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Medicamentos con nuevos principios activos o biosimilares

COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA EN LOS ÚLTIMOS DOCE MESES

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VALORACIÓN DE LA INNOVACIÓN TERAPÉUTICA EN PANORAMA ACTUAL DEL MEDICAMENTO

Es importante indicar que se valora el grado de innovación. Todos los medicamentos, sean innovadores o no, tienen utilidad terapéutica, en tanto que su autorización por las autoridades sanitarias implica que han demostrado rigurosamente su eficacia, su seguridad, su calidad y las condiciones de uso (incluyendo la información contenida en la ficha técnica –sumario de características– y en el prospecto del medicamento). Por tanto, la valoración que se hace se refiere a la incorporación, en el grado que se determine, de algún elemento innovador con respecto a otros medicamentos autorizados previamente para iguales o similares indicaciones terapéuticas o, en su caso, cubriendo la ausencia de éstas.

Asimismo, debe considerarse que ésta es una evaluación que se practica coincidiendo con la comercialización inicial del medicamento. Se trata, por consiguiente, de una valoración provisional de la innovación realizada en función de la evidencia clínica disponible hasta ese momento, lo que no prejuzga, en ningún caso, la disponibilidad posterior de nuevas evidencias científicas (de eficacia o de seguridad) en la indicación autorizada o el potencial desarrollo y autorización, en su caso, de nuevas indicaciones terapéuticas o la imposición de restricciones de uso en las anteriores.

Se consideran tres posibles niveles, adjudicados en función de la relevancia de la(s) innovación(es) presentes en el nuevo medicamento, siempre en relación al arsenal terapéutico disponible clínicamente en España en el momento de la comercialización:

SIN INNOVACIÓN (*). No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas.

INNOVACIÓN MODERADA (**). Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar.

INNOVACIÓN IMPORTANTE (***). Aportación sustancial a la terapéutica estándar.

Se distinguen dos niveles de evidencia científica para los aspectos innovadores de los nuevos medicamentos:

Evidencia clínica: mediante estudios controlados, específicamente diseñados y desarrollados para demostrar la eficacia y la seguridad del nuevo medicamento, con demostración fehaciente de lo que puede ser un avance o mejora sobre la terapia estándar hasta ese momento, en el caso de que exista.

Plausibilidad científica (potencialidad): existencia de aspectos en el medicamento que teórica y racionalmente podrían mejorar la terapéutica actual, pero que no han sido adecuadamente demostrados mediante ensayos clínicos, bien por motivos éticos o bien por imposibilidad de realización en el momento de la comercialización del nuevo medicamento: perfil de interacciones, mecanismos nuevos que permiten nuevas vías terapéuticas, nuevos perfiles bioquímicos frente a mecanismos de resistencia microbiana, posibilidad de combinar con otros medicamentos para la misma indicación terapéutica, efectos sobre el cumplimiento terapéutico (por mejoras en la vía, número de administraciones diarias, etc.), mejora de la eficiencia económica, etc.

El rigor de los datos contrastados mediante ensayos clínicos controlados (evidencia clínica) es determinante en la valoración de la innovación, mientras que las potencialidades solo pueden ser valoradas accesoriamente, como aspectos complementarios de esta valoración. En ningún caso, un medicamento es valorado con un nivel de innovación importante en función de sus ventajas potenciales, si no aporta otras ventajas demostradas clínicamente. Se analizan cinco aspectos de la innovación: clínica, molecular, toxicológica, físico-química y económico-tecnológica. Como ya se ha indicado, la fundamental y determinante es la novedad clínica.

Buscador sabor-edad. Un nuevo avance en Bot PLUS

Resumen

Desde la creación de Bot PLUS, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos ha utilizado la información facilitada por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (MSCBS) como una fuente oficial de información. Durante los últimos meses, para facilitar el desarrollo profesional farmacéutico, se ha incluido información codificada sobre sabores y edades en las que están financiados los dietoterápicos.

 

*Una de las prestaciones que incluye el Sistema Nacional de Salud es la de productos dietéticos, que comprende la dispensación de tratamientos dietoterápicos a las personas que padezcan determinados trastornos metabólicos congénitos y la nutrición enteral domiciliaria para los pacientes a los que no es posible, a causa de su situación clínica, cubrir sus necesidades nutricionales con alimentos de uso ordinario.

La revisión y codificación de esta información ha permitido crear uno de los últimos avances que se han introducido en Bot PLUS, un buscador de sabores y edades en las que están financiados los dietoterápicos. Los datos que se muestran en el buscador, proceden de la información recogida en el Nomenclátor de productos dietéticos que mensualmente publica el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.

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Figura 1. Acceso a la búsqueda de dietoterápicos financiados según sabor-edad a través del menú “BOT”.

A continuación se describen las opciones de consulta de esta información en Bot PLUS. Se puede acceder a este buscador a través de la ruta: Menú
BOT Productos de Parafarmacia financiados Dietéticos Sabor/Edad (Figura 1).

Una vez se accede a este buscador, accederemos a la visualización de la siguiente pantalla (Figura 2), en la que podemos ir incluyendo distintas condiciones para encontrar un dietoterápico concreto.

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Figura 2. Buscador sabor-edad de dietoterápicos financiados.

Estas opciones son las siguientes:

  • Clase: permite seleccionar la clase a la que pertenece un dietoterápico financiado en base a la clasificación que le ha otorgado el MSCBS en el Nomenclátor de productos dietéticos. De esta manera podemos buscar un dietoterápico, por ejemplo, destinado a pacientes fenilcetonúricos (AEAA FORMULA EXENTA DE FENILALANINA).
  • Edad: permite añadir la edad, en años o meses, en la que el dietoterápico está financiado. Cabe recordar que estas edades hacen referencia exclusivamente a aquellas situaciones en las que estos productos están financiados, y no a las edades en la que pueden ser utilizados.
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    Figura 3. Ejemplo de búsqueda de una fórmula exenta de fenilalanina, con sabor a chocolate y que esté financiada en niños de 5 años.

  • Sabores: permite buscar dietoterápicos con uno o más sabores concretos. Así, podemos buscar dietoterápicos con sabor chocolate, plátano o café, por ejemplo. Una vez seleccionado el sabor o los sabores, podemos indicar en las condiciones que aparecen en la parte inferior de la tabla, que el dietoterápico buscado contenga únicamente los sabores que se hayan marcado, o que además contenga otros sabores adicionales.

A modo de ejemplo, como se observa en la Figura 3, podríamos querer buscar en Bot PLUS una fórmula exenta de fenilalanina para un paciente de 5 años y cuyo sabor sea exclusivamente chocolate. Como resultado, obtendríamos el listado de productos que se muestra en la parte inferior de la figura.

De manera interesante, la información a la que se refiere este artículo se actualiza mensualmente, con los datos que publica el MSCBS en el Nomenclátor de productos dietéticos. Con este buscador se pretender contribuir al desarrollo profesional farmacéutico, mejorando su la labor asistencial y la comunicación entre el farmacéutico y el paciente.

Terapéutica de las epilepsias

Las crisis epilépticas son la expresión clínica de una alteración de la función cerebral, causada por una actividad anormal y excesiva de grupos de neuronas corticales, que producen descargas eléctricas sincrónicas. La epilepsia es un trastorno del sistema nervioso central que se manifiesta por la recurrencia de crisis epilépticas. Si bien todos los pacientes con epilepsia tienen crisis epilépticas, un número importante de personas pueden sufrir una crisis aislada a lo largo de la vida y no padecer la enfermedad.

Las causas de la epilepsia son diversas, pero comparten mecanismos de excitabilidad y falta de inhibición neuronal que, en última instancia, dan lugar a los fenómenos de sincronización y reclutamiento neuronal propios de las crisis epilépticas.

La prevalencia de epilepsia activa es aproximadamente de 8 casos/1.000 habitantes (320.000 personas en España) y su incidencia anual es de 31 a 57/100.000 (12.400-22.000 casos nuevos/año en España), siendo esta incidencia superior en niños, adolescentes y ancianos.

  • Clasificación de las crisis epilépticas y de las epilepsias. Para la sistematización clínica de la enfermedad, la International League Against Epilepsy (ILAE) ha desarrollado dos clasificaciones, las crisis epilépticas y la de las epilepsias, ambas revisadas en 2017.
  • Clasificación de las crisis epilépticas: permite analizar las crisis como síntoma. Se utiliza el inicio de la crisis como principal criterio de clasificación.
  • Crisis de inicio focal: tienen un origen localizado en una región de la corteza cerebral limitada a un hemisferio.
  • Crisis de inicio generalizado: surgen en una región de la corteza cerebral y rápidamente involucran a redes anatómicas distribuidas de forma bilateral, que pueden incluir estructuras corticales o subcorticales, pero no necesariamente incluyen a la totalidad de la corteza cerebral.
  • Crisis de inicio desconocido: se incluyen los espasmos epilépticos y otras crisis en las que no es posible decir si el inicio es focal o generalizado.
  • Clasificación de las epilepsias: la última clasificación para las epilepsias es la propuesta por la ILAE en 2017 en la que la clasificación de la epilepsia del paciente se realiza de manera algorítmica, comenzando por establecer el tipo de crisis, tratando de incluirlo en un síndrome epiléptico y, en paralelo, realizando la búsqueda de la etiología.
  • Evaluación del paciente: el diagnóstico de epilepsia se plantea en los pacientes con alteraciones paroxísticas de la función neurológica. La evaluación está encaminada a determinar si el paciente presenta crisis epilépticas y a determinar la etiología de estas.
  • Tratamiento farmacológico de la epilepsia: el tratamiento antiepiléptico farmacológico consigue, en términos globales, que hasta un 60-70% de los pacientes estén libres de crisis. Si el riesgo de recurrencia de una primera crisis epiléptica no provocada es superior al 60%, se debe considerar el diagnóstico de epilepsia y valorar inicio de tratamiento. Sin embargo, la decisión de iniciar el uso de fármacos antiepilépticos (Tabla 1) debe depender también de otras circunstancias individuales de cada paciente como: tipo y gravedad de las crisis, comorbilidades asociadas y tratamientos concomitantes, efectos adversos de los fármacos antiepilépticos, entorno familiar, laboral y social, y preferencias del paciente. Se ha de informar al paciente de que el tratamiento antiepiléptico previene o reduce el riesgo de recurrencia de crisis epilépticas durante su uso, pero no cura la enfermedad.

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  • Epilepsia refractaria o farmacorresistente: es aquella en la que no existe un control completo de las crisis tras probar al menos dos fármacos antiepilépticos a dosis y pauta adecuadas, fármacos que han sido bien tolerados y que se han empleado en monoterapia o en combinación. Alrededor de un 30% de los pacientes desarrollarán una epilepsia farmacorresistente. En estos pacientes se debe plantear una evaluación prequirúrgica para valorar si presentan un síndrome que se pueda beneficiar de cirugía o plantear otras opciones, como las siguientes:
  • Cirugía de la epilepsia: el tratamiento quirúrgico es una opción eficaz en un subgrupo seleccionado de pacientes con epilepsia farmacorresistente. Los pacientes que responden a cirugía presentan un menor riesgo de muerte súbita relacionada con la epilepsia (SUDEP), mejor calidad de vida, y menor utilización de fármacos antiepilépticos. Los síndromes tratables quirúrgicamente (STQ) se caracterizan por crisis epilépticas graves y frecuentes, con bajas probabilidades de controlarse con fármacos. Una vez que se identifica un STQ, y la epilepsia es farmacorresistente, debe utilizarse el tratamiento quirúrgico.
  • Dieta cetogénica: es una dieta con alto contenido en grasa, bajo en hidratos de carbono, y normal en proteínas, usada en el tratamiento de epilepsias farmacorresistentes como terapia adyuvante. Es eficaz en epilepsias focales y en generalizadas, y se utiliza especialmente en niños y adultos con discapacidad intelectual, con crisis muy frecuentes, resistentes a tratamientos farmacológicos, que no son candidatos a cirugía.
  • Estimulación eléctrica: el estimulador del nervio vago (ENV) es un dispositivo útil como terapia adyuvante en epilepsias focales y generalizadas refractarias, en pacientes no candidatos a cirugía de epilepsia.
  • Radiocirugía estereotáctica: es una opción de tratamiento para epilepsia temporal medial, hamartoma hipotalámico y otras lesiones epileptógenas bien definidas en neuroimagen y con un volumen menor a 7,5 cm3.
  • Estatus epiléptico (EE): se define como una crisis que se prolonga más allá de 30 minutos, o varias crisis que, sumadas, duran más de 30 minutos, sin existir recuperación de la situación basal entre ellas. Se denomina estatus epiléptico refractario al cuadro que no responde favorablemente a la administración de fármacos antiepilépticos. El pronóstico del EE depende del tipo, de la etiología, de la duración, del nivel de conciencia en el momento de presentación, y de la edad de inicio. La mortalidad es mayor del 20% en los EE que se prolongan más de una hora y la mortalidad del EE refractario es tres veces mayor.
  • Situaciones especiales en epilepsia
  • Epilepsia en el anciano: las epilepsias focales son las más comunes en pacientes ancianos. Las crisis suelen ser leves y más difíciles de identificar. Sin embargo, la respuesta a fármacos antiepilépticos es mayor que en otros grupos de edad. Existen algunos cambios fisiológicos en los ancianos (hipoalbuminemia, reducción del aclaramiento hepático y renal de fármacos, cambios en el SNC) que pueden facilitar la toxicidad de algunos fármacos. La sedación y los problemas cognitivos están entre los efectos adversos más frecuentes. Una posología con dosis bajas y una titulación lenta de los fármacos disminuye los efectos adversos.
  • Epilepsia en edad pediátrica: la mayoría de los criterios utilizados en adultos también son aplicables a niños. En este grupo de edad es preferible la monoterapia. Debido a que la farmacocinética es diferente, y la absorción y metabolismo de los fármacos en niños es más rápida, habitualmente se requieren dosis más altas de antiepiléptico por unidad de peso.
  • Epilepsia en la mujer:
  • Embarazo: los riesgos de teratogenicidad de los fármacos antiepilépticos durante el embarazo se reducen al mínimo si éste es planificado con suficiente antelación, permitiendo reducir las dosis al mínimo necesario o sustituir por fármacos más seguros.
  • Lactancia: los fármacos antiepilépticos pasan a la leche materna en proporción inversa a su unión a proteínas séricas. Sin embargo, la lactancia en mujeres con epilepsia no está contraindicada, ya que los beneficios son mucho mayores que los posibles efectos de los fármacos en el neonato. Los efectos adversos más comunes son la sedación e irritabilidad, especialmente con barbitúricos y benzodiazepinas.
  • Contracepción: los fármacos inductores enzimáticos reducen la eficacia de los anticonceptivos orales. Si se utilizan inyecciones depot de acetato de medroxiprogesterona, éstas se deben administrar a intervalos más cortos.

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Sustitutos dérmicos sintéticos

Resumen

La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano y posee numerosas funciones, siendo una de las principales la protección frente a agresiones externas. Los sustitutos dérmicos son materiales diseñados para cubrir zonas de la piel que han perdido su integridad (por ejemplo, en el caso de quemaduras extensas/profundas o heridas traumatológicas), con la finalidad de suplir sus funciones durante el proceso de curación, facilitando el mismo y reduciendo la morbilidad asociada a la herida. Pueden clasificarse en base a su material de origen y composición en sustitutos dérmicos puramente biológicos (xenoinjertos, alogénicos acelulares o compuestos) o en sintéticos (aquellos que contienen materiales inorgánicos).

En el número 421 se resumían los principales sustitutos dérmicos biológicos de que disponemos actualmente. A continuación, se propone una revisión de los principales sustitutos dérmicos sintéticos para conocer sus características y usos fundamentales.

 

INTRODUCCIÓN*

Ya en la antigua India se utilizaban injertos de piel para cubrir muñones en extremidades amputadas. En el siglo XIX existen reportes en la bibliografía de injertos epidérmicos que sirvieron de base para el desarrollo tecnológico posterior. Es, sobre todo, en la Segunda Guerra Mundial cuando se empezaron a utilizar con mayor frecuencia los aloinjertos, usando piel fresca de cadáveres para cubrir heridas. Posteriormente, se crearon bancos de piel y se ha continuado con la investigación para obtener injertos cada vez más viables y tolerables, reduciendo el riesgo de transmisión de infecciones (Brown, 1942; Roa, 2015).

Se conoce como sustitutos dérmicos a un grupo de materiales diseñados para cubrir zonas de la piel dañada con la finalidad de mantener las funciones de barrera, facilitando y acelerando el proceso de curación y produciendo una cicatrización ordenada, menos hipertrófica y funcional (Álvarez, 2012). Estos materiales pueden ser clasificados atendiendo a distintos criterios, como el tiempo en contacto con la herida (temporales o permanentes) o el tipo de herida al que están destinados (heridas vasculares, traumáticas, de espesor total o parcial), entre otros. Atendiendo a su composición, los sustitutos dérmicos podrían clasificarse en dos grandes grupos, biológicos y sintéticos.

Se entiende como sustituto dérmico biológico aquel en cuya composición se encuentran exclusivamente materiales de origen orgánico (colágeno, elastina, ácido hialurónico, componentes celulares); mientras que se denominarían sustitutos dérmicos sintéticos aquellos que en su estructura incorporan algún material de origen inorgánico (silicona, nylon), que son utilizados por su función barrera, así como andamios y soportes a los componentes orgánicos de los mismos, gracias a la resistencia y versatilidad de su estructura.

Los sustitutos dérmicos sintéticos tienen como característica común incorporar una capa externa inorgánica, generalmente de silicona, que sustituye las funciones de la epidermis (función barrera frente a infecciones y para evitar la pérdida de agua por evaporación), y una capa interna en contacto con la dermis dañada, que puede contener materiales orgánicos o mezcla de material orgánico e inorgánico, que le otorgarán diferentes características.

Esta revisión tiene como objetivo describir y aunar las características de los principales sustitutos dérmicos sintéticos comercializados.

Revisión

La calidad y durabilidad de un implante quirúrgico a base de colágeno depende del equilibrio entre la tasa de degradación del implante y el crecimiento del tejido nativo. Hay entornos que pueden potencialmente retrasar el proceso de cicatrización de la herida, y pueden requerir una mayor durabilidad del implante para proporcionar una reparación equilibrada (Markéta 2010; Castellanos-Ramírez, 2014; Urbina, 2016).

Se han considerado como sustitutos dérmicos sintéticos aquellos que en su estructura contienen algún material inorgánico, como la silicona o el nylon, excluyéndose los sustitutos dérmicos compuestos por materiales puramente biológicos en su totalidad. La parte inorgánica suple las funciones de la epidermis, mientras que la parte orgánica entra en contacto con la dermis en regeneración. En la Tabla 1 se exponen los principales sustitutos dérmicos sintéticos disponibles.

