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Terapéutica de las drogodependencias

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La característica principal que define a los trastornos por consumo de sustancias es la asociación de síntomas cognitivos, comportamentales y fisiológicos que conducen a un uso indefinido del compuesto a pesar de los problemas significativos que derivan de esta práctica. Sin embargo, el consumo de drogas no es indispensable para el desarrollo de adicciones (trastornos adictivos sin sustancias), como ocurre en el caso del trastorno por juego. Este hecho pone de manifiesto que estas conductas comparten mecanismos y circuitos cerebrales comunes.

En el año 2013 la nueva Clasificación de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría –DSM-5– sustituye el término “drogodependencias” por el de “trastornos relacionados con sustancias y adicciones”.

El manual diagnóstico de EE.UU. divide a los trastornos relacionados con sustancias en dos grupos: trastorno por uso de sustancias y trastorno inducido por sustancias.

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Los síntomas que constituyen el síndrome del trastorno por uso de sustancias se agrupan en varias dimensiones:

  • Un control deficitario del consumo.
  • Un deterioro social asociado al consumo.
  • El mantenimiento del consumo a pesar de existir un riesgo evidente para la salud.
  • Presencia de los denominados síntomas farmacológicos: tolerancia y abstinencia.

Resulta interesante remarcar que la gran mayoría de personas que consumen sustancias potencialmente adictivas no desarrollan adicción (sujetos resilientes), y que únicamente el 10% de los sujetos vulnerables desarrollan el fenotipo más grave de adicción. La vulnerabilidad viene condicionada por factores genéticos, neurobiológicos y medioambientales.

Etiopatogenia. El desarrollo de un trastorno por uso de sustancias involucra varios cambios neuroquímicos cerebrales en diferentes regiones (Figura 1): el sistema límbico dopaminérgico (área tegmental ventral, núcleo accumbens y corteza prefrontal), la amígdala, el estriado e hipocampo y otros circuitos de neurotransmisión, tales como el GABAérgico, glutamatérgico, opioide (neuropéptidos), colinérgico/nicotínico y endocannabinoide

Trastorno por uso de tabaco

Entre los principales trastornos mentales relacionados con el trastorno por uso de tabaco se encuentran: esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión mayor, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastorno por ansiedad y los trastornos de personalidad (especialmente de los grupos A –paranoide, esquizoide, esquizotípica– y B –antisocial, límite histriónica y narcisista–). Existen evidencias importantes que relacionan la presencia de polimorfismos genéticos con el riesgo de desarrollo de adicción al tabaco. Tal es el caso de las poblaciones CYP2A6 ultrarrápidas, isoforma del CYP450 de la cual la nicotina es sustrato.

Tratamiento:

A día de hoy se dispone de las siguientes alternativas terapéuticas (Tabla 1):

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  • Bupropión: inhibidor de la recaptación de noradrenalina y dopamina.
  • Vareniclina: agonista parcial de los receptores α4β2 del sistema colinérgico/nicotínico, sustrato principal de la recompensa a la nicotina.
  • Nicotina: agonista completo del sistema colinérgico/nicotínico.

La vareniclina parece ser la opción terapéutica más efectiva (18-30% de éxito). El incremento de dosis por encima de la recomendación estándar probablemente mejoraría la tasa de éxito en pacientes que no hubiesen obtenido resultados previamente. De igual modo la asociación de vareniclina con bupropión o nicotina mejoraría la respuesta al tratamiento.

El bupropión en monoterapia es la opción menos efectiva, sin embargo es la única alternativa que puede ser financiada por el Sistema Nacional de Salud (SNS) (Tabla 1).

Actualmente no hay evidencia que avale el empleo de cigarrillos electrónicos en terapia sustitutiva. Las pautas de tratamiento (Tabla 2) son notablemente diferentes entre unos fármacos y otros; además, la nicotina es el único principio no sujeto a prescripción médica.

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Trastorno por uso de alcohol

Se han identificado diferentes fenotipos de trastorno por uso de alcohol: consumidor regular (ingesta mantenida a lo largo del tiempo) y bebedor en atracones (ingiere grandes cantidades en poco tiempo).

Tratamiento. Se dispone de las siguientes alternativas terapéuticas (Tablas 3 y 4):

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  • Disulfiram: inhibe de forma irreversible la enzima acetaldehído deshidrogenasa, por lo que en caso de romper la abstinencia se acumula acetaldehído, compuesto responsable de la aparición de la sintomatología que favorece el rechazo a su consumo.
  • Acamprosato: modula la neurotransmisión del receptor del N-metil-d-aspartato (NMDA) y podría tener efectos indirectos sobre el receptor del GABA. No es eficaz en bebedores en atracones.
  • Naltrexona: bloquea los receptores opioides µ, lo cual reduce la ingesta compulsiva de alcohol.
  • Nalmefeno: agonista parcial de receptores opioides κ y antagonismo de receptores opioides δ y µ.
  • Benzodiazepinas (clorazepato dipotásico): utilizadas para tratar los síntomas de abstinencia en pacientes con dependencia fisiológica. Deben usarse el menor tiempo posible, ya que en adictos al alcohol existe un riesgo especialmente elevado de desarrollo de adicción a benzodiazepinas.
  • El baclofeno: agonista GABAB que tiene la ventaja diferencial de ser seguro en insuficiencia hepática grave. Indicación únicamente aprobada en Francia.
  • Otros fármacos incluidos en ensayos controlados, pero no autorizados actualmente en el tratamiento de la dependencia al alcohol son: topiramato, ondansetrón y gabapentina.

Trastorno por uso de cannabis

Se relaciona frecuentemente con otros trastornos mentales como la esquizofrenia, el TDAH y el trastorno de espectro autista.

Tratamiento. No existe tratamiento aprobado por las agencias reguladoras. Los dos fármacos que parecen haber mostrado algún indicio de utilidad son gabapentina y N-acetilcisteína, aunque con evidencias muy débiles.

Trastorno por uso de cocaína

El TDAH y los trastornos de personalidad antisocial y narcisista son trastornos mentales considerados factores de riesgo para el trastorno por uso de cocaína.

Tratamiento. No existen fármacos aprobados. Los ensayos con agonistas dopaminérgicos no han sido concluyentes. Los psicoestimulantes se muestran como agentes muy prometedores a la espera de mayor investigación sistemática.

Trastorno por uso de heroína y otros opioides

Se relaciona con la presencia de otros trastornos mentales como depresión mayor, trastorno límite de personalidad y trastorno antisocial de la personalidad.

Tratamiento. Se utilizan dos grandes grupos de fármacos (Tablas 5 y 6): agonistas µ (metadona, levometadona, morfina) o agonistas parciales µ (buprenorfina) indicados en la terapia sustitutiva, y antagonistas µ, que buscan mantener la abstinencia total (naltrexona) o evitar un uso inadecuado vía parenteral de los fármacos usados en terapia sustitutiva (asociaciones con naloxona).

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Tiene una gran trascendencia el carácter de estos fármacos sobre otros tipos de receptores opioides, como el caso de los receptores κ. El agonismo κ produce efectos disfóricos que incrementan el riesgo de recaídas, por lo que un efecto antagonista confiere al fármaco propiedades antidisfóricas y antidepresivas de gran utilidad en la deshabituación (p. ej.: buprenorfina).

La heroína inyectable supervisada puede ser efectiva en pacientes que persisten en el consumo de heroína durante el tratamiento con metadona.

Futuro de los tratamientos de los trastornos adictivos y otros trastornos mentales

Las opciones terapéuticas son todavía limitadas. Existe una gran dificultad para llevar a cabo ensayos clínicos en pacientes con trastornos por consumo de sustancias debido a la mala delimitación con otros trastornos mentales frecuentes, problemas legales y mala adherencia a los protocolos de tratamiento entre otros motivos.

  • Se requieren nuevas estrategias dirigidas a endofenotipos asociados a las conductas adictivas:
    • Potenciadores cognitivos para mejorar el control de impulsos.
    • Planificación y toma de decisiones.
    • Uso de medicamentos para reducir la reactividad al estrés, la emocionalidad negativa y la disforia para prevenir las recaídas.
  • Explorar la “reutilización” de medicamentos ya aprobados para otras indicaciones:
    • Combinación de buprenorfina con naltrexona en el trastorno por abuso de heroína y cocaína.
    • Lorcaserina, agonista selectivo 5-HT2C aprobado por la FDA en el tratamiento de la obesidad, en el trastorno por abuso de opioides.
    • Modafinilo en trastorno por abuso de cocaína.
  • Considerar posibles nuevas dianas farmacológicas:

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Sistemas de seguridad en la preparación de medicamentos peligrosos

Resumen

Actualmente existe gran evidencia científica sobre los riesgos asociados a la exposición laboral a los medicamentos peligrosos (MP). Pero esto no siempre ha sido así, conforme se conocían sus mecanismos de acción, sus efectos adversos y las vías de exposición se incrementaron los esfuerzos por limitar la peligrosidad de estos agentes. El envejecimiento de la población, la mayor incidencia de enfermedades, y el aumento en la demanda de tratamientos personalizados, muchas veces clasificados como MP, supone un incremento de la actividad de los servicios de farmacia (SF), que deben cumplir con las exigencias de calidad y seguridad del paciente al mismo tiempo que deben asegurar la salud de los trabajadores. El desarrollo de la tecnología ha permitido disponer de productos sanitarios que posibilitan la contención del MP y protegen al trabajador durante su manipulación. Sin embargo, su eficacia no es total y muchos de estos dispositivos aún no han sido incorporados a la práctica habitual de la preparación de MP en los SF.

INTRODUCCIÓn

La primera guía para el manejo de citostáticos fue publicada en 1981 (Harrison, 1981). En 1983, la American Society of Hospital Pharmacists (ASHP) publicó también un manual de manejo de dichos fármacos (Stolar et al., 1983). Dos años más tarde, la ASHP publicó el “Technical Assistance Bulletin” con recomendaciones más específicas para evitar la exposición laboral, que fueron actualizadas en 1990 (ASHP, 1990). En esta actualización se habla por primera vez de medicamentos peligrosos (MP) como una categoría, para incluir fármacos usados fuera del ámbito de la oncología que comparten con éstos propiedades de peligrosidad.

En septiembre de 2004, debido a la enorme y creciente evidencia científica acerca de los riesgos que implica su manipulación (Saurel-Cubizolles et al., 1993; Boivin, 1997), el National Institute for Occupational Safety and Health (NIOSH) publicó la alerta titulada “Preventing Occupational Exposure to Antineoplastic and Other Hazardous Drugs in Health Care Settings” que incluía un listado con medicamentos que cumplen los criterios para ser considerados MP. A pesar de ello, a día de hoy se sigue produciendo contaminación en áreas expuestas a MP (Berruyer et al., 2015).

Según el NIOSH (Figura 1), la estrategia más efectiva para minimizar el riesgo de exposición a MP es la eliminación o sustitución de éstos por otros que no supongan un riesgo para el manipulador. Esto solo ocurriría si los anticuerpos monoclonales –normalmente considerados de menor riesgo (Halsen et al., 2011)– llegaran a desplazar a los medicamentos tradicionalmente usados como tratamiento contra el cáncer.

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Una estrategia no tan efectiva pero más fácilmente aplicable es la inversión en medidas técnicas de protección adecuadas. Los servicios de farmacia (SF) son referentes en la aplicación de nuevas tecnologías encaminadas a mejorar la seguridad de la preparación con la máxima eficiencia. Aquí se incluye el uso de Sistemas Cerrados de Trasferencia de Medicamentos (SCTM), Cabinas de Seguridad Biológica (CSB) y Robots de preparación (abreviado como ARCT, por sus siglas en inglés Automated Robotic Compounding Technology).

En el siguiente escalón jerárquico se sitúan las “medidas administrativas” que incluyen políticas, normas, protocolos y otras disposiciones dirigidas a mejorar la forma de trabajo. Por ejemplo, se ha señalado que los viales se recepcionan ya contaminados en su superficie (Redic et al., 2018) y que determinadas presentaciones comerciales requieren mayor manipulación lo que puede aumentar la contaminación (Yoshida et al., 2011). Por ello, algunas compañías farmacéuticas han desarrollado mejoras en las presentaciones de los MP: dosificaciones en jeringas, fármaco en solución o acondicionamiento en contenedores de polipropileno resistente, lo cual disminuye la manipulación y evita el riesgo de rotura del envase.

Por último, la estrategia menos eficaz, pero a día de hoy necesaria, es la protección personal del trabajador con el uso del equipamiento apropiado que limite la exposición. El presente trabajo pretende transmitir una visión general de los medios técnicos existentes en los Servicios de Farmacia (CSB, SCTM, ARCT y EPI) que intervienen en el proceso de preparación de MP aportando seguridad al trabajador expuesto.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

1. Sistemas Cerrados de Transferencia de Fármacos (SCTM)

El empleo de agujas y sistemas convencionales de transferencia de medicamentos favorece la formación de aerosoles, la liberación de vapores o el goteo del medicamento en las distintas fases de la preparación y administración. Por este motivo diferentes organismos de referencia proponen el empleo de SCTM para aumentar la seguridad en la elaboración y administración de MP (SEFH, 2016).

Se trata de productos sanitarios de Clase IIa, diseñados para evitar la salida de líquido, vapor y aerosoles del sistema (Nygren et al., 2009). Funcionan impidiendo mecánicamente el paso de contaminantes ambientales a la preparación y, también, el movimiento de contaminantes de la preparación al ambiente. De esta forma, se reduce la contaminación de las superficies y se evita la exposición al fármaco (Vyas, 2014) al tiempo que se favorece la estabilidad microbiológica de la preparación (De Prijck et al., 2008). Este hecho permite que se aproveche al máximo el contenido del vial, lo que podría contribuir a optimizar la dosis (Edwards et al., 2013).

Equashield®, Phaseal®, Chemoclave® y Tevadaptor® son algunos de los sistemas cerrados comercializados en España (Delgado et al., 2014). A pesar de que los primeros dispositivos surgieron en los años 90, en España, como en el resto de la Comunidad Europea, todavía no existe legislación específica sobre los SCTM, algo que contrasta con la Farmacopea estadounidense (USP 800) que obliga a su utilización, cuando sea posible, en la preparación de MP y, siempre, en su administración. En el momento de presentación de este trabajo, NIOSH está preparando el protocolo “A Vapor Containment Performance Protocol for Closed System Transfer Devices Used During Pharmacy Compounding and Administration of Hazardous Drugs” para estandarizar los controles que realizarán los propios fabricantes sobre sus dispositivos.

Respecto a las características técnicas se requiere que los dispositivos sean herméticos, antigoteo y prevengan la contaminación microbiológica. Si cumplen estas especificaciones, la FDA les otorga el código de producto ONB (optimal normal basis). Otras características importantes son: evitar la formación de aerosoles, la asepsia, aspectos ergonómicos y de seguridad, no contener látex ni di(2-etilhexil)ftalato, tener capacidad de transferencia total, ser precisos y compatibles con la medicación.

En cuanto a su eficacia, se ha comprobado que su empleo conlleva reducciones variables de la contaminación que llegan a ser del 75% (Siderov et al., 2010), y que aumenta con la experiencia de uso (Nurgat et al., 2018). No obstante, un uso inadecuado de los mismos puede resultar en una mayor contaminación (Zock et al., 2011).

Según una encuesta de la ASPH de 2017, el empleo de SCTM es desigual en función del tamaño del hospital: en Estados Unidos, solo un 46% de los hospitales de menos de 50 camas emplean SCTM mientras que un 91% de los centros de más de 600 camas tienen integrado su uso en la práctica habitual (Schneider et al., 2018).

2. Cabinas de Seguridad Biológica (CSB)

Se trata de cabinas diseñadas para proporcionar la contención de un agente peligroso ofreciendo protección al trabajador y al ambiente, y según el tipo de CSB, también al material manipulado. La protección se logra mediante la combinación de elementos electromecánicos y electrónicos como el motor, ventilador, filtros, conductos, etc., que generan una barrera formada por la entrada de aire desde el local, a través de una apertura frontal, y por el flujo descendente de aire filtrado estéril (Huang et al., 2009). El nivel de aislamiento proporcionado depende del valor del componente horizontal de la velocidad del aire en la apertura frontal, que puede verse afectado por el entorno de trabajo y los movimientos del personal haciendo que la eficacia en las condiciones de trabajo sea inferior a la que cabría esperar teóricamente (Bonthoux et al., 2009).

Los primeros modelos se proyectaron a comienzos del siglo XX con objeto de mantener un aislamiento microbiológico de agentes infecciosos peligrosos como Bacillus anthracis o Mycobacterium tuberculosis. Inicialmente el equipo disponía de una caja cerrada con presión negativa, en que el aire entraba en ella atravesando un filtro y se extraía a través de un frasco con una solución desinfectante.

En 1943 Van den Ende construyó oficialmente la primera CSB, que disponía de un quemador para producir un movimiento de aire hacia el área contenida. Los filtros, fabricados con lana de vidrio, permitían una eficacia máxima del 95%, por lo que, tras la extracción del aire, éste debía ser incinerado. En 1961 se desarrollaron los filtros High Efficiency Particulate Air (HEPA) (Gilbert et al., 1961), con una eficiencia mínima de retención del 99,995% de las partículas con diámetro ≥0,3 µm, lo que permite que el aire sea extraído libre de contaminantes pudiendo ser reciclado parcialmente dentro de la cabina o extraído sin necesidad de incineración. En 1965 Baker Company lanza la primera cabina de flujo laminar vertical. Esta misma empresa fue pionera en el diseño de pruebas para testar la eficacia de sus propias cabinas (Stuart et al., 1982).

Las mejoras que vendrían a continuación se centraron en proporcionar mayor protección y comodidad al usuario. Pero no fue hasta 1996, cuando la empresa Thermo Scientific fabrica la primera CSB para el manejo de citotóxicos, de acuerdo a la norma DIN 12980.

