tratamiento, en combinación con el ácido ursodesoxicólico (AUDC), de la colangitis biliar primaria (CBP, o cirrosis biliar primaria) en adultos que no responden adecuadamente al AUDC o como monoterapia en adultos que no toleran el AUDC.

Figura_4

La datos clínicos conducentes a la autorización del ácido obeticólico derivan de un único ensayo pivotal de fase 3 (POISE), aleatorizado, doblemente ciego, de grupos paralelos, multicéntrico y multinacional, y controlado con placebo, en que la mayoría de pacientes estaban en tratamiento concomitante con AUDC. Tras 12 meses de seguimiento, una proporción significativamente mayor de pacientes tratados con el fármaco –tanto a la dosis fija de 10 mg/día como a una dosis escalonada iniciada a 5 mg/día– alcanzó el criterio de valoración principal (niveles de fosfatasa alcalina o FA <1,67×LSN, bilirrubina dentro de los límites normales y reducción de FA ≥15%) en comparación con placebo: 46-47% vs. 10% (p< 0,0001). Los resultados de las variables secundarias respaldaron la superior eficacia de ácido obeticólico en combinación con AUDC en comparación con la monoterapia con AUDC, demostrando que los cambios se debían mayoritariamente al efecto del fármaco sobre los niveles elevados de FA. Adicionalmente, un análisis de datos agrupados evidenció que la monoterapia con ácido obeticólico es también superior a placebo (38% de pacientes respondedores vs. 4%; p<0,0001) y sugirió una eficacia similar al tratamiento en combinación con AUDC.

Con un perfil toxicológico benigno, el ácido obeticólico se relaciona con una incidencia dosis-dependiente de eventos adversos superior que placebo (60-74% vs. 54%), pero, en general, es un fármaco bien tolerado que da lugar a bajas tasas de interrupción del tratamiento (1-11%). Aparece prurito en más de la mitad de los pacientes (de carácter moderado grave en 40-49% de pacientes vs. 17% con placebo) y principalmente en el primer mes de iniciar el tratamiento; suele hacer necesario el manejo clínico (medidas sintomáticas, ajustes posológicos, etc.) para mejorar su tolerabilidad. Otras reacciones adversas asociadas al empleo de ácido obeticólico son: astenia (22%), alteraciones hepáticas, alteraciones cardiovasculares y de lípidos plasmáticos.

En resumen, a pesar de ciertas limitaciones en los resultados disponibles, el ácido obeticólico aporta un mecanismo de acción novedoso y produce mejoras significativas en los niveles de marcadores bioquímicos en casi la mitad de los pacientes con CBP, sugerentes de un beneficio clínico potencialmente relevante. La CBP es una enfermedad rara frente a la cual no ha habido ninguna innovación terapéutica en las últimas 4 décadas; hasta la fecha, el AUDC continúa siendo el único fármaco autorizado. Aunque se trata de un tratamiento sintomático que no supone una cura, el ácido obeticólico aporta un valor añadido, pues en combinación con AUDC viene a cubrir la laguna terapéutica que representan aquellos pacientes que no responden adecuadamente a AUDC, y en monoterapia, supone la primera opción de tratamiento autorizada para quienes no toleran el AUDC.

Diabetes mellitus tipo 2

Ertugliflozina

▼STEGLATRO® (MSD) PAM 427

La ertugliflozina (Figura 5) es un nuevo antidiabético oral del grupo de los inhibidores selectivos del co-transportador de sodio glucosa SGLT-2, capaz de bloquear y reducir la reabsorción tubular de la glucosa y su umbral renal para la glucosa, de forma que potencia su eliminación urinaria (glucosuria). En base a este mecanismo antihiperglucemiante, independiente de la acción de la insulina, el medicamento ha sido autorizado, como complemento de la dieta y el ejercicio, para el tratamiento de adultos (>18 años) con diabetes mellitus tipo 2 que no logren un control glucémico adecuado, bien en monoterapia (cuando la metformina no se considera adecuada debido a intolerancias o contraindicaciones) o bien añadido a otros medicamentos antidiabéticos.

Figura_5

Su eficacia ha sido adecuadamente contrastada para la indicación aprobada en 7 ensayos clínicos de fase 3, aleatorizados, multicéntricos, doblemente ciegos y controlados por placebo (5 de ellos) o por comparador activo (2), que incluyeron un total de 4.863 pacientes con DM2. La eficacia del nuevo fármaco (a las dosis de 5 o 15 mg/día) ha sido evaluada tanto en monoterapia como en tratamiento adicional a otros antidiabéticos, siempre junto a dieta y ejercicio, demostrando un beneficio clínicamente relevante e independiente de edad, sexo, raza, duración de la diabetes o índice de masa corporal basal. Ha confirmado su superioridad en términos de reducción de los niveles de hemoglobina glucosilada (HbA1C) frente a placebo y con resultados muy similares –no inferiores– a los comparadores activos empleados (glimepirida y sitagliptina). Con los distintos regímenes terapéuticos investigados y sin diferencias significativas entre las dos dosis, la reducción de los niveles de HbA1C respecto al estado basal se situó en el rango de 0,6-1,2 puntos porcentuales a las 26-52 semanas; la coadministración con metformina y sitagliptina alcanzó una reducción de -1,5%. Además, el porcentaje de pacientes que alcanzaron tasas de HbA1C <7,0% fue del 26-50% con ertugliflozina (vs. 8-17% con placebo) y las reducciones de la glucemia en ayunas estuvieron en línea con los resultados de HbA1c. De forma interesante, la reducción del peso corporal con ertugliflozina fue superior (en 1,3-4,3 kg) frente a placebo o glimepirida, y también se verificó su efecto modesto sobre la presión arterial (descensos de entre -2,8 y -6,4 mmHg de la presión arterial sistólica).

El perfil toxicológico de ertugliflozina parece relativamente benigno y tolerable, clínicamente manejable y similar al de otros inhibidores de SGLT-2, con la ventaja de que carece del riesgo de amputación de miembros inferiores en pacientes con enfermedad cardiovascular. La incidencia de eventos adversos relacionados con el tratamiento fue baja (14,5% vs. 9,3% con placebo), como lo es la tasa de discontinuación por los mismos. Las reacciones adversas (leves-moderadas) descritas con mayor frecuencia fueron: infecciones del tracto respiratorio superior (2,7%-4,3% vs. 5,2%), hipoglicemia (4,5-5% vs. 2,9%), cefalea (2,9-3,5% vs. 2,3%), infección micótica vulvovaginal (2,7% vs. 0,6%) e infecciones del tracto urinario (2,4-2,7% vs. 3,3%). Los pacientes con insuficiencia renal moderada pueden tener un riesgo mayor de eventos adversos renales y relacionados con hipovolemia.

En definitiva, ertugliflozina no aporta innovación desde el plano mecanístico ni a nivel de pauta posológica respecto a otros inhibidores de SGLT2 disponibles, si bien comparaciones indirectas sugieren que podría tener una eficacia superior a dapagliflozina o empagliflozina y similar a canagliflozina. El beneficio clínico que aporta en términos de control glucémico y los efectos beneficiosos sobre el peso corporal y la presión arterial son relevantes para un mejor control metabólico y del riesgo cardiovascular en pacientes con DM2. Es previsible que ertugliflozina se posicione como una alternativa terapéutica razonable en 2ª o 3ª línea de tratamiento de la DM2 en pacientes no controlados adecuadamente, bien en monoterapia o en combinación (por ejemplo, la asociación con sitagliptina y metformina ha demostrado una eficacia notable). Junto a canagliflozina, podría representar la primera opción dentro de su grupo terapéutico, de especial interés en pacientes con sobrepeso u obesidad.

Semaglutida

▼OZEMPIC® (Novo Nordisk) PAM 424

La semaglutida es un fármaco antidiabético que actúa mimetizando las acciones fisiológicas del GLP-1 (péptido similar al glucagón tipo 1), hormona de la familia de las incretinas con que presenta alto grado de homología estructural. Tras actuar sobre sus receptores, induce un incremento de la secreción de insulina (dependiente de la glucemia) y suprime la de glucagón, aportando un marcado efecto hipoglucemiante; adicionalmente, el fármaco enlentece el vaciamiento gástrico y, con ello, la velocidad de aumento de la glucemia posprandial. El medicamento ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento de adultos con diabetes mellitus tipo 2 (DM2) que no han sido controlados adecuadamente, como complemento de la dieta y el ejercicio, bien en monoterapia (en pacientes en los cuales la metformina no se considera apropiada debido a intolerancia o contraindicaciones) o bien añadido a otros medicamentos antihiperglucemiantes.

Su eficacia clínica ha sido adecuadamente contrastada para la indicación aprobada en numerosos ensayos clínicos de fase 3, aleatorizados, multicéntricos, abiertos o doblemente ciegos, y controlados por placebo o por comparador activo, que incluyeron un total de 7.215 pacientes. La eficacia del fármaco (a las dosis de mantenimiento de 0,5 o 1 mg/una vez a la semana) ha sido evaluada con DM2 tanto en monoterapia como en tratamiento adicional a otros antidiabéticos. El nuevo fármaco ha demostrado una eficacia hipoglucemiante clínicamente relevante e independiente de edad, sexo, raza, duración de la diabetes, índice de masa corporal o peso al inicio del ensayo, confirmando su superioridad en términos de reducción de los niveles de hemoglobina glucosilada (HbA1C) frente a placebo y frente a todos los comparadores activos empleados: sitagliptina, exenatida, dulaglutida e insulina glargina. El porcentaje de pacientes que redujeron su tasa de hemoglobina glucosilada por debajo del 7,0% fue del 57-79% con semaglutida frente a 11-25% con placebo, 36% con sitagliptina, 40% con exenatida de liberación prolongada, 38% con insulina y 52-67% con dulaglutida; en el análisis frente a dulaglutida, las dosis comparativas de semaglutida fueron superiores en eficacia a las de dulaglutida. Además, el nuevo fármaco ejerce un efecto beneficioso sobre los niveles de glucemia en ayunas y, especialmente, sobre el peso corporal, con reducciones de 3,5 a 6,5 kg tras un año de tratamiento (clínicamente superior a los comparadores activos).

El perfil toxicológico de semaglutida parece adecuadamente definido (casi 5.000 pacientes han sido tratados con al menos una dosis) y equiparable al de otros agentes agonistas del receptor de GLP-1. Su seguridad clínica es aceptable y manejable, pues los efectos adversos, aunque frecuente –destacan las reacciones adversas gastrointestinales, como náuseas (>17%), diarrea (>12%) y vómitos (>6%)–, suelen ser leves-moderados y transitorios. No comporta riesgo de hipoglucemia grave, pero éste puede incrementarse en combinación con sulfonilureas y/o insulina, por lo cual requiere un seguimiento estrecho. También se debe prestar especial atención al posible riesgo de complicación de la retinopatía diabética por semaglutida.

Si bien no aporta ninguna innovación desde el plano mecanístico ni a nivel de régimen posológico y adherencia terapéutica respecto a otros agonistas de rGLP-1 (como dulaglutida o albiglutida), su eficacia clínica parece ser superior a la del resto de fármacos del grupo, con un beneficio remarcable sobre el peso corporal que puede aportar ventajas adicionales en el tratamiento de la DM2. A falta de conocer las consideraciones del Informe de Posicionamiento Terapéutico de la AEMPS, y sin considerar criterios económicos, es previsible que semaglutida se sitúe como fármaco de primera elección en su grupo terapéutico para el tratamiento en monoterapia de pacientes con DM2 inadecuadamente controlados con dieta y ejercicio y que no puedan recibir metformina, o como fármaco adicional a otros medicamentos, especialmente si los pacientes tienen problemas de control de peso.

SANGRE Y ÓRGANOS HEMATOPOYÉTICOS

Profilaxis de acontecimientos cardiovasculares trombóticos

Cangrelor

▼KENGREXAL® (Chiesi) PAM 425

El cangrelor es un nuevo antagonista directo de los receptores plaquetarios P2Y12, a los cuales se une de forma selectiva y reversible; administrado por vía intravenosa, inhibe de forma dosis-dependiente la activación y la agregación plaquetarias inducidas por adenosina difosfato (ADP). El medicamento ha sido oficialmente autorizado, en administración junto con ácido acetilsalicílico, para la reducción de acontecimientos cardiovasculares trombóticos en pacientes adultos con enfermedad arterial coronaria que se someten a intervención coronaria percutánea (ICP) que no han recibido un inhibidor oral de P2Y12 antes del procedimiento de ICP y en quienes el tratamiento oral con inhibidores de P2Y12 no es posible o deseable.

Los datos de eficacia conducentes a su autorización derivan de un único ensayo de fase 3 (CHAMPION PHOENIX), doble ciego y doble simulación, controlado con clopidogrel como comparador activo. En un amplia muestra de casi 11.000 pacientes, en su mayoría con angina estable (58%), cangrelor redujo significativamente la tasa de eventos de la variable primaria de eficacia (compuesta por muerte por cualquier causa/infarto de miocardio/ revascularización por isquemia/trombosis del stent en las 48 h posteriores a la ICP): 4,7% vs. 5,9% con clopidogrel (OR: 0,78; IC95% 0,66-0,93; p: 0,005); tal reducción del riesgo trombótico se debía en gran medida a la menor incidencia de infarto de miocardio (3,8% vs 4,7%) y de trombosis del stent (0,8% vs 1,4%). Dichos resultados se mantenían similares a los 30 días tras la ICP. Sin embargo, el uso de cangrelor no se tradujo en descensos en la mortalidad y, en los análisis por subgrupos, la variable primaria solo alcanzó significación estadística en el subgrupo de angina estable (5,8% vs. 7,4), y no así en los grupos de pacientes con mayor riesgo trombótico (por ejemplo, con infarto agudo de miocardio). Además, cabe destacar que otros dos estudios de fase 3 que evaluaron la eficacia de cangrelor (CHAMPION PCI y PLATFORM) se interrumpieron de forma prematura por la incapacidad para demostrar su superioridad clínica.

La seguridad del fármaco parece adecuadamente definida en una amplia población de pacientes (N>25.000). En general, el perfil toxicológico es manejable y está fundamentalmente definido por un riesgo de hemorragias –en su gran mayoría, de carácter leve o moderado– ligeramente superior a clopidogrel (frecuencias de 17,5% vs. 13,5%). La incidencia de eventos adversos graves de grado ≥3 y de mortalidad es baja (2,2% y 2,4%, respectivamente) y comparable a clopidogrel. El riesgo de reacciones de hipersensibilidad potencialmente mortales no debe ser descartado y la incidencia de disnea fue superior con cangrelor (1,1% vs. 0,4%).

Por tanto, se trata de un nuevo antiagregante que no aporta innovación desde el plano mecanístico (respecto a otros inhibidores de P2Y12), pero incorpora ciertas ventajas tales como su administración parenteral (que puede ser útil, por ejemplo, en pacientes con problemas de deglución o absorción de fármacos orales), su efecto prácticamente inmediato –mantenido durante toda la perfusión– y rápidamente reversible, y su posología independiente de la edad o funcionalidad hepática o renal. Las limitaciones en el diseño de los ensayos clínicos y la evidencia inconsistente de eficacia limitada lo sitúan como fármaco de segunda línea en su indicación (ticagrelor y prasugrel siguen siendo la primera elección), como alternativa terapéutica a otros antiagregantes parenterales (tirofibán o eptifibatida) en determinados grupos de pacientes con enfermedad coronaria estable no tratados previamente ni candidatos a tratamiento oral. Las situaciones de potencial beneficio clínico con cangrelor frente a los antiagregantes orales parecen infrecuentes.

Hemofilia A

Emicizumab

▼HEMLIBRA® (Roche) PAM 424

Emicizumab es un nuevo anticuerpo monoclonal biespecífico capaz de unir el factor IX activado y el factor X de la coagulación, de manera que restaura la función deficiente del factor VIII activado y promueve la continuación natural de la cascada de coagulación para la formación del coágulo de fibrina. En base a su mecanismo de acción, independiente de la presencia del factor VIII sanguíneo, el medicamento ha sido oficialmente autorizado para la profilaxis de rutina –en todos los grupos de edad– de episodios hemorrágicos en pacientes con hemofilia A (deficiencia congénita del factor VIII) con inhibidores anti-factor VIII y en pacientes con hemofilia A severa (actividad del factor VIII <1%) sin inhibidores.

