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Trifluridina/Tipiracilo ▼(Servier) en cáncer colorrectal

Resumen

La trifluridina es un agente antineoplásico de estructura nucleosídica que actúa como un antimetabolito de la base desoxitimidina, incorporándose a la cadena de ADN celular y provocando la formación de cadenas anómalas de ADN, las cuales determinan un efecto deletéreo la multiplicación celular. El medicamento está formado por la combinación de la trifluridina con tipiracilo (en proporción molar 1:0,5), un inhibidor del enzima timidina fosforilasa que responsable de la rápida inactivación de la trifluridina. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer colorrectal metastásico que hayan sido previamente tratados o no se les considere candidatos al tratamiento con terapias disponibles, incluidas quimioterapia basada en fluropirimidinas, oxaliplatino e irinotecán, agentes anti-VEGF y agentes anti-EGFR. Los datos clínicos proceden de un amplio estudio realizado sobre 800 pacientes, encontrándose una mejora en la mediana de la supervivencia global de 2 meses con relación al placebo y de 0,3 meses en la supervivencia libre de progresión tumoral. Presenta un perfil toxicológico notable, en línea con otros antineoplásicos del grupo, destacando por encima de todos los efectos adversos de naturaleza hematológica y gastrointestinal, aunque el porcentaje de pacientes que suspendieron el tratamiento debido a los eventos adversos fue mayor con placebo que con el medicamento (10,6 vs. 13,6%). Visto en este contexto y con la prudencia que exige cualquier comparación indirecta de datos clínicos, su modesta eficacia es similar a la del regorafenib, aunque aparentemente con un grado algo mejor de tolerabilidad.

 

ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS

El cáncer colorrectal es el tipo de cáncer más comúnmente diagnosticado en España, representando el 15,0% de todos los nuevos casos, por delante del cáncer de próstata, el de mama y el de pulmón; esto supone en torno a 55 nuevos casos anuales por cada 100.000 varones españoles y unos 30 para las mujeres. Aproximadamente 15.500 personas fallecen en nuestro país por esta causa; solo el cáncer de pulmón, con 22.000 fallecimientos anuales, supera al cáncer colorrectal como causa de muerte de origen neoplásico. Afortunadamente, el cáncer colorrectal es el tumor que mejor se puede prevenir mediante un cribado poblacional relativamente sencillo y asequible, en el que la oficina de farmacia ya está jugando un papel de gran relevancia.

El tipo histológico más común de cáncer de colon es el adenocarcinoma (>93%), que puede ser mucinoso (coloide) o de células en anillo de sello; otros tipos histológicos mucho menos comunes son los escirrosos y los neuroendocrinos. Estos últimos suelen presentar un pronóstico más precario que las variantes de adenocarcinoma puro. Los adenocarcinomas constituyen también la gran mayoría de tumores rectales (>95%).

La localización más habitual de los tumores de colon son el descendente y sigma (40%), y el cecoascendente (40%); el restante 20% corresponde a colon transverso. Las tres cuartas partes de los tumores de recto se localizan en la ampolla, mientras que la cuarta parte restante se localiza en el recto sigmoide; solo un pequeño porcentaje (1-2%) se sitúan en el ano.

Las características fisiopatológicas y las sintomatologías del cáncer de colon y el de recto son muy similares, motivo por el cual se consideran habitualmente como una misma entidad patológica, con escasas diferencias. Los síntomas son, en general, poco específicos y consisten fundamentalmente en hemorragia rectal (sangre fresca en las heces o pérdidas a través del ano), cambios de hábitos intestinales, dolor abdominal, obstrucción intestinal, cambios en el apetito, pérdida de peso y debilidad general.

Con excepción de los síntomas obstructivos, los síntomas no se correlacionan necesariamente con el estadio de la enfermedad ni con la localización del tumor. Sin embargo, la localización tiene importantes consecuencias prácticas, ya que, en el caso del cáncer rectal, la distancia del tumor desde la musculatura del esfínter anal es determinante sobre la capacidad de llevar a cabo cirugías para preservar el esfínter anal. Asimismo, las restricciones óseas de la pelvis limitan el acceso quirúrgico al recto y ello resulta en una probabilidad menor de obtener márgenes ampliamente negativos y un riesgo más alto de recidiva local.

Aproximadamente el 75% de todos los casos de cáncer colorrectal son esporádicos y los restantes se relacionan con la historia familiar y/o enfermedades intestinales inflamatorias; de los casos familiares, solo el 5% tienen un patrón de herencia bien definido.

Existen dos mecanismos génicos independientes que pueden conducir al desarrollo del cáncer colorrectal. El primero es iniciado por la inactivación mutacional del gen supresor de tumor APC, el cual es responsable de la poliposis adenomatosa familiar (FAP) y de aproximadamente el 85% de los cánceres colorrectales esporádicos. Algunos de estos carcinomas se desarrollan tras la activación mutacional de β-catenina (CTNNB1), cuya actividad normalmente regulada por APC. El segundo mecanismo es iniciado a través de la inactivación de una familia de genes supresores de tumor involucrados en la reparación del daño al ADN, conocidos como genes MMR o Mismatch (MSH2, MLH1 y PMS2). Se han encontrado mutaciones en estos genes tanto en individuos con cáncer colorrectal esporádico (15%) como hereditario. Se ha descrito además inactivación mutacional de otros genes supresores de tumor como DPC4/SMAD4 y activación mutacional de oncogenes como COX-2, los cuales están presentes en etapas tardías de la formación del cáncer colorrectal.

En resumen, el cáncer colorrectal evidencia una gran heterogeneidad genética, debido a que puede desarrollarse por diferentes vías, dependiendo del gen alterado inicialmente; por ejemplo, si ocurre una alteración en un gen supresor de tumores o en un protooncogén, como APC o K-RAS respectivamente, se desarrolla la vía supresora; si, por el contrario, la mutación se presenta en un gen de reparación como MLH1 o MSH2, se desencadena la vía mutadora, mientras que si se produce una inactivación en la expresión de genes por mecanismos epigenéticos, el cáncer se podría desarrollar por la vía de la metilación.

El cáncer de colon es una enfermedad altamente tratable y, a menudo, curable cuando se localiza en el intestino. La cirugía es la forma primaria de tratamiento y resulta en la curación de aproximadamente 50% de los pacientes, aunque la recidiva es un problema grave y, con frecuencia, la causa definitiva de muerte. Sea como fuere, la cirugía es la primera y única opción en los estadios O (cáncer in situ) a II, también se emplea en la fase III pero acompañada de quimioterapia adyuvante; en la fase IV, las metástasis hepáticas son tratadas con cirugía y quimioterapia neoadyuvante, mientras que los cuadros de cáncer recidivante son tratados, una vez más, con cirugía, quimioterapia y terapia dirigida.

El tratamiento del cáncer de recto varía en algunos aspectos del de cáncer de colon debido al aumento del riesgo de recidiva local y un pronóstico general más precario. Las diferencias incluyen la técnica quirúrgica, el uso de radioterapia y el método de administración de la quimioterapia. Además de determinar cuál es la intención de la cirugía del cáncer de recto (es decir, curativa o paliativa), es importante considerar aspectos terapéuticos relacionados con el mantenimiento o el restablecimiento de la normalidad del esfínter anal, el funcionamiento genitourinario y la función sexual.

El valor potencial de la quimioterapia adyuvante para los pacientes de cáncer de colon en estadio II es polémico. Los análisis conjuntos y los metanálisis indican una mejora leve de la supervivencia global de los pacientes tratados con terapia basada en fluorouracilo (5-FU) adyuvante. Antes del año 2000, este fármaco era la única quimioterapia citotóxica útil en el entorno adyuvante para los pacientes de cáncer de colon en estadio III; sin embargo, ya en el año 2000, se estableció que la capecitabina era preferible en términos de eficacia y de seguridad, siendo al menos equivalente a la combinación de fluorouracilo y leucovorina (ácido folínico). Asimismo, la combinación del oxaliplatino al fluororacilo y leucovorina mejoró la supervivencia global de esta combinación; el tegafur (UFT), un análogo del fluorouracilo, también ha sido utilizado. Por su parte, el irinotecán, utilizado en el cáncer de colon metastásico, no es útil en tumores localizados. Inicialmente se utilizaron combinaciones de fluorocilo con ácido folínico (leucovorina, LV) en diversos esquemas (bolo o infusión continua), con un mejor perfil de toxicidad en aquellos de infusión continua. Las fluoropirimidinas orales (capecitabina, UFT) han demostrado ser al menos tan eficaces como las combinaciones de 5-FU y LV, con la ventaja de una administración más cómoda. Posteriormente, se demostró que la adición de oxaliplatino a los esquemas de 5-FU y LV (esquema FOLFOX) aumentaba la supervivencia libre de enfermedad y la supervivencia global frente a esquemas con 5-FU y LV. La combinación de capecitabina y oxaliplatino (esquema CAPOX) también se ha mostrado superior a 5-FU y LV. Por ello, el estándar de tratamiento adyuvante actualmente consiste en 6 meses de quimioterapia mediante la pauta FOLFOX, o bien CAPOX como alternativa.

Hasta un cuarto de los pacientes con tumores de colon presentan metástasis (las más frecuentes, hepáticas y pulmonares) en el momento del diagnóstico, a pesar de lo cual, puede ser subsidiario de cirugía: si el tumor primario causa problemas (obstrucción, sangrado, etc.) puede realizarse, en el caso de que sea posible, una extirpación del mismo, o una cirugía paliativa sin resección tumoral para restituir el tránsito intestinal (colostomía de descarga). Por el momento, no existe tratamiento curativo para el cáncer colorrectal metastásico, aunque puede prolongarse la vida del paciente de forma significativa, pasando de 6 meses (supervivencia media sin tratamiento) hasta un promedio de 20 con quimioterapia selectiva. Para los pacientes de enfermedad recidivante local o metastásica del hígado solamente o del pulmón solamente, la resección quirúrgica, si es posible, es el único tratamiento potencialmente curativo.

En la actualidad, hay un grupo de fármacos autorizados para el tratamiento de pacientes de cáncer colorrectal metastásico que se usan solos o en combinación. Además de los fármacos ya comentados previamente (fluoropirimidinas, irinotecán y oxaliplatino), son útiles en el tratamiento de la enfermedad metastásica determinados anticuerpos monoclonales. En este sentido, se ha observado que la supervivencia de los pacientes es mayor cuantos más fármacos lleguen a recibir a lo largo de la evolución de la enfermedad. Por ello, lo habitual es administrar combinaciones de quimioterapia (fluoropirimidina combinada con oxaliplatino o irinotecán) y cuando la enfermedad progresa a un tratamiento concreto, se cambia de esquema de quimioterapia. Se han diseñado múltiples esquemas de tratamiento. Algunos de ellos (FOLFOX y CAPOX) ya se han mencionado para el tratamiento de la enfermedad localizada, pero otros, basados en el uso de irinotecán combinado con 5-FU (FOLFIRI, IFL), sólo son útiles en la enfermedad metastásica.

Para los pacientes con cáncer de recto metastásico que recidiva localmente, solo en el hígado o solo en el pulmón, la resección quirúrgica es el único tratamiento potencialmente curativo. Los pacientes con metástasis pulmonar limitada y los pacientes con metástasis tanto pulmonares como hepáticas, también se pueden considerar para resección quirúrgica, con una supervivencia a 5 años posible en pacientes muy seleccionados. El uso de la quimiorradioterapia de inducción para pacientes no irradiados previamente con recidivas pelvianas localizadas en estado avanzado (compromiso de la pared pelviana lateral, el sacro o los órganos adyacentes) puede aumentar la resecabilidad y permitir la preservación del esfínter.

El desarrollo de nuevos anticuerpos monoclonales selectivos está incrementando las opciones terapéuticas disponibles y, en particular, el cáncer colorrectal metastásico es uno de los tumores donde el uso de estos fármacos está más desarrollado. En general, se utilizan combinándolos con la quimioterapia convencional antes mencionada.

El bevacizumab es un anticuerpo monoclonal parcialmente humanizado que se une al factor de crecimiento endotelial vascular. Actúa, por tanto, sobre la neovascularización tumoral. En combinación con quimioterapia basada en irinotecán (FOLFIRI o IFL), ha demostrado mejorar los resultados de la quimioterapia sola, aumentando la supervivencia global de los pacientes. También existen datos favorables en la combinación con esquemas con oxaliplatino (CAPOX o FOLFOX), retrasando la progresión de la enfermedad.

El cetuximab es un anticuerpo monoclonal parcialmente humanizado contra el receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR) y, por tanto, tiene como objetivo fundamental frenar la angiogénesis tumoral. Debido a que el cetuximab afecta la señalización de la tirosina cinasa en la superficie de la membrana celular, los tumores con mutaciones que causan activación de las vías descendientes del EGFR de la mutación K-RAS, no son sensibles a sus efectos ya que de existir mutaciones de K-RAS, ésta se encuentra activada de manera constante e independiente del EGFR, por lo que su bloqueo por cetuximab no resulta útil.

Otro fármaco anti-EGFR usado en estos pacientes es el panitumumab, que requiere para su uso, como en el caso anterior, descartar la existencia de mutación de K-RAS. Está admitido su uso en monoterapia tras progresión a primera línea. Los efectos secundarios son muy similares a los del cetuximab, excepto por una muy baja incidencia de reacciones de hipersensibilidad, por lo que no precisa premedicación.

El aflibercept es una proteína de fusión recombinante, formada por porciones de los lugares de unión del factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF) de los dominios extracelulares de los receptores humanos VEGFR-1 y 2, fusionados con una porción Fc de la IgG1 humana. El fármaco actúa como un receptor soluble que se une al VEGF-A, actuando de señuelo, con una afinidad más alta que sus receptores nativos, con lo que previene la unión de los ligandos endógenos a dichos receptores y, de esta forma, bloquea la señalización correspondiente. Para el cáncer colorrectal se utiliza en combinación con quimioterapia con irinotecán-fluorouracilo-ácido folínico (FOLFIRI).

Aunque no es un medicamento biológico, el regorafenib se incluye en este campo por estar estrechamente relacionado con los mecanismos farmacológicos de la inmunoquimioterapia del cáncer colorrectal. Se trata del primer inhibidor de tirosina cinasas (TKI) comercializado que ha conseguido demostrar algún grado de beneficio clínico, en términos de supervivencia en los pacientes con cáncer colorrectal metastásico con progresión tumoral pese a haber sido intensamente tratados con los medicamentos de referencia actuales. El regoranib es un inhibidor de un amplio grupo de tirosina cinasas, incluyendo las que forman parte de receptores de ligandos endógenos implicados en la angiogénesis tumoral (VEGFR1, 2 y 3; TIE2, FGFR1 Y PDGFRB), la oncogénesis (KIT, RET, RAF-1, BRAF) y el microambiente tumoral (PDGFR, FGFR). El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer colorrectal metastásico que han sido previamente tratados con las terapias disponibles o no se les considera candidatos adecuados a dichas terapias, incluyendo quimioterapia basada en fluoropirimidinas, terapia anti-VEGF y terapia anti-EFGR; también está indicado en pacientes adultos con tumores del estroma gastrointestinal (GIST) irresecables o metastásicos que progresaron durante el tratamiento previo con imatinib y sunitinib o son intolerantes al mismo (Cuéllar, 2016).

ACCIÓN Y MECANISMO

La trifluridina es un agente antineoplásico de estructura nucleosídica que actúa como un antimetabolito de la base desoxitimidina, incorporándose a la cadena de ADN celular y provocando la formación de cadenas anómalas de ADN, las cuales determinan un efecto deletéreo la multiplicación celular. El medicamento está formado por la combinación de la trifluridina con tipiracilo (en proporción molar 1:0,5), un inhibidor del enzima timidina fosforilasa que responsable de la rápida inactivación de la trifluridina; en consecuencia, el tipiracilo permite mantener niveles adecuados de trifluridina para que ésta ejerza su efecto citostático; de hecho, la coadministración de tipiracilo incrementa en 37 veces la exposición celular a la trifluridina. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer colorrectal metastásico que hayan sido previamente tratados o no se les considere candidatos al tratamiento con terapias disponibles, incluidas quimioterapia basada en fluropirimidinas, oxaliplatino e irinotecán, agentes anti-VEGF y agentes anti-EGFR.

Aunque está estrechamente relacionada con el fluorouracilo, la trifluridina ejerce su efecto citotóxico a través de un mecanismo algo diferente, ya que el fluorouracilo es transformado en flurouridina-monofosfato, que es fosforilado posteriormente a difosfato. Tras ello, se forma el correspondiente 2-desoxinucleótido por acción del enzima ribonucleótido reductasa, siendo posteriormente reducido a la forma de monofosfato (5-fluoro-2-desoxiuridina-monofosfato, 5-FdUMP). Éste es precisamente el auténtico antimetabolito o forma activa del fluorouracilo, ya que es capaz de inhibir la síntesis de timidilato y, con ella, la de ADN, como consecuencia de la formación de un complejo ternario estable entre 5-FdUMP, la timidilato sintasa y el cofactor N5,10-metileno-tetrahidrofolato.

La trifluridina presenta actividad antiviral, actuando también como antimetabolito de la timidina en la síntesis de ADN viral. Actúa sobre virus del Herpes simplex, tipos 1 y 2.

ASPECTOS MOLECULARES

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La trifluridina es un evidente análogo molecular de la desoxitimidina, una de las bases nucleicas del ADN, de la que tan solo se diferencia en que el grupo metilo (-CH3) del anillo pirimidínico está sustituido por otro de trifluorometilo (-CF3) en la trifluridina.

La analogía molecular de ambos con el tiperacilo es también evidente, lo cual se justifica obviamente por el hecho de que es un potente inhibidor del enzima timidina fosforilasa, capaz de desactivar químicamente a la trifluridina de forma rápida.

Aunque el fluorouracilo guarda una estrecha relación estructural con la trifluridina, su mecanismo de acción citotóxico es algo diferente, como ya se ha indicado.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas de la combinación trifluridina/tipiracilo han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones autorizadas mediante un ensayo clínico de fase 3 (confirmatorio de eficacia y seguridad), aleatorizado, multicéntrico, doblemente ciego y controlado con placebo (RECOURSE; Mayer, 2015).

El estudio fue realizado sobre un total de 800 pacientes con adenocarcinoma de colon o de recto histológica o citológicamente confirmado, que hubieran recibido al menos dos regímenes quimioterápicos para el cáncer colorrectal metastásico y que fueran refractarios o que no hubiesen tenido una respuesta satisfactoria a ­regímenes conteniendo fluoropirimidinas, irinotecán, oxaliplatino, algún anticuerpo monoclonal anti-VEGF (como bevacizumab) y, para aquellos pacientes con genotipo KRAS salvaje (no mutado), algún anticuerpo monoclonal anti-EGFR (cetuximab, panitumumab).

Todos los pacientes recibieron el mejor tratamiento de soporte y aleatoriamente fueron asignados a recibir por vía oral dos dosis diarias de placebo o de trilfuridina/tipiracilo (35 mg/m2/dosis, en proporción 1:0,5) durante cinco días a la semana, con dos días de descanso, durante las dos primeras semanas, seguidas de otras dos semanas de descanso, completando así ciclos mensuales (cuatro semanas), que se mantuvieron hasta la progresión de la enfermedad o toxicidad intolerable por el paciente.

En cuanto a las características demográficas y clínicas de los pacientes, un 61% eran varones, la mediana de edad era de 64 años y la proporción de pacientes con genotipo KRAS no mutado (salvaje, wild) era de 49%; la localización del tumor primario era en el colon en un 62% de los pacientes, y en el recto en el restante 38%, con una mediana de tiempo transcurrido desde la confirmación de metástasis hasta el inicio del estudio de 31 meses.

Como variable primaria de eficacia se utilizó la supervivencia global, definida como el tiempo transcurrido desde el inicio del estudio hasta la fecha de la muerte. Como variables secundarias se usaron la supervivencia libre de progresión tumoral, definida como el tiempo transcurrido entre el inicio del estudio hasta la progresión tumoral determinada radiológicamente o la muerte por cualquier causa; el tiempo hasta el fallo del tratamiento (desde el inicio del estudio hasta progresión tumoral, descontinuación del tratamiento o muerte por cualquier causa), tasa de respuesta global (proporción de pacientes con evidencia de respuesta completa o parcial) y tasa de control de la enfermedad (tasa de pacientes con respuesta completa o parcial, o estabilización de la enfermedad).

Los resultados obtenidos mostraron como supervivencia global una mediana de 7,2 meses con trifluridina/tipiracilo vs. 5,2 meses con placebo (tasa de riesgo, HR=0,69; IC95% 0,59 a 0,81; p<0,0001), con una tasa de supervivencia a un año del 27,1 vs. 16,6% de los pacientes. Por lo que respecta a la supervivencia libre de progresión tumoral, la mediana fue de 2,0 vs. 1,7 meses (HR=0,48; IC95% 0,41 a 0,57; p<0,0001), la mediana del tiempo hasta el fallo del tratamiento fue de 1,9 vs. 1,7 meses (HR=0,50; IC95% 0,42 a 0,58; p<0,0001), la tasa de respuesta global del 1,6 vs. 0,4% (p<0,0001) y la tasa de control de la enfermedad del 44,0 vs. 16,3% (p<0,0001).

Cuando el análisis de los resultados se circunscribe a los pacientes españoles (n=112; media de 61 años, 62% varones) del estudio anterior, los resultados fueron homogéneos con los generales, con tasas de supervivencia global de 6,6 vs. 4,6 meses (HR=0,47; IC95% 0,28 a 0,78; p=0,0032) y de supervivencia libre de progresión tumoral de 2,0 vs. 1,7 meses (HR=0,47; IC95% 0,30 a 0,74; p=0,001) (Longo Muñoz, 2016).

Desde el punto de vista de la seguridad, la combinación trifluridina/tipiracilo presenta un perfil toxicológico notable, en línea con otros antineoplásicos del grupo, destacando por encima de todo los efectos adversos de naturaleza hematológica y gastrointestinal. La incidencia de global de eventos adversos relacionados con el tratamiento fue del 86% con trifluridina/tipiracilo vs. 55% con placebo, la de eventos adversos graves (grado ≥3) fue del 69 vs. 52% y el porcentaje de pacientes que suspendieron el tratamiento debido a los eventos adversos fue del 10,6 vs. 13,6% (mayor con placebo).

Los eventos adversos más comunes que aparecieron durante el tratamiento fueron anemia (32 vs. 4,5%), neutropenia (29 vs. 0%), diarrea (24 vs. 9,1%), náusea (39 vs. 11%), vómitos (20 vs. 4,5%), astenia (11 vs. 4,5%), fatiga (25 vs. 10%) y anorexia (27 vs. 11%). En cuanto a los eventos adversos más graves (grado ≥3), los más comunes fueron anemia (12,2 vs. 1,9%), neutropenia (20,1 vs. 0%), diarrea (2,3 vs. 0%) y fatiga (2,1 vs. 1,9%).

ASPECTOS INNOVADORES

La trifluridina es un agente antineoplásico de estructura nucleosídica que actúa como un antimetabolito de la base desoxitimidina, incorporándose a la cadena de ADN celular y provocando la formación de cadenas anómalas de ADN, las cuales determinan un efecto deletéreo la multiplicación celular. El medicamento está formado por la combinación de la trifluridina con tipiracilo (en proporción molar 1:0,5), un inhibidor del enzima timidina fosforilasa que responsable de la rápida inactivación de la trifluridina. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer colorrectal metastásico que hayan sido previamente tratados o no se les considere candidatos al tratamiento con terapias disponibles, incluidas quimioterapia basada en fluropirimidinas, oxaliplatino e irinotecán, agentes anti-VEGF y agentes anti-EGFR.

Los datos clínicos proceden de un amplio estudio realizado sobre 800 pacientes, encontrándose una mejora en la mediana de la supervivencia global de 2 meses (7.2 vs. 5,2) con relación al placebo y de 0,3 meses (2,0 vs. 1,7) en la supervivencia libre de progresión tumoral, con una tasa de supervivencia a un año del 27,1 vs. 16,6%. Entre los 112 pacientes españoles incluidos en el estudio, los resultados fueron homogéneos con los generales.

La combinación trifluridina/tipiracilo presenta un perfil toxicológico notable, en línea con otros antineoplásicos del grupo, destacando por encima de todo los efectos ­adversos de naturaleza hematológica y gastrointestinal, aunque el porcentaje de pacientes que suspendieron el tratamiento debido a los eventos adversos fue mayor con placebo que con el medicamento (10,6 vs. 13,6%).

No se dispone de estudios directamente comparativos con otros fármacos indicados en cáncer colorrectal metastásico en pacientes que previa e infructuosamente hayan sido sometidos a varios regímenes quimio e inmunoterápicos. De hecho, estos pacientes tienen muy pocas opciones entre el arsenal farmacológico actualmente disponible, destacando como única excepción el regorafenib.

El regoranib es un inhibidor de un amplio grupo de tirosina cinasas (TK), incluyendo las que forman parte de receptores de ligandos endógenos implicados en la angiogénesis tumoral (VEGFR1, 2 y 3; TIE2, FGFR1 Y PDGFRB), la oncogénesis (KIT, RET, RAF-1, BRAF) y el microambiente tumoral (PDGFR, FGFR). En pacientes con cáncer colorrectal metastásico progresivo tras los tratamientos estándar actuales, ha mostrado incrementos en torno a 1,4 meses de la supervivencia global, con tasas de supervivencia a los 12 meses del 24 vs. 17% frente al placebo. Presenta una elevada incidencia de efectos adversos (debilidad, cansancio, anorexia, síndrome mano-pie, diarrea, infecciones, hipertensión y disfonía, etc.), que obliga a tratamientos adicionales, a frecuentes ajustes posológicos (más de la mitad de los pacientes) o incluso a la suspensión definitiva del tratamiento (2-8%) (Cuéllar, 2015).

Visto en este contexto y con la prudencia que exige cualquier comparación indirecta de datos clínicos, la modesta eficacia de la combinación trifluridina/tipiracilo (algo explicable, dada la condición terminal de este tipo de pacientes) puede equipararse a la del regorafenib, aunque con un grado de tolerabilidad algo mejor para trifluridina/tipiracilo.