Entre las características consideradas recomendables que debe poseer una CSB para la preparación de citostáticos (clase II) está disponer de sistemas de control de flujo con alarmas, pantalla de trabajo con abertura parcial, sistema de descarga del aire extraído y el uso de 3 filtros HEPA (Balty et al., 2003). En la Figura 2 se muestra la preparación de un MP en una CSB tipo II, con un SCTM tevadaptor®. Actualmente existen diferentes normas internacionales como la UNE-EN-12469:2001 a nivel europeo, o la NSF/ANSI 49-2002 en Estados Unidos, referidas al diseño y utilización de las CSB.

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3. Sistemas automatizados o robots de preparación (ARCT)

La preparación de MP estériles es un proceso complejo, con numerosos pasos susceptibles de error humano (Rich et al., 2013). Estos pasos consecutivos, que van desde la orden médica hasta la eliminación de los residuos, pasando por la preparación del tratamiento, deben ser coordinados con el fin de disminuir cualquier mínima posibilidad de error. El coste de todos estos procesos es alto pues incluye materiales como SCTM, CSB, EPI y además genera una elevada carga de trabajo. La robótica permite integrar estos procesos, eliminando el riesgo de exposición laboral y medioambiental a MP.

Los ARCT tienen consideración de productos sanitarios activos. La FDA los clasifica como dispositivos médicos de clase II (riesgo moderado). Su principal característica tecnológica es la aplicación del análisis gravimétrico, la foto-validación, o el escaneo de código de barras para hacer preparaciones con una alta precisión y una trazabilidad total.

Los primeros ARCT aparecieron en el mercado en 2007, pero su rendimiento era modesto (Seger et al., 2012). Las versiones sucesivas empiezan a tener un impacto positivo en el funcionamiento de las unidades de preparación (Bhakta et al., 2018). A pesar de ello, según la encuesta nacional de la ASPH sobre prácticas de farmacia en los hospitales de Estados Unidos, durante el año 2017 solo un 0,9% de los hospitales dispone de ARCT (Schneider et al., 2018), un porcentaje que sería menor si se analizara este dato a nivel mundial. Además, su distribución es muy desigual entre los hospitales de diferente tamaño debido a su elevado coste y las dudas sobre su eficiencia en la práctica habitual. Por ello, para su selección es importante tener en cuenta:

  • Mecanismos de seguridad: la esterilidad de la mezcla, la protección del medio ambiente y de los trabajadores están garantizadas. Sin embargo, un problema común de los ARCT cuando se dosifica en jeringas pequeños volúmenes de fármaco, es la presencia de aire, que obliga a la manipulación posterior con el fin de evacuarlo, exponiendo a los trabajadores a aerosoles del MP (Nurgat et al., 2015). La solución a este problema pasa por sustituir las jeringas por “minibolsas” de suero. El riesgo de error de medicación para el paciente se minimiza, pues integran numerosos controles de seguridad. Respecto a la precisión y reproducibilidad, mejoran la obtenida con la preparación manual.
  • Flexibilidad: es la capacidad para elaborar una mezcla a partir de diferentes presentaciones del fármaco. Un problema es que, como medida de seguridad, el sistema no permite la introducción de viales parcialmente usados, por lo que se ha propuesto el uso complementario de SCTM que permitan asegurar la estabilidad microbiológica de estos viales hasta su preparación manual posterior (Pedersen et al., 2015).
  • Grado de complejidad para llevar a cabo la instalación.
  • Rendimiento: la baja velocidad en la preparación es el talón de Aquiles de los ARCT; por ejemplo, 7 horas de trabajo continuo del robot CytoCare equivalen a 2-3 horas del personal de farmacia (Nurgat et al., 2015). Por otro lado, los hospitales de día donde se administran los tratamientos suelen tener picos de actividad. Esto supone que se produzcan cuellos de botella que repercuten en los tiempos de espera, lo cual hace que en ocasiones el personal deba preparar manualmente los tratamientos en cola. Una adecuada planificación adelantada de las preparaciones, junto con la citación escalonada de los pacientes ambulatorios, evitaría que se deriven tratamientos para su preparación de forma manual.
  • Facilidad de manejo: se requiere un operador para asegurar un flujo de trabajo continuo del robot y verificar las operaciones. La curva de aprendizaje hace que la productividad inicial sea baja, pero mejora con la experiencia.
  • Conexión con los sistemas informáticos del hospital.
  • Coste: este es el principal inconveniente para acceder a los ARCT. Dado que el robot puede considerarse un sistema cerrado (por operar en una sala ISO clase 5 o superior) su empleo podría evitar la necesidad de usar SCTM, todo lo cual podría contribuir a la recuperación de la inversión (Bhakta et al., 2018).
  • Fiabilidad y experiencia del fabricante: idealmente, el robot debería estar operativo 7 horas al día, 5 días a la semana. Sin embargo, los problemas técnicos, actualizaciones y mantenimiento de los ARCT hacen que esté fuera de servicio un porcentaje de tiempo variable (10%-29%), derivando tratamientos para su preparación manual.

4. Equipos de protección individual (EPI)

El RD 773/1997 los define comocualquier equipo destinado a ser llevado o sujetado por el trabajador para que le proteja de uno o varios riesgos que puedan amenazar su seguridad o su salud, así como cualquier complemento o accesorio destinado a tal fin”. En la preparación de MP, además de proteger al trabajador, pueden tener la finalidad de prevenir la transmisión de un posible agente biológico desde el trabajador que manipula el MP a la preparación. Por ello se les conoce como productos de uso dual o uso doble.

Dado que los EPI protegen únicamente al trabajador que los lleva, su uso debe ser considerado como la última barrera de protección frente al riesgo de exposición a MP, debiendo anteponerse los medios técnicos de prevención colectiva que limiten los riesgos. Al no evitarlos completamente, el empleo de EPI es necesario para garantizar la seguridad del trabajador expuesto. En este sentido concluía un estudio llevado a cabo en dos hospitales de Japón (Sugiura et al., 2011), que detectó contaminación con ciclofosfamida en las superficies del entorno de trabajo de los dos hospitales a pesar del empleo de CSB; sin embargo, solo se detectó contaminación con este mismo citostático en la orina del personal del hospital que manipulaba el MP sin EPI adecuado.

Además, para garantizar que la utilización de los equipos se realice conforme a lo dispuesto en la legislación vigente, es importante que los trabajadores reciban la formación adecuada.

La clasificación de los EPI distingue 3 categorías en función de su diseño y de la peligrosidad del agente contra el que protegen. Los EPI destinados a la manipulación de MP son los de categoría III, de diseño complejo, que protegen contra peligro mortal o sustancias que puedan dañar gravemente y de forma irreversible la salud.

A continuación se describen las características que deben tener algunos componentes de los EPI relativas a la preparación de MP:

  • Guantes: protegen las manos del trabajador, impidiendo que el MP entre en contacto con la piel. Al mismo tiempo evitan la contaminación microbiológica de la preparación.

    La USP 800 exige el uso de 2 pares de guantes para la manipulación de MP. NIOSH también lo recomienda. Sin embargo, es una práctica poco habitual (Boiano et al., 2014). El INSHT, no obstante, deja a criterio de los Servicios de Prevención de Riesgos Laborales la posibilidad de usar un solo par de guantes (si cumple la norma americana), lo que proporciona una mayor comodidad y mayor sensibilidad para manipular el MP. La norma americana D6978-05 testa su eficacia frente a 9 agentes quimioterápicos y asegura un límite máximo de permeabilidad que permite que sean clasificados como guantes para citostáticos.

    Respecto a los materiales, aunque ningún material es totalmente impermeable, se recomienda que sean de policloropreno, nitrilo o poliuretano. Se deberían evitar aquellos que contengan látex, por su alergenicidad (Guimaraens et al., 1992) y alta permeabilidad (Wallemacq et al., 2006), y los de policloruro de vinilo por su mayor permeabilidad (Laidlaw et al., 1984). La USP recomienda que no contengan polvo (talco).

  • Bata: su finalidad principal es evitar que derrames o salpicaduras del MP puedan ser absorbidos por la piel del manipulador.

    Aunque hay unas normas estandarizadas en desarrollo (Connor et al., 2015), en la fecha de publicación de este trabajo no existen unos estándares específicos relativos al empleo de batas en la preparación de MP, por lo que son los propios fabricantes quienes testan y certifican la eficacia de la protección contra estos agentes. Esto ha llevado a casos en los que batas, publicitadas como “de protección específica contra citostáticos” han demostrado ineficacia en estudios independientes (Harrison et al., 1999).

    La USP 800 recomienda las batas desechables fabricadas con polipropileno o vinilo recubierto de polietileno-polipropileno u otros materiales laminados, puesto que ofrecen mejor protección que las no recubiertas. Además, es recomendable que sea un material no tejido a base de poliolefinas, a fin de que no desprendan partículas ni fibras. Sin embargo, los materiales más impermeables son también los más incómodos ya que apenas transpiran. En lo referente al diseño, deben ser cerradas en la parte delantera, de mangas largas, con puños elásticos y sin costuras o aperturas que puedan favorecer el paso de MP.

  • Mascarilla: son EPI respiratorios que disponen de un elemento filtrante que evita que los vapores, aerosoles, partículas y gotículas del MP en suspensión puedan ser inhaladas. Suelen tener un clip moldeable y una válvula de exhalación que facilitan la adaptación a la cara, la respiración y el confort del trabajador.

    Su uso es obligatorio en las salas de preparación de MP. Deben cumplir la norma UNE-EN 149:2001+A1:2010. Esta normativa clasifica las mascarillas en función de factor de protección nominal (FPN): Las de clase FP3 son las que proporcionan mayor protección. A pesar de ello, la fuga total de partículas de tamaño >0,6 µm puede ser de hasta un 5%.

  • Protección ocular: muchos MP pueden resultar irritantes a nivel ocular. Para evitar el contacto de MP con los ojos, la USP recomienda el uso de gafas. La SEFH sugiere que sean de montura integral (tipo B) y protección lateral, panorámicas, con campo de uso símbolo 5, que garantiza la protección frente a gas y polvo fino. Su uso se considera una buena práctica en la preparación de anticuerpos (Alexander et al., 2014).

CONCLUSIONES

La tecnología ha permitido disminuir el grado de exposición laboral a medicamentos peligrosos (MP). Su constante evolución justifica la necesidad de valorar de forma continuada la selección e incorporación de nuevas técnicas en los Servicios de Farmacia.

Productos sanitarios como los sistemas cerrados de transferencia de fármacos (SCTM) resultan favorables en términos de seguridad laboral, si bien es cierto que su elevado coste hace necesaria una selección correcta que garantice el uso eficiente de los recursos.

La automatización e integración de todos los procesos de la preparación gracias a los Sistemas automatizados o robots de preparación (ARCT) limita el personal expuesto a los MP y disminuye el riesgo de error. Entre sus características destacan su precisión y seguridad; a pesar de ello, a día de hoy, su alto coste y corto recorrido hace que no sea una estrategia fácilmente asumible para todos los hospitales.

Los equipos de protección individual (EPI) deben emplearse como última barrera de protección necesaria para el trabajador. El cumplimiento de las normas técnicas y estándares cada vez más exigentes garantizan la calidad de los EPI. Además, es necesaria la formación del personal para asegurar la correcta colocación y uso de estos equipos.

BIBLIOGRAFÍA


Plantas ornamentales medicinales

Resumen

Con relativa frecuencia surgen noticias que adquieren una gran difusión, especialmente a través de internet, sobre las propiedades beneficiosas de determinadas plantas poco conocidas en el ámbito de la salud en nuestro país. Tal es el caso de algunas plantas ornamentales que han sido empleadas en medicinas tradicionales y probablemente investigadas en sus lugares de origen, pero de las que apenas conocemos su composición química y actividades farmacológicas y menos aún disponemos de información sobre su uso seguro. Perilla frutescens y diversas especies de Kalanchoe son ejemplos de ello.

Mediante este artículo se pretende clarificar científicamente lo que realmente se conoce o no de ambas.

Perilla frutescens

Perilla frutescens (L.) Britt. es una planta de la familia Lamiaceae que se consume en alimentación, se cultiva como ornamental y, además, se utiliza en medicina tradicional desde hace miles de años. A pesar de su largo empleo terapéutico, sus propiedades no han sido todavía muy estudiadas.

Esta especie es originaria del este asiático, particularmente de China, donde se conoce como Zisu, de Japón (Shiso), Vietnam (Tia Tô), Corea (Delkkae), algunas zonas de India y Nepal (silam), Tailandia (Nga-mon), etc. Se cultiva en estos países, especialmente en China, aunque se ha naturalizado en otros países como en Estados Unidos. La farmacopea china incluye las hojas, tallos y frutos maduros de la planta, mientras que la farmacopea japonesa solo incluye las hojas y ramitas. En España, además de perilla, se la conoce como cóleo silvestre, albahaca china, menta púrpura, etc.

Existe cierta controversia respecto a la clasificación taxonómica de este género, sobre todo entre los taxónomos de China y Japón. Generalmente se han observado las características morfológicas, pero éstas pueden variar según las condiciones geográficas. En Japón consideran que no es un género monotípico, mientras que en China consideran que sí es monotípico pero que existen dos o cuatro variedades, en opinión de distintos investigadores.

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En un trabajo de investigación palinólogica realizado en China, indican que, según el tamaño y decoración de los granos de polen, se podría hablar de cinco variedades de perilla cultivada: var. frutescens, var. arguta, var. crispa, var. auriculato-dentata y var. acuta. De estas variedades, unas serían preferentemente usadas como medicinales, otras en alimentación, para obtener aceite, etc. Según sus características morfológicas y su empleo, otros autores opinan que hay una sola especie y dos variedades: P. frutescens (L.) Britt. var. frutescens (cultivada por sus semillas oleaginosas) y P. frutescens (L.) Britt. var. crispa (Thunb.) H. Deane (cultivada como especia y como medicinal). En ambos casos se encuentran fenotipos verdes y púrpuras. Para otros, simplemente se podría hablar de perilla roja o verde.

Si se revisa The Plant List (www.theplantlist.org), están aceptadas: P. frutescens (L.) Britt., P. frutescens var. crispa (Thunb.) H. Deane y P. frutescens var. hirtella (Nakai) Makino.

La perilla es una planta herbácea erecta aromática (el olor recuerda un poco el de la menta), anual, que puede alcanzar hasta 1,5 m de altura (Figuras 1-3). Sus tallos de sección cuadrangular son tomentosos, las hojas opuestas, pecioladas, son ovadas a circulares con los márgenes dentados o aserrados y el ápice acuminado, son vellosas y de color verde a púrpura rojizo igual que los tallos. Presenta nflorescencias de flores pequeñas con cáliz campanulado, de color blanco o púrpura, dispuestas en racimos axilares y terminales. Los frutos de color pardo-grisáceo contienen semillas pequeñas, globulares. Según Asif (2011), las características más importantes para diferenciar la perilla son las formas del retículo de la testa y el olor que desprenden las partes aéreas trituradas.

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Tradicionalmente se emplean las hojas, tallos y semillas de P. frutescens.

Se han aislado de la perilla compuestos fenólicos: ácidos fenólicos (ácidos rosmarínico, cafeico, ferúlico, etc., y derivados), flavonoides (luteolina, apigenina, escutelareina, etc., y derivados) y antocianinas; aceite esencial (se han detectado diferentes quimiotipos, encontrándose entre sus componentes: perillaldehido, geraniol, limoneno, perillacetona, miristicina, etc.); triterpenos (trazas de ácido ursólico, oleanólico, torméntico, etc.); carotenoides y fitosteroles (sitosterol, estigmasterol, etc.). Las semillas contienen un aceite (alrededor del 40%) con un elevado porcentaje de ácidos grasos insaturados (oleico 14-23%, linoleico 11-16%, linolénico 54-64%). Por tanto, se considera este aceite una buena fuente de ácidos omega-3 (PUFAs), especialmente de ácido alfa-linolénico (ALA). Se encuentran además ácidos grasos saturados como el palmítico o el esteárico. También contienen policosanoles.

Los tallos y las hojas se emplean en la medicina tradicional de China, de Japón e India para tratar diversas afecciones, como asma, resfriados, tos, vómitos, dolor de cabeza y abdominal, etc. También en trastornos depresivos, ansiedad, alergias, intoxicaciones y tumores. Se considera además que puede prevenir el aborto espontáneo. También las semillas se utilizan para algunos de los fines mencionados.

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Ensayos in vitro e in vivo en animales han comprobado algunas actividades atribuidas a la perilla como antioxidante, antiinflamatoria, antialérgica, antimicrobiana y anticancerígena.

Por ejemplo, se ha demostrado que esta planta posee una importante actividad antioxidante y captadora de radicales libres, lo cual es lógico ya que contiene numerosos compuestos fenólicos y, entre ellos, ácido rosmarínico y derivados, o luteolina, para los cuales se ha estudiado ampliamente esta actividad. También el aceite esencial tiene propiedades antioxidantes.

Los dos tipos de principios activos mencionados son también responsables de la actividad antimicrobiana de esta especie. Diferentes extractos de la planta, así como de la semilla, el propio aceite esencial o alguno de sus componentes aislados, han demostrado ser eficaces frente a diversas bacterias y hongos. Por ejemplo, el aceite esencial ha mostrado su eficacia frente a Staphylococcus aureus y Escherichia coli, y frente a hongos como Aspergillus flavus, A. niger, Rhizopus oryzae, etc.

Respecto a la actividad antiinflamatoria y antialérgica, estudios experimentales han demostrado que extractos de las hojas y el aceite obtenido por presión de las semillas de perilla, inhiben la producción de mediadores en alergias y respuestas inflamatorias. Permiten reducir la utilización de AINEs para tratar el dolor en caso de artritis reumatoide, disminuyendo por tanto el riesgo de hemorragias.