Su eficacia clínica ha sido adecuadamente contrastada para la indicación aprobada en cuatro ensayos clínicos de fase 3, multicéntricos y abiertos, controlados o de un solo brazo, en pacientes adolescentes y adultos (HAVEN-1, -3 y -4) y en pacientes pediátricos (HAVEN-2) con hemofilia A grave o con hemofilia A con alto título de anticuerpos inhibidores. En todos ellos, quienes previamente habían sido tratados de forma episódica o profiláctica con derivados del factor VIII o agentes bypass, la profilaxis con emicizumab en regímenes de una administración semanal, cada dos semanas o de hasta cada cuatro semanas, ha demostrado mantener la tasa anualizada de hemorragias que requieren tratamiento en valores muy bajos: entre 1,3 y 2,9 frente a valores de 23-38 en pacientes no tratados; en pacientes pediátricos <12 años, esa tasa fue incluso menor, cayendo hasta 0,3 hemorragias/año. De forma interesante, un porcentaje elevado de pacientes que recibieron emicizumab (56-97%) no sufrió ninguna hemorragia durante los ensayos clínicos, y los análisis intrapaciente revelaron que la profilaxis con emicizumab es significativamente superior en términos de eficacia al tratamiento a demanda o profiláctico con derivados del factor VIII o con agentes bypass. Entre los resultados de las variables secundarias destaca una mejora notable en la calidad de vida en relación con la salud física percibida por los pacientes tratados con emicizumab.

Por otro lado, el perfil toxicológico de emicizumab puede considerarse como tolerable y relativamente benigno. Las reacciones adversas más comunes, junto con artralgia y cefalea, fueron las reacciones en el punto de inyección (descritas en el 20% de los pacientes), que remitieron por sí mismas –sin necesidad de medidas especiales– en la práctica totalidad de pacientes. Con un bajo potencial de inmunogenicidad, los eventos adversos más graves fueron la microangiopatía trombótica y otros eventos trombóticos, notificados en menos del 1% de los pacientes y relacionados con la interacción farmacodinámica con el complejo protrombínico activado administrado concomitantemente.

Si bien no supone una cura para la enfermedad, emicizumab aporta una ventaja importante en relación a su vía de administración subcutánea y un régimen posológico con dosificación cada 1-4 semanas, lo cual puede contribuir a evitar los principales inconvenientes derivados del acceso intravenoso frecuente que implica la profilaxis pautada con derivados del factor VIII (con administraciones cada 3-5 días); esto puede relacionarse con la preferencia por parte de los pacientes y una mejora en la adherencia terapéutica. Sin embargo, se plantean ciertas incertidumbres en torno a su eficacia en pacientes pediátricos <1 año y en niños con hemofilia A sin inhibidores (población en que los datos disponibles son muy limitados), así como sobre su potencial utilidad terapéutica en pacientes con enfermedad leve-moderada y en el periodo perioperatorio, que deben ser esclarecidas por estudios controlados poscomercialización.

En definitiva, a falta de conocer las consideraciones del IPT, es previsible que los criterios económicos jueguen un rol importante en el empleo del nuevo fármaco en la prevención de las complicaciones de una enfermedad especialmente costosa para el sistema de salud. Emicizumab abre una nueva vía mecanística y, en base a su perfil de eficacia (independiente de la presencia de inhibidores anti-factor VIII) y seguridad, se puede situar en un futuro como fármaco de primera línea en la profilaxis de la hemofilia A grave, con una posología y vía de administración que pueden favorecer la adherencia terapéutica.

Los siguientes medicamentos se evaluarán en el próximo número de PAM.

Damoctocog alfa pegol

▼JIVI® (Bayer)

Turoctocog alfa pegol

▼ESPEROCT® (Novo Nordisk)

TERAPIA ANTIINFECCIOSA SISTÉMICA

Infección por VIH-1

Bictegravir / Emtricitabina / Tenofovir Alafenamida

▼BIKTARVY® (Gilead) PAM 422

El medicamento Biktarvy® consiste en una novedosa combinación coformulada de tres agentes antirretrovirales, que incluye dos inhibidores de la transcriptasa inversa (ITI) ampliamente utilizados (emtricitabina y tenofovir alafenamida) y un nuevo inhibidor de la integrasa (bictegravir (Figura 6)). Ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento de adultos infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana de tipo 1 (VIH-1) sin resistencia viral actual o previa a los inhibidores de la integrasa, a emtricitabina o a tenofovir. Esta combinación de principios activos – que actúan a través de mecanismos de acción distintos – se utiliza con el fin de reducir drásticamente la carga viral y frenar el deterioro del sistema inmunitario de los pacientes y la incidencia de infecciones oportunistas y otras patologías asociadas al SIDA. Las tres moléculas tienen actividad antirretroviral frente a VIH-1 y VIH-2, actuando sinérgicamente frente al VIH-1.

Figura_6

Su eficacia y seguridad clínica han sido adecuadamente contrastadas mediante cuatro amplios ensayos pivotales de fase 3 con comparador activo realizados en las poblaciones diana: dos ensayos doblemente ciegos incluyeron pacientes no tratados previamente (naïve) y otros dos ensayos, uno abierto y otro ciego, evaluaron pacientes virológicamente suprimidos. Los datos clínicos a 48 semanas son consistentes en los distintos subgrupos de pacientes e indican que la combinación bictegravir/emtricitabina/tenofovir alafenamida es no inferior en términos de eficacia – definida como tasas de supresión viral (<50 copias de ARN viral/mL) – en pacientes naïve frente a la combinación de abacavir/dolutegravir/lamivudina (92,4% de pacientes vs 93,0%) ni frente a dolutegravir más emtricitabina/tenofovir alafenamida (89,4% vs 92,9%). También ha demostrado no inferioridad en pacientes tratados previamente – con independencia del TAR anterior – que cambiaron al nuevo tratamiento, alcanzando tasas elevadas de supresión virológica similares a las conseguidas en pacientes que siguieron en tratamiento con los comparadores activos (93,6% vs 95% de la combinación abacavir/dolutegravir/lamivudina, y 92,1% vs 88,9% de la combinación de atazanavir o darunavir –potenciados con ritonavir o cobicistat– más emtricitabina/tenofovir disoproxilo o más abacavir/lamivudina); las tasas de fracaso virológico para la nueva combinación fueron muy bajas (1,1-1,7%).

Con respecto a la seguridad, su perfil de eventos adversos está bien caracterizado en base a los datos de los 1.288 pacientes incluidos en los ensayos pivotales, y se puede considerar aceptable y similar a la del resto de regímenes de primera línea. Las reacciones adversas descritas con más frecuencia han sido cefalea, diarrea y náuseas, que afectaron a más de 4 pacientes por cada 100 tratados, siendo la frecuencia de efectos adversos graves que supusieron una interrupción del tratamiento muy baja (<1%). El perfil toxicológico se sitúa próximo al de regímenes basados en otro inhibidor de la integrasa (INI) como dolutegravir: cabe prestar especial atención al riesgo de toxicidad hepatobiliar, nefrotoxicidad o desórdenes psiquiátricos (incluyendo ideaciones suicidas). No obstante, el número de pacientes con una duración del tratamiento >72 semanas fue muy limitado, por lo que la evaluación de la seguridad a largo plazo requiere de estudios poscomercialización.

En resumen, según se recoge en las principales guías clínicas nacionales e internacionales, la combinación bictegravir/emtricitabina/tenofovir alafenamida emerge como opción preferente en el tratamiento antirretroviral (TAR) de inicio o como alternativa tras cambio de TAR (en pacientes virológicamente suprimidos), con una prometedora barrera genética a mutaciones de resistencia. Bictegravir, el nuevo fármaco inhibidor de la integrasa, presenta una alta potencia, similar a dolutegravir, con la ventaja frente a otros fármacos del grupo de que no necesita potenciador farmacocinético. Se trata de un “régimen de pastilla única” que, sin aportar una ventaja adicional en términos de adherencia terapéutica frente a otras combinaciones en primera línea, supone la primera coformulación de un INI no potenciado con los dos ITI emtricitabina y tenofovir. A falta de conocer las consideraciones derivadas del IPT y de futuros estudios de coste-efectividad, Biktarvy® se posiciona en primera línea como una alternativa eficaz más para el tratamiento de la infección por VIH-1 a los regímenes preferentes de antirretrovirales combinados, sin aportar, a priori, otros elementos que supongan una innovación disruptiva.

AGENTES ANTINEOPLÁSICOS E INMUNOMODULADORES

Cáncer de mama

Abemaciclib

▼VERZENIOS® (Lilly) PAM 425

Abemaciclib (Figura 7) es un nuevo inhibidor competitivo, potente y selectivo de las cinasas dependientes de ciclinas 4 y 6 capaz de reducir la proliferación celular mediante el bloqueo de la progresión de la célula de la fase G1 a la fase S del ciclo celular. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de mujeres con cáncer de mama localmente avanzado o metastásico, positivo para el receptor hormonal (HR) y negativo para el receptor 2 del factor de crecimiento epidérmico humano (HER2), en combinación con un inhibidor de la aromatasa o fulvestrant como hormonoterapia inicial o en mujeres que hayan recibido hormonoterapia previa. En mujeres pre- o perimenopáusicas, la hormonoterapia se debe combinar con un agonista de la hormona liberadora de la hormona luteinizante (LHRH). La eficacia y la seguridad clínica han sido suficientemente contrastadas en dicha indicación mediante los datos procedentes de dos estudios pivotales de fase 3, multicéntricos, multinacionales, aleatorizados, doblemente ciegos y controlados con placebo.

Figura_7

Abemaciclib ha demostrado una notable eficacia sinérgica con los fármacos que normalmente se emplean en el tratamiento hormonal de elección. Administrado en pacientes naïve en combinación con un inhibidor de aromatasa (IA), aumentó la supervivencia libre de progresión (SLP) en más de 13 meses respecto al uso del IA en monoterapia. Coadministrado con fulvestrant también mostró una superioridad clínica frente a fulvestrant más placebo, prolongando la SLP en más de 7 meses en pacientes cuya enfermedad había progresado tras un tratamiento de hormonoterapia previo. Por tanto, independientemente del fármaco con que se asocie y de la línea de tratamiento, abemaciclib reduce el riesgo de progresión de la enfermedad o muerte en cifras cercanas al 45%. Su eficacia se reveló consistente en todos los subgrupos de pacientes con independencia de factores como la edad, la raza, el estado de la patología o el estado hormonal (pre vs. posmenopausia), entre otros, y fue corroborada por los resultados de variables secundarias como la tasa de respuesta objetiva o la duración de la respuesta (de hasta >27 meses con la combinación).

La toxicidad del nuevo fármaco es importante, pero clínicamente manejable. La combinación de abemaciclib con IA o fulvestrant es sustancialmente más tóxica que esos fármacos en monoterapia, habiéndose descrito una mayor tasa de interrupción del tratamiento por eventos adversos (9-17% vs. 3%), si bien ésta es aceptable. El evento adverso más relevante es la diarrea, que es grave (grado ≥3) en aproximadamente el 12% de los pacientes y requiere de tratamiento y/o ajustes posológicos.

En definitiva, asociado a hormonoterapia, abemaciclib –como primera o segunda línea de tratamiento– aporta un beneficio clínico relevante, aunque modesto, en un tipo de cáncer de mama con mal pronóstico y opciones terapéuticas limitadas. El nuevo fármaco no supone ninguna novedad desde el plano mecanístico ni su régimen posológico aporta una ventaja adicional respecto a palbociclib y ribociclib, a los que viene a sumarse en el grupo de inhibidores de cinasas dependientes de ciclinas, opciones preferentes en primera y posteriores líneas de tratamiento. Sin comparaciones directas ni datos maduros de supervivencia global disponibles, parece que abemaciclib se situará como una alternativa de eficacia similar a estos dos fármacos, tratándose, no obstante, de fármacos que buscan el alivio de los síntomas y la prolongación de la supervivencia, sin representar una cura de la patología.

Cáncer de ovario

Niraparib

▼ZEJULA® (Tesaro Bio) PAM 427

El niraparib (Figura 8) es un nuevo inhibidor potente de poli-ADP-ribosa polimerasas (PARP) –selectivo para PARP1 y PARP2–, enzimas implicadas en los mecanismos de reparación del ADN tanto en células normales como neoplásicas. La citotoxicidad de niraparib se debe a un aumento de la formación de complejos PARP-ADN, conducente a daños del ADN y a la activación de la apoptosis y la muerte celular. El medicamento, designado como huérfano, ha sido autorizado en el tratamiento de mantenimiento de las pacientes adultas con cáncer de ovario epitelial seroso, de las trompas de Falopio o peritoneal primario, de alto grado, recidivado, sensible al platino, que están en respuesta (completa o parcial) a la quimioterapia con platino.

Figura_8

Un ensayo pivotal de fase 3, aleatorizado, doble ciego y controlado por placebo, ha contrastado adecuadamente su eficacia y seguridad clínica en la indicación y dosis autorizadas. Demostró que niraparib es clínicamente superior a placebo, al ser capaz de prolongar la supervivencia libre de progresión tumoral una mediana de 15,5 meses en pacientes con BRCA mutante (21,0 vs. 5,5 meses) y de 5,4 meses (9,3 vs. 3,9) en pacientes con BRCA no mutante, con reducción del riesgo de progresión en un 73% y un 55%, respectivamente. Para el global de la población de estudio, la SLP se veía aumentada en 6,6 meses frente a placebo y la estimación de SLP a los 12 meses de tratamiento con niraparib fue del 27% (vs. 7% con placebo). Su eficacia fue consistente en todos los subgrupos analizados, y especialmente relevante en aquellos pacientes con BRCA2 mutante. Las variables secundarias respaldaron los datos de SLP: hubo aumentos notables en el tiempo hasta el primer tratamiento posterior de 12,6 y 4,6 meses y en el intervalo libre de quimioterapia de 13,4 y 4,1 meses a favor de niraparib en las cohortes con BRCA mutante y no mutante, respectivamente. La supervivencia global (con datos disponibles aún inmaduros) y la calidad de vida reportada por las pacientes no se vieron perjudicadas por el tratamiento con niraparib.

El perfil toxicológico del nuevo fármaco es importante, con alta incidencia eventos adversos relacionados con el tratamiento, la mayor parte de naturaleza gastrointestinal y hematológica (mielosupresión) y clínicamente manejables con reducciones de dosis. Se asocia, en comparación con placebo, a una mayor frecuencia de eventos adversos graves y modificaciones o abandonos del tratamiento. Los reacciones adversas de grado ≥3 más comunes son trombocitopenia, anemia, neutropenia e hipertensión. También destaca la alta incidencia, con carácter leve, de náuseas, fatiga y vómitos.

No se dispone de comparaciones directas con olaparib (el otro inhibidor de PARP disponible para las mismas indicaciones) y las comparaciones indirectas, de robustez y validez limitadas, sugieren que no hay diferencias significativas entre ambos fármacos en términos de SLP. Así pues, sin suponer ninguna innovación a nivel mecanístico, niraparib parece aportar un beneficio clínico relevante con independencia del estatus mutacional de BRCA y puede posicionarse como una alternativa terapéutica similar a olaparib en el tratamiento antineoplásico de mantenimiento entre dos intervalos de quimioterapia de pacientes con buen estado funcional, quizá con un perfil toxicológico ligeramente más desfavorable por la mayor incidencia de trombocitopenia y la aparición de hipertensión como nuevo problema de seguridad.

Carcinoma basocelular

Sonidegib

▼ODOMZO® (Sun) PAM 428

Sonidegib (Figura 9) es un nuevo inhibidor de la ruta de señalización Hedgehog (Hh), capaz de unirse a la proteína transmembrana Smoothened e impedir la activación y localización nuclear de los factores de transcripción gli, inhibiendo así la proliferación, diferenciación y supervivencia de las células tumorales (mediadas por dicha ruta en hasta el 90% de los tumores cutáneos de células basales). En base a ello, el medicamento ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento por vía oral de pacientes adultos con carcinoma basocelular localmente avanzado (CBCla) que no es susceptible a la cirugía curativa ni a radioterapia.