VALORACIÓN

TRILFURIDINA/TIPIRACILO

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LONSURF® (Servier)

Grupo Terapéutico (ATC): L01BC. AGENTES ANTINEOPLÁSICOS E INMUNOMODULADORES. Antimetabolitos: análogos de pirimidina.

Indicaciones autorizadas: Tratamiento de pacientes adultos con cáncer colorrectal metastásico que hayan sido previamente tratados o no se les considere candidatos al tratamiento con terapias disponibles, incluidas quimioterapia basada en fluropirimidinas, oxaliplatino e irinotecán, agentes anti-VEGF y agentes anti-EGFR.

INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS EN ESPAÑA

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Fluorouracilo

Fluoro Uracil

Meda Pharma

1964

Tegafur

Utefos

Mylan (Almirall)

1978

Trifluridina/Tipiracilo

Lonsurf

Servier

2017

BIBLIOGRAFÍA

Eliglustat ▼(Sanofi Aventis) en enfermedad de Gaucher

Resumen

El eliglustat es un inhibidor selectivo de la glucosilceramida sintasa (UDP-ceramida sintasa), que cataliza la biosíntesis de glucoesfingolípidos a partir de UDP-glucosa y ceramida, lo que permite reducir la acumulación de glucofsilceramida dentro de los lisosomas, ante un déficit o disfunción bioquímica de la b-glucosidasa ácida (b-glucocerebrosidasa) natural, tal como ocurre en la enfermedad de Gaucher. El medicamento (huérfano) ha sido autorizado para el tratamiento a largo plazo de pacientes adultos con enfermedad de Gaucher de tipo 1. Los datos procedentes de los estudios clínicos de referencia sugieren un efecto clínicamente relevante, con reducción significativa de la esplenomegalia y la hepatomegalia, y mejoras en los parámetros hematológicos. La sustitución de la terapia enzimática de restauración por eliglustat no parece afectar negativamente a los pacientes y, en cambio, mejora su calidad de vida al sustituir la administración IV cada dos semanas por una cómoda posología oral. Desde el punto de vista de la seguridad, el eliglustat presenta un perfil toxicológico relativamente benigno, asociándose a eventos adversos generalmente leves y transitorios (cefalea, artralgia, nasofaringitis, infección del tracto respiratorio superior, diarrea y vértigo), sustancialmente mejores que con su competidor, el miglustat. Todo ello sugiere un posible papel para el eliglustat como tratamiento de primera línea para pacientes con enfermedad de Gaucher de tipo 1 que no hayan mejorado sustancialmente con la terapia de restauración enzimática.

 

ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS

Se distinguen dos tipos básicos de metabolopatías que afectan a las proteínas intracelulares:

  • Síntesis defectuosa o ausencia total de proteínas estructurales. Dentro de este apartado se incluye a un amplio grupo de anemias hemolíticas congénitas.
  • Almacenamiento anómalo en lisosomas. Una de las misiones esenciales que tienen los lisosomas (pequeños orgánulos intracelulares ricos en enzimas de muy diverso tipo) es degradar muchas de las sustancias producidas por la propia célula. De ahí, que la deficiencia de un enzima específico provoque la acumulación del correspondiente sustrato, potencialmente lesivo para la célula y, en última instancia, para el conjunto del organismo.

Las enfermedades por almacenamiento anómalo en lisosomas constituyen una amplia variedad de deficiencias enzimáticas que provocan la acumulación de diversas sustancias en el interior de los lisosomas: glucoproteínas, mucopolisacáridos, glucolípidos, oligosacáridos, etc. Los síntomas varían según el tipo de producto acumulado, pero la mayoría conduce a graves alteraciones neurológicas y la evolución suele ser fatal durante los primeros años de vida; generalmente, tienen un carácter hereditario de tipo autosómico recesivo. Un ejemplo de éstas es la enfermedad de Gaucher, que es debida a una alteración del almacenamiento de lípidos. Fue descrita por primera vez por Philippe Gaucher en 1882, identificándose su causa como la deficiencia o ausencia de actividad de la enzima β-glucosidasa, también conocida como β-glucocerebrosidasa o glucosilceramidasa EC3.2.1.45 (GBA1), que conduce a la acumulación de glucocerebrósido o glucosilceramida (GLC).

La enfermedad parece afectar a hombres y mujeres por igual y se manifiesta bajo tres presentaciones clínicas: la de tipo 1 (no neuronopática), la de tipo 2 (neuronopática aguda) y la de tipo 3 (neuronopática crónica), en función de la presencia o no de deterioro neurológico, la edad en la identificación y el grado de progresión de la enfermedad. Los pacientes con los tipos 2 y 3 manifiestan complicaciones más graves que aquellos con la de tipo 1, muriendo muchos de ellos a edades tempranas (incluso infantiles). Por el contrario, la enfermedad de Gaucher de tipo 1 ocurre principalmente en adultos y representa el 95% de los casos; en aquellos casos en los que la manifestación ocurre antes de la edad adulta, es probable que tenga una progresión más rápida.

Su incidencia en la población general es de 1:20.000-200.000 habitantes, aunque entre poblaciones intensamente endogámicas como la de los judíos Ashkenazi, son portadores de genes defectuosos entre el 8% y el 10% de la población, la incidencia es muchos más común (1:400-1.000). En España, la incidencia general es muy baja, estimándose del orden de 1:200.000, aunque la alta proporción de sujetos asintomáticos (entre un 10% y un 15% de los casos) sugieren una incidencia real mayor de la observada.

Bioquímicamente, la enfermedad de Gaucher se caracteriza por la acumulación de glucosilceramida (glucocerebrósido), como consecuencia de un déficit o una deficiencia funcional de ß-glucosidasa ácida (ß-glucocerebrosidasa). La glucosilceramida es un intermedio normal en el catabolismo de globósidos y gangliósidos, y su hidrólisis a ceramida y glucosa está catalizada por el enzima indicado. El glucocerebrósido deriva principalmente del recambio celular hematopoyético.

La acumulación del lípido glucocerebrósido en los macrófagos-monocitos tisulares da lugar a las denominadas células de Gaucher. Estas células se caracterizan por tener un diámetro de 20-100 μm, pequeños núcleos excéntricos y citoplasma con arrugas y estriación; se encuentran principalmente en hígado, bazo y médula ósea, apareciendo de forma esporádica en pulmón, riñones e intestino, causando secuelas hematológicas (anemia y trombocitopenia graves), esplenomegalia progresiva y complicaciones esqueléticas muy comunes e incapacitantes (osteonecrosis, osteopenia, fracturas patológicas secundarias, etc.). La acumulación de células de Gaucher incrementa la producción de citocinas proinflamatorias, que son responsables del agrandamiento del bazo y del hígado, la destrucción ósea, las anomalías pulmonares, la anemia, la trombopenia y la leucopenia.

La disminución en la actividad de la enzima glucocerebrosidasa en la enfermedad de Gaucher está causada por mutaciones en el gen de la glucocerebrosidasa o en el de su activador, saposina C. Se han descrito unas 60 mutaciones del gen de la glucocerebrosidasa, y al menos dos del de la saposina C. Las mutaciones más frecuentemente encontradas en el gen de la glucocerebrosidasa, con independencia del origen étnico de los individuos, corresponden a las sustituciones de asparagina por serina en el aminoácido 370 (N370S) y leucina por prolina en la posición 444 (L444P).

No existe un tratamiento definitivo actualmente para este tipo de enzimopatías, aunque son candidatas claras, por su origen monogénico, al desarrollo de terapias génicas específicas. Afortunadamente, se han desarrollado tratamientos de restauración enzimática para algunas de ellas, consistentes en la administración exógena del enzima deficitario o disfuncional, actualmente de origen recombinante en la gran mayoría de los casos. En el caso de la enfermedad de Gaucher se dispone desde 1999 de la forma recombinante del enzima, imiglucerasa (Cerezyme®) y anteriormente estuvo comercializada la alglucerasa (Ceredase®) hasta que fue sustituida por la imiglucerasa; en 2011 se comercializó la velaglucerasa alfa (Vpriv®) y, posteriormente, la taliglucerasa alfa (Elelyso®), aunque esta última no está comercializada en España.

La terapia de restauración enzimática es especialmente eficaz en los trastornos hematológicos (mejoría de la anemia en un 30% y la trombopenia en un 40%) y el tratamiento de las visceromegalias (la hepatomegalia se reduce un 20% y la esplenomegalia un 35%), con evidentes resultados ya en los primeros 6 meses del tratamiento. Las manifestaciones óseas, aunque de modo más lento, también responden satisfactoriamente a la infusión de la enzima. Además, la terapia restauración enzimática posee un excelente perfil de seguridad.

Otra opción terapéutica consiste en el empleo de pequeñas moléculas capaces de inhibir la glucosilceramida sintasa (UDP-ceramida sintasa), que cataliza la biosíntesis de glucoesfingolípidos a partir de UDP-glucosa y ceramida, lo que permite reducir la acumulación de glucosilceramida dentro de los lisosomas. El primer fármaco de este grupo fue el miglustat (Zavesca®), comercializado en 2004; sin embargo, debido a sus características moleculares, el miglustat también es capaz de inhibir en mayor o menor grado los enzimas α-glucosidasa I y II, implicadas en los procesos de plegamiento y funcionamiento de las proteínas; además, también inhibe a sucrasa y maltasa (dos disacaridasas), todo lo cual posiblemente se relaciona con una elevada incidencia de reacciones adversas con miglustat, como temblor (30%), diarrea (85%), pérdida de peso (65%), trombopenia, entumecimiento y sensación de ardor en las manos y los pies. Debido los papeles esenciales de los glucoesfingolípidos, la reducción a largo plazo de los niveles de estos lípidos puede afectar a una amplia variedad de funciones celulares normales. El miglustat se emplea para los pacientes que no pueden recibir la terapia de restauración enzimática debido a que hayan experimentado previamente reacciones anafilácticas a la administración exógena del enzima recombinante. Pero su baja tolerabilidad condujo al desarrollo del eliglustat (Cerdelga®), más selectivo que su antecesor y, por ello, con un mejor perfil de seguridad. Tanto miglustat como eliglustat son cómodamente administrados por vía oral, a diferencia de los enzimas de restauración, que requieren administración IV.

ACCIÓN Y MECANISMO

El eliglustat es un inhibidor selectivo de la glucosilceramida sintasa (UDP-ceramida sintasa), que cataliza la biosíntesis de glucoesfingolípidos a partir de UDP-glucosa y ceramida, lo que permite reducir la acumulación de glucosilceramida dentro de los lisosomas, ante un déficit o disfunción bioquímica de la ß-glucosidasa ácida (ß-glucocerebrosidasa) natural, tal como ocurre en la enfermedad de Gaucher. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento a largo plazo de pacientes adultos con enfermedad de Gaucher de tipo 1 (EG1).

Biológicamente, los glucoesfingolípidos participan en los procesos de crecimiento y diferenciación celular, organización de la membrana celular y señalización bioquímica. Además de ser un elemento estructural esencial para la síntesis de esfingolípidos (glucoesfingolípidos y esfingomielinas), es también una potente molécula de señalización. Por su parte, la glucosilceramida parece tener un importante papel en el mantenimiento del crecimiento de los axones neuronales. Es, pues, es un intermedio normal en el catabolismo de globósidos y gangliósidos, y su hidrólisis a ceramida y glucosa está catalizada por la ß-glucosidasa ácida (ß-glucocerebrosidasa), deficiente o disfuncional en la enfermedad de Gaucher.

ASPECTOS MOLECULARES

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El eliglustat guarda una cierta familiaridad química con el miglustat, un iminoazúcar que actúa como inhibidor de la glucosilceramida sintasa (glucosiltransferasa), así como de los enzimas α-glucosidasa I y II, y de sucrasa y maltasa (dos disacaridasas) y que deriva de la 1-desoxinojirimicina, por lo que también está estrechamente relacionado con el miglitol, un inhibidor de α-glucosidasas presentes en la superficie interna del intestino delgado, utilizado como agente hipoglucemiante (reduce la conversión de sacarosa en glucosa y fructosa), pero responsable también de efectos adversos gastrointestinales y diarrea osmótica, fruto de sus efectos sobre el metabolismo glucídico intestinal.

Existen algunas importantes diferencias estructurales entre eliglustat y miglustat. La más relevante es que la molécula de eliglustat recuerda a la fracción de ceramida de la glucosilceramida, mientras que el miglustat está más próximo estructuralmente a la fracción de glucosa de la glucosilceramida, lo que determina una mayor selectividad del eliglustat sobre la glucosilceramida sintasa; por otro lado, esta misma diferencia estructural determina que el eliglustat carezca de efectos significativos sobre los enzimas α-glucosidasa I y II, y sobre las disacaridasas sucrasa y maltasa, con lo que la incidencia de efectos adversos digestivos es notablemente inferior que con el miglustat.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del eliglustat han sido adecuadamente contrastadas en la indicación autorizada mediante dos ensayos clínicos de fase 3 (confirmatorios de eficacia y seguridad), aleatorizados, multicéntricos y multinacionales. El primero de ellos (ENGAGE; Mistry, 2015) fue doblemente ciego, controlado con placebo y desarrollado sobre un total de 40 pacientes no tratados anteriormente en 18 centros de 12 países; el segundo fue un estudio abierto de no inferioridad (ENCORE; Cox, 2015), en el que se comparó el eliglustat con el tratamiento de restauración enzimática (imiglucerasa) en 160 pacientes procedentes de 39 centros de cuatro continentes.

En el primero de los estudios (ENGAGE) se incluyó a 40 pacientes adultos con enfermedad de Gaucher de tipo 1 con esplenomegalia más trombocitopenia o anemia, que no habían sido tratados específicamente con anterioridad (naïve). Los pacientes fueron estratificados en función del grado de esplenomegalia y fueron asignados aleatoriamente a recibir por vía oral eliglustat (50 o 100 mg/12 h) o placebo durante un periodo de nueve meses. La variable primaria de eficacia consistió en el grado de variación del volumen del bazo (expresado múltiplos del tamaño normal) durante los nueve meses de tratamiento; como variable secundaria se determinó la variación en el nivel de hemoglobina y los cambios porcentuales en el volumen del hígado y del recuento plaquetario.

Los resultados mostraron una reducción media del volumen del bazo del 27,8% (IC95% -32,6 a -23,0; de 13,9 a 10,2 múltiplos del tamaño normal del bazo) en el grupo tratado con eliglustat frente un incremento medio del 2,3% (IC95% -2,5 a 7,1; de 12,5 a 12,8 múltiplos del bazo normal) con placebo, lo que supone una diferencia absoluta entre ambos tratamientos del 30,0 puntos porcentuales (IC95% -36,8 a -23,2; p<0,001). En cuanto a las variables secundarias, las diferencias absolutas favorecieron claramente al grupo tratado con eliglustat, con una diferencias medias absolutas de +1,22 g/dl de incremento de los niveles de hemoglobina (IC95% 0,57 a 1,88; p<0,001), una reducción del 5,5% del volumen hepático (IC95% -11,4 a -1,9; p=0,007) y un incremento del 41,1% en el recuento de plaquetas (IC95% 24,0 a 58,2; p<0,001).

En el segundo de los estudios (ENCORE) se seleccionó a 160 pacientes adultos con enfermedad de Gaucher de tipo 1 que había recibido terapia de restauración enzimática con imiglucerasa (infusión IV), asignándoles aleatoriamente para mantener dicho tratamiento o sustituirlo por eliglustat (100-150 mg/12 h, oral) durante un periodo de un año. La variable clínica principal fue el porcentaje de pacientes que estabilizaron su condición, cumpliendo con un criterio compuesto formado por parámetros bioquímicos y de volumen orgánico al final del periodo (niveles de hemoglobina no inferiores a 15 g/l, reducción del recuento plaquetario no superior del 25%, incremento no superior al 25% en el volumen del bazo e incremento no superior al 20% en el volumen del hígado). Se consideró como margen de inferioridad un 25% para el grupo tratado con eliglustat, con relación al de imiglucerasa.

Los resultados mostraron que en la población sujeta a protocolo, la tasa de pacientes que mantuvieron su condición clínica estable (variable primaria compuesta) fue del 85% con eliglustat vs. 94% con imiglucerasa, siendo la diferencia entre grupos de -8,8 puntos porcentuales (IC95% -17,6 a +4,2), estadísticamente no significativa.

Desde el punto de vista de la seguridad, el eliglustat presenta un perfil toxicológico relativamente benigno, asociándose a eventos adversos generalmente leves y transitorios. Los más comunes que aparecieron durante el tratamiento fueron cefalea (17%), artralgia (14%), nasofaringitis (13%), infección del tracto respiratorio superior (11%), diarrea (10%) y vértigo (10%).

La frecuencia de eventos adversos intensos (severos) emergentes durante el tratamiento fue del 9,0%, que estaban mayoritariamente ligados a la hospitalización por la aparición de otras patologías graves que pudieran incrementar el riesgo para los pacientes con enfermedad de Gaucher. Entre ellos, los más frecuentemente descritos fueron infarto de miocardio (4 pacientes) y síncope (5 pacientes), sobre un total de 393 pacientes controlados. Un 3% de los pacientes suspendió el tratamiento con eliglustat debido a la aparición de eventos adversos durante el tratamiento.

ASPECTOS INNOVADORES

El eliglustat es un inhibidor selectivo de la glucosilceramida sintasa (UDP-ceramida sintasa), que cataliza la biosíntesis de glucoesfingolípidos a partir de UDP-glucosa y ceramida, lo que permite reducir la acumulación de glucosilceramida dentro de los lisosomas, ante un déficit o disfunción bioquímica de la ß-glucosidasa ácida (ß-glucocerebrosidasa) natural, tal como ocurre en la enfermedad de Gaucher. El medicamento (huérfano) ha sido autorizado para el tratamiento a largo plazo de pacientes adultos con enfermedad de Gaucher de tipo 1 (EG1).

Los datos registrados en los estudios clínicos de referencia sugieren un efecto clínicamente relevante. En concreto, en el estudio ENGAGE, tras nueve meses de tratamiento con eliglustat el volumen medio del bazo fue reducido en un 30% y el del hígado en un 6%, mientras que aumentaban los niveles de hemoglobina en 1,22 g/l y el recuento plaquetario en un 41%, encontrándose los mejores resultados en los pacientes más gravemente afectados por la enfermedad de Gaucher. Por otro lado, los datos del estudio ENCORE han mostrado la no inferioridad del eliglustat durante un año con respecto a la terapia estándar de restauración enzimática, en el mantenimiento de los parámetros hematológicos y de los volúmenes orgánicos (bazo e hígado) en pacientes tratados previamente durante al menos tres años con dicha terapia de restauración.

Desde el punto de vista de la seguridad, el eliglustat presenta un perfil toxicológico relativamente benigno, asociándose a eventos adversos generalmente leves y transitorios. Los más comunes (10-20%) son cefalea, artralgia, nasofaringitis, infección del tracto respiratorio superior, diarrea y vértigo. Se ha observado que con dosis varias veces superiores a las utilizadas en clínica, el eliglustat se asociaba con un alargamiento del intervalo QT del electrocardiograma, aunque no han observado anomalías cardiovasculares asociadas con las dosis utilizadas en los dos ensayos clínicos de referencia. No obstante, ante la ausencia de experiencia clínica en pacientes con patología cardíaca previa, se contraindica su uso en estos pacientes y, con el de evitar elevadas concentraciones plasmáticas del medicamento, se recomienda una dosificación personalizada en función de la capacidad metabolizadora, determinando el estatus del genotipo CYP2D6 por ser este isoenzima del citocromo P450 el principal responsable de su metabolismo hepático.

La aparición de la terapia de restauración enzimática para la enfermedad de Gaucher en la década de los 90 del siglo pasado supuso una notable mejora la situación clínica de estos pacientes y, de hecho, se han convertido en la terapia estándar para estos pacientes; sin embargo, la terapia de restauración enzimática con imiglucerasa o velaglucerasa alfa tiene algunas limitaciones importantes. La primera de estas limitaciones es la necesidad de administrarla en forma de infusión IV lo, dado el carácter no curativo del tratamiento, obliga a esta forma de administración de forma persistente durante toda la vida; obviamente, la vía IV, en especial cuando se requiere utilizar cada dos semanas (como es el caso de imiglucerasa y velaglucerasa alfa), afecta de forma significativa a la calidad de vida de los pacientes.

Por otro lado, aunque estos enzimas tienen un perfil de seguridad aceptable, mantienen el riesgo inevitable de reacciones alérgicas durante las infusiones IV, lo que contraindica posteriores administraciones o producen anticuerpos que pueden reducir la eficacia a largo plazo. Por otro lado, al tratarse de enzimas y, por tanto, tener un elevado peso molecular, no son susceptibles de atravesar la barrera hematoencefálica y con ello no podrían utilizarse en los tipos 2 y 3 (neuronopáticas) de la enfermedad de Gaucher. No obstante, ni el miglustat ni el eliglustat han sido estudiados específicamente en estos tipos por el momento, al menos en ensayos clínicos controlados.

No hay estudios directamente comparativos entre eliglustat y miglustat. Sin embargo, de forma indirecta se manifiesta una evidente diferencia en cuanto a perfiles de seguridad, ya que mientras que con el eliglustat la incidencia de los más comunes no supera el 20% y son de carácter leve y transitorio, los del miglustat son mucho más comunes (86% diarrea 86%, 70% pérdida de peso, 30% temblor y casos aislados de disfunción cognitiva y neuropatía periférica, posiblemente relacionados con deficiencia de vitamina B12) y obligan a evaluaciones periódicas de las funciones neurológicas.

Los resultados de los estudios clínicos sugieren un posible papel para el eliglustat como tratamiento de primera línea para pacientes con enfermedad de Gaucher de tipo 1 que no hayan mejorado sustancialmente con la terapia de restauración enzimática (imiglucerasa, velaglucerasa alfa), con la clara ventaja de la administración oral del eliglustat, preferida por el 94% de los pacientes (Sachi, 2016).

VALORACIÓN

ELIGLUSTAT

CERDELGA® (Sanofi Aventis)

Grupo Terapéutico (ATC): A16AX. TRACTO ALIMENTARIO Y METABOLISMO. Otros productos

Indicaciones autorizadas: Tratamiento a largo plazo de pacientes adultos con enfermedad de Gaucher de tipo 1 (EG1) que son metabolizadores lentos, metabolizadores intermedios (MI) o metabolizadores rápidos (MR) del CYP2D6.

INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS EN ESPAÑA

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Miglustat

Zavesca

Actelion

2004

Eliglustat

Cerdelga

Sanofi Aventis

2017

BIBLIOGRAFÍA

Daratumumab ▼(Janssen Cilag) en mieloma múltiple

El daratumumab es un anticuerpo monoclonal humano que se une específicamente a la molécula CD38, que es expresada de forma muy marcada por las células de mieloma múltiple, lo que activa diversos mecanismos citotóxicos e inmunes que acaban con la lisis o la apoptosis dichas células. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento en monoterapia de pacientes adultos con mieloma múltiple en recaída y refractario al tratamiento, que haya recibido previamente un inhibidor del proteasoma y un agente inmunomodulador y que hayan presentado progresión de la enfermedad en el último tratamiento. El análisis combinado de los estudios clínicos en monoterapia muestra una tasa global de respuesta en torno al 31%, con una supervivencia global estimada de 19,9 meses. Desde el punto de vista toxicológico, el daratumumab presenta un perfil caracterizado por reacciones adversas muy frecuentes y, en bastantes casos, graves aunque tratables en su mayoría. A pesar de las mejoras incorporadas en el tratamiento del mieloma múltiple, especialmente con las recientes de carfilzomib y pomalidomida, la mayoría de los casos acaban por hacerse resistentes y ello sin contar con el importante porcentaje de pacientes que son refractarios de inicio a dichos tratamientos. Por ello, la incorporación de una nueva vía farmacológica, como es la del daratumumab, actuando sobre la molécula CD38, supone un avance modesto pero clínicamente relevante.

 

ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS

El mieloma múltiple o mieloma de células plasmáticas es un agresivo tumor hematológico maligno de linfocitos B, que presenta algunas características similares a la leucemia. Supone aproximadamente el 1% de los casos de cáncer y, específicamente, el 10% de los hematológicos; sin embargo, dado su actual carácter de incurable, supone el 2% de la mortalidad por cáncer y el 20% de la de los cánceres hematológicos. La incidencia en la Unión Europea es de 4,5-6,0 casos por cada 100.000 habitantes/año y la mortalidad es de 4,1/100.000/año; la supervivencia a los cinco años está en torno al 47%.

La mediana de edad de diagnóstico se sitúa en torno a los 65 años y solo un 2% de los casos diagnosticados corresponden a pacientes menores de 40 años. Es algo más común en varones que en mujeres (1,4:1). En general, los países del sur de Europa – España entre ellos – tienen tasas de incidencia y mortalidad más bajas que los del norte; sin embargo, tanto en unos como en otros la mortalidad por esta patología está creciendo. En España se registran entre 1.500 y 2.000 casos al año (40 nuevos casos por cada millón de habitantes), cifras que alcanzan globalmente en la Unión Europea cerca de 30.000 casos. Su incidencia en España es de 1,5-2,5 por cada 100.000 en menores de 65 años, pero sube a 25-30 a partir de esa edad, afectando a un número ligeramente superior de hombres que de mujeres.

El mieloma múltiple forma parte de las denominadas gammapatías monoclonales, un grupo heterogéneo de enfermedades caracterizadas por una producción anormal de inmunoglobulinas y la aparición de tumores de células plasmáticas. Las células plasmáticas malignas características del mieloma múltiple – células mielomatosas – se acumulan en la médula ósea y pueden llegar al torrente sanguíneo, provocando una alteración de la función de la médula ósea normal, daños óseos y alteración de la función inmune. Las células mielomatosas pueden también formar tumores localizados, los plasmocitomas, que pueden tener una localización tanto ósea como extraósea; justamente es cuando coexiten varios plasmocitomas, con diversas localizaciones, es cuando se emplea apropiadamente el término mieloma múltiple.

La característica típica de la célula mielomatosa es la producción y liberación al torrente circulatorio de una inmunoglobulina monoclonal, denominada proteína M, pero también conocida como proteína mielomatosa, para-proteína o proteína en pico (esto último es debido a la determinación mediante electroforesis). Se trata de una inmunoglobulina producida como consecuencia de la aparición de una o más mutaciones en los genes responsables de la producción de inmunoglobulinas en la célula mielomatosa.