Un extracto etanólico de hojas de perilla mostró actividad antiinflamatoria significativa en macrófagos murinos RAW264.7 estimulados con lipopolisacárido. El extracto disminuye significativamente la expresión de ARNm, inhibe la expresión de citocinas proinflamatorias, inhibe la activación de proteincinasa activada por mitógenos (MAPK) y de NF-kB.

Los extractos y aceite de perilla podrían reducir los síntomas del asma y ser útiles en alergias estacionales. Diversos ensayos in vitro e in vivo han demostrado que los extractos acuosos de perilla inhiben las reacciones alérgicas. También han mostrado ser eficaces en modelos animales de dermatitis atópica.

Extractos obtenidos de las hojas son además eficaces en la prevención de enfermedades gastrointestinales. Muy recientemente se han publicado resultados de cómo el extracto etanólico de las hojas de perilla y una fracción acuosa del mismo rica en ácido rosmarínico son capaces de proteger el estómago en un modelo de úlceras inducidas por indometacina en rata, debido a mecanismos antiinflamatorios, el aumento de la producción de mucus y la protección de apoptosis en la mucosa gástrica. Como fármaco de referencia se utilizó famotidina.

En otro orden de cosas, la perilla ha presentado en ratón actividad antidepresiva lo que puede atribuirse a su contenido en polifenoles, al perillaldehído de su aceite esencial, así como al aceite de sus semillas que también mejora la función cognitiva en ratas.

Se ha estudiado además la posible actividad anticancerígena de perilla. Tanto in vivo, por ejemplo, en un modelo de cáncer de piel en ratón, como sobre diversas líneas celulares tumorales humanas.

Apenas se encuentran publicados ensayos clínicos referentes al uso de perilla, pero recientemente se ha publicado un ensayo multicéntrico, aleatorizado, doble ciego, con grupos paralelos, con el fin de evaluar la seguridad y eficacia de un preparado nutracéutico comercial que incluye extracto de perilla, quercetina y vitamina D3, en 146 niños afectados de rinoconjuntivitis alérgica, con una media de edad de 9,1 ±1,88 años. En adultos ya se había observado una disminución de los síntomas alérgicos y de los medicamentos utilizados concomitantemente. La investigación duró cuatro semanas, observándose una disminución de la sintomatología, tanto en el grupo tratado como en el grupo placebo, al finalizar el tratamiento. Curiosamente, entre la segunda y cuarta semana se apreció un empeoramiento de los síntomas en 24 niños, 8 en el grupo tratado con el preparado y 16 en el placebo, todos ellos polialérgicos y expuestos a múltiples alérgenos. No se detectaron efectos adversos serios. La conclusión es que el nutracéutico puede prevenir el empeoramiento clínico de manera significativa y es seguro en estos niños.

Aunque, como hemos podido apreciar, se encuentran estudios experimentales sobre diversas actividades de perilla, como su actividad antialérgica, antiinflamatoria o citostática, es preciso investigar sus efectos sobre los humanos con el fin de poder incorporarla con seguridad a la terapéutica.

También sería preciso comprobar cuál es la posología más eficaz. Según diversos autores la dosis recomendable de aceite de perilla sería de 3 gramos al día.

Aunque esta especie parece ser segura (en Asia se consume en alimentación desde hace mucho tiempo), sería también muy conveniente llevar a cabo estudios de toxicidad. Uno de los componentes del aceite esencial de perilla es la perillacetona la cual se encuentra en diversas concentraciones en las distintas especies estudiadas. Esta cetona parece tener toxicidad pulmonar en algunos animales, pero no se ha referido en humanos.

Se ha calculado la toxicidad aguda en ratón del aceite esencial de P. frutescens, siendo la DL50 de 3 g de parte aérea de planta/kg (vía intragástrica). Se han publicado casos de dermatitis ocupacional por contacto en Japón, anafilaxis debida a las semillas y asma ocupacional por inhalación del humo durante el tostado de las semillas en Corea.

Como ya se ha comentado, la perilla se emplea en alimentación bien como condimento, en el sushi, por ejemplo, o añadida al arroz o bien cruda en ensaladas u otras formas (como en sopas). En China se ha empleado durante más de 2.000 años en guisos de pescados y cangrejos como especia, pero además como desintoxicante. Las variedades de perilla ricas en antocianinas se emplean en China y Japón como colorantes alimenticios. El aceite de las semillas también se utiliza en cocina además de como combustible o como aceite secante en barnices, pinturas, etc.

La perilla tiene también interés en cosmética, formando parte de cremas, jabones y otros preparados dermocosméticos para la piel pues, como se ha comentado, tradicionalmente esta planta se ha utilizado para el prurito y afecciones alérgicas.

Kalanchoe

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El género está incluido dentro de la familia Crassulaceae, la más grande dentro del orden Saxifragales. Comprende 34 géneros y casi 1.500 especies, la mayoría distribuidas por muy diferentes partes del mundo, especialmente en regiones áridas. Se caracterizan por poseer hojas carnosas, muy gruesas capaces de almacenar agua, y por disponer de sistemas y órganos especializados para absorber agua directamente del aire. En las crassuláceas las flores son bisexuales, con el periantio (sépalos y pétalos) dispuestos en grupos de cuatro o cinco.

El género Kalanchoe es un género muy amplio, que incluye más de 100 especies herbáceas perennes, en ocasiones anuales o bianuales, por lo general de tamaño pequeño (< 1 m de altura), algunas clasificadas también dentro el género Bryophyllum. La morfología de las hojas es diferente dependiendo de la especie. La mayoría son carnosas con bordes serrados, crenados o dentados. Las inflorescencias son terminales en corimbo, cima o panículos. Los pétalos se encuentran soldados en forma de tubo y presentan muy diferentes coloraciones (Figuras 4 y 5).

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Las especies de Kalanchoe, originarias en su mayoría de Madagascar y del Sudeste africano y distribuidas por muy diferentes partes del mundo, tienen la particularidad de ser capaces de producir vegetativamente plántulas en pequeñas incisiones naturales de los márgenes de las hojas, enraizando con facilidad al desprenderse de la madre, razón por la cual su distribución es tan amplia, siendo consideradas en ocasiones como invasivas y de difícil erradicación.

Por su vistosidad, así como por su fácil propagación y bajos requerimientos de agua, se emplean como plantas ornamentales tanto de interior como de exterior en jardines rocosos.

En la literatura científica se encuentran numerosos trabajos relacionados con sus funciones fisiológicas ya que son utilizadas como modelo para el estudio del metabolismo ácido de las crasuláceas (CAM), estrategia mediante la cual estas plantas absorben el dióxido de carbono durante la noche, almacenándolo en forma de ácido málico, e integrándolo en la fotosíntesis durante el día.

En los últimos diez años se ha observado también un incremento exponencial en el número de publicaciones científicas dedicadas a la evaluación de sus actividades farmacológicas y usos, pues se emplean ampliamente en diferentes medicinas tradicionales para el tratamiento de procesos inflamatorios e infecciosos y como cicatrizantes en heridas, úlceras, quemaduras y picaduras de insectos. En algunas zonas del mundo también se recomiendan para la diarrea, afecciones digestivas (México), como analgésico (Brasil), en parasitosis por vermes (Indonesia) e incluso como anticanceroso (Antioquía, Colombia). Otras aplicaciones incluyen la acción sedante del SNC, antipirética, espasmolítica, y antialérgica. En Brasil las hojas de K. pinnata se conocen como “hojas de la fortuna”, coirama o saisao, y son empleadas en afecciones respiratorias como asma y bronquitis además de en inflamaciones de la piel.

A pesar de que en la literatura científica existe cierta confusión en cuanto a la denominación botánica de las especies de Kalanchoe, es posible destacar que las más estudiadas son: Kalanchoe daigremontiana Raym.-Hamet & H. Perrier [Bryophyllum daigremontianum Raym.-Hamet&H. Perrier) y, sobre todo, K. pinnata (Lam.) Pers. [=Bryophyllum pinnatum (Lam.) Oken], especie que fue introducida en Europa a principios del siglo XX (1921) como remedio para la “histeria” en la “Medicina Antroposófica” ideada por Rudolf Steiner e Ita Wegman.

También han suscitado interés K. longiflora Schltr. Ex J. M. Wood, K. tubiflora (Harv.) Raym.-Hamet [= Bryophyllum tubiflorum Harv.], K. fedtschenkoi Raym.-Hamet&H. Perrier, K. mortagei Raym.-Hamet & H. Perrier, K. poincarei var. mortagei (Raym.-Hamet & H. Perrier) Bolteau y K. poincarei Raym.-Hamet & H. Perrier (= Bryophyllum mortagei).

Otras especies menos frecuentes también se utilizan en medicina tradicional, siendo motivo de estudios científicos. Por ejemplo Kalanchoe gastonis-bonnieri Raym.-Hamet & H. Perrier (syn. Kalanchoe adolphi-engleri Raym.-Hamet) empleada en Latinoamérica como contraceptivo vaginal y en el tratamiento de infecciones genitourinarias.

Entre los componentes químicos relacionados con sus actividades figuran principalmente bufadienólidos y compuestos de naturaleza fenólica: flavonoides, ácidos fenólicos y lignanos. Otros componentes, como por ejemplo fitoesteroles y triterpenos, podrían contribuir a sus efectos beneficiosos para la salud.

En extractos metanólicos y etanólicos de la parte aérea, principalmente de las hojas, se han identificado flavonoides, tanto en forma libre como heterosídica (kaempferol, quercetina, luteolina, astragalina, rutina, patuletina, eupafolina, entre otros), y ácidos fenólicos como los ácidos cafeico, p-cumárico, p-OH-cinámico, ferúlico, protocatéquico, p-OH benzoico. Las especies con mayor contenido en ácidos fenólicos parecen ser K. daigremontiana y K. pinnata. Otras, como K. nykae Engl. poseen menor concentración.

En K pinnata se ha identificado un raro diglucósido de quercetina (quercetin-3-Oα-l-arabinopiranosil (12)-α-l-ramnopiranósido), y en el extracto acuoso de las hojas de la especie K. gastonis-bonnieri, quercetin 3-Oα-ramnopiranósido-7-Oβ-D-glucopiranosil-(13)-α-L-ramnopiranósido), así como un C-heterósido (vicenina-2).

Estudios científicos han puesto de manifiesto las propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, analgésicas, antidiabéticas hepatoprotectoras, nefroprotectoras y anticancerígenas de extractos y compuestos aislados de estas plantas. También se ha evidenciado su potente actividad antibacteriana, antifúngica, antiviral y antiparasitaria.

Algunas de estas actividades y su potencial toxicidad están relacionados con la presencia de bufadienólidos, compuestos cardiotónicos esteroídicos con lactona hexagonal insaturada situada en posición C-17β, presentes bien en forma de geninas libres, combinados con diferentes azúcares formando heterósidos o en forma de acetatos (briofilinas A-C, bersaldegenina (Figura 6), daigremontianina, kalanchósidos, kalandaigremosidos, helebrigeninas, briofilinas, etc). Su naturaleza química y concentración varían no solo según la especie botánica sino también según el origen geográfico y el órgano de la planta. Así, en K. pinnata de origen brasileño la concentración varía entre 16,28-40,50 mg/100 g de peso seco, mientras que si es de origen alemán contiene menor concentración, entre 3,78-12,49 mg/100 g de peso seco. En los zumos obtenidos de las hojas la presencia de bufadienólidos es pequeña (0,091-0,163 mg/100 ml y 0,89-1,16 mg/100 ml según sean cultivadas en Alemania o Brasil, respectivamente. La concentración es mayor en hojas jóvenes. En otras especies como por ejemplo K. tubiflora su presencia es mínima.

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Si se compara la concentración entre raíces y parte aérea también se aprecian diferencias. Por ejemplo, en K. daigremontiana se ha estimado una diferencia entre 65 y 395 µg por gramo de planta entre parte aérea y órganos subterráneos respectivamente.

Los bufadienólidos, al igual que los heterósidos digitálicos, son inhibidores de la Na+/K+ ATPasa y de otros sistemas enzimáticos (serina proteinasas) por lo que además de favorecer la contracción del músculo cardiaco han demostrado poseer propiedades anticoagulantes y fibrinolíticas, al ser inhibidores no competitivos de trombina y plasmina.

A estos compuestos también se les atribuyen propiedades anticancerígenas sobre diferentes líneas celulares de cáncer humanas: de pulmón (A549), glioblastoma astrocitoma (U373), mama (MCF-7), colorectal (HT-29), melanoma (SKMEL-28), próstata (PC-3), etc. Por ejemplo, helebrigenina promueve la apoptosis y la interrupción del ciclo celular en células de cáncer hepatocelular humano (HepG2) mediante la inhibición de Akt. Sin embargo, se han publicado pocos estudios en animales vivos y no existen datos sobre su relevancia clínica. No obstante, se está estudiando el potencial anticancerígeno de derivados semisintéticos en los cuales el efecto cardiotónico esté minimizado.

En un estudio realizado con un extracto en acetato de etilo de K. flammea Stapf., utilizada tradicionalmente en el sur de México (Tabasco) en inflamaciones, heridas, fiebre y cáncer, se ha comprobado su capacidad citotóxica sobre diferentes líneas celulares de cáncer de próstata a través de diferentes mecanismos.

La presencia de componentes fenólicos justifica en gran medida sus propiedades antioxidantes, y, por tanto, su eficacia en patologías relacionadas con los procesos oxidativos (inflamación, cáncer, etc.). Adicionalmente, también los bufadienólidos aislados de Kalanchoe han mostrado actividad antioxidante.

En ratas, se ha confirmado el efecto protector renal de un extracto acuoso de K. pinnata, administrado en dosis de 25 y 50 mg/kg de peso durante 14 días, frente al daño oxidativo inducido por tetracloruro de carbono.

En ensayos experimentales in vitro e in vivo se ha confirmado la actividad antiinflamatoria de estas plantas ornamentales. El extracto etanólico de K. pinnata ha demostrado eficacia antiinflamatoria tópica en un modelo de inflamación aguda y crónica inducida en oreja de ratón, por aplicación única de aceite de croton, ácido araquidónico, fenol, capsaicina o fenilpropiolato de etilo o por aplicaciones sucesivas durante nueve días de aceite de croton, respectivamente. Se observaron reducciones significativas del edema, hiperplasia epidérmica, infiltración de células inflamatorias y vasodilatación. Esta actividad antiinflamatoria se atribuye principalmente a la presencia de flavonoides.

En un estudio posterior se evaluó la actividad antiinflamatoria tópica de extractos acuosos de esta misma especie y de K. brasiliensis, utilizadas indistintamente en medicina tradicional en Brasil. Se emplearon como modelos de inflamación la inducida en oreja de ratón por aceite de croton o la provocada por carragenina en extremidades. Los resultados mostraron eficacia antiinflamatoria para ambas especies de plantas, aunque superior en el caso de K. brasiliensis, con reducción de la actividad mieloperoxidasa y de las concentraciones de IL-1β y TNFα, y un incremento de IL-10.

Relacionado con sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y cicatrizantes se han evidenciado las propiedades gastroprotectoras de zumos de hojas de K. pinnata y K. brasiliensis frente al daño inducido por indometacina y etanol en ratas. Los compuestos responsables de esta actividad parecen ser de nuevo los flavonoides que actuarían disminuyendo la producción de mediadores de la inflamación y preservando la producción de mucus.

De todos los trabajos publicados en los últimos años, los más numerosos corresponden a las propiedades antiinfecciosas de extractos (metanólicos, etanólicos y acuosos) y compuestos aislados de hojas, parte aérea e incluso raíces de especies de Kalanchoe, principalmente de K. pinnata.

Extractos y compuestos aislados de esta especie son eficaces frente a leishmaniosis cutáneas y otras afecciones causadas por protozoos (Trypanosoma). También extractos, principalmente metanólicos, de K. blossfeldiana, K. crenata, K. laciniata, y K. pinnata inhiben el crecimiento bacteriano de diferentes bacterias, cuatro de ellas consideradas dentro de la categoría ESKAPE (acrónimo que incluye 6 de las bacterias más resistentes: Enterococcus faecium, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumannii, Pseudomonas aeruginosa, Enterobacter spp. [IDSA-Infections Diseases Society of America]). Los extractos de hojas de K. fedtschenkoi inhiben eficazmente el crecimiento de cepas multirresistentes de dos bacterias Gram-negativas –A. baumannii (CDC-33) y P. aeruginosa (AH-71)– y de una Gram-positiva –S. aureus. Por el contrario, no parece ser eficaz frente a otras bacterias Gram-positivas como E. faecium (EU-44), a diferencia de lo que ocurre con otros Kalanchoe.

Además, el extracto metanólico de hojas de K. pinnata, es activo frente a Helicobacter, siendo capaz de reducir la carga bacteriana en la mucosa gástrica. Este extracto también es activo frente a hongos como Candida albicans. C. parapsilosis, Aspergillus niger y Cryptococcus neoformans.

Tales propiedades antiifecciosas, relacionadas principalmente con la presencia de flavonoides y ácidos fenólicos, se han confirmado in vivo en ratones. El extracto acuoso de K. pinnata es capaz de acelerar la cicatrización de heridas infectadas por Staphylococcus aureus y/o Pseudomonas aeruginosa. En perros, el extracto acuoso K. gastonis-bonnieri es eficaz para controlar la placa dental bacteriana.

Por otra parte, tanto los extractos como algunos de los componentes fenólicos aislados de las hojas de K. pinnata han mostrado actividad antiviral in vitro frente a distintos tipos de virus (HHV-1, HHV-2, Epstein-Barr, hepatitis C).