Figura_9

Los datos de eficacia y seguridad clínicas son limitados y derivan en su mayoría de un único ensayo pivotal de fase 2 (BOLT), abierto y no comparativo (N=230), por lo que las incertidumbres son notables. No obstante, la eficacia del fármaco parece clínicamente relevante. En pacientes con CBCla, sonidegib 200 mg/día ha demostrado inducir tasas de respuesta objetiva del 56,1% tras revisión central (71,2% en revisión por investigador). Las variables secundarias respaldan su eficacia, con una mediana de tiempo hasta respuesta tumoral de 4 meses, una mediana de la duración de la respuesta no alcanzada (superior a 26 meses, que fue la mediana de seguimiento) y una mediana de supervivencia libre de progresión de 22,1 meses; la tasa estimada de supervivencia a los 12 meses de tratamiento con sonidegib es del 100%. Aunque la supervivencia global no pudo estimarse por el alto porcentaje de pacientes censurados, parece que la calidad de vida percibida por los pacientes se mantiene estable durante el tratamiento y que el beneficio clínico perdura al menos hasta seguimientos de 42 meses.

En cuanto a su seguridad, el perfil toxicológico de sonidegib, aunque no es benigno, parece tolerable y clínicamente manejable –sobre todo, con ajustes posológicos–, en línea con el descrito para vismodegib (el otro inhibidor de Hh autorizado). Casi todos los pacientes (95%) sufrieron algún evento adverso, la mayoría leves y reversibles. Solo en el 23% de pacientes, los eventos adversos de grado 3/4 se relacionaron con el tratamiento. Las reacciones adversas más frecuentes fueron los espasmos musculares (49%, graves en 3,8%), alopecia (49%), disgeusia (44%), náuseas (39%), fatiga (33%), diarrea (32%), aumentos de CK (30%) y pérdida de peso (30%). El riesgo de carcinogenicidad por su uso a largo plazo no ha sido dilucidado completamente.

En definitiva, sin innovación en el plano mecanístico, parece altamente probable que sonidegib aporte una respuesta antitumoral de intensidad y duración clínicamente relevantes, sin empeorar la calidad de vida de los pacientes, pudiendo incluso aumentar las probabilidades de alcanzar una cirugía curativa. Puesto que no se dispone de comparaciones directas entre sonidegib y vismodegib, que las comparaciones indirectas sugieren que ambos fármacos pueden tener eficacias parejas y que la limitación de los resultados clínicos impide tener certeza sobre la magnitud y relevancia del beneficio, sonidegib no comporta una innovación disruptiva: representa una alternativa de tratamiento más en cuadros realmente infrecuentes pero muy complicados, con muy escasas opciones terapéuticas.

Carcinoma de células renales

Tivozanib

▼FOTIVDA® (Eusa Pharma) PAM 422

El tivozanib (Figura 10) es un inhibidor potente y selectivo de tirosina cinasas, que se une con elevada afinidad a los tres receptores del factor de crecimiento endotelial vascular (VEGFR-1, 2 y 3), bloqueando diversas respuestas bioquímicas y biológicas inducidas por VEGF, entre ellas la neoangiogénesis y la vascularización de tejidos cancerígenos – procesos cruciales para el crecimiento y diseminación tumorales. También inhibe, aunque con menor potencia, la cinasa de c-kit. El medicamento ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento de primera línea de pacientes adultos con carcinoma de células renales (CCR) avanzado y para pacientes adultos que nunca hayan recibido inhibidores del VEGFR ni de la vía mTOR, tras la progresión de la enfermedad después de un tratamiento previo con terapia con citocinas para CCR avanzado.

Figura_10

La eficacia y la seguridad clínicas de tivozanib han sido adecuadamente contrastadas en la indicación autorizada mediante un amplio ensayo clínico de fase 3 (TIVO-1), abierto, aleatorizado y controlado con sorafenib como comparador activo en pacientes con carcinoma renal de células claras avanzado recurrente o metastásico cuya enfermedad había progresado después de una nefrectomía completa o parcial para la escisión del tumor primario. Los resultados de la variable primaria de eficacia mostraron que tivozanib prolonga el tiempo de supervivencia sin progresión tumoral en 2,8 meses más que sorafenib (11,9 vs 9,1); una prolongación que, aunque modesta, es clínicamente relevante dadas las características de este tipo de pacientes. Este aumento fue incluso superior – 3,6 meses – en el subgrupo de pacientes que no habían recibido tratamiento previo (naïve), lo cual evidencia la eficacia del fármaco en primera línea. Además, los pacientes tratados con tivozanib mostraron una tasa de respuesta objetiva significativamente superior a la evidenciada con el tratamiento con sorafenib (33,1% vs 23,3%) y una mayor duración de las respuesta (mediana de 15 meses con tivozanib vs 12,9 con sorafenib). Sin embargo, estos resultados no se tradujeron en un aumento de la supervivencia global, lo cual podría plantear una incertidumbre sobre el beneficio clínico real del fármaco.

En relación a la seguridad, el perfil toxicológico de tivozanib parece aceptable y manejable – aunque se asume que afecta a la calidad de vida de los pacientes –, siendo superponible con el de otros fármacos inhibidores de la tirosina cinasa utilizados en esta misma indicación. Con una frecuencia de efectos adversos emergentes durante el tratamiento similar a sorafenib, los más comunes de grado ≥3 fueron: hipertensión arterial (26% vs 18% con sorafenib), disfonía, diarrea, fatiga y astenia, dolor de espalda y pérdida de peso. También se puede destacar, por su gravedad, el riesgo de eventos isquémicos y tromboembólicos, hemorragias e insuficiencia cardíaca. La mayoría de los eventos adversos respondieron al tratamiento estándar o a una reducción de la dosis, siendo mayor el porcentaje de pacientes tratados con sorafenib que requirieron reducciones de dosis e interrupción de tratamiento en relación a tivozanib.

En definitiva, tivozanib es un nuevo inhibidor de tirosina cinasas que puede llegar a considerarse como un tratamiento de referencia en este tipo de pacientes. A falta de conocerse las consideraciones derivadas del IPT y de definir las situaciones de preferencia de su uso (en que previsiblemente pueden influir criterios económicos), se puede posicionar como una nueva alternativa a otros fármacos de primera línea (como sunitinib, pazopanib o bevacizumab/interferón) en el tratamiento de pacientes con CCR avanzado no tratados previamente o solo tratados con citocinas. Cumpliendo la condición de no-inferioridad para un nuevo fármaco, parece proporcionar un mayor beneficio en términos de eficacia clínica que algunas de esas opciones terapéuticas (sorafenib) con un perfil de seguridad similar, sin aportar adicionalmente otros elementos que supongan una innovación disruptiva.

Fístulas perianales complejas en enfermedad de Crohn

Darvadstrocel

▼ALOFISEL® (Takeda) PAM 429

Darvadstrocel es un nuevo producto de terapia celular somática que consiste en células madre humanas adultas alogénicas de origen mesenquimal extraídas de tejido adiposo de un donante y expandidas ex vivo que ejercen efectos inmunomoduladores y antiinflamatorios locales (inhibición de la activación de linfocitos T, reducción de la liberación de citocinas proinflamatorias, etc.) cuando se administran por vía intralesional en la región perianal. En base a ello, el medicamento, designado como huérfano, ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento –en dosis única– de las fístulas perianales complejas en pacientes adultos con enfermedad de Crohn luminal inactiva o leve, cuando las fístulas han sido previamente acondicionadas y han presentado una respuesta inadecuada a, como mínimo, un tratamiento convencional o biológico.

En un ensayo pivotal de fase 3 (N= 212), doblemente ciego y controlado por placebo, el nuevo fármaco aumentó en un 15% la proporción de pacientes que alcanzaron la remisión combinada –clínica y radiológica– a la semana 24 (50% vs. 34% con placebo), manteniéndose esa diferencia estadísticamente significativa hasta al menos un año postratamiento (54% vs. 37%). Los resultados de las variables secundarias (remisión clínica, respuesta clínica y tasa de recaídas) respaldan la eficacia de darvadstrocel, pues mostraron valores favorables frente a placebo, si bien no alcanzaron la significación estadística. Además, el beneficio del nuevo fármaco sobre la calidad de vida percibida por los pacientes, de especial relevancia en la patología, parece incierta.

A pesar de los limitados datos, el balance beneficio-riesgo es positivo dado el perfil toxicológico relativamente benigno de darvadstrocel, con una tolerabilidad similar a placebo. Se observó una incidencia pareja de eventos adversos graves (un 10% en los dos grupos de tratamiento) y los eventos adversos más frecuentes fueron absceso anal, proctalgia y fístula anal, signos propios de la patología; el hecho de que fármaco no reduzca la incidencia de fístula o abscesos perianales graves frente a placebo se puede relacionar con una falta de eficacia en algunos pacientes. Los análisis por subgrupos no encontraron diferencias ni de seguridad ni de eficacia entre darvadstrocel y placebo en función de edad, género u otros tratamientos (previos o concomitantes). No puede aún descartarse que la inmunogenicidad del fármaco afecte a su farmacodinamia o que la persistencia de células aumente el riesgo de tumorigénesis a largo plazo, ni hay datos que justifiquen una administración repetida del fármaco.

En definitiva, se trata de un fármaco que implica una innovación notable en el plano mecanístico, abriendo una nueva vía en el tratamiento de fístulas perianales complejas por la enfermedad de Crohn, pero que ha mostrado una eficacia moderada, traducida en un beneficio clínico modesto. Sin disponer de comparaciones directas o indirectas con los fármacos anti-TNFα (por ejemplo, infliximab), considerados de elección en el tratamiento de fístulas complejas, darvadstrocel puede situarse como una alternativa en segunda línea, en pacientes con enfermedad inactiva o leve (supuración en las últimas 6 semanas) que no sean candidatos o hayan fracasado a ese tratamiento o a un tratamiento convencional no biológico, que podrían suponer aproximadamente el 50% de pacientes con fístulas complejas y en quienes, en principio, no se dispone de alternativas farmacológicas eficaces. Futuros estudios a largo plazo aportarán nuevas evidencias que permitan esclarecer las incertidumbres actuales.

Leucemia linfoblástica aguda de células B

Inotuzumab ozogamicina

▼BESPONSA® (Pfizer) PAM 426

El inotuzumab ozogamicina es un nuevo fármaco conjugado compuesto por un anticuerpo monoclonal anti-CD22 humano, inotuzumab, que está enlazado covalentemente con la molécula pequeña N-acetil-γ-calicheamicina, un producto natural semisintético citotóxico. Así, se dirige específicamente contra las células que expresan CD22 en su superficie, incluyendo las células cancerosas pro B y pre B, y tras su internalización, libera el derivado de calicheamicina, cuya activación induce roturas del ADN bicatenario de la célula cancerígena, la interrupción del ciclo y la muerte celular por apoptosis. El medicamento, designado como huérfano, ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento de adultos con leucemia linfoblástica aguda (LLA) de precursores de linfocitos B positivos para CD22 recidivante o refractaria; aquellos pacientes positivos para el cromosoma Filadelfia deben tener fracaso terapéutico con al menos un inhibidor de la tirosina-cinasa.

La eficacia del fármaco en la indicación y dosis autorizadas ha sido adecuadamente contrastada en un amplio ensayo clínico pivotal de fase 3 (N=326), multicéntrico y multinacional, aleatorizado, controlado y abierto. La administración por vía intravenosa de inotuzumab ozogamicina en monoterapia ha demostrado una significativa superioridad frente a los regímenes de quimioterapia seleccionados por el investigador, en términos de tasa de respuesta completa (81% en el brazo experimental vs. 29% en el brazo control) y, en menor medida, también de supervivencia global (mediana de 7,7 meses vs. 6,5 meses, 23% menos de riesgo de muerte). Las variables secundarias confirmaron el beneficio del nuevo fármaco, destacando el aumento significativo del número de pacientes con negatividad para enfermedad mínima residual (78% vs. 28%) y de pacientes que pudieron ser sometidos a un trasplante de progenitores hematopoyéticos (48% vs. 22%), los cuales mostraron mejores cifras de supervivencia. Los resultados de remisión hematológica fueron consistentes entre los distintos subgrupos analizados (en base a edad, número de tratamientos previos, duración de la remisión inicial, o refractariedad/recaída).

El perfil toxicológico de inotuzumab ozogamicina es importante, pero parece adecuadamente definido y se considera aceptable y clínicamente manejable, con una frecuencia de eventos adversos graves relacionados con el tratamiento similar a los de la quimioterapia control (31% vs. 29%). No obstante, un mayor número de pacientes necesitó interrupción (44% vs.12%) o abandono del tratamiento (18% vs. 8%) en el brazo experimental, como consecuencia fundamentalmente de la neutropenia febril y los trastornos hepatobiliares venooclusivos. Estos últimos, junto a la toxicidad hepática grave, representan el mayor riesgo de seguridad asociado al nuevo fármaco.

En conclusión, inotuzumab ozogamicina abre una nueva vía mecanística en el tratamiento de una enfermedad (LLA de células B) y una población diana (adultos en recaída o refractariedad) con un pobre pronóstico de supervivencia y escasas opciones terapéuticas. Sin representar una cura y con una modesta prolongación de la supervivencia global (1,5 meses), incrementa significativamente la respuesta hematológica y las posibilidades de alcanzar el trasplante (única opción potencialmente curativa) en comparación con la quimioterapia convencional. Por tanto, se puede posicionar como alternativa de primera de elección (o segunda en pacientes refractarios a blinatumomab) en segunda o tercera línea de tratamiento. Por el riesgo aparente de mortalidad precoz postrasplante, cuya relación con el fármaco aún no ha sido esclarecida, el IPT advierte de la necesidad de valorar muy cuidadosamente el beneficio-riesgo en cada paciente antes de utilizarlo.

Tisagenlecleucel

▼KYMRIAH® (Novartis) PAM 422

Tisagenlecleucel es un novedoso tratamiento de inmunoterapia consistente en células T autólogas modificadas genéticamente ex vivo mediante el empleo de un vector lentiviral para expresar un receptor de antígeno quimérico (CAR) anti‑CD19. Tras la unión de los linfocitos T reprogramados que expresan CAR a las células que expresan CD19 – células del linaje B desde etapas tempranas de su desarrollo a células plasmáticas, tanto malignas como normales –, la proteína quimérica transmite las señales intracelulares necesarias para activar la citotoxicidad frente a esas células CD19+, así como una señal que favorece la expansión de las células T y la persistencia de tisagenlecleucel. Se trata de la primera terapia génica CAR-T comercial disponible en España.

El medicamento ha sido oficialmente autorizado como medicamento huérfano para el tratamiento, en perfusión única, de  pacientes pediátricos y adultos jóvenes de hasta 25 años de edad con leucemia linfoblástica aguda (LLA) de células B refractaria, en recaída postrasplante o en segunda o posterior recaída, y de pacientes adultos con linfoma difuso de células grandes B (LBDCG) en recaída o refractario tras dos o más líneas de tratamiento sistémico. Ambas indicaciones refieren a situaciones clínicas con limitadas alternativas terapéuticas (de resultados clínicos pobres) y de pronóstico desfavorable, representando necesidades médicas no cubiertas.

La eficacia y seguridad clínicas de tisagenlecleucel en cada indicación autorizada han sido evaluadas mediante un ensayo pivotal de fase 2, de un solo brazo y abiertos (sin comparador directo), con un número reducido de pacientes (N≤160). Para la indicación de LLA se dispone, además, de datos de dos ensayos clínicos fase 2 de soporte. A nivel general, tisagenlecleucel ha mostrado respuestas clínicamente relevantes en términos de tasa de respuesta global (del 40 al 60%) como variable primaria de eficacia. Si bien los periodos de seguimiento de los pacientes han sido muy limitados y es difícil establecer la duración de la respuesta, se han obtenido datos de supervivencia global a 12 meses en el rango de 49-76%. Esto, unido a la escasa experiencia poscomercialización, impide aún considerarlo como un tratamiento curativo; no obstante, los futuros resultados con un mayor seguimiento clarificarán si existe beneficio en términos de supervivencia libre de enfermedad a largo plazo.