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Biobrane®

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Figura 1. Estructura esquemática de Biobrane®. Smith&Nephew. Disponible en: http://www.smith-nephew.com/new-zealand/healthcare/products/product-types/bio-technology-products/biobrane/

Composición: es un sustituto dérmico compuesto por dos capas diferenciadas: una capa exterior de silicona y una capa interior de nylon entretejida con péptidos de colágeno porcino, encontrándose ambas capas parcialmente integradas (Figura 1). Características: la capa externa de silicona le aporta oclusividad, ya que evita las pérdidas de agua por evaporación y facilita un ambiente húmedo en el lecho de la herida, a la vez que sirve de barrera frente a infecciones. La capa interna se adhiere a la fibrina de la herida limpia, facilitando la migración celular y la reepitelización. No se trata de un apósito permanente, sino que busca proteger la herida y crear un ambiente óptimo durante la curación. Presenta las ventajas de ser un apósito transparente, que permite ver la evolución de la herida sin tener que retirarlo, y de tener una gran elasticidad, no limitando el movimiento. Como inconveniente principal, no se recomienda su uso en heridas infectadas, ya que se pueden producir infecciones. Usos principales: se utiliza principalmente en quemaduras de segundo grado o en heridas desbridadas, disminuyendo el tiempo de cicatrización y reduciendo el dolor y la posibilidad de infección. También se ha utilizado con éxito en población pediátrica. Se recomienda retirarlo en un periodo máximo de dos semanas para evitar que los fibroblastos se entrecrucen y proliferen sobre la capa interna del apósito (Beltrâ-Picó, 2002; Smith-Nephew, 2018).

AWBAT®

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Figura 2. Diagrama comparativo entre la bicapa de Integra® y la piel sana. Imagen tomada de: Asif (2018).

Composición: es un sustituto dérmico similar a Biobrane®, pero con mayor porosidad. Tiene una capa externa protectora de silicona y una capa interna de nylon entretejido con colágeno porcino. Características: el mayor grado de porosidad respecto a Biobrane® facilita la adherencia del dispositivo a la piel y favorece la reepitelización y migración celular. Usos principales: se utiliza en quemaduras de segundo grado o en heridas desbridadas. Como inconveniente principal, quedan las marcas de los poros en la piel durante semanas o meses (Greenwood, 2011; Roa, 2015).

Integra®

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Figura 3. Proceso de curación de una herida de espesor total con Pelnac®. (1) Aplicación de Pelnac® sobre la herida. (2) Infiltración de fibroblastos y nuevos vasos sanguíneos sobre el andamio de colágeno del parche. (3) Integración del dispositivo en el tejido del paciente y proliferación de la matriz extracelular propia. (4) Retirada de la capa externa protectora de silicona. Disponible en http://www.gunze.co.jp/e/medical/products/item_pn.html

Composición: Está formado por dos capas: la capa externa es de silicona, mientras que la capa interna es una matriz porosa de colágeno bovino con condroitin-6-sulfato (Figura 2). Características: la capa externa de silicona tiene función barrera, ya que protege frente a la deshidratación por evaporación y frente a las infecciones. La capa interna, gracias a su estructura porosa y su composición, favorece la reepitelización y la proliferación de los fibroblastos del paciente a través de su matriz, quedando finalmente embebida en la neodermis formada, retirándose solamente la capa externa de silicona. Posteriormente, sobre la dermis formada, se realiza el injerto dermoepidérmico. Como inconvenientes principales, presenta una adhesión lenta a la herida (dependiente de la migración celular del paciente receptor) y se requieren dos tiempos quirúrgicos: formación de neodermis e injerto de epidermis. Usos principales: se utiliza en quemaduras de espesor parcial o total, úlceras crónicas y heridas con retracción (Martínez, 2002; Integra LifeSciences Corporation, 2016).

Pelnac®

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Figura 4. Estructura de Nevelia®. Disponible en: ttps://www.symatese.com/nevelia/

Composición: es un injerto formado por dos capas diferenciadas: una capa exterior protectora de silicona y una capa interior de colágeno derivado de tendón porcino. Características: la capa externa protege la herida de las agresiones externas, como el riesgo infeccioso o la deshidratación por evaporación, por lo que la curación se produce en ambiente húmedo. Al ser transparente, permite la visualización de la herida y el proceso de curación sin retirar el parche. La capa interna de colágeno promueve la regeneración celular y acelera la curación. Esta va siendo reemplazada gradualmente por tejido del paciente, ya que se produce la migración de fibroblastos y la neovascularización de la zona. Una vez integrada la capa interior en los tejidos del paciente, la capa externa de silicona puede ser retirada fácilmente (Figura 3). Se puede conservar a temperatura ambiente y se comercializa en diferentes tamaños, para adaptarse a diferentes heridas o zonas del cuerpo. Usos principales: es utilizado en heridas cuyo espesor afecta a la dermis, como heridas traumáticas, grandes quemaduras o heridas con exudado excesivo (Eurosurgical, 2016).

Renoskin®

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Figura 5. Estructura de Hyalomatrix®. Imagen disponible en: http://physicianresourcecenter.com/wp-content/uploads/2016/01/Learn-About-Hyalomatrix-A-Unique-Skin-Substitute.pdf

Composición: es un sustituto dérmico bilaminar, compuesto por una capa externa de silicona y una capa interna de colágeno bovino tipo I. Características: como en otros casos, la capa exterior de silicona tiene funciones de barrera y protectoras frente a infecciones y deshidratación así como de prevención de la pérdida de proteínas, favoreciendo un ambiente de curación húmedo óptimo para la regeneración de la dermis; por su parte, la capa de colágeno interna favorece la migración y proliferación celular, acortando los tiempos de curación. Usos principales: se utiliza principalmente en quemaduras agudas con afectación de la dermis (Clinics Review Article, 2017).

Nevelia®

Composición: es, al igual que Renoskin®, un sustituto dérmico fino bilaminar, formado por una capa externa de silicona y una capa interna de colágeno bovino tipo I (Figura 4). Características: la capa externa sintética de silicona funciona como una pseudo-epidermis, con función barrera. La capa interna de colágeno presenta una estructura tridimensional que favorece la infiltración celular, actuando como un andamio sobre el que proliferan las células que regenerarán la dermis dañada. Cuando avanza la curación (en 2-3 semanas), la capa interna es reabsorbida e integrada en la dermis del paciente, mientras que la capa externa se desprende. Usos principales: su uso está indicado en quemaduras de segundo y tercer grado, en cirugías plásticas reconstructivas y en heridas traumatológicas con afectación de la dermis. Se puede utilizar en combinación con injertos epidérmicos y puede ser utilizado en niños (Symatese, 2018).

Hyalomatrix®

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Figura 6. Transcyte®. (1) Capa epidermica sintética que protege la superficie de las agresiones externas; es semipermeable para permitir el intercambio de fluidos y gases. (2) Matriz dérmica humana de bioingeniería que contiene proteínas estructurales esenciales, proteínas de matriz provisional, glucosaminoglucanos y factores de crecimiento. (3) Las células epiteliales del paciente proliferan y migran a través de la herida, lo que resulta en una rápida cicatrización de la misma. Disponible en: http://www.bu.edu/woundbiotech/bioengineered/TransCyteProdPres/pages/Picture%2002.htm

Composición: es un dispositivo sintético bicapa, con una capa externa de silicona semipermeable y una capa interna compuesta de ácido hialurónico dispuesto en forma de fibras (Figura 5). Características: la capa interna de ácido hialurónico es biodegradable y sirve, mientras mantiene la estructura de andamio, para que se produzca la infiltración y proliferación celular necesaria para la regeneración de la dermis propia; facilita también la neovascularización del tejido. El proceso de curación se produce en ambiente húmedo gracias a la capa externa de silicona, que además actúa como una barrera frente a los microorganismos del medio externo. Con el paso del tiempo y según se regenera la dermis, el ácido hialurónico se absorbe, pudiendo retirar la capa externa de silicona. La capa externa es transparente, lo que permite hacer un seguimiento visual del proceso de curación sin retirar el parche. Usos principales: se utiliza en agresiones de la piel con afectación de la dermis, como quemaduras de segundo grado, heridas de espesor total o parcial, heridas quirúrgicas, úlceras vasculares o heridas traumáticas (Erbatur, 2012; Anika Therapeutics, 2018).

Terudermis®

Composición: este injerto consta de una bicapa exterior de silicona, que proporciona efecto barrera frente a agresiones externas, mientras que la capa interna está formada por colágeno bovino tratado con proteasa, lo que reduce la inmunogenicidad del colágeno puro. Características: el producto tiene propiedades similares a la dermis natural. Presenta una estructura reticulada que favorece la migración e infiltración celular y la neovascularización, acelerando el proceso de curación. El injerto presenta buena adherencia a la piel y reduce el dolor. Usos principales: se ha utilizado en pacientes quemados, heridas traumáticas, y en heridas profundas como huesos expuestos, tendones o músculos (Olympus Terumo Biomaterials, 2016).

TransCyte®

Composición: es un sustituto dérmico compuesto por dos capas; la capa externa es de silicona, mientras que la capa interna está formada por una malla de nylon entretejida con colágeno y fibroblastos neonatales (Figura 6). Características: los fibroblastos producen factores de crecimiento y matriz extracelular de colágeno que facilita la proliferación, multiplicación y diferenciación celular, que se produce sobre el andamio formado por el colágeno del dispositivo. Todo el proceso de curación se produce en ambiente húmedo gracias a la capa protectora de silicona. Según avanza la curación y la regeneración de la dermis dañada, la parte sintética del parche se separa de manera espontánea. Usos principales: se utiliza mayoritariamente en quemaduras con afectación de la dermis, reduciendo el tiempo de curación con buenos resultados (Amani, 2006; Alrubaiy, 2009).

Discusión y conclusiones

Los sustitutos dérmicos sintéticos incorporan una capa de materiales inorgánicos, como la silicona, que suplen la función protectora frente a microrganismos y pérdida de agua de la epidermis, y una capa con material orgánico (colágeno, ácido hialurónico, fibroblastos…) que aceleran la curación y regeneración de la dermis y facilitan una cicatrización ordenada, estética y funcional. No existe actualmente un dispositivo que presente todas las características de un injerto de piel ideal, por lo que es importante conocer las distintas opciones disponibles, así como sus características, para poder seleccionar la opción más apropiada para cada paciente en función del origen de la herida, su extensión, su profundidad y el tiempo de curación estimado.

BIBLIOGRAFÍA

 

CHÍA (Salvia Hispanica L.)

Resumen

Salvia hispanica L. es una planta subtropical anual, originaria de México y Guatemala, herbácea, de aproximadamente 1 m de altura. De fácil crecimiento en terrenos soleados y arenosos relativamente pobres, tolera bien la sequía, por lo que demanda menos agua que otros cultivos alimentarios. Así, es extensamente cultivada sobre todo en países del continente americano. Las semillas de esta planta –conocidas como “chía”– son consideradas como un súper-alimento, por su elevado contenido en ácidos grasos omega 3, proteínas, fibra y minerales, y son utilizadas como ingrediente en diferentes productos alimenticios.

Tanto las citadas semillas como sus derivados, e incluso las hojas y las raíces de la planta, han sido ampliamente empleadas en numerosas fórmulas en medicina tradicional. Debido al gran interés que esta planta ha suscitado en los últimos años desde el punto de vista nutricional, también se han llevado a cabo numerosas investigaciones en torno a sus propiedades terapéuticas. A raíz de ellas, a las semillas de chía se les ha atribuido diversos grados de capacidad antioxidante, hipolipemiante, hipoglucemiante, antihipertensiva, y reductora del peso corporal. Parece adecuadamente contrastada, por ejemplo, su capacidad saciante y reductora del apetito, consecuencia de su elevado contenido en mucílagos.

En el presente artículo se revisa la evidencia científica disponible sobre las propiedades farmacológicas de las semillas de chía y sus derivados, haciendo referencia a los principales hallazgos procedentes de estudios in vitro, en animales y los interesantes resultados obtenidos en ensayos clínicos. No obstante, se puede concluir que los resultados de su posible eficacia en patologías humanas no son del todo concluyentes. Por lo tanto, teniendo en cuenta que los ensayos clínicos hasta ahora realizados presentan ciertas deficiencias metodológicas y que el número de individuos sanos o pacientes incluidos en los mismos es generalmente pequeño, es preciso llevar a cabo nuevos ensayos clínicos que permitan contrastar su utilización con eficacia y seguridad.

 

Igual que está ocurriendo con el trigo sarraceno, objeto del artículo publicado en el número 420 de PAM, la chía está alcanzando una gran popularidad desde hace unos pocos años. Las semillas de Salvia hispanica L. (Lamiaceae) conocidas como chía, chía mexicana, salvia española o chía negra, empleadas como alimento en América Central y Sur de México por los aztecas precolombinos y otros pueblos mesoamericanos (desde hace mas de 3.500 años), están siendo foco de interés por la comunidad científica, percibiéndose un incremento notable en el número de publicaciones científicas dirigidas a evaluar su valor nutricional y medicinal.

En la actualidad es considerado un súper-alimento debido a sus importantes propiedades nutricionales derivadas de su elevado contenido en ácidos grasos omega 3, proteínas, fibra y minerales. Además, tanto las semillas como sus derivados, tras la evidencia de sus propiedades beneficiosas para la salud, se recomiendan para la prevención y tratamiento de determinadas alteraciones de la salud.

En alimentación se utilizan las semillas enteras, harina, mucílago (fibra) y aceite. En México se emplean las semillas completas en la elaboración de bebidas de gran popularidad. Desde 2009, la reglamentación alimentaria en la Unión Europea permite la incorporación de un 5% de harina de chía en la elaboración de panes. En 2013 fue considerado como nuevo ingrediente alimentario. Se estima que la ingesta diaria de chía no debe sobrepasar los 15 g para un individuo adulto.

La USP (farmacopea de los EE. UU.) incluye, desde diciembre de 2017, el aceite de chía y lo define como “aceite extraído de las semillas mediante prensado en frío”. Excluye la utilización de disolventes o el calor externo en el procedimiento de extracción. Recientemente, la USP ha desarrollado una norma de calidad pública para los fabricantes de suplementos dietéticos que opten por cumplir con ese estándar de calidad.

Salvia hispanica L. es una planta subtropical anual, originaria de México y Guatemala, herbácea, de aproximadamente 1 m de altura (Figura 1). Presenta tallos ramificados cuadrangulares y hojas opuestas, pecioladas, ovaladas, de bordes dentados, de color verde más oscuro en el haz y más pálido en el envés. Las flores, dispuestas en espigas, presentan cáliz bilabiado y corola monopétala constituida por cinco pétalos soldados de color blanco, púrpura o azul, con labio inferior expandido hacia afuera y abajo, y el superior ascendente y arqueado. Se consideran hermafroditas al presentar una alta tasa de autopolinización. Los frutos son generalmente indehiscentes y las semillas ovaladas, de pequeño tamaño (aprox. 1 mm de diámetro), con cubierta brillante de color liso (blanco, pardo o negro) o moteada en color de marrón más o menos oscuro a grisáceo, dependiendo de la variedad.

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Figura 1.

Es una planta muy resistente a plagas y enfermedades, pero por el contrario, muy sensible a las bajas temperaturas. Crece fácilmente en terrenos soleados y arenosos relativamente pobres; tolera bien la sequía demandando menos agua que otros cultivos alimentarios, por lo que es considerada planta de gran interés para su cultivo con este fin en muy diferentes partes del mundo. En Kentucky (EE.UU.) se cultiva como fuente de obtención de ácidos grasos omega 3; en Grecia y otros países del ámbito mediterráneo y zonas desérticas de Chile, como cultivo forrajero. La producción de chía está en aumento desde los años 90 del siglo pasado. Principalmente se cultiva en México, Bolivia, Paraguay, Argentina y Australia. Otros países productores son Perú, Colombia, y Guatemala, así como pequeñas producciones en algunos países del sudeste asiático. Desde estos países se exporta a Estados Unidos y Canadá, y a diversos países europeos y asiáticos, siendo importante para la economía de los países productores.

Recientemente se ha comprobado que el estrés hídrico favorece la biosíntesis de los ácidos grasos omega 3, a los cuales es debido su interés alimentario y medicinal.

Las semillas de chía (Figura 2) pueden confundirse con otras de diferentes especies de plantas. Por ejemplo, Salvia columbariae Benth. (denominada oro-chía o chía del desierto, con semillas muy parecidas a la chía y empleadas para los mismos fines) o Hyptis suaveolens (L.) Poit (también de la familia Lamiaceae, conocida como chan, chía-gorda o chani y cuyas semillas son igualmente ricas en ácidos grasos, pero en este caso del tipo omega 6).

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Figura 2.

En cuanto a su composición química, las semillas de chía contienen: proteínas (20-22%) sin gluten; grasa (30-35%) muy rica en ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs), principalmente ácido α-linolénico [ALA] (54-67%), por lo que son consideradas como una de las mejores o incluso la mejor fuente de ácidos grasos omega 3 de origen vegetal, pero también contiene ácido linoleico (12-21%); hidratos de carbono (aprox. 40%) sobre todo en forma de fibra soluble (mucílagos) e insoluble (celulosa); tocoferoles; esteroles; y compuestos fenólicos, principalmente ácidos fenólicos hidroxibenzoicos e hidroxicinámicos (ácidos gálico, cafeico, rosmarínico, clorogénico, protocatéquico y salvianólico) y flavonoides como quercetina, kaempferol y miricetina, y sus derivados (rutósido).

También se ha detectado la presencia de elevadas concentraciones de minerales, entre ellos de calcio; no obstante, algunos estudios indican que, a pesar de estar en elevada concentración en las semillas, no se absorbe bien y se elimina fácilmente por las heces por lo que su biodisponibilidad resulta ser muy baja. Se considera que también podría contribuir a su baja biodisponibilidad la presencia en las semillas de compuestos fenólicos como taninos y fitatos que actuarían como quelantes de calcio formando moléculas insolubles no absorbibles. Además, se han encontrado algunas vitaminas como son vitamina A, C y algunas del grupo B.

La composición química de las semillas de chía puede variar dependiendo de los genotipos y de las condiciones del ecosistema, por lo que es de suma importancia controlar la calidad, especialmente cuando se cultiva y recolecta con fines medicinales. Igualmente, resulta complicada la conservación del aceite debido a su rápida oxidación, si bien su contenido en tocoferoles puede afectar de forma positiva a su estabilidad durante el almacenamiento.

Como es bien sabido, el consumo de ácidos grasos omega 3 se asocia con una disminución de las enfermedades coronarias, hipertensión, diabetes tipo 2, artritis reumatoide, enfermedades autoinmunes y cáncer. En la actualidad se están realizando numerosas investigaciones encaminadas a promover la utilización alimentaria y medicinal de los residuos resultantes de la extracción del aceite como materia prima para la obtención de proteínas, fibra y compuestos fenólicos.

Tradicionalmente, se han empleado las semillas de chía como alimento. Además las hojas de las variedades china y morada se han empleado para lavados intestinales y para el “enlechado” o empacho de los niños. Las semillas enteras en forma de infusión se han utilizado como potenciador del efecto de otros remedios medicinales, por lo que figuran en numerosas fórmulas de medicina tradicional. Las raíces se emplearon en el tratamiento de infecciones respiratorias.

Como valor añadido a sus propiedades nutricionales, por lo que son utilizadas como ingrediente en panes, barritas energéticas y otros productos de utilidad en la alimentación humana y animal, se ha evidenciado su capacidad antioxidante, hipolipemiante, hipoglucemiante, antihipertensiva, y reductora del peso corporal, por lo que podría ser de utilidad en la prevención y tratamiento del síndrome metabólico. También se ha comprobado su papel para mejorar el estreñimiento y problemas relacionados como los divertículos.