En la actualidad, en diferentes países del mundo o a través de internet, se comercializan preparados elaborados con extractos de estas plantas. Por ejemplo, el extracto acuoso de K. pinnata se presenta en forma de comprimidos masticables (350 mg de zumo obtenido de las hojas, equivalente a 175 mg de planta fresca por comprimido) para alteraciones del sueño, agitación, ansiedad, cansancio y en procesos inflamatorios. Los principales componentes son heterósidos de flavonoides, entre los cuales el mayoritario (>60%) es el diglucósido de quercetina (quercetin-3-Oα-l-arabinopiranosil (12)-α-l-ramnopiranósido), compuesto que además ha demostrado in vivo actividad antileishmaniasis en ratones infectados con Leishmania amazonensis e, in vitro, inhibición de la proliferación de células T. Tanto in vitro como in vivo ejerce una potente actividad antiinflamatoria y analgésica.

También se comercializan preparados de extractos de hojas K. pinnata para la prevención de urolitiasis, actividad que parece estar relacionada con la presencia de flavonoides y otros compuestos fenólicos. Estudios in vitro han confirmado su capacidad para diluir cristales de oxalato cálcico e inhibir el agrandamiento de los cálculos formados.

Respecto a sus efectos sobre la musculatura uterina, razón por la cual se incorporó a laMedicina Antroposófica en Europa, ensayos con fragmentos de miometrio aislado y células en cultivo han evidenciado la actividad relajante de los extractos y zumo de las hojas de K. pinnata. También se ha demostrado su eficacia para relajar la contracción inducida por estimulación eléctrica del músculo detrusor porcino. En este caso, se atribuye la actividad a la presencia de bufadienólidos.

Los datos clínicos sobre estas especies son muy escasos y de calidad limitada.

En un estudio suizo, prospectivo, multicéntrico, observacional, realizado en 50 mujeres embarazadas con alteraciones del sueño, la administración de un preparado a base de zumo de K. pinnata (3 a 8 comprimidos al día, equivalente cada uno a 175 mg de hoja fresca) durante dos semanas disminuyó los despertares nocturnos y mejoró la percepción subjetiva sobre la calidad del sueño. Asimismo, se observó una disminución del cansancio diurno. Por el contrario, no indujo un incremento en la duración del sueño ni mejoras en el tiempo de conciliación del mismo. Al ser la concentración de bufadienólidos en el preparado inferior al 0,01% sobre el peso seco, los efectos sedantes se atribuyen a la presencia de flavonoides. No se observaron efectos adversos de relevancia. Es importante mencionar que los resultados obtenidos no pueden tomarse como concluyentes, tanto por el propio diseño del estudio (ausencia de grupo control y de aleatorización) como por la posibilidad de que el efecto sedante sea consecuencia de sus efectos relajantes de musculatura uterina que evitarían despertares motivados por contracciones durante la noche. De hecho, como ya se ha sugerido, en Alemania y Suiza se ha empleado K. pinnata en tocología como relajante uterino dentro de lo que se podría denominar medicina alternativa (Medicina Antroposófica).

En otro estudio prospectivo, doble ciego, aleatorizado y controlado por placebo, se evaluó la eficacia de la administración de un preparado de K. pinnata en síndrome de vejiga hiperactiva. Participaron en el estudio 20 mujeres postmenopáusicas y el tratamiento duró ocho semanas. Si bien se observó una mejoría significativa en el grupo tratado frente al grupo placebo y no se apreciaron efectos adversos de gravedad, parece necesaria la realización de nuevos ensayos antes de su recomendación clínica para este fin.

A pesar de ser plantas ampliamente utilizadas en medicina tradicional parece necesario confirmar su seguridad, sobre todo teniendo en cuenta la diversidad de especies de Kalanchoe y extractos utilizados, y la posible presencia de compuestos cardiotóxicos de estrecho margen terapéutico.

Para algunos extractos se ha confirmado ausencia o muy baja toxicidad. Por ejemplo, el extracto de acetato de etilo de K. flammea no induce genotoxicidad in vitro e in vivo, y el extracto hidroetanólico de K. brasiliensis, administrado oralmente en ratón, a dosis de 250 y 1.000 mg/kg, solo modifica levemente algunos parámetros hepáticos y renales a la dosis más elevada. Sin embargo, la constatación de la presencia de bufadienólidos y los resultados de un estudio en el que se evidenciaron efectos mutagénicos y citotóxicos de dos extractos (hidrometanólico y n-hexánico) de la especie K. laciniata, obligan a la realización de nuevas investigaciones antes de recomendar su empleo en clínica y es recomendable aconsejar al menos prudencia en cuanto a su utilización sin control farmacéutico-médico.

Bibliografía


Los juegos y la publicidad farmacéutica (II)

Resumen

A lo largo de la historia más reciente, los laboratorios farmacéuticos han aprovechado la oportunidad que representaban los juegos y los pasatiempos para dar publicidad a algunas de sus especialidades farmacéuticas que mayor fama alcanzaron. Los motivos publicitarios que se recogían en cuadernos, simpáticas figuras o recortables, entre otros objetos, pretendían fundamentalmente atraer a la población infantil con el objetivo de fidelizar a sus adultos. Como continuación al artículo previo de la presente sección, el que nos ocupa ilustra algunos de los casos más curiosos que tuvieron su trascendencia en el siglo pasado.

La publicidad dirigida a los niños, evidentemente, buscaba fidelizar a sus padres con un determinado producto. Por tanto, debía ser o muy atractiva para los pequeños o muy exquisita y apreciada por los padres.

En el ámbito de lo enfocado hacia los mayores están todos los juegos o pasatiempos relacionados con la educación infantil.

En primer lugar, tenemos un preciosísimo abecedario de la

Fosfatina falières. Como creo haber escrito ya, durante el siglo XIX el farmacéutico Emile Falières demostró la importancia de los fosfatos en la alimentación y lanzó al mercado la

Phosphatine Falières, como alimento de elección para niños a partir de los seis u ocho meses. En España la distribuyó la casa Uriach

2 a partir de principios del siglo XX, en recipientes con las instrucciones bilingües. Debió ser tan popular que, al menos entre quienes nacimos a mediados de siglo, la frase

estoy hecho fosfatina era sinónima de

estoy hecho polvo; para entendernos: estoy extremadamente cansado.

A algunos de sus clientes los obsequiaban con un cuadernillo (15×10,5 cm), muy delicado y hermoso, llamado

Abecedario de la Fosfatina Falières. Constaba de diez tarjetas profusamente ilustradas, cosidas levemente entre ellas, en donde se recogía cada letra del abecedario; venían ilustradas con un dibujo, cuyo nombre empezara por esa letra, junto a su pronunciación en español y francés, aparte de alguna narración muy sencilla en nuestro idioma. Una campaña de publicidad internacional muy hermosa y, en cierta manera, útil, pues alentaba a los niños y a los mayores a educarse en ambas lenguas (

Figura 1).

1

Si la

Fosfatina nos vino de Francia, la

Glefina fue una de las primeras especialidades españolas con proyección internacional, aunque algo tuvo que ver Francia también en su preparación.

Fernando Rubió Tudurí, después de estudiar Farmacia y Química en Barcelona, viajó a París para formarse en el Instituto Pasteur. Más tarde se dedicó a fabricar y distribuir la

Glefina, un específico obtenido del aceite de hígado de bacalao, reputado como más puro, alimenticio y, sobre todo, menos repugnante a la hora de ingerirlo. Seguramente deseaba hacer la competencia a la

Emulsión de Scott, popular desde finales del siglo XIX, aunque excesivamente dificultosa de tragar por su horrendo sabor. La

Glefina, en un país de hambrunas y miseria como la España de la posguerra, fue muy utilizada, tanto para tratar de remediar los efectos de la mala alimentación, como para solventar levemente las secuelas del raquitismo o la anorexia, provocada por la tuberculosis. Los responsables de publicidad del

laboratorio Andrómaco, decidieron regalar unos cuadernos de dibujo (15,5×21,5 cm) que, una vez coloreados conforme a la muestra, podían ser devueltos a la fábrica. Allí se elegirían a los tres mejores, quienes serían premiados con más frascos de

Glefina o una caja de pinturas (

Figura 2).

2

Aparte del premio, no sé si excesivamente sugerente para los niños, un reportaje fotográfico en blanco y negro ofrecía información visual sobre el centro de fabricación, dotándole de una apariencia muy científica y seria.

Levemente relacionado con la docencia está una tarjeta dotada de movimiento del

Borotalco Ausonia: “Los médicos lo aconsejan, las madres lo exigen, los niños lo agradecen” –según su lema publicitario–, también vendido en las oficinas de Farmacia. Se trata de una tarjeta (14,5×9,5 cm) en donde aparece una niña limpiando una pizarra con un trapo. Mediante el movimiento de una rueda dentada construida con cartulina negra, la leyenda

Borotalco Ausonia desaparece a medida que avanza el brazo infantil (

Figura 3).

3

En España no son muy frecuentes las marionetas; es mayor el gusto por el guiñol, en donde los títeres no se manejan con hilos, sino mediante el juego de las manos. Las marionetas son apreciadas singularmente en Praga, en donde incluso poseen un Teatro Nacional dedicado a dar espectáculos con las mismas, aparte de muchísimas representaciones privadas efectuadas por toda la ciudad a base de esos singulares muñecos.

4

Pese a la falta de imbricación en nuestra cultura, los laboratorios FHER S. A., entre los años sesenta y setenta del siglo pasado, eligieron una serie de tipos circenses, convertidos en marionetas de varios tamaños (las aquí reflejadas miden unos 39×9 cm), para publicitar su

Carudol, un antirreumático y antiinflamatorio preparado a base de pirazinobutazona. Quienes sufren o han sufrido algún episodio artrítico o relacionado con esa dolencia, saben de lo adecuado del símil, pues la fragilidad articular le hace sentirse a uno una especie de muñeco roto. Además serían muy atractivas para los chiquillos, con lo cual, en un derroche de creatividad publicitaria, se acertaba con los enfermos, sin herirlos, y con los niños de la casa (

Figura 4).

5

Caras móviles de gran expresividad y atractivo –no solo para los pequeños– proporcionaba el farmacéutico S. Blanco Suárez y el laboratorio de distribución Juan Martín, el cual aprovechaba para hacer publicidad de la

Ferro-Quina-Bisleri, tónico reconstituyente para los convalecientes del paludismo, y otros medicamentos para combatir la malaria, probablemente de antes de la Guerra Civil española, cuando seguía siendo un problema de salud muy grave en nuestro país.

El del farmacéutico se trata de un muchacho de 10,5×10 cm en cartón, pensado para clavarse en la pared con una cuerdecita colgante. Al tirar de ella cierra los ojos y saca la lengua. El otro es una muchacha de tamaño similar y grandes pestañas. Se debe mantener en la mano; al tirar de un reborde inferior abre unos ojos negros no demasiado grandes y saca una lengua roja desmesurada.

Okal y

Ceregumil también regalaron juguetes similares de muchachos (

Figura 5).

El dentífrico

Profidén empleó a una de las ardillas de la factoría Disney, impresa en plástico troquelado (17×8 cm.), para su publicidad (

Figura 6).

6

El

Jarabe Oribe también ofreció una colección de veinticuatro dibujos (9×5,5 cm) en donde se indicaba la posición de las manos para obtener diversas sombras chinescas.

Cuando la única distracción familiar era la radio, porque la televisión no había llegado a España, las familias se entretenían de manera muy distinta a como lo hacen en la actualidad. En algunas, urbanas e ilustradas, y también en el medio rural, la narración de hechos reales o inventados daba lugar a veladas entretenidas; se leía bastante, se acudía al cine o al teatro y, a los más pequeños, se les dormía mediante cuentos infantiles. En muchas familias había algún pariente habilidoso capaz de colocar las manos de manera tal que, ayudándose de un haz de luz, proporcionado, por ejemplo, por un flexo, conseguía una serie de sombras en la pared que asemejaban, con mayor o menor exactitud, una serie de animales. A mí, quienes poseían esa habilidad, me parecían auténticos magos. Nunca tuve una guía similar a la proporcionada por el

jarabe Oribe (el mejor remedio para el peor catarro) entre los años veinte y treinta del siglo pasado, que probablemente sería muy apreciado por todas las personas –niños y mayores– con ínfulas de ilusionistas y amantes de la magia blanca y recreativa (

Figura 7).

7

El jarabe fue lanzado al comercio por los laboratorios Orive en 1920, siete años después del fallecimiento de su fundador, Salustiano Orive Oteo, en Logroño. Nacido en Briones (La Rioja) en 1842, estudió Farmacia por libre en Madrid, al tiempo que trabajaba. Al acabar la carrera se estableció en Bilbao. Allí empezó a fabricar el

Licor del Polo y alcanzó gran popularidad, tanto por sus remedios farmacológicos como por su carácter de filántropo, ateo y librepensador. Tras su fallecimiento, el laboratorio continuó en activo hasta 1992, año en el que fue comprado por la filial española de la multinacional alemana Henkel

3

.

La

Piperacina Midy ofrecida como depurativo de la sangre al expulsar el ácido úrico, del que he hablado en artículos anteriores, ofrecía un librito para la adivinación del porvenir. Lo he incluido en el epígrafe de juego por no hacerlo en el de estupideces. Se trata de un texto (16×8 cm) de ochenta páginas de mal papel, en rústica, encuadernado con cartulina de color anaranjado, en donde se ofrece, de manera pormenorizada, la manera de echar las cartas mediante la baraja española, la francesa, el tarot y, para rematar la jugada, se indica la forma de adivinar el porvenir a través de la observación de los posos del café. Un texto que, en sí mismo, hace dudar de todos los específicos de los laboratorios Midy, publicitados por ese medio (

Figura 8).

8

Los recortables eran juguetes para niños pobres o para adultos coleccionistas y cuidadosos. Quienes fuimos hijos de boticarios con botica abierta, entre los años sesenta y setenta vimos las reboticas de nuestros padres inundadas con estos productos, difíciles de obtener en la actualidad por lo perecedero de los mismos.

Ceregumil ofrecía unos recortables de papel (15×21,5 cm) mediante los cuales se podía montar un molino, un faro y otras construcciones arquitectónicas. También una colección de cuarenta y ocho cromos (9,5×6 cm) de “juguetes armables”, en cartulina, mediante los cuales se podían confeccionar los muebles y el menaje de una casa de muñecas.

Los laboratorios Menfis, en activo entre 1940-1959

4

ofrecieron el recortable de un camello para promocionar el

Carbonkal, un antiácido, antiséptico y absorvente (sic). Para eso organizaron una sección de publicidad, la cual, además de intentar que los médicos relacionaran a los camellos con los antiácidos, no fue capaz de advertir que absorbente es con b, no con v. No es de extrañar su corta duración en el mundo comercial. Al parecer no fueron capaces de seleccionar a los mejores en sus respectivos ámbitos (

Figura 9).

9

La

Phosphatine Falières, antes mencionada, ofreció también una serie de recortables (17×13 cm) en donde se observaban diversas actividades artesanales o de cultivo. Lo interesante de la misma es la exhibición de las que entonces eran colonias de Francia, concretamente: Indochina, parte de la India, parte del Congo, Marruecos y Tahití. Solo la última forma parte, en la actualidad, de la Polinesia francesa. Las demás han desaparecido como colonias; Indochina, tras la revuelta anti francesa primero, y luego la llamada guerra del Vietnam contra los norteamericanos. Los recortables, en este caso, además de un juguete para niños, son un testimonio histórico del colonialismo francés.

Por último, la

Emulsión Scott regalaba unos recortables en donde, por la parte anterior, se proponía la construcción de casitas o aviones en colores, y por el reverso, publicitaban su medicamento con dibujos en blanco y negro (

Figura 10).

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Llegado al número máximo de ilustraciones publicables, con necesidad de menos texto que en ocasiones precedentes, en próximos números continuaré exponiendo este epígrafe curiosísimo, a mi parecer, como la mayoría de ellos, de la propaganda farmacéutica relacionada con los juegos y pasatiempos más o menos infantiles.


Coste-efectividad de capecitabina más bevacizumab en cáncer colorrectal metastásico

El cáncer colorrectal (CCR) es una de las neoplasias más prevalentes. La forma metástásica de esta patología (CCRm) se observa, mayoritariamente, en las personas de mayor edad (39% de diagnósticos a partir de 70 años); sin embargo, este tipo de pacientes no suelen incluirse en los ensayos clínicos. Por este motivo, el estudio AVEX (Avastin in the Elderly with Xeloda), ensayo clínico de fase 3, evaluó la eficacia y seguridad de la adición de bevacizumab (BEV) a capecitabina (CAP) en pacientes mayores con CCRm, observándose que la supervivencia libre de progresión era superior en la combinación BEV/CAP respecto de solo CAP (HR: 0,53; IC95% 0,41-0,69) mientras que la supervivencia global no presentaba una diferencia significativa (HR: 0,79; IC95% 0,57-1,09). Basado en estos resultados, se recomendó dicha combinación en el tratamiento de CCRm en personas mayores. Dado el elevado coste del tratamiento, los autores1, investigadores chinos, realizaron un análisis farmacoeconómico para estimar el ratio coste-efectividad incremental (RCEI) de la adición de BEV a CAP respecto de CAP solo en el tratamiento de referencia en personas mayores no tratadas previamente, bajo la perspectiva del pagador de su sistema de salud.

Se diseñó al efecto un modelo de Markov para simular la evolución de una cohorte de pacientes con CCRm, contemplándose 3 estados de salud: libre de progresión, progresión y muerte; así, los pacientes podían transitar avanzando entre ellos en ciclos de un mes –las probabilidades de transición se estimaron a partir de los resultados del estudio AVEX. El horizonte temporal del estudio fue de 10 años, tiempo en el que todos los pacientes de la cohorte habrían muerto en la realidad. Las alternativas analizadas fueron CAP (vía oral, 1000 mg/m2 c/12 h, los días 1 a 14, c/3 meses) sola o con BEV (vía IV, 7,5 mg/m2 el día 1, c/ 3 meses) para un paciente estándar de 70 años, con 65 kg y 1,64 m (superficie corporal: 1,72 m2).