En cuanto a la seguridad clínica, el perfil toxicológico de tisagenlecleucel (influido por la quimioterapia previa a la perfusión) en ambas indicaciones es importante, con un alto porcentaje de pacientes que sufren reacciones adversas específicas graves (grado ≥3) o potencialmente mortales en el periodo posperfusión. El síndrome de liberación de citoquinas, las infecciones graves y los efectos adversos neurológicos son quizá los aspectos cruciales del manejo de su toxicidad, que debe ser abordado por profesionales sanitarios especialmente capacitados para el uso de estas terapias.

Por su fundamento, mecanismo de acción y resultados clínicos prometedores, supone una innovación disruptiva en el área clínica de la onco-hematología, que viene a posicionarse como una herramienta terapéutica con gran utilidad potencial en dos indicaciones con escasas posibilidades terapéuticas. La dificultad para realizar comparaciones indirectas con esas alternativas, los restrictivos criterios de inclusión de los ensayos clínicos y su coste económico pueden limitar el acceso al fármaco a determinados pacientes con relativo buen estado funcional. Por tanto, se requieren futuros resultados de eficacia y seguridad a largo plazo para comprender su impacto real y el beneficio de su

uso clínico.

Leucemia mieloide aguda

Gemtuzumab ozogamicina

▼MYLOTARG® (Pfizer) PAM 426

El gemtuzumab ozogamicina es un nuevo fármaco conjugado compuesto por el anticuerpo monoclonal humanizado anti-CD33, gemtuzumab, enlazado covalentemente con la molécula pequeña N-acetil-γ-calicheamicina, un producto natural semisintético citotóxico. Así, se dirige específicamente contra las células que expresan CD33 en su superficie, como los linfoblastos leucémicos mielodes, y tras su internalización, libera el derivado de calicheamicina, cuya activación induce roturas del ADN bicatenario de la célula cancerígena, la interrupción del ciclo y la muerte celular por apoptosis. El medicamento, designado como huérfano, ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento combinado con daunorubicina y citarabina en el tratamiento de pacientes a partir de los 15 años de edad con leucemia mieloide aguda CD-33 positiva de novo no tratada previamente, excepto la leucemia promielocítica aguda.

La eficacia del fármaco en la indicación y dosis autorizadas ha sido adecuadamente contrastada en un amplio ensayo pivotal de fase 3 (N=271), multicéntrico, aleatorizado, controlado y abierto. La adición de dosis fraccionadas –por vía intravenosa– de gemtuzumab ozogamicina a la quimioterapia estándar (daunorubicina más citarabina) demostró un aumento estadísticamente significativo de 7,8 meses en la mediana de supervivencia libre de eventos respecto al tratamiento con la quimioterapia exclusivamente (HR: 0,56; p: 0,0002), con una reducción del 44% del riesgo de eventos en pacientes naïve de 50-70 años. La supervivencia libre de recaídas aumentó en casi 17 meses, lo cual corrobora la prolongación de la remisión con la combinación. No obstante, el número de pacientes que alcanza la remisión no varía (no hubo cambios significativos en la tasa de respuesta objetiva) y los resultados sobre la supervivencia global, aunque con tendencia favorable para la combinación, no son concluyentes.

Por otra parte, el perfil toxicológico de gemtuzumab ozogamicina parece aceptable, esperable en base al mecanismo de acción del fármaco y clínicamente manejable, si bien la asociación del fármaco a la quimioterapia aumenta la incidencia de eventos adversos graves relacionados con el tratamiento (87,0% vs. 75,9% en el brazo control) y de interrupción del tratamiento por los mismos (29,0% vs. 2,9%). Las infecciones y las hemorragias graves destacan como las reacciones adversas más frecuentes, siendo los trastornos hepatobiliares venooclusivos y la trombocitopenia motivos importantes de abandono del tratamiento.

En definitiva, el positivo balance beneficio-riesgo de gemtuzumab ozogamicina sugiere que el fármaco se va a sumar al régimen estándar de tratamiento (daunorubicina con citarabina) para constituir un nuevo “standard of care” en primera línea de los casos de LMA (no promielocítica), independientemente del estado mutacional del gen FLT3. Asumiento que no representa un tratamiento curativo, el beneficio que aporta este fármaco frente a la quimioterapia estándar, aunque modesto, es clínicamente relevante si se considera el pobre pronóstico de supervivencia, el alto riesgo de recaídas y la ausencia de alternativas terapéuticas eficaces en la leucemia mieloide aguda. Los pacientes con un riesgo citogenético favorable o intermedio –suponen el 70-80% de los pacientes con LMA de nuevo diagnóstico– podrán beneficiarse en mayor medida de la prolongación de la remisión. Además, gemtuzumab ozogamicina abre una nueva vía en lo referente al mecanismo de acción de los fármacos disponibles en el tratamiento de la enfermedad.

Midostaurina

▼RYDAPT® (Novartis) PAM 423

La midostaurina (Figura 11) es un nuevo fármaco inhibidor de múltiples tirosina cinasas, entre las que se incluyen los receptores FLT3 y KIT, a los que se une con mayor afinidad. Se une al dominio catalítico de esas enzimas e inhibe la transducción de señales mediada por ellas: detiene el ciclo celular e induce la apoptosis de células leucémicas y reduce la proliferación y la supervivencia de mastocitos, atenuando la liberación de histamina y otros mediadores vasoactivos. El medicamento ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con leucemia mieloide aguda (LMA) de nuevo diagnóstico con mutación FLT3 –en combinación con quimioterapia de inducción (daunorubicina y citarabina) y de consolidación (altas dosis de citarabina) seguido de tratamiento de mantenimiento en monoterapia en pacientes que hayan alcanzado respuesta completa– y para el tratamiento en monoterapia de pacientes adultos con mastocitosis sistémica (MS) agresiva, MS con neoplasia hematológica asociada o leucemia mastocítica. Por su consideración de enfermedades raras, ha sido designado como medicamento huérfano.

Figura_11

Los datos de seguridad y eficacia clínica en LMA proceden de un amplio ensayo de fase 3 en pacientes adultos con mutación de FLT3, en que midostaurina (asociado a un régimen de quimioterapia estándar) redujo el riesgo de muerte en un 23% frente al brazo de placebo, prolongando la mediana de supervivencia global hasta 74,7 meses (vs. 25,6 con placebo) e incrementando la supervivencia a largo plazo (4-5 años) en un 7-8%. El beneficio clínico –que, aunque moderado, se considera relevante por el mal pronóstico de estos pacientes– se mantenía independientemente de que recibieran un trasplante de progenitores hematopoyéticos y se confirma por los resultados de variables secundarias como remisión completa y supervivencia libre de eventos.

Por otra parte, la evidencia conducente a la aprobación de midostaurina en mastocitosis sistémica avanzada procede de dos estudios de fase 2 que incluyeron a solo 142 pacientes adultos. No obstante, los resultados del ensayo pivotal han sido positivos: se alcanzó una tasa de respuesta global del 60% en la población evaluable, con un 45% de respuestas mayores y 15% parciales. La eficacia de midostaurina es independiente del estado mutacional de KIT y del subtipo MS, pero parece que aporta una mayor y más duradera respuesta en pacientes con MS agresiva y en aquellos con mutación KIT D816V; también disminuye significativamente la infiltración medular por mastocitos y la esplenomegalia. A pesar de que no se ha comparado su eficacia con el de las terapias habitualmente empleadas en clínica, se estima que el beneficio clínico será superior con midostaurina.

El perfil de seguridad de midostaurina parece, en líneas generales, aceptable y manejable, aunque muchos pacientes experimentan eventos adversos graves. Las reacciones adversas más comunes derivan de la toxicidad gastrointestinal, manifestada como náuseas, vómitos y diarrea. En pacientes con leucemia mieloide aguda, se describen pocas diferencias respecto al brazo de tratamiento con placebo y la mayoría de eventos adversos se atribuyen a la quimioterapia concomitante. Destaca, sin embargo, una incidencia ligeramente superior de dermatitis exfoliativa grave asociada al tratamiento con midostaurina, que puede llevar a su interrupción. Además, presenta efectos adversos hematológicos frecuentes, mayoritariamente citopenias y anemia.

En definitiva, midostaurina implica cierta innovación a nivel mecanístico. Como otros muchos fármacos disponibles en España, de un inhibidor no-selectivo de tirosina cinasas, pero incorpora una elevada afinidad sobre los receptores FLT3 y KIT, ausentes del perfil farmacodinámico de otros fármacos, que resulta determinante en sus efectos biológicos. Si bien no representa una cura y se requieren futuros estudios para esclarecer algunas incertidumbres sobre su eficacia y seguridad (como en pacientes con LMA >60 años), se acepta que aporta un beneficio clínicamente relevante –en términos de supervivencia– sobre el tratamiento estándar de pacientes con LMA y en el manejo de la MS avanzada, enfermedades ambas en que las opciones de tratamiento son muy limitadas y tienen resultados pobres. El fármaco se posiciona como alternativa útil en primera línea (y quizá de primera elección) en el manejo de las dos patologías. La innovación más importante aportada por la midostaurina reside en que se trata del primer medicamento autorizado en España con indicación en mastocitosis sistémica.

Linfoma B difuso de células grandes

Axicabtagén ciloleucel

▼YESCARTA® (Kite Pharma) PAM 426

Axicabtagén ciloleucel es un novedoso tratamiento de inmunoterapia consistente en células T autólogas modificadas genéticamente ex vivo –a través de un vector lentiviral– para expresar un receptor de antígeno quimérico (CAR) anti-CD19. Tras la unión de los linfocitos T reprogramados a las células que expresan CD19 (células del linaje B desde etapas tempranas de su desarrollo a células plasmáticas, tanto malignas como normales), la proteína quimérica transmite las señales intracelulares necesarias para la activación, proliferación, secreción de citosinas y quimiocinas proinflamatorias de las células T y la adquisición de funciones efectoras como la citotoxicidad. En base a ello, el medicamento, designado como huérfano, ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento, en perfusión intravenosa única, de pacientes adultos con linfoma B difuso de células grandes refractario o en recaída y linfoma B primario mediastínico de células grandes, tras dos o más líneas de tratamiento sistémico. Se trata de la segunda terapia génica CAR-T disponible comercialmente en España.

Su eficacia clínica ha sido contrastada en un ensayo de fase 2 (ZUMA-1), abierto y de un único brazo, que sigue en marcha a día de hoy. En el análisis a 24 meses (mediana de seguimiento de 27,1 meses), el fármaco ha inducido una tasa de respuesta objetiva del 74% en pacientes tratados, con un 54% de respuestas completas y un 20% de respuestas parciales (68%, 50% y 18%, respectivamente, en la población ITT). Dichas tasas de respuesta se acompañan de prometedores resultados de supervivencia, puesto que aún no se ha alcanzado la mediana de supervivencia global en pacientes perfundidos y no se puede determinar aún con precisión la duración de la respuesta; se ha estimado una SG del 50,5% de pacientes a los 24 meses. A falta de comparaciones directas y con las limitaciones propias de las comparaciones indirectas, un meta-análisis retrospectivo ha verificado la superioridad de los resultados de eficacia del nuevo fármaco en comparación con las escasas opciones quimioterapéuticas hasta ahora disponibles (tasa de respuesta objetiva: 26%; tasa de respuesta completa: 7%; supervivencia global: mediana de 6,3 meses) en una patología y situación clínica de pobre pronóstico que representa una laguna terapéutica.

Por otra parte, el perfil toxicológico de axicabtagén ciloleucel es muy importante, si bien se considera clínicamente manejable y aceptable dada la gravedad de la patología. Se ha descrito una elevada incidencia de eventos adversos graves (grado ≥3) o potencialmente mortales en el periodo posperfusión (55% de pacientes), siendo los más frecuentes la encefalopatía (31%), las infecciones (28%) y el síndrome de liberación de citocinas (11%). La toxicidad neurológica y, sobre todo, el SLC son las reacciones adversas más probablemente asociadas con el fármaco, que requerirán su manejo específico por profesionales sanitarios especialmente capacitados para el uso de estas terapias.

A pesar de que todavía no puede considerarse un tratamiento curativo (por el limitado periodo de seguimiento y número de pacientes tratados) y es conveniente esperar a nuevos datos, la elevada relevancia clínica de los resultados de eficacia posiciona a axicabtagén ciloleucel como una alternativa terapéutica muy prometedora en su indicación autorizada, en pacientes con buen estado funcional. No se dispone de una comparación fiable con la otra alternativa de terapia CAR-T anti-CD19 (tisagenlecleucel), pero parece que podría dar lugar a tasas de respuesta superiores con un perfil de seguridad al menos similar, redundando en la innovación disruptiva –en términos de mecanismo y resultados clínicos– que han supuesto estos medicamentos en el área de la onco-hematología.

Melanoma

Binimetinib

▼MEKTOVI® (Pierre Fabre) PAM 428

Encorafenib

▼BRAFTOVI® (Pierre Fabre) PAM 428

Binimetinib (Figura 12) es un inhibidor –reversible y no competitivo con ATP– de las proteínas cinasas extracelulares activada por mitógenos (MEK) 1 y 2; por su parte, encorafenib (Figura 12) es inhibidor –competitivo con ATP– potente y selectivo de las proteínas cinasas RAF. Su coadministración ejerce un efecto sinérgico que resulta en un mayor grado mayor de inhibición de la ruta de señalización RAS/RAF/MEK/ERK y, en consecuencia, en una menor proliferación de las células tumorales con mutación en la serina-treonina cinasa BRAF,  que se identifica hasta en el 50% de los melanomas cutáneos. Por ello, ambos medicamentos han sido autorizados en combinación para el tratamiento –por vía oral– del melanoma no resecable o metastásico con mutación BRAF V600 en pacientes adultos.

Figura_12

Los datos clínicos derivan fundamentalmente de un estudio pivotal de fase 3 –COLUMBUS (N=577)–, abierto y con comparador activo, que en una primera parte demostró que la combinación reduce el riesgo de progresión de la enfermedad en un 46% y duplica la mediana de la supervivencia libre de progresión (SLP) en comparación con vemurafenib en monoterapia (14,9 vs. 7,3 meses); esa eficacia se verificó en todos los subgrupos de pacientes, a excepción de aquellos con metástasis cerebrales. También indujo una tasa de respuesta global (TRG, 63% vs. 40%) y una mediana de supervivencia global (SG) significativamente superiores al control (33,6 vs. 16,9 meses). En comparación con encorafenib en monoterapia, los resultados de SLP y SG fueron favorables para la combinación pero no se alcanzó significación estadística. Una segunda parte del estudio demostró que binimetinib contribuye significativamente en la eficacia de la combinación, pues ésta prolongó la mediana de SLP en 3,7 meses adicionales frente a encorafenib en monoterapia (12,9 vs. 9,2 meses), elevando la TRG en más de 15 puntos porcentuales (66% vs. 50%).

Por otro lado, el perfil toxicológico de la combinación es importante (equiparable al de otros agentes inhibidores de proteína cinasa y sus combinaciones empleadas en el tratamiento de melanoma avanzado), aunque se puede manejar con cambios posológicos. La mayoría de los eventos adversos fueron de grado ≥3 (58%), con tasas elevadas de toxicidad gastrointestinal –náuseas, diarrea, vómitos y estreñimiento–, fatiga y elevación de creatinín-cinasa; en términos cualitativos, destacan los trastornos oculares, los eventos hemorrágicos, la eritrodisestesis palmoplantar y la hipertensión. No obstante, parece que la combinación se tolera mejor que la monoterapia con encorafenib (tasas de abandono de 12% vs. 18% y de ajuste/interrupción posológica de 52% vs. 71%), que se caracteriza por una mayor toxicidad neurológica y, sobre todo, cutánea (con alta frecuencia de alopecia o hiperqueratosis, entre otras reacciones adversas).

