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El segundo caso de curación de un paciente con infección por VIH

A diferencia de lo que ha ocurrido con otras infecciones víricas como la hepatitis C, hasta el momento no se dispone de fármacos erradicadores frente a la infección por VIH. A pesar de los avances en la terapia antirretroviral, tampoco se ha conseguido desarrollar una vacuna preventiva eficaz, por lo que la cura de esta infección y del SIDA (fase avanzada de la enfermedad) ha sido vista, en ocasiones, como una utopía.

Excepcionalmente, hace más de una década, en 2008, se describió el único caso de cura de esta infección. El conocido como “paciente Berlín” se sometió, para tratar su leucemia mieloide aguda, a dos trasplantes alogénicos de células madre hematopoyéticas procedentes de un donante que presentaba una mutación homocigótica en el correceptor CCR5 del VIH (CCR5 Δ32/Δ32) –receptor celular muy importante en el proceso de invasión de las células linfoides humanas por el virus–; seguidamente, recibió un tratamiento de radioterapia corporal total. Si bien no están claros los factores que contribuyeron a la remisión viral, lo cierto es que el paciente permanecía libre del virus a largo plazo.

Un reciente artículo publicado en la revista Nature hace referencia a un segundo caso de cura de la infección con un enfoque menos agresivo y tóxico. Postulado por la prensa generalista como “el paciente Londres”, se trata de un hombre adulto con diagnóstico confirmado de infección por el VIH-1 desde 2003 que, en 2012, fue diagnosticado con linfoma de Hodgkin. Para tratar dicho tumor, fue sometido a un trasplante alogénico de precursores hematopoyéticos utilizando células de un donante CCR5 Δ32/Δ32 y, al poco tiempo, sufrió un episodio de enfermedad de injerto contra huésped.

Cabe destacar que la terapia antirretroviral se interrumpió 16 meses después del trasplante, describiéndose la remisión del VIH-1 a largo plazo: se mantuvo durante al menos otros 18 meses, y tanto el ARN del VIH-1 en plasma (<1 copia/ml) como en ADN viral en linfocitos T CD4 periféricos eran indetectables tras ese período. Empleando un total de 24 millones de células T CD4 en reposo, los ensayos cuantitativos de crecimiento viral de linfocitos periféricos demostraron que no había reactivación del virus.

Es importante destacar que, antes del trasplante, en el paciente en cuestión se hallaron virus con tropismo CCR5 y no virus con tropismo por el receptor CXCR4. Sin embargo, después del trasplante, las células T CD4 aisladas de sangre periférica del paciente no expresaron el correceptor CCR5, y solo mostraron susceptibilidad ex vivo a los virus con tropismo CXCR4. Además, los anticuerpos específicos anti-VIH1 (y su nivel de afinidad) cayeron –tras el trasplante– a niveles similares a los encontrados en el paciente Berlín.

En definitiva, aunque a los 18 meses tras la interrupción del tratamiento es prematuro concluir que este paciente ha sido curado, los datos del estudio sugieren que un único trasplante alogénico de precursores hematopoyéticos con células homocigóticas para CCR5 (Δ32/Δ32) puede ser suficiente para lograr la remisión del VIH-1 con una leve terapia de acondicionamiento y sin necesidad de irradiación. Tales hallazgos respaldan e impulsan el desarrollo de estrategias curativas de la infección por VIH que tengan como diana la inhibición de la expresión del correceptor CCR5.