Se han realizado numerosos trabajos de investigación sobre estas semillas y derivados (semillas, harina de las mismas y aceite, principalmente). Los resultados más relevantes se comentan a continuación.

En relación con la investigación in vitro se puede destacar que las proteínas hidrolizadas de chía –obtenidas por hidrólisis enzimática secuencial a partir de los subproductos derivados de la obtención del aceite– han mostrado actividad inhibidora de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y de la síntesis de colesterol, actividad antioxidante y captadora de radicales libres, y antimicrobiana (Gram-positiva y Gram-negativa). Igualmente, fracciones peptídicas han demostrado inhibir enzimas relacionadas con el metabolismo de hidratos de carbono como α-amilasa y α-glucosidasa.

Para demostrar si esos péptidos beneficiosos se podrían originar de forma natural en el proceso de la digestión de las proteínas de las semillas, un grupo de investigación integrado por investigadores de la Universidad Federal de Vicosa de Brasil y de la Universidad de Illinois han estudiado mediante ensayos químicos, in silico y bioquímicos, las posibles fracciones peptídicas originadas y sus actividades antioxidantes, antiinflamatorias y antiateroscleróticas.

Tanto las proteínas totales como las fracciones peptídicas compuestas por albúmina, globulina, prolamina y glutelina interaccionan con COX-2, 5-LOX, p65 NF-κB y TLR4 (Toll like receptor). A excepción de los originados por prolamina, se comportan como captadores de radicales superóxido, hidroperóxido y NO e inhiben 5-LOX, COX 1 y COX 2.

Los ensayos in vivo se refieren principalmente a su posible eficacia en obesidad, diabetes y perfil lipídico. En ratones macho con obesidad inducida mediante una dieta rica en grasa, la suplementación de dicha dieta con aceite de chía disminuyó significativamente, aunque de forma leve, el peso de los animales tras varias semanas de tratamiento. Se observó un incremento en la masa muscular (masa magra) y una disminución en los depósitos grasos (masa grasa) de los animales, evidenciando una clara mejoría en los síntomas relacionados con el síndrome metabólico: normalización de la glucemia y mejora de la tolerancia a la glucosa y de la resistencia a la insulina. Se observó además una reducción de los niveles de triglicéridos (30%) y un incremento en la concentración plasmática de HDL-colesterol, no observando ningún efecto sobre las concentraciones de colesterol total. En los animales alimentados con aceite de chía se apreció un incremento acumulativo de las concentraciones en hígado de los metabolitos del ALA: ácido eicosapentanóico (EPA) y ácido docosahexaenóico (DHA), lo cual demuestra la biodisponibilidad del ALA de este aceite para su conversión en dichos ácidos grasos. Los autores del trabajo apuntan a que en la mejoría de los síntomas relacionados con el síndrome metabólico provocada por la toma de aceite de chía no estarían implicados procesos relacionados con la inflamación, por cuanto en los animales tratados solo con la dieta rica en grasa no se observaron incrementos en los marcadores séricos de la inflamación (IL-6 y TNF-alfa).

Por el contrario, en otros estudios se ha observado que el consumo de chía ejerce un efecto beneficioso sobre los procesos inflamatorios en animales sometidos o no a una dieta rica en grasa. En un estudio realizado en ratas Wistar jóvenes se ha comprobado que el consumo de chía incrementa la expresión de PPAR-γ y reduce la expresión TNF-α, de tal forma que se inhibe la activación del factor NF-κB y la liberación de citocinas proinflamatorias, independientemente de si la dieta es una dieta estándar o rica en grasa.

Probablemente, la capacidad de las semillas de chía para reducir la producción de mediadores de la inflamación está también relacionada con su actividad antidiabética. En ratas dislipidémicas con resistencia a insulina se ha evidenciado que la suplementación de la dieta con chía induce una reducción de la glucemia y de la liberación de mediadores de la inflamación, así como una mejoría significativa en la resistencia a insulina.

En un estudio en el que se emplearon ratas sometidas durante largo tiempo (3 meses) a una dieta rica en sacarosa –para que desarrollen disfunción en el tejido adiposo– y, posteriormente, durante otros 3 meses, a esa misma dieta sustituyendo el aceite de girasol por semillas de chía, se comprobó que estas semillas inducían una reducción en el tejido adiposo y restauraban las defensas antioxidantes (CAT, SOD y GPx) mientras que GR mejoraba significativamente. Se observó además un incremento en la expresión de Nrf2 y una disminución de los niveles de radicales libres y mediadores de la inflamación (IL-6 y TNF-α). Igualmente, la chía consiguió revertir la disminución de PPARγ e incrementar el ratio n-3/n-6 de ácidos grasos en los fosfolípidos de membrana. Por tanto, la chía es capaz de normalizar la dislipidemia, revirtiendo el estrés oxidativo en el tejido adiposo y como consecuencia, la sensibilidad a la insulina.

En otro ensayo realizado en un modelo similar de rata dislipidémica resistente a insulina sometida a una dieta rica en sacarosa, se observó que el complemento con chía durante tres meses restaura en el corazón la actividad enzimática involucrada en el metabolismo de la glucosa y disminuye la oxidación de los ácidos grasos. Las semillas de chía consiguieron normalizar el transportador de GLUT-4 estimulado por insulina y las concentraciones de IRS-1 y pAMPK. Además, se redujo la deposición de colágeno en el ventrículo, normalizando la hipertensión y la dislipidemia.

También se ha demostrado ampliamente que la chía contribuye de forma positiva a la homeostasis lipídica, debido probablemente a la presencia de ácidos grasos poliinsaturados omega 3. En ratas tratadas durante 28 días con una dieta estándar enriquecida en chía, se ha observado una disminución en las concentraciones plasmáticas de proteínas VLDL-c y LDL-c y triglicéridos, y una disminución de la glucemia. Por otra parte, también se ha evidenciado el efecto beneficioso sobre los sistemas de defensa antioxidante. La toma de chía incrementa las concentraciones de SOD y CAT sin alterar los marcadores del estrés oxidativo (MDA y NO).

En cuanto a sus posibles efectos a largo plazo (>10 meses), la suplementación de la dieta con semillas de chía indujo importantes beneficios en ratas macho. Durante los primeros 10 meses no se observaron diferencias en cuanto al crecimiento y al peso corporal entre el grupo chía y el grupo control. Entre los 10 y los 13 meses tampoco se evidenció una diferencia en el crecimiento, pero sí una ganancia ponderal relacionada con el sistema musculo esquelético, piel y peso visceral. Se observó, asimismo, un incremento en la cantidad de alimento ingerido que indudablemente influye en el aumento de peso de los animales y que podría estar relacionado con varios factores como el olor y la palatabilidad de estas semillas, o con la presencia de mucílagos, que además de mejorar la función gastrointestinal podría inducir cambios en la microbiota relacionados con la inducción de la saciedad. Mediante densitometría ósea se apreció también una acumulación significativa de minerales en el grupo alimentado con chía, hallándose una correlación positiva entre duración de la dieta y densidad mineral ósea.

Por otra parte, se observó cómo los animales que habían sido alimentados con la dieta enriquecida con semillas de chía mostraban menor acumulación de lípidos en el hígado. En los hepatocitos de estos animales no se formaron estructuras microvesiculares citoplasmáticas, a diferencia de lo que ocurría en los animales del grupo control. Este efecto inhibidor de la acumulación hepática de lípidos inducido por chía ha sido demostrado en otros ensayos con animales (ratas con dieta obesogénica, ratas no obesas, etc.).

Respecto a la actividad anticancerosa demostrada in vitro, en un modelo de cáncer inducido por inoculación de células tumorales Walker 256 en ratas, la suplementación de la dieta con chía 8 semanas antes de la inoculación no previno la formación del tumor ni el tamaño del mismo en comparación con el grupo alimentado con la dieta estándar. Anteriormente se llevaron a cabo ensayos en ratas Wistar para valorar el efecto de las semillas de chía y de PUFAs procedentes del aceite de chía sobre adenocarcinoma mamario. Se observó en ambos casos disminución significativa del peso del tumor y el número de metástasis, estimulación de la apoptosis y disminución de la mitosis. Se debe señalar que el efecto de chía no fue mejor que el conseguido con aceite de cártamo.

El efecto de las semillas de chía sobre el sistema inmunológico se ha estudiado en ratas Wistar macho de 23 días de edad. Para ello se determinaron las concentraciones de timo y de IgE sérica de los animales tras un mes recibiendo semillas o aceite de chía en la dieta; un tercer grupo de animales se mantuvo como control. La concentración de ALA fue similar con ambas dietas. No se observaron diferencias en el peso corporal ni en la IgE entre los grupos que recibieron la dieta con chía, pero sí en la concentración de IgE respecto al grupo control, mucho mayor en los grupos con dieta con semillas o con aceite. La chía no produjo síntomas de comportamiento anómalo, ni diarrea ni dermatitis.

En cuanto a los resultados en clínica, las principales evidencias sobre los beneficios del consumo de chía como complemento a la dieta están relacionadas con su capacidad para normalizar la glucemia y los niveles lipídicos, y además reducir el peso corporal, por lo cual estas semillas pueden considerarse herramientas eficaces para la prevención y tratamiento del síndrome metabólico y sus consecuencias para la salud cardiovascular.

En voluntarios sanos con dislipidemia moderada, se ha comprobado que la administración de chía es capaz de reducir la trigliceridemia.

Para comprobar si la adición de S. hispanica puede mejorar el riesgo cardiovascular en pacientes diabéticos tipo 2, se llevó a cabo un ensayo clínico aleatorizado y simple ciego con 20 pacientes adultos que mantuvieron su terapia antidiabética. Se comprobó que tras la ingestión diaria de 37 g de semillas en el pan, durante 12 semanas, se producía una reducción significativa de la presión arterial sistólica y de la concentración de proteína C reactiva de alta sensibilidad en el grupo chía en relación con el grupo control (salvado de trigo). Los niveles de ALA y EPA aumentaron al doble. No se observaron cambios en los parámetros de seguridad. Por ello, los autores consideraron que el implemento de la dieta con chía a largo plazo, puede atenuar el riesgo cardiovascular a la vez que ayuda a mantener la glucemia y el perfil lipídico en pacientes con diabetes tipo 2 controlada.

Sin embargo, en otro estudio aleatorizado, simple ciego, con 76 individuos sanos obesos o con sobrepeso, la ingesta de 50 g/día de chía durante 12 semanas no influyó significativamente en los factores de riesgo ni en el peso corporal.

Una revisión sistemática de ensayos clínicos sobre este particular fue publicada en 2015. Siete estudios (n=200) cumplieron con los criterios de inclusión. De los estudios revisados los autores opinan que no se pueden obtener resultados concluyentes, si bien algunas investigaciones han tenido resultados positivos de forma repetida. Los ensayos incluidos en la revisión tienen bastantes limitaciones. No hay suficientes datos que permitan relacionar de forma tajante el consumo de chía y los factores de riesgo cardiovascular. Añaden que sería preciso realizar más trabajos de investigación y mejor planteados.

Por otra parte, sí se ha confirmado su capacidad para reducir la glucemia postprandial en voluntarios sanos. En un ensayo aleatorizado (n=50) se ha comprobado que cuando se administran 50 g de glucosa junto a 25 g de chía, se reduce significativamente el pico de glucemia y el área bajo la curva 120 minutos después de la ingestión. Además, se observó que era capaz de reducir el apetito incrementando la sensación de saciedad. Esta actividad es principalmente debida a su contenido en mucílagos.

En individuos hipertensos que consumieron 35 g/día durante 12 semanas, se observó en el grupo tratado únicamente con chía una reducción de la presión arterial sistólica, de la peroxidación lipídica y de los niveles de nitritos. Del mismo modo, la ingesta de 50 g/día de semillas de chía durante 30 días, originó una disminución de la presión arterial diastólica en 12 sujetos sanos. También se observó una disminución significativa de los triglicéridos y ausencia de efectos adversos.

En cuanto a su posible eficacia en la reducción del peso corporal se han realizado diversos ensayos en los que se observan resultados discretamente positivos, lo cual no es extraño habida cuenta del importante contenido en mucílagos de estas semillas, con efecto saciante, regulador intestinal y de la glucemia. En un ensayo aleatorizado y comparado frente a placebo en mujeres (n=19 chía y n=7 placebo) a las que se administraron 35 g de harina de chía/día o placebo, se observó una discreta reducción del perímetro de la cintura y un efecto normalizador del perfil lipídico relacionado con el colesterol total, VLDL-c y HDL-c en aquellas mujeres que lo tenían previamente alterado. En este ensayo no se observó ningún efecto sobre los niveles de triglicéridos, LDL-c y glucemia.

Del mismo modo, la ingesta de semillas de chía molida durante 12 semanas, ocasionó una pérdida de peso significativa y una mejoría del perfil lipídico (CT, VLDL-c y HDL-c) en mujeres postmenopáusicas.

Recientemente se han publicado los resultados de otro ensayo, aleatorizado, doble ciego y controlado en grupos paralelos con individuos con diabetes mellitus tipo 2 y sobrepeso u obesidad. Durante seis meses fueron sometidos a una dieta baja en calorías, manteniendo constante su actividad física y su estilo de vida. Uno de los grupos recibió una dieta de 1000 kcal junto a un suplemento consistente en 35 g de chía molturada/día, y el otro la misma dieta pero sustituyendo la chía por 36 g de un preparado de avena (25,7 g de avena, 7,1 g de inulina y 3,2 g de maltodextrina). Ambos suplementos se administraron en dos formas, como pan integral y como polvo para espolvorear sobre los alimentos. Los resultados indicaron una reducción del peso corporal significativo –aunque discreto– en el grupo alimentado con chía (aprox. 1,9 kg). Se observó, además, una importante reducción del perímetro de la cintura y de la proteína C reactiva (39% en el grupo chía frente al 20% en el grupo control) y un incremento en la adiponectina plasmática, lo cual demuestra la eficacia de estas semillas para reducir la grasa visceral y, por tanto, su potencial en la prevención del riesgo cardiovascular. Sobre grelina se apreció una ligera reducción frente a los valores previos a la intervención, pero no se observaron diferencias significativas respecto al grupo control.

Se ha comprobado en un ensayo aleatorizado y cruzado, con 24 mujeres jóvenes y sanas, que el consumo a media mañana de semillas de chía (7 o 14 g) adicionadas a yogur natural, induce un aumento de la sensación de saciedad que se refleja en la ingesta energética de la siguiente comida. No se observó ninguna influencia en el estado de ánimo de las participantes en el ensayo.

A todo esto hay que añadir que el consumo de chía mejora los síntomas del estreñimiento debido a su contenido en fibra que estimula el tránsito intestinal. Así, en un ensayo preclínico con 20 estudiantes universitarios de entre 18 y 25 años en Perú, se comprobó que el consumo de 15 o de 25 g diarios de semillas de chía (previamente remojadas de 15 a 30 minutos) durante tres semanas, mejoró significativamente los síntomas del estreñimiento valorados previamente a la administración de chía. Estos datos coinciden con los obtenidos en un ensayo previo en México con cantidades inferiores de chía.

Por otra parte, el aceite de chía parece ser eficaz como agente hidratante en el tratamiento tópico del prurito y la xerosis en pacientes con insuficiencia renal y diabetes, y en personas sanas. La preparación con un 4% de aceite de chía se aplicó durante ocho semanas.

Uno de los aspectos positivos de estas semillas es que no es necesaria la molturación pues la cubierta externa no impide la accesibilidad de sus componentes.

Además del ya comentado inconveniente en cuanto a la absorción del calcio, se han realizado estudios para valorar la biodisponibilidad de los componentes fenólicos de las semillas de chía. En un estudio de simulación de digestión gastrointestinal in vitro se ha comprobado que, aunque la concentración de los componentes fenólicos biodisponibles se incrementa durante el proceso de la digestión, presentan una absorción intestinal reducida, probablemente condicionada por la elevada concentración de grasa y mucílagos.

Respecto a la seguridad del consumo de chía, su consumo durante siglos, la aceptación como integrante alimentario por parte de la UE y los numerosos ensayos realizados, indican su ausencia de toxicidad clínicamente relevante; no obstante, hay que tener en cuenta que se ha descrito algún caso de alergia (dermatitis) por consumo de chía.

En este sentido, un reciente estudio publicado en 2018, que fue realizado en un modelo de enfermedad de Alzheimer en ratas (inducción con aluminio), demostró que, aunque era ligeramente eficaz en la prevención y tratamiento de los síntomas depresivos relacionados con esta enfermedad, resultaba ineficaz frente a los síntomas de ansiedad, observándose además un efecto negativo en las funciones cognitivas, por lo que, por precaución, y a falta de más ensayos, se desaconseja el empleo de chía en este grupo de pacientes.

De todo lo aquí expuesto se puede afirmar que las semillas de chía tienen un elevado valor nutritivo y son fuente de ácidos grasos esenciales. Sin embargo, las investigaciones sobre su posible eficacia en diversas afecciones en humanos, no son concluyentes. Como hemos podido observar, los ensayos clínicos tienen en algunos casos deficiencias metodológicas y el número de individuos sanos o pacientes incluidos en los mismos es generalmente muy pequeño. Sus posibles actividades son, en todo caso, muy prometedoras por lo que sería preciso llevar a cabo nuevos ensayos clínicos que permitan contrastar su utilización con eficacia y seguridad.

Bibliografía

 

Los juegos y la publicidad farmacéutica (I)

Resumen

A lo largo de la historia más reciente, los juegos –y, especialmente, los de cartas– han tenido un amplio calado en prácticamente todos los niveles de la sociedad española. En épocas en que la mentalidad colectiva era en alto grado diferente a la actual, muchos laboratorios no perdieron la oportunidad de publicitar su marca o sus especialidades farmacéuticas a través de los elementos del juego –bien fueran, por ejemplo, barajas de cartas o fichas de dominó–, con el objetivo de que su mensaje llegara no solo a los profesionales sanitarios sino al pueblo en general. El presente artículo ilustra algunos de los casos más curiosos que tuvieron su trascendencia en el siglo pasado.

 

Llevo ya unos cuantos años paseando y haciéndoles caminar por senderos prohibidos para la publicidad farmacéutica actual. Esta nueva etapa de la vereda me lleva al juego, uno de los aspectos más inherentes a la condición humana, utilizado también por los preparadores de medicamentos para darlos a conocer entre los especialistas y la población.1

Cuando uno reflexiona sobre lo hasta ahora escrito, a base de una colección no de un archivo estatal y supuestamente exhaustivo, se da cuenta, en primer lugar, de lo mucho que han cambiado los usos y costumbres en menos de un siglo.

La mayor parte de lo hasta aquí expuesto está prohibido por la legislación vigente. No solo eso; si no lo estuviera difícilmente los publicistas se servirían de los toros, la religión, el acto de fumar o incluso los juegos, para hacer publicidad de sus productos, mucho menos si estos son sanitarios, porque las mentalidades colectivas han cambiado copernicanamente, no sé si para bien o para mal, pero la variación ha sido absoluta. De ahí una consideración no menor sobre la publicidad farmacéutica: es un reflejo claro del pensamiento popular de su época. Otra sobre nuestro entretenimiento y diversión; la de coleccionistas: no es del todo inútil. Mejor hubiera sido haberla hecho con fondos públicos y para el público, pero no pudo ser y no vale la pena lamentarse.