Los datos de eficacia se obtuvieron del estudio AVEX y los de utilidad –para ajustar la supervivencia, de años de vida ganados (AVG) a años de vida ajustados a calidad (AVAC)– se obtuvieron de la literatura. Finalmente, los costes imputados fueron de tipo sanitario directo (fármacos, administración, test de laboratorio y manejo de los eventos adversos). Finalmente, se realizaron diversos análisis de sensibilidad determinísticos y probabilísticos.

Los resultados mostraron que la alternativa CAP/BEV presentaba un mayor coste así como un beneficio superior, estimándose un RCEI muy por encima del umbral de eficiencia en China según la definición de la OMS (26.753 $/AVAC, 3 veces la renta per cápita) (Tabla 3). El análisis de sensibilidad determinístico demostró, obviamente, que el resultado era muy sensible al precio de BEV. El análisis probabilístico confirmó la falta de eficiencia para la disposición a pagar máxima mencionada en el umbral de eficiencia.

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Los autores concluyen que la adición de bevacizumab a capecitabina no es una alternativa eficiente en el tratamiento de pacientes de 70 años o mayores, con diagnóstico de cáncer colorrectal metastásico en China.

  • Zhang P, Wen F, Zhou J, Huang J, Zhou K, Wu Q et al.

    Cost-effectiveness analysis of capecitabine plus bevacizumab versus capecitabine alone in elderly patients with previously untreated metastatic colorectal cancer from Chinese societal perspective. Clin Transl Oncol. 2019 May 6. DOI: 10.1007/s12094-019-02114-x.

Coste-efectividad de onasemnogene abeparvovec en atrofia muscular espinal tipo I

La atrofia muscular espinal (AME) es una enfermedad neuromuscular de carácter genético, que afecta a las neuronas motoras de la médula espinal, impidiendo al transmisión del impulso nervioso, lo que produce una pérdida progresiva de la fuerza muscular. Los pacientes con AME tipo I (AME-I) presentan la máxima gravedad, siendo frecuente su inicio en éstos en los primeros meses de vida, además de reducirse de forma extrema la supervivencia. Muchas formas de AME son causadas por la pérdida o mutación del gen SMN1 (Survival Motor Neuron) lo que provoca una deficiencia de la proteína SMN; por ello, la terapia de remplazamiento de genes puede constituir una alternativa prometedora. En la actualidad, nusinersén (NUS) es el único fármaco aprobado: aumenta la producción de dicha proteína, para lo cual se administra vía intratecal en 4 dosis de carga durante 64 días seguido de una dosis de mantenimiento cada 4 meses.

Onasemnogene abeparvovec (ONA) es un nuevo tratamiento de la AME-I, que ha sido recientemente aprobado por la FDA americana y cuyo precio (superior a 2 millones de dólares) ha generado cierto revuelo mediático. Se trata de una terapia génica que introduce en la célula una copia normal del gen mutado y permite la fabricación de la proteína SMN1 funcional. Su capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica facilita su administración intravenosa en una única administración; en el ensayo clínico AVXS-101 se utilizaron dosis de 2,0, 3,3 y 6,7 x 1014 vector génico/kg.

Dado su elevado precio, los autores1 realizaron un estudio farmacoeconómico para estimar el ratio coste-efectividad incremental (RCEI) de ONA versus NUS en el tratamiento de AME-I. Para ello diseñaron un modelo de Markov que simulaba, desde la perspectiva del pagador, la evolución a lo largo de la vida de una cohorte de niños diagnosticados de AME-I antes de los 6 meses, que eran tratados con una de las dos alternativas evaluadas, en adición al tratamiento de soporte habitual. Los resultados obtenidos estimaron el coste total, los años de vida ganados (AVG) y los años de vida ajustados a calidad (AVAC). Los pacientes se incorporan en el modelo antes de necesitar ventilación, pudiendo transitar posteriormente a un estado de ventilación asistida, hacia estados de progresión (AME tipos II, III) o morir.

Los costes imputados incluían los fármacos (a diferentes dosis) y los derivados de su administración, así como las consultas médicas, hospitalizaciones, cirugías, etc. Los AVAC se estimaron ajustando los AVG mediante el valor de las utilidades de cada estado de salud, estimadas en el ensayo clínico con NUS. Se asumió que los efectos de ONA se mantienen el resto de la vida mientras que con NUS el efecto solo continúa mientras que el tratamiento sigue.

Los resultados mostraron una supervivencia del 50% a los 35 años con ONA y del 50% a los 3 años con NUS. El coste medio por paciente tratado con ONA osciló entre 4.214 y 6.641 millones $, en función del precio del fármaco (de 2,5 a 5 millones $). El coste medio en los pacientes tratados con NUS fue de 6,316 millones $. El resultado de la eficiencia, RCEI, varió obviamente en función del precio de ONA incluido (Tabla 2).

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Los autores concluyen que la administración de onasemnogene abeparvovec, asumiendo que su efecto se mantiene durante el resto de la vida del paciente, constituye una alternativa terapéutica eficiente.

Nusinersén, cuyo coste anual por paciente en España es de aproximadamente 400.000 , ha sido financiado en pacientes que deben ser seguidos estrechamente en su evolución, marcando un nuevo modelo de financiación para medicamentos de alto impacto económico. Onasemnogene abeparvovec presenta un precio en EE.UU. de 2,125 millones $ por dosis, además de presentar una gran incertidumbre respecto del resultado a largo plazo. Es de esperar, por tanto, que las medidas sobre su financiación se aparten de las convencionales y sigan la ruta de su competidor, nusinersén.

  • Malone D, Dean R, Arjunji R, Jensen I, Cyr P, Miller B et al. Cost-effectiveness analysis of using onasemnogene abeparvocec (AVXS-101) in spinal muscular atrophy type 1 patients. J Mark Access Health Policy. 2019; 7(1): 1601484. DOI: 10.1080/20016689.2019.1601484.

Coste-efectividad de evolocumab en riesgo cardiovascular muy alto

La hipercolesterolemia, uno de los principales factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, presenta una elevada prevalencia en nuestro país, aproximadamente del 25%; de éstas, unas tres cuartas partes son hipercolesterolemias puras, sin hipertrigliceridemia concomitante. Adicionalmente al cambio hacia un estilo de vida saludable, se suelen administrar estatinas como tratamiento estándar. Sin embargo, en una proporción significativa de pacientes no es posible alcanzar los objetivos de LDL-colesterol o no se pueden administrar debido a intolerancia a dichos fármacos. Evolocumab (EVO) es un hipolipemiante, inhibidor de la proproteina convertasa subtilisina/kexina tipo 9 (PCSK9), indicado en el tratamiento de hipercolesterolemia. En función del elevado precio del fármaco, los estudios farmacoeconómicos han mostrado una escasa eficiencia, al estimarse un ratio coste-efectividad muy elevado: superior a 600.000 euros por evento cardiovascular evitado.

El precio de EVO en EE.UU. se ha reducido un 60% (quedando en la actualidad en 5.850 $) por lo que los autores1 han reevaluado la eficiencia del fármaco en el nuevo escenario económico. Para ello utilizaron un modelo de Markov que simula la evolución de una cohorte de pacientes con enfermedad cardiovascular ateroesclerótica a lo largo de toda la vida y desde una perspectiva de la sociedad. Dicho modelo estima la incidencia de eventos cardiovasculares (infarto de miocardio, ictus isquémico y muerte cardiovascular) en función de la edad, sexo, nivel de LDL-colesterol e historia de eventos previos, así como la utilización de recursos (incluyéndose los costes sanitarios directos y los costes indirectos). Los resultados se estimaron como años de vida ajustados a calidad (AVAC) en función de los años de vida ganados (AVG), que fueron modulados por los valores de las utilidades de cada estado de salud.

Los resultados mostraron que EVO, añadido a la terapia estándar, presentaba un coste superior al estimado por la terapia estándar pero también mejoraba los resultados clínicos (supervivencia de los pacientes). El coste incremental varió en función del riesgo basal, con un rango de entre 22.228 $ –si la prevalencia de pacientes de alto riesgo cardiovascular era de 6,4 eventos por 100 paciente-años– hasta 3.411 $ –si dicha tasa aumentaba hasta 12,3 eventos por 100 paciente-años. Por otra parte, el beneficio estimado aumentaba entre 0,39 y 0,44 AVAC, respectivamente. En definitiva, el RCEI (ratio coste-efectividad incremental) se situó en un rango de valores muy inferior a los alcanzados cuando el precio del fármaco era bastante superior al actual (Tabla 1).

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Los autores concluyen que con el precio reducido actual de evolocumab en EE.UU., la adición de dicho fármaco a la terapia estándar en pacientes con muy alto riesgo cardiovascular ateroesclerótico obtiene unos valores de eficiencia que se sitúan por debajo de los umbrales admitidos en dicho país (máximo: 100.000 $/AVAC).

En nuestro país se ha estimado un RCEI para evolocumab de 633.684,39 /evento cardiovascular evitado respecto del tratamiento estándar, con un PVL después de descuentos de 4.969,74 . Por ello se ha considerado ineficiente para los pacientes susceptibles de recibirlo en nuestro Sistema Nacional de Salud2.

  1. Fonarow G, Van Hout B, Villa G, Arellano J, Lindgren P. Updated Cost-effectiveness Analysis of Evolocumab in Patients With Very High-risk Atherosclerotic Cardiovascular. JAMA Cardiol. 2019. Doi: 10.1001/jamacardio.2019.1647.
  2. Olry de Labry A, Gimeno Ballester V, Sierra Sánchez JF, Matas Hoces A, González-Outón J, Alegre del Río EJ. Coste-efectividad e impacto presupuestario del tratamiento con evolocumab frente a estatinas y ezetimiba para la hipercolesterolemia en España. Rev Esp Cardiol. 2018; 71(12): 1027-35.

Control de la diabetes mellitus canina y felina

El síndrome de diabetes mellitus es la consecuencia de un grupo heterogéneo de trastornos metabólicos que tienen en común la hiperglucemia. La hiperglucemia puede ser consecuencia de la falta absoluta de la producción de insulina (diabetes mellitus tipo I) o de una secreción insuficiente (o disfuncional) de insulina en los casos de resistencia a dicha hormona en los tejidos efectores (diabetes mellitus tipo II).

El término mellitus (del latín “dulce”) sirve para distinguir este trastorno de la diabetes insípida, en la cual la alteración en la secreción de hormona antidiurética (ADH) o en la respuesta renal a la ADH provoca que el agua no se reabsorba en los túbulos colectores de la nefrona produciéndose grandes cantidades de orina diluida.

Páncreas e insulina

El páncreas es una glándula localizada en el abdomen, que se encuentra rodeada por el estómago, el intestino delgado, el hígado, el bazo, y la vesícula biliar. Presenta estructura periforme en la que el extremo ancho se denomina cabeza y el extremo delgado, cola. El conducto pancreático atraviesa todo el páncreas y transporta las secreciones pancreáticas hasta el duodeno. El conducto biliar común va desde la vesícula biliar hasta el punto donde se une al conducto pancreático y forma la ampolla de Vater.

El páncreas contiene tejido endocrino y exocrino. La parte exocrina secreta bicarbonato y enzimas que son transportadas por el conducto pancreático hasta el duodeno donde intervienen en la digestión de las grasas, los carbohidratos y las proteínas de los alimentos. Distribuidos por el tejido exocrino se encuentran pequeños islotes de tejido endocrino que secretan hormonas directamente al torrente sanguíneo. Estas glándulas endocrinas, en conjunto, se denominan islotes de Langerhans y contienen tipos celulares diferentes que secretan hormonas distintas: las células α liberan glucagón, las células β liberan insulina y amilina, las células ɗ liberan somatostatina y gastrina, y las células PP liberan polipéptido pancreático.

Múltiples hormonas participan en el control de la captación, utilización, almacenamiento y liberación de nutrientes con la finalidad de asegurar en condiciones fisiológicas la homeostasis de la energía. Esto es, el almacenamiento y liberación subsiguiente de nutrientes proporciona un mecanismo energético que asegura la nutrición celular mantenida en ausencia de alimentación continua. La liberación de la insulina es inducida por la glucosa pero también existen numerosas sustancias que pueden estimular la liberación de insulina como los aminoácidos de las proteínas ingeridas, la acetilcolina –liberada de las terminaciones del nervio vago (sistema nervioso parasimpático)–, la colecistoquinina –secretada por células enteroendocrinas de la mucosa intestinal– y el péptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP). Tres aminoácidos (alanina, glicina y arginina) actúan de manera similar a la glucosa alterando el potencial de membrana de la célula β. La acetilcolina desencadena la liberación de insulina a través de la fosfolipasa C, mientras que la colecistocnina actúa a través del mecanismo de la adenilato ciclasa.

Por su parte, el sistema nervioso simpático, mediante la liberación de noradrenalina, estimulan a los receptores adrenérgicos α2, inhibiendo así la liberación de insulina. Sin embargo, la adrenalina circulante activará los receptores β2 en las células β de los islotes pancreáticos para promover la liberación de insulina. Esto es importante ya que los tejidos que almacenan energía (hígado, músculo y tejido adiposo) expresan altas concentraciones de receptores y consiguientemente tienen una mayor respuesta a la insulina, siendo por ello sus principales tejidos efectores. Sin embargo, estos tejidos no pueden beneficiarse de los incrementos de glucosa en sangre como consecuencia de la estimulación adrenérgica (aumento de la gluconeogénesis y glucogenolisis cuando los niveles de la insulina en sangre son bajos) por efecto del glucagón a menos que la insulina estimule la translocación del transportador de glucosa que responde a la insulina, GLUT4, desde la vesículas intracelulares hasta la superficie celular, lo que facilita el transporte de glucosa al interior de la célula. La liberación de insulina está fuertemente inhibida por la adrenalina, lo que conduce a un aumento de la glucemia en situaciones de estrés.

En contraposición a la insulina se encuentra otro grupo de hormonas cuya finalidad última sería oponerse a sus efectos y favorecer la liberación de la glucosa, estas son:

  • Glucagón de las células α de los islotes.
  • La adrenalina y noradrenalina, catecolaminas del sistema nervioso simpático y de la médula adrenal.
  • El cortisol (glucocorticoide) secretado por la corteza adrenal.
  • La hormona del crecimiento liberada por la hipófisis.

Tras la ingesta de alimentos, en la luz del tracto digestivo se produce la hidrólisis de los carbohidratos complejos hasta monosacáridos (glucosa, galactosa y fructuosa), que son transportados al interior de las células epiteliales del tracto gastrointestinal mediante transportadores activos o pasivos de la membrana apical y posteriormente hasta los espacios intercelulares para continuar hacia el torrente sanguíneo. El aumento de las concentraciones de glucosa en sangre es la señal para que las células β pancreáticas liberen insulina, que alcanza la vena porta. La insulina también actúa sobre las células α pancreáticas para suprimir la secreción de glucagón.

La glucosa es una molécula pequeña hidrófila que se filtra libremente a nivel glomerular, si bien en condiciones fisiológicas es reabsorbida casi por completo por la acción del cotransportador 2 de sodio-glucosa (SGLT-2) en el túbulo contorneado proximal, si bien en las concentraciones de glucosa por encima de los rangos fisiológicos en los casos de diabetes saturan este cotransportador, apareciendo glucosuria.

Conforme disminuye la concentración de glucosa en sangre, las células α pancreáticas liberan cantidades crecientes de glucagón y las células β secretan cantidades menores de insulina. A diferencia de la insulina, que favorece la captación celular de glucosa en el estado posprandial, el glucagón moviliza la glucosa del hígado al estimular la gluconeogénesis y glucogenolisis. Si continúa el ayuno, se incrementan las concentraciones de catecolaminas y glucocorticoides favoreciendo la liberación de ácidos grasos del tejido adiposo y la hidrólisis de proteínas a aminoácidos en el músculo.

Las células β de los islotes de Langerhans producen y almacenan insulina en vesículas secretoras, produciéndose su liberación en dos fases. La primera fase de la liberación de insulina se desencadena rápidamente con la exposición de las células β a la glucosa en respuesta al aumento de los niveles de glucemia. La segunda fase produce una liberación sostenida y lenta de las vesículas recién formadas que se activan independientemente de la cantidad de glucosa en la sangre y constituyen una tasa basal baja de secreción.

En la primera fase la liberación de la insulina ocurre de manera inmediata (Figura 1):

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  1. La glucosa entra en las células β a través del transportador específico de glucosa GLUT2 situado en la membrana plasmática.
  2. La glucosa sufre fosforilación (a glucosa-6-fosfato) y entra en la vía glucolítica y al ciclo del ácido cítrico. Durante este proceso se produce ATP y se consume ADP aumentando la proporción entre ATP/ADP en las células β.
  3. Los canales de potasio (K+) dependientes de los niveles de ATP regulan la secreción de insulina. Cuando están abiertos generan hiperpolarización de la célula, lo que permite la salida de K+ e inhiben la liberación de insulina, y cuando están cerrados las células se despolarizan y se libera insulina. El ATP inhibe el canal y el ADP lo activa, por lo que una relación ATP/ADP intracelular elevada cierra el canal K+/ATP.
  4. La despolarización de la membrana abre los canales de calcio (Ca2+) dependientes de voltaje favoreciendo la entrada de Ca2+ extracelular.
  5. El aumento en el nivel de Ca2+ intracelular produce la activación de fosfolipasa C, que desdobla los fosfolípidos de membrana fosfatidil inositol 4,5-bifosfato en inositol 1,4,5-trifosfato (IP3) y diacilglicerol.
  6. El IP3 se une a los receptores proteicos de la membrana del retículo endoplásmico, lo que permite la liberación de Ca2+ a través de los canales IP3 aumentando más aún la concentración intracelular de Ca2+.
  7. Estas cantidades significativamente mayores de Ca2+ intracelular provocan la activación de la sinaptotagmina induciéndose la fusión de las vesículas que contienen insulina con la membrana plasmática, liberándose la insulina hacia la circulación.