No se dispone a día de hoy de comparaciones directas ni indirectas con las dos combinaciones recomendadas de inhibidores de RAF y MEK cinasas que han demostrado beneficio de supervivencia en melanoma inoperable/metastásico (trametinib-dabrafenib y cobimetinib-vemurafenib); parece que la eficacia de binimetinib-encorafenib sería similar, si bien la variabilidad en las poblaciones estudiadas impide extraer conclusiones. Sin innovación en cuanto a mecanismo de acción, esta asociación de nuevos fármacos viene a posicionarse como una alternativa terapéutica más en el manejo del melanoma avanzado con mutaciones de BRAF, cuadros en que se puede optar tanto por este tipo de terapias dirigidas como por la inmunoterapia anti-PD-1.

Psoriasis en placa

Guselkumab

▼TREMFYA® (Janssen-CIlag) PAM 421

Guselkumab es un anticuerpo monoclonal que se une con elevada afinidad y especificidad a la subunidad p19 de la proteína interleucina 23 (IL-23). Al inhibir la acción proinflamatoria de esta citocina, impide la diferenciación y supervivencia de las células Th17, que serían las encargadas de liberar, por ejemplo, las IL-17A e IL-17-F, implicadas en la patogénesis de la psoriasis; el bloqueo de la acción biológica de IL-23 se traduce en la inhibición de la inflamación y de los síntomas clínicos de la psoriasis. El medicamento ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento de la psoriasis en placas de moderada a grave en adultos candidatos a tratamiento sistémico.

Los datos de eficacia y seguridad clínica derivan de tres amplios estudios pivotales de fase 3, aleatorizados, multicéntricos, doblemente ciegos y controlados con medicación activa (y, en dos de ellos, también con placebo) en pacientes con psoriasis en placas de moderada a grave candidatos a fototerapia o tratamiento sistémico. Con la pauta de administración autorizada (100 mg a tiempo 0 y a las 4 semanas, seguida de una dosis cada 8 semanas, vía subcutánea), guselkumab aportó una notable mejoría clínica frente a placebo a la semana 16 y a adalimumab (anti-TNFα ampliamente usado en psoriasis) a las semanas 16, 24 y 48, según los resultados obtenidos para las variables primarias de eficacia (IGA 0/1 y PASI 90). Además, guselkumab también demostró una superioridad estadísticamente significativa frente a ustekinumab (inhibidor de IL12 e IL23) en pacientes no respondedores a este fármaco que cambiaron su tratamiento (tras 16 semanas) frente a los que se mantuvieron en tratamiento con ustekinumab (media de 1,5 vs 0,7 visitas en que los pacientes presentaban puntuación IGA 0/1 y mejoría de grado ≥2; p<0,001). Las mejorías observadas en variables secundarias – en términos de enfermedad regional (cuero cabelludo, manos y pies, y uñas), calidad de vida y síntomas referidos por los pacientes, entre otros – confirman el beneficio clínico aportado por guselkumab en el tratamiento de la psoriasis en placas moderada-grave.

En relación a su perfil toxicológico, el fármaco es relativamente bien tolerado. Los eventos adversos más comunes fueron nasofaringitis, infecciones del tracto respiratorio superior, dolor de cabeza, artralgia e hipertensión, la mayoría leves o moderados en gravedad. De forma similar a otros biológicos empleados en psoriasis, la tasa de efectos adversos graves fue muy baja, e incluso menor que la obtenida para adalimumab.

En definitiva, guselkumab es el primer fármaco que actúa única y selectivamente sobre IL-23, y emerge como una opción terapéutica alternativa –con eficacia clínica aparentemente más potente– a otros fármacos biológicos empleados en el tratamiento sistémico de la psoriasis moderada-grave, como los inhibidores de TNFα o ustekinumab. Es previsible que se posicione como fármaco de segunda línea, tras una respuesta inadecuada o contraindicación a tratamientos sistémicos convencionales o PUVA, aunque a la vista de los datos disponibles podría ser la primera opción entre los biológicos.

Tildrakizumab

▼ILUMETRI® (Almirall) PAM 427

Tildrakizumab es un anticuerpo monoclonal que se une con alta afinidad y especificidad a la subunidad p19 de la proteína interleucina 23 (IL-23) e inhibe su interacción con su receptor específico en la superficie celular (IL-23R), bloqueando las acciones biológicas mediadas por esta citocina proinflamatoria: inhibe la diferenciación de linfocitos Th17 y la secreción de la IL-17 y otras citocinas efectoras (como IL-22), las cuales desencadenarían la respuesta inmunitaria implicada en la patogénesis de la psoriasis. Comparte, pues, mecanismo con guselkumab, diferenciándose de ustekinumab (anti-IL12/IL23) por su ausencia de selectividad y de unión a la IL-12.En base a ello, el medicamento ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento por vía subcutánea de la psoriasis en placas de moderada a grave en adultos candidatos a tratamiento sistémico.

Su eficacia y seguridad clínicas han sido adecuadamente contrastadas en 2 amplios ensayos clínicos pivotales de fase 3, con diseño aleatorizado, doble ciego y controlados por placebo (uno de ellos, además, con el comparador activo etanercept), que incluyeron un total de 1.862 pacientes adultos con psoriasis en placas de moderada a grave. A la semana 12, un 61-66% de los pacientes tratados con tildrakizumab alcanzó respuesta PASI 75 y un 55-59% obtuvo una puntuación de PAG de 0-1 con mejora de ≥2 grados; estas cifras representan un beneficio clínico superior a placebo (respuestas PASI 75 y PGA 0-1 del 5,8% y 5-7% de pacientes, respectivamente) e incluso a etanercept (48,2% y 47,6%, respectivamente). Las variables secundarias –incluyendo la percepción de la calidad de vida relacionada con la salud– fueron consistentes con dichas co-variables primarias y respaldan la eficacia de tildrakizumab, sobresaliendo la cifra del 44-47% de pacientes que alcanzan PASI 100 (blanqueamiento total de las lesiones cutáneas) entre las semanas 48 y 52 de tratamiento. Además, cabe destacar que los datos de seguimiento a largo plazo han demostrado que la eficacia relevante de tildrakizumab se mantiene tras casi 3 años de tratamiento (PASI 75 en el 73-80% de pacientes y de PASI 100 en el 29-33%).

Por otro lado, el perfil toxicológico de tildrakizumab es relativamente benigno y favorable a corto y medio plazo, con una baja incidencia de eventos adversos –en su mayoría leves o moderados– relacionados con el tratamiento (14-15%); el fármaco muestra una tolerabilidad comparable a placebo (13%) y mejor que etanercept (29%), con una tasa muy aceptable de interrupción del tratamiento por toxicidad (2 eventos/100 pacientes-año vs. 6/100 pacientes-año con etanercept). Las reacciones adversas más frecuentes y graves asociadas a tildrakizumab son las infecciones e infestaciones (6%), destacando la nasofaringitis; la cefalea fue la segunda reacción adversa más común (1,2%). No obstante, los datos de seguridad a largo plazo son limitados, y no se puede excluir aún el riesgo potencial de hipersensibilidad, comportamientos suicidas o desarrollo de malignidades.

En definitiva, tildrakizumab ha demostrado una eficacia significativa y clínicamente relevante en el tratamiento de la psoriasis en placas moderada-grave, con un perfil de seguridad similar al de otros biológicos. Sin embargo, no supone ninguna innovación en términos mecanísticos o clínicos respecto a otras alternativas disponibles (como guselkumab, que ha demostrado una eficacia superior). A falta de conocer las consideraciones del IPT de la AEMPS, parece que tildrakizumab viene a situarse como una alternativa terapéutica más a otros biológicos en segunda línea de tratamiento de psoriasis en placas moderada-grave tras respuesta inadecuada, contraindicación o intolerancia a tratamientos sistémicos convencionales o PUVA (la primera línea recomendada por las guías clínicas vigentes).

SISTEMA NERVIOSO

Esquizofrenia

Cariprazina

▼REAGILA® (Casen Recordati) PAM 426

Lurasidona

▼LATUDA® (Angelini) PAM 426

La cariprazina y la lurasidona (Figura 13) son dos nuevos antipsicóticos atípicos activos por vía oral que actúan mediante la modulación de diversas vías de neurotransmisión. Mientras que cariprazina –estructuralmente relacionada con aripiprazol– es principalmente un agonista parcial de los receptores dopaminérgicos D3 y D2 y del receptor serotoninérgico 5-HT1A, la lurasidona –estructuralmente relacionada con ziprasidona– actúa como antagonista selectivo de los receptores D2 y de los receptores 5-HT2A y 5-HT7. Ambos medicamentos han sido autorizados para el tratamiento de la esquizofrenia en pacientes adultos.

Figura_13

La eficacia de estos fármacos, en la indicación y dosis autorizadas, ha sido adecuadamente contrastada en programas similares de desarrollo clínico, que incluyen en ambos casos cinco ensayos pivotales de fase 3, aleatorizados y doblemente ciegos: tres de ellos diseñados para evaluar la superioridad de los fármacos frente a placebo a corto plazo (6 semanas) y otros dos con el objetivo de determinar el mantenimiento de su efecto a largo plazo y en la prevención de recaídas. No obstante, hay ciertas diferencias en cuanto a los comparadores activos empleados y a las características de los pacientes incluidos.

Tanto dosis fijas como variables de cariprazina (1,5-9 mg/día) demostraron una mejoría notable de los síntomas de la esquizofrenia a corto plazo, manifestada en reducciones dosis-dependientes de la puntuación total de la escala PANSS respecto al estado basal, con diferencias significativas (entre -6,0 y -10,5 puntos) en comparación con placebo. A largo plazo, durante al menos 26 semanas, cariprazina redujo en un 55% el riesgo de recaídas frente a placebo pero no mostró grandes diferencias respecto a risperidona en el control de la sintomatología negativa de la enfermedad. Por su parte, lurasidona también ha exhibido una eficacia significativamente superior a placebo a corto plazo, con diferencias en las puntuaciones de PANSS en torno a -10 puntos, que en este caso no tuvieron una correlación con la dosis (efecto variable entre -2,1 y -16,2 puntos a las dosis de 37-148 mg/día). En los estudios a largo plazo con lurasidona, se verificó su no-inferioridad frente a quetiapina para mantener la eficacia durante al menos 52 semanas, con una reducción del 22% del riesgo de recaídas a 12 meses (24% vs. 34% de probabilidad); sin embargo, no se pudo confirmar su no-inferioridad frente a risperidona, con tasas de recaídas a los 12 meses superiores para lurasidona (20% vs. 16%; HR: 1,31). En general, los resultados de las variables secundarias de eficacia, que incluyeron el cambio en la puntuación de la escala CGI-S, respaldaron los resultados de las variables primarias para ambos fármacos.

El perfil toxicológico de cariprazina y lurasidona parece adecuadamente definido y superponible al de otros fármacos antipsicóticos; puede considerarse como aceptable y clínicamente manejable. Entre las principales reacciones adversas de ambos fármacos, en su mayoría de gravedad leve-moderada, destacan la acatisia y otras reacciones adversas extrapiramidales, notificadas con mayor incidencia que con placebo u otros comparadores activos; también se describen casos de somnolencia, cefalea, náuseas y vómitos, e insomnio. Además, presentan un potencial de interacciones –a nivel de CYP3A4– a tener en cuenta para un uso seguro. Como principales ventajas frente a otros antipsicóticos, destaca su escaso riesgo de provocar prolongaciones del intervalo QT o alteraciones graves en el metabolismo (dislipemia, hiperglucemia, etc.).

En resumen, cariprazina y lurasidona han demostrado un beneficio-riesgo positivo a corto y largo plazo en el tratamiento de los síntomas de esquizofrenia, con mecanismos similares a otros antipsicóticos disponibles. Las pequeñas diferencias mecanísticas no se traducen en resultados de eficacia adicional, al menos respecto a los comparadores activos empleados; en el caso de la lurasidona, parece incluso que su eficacia puede ser inferior a la de otros antipsicóticos atípicos. Ambos fármacos se posicionan, pues, como como una alternativa más dentro del arsenal de agentes  antipsicóticos –típicos y atípicos– para el tratamiento de la esquizofrenia, sin aportar ninguna innovación sustancial sobre los ya disponibles. La elección de un antipsicótico en concreto se sustentará en el tipo de paciente, su tolerancia a efectos adversos y la medicación concomitante.

Profilaxis de migraña

Erenumab

▼AIMOVIG® (Novartis) PAM 429

Galcanezumab

▼EMGALITY® (Lilly) PAM 429

Erenumab y galcanezumab son dos nuevos anticuerpos monoclonales que muestran actividad antimigrañosa por su capacidad de inhibir los efectos biológicos del neuropéptido CGRP (péptido relacionado con el gen de la calcitonina). Mientras que erenumab se une al dominio extracelular del receptor de CGRP, galcanezumab se une específicamente al propio CGRP, pero ambos fármacos previenen, en última instancia, los efectos vasodilatadores y de modulación de las señales nociceptivas mediados por la unión del CGRP a su receptor, fundamentalmente en áreas cerebrales relevantes en la patogénesis de la migraña, como el ganglio del trigémino. En base a ello, ambos medicamentos, administrados por vía subcutánea una vez al mes, han sido aprobados para la profilaxis de la migraña en adultos con al menos 4 días de migraña al mes.

Erenumab ha sido autorizado en base a los datos derivados de 2 amplios ensayos pivotales de fase 2/3 de 3-6 meses de duración, doblemente ciegos y controlados por placebo, en pacientes con migraña crónica y con migraña episódica (con medias de 18 y 8 días con migraña al mes), en quienes se observaron reducciones de 2,5 días y de 1,8 días de migraña mensuales frente a placebo, respectivamente; el beneficio en términos de porcentaje de respuesta se produjo en 1 de cada 4-6 pacientes con migraña episódica y en 1 de cada 6 con migraña crónica. Por otro lado, los datos conducentes a la autorización de galcanezumab derivaron de 3 ensayos pivotales de fase 3 de 3-6 meses de duración, doblemente ciegos y controlados por placebo, en pacientes con migraña crónica y con migraña episódica (medias de 19 y 9 días de migraña al mes), en quienes se observaron reducciones de la frecuencia de migraña de 2 días adicionales sobre placebo en ambos tipos de migraña; el beneficio se produjo en 1 de cada 4-5 pacientes con migraña episódica y en 1 de cada 8 con migraña crónica. Los análisis por subgrupos sugirieron que la eficacia de ambos fármacos es significativamente superior en pacientes que han fallado a ≥1 tratamiento preventivo previo frente a pacientes naïve, y algunos estudios con periodos de tratamiento más prolongados apuntan a que la eficacia de estos fármacos perdura en periodos de en torno a 1 año.

Con respecto a la seguridad clínica, erenumab y galcanezumab parecen bien tolerados en los periodos de seguimientos de los estudios, con una incidencia de eventos adversos sin grandes diferencias frente a placebo. A grandes rasgos, las reacciones adversas descritas fueron leves-moderadas y transitorias y se asociaron a bajas tasas de abandono; en global, destacan por su frecuencia: reacciones en el lugar de inyección, reacciones de hipersensibilidad (prurito o eritema), infecciones del tracto respiratorio, estreñimiento, vértigo o fatiga. Aunque parece que la seguridad puede ser similar a la de otros fármacos profilácticos, no se dispone de datos a largo plazo y se plantea la incertidumbre de los riesgos potenciales derivados de la inhibición crónica de la acción vasodilatadora del CRPG, en especial los efectos cardiovasculares y sobre el embarazo.

No se dispone de comparaciones directas de la farmacodinamia de erenumab y galcanezumab frente al resto de alternativas terapéuticas, pero las comparaciones indirectas sugieren que su eficacia puede ser similar a la del resto de opciones tanto en migraña episódica como crónica (topiramato, propranolol, funarizina, amitriptilina o toxina botulínica) y no se pueden sacar aún conclusiones firmes sobre su superioridad o inferioridad. Parece, no obstante, que el perfil toxicológico y el régimen posológico de los nuevos fármacos podrían suponer una ventaja en términos de adherencia terapéutica, uno de los principales problemas en la profilaxis de migraña.