Los juegos, concretamente los de cartas, han formado parte de la diversión humana durante siglos. En la actualidad tenemos una auténtica inflación de entretenimientos. Antes, sin ir más lejos de sesenta años atrás, la forma de divertirse era muy distinta.

Al italiano Guglielmo Marconi se le considera inventor de la radio en 1894, si bien la primera transmisión radiofónica se hizo en la nochebuena de 1906 por Reginald Aubrey Fessenden desde Massachusetts (EE.UU.). Los hermanos Auguste y Louis Lumière iniciaron el cine en 1895. La televisión comenzó a emitirse en Londres y Berlín en 1929 y se desarrolló a lo largo del siglo XX. Por tanto durante la mayor parte del siglo pasado y en todas las épocas precedentes, los entretenimientos se buscaban en los teatros, los cabarets, las salas de conciertos, las bibliotecas y en los paseos o jardines. Las largas horas vespertinas, en familia o con amigos, solían emplearse en los juegos de cartas. Esos entretenimientos aparentemente inocentes, podían llevar a muchas personas y familias enteras a la desesperación, si alguno se convertía en ludópata, como bien nos describe Fiodor Dostoyevski en su obra El jugador, pues el escritor sufrió ese problema. Incluso sin padecerlo, una partida de cartas podía cambiar el destino económico de una persona o de un núcleo familiar.

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Figura 1.

El juego de cartas fue, y acaso sea, muy popular. Los laboratorios de especialidades farmacéuticas se pusieron manos a la obra para, o bien, emplear los naipes en su propaganda o, directamente, proporcionárselos a quienes desearan utilizarlos en sus partidas de cartas.

En el primer caso, el de la propaganda dirigida directamente a los dueños de las oficinas de farmacia, está el Príncipenil Fenicol, una asociación de antibióticos (penicilina, tetraciclina y cloranfenicol) y vitamina C preparada por los laboratorios Hosbon S. A. El cual envió entre los años 65 y 66 del siglo pasado unas enormes cartas de la baraja española (22,5×15 cm) para popularizarlo. Animaba a los boticarios a coleccionar triunfos, con el doble sentido de referirse al medicamento y a los de la baraja enviados como reclamos (Figura 1).

Junto a esas macro cartas, la Paido Bronquina, un específico para combatir el catarro en los niños, preparado por el laboratorio zaragozano Verkos2, obsequió una micro baraja española (3×4,5 cm) de las que se solían regalar a los niños para sus juegos precoces. Es difícil establecer la fecha exacta de entrega; entre 1945 y 1960 (Figura 2).

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Figura 2.

En España solía emplearse más la baraja llamada española, de cuarenta naipes divididos en cuatro palos: oros, copas, espadas y bastos. Poco a poco se introdujo también la francesa con diamantes, corazones, picas y tréboles, aparte del ocho, el nuevo, el diez de cada palo, inexistente en la baraja española, y el joker o comodín. Los españoles, con respecto a los juegos de cartas, no somos nada nacionalistas.

Para visualizarlas podemos acudir a las cartas circulares regaladas por los laboratorios Farmabión, del grupo Alter, seguramente en los años sesenta del siglo pasado, para publicitar sus especialidades Sedionbel, un antiinflamatorio y antirreumático, y el tónico y reconstituyente Farnidasa3. Se trata de dos barajas circulares de unos 8 cm de diámetro. La española regalada por Farnidasa y la francesa por Sedionbel. Ninguna de los dos serviría para jugar a las cartas, o bien se emplearía en ese menester con grandes dificultades. Más bien parecen peculiares posavasos. Sin embargo, ambas se encargaron al mejor fabricante del país: los descendientes de Heraclio Fournier, de ascendencia francesa, asentamiento burgalés y fabricación vitoriana, con lo cual el farmacéutico riojano propietario del grupo Alter, Juan José Alonso Grijalba, se sentiría muy cómodo (Figura 3).

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Figura 3.

En las aldeas y villas, cuando estaban habitadas por agricultores, comerciantes y artesanos, se jugaba a la baraja española.

Mi infancia son recuerdos de un pueblo de Castilla. En el bar del Sindicato los domingos se tomaba el vermut; el café, copa y puro todos los días. Evidentemente era el único sindicato porque del Sindicato Único se trataba. Allí también se veían las comedias, cuando alguna compañía viajera caía por esos lares (generalmente sainetes de Arniches plagados de morcillas coyunturales) alguna proyección cinematográfica si el tiempo impedía hacerla en la plaza mayor y, algunos sábados, bailes si lo permitían las autoridades civiles y eclesiásticas.

Se jugaba mucho al tute “subastao”, menos al tute por parejas y alguna vez al mus. Al primero siempre con dinero. En ocasiones, con demasiado dinero. La brisca, el cinquillo o la escoba eran cosa de niños o mujeres: se practicaban en casa. El julepe o las siete y media, de señoritos y veraneantes. Aunque en el subastado se jugaban sumas en ocasiones muy fuertes, el julepe podía hacer perder o ganar cantidades importante y, más aún, las siete y media. El juego que, según Pedro Muñoz Seca, hizo perder su fortuna a Don Mendo:

Quince veces me pasé,/ y una vez que me planté/ volví mi naipe… y perdí./ Ya mi peculio en un brete/ al fin me da Vedia un siete; le pido naipe al de Vedia,/ y Vedia pone una media/ sobre el mugriento tapete./ Más otro siete él tenía/ y también naipe pidió…/ y ¡negra suerte la mía!,/ que siete y media cantó/ y me ganó la porfía…4

Los señoritos y veraneantes jugaban, sobre todo, con cartas francesas al póker, ya fuera cubierto o descubierto porque el julepe les cansaba. Uno, de pequeño, se procuraba un sobresueldo sacando algunas pesetas a los parientes, desconcentrados y aburridos. En cuanto crecí un poco, me aburrí también. El julepe, sin embargo, me ha resultado curioso por su polisemia. Julepe es el juego de cartas, pero también cuando una cosa está muy gastada (lleva un buen julepe) o alguien se ha cansado mucho (me he dado un julepe) o le han pegado una reprimenda o una paliza (le han dado un julepe). Para los boticarios también es (o mejor era) una forma farmacéutica de origen árabe similar a los jarabes o las pociones, en donde el azúcar –introducido en España por el pueblo árabe– se empleaba en abundancia. Puedes irte con un amigo y darle un julepe al julepe, mientras te tomas un julepe refrescante en unos de esos juegos de palabras tan del gusto de nuestro Premio Nacional de Literatura, el sabio (por la medalla de Alfonso X, recién entregada) Raúl Guerra Garrido (Muchas felicidades, maestro).

Gevramycin, especialidad con sulfato de gentamicina preparada por Essex (España) S.A., afiliada a Schering Corporation USA, se percató de la necesidad creada y del nicho publicitario. Primero regaló una libreta de 15×8,5 cm para que tomaran nota los sanitarios. Además del nombre del específico, aparecía un as de oros: “la hueva”, tan querido por los jugadores, junto a la leyenda El antibiótico indispensable en las infecciones bacterianas: la carta decisiva; ni más ni menos que la famosísima hueva. Por si no quedaba suficientemente claro, regalaron barajas españolas y francesas, fabricadas también por Fournier, en Vitoria, del tamaño reglamentario (9×6 cm) sin otra diferencia con las cartas normales que el anuncio de Gevramycin en el dorso, tanto para adultos como de uso pediátrico. No sé yo qué tal se dará el cantar las cuarenta con este tipo de cartas. Desde luego no son aptas para hipocondriacos (Figura 4).

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Figura 4.

En esto de la propaganda nadie podía dejar atrás a Bayer, como venimos repitiendo artículo tras artículo. También repartían cartas útiles para ser utilizadas en las pertinentes timbas. Solo tenemos francesas, fabricadas por naipes Comas, una empresa catalana de Mataró, elegida, probablemente por la vecindad con la sede barcelonesa de la casa alemana en España. Poseemos dos barajas normales con la publicidad de la marca al dorso y una tercera, con su caja especial, sin propaganda en el reverso, pero sí en las propias cartas: el joker es la marca Bayer y luego van apareciendo frasecillas en algunos naipes; por ejemplo, en el As de diamantes: en el juego de la vida se vence con el “as” de Aspirina; (aquí añadiría, si pudiera, un emoticón sudoroso, como de lector avergonzado). Por los específicos publicitados (Aspirina, Cafiaspirina, Frixal, Instantina, Corifina, Doloretas…) debe ser de los años treinta, mientras las otras de los sesenta, lo cual nos habla de la persistencia del laboratorio en la publicidad y en el juego (Figura 5).

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Figura 5.

Si los alemanes proporcionaban solo cartas francesas, los franceses de Servier y los americanos de ABBOT entregaban, seguramente en los años sesenta del pasado siglo, cartas españolas. Eso sí, los franceses, como corresponde a su leyenda, de diseño, con lo cual no sé muy bien si servían para jugar o para enseñarlas a los amigos. Los de ABBOT, no lo sabemos, porque están precintadas y un coleccionista que se precie no las desprecinta salvo si se lo requiere la autoridad o va a participar en una exposición internacional. En cualquier caso, las cartas de ABBOT las regaló su división de productos hospitalarios. Acaso con la intención de que los farmacéuticos de hospital se los hicieran llegar a los pacientes. Antes no sé, ahora ni a los farmacéuticos ni a los médicos les queda tiempo para jugar a las cartas, al menos durante su estancia en el trabajo.

Lo del diseño tampoco es cuestión francesa en exclusiva. Los suizos de CIBA, fabricantes de la CIBALGINA, regalaron también una baraja española no tradicional. Tuvieron la brillante idea de convertir los bastos en supositorios, pues su forma farmacéutica era esa. A algunos, acaso, les diera un poco de grima jugar a las cartas con ellas, no sé… (Figura 6).

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Figura 6.

Los laboratorios Beecham S. A. regalaron una baraja titulada vademécum, causa probable del despido inmediato del responsable de obsequios de la empresa. En aras de la originalidad, cambió los corazones, tréboles, picas y diamantes de la baraja francesa por especialidades fabricadas por ellos; concretamente: clamoxyl amoxicilina; clamoxyl mucolítico; orbenin cloxacilina y pyopen. De manera tal que uno podía tener un full de orbenin y pyopen o una escalera de color de clamoxyl mucolítico. Habría que ser un auténtico fanático de los medicamentos para emplear esos naipes en el juego. Es más, si se quitan las cartas sobrantes (ochos, nueves y dieces) para convertir la baraja a los usos hispanos, ¿se imaginan ustedes un tute “arrastrao” en donde pinte clamoxyl amoxicilina?

Desde luego o son cartas de colección o sirven para un menester distinto al habitual. Eso sí, los dos joker son sendas vistas idénticas de los mencionados laboratorios ingleses. Acaso por eso, por su radical idiosincrasia insular, se les ocurrió tan brillante idea (Figura 7).

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Figura 7.

En el lado opuesto del espectro, por su originalidad y buen gusto, destaca el naipe farmacéutico ofrecido por el laboratorio CINFA en 1974, para conmemorar el décimo aniversario del grupo INFARCO. El as de oros lo sustituyeron por el escudo de la Real Academia Nacional de Farmacia y los demás de ese palo por los de las diversas facultades de Farmacia. Las copas por piezas de botamen (aunque no las reconozco, al parecer están en el Museo que dirijo; yo no las habría recomendado…), las espadas se sustituyen por espátulas y los bastos por pistilos, procedentes también, en su mayoría, del Museo de la Farmacia Hispana. En el lugar de las figuras, personajes relacionados con la Historia de la Farmacia: Galeno, Antoine Baumé; un doctor en Farmacia del siglo XIX; Scheele; Gerónimo de la Fuente Pierola; un boticarios del siglo XVII; Paracelso; Agustín José de Mestre; un farmacéutico militar; Serturner; Hipólito Ruiz y un farmacéutico francés del siglo XV. Los dibujos del pintor e ilustrador navarro, Mariano Sinués.

En definitiva, una pequeña joya. Una obra pensada no tanto para jugar como para coleccionar, guardar y enseñar (Figura 8).

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Figura 8.

Además de las cartas, en el área de influencia hispana, uno de los pasatiempos de mesa más populares es el dominó. Las viejas tascas españolas no se conciben sin sus mesas de mármol y el sonido vibrante, sobre ellas, de las fichas de dominó labradas en hueso o marfil, aunque las más recientes son de acetato de celulosa.

La distracción, al parecer china, introducida en occidente por Italia, es de estrategia y cálculo mental, si bien en España suele acompañarse de enérgicas posturas para hacer sonar las piezas sobre la mesa. A causa de ello es difícil pensar en un juego de dominó construido de papel. Pese a ello los fabricantes de medicamentos y productos dispensados en las farmacias, también se ocuparon de dotar a los boticarios y sus clientes de los elementos necesarios para el entretenimiento.

Tenemos un recortable ofrecido por la leche condensada anglo-suiza de Nestlé con las piezas. Podrían utilizarse directamente o luego de ser pegadas a taquitos de madera o hueso.

El diformil, una especialidad para los resfriados ofrecida por la Fábrica Española de Productos Químicos y Farmacéuticos, regaló en fecha indeterminada del siglo pasado (supongo que hacia los años cincuenta) una fichas de dominó (5,5×3,5 cm) en cartón, aunque no me imagino a nadie utilizándolas para jugar. El original en hueso no era caro y estaba a libre uso de los clientes en muchísimas tabernas. Seguramente era un regalo dirigido a los niños.

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Figura 9.

También el purgante Lukol de azúcar de plátano, preparado por los laboratorios homónimos de Jerez de la Frontera, repartió unos dominós de cartón. En este caso se les añaden las fotografías de los artistas cinematográficos entonces de moda. Por quienes aparecen y el mayor impacto publicitario en la prensa periódica, puedo decir que son de los años treinta del siglo pasado. En el caso presente su tamaño –9,5×4,5 cm en su zona más ancha y 9,5×2,5 cm en la más estrecha- y su forma trapezoidal, los haría si no inútiles para el juego, sí muy complejos de emplear. En ellos aparecen muchas de las estrellas de Hollywood y nacionales: Greta Garbo, Rodolfo Valentino, Buster Keaton, un jovencísimo Gary Cooper, Charlie Chaplin, Dolores del Río o Raquel Meyer, entre otros muchos, lo que les haría apetecibles, sobre todo, para los coleccionistas de fotografías de actores famosos, gracias a lo cual han llegado hasta nosotros en tan buen estado (Figura 9).

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Figura 10.

Como no todo iba a ser disipación y juerga, los laboratorios Amor Gil, S. A. instalados en la calle Cartagena de Madrid entre 1936 y 1967, regalaron unos conjuntos del muy intelectual juego del ajedrez. No tiraron la casa por la ventana. Se trata, simplemente, de un cuadrado de cartón de 8,5×8,5 cm con unas ranuritas para introducir las fichas, recortadas sin cuidado en cartulinas de color blanco y negro. Un mini ajedrez de viaje –absolutamente inservible– mediante el cual podían dar a conocer casi una veintena de productos (Figura 10).

Por ahora vamos viendo una serie de obsequios publicitarios sorprendentes, útiles la mayoría, inútiles algunos, regalados por algunos laboratorios farmacéuticos para el solaz y entretenimiento de sus clientes, fuesen estos enfermos, médicos o boticarios.

Coste y eficiencia de los tratamientos recomendados frente al SIDA

El tratamiento antirretroviral actual frente al virus de inmunodeficiencia humana (VIH), basado usualmente en la combinación de 3 fármacos, ha conseguido transformar una enfermedad de pronóstico fatal a corto-medio plazo en una patología crónica, con una esperanza de vida similar a la de la población general. El objetivo de este tratamiento es reducir la carga viral hasta 50 copias/ml y mantener dicha cifra en el tiempo. El grupo de estudio del SIDA (GESIDA) revisa periódicamente los tratamientos disponibles emitiendo recomendaciones al respecto; en base a las evidencias actuales, la guía de 2018 indica 4 tratamientos preferentes, 4 alternativos y 6 que incluyen otros regímenes. No obstante, dado el elevado impacto económico que suponen estos tratamientos, es preciso evaluar, además de eficacia y seguridad, la eficiencia de los mismos. Por ello, los autores3 estiman el coste global y el coste-efectividad medio de los diferentes tratamientos preferentes y alternativos, propuestos en la citada guía y utilizados como tratamiento inicial en pacientes naïve (sin tratamientos previos).

Los regímenes terapéuticos preferentes evaluadas fueron: ABC/3TC/DTG; TAF/FTC+DTG y TAF/FTC+RAL; los alternativos se correspondieron con: TAF/FTC/EVG/COBI; TAF/FTC/DRV/COBI; TAF/FTC´DRV/r y TAF/FTC/RPV, siendo: ABC, abacavir; 3TC, lamivudina; DTG, dolutegravir; TAF, tefonovir alafenamida; FTC, emtricitabina; RAL, raltegravir; EVG, elvitegravir; COBI, cobicistat; DRV, darunavir; r, ritonavir; y RPV, rilpivirina.

Para estimar la eficiencia de los tratamientos descritos se diseñó un árbol de decisión que simulaba la evolución de cada alternativa terapéutica, estimando, desde la perspectiva del sistema de salud español y en un horizonte temporal de 48 semanas, el coste y la efectividad de cada una. Los datos de efectividad incluidos en el modelo se basaron en los resultados de los diferentes ensayos clínicos correspondientes, tomando en consideración el éxito terapéutico (carga viral indetectable: <50 copias/ml a las 48 semanas), los efectos adversos y la discontinuación del tratamiento con cambio de régimen terapéutico. Dada la perspectiva del estudio, el coste global se estimó mediante la suma de los costes sanitarios directos, diferenciales respecto de las alternativas evaluadas: fármacos, manejo de los efectos adversos, estudio genotípico de la resistencia al fármaco y test HLA B*5701 (test de variación genética vinculada a la hipersensibilidad al abacavir).

Finalmente, se estimó el coste-efectividad medio en el caso base, definido como el cociente entre el coste global de cada tratamiento por la eficacia estimada, asignando el valor de 1 al régimen con menor ratio y describiendo a los demás como el valor relativo respecto del mismo. Posteriormente se analizaron los escenarios adicionales que simulaban el mejor y peor escenario. Los resultados del caso base mostraron un coste global entre 6.892 y 10.649 ; asimismo, la eficacia estimada se situó entre 82% y 91%. El valor del coste medio por una unidad de efectividad se situó entre 7.814 y 12.382 (Tabla 3).

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Los autores concluyen que la pauta más eficiente se correspondió con la alternativa de abacavir más lamivudina más dolutegravir (ABC/3TC/DTG, seguida de tefonovir alafenamida más emtricitabina más rilpivirina (TAF/FTC/RPV). No obstante, habría sido conveniente determinar la prioridad de los diferentes tratamientos, mutuamente excluyentes, mediante el ratio coste-efectividad incremental4. Ello permitiría determinar el coste máximo a pagar para obtener una unidad de efectividad adicional para establecer una clasificación de alternativas en función de su eficiencia relativa.