Cuando los niveles de glucosa se encuentran dentro del rango fisiológico, la secreción de insulina desde las células β se reduce o detiene. Sin embargo, cuando las concentraciones plasmáticas de glucosa son bajas, se pone en marcha la liberación de glucagón, hormona catabólica o liberadora de energía. Su liberación moviliza la glucosa, grasa y proteínas desde los sitios de almacenamiento, favorece la glucogenolisis hepática y la gluconeogénesis (a partir de piruvato, aminoácidos y glicerol); además de la lipolisis en el tejido adiposo. Es la gluconeogénesis la que mantiene las concentraciones de glucosa en sangre durante los periodos de ayuno y ejercicio intenso. Además de las bajas concentraciones de glucosa y elevadas concentraciones de insulina, la secreción de glucosa se estimula por actividad del sistema nervioso simpático, estrés, ejercicio y altas concentraciones plasmáticas de aminoácidos (indicador de inanición).

La diabetes mellitus

En la diabetes mellitus (DM) se produce un control inadecuado de la glucemia como resultado de una deficiencia parcial o total de la secreción de insulina consecuencia de la destrucción de las células β pancreáticas (DM tipo I o dependiente de insulina), o bien por resistencia periférica a la acción de la insulina (DM tipo II o no dependiente de insulina), con hiperinsulinemia asociada que a su vez produce pérdida (down-regulation) o inactividad de los receptores de insulina.

Esta deficiencia de insulina produce una disminución de la utilización tisular de glucosa, aminoácidos y ácidos grasos, una aceleración de la glucogenolisis y gluconeogénesis y la consecuente acumulación de glucosa en la sangre, que conduce a un estado de hiperglucemia en el organismo. A medida que se incrementa la glucosa sanguínea, se supera la capacidad de reabsorción de glucosa en los túbulos renales, produciéndose glucosuria (en perros se presenta con niveles de glucemia superiores a 180-200 mg/dl mientras que en gatos con valores de glucemia superiores a 250 mg/dl) y, secundariamente, diuresis osmótica, que se manifiesta clínicamente con el signo de poliuria y la consecuente polidipsia. El incremento de la lipolisis y de la proteolisis conduce típicamente a pérdida de peso y polifagia (Figura 2).

2

En el tejido adiposo el desdoblamiento de los triglicéridos conlleva la elevación de los ácidos grasos y del glicerol circulante, con el consiguiente incremento en la producción de acetil-CoA en el hígado y su conversión en ácido acetoacético. Este último es reducido a acetona o a ácido β-hidroxibutírico (cuerpos cetónicos), que en concentraciones excesivas ocasionan reducción de bicarbonato sérico, lo que finalmente desencadena un estado de acidosis metabólica, que se conoce como cetoacidosis diabética, acompañada de cetonuria, cetosis (aliento con olor afrutado) y, en ausencia de tratamiento intensivo e inmediato, eventualmente conduce a un coma cetoacidótico (sólo en DM tipo I). Por otra parte, la elevación sostenida de la glucemia se asocia a medio-largo plazo a la aparición de complicaciones crónicas que incluyen enfermedad vascular ateroesclerótica, neuropatía, cataratas, retinopatía y nefropatía, entre otras.

Tipos de diabetes

La clasificación actual de la DM humana se basa en la patogénesis de la enfermedad y proporciona, por lo tanto, una base racional para la comprensión del tratamiento. La diabetes humana se divide en: tipo I, tipo II, otros tipos específicos de diabetes y diabetes gestacional. Actualmente no hay criterios internacionalmente aceptados para la clasificación de la diabetes canina y felina aunque si los criterios establecidos para la diabetes humana se aplicaran a los perros, al menos el 50% de los perros diabéticos serían clasificados dentro del grupo de la diabetes de tipo I, el otro 50% pertenecerían al grupo de otros tipos de diabetes derivadas de una alteración pancreática, de una resistencia crónica a la insulina (diabetes tipo II) o presentan una diabetes inducida por el diestro. En el caso de la diabetes felina, el tipo II es el más común (más del 80%) y se caracteriza por una resistencia a la acción de la insulina en los tejidos, que provoca un incremento de la secreción de insulina.

Diabetes tipo I

La diabetes tipo I o insulinodependiente puede ser causada por una reacción autoinmune, en la que el sistema de defensa del organismo ataca las células β productoras de insulina en el páncreas. Se desconoce la etiología de la destrucción de las células β, aunque ciertas pruebas permiten pensar que, en aproximadamente el 50 % de los perros diabéticos está causada por una destrucción inmunomediada de los islotes pancreáticos (Figura 3). Adicionalmente, en esta especie se ha descrito la aparición de diabetes debida a enfermedades congénitas o secundarias a pancreatitis. Como resultado, el organismo ya no puede producir la insulina que necesita, determinando un déficit de la misma. Aunque la predisposición genética parece ser un requisito previo, existen varios factores ambientales que podrían actuar como factores desencadenantes de la respuesta autoinmune frente a las células β, como la dieta, o agentes infecciosos. En el gato, este tipo de diabetes es muy poco frecuente, y es igualmente compleja y multifactorial.

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Diabetes tipo II

Este tipo de diabetes tiene como factores de riesgo la obesidad y la inactividad y suele afectar al hombre y a los gatos. En el perro no se puede confirmar que la obesidad sea un factor de riesgo común.

En el gato, la diabetes tipo II es la forma más común de la enfermedad (>80% de los casos) y se caracteriza por una resistencia tisular a la acción de la insulina, que provoca un incremento de la secreción de insulina. La excesiva producción de insulina aumenta la liberación de polipéptido amiloide, que permite el depósito amiloide y favorece la destrucción de los islotes pancreáticos. Si la resistencia a la insulina y la hiperglucemia no se reducen o eliminan, la capacidad de producción de insulina se agota (Figura 3). Se ha demostrado que gatos no diabéticos obesos, presentan elevados niveles plasmáticos de polipéptido amiloide y de insulina. La diabetes de tipo II en el gato es multifactorial y a los factores de riesgo mencionados se suman la edad avanzada, la castración (los machos castrados tienen mayor riesgo), factores genéticos (la raza Burmés tiene mayor predisposición que la raza común europeo), la toxicidad provocada por la hiperglucemia y por la hiperlipemia y las enfermedades crónicas como la enfermedad periodontal o las infecciones urinarias o cutáneas.

Diabetes relacionada con pancreatitis

La pancreatitis es una inflamación del páncreas en que las enzimas digestivas se filtran y dañan los tejidos pancreáticos circundantes. En la mayoría de los casos la etiología de la pancreatitis es desconocida. Entre los factores predisponentes pueden señalarse una dieta alta en grasas y baja en proteínas, enfermedad de Cushing y DM. La pancreatitis aguda puede producir DM temporal que puede cronificarse si hay necrosis pancreática extensa; puede darse una situación similar si hay neoplasia pancreática. En aproximadamente el 28% de los perros diabéticos, la diabetes se desarrolla por un daño pancreático importante, debido, probablemente, a una pancreatitis crónica. La prueba de la inmunorreactividad de la lipasa pancreática canina (cPLI) del suero constituye un buen indicador de la inflamación pancreática en los perros. A su vez, la obesidad es un factor de riesgo para el desarrollo de pancreatitis y, por tanto, de diabetes. De este modo, una dieta alta en grasa puede alterar el metabolismo lipídico y favorecer la aparición de pancreatitis y diabetes en el perro.

Diabetes asociada al diestro o gestación

Se define como una intolerancia a la glucosa que aparece o se reconoce por primera vez durante el diestro o la gestación. Hacia el día 30-35 de gestación, las perras sanas presentan una menor sensibilidad a la insulina. El incremento de la progesterona produce una intolerancia a la glucosa y puede provocar diabetes durante el diestro de algunas perras. La progesterona es la hormona producida durante la fase lútea del ciclo estral y estimula la producción de la hormona del crecimiento en las glándulas mamarias. La hormona del crecimiento, al pasar a la circulación sistémica, neutraliza la acción de la insulina provocando una fuerte resistencia a la insulina. La administración de progestágenos, por ejemplo, para inducir la supresión del estro o como tratamiento en enfermedades dermatológicas (a través de la acción glucocorticoidea) puede inducir la aparición de DM.

Se recomienda realizar la esterilización quirúrgica (ovariohisterectomía u ovariectomía) de las perras diabéticas. La producción de progesterona asociada con el estro o la gestación tiende a producir inestabilidad en la diabetes. La respuesta a la insulina de las células de los tejidos diana suele mejorar después de la esterilización quirúrgica y, por consiguiente, las necesidades de insulina descenderán.

Diabetes asociada al hiperadrenocorticismo

El hiperadrenocorticismo (enfermedad de Cushing) es una enfermedad endocrina relativamente común en los perros si bien no es frecuente en los gatos. En esta patología se presenta una excesiva producción de cortisol endógeno como consecuencia de un tumor hipofisario (85% de los casos) con producción excesiva de hormona adrenocroticotrófica (ACTH) o un tumor adrenal (15% de los casos), que estimula la gluconeogénesis con el consiguiente aumento de la concentración de glucosa en sangre.

La enfermedad es de lenta evolución y gravedad variable dependiendo de la duración y el grado de exceso de cortisol. Asimismo, la administración de glucocorticoides exógenos induce a un hiperadrenocorticismo iatrogénico. Los signos clínicos son parecidos a la DM, poliuria, polidipsia y polifagia; además, los perros presentan abdomen en péndulo, alteraciones en la piel o en el pelo, infecciones dérmicas recurrentes, jadeo excesivo y menor actividad. La DM puede desarrollarse de forma secundaria al hiperadrenocorticismo, debido a la resistencia a la insulina causada por el exceso de cortisol. El 5-10% de los perros con hiperadrenocorticismo desarrolla DM, mientras que esta se desarrolla en todos los gatos que presenten la enfermedad. El hiperadrenocorticismo puede tratarse de forma médica o quirúrgica mientras que la DM concomitante requiere tratamiento con insulina.

Diabetes asociada a la acromegalia

La acromegalia es una rara enfermedad endocrina que se caracteriza por una hipersecreción crónica de la hormona del crecimiento (GH). El exceso de secreción de la GH es inducida por una elevada progesteronemia característica de la fase lútea del ciclo estral, así como por tratamientos con progestágenos dirigidos usualmente a la supresión del ciclo estral. Se caracteriza por un crecimiento excesivo del tejido conjuntivo, huesos y vísceras y, usualmente, el desarrollo de resistencia a la insulina. La acromegalia raramente está causada por neoplasia de la hipófisis o hipotálamo. La castración temprana constituye el mejor método de prevención y/o tratamiento de la acromegalia canina, aunque la diabetes concurrente puede ser permanente, dependiendo de la capacidad del páncreas para secretar insulina. No obstante, la acromegalia es una enfermedad más frecuente en el gato que en el perro.

Parámetros y referencias analíticas

Normoglucemia

En perros, el rango fisiológico de glucosa en sangre es de 3,5-6,1 mmol/l, equivalentes a 63,1-109,9 mg/dl. Si la concentración de glucosa en sangre sobrepasa este umbral, fracasa la reabsorción de glucosa, dando como resultado la glucosuria.

En perros, esto se produce con niveles superiores a 180-200 mg/dl. La glucemia elevada de forma continua y la glucosuria indican la existencia de DM.

En gatos, los niveles normales de glucosa en sangre es de 3-8,4 mmol/l (54-151,3 mg/dl) y el umbral renal está alrededor de 14 mmol/l (252 mg/dl).

Hipoglucemia

Se produce cuando la concentración de glucosa en sangre es menor de 3,5 mmol/l (63 mg/dl) en los perros y de 3 mmol/l (54 mg/dl) en los gatos. Entre los signos se incluyen el hambre, el nerviosismo, los temblores y la somnolencia. Se trata induciendo el consumo de alimentos ricos en carbohidratos.

La hipoglucemia puede desencadenarse como consecuencia de un mal control farmacológico de la glucemia que conduce paradójicamente a la presentación del denominado efecto Somogyi, consistente en una hiperglucemia producida por la liberación de hormonas contrarreguladoras (adrenalina, glucagón, etc.).

Fructosamina

Las fructosaminas son complejos estables de carbohidratos y proteínas producidos por una glucosilación irreversible y no enzimática de las proteínas. La glucosa tiene una mayor afinidad por la albúmina en los perros y por las globulinas en los gatos. El hecho de que una única medición de la concentración de fructosamina indique la concentración media de glucosa durante las 1-2 semanas previas tiene su fundamento en la semivida de las proteínas del plasma.

Por este motivo, la medición de la fructosamina en sangre es una herramienta valiosa en el diagnóstico y la monitorización de la DM en los gatos, distingue a los animales no diabéticos hiperglucémicos (por ejemplo, de forma transitoria, en respuesta al estrés), de los diabéticos con hiperglucemia crónica, siendo útil para confirmar el diagnóstico y para evaluar el control a largo plazo y el cumplimento terapéutico. Las mediciones únicas de fructosamina deberían interpretarse en relación a los signos clínicos de la diabetes, peso del animal y concentración de glucosa en sangre. Se pueden tomar como valores de referencia los consignados en la Figura 4.

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Hemoglobina glicosilada

La glicosilación no enzimática de la hemoglobina (HbA1c) en los eritrocitos es un proceso gradual y no está afectada por hiperglucemia aguda o transitoria. Esta medición refleja el grado de control de los niveles de glucemia en un animal diabético. Este parámetro es usado con menos frecuencia que el de la fructosamina en los perros y los gatos diabéticos, proporciona una estimación de las concentraciones de glucosa en sangre en promedio en las últimas 8-12 semanas, basándose en la vida media de los eritrocitos. La determinación de la HbA1c resulta menos eficaz para la monitorización a corto plazo que la fructosamina porque la hiperglucemia debe estar presente durante al menos 3 semanas (la vida de los eritrocitos es de aproximadamente 110 días en los perros y <68 días en los gatos) para que los valores aumentados de HbA1c sean detectables. La determinación se ve afectada por las concentraciones de hemoglobina, puede aumentarse o reducirse debido a la policitemia o a la anemia (enfermedad renal), respectivamente. Los valores normales de hemoglobina glicosilada son de 2,95 ± 0,15% en perros y 1,6 ± 0,5% en gatos.

Complicaciones

Dependiendo de la gravedad y del tiempo de evolución de la enfermedad, las manifestaciones clínicas varían desde signos leves, como pérdida de peso, hasta cuadros clínicos de elevada gravedad como son la cetoacidosis diabética o el coma hiperosmolar.

Cetoacidosis diabética (CAD)

En la DM, debido a la carencia de insulina, no se puede utilizar la glucosa como fuente de energía; por tanto, el organismo recurre a las grasas para el abastecimiento de energía. Durante la lipólisis se producen niveles altos de cetonas, dando origen a la cetoacidosis, que se acompaña por desequilibrios electrolíticos, anorexia, náuseas y letargo. Estos signos, acompañados de cetonuria contribuyen al diagnóstico de la CAD, que constituye una urgencia metabólica grave debida a:

  • DM no diagnosticada.
  • Dosis insuficiente de insulina en animales diabéticos en tratamiento.
  • Uso de insulina deteriorada y/o resistencia a la misma, causada por obesidad, enfermedad concurrente o fármacos. Esta es la causa de más de dos tercios de los casos de CAD.

Al tratarse de una emergencia se debe empezar el tratamiento tan pronto como sea posible, tomando las medidas necesarias a fin de:

  • Corregir la alteración del desequilibrio ácido-base e hidroelectrolítico: instaurando una terapia intravenosa con fluidos isotónicos (por ejemplo, un fluido salino al 0,9%).
  • Reducción de las concentraciones de cetonas y glucosa en sangre: mediante la administración intravenosa o intramuscular de insulina de acción rápida. Solo cuando se logra reducir la glucemia de forma mantenida (4-10 h) entre 11 y 14 mmol/l (198 y 252 mg/dl), se puede iniciar insulinoterapia con insulinas de acción intermedia.

Síndrome hiperosmolar hiperglucémico

El síndrome hiperosmolar hiperglucémico o síndrome no-cetoacidótico hiperosmolar es una complicación común de la DM no tratada. Se caracteriza por una glucemia muy elevada, (superior a 36 mmol/l o >650 mg/dl) y osmolaridad (superior a 380 mOsm/l). Una hiperglucemia muy elevada resta agua a las células del cerebro por ósmosis y da lugar al coma. Previo a la instauración del síndrome hiperosmolar hiperglucémico se habrán observado los signos típicos de la DM: poliuria, polidipsia y polifagia. Los animales se vuelven cada vez más débiles, anoréxicos y letárgicos y beben menos.

El examen físico suele revelar una deshidratación profunda, a diferencia de la cetoacidosis diabética, debido a que las concentraciones de glucosa en plasma son mucho más altas. Para la corrección del estado hiperosmolar hiperglucémico, debe emplearse fluidoterapia intensiva (esencial durante las primeras 4-6 horas), posponiendo la administración de insulina hasta que la condición del animal haya mejorado. Aún con el tratamiento apropiado, muchos animales mueren durante las primeras 24 horas; la supervivencia a largo plazo está alrededor del 12%.

Cataratas

Las cataratas se presentan con mayor frecuencia en la diabetes canina que en la felina. Los perros pueden desarrollar cataratas rápidamente y con complicaciones que pueden ser graves, por inflamación del cristalino, retención de líquido y aumento de su tamaño dentro del ojo. Si no se tratan a tiempo, pueden producir uveítis, glaucoma y desprendimiento de retina. El seguimiento de perros diabéticos durante un año permite observar el desarrollo de estas alteraciones en la mayoría de ellos. El exceso de glucosa presente en el cristalino debido a la hiperglucemia se convierte en sorbitol, que causa un aumento en la entrada de agua en el cristalino. El aumento de agua produce un colapso en las fibras del cristalino y la interrupción de la estructura normal. El cristalino se vuelve opaco, produciendo pérdida de visión, normalmente de forma bilateral. El tratamiento es quirúrgico y consiste en retirar el cristalino. Se aconseja la intervención después de que se haya controlado la enfermedad en el perro diabético durante al menos 3 meses.