La proteína M tiene una secuencia de aminoácidos y una estructura anormales en relación a las inmunoglobulinas fisiológicas, que provocan la adherencia entre las moléculas y con las estructuras celulares y tisulares tejidos: células sanguíneas, pared de los vasos sanguíneos u otros componentes de la sangre. Todo ello provoca la disminución del flujo sanguíneo, causando un síndrome de hiperviscosidad. En un 30 % de los casos se produce una mayor cantidad de cadenas livianas que las requeridas para combinar con las cadenas pesadas de las inmunoglobulinas, dando lugar a la proteína de Bence-Jones. Esta tiene un peso molecular de 22,000 daltons (Da) y es lo suficientemente pequeña como para ser excretada con la orina y producir un aumento de nivel de proteínas urinarias. Estas proteínas también pueden adherirse entre sí o con otros tejidos (como la inmunoglobulina completa), dando lugar a amiloidosis (depósitos proteicos en cualquier tejido del organismo, como riñón, tejido nervioso o músculo cardíaco) o a la enfermedad de depósito de cadenas livianas (las cadenas livianas se depositan al azar, pero especialmente en los pequeños vasos del ojo o del riñón). Las proteínas monoclonales anormales también tienen pueden provocar un amplio abanico de perturbaciones fisiológicas, al unirse a los factores de la coagulación (dando lugar a trastornos diversos de coagulabilidad) y a otras sustancias circulantes, con diversas consecuencias hormonales y metabólicas (Cuéllar, 2014).

La Beta 2 microglobulina (β2M) es una pequeña proteína cuyos niveles se encuentran elevados en pacientes con mieloma en actividad, aunque un 10% de los pacientes con mieloma no la producen. Precisamente, el estadiaje internacional del mieloma múltiple se basa en las concentraciones en suero de albúmina y de microglobulina β2: el estadio I se caracteriza por niveles de β2M inferiores a 3,5 mg/L y de albúmina mayores de 3,5 g/L; el II por β2M < 3,5 mg/L y de albúmina < 3,5 g/L, o bien β2M de 3,5 a 5,5 mg/L; finalmente, el estadio III se caracteriza por β2M > 5,5 mg/L (Novelli, 2011). Estos estadios se asocian con valores medianos de supervivencia progresivamente inferiores: I (62 meses), II (44) y III (29).

La etiología del mieloma múltiple es poco conocida. No obstante, se ha asociado el mieloma múltiple con la exposición a radiaciones ionizantes. Igualmente, el riesgo parece ser mayor si existen exposiciones ocupacionales relacionadas con la agricultura, refinerías, industrias del corcho, del metal, del plástico o de la madera, o si se ha trabajado como conductor de camiones. Algunos estudios apuntan también hacia la asociación con algunas substancias químicas como asbesto, benceno, pesticidas o pinturas y disolventes. Se ha sugerido la posible relación con algunas enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide.

El crecimiento descontrolado de las células mielomatosas tiene como una importante consecuencia la destrucción del esqueleto, la insuficiencia de la médula ósea, hipervolemia e hiperviscosidad sanguíneas, supresión de la producción de inmunoglobulinas normales e insuficiencia renal. Sin embargo la enfermedad puede permanecer asintomática durante muchos años. En la fase sintomática, el dolor óseo es el cuadro de presentación más común. Las células mielomatosas y el aumento del número de osteoclastos parecen ser las responsables de la destrucción ósea. Los factores endocrinos locales que regulan la formación y remodelación ósea son una auténtica miríada y consisten mayoritariamente en citocinas y factores de crecimiento producidos por células de los sistemas inmune y hematopoyético. El mecanismo que produce la activación de osteoclastos es complejo, pero se ha observado que participan diversas citocinas locales, tales como interleucinas (IL-1b, IL-6) y factor de necrosis tumoral alfa (TNFα), quimiocinas como las MIP-1 e las integrinas implicadas en el proceso de adhesión celular.

Entre las citocinas implicadas en el mieloma múltiple, quizá la mejor caracterizada sea la IL-6, producida fundamentalmente por las células madre de la médula ósea y los macrófagos. La IL-6 parece ser un importante mediador para el crecimiento, supervivencia y migración celular del mieloma, e incluso de la resistencia a la quimioterapia. Actúa como un estímulo paracrino de las células plasmáticas; por otro lado, la adhesión de las células plasmáticas al estroma de la médula ósea incrementa la secreción por éste de IL-6, lo que forma un auténtico sistema de retroalimentación – un círculo vicioso – que potencia la tumorigénesis plasmática; en definitiva, la IL-6 parece tener un papel fundamental en la patología del mieloma múltiple, potenciando la supervivencia de las células plasmáticas e inhibiendo su apoptosis. El efecto acumulativo de este complejo ambiente bioquímico da lugar a un desequilibrio de las fuerzas anti- y proapoptóticas dentro de las células de mieloma, favoreciendo la expansión clonal desregulada y la proliferación tumoral.

Actualmente, se considera que los factores efectores finales que regulan la remodelación ósea forman parte de la superfamilia del Factor de Necrosis Tumoral (TNF) y de la de su receptor. Entre ellos puede citarse el RANKL (Ligando del Receptor del Activador del Factor Nuclear Kappa-B), cuya producción es máxima en las células indiferenciadas del estroma osteoclástico y se reduce a medida que madura el fenotipo osteoblástico. Estimula la diferenciación, supervivencia y fusión de las células precursoras de osteoclastos, activa los osteoclastos maduros y prolonga su vida útil. Como resultado permite la expansión de la masa osteoclástica activa capaz de formar sitios de resorción ósea.

El tejido nervioso es afectado con frecuencia en los pacientes con mieloma, tanto por los efectos directos de los anticuerpos de las proteínas mielomatosas frente a la mielina, o por el depósito de fibrillas proteicas (amiloide). Estos efectos resultan en neuropatías periféricas. Por la susceptibilidad a las infecciones, las infecciones virales de los tejidos nerviosos son muy frecuentes, en especial por varicela zoster y parálisis de Bell. Tanto en el hueso como en los tejidos blandos puede producirse una compresión o desplazamiento de los nervios procedentes de la médula espinal o del tallo cerebral.

La predisposición a las infecciones es quizá el rasgo más característico de los pacientes con mieloma junto con la enfermedad ósea, debido a la inhibición de las funciones inmunes normales: producción deficitaria de anticuerpos normales, daño de la función de los linfocitos T y activación anómala de la función monocito/macrófago. Los pacientes con mieloma son particularmente susceptibles a las infecciones virales y a las infecciones con bacterias encapsuladas como el neumococo.

El tratamiento se basa fundamentalmente en la supresión de las células mielomatosas mediante quimio y/o radioterapia, asociado eventualmente a trasplante de células progenitoras hematopoyéticas periféricas. El fármaco antineoplásico más comúnmente utilizado es el melfalán, que continúa siendo el mejor agente único para el tratamiento del mieloma múltiple. La mayoría de los pacientes responden, particularmente cuando se lo utiliza combinado con prednisona. La asociación melfalán/prednisona (protocolo MP) es utilizada frecuentemente, dando lugar a respuestas objetivas en el 60% de los pacientes, manifestada por un 50% mejora en los niveles de proteína M, en los recuentos sanguíneos y en otros resultados bioquímicos, además de la mejoría de varios síntomas de la enfermedad, como el dolor óseo y la fatiga. La ciclofosfamida puede reemplazar el melfalán con una actividad antimielomatosa similar a la de éste. Asimismo, en pacientes con mieloma múltiple, los resultados alcanzados con bendamustina son, como mínimo, equiparables a los obtenidos con melfalán; incluso, la tasa de respuestas completas es sustancialmente mayor con bendamustina y el porcentaje de pacientes supervivientes a los cinco años también, aunque en ambos casos moderado (29% vs. 19%).

Aunque se han desarrollado combinaciones quimioterápicas más complejas con respuestas similares, o incluso ligeramente mejores, no está claro que sean de primera elección. De hecho, el protocolo MP sigue considerándose como el estándar terapéutico de inicio, dejando las combinaciones más complejas como una segunda línea para aquellos pacientes que no alcanzan una respuesta satisfactoria.

Diferentes líneas de investigación han facilitado la incorporación de otros agentes antineoplásicos, de carácter más selectivo, como es el caso del bortezomib, un inhibidor del proteasoma 26S, el cual resulta ser una herramienta celular fundamental en el control del ciclo vital celular y de la apoptosis, particularmente en el ámbito tumoral. El bortezomib fue autorizado en 2004 para el tratamiento de los pacientes con mieloma múltiple que han recibido previamente al menos dos tratamientos y que presentan progresión de la enfermedad demostrada con el último de estos tratamientos. Los datos clínicos disponibles indican unas tasas de respuesta del orden del 35% para respuestas completas y parciales, con tiempos de progresión de la enfermedad de 9 a 13 meses para estos pacientes respondedores, bastante superiores a los descritos en la bibliografía para los pacientes con mieloma múltiple refractario o recidivante (alrededor de tres meses).

El carfilzomib supone una evolución en el ámbito de los inhibidores del proteasoma. Su efecto irreversible y su mayor selectividad sobe la función enzimática de tipo quimotripsina del proteasoma en relación a su antecesor, el bortezomib, se traduce en un efecto antitumoral más potente y eficaz (con mayor supervivencia libre de progresión y reducción de la tasa de progresión tumoral) que el de éste, pero también algo más tóxico.

Algunos estudios premiliminares mostraron que la talidomida es capaz de producir una significativa respuesta en pacientes con mieloma, con tasas de respuesta del orden del 25% en pacientes con mieloma recidivante/refractario, en su mayoría, después de un doble trasplante. El problema que plantea este tratamiento es el de la toxicidad. De hecho, la talidomida comenzó a ser investigada tan solo cuatro años después de su retirada por su desgraciada implicación en numerosos y graves casos de dismorfogénesis fetal, calculándose que entre 1956 y 1962 más de 10.000 niños nacieron con importantes deformidades, fundamentalmente focomelia. Sin embargo, sus interesantes propiedades inmunomoduladoras atrajeron el interés de los científicos y algunos años después se había comprobado su potencial utilidad en múltiples patologías de tipo dermatológico, infeccioso y autoinmune. Asimismo, se comprobó su potencial antiangiogénico, siendo ensayada en diversos modelos de cáncer.

A pesar de haber sido autorizada como medicamento huérfano, incluso para el mieloma múltiple – en 2006 – su toxicidad siempre ha sido un factor limitante de todo su potencial farmacológico. De ahí, la necesidad de fármacos que mantuvieran sus propiedades o incluso las ampliaran, pero limitando su notable perfil toxicológico. Por ello, se desarrollaron derivados como la lenalidomida, que no solo mantenían las propiedades de la talidomida sobre diversos biomarcadores implicados en diversas patologías, sino que incluso las ampliaban, mejorando los resultados clínicos en mieloma múltiple, con un perfil toxicológico algo más benigno.

La pomalidomida es un análogo de talidomida y lenalidomida (de hecho, se trata del oxoderivado de la lenalidomida), utilizado en pacientes adultos con mieloma múltiple resistente al tratamiento o recidivante que hayan recibido al menos dos tratamientos previos, incluyendo lenalidomida y bortezomib, y que hayan experimentado una progresión de la enfermedad en el último tratamiento. Presenta una actividad antimielomatosa mayor que sus antecesores, con un perfil toxicológico similar o incluso algo más favorable.

Un aspecto confuso del tratamiento del mieloma ha sido el descubrimiento de que una disminución de los niveles de la proteína mielomatosa en el suero y/o en la orina no se traslada necesariamente a una remisión o a un aumento de la supervivencia. Dado que ningún tratamiento actual erradica todas las células mielomatosas, las características de aquellas residuales tras la quimioterapia inicial son de particular importancia. En este sentido, unas pocas células agresivas residuales pueden causar más problemas que una gran cantidad de células inactivas.

Una de las vías farmacológicas que ha despertado mayor interés en el campo de la terapéutica del mieloma múltiple es la de la molécula CD38, una glicoproteína de transmembrana que es intensamente expresada por las células del mieloma múltiple y, en menor medida, por diversos tipos de células linfoides y mieloides, e incluso en tejido no hematopoyéticos. La CD38 parece ejercer múltiples funciones, incluyendo actividad enzimática, regulación de la adhesión celular mediada por receptores y transducción de señales bioquímicas. La actividad enzimática implica la conversión de factores coenzimáticos, como NAD y NADP en diversos sustratos requeridos para la regulación de la señalización intracelular del calcio. Por su parte, la CD38 interviene en la adhesión al endotelio vascular, donde se acopla a la CD31 – su ligando natural presente en la superficie de las células endoteliales – y juega un papel relevante en la migración de los linfocitos; asimismo, la interacción CD38/CD31 parece ser determinante en la señalización transmembrana, caracterizada por la movilización del calcio y la secreción de diversas citocinas. En concreto, la unión de la CD38 da lugar a la activación de linfocitos T que induce la secreción de interleucina 6 (IL-6) y 10 (IL-10), factores estimulantes de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF) e interferón gamma (IFN-γ).

El empleo de altas dosis de quimioterapia (AD) asociado con el trasplante autólogo de células progenitoras hematopoyéticas (TASPE) ha demostrado mejorar tanto las tasas de respuesta como las expectativas de vida en los pacientes con mieloma. Se han alcanzado tasas de remisión completa que oscilan entre un 25% y un 75%. No obstante, el 90% de los pacientes recaen, con tiempos medios de recaída de 18 a 24 meses. La expectativa global de vida en estos pacientes es de aproximadamente 4 a 5 años.

La radioterapia es una importante de tratamiento del mieloma. Para los pacientes con importante destrucción ósea, intenso dolor y/o compresión nerviosa o de la médula espinal, la radioterapia local puede ser muy efectiva. La mayor desventaja es que daña en forma permanente las células progenitoras hematopoyéticas normales de la médula ósea en el área tratada.

Las recaídas que ocurren tras 1-3 años de haberse producido una primera remisión, son un problema frecuente en el mieloma. Aunque el interferón alfa o la prednisona en el tratamiento de mantenimiento pueden ser útiles para prolongar el período de remisión inicial, la recaída que sobreviene inevitablemente, requiere una reinducción con quimioterapia. Si ocurre una recaída después de una remisión de por lo menos 6 meses a un año, la primera estrategia es reutilizar la terapéutica que ha producido la remisión la primera vez. Aproximadamente el 50% de los pacientes alcanzarán la remisión. Esto ocurre especialmente en los pacientes en remisión de más de un año, tras la inducción inicial. Si la remisión ha durado menos de 6 meses, se deben utilizar algunas terapias alternativas. Éste también es el caso para la recaída que ha ocurrido después de la segunda o tercera vez que se utilizó el esquema inicial.

ACCIÓN Y MECANISMO

El daratumumab es un anticuerpo monoclonal humano que se une específicamente a la molécula CD38, que es expresada de forma muy intensa por las células de mieloma múltiple, activando diversos mecanismos citotóxicos e inmunes que acaban con la lisis o la apoptosis dichas células. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento en monoterapia de pacientes adultos con mieloma múltiple en recaída y refractario al tratamiento, que haya recibido previamente un inhibidor del proteasoma y un agente inmunomodulador y que hayan presentado progresión de la enfermedad en el último tratamiento.

La molécula CD38 es una glicoproteína de transmembrana que es intensamente expresada por las células del mieloma múltiple y, en menor medida, por diversos tipos de células linfoides y mieloides, e incluso en tejido no hematopoyéticos. La CD38 parece ejercer múltiples funciones, incluyendo actividad enzimática, regulación de la adhesión celular mediada por receptores y transducción de señales bioquímicas. La actividad enzimática implica la conversión de factores coenzimáticos, como NAD y NADP, en diversos sustratos requeridos para la regulación de la señalización intracelular del calcio. Por otra parte, la CD38 interviene en la adhesión al endotelio vascular, donde se acopla a la CD31 – su ligando natural presente en la superficie de las células endoteliales – y juega un papel relevante en la migración de los linfocitos; asimismo, la interacción CD38/CD31 parece ser determinante en la señalización transmembrana, caracterizada por la movilización del calcio y la secreción de diversas citocinas. En concreto, la unión de la CD38 da lugar a la activación de linfocitos T que induce la secreción de interleucina 6 (IL-6) y 10 (IL-10), factores estimulantes de colonias de granulocitos y macrófagos (GM-CSF) e interferón gamma (IFN-γ).

El daratumumab ejerce un mecanismo antineoplásico complejo frente a las células del mieloma múltiple. Por un lado, tras la unión del daratumumab al CD38, la región constante (Fc) del daratumumab se une a la molécula C1q de la cascada del complemento, lo que da lugar al inicio de la cascada del complemento y, con ello, a la formación de un complejo de ataque a la membrana (MAC) de la célula, lo que provoca la lisis y la muerte de ésta; se trata, por tanto, de citotoxicidad dependiente del complemento.

La molécula C1q es el elemento inicial de la denominada vía clásica del sistema del complemento. Este último es un componente fundamental de la respuesta inmunitaria defensiva y está formado por un conjunto de moléculas plasmáticas que son formadas consecutivamente (de ahí que se utilice el término de cascada del complemento). El sistema evoluciona a través de tres vías: clásica, alternativa y de las lectinas, aunque todas ellas acaban por producir el mismo enzima (C3), a partir de cuya activación todas las vías siguen la misma secuencia terminal, cuya finalidad última es la destrucción de microorganismos o de células anómalas, la neutralización de ciertos virus y el desarrollo de la respuesta inflamatoria que facilite el acceso de las células del sistema inmunitario al sitio. La vía clásica se inicia con la unión de la región constante (Fc) del anticuerpo ligado al antígeno a la molécula C1q, lo que provoca la activación del complejo C1qr. Tras sucesivas transformaciones (cascada) bioquímicas, se van forman los diversos elementos del complemento, algunos de los cuales forman complejos de hasta 15 unidades que se fijan sobre la membrana de la célula donde está fijada el anticuerpo, formando un poro iónico en la membrana celular que provoca una alteración osmótica y, en última instancia, induce la muerte celular por lisis. Tal conjunto de proteínas que constituye el poro es conocido como complejo de ataque a la membrana (MAC: Membrane Attack Complex).

Por otro lado, el propio fragmento Fc del daratumumab se une a células efectoras portadoras de receptores de dicho Fc (FcR-bearing effector cells), como es el caso de las células citotóxicas naturales (Natural Killers), activando el proceso de citotoxicidad; es decir, citotoxicidad mediada por células dependiente de anticuerpos. De forma similar, el fragmento Fc del daratumumab se une a células efectoras portadoras de receptores de dicho Fc de macrófagos, induciendo la actividad fagocítica de estos (fagocitosis celular dependiente de anticuerpos). Por último, la formación reticular derivada de la unión de fragmentos Fc del daratumumab induce directamente la apoptosis de las células sobre las que se fija.

ASPECTOS MOLECULARES

El daratumumab es un anticuerpo monoclonal humano del grupo de las inmunoglobulinas G1 (IgG1), formada por dos cadenas pesadas (HC) idénticas constituidas cada una de ellas por 452 aminoácidos, y dos cadenas ligeras (LC) kappa (κ) de 214 aminoácidos. Las cuatro cadenas están ligadas entre sí por puentes disulfuro (-S-S-) y otros enlaces de tipo no covalente. Las cadenas pesadas contienen cadenas de glicanos ligadas a través de átomos de nitrógeno (N) del aminoácido asparagina de la posición 302 (Asn-302).

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del daratumumab han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones autorizadas (monoterapia de pacientes adultos con mieloma múltiple en recaída y refractario a tratamientos previos) mediante dos ensayos clínicos de fase 2 (definición de eficacia y seguridad), aleatorizados, multicéntricos y abiertos. Adicionalmente, en otro ensayo clínico de fase 3 (confirmación de eficacia y seguridad) se estudió el daratumumab en combinación con bortezomib y dexametasona en mieloma múltiple recidivante o refractario a tratamientos previos (Palumbo, 2016).

El primero de los ensayos clínicos (Lonial, 2016) fue desarrollado en Canadá, Estados Unidos y España en pacientes adultos (≥18 años) con mieloma múltiple que habían sido tratados previamente con al menos tres líneas de tratamiento (incluyendo inhibidores del proteasoma e inmunomoduladores) o que fuesen refractarios a estos tratamientos. En la primera parte del estudio se definió la dosis a utilizar (8 o 16 mg/kg cada 2-4 semanas); 18 pacientes fueron incluidos en el grupo de 8 mg/kg y otros 16 en el de 16 mg/kg. En esta primera parte, se administró la dosis de daratumumab cada cuatro semanas durante los dos primeros ciclos, y cada 2 semanas durante los ciclos 3º al 6º (16 semanas) y posteriormente (a partir del 7º) cada cuatro semanas (en este caso, solo para la dosis de 16 mg/kg, a partir del 2º ciclo).

Los resultados de eficacia solo fueron reportados para el grupo tratado con la dosis de 16 mg/kg, al que se añadieron 90 pacientes más, hasta totalizar 106 pacientes. Sus principales características eran que el 80% habían recibido previamente un trasplante autólogo de células madre hematopoyéticas, un 95% eran refractarios al carfilzomib y otros agentes inmunomoduladores y el 97% eran refractarios a la última línea de tratamiento.

Como variable primaria de eficacia se determinó la tasa de respuesta global (incluyendo completa y parcial), definiéndose como respuesta completa la negatividad de inmunofijación sérica y urinaria, la desaparición de cualquier plasmocitoma tisular y la presencia de menos de un 5% de células plasmáticas; como respuesta parcial muy buena se definió la de los pacientes que presentasen niveles séricos o urinarios de proteína M detectables, pero no por electroforesis, o una reducción de al menos un 90% de los niveles séricos de proteína M y niveles urinarios de ésta inferiores a 100 mg/24 h. Finalmente, como respuesta parcial se definió la caracterizada conjuntamente por una reducción de al menos un 50% de los niveles séricos de proteína M y niveles urinarios de ésta inferiores a 200 mg/24 h.

La tasa de respuesta global fue del 29,2%, del cual un 2,8% presentó una respuesta completa, un 9,4% una respuesta parcial muy buena y un 17,0% una respuesta parcial. La mediana de la duración de la respuesta fue de 7,4 meses y la de supervivencia libre de progresión fue de 3,7 meses; la supervivencia global a los 12 meses fue del 64,8% y en el momento de hacer la determinación, la mediana de la supervivencia global era de 17,5 meses.

El segundo de los estudios (Lokhorst, 2015) consistió en un ensayo clínico de fases 1 y 2 realizado en pacientes con mieloma refractario o en recaída tras al menos dos cursos de tratamiento. En la primera parte (de fase 1, escalado de dosis) se administró daratumumab en dosis de 0,005 a 24 mg/kg; en la segunda parte, (de fase 2) 30 pacientes recibieron dosis de 8 mg/kg y 42 de 16 mg/kg, administrados una vez a la semana (8 dosis), cada dos semanas (8 dosis) y cada cuatro semanas (hasta totalizar 24 semanas). Los pacientes tenían una mediana de tiempo desde el diagnóstico de 5,7 años y de cuatro tratamientos previos; un 79% era refractario al anterior tratamiento y un 76% había recibido un trasplante autólogo de células madre hematopoyéticas.

Los resultados del estudio mostraron una tasa de respuesta global del 35,7% en la cohorte de pacientes tratados con la dosis de 16 mg/kg, incluyendo un 4,8% con respuesta completa y otro 4,8% con respuesta parcial muy buena; en el grupo tratado con la dosis de 8 mg/kg la tasa global de respuesta fue del 10% (3 pacientes, todos ellos con respuesta parcial). En el momento del análisis, los datos no fueron suficientemente maduros como para poder establecer una mediana de la duración de la respuesta ni de la supervivencia global con la dosis de 16 mg/kg, siendo para la de 8 mg/kg de 6,9 y 18,2 meses, respectivamente.

Finalmente, en un estudio clínico de fase 3 (Palumbo, 2016) se incluyó a 498 pacientes con mieloma refractario o recidivante, que fueron aleatoriamente asignados a recibir una combinación de bortezomib (1,3 mg/m2) y dexametasona (20 mg) sola o asociada a daratumumab (16 mg/kg). Los resultados obtenidos en el primer análisis preliminar mostraron una tasa de supervivencia libre de progresión tumoral a los 12 meses del 60,7% con daratumumab vs. 26,9% del grupo control. La tasa de respuesta global fue del 82,9 vs. 63,2% (p<0,001), siendo completa en el 19,2 vs. 9,0% y parcial muy buena en el 40,0 vs. 25,1%).

Desde el punto de vista de la seguridad, el daratumumab presenta un perfil toxicológico importante, con reacciones adversas muy frecuentes y, en muchos, graves. En monoterapia, los eventos adversos más frecuentemente descritos fueron de naturaleza infecciosa (infecciones del tracto respiratorio superior, 20%; neumonía, 11%; nasofaringitis, 15%), hematológica y linfática (anemia, 27%; neutropenia, 22%; trombocitopenia, 20%), metabólicas (anorexia, 15%), neurológicas (cefalea, 12%), vasculares (hipertensión, 10%), respiratorias (tos, 21%; congestión nasal, 17%; disnea, 15%), gastrointestinales (náusea, 27%; diarrea, 16%; estreñimiento, 15%; vómitos, 15%), músculo-esqueléticas (dolor de espalda, 23%; artralgia, 17%; dolor en las extremidades, 15%), generales (cansancio, 39%; fiebre, 21%; escalofríos, 10%) y reacciones relacionadas con la perfusión IV del fármaco1 (48%).

Las respectivas frecuencias de eventos adversos intensos (severos; grado ≥3) emergentes durante el tratamiento fueron del 17% para la anemia, 6% neumonía, 4% hipertensión, 3% reacciones asociadas a la perfusión IV, 2% dolor de espalda y cansancio.

Por lo que respecta a la asociación de daratumumab con bortezomib y dexametasona, en relación a la combinación de estos dos últimos, los eventos adversos severos (grado ≥3) más comunes fueron trombocitopenia (45,3 vs. 32,9%), anemia (14,4 vs. 16,0%) y neutropenia (12,8 vs. 4,2%). La incidencia de reacciones asociadas a la perfusión IV fue del 45,3% (8,6% de grado ≥3).