Eficiencia de los tratamientos iniciales no erradicadores de la úlcera duodenal

La úlcera duodenal (UD) es una patología que presenta una gran variación de su prevalencia en los países donde se ha evaluado, mostrando tasas de prevalencia que oscilan desde el 2,1% en Italia hasta el 13,3% en China. En los casos asociados a infección por Helicobacter pylori, la erradicación de la bacteria produce las mayores tasas de curación; sin embargo, los tratamientos no erradicadores, exclusivamente con inhibidores de la bomba de protones (IBP), son útiles en la UD no asociada a aquella o cuando no se ha determinado dicha infección. Estos tratamientos comprenden dosis diarias durante 4-6 semanas de: omeprazol 20 mg (OME), lansoprazol 30 mg (LAN), pantoprazol 40 mg (PAN), rabeprazol 20 mg (RAB), ilaprazol 10 mg (ILA) o esomeprazol 20 mg (ESO). Adicionalmente, se utilizan antagonistas de los receptores H2 (anti-H2), como ranitidina 300 mg (RAN) o famotidina 40 mg (FAM). Por todo ello, unos autores chinos2 han realizado una revisión sistemática de dichos tratamientos no erradicadores con el objetivo de comparar la eficacia, seguridad y eficiencia de los mismos.

La revisión sistemática se realizó mediante la búsqueda de todos los ensayos clínicos controlados y aleatorizados publicados hasta 2017 en PubMed, Embase, Cochrane Library, ClinicalTrials.com y dos bases de datos locales, en los que se estudiaba como resultado principal la tasa de curación a 4 semanas mediante la administración oral de alguno de los IBP o anti-H2 mencionados, así como la incidencia de efectos adversos. Adicionalmente se diseñó un árbol de decisión para evaluar, en el transcurso de un año, los recursos utilizados (incluyendo costes sanitarios directos) y los beneficios obtenidos (años de vida ajustados a calidad, AVAC) que estuvieran asociados a cada alternativa terapéutica. En una primera fase se desarrolló un metaanálisis con los estudios cuyo tratamiento estaba basado en OME para estimar un valor de referencia de la tasa de curación a 4 semanas; posteriormente, se estimaron las odds ratio de los tratamientos con los demás fármacos respecto de OME.

Los costes de cada alternativa se imputaron mediante el coste farmacológico de los tratamientos durante 4 semanas, así como el del manejo de los efectos adversos. Los beneficios (en AVAC) se estimaron a partir de los valores de utilidad publicados en cada estado de salud. La eficiencia se estimó mediante el ratio coste-efectividad incremental (RCEI), considerando un umbral de eficiencia de 25.761 $/AVAC (correspondiente a 3 veces la renta per cápita en China).

La revisión sistemática estimó 62 estudios, que habían integrado a un total de 10.339 pacientes, y que habían sido efectuados en 27 países diferentes. No se pudo incluir ningún estudio con ESO que cumpliera los criterios pre-definidos de inclusión y exclusión. Los resultados de eficacia mostraron que todos los IBP presentaban una tasa de curación mayor que los anti-H2 (OR: 0,328 a 0,420). Respecto de la seguridad de las alternativas terapéuticas evaluadas, no se obtuvieron diferencias significativas en la tasa de efectos adversos entre todos los IBP y los anti-H2; los efectos más comunes fueron de gravedad media, transitorios y reversibles, correspondiéndose con cefalea, diarrea, náuseas, erupciones, vómitos, mareos, estreñimiento y mialgia.

Los resultados de eficiencia mostraron que OME se asoció con el menor coste (53.023 $) mientras que ILA se asoció con el mejor resultado (8.110 AVAC por 10.000 pacientes); el RCEI más favorable respecto de OME fue para PAN (5.134 $/AVAC) mientras que ILA se asoció con un ratio mayor que el umbral estipulado. Los análisis probabilísticos mostraron la robustez de los resultados obtenidos, estimando una probabilidad superior al 50% de ser coste-efectivo en todas las alternativas estudiadas salvo ILA (Tabla 2).

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Los autores concluyen que la eficacia y tolerancia de los inhibidores de la bomba de protones en el tratamiento no erradicador de la úlcera duodenal es similar entre ellos. No obstante, OME muestra el menor coste (58,88% menos costoso que el segundo en costes, PAN) con solo una pequeña reducción del beneficio (0,17% inferior a PAN). Para obtener un beneficio equivalente al de PAN, el sistema de salud debería estar dispuesto a pagar algo más de 5.000 $ para obtener 1 AVAC adicional.

Coste-efectividad de una intervención farmacéutica (Pharmacy Care Plan)

El aumento progresivo de la esperanza de vida de la población se traduce en una mayor cantidad de pacientes que requieren cuidados más complejos por parte de los profesionales sanitarios, especialmente en el manejo de condiciones crónicas. El equipo Community Pharmacy Future trabaja en colaboración con 4 cadenas de farmacias en Gran Bretaña para estudiar nuevos modelos de cuidados en farmacia comunitaria. Previamente, este equipo había trabajado en pacientes con EPOC y en polimedicados, mejorando la adherencia terapéutica y la calidad de vida de los pacientes. Por ello, el objetivo del estudio actual1 fue evaluar la efectividad y eficiencia de una nueva intervención: el servicio Pharmacy Care Plan (PCP). El PCP se centra en el empoderamiento o activación del paciente para que sea capaz de actuar adecuadamente en el manejo de su propia salud, identificando objetivos a alcanzar y manejando su medicación.

En este estudio, el PCP incluyó a pacientes de 50 años o más que tenían una o más prescripciones, incluyendo, al menos, para una enfermedad cardiovascular o diabetes, pero que no hubieran padecido infarto, angina, ataque isquémico transitorio o ictus. Las 38 farmacias participantes ofrecieron múltiples consultas a los pacientes en el transcurso de 12 meses (al menos, al inicio y a los 6 y 12 meses). En la consulta inicial se revisó la medicación (utilizando una Guía del NICE), se estimó el riesgo cardiovascular (mediante el instrumento QRISK), se instruyó acerca del mantenimiento de la adherencia, se desarrolló un plan personalizado para cada paciente y se derivó a su médico o a otros servicios, en caso de ser preciso. En las consultas siguientes se evaluó la consecución de objetivos, realizando nuevas recomendaciones si era necesario.

En cada consulta se registraron variables clínicas como la adherencia (test de Morisky), la calidad de vida relacionada con la salud (cuestionario Euro-Qol 5D-5L), la medida de la activación del paciente (PAM-10 ítems), así como el riesgo cardiovascular a partir de presión arterial, perfil lipídico, índice de masa corporal (IMC) y estatus tabáquico. Asimismo, se registraron variables económicas, tales como los tiempos de cada intervención y el de formación previa, el coste del equipamiento requerido y los consumibles utilizados. Finalmente, se registraron otros costes no relacionados con la intervención farmacéutica, como hospitalizaciones y consultas médicas o a personal de enfermería.

Un total de 378 pacientes finalizaron el estudio (de los 700 que lo iniciaron), con una media de 2,93 consultas farmacéuticas. Los abandonos se produjeron principalmente entre los que presentaban mayor IMC, menor activación, menor adherencia, peor calidad de vida y mayor número de visitas al médico; las razones argüidas para el abandono fueron la falta de tiempo, la no necesidad del servicio o no querer ser molestado otra vez.

Los resultados mostraron –además de una reducción del peso, IMC y colesterol– una mejora en la presión arterial sistólica (-2,90 mmHg) y diastólica (-1,81 mmHg), riesgo cardiovascular (-2,22), adherencia y calidad de vida (0,029 años de vida ajustados a calidad, AVAC). El coste medio de la intervención se estimó en 160,67 libras (£). En los pacientes que acabaron el estudio no se observó una diferencia significativa del coste no asociado con la intervención farmacéutica (39,8 £; IC95% de -133,9 a 213,2 £), si bien sí se observó respecto del coste total, debido al coste de la intervención (222,9 £; IC95% de 49,2 a 396,5 £). En definitiva, el ratio coste efectividad incremental (RCEI) en el caso base (e incluso en el peor caso) se situó por debajo del umbral de la eficiencia utilizado en Gran Bretaña (20.000 £/AVAC) (Tabla 1). El análisis probabilístico estimó que la intervención presentaba un 97% de probabilidad de ser más eficiente que el cuidado usual, que no incluye dicha intervención.

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Los autores del estudio concluyen que la implementación durante 12 meses del servicio Pharmacy Care Plan se asoció con una mejora de los parámetros clínicos. Asimismo, dicho servicio se mostró eficiente respecto del cuidado usual, con un ratio coste-efectividad incremental inferior al habitualmente utilizado en el país del estudio.

Nuevamente, este estudio es un buen ejemplo de cómo implementar una intervención farmacéutica: mediante un estudio científico se evaluó la efectividad del mismo, concluyendo que era efectiva, y simultáneamente se evaluó su eficiencia, mostrando igualmente que era eficiente. Es así, y únicamente así, como cualquier intervención sanitaria será susceptible de ser implementada, mostrando y siguiendo el camino de otras muchas que se han efectuado en el mundo entero.

Hipertiroidismo e hipotiroidismo en perros y gatos

Resumen

La tiroides es una glándula endocrina enmarcada en el eje hipotálamo-hipófisis-tiroides, que es responsable de la secreción a sangre de las llamadas hormonas tiroideas, que ejercen multitud de funciones fisiológicamente fundamentales en el correcto funcionamiento del organismo, no solo en seres humanos, sino también en pequeños mamíferos.

Un trastorno de dicho eje que implique un exceso o una insuficiencia funcional de la glándula tiroides da lugar a síndromes patológicos con muy diversas manifestaciones clínicas, denominados hipertiroidismo e hipotiroidismo, respectivamente. Estas patologías tienen una gran prevalencia en dos de los animales de compañía más comunes, como son el perro y el gato. Así, el hipertiroidismo es una de las endocrinopatías más frecuentes en el gato, mientras que hasta el 90% de los perros mayores a un año presentan hipotiroidismo.

El presente artículo revisa detalladamente aspectos relacionados con la fisiopatología de las enfermedades tiroideas más comunes en estos animales, centrando el foco en sus manifestaciones clínicas, diagnóstico y las distintas opciones de tratamiento, con especial énfasis en cuestiones relativas al tratamiento farmacológico.

 

introducción

Las glándulas endocrinas son estructuras que proveen al organismo de sustancias químicas llamadas hormonas, que son liberadas al torrente circulatorio. Las glándulas más representativas del sistema endocrino son la hipófisis, la glándula tiroides y la suprarrenal. El conjunto de glándulas que se envían señales químicas mutuamente es conocido como eje; así, un ejemplo es el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal. Las hormonas secretadas por las glándulas endocrinas regulan el crecimiento, el desarrollo y las funciones de muchos tejidos, y coordinan los procesos metabólicos del organismo (Figura 1). La endocrinología es la ciencia que estudia las glándulas endocrinas, las hormonas que sintetizan y secretan estas glándulas, sus efectos fisiológicos, así como las enfermedades y trastornos debidos a alteraciones de su función.

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Figura 1. Sistema endocrino en el perro y en el gato. Puede definirse como el conjunto de órganos y tejidos que, mediante la liberación de sustancias denominadas hormonas, controlan diferentes funciones del organismo.

La glándula tiroides ejerce diversas e importantes funciones en muchos aspectos de la homeostasis metabólica. Es singular entre las glándulas endocrinas, pues almacena grandes cantidades de prohormonas tiroideas en forma de tiroglobulina, lo cual permite mantener las concentraciones plasmáticas de las hormonas tiroideas constantes pese a las fluctuaciones en la disponibilidad del yodo obtenido en la dieta.

Fisiología de la Glándula Tiroides

La unidad funcional básica es el folículo, una esfera rodeada por una sola capa celular epitelial, que limita un espacio repleto con un contenido homogéneo (coloide) compuesto de tiroglobulina (TG), una glicoproteína que posee alrededor de 140 moléculas de tirosina, precursora de las hormonas tiroideas (HT).

El yodo es un oligoelemento esencial en la estructura de las HT, cuya síntesis es dependiente del aporte de yodo en la dieta. El yodo alimenticio es absorbido en el intestino delgado, se convierte en yoduro, se une a proteínas plasmáticas y se transporta a la glándula tiroides. La concentración de yodo plasmático en perro y gato es de 10 a 20 veces superior a la del hombre, siendo el requerimiento de su aporte con la dieta superior en perro que en el hombre.

La función principal de la glándula tiroides consiste en acumular yodo y fijarlo a la tirosina, originando las HT. Este mecanismo está regulado por la respuesta coordinada del eje hipotalámico-hipofisario-tiroideo.

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Figura 2. Estructura y metabolismo periférico de las HT. Las hormonas tiroideas se sintetizan a partir de dos moléculas de tirosina, el anillo externo sufre hidroxilación mientras que el interno se une mediante un enlace covalente con la tiroglobulina durante la síntesis de las HT. La tiroxina (T4) tiene cuatro átomos de yodo, dos unidos en cada anillo. La triyodotironina (T3) tiene dos átomos de yodo unidos al anillo interno y uno enlazado con el anillo externo. Durante el metabolismo periférico, la tiroxina sufre desyodación, por la acción de las desyodasas de los tejidos efectores y del hígado, produciéndose la T3 –con actividad biológica– al eliminarse el yodo del anillo externo o rT3 –biológicamente inactiva– si se elimina el yodo del anillo interno.

Las hormonas producidas por la glándula tiroides son: la 3,5´,3´,5´tetrayodo-L-tironina (tiroxina, T4) principal forma de las HT y la 3,5,3´triyodo-L-tironina (T3). La mayor parte de T3 se produce por desyodación periférica o extratiroidea en la posición 5´de la T4. Desde el punto de vista biológico existe una forma inactiva de HT, la 3,3´,triyodo-L-tironina (triyodotironina inversa, rT3), en la que un átomo de yodo se encuentra en la tirosina opuesta en la estructura química respecto a la T3 (Figura 2).

El yodo se concentra en las células foliculares a través de proteínas de membrana, como el cotransportador unidireccional I/Na+ ubicado en la membrana basolateral de la célula. Este mecanismo de transporte activo permite la creación de una concentración intracelular 40 veces mayor que las que se encuentran en el plasma; de hecho, la glándula tiroides contiene más del 90% del yodo total del organismo. Una vez en el interior de las células foliculares de la glándula tiroides, el yodo se transporta a través de la membrana apical de la célula mediante el intercambiador de Cl/I independiente de Na+ (conocido como pendrina) en el espacio coloide.

El yodo se oxida por la peroxidasa tiroidea dando lugar a yodo reactivo que se acopla a residuos específicos de tirosina de la TG. Este proceso de yodación de la TG se denomina organificación, en el que se generan moléculas de TG con residuos de monoyodotirosina (MIT) y diyodotirosina (DIT). Posteriormente, la peroxidasa tiroidea cataliza el acoplamiento entre estos residuos. Una molécula de MIT unida a DIT origina T3, mientras que la unión de dos moléculas de DIT genera T4 en la circulación. Estas moléculas de TG se almacenan en la luz del folículo en forma de coloide. La secreción de HT se asocia con un sistema regulador por retroalimentación negativa, similar al de otros ejes hipotálamo-hipofisario-órgano efector (Figura 3).

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Figura 3. Eje hipotálamo-hipófisis-tiroides: regulación de la secreción de hormonas tiroideas. TRH: hormona liberadora de tirotropina; TSH: hormona estimulante de la tiroides.

La hormona estimulante de la tiroides (TSH) es el regulador directo más importante de la función de la glándula tiroides; estimula todos los pasos de la producción de HT e incrementa la vascularización y crecimiento de la glándula. Cuando la TSH activa la tiroides para que sintetice HT, las células foliculares producen la endocitosis del coloide. La TG englobada penetra en los lisosomas, donde la proteasa digiere las TG, de forma que la digestión proteolítica libera T3, T4, MIT y DIT. Las T3 y T4 son transportadas en la membrana basolateral hacia la sangre mientras que el MIT y el DIT sufren desyodación intracelular para originar yodo libre y utilizarse en la nueva síntesis de HT.

La glándula tiroides secreta más T4 que T3 (en una proporción 4:1), aunque la T4 es convertida en T3 en los tejidos periféricos por desyodación (proceso catalizado por le enzima yodotironina 5´-desyodasa). De hecho, la desyodación periférica de T4 representa alrededor de un 40-60% de T3 en el perro. La mayor parte de la conversión de T4 a T3 ocurre en el hígado siendo incrementada por muchos fármacos inductores de la actividad enzimática del citocromo P450. La T4 presenta una vida media plasmática relativamente corta, de 10-16 h, aunque se prolonga hasta 24 h en el caso de la hormona intracelular, mientras que la de la T3 es de 5-6 h en el perro vs. 24-36 h en el hombre. A diferencia del hombre, los perros eutiroideos no muestran marcadas variaciones diurnas en los niveles de TSH y T4.

Las HT se unen a proteínas plasmáticas transportadoras específicas y a la albúmina (99,9%) –siendo la afinidad de la T3 por estas proteínas inferior a la de la T4–, que actúan como reservorios de HT. En perros y gatos, aproximadamente un 0,1 % de T4 y un 1% de T3 circula libre, siendo ésta la fracción responsable de los efectos metabólicos de las HT. Aunque la T4 es la HT predominante en la sangre, la T3 es de 3 a 5 veces más potente que la T4, estando los principales efectos de las HT mediados por la acción intracelular de la T3. Esta hormona determina el estado tiroideo del individuo ya que es la forma de la hormona disponible para su captación por las células del organismo. Al contrario que la fracción de T4 ligada a proteínas, la concentración de T4 libre (free T4, fT4) se mantiene constante (incluso en cachorros), independientemente de las fluctuaciones existentes en las proteínas plasmáticas transportadoras. La cantidad de proteínas puede variar por causas fisiológicas (mayor durante el celo y la gestación) o patológicas (aumenta en la obesidad y disminuye en las hepatopatías, trastornos digestivos y nefropatías).

Efecto de las Hormonas Tiroideas

El mecanismo de acción de las HT es principalmente genómico, mediante la activación de receptores tiroideos intracelulares, aunque también actúan sobre receptores de membrana plasmática (mecanismo no genómico); es por ello que inducen efectos tanto de acción lenta (en mayor grado) como de acción rápida. La T3 posee una mayor afinidad por el receptor tiroideo que la T4.

Las hormonas tiroideas ejercen acciones en casi todos los tejidos y sistemas y esa misma diversidad dificulta la descripción de la totalidad de efectos conocidos de estas hormonas. Poseen funciones morfogenéticas e intervienen de forma decisiva en el crecimiento y la diferenciación tisular, regulando numerosos procesos metabólicos tales como el consumo de oxígeno, la termogénesis y la mineralización ósea. Igualmente, regulan procesos tanto anabólicos como catabólicos de carbohidratos, lípidos y proteínas. Durante el desarrollo están implicadas en la maduración del sistema nervioso central, de los huesos y del intestino. En el sujeto adulto contribuyen al mantenimiento de todos los tejidos, especialmente el hígado, el sistema nervioso y el corazón.