En definitiva, erenumab y galcanezumab aportan innovación al inaugurar una vía farmacológica en su indicación, pero la eficacia que han mostrado sobre la frecuencia de migraña frente a placebo es moderada, y el beneficio clínico parece modesto (tampoco han mostrado eficacia sobre la intensidad o duración del dolor). Las incertidumbres actuales de seguridad y eficacia a largo plazo limitan su uso en primera línea, y los dos nuevos medicamentos se considerarán en pacientes en los que no exista mejoría o que presenten intolerancia a las otras opciones de profilaxis antimigrañosa y sin más alternativas terapéuticas, en quienes el beneficio puede ser relevante.

—2019 ha sido un año prolífico en cuanto a la incorporación al arsenal terapéutico de nuevos medicamentos: se han comercializado un total de 31 nuevos principios activos—

SISTEMA RESPIRATORIO

Asma eosinofílica

Benralizumab

▼FASENRA® (Astra Zeneca) PAM 420

El benralizumab es un anticuerpo monoclonal que se une con elevada afinidad y especificidad a la subunidad α de los receptores para IL-5 (IL-5Rα) expresados específicamente en la superficie de eosinófilos y basófilos, induciendo la apoptosis de dichas células mediante el refuerzo de la citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos (mediada sobre todo por células NK). Al impedir el acoplamiento de IL-5 con su receptor inhibe los efectos normalmente mediados por esta citocina sobre el ciclo biológico de los eosinófilos y es capaz de reducir su número en sangre. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de mantenimiento adicional en pacientes adultos con asma grave eosinofílica no controlada a pesar de la administración de corticosteroides inhalados en dosis altas (CSI) y β-agonistas de acción prolongada (LABA).

Los datos derivados de tres ensayos clínicos pivotales de fase 3 muestran que la administración de benralizumab, en comparación con placebo, es capaz de reducir en torno al 28-51% la tasa de exacerbaciones clínicamente relevantes en pacientes con cuadros graves de asma eosinofílica mal controlados con altas dosis de corticosteroides inhalados o incluso con sistémicos, y permite una reducción del 75% de la dosis de los corticosteroides orales (vs 25% con placebo). A ello cabe agregar ciertas mejoras en la función pulmonar y otras variables secundarias (como las puntuaciones de los cuestionarios de control asmático y calidad de vida asmática) a las que se concedió una relevancia clínica modesta. Desde el punto de vista de la seguridad, benralizumab presenta un perfil toxicológico relativamente benigno, con una incidencia de eventos adversos incluso inferior a la del placebo, fundamentalmente de carácter leve-moderado y transitorio, siendo los más frecuentes faringitis, cefalea, pirexia, reacciones de hipersensibilidad y reacciones en el lugar de la inyección.

A día de hoy no se dispone de comparaciones directas y, aunque las comparaciones indirectas solo pueden tener un carácter cualitativo, la evidencia disponible hace pensar que no hay diferencias sustanciales entre benralizumab y mepolizumab o reslizumab (anti-IL5 que actúan sobre la misma vía de señalización). Tampoco hay datos concluyentes para establecer una ventaja sobre la adherencia al tratamiento con la pauta de administración aprobada para benralizumab.

En definitiva, benralizumab emerge como una nueva opción de tratamiento para pacientes con asma eosinofílica grave no controlada, como alternativa a mepolizumab o reslizumab, cuya indicación ha sido restringida a pacientes con mal control del asma a pesar del tratamiento con dosis altas de CSI, considerando que, de acuerdo a las guías actuales en los pacientes tratados con dosis medias de CSI se recomienda aumentar su dosis antes de iniciar el tratamiento con un anti-IL5 o con un antagonista de los receptores de IL5. No supone, pues, ninguna innovación disruptiva en el tratamiento de la patología.

Fibrosis quística

Ivacaftor / Lumacaftor

▼ORKAMBI® (Vertex) PAM 430

Ivacaftor / Tezacaftor

▼SYMKEVI® (Vertex) PAM 430

Se trata de dos medicamentos de administración diaria por vía oral que incluyen asociaciones del ya comercializado ivacaftor, un potenciador que aumenta la actividad del canal de cloruro de la proteína CFTR, con los nuevos principios activos lumacaftor o tezacaftor, correctores selectivos que incrementan la cantidad de proteína funcional que alcanza la superficie de la célula epitelial, corrigiendo su plegamiento defectuoso y degradación prematura motivada por ciertas mutaciones del gen CFTR en fibrosis quística. En base a ese efecto sinérgico (traducido en un aumento del transporte de iones cloruro, reversión parcial de la excesiva absorción de agua y consiguiente normalización de las secreciones), la asociación de ivacaftor y lumacaftor ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes con FQ de ≥6 años de edad homocigotos para la mutación F508del en el gen CFTR. Por su parte, la combinación de ivacaftor y tezacaftor ha sido autorizada como medicamento huérfano para el tratamiento –junto a dosis adicionales de ivacaftor solo– de pacientes con FQ de ≥12 años de edad homocigotos F508del o bien que sean heterocigotos para tal mutación pero tengan otra mutación de función residual de CFTR, como: P67L, R117C, L206W, R352Q, A455E, D579G, 711+3A→G, S945L, S977F, R1070W, D1152H, 2789+5G→A, 3272-26A→G o 3849+10kbC→T.

Su eficacia clínica ha sido adecuadamente contrastada mediante ensayos pivotales controlados por placebo en pacientes con una función pulmonar no muy deteriorada y adicionados al tratamiento sintomático estándar (fisioterapia respiratoria, dornasa alfa, suero salino hipertónico, antibióticos inhalados, etc.). En pacientes homocigotos para F508del, ivacaftor/lumacaftor indujo una mejoría de la función pulmonar con aumentos estadísticamente significativos de ppFEV1 de 2,4-2,7 puntos porcentuales en adolescentes y adultos a la semana 24, y una reducción de -1,09 puntos en el índice de aclaramiento pulmonar 2.5 en niños de 6-11 años. Por su parte, ivacaftor/tezacaftor dio lugar a aumentos de 4 y 6,8 puntos porcentuales de ppFEV1 en pacientes de ≥12 años homocigotos y heterocigotos F508del (con una segunda mutación de función residual), respectivamente. Los resultados fueron consistentes con independencia de edad, sexo o gravedad de la FQ, si bien la magnitud de la mejoría observada es modesta (efecto más limitado de lo previsto) y similar al conseguido con tratamientos no específicos; la ausencia de significación estadística en muchas de las variables secundarias respalda esta idea.

Con respecto a la seguridad, las dos asociaciones parecen bien toleradas (quizá ivacaftor/tezacaftor en mayor medida), con una incidencia general de eventos adversos similar a placebo y una baja tasa de abandonos del tratamiento. Su perfil toxicológico se caracteriza por eventos adversos de gravedad leve-moderada que afectan fundamentalmente a los aparatos respiratorio y gastrointestinal, en línea con lo descrito para ivacaftor en monoterapia. Destacan, desde el punto de vista cualitativo, las reacciones adversas hepatobiliares (por ejemplo, aumento de las aminotransferasas) y los problemas respiratorios.

En definitiva, los dos nuevos fármacos aportan cierta innovación mecanística frente a ivacaftor –a pesar de actuar sobre la misma vía farmacológica– y son los primeros tratamientos específicos para pacientes con la mutación F508del, que abarcarían en torno al 50% de pacientes de FQ. Sin embargo, representan opciones no curativas de eficacia modesta que no modifican en gran medida la terapéutica de la FQ. Además, la limitación sobre los datos a largo plazo plantea incertidumbres relativas a su balance beneficio-riesgo en el tratamiento crónico de la FQ. Los datos podrían sugerir un mayor beneficio clínico con ivacaftor/tezacaftor.

VARIOS

Hiperpotasemia

Patiromero cálcico

▼VELTASSA® (Vifor Fresenius) PAM 426

El patiromero cálcico es un anión polimérico reticulado que actúa como polímero de intercambio de cationes; por sus características físico-químicas, no se absorbe tras su administración oral y es capaz de unirse y quelar los iones potasio libres en la luz del tracto gastrointestinal (sobre todo, en el colon, donde K+ es el catión más abundante), con lo que aumenta la excreción en heces de dicho ión y reduce los niveles de potasio en suero. En base a dicho mecanismo, el medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de la hiperpotasemia en adultos.

La eficacia clínica del fármaco ha sido adecuadamente contrastada en la indicación y dosis autorizada mediante un ensayo pivotal de fase 3, simple ciego, y dividido en dos partes. En la Fase 1 (N=243), no aleatorizada, abierta y de un único brazo, patiromero redujo significativamente la potasemia en -1,01 mEq/l respecto al estado basal, tras 4 semanas de tratamiento en pacientes con hiperpotasemia leve-moderada (5,1-6,4 mEq/l; promedio basal: 5,58 mEq/l) y enfermedad renal crónica, en tratamiento concomitante con inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona (IRAAs) y con una alta incidencia de comorbilidades de riesgo cardiovascular; el 76% de los pacientes alcanzó valores normales de potasemia (3,8-5,1 mEq/l). La Fase 2 del estudio, con diseño controlado por placebo y retirada aleatorizada, de 8 semanas de duración, demostró la eficacia del fármaco para prevenir recurrencias en los pacientes respondedores de la Fase 1 (N=107): la retirada de patiromero cálcico provocó un aumento significativo de la potasemia de +0,72 mEq/l (p<0,001) desde el inicio hasta la primera medida fuera de la normalidad o hasta la semana 4, con mayor proporción de pacientes hipercalémicos en el grupo placebo (60% vs. 15% en continuación de tratamiento); el patiromero cálcico permitió la continuación del tratamiento con IRAAs (proporción de retirada de 5% vs. 52% con placebo). Adicionalmente, un ensayo de soporte de fase 2 (N=304), de un único brazo, abierto y aleatorizado, demostró –como objetivo secundario– que su administración diaria reduce la potasemia en el entorno de 0,9-1 mEq/l durante al menos 1 año en el tratamiento a largo plazo o crónico en pacientes con hiperpotasemia basal leve (5,5-6,0 mEq/l).

Por otra parte, el patiromero cálcico se puede considerar como un fármaco bien tolerado, con un perfil toxicológico relativamente benigno y manejable. Solo un 20% de pacientes mostró eventos adversos leves-moderados relacionados con el fármaco (principalmente gastrointestinales –estreñimiento, diarrea dolor abdominal o flatulencia– e hipomagnesemia), similares a los descritos para otras resinas intercambiadoras de cationes. Ningún caso de evento adverso grave (8,3%) se asoció al fármaco, y hubo una baja tasa de interrupción del tratamiento (9%), incluso entre aquellos pacientes tratados durante 1 año, aunque la evidencia de seguridad a largo plazo es muy limitada. El potencial riesgo de interacciones implica la necesidad de distanciar la administración del fármaco al menos 3 horas de cualquier otro medicamento por vía oral, lo cual podría ser una limitación en tratamientos crónicos en pacientes polimedicados.

Por la ausencia de comparaciones directas del efecto a corto plazo de patiromero cálcico frente a placebo y con las resinas intercambiadoras de cationes (poliestirensulfonato de sodio o de calcio) o ciclosilicato de sodio y zirconio –las principales opciones terapéuticas, que sí han demostrado superioridad clínica frente a placebo–, no se recomienda su empleo en el tratamiento agudo de hiperpotasemia leve o moderada (5,5-6,4 mEq/l). Los datos del tratamiento a largo plazo, aunque limitados (Fase 2 del estudio pivotal), demuestran una eficacia clínicamente relevante del nuevo fármaco en el control y prevención de recaídas de la hiperpotasemia leve-moderada. En definitiva, sin aportar ninguna innovación mecanística, patiromero cálcico se posiciona como alternativa de segunda línea a las resinas de intercambio iónico en el control crónico de la hiperpotasemia, de especial interés en pacientes con enfermedad renal y riesgo cardiovascular que necesiten continuar tratamiento con IRAAs.

Tumores neuroendocrinos gastroenteropancreáticos

Lutecio oxodotreótida

▼LUTATHERA® (Advanced Accelerator Applications) PAM 423

Lutecio (177Lu) oxodotreótida (Figura 14) es un nuevo radiofármaco capaz de unirse a los receptores de la somatostatina –sobre todo, a los SSTR2, presentes en un gran número en muchos casos de TNE-GEP– y provocar la destrucción de las células tumorales a las que se ha unido mediante la emisión de radiación beta, mientras que su efecto en las células vecinas en pequeño. El medicamento ha sido oficialmente autorizado para el tratamiento de tumores neuroendocrinos gastroenteropancreáticos positivos al receptor de la somatostatina, bien diferenciados (G1 y G2), progresivos e irresecables o metastásicos. Teniendo en cuenta la consideración de enfermedad rara que reciben los TNE-GEP, el medicamento ha recibido la designación de huérfano.

Figura_14

La eficacia y la seguridad clínicas de 177Lu oxodotreótida han sido adecuadamente contrastadas en la indicación y dosis autorizadas mediante un único ensayo clínico pivotal de fase 3 (NETTER-1), abierto, aleatorizado, multicéntrico y controlado con octreótida como el mejor tratamiento sintomático disponible. Los datos de este estudio, aún en marcha, unidos a los resultados de eficacia de un estudio de soporte, de fase 1/2 y de brazo único (ERASMUS), aportan una evidencia limitada pero suficiente para justificar la indicación del fármaco en todos los subtipos de TNE-GEP. El ensayo pivotal ha demostrado que 177Lu oxodotreótida induce una mejoría significativa de la supervivencia libre de progresión en pacientes con tumor carcinoide del intestino medio: en el análisis primario de los datos, la mediana de SLP para el brazo control se situó en 8,5 meses y no había sido alcanzada para el grupo tratado con 177Lu oxodotreótida; sí se alcanzó, creciendo hasta los 28,4 meses en una actualización de los datos un año más tarde, implicando una reducción del 82% del riesgo de un paciente de progresar o fallecer en tratamiento con 177Lu oxodotreótida en comparación con octreótida (p<0,0001). Los resultados para las variables secundarias (tasa de respuesta objetiva, supervivencia global, tiempo hasta la progresión y calidad de vida) confirman que el nuevo fármaco cumple la hipótesis de superioridad respecto al mejor tratamiento disponible.

Por otro lado, su perfil toxicológico parece manejable. Destaca la toxicidad hematológica, transitoria y reversible, y los eventos adversos gastrointestinales (náuseas y vómitos, descritos, respectivamente, en el 58,9 y 45,5% de los pacientes), que se relacionaron mayoritariamente con la infusión concomitante de una solución de aminoácidos para proteger la funcionalidad renal. La incertidumbre sobre el potencial desarrollo de trastornos mieloproliferativos a largo plazo por el efecto de la radiación ionizante hace necesaria una farmacovigilancia poscomercialización intensa.

En definitiva, lutecio (177Lu) oxodotreótida emerge como el primer radiofármaco autorizado en España para el tratamiento de TNE-GEP que está específicamente dirigido a los receptores de somatostatina, abriendo una nueva vía mecanística en el tratamiento de estos tumores. Se puede posicionar como una alternativa preferente en primera línea para el tratamiento de pacientes con tumores no operables, avanzados y bien diferenciados (G1-G2), con una eficacia superior a las opciones de tratamiento hasta ahora disponibles (octreótida y, previsiblemente, también lanreótida). Aporta un beneficio clínico –especialmente si se considera que la supervivencia en pacientes con tumores neuroendocrinos avanzados se estima en torno al 35% a los 5 años – que debe considerarse moderado, habida cuenta del mal pronóstico de los TNE-GEP que se diagnostican en estadios avanzados y, sobre todo, si existe enfermedad metastásica (que suele asociarse a la presencia de metástasis múltiples, inoperables y relativamente refractarias a quimio y radioterapia). No supone, por tanto, una innovación disruptiva en el tratamiento de la patología: representa un tratamiento paliativo que mejora la calidad de vida del paciente pero no aborda la cura de la enfermedad.