ASPECTOS INNOVADORES

El daratumumab es un anticuerpo monoclonal humano que se une específicamente a la molécula CD38, que es expresada de forma muy marcada por las células de mieloma múltiple, lo que activa diversos mecanismos citotóxicos e inmunes que acaban con la lisis o la apoptosis dichas células. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento en monoterapia de pacientes adultos con mieloma múltiple en recaída y refractario al tratamiento, que haya recibido previamente un inhibidor del proteasoma y un agente inmunomodulador y que hayan presentado progresión de la enfermedad en el último tratamiento.

El análisis combinado de los estudios clínicos en monoterapia muestra una tasa global de respuesta en torno al 31%, con una supervivencia global estimada de 19,9 meses. Es importante tener en cuenta que la población estudiada en los dos ensayos clínicos está formada por pacientes con mieloma múltiple refractario o recidivante que han sido intensamente pretratados con otros regímenes quimioterápicos (tres o más) y mayoritariamente sometidos a trasplante autólogo de células madre hematopoyéticas, en los que se obtienen tasas de respuesta tumoral que pueden ser favorablemente comparadas con las obtenidas con los más modernos fármacos inmunomoduladores (pomalidomida) e inhibidores del proteasoma (carfilzomib) en monoterapia. Es importante, asimismo, mencionar la manifiesta mejora de la eficacia de la combinación bortezomib/dexametasona al añadir daratumumab.

Desde el punto de vista toxicológico, el daratumumab presenta un perfil caracterizado por reacciones adversas muy frecuentes y, en bastantes casos, graves aunque tratables en su mayoría. En monoterapia, los eventos adversos más frecuentemente descritos son anemia, neutropenia, trombocitopenia, infecciones respiratorias, náusea, dolor de espalda, cansancio y reacciones relacionadas con la perfusión IV del fármaco; lo más graves – entre los frecuentes – son anemia, neumonía e hipertensión.

A pesar de las mejoras incorporadas en el tratamiento del mieloma múltiple, especialmente con las recientes de carfilzomib y pomalidomida, la mayoría de los casos acaban por hacerse resistentes y ello sin contar con el importante porcentaje de pacientes que son refractarios de inicio a dichos tratamientos. Por ello, la incorporación de una nueva vía farmacológica, como es la del daratumumab, actuando sobre la molécula CD38, supone un avance modesto pero clínicamente relevante.

VALORACIÓN

DARATUMUMAB

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DARZALEX® (Janssen Cilag)

Grupo Terapéutico (ATC): L01XC. AGENTES ANTINEOPLÁSICOS E INMUNOMODULADORES. Antineoplásicos: anticuerpos monoclonales.

Indicaciones autorizadas: Tratamiento en monoterapia de pacientes adultos con mieloma múltiple en recaída y refractario al tratamiento, que haya recibido previamente un inhibidor del proteasoma y un agente inmunomodulador y que hayan presentado progresión de la enfermedad en el último tratamiento.

INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar

BIBLIOGRAFÍA

 

Elbasvir/Grazoprevir ▼Zepatier®(Merck, Sharp&aDohme) en hepatitis C

Resumen

La asociación de elbasvir y de grazoprevir es una combinación de dos antivirales de acción directa, ambos activos sobre los virus de la hepatitis C (VHC); actúan sobre dos pasos consecutivos del proceso final de replicación del ARN viral. El elbasvir actúa inhibiendo específicamente la proteína NS5A, alterando su localización subcelular, sus procesos de hiperfosforilación e inhibiendo la síntesis de ARN viral; por su parte, el grazoprevir actúa inhibiendo específicamente el complejo de serina proteasa NS3/4A, lo que impide la replicación viral. La combinación ha sido autorizada para el tratamiento de la hepatitis C en adultos. Los datos clínicos indican unas tasas de respuesta viral sostenida a las 12 semanas (RSV

12) por encima del 90% en los pacientes con VHC con serotipos 1a y 1b, los mayoritarios en España, con independencia de la carga viral basal y el estatus hepático (con o sin cirrosis); en los cuadros provocados por el genotipo 4, la RSV12

es algo menor en los pacientes con cirrosis (83%). Sin embargo, en los pacientes infectados por el genotipo 1a en los que hay algún polimorfismo de la NS5A, la tasa de respuesta baja notablemente (53%), aunque la combinación con ribavirina en terapias de 16 semanas permite un control completo (100%). Sin duda alguna, el punto fuerte de la nueva combinación en su seguridad, con una incidencia de eventos adversos prácticamente indistinguible de la del placebo, leves y de corta duración: fatiga, cefalea, náusea, insomnio y prurito. En esta misma línea es destacable la eficacia y la seguridad del elbasvir/grazoprevir mostrada en pacientes con insuficiencia renal grave, incluyendo pacientes hemodializados.

 

ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS

Se estima que la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) afecta a 170-180 millones de personas en todo el mundo (2%), con una incidencia anual de 4 millones de nuevos casos y alrededor de 500.000 muertes. En España, la prevalencia de la infección por VHC C se sitúa en torno al 1,7% de la población general, lo que supone alrededor de 700.000 personas infectadas, todavía muchas de ellas sin diagnosticar.

Generalmente, la infección aguda por VHC es asintomática y muy raramente se asocia a una enfermedad mortal. Sin embargo, si no se trata, 15% de los pacientes con hepatitis C crónica acabará por desarrollar cirrosis hepática al cabo de 20 años, porcentaje que aumenta por encima del 40% a los 30 años; muchos de ellos acabarán por padecer un cáncer de hígado (hepatocarcinoma), a un ritmo de un 2% anual. Más del 50% de los pacientes que han necesitado un trasplante de hígado en España son pacientes con hepatitis C que han evolucionado a una enfermedad hepática terminal.

El virus de la hepatitis C (VHC) pertenece al género

Hepacivirus, de la familia

Flaviviridae. Se trata de un virus con cubierta de un diámetro de unos 50 nm, que tiene como material genético una única cadena de ARN en sentido positivo (+ssRNA). Existen 6 genotipos (1-6) y numerosos subgenotipos (a, b, c…) del VHC; en Europa y los EE. UU. el más frecuente es el 1 (70% de los casos, mayoritariamente el 1b, que en España supone el cerca del 45% de todas las infecciones por VHC, mientras que el 1a representa el 25%), seguido por el 3 (3a; 20%), el 4 (4%) y el 2 (2a, 2b y 2c; 3%).

La expresión del ARN del VHC utiliza la maquinaria genética de los hepatocitos humanos; para ello, induce la síntesis de una única proteína o poliproteína(C-E1-E2-p7-NS2-NS3-NS4A-NS4B-NS5A-NS5B), formada por 3.011 aminoácidos, lo que implica la necesidad de que varias proteasas celulares y virales (NS2 y NS3, junto con su cofactor NS4A, que forman parte de la propia poliproteína) actúen para liberar las formas activas de las 3 proteínas estructurales (E) y de las 7 no estructurales (NS) que la constituyen (Figura 1).

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Figura 1. Expresión del ARN del virus de la hepatitis C (VHC) y resultado del procesamiento de la poliproteína.

El procesamiento de la poliproteína se inicia por la señal peptidasa del retículo endoplásmico; liberando la proteína C que forma la cápside viral, las E1 y E2 de la envoltura de la partícula y la p7, forma los canales iónicos en la envoltura viral, necesarios para la liberación del genoma. Por su parte, la región de las proteínas no estructurales (NS2 a NS5B), es procesada por NS2 y NS3 que producen un corte autocatalítico de las regiones NS2-NS3 y NS3-NS4A, respectivamente. Esta última es un complejo enzimático que inicia el procesamiento del resto de la poliproteína viral; está constituido por la NS3, una enzima multifuncional con actividades de serina-proteasa y de ARN helicasa DexH/D (revierte el enrollamiento de cadenas de ARN formadas durante la replicación viral); por su parte, la NS4A es responsable de reorganizar la estructura y optimizar la actividad de NS3 y facilitar la localización del complejo NS3/4A sobre la membrana del retículo endoplásmico, donde es procesada la poliproteína viral.

La NS5A es una proteína intensamente fosforilada y forma parte del complejo de replicación; se une a la fracción 3’-terminal del ARN viral recién sintetizado e interacciona con la ARN polimerasa dependiente del ARN viral. Esta última es la proteína NS5B, obviamente esencial en la replicación del ARN viral, que utiliza la cadena de éste como molde para nuevas cadenas y cataliza el proceso de polimerización de los ribonucleótido-trifosfato (rNTP) durante este proceso de replicación viral. En definitiva, produce la hebra de ARN complementaria – ARN(–) – que servirá de molde para fabricar las auténticas hebras de ARN viral – ARN(+) –, que a su vez podrán ser de nuevo replicadas y traducidas, o bien empaquetadas en las proteínas estructurales para formar nuevas partículas virales de VHC, que son liberadas mediante un proceso de exocitosis (

Cuéllar, 2016

).

El VHC posee un elevada variabilidad genética (1.400-1.900 sustituciones/nucleótido/año), que es debida principalmente a la sustitución nucleotídica que ocurre durante el proceso replicativo y por la falta de actividad de exonucleasa de la polimerasa viral, que impide la corrección de errores en la secuencia replicada. Sin embargo, esta variabilidad no es uniforme, ya que existen regiones altamente conservadas, como la secuencia que codifica para la proteína de la cápside viral (C), la región para la serina proteasa NS3 y los extremos 5’ y 3’ no traducibles de la cadena de ARN; otras regiones, como las que codifican las proteínas NS4B, NS5A y las regiones hipervariables 1 y 2 (RHV-1 y RHV-2) en la proteína de envoltura E2, pueden diferir hasta en más del 50%, dando lugar a las múltiples variantes genotípicas del VHC mencionadas anteriormente.

El tratamiento farmacológico de la hepatitis C crónica ha ido evolucionando de forma muy rápida en los últimos años. Hasta hace algunos años, se basaba en la administración de

interferón alfa (generalmente, como peginterferón alfa) subcutáneo y

ribavirina oral durante 24-72 semanas. Este tratamiento se asocia con una respuesta viral sostenida no demasiado satisfactoria (30-50%) y un perfil notable de efectos adversos.

En el año 2011 se produjo un cambio notable en el panorama terapéutico de la hepatitis C, al comercializarse el

boceprevir

y el

telaprevir

– la primera generación de inhibidores selectivos y reversibles de la proteasa NS3 – para el tratamiento de pacientes infectados por VHC de tipo 1, tanto no tratados previamente (

naïve

) como tratados, en combinación con peginterferón alfa y ribavirina (

terapia triple

). En estas circunstancias, las tasas de respuesta tanto en pacientes

naïve

como en pretratados llegaban a alcanzar hasta un 70% en algunas subpoblaciones de pacientes, permitiendo acortar la duración del tratamiento en algunos casos de 48 a 24 semanas. Sin embargo, boceprevir y telaprevir presentan un perfil toxicológico importante que obliga a suspender el tratamiento en un porcentaje de pacientes netamente superior a los tratados solo con peginterferón alfa y ribavirina, amén de un amplio abanico de interacciones farmacológicas, lo cual, asociado con la propia complejidad del tratamiento, dejaba un amplio margen para la mejora.

Tras esta primera generación de inhibidores de la proteasa del VHC, en 2014 llegó otra oleada de nuevos agentes con propiedades farmacodinámicas, farmacocinéticas y toxicológicas más satisfactorias que los anteriores, formada por el

simeprevir

, inhibidor dual de NS3 y NS4A, el

daclatasvir

, inhibidor de la NS5A, y el

sofosbuvir

, inhibidor de la NS5B, todos ellos con tasas de respuesta viral sostenida por encima del 80% para la mayoría de los genotipos y condiciones clínicas.

La forma de uso de todos ellos consiste en combinar dos o más para optimizar los resultados y, especialmente, reducir la duración de los tratamientos, excluir o reducir el uso de la

terapia triple (peginterferón y ribavirina, más boceprevir o telaprevir), y reducir el riesgo de emergencia de cepas virales resistentes. Por este motivo, muchos de los nuevos medicamentos que están llegando actualmente consisten en

combinaciones a dosis fijas de inhibidores de NS3/NS4A, NS5A y NS5B, con el objetivo adicional de optimizar la adherencia al tratamiento. Entre ellas, cabe citar la de

ledipasvir/sofosbuvir, ombitasvir/paritaprevir (+ritonavir) y

elbasvir/grazoprevir.

El criterio fundamental en la estrategia terapéutica es considerar el nivel de

fibrosis hepática

que presenta el paciente en el momento del diagnóstico, que determina la potencial utilidad de los tratamientos disponibles. Se suele cuantificar el nivel de fibrosis hepática mediante

Fibroscan,

considerándose como leve para niveles 0 y 1 (F0 y F1), moderada (F2), avanzada (F3) y grave (F4), típicamente cirrosis, que puede estar compensada o descompensada. La estrategia terapéutica definida actualmente en el

Plan Estratégico para el abordaje de la hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud

propone tratar con los nuevos antivirales a pacientes tanto monoinfectados como coinfectados con el VIH:

  • Pacientes con fibrosis hepática significativa (F2 a F4) con independencia de la existencia o no de complicaciones previas a la hepatopatía.
  • Pacientes en lista de espera de trasplante hepático o trasplantados (hepáticos que hayan vuelto a infectarse y no hepáticos con hepatitis C).
  • Pacientes que no hayan respondido a la triple terapia con inhibidores de la proteasa de primera generación.
  • Pacientes con hepatitis C con manifestaciones extrahepáticas clínicamente relevantes del virus de la hepatitis C, sea cual sea el grado de fibrosis.
  • En cualquier caso, y también con independencia del grado de fibrosis, se debe indicar el tratamiento en pacientes con elevado riesgo de trasmisión y mujeres en edad fértil que deseen un embarazo.

Según el genotipo, se han propuesto diferentes combinaciones de tratamientos considerando separadamente la condición de pacientes previamente no tratados (

naïve

) o con recaída tras un éxito inicial con terapia triple, con la de pacientes con fracaso previo a terapia triple. Entre las diversas opciones terapéuticas propuestas en la

Estrategia

ninguna tiene un carácter preferencial dado que no hay datos comparativos directos entre ellas.

A pesar del sustancial avance conseguido, aún quedan algunos aspectos que no están satisfactoriamente resueltos, tal como indica la Agencia Europea de Medicamentos (

EMA, 2016), ya que algunos tratamientos:

  • Todavía requieren la utilización de ribavirina.
  • Tienen tasas subóptimas de eficacia (respuesta viral sostenida durante al menos 12 semanas,

    RVS12

    , menor del 90%) o requieren una larga duración, en determinadas poblaciones de pacientes.

  • No resultan satisfactorias para pacientes con enfermedad hepática avanzada o con insuficiencia renal grave
  • No son eficaces para algunos genotipos virales.

ACCIÓN Y MECANISMO

La asociación de elbasvir y de grazoprevir es una combinación de dos antivirales de acción directa, ambos activos sobre los virus de la hepatitis C (VHC); actúan sobre dos pasos consecutivos del proceso final de replicación del ARN viral. Dicha combinación ha sido autorizada para el tratamiento de la hepatitis C en adultos.

El

elbasvir

actúa inhibiendo específicamente la proteína NS5A, alterando su localización subcelular, sus procesos de hiperfosforilación e inhibiendo la síntesis de ARN viral. La proteína NS5A es una proteína intensamente fosforilada que, una vez escindida de la poliproteína viral, localiza a las membranas donde se une a la fracción 3’-terminal del ARN viral recién sintetizado y participa en la replicación del genoma viral, en parte a través de interacciones con la ARN polimerasa dependiente del ARN viral (NS5B).

Por su parte, el

grazoprevir actúa inhibiendo específicamente el complejo de serina proteasa NS3/4A, lo que impide la replicación viral. La proteína NS3 del VHC es una enzima multifuncional ya que presenta en el primer tercio de su estructura, una actividad de proteasa de serina y en el resto función de ARN helicasa DexH/D que revierte el enrollamiento de cadenas dobles de ARN formadas durante la replicación viral. El extremo NS4A es una proteína que se asocia con las cadenas de NS3 y provoca una reorganización en su estructura, optimizando así la actividad de proteasa de NS3; además NS4A promueve la localización del complejo NS3/4A a la membrana del retículo endoplásmico donde es procesada la poliproteína del VHC.

El elbsavir presente una elevada actividad frente al VHC, con valores de EC

50

1

que oscilan entre <0,001 a 0,01 nM para los genotipos, 1a, 1b y 4; los correspondientes valores de EC

50 para el grazoprevir frente a dichos genotipos oscilan entre 0,2 y 0,8 nM.

Por lo que respecta al desarrollo de resistencia viral frente a

elbasvir

en cultivos celulares con replicones del VHC de genotipo 1a, las sustituciones individuales Q30D/E/H/R, L31M/V y Y93C/H/N en NS5A disminuyeron la actividad antiviral de elbasvir entre 6 y 2.000 veces; en los del genotipo 1b las sustituciones individuales L31F y Y93H disminuyeron la actividad antiviral unas 17 veces, mientras que en los del genotipo 4 las sustituciones individuales L30S, M31V y Y93H disminuyeron la actividad antiviral entre 3 y 23 veces. En el caso de

grazoprevir

, en los replicones del VHC de genotipo 1a, las sustituciones individuales D168A/E/G/S/V en NS3 disminuyeron la actividad antiviral entre 2 y 81 veces; en los del genotipo 1b las sustituciones F43S, A156S/T/V y D168A/G/V en NS3 disminuyeron la actividad antiviral entre 3 y 375 veces, y en las del genotipo 4 las sustituciones D168A/V en NS3 disminuyeron la actividad entre 110 y 320 veces.

Tanto elbasvir como grazoprevir han mostrado actividad in vitro sobre ciertos replicones virales de genotipos 1a y 1b con determinadas mutaciones que confieren resistencia a otros inhibidores de la NS5A y NS3, respectivamente.

ASPECTOS MOLECULARES

Figura_2_fmt

Elbasvir está estructural y farmacológicamente relacionado con daclatasvir y ledipasvir, en tanto que todos ellos son inhibidores de la proteína NS5A del VHC. Presentan una característica estructura simétrica (daclatasvir y ledipasvir) o cuasisimétrica (elbasvir), en la que destacan dos aspectos fundamentales. En primer lugar, el núcleo central de la molécula que constituye un amplio sistema resonante, de alta densidad electrónica, el cual facilita la unión a la proteína NS5A, estabilizando su estructura y bloqueando sus funciones. En segundo lugar, se aprecian sendas estructuras en los extremos de las moléculas que emulan secuencias peptídicas (son carbamatos, en realidad), que facilitan la inserción del fármaco en los huecos (

bolsillos) de la proteína.

Por su parte, el

grazoprevir está farmacológica y estructuralmente relacionado con el paritaprevir y, en especial, con el simeprevir, inhibidores específicos

del complejo de serina proteasa NS3/4A. Estructuralmente destaca la presencia de varios grupos amida que confieren a estas moléculas un carácter de falso péptido, lo que resulta necesario para incorporarse – y bloquear – a determinadas regiones de la proteasa

NS3/NS4A. También es peculiar la presencia de una estructura química relativamente compleja caracterizada por la presencia de un anillo con un elevado número de eslabones (macrociclo), de 18 eslabones en el grazoprevir, de 14 en el caso del simeprevir y de 15 en el del paritaprevir. Ambas estructuras también presentan estructuras anulares (ciclopropano, ciclopentano o pirrolidina) que quedan integradas en el macrociclo.

Figura_2.tif

 

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas de la combinación elbasvir/grazoprevir han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones autorizadas mediante ocho ensayos clínicos, cuatro de fase 2 (información preliminar sobre eficacia, relación dosis-respuesta y ampliación de los datos de seguridad obtenidos en la fase 1) y otros cuatro de fase 3 (confirmatorios de eficacia y seguridad), con características diversas: doblemente diegos y controlados con placebo (2) o abiertos (6), tratamiento solo o asociado a ribavirina o a sofosbuvir, pacientes con o sin cirrosis hepática, refractarios a terapias previas o no tratados previamente (

naïve), co-infectados o no con VIH, con o sin insuficiencia renal grave, etc.

La variable clínica más utilizada en los ensayos clínicos fue la

respuesta viral sostenida durante 12 semanas (RVS

12), definida como la persistencia de una concentración plasmática de ARN viral (VHC) inferior a 25 UI/ml durante las 12 semanas posteriores a la finalización del tratamiento; en algunos ensayos también se empleó como variable clínica la RVS a 4 (RVS

4), 8 (RVS

8) y 24 semanas (RVS

24), generalmente como variable secundaria. Igualmente, se consideró como

rebote el incremento por un factor de 10 o más (1 log10) de la concentración plasmática de ARN VHC, medido en dos determinaciones en dos semanas.

La dosis del medicamento empleada en todos los casos fue de 50 mg de elbasvir y 100 mg de grazoprevir, administrados por vía oral, una vez al día; la duración del tratamiento osciló en los diversos estudios entre 4 y 18 semanas. Las principales características de los estudios están reflejadas en la Tabla 1, resumiéndose los resultados de forma agregada en la tabla 2.

Tabla 1. Características de los ensayos clínicos con elbasvir/Grazoprevir en hepatitis C

Estudio

(referencia)

Fase

Genotipo viral (GT)

Tratamiento y duración

Tipo de estudio

Pacientes

Variable clínica principal

C-SURFER

(Roth, 2015)

3

1

E/B o placebo: 12 semanas

Doble ciego, controlado con placebo

224 con insuficiencia renal grave (hemodiálisis: 76%); sin tratamiento previo (

naïve): 80%

RVS

12

C-EDGE

CO-INFECTION

(Rockstroh, 2015)

3

1, 4 y 6

E/B: 12 semanas

Abierto

218

naïve, con o sin cirrosis y co-infectados por VIH

RVS

12

C-SALVAGE

(Buti, 2016)

2

1

E/B + Ribavirina (RVB): 12 semanas

Abierto

79 con o sin cirrosis, previamente tratados

RVS

12

C-WORTHY

(Lawitz, 2015

)

2

1 y 3

E/B ± RBV: 8, 12 o 18 semanas

Abierto

253 previamente tratados o no, con o sin cirrosis, con o sin

co-infección por VIH

RVS

12 (GT1)

RVS

24 (GT3)

C-EDGE

(Kwo, 2017)

3

1, 4 y 6

E/B ± RBV: 12 o 16 semanas

Abierto

420 previamente tratados, con o sin cirrosis, con o sin

co-infección por VIH

RVS

12

C-SCAPE

(EMA, 2016)

2

2, 4, 5 y 6

GT2: E/B + RBV: 12 semanas

GT4, 5 y 6: E/B ± RBV: 12 semanas

Abierto

98

naïve sin cirrosis

RVS

24

C-SWIFT

(EMA, 2016)

2

1 y 3

E/B + Sofosbuvir: 4, 6, 8 o 12 semanas

Abierto

143

naïve con o sin cirrosis

RVS

12

C-EDGE

(EMA, 2016)

3

1, 4 y 6

E/B: 12 semanas

Doble ciego, controlado con placebo

421

naïve con o sin cirrosis

RVS

12

Tabla 2. Resultados agregados por genotipo, cirrosis,

carga viral inicial y polimorfismo basal (EMA, 2016)

Genotipo

Estatus

RVS

12

(E/G)

RVS

16

(E/G) + RBV

1a

Global

93%

95%

Sin cirrosis

93%

92%

Con cirrosis

94%

100%

Carga viral ≤800.000 UI/ml

98%

100%

Carga viral >800.000 UI/ml

91%

94%

Sin polimorfismo basal NS5A

97%

100%

Con polimorfismo basal NS5A

53%

100%

1b

Global

96%

Sin cirrosis

95%

Con cirrosis

100%

4

Global

94%

100%

Sin cirrosis

96%

100%

Con cirrosis

83%

100%

Carga viral ≤800.000 UI/ml

93%

100%

Carga viral >800.000 UI/ml

94%

100%

Sin polimorfismo basal NS3

86%

Con polimorfismo basal NS3

100%

Adicionalmente, en otro estudio de fase 3 abierto (

Sperl, 2016), 257 pacientes con hepatitis C crónica con genotipo viral 1 o 4 y una carga viral inicial mayor de 10.000 UI/ml, fueron aleatoriamente asignados a recibir un tratamiento de 12 semanas con elbasvir/grazoprevir o sofosbuir (400 mg/24 h) más ribavirina e interferón alfa pegilado. La mayor parte de los pacientes (83%) no eran cirróticos y no había recibido ningún tratamiento previo (

naïve; 75%), con un claro predominio del genotipo viral 1b (82%). Los resultados, expresados en respuesta viral sostenida a las 12 semanas (RVS

12) fue del 99,2% con elbasvir/grazoprevir (E/G) y del 90,5% con sofosbuvir más ribavirina e interferón alfa pegilado (S/RBV/PIA), siendo la diferencia estadísticamente significativa (+8,8%; IC

95 3,6-15,3). La frecuencia de eventos de seguridad de nivel 1 fue del 0,8% con E/G vs. 27,8% con S/RBV/PIA, con una diferencia estadísticamente significativa de 27 puntos porcentuales (IC

95% -35,5 a -19,6).

Desde el punto de vista de la

seguridad, el apremilast presenta un

perfil toxicológico benigno, equiparable al del placebo. La incidencia global de eventos adversos relacionados con el tratamiento fue de (40% con E/B, 67% con E/B+RBV y 39% con placebo), siendo los más comunes

fatiga (12,0/24,7/4,8%),

cefalea (11,5/16,3/8,6%),

náusea (4,9/12,6/4,8%),

insomnio (2,5/8,8/2,9%) y

prurito (1,4/8,8/6,7%). Las respectivas frecuencias de

eventos adversos intensos (severos) emergentes durante el tratamiento fue del 0,1/0,5/0,0%. Los porcentajes de pacientes que

suspendieron el tratamiento por este motivo fueron del 0,3/0,8/1,0%.

ASPECTOS INNOVADORES

La asociación de elbasvir y de grazoprevir es una combinación de dos antivirales de acción directa, ambos activos sobre los virus de la hepatitis C (VHC); actúan sobre dos pasos consecutivos del proceso final de replicación del ARN viral. El elbasvir actúa inhibiendo específicamente la proteína NS5A, alterando su localización subcelular, sus procesos de hiperfosforilación e inhibiendo la síntesis de ARN viral; por su parte, el grazoprevir actúa inhibiendo específicamente el complejo de serina proteasa NS3/4A, lo que impide la replicación viral. La combinación ha sido autorizada para el tratamiento de la hepatitis C en adultos.