Intervienen en:

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Figura 4. Estados tiroideos A. En un animal sano, eutiroideo, la hormona liberadora de tirotropina (TRH) estimula a las células tirotrofas de la adenohipófisis para liberar hormona estimulante de la tiroides (TSH). La TSH estimula la síntesis y liberación de las HT por la glándula tiroides. B. En el paciente hipertiroideo se produce una estimulación sostenida de la tiroides, con incremento de las concentraciones plasmáticas de HT y supresión de la liberación de TRH y TSH. C. En el paciente hipotiroideo se genera una insuficiencia hipotiroidea, además de la disminución de la síntesis y secreción de HT. En consecuencia, no hay inhibición por retroalimentación del hipotálamo e hipófisis, y se incrementan las concentraciones plasmáticas de TSH.

  • Aumento del consumo de O2 y producción de calor.
  • Metabolismo de hidratos de carbono: mayor utilización celular de glucosa en músculo y tejido adiposo, gluconeogénesis hepática, glucogenólisis hepática, aumento de la absorción intestinal de glucosa.
  • Metabolismo lipídico: aumento de la síntesis y degradación de colesterol, y aumento de la lipólisis, liberando ácidos grasos y glicerol. A nivel del tejido adiposo, aumento de la utilización de glucosa con el consiguiente aumento en la producción de glicerol-P y ácidos grasos libres.
  • Metabolismo proteico: en condiciones normales hay un aumento global de la síntesis proteica. Dosis altas de T3 y T4 favorecen una acción catabólica.
  • SNC: proliferación de axones y dendritas, formación de glía y mielinización.
  • Sistema cardiovascular: mejora de la contractilidad del músculo cardiaco, incremento del número de receptores adrenérgicos y de la concentración de proteínas G. Inducción de efectos crono e inotrópicos positivos. Producción de eritropoyetina y aumento de eritropoyesis. Aumento del contenido de 2,3-difosfoglicerato en los eritrocitos (aumentan la disponibilidad de oxígeno en los tejidos).
  • Tracto gastrointestinal: incremento de la motilidad intestinal.
  • Recambio óseo.
  • Aumento del recambio metabólico de muchas hormonas.

La Fisiopatología de las Enfermedades Tiroideas

La fisiopatología de las enfermedades tiroideas debe comprenderse como un trastorno del eje hipotálamo-hipófisis-tiroides. Así, en condiciones normales, la disminución de las HT activa la síntesis y liberación de TSH, lo que ocasiona el incremento en la liberación de las HT por la glándula tiroides y el restablecimiento de las concentraciones fisiológicas. Las patologías de la glándula tiroides pueden ocasionar insuficiencia de HT, lo que reduce la retroalimentación negativa en la liberación de TSH y, en consecuencia, la concentración de TSH se eleva sin existir incremento en la liberación de TH pues la glándula tiroides no responde adecuadamente. Las enfermedades tiroideas más comunes se clasifican en alteraciones que ocasionan incremento (hipertiroidismo) o disminución (hipotiroidismo) en la secreción de HT (Figura 4).

EL Hipertiroidismo

Es una de las endocrinopatías más frecuentes en el gato (Figura 5). El hipertiroidismo no tiene predisposición ni por sexo ni raza, pero la mayoría de los casos se presentan en animales de avanzada edad, siendo predominante su presentación en gatos de 12-13 años y reduciéndose su incidencia a un 6% en animales menores de 10 años. En un principio se relacionó el hipertiroidismo felino (HTF) con alteraciones autoinmunes similares a las que se presentan en la enfermedad de Graves humana3 y con una segunda teoría que refleja la autonomía intrínseca morfofuncional de la tiroides, que se correlaciona al bocio multinodular tóxico. Ambas enfermedades cursan con hiperfunción tiroidea y son las principales causas de hipertiroidismo. La teoría autoinmune ha sido invalidada y se sugiere que el inicio de la enfermedad es multifactorial.

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Figura 5. Hipertiroidismo en gatos.

El HTF es un proceso multisistémico resultante de la excesiva secreción de T3 y T4, producto de un mal funcionamiento de los lóbulos tiroideos. La casuística de esta patología revela que la hiperplasia adenomatosa funcional de la glándula tiroidea (adenoma) es la principal causa de la enfermedad. Se ha propuesto que factores inmunológicos (inmunoglobulinas), nutricionales (yodo y bociógenos), ambientales (áreas geográficas ricas en yodo, toxinas y bociógenos) y genéticos (mutaciones en los receptores tiroideos) pueden interactuar y estar involucrados en los cambios patológicos de la tiroides y eventualmente producir HTF en el gato.

Cabe destacar que más del 95% de los pacientes se ven afectados por una patología benigna o presentan cambios hiperplásicos en la glándula tiroides. Aproximadamente el 70% de los gatos con hipertiroidismo presentan modificaciones en ambos lóbulos, pudiendo contener uno o más focos de tejido hiperplásico en cada uno. Estos nódulos hiperplásicos funcionan de manera autónoma. La hiperplasia se puede identificar por la presencia de una masa palpable en la zona cervical ventral (bocio), con una presentación en torno al 90%. La aparición de carcinomas o adenocarcinomas representa el 1-2% de los casos.

Las principales manifestaciones clínicas que presentan los animales afectados incluyen:

  • Pérdida de peso evidente (a pesar de presentar apetito normal o incrementado).
  • Polidipsia y poliuria por aumento de la tasa de filtración glomerular, flujo sanguíneo renal y actividad tubular.
  • Signos gastrointestinales, como vómito por estímulo de la zona gatillo quimiorreceptora y/o diarrea por síndrome de malabsorción e hipermotilidad.
  • Debilidad muscular relacionada con la hipokalemia que se desarrolla en numerosas ocasiones.
  • Cambios de conducta (nerviosismo, hipercinesia, agitación) por el estímulo del sistema nervioso central.
  • Intolerancia al calor y al estrés. Ligero aumento de la temperatura corporal.
  • Jadeo y distrés respiratorio.
  • Alteraciones cardiacas: los estados de enfermedad tiroidea ejercen efectos profundos en el sistema cardiovascular producto de un estado hiperdinámico (gasto cardiaco elevado con baja resistencia vascular periférica). Como en los seres humanos, una de las anomalías más documentadas es la taquicardia. Este signo se encuentra en aproximadamente el 50% de los gatos hipertiroideos, aunque parece que su prevalencia ha decrecido, probablemente por un diagnóstico precoz de la enfermedad. Además, la tirotoxicosis aguda puede estar asociada con una disminución del 50% de la resistencia vascular periférica generada por la vasodilatación ejercida por la T3. Este efecto es mayor debido al aumento del metabolismo tisular y la consiguiente liberación de vasodilatadores de acción local. En la circulación mayor, como consecuencia de la disminución de la resistencia vascular periférica, se aumenta la frecuencia cardíaca, la contractilidad ventricular izquierda y la fracción de eyección, aumentado el volumen sanguíneo y contribuyendo al incremento del gasto cardíaco entre un 50-300% respecto a los parámetros normales. Entre el 20% y el 85% de los gatos presentan hipertensión arterial sistémica. La enfermedad cardiaca tirotóxica puede evolucionar a insuficiencia cardiaca congestiva.

Diagnóstico

En el diagnóstico del hipertiroidismo se computan diversos procedimientos como la reseña, anamnesis, signos clínicos, exploración física y resultados de laboratorio, en especial las pruebas específicas de función tiroidea. El diagnóstico no siempre es fácil ya que su presentación clínica, con signos y síntomas inespecíficos, es con frecuencia atribuida a otras enfermedades como diabetes mellitus, enfermedad renal, síndrome de mala absorción (enfermedad inflamatoria intestinal o linfosarcoma intestinal temprano, entre otras) o al proceso normal de envejecimiento. El retraso en su diagnóstico y tratamiento puede tener consecuencias graves y no recuperables en pacientes de edad avanzada y suponer en ocasiones un riesgo vital. Los principales métodos diagnósticos son los siguientes:

  • Análisis hematológico: la eritrocitosis y macrocitosis son comunes. La anemia usualmente se asocia al hipertiroidismo grave, resultante de un agotamiento en la médula ósea o por deficiencia de micronutrientes. En el recuento leucocitario se suele encontrar neutrofilia, linfopenia y eosinopenia, resultado de un aumento en las concentraciones de catecolaminas.
  • Bioquímica sanguínea y urianálisis: la tasa metabólica aumentada conduce a hipermetabolismo hepático; en consecuencia, las actividades de las enzimas hepáticas –alanino aminotransferasa, aspartato aminotransferasa y fosfatasa alcalina– se encuentran aumentadas en el 80-90% de los gatos hipertiroideos La hiperfosfatemia (18%), hipocalcemia y el hiperparatiroidismo secundario (77%) también pueden ser detectados, independientemente de la presencia de insuficiencia renal, como resultado de alteraciones en el metabolismo óseo y al aumento en la absorción de fosfatos. La hipokalemia puede estar presente o se puede desarrollar. En el urianálisis los valores son extremadamente variables, y la densidad específica en orina comprende valores desde 1,009 hasta 1,050, con promedios de 1,031. Sin embargo, en la mayoría de los resultados, se presentan densidades urinarias disminuidas, sobre todo si muestran poliuria como signo principal.
  • Concentraciones plasmáticas de hormonas tiroideas: las altas concentraciones séricas de T3 y T4 y un descenso en la actividad de TSH son el sello bioquímico distintivo del hipertiroidismo. De hecho, el HTF se diagnostica con la medición de tiroxina total (TT4). Los valores de la T4 están elevados en el 91% de los gatos hipertiroideos, pero hay que tener presente también que existe un porcentaje de gatos con la T4 elevada y ausencia de signos clínicos. Hay que tener en cuenta que los gatos gerontes eutiroideos tienen valores de HT usualmente bajos, por lo que en estos animales un valor por debajo de la mitad del rango podría indicar hipertiroidismo. Los gatos mayores de 10 años con sospecha de hipertiroidismo y con enfermedades concurrentes cursan con una condición conocida como síndrome de enfermedad eutiroidea, que puede deprimir los valores de TT4; en estos casos es mejor determinar la fT4 para confirmar el diagnóstico, ya que se afecta en menor medida por factores extratiroideos y tiene una buena correlación con el estado funcional de la tiroides.

Los gatos con fallo renal crónico severo tienen concentraciones significativamente inferiores en el recuento de TT4, pero la mayoría de los gatos hipertiroideos poseen concentraciones elevadas de TT4 sanguínea. Sin embargo, un pequeño porcentaje de gatos enfermos pueden presentar concentraciones normales de TT4; en estos casos, se vuelven a determinar los valores de TT4 al cabo de 2 a 4 semanas. A pesar de que la medición de TT4 es la mejor prueba utilizada en gatos para diagnosticar HTF, la enfermedad no puede ser excluida cuando el examen resulta normal. Si los niveles de T4 están en la mitad inferior del rango terapéutico, es altamente improbable (no imposible) que el animal presente hipertiroidismo. Se ha documentado que, en el 94% de gatos con un hipertiroidismo leve, aparece aumentada la fT4, mientras que la concentración de TT4 solo está elevada en el 61% de los gatos; no obstante, la fT4 podría estar elevada entre 6-12% de los gatos enfermos eutiroideos. Si un gato tiene la T4 en el rango medio/alto y la fT4 elevada podemos indicar que el animal presenta hipertiroidismo.

TRATAMIENTO

Objetivos de la terapia antitiroidea

La no instauración de terapia conduce a la progresión de la enfermedad, con emaciación, alteraciones metabólicas y cardiacas graves y una eventual muerte. Con un tratamiento adecuado, el pronóstico es bueno ya que la patología causal en el 98% de los casos es una hiperplasia adenomatosa benigna. Dado que la etiología exacta y las medidas preventivas son desconocidas, el tratamiento trata de reducir las concentraciones circulantes de T3 y T4, bien inhibiendo la síntesis de HT o eliminando/destruyendo el funcionamiento anormal de la glándula.

Para conseguir el control de la hipersecreción de esta hormona se pueden valorar tres estrategias: cirugía tiroidea (tiroidectomía), yodo radiactivo o la administración crónica de un fármaco antitiroideo; la utilización de estos fármacos también está indicada antes de la cirugía, si se ha optado por este método de tratamiento.

De las tres alternativas posibles, sólo las dos primeras curan definitivamente la enfermedad ya que destruyen el tejido tiroideo hipersecretor adenomatoso. El uso de los fármacos antitiroideos permite bloquear la síntesis de HT; pero, como estas medicaciones intentan controlar los signos pero no destruyen el tejido tiroideo adenomatoso, la recidiva del cuadro ocurre a las 24-72 horas de suspender el tratamiento.

La elección del tratamiento dependerá de una serie de factores, entre los que destacan los siguientes: salud general y edad del paciente, gravedad de la tirotoxicosis, funcionalidad renal, magnitud de cualquier enfermedad concurrente, existencia de adenoma o carcinoma, afectación de uno o de los dos lóbulos de la glándula, disponibilidad de yodo radiactivo, experiencia quirúrgica, facilidad para la administración oral, compromiso del propietario del cumplimiento terapéutico regular y coste.

Tiroidectomía

El objetivo es eliminar todo tejido tiroideo con un funcionamiento anómalo, eliminando toda fuente posible de producción de HT excesiva. Las alteraciones metabólicas y cardiacas asociadas con el hipertiroidismo incrementan notablemente el riesgo anestésico y por ello los animales deben ser estabilizados antes de la cirugía. En el 70% de los casos de tirotoxicosis suelen estar afectados ambos lóbulos y requieren extirpación; en un 10-15% ambos lóbulos están afectados pero uno aparece normal cuando se realiza la cirugía.

Así pues, se debe hacer un examen minucioso de ambos lóbulos en el momento de la intervención. Aunque por técnicas de imagen con contraste se puede distinguir entre la implicación bi- o unilateral, en la práctica se hace bilateral para evitar el riesgo de recurrencia debido a la hiperfunción del lóbulo aparentemente no afectado. De gran importancia durante la tiroidectomía bilateral es la identificación y preservación de al menos una paratiroides para mantener la eucalcemia.

Una posible complicación, aunque no frecuente, de la tiroidectomía bilateral es el hipotiroidismo. La TT4 a menudo no llega a alcanzar valores fisiológicos, aunque no se presenten signos de hipotiroidismo y el eutiroidismo se alcanza de semanas a meses. La terapia de reemplazo está contraindicada durante este periodo ya que está suprimida la producción de TSH y la reactivación de cualquier tejido tiroideo accesorio o residual puede retrasar la vuelta al eutiroidismo.

Evidentemente, es un tratamiento curativo, pero no es una opción adecuada para aquellos casos en los que el bocio no es palpable por migración intratorácica del lóbulo afectado o hiperfunción de tejido tiroideo ectópico. No es una opción propicia para un gato mayor pero sí es adecuada para un animal joven cuando la terapia farmacológica es rechazada, contraindicada o no disponible.

Iodo radiactivo 131I

La utilización de radioterapia con 131I, el isótopo más comúnmente utilizado, se basa en la capacidad hiperfuncionante de la glándula tiroides de captar de forma selectiva y concentrar yodo (el cotransportador Na+/Ide la glándula tiroides no es capaz de distinguir entre el 131I radioactivo y el 127I, que es el yoduro normal estable). Una vez dentro del tiroides, donde se alcanzan concentraciones muy elevadas y muy superiores a las concentraciones plasmáticas, el 131I emite radiaciones β altamente energéticas y citotóxicas, que se acumulan en la interfase célula-coloide y producen una disminución irreversible del volumen tiroideo funcional, lo cual provoca el descenso de la producción hormonal sin modificar las causas que originaron el hipertiroidismo. Elimina todo el tejido hiperfuncional independientemente de su localización (cervical, torácico o ectópico).

El 131I tiene una semivida de 8 días. Se administra por vía intravenosa, subcutánea u oral –siendo razonablemente seguro para el personal que lo maneja– y puede administrarse bajo sedación ligera, evitando la anestesia. Su administración no se asocia con ninguna reacción adversa sistémica.

El problema fundamental radica en la infraestructura necesaria para esta terapia, ya que requiere importantes medidas de seguridad por tratarse de un agente radioactivo. Tras su administración, el gato debe estar en una zona restringida y deben recogerse sus heces y orina para su eliminación como residuos radioactivos. Es de uso hospitalario y se requieren aislamientos de 7 a 10 días, pudiendo alcanzar las 4 semanas (hasta que se elimine la radiactividad recibida y se reduzca hasta los niveles seguros que establece la legislación). El punto crítico del tratamiento con 131I es administrar la suficiente cantidad (teniendo en cuenta la gravedad del proceso, la elevación de la concentración de HT circulantes y parámetros obtenidos mediante palpación o pruebas de imagen, como gammagrafía tiroidea) que consiga destruir todo el tejido tumoral del paciente pero que asegure la integridad del tejido tiroideo sano que restaurará la función tiroidea después del tratamiento para no provocar hipotiroidismo iatrogénico.

La demora en alcanzar el estado de eutiroidismo de hasta 5 meses limita su uso en animales gravemente afectados. Aquellos pacientes con grave cuadro cardiovascular, renal, gastrointestinal, endocrino (diabetes) o de enfermedad neurológica, no son candidatos adecuados para este tratamiento. El uso del 131I es útil cuando existe una afectación bilateral de la enfermedad (que se encuentra en aproximadamente el 70% de los pacientes), cuando hay presencia de tejido ectópico tiroideo a la palpación y en aquellos pacientes que presenten carcinoma. Los fármacos antitiroideos se deben retirarn una semana antes del tratamiento con el radiofármaco. Existen diferentes pautas para aplicar este tratamiento:

  1. Dosis fijas: consiste en la administración de dosis únicas y relativamente altas (4-5mCi) a todos los pacientes, independientemente de la severidad clínica del hipertiroidismo o del tamaño del tumor tiroideo. Puede provocar frecuentemente hipotiroidismo por sobreirradiación o hipertiroidismo persistente (tratamiento no eficaz) por infra irradiación.
  2. Dosis estimadas: se realiza el cálculo de la dosis en base a una estimación de los parámetros clínicos del paciente (gravedad de síntomas, tamaño de nódulos palpables y valores hormonales). Se establecen tres grados clínicos de hipertiroidismo a los que se recomienda aplicar tres dosis estimadas fijas: ligero (2-3mCi), medio (3-5mCi) y severo (5-6mCi). Este método presenta un alto riesgo (>40%) de provocar hipotiroidismo.
  3. Por último, existen centros veterinarios que ofrecen dosis personalizadas, en que se realiza el cálculo de la dosis necesaria basándose en los parámetros clínicos del paciente (gravedad de síntomas, valores hormonales y presencia de nódulos tiroideos palpables) y a los datos obtenidos en la gammagrafía tiroidea (localización, volumen y funcionalidad del tejido tumoral), lo que permite ajustar las dosis de 131I a las necesidades reales de cada paciente, optimizando el resultado del tratamiento.

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Figura 6. Posibles intervenciones farmacológicas para modificar la síntesis de las HT. Las altas concentraciones de yoduro disminuyen transitoriamente la función tiroidea al inhibir la organificación, acoplamiento y proteólisis de la TG. Las tionamidas, tiamazol y carbimazol, inhiben la organificación y el acoplamiento. Los bloqueantes β adrenérgicos inhiben la conversión periférica de T4 a T3. TG: tiroglobulina; TG-MIT: tiroglobulina-monoyodotirosina; TG-DIT: tiroglobulina-diyodotirosina.