Las complicaciones a largo plazo de la DM son resultado de los niveles prolongadamente altos de glucosa en sangre. Las diabetes tipo I y II se asocian con enfermedades microvasculares a largo plazo. Estas complicaciones crónicas incluyen retinopatía, nefropatía y neuropatía. Aunque no se conoce con exactitud el mecanismo, la hiperglucemia crónica, la hiperlipidemia crónica y el incremento de la señalización inflamatoria pueden ser factores contribuyentes.

Nefropatía

La nefropatía diabética se define como la alteración estructural o funcional del riñón como consecuencia de la DM y es primariamente, pero no exclusivamente, de origen glomerular. Los animales diabéticos pueden presentar factores de riesgo a consecuencia de la DM como son la azotemia, proteinuria (en medicina humana es predictiva del desarrollo de nefropatía diabética) e hipercolesteronemia, que son compatibles con la clasificación de la Asociación Americana de Diabetes de nefropatía diabética.

Neuropatía diabética

La neuropatía diabética representa una de las complicaciones más significativas en el estadio final de la DM en seres humanos. La relación entre esta patología y la afectación de los nervios periféricos también se ha identificado en perros y gatos. En perros, la neuropatía es habitualmente subclínica siendo rara la manifestación clínica, asociándose a cuadros de paraparesia/tetraparesia progresiva bilateral con diferentes grados de hipotonía, atrofia muscular y déficits propioceptivos de las extremidades posteriores. La incidencia de polineuropatía aumenta con la duración de la diabetes y es más común en pacientes con la enfermedad mal controlada a largo plazo.

La neuropatía diabética felina es de comienzo insidioso y curso crónico, afecta fundamentalmente a las extremidades posteriores, provoca debilidad de los miembros traseros, una marcha plantígrada típica o palmígrada (Figura 5), dificultad para saltar, atrofia muscular evidente en los miembros pélvicos, disminución o ausencia de los reflejos. Las respuestas de huida y la percepción del dolor son normales.

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Retinopatía y otras patologías oculares

La retinopatía diabética es ocasionada por lesiones en los vasos sanguíneos (microangiopatías) de la retina a causa de la descompensación bioquímica y metabólica de la diabetes. Si no se detecta a tiempo la diabetes y se controlan los niveles de glucosa en sangre del animal, pueden aparecer ciertas patologías oculares graves asociadas a esta enfermedad tales como: catarata diabética, síndrome de sequedad ocular (ojo seco), uveítis, glaucoma y desprendimiento de retina. De todas ellas, la catarata diabética, como se ha indicado anteriormente, suele ser una de las primeras patologías en aparecer en los perros y gatos diabéticos.

Tratamiento de la diabetes mellitus

El objetivo buscado en los primeros meses de tratamiento es lograr la remisión de la enfermedad. Se define remisión de la diabetes como la normalización de la glucemia y de los niveles de fructosamina, junto con la desaparición de los signos. La probabilidad de remisión de la enfermedad se incrementa si el tratamiento se instaura inmediatamente después de establecerse el diagnóstico. El tratamiento de esta enfermedad abarca diferentes estrategias como son el tratamiento farmacológico, el establecimiento de medidas higiénico-sanitarias basadas en una dieta adecuada y la realización de ejercicio y el control de las enfermedades concurrentes.

El objetivo general es mejorar la calidad de vida y aumentar el tiempo de supervivencia de los pacientes. Los animales diabéticos generalmente necesitan un tratamiento crónico dirigido al control de la DM durante toda la vida, con la finalidad de:

  1. Minimizar los signos clínicos.
  2. Reducir el riesgo de hipoglucemia.
  3. Evitar el desarrollo de complicaciones a corto y largo plazo.
  4. Controlar los factores de riesgo (obesidad, infecciones crónicas), que producen a su vez resistencia a la insulina.

El tratamiento para pacientes con DM debe plantearse acorde a si es un caso con o sin complicaciones. Dependiendo de su gravedad, en el caso de DM complicada o descompensada se requiere instaurar un tratamiento inmediato o de urgencia, mientras que en el paciente con DM sin complicaciones, el tratamiento es domiciliario. En ambos casos es imprescindible establecer una buena comunicación entre el propietario del paciente y el veterinario, con la finalidad de llevar un control adecuado de la enfermedad y evitar un desenlace fatal.

Tratamiento farmacológico

En medicina humana hay un gran número de hipoglucemiantes orales a los que se puede recurrir, dependiendo del tipo de diabetes. Sin embargo, en veterinaria, aunque se puede recurrir a los hipoglucemiantes orales en algunos casos, el tratamiento más utilizado es la administración de insulina en sus diferentes preparados farmacéuticos. Las opciones terapéuticas se describen a continuación.

Hipoglucemiantes orales

Estos fármacos presentan una tasa de éxito variable en perros y gatos. Generalmente suelen ser ineficaces en casos de diabetes que cursan con una irreversible y absoluta deficiencia de insulina. Por esta razón, no se consideran tratamientos de elección en perros, en los que la deficiencia absoluta de insulina es la causa más frecuente de la hiperglucemia. No es el caso de la diabetes felina, en los que debido a la fisiopatogenia de la misma, los hipoglucemiantes orales presentan mayores probabilidades de éxito.

A. Sulfonilureas

El efecto primario de las sulfonilureas es la estimulación directa de la secreción de insulina por las células β pancreáticas. Esto es posible debido a la unión de estos compuestos a receptores de membrana, que inducen un incremento en las concentraciones de Ca2+ intracelular, y desencadenan así la liberación exocitósica de insulina. Dentro de sus efectos extrapancreáticos se puede destacar la sensibilización a la insulina y una modificación hepática de la gluconeogénesis y glucólisis, aunque la repercusión clínica de estos efectos extrapancreáticos parece ser irrelevante.

Las dosis recomendadas en gatos es de 2,5-7,5 mg/animal/12 h de glipizida o glibenclamida o de 0,625-2 mg/animal/24 h de gliburida. Generalmente, se recomienda empezar con una dosis baja e ir incrementándola hasta alcanzar el efecto deseado. Estos ajustes posológicos se pueden fundamentar en el control de la glucemia o en las determinaciones de fructosamina. Dentro de sus efectos adversos, destacan: la anorexia, vómitos, ictericia y elevación de las enzimas hepáticas, siendo todos ellos de carácter reversible.

B. Biguanidas

El fármaco más comúnmente utilizado es la metformina, cuyo mecanismo de acción aún no se conoce por completo, aunque hay consenso en que no produce una estimulación de la secreción de insulina. Existe controversia sobre su papel en la inhibición de la gluconeogénesis, la estimulación de la glucólisis periférica, inhibición de la absorción intestinal de carbohidratos y en la reducción de ácidos grasos y peso corporal. La metformina requiere de células β funcionales y una cantidad suficiente de insulina circulante para su efecto farmacológico, si es que se va a recurrir a ella como única terapia.

Acarbosa

Es un inhibidor oral de las α-glucosidasas (familia de enzimas responsables de la hidrólisis de los carbohidratos en el aparato digestivo) que no parece ser efectiva como monoterapia en el tratamiento de la DM pero puede ser utilizada –a dosis de 12,5-25 mg/8-12 h– junto a la insulina u otros hipoglucemiantes orales para conseguir un mejor control del paciente diabético. Algunos estudios indican que la acarbosa produce un mejor control de la glucemia en pacientes alimentados con piensos estándar que cuando son alimentados con piensos bajos en carbohidratos. Debido a que sus efectos dependen exclusivamente de su interacción con enzimas intestinales durante el periodo postprandial, es necesaria su administración junto con la ingesta de alimentos.

Como la acarbosa no es absorbida, los efectos adversos están restringidos a problemas gastrointestinales reversibles (2-3 días tras retirar el tratamiento): diarrea, flatulencia y pérdida de peso.

Insulina

La insulina es la hormona polipeptídica «anabólica» por excelencia, que permite a las células el aporte necesario de glucosa. La insulina tiene un peso molecular de unos 6.000 kDa y consiste en una cadena A de 21 aminoácidos (ácida) y una cadena B de 30 aminoácidos (básica), unidas por enlaces disulfuro. La secuencia de aminoácidos varía con la especie, aunque las formas más comerciales para el tratamiento de pacientes diabéticos son las insulinas porcina, bovina y humana, o análogos de la insulina humana que solo difiere en 1 a 3 aminoácidos (ofrece una mayor variedad de formulaciones farmacéuticas). El péptido C, también llamado péptido conector, es una cadena de aminoácidos que conecta las cadenas A y B de la proinsulina y es metabólicamente inactivo; durante la conversión de proinsulina a insulina, el péptido C es escindido de las cadenas de la proinsulina, formándose la molécula de insulina.

El péptido C y la insulina son secretados a la circulación portal en concentraciones equimoleculares. En la circulación periférica el nivel de péptido C es mayor que el nivel de insulina debido a que su vida media es más larga. Las concentraciones de péptido C constituyen un mejor indicador del funcionamiento de las células β en comparación a la concentración periférica de insulina. Las determinaciones de péptido C no miden insulina exógena, razón por la cual el péptido C se mide para diferenciar la insulina producida por el organismo de la insulina exógena y no reacciona de manera cruzada con los anticuerpos anti-insulina, los cuales interfieren con los inmunoensayos en la determinación de insulina. La indicación primaria para la determinación de los niveles de péptido C es la evaluación de la hipoglucemia en ayunas, para determinar si se está secretando insulina en exceso. El nivel de péptido C también se puede medir en un paciente con diabetes tipo II para comprobar si el organismo aún está produciendo insulina (reserva pancreática de insulina). Los niveles de péptido C reflejan con más exactitud las funciones celulares de los islotes de Langerhans en pacientes con diabetes que están siendo tratados con insulina y que poseen anticuerpos anti-insulina. Estos anticuerpos obligan a aumentar la dosis de insulina.

La potencia de la insulina se mide clínicamente en unidades internacionales (UI), originariamente definidas como el volumen de extracto pancreático que reduce la glucemia desde 120 mg/dl hasta 45 mg/dl cuando se inyecta a un conejo en ayunas. Actualmente, tras los avances en la purificación y preparación, el First International Insulin Standard estableció que 1 mg de insulina contiene 28,8 UI.

Mecanismo de acción. La insulina, a través de su receptor, afecta múltiples procesos fisiológicos en el organismo mediante el incremento o inhibición de varias vías metabólicas intracelulares. La administración de dosis adecuadas de insulina restaura, temporalmente, la capacidad de metabolizar carbohidratos, grasas y proteínas, almacenar glucógeno hepático, inhibir la gluconeogénesis y la cetosis y promover el movimiento intracelular de K+. En consecuencia, cuando se administra en dosis adecuadas a intervalos regulares en la mayoría de los pacientes con DM, la glucemia se mantiene dentro de un rango razonable, la orina permanece relativamente libre de glucosa y cuerpos cetónicos y la acidosis diabética y el coma son prevenidos.

Farmacocinética. Los diferentes tipos de insulina pueden presentar distintos parámetros farmacocinéticos que afectarán la velocidad de disolución, la latencia, el tiempo al pico y la duración del efecto.

La administración de insulina suele realizarse por vía subcutánea: la absorción de la insulina no modificada ocurre relativamente rápido tras su administración, ejerciendo sus efectos durante 4-6 horas. La insulina tiene una semivida muy corta en pacientes humanos (menos de 9 minutos) y es metabolizada principalmente en el hígado y los riñones, por lo que una alteración grave de la función renal o hepática afectará el tiempo de permanencia de la insulina en la circulación sistémica. Las modificaciones en su estructura determinan que algunos tipos de insulina puedan ejercer sus efectos más de 30 horas tras su administración subcutánea.

Efectos adversos. Solo las insulinas solubles pueden administrarse vía intravenosa. La administración intravenosa de preparados en suspensión puede inducir una reacción anafiláctica y fallo multiorgánico. Las reacciones de hipersensibilidad en pacientes humanos, tras la administración subcutánea, incluyen prurito, rash, eritema y lipoatrofia. Sin embargo, estas reacciones son poco frecuentes desde la introducción de las insulinas altamente purificadas, hecho que se reproduce igualmente en animales de compañía.

El efecto adverso más común es el riesgo de provocar hipoglucemia, por lo que se recomienda utilizar las dosis más bajas posibles de insulina y que su administración sea tras la ingesta de alimento. La hipoglucemia es una probable consecuencia del restablecimiento de la secreción de insulina endógena o la administración de insulina cada 24 h (en lugar de dos administraciones diarias, cada 12 h).

Tipos de insulina. Independientemente de la especie de origen, las insulinas pueden estar disponibles en preparados comerciales con diferentes formulaciones fisicoquímicas diseñadas para modificar fundamentalmente el inicio (velocidad de absorción) y la duración de la acción de la insulina. Todas las insulinas disponibles son prácticamente idénticas a la hormona natural y ejercen el efecto propio de ésta, aunque se han realizado ligeras modificaciones en la molécula original que son responsables de las diferencias farmacocinéticas que caracterizan a cada preparado.

La clasificación de los tipos de insulina se hace en base a su actividad: de acción rápida, intermedia, prolongada e insulinas combinadas. Los factores que afectan su absorción son: i) el volumen de la dosis (la administración de grandes volúmenes retarda la absorción); ii) el sitio de administración (al aplicarla en sitios móviles, se favorece la absorción); iii) integridad de la piel (un tejido dañado retarda la absorción); y iv) la variabilidad individual (una misma insulina tiene diferente efecto en cada paciente).

La insulina que se disuelve en agua es conocida como soluble o neutra y tiene la menor duración de acción, habitualmente no más de 6 horas inyectada vía subcutánea. Esta solubilidad suele enlentecerse mediante:

  1. La modificación (acidificándolo) del pH del medio (insulina cristalina –mayor tamaño de partícula y absorción más lenta– vs. amorfa),
  2. La formación de complejos con zinc o protamina. La insulina puede ser precipitada con zinc y un exceso del péptido básico protamina para producir la insulina protamina zinc o insulina isófana cuando no hay exceso de alguno de estos dos compuestos. Además, cuando el zinc solo se utiliza para precipitar la insulina, este complejo resultante de insulina-zinc también puede retrasar la absorción desde los sitios de inyección.
  3. La introducción de pequeños cambios en la molécula de la insulina (análogos de insulina en los que se sustituyen unos aminoácidos por otros).

A estos tipos de insulina se podrían añadir las denominadas mezclas bifásicas formadas por proporciones diversas de insulina soluble (p. ej.: 30%) e insulina isófana (70%), de forma que se obtiene al tiempo una acción rápida y prolongada.

Insulinoterapia. La insulina ayuda a controlar los signos clínicos de la diabetes, previene las alteraciones metabólicas derivadas de la deficiencia de insulina, tales como la cetoacidosis, la deshidratación grave y la pérdida urinaria de electrolitos. Podemos dividir el tratamiento de la DM mediante insulina en dos fases:

  1. Estabilización: se determina la dosis correcta de insulina y se establece una rutina diaria adecuada para la mascota y el dueño.
  2. Mantenimiento: se monitoriza regularmente al paciente para seguir la evolución de la diabetes y determinar los cambios que pudieran requerirse en la dosis de insulina.

La insulina regular, de acción más corta y más potente, y de origen humano, se utiliza casi exclusivamente en pacientes con cetoacidosis, ya que es más potente, pero no se recomienda administrar para el tratamiento de pacientes compensados. Las insulinas de elección para el tratamiento de diabetes a largo plazo son de acción prolongada: lenta, PZI (insulina protamina zinc) y glargina, que tienen una acción más larga, aunque variable.

  1. Insulina soluble. Las preparaciones de insulina soluble pueden utilizarse en combinación con insulinas de acción más larga para proporcionar un inicio de acción más rápido. Sin embargo, comúnmente se emplean para lograr alguna medida de control glucémico en pacientes diabéticos con disfunción gastrointestinal significativa, generalmente debido a la cetoacidosis diabética o pancreatitis. Estos pacientes suelen tener graves perturbaciones metabólicas y requieren manejo intensivo de, no solo su deficiencia de la insulina, sino también de los desequilibrios hidroelectrolíticos. Se puede administrar una infusión intravenosa lenta a dosis de 50 mU/kg/h hasta que la glucemia alcance valores de 12-15 mmol/l, momento en que se reducirá a 25 mU/kg/h iniciando a su vez un aporte de glucosa de 150 mg/kg/h. Ambas dosis pueden ser modificadas dependiendo de la evolución del paciente.
  2. Insulina protamina-zinc. Este tipo de insulina es una de las tradicionales de elección en la regulación de la glucemia en perros y gatos. Los picos y la duración del efecto pueden variar entre estas especies, pero generalmente se puede indicar que se consigue un mejor control con una pauta de dos dosis al día, intentando sincronizar el pico máximo de efecto de la insulina con el pico hiperglucemiante de la comida. En España se comercializa la insulina humana bajo esta forma de preparación con el nombre comercial de ProZinc® destinada a perros y gatos.

    En el caso de la insulina isófana, una pauta de inicio recomendada es administrar la insulina subcutánea cada 12 h, administrando aproximadamente el 50% del consumo calórico diario 1-2 h más tarde. En perros la dosis aproximada puede ser de 0,5-2,0 UI/kg/24 h y en gatos de 2-6 UI/animal/24 h divididas en dos administraciones, aunque esta dosis debe ser ajustada de forma individualizada, realizando un ajuste de dosis adecuado y una monitorización permanente de la glucemia o de las proteínas glicosiladas.

  3. Insulina zinc. Cuando los complejos de insulina-zinc están presentes en una forma amorfa la absorción es más rápida que cuando están presentes en una mezcla de 35% amorfo y 65% formas cristalinas (lente), como es el caso de la insulina porcina comercializada en España (Caninsulin®).