Los datos clínicos indican unas tasas de respuesta viral sostenida a las 12 semanas (RSV

12) por encima del 90% en los pacientes con VHC con serotipos 1a y 1b, los mayoritarios en España, con independencia de la carga viral basal y el estatus hepático (con o sin cirrosis); en los cuadros provocados por el genotipo 4, la RSV

12 es algo menor en los pacientes con cirrosis (83%). Sin embargo, en los pacientes infectados por el genotipo 1a en los que hay algún polimorfismo de la NS5A, la tasa de respuesta baja notablemente (53%), aunque la combinación con ribavirina en terapias de 16 semanas permite un control completo (100%).

A pesar de que los datos clínicos conocidos son bastante claros, sin embargo se echa de menos la disponibilidad de estudios directamente comparativos con otros tratamientos ya establecidos. No obstante, en un reciente estudio (

Sperl, 2016

), realizado en pacientes con hepatitis C crónica con genotipo viral 1 o 4, la comparación de una terapia 12 semanas con elbasvir/grazoprevir o sofosbuir (400 mg/24 h) más ribavirina e interferón alfa pegilado, mostró una respuesta mayor, estadísticamente significativa (99,2 vs. 90,5%) y con una notable diferencia en términos de incidencia de eventos adversos, favorable también a elbasvir/grazoprevir.

Sin duda alguna, el punto fuerte de la nueva combinación en su seguridad, con una incidencia de eventos adversos prácticamente indistinguible de la del placebo, leves y de corta duración: fatiga, cefalea, náusea, insomnio y prurito. En este sentido, un reciente metanálisis (

Ferreira, 2016) mostró que elbasvir/grazoprevir fue más seguro que ombitasvir/paritaprevir (+ritonavir), daclatasvir/ribavirina y sofosbuvir/ribavirina.

En esta misma línea es destacable la seguridad del elbasvir/grazoprevir mostrada en pacientes con insuficiencia renal grave (incluyendo pacientes hemodializados), en los que el medicamento ha producido resultados igualmente eficaces que en pacientes sin insuficiencia renal. En este aspecto, en los pacientes con hepatitis viral C con genotipos 1a, 1b y 4, y con insuficiencia renal grave, la combinación elbasvir/grazoprevir es la que aporta una mayor evidencia de eficacia y seguridad (

Kohli, 2016

).

En definitiva una aportación moderadamente innovadora, especialmente útil en pacientes con insuficiencia renal grave.

VALORACIÓN

ELBASVIR/GRAZOPREVIR

6645.jpg

ZEPATIER

®

(Merck Sharp Dohme)

Grupo Terapéutico (ATC):

J05AX. TERAPIA ANTIINFECCIOSA SISTÉMICA. Antivirales de acción directa: otros.

Indicaciones autorizadas:

Tratamiento de la hepatitis C crónica en adultos.

INNOVACIÓN MODERADA.

Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS EN ESPAÑA

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Boceprevir

Victrelis

Merck Sharp Dohme

2011

Telaprevir

Incivo

Janssen Cilag

2011

Simeprevir

Olysio

Janssen Cilag

2014

Sofosbuvir

Sovaldi

Gilead

2014

Daclatasvir

Daklinza

Bristol-Myers Squibb

2015

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

Gilead

2015

Ombitasvir/Paritaprevir/Ritonavir

Viekirax

Abbvie

2015

Dasabuvir

Exviera

Abbvie

2015

Elbasvir/Grazoprevir

Zepatier

Merck Sharp Dohme

2017

BIBLIOGRAFÍA

 

Medicamentos con nuevos principios activos autorizados por EMA/FDA

MEDICAMENTOS DE USO HUMANO AUTORIZADOS EN LA UNIÓN EUROPEA (EMA) Y ESTADOS UNIDOS (FDA) DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS QUE AÚN NO ESTÁN COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

Principio activo1

Medicamento®

Laboratorio

Autorización

agencia

Indicación autorizada2

ALBUTREPENONACOG ALFA

IDELVION

CSL Behring

2016/05/11

EMA

Hemofilia B (O)

ATEZOLIZUMAB

TECENTRIQ

Genentech

2016/05/18

FDA

Carcinoma urotelial

BEZLOTUXUMAB

ZINPLAVA

Merck Sharp Dohme

2016/10/21

FDA

Profilaxis Clostridium difficile

CEFTAZIDIMA + AVIBACTAM

ZAVICEPTA

AstraZeneca

2016/06/24

EMA

Infecciones de piel y tejidos blandos, urinarias y neumonía

CÉLULAS T MODIFICADAS GENÉTICAMENTE

ZALMOXIS

MolMed

2016/08/08

EMA

Enfermedad de injerto contra huésped. Trasplante de células madre hemotopoyéticas (O) (C)

CRISABOROL

EUCRISA

Anacor

2016/12/14

FDA

Dermatitis atópica

DACLIZUMAB3

ZINBRYTA

Biogen

2016/05/27

FDA

Esclerosis múltiple

DEFIBROTIDA

DEFITELIO

Gentum

2016/03/30

FDA

Enfermedad veno-oclusiva hepática

EFTRENONCOG ALFA

ALPROLIX

Biogen Idec

2016/05/12

EMA

Hemofilia B (O)

ELBASVIR + GRAZOPREVIR

ZEPATIER

Merck Sharp Dohme

2016/07/22

EMA

Hepatitis C

ELOTUZUMAB

EMPLICITI

Bristol Myers Squibb

2016/05/11

EMA

Mieloma múltiple

ELUXADOLINA

TRUBERZI

Aptalis

2016/09/09

EMA

Diarrea, síndrome del intestino irritable

ETELCALCETIDA

PARSABIV

Amgen

2016/11/11

EMA

Hiperparatiroidismo

ETEPLIRSEN

EXONDY

Sarepta

2016/09/07

FDA

Distrofia muscular de Duchenne

FACTOR X

COAGADEX

Bio Products

2016/03/16

EMA

Déficit de factor X (O)

FLUCICLOVINA (18F)

AXUMIN

Blue Earth

2016/05/27

FDA

Diagnóstico por imagen (PET)

FRACCIÓN CELULAR AUTÓLOGA ENRIQUECIDA CD34+

STRIMVELIS

Glaxo Smtihkline

2016/05/26

EMA

Inmunodeficiencia severa combinada (O)

GALIO (69Ga), DOTATATO

NETSPOT

ACA

2016/06/01

FDA

Diagnóstico por imagen (PET)

IXAZOMIB

NINLARO

Takeda

2016/11/21

EMA

Mieloma múltiple (O) (C)

LESINURAD

ZURAMPIC

AstraZeneca

2016/02/18

EMA

Hiperuricemia

LIFITEGRAST (LFA-19

XIIDRA

Shire

2016/07/01

FDA

Ojo seco

MIGALASTAT

GALAFORD

Amicus

2016/05/26

EMA

Enfermedad de Fabry (O)

NECITUMUMAB

PORTRAZZA

Lilly

2016/02/15

EMA

Cáncer de pulmón no microcítico

NUSINERSEN

SPINRAZA

Biogen

2016/12/23

FDA

Atrofia muscular espinal

OBETICÓLICO, ÁCIDO

OCALIVA

Intercept

2016/12/12

EMA

Cirrosis biliar (O) (C)

OBETICÓLICO, ÁCIDO

OCALIVA

Intercept

2016/05/27

FDA

Colangitis biliar primaria

OLARATUMAB

LARTRUVO

Lilly

2016/11/09

EMA

Sarcoma (O)

OLARATUMAB

LARTRUVO

Lilly

2016/10/19

FDA

Sarcoma

OPICAPONA

ONGENTYS

Bial

2016/06/24

EMA

Enfermedad de Parkinson

OSIMERTINIB

TAGRISSO

AstraZeneca

2016/02/02

EMA

Cáncer de pulmón no microcítico (E)

PALBOCICLIB

IBRANCE

Pfizer

2016/11/09

EMA

Cáncer de mama

PITOLISANT

WAKIX

Bioproject

2016/03/31

EMA

Narcolepsia (O)

PLECANATIDA

TRULANCE

Synergy

2017/01/19

FDA

Estreñimiento crónico idiopático

RESLIZUMAB

CINQAERO

Teva

2016/08/16

EMA

Asma

RESLIZUMAB

CINQAIR

TEVA

2016/03/23

FDA

Asma

RUBIDIO (82Rb), CLORURO

RUBY-FILL

Jubilant Draximage

2016/09/30

FDA

Diagnóstico por imagen

RUCAPARIB

RUBRACA

Clovis

2016/12/19

FDA

Cáncer de ovario

SELEXIPAG

UPTRAVI

Actelion

2016/05/12

EMA

Hipertensión pulmonar (O)

VELPATASVIR + SOFOSBUVIR

EPCLUSA

Gilead

2016/06/28

FDA

Hepatitis C

VENETOCLAX

VENCLYTO

AbbVie

2016/12/05

EMA

Leucemia (O) (C)

1 Se indican en negrita y color los nuevos principios activos y medicamentos incorporados en la tabla en el último mes.

2 O= Medicamento huérfano; C= Autorizado condicionalmente; E= Autorizado en condiciones excepcionales.

3 El daclizumab fue comercializado en España (Zenepax®) en el año 2000 para la prevención del rechazo en el trasplante de órganos, pero fue retirado posteriormente.

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA
EN LOS ÚLTIMOS DOCE MESES

PAM

Principio activo

Medicamento®

INNOVACIÓN

Indicación principal

Laboratorio

a

b

c

d

400

Elbasvir/Grazoprevir

Zepatier

 

 

 

Hepatitis C

Merck Sharp Dohme

400

Eliglustat

Cerdelga

 

 

Enfermedad de Gaucher

Sanofi Aventis

400

Trifluridina/Tipiracilo

Lonsurf

 

 

 

Cáncer colorrectal

Servier

400

Ixekizumab

Taltz

 

 

 

 

Psoriasis en placas

Lilly

400

Daratumumab

Darzalex

 

 

Mieloma múltiple

Janssen Cilag

399

Carfilzomib

Kyprolis

 

 

 

Mieloma múltiple

Amgen

399

Brivaracetam

Briviact

 

 

 

 

Epilepsia

UCB Pharma

399

Nonacog gamma

Rixubis

 

 

 

 

Hemofilia B

Baxalta

398

Cobimetinib

Cotellic

 

 

 

Melanoma avanzado/metastásico

Roche

398

Efmoroctocog alfa

Elocta

 

 

 

Hemofilia A

Swedish Orphan
Viovitrum

397

Mepolizumab

Nucala

 

 

Asma

Glaxo SmithKline

397

Sacubitrilo/Valsartán

Entresto

 

Insuficiencia cardiaca

Novartis

396

Edoxabán

Lixiana

 

 

 

 

Trombosis venosa profunda, embolia pulmonar

Daiichi Sankyo

395

Idarucizumab

Praxbind

 

 

 

Reversión del efecto anticoagulante
del dabigatrán

Boehringer Ingelheim

394

Vismodegib

Erivedge

 

 

Carcinoma de células basales

Roche

394

Metirapona

Metopirone

 

 

Diagnóstico y tratamiento
del síndrome de Cushing

HRA Pharma

394

Oxihidróxido sucroférrico

Velphoro

 

 

 

 

Hiperfosfatemia asociada
a insuficiencia renal

Vifor Frexenius

393

Siltuximab

Sylvant

 

 

 

Enfermedad de Castleman multicéntrica

Janssen Cilag

393

Idelalisib

Zydelig

 

 

Leucemia linfocítica crónica y linfoma folicular

Gilead

393

Alirocumab

Praluent

 

 

 

 

Hipercolesterolemia primaria

Sanofi Aventis

393

Trametinib

Mekinist

 

 

 

Melanoma avanzado

Novartis

392

Ibrutinib

Imbruvica

Linfoma de células del manto, leucemia linfática crónica y macroglobulinemia de Waldström

Janssen Cilag

392

Ceftolozano/Tazobactam

Zerbaxa

 

 

 

 

Infecciones complicadas intraabdominales y del tracto urinario

Merck Sharp Dohme

392

Olaparib

Lynparza

 

 

Cáncer de ovario

AstraZeneca

392

Vortioxetina

Brintellix

 

 

 

 

Depresión

Lundkeck

391

Dalbavancina

Xydalba

 

 

 

Infecciones de piel y tejidos blandos

Angelini

391

Apremilast

Otezla

 

 

Psoriasis en placas; artritis psoriásica

Celgene

391

Safinamida

Xadago

 

 

 

 

Enfermedad de Parkinson

Zambón

391

Nivolumab

Opdivo

 

Melanoma avanzado y cáncer de pulmón

Bristol Myers Squibb

391

Pembrolizumab

Keytruda

 

Melanoma avanzado

Merck Sharp Dohme

A. Clínica: Mejora la eficacia clínica con relación al tratamiento estándar.

B. Molecular: Incorpora variaciones significativas en la estructura molecular
y/o en el mecanismo de acción.

C. Seguridad: Mejora el perfil toxicológico con relación a la terapia estándar.

D. Farmacocinética: Mejora las características farmacocinéticas, con incidencia potencial o demostrada en las condiciones de uso y en la respuesta del paciente.

VALORACIÓN DE LA INNOVACIÓN TERAPÉUTICA EN PANORAMA ACTUAL DEL MEDICAMENTO

Es importante indicar que se valora el grado de innovación. Todos los medicamentos no innovadores tienen utilidad terapéutica, en tanto que su autorización por las autoridades sanitarias implica han demostrado rigurosamente su eficacia, su seguridad, su calidad y las condiciones de uso (incluyendo la información contenida en la ficha técnica – sumario de características – y en el prospecto del medicamento). Por tanto, la valoración que se hace se refiere a la incorporación, en el grado que se determine, de algún elemento innovador con respecto a otros medicamentos autorizados previamente para iguales o similares indicaciones terapéuticas o, en su caso, cubriendo la ausencia de éstas. Asimismo, debe considerarse que ésta es una evaluación que se practica coincidiendo con la comercialización inicial del medicamento. Se trata, por consiguiente, de una valoración provisional de la innovación realizada en función de la evidencia clínica disponible hasta ese momento, lo que no prejuzga, en ningún caso, el potencial desarrollo de nuevas indicaciones clínicas ni la posible aparición de aspectos desfavorables (efectos adversos graves previamente desconocidos, interacciones, etc.). Se consideran tres posibles niveles, adjudicados en función de la relevancia de la(s) innovación(es) presentes en el nuevo medicamento, siempre en relación al arsenal terapéutico disponible clínicamente en España en el momento de la comercialización:

SIN INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas.

INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar.

INNOVACIÓN IMPORTANTE. Aportación sustancial a la terapéutica estándar.

Se distinguen dos niveles de evidencia científica para los aspectos innovadores de los nuevos medicamentos:

Evidencia clínica: mediante estudios controlados específicamente diseñados y desarrollados para demostrar lo que pretende ser un avance o mejora sobre la terapia estándar.

Plausibilidad científica (potencialidad): existencia de aspectos en el medicamento que racionalmente podrían mejorar la terapéutica actual, pero que no han sido adecuadamente demostradas mediante ensayos clínicos, bien por motivos éticos o bien por imposibilidad de realización en el momento de la comercialización del nuevo medicamento: perfil de interacciones, mecanismos nuevos que permiten nuevas vías terapéuticas, nuevos perfiles bioquímicos frente a mecanismos de resistencia microbiana, posibilidad de combinar con otros medicamentos para la misma indicación terapéutica, efectos sobre el cumplimiento terapéutico (por mejoras en la vía, número de administraciones diarias, etc.), mejora de la eficiencia, etc.

El rigor de los datos contrastados mediante ensayos clínicos controlados (evidencia clínica) es determinante en la valoración de la innovación, mientras que las potencialidades solo pueden ser valoradas accesoriamente, como aspectos complementarios de esta valoración. En ningún caso, un medicamento es valorado con un nivel de innovación importante en función de sus ventajas potenciales, si no aporta otras ventajas demostradas clínicamente. Se analizan cinco aspectos de la innovación: clínica, molecular, toxicológica, físico-química y económico-tecnológica. Como ya se ha indicado, la fundamental y determinante es la novedad clínica.

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA
DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR GRUPOS TERAPÉUTICOS

GRUPO TERAPéUTICO

Principio activo

Medicamento®

Laboratorio

PAM

A. Tracto alimentario y metabolismo

Eliglustat

Cerdelga

Sanofi Aventis

400

B. Sangre y órganos hematopoyéticos

Edoxabán

Lixiana

Daiichi Sankyo

396

Efmoroctocog alfa

Elocta

Swedish Orphan Viovitrum

398

Nonacog gamma

Rixubis

Baxalta

399

C. Aparato cardiovascular

Alirocumab

Praluent

Sanofi Aventis

393

Sacubitril/Valsartán

Entresto

Novartis

397

J. Antiinfecciosos, uso sistémico

Ceftolozano/Tazobactam

Zerbaxa

Merck Sharp Dohme

392

Dalbavancina

Xydalba

Angelini

391

Elbasvir/Grazoprevir

Zepatier

Merck Sharp Dohme

400

L. Antineoplásicos y terapia
inmunomoduladora

Apremilast

Otezla

Celgene

391

Carfilzomib

Kyprolis

Amgen

399

Cobimetinib

Cotellic

Roche

398

Daratumumab

Darzalex

Janssen Cilag

400

Ibrutinib

Imbruvica

Janssen Cilag

392

Idelalisib

Zydelig

Gilead

393

Ixekizumab

Taltz

Lilly

400

Nivolumab

Opdivo

Bristol Myers Squibb

391

Olaparib

Lynparza

AstraZeneca

392

Pembrolizumab

Keytruda

Merck Sharp Dohme

391

Siltuximab

Sylvant

Janssen Cilag

393

Trametinib

Mekinist

Novartis

393

Trifluridina/Tipiracilo

Lonsurf

Servier

400

Vismodegib

Erivedge

Roche

394

N. Sistema nervioso

Brivaracetam

Briviact

UCB Pharma

399

Safinamida

Xadago

Zambón

391

Vortioxetina

Brintellix

Lundbeck

392

R. Aparato respiratorio

Mepolizumab

Nucala

GlaxoSmithKline

397

V. Varios

Idarucizumab

Praxbind

Boehringer Ingelheim

395

Oxihidróxido sucroférrico

Velphoro

Vifor Frexenius

394

Metirapona

Metopirone

HRA Pharma

394

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR LABORATORIOS

Laboratorio

Principio activo

Medicamento

PAM

Amgen

Carfilzomib

Kyprolis

399

Angelini

Dalbavancina

Xydalba

391

AstraZeneca

Olaparib

Lynparza

392

Baxalta

Nonacog gamma

Rixubis

399

Boehringer Ingelheim

Idarucizumab

Praxbind

395

Celgene

Apremilast

Otezla

391

Daiichy Sankyo

Edoxabán

Lixiana

396

Gilead

Idelalisib

Zydelig

393

GlaxoSmithKline

Mepolizumab

Nucala

397

HRA Pharma

Metirapona

Metopirone

394

Janssen Cilag

Daratumumab

Darzalex

400

Ibrutinib

Imbruvica

392

Siltuximab

Sylvant

393

Lilly

Ixekizumab

Taltz

400

Lundbeck

Vortioxetina

Brintellix

392

Merck Sharp Dohme

Ceftolozano/Tazobactam

Zerbaxa

392

Elbasvir/Grazoprevir

Zepatier

400

Pembrolizumab

Keytruda

391

Novartis

Sacubitril/Valsartán

Entresto

397

Trametinib

Mekinist

393

Roche

Cobimetinib

Cotellic

398

Vismodegib

Erivedge

394

Sanofi Aventis

Alirocumab

Praluent

393

Eliglustat

Cerdelga

400

Servier

Trifluridina/Tipiracilo

Lonsurf

400

UCB Pharma

Brivaracetam

Briviact

399

Vifor Frexenius

Oxihidróxido sucroférrico

Velphoro

394

Zambón

Safinamida

Xadago

391

Nuevos medicamentos en 2016

Durante 2016 se registraron en España 570 presentaciones comerciales o formatos de medicamentos, tal como se recoge en la tabla 1. El dato se alinea con la tendencia mostrada en los periodos analizados (figuras 1a y 1b).

Tabla 1. Evolución de los nuevos medicamentos comercializados

(formatos comerciales)

Año

Altas

Bajas

Diferencia

2007

1399

774

625

2008

1033

923

110

2009

612

801

-189

2010

517

625

-108

2011

984

556

428

2012

960

1147

-187

2013

1364

1123

241

2014

1056

1455

-399

2015

812

911

-99

2016

570

809

-239

Mediana

972

860

112

Figura_1a_fmt

Figura 1a. Evolución de los nuevos medicamentos (formatos) comercializados desde 1977.

Al 31 de diciembre de 2016, se encontraban en situación de comercialización 17.139 formatos de medicamentos. Por otro lado, durante los últimos diez años se han incorporado al mercado 9.307 presentaciones, lo que supone el 54% del total disponible actualmente; por otro lado desaparecieron 9.214, lo que supone un incremento neto de 93 formatos. Estas tendencias a la renovación vienen determinadas por el incremento del número de bajas y la paulatina estabilización – pero con tendencia a la baja – del de altas (figuras 1b y 1c) en los últimos cinco años (2012-6), en los que han habido 683 más bajas que altas.

Figura_1b_fmt

Figura 1b. Composición cuantitativa. 2016

En lo relativo a la composición cuantitativa de los nuevos medicamentos, el 80% de estos en 2016 fueron monocomponente, un 16% contenían dos principios activos y el restante 4% eran medicamentos multicomponente (Tabla 2). En este sentido, parece claramente que se mantiene la tendencia hacia los medicamentos monocomponentes, que supone el 85% de los nuevos medicamentos comercializados en los últimos diez años.

Tabla 2. Evolución de la composición cuantitativa de los nuevos medicamentos

(Porcentaje de medicamentos con uno, dos o más principios activos)

AÑO

1 PA

2 PA

>2 PA

2007

91%

8%

1%

2008

91%

7%

2%

2009

89%

9%

2%

2010

81%

15%

4%

2011

86%

12%

2%

2012

84%

15%

1%

2013

86%

12%

2%

2014

79%

20%

1%

2015

79%

16%

5%

2016

80%

16%

4%

Mediana

85%

14%

2%

Figura_1c_fmt

Figura 1c. Evolución de la diferencia entre altas y bajas de medicamentos (formatos) en los últimos 10 años.

Por lo que se refiere a los nuevos principios activos comercializados en 2016 en nuestro país, han sido un total de 29 (Tabla 3), en línea con la media de la década 2007-2016 (30). Por otro lado, se han comercializado un total de 570 formatos de medicamentos en 2016, que da un promedio de 19,7 formatos por cada nuevo principio activo

1

, muy por debajo de los 32,9 de la década.

Tabla 3. Evolución de los nuevos principios activos comercializados:

total (PA) y huérfanos (H)

AÑO

PA

Formatos

F/PA

Huérfanos

% H/PA

2007

40

1399

35,0

15

38%

2008

30

1033

34,4

5

17%

2009

25

612

24,5

5

20%

2010

18

517

28,7

3

17%

2011

30

984

32,8

6

20%

2012

17

960

56,5

0

0%

2013

20

1364

68,2

0

0%

2014

35

1056

30,2

6

17%

2015

31

812

26,2

6

19%

2016

29

570

19,7

5

17%

Mediana

30

972

32,9

5

17%

Figura_1c_fmt

Figura 1c. Evolución de la diferencia entre altas y bajas de medicamentos (formatos) en los últimos 10 años.

Figura_2a_fmt

Figura 2a. Composición cuantitativa. 2016.

Globalmente (1977-2016), las tendencias de la incorporación de nuevos principios activos (figura 3a) y de la relación nuevos formatos/nuevos principios activos (figura 3b) son moderadamente fluctuantes

2

. Sin embargo, en los últimos diez años se aprecia un estabilización en la incorporación de nuevos principios activos (figura 3c).

Desde el año 2000 se ha comercializado en España 70 nuevos principios activos como

medicamentos huérfanos

3

, lo que supone un 17% de los nuevos principios activos incorporados en ese periodo. La tendencia es ligeramente descendente, a pesar de los 17 nuevos incorporados en los tres últimos años, en parte debido a que en los dos anteriores (2012-3) no se incorporó ninguno. En cualquier caso, parece mantenerse una clara proporcionalidad entre el número total de nuevos principios activos y el de los incluidos específicamente en medicamentos huérfanos en cada año, lo que queda claramente reflejado en el evidente paralelismo entre ambas curvas (figura 3c).

Figura_2b_fmt

Figura 2b. Composición cuantitativa. Media últimos 10 años.

Figura_3a_fmt

Figura 3a. Evolución de la incorporación de nuevos principios activos desde 1977.

Considerando la clasificación terapéutica de los nuevos principios activos, se han incorporado nuevos principios activos a 9 de los 14 grupos terapéuticos existentes. El grupo con mayor número de nuevos principios activos durante el año ha sido – con gran diferencia sobre el resto – el L (Terapia antineoplásica y agentes inmunomoduladores), nada menos que con 12. Desde el año 1977, en que apareció por vez primera

Panorama Actual del Medicamento

, se han incorporado un total de 1.113 nuevos principios activos al mercado farmacéutico español. En cuanto a las tendencias observadas por grupos terapéuticos, el número de nuevos principios activos comercializados en España indica progresión significativa en la última década con relación al promedio global en particular del grupo L: Terapia antineoplásica y agentes inmunomoduladores (de 4,0 a 7,8/año); son también significativas las progresiones de los grupos V: Varios (1,0 a 2,4) y A: Tracto alimentario y metabolismo (de 2,0 a 2,6); por el contrario, experimentan una tendencia regresiva los grupos C: Aparato cardiovascular (de 3,0 a 2,3), N: Sistema nervioso (4,0 a 3,0), J: Terapia antiinfecciosa sistémica (4,0 a 3,4), M: Aparato locomotor (1,0 a 0,4) y D: Dermatológicos (1,0 a 0,5).