Generalmente, en pacientes jóvenes y sin otras patologías, el hipertiroidismo puede tratarse satisfactoriamente con una única administración de 131I. La persistencia del hipertiroidismo no es frecuente pero puede ser adecuadamente controlado con una nueva administración. La recurrencia después de alcanzar el eutiroidismo es excepcionalmente rara.

Fármacos antitiroideos

En general, el tratamiento con fármacos antitiroideos se establece bajo tres criterios posibles:

  • Terapia a largo plazo para pacientes en los que no es factible realizar la tiroidectomía o aplicar el tratamiento con 131I.
  • Tratamiento a corto plazo previo a la cirugía con la finalidad de reducir el riesgo de complicaciones cardiacas o metabólicas asociadas a la anestesia de animales hipertiroideos. El tratamiento antiroideo se continúa hasta que el paciente es eutiroideo y puede ser intervenido quirúrgicamente con seguridad.
  • Terapia a corto plazo para evaluar el efecto de la tirotoxicosis sobre la función renal. La respuesta al tratamiento puede ayudar a la decisión final de optar o no por un tratamiento permanente como 131Io cirugía si es adecuado.

Existen fármacos que actúan sobre cada etapa de la síntesis de las hormonas tiroideas, desde la captación inicial del yoduro hasta la organificación, acoplamiento y conversión periférica de T4 a T3 (Figura 6).

TIONAMIDAS: Tiamazol (metimazol) y Carbimazol

El tiamazol y el carbamizol son los dos fármacos inhibidores eficaces de la producción de HT del grupo farmacológico de las tionamidas disponibles en España.

Compiten con las TG por el yoduro oxidado en el proceso catalizado por la enzima peroxidasa tiroidea, disminuyendo selectivamente la organificación y el acoplamiento de los precursores de las HT; por tanto, inhiben la producción de las HT. Además, las tionamidas yodadas también pueden unirse a la tiroglobulina, antagonizando aún más las reacciones de acoplamiento.

La capacidad de las células foliculares tiroideas para almacenar grandes cantidades de HT –producidas en forma de coloide– asegura que pueden proporcionar cantidades suficientes de dichas hormonas durante más de una semana, en ausencia de nueva síntesis. Debido a que las tionamidas afectan la síntesis pero no la secreción de HT, el efecto de estos fármacos no se manifiesta hasta que han transcurrido varias semanas desde el inicio del tratamiento.

Es relevante destacar que la inhibición de la producción de HT por las tionamidas provoca la regulación ascendente de la liberación de TSH por la adenohipófisis, en un intento por establecer la homeostasis. El incremento de TSH plasmática no aumenta la secreción de las HT por la acción de las tionamidas. En respuesta a este incremento de la TSH y de la síntesis de HT se hipertrofia la glándula tiroides, debido al incremento de la síntesis de HT, lo que finalmente causa bocio.

Los niveles de la T4 se reducen con el tratamiento con tiamazol (metimazol). Sin embargo, como consecuencia principalmente de la regulación al alza de la actividad de la desyodasa II, los niveles séricos de T3 se suelen mantener dentro del rango de referencia fisiológico, incluso cuando los niveles de la T4 están bastante bajos. Por ello, es muy raro que un gato hipertiroideo tratado con tiamazol desarrolle una sintomatología hipotiroidea. En gatos viejos hipertiroideos, se puede observar un incremento en los niveles de creatinina con la instauración de un fallo renal manifiesto. En aquellas situaciones clínicas donde la función renal esté alterada antes de establecer el tratamiento, este fármaco es una buena alternativa para proporcionar una terapia reversible y más gradual que permita volver al estado eutiroideo.

La dosis inicial recomendada, de 5 mg/día, puede dividirse en dos tomas y administrarse mañana y noche. En general, el tiempo para alcanzar el eutiroidismo está correlacionado con la concentración basal de TT4 sérica: con pocas excepciones, se produce entre 3 y 15 días (media de 5-7). El beneficio clínico de la terapia no es usualmente aparente hasta pasados al menos 7 días. La duración del tratamiento inicialmente es de 15 días; si se administra el fármaco una vez al día, cuando la TT4 esté dentro del rango de referencia se pauta dos veces al día y se continúa así durante toda la vida del animal. Ocasionalmente, en pocos días se alcanza el “eutiroidismo bioquímico” pero la regresión obvia de los signos clínicos –consecuencia de la reducción de T4– es aparente después de 2-3 semanas.

Es recomendable la monitorización del paciente después de 2 semanas de tratamiento. Si los niveles de TT4 circulante son inferiores o están en el límite inferior del rango de referencia, se pasa a la dosis de mantenimiento o se realiza una tiroidectomía (en su caso). Si la concentración de las HT permanece alta, se puede incrementar la duración del tratamiento o corregir la dosis (5 mg) multiplicándola por 2,5, o si se necesita un ajuste de dosis especialmente pequeño se hará por 1,25. Se realizará una revisión al paciente 2-3 semanas después de cada ajuste de dosis y después cada 3-6 meses. El tratamiento crónico es una opción práctica para el hipertiroidismo felino.

Por otra parte, si los niveles de la T4 se encuentran por debajo del límite inferior del intervalo de referencia, y especialmente si presenta síntomas de hipotiroidismo yatrogénico (letargo, inapetencia, aumento de peso, síntomas dermatológicos como alopecia y piel seca, entre otros), debe considerarse una reducción de la dosis diaria y/o frecuencia posológica.

Los gatos con disfunción renal deben ser objeto de una minuciosa evaluación de la relación del beneficio/riesgo. Previo al tratamiento con tionamidas, se debe determinar las concentraciones de urea, creatinina y fosfatos. Si el animal es azotémico antes del tratamiento, estos fármacos se deben usar con precaución, pues la reducción de la velocidad de la filtración glomerular que acompaña a la inducción del eutiroidismo puede precipitar un fallo renal.

Además, se requiere realizar controles hematológicos por riesgo de leucopenia o anemia hemolítica.

Los efectos secundarios clínicos notificados más frecuentemente son: vómitos, inapetencia y anorexia, letargo, prurito grave y excoriaciones en cabeza y cuello, diatésis hemorrágica, ictericia asociada a hepatopatía y anomalías hematológicas (eosinofilia, linfocitosis, neutropenia, linfopenia, leucopenia leve, agranulocitosis, trombocitopenia o anemia hemolítica). Las reacciones adversas de gravedad media, que son transitorias y reversibles, desaparecen después de la suspensión del tratamiento y se establece un tratamiento de apoyo; en caso de ser muy graves, se retira el tratamiento y se instaura una terapia alternativa.

Está contraindicada su utilización en gatos que presentan otras enfermedades sistémicas tales como enfermedad primaria del hígado, diabetes mellitus o signos de enfermedad autoinmune. Así mismo, se descarta el empleo de tionamidas en animales con alteraciones hematológicas y en hembras gestantes (es teratógeno en ratas) o en período de lactación (transferencia a leche materna).

El carbimazol es un derivado del tiamazol; es un profármaco inactivo que se convierte rápidamente en tiamazol in vivo, tras su administración oral. Su disponibilidad es menor que cuando se administra directamente tiamazol, dando lugar a la recomendación de diferentes dosis y a una aparente menor incidencia de reacciones adversas asociadas.

El tratamiento con estos fármacos antitiroideos presenta una buena disponibilidad y no se necesita experiencia, especialización ni hospitalización. Hay una rápida vuelta el estado eutiroideo, lo cual es importante en algunos casos en los que el paciente está gravemente afectado. Sin embargo, no es un tratamiento curativo, únicamente controla la producción de HT de una tiroides anómala. Puede ser una opción inadecuada en un paciente joven ya que requerirá tratamiento durante muchos años, pero apropiada en mayores con una esperanza de vida más corta.

La principal complicación es el cumplimiento terapéutico del propietario y la aceptación regular del paciente. Dos veces al día es la pauta usual para el control a largo plazo, pero si hay problemas se puede pasar a una dosis diaria, ya que el tiempo de residencia intratiroidea es más prolongada que la semivida sérica. Si la reducción de la dosis provoca recurrencia del hipertiroidismo, será necesaria la re-estabilización.

La terapia con estos fármacos antitiroideos no es considerada en principio una opción económica: por sí sola no es cara pero necesita monitorización de los niveles séricos de TT4 y de parámetros hematológicos cada 2 semanas durante las primeras 12 semanas de terapia. No obstante, dado que las reacciones graves son raras y que la monitorización rutinaria no predice la granulocitopenia futura, se puede hacer un seguimiento de los signos clínicos aparentes para descartar una tirotoxicosis.

Entre las interacciones farmacológicas más relevantes destacan las que se producen con el fenobarbital, que reduce la eficacia del tiamazol, y la reducción de la oxidación hepática por antiparasitarios benzimidazólicos, produciendo aumento de las concentraciones plasmáticas si se administran conjuntamente.

Otros fármacos que afectan la homeostasis de las hormonas tiroideas
Bloqueantes β-adrenérgicos

Se administran en combinación con tiamazol en el tratamiento de la crisis tirotóxica, previamente a la cirugía y en el tratamiento crónico del hipertiroidismo (hasta que el primero surta efecto).

Se suelen elegir fármacos de acción rápida y corta semivida como el propranolol, bloqueante β no selectivo, y el atenolol, bloqueante selectivo β1, que presenta una mayor biodisponibilidad oral y semivida en gatos. Se recomiendan usualmente para bloquear las manifestaciones de la hiperactividad simpática (taquicardia, temblores, sudoración,..) inducida por la tirotoxicosis. Son capaces de bloquear el paso de T4 a T3 pero sin la suficiente repercusión desde un punto de vista clínico.

Glucocorticoides

Parece ser que el efecto de los fármacos glucocorticoides (GC) es muy importante en perro, pero menor en gato y caballo. Inhiben la 5´-desyodasa que convierte la T4 en T3. Debido a que la T4 tiene menos actividad fisiológica que la T3, el tratamiento con GC reduce la actividad neta de las HT, probablemente al inhibir la transcripción de TRH en el hipotálamo. Pese al efecto sobre el eje hipotálamo-hipófisis-tiroides, el tratamiento crónico con GC no se asocia a causa clínica de hipotiroidismo.

Una dosis alta inmunosupresora única (por ejemplo 2,2 mg/kg de prednisona o 0,6 mg/kg de dexametasona) disminuye los niveles de la T3 sin afectar los de la T4; en tratamientos crónicos, dosis diarias altas reducen de forma marcada los niveles de la T4 (bajo o indetectable) y de T3. En contraposición, estas modificaciones no se observan a dosis antinflamatorias (0,5 mg/kg de prednisona). Es relevante tener mucha precaución al interpretar los resultados de los niveles de HT cuando el animal ha recibido GC a dosis inmunosupresoras o durante un periodo mayor de 1 mes.

Iodo inorgánico estable en altas concentraciones. Yoduros

Paradójicamente, el yoduro inorgánico estable a concentraciones elevadas inhibe la síntesis y la liberación de las HT (en medicina, se denomina efecto Wolff-Chaikoff) como consecuencia de la disminución del cotransportador Na+/I, pero el efecto de retroacción negativa de las altas concentraciones de yoduro intratiroideo es reversible y transitorio. A los pocos días vuelve a la normalidad, y por ello no sirve para tratamientos a largo plazo (Figura 5). El efecto reductor sobre el tamaño y la vascularización de la glándula tiroidea es determinante para su administración de forma previa a la cirugía. Se usa con carácter preventivo en accidentes nucleares para bloquear el funcionamiento de la glándula tiroides, evitando así la captación de yodo radioactivo.

EL HIPOTIROIDISMO

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Figura 7.

Se define como la acción deficiente de las HT sobre sus órganos diana, que es secundario a la secreción insuficiente de T4 y T3 (Figura 7), a defectos de los receptores nucleares (resistencia a las HT) o a defectos moleculares o secretores de la TSH.

El hipotiroidismo es la endocrinopatía canina más frecuente, presentándose con un 90% incidencia en perros mayores de 1 año. Un pequeño número de casos (sobre el 3%) son congénitos, mientras que el resto están relacionados con una enfermedad adquirida durante el crecimiento. Las formas juvenil y del adulto de la enfermedad son diferentes desde el punto de vista clínico y etiológico. Por ello, el hipotiroidismo no se puede categorizar como una simple enfermedad de perros mayores y con una presentación clínica uniforme. Así, según su etiopatogenia se diferencian varios tipos de hipotiroidismo (Tabla 1).

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Tabla 1. Clasificación del hipotiroidismo según su etiopatogenia.

La frecuencia de presentación de hipotiroidismo en perros varía según la etiopatogenia del mismo. El hipotiroidismo primario es el más frecuente y representa el 99% de los casos espontáneos que se presentan; las células tiroideas se pueden afectar por tiroiditis linfocítica (50% de los casos; presentan anticuerpos antiTG, cuya unión a las células foliculares provoca su destrucción) o por atrofia idiopática (40-50%; sufren pérdida de tejido tiroideo que es sustituido por tejido conectivo adiposo, y hay degeneración de células foliculares con exfoliación de éstas dentro del coloide). La atrofia folicular podría ser el resultado final de una tiroiditis, aunque la ausencia de fibrosis e inflamación sugiere que la atrofia es un proceso independiente, siendo muy rara la destrucción neoplásica.

Por otro lado, el hipotiroidismo secundario puede ser bien congénito, debido a malformaciones hipofisarias o a alteraciones en las células secretoras de TSH, o bien adquirido (de rara presentación y relacionado con adenomas hipofisarios). El hipotiroidismo terciario está relacionado con el déficit de TRH hipotalámico, y no está descrito en perros. La ausencia congénita de la glándula tiroides y la deficiencia de yodo son causas extremadamente infrecuentes.

El hipotiroidismo afecta generalmente a perros de tamaño medio o grande y algunas razas con predisposición a padecerlo como el Golden Retriever y el Doberman. La edad media de los perros que presentan esta patología es de 4 a 10 años. No hay una predisposición sexual definida, si bien los machos y hembras esterilizados pueden tener mayor riesgo de desarrollar hipotiroidismo.

La casuística de hipotiroidismo en gatos no es relevante. Se puede esperar la resolución completa del caso clínico cuando es un hipotiroidismo yatrogénico que se presenta en adulto. Sin embargo la confusión y el enanismo que se presenta en cachorros hipotiroideos usualmente persisten debido al retraso en el diagnóstico.

Como se ha comentado anteriormente, la transformación de T4 en T3 está regulada por una desyodasa. Hay isómeros de esta enzima en el torrente sanguíneo y en el interior de las células, donde las necesidades determinan cuánta T4 se convierte en T3, variando los niveles de T4 y T3 en función del tejido. Estas diferencias sugieren que algunos tejidos pueden ser más sensibles que otros a presentar hipotiroidismo a pesar de mantener unos niveles adecuados de HT en sangre, lo que a su vez puede explicar por qué puede observarse un hipotiroidismo clínicamente manifiesto pese a la presencia de niveles normales de HT en sangre. Se considera que las células tirotróficas hipofisarias son las primeras células en detectar precozmente la disminución de niveles de T4 diarios, provocando un aumento en la secreción de TSH.

Hipotiroidismo en perro adulto

La principal causa es de origen autoinmune (60% de los casos) provocando, con el paso del tiempo, una atrofia de la glándula tiroides, aunque inicialmente la enfermedad se caracteriza por bocio (aumento de ligero a significativo del volumen de la tiroides). Dependiendo del curso, la sintomatología y los resultados bioquímicos endocrinos, la enfermedad se clasifica como hipotiroidismo subclínico y clínico (Tabla 2).

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Tabla 2. Clasificación del hipotiroidismo desde un punto de vista clínico.

Hipotiroidismo Subclínico

La primera fase de la enfermedad representa alrededor del 25% de los casos. El término subclínico no implica la ausencia de manifestaciones clínicas pero refiere la presencia de signos no característicos de la enfermedad que sugieren su existencia.

Se caracteriza por el aumento de la concentración de TSH con niveles de T4 (libre o total) dentro del rango de referencia. Según se va afectando la glándula, disminuye la secreción diaria de T4; sin embargo, las concentraciones sanguíneas se mantienen dentro del rango normal de referencia, aunque cerca del límite inferior. En este punto, los diferentes tejidos empiezan a experimentar el déficit de T4.

Estas variaciones en los niveles de T4 se detectan en la hipófisis y en hipotálamo, lo que provoca una menor conversión de T4 a T3. El sistema responde con un aumento de la sensibilidad de las células tirotrópicas a la estimulación de TRH. A medida que avanza la enfermedad y se deteriora cada vez más la secreción de T4, la hipófisis responde con un aumento de la TSH para forzar la producción de T4 y mantener así el estado eutiroideo. Los primeros cambios se observan en el metabolismo lipídico (aumento en la fracción de colesterol-LDL), el sistema reproductivo e inmune, y en la piel (con infecciones recurrentes). La manifestación clínica o bioquímica de estas funciones alteradas proporcionará pistas sobre la existencia de un hipotiroidismo subclínico.

Hipotiroidismo clínico

Se caracteriza esta fase por signos clínicos obvios que pueden ser característicos del hipotiroidismo. En este punto, la secreción diaria de T4 se ve gravemente afectada. A menudo se hace demasiado énfasis en la presentación clínica dermatológica del hipotiroidismo, si bien ésta aparece en los estadios más tardíos de la enfermedad. La mayoría de los perros no muestra caída generalizada del pelo (20%); por el contrario, es frecuente observar seborrea grasa y/o la denominada cola de ratón.

Con frecuencia hay exceso de peso corporal (30%) pero muchos perros pueden presentar peso normal o incluso pérdida de peso. Esto se debe a la deficiente digestión y malabsorción de los nutrientes como consecuencia de la alteración de la motilidad del intestino delgado y una menor secreción biliar.

Dada la relevancia de las acciones de las HT en el Sistema Nervioso, se observan alteraciones neurológicas tanto centrales como periféricas. La disminución del consumo de glucosa suele provocar letargia y mayor somnolencia, aunque algunos perros pueden volverse agresivos. La función reproductora se ve gravemente afectada (anestro en hembras y oligo/azoospermia y ausencia de lívido en machos). En raras ocasiones puede haber galactorrea incluso en machos.

Es importante no suponer que el hipotiroidismo siempre se manifiesta con obesidad, letargia y alopecia seborreica bilateral. Es necesario considerar la variedad de signos, algunos menos obvios, o que pueden sugerir la existencia de alguna otra enfermedad.

Hipotiroidismo congénito
y juvenil

El hipotiroidismo en el cachorro puede ser congénito o juvenil (es decir, adquirido durante el periodo de crecimiento). El congénito es atribuible a defectos en el desarrollo de la glándula tiroides (fracaso de la migración o del crecimiento celular) o a la falta de la enzima peroxidasa tiroidea. El defecto en la secreción de TSH (por ejemplo, por insuficiencia adenohipofisaria) es la causa menos frecuente. En contraste con el hipotiroidismo fetal causado por la hipotiroxinemia materna (que afecta a todos los fetos), el congénito se da exclusivamente en los cachorros portadores de la mutación que provoca la enfermedad glandular. Durante la fase de crecimiento, el cachorro puede desarrollar hipotiroidismo de la misma forma que el animal adulto. En el congénito, la deficiencia de HT en el feto y en el recién nacido provoca un deterioro del SNC y del esqueleto. El hipotiroidismo congénito y juvenil debe diferenciarse de otras patologías que causan retraso del crecimiento, como la deficiencia de hormona del crecimiento, raquitismo, malnutrición, cardiopatías congénitas, shunt porta-cava y megaesófago.