    En los preparados ultralentos, los complejos de insulina-zinc están presentes en grandes cristales lo cual retrasa considerablemente la absorción. Este tipo de insulina sería adecuado para el control de pacientes en los que otros preparados de insulina muestran una inadecuada duración de la acción. Sin embargo, tanto en perros como en gatos, este tipo de insulina es pobremente absorbido. Debido a su inicio de acción relativamente lento, en la mayoría de las situaciones es aconsejable el uso de una dieta alta en fibra y/o una ingesta de pequeñas cantidades de alimentos de forma frecuente en vez de una o dos comidas al día.

  4. Insulina glargina. Este tipo de insulina ha sido obtenido mediante técnicas de ADN recombinante y difiere de la humana en la posición 21 de la cadena A, en la que se ha sustituido una glicina por la asparagina y la adición de dos moléculas de arginina cargadas positivamente en el dominio C terminal de la cadena B. Estos cambios la hacen relativamente insoluble a pH neutro, favoreciendo su microprecipitación en el tejido subcutáneo normal. Esta microprecipitación retrasa la velocidad de absorción dando lugar a una liberación relativamente constante, en un período prolongado de tiempo, desde el tejido subcutáneo. Los valores circulantes de insulina determinados en humanos son muy parecidos a los existentes con la secreción de insulina endógena, reduciendo la incidencia de cuadros de hipoglucemia. En perros y gatos, si bien también producen una liberación sostenida, no resulta suficiente como para administrarla una vez al día por lo que puede ser utilizada en pacientes en los que la duración de las insulinas intermedias no provea de un control adecuado de la glucemia durante las 12 h o en gatos en los que se sabe que las insulinas presentan una menor duración del efecto.

Manejo de la diabetes mellitus

Una vez diagnosticada la diabetes, es necesario proporcionar al propietario del paciente una explicación básica y asequible sobre las causas, el tratamiento a instaurar y la monitorización de la enfermedad, así como instruirle en los tipos de insulina, de jeringa y la técnica correcta de la administración subcutánea. Hay que concienciar al propietario del tiempo que se tarda en alcanzar la estabilización (normalmente de 1 a 2 meses, pudiendo incluso llegar hasta 6 meses) ya que su ayuda e implicación será determinante en el control adecuado que se consiga de la diabetes.

Se suele comenzar el tratamiento con una insulina de duración de acción intermedia (insulina zinc), a dosis inicial de 0,5-1 UI/kg una vez al día; sin embargo, en la mayoría de los casos se obtiene un mejor control glucémico si se administra cada 12 horas. Suele redondearse el peso del perro a la baja en el kilogramo entero más próximo y la dosis en la unidad entera más próxima.

Posteriormente debe realizarse un ajuste para determinar la dosis de mantenimiento, aumentando o disminuyendo la dosis diaria aproximadamente un 10% según la evolución de los signos clínicos de la diabetes y la glucemia. Estas modificaciones de dosis normalmente deben hacerse a intervalos de una semana aproximadamente.

Se recomienda comenzar con dosis inferiores (menos de la mitad de la dosis calculada por el peso), e ir adaptándola a las necesidades para evitar la aparición de hipoglucemia.

Durante el primer día de tratamiento es recomendable hospitalizar al perro diabético, lo que permite una mayor vigilancia de las posibles hipoglucemias. El perro puede ser dado de alta con tratamiento durante al menos una semana antes de ser reevaluado. No obstante, algunos veterinarios prefieren mantener la hospitalización durante la primera semana de terapia. Se deben mantener la dosis inicial y la frecuencia de administración durante la semana.

Para conseguir un control óptimo de la glucemia, la alimentación debe sincronizarse con la pauta del tratamiento y la ración diaria debe dividirse en dos comidas iguales suministradas a la misma hora, coincidente con la administración de la insulina. La composición y la cantidad de la ingesta diaria de alimento deben ser constantes. En perros tratados una vez al día, la segunda comida se hace habitualmente en el momento de máximo efecto de la insulina (aproximadamente 7,5 h después). La actividad física también debe controlarse, el ejercicio en perros diabéticos debe ser constante y moderado, evitando episodios intermitentes de ejercicio extenuante (Figura 6).

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Por su parte, el propietario ha de monitorizar y registrar a diario el consumo de agua y comida y otros signos de la diabetes. De igual modo, debe analizarse diariamente la presencia de glucosa y cetona en orina.

Después de una semana (en la reevaluación clínica) se debe:

  • Evaluar la monitorización realizada por el dueño de los signos clínicos, glucosuria y cetonuria.
  • Pesar al paciente.
  • Evaluar la glucemia.
  • Ajustar la dosis de insulina si es necesario (según los signos clínicos y la glucosa en sangre). Este proceso semanal deber repetirse hasta lograr la estabilización (se reducen los signos clínicos y el propietario se encuentra satisfecho).

En gatos, la concentración de glucosa en sangre antes del tratamiento se utiliza como guía para el cálculo de la dosis inicial de insulina:

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Debe redondearse a la baja el peso del gato al kg más próximo y la dosis calculada a la UI más próxima. Así mismo, debe evitarse empezar con dosis demasiado altas especialmente en los gatos obesos, en los que se debería utilizar el peso ideal. La dosis máxima no debería exceder de 2 UI dos veces al día en las primeras 2-3 semanas de tratamiento. Los subsiguientes ajustes de la dosis deberían realizarse en aumentos/disminuciones de 1 UI por administración.

Hay que tener en cuenta que la remisión clínica ocurre en el 25% de los gatos tratados e implica la existencia de células β funcionales (déficit relativo de insulina). El momento en el que aparece la remisión es variable (2 semanas-4 meses) y probablemente depende del tiempo en el que se haya mantenido una hiperglucemia con la consiguiente glucotoxicidad. La remisión no significa necesariamente cura: sigue siendo importante la dieta, el ejercicio y evitar factores agravantes (progesterona, progestágenos, corticoesteroides, obesidad, etc.). Para determinar si el paciente está en remisión, podría continuarse con insulina glargina a 1 UI diaria en dos administraciones. Si la glucemia previa a la administración de insulina es menor de 180 mg/dl se puede pasar a una sola dosis. Si este valor se mantiene al día siguiente no se debe administrar la insulina y hay que evaluar la curva, si la glucemia preinsulina supera los valores de 180 mg/dl cuando recibe una sola dosis, se vuelve a administrar en dos dosis.

Los gatos tienen hábitos alimenticios exigentes. La anorexia y la hipoglucemia resultantes son mucho más peligrosas que la hiperglucemia. Muchos gatos prefieren realizar pequeñas ingestas cada día (entre 5 y 11) lo que se traduce en mínimas variaciones de la glucemia posprandial. Por ello, al empezar la estabilización de un gato diabético lo mejor sería mantener su rutina normal de alimentación (por ejemplo, comida siempre disponible –ad libitum– con reposición dos o tres veces al día). La excepción son los gatos obesos, que deberían seguir una dieta diseñada para el control de peso (dietas altas en fibra) y ser alimentados según un régimen estricto hasta alcanzar su peso ideal/objetivo de peso. Con la finalidad de prevenir hipoglucemias, la insulina debe administrarse después de comer y tras comprobar la ingesta calórica del animal.

Mantenimiento de perros diabéticos estabilizados

Se puede considerar que la terapia de un paciente diabético ha tenido éxito cuando los signos clínicos de la DM mejoran. Después de que el animal se ha estabilizado con éxito, se deberían llevar a cabo controles rutinarios cada 3-6 meses.

La monitorización de signos clínicos y parámetros analíticos durante el mantenimiento ayudará a limitar las complicaciones a largo plazo asociadas con la diabetes.

El objetivo de la terapia no es producir una oscilación de las concentraciones de glucosa en sangre dentro de una de referencia, sino obtener una aproximación evitando sobre todo una hipoglucemia potencialmente mortal: un perro diabético estable es el que presenta una oscilación de glucosa en sangre de 5 -12 mmol/l (90-216 mg/dl) durante la mayor parte de un periodo de 24 horas.

La estabilización no está exenta de cambios en las necesidades de insulina en pacientes diabéticos. No es raro que las necesidades de insulina cambien repentinamente incluso después de un largo periodo de estabilidad. Pueden deberse a varios factores:

  • Infección (una infección del tracto urinario, pioderma, etc.).
  • Modificación del régimen de actividad física.
  • Cambios en el peso.
  • Aparición de enfermedades como la insuficiencia renal, cardiaca, etc.
  • Enfermedad endocrina concurrente, como la enfermedad de Cushing, el hipotiroidismo en los perros o el hipertiroidismo en los gatos.
  • Metaestro en las perras asociado a cambios en las concentraciones de progesterona.
  • Administración de corticoesteroides o progestágenos.

Monitorización mediante muestras de sangre y orina

La monitorización del control de la glucemia en pacientes diabéticos es importante para, en su caso, tomar medidas correctivas y evitar así un empeoramiento de la enfermedad o aparición de complicaciones por un tratamiento deficitario o la aparición de cuadros de hipoglucemia debido a un tratamiento con sobredosificación.

El control estricto de la glucemia en gatos es fundamental al objeto de evitar la llamada toxicidad por glucosa, que mediante el daño de las células β puede rápidamente agravar una diabetes o incluso ser causa de la misma. Dicho control de la glucemia no solo puede evitar la progresión de la enfermedad sino también producir la remisión completa de la misma durante semanas o años (20-40% de los casos).

La medición de los niveles de glucosa en sangre se realiza tras la toma de la muestra de sangre de una vena periférica. También es posible su determinación mediante una gota de sangre tomada de un capilar de la oreja (pinna) o de una almohadilla (de las extremidades delanteras o traseras) y analizarla usando una tira reactiva o un aparato manual para medir los niveles de glucosa en sangre (glucómetro). La mayoría de los glucómetros miden la concentración de glucosa en la sangre entera (no en el plasma).

La determinación del contenido de glucosa o cetonas de la orina de perros y gatos diabéticos puede utilizarse para monitorizar:

  • Hiperglucemia en un paciente diabético estable: la orina solo es positiva para la glucosa si la concentración de glucosa en plasma permanece por encima del umbral renal durante un periodo considerable (no refleja el estado actual).
  • Detección de cetonas: es un método fácil y rápido para detectar la hiperglucemia y es muy útil en una situación potencial de emergencia como la cetoacidosis diabética.

bibliografía


Enfermedad de Alzheimer: ¿El antihipertensivo nilvadipino puede ser potencialmente eficaz?

Los resultados –divulgados recientemente– de un pequeño ensayo clínico de fase 3 apuntan a que el tratamiento con el antihipertensivo nilavidipino en pacientes con enfermedad de Alzheimer leve-moderada incrementa significativamente el flujo sanguíneo en hipocampo, en un 20% en comparación con placebo. Además de reducir significativamente la presión arterial sistólica, su efecto farmacológico podría suponer un beneficio clínico, habida cuenta que la reducción del flujo sanguíneo cerebral es uno de los eventos patológicos asociados a las etapas tempranas de la enfermedad.

El nilvadipino es un antagonista de los canales de calcio de la clase de las dihidropiridinas y, por tanto, similar a fármacos como amlodipino, felodipino o nicardipino. Está autorizado y es ampliamente utilizado desde hace más de dos décadas en diversos países (Alemania, Japón, etc.) –no así en España– para el tratamiento de la hipertensión, la angina de Prinzmetal y otros desórdenes vasculares como el fenómeno de Raynaud. Su efecto farmacológico se basa en la inhibición de los espasmos y la dilatación de arterias sistémicas que redunda en un aumento del aporte de oxígeno al miocardio y un descenso en la presión sanguínea sistémica.

Por otro lado, los cambios cerebrovasculares, tales como un flujo sanguíneo reducido, se han descrito como uno de los primeros eventos fisiopatológicos que tienen lugar en las fases tempranas de la enfermedad de Alzheimer (EA), pudiendo contribuir a la progresión acelerada de la enfermedad y el deterioro cognitivo asociado. Por ello, se ha planteado la hipótesis de que la hipertensión en adultos jóvenes puede ser un factor de riesgo importante para el desarrollo de EA a edades avanzadas y que la restauración del flujo cerebrovascular puede contribuir a enlentecer o retrasar el progresivo deterioro cognitivo y funcional propios de esta patología.

En esta línea, un reciente ensayo clínico multicéntrico de fase 3, aleatorizado, doblemente ciego y controlado por placebo evaluó la eficacia y seguridad de un tratamiento con nilvadipino durante 6 meses en pacientes con EA leve-moderada; concretamente, se evaluó el flujo sanguíneo cerebral –mediante resonancia magnética nuclear (RMN) con marcado arterial de espín– en toda la sustancia gris cerebral y en regiones definidas de interés (que incluían el hipocampo, por ser la zona cerebral donde se regulan la memoria y el aprendizaje). En cada grupo del ensayo (N=58), se asignaron aleatoriamente 29 pacientes (media de edad de 72,8 años y puntuación media de la escala Mini-Mental Scale de 20,4), de los cuales 22 no presentaban criterios de exclusión para RMN y completaron el periodo de tratamiento.

El análisis de los datos reveló que el tratamiento con nilvadipino redujo la presión arterial sistólica en -11,5 mmHg en comparación con placebo (IC95% -19,7 a -3,2; p<0,01), mientras que el flujo sanguíneo en el conjunto de la materia gris cerebral se mantuvo estable (Δ: 5,4 ml/100 g/min; IC95% -6,4 a 17,2; p: 0,36). Cabe destacar, no obstante, que el flujo sanguíneo aumentó significativamente en el hipocampo en aquellos pacientes tratados con nilvadipino respecto al grupo placebo: una media de 24,4 ml/100 g/min en el hemisferio izquierdo (IC95% 4,3 a 44,5; p: 0,02) y de 20,1 ml/100 g/min en el hemisferio derecho (IC95% -0,6 a 40,8; p: 0,06). No se identificaron cambios notables en el flujo sanguíneo de otras partes cerebrales de interés, como la corteza cingulada posterior (Δ: 5,2 ml/100 g/min; IC95% -16,5 a 27,0; p: 0,63).

En conclusión, nilvadipino redujo de forma importante la presión arterial sistémica sin comprometer el flujo sanguíneo cerebral, que de hecho aumentó en un 20% en el hipocampo. Estos hallazgos apuntan hacia efectos cerebrovasculares beneficiosos del tratamiento antihipertensivo con nilvadipino, que emerge como potencial tratamiento adyuvante en las primeras etapas de la EA para retrasar su progresión. Sin embargo, los autores subrayan que el tamaño muestral era demasiado pequeño y el periodo de seguimiento demasiado corto como para determinar los efectos del aumento de flujo sanguíneo cerebral sobre la capacidad cognitiva y la estructura cerebral. Si bien estudios previos habían descartado que nilvadipino proporcionara beneficio clínico en la función cognitiva, los resultados por subgrupos sugerían un potencial beneficio clínico en las primeras etapas de la enfermedad. Unido a los resultados de este estudio, parece interesante dedicar futuras investigaciones al empleo de nilvadipino en etapas tempranas de EA.

Depresión: ¿Es eficaz la sertralina en casos asociados a lesión cerebral postraumática?

Un meta-análisis que ha evaluado la evidencia disponible –procedente de cuatro ensayos clínicos aleatorizados– ha concluido que sertralina no tiene una eficacia superior a placebo en pacientes con depresión posterior a un traumatismo cerebral, pues no se han encontrado diferencias estadísticamente significativas en las puntuaciones de escalas de valoración de la depresión ni de la calidad de vida. No parece que los pacientes respondan al tratamiento con sertralina ni hay evidencia suficiente de la seguridad clínica de ese tratamiento.

A día de hoy son escasas las recomendaciones de práctica clínica –por la escasez de la evidencia científica– que dirigen a uno u otro tratamiento farmacológico en los casos de depresión posterior a una lesión cerebral traumática (LCT). Con el objetivo de aportar evidencia en torno a este asunto, un reciente meta-análisis ha evaluado la eficacia y tolerabilidad de la sertralina (un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina) en el tratamiento de la depresión post-LCT y la mejora de la calidad de vida de los pacientes.

Los autores identificaron inicialmente todos los ensayos controlados aleatorios (ECA) que habían tratado dicha patología mediante una búsqueda electrónica a través de las bases de datos PubMed, Scopus, CINAHL (Cumulative Index to Nursing and Allied Health Literature), LILACS (Literatura latinoamericana y del Caribe en Ciencias de la Salud), la Biblioteca Cochrane, Clinicaltrials.gov y HERDIN (Base de Datos de la Red de Información sobre Investigación y Desarrollo en Salud). A partir de los datos recopilados, realizaron un meta-análisis de las puntuaciones en escalas de valoración de la depresión, la respuesta al tratamiento y las puntuaciones en los índices de calidad de vida. Se incluyeron datos procedentes de cuatro ensayos clínicos que habían enrolado a un total de 224 pacientes.

Los resultados del estudio revelan que, en comparación con placebo, no hubo diferencias significativas en las medias de las puntuaciones obtenidas con sertralina para la Escala de Valoración de la Depresión de Hamilton (HAM-D17) (diferencia media: 2,63; IC95% -1,32 a 6,57; p: 0,19) ni de las puntuaciones de la Subescala de Maier (diferencia media: 0,88; IC95% -2,26 a 4,01; p: 0,58). Tampoco se pusieron de manifiesto cambios reseñables en la razón de probabilidades (odds ratio) de respuesta al tratamiento (OR: 1,04; IC95% 0,13 a 8,43; p: 0,97) ni en las puntuaciones de la escala de calidad de vida (diferencia media: 2,63; IC95% -5,65 a 2,61; p: 0,47).

En resumen, la evidencia combinada de cuatro ensayos clínicos aleatorizados muestra que la sertralina no es superior al placebo para mejorar la depresión y la calidad de vida de los pacientes con depresión consecuencia de una lesión cerebral traumática. Tampoco hay evidencia suficiente de su seguridad clínica en este subconjunto de pacientes, por lo que no se puede concluir a favor de una recomendación de uso.