Figura_3b_fmt

Figura 3b. Evolución de la relación formatos/nuevos principios activos desde 1977.

Figura_3c_fmt

Figura 3c. Evolución de la incorporación de nuevos principios activos (total y en medicamentos huérfanos) en los 10 últimos años.

Tabla 4. Evolución del número de nuevos principios activos incorporados, por grupos terapéuticos

Grupo Terapéutico

2016

Mediana anual

2007-2016

Mediana anual

1977-2016

A. Tracto digestivo y metabolismo

1

2,6

2,0

B. Sangre y órganos hematopoyéticos

3

1,8

1,0

C. Aparato cardiovascular

3

2,3

3,0

D. Dermatológicos

0

0,5

1,0

G. Aparato genitourinario

1

1,3

1,0

H. Hormonas no sexuales

0

0,2

0,0

J. Terapia antiinfecciosa, uso sistémico

2

3,4

4,0

L. Terapia antineoplásica y agentes inmunomoduladores

12

7,8

4,0

M. Aparato locomotor

0

0,4

1,0

N. Sistema nervioso

3

3,0

4,0

P. Antiparasitarios

0

0,1

0,0

R. Aparato respiratorio

1

1,1

1,0

S. Órganos de los sentidos

0

0,6

1,0

V. Varios

3

2,4

1,0

TOTALES

29

25,7

26,5

Tabla 5. Medicamentos con nuevos principios activos incorporados durante 2016, por grupos terapéuticos

Grupo terapéutico

Principio activo

Medicamento®

Laboratorio

Pam

A. Tracto alimentario y metabolismo

Dulaglutida

Trulicity

Lilly

390

B. Sangre y órganos hematopoyéticos

Edoxabán

Lixiana

Daiichy Sankyo

396

Efmoroctocog alfa

Elocta

Swedish Orphan Viovitrum

398

Nonacog gamma

Rixubis

Baxalta

399

C. Aparato cardiovascular

Alirocumab

Praluent

Sanofi Aventis

393

Evolocumab

Repatha

Amgen

390

Sacubitril/Valsartán

Entresto

Novartis

397

G. Terapia genitourinaria

Ospemifeno

Senshio

Shionogi

390

J. Antiinfecciosos, uso sistémico

Ceftolozano/Tazobactam

Zerbaxa

Merck Sharp Dohme

392

Dalbavancina

Xydalba

Angelini

391

L. Antineoplásicos y terapia inmunomoduladora

Apremilast

Otezla

Celgene

391

Carfilzomib

Kyprolis

Amgen

399

Cobimetinib

Cotellic

Roche

398

Ibrutinib

Imbruvica

Janssen Cilag

392

Idelalisib

Zydelig

Gilead

393

Nintedanib

Ofev

Boehringer Ingerheim

390

Nivolumab

Opdivo

Bristol Myers Squibb

391

Olaparib

Lynparza

AstraZeneca

392

Pembrolizumab

Keytruda

Merck Sharp Dohme

391

Siltuximab

Sylvant

Janssen Cilag

393

Trametinib

Mekinist

Novartis

393

Vismodegib

Erivedge

Roche

394

N. Sistema nervioso

Brivaracetam

Briviact

UCB Pharma

399

Safinamida

Xadago

Zambón

391

Vortioxetina

Brintellix

Lundbeck

392

R. Aparato respiratorio

Mepolizumab

Nucala

Glaxo SmithKline

397

V. Varios

Idarucizumab

Praxbind

Boehringer Ingelheim

395

Oxihidróxido sucroférrico

Velphoro

Vifor Frexenius

394

Metirapona

Metopirone

HRA Pharma

394

a. TRACTO ALIMENTARIO Y METABOLISMO

Diabetes mellitus tipo 2

DULAGLUTIDA

7326.jpg

TRULICITY

®

(Lilly)

PAM 390

 

La dulaglutida es un agente antidiabético que actúa mimetizando de forma prolongada las acciones fisiológicas del GLP-1 (

Glucagon-like peptide 1; péptido similar al glucagón, tipo 1), una hormona que forma parte de la familia de las

incretinas. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2 en adultos para mejorar el control glucémico en monoterapia cuando la dieta y el ejercicio por sí solos no proporcionan un control glucémico adecuado, en pacientes para los cuales el uso de metformina no se considera apropiado debido a contraindicaciones o intolerancia; también está indicada como tratamiento adicional en combinación otros medicamentos antihiperglucemiantes incluyendo insulina, cuando estos, junto con la dieta y el ejercicio, no proporcionan un control glucémico adecuado. Está estrechamente relacionada farmacológica y estructuralmente con la albiglutida y otros agonistas del GLP-1.

En definitiva, la dulaglutida se incorpora al grupo de los agonistas del receptor de GLP-1 (

ArGLP-1), que comienza a ser nutrido, con características similares a la liroglutida y, aunque tiene la ventaja de requerir una única administración semanal, tal como ocurre con la albiglutida y frente a la administración diaria que exigen la liroglutida y la lixisenatida, e incluso a las dos diarias de la exenatida. Esto puede ser conveniente en pacientes que hayan manifestado una inadecuada adherencia al tratamiento con estas últimas; sin embargo, tal potencial ventaja podría quedar mermada por su algo peor tolerabilidad, en especial con la dosis más alta. Por ello, no parece que aporte ningún aspecto innovador relevante frente al arsenal actualmente disponible actualmente.

B. SANGRE Y ÓRGANOS HEMATOPoYÉTICOS

Anticoagulación

EDOXABAN

7326.jpg

LIXIANA

®

(Daiichy Sankyo)

PAM 396

 

Edoxaban_fmt

El edoxabán es un agente antitrombótico autorizado para la prevención del ictus y de la embolia sistémica en pacientes adultos con fibrilación auricular no valvular con uno o más factores de riesgo tales como insuficiencia cardiaca congestiva, hipertensión, edad ≥75 años, diabetes mellitus, ictus o ataque isquémico transitorio; asimismo, está indicado en el tratamiento de la trombosis venosa profunda (TVP) y la embolia pulmonar (EB), y la prevención de las recurrencias de la TVP y la EP en adultos. Actúa inhibiendo de forma directa, competitiva, selectiva y reversible el Factor Xa, una serina proteasa que ocupa una posición crítica en el proceso de coagulación, catalizando la conversión de la protrombina (Factor II) en trombina (Factor IIa). El edoxabán está estructural y farmacológicamente relacionado con el apixabán y el rivaroxabán.

La eficacia y la seguridad clínicas del edoxabán han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones autorizadas mediante sendos ensayos clínicos de fase III (confirmatorios de eficacia y seguridad), aleatorizados, multicéntricos y multinacionales, doblemente ciegos y con doble simulación, y controlados con un comparador activo – la warfarina – en ambos casos.

Hay datos que indican que no hay diferencias sustanciales entre los anticoagulantes de acción directa y la anticoagulación estándar para el tratamiento a largo plazo de la embolia pulmonar. Sin embargo, los datos clínicos apoyan la idea de que los inhibidores del factor Xa reducen significativamente el número de accidentes cerebrovasculares y de eventos embólicos sistémicos en comparación con warfarina en los pacientes con fibrilación auricular. Los inhibidores del factor Xa también parecen reducir el número de hemorragias y hemorragias intracraneales graves en comparación con warfarina, aunque las pruebas de una reducción de las hemorragias graves son menos consistentes. En cualquier caso, por el momento no se dispone de pruebas definitivas para determinar qué inhibidor del factor Xa es más efectivo y más seguro para el tratamiento anticoagulante a largo plazo en pacientes con fibrilación auricular o en tromboembolismo venoso, debido a que aún no se realizaron estudios directos entre ellos. Tampoco se han encontrado diferencias significativas entre los inhibidores de la trombina y los del Factor Xa, o entre regímenes posológicos cada 12 o 24 h, registrándose incluso en determinados grupos peores resultados que con warfarina. Sea como fuere, no hay datos que avalen que el edoxabán presenta un mejor perfil terapéutico o de seguridad que sus antecedentes farmacológicos, rivaroxabán y apixabán.

Hemofilia

EFMOROCTOCOG ALFA

7326.jpg

ELOCTA

®

(Swedish Orphan Biovitrum)

PAM 398

 

El efmoroctocog alfa es una proteína de fusión recombinante con una elevada semivida de eliminación, formada por el factor VIII de coagulación humano con deleción del dominio B, unido al dominio Fc de la inmunoglobulina humana G

1 (IgG

1). Ha sido autorizada para el tratamiento y profilaxis de las hemorragias en pacientes con

hemofilia A. La evidencia proporcionada por los ensayos clínicos disponibles indica que el efmoroctocog alfa constituye una alternativa eficaz a las preparaciones convencionales de factor VIII, incluyendo las formas recombinantes para el tratamiento de la hemofilia A. Por otra parte, mediante la reducción de la frecuencia de las inyecciones, teóricamente podría mejorarse la adherencia a los regímenes profilácticos. En este sentido, puede considerarse como el primer tratamiento para la hemofilia A capaz de ofrecer una protección prolongada frente a los episodios de sangrado mediante inyecciones profilácticas cada 3 a 5 días.

NONACOG GAMMA

7326.jpg

RIXUBIS

®

(Baxalta)

PAM 398

 

El nonacog gamma es una forma recombinante del Factor IX de coagulación. Ha sido autorizada para el tratamiento y profilaxis de hemorragias en pacientes con

hemofilia B (déficit de Factor IX). Los datos clínicos disponibles han demostrado la equivalencia farmacocinética del nonacog gamma con respecto al factor IX de origen extractivo; asimismo, se han establecido adecuadamente su eficacia y su seguridad, tanto en uso profiláctico como a demanda, incluyendo pacientes pediátricos y sometidos a intervenciones quirúrgicas. Aparentemente, no hay diferencias entre el nonacog gamma y los medicamentos con factor IX de origen extractivo disponibles actualmente, ya que a estas alturas las exigencias de seguridad y calidad de estos últimos son lo suficientemente elevadas como para que tal origen condicione su uso clínico.

c. APARATO CARDIOVASCULAR

Insuficiencia cardiaca

SACUBITRILO/VALSARTÁN

7326.jpg

ENTRESTO

®

(Novartis)

PAM 397

PREMIO “PANORAMA 2016”

 

Sacubitrilo_fmt

El medicamento está formado por un complejo equimolecular de sacubitrilo y valsartán. El

sacubitrilo es un profármaco, cuya forma activa (el metabolito LBQ657) inhibe la

neprilisina, una endopeptidasa neutra (NEP) que participa en la degradación proteolítica de diversos péptidos natriuréticos, potenciando así los efectos de estos últimos. Por su parte, el

valsartán es inhibidor del receptor de tipo 1 de la angiotensina II, por lo que previene los efectos de ésta a nivel cardiovascular y renal e inhibe la liberación de aldosterona dependiente de angiotensina II. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca crónica sintomática con fracción de eyección reducida, en adultos.

La introducción de sacubitrilo/valsartán en clínica supone una mejora sustancial dentro de un campo donde hay muy pocas novedades de interés farmacológico o terapéutico en las últimas décadas. La consistencia de los datos clínicos y la mejora de la supervivencia, aunque modesta, van acompañadas por un mecanismo farmacológico innovador, la inhibición de la neprilisina, capaz de impedir la degradación de los péptidos natriuréticos, potenciando así los efectos de estos últimos.

No obstante, precisamente el hecho de que sean diversos tejidos los que son capaces de expresar la neprilisina y, especialmente, por su efecto sobre la degradación del amiloide beta, su inhibición podría plantear la posibilidad de un efecto deletéreo sobre algunos de los mecanismos patológicos de la Enfermedad de Alzheimer. En este sentido, se podría considerar que el sacubitrilo, en tanto que inhibidor de la neprilisina, presenta un cierto riesgo potencial de reducir la degradación de amiloide beta, motivo por el cual esta cuestión se ha incluido dentro del plan de farmacovigilancia del medicamento. Por otro lado, se han detectado en estudios sobre animales (ratas) posibles efectos adversos sobre el hueso y el riñón en especímenes jóvenes y, en particular, una reducción de la masa y de la elongación óseas; aunque no se ha detectado ningún efecto relevante en pacientes humanos adultos en esta materia y el medicamento solo está indicado en pacientes adultos, se ha sugerido que no puede excluirse una interferencia, leve y transitoria en cualquier caso, sobre las primeras etapas de los procesos de consolidación ósea tras una fractura en adultos.

Aunque es evidente que quedan algunas cuestiones pendientes, parece que el complejo sacubitrilo/valsartán es una interesante innovación farmacológica y terapéutica en el campo de la insuficiencia cardiaca, que no incorpora novedades verdaderamente relevantes con frecuencia.

Hipercolesterolemia primaria

EVOLOCUMAB

7326.jpg

REPATHA

®

(Amgen)

PAM 390

 

El evolocumab es un anticuerpo monoclonal con propiedades hipolipemiantes, que actúa uniéndose a la proteína PCSK9, provocando una reducción de la degradación intracelular de los receptores de LDL-colesterol y, en consecuencia, una reducción de los niveles de LDL-colesterol en sangre. La PCSK9 (

Proprotein Convertase Subtilisin/Kexin type 9) es un enzima codificado por el gen del mismo nombre, que se une al receptor de LDL-colesterol presente en los hepatocitos. Cuando la PCSK9 se une al receptor de LDL (R-LDL) presente en la membrana, este sufre un proceso de internalización, pasando al citoplasma donde es degradado. Al bloquear la PCSK9, el evolocumab favorece la permanencia de dichos receptores en la superficie de los hepatocitos y su actividad para retirar las moléculas de cLDL circulantes en el torrente sanguíneo. Además de reducir los niveles de cLDL, el evolocumab facilita también la disminución de los de colesterol total, apolipoproteína B (ApoB), cVLDL, triglicéridos y lipoproteína a, incrementando modestamente los de CHDL y ApoA1.

Ha sido autorizado para el tratamiento de adultos con hipercolesterolemia primaria (familiar heterocigótica y no familiar) o dislipidemia mixta, como complemento a la dieta en combinación con una estatina o con una estatina y otros tratamientos hipolipemiantes en pacientes que no consiguen alcanzar los niveles objetivo de C-LDL con la dosis máxima tolerada de estatina, o bien solo o en combinación con otros tratamientos hipolipemiantes en pacientes intolerantes a las estatinas o en los que las estatinas están contraindicadas. También está indicado en adultos y adolescentes a partir de 12 años con hipercolesterolemia familiar homocigótica en combinación con otros tratamientos hipolipemiantes.

Evidentemente, el evolocumab no es una primera opción de tratamiento de una hiperlipidemia leve o moderada; para ello existen numerosas alternativas mucho más experimentadas, que han demostrado plenamente su eficacia no solo farmacológica – en términos de niveles lipídicos – sino preventiva del riesgo cardiovascular. Sin embargo, las indicaciones autorizadas para el evolocumab incluyen a pacientes de alto riesgo cardiovascular que prácticamente carecen de otras opciones farmacológicas, al ser resistentes o intolerantes a los más potentes hipolipemiantes actualmente disponibles (estatinas) en su mayor dosificación.

Deben considerarse la relevancia sanitaria de las indicaciones autorizadas para el evolocumab, la escasez de alternativas farmacológicas, la magnitud de los efectos obtenidos con el evolocumab, la persistencia de su efecto durante periodos prolongados, el amplio margen de seguridad mostrado hasta ahora, la incorporación de un nuevo mecanismo de acción hipolipemiante que actúa de forma potente y directa sobre los procesos bioquímicos de eliminación de cLDL del torrente circulatorio y, finalmente, la cómoda posología (inyección subcutánea convencional cada dos o cuatro semanas). En definitiva, este conjunto de aspectos favorables determina que este nuevo medicamento sea valorado como una innovación importante.

ALIROCUMAB

7326.jpg

PRALUENT

®

(Sanofi Aventis)

PAM 393

 

El alirocumab es un anticuerpo monoclonal con propiedades hipolipemiantes, que actúa uniéndose a la proteína PCSK9, provocando una reducción de la degradación intracelular de los receptores de LDL-colesterol y, en consecuencia, una reducción de los niveles de LDL-colesterol (cLDL) en sangre. Ha sido autorizado para el trata de pacientes adultos con hipercolesterolemia primaria (familiar heterocigótica y no familiar) o dislipidemia mixta, como tratamiento complementario a la dieta en combinación con una estatina o una estatina con otros tratamientos hipolipemiantes en pacientes que no consiguen alcanzar sus objetivos de cLDL con la dosis máxima tolerada de una estatina; también está indicado en monoterapia o en combinación con otros tratamientos hipolipemiantes en pacientes con intolerancia a las estatinas, o en los que se contraindique el uso de una estatina. Está estrechamente relacionado biológica y farmacológicamente con evolocumab.

Más allá de la comparabilidad cuantitativa del efecto sobre los niveles de cLDL, hay otros aspectos relevantes que afectaron a su valoración inicial. El más relevante, sin duda, es que el evolocumab presentaba

en el momento de su autorización

datos clínicos más consistentes que los de alirocumab: el evolocumab, pero no el alirocumab, había demostrado en el momento de su autorización su eficacia en pacientes con hipercolesterolemia primaria homocigótica, incluyendo a jóvenes de 12 a 18 años de edad, lo cual fue sido autorizado como indicación terapéutica; asimismo, el evolocumab – pero no el alirocumab – presentaba en ese momento datos clínicos que asociaban directamente su empleo con una reducción significativa de más del 50% en la incidencia de eventos cardiovasculares al cabo de un año, en relación con la terapia estándar. Finalmente, había en ese momento estudios clínicos de hasta cinco años de duración con evolocumab, frente a solo poco más de un año con alirocumab.

En definitiva, el alirocumab aparece con un buen hipolipemiante, con propiedades biológicas y farmacológicas similares a las del evolocumab, pero sin aportar ningún aspecto innovador con respecto a éste. Su uso está restringido fundamentalmente como tratamiento de segunda línea para pacientes con hipercolesterolemia primaria familiar o no que no esté adecuadamente controlada con dosis máximas de estatinas – o que no las toleren o estén contraindicadas – o con otros agentes hipolipemiantes de primera elección.

G. TERAPIA GENITOURINARIA

Atrofia vulvovaginal

OSPEMIFENO

7326.jpg

SENSHIO

®

(Shionogi)

PAM 390

 

Ospemifeno_fmt

El ospemifeno es un modulador selectivo de los receptores estrogénicos que ha sido autorizado para el tratamiento de la atrofia vulvovaginal sintomática de moderada a grave en mujeres postmenopáusicas que no cumplen los requisitos para recibir un tratamiento vaginal con estrógenos locales. El ospemifeno está farmacológicamente relacionado con otros fármacos como el raloxifeno y el bazedoxifeno. Sin embargo, estructuralmente, el ospemifeno está químicamente mucho más próximo al toremifeno, a su vez relacionado el tamoxifeno y el clomifeno. El toremifeno actúa sobre los receptores estrógeno, pudiendo ejercer actividad estrogénica, antiestrogénica o ambas a la vez, dependiendo de la duración del tratamiento y del tejido considerado.

El ospemifeno es el primer medicamento autorizado para esta indicación por vía oral, aunque actualmente se dispone de diversos preparados de naturaleza estrogénica de aplicación tópica. Precisamente por ello, se echa de menos la utilización de algún comparador activo en los estudios clínicos pivotales; no obstante, una comparación bibliográfica de la superioridad sobre el placebo con dichos preparados tópicos arroja valores de la misma magnitud que los encontrados con el ospemifeno. Por todo ello y teniendo en cuenta que farmacológicamente tampoco supone aporta nada nuevo, no parece que este nuevo fármaco pueda ser considerado como innovador.

J. TERAPIA ANTIINFECCIOSA SISTÉMICA

Infecciones bacterianas de piel y tejidos blandos

DALBAVANCINA

7326.jpg

XYDALBA

®

(Angelini)

PAM 391

 

La dalbavancina es un antibacteriano del grupo de los glucopéptidos, estructural, farmacológica y espectralmente relacionado con la vancomicina y, en mayor medida aún, con la teicoplanina (que también es lipoglucopéptido, como la dalbavancina). Actúa inhibiendo los procesos de síntesis y reparación de la pared celular bacteriana, provocando la aparición de erosiones o agujeros en la red polimérica de peptidoglucano de la pared y permitiendo así el contacto directo entre citoplasma bacteriano y el agresivo entorno químico externo. La pérdida de la integridad de la pared bacteriana conduce a la formación de protoplastos y, tras la ruptura de la membrana correspondiente, a la muerte de la célula bacteriana. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de infecciones bacterianas agudas de la piel y de los tejidos blandos de la piel en adultos.

La dalbavancina no es inferior a vancomicina ± linezolid en términos de eficacia clínica y microbiológica, y presenta un perfil toxicológico aceptable, también equiparable al del comparador. Sin embargo, aporta un régimen posológico más conveniente que la vancomicina y la teicoplanina, así como sobre linezolid, todos los cuales requieren dosis diarias y una duración mayor (10-14 días), frente a las dos dosis (1º y 8º día) de dalbavancina. Bien es cierto que la nueva oxazolindiona alternativa al linezolid, el tedizolid, solo requiere seis días de tratamiento con una única dosis oral.

La necesidad de incorporar nuevos agentes antibacterianos activos frente a bacterias patógenas multirresistentes nos hace dar la bienvenida a un nuevo agente que, aunque en términos mecanísticos no aporta nada nuevo, sí parece abrir el abanico de opciones disponibles, particularmente en aquellas situaciones en las que sea recomendable un régimen parenteral prolongado.

Infecciones bacterianas intraabdominales, renales y urinarias complejas

CEFTOLOZANO/

TAZOBACTAM

7326.jpg

ZERBAXA

®

(Merck Sharp Dohme)

PAM 392

 

Ceftolozano_fmt

La combinación de ceftolozano/tazobactam está formada por un antibiótico del grupo de los betalactámicos y, en concreto, de las cefalosporinas (ceftolozano), y por un inhibidor de betalactamasas (tazobactam) para ampliar el espectro y la potencia antibacteriana. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de infecciones intraabdominales complicadas, pielonefritis aguda e infecciones del tracto urinario complicadas

El antibiótico actúa uniéndose a PBP (proteínas de unión a penicilinas), con función fundamentalmente de transpeptidasa y endopeptidasa, que provoca un bloqueo de los procesos de síntesis y reparación de la pared bacteriana, lo que se traduce en que la célula bacteriana puede crecer en forma de filamento o esferoblasto, con el resultado de la lisis celular al no poder mantener la presión osmótica adecuada. También se ha sugerido que este efecto podría estar relacionado con la activación de endolisinas bacterianas. La combinación tiene un espectro antibacteriano relativamente amplio, aunque con una acción más marcada sobre gram negativos. El tazobactam es un inhibidor de diversos tipos de betalactamasas producidas por bacterias patógenas, en particular aquellas pertenecientes a los grupos

SHV-1

y

TEM

.

Los datos clínicos disponibles indican que la combinación presenta una eficacia similar a la del levofloxacino en infecciones del tracto urinario complicadas (ITUc) y pielonefritis, y a meropenem, usando la asociación conjuntamente con metronidazol en pacientes con infecciones intraabdominales complicadas. Desde el punto de vista de la seguridad, la combinación manifiesta el característico perfil benigno de los antibacterianos betalactámicos, con infrecuentes y poco relevantes efectos adversos, fácilmente manejables en cualquier caso.

El ceftolozano/tazobactam es una alternativa terapéutica a las existentes como tratamiento empírico cuando exista sospecha clínica o una alta prevalencia local de infección por enterobacterias productoras de betalactamasas de espectro extendido (

BLEE

, como las

CTX-M, SHV

y

TEM

). Asimismo, constituye una alternativa en los casos en los que se demuestre una infección por ciertas cepas multirresistentes, incluyendo cepas multirresistentes de

Pseudomonas aeruginosa.

No obstante, como indicó la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) en su

Informe Público de Evaluación (EPAR),

este medicamento combina una nueva cefalosporina con un veterano inhibidor de betalactamasas que presenta importantes limitaciones en su rango de inhibición. En definitiva, un buen antibiótico que amplía las opciones disponibles en el ámbito de las infecciones complicadas del tracto urinario e intraabdominales, pero que no aporta ningún elemento innovador farmacológico ni clínico.

L. ANTINEOPLÁSICOS Y TERAPIA INMUNOMODULADORA

Melanoma

NIVOLUMAB

7326.jpg

OPDIVO

®

(Bristol Myers Squibb)

PAM 39

1

PEMBROLIZUMAB

7326.jpg

KEYTRUDA

®

(Merck Sharp Dohme)

PAM 39

1

 

Nivolumab y pembrolizumab son anticuerpod monoclonales que se une al receptor de

muerte programada PD-1 (

programmed death 1) presentes en la superficie de los linfocitos T, impidiendo la interacción de este con sus ligandos (PD-L1 y PD-L2). El receptor PD-1 es un regulador negativo de la actividad de los linfocitos T, particularmente en los efectos relacionados con el control de la respuesta inmune de estas células. La unión del receptor PD-1 con dichos ligandos, que están expresados en diversos tipos de células tumorales (así como en las células presentadoras de antígenos, APC), provoca la inhibición de la proliferación de los linfocitos T y de su secreción de citocinas; en consecuencia, el nivolumab potencia la respuesta antitumoral de los linfocitos T.

El nivolumab (Opdivo®) ha sido autorizado para el tratamiento en monoterapia o en combinación con ipilimumab del

melanoma avanzado (irresecable o metastásico) en adultos. También está indicado para el tratamiento de

cáncer de pulmón no microcítico, localmente avanzado o metastásico después de quimioterapia previa, en adultos. Asimismo, está indicado en monoterapia para el tratamiento de

carcinoma de células renales avanzado después de tratamiento previo, en adultos.

Por su parte, el pembrolizumab (Keytruda®) ha sido autorizado para el tratamiento en monoterapia del

melanoma avanzado (irresecable o metastásico) en adultos y para el tratamiento del

cáncer de pulmón no microcítico localmente avanzado o metastásico en adultos cuyos tumores expresen PD-L1 y que hayan recibido al menos un tratamiento de quimioterapia previo.

Los datos disponibles indican claramente que ambos anticuerpos producen un importante beneficio clínico, con un sustancial incremento de la supervivencia en relación a la terapia estándar, por lo que podrían ser considerados como una incorporación relevante, tanto en términos de respuesta objetiva antitumoral como de supervivencia global y de tolerabilidad del tratamiento.