Fisiopatología y ASPECTOS CLínicOs
  • Termogénesis, consumo de O2 y tasa metabólica basal: las HT incrementan el consumo de oxígeno y la producción de calor –mediante la estimulación de la ATPasa Na+/K+– en todos los tejidos excepto cerebro, bazo y testículos, determinando la tasa metabólica basal. El animal hipotiroideo desarrollará letargia, confusión mental e intolerancia al ejercicio. La reducción del metabolismo basal origina hipotermia y que el animal busque el calor. Estos signos clínicos se mejoran o resuelven en el 93% de los perros.
  • Crecimiento y maduración: las HT son esenciales para el crecimiento y desarrollo del esqueleto y el SNC. Los signos más prominentes en el hipotiroidismo congénito y juvenil son un enanismo desproporcionado y confusión mental (cretinismo). Cuando existe hipotiroidismo primario congénito además se observa bocio. Los cachorros que presentan esta alteración tienen un comportamiento aburrido y a menudo menos activo. El animal está débil, con hipo o hiperreflexia. En estudios radiográficos se ven epífisis sin desarrollar, retraso en el cierre de la epífisis, cuerpos vertebrales acortados, etc.
  • Metabolismo de los lípidos e hidratos de carbono: las HT incrementan la glucogenolisis y la gluconeogénesis (antagonizan a la insulina), y promueven un incremento de la síntesis y degradación del colesterol mediado por un incremento en los receptores de lipoproteínas de baja densidad. Puesto que estimulan la lipolisis, algunos animales hipotiroideos son obesos incluso con una ingesta calórica normal.
  • Dermatológicos: las HT son necesarias para el recambio adecuado del pelo. En el hipotiroidismo hay un incremento de folículos pilosos telogénicos (inactivos) así como un incremento de la queratina y de la grasa. Los signos típicos son sequedad del pelaje, excesiva muda y retraso en el crecimiento del pelo. En dos tercios de los animales se presenta alopecia general (bilateral y simétrica), más evidente en los puntos de fricción como el tronco ventral y el cuello, la axila y la cola (cola de rata). La alopecia generalmente es no pruriginosa, a menos que se origine seborrea o dermatitis secundarias. En algunos casos se adelgaza la piel o se desarrolla mixedema (acumulación subcutánea de glucosaminoglicanos). El mixedema es más prominente en los rasgos faciales, por lo que le da aspecto trágico al perro.
  • Cardiovasculares: los efectos más frecuentes son inotropismo positivo, hipertrofia cardiaca e incremento de la respuesta a la estimulación adrenérgica. Las HT incrementan la actividad ATPasa Na+/K+, el número de los canales de calcio y la captación y liberación de calcio del retículo sarcoplásmico, incrementan el número de receptores β-adrenérgicos (este mecanismo se relaciona con la taquicardia en hipertiroidismo). En el hipotiroidismo, se incrementa la sensibilidad a las catecolaminas en los vasos sanguíneos periféricos por lo que podría causar la hiperemia periférica.
  • Neuromusculares: las HT inducen la síntesis de muchas proteínas relacionadas con la actividad nerviosa y muscular normal. Se han asociado las miopatías con el hipotiroidismo: se observa que los animales presentan una debilidad grave muscular y retardo en las respuestas reflejas. Hay otros signos más vagos, como la resistencia al movimiento, rigidez, desgaste muscular, debilidad de párpados y músculos faciales; también se describen varias parálisis faciales, laríngeas, etc., relacionadas con una polineuritis asociada al hipotiroidismo, que es pobremente comprendida pero que se ha relacionado con una alteración del metabolismo neuronal. Estas alteraciones también podrían deberse al mixedema que se produce alrededor de la espina dorsal o los nervios periféricos. Aunque son muy raros, también pueden llegar a producirse alteraciones del SNC como convulsiones, desorientación, etc., procesos descritos en animales con arteriosclerosis cerebrovascular causada por la hiperlipidemia que origina el hipotiroidismo. También se ha descrito obnubilación grave en los síndromes de cretinismo y coma mixedematoso.
  • Gastrointestinales: hay disminución de la actividad eléctrica y motora gastrointestinal. Aunque los perros hipotiroideos, generalmente, tienen movimientos intestinales normales, se puede presentar tanto diarrea como estreñimiento.
  • Reproductivos: las HT son claves para los ciclos reproductivos de los animales. El hipotiroidismo se ha asociado con multitud de problemas reproductivos en perros: anestro, infertilidad, aborto y alta mortalidad en cachorros. También se da galactorrea (rara) en hembras. En machos se describe falta de líbido, atrofia testicular, hipoespermia, pero no está bien definido.
  • Inmunológicos: cualquier perro que tenga una infección recurrente, particularmente en la piel, debe ser evaluado de hipotiroidismo como una pioderma que no responde o sólo temporalmente a antimicrobianos.
  • Hematológicos: el incremento de la demanda celular de O2 conduce a un incremento en la producción de eritropoyetina y hematíes; la función plaquetaria y el número de plaquetas puede disminuir en el hipotiroidismo. Se ha asociado el hipotiroidismo con la coagulopatía de la enfermedad de Willebrand.
  • Endocrinos: las HT influyen en la secreción y metabolismo de muchas hormonas. Estimulan la secreción de hormona del crecimiento, gonadotropinas y cortisol. El hipotiroidismo puede causar galactorrea por incrementar la secreción de prolactina.
  • Hallazgos laboratoriales: son de frecuente presentación la anemia normocítica, normocrómica, no regenerativa e hipercolesterinemia con hipertrigliceremia e hiperlipidemia. En la evaluación perfil de lípidos, el 30-40% de los pacientes presenta elevación de colesterol total.
  • Evaluación TSH y HT. La TSH es el marcador más sensible para estimar la funcionalidad el eje de la glándula tiroides. Los valores elevados de TSH per se son diagnósticos de hipotiroidismo independientemente de los valores de T4. La concentración de TT4 es sensible pero no específica, ya que hay animales que tienen rangos bajos y son eutiroideos, como los lebreles y los tiradores de trineo; la alteración de sus niveles también puede ser causada por enfermedades no tiroideas o por fármacos. La fT4 es más fiable y no se afecta tanto por enfermedades no tiroideas en comparación con la TT4. La fT4 es la fracción que mejor refleja el estado tiroideo periférico y es la primera en verse afectada. Una disminución de fT4 indica hipotiroidismo. En los perros diagnosticados de hipotiroidismo clínico, el 30% muestra niveles de T4 ligada a proteínas próximos en el límite inferior del rango normal, pero con fT4 disminuida, TSH aumentada y alteraciones morfológicas de la glándula y signos clínicos.

La concentración de T3 es menos fiable y no ayuda al diagnóstico de hipotiroidismo, ya que la principal concentración de T3 es intracelular y su concentración sérica no refleja la cantidad total que hay en el organismo. Como consecuencia del mecanismo de retroalimentación, la TSH con frecuencia está elevada en animales hipotiroideos; sin embargo, hasta en un 33% no se modifican los niveles.

Si la TSH y la fT4 o TT4 están en el intervalo normal, pero cerca de los valores límite (superior e inferior, respectivamente), y si hay firme sospecha de enfermedad (imagen alterada de la glándula tiroides, presencia como mínimo de un signo compatible con hipotiroidismo), la confirmación diagnóstica de la enfermedad se obtiene mediante la prueba de estimulación de TRH (que no tiene sentido realizarla si la TSH ya está elevada). Consiste en obtener una muestra basal de TSH, administrar TRH intravenosa y obtener una segunda muestra a los 15-20 min. La falta de incremento de los niveles de T4 durante 4-6 h después de la administración de TSH sirve de confirmación diagnóstica de hipotiroidismo. El aumento de TSH junto con la disminución de TT4 o fT4 es específico del hipotiroidismo.

También puede realizarse la titulación de los anticuerpos antiTG y antiperoxidasa tiroidea: si no están elevados, se descarta la posibilidad de una tiroiditis autoinmune. De hecho, su aumento es solo diagnóstico de tiroiditis autoinmune, pudiendo aparecer niveles normales de TSH y de T4 libre incluso tras la prueba de estímulo o de provocación.

Algunos fármacos interfieren en la valoración de hormonas tiroideas, excepto la sulfonamida, si bien raramente producen hipotiroidismo clínico:

  • Glucocorticoides: descienden los niveles de TT4, fT4, y a veces de TSH de forma dosis-dependiente.
  • Fenobarbital: reduce TT4, fT4 e incrementa ligeramente TSH, pero no provoca signos clínicos.
  • Sulfonamidas: inhiben la síntesis de T3 y T4, y su administración a largo plazo puede causar hipotiroidismo clínico con aumento de TSH. Es reversible si se suspende el tratamiento.
  • Ácido acetilsalicílico: reduce TT4 y fT4.
  • Carprofeno y meloxicam: no afectan significativamente la función tiroidea.

El diagnóstico del hipotiroidismo puede resultar difícil dada la naturaleza de la enfermedad, la posibilidad de una presentación subclínica y la variabilidad en las determinaciones bioquímicas y hormonales.

El coma mixedematoso se presenta en hipotiroidismo grave, no tratado o descompensado. Se denomina mixedematoso por la acumulación de glucosaminoglicanos, los cuales se unen al agua y causan un incremento del grosor de la piel y un edema no pruriginosos, generalmente en la cara, papada y extremidades distales. Los síntomas clave son: obesidad, mixedema, anemia, hipercolesterolemia, una intensa debilidad, bradicardia, hipotensión, hipoventilación e hipotermia sin escalofríos, y alteraciones mentales que van desde embotamiento y depresión hasta estupor o coma. La mortalidad es muy elevada. Por ello, el tratamiento ha de ser drástico y se debe instaurar rápidamente, antes de conocer los resultados (generalmente, los niveles de HT son extremadamente bajos o indetectables).

Tratamiento del Hipotiroidismo: Terapia de Reemplazo

El objetivo de la terapia de reemplazo es sustituir la deficiencia de la HT endógena mediante la administración regular de HT exógena, a fin de normalizar el eje tiroideo y los niveles de T4 circulante y restaurar el estado eutiroideo sin suprimir el eje. Se aconseja la administración de dosis de reposición de levotiroxina con el propósito ideal de normalizar TSH y T4 manteniendo el valor de T4 próximo al límite superior, para evitar periodos de niveles bajos de T4 entre dosis.

El tratamiento consiste, pues, en la administración de levotiroxina, el isómero L de la T4, que es un tratamiento seguro y bien establecido, a largo plazo, en pacientes con hipotiroidismo. Estructuralmente, es similar a la T4 endógena pero producida por síntesis química.

Diversos estudios han valorado si sería más efectivo el tratamiento de sustitución con T3 en lugar deT4. La T3 es biológicamente más activa, pero, sin embargo la mayor parte de la HT en sangre se encuentra como T4 y, aunque tiene menor actividad, finalmente se convertirá a T3. Es importante contar con una reserva grande de “profármacos” de HT (T4) en plasma, porque funcionan como amortiguadores efectivos para normalizar la tasa metabólica en situaciones que presentan amplias oscilaciones de los niveles plasmáticos. Además, la semivida de la T4 es mayor (10-16 h) que la de la T3 (5-6 h), permitiendo un intervalo de dosificación al día mayor en el paciente que recibe tratamiento de sustitución hormonal. Así, hay pocas indicaciones específicas para el uso de T3, y en la mayoría de los pacientes con hipotiroidismo no presenta ventajas su administración. Existen numerosas evidencias clínicas que muestran que mientras se consiguen normalizar los niveles circulantes de T3 no ocurre así con la T4 que no se encuentra en niveles normales. Por otra parte, algunos órganos (específicamente, la corteza cerebral y la hipófisis) son dependientes de un adecuado aporte de T4 que puede ser deficiente si solamente se reemplazara la T3. Potencialmente, la administración de T3 sería útil en animales con enfermedades de mala absorción en intestino delgado.

La levotiroxina es actúa como profármaco, por lo que para observar su efecto deben pasar varios días. Presenta una acción lenta pero duradera. La dosis recomendada en el hipotiroidismo clínico es de 11-22 μg/kg, empezando por la dosis menor y aumentándola gradualmente hasta alcanzar la concentración deseada. Para el hipotiroidismo subclínico, se recomienda una dosis inferior, entre 3 y 10 μg/kg. Algunos clínicos aconsejan la administración inicial de levotiroxina cada 12 h, progresando a su administración una vez al día; dado que la semivida intracelular de la T4 es de 24 h, y que los tejidos desyonizan la cantidad de T4 que necesitan, el tratamiento puede iniciarse con una única dosis diaria (Tabla 3).

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Tabla 3. Características más relevantes de la terapia de reemplazo con levotiroxina

Es necesario valorar la eficacia del tratamiento cada 2 meses, determinando los niveles plasmáticos 3-4 h después de la toma de levotiroxina. Según los resultados obtenidos se ajusta gradualmente la dosis de la hormona (con incrementos del 25% al 50%) hasta alcanzar el nivel deseado de T4. Pueden realizarse nuevas evaluaciones cada 6 a 12 meses.

La mayoría de los pacientes tiroideos son tratados por vía oral como pacientes externos, excepto los animales con coma por mixedema (raro) que son tratados con levotiroxina vía intravenosa (la terapia oral se instaurará cuando el animal esté estabilizado) y terapia de soporte.

Los perros presentan una alta resistencia a la tirotoxicosis, debido a la elevada capacidad de aclaramiento por vía biliar y fecal de estas hormonas. A las dosis recomendadas, es muy rara la presentación de la misma (con la administración exógena de T3 es más factible inducir hipertiroidismo, sobre todo en perros de raza grande cuando la dosis es calculada a partir del peso corporal). La sintomatología del hipertiroidismo yatrogénico se caracteriza por la presentación de poliuria, polidipsia, nerviosismo, pérdida de peso, aumento apetito, jadeo e hipertermia. El diagnóstico se confirma por los niveles de HT y por la reducción de los síntomas tras la suspensión del tratamiento.

La levotiroxina se absorbe en el tracto gastrointestinal por difusión pasiva, principalmente en íleon y colon, incrementándose en medio ácido. La absorción puede modificarse por distintos factores intraluminales como comida, flora intestinal, pH, etc. La absorción neta es baja, del 10-50%, con marcadas variaciones individuales, por lo que se puede modificar fácilmente la absorción. En humanos, la biodisponibilidad de la LT4 es del 50-80%, pero en perros es mucho más reducida (35%) como consecuencia del efecto de primer paso y de la baja absorción. El incremento de las dosis de T4 reduce la vida media de la hormona, por su farmacocinética dosis-dependiente. Si se duplica la dosis de T4 se provoca un incremento del pico circulante del 50-60%, esto es, la farmacocinética de la T4 no es lineal. El éxito de la terapia de reemplazo con T4 depende de la evidencia de la resolución de los signos clínicos y del establecimiento de concentraciones terapéuticas de HT.

Monitorización

La eficacia de la sustitución de la HT se controla con la determinación de la concentración plasmática de TSH y TH. La TSH es un marcador preciso de la actividad de la HT, porque su liberación desde la glándula adenohipofisaria es extremadamente sensible al control por retroalimentación de dicha hormona en sangre.

Antes de alcanzar una condición de estado estacionario son necesarias 4-6 semanas de tratamiento y no se monitorizará hasta entonces. Si se observa que las modificaciones –después de 2 semanas de terapia– de la concentración TSH y T4 no se encuentran dentro de los rangos de referencia, se ajustará la dosis y se monitorizará a las 2 semanas de comenzar el tratamiento. Cuando el paciente recibe la dosis estable de levotiroxina, la determinación de TSH se hará con menor frecuencia, cada 6 meses o 1 vez al año. En pacientes que se dosifican 2 veces al día, se determinan los niveles plasmáticos al pico y, en los que reciben una al día, se determinan tanto al pico como en valle (previa a la administración, indica los niveles que se mantienen entre dosis); si el pico es adecuado pero el valle es bajo sugiere la necesidad de dosificar cada 12 h. Si se mantienen altos los niveles de TSH, se refleja un escaso cumplimiento a largo plazo de la administración de la medicación. Aunque la mejora del metabolismo es aparente a partir de las 2 semanas de terapia, los cambios dérmicos pueden tardar de semanas hasta meses hasta normalizarse. Así, el nivel de colesterolemia es rápidamente corregido mientras que la anemia asociada al hipotiroidismo puede tardar semanas. En animales con reducida capacidad de metabolizar la T4 y, por tanto, con un mayor riesgo de tirotoxicosis (como los que presentan hipoadrenocorticismo, diabetes, cardiopatías o edad avanzada), se introducirá la terapia con T4 de forma gradual: comenzar con el 25% de la dosis normal e ir incrementando un 25% cada 15 días (esta pauta se hace cuando las dosis usuales son altas, en el límite superior del rango y se administra 2 veces al día). Si se usa el protocolo usual de 20 μg/kg/24 h, hay una mínima incidencia de efectos no deseables en animales con hipotiroidismo y enfermedades concurrentes.

Interacciones

Las alteraciones súbitas de las concentraciones de TSH, pese al tratamiento constante con levotiroxina, pueden deberse a interacciones farmacológicas que afectan a su absorción y metabolismo. Se requiere una acidez gástrica adecuada para su absorción, siendo necesario aumentar la dosis en pacientes en tratamiento con inhibidores de la bomba de protones. Los fármacos inductores enzimáticos del citocromo P450, como la rifampicina y el difenilhidantoinato incrementan el metabolismo hepático de la T4. En tales casos, debe aumentarse la dosis de T4, con la finalidad de mantener un estado de eutiroidismo. Los animales hipotiroideos y diabéticos tienden a ser resistentes a la insulina siendo los requerimientos de insulina menores tras iniciar la terapia de reemplazo.

Existen situaciones fisiopatológicas en las que es necesario modificar la pauta de administración, entre las que destacan las siguientes:

El hipotiroidismo de carácter subclínico requiere dosis menores que el clínico.

La edad del perro: administración de dosis menores en los animales más mayores.

Insuficiencia cardiaca o enfermedad renal: administración de dosis menores para no sobrecargar los órganos afectados, ya que la tiroxina incrementa la demanda de oxígeno cardiaco; por ello, la dosis inicial se reduce un 25-50%.

Los requerimientos de yodo aumentan hasta cuatro veces durante las fases de actividad reproductiva (apareamiento/gestación), haciendo recomendable la administración de dosis más elevadas (entre el 25% y el 50%) para asegurar una buena ovulación o espermatogénesis y evitar las muertes o reabsorciones embrionarias y fetales.

En caso de neoplasias o infecciones crónicas en las que esté indicado el reposo metabólico se administran dosis menores.

Bajo ciertas condiciones ambientales como el frío, se debe incrementar la dosis.

 

bibliografía