▼Picato®: (ingenol mebutato): suspensión de comercialización como medida de precaución mientras finaliza la evaluación europea en curso

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha informado, de acuerdo con la EMA, que el PRAC se encuentra actualmente evaluando el riesgo de cáncer cutáneo asociado a la administración de ▼Picato®. Como medida de precaución mientras finaliza dicha evaluación, ha considerado necesario suspender la comercialización del medicamento y establecer las siguientes recomendaciones:

» No iniciar nuevos tratamientos y valorar el uso de otras alternativas terapéuticas.

» Informar detalladamente a los pacientes tratados con ▼Picato® para que ante la aparición de nuevas lesiones cutáneas consulten a su médico.

» No dispensar este medicamento e informar a los pacientes de que deben acudir a su médico.

» Los pacientes que estén utilizando actualmente ▼Picato® deben suspender su aplicación y consultar a su médico.

La AEMPS, en coordinación con la EMA y el resto de agencias nacionales europeas, ha informado de que el Comité europeo para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia (PRAC por sus siglas en inglés) ha monitorizado el perfil de riesgo de ▼Picato® desde su autorización y, en concreto, el riesgo potencial de desarrollo de cáncer cutáneo asociado a la administración de este medicamento. Actualmente se encuentra evaluando tanto los datos más recientes como la información acumulada relacionada con dicho riesgo. Los datos en revisión son los procedentes de ensayos clínicos, estudios no clínicos y notificación de sospechas de reacciones adversas.

▼Picato®, cuyo principio activo es ingenol mebutato, es un medicamento tópico indicado para el tratamiento de la queratosis actínica no hiperqueratósica y no hipertrófica en adultos. El medicamento está autorizado desde 2012 y se comercializa en dos dosis, 150 microgramos/gramo de gel (para administración en cara y cuero cabelludo) y 500 microgramos/gramo de gel (para administración en tronco y extremidades).

En la actualidad, la información más relevante en relación con la mencionada evaluación es la siguiente:

  • En un ensayo clínico llevado a cabo durante 3 años de seguimiento en 484 pacientes los resultados han mostrado un mayor número de casos de carcinoma de células escamosas en el grupo de tratados con ingenol mebutato frente al grupo de tratados con imiquimod (3,3 % vs. 0,4% respectivamente).
  • Agrupando los resultados de 3 ensayos clínicos con 8 semanas de seguimiento realizados en 1.262 pacientes, han mostrado un mayor desarrollo de tumores cutáneos aquellos tratados con ingenol mebutato frente al grupo de tratados con un vehículo (gel sin sustancia activa) (1% vs. 0,1% respectivamente).
  • Reuniendo los resultados de 4 ensayos clínicos realizados con ingenol disoxato1 sobre un total de 1.234 pacientes se muestra un mayor número de tumores cutáneos (entre los que se incluyen carcinomas de células basales, enfermedad de Bowen y carcinoma de células escamosas) en el grupo de pacientes tratados con disoxato frente al grupo de tratados con un vehículo (7,7% vs. 2,9% respectivamente).
  • Siguen existiendo incertidumbres en torno al mecanismo de acción por el cual el medicamento podría intervenir en el desarrollo de tumores cutáneos, así como la influencia de un posible efecto protector de imiquimod y posibles sesgos de falta de enmascaramiento en algunos estudios.
  • Revisando los resultados de un estudio publicado recientemente se constata que la eficacia de ▼Picato® es moderada y no mantenida en el tiempo (cifran los niveles de eficacia a los 3 y a los 12 meses de tratamiento en el 67,3% y 42,9%, respectivamente). Asimismo estos resultados sitúan al medicamento por debajo de los otros tres tratamientos alternativos utilizados.

Recomendaciones

En base a estos datos, y puesto que actualmente no puede descartarse un aumento del riesgo de desarrollo de cáncer cutáneo asociado a los ésteres de ingenol, el PRAC ha concluido que la relación beneficio-riesgo de ▼Picato® resulta desfavorable considerando necesario suspender la autorización de comercialización del medicamento. Esta decisión se ha adoptado como medida de precaución en tanto en cuanto finaliza la evaluación en curso.

Información importante

El Sistema Español de Farmacovigilancia de Medicamentos de Uso Humano (SEFV-H) se basa en el programa de notificación espontánea de un profesional sanitario (médico, odontólogo, farmacéutico, enfermero, otros) o de un ciudadano, de una sospecha de relación entre un medicamento (incluidos vacunas, sueros, gases medicinales, fórmulas magistrales, plantas medicinales) y un síntoma o signo adverso (reacción adversa, RAM) que manifieste el paciente o familiar (programa de tarjeta amarilla). El Real Decreto 577/2013 de Farmacovigilancia de medicamentos de uso humano (BOE núm. 179, de 27 de julio de 2013) entró en vigor el 28 de julio de 2013. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) coordina el SEFV-H. A su vez se integra en el Sistema Europeo de Farmacovigilancia que desde 1995 coordina la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), y participa desde 1984 en el Programa Internacional de Farmacovigilancia de la OMS, junto con más de 130 países.

¿Qué notificar?

Se deben notificar las sospechas de RAM:

Con medicamentos autorizados, incluidas las de aquellos que se hayan utilizado en condiciones diferentes a las autorizadas o con medicamentos extranjeros importados con autorización de la AEMPS

Principalmente las RAM ‘graves’ (mortales, o que amenacen la vida, prolonguen o provoquen una hospitalización, causen incapacidad o sean médicamente importantes y las trasmisiones de un agente infeccioso a través de un medicamento) o RAM ‘inesperadas’ de cualquier medicamento

Con medicamentos de ‘seguimiento adicional’ (durante sus primeros 5 años desde la autorización, identificados con un triángulo negro invertido (▼) a la izquierda del nombre del medicamento en el material informativo, en el prospecto y en la ficha técnica); ver la lista mensual de los medicamentos con “triángulo negro” en la web de la AEMPS: https://www.aemps.gob.es/vigilancia/medicamentosUsoHumano/seguimiento_adicional.htm#lista_europea

Las que sean consecuencia de ‘errores de medicación’, que ocasionen daño en el paciente.

Las originadas por ‘interacciones’ con medicamentos, plantas medicinales, incluso alimentos (zumo de pomelo, ahumados, crucíferas, etc).

¿Cómo notificar?

No olvide notificar cualquier sospecha de RAM a su Centro Autonómico o Regional de Farmacovigilancia mediante las ‘tarjetas amarillas’. Consulte en este directorio su Centro Autonómico de Farmacovigilancia correspondiente.

MÉTODO electrónico: desde el 15 de enero de 2013 se puede notificar a través del sitio web https://www.notificaRAM.es/, y el sistema electrónico hace llegar a su centro correspondiente la notificación de sospecha de RAM. Sirve para profesionales sanitarios y para ciudadanos, en formularios diferentes. La nueva legislación europea de farmacovigilancia establece esta posibilidad para facilitar la notificación de las sospechas de RAM por la población en general.

¿Dónde conseguir tarjetas amarillas?

Consultando a su Centro correspondiente del SEFV-H. Podrá encontrar el directorio de Centros en las primeras páginas del “Catálogo de Medicamentos” y en las páginas de Internet http://www.portalfarma.com y http://www.aemps.gob.es/vigilancia/medicamentosUsoHumano/docs/dir_serfv.pdf.

¿Dónde consultar las fichas técnicas y prospectos de los medicamentos?

En la página web de la AEMPS http://www.aemps.gob.es, seleccionando ”CIMA: Centro de Información on-line de Medicamentos de la AEMPS, Humanos”, se pueden consultar por nombre comercial o por sus principios activos. También están disponibles en la base de datos BOT Plus.

NOTA: la mención de marcas comerciales en el texto solo tiene fines de identificación, y en absoluto se les debe asignar directamente lo descrito en el texto.


Cáncer de mama y mieloma múltiple: la conjugación anticuerpo-fármaco citotóxico ha llegado para quedarse

Recientemente se han autorizado o están bajo evaluación varios medicamentos oncológicos basados en conjugados anticuerpo-molécula citotóxica dirigidos frente a biomarcadores tumorales específicos. Entre ellos, trastuzumab deruxtecán y belantamab mafodotina representan alternativas terapéuticas con un perfil beneficio-riesgo prometedor en últimas líneas de tratamiento de cáncer de mama metatásico HER2+ y mieloma múltiple, respectivamente. Se resumen a continuación los principales hallazgos clínicos en sus ensayos pivotales, entre los que destacan los valores de las tasas de respuesta objetiva alcanzadas. 

Siguiendo la línea terapéutica iniciada en la década pasada con los fármacos citotóxicos conjugados (como brentuximab vedotina o trastuzumab emtansina, autorizados en España en los años 2012 y 2013, respectivamente) y en la que han ahondado algunos de los comercializados en 2019 (por ejemplo, gemtuzumab ozogamicina e inotumumab ozogamicina), se han presentado recientemente resultados clínicos interesantes para dos nuevos conjugados anticuerpo-fármaco, que vienen a confirmar que la estrategia terapéutica de dirigir una molécula citotóxica a células que expresan cierta diana biológica –mediante un anticuerpo (o fragmento del mismo) que la reconoce– tiene un interés contrastado en la terapéutica de diversos tipos de tumores.

Por un lado, trastuzumab deruxtecán es un conjugado compuesto por el anticuerpo anti-HER2 (receptor 2 del factor de crecimiento epidérmico humano) trastuzumab, un conector basado en un tetrapéptido escindible y un agente citotóxico inhibidor de la topoisomerasa I (deruxtecán), que puede ser considerado como una evolución del ya disponible trastuzumab emtansina. Dicho fármaco había mostrado ya en ensayos de fase 1 que la mayoría de pacientes con cáncer de mama avanzado HER2+ presentaban una respuesta objetiva de duración media de 21 meses.

Los resultados ahora divulgados son relativos a un estudio multicéntrico de fase 2 con diseño de 2 partes, abierto y sin comparador, que incluyó a 184 pacientes adultas con cáncer de mama metastásico HER2+ con una mediana de 6 tratamientos previos (incluyendo ado-trastuzumab emtansina), es decir, cuadros con limitadas –o nulas– opciones terapéuticas y pronóstico pobre. El análisis por intención de tratar de los datos revela que, tras la selección de la dosis óptima del fármaco (5,4 mg/kg) en la primera parte del estudio y su administración en la segunda, hasta 112 pacientes presentaron respuesta al fármaco en una mediana de seguimiento de 11,1 meses. Esto se traduce en una tasa de respuesta objetiva según revisión central independiente –variable primaria– del 60,9% (IC95% 53,4-68,0). La mediana de duración de la respuesta fue de 14,8 meses (IC95% 13,8-16,9) y la mediana de la supervivencia libre de progresión de 16,4 meses (IC95% 12,7-no alcanzada); no se ha alcanzado aún la mediana de la supervivencia global, estimándose una tasa de supervivencia al año del 86%. Respecto a la seguridad, los eventos adversos fueron en parte esperables, siendo los más comunes de grado ≥3: neutropenia (21%), anemia (9%), náuseas (8%), linfopenia (6,5%) y fatiga (6%); también se relacionó con enfermedad pulmonar intersticial en el 14% de los pacientes.

Por otra parte, el segundo fármaco en cuestión es belantamab mafodotina, un inmunoconjugado formado por una IgG humanizada anti-BCMA1unida a través de un conector resistente a proteasas (maleimidocaproil) a un agente citotóxico anti-microtúbulos, la monometil auristatina F. También había mostrado en ensayos de fase 1 previos una eficacia antineoplásica interesante en monoterapia en pacientes con mieloma múltiple recidivante/refractario altamente pretratados.

A fin de profundizar en esos resultados clínicos, se está desarrollando un estudio multicéntrico y multinacional de fase 2, con diseño abierto y de 2 brazos (2 dosis distintas), en el que se aleatorizaron y trataron un total de 196 pacientes adultos con mieloma múltiple recidivante o refractario y relativo buen estado funcional (estado ECOG 0-2), quienes habían recibido ≥3 líneas de tratamiento (incluyendo inmunomoduladores, inhibidores de proteasoma y un anti-CD38). Los resultados publicados recientemente tras el análisis intermedio por intención de tratar demuestran que un 31% (IC95% 20,8-42,6) y 34% (IC95% 23,9-46,0) de pacientes mostraban una respuesta objetiva general según revisión central independiente –variable primaria– en los brazos 1 y 2 (tratados con 2,5 y 3,4 mg/kg, 1 ciclo i.v. cada 3 semanas), respectivamente. Se trata de tasas de respuesta de magnitud notable en situaciones con escasas opciones de tratamiento, que determinan un balance beneficio-riesgo potencialmente positivo, a pesar de que el perfil toxicológico es importante, caracterizado por la aparición frecuente –en el 40-47% de pacientes– de eventos adversos de grado 3-4, tales como queratopatía (21-27%), trombocitopenia (20-33%) y anemia (20-25%), e incluso dos muertes posiblemente relacionadas con el tratamiento.

En definitiva, se pone de manifiesto que la estrategia farmacológica de combinar un anticuerpo con una molécula citotóxica para ejercer la acción frente a un determinado tipo celular tumoral puede permitir una adecuada eficacia clínica con perfiles de toxicidad relativamente aceptables, especialmente en situaciones en las que se han agotado muchas, si no todas, las opciones de tratamiento estándar. Así, la FDA estadounidense aprobó en los últimos días de 2019 el fam-trastuzumab deruxtecán-nxki (Enhertu®) para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer de mama no resecable o metastásico HER2+ que han recibido ≥2 terapias anti-HER2 y, a día de hoy, la solicitud de autorización de comercialización de belantamab mafodotina ya está bajo revisión por parte de ese organismo. Es previsible que la EMA europea pueda seguir estos pasos en un futuro próximo.

  • Modi S, Saura C, Yamashita T, Park YH, Kim SB, Tamura K et al.; DESTINY-Breast01 Investigators. Trastuzumab Deruxtecan in Previously Treated HER2-Positive Breast Cancer. N Engl J Med. 2019; DOI: 10.1056/NEJMoa1914510.

  • Lonial S, Lee HC, Badros A, Trudel A, Nooka AK, Chari A et al. Belantamab mafodotin for relapsed or refractory multiple myeloma (DREAMM-2): a two-arm, randomised, open-label, phase 2 study. The Lancet Oncology. 2019; DOI: https://doi.org/10.1016/S1470-2045(19)30788-0.

Efectos beneficiosos inesperados de las vacunas

Rosario Cáceres Fernández-Bolaños1

La ciencia a veces nos sorprende y maravilla a partes iguales cuando nos muestra efectos de fármacos que, a priori, no esperábamos. Numerosos ejemplos a lo largo de la historia, ilustran la relativa frecuencia de la serendipia, desde el descubrimiento casual de la penicilina por Fleming hasta las propiedades para la disfunción eréctil del sildenafil0.

Con las vacunas también ocurre, a veces, que en adición a los ya más que probados beneficios que aportan a la sociedad, nos encontramos con otros efectos beneficiosos adicionales inesperados, que nos empujan a indagar hacia el por qué de tales beneficios y otros posibles usos.  En este artículo se tratan brevemente estos asombrosos efectos inesperados de algunas vacunas en base a la última evidencia científica.

Rotavirus: menor incidencia de convulsiones y de diabetes tipo 1

Los estudios que han medido la relación entre vacunación de rotavirus (RV) y disminución de convulsiones son firmemente concluyentes. Un estudio realizado en Galicia en 2009 concluye que la tasa de ingresos hospitalarios por convulsiones de cualquier tipo en menores de 5 años se redujo en los últimos 9 años (momento en que se introduce la vacuna) entre un 22,3% y un 50,9%. Otro estudio, realizado en Inglaterra, midió los ingresos hospitalarios por convulsiones asociados a gastroenteritis aguda en niños (menores de 5 años también) desde julio del año 2000 hasta junio de 2017; demostró que la vacunación contra rotavirus redujo las hospitalizaciones por tal motivo entre un 23% y un 31%, proporcionando evidencia a nivel poblacional del impacto de la vacunación en la incidencia de convulsiones en países de altos ingresos.