El nivolumab y el pembrolizumab encabezan una serie de agentes biológicos que incorporan un nuevo mecanismo farmacológico al actuar sobre los receptores PD-1, que se traduce en la potenciación de la inmunidad antitumoral natural, a través de la proliferación de linfocitos T y de producción de citocinas por parte de estos. En este sentido, es preciso tener en cuenta que el balance de la inmunidad mediada por las células T es determinante en el control del cáncer, ya que las alteraciones en la interacción de PD-1 y sus ligandos PD-L1 y PD-L2 son utilizadas como un mecanismo de escape inmunológico por las células tumorales facilitando la progresión del cáncer. Se trata, por tanto, de un mecanismo antitumoral que puede afectar de forma relevante a diversos tipos de cáncer, no solo los incluidos entre las indicaciones actualmente autorizadas para ambos fármacos. Queda por establecer, no obstante, cuál es el valor predictivo de la expresión de los biomarcadores PD-L1 o PD-L2 en las diferentes indicaciones.

COBIMETINIB

7326.jpg

COTELLIC

®

(Roche)

PAM 39

8

TRAMETINIB

7326.jpg

MEKINIST

®

(Novartis)

PAM 39

3

 

Trametinib_fmt

Cobimetinib y trametinib son agentes antineoplásicos que actúan inhibiendo potente y selectivamente determinadas

proteína cinasas activadas por mitógenos (MAPK) implicadas especialmente en la proliferación celular tumoral, mediante un bloqueo de los procesos de fosforilación, al competir con ATP/GTP. En concreto, inhiben selectivamente

MEK1 y

MEK2 (mitogen-activated extracellular signal regulated kinase 1 y

2), componentes de la vía de señalización extracelular relacionadas con cinasas (

ERK), al impedir la activación de las

MEK por diversas formas mutadas de la

serina-treonina cinasa BRAF, a su vez relacionadas con la promoción de la proliferación celular en ausencia de factores de crecimiento, lo que se traduce en una inducción de la apoptosis de las células afectadas. En este sentido, más del 65% de los melanomas contienen mutaciones activadoras de la vía extracelular

RAS/RAF/MEK/ERK, entre las que las mutaciones en la cinasa

BRAF están presentes en cerca del 50%, en particular la V600E y

V600K.

Cobimetinib_fmt

Carecen prácticamente de actividad sobre otras

tirosina y

serina/treonina cinasas implicadas en los procesos de señalización celular. Por su parte, vemurafenib y dabrafenib actúan inhibiendo potente y selectivamente las diversas formas mutadas de la

serina/treonina cinasa BRAF. De ahí que la acción conjunta del cobimetinib con el vemurafenib y del trametinib con dabrafenib provoquen un grado mayor de inhibición de la señalización intracelular y una reducción de la proliferación de las células tumorales con mutación

BRAF. Atendiendo a ello, el cobimetinib (Cotellic®) ha sido autorizado para el tratamiento en combinación con vemurafenib de pacientes adultos con melanoma no resecable o metastásico con mutación BRAF

V600; por su parte, el trametinib (Mekinist®) ha sido autorizado para el tratamiento en monoterapia o en combinación con dabrafenib de pacientes adultos con melanoma no resecable o metastásico con mutación

BRAF V600.

El cobimetinib está estrechamente relacionado farmacológicamente con otros miembros de la serie de inhibidores de proteína cinasas. Aunque se aprecia una cierta diversidad estructural entre todos ellos, es evidente el paralelismo estructural entre cobimetinib con el gefitinib. En cualquier caso, todos ellos guardan – en mayor o menor grado – una familiaridad química con las moléculas de ATP y GTP, con las cuales compiten para provocar el bloqueo de la cinasa correspondiente.

Obviamente, el trametinib también está estrechamente relacionado farmacológicamente con otros miembros de la serie de inhibidores de proteína cinasas. Aunque se aprecia una cierta diversidad estructural entre todos ellos, es evidente el paralelismo estructural entre trametinib con el vemurafenib y, especialmente, el afatanib.

Las combinaciones inhibidores de

MEK y de

BRAF están ofreciendo una respuesta mejorada frente al melanoma, que sigue siendo un reto importante, habida cuenta del rápido desarrollo de resistencia tumoral a las líneas farmacológicas actuales. En última instancia, la elección entre las diversas opciones farmacológicas debe individualizarse para cada paciente, teniendo en cuenta criterios clínicos y en particular la agresividad y el perfil bioqímico y genético de la enfermedad.

Carcinoma de células basales

VISMODEGIB

7326.jpg

ERIVEDGE

®

(Roche)

PAM 394

 

Vismodegib_fmt

El vismodegib es un inhibidor de la ruta

hedgehog, implicada en la evolución del carcinoma de células basales. La ruta

hedgehog guía la activación y la localización nuclear de los

factores de transcripción de oncogén asociados a glioma (

gli) y la inducción de los genes diana

hedgehog (Hh), a través de la proteína transmembrana

smoothened (

smo). Tales factores aparecen como involucrados en la proliferación, supervivencia y diferenciación celular de la gran mayoría (80-90%) de los cuadros de carcinoma de células basales cutáneas. El fármaco se une e inhibe la proteína

smo, por lo que bloquea la señal de transducción

hedgehog.

El medicamento ha sido

autorizado condicionalmente para el tratamiento de pacientes adultos con carcinoma de células basales metastásico sintomático o localmente avanzado y no candidatos para cirugía o radioterapia.

El vismodegib es una pequeña molécula sintética, cabeza de serie de un grupo de productos con potencial antineoplásico que deriva de las observaciones realizadas en la década de los 50 del pasado siglo realizadas con la

ciclopamina, un alcaloide esteroídico presente en la planta

Veratrum californicum, que está estructuralmente relacionado con la

jervina (de hecho, se trata de la 11-desoxojervina).

El término ciclopamina deriva de la ciclopía

4

provocada a las ovejas cuyas madres fueron alimentadas con forrajes que contenían

V. californicum, observada en una granja de Idaho, y que fueron el origen de la investigación por parte del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. Tanto la ciclopamina como la jervina desarrollan potentes efectos teratógenos y antitumorales, como consecuencia de su capacidad para bloquear las respuestas celulares del sistema de señalización

hedgehog, mediante su unión a proteína

smo.

Es importante tener en cuenta que el vismodegib puede existir en su forma cristalina como varios polimorfos, de los que el B es la única forma que ha sido utilizada en el desarrollo clínico del medicamento. Asimismo, el tamaño de partícula de la forma sólida es considerado como crítico para el proceso de disolución y, por tanto, de absorción digestiva.

El vismodegib supone una nueva opción terapéutica para cuadros realmente infrecuentes pero muy complicados, inabordables terapéuticamente mediante cirugía o radioterapia; asimismo, puede ser administrado por vía oral (aunque con limitaciones en su biodisponibilidad) y proporciona una vía farmacológica innovadora, que además es potencialmente útil en otras formas diversas de cáncer. Todo ello, no obstante, sin olvidar su notable potencial toxicológico y teratogénico.

Leucemia linfocítica crónica

IDELALISIB

7326.jpg

ZYDELIG

®

(Gilead)

PAM 393

 

Idedalisib_fmt

El idelalisib es un agente antineoplásico que inhibe selectivamente la fosfatidilinositol 3-cinasa p110

δ

(PI3K

δ

), cuya actividad enzimática está potenciada en las neoplasias de linfocitos B, al estar implicada en numerosas vías bioquímicas de señalización que impulsan la proliferación, supervivencia, migración y retención de las células tumorales en los tejidos linfoides y en la médula ósea. El efecto final de todo el proceso es la inducción de la apoptosis y la inhibición de la proliferación de las células tumorales primarias y de las líneas celulares derivadas de los linfocitos B tumorales. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento, en combinación con rituximab, de los pacientes adultos con

leucemia linfocítica crónica

que han recibido al menos un tratamiento anterior o como tratamiento de primera línea en presencia de la deleción 17p o de la mutación TP53 en pacientes no adecuados para quimioinmunoterapia. También está indicado en monoterapia de los pacientes adultos con

linfoma folicular

refractario a dos líneas de tratamiento anteriores.

El idelalisib presenta una estructura química que recuerda abiertamente al núcleo purínico del ATP, lo que justifica su acción sobre la PI3K

δ, compitiendo con el ATP e impidiendo a éste su unión con el dominio catalítico del enzima. Las particularidades estructurales del dominio catalítico de cada una de las isoformas de PI3K ha permitido el desarrollo de moléculas capaces de actuar de forma selectiva sobre determinadas isoformas, como es el caso del idelalisib sobre la PI3K

δ. En este sentido, en ensayos

in vitro, el idelalisib es unas 450 veces más potente inhibiendo la PI3K

δ que la PI3K

α, 210 que la PI3K

β y 110 que PI3K

γ.

Ciertamente, los datos clínicos de eficacia no son muy robustos en el caso del linfoma folicular y de duración relativamente corta en el de la leucemia linfocítica crónica (debido a que rápidamente se constató la superioridad sobre el placebo). Sin embargo, debe hacerse constar dos aspectos farmacológicos de interés, como son el hecho de que su administración es oral y, lo que puede ser mucho más relevante, su mecanismo de acción es completamente innovador, incorporando la diana farmacológica de la fosfatidilinositol 3-cinasa p110

δ (PI3K

δ), cuya actividad enzimática está potenciada en las neoplasias de linfocitos B, al ámbito de los agentes antineoplásicos.

En definitiva, un nuevo medicamento que parece tener un papel relevante como tratamiento de segunda línea en la leucemia linfocítica crónica, especialmente para pacientes de altos riesgo y con comorbilidades múltiples y un prometedor agente para los linfomas no-Hodgkin.

IBRUTINIB

7326.jpg

IMBRUVICA

®

(Janssen Cilag)

PAM 392

 

Ibrutinib_fmt

El ibrutinib es un agente antineoplásico que actúa inhibiendo de forma irreversible y selectiva a la

tirosina cinasa de Bruton (BTK), un miembro de las familia de las

tirosina cinasas Tec que participa en la señalización bioquímica del receptor de antígenos (BCR) y del receptor de citocinas de los linfocitos B, implicados en la patogenia de diversas neoplasias de linfocitos B. Dicha inhibición impide la adhesión y migración dependientes de integrinas de los linfocitos B. Ha sido autorizado, como medicamento huérfano, para el tratamiento de pacientes adultos con

linfoma de células del manto en recaída o refractario; asimismo, sea autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con

leucemia linfática crónica que han recibido al menos un tratamiento previo, o en primera línea en presencia de deleción del 17p o mutación de TP53 en pacientes en los que la inmuno-quimioterapia no se considera apropiada. Finalmente, también ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con

macroglobulinemia de Waldenström que han recibido al menos un tratamiento previo, o en tratamiento de primera línea en pacientes en los que la inmuno-quimioterapia no se considera apropiada.

El Ibrutinib está estrechamente relacionado farmacológicamente con otros miembros de la serie de inhibidores de tirosina cinasas. Presenta una evidente relación estructural con el afatanib y el vandetanib. El ibrutinib se une de forma muy selectiva a un tipo específico de tirosina cinasas, la

tirosina cinasa de Bruton (BTK) y, en concreto, se fija específicamente en el hueco enzimático para el ATP, formando un enlace covalente con un resto de cisteína (

Cys-481), lo que determina el carácter irreversible del bloqueo.

En resumen, el ibrutinib viene a asumir un papel relevante en el tratamiento de un conjunto de linfomas que, aunque de muy baja prevalencia (al fin y al cabo, estamos ante un medicamento huérfano), actualmente no tienen un buen tratamiento especialmente en aquellos casos refractarios o recidivantes tras quimio e inmunoterapia. Desde el punto de vista farmacológico, nos encontramos no ante el enésimo inhibidor de tirosina cinasas, sino ante el primer inhibidor selectivo de un tipo muy especial que está particularmente implicado en la génesis de estos linfomas, la tirosina cinasa de Bruton (BTK); lo cual, unido a una cómoda administración oral única al día, nos lleva a considerar al ibrutinib como un medicamento portador de una innovación importante.

Mieloma múltiple

CARFILZOMIB

7326.jpg

KYPROLIS

®

(Amgen)

PAM 399

 

Carfilmozib_fmt

El carfilzomib es un antineoplásico que actúa como un inhibidor selectivo e irreversible de la actividad quimotripsina del complejo enzimático proteasoma 20S, lo que induce la acumulación de proteínas poliubiquitinadas proaptóticas y esto, en última instancia, provoca la detención del ciclo celular, facilita la apoptosis e inhibe la tumorigénesis. Ha sido autorizado para el tratamiento, en combinación con lenalidomida y dexametasona o dexametasona sola, de pacientes adultos con mieloma múltiple que han recibido como mínimo un tratamiento previo.

El carfilzomib es un tetrapéptido que presenta un agrupamiento de epoxicetona – altamente reactivo – en el extremo de su molécula. Se une de forma selectiva e irreversible al resto de treonina en el extremo N-terminal de los sitios activos del proteasoma 20S, el núcleo proteolítico del proteasoma 26S. Carece de actividad significativa sobre otros complejos o enzimas proteolíticos. Está estrechamente relacionado con el bortezomib, aunque carece del resto de ácido borónico característico de este último. La sustitución de este agrupamiento por la epoxicetona en el carfilzomib hace que este gane en selectividad de acción sobre el proteasoma y, al mismo tiempo, determina el carácter irreversible de su unión al mismo.

El carfilzomib supone una evolución en el ámbito de los inhibidores del proteasoma, una herramienta celular fundamental en el control del ciclo vital celular y de la apoptosis, particularmente en el ámbito tumoral. Su efecto irreversible y su mayor selectividad sobe la función enzimática de tipo quimotripsina del proteasoma en relación a su antecesor, el bortezomib, se traduce en un efecto antitumoral más potente y eficaz que el de éste, pero también algo más tóxico.

A pesar de las mejoras incorporadas en el tratamiento del mieloma, especialmente con el bortezomib y la pomalidomida (tras la talidomida y lenalidomida), la mayoría de los casos acaban por hacerse resistentes y ello sin contar con el importante porcentaje de pacientes que son refractarios a un primer tratamiento. Por ello, la incorporación del carfilzomib supone un avance moderado pero real en el tratamiento del mieloma múltiple.

Cáncer de ovario

OLAPARIB

7326.jpg

LYNPARZA

®

(AstraZeneca)

PAM 392

 

Olaparib_fmt

El olaparabib es un agente antineoplásico que actúa como inhibidor de varios isoenzimas (1, 2 y 3) de la familia de las PARP (

poli-ADP-ribosa polimerasas), implicadas en los mecanismos de reparación del ADN, tanto en células normales como neoplásicas. Uno de los mecanismos alternativos a las PARP consiste en la intervención de dos proteínas, BRCA1 y BRCA2. Cuando uno de estos genes tiene una mutación, el daño al ADN no puede repararse adecuadamente y, como resultado, las células tienen más probabilidad de presentar alteraciones genéticas adicionales que pueden conducir al cáncer. En torno al 40% de las mujeres que heredan una mutación dañina del

BRCA1 y 15% de las que heredan una mutación dañina del

BRCA2 padecerán cáncer de ovario a lo largo de su vida; las mutaciones conjuntas en el

BRCA1 y en el

BRCA2 están presentes en cerca del 15% de los cánceres de ovarios en general. En este sentido, en el carcinoma de ovario hereditario, los genes BRCA1 y BRCA2 están mutados, aunque se postula que también en el carcinoma de ovario esporádico puede existir algún tipo de disfunción de esta vía. El olaparib actúa selectivamente sobre líneas celulares con BRCA mutante o con baja expresión BRCA, especialmente con respecto al BRCA2.

El olaparib ha sido autorizado como medicamento huérfano para la monoterapia para el tratamiento de mantenimiento de pacientes adultas con cáncer de ovario epitelial seroso de alto grado, trompa de Falopio, o peritoneal primario, con mutación BRCA (germinal y/o somática), sensible a platino, en recaída, que están en respuesta (respuesta completa o parcial) a quimioterapia basada en platino.

El olaparib es el primer miembro de la serie de inhibidores de las PARP que ha sido comercializado. Inicialmente, se investigó también al iniparib, pero su investigación fue detenida por la compañía titular (Sanofi) en 2013, debido a sus resultados clínicos insatisfactorios. Aunque farmacológicamente el olaparib tiene un mecanismo de acción diferente del de los demás antineoplásicos actualmente utilizados, en términos estructurales guarda un inequívoco paralelismo químico con la serie de los inhibidores de tirosina cinasas (“inib”), particularmente con el gefitinib y otros como vandetanib, afatinib, lapatinib o erlotinib; todos ellos tienen un núcleo quinazolínico, mientras que en el caso del olaparib es ftalazínico. Igualmente, el olaparib lleva ligado un resto bencílico, que es de fenilamina en los inhibidores de tirosina cinasas, con la presencia de un átomo de flúor. Este paralelismo estructural, al menos en una parte de la molécula, sugiere que el mecanismo de bloqueo inhibitorio de las enzimas diana es similar, aunque las diferencias en el resto de la molécula sea el determinante de la especificidad del sustrato que, en el caso de los “inib” son diversas tirosina cinasas mientras que son las PARP con los “parib”.

Actualmente, existe alguna alternativa (aunque no específica para los tumores BRCA mutantes), como el bevacizumab asociado a carboplatino y gemcitabina, con datos de supervivencia libre de progresión tumoral 4 meses mayores que con placebo y sin afectar aparentemente a la supervivencia global. Estos datos están en la misa línea que los obtenidos con olaparib, aunque – como siempre – hay que tener presente que estas comparaciones indirectas carecen de rigor, tanto cualitativa como cuantitativamente. En cualquier caso, puede considerarse a este nuevo medicamento como tratamiento de elección en pacientes que cumplan todos los siguientes criterios: recaída de un cáncer de ovario, trompa de Falopio o primario peritoneal que se haya producido más de 6 meses después de la finalización del penúltimo tratamiento con platino; respuesta al tratamiento con platino realizado para la última recaída; al menos dos terapias con platino (incluyéndose la inicial y la de la última recaída); mutación en BRCA 1 y/o BRCA 2 (germinal o somática).

Quedan muchas cuestiones por resolver, incluyendo la disponibilidad efectiva y generalizada de los sistemas de análisis del estatus BRCA y la optimización de la indicación (mantenimiento o recaída tumoral). Además, es preciso conocer más acerca de los posibles efectos a medio y largo plazo, particularmente sobre el riesgo de mielodisplasia y de leucemia mieloide aguda, para lo que también se esperan los resultados del estudio en fase III en curso. En definitiva, un fármaco que aporta un nuevo e interesante mecanismo de acción antineoplásico ligado a marcadores tumorales muy específicos, lo que amplía el abanico de opciones terapéuticas disponibles, aunque con resultados clínicos muy modestos y con un margen importante de incertidumbre. Con todo, este mecanismo podría tener implicaciones sustanciales en diversos tumores sólidos, como mama, estómago y páncreas.

Enfermedad de Castleman

SILTUXIMAB

7326.jpg

SYLVANT

®

(Janssen Cilag)

PAM 393

 

El siltuximab es un anticuerpo monoclonal que se une selectivamente con la forma soluble bioactiva de la interleucina 6 (IL-6), impidiendo la unión de ésta con sus receptores (IL-6R), tanto de membrana como solubles, y con ello su activación. Ha sido autorizado como medicamento huérfano para el tratamiento de la enfermedad de Castleman multicéntrica en pacientes adultos que son negativos para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y el herpesvirus humano-8 (HVH-8).

No hay ningún otro medicamento oficialmente autorizado en la Unión Europea para el tratamiento de la enfermedad de Castleman multicéntrica no viral y, además, los tratamientos actualmente disponibles (corticosteroides y antineoplásicos) no producen resultados antitumorales relevantes. Es cierto que, por el momento, se ignora en qué medida – si es que lo hace – el siltuximab puede incrementar la supervivencia global de los pacientes, y que la eficacia de su tratamiento está fundamentalmente confinada a la respuesta sintomática sistémica, con resultados antitumorales muy modestos en solo la tercera parte de los pacientes tratados; sin embargo, debe considerarse a este nuevo fármaco como una nueva aportación de interés, dada la penuria terapéutica existente en este campo.

Fibrosis pulmonar idiopática

NINTEDANIB

7326.jpg

OFEV

®

(Boehringer Ingelheim)

PAM 390

 

Nintedanib_fmt

Nintedanib es un inhibidor de diversas tirosina cinasas que ha sido autorizado como medicamento huérfano para el tratamiento en adultos de la fibrosis pulmonar idiopática. Actúa fundamentalmente sobre tirosina cinasas acopladas a los receptores de los factores de crecimiento derivados de plaquetas

α y

β (PDGFR

α y

β), los del factor del crecimiento de fibroblastos 1, 2 y 3 (FGFR 1-3), y los del factor del crecimiento del endotelio vascular 1, 2 y 3 (VEGFR 1-3), lo que impide la activación de sus respectivas cascadas de señalización bioquímica intracelular, que están íntimamente implicadas en los procesos de proliferación, migración y diferenciación de los fibroblastos en miofibroblastos pulmonares en los pacientes con fibrosis pulmonar idiopática.

El nintedanib fue diseñado por los laboratorios Boehringer Ingelheim específicamente para inhibir determinados receptores de factores de crecimiento implicados en procesos de proliferación y diferenciación celular. En concreto, mostró un elevado poder antiangiogénico, que le hacía muy apropiado como agente citotóxico en diferentes tipos de cáncer, particularmente gastrointestinales, ginecológicos, de mama y de pulmón (no microcítico). Asimismo, atendiendo a la estrecha implicación de los receptores de los factores de crecimiento de plaquetas (

PDGFR), los de fibroblastos (

FGFR) y los del endotelio vascular (

VEGFR) en la patogenia de la fibrosis pulmonar idiopática, se orientó al fármaco también hacia esta indicación, dado su perfil bioquímico.

Estructuralmente, el nintedanib recuerda al ATP (adonosina trifosfato) y, de hecho, es capaz de suplantar a esta molécula en las zonas de unión de determinadas cinasas, impidiendo el acceso del ATP y, con ello, privando a dichos receptores del suministro energético preciso para el inicio de la activación de señalización bioquímica en el interior celular.

La fibrosis pulmonar idiopática es una enfermedad grave, con un pronóstico muy malo, por lo que cualquier nueva opción terapéutica que aparezca es siempre bienvenida, particularmente si es capaz de actuar frenando el curso evolutivo de incapacitación pulmonar de la enfermedad; sin embargo, es evidente que, aunque clínicamente útil, el nintedanib tiene un efecto modesto. En este sentido, se trata del segundo medicamento en recibir la autorización para esta indicación, tras la

pirfenidona

(

Esbriet®)

, la cual ha demostrado producir un notable y estadísticamente significativo descenso del 48% del riesgo de muerte – durante un año de tratamiento – por cualquier causa, que alcanza el 68% en la muerte relacionada con la fibrosis pulmonar, algo que está por demostrar con el nintedanib. Sea como fuere, nintedanib supone una nueva aportación en este ámbito, con un perfil farmacológico mejor conocido – pero aparentemente diferente – que el de la pirfenidona, lo que amplía las opciones terapéuticas en esta indicación.

Psoriasis

APREMILAST

7326.jpg

OTEZLA

®

(Celgene)

PAM 391

 

Apremilast_fmt

El apremilast es un inhibidor selectivo de la fosfodiesterasa de tipo 4 (PDE4), implicada en el metabolismo de AMPc; como tal, incrementa los niveles intracelulares de este y facilita la reducción de la expresión de citocinas proinflamatorias, fundamentalmente factor de necrosis tumoral (TNF) e interleucina 12 (IL-12); asimismo, parece modular los niveles de otras citocinas, en este caso de carácter antiinflamatorio, como la IL-10. La interleucina IL-12 es producida fundamentalmente por macrófagos e induce la liberación de

interferón gamma

(IFN

γ

) por poblaciones de linfocitos Th1, el cual induce la formación de

factor nuclear

κ

B

(NF

κ

B), implicado directamente en los procesos hiperproliferativos de la epidermis en la progresión de la placa psoriásica.

El apremilast es un inhibidor de la PDE4 que está estructural y farmacológicamente relacionado con el roflumilast, aunque este último está autorizado para el tratamiento de la EPOC, mientras que el apremilast lo ha sido para su uso, solo o en combinación con fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME), para el tratamiento de la

artritis psoriásica

activa en pacientes adultos que han tenido una respuesta inadecuada o han presentado intolerancia al tratamiento previo con un FAME; también está indicado en el tratamiento de la

psoriasis en placas

crónica de moderada a grave en pacientes adultos que no han respondido o tienen contraindicado o no toleran otro tratamiento sistémico, incluyendo ciclosporina, metotrexato o psoraleno y luz ultravioleta A (PUVA).

El apremilast no muestra ninguna selectividad marcada hacia ninguna isoforma específica de PDE4 (A4, B2, C2, D3, etc.), a diferencia de lo que ocurre con otros inhibidores de la PD4 (roflumilast, cilomilast, etc.), lo que ha sido relacionado con una menor incidencia de efectos adversos y un mejor índice terapéutico (

Scett, 2010).

El apremilast es el primer inhibidor de la PDE4 autorizado para su uso en estos cuadros psoriásicos, por lo que supone una ampliación de las opciones farmacológicas en tales condiciones patológicas. Por otro lado, se administra por vía oral y su perfil de toxicidad es benigno, al menos en relación con otros medicamentos (FAME y biológicos) empleados en estas mismas indicaciones. La comparación indirecta – con todas las reservas que ello implica – con agentes biológicos empleados en dichas indicaciones sugiere que el efecto clínico es menos marcado con el apremilast, por lo que no parece ser una alternativa adecuada para el tratamiento de cuadros intensos o graves, o que requieran una respuesta rápida en función de las características del paciente; sin embargo, podría ser una alternativa en aquellos que, atendiendo al perfil de seguridad del tratamiento y las condiciones del paciente, aconsejen la elección de opciones con mayor tolerabilidad.

n. SISTEMA NERVIOSO

Enfermedad de Parkinson

SAFINAMIDA

7326.jpg

XADAGO

®

(Zambon)

PAM 391

 

Safinamida_fmt

La safinamida es un agente antiparkinsoniano que actúa fundamentalmente como inhibidor reversible y altamente selectivo (más de 1000 veces) de la MAO tipo B, lo que bloquea el metabolismo prematuro de la dopamina y provoca un aumento en sus niveles extracelulares en el cuerpo estriado. El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con enfermedad de Parkinson idiopática como tratamiento complementario a una dosis estable de levodopa sola o en combinación con otros medicamentos antiparkinsonianos, en pacientes en fase media o avanzada con fluctuaciones.