Por otra parte, las infecciones por rotavirus se asocian al desarrollo de diabetes mellitus tipo 1 (DM1), al desencadenar el virus la apoptosis pancreática (según se ha demostrado en ratones). Por ello, en un estudio reciente los autores se plantean la hipótesis de que si una infección natural es la causante de la patología, la vacuna podría reducirla. Con esta premisa, analizaron la incidencia de DM1 en niños australianos antes y después de que la vacuna frente a rotavirus se introdujera en el Programa Nacional de Inmunización de Australia en 2007 (la cobertura fue de un 84%). Los investigadores concluyen que en los niños de 0 a 4 años, el número de casos cayó un 14% tras la introducción de la vacuna, si bien no se observaban cambios en la incidencia de casos en niños de 5 a 9 y 10 a 14 años. Puede tratarse, por tanto, de la primera evidencia de la relación entre la vacunación de rotavirus y la disminución de la incidencia de DM1; para confirmar este hallazgo, los autores llevarán a cabo un estudio de casos y controles que exploren más a fondo esta interesante asociación.

Meningococo y disminución de gonorrea

Neisseria meningitidis y Neisseria gonorrhoeae tienen una homología antigénica del 80%-90%, según lo cual se ha sugerido que sería posible que la vacunación frente a la primera bacteria pudiera ofrecer protección cruzada frente a la segunda. Un trabajo de investigación para conocer la similitud de los antígenos presentes en dos vacunas antimeningocócicas con respecto al gonococo, mostró el potencial de dichos antígenos para generar una respuesta inmune que reconozca a los de N. gonorrhoeae, lo que puede explicar que el uso masivo de la vacuna se asocie con la reducción de las tasas de gonorrea. Estos hallazgos adquieren una relevancia especial si se considera que no ha habido ningún progreso en las vacunas antigonocócicas en los últimos 30 años.

A este respecto, los autores plantean otro estudio de cohortes retrospectivo destinado a conocer la efectividad de la vacuna antimeningocócica B frente a las hospitalizaciones por gonorrea como diagnóstico primario en personas nacidas entre 1984 y 1999 y que recibieron la vacuna como consecuencia del brote epidémico por meningococo B, entre 2004 y 2008. Los resultados demuestran que la efectividad de la vacuna fue del 24% frente a gonorrea.

Por todo esto, el National Institute of Allergy and Infectious Diseases de los Estados Unidos ha concedido a la Universidad de Alabama diez millones de dólares para que investigue el posible uso de la vacuna antimeningocócica 4CMenB frente a la gonorrea. El ensayo clínico será aleatorio, ciego y controlado con placebo e incluirá a 2.000 voluntarios sanos que se encuentren en riesgo de padecer la enfermedad, de los que unos recibirán la vacuna y otros recibirán placebo y se seguirán en el tiempo. En Estados Unidos se diagnostican anualmente más de 580.000 nuevos casos de infección por gonococo.

Sarampión y disminución de enfermedades oportunistas

Una de las consecuencias de padecer sarampión es la posible supresión de la memoria inmunitaria, un fenómeno conocido como “amnesia inmunológica” que puede durar hasta tres años. Se ha descrito que la enfermedad borra todo resto de memoria inmunológica, dejando indefenso al individuo frente a infecciones que posiblemente ya había padecido y para las que estaba inmunizado. Esto explica por qué la vacunación protege no solo frente a las consecuencias directas del sarampión, sino contra toda una batería de infecciones oportunistas que aprovechan los efectos debilitantes del virus en el sistema inmunológico.

La explicación de tal fenómeno puede radicar en que el sarampión tiene un efecto directo en la distribución y circulación de linfocitos, como se estudió y comprobó en el contexto de un brote de sarampión ocurrido en Holanda en 2013-14 y ya citamos en el número 426 de Panorama Actual del Medicamento.

En un estudio llevado a cabo en 2017, la vacunación contra el sarampión se asoció con una reducción de los casos de enfermedades respiratorias agudas en un 15-30% en India y Pakistán, y con un 12-22% de reducción en los casos de diarrea en la República Democrática del Congo, India, Nigeria y Pakistán.

Gripe y disminución del uso de antibióticos en niños

El abuso y el uso indebido de los antibióticos son responsables en parte del aumento de las resistencias a los antimicrobianos (RAM), que se ha convertido en un problema de Salud Pública crucial en nuestros tiempos. Varios factores sugieren que la vacuna antigripal es una posible medida efectiva para controlar las RAM a través de la reducción del consumo de antibióticos.

Un estudio analizó los datos de niños de 6 a 35 meses de edad de ambos hemisferios, relativos a los casos y la carga de gripe. La tasa global de ataque fue de 11,5%, se reportó fiebre de grado 3 en el 24,3% de los pacientes confirmados, infección respiratoria aguda en el 8,7%, otitis media aguda en el 6,1% y neumonía en el 1,9%. En el 93,2% de los episodios se prescribieron analgésicos, antipiréticos o antiinflamatorios no esteroideos y antibióticos en el 41,4%. Los autores concluyen que la gripe impacta de forma considerable en niños sanos y que es muy elevado el consumo de antibióticos en pacientes de estas edades.

En otro estudio realizado con 12.000 niños europeos de 6 a 36 meses a los que se administraba la vacuna antigripal cuadrivalente, se siguieron 5 cohortes independientes en 5 temporadas gripales (2011-2014) y 13 países. La administración de la vacuna repercutió en una reducción del 71% del uso de antibióticos, o lo que es lo mismo, la des-prescripción de más de 14.800 recetas de antibióticos al año.

Tuberculosis y disminución de tosferina

Ciertas evidencias apuntan a que la vacuna frente a la tuberculosis (BCG) podría tener un efecto potenciador de la respuesta inmunitaria de otras vacunas así como la disminución de la incidencia de tosferina. Parece que en los países donde se vacuna con DTPa (difteria-tétanos-tosferina acelular) hay un mayor incremento de los casos de tosferina respecto a los países que vacunan con la vacuna de células enteras (DTPw). Esto indica la importancia que tiene el linfocito Th1 en la respuesta contra Bordetella pertussis. BCG es, por otra parte, un fuerte inductor de la respuesta Th1. Por ello, en un reciente estudio llevado a cabo por investigadores españoles, se buscó si BCG podría mejorar  la respuesta inmunitaria celular y humoral de DTPa. En este estudio epidemiológico retrospectivo realizado en 161 países de todo el mundo se analizaron datos de 2012 a 2015 y se midieron las tasas de incidencia anual de tos ferina y paperas, incluyendo análisis de países donde no se vacunaba con ninguna de las dos vacunas, otros donde se vacunó con BCG y DTPw, otros con BCG y DTPa y otros países donde solo se vacunaba con BCG. El objetivo era observar el efecto eventual de BCG sobre la incidencia de tos ferina y evaluar si la administración de DTPw o DTPa podría tener un impacto significativamente diferencial en la incidencia de enfermedades.

La medición de la incidencia de paperas sirvió para descartar una posible asociación de la disminución de tosferina con otro tipo de variables. Los resultados mostraron una disminución significativa de tosferina en los países donde se vacunaba con BCG, así como resultados similares en la incidencia de la enfermedad en países que vacunaban con DTPw y DTPa siempre que en esos países también vacunasen con BCG. Todo esto apunta a que, por un lado, la vacuna BCG mejora la eficacia de DTPa, y por otro lado, que parece tener un efecto protector frente a  tosferina.


Implanon NXT® (etonogestrel) implante subcutáneo: actualización de las instrucciones de inserción/extracción para minimizar los riesgos de lesión neurovascular y desplazamiento del implante

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha informado de nuevas instrucciones

para evitar riesgos:

» Se han notificado casos de lesión neurovascular y desplazamiento del implante (Implanon NXT®) desde el lugar de inserción en el brazo y, en raras ocasiones, desplazamiento hacia la arteria pulmonar. Estas complicaciones pueden estar relacionadas con la inserción profunda o incorrecta de Implanon NXT®.

» Para minimizar el riesgo de lesión neurovascular y desplazamiento del implante, se han actualizado las instrucciones de inserción/extracción del implante.

La AEMPS1, en coordinación con la EMA y el resto de agencias nacionales europeas, ha acordado emitir simultáneamente una comunicación de seguridad (DHPC, sus siglas del inglés) por parte del laboratorio titular, para informar a los profesionales sanitarios de la actualización de las instrucciones de inserción/extracción a fin de minimizar los riesgos de lesión neurovascular y desplazamiento del implante.

Implanon NXT® es un implante anticonceptivo hormonal no biodegradable de una sola varilla, de acción prolongada, que se inserta subcutáneamente, y que solo contiene progestágeno (concretamente, 68 mg de etonorgestrel). Si el implante se inserta más profunda que subcutáneamente (en lo que se conoce como “inserción profunda”), pueden producirse daños neurológicos o vasculares. Los casos de inserciones profundas o incorrectas se han relacionado con parestesias (por daño neurológico) y con el desplazamiento del implante, en casos de inserción intramuscular o en la fascia. En todo el mundo, se han identificado un total de 107 casos de desplazamiento del implante hasta la arteria pulmonar o al tórax en el periodo de tiempo comprendido desde la autorización de comercialización de Implanon NXT® (28 de agosto de 1998) hasta el 3 de septiembre de 2019.

Teniendo en cuenta el asesoramiento de expertos en la materia y tras la identificación de la zona anatómica del brazo con el menor número de estructuras vasculares/neurológicas, se han actualizado las instrucciones para localizar el lugar más adecuado de inserción del implante y la posición del brazo durante dicho procedimiento, con el fin de minimizar el riesgo de lesión neurovascular producida por una inserción profunda. El lugar de inserción debe ubicarse sobre el músculo tríceps, una localización generalmente sin vasos sanguíneos principales ni nervios. Además, durante el procedimiento de inserción/extracción del implante, el brazo de la paciente debe estar flexionado a la altura del codo con su mano debajo de la cabeza (o lo más cerca posible). Este aumento de la flexión debería desviar el nervio cubital del lugar de inserción, lo que podría reducir aún más el riesgo de lesión del nervio cubital durante la inserción/extracción del implante.

Con el objetivo de minimizar lo máximo posible el riesgo de inserción profunda y sus posibles consecuencias, la ubicación correcta del implante (subcutánea) debe confirmarse mediante palpación en el momento de la inserción, tanto por el profesional sanitario (PS) como por la paciente. Se recomienda a los PS palpar el implante en cada visita de control e indicar a la paciente que contacte con su médico lo antes posible si no puede notar el implante en algún momento.

El PS debe indicar a la mujer que muestre la tarjeta de información para la paciente (TIP) en toda visita relacionada con el implante. Se recomienda que la mujer acuda a consulta médica para una visita de control 3 meses después de la inserción. Los implantes no palpables deben ser extraídos únicamente por un PS con experiencia en la extracción de implantes insertados profundamente, que esté familiarizado con la localización de los implantes y la anatomía del brazo.

Recomendaciones

Se recomienda encarecidamente que Implanon NXT® sea insertado/extraído únicamente por profesionales sanitarios que hayan completado la formación sobre el uso del aplicador de Implanon NXT® y las técnicas de inserción/extracción del implante, y que, cuando sea necesario, se solicite supervisión previa a la inserción/

extracción.

Forma de administración:

  • Se incluyen videos demostrativos del procedimiento de inserción/extracción del implante, disponibles en: www.implanonnxtvideos.eu.
  • Se incluye una recomendación dirigida a los PS para que no intenten insertar/extraer el implante si no están familiarizados con el procedimiento para hacerlo de manera segura.

Cómo usar Implanon NXT®:

  • Actualización del texto de la TIP, donde se incluye que el PS debe indicar a la paciente que guarde la tarjeta en un lugar seguro y la muestre al PS en toda visita relacionada con el uso del implante. La tarjeta contiene instrucciones para que la paciente “palpe suavemente el implante ocasionalmente para asegurarse de que conoce su ubicación y para que contacte con su médico lo antes posible si no puede notar el implante”.
  • Actualización de las instrucciones relativas al lugar de inserción del implante: debe insertarse por vía subcutánea justo bajo la piel en la cara interna de la parte superior del brazo no dominante. El lugar de inserción se sitúa en un área por encima del músculo tríceps a 8-10 cm del epicóndilo medial del húmero y 3-5 cm por debajo del canal (surco), entre los músculos bíceps y tríceps.

Cómo insertar Implanon NXT®

  • Actualización de las instrucciones relativas al lugar de inserción (sección “Cómo usar Implanon NXT®”).
  • Se añaden instrucciones sobre la posición del brazo de la paciente: el brazo de la paciente debe estar flexionado a la altura del codo con su mano debajo de la cabeza (o lo más cerca posible) durante el procedimiento de inserción del implante.
  • Actualización de las instrucciones e imágenes descriptivas del procedimiento de inserción. Se añaden nuevas imágenes para ayudar al PS a realizar la inserción subcutáneamente.

Cómo extraer Implanon NXT®:

  • Actualización para reforzar el mensaje de que la extracción debe realizarse únicamente por un PS familiarizado con la técnica de extracción.
  • Se incluyen instrucciones aclaratorias sobre el procedimiento a seguir en caso de que un implante no sea palpable.
  • Se añaden instrucciones sobre la posición del brazo de la mujer (sección “Cómo extraer Implanon NXT®”).
  • Actualización de las instrucciones e imágenes descriptivas del procedimiento de extracción de un implante palpable.
  • Se incluye una frase destacando que si al empujar un extremo del implante hacia abajo, el extremo opuesto no crea una protuberancia en la piel, la extracción puede ser difícil.
  • Recomendación de detener el procedimiento de extracción si no es posible sujetar el implante.
  • Actualización de las recomendaciones para la extracción de los implantes no palpables, especificando que el implante solo debe ser extraído por un PS con experiencia en la extracción de implantes insertados profundamente y familiarizado con la anatomía del brazo.

Cómo sustituir Implanon NXT®:

  • Se refuerza el mensaje de que se puede insertar un nuevo implante a través la misma incisión por la que se extrajo el implante anterior, siempre y cuando se encuentre ubicada conforme se indica en las instrucciones actualizadas de inserción.

Insuficiencia renal aguda asociada al uso de inhibidores de la bomba de protones: nueva reacción adversa de estos medicamentos en India

El sistema de farmacovigilancia de la India ha recomendado incorporar información sobre riesgo de “insuficiencia renal aguda” en los documentos oficiales de medicamentos con inhibidores de la bomba de protones (esomeprazol, lansoprazol, omeprazol, pantoprazol, rabeprazol) a partir de casos notificados de reacciones adversas recibidos en los últimos 8 años.

El Centro Coordinador Nacional del Programa de Farmacovigilancia de la India (NCC-PvPI) ha publicado la recomendación que ha remitido a la autoridad reguladora, CDSCO (Central Drugs Standard Control Organization) solicitando que el prospecto y la información para prescribir de los inhibidores de la bomba de protones (IBP) comercializados en la India se revise, para incorporar la “insuficiencia renal aguda” como una reacción adversa (RAM), clínicamente significativa.

En general, los IBP se usan para tratar úlceras gástricas, úlceras duodenales, enfermedad por reflujo gastroesofágico y síndrome de Zollinger Ellison. Entre julio de 2011 y julio de 2019, el NCC-PvPI recibió 23 casos individuales de reacciones adversas de insuficiencia renal aguda asociada con la utilización de distintos IBP. Se llevó a cabo una cuidadosa revisión de los casos y se concluyó que existía una fuerte relación causal entre los IBP y la insuficiencia renal aguda. Por ello, se ha acordado incorporar esta nueva RAM en el prospecto incluido en los envases y en la información para prescribir que distribuyen los laboratorios farmacéuticos.

En la información de los IBP (esomeprazol, lansoprazol, omeprazol, pantoprazol, rabeprazol) en España, en sus fichas técnicas, se describe en la sección específica de Reacciones Adversas (RAM) que la “nefritis intersticial”, dentro de los “trastornos renales y urinarios”, puede aparecer de forma infrecuente. Además, en algún medicamento con esomeprazol se indica: “nefritis intersticial; en algunos pacientes se ha notificado insuficiencia renal de forma concomitante.”