El mecanismo IMAO-B aproxima la safinamida a la selegilina y a la rasagilina, mientras que el efecto sobre los canales de membranas neuronales lo hace con relación a lacosamida y rufinamida, dos fármacos antiepilépticos. En ambos casos, se aprecia una relativa familiaridad química que sugiere una obvia relación estructura-actividad.

Constituye una nueva alternativa a considerar en los pacientes con Parkinson avanzado y con fluctuaciones motoras que no estén adecuadamente controlados con levodopa sola o asociada a otros antiparkinsonianos, pero sin que aporte ningún aspecto innovador.

Epilepsia

BRIVARACETAM

7326.jpg

BRIVIACT

®

(UCB Pharma)

PAM 399

 

Brivaracetam_fmt

El brivaracetam es un inhibidor de la

exocitosis de neurotransmisores (incluyendo la de glutamato y aspartato), mediante la actuación selectiva sobre

la proteína 2A de las vesículas sinápticas (SV2A), previniendo con ello la extensión de la onda epiléptica excitatoria a partir del foco epileptógeno. La SV2 es una glucoproteína de transmembrana presente en las neuronas, donde es necesaria para la neurotransmisión normal mediante su intervención en la regulación de la exocitosis estimulada por calcio (Ca

2+

). El brivaracetam está estrechamente relacionado con el levetiracetam, tanto farmacológica como estructuralmente y ha sido autorizado para la terapia concomitante en el tratamiento de las crisis de inicio parcial con o sin generalización secundaria en adultos y adolescentes a partir de 16 años de edad con epilepsia.

El brivaracetam, como el levetiracetam, son análogos moleculares del piracetam, un antiguo medicamento de difícil encaje farmacológico que habitualmente se incluye dentro de los denominados fármacos

nootrópicos

. A pesar de que la estructura sugiere una cierta relación con el GABA, dado el anillo de pirrolidona (que puede considerarse como una forma cíclica de GABA, por condensación de sus grupos carboxilo y amina, formando una lactama), lo cierto es que su mecanismo de acción no está relacionado con este neurotransmisor inhibitorio.

Lamentablemente, no se dispone de estudios directamente comparativos con su precedente farmacológico, el levetiracetam, aunque la comparación indirecta – de valor meramente orientativo – no parece indicar diferencias en eficacia dignas de mención. En términos de seguridad, el perfil tampoco parece mostrar diferencias cualitativas relevantes.

Depresión

VORTIOXETINA

7326.jpg

BRINTELLIX

®

(Lundbeck)

PAM 392

 

Vortioxetina_fmt

La vortioxetina es un agente antidepresivo que actúa genéricamente modulando la actividad y el transporte de la serotonina (5-HT), a través de la activación o el bloqueo de varios tipos de receptores serotonérgicos y de la inhibición del transportador de serotonina. Este amplio perfil bioquímico es capaz de afectar no solo a la actividad neurológica de la serotonina sino también a la de otros neurotransmisores a nivel central: noradrenalina, dopamina, histamina, acetilcolina, GABA y glutamato. Aunque no se conoce en qué medida cada uno los efectos bioquímicos es responsable de la actividad antidepresiva y ansiolítica manifestada por el fármaco, los efectos bloqueantes sobre el receptor 5-HT

3

y el transportador 5-HTT son considerados globalmente como los más relevantes terapéuticamente. El medicamento ha sido autorizado oficialmente para el tratamiento de episodios de depresión mayor en adultos.

La vortioxetina forma parte de la serie química de las bis-aril-sulfanil aminas. No obstante, es evidente la existencia de una significativa familiaridad química – y farmacológica – con otros antidepresivos, especialmente inhibidores de la recaptación de serotonina y/o de noradrenalina; en este sentido, cabe indicar la marcada proximidad de la vortioxetina con la paroxetina.

El medicamento representa una alternativa más entre los actualmente disponibles para el tratamiento de la depresión, pero sin que represente una ventaja en cuanto a su eficacia antidepresiva. No obstante, se ha apuntado que éste podría ser considerado como el primer representante de un nuevo grupo de antidepresivos, debido a la particularidad de su mecanismo de acción y por formar parte de una nueva serie química; pero ni lo uno ni lo otro puede aceptarse, al menos sin las debidas matizaciones. En este sentido, es importante tener en cuenta que los antidepresivos forman un amplísimo conjunto de fármacos con perfiles bioquímicos muy complejos, en los que participan diversos receptores de múltiples neurotransmisores y muchos de sus sistemas de transporte y recaptación neuronal. La clasificación en grupos (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, etc.) es meramente orientativa, ya que, en realidad, no puede establecerse una pauta bioquímica única (un marcador biológico) que se relacione explícitamente con la actividad antidepresiva (ni con la ansiolítica, manifestada en algunos antidepresivos). Por otro lado, químicamente, la vortixetina muestra una evidente familiaridad química con otros antidepresivos, tales como la paroxetina. Por estos motivos, afirmar que la vortioxetina “inaugura un nuevo grupo de antidepresivos” puede resultar, cuando menos, arriesgado.

En definitiva, un nuevo antidepresivo más a agregar al nutrido grupo de fármacos útiles para afrontar la depresión mayor, pero sin ninguna ventaja o innovación aparente sobre los actualmente disponibles.

r. APARATO RESPIRATORIO

Asma

MEPOLIZUMAB

7326.jpg

NUCALA

®

(Glaxo SmithKline)

PAM 397

 

La inflamación eosinofílica identifica un fenotipo de asma que representa el 40-60% de todos los casos, cuyo nivel de gravedad se correlaciona con la cantidad de eosinófilos en sangre y esputo. En estos pacientes, los eosinófilos activados, además de tener su apoptosis inhibida, contienen enzimas inflamatorias capaces de dañar el epitelio respiratorio y generan mediadores que amplifican la respuesta inflamatoria. Asimismo, son capaces de segregar leucotrienos, que juegan un papel importante en la fisiopatología del asma, al provocar broncoconstricción e hipersecreción de moco. El ciclo biológico completo de los eosinófilos, desde su producción en la médula ósea hasta alcanzar el lugar donde se ha producido un proceso inflamatorio, de la producción a su reclutamiento, de la activación a la apoptosis, está estrictamente modulado por la interleucina 5 (IL-5) y su receptor específico (IL-5R).

El mepolizumab es un anticuerpo monoclonal que se une selectivamente y con elevada afinidad a la cadena

α del receptor de la interleucina 5 (IL-5R

α), impidiendo las acciones de la IL-5 sobre el ciclo biológico de los leucocitos eosinófilos. Ha sido autorizado para el tratamiento adicional en pacientes adultos con asma eosinofílica refractaria grave.

No cabe duda de que el mepolizumab inaugura una nueva diana farmacológica, al actuar directamente sobre la principal vía de señalización bioquímica que controla el ciclo vital de los eosinófilos, cuyo protagonismo en el asma ya ha sido puesto de relieve. Por otro lado, la tasa de reducción de la frecuencia de las exacerbaciones en este tipo de pacientes – prácticamente en el último escalón terapéutico del asma – es sustancial, sobre todo si se tiene en cuenta la ausencia de opciones más allá de utilizar dosis creciente de corticosteroides sistémicos.

En este sentido, el ahorro del consumo de estos últimos es una buena noticia, ya que cualquier reducción de la dosis de 5 mg o más de prednisona oral al día (o de otro corticosteroide en dosis equipotentes) debe ser considerada como clínicamente relevante, en la medida en que la gran mayoría de los pacientes con asma grave tratados con corticosteroides sistémicos, presentan notables complicaciones relacionadas o potenciadas por estos (cataratas, obesidad, diabetes tipo 2, osteoporosis, dispepsia, hipertensión, etc.).

Hasta el momento, la única opción terapéutica disponible para los cuadros graves de asma no controlados son el omalizumab y los corticosteroides sistémicos. Por este motivo, la disponibilidad de una nueva vía farmacológica, aunque con resultados clínicos modestos, debe ser valorada favorablemente, especialmente si se tiene en cuenta el benigno perfil toxicológico del mepolizumab. Sin embargo, es importante delimitar el perfil del potencial beneficiario del mepolizumab, con el fin de alcanzar el mayor nivel de respuesta clínica. En este sentido, los potenciales respondedores al tratamiento con mepolizumab son aquellos pacientes con persistente eosinofilia sistémica y en epitelio respiratorio, usuarios de altas dosis de corticosteroides en inhalación y sistémicos, con un inadecuado control de los síntomas, con un alto impacto sobre su calidad de vida y con varias exacerbaciones asmáticas al año que obligan a la hospitalización o la consulta de urgencia; en general, las mejores respuestas se obtienen en pacientes con más de 500 eosinófilos/µL.

v. VARIOS

Reversión de la actividad anticoagulante del dabigatrán

IDARUCIZUMAB

7326.jpg

PRAXBIND

®

(Boehringer Ingelheim)

PAM 395

 

El idarucizumab es un fragmento de anticuerpo monoclonal (

Fab) humanizado que se une al dabigatrán con una elevada afinidad, formando un complejo estable que impide la acción anticoagulante del dabigatrán sobre la trombina (Factor II). El medicamento ha sido autorizado para su uso en pacientes adultos tratados con dabigatrán cuando se necesita una reversión rápida de sus efectos anticoagulantes para intervenciones quirúrgicas de urgencia o procedimientos urgentes, o en el caso de hemorragias potencialmente mortales o no controladas. El efecto reversor del idarucizumab sobre el efecto anticoagulante del dabigatrán tarda apenas 5 o 6 minutos en manifestarse tras su administración y se mantiene durante al menos 72 horas, según los datos procedentes de los estudios realizados sobre voluntarios sanos.

Actualmente, el tratamiento de la hemorragia inducida por dabigatrán o la reversión de su actividad antes de un procedimiento invasivo de emergencia ha sido objeto de numerosas aportaciones de expertos y de guías clínicas; todas ellas consideran que la administración de carbón activado es una de las primeras medidas, si la ingesta es reciente. Asimismo, el tratamiento de soporte es esencial, con una atención especial para mantener la perfusión renal y la producción de orina, debido a que el dabigatrán se elimina principalmente por vía renal. Dado que la semivida de eliminación del dabigatrán es relativamente corta (media de 14 horas), la mayoría de los episodios de hemorragia pueden ser manejados mediante tratamiento convencional de soporte; incluso, si el paciente está hemodinámicamente estable, la hemodiálisis puede ser considerada en caso de sobredosis con dabigatrán. Por otro lado, actualmente se dispone de preparados con complejos de protrombina o de complejo coagulante antiinhibidor (

Feiba®), que han demostrado

in vitro su potencial en esta indicación; sin embargo, es cierto que la evidencia clínica de su utilidad en este caso es débil y, por otro lado, estos productos tienen un claro efecto protrombótico que tiene que ser cuidadosamente sopesado en función del estado clínico de cada paciente.

Qué duda cabe de que la incorporación de un antídoto específico en el ámbito de la anticoagulación es una noticia relevante; pero es preciso matizar este optimismo. Para empezar, debe considerarse que la disponibilidad de antídotos de los anticoagulantes de acción directa (inhibidores de los Factores II o X) podría relajar las medidas de precaución con que actualmente se manejan. En este sentido, debe recordarse que los anticoagulantes cumarínicos (acenocumarol, warfarina) también disponen de antídotos de acción rápida, como los mencionados complejos protrombínicos, pese a lo cual los cuadros hemorrágicos graves e incluso mortales todavía siguen siendo un problema relevante. Esto se debe fundamentalmente a dos cuestiones: la morbimortalidad asociada a las hemorragias se relaciona en buena parte con la patología subyacente de los pacientes y, en muchas ocasiones, la intervención correctora se realiza cuando la hemorragia ya ha producido daños irreversibles. En definitiva, incluso hasta el más perfecto antídoto solo constituye una parte de la solución al problema de la necesidad de reversión de la actividad anticoagulante.

Por todo ello, la incorporación del idarucizumab debe valorarse como una mejora de la seguridad de los pacientes anticoagulados con dabigatrán; sin embargo, no es la respuesta a todas las necesidades de estos pacientes, dado que, como ya se ha dicho, un antídoto – por eficaz que sea – solo es una parte de las medidas que los pacientes requieren: mejora (y, sobre, mayor celeridad) de los diagnósticos ambulatorios y hospitalarios, y desarrollo de protocolos de actuación sobre pacientes ingresados en urgencias con cuadros hemorrágicos severos. Sea como fuere, a pesar de sus limitaciones, el idarucizumab constituye la única alternativa oficialmente autorizada para revertir específicamente el efecto anticoagulante del dabigatrán en las indicaciones señaladas.

Hiperfosfatemia asociada a insuficiencia renal

OXIHIDRÓXIDO

SUCROFÉRRICO

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VELPHORO

®

(Vifor Frexenius)

PAM 394

 

Oxihidroxido_Sucroferr_fmt

El oxihidróxido sucroférrico es un complejo de hierro-III (Fe

3+

) que, administrado por vía oral, es capaz de formar compuestos insolubles con las sales de fósforo presentes en el interior del tracto digestivo, impidiendo su absorción. Su actividad depende exclusivamente de la presencia de hierro en estado oxidado (Fe

3+

), que tiene una marcada capacidad química para reaccionar con grupos fosfatos, formando sales insolubles. El medicamento ha sido autorizado para el control de los niveles de fósforo sérico en pacientes adultos con enfermedad renal crónica en hemodiálisis o diálisis peritoneal.

El oxihidróxido sucroférrico es un complejo molecular formado por una red de iones férricos (Fe

3+

), oxi (O

2-

) e hidroxi (HO

), ligados a agua (H

2

O), sacarosa (sucrosa) y almidón (ver figura 1). Todo ello viene acondicionado como comprimidos masticables. La incorporación de almidón se realiza para facilitar la formulación del medicamento, mientras que la sacarosa actúa como un agente estabilizante del hierro-III (Fe

3+

). En concreto, el complejo oxihidróxido férrico se une a las moléculas de sacarosa a través de enlaces por puente de hidrógeno entre los grupos hidroxilo de ambos.

Durante el proceso de adsorción de las moléculas de fosfato (PO

4

3-) al oxihidróxido sucroférrico, cada una de ellas reemplaza uno o varios grupos hidroxilo (HO

) del complejo; adicionalmente, la mayor parte de ellas acaban por reaccionar dando lugar a fosfato férrico (PO

4Fe).

Se trata de una nueva opción para la corrección de la hiperfosfatemia asociada a la insuficiencia renal crónica en pacientes sometidos a diálisis, que no parece aportar ninguna ventaja relativa más allá de su mecanismo de acción, que incorpora como núcleo captador al hierro-III (Fe

3+), frente al carbonato de lantano o al sevelámero, las principales alternativas para esta indicación.

Diagnóstico funcional de insuficiencia de ACTH

METIRAPONA

7326.jpg

METOPIRONE

®

(HRA Pharma)

PAM 394

 

Metirapona_fmt

La metirapona es un inhibidor de la síntesis de aldosterona y cortisol en la corteza suprarrenal, bloqueando de forma reversible y selectiva la 11

β

-hidroxilasa y, adicionalmente, la 18-hidroxilasa. El resultado es una reducción de los niveles de cortisol y, especialmente, de aldosterona. El medicamento ha sido autorizado como prueba diagnóstica para la insuficiencia de ACTH y en el diagnóstico diferencial del síndrome de Cushing ACTH-dependiente, así como para el manejo de pacientes con síndrome de Cushing endógeno.

La metirapona es una molécula muy sencilla que está estructuralmente relacionada con el ácido nicotínico (3-piridincarboxílico), cuyos derivados más conocidos son el NAD (dinucleótido de nicotinamida y adenina) y el NADP (nicotinamida adenina dinucleótido fosfato). Fue sintetizada por vez primera en 1958 y tan solo en 1961 ya había sido autorizada por la

Food & Drug Administration (FDA)

, de Estados Unidos, para su uso en el diagnóstico del síndrome de Cushing.

En general, se considera que la prueba de la metirapona en el diagnóstico del síndrome de Cushing tiene una sensibilidad y especificidad muy similar a la prueba de supresión con altas dosis de dexametasona, con la ventaja de que la combinación de los resultados de ambas pruebas es aún más fiable que cada una de ellas por separado, lo que viene a indicar un cierto grado de innovación incremental.

Por lo que respecta a su uso terapéutico en el síndrome de Cushing, los datos garantizan su utilidad en esta indicación, al menos en una proporción relevante de pacientes. Actualmente, la única alternativa es el ketoconazol, cuyo espectro de bloqueo enzimático es mucho más inespecífico que el de la metirapona, considerándose que ambos presentan una misma magnitud de efectos terapéuticos. Por ello, la decisión de usar uno u otro, debe ser adoptada de forma personalizada, teniendo en cuenta sobre todo los potenciales efectos adversos del tratamiento. En este sentido, el hipogonadismo y la ginecomastia es un efecto bien documentado para el ketoconazol (debido al bloqueo de la síntesis adrenocortical de testosterona); por ello, parece razonable preferir la metirapona en pacientes var

ones jóvenes. Por su parte, la aparición de efectos androgénicos (hirsutismo) en las mujeres ha dado lugar a la suspensión del tratamiento en algunos casos y, por ello, el ketoconazol podría ser preferible en estas pacientes. Ambas opciones, más allá de estas particularidades, son aceptables en pacientes donde otras opciones, como la cirugía o la radioterapia, no sean aconsejables o no hayan producido los resultados buscados.

Prevención sociosanitaria del suicidio

Resumen

El suicidio está entre las quince primeras causas de muerte en el mundo; en concreto, en España los suicidios produjeron más del doble de fallecimientos que por accidentes de tráfico. Dada la estrecha relación entre la existencia de enfermedades mentales y trastornos psicológicos con el riesgo de suicidio, y la posibilidad de que determinados medicamentos pudieran convertirse en herramientas de suicidio accesibles o que se asocien con la aparición de ideaciones suicidas, se sugieren – al menos – tres líneas fundamentales de intervención desde la oficina de farmacia: educación social contra la desinformación, actuación para mejorar la adherencia al tratamiento farmacológico de patologías de índole psicológica o psiquiátrica y seguimiento farmacoterapéutico para detectar cualquier evento adverso – relacionado o no con el tratamiento – que pudieran relacionarse con ideaciones suicidas.

 

1. Introducción

El suicidio está entre las quince primeras causas de muerte en el mundo. En algunos países es la segunda causa en el grupo de 10 a 24 años de edad y la tercera en el de los de 15 a 44 años. Su tendencia es ascendente, estimándose que en el año 2020 los suicidios consumados podrían superar la cifra de 1,5 millones en todo el mundo: pocas patologías son capaces de provocar tal grado de mortandad. En España los suicidios produjeron más del doble de fallecimientos (3.910, en 2014) que por accidentes de tráfico (1.873); incluso, esta cifra podría subestimar la situación real ya que solo contempla las defunciones en el acto, sin considerar otras posibles derivadas de sobredosis supuestamente accidentales de medicamentos, colisiones de vehículos incorrectamente calificadas como accidentales o caídas desde grandes alturas, también supuesta e incorrectamente validadas como accidentales o que provocan el fallecimiento varios días o semanas después del incidente; según estas consideraciones, en España las cifras de suicidio consumado podrían alcanzar los 7.000 casos anuales (Pascual, 2016). Baste indicar que más del 4% de la población general mayor de 18 años ha tenido ideas o realizado algún plan de suicidio, mientras que un 1,5% declara haber realizado algún intento (Gabilondo, 2007).

Es preciso huir de cualquier explicación simplista de la conducta suicida porque las motivaciones suelen ser múltiples y el peso relativo de cada una de ellas es particular en cada caso. En esta monografía no entraremos a considerar los aspectos éticos del suicidio, sino que nos centraremos en los aspectos sociosanitarios, que son más susceptibles de intervención desde una perspectiva de salud pública; no en balde, más del 90% de los suicidios consumados son cometidos por personas que previamente estaban afectadas – temporal o persistentemente – por algún trastorno mental. Así pues, estudiaremos el suicidio desde una perspectiva de intervención sanitaria centrada en las personas, con la intención de erradicar mitos inconsistentes – y peligrosos – y facilitar la adopción de estrategias en la respuesta sanitaria ante personas que presenten indicios sugerentes de ideas o conductas suicidas.

Aunque el intento de suicidio no está penado en España, sí lo está la inducción al suicidio (de 4 a 8 años de prisión, según el artículo 143 del vigente Código Penal) y la cooperación al suicidio, siempre que se haga con actos necesarios (de 2 a 5 años, y de 6 a 10 si la cooperación llegara hasta el punto de ejecutar la muerte); no obstante, si la cooperación al suicidio se realiza por motivos humanitarios, el castigo consiste en la pena inferior en uno o dos grados a las señaladas en los casos antes mencionados, refiriéndose expresamente a la persona que causa o coopera activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar.

Como indica la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES), los factores sociales, psicológicos, culturales y de otro tipo pueden interactuar para conducir a una persona a un comportamiento suicida, pero debido a la estigmatización de los trastornos mentales y del suicidio, muchas personas sienten que no pueden pedir ayuda. A pesar de que los datos clínicos sugieren que numerosas muertes son evitables, raramente la prevención del suicidio tiene prioridad para los gobiernos y los parlamentos. Por ello, en mayo del 2013, la 66ª Asamblea Mundial de la Salud adoptó el primer Plan de Acción sobre Salud Mental de la historia de la OMS, del que la prevención del suicidio forma parte integrante proponiéndose reducir un 10% la tasa de suicidio en los países para el año 2020. Sin embargo, y a diferencia de algunos otros países europeos, en España todavía no se dispone de una estrategia nacional para abordar específicamente la prevención del suicidio, a pesar de ser la primera causa de muerte no natural.

2. ¿Qué es el suicidio?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el suicidio1 consiste en un acto con resultado letal, deliberadamente iniciado y realizado por el sujeto, sabiendo o esperando su resultado letal y a través del cual pretende obtener los cambios deseados. Junto a este concepto cabe indicar otros estrechamente relacionados, tales la ideación y la conducta suicidas.

Por su parte, en la Guía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento de la Conducta Suicida (SNS, 2012), se define la ideación suicida como la existencia de deseos, pensamientos (cogniciones) y planes para cometer un acto suicida. Por su parte, la conducta suicida supone un comportamiento potencialmente lesivo y autoinflingido, en el que hay evidencia implícita o explícita de que la persona desea utilizar la aparente intención de morir con alguna finalidad y presenta algún grado, determinado o no, de intención de acabar con su vida. Puede no provocar lesiones, provocarlas de diferente gravedad e, incluso, producir la muerte. Por ello, se consideran conductas suicidas:

  • Autolesión/gesto suicida: conducta potencialmente lesiva autoinfligida para la que existe evidencia, implícita o explícita, de que la persona no tiene la intención de matarse. La persona desea utilizar la aparente intencionalidad de morir con alguna finalidad. Este tipo de conducta puede provocar o no lesiones, o incluso la muerte (muerte autoinfligida no intencionada).
  • Conducta suicida no determinada: conducta con grado indeterminado de intencionalidad suicida que puede resultar con o sin lesiones, o causar la muerte (muerte autoinfligida con grado indeterminado de intencionalidad).
  • Intento de suicidio: conducta potencialmente lesiva autoinfligida y sin resultado fatal, para la que existe evidencia, implícita o explícita, de intencionalidad de provocarse la muerte. Dicha conducta puede provocar o no lesiones, independientemente de la letalidad del método.

La comunicación suicida supone un acto interpersonal en el que se transmiten pensamientos, deseos o intencionalidad de acabar con la propia vida, para los que existe evidencia implícita o explícita de que este acto de comunicación no supone por sí mismo una conducta suicida. Por ello, la comunicación suicida se considera como un punto intermedio entre la ideación y la conducta suicidas, incluyendo comunicaciones verbales o no verbales, que pueden tener intencionalidad, pero no producen lesiones. Se reconocen dos tipos de comunicación suicida: la amenaza suicida, que implica un acto interpersonal, verbal o no verbal, que podría predecir una posible conducta suicida en el futuro cercano, y el plan suicida, que es la propuesta de un método con el que llevar a cabo una conducta suicida potencial

3. Epidemiología

Es muy difícil, por no decir imposible, realizar una epidemiología estadísticamente rigurosa sobre la incidencia del suicidio, toda vez que se trata de una materia extremadamente sensible desde el punto de vista social y político, por lo que los datos disponibles – cuyo registro o difusión pública son ilegales en algunos países – muy probablemente están subestimados y la realidad del suicidio es, incluso, peor que la descrita. En muchos países – especialmente en aquellos de ingresos bajos o medios, o con regímenes autoritarios de gobierno – los datos epidemiológicos son muy poco rigurosos, ya que el registro de un suicidio es un procedimiento complicado que involucra a varias autoridades diferentes, sanitarias, administrativas, policiales, judiciales, etc., que no siempre manejan los mismos conceptos y criterios. Además, en bastantes países los gobiernos modifican artificialmente o ajustan las tasas de suicidio – siempre a la baja – para no ofrecer una imagen desfavorable del régimen político del país o de la gestión pública de sus autoridades. En otros países, a pesar de disponer de sistemas rigurosos de registro civil, el suicidio puede estar inadecuadamente clasificado como causa de muerte, generalmente confundido o agrupado con muertes por accidentes, por violencia ajena o por otras causas. En términos prácticos, la OMS estima que solo 60 de sus Estados miembros (de un total de 194) disponen de datos de registro civil de calidad aceptable que se pueden utilizar directamente para estimar tasas de suicidio.

3.1. Datos mundiales

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2012 – últimos datos epidemiológicos disponibles a escala planetaria – se registraron en el mundo alrededor de 804.000 muertes por suicidio, lo que representa una tasa anual, ajustada según la edad2, de 11,4 por 100.000 habitantes, siendo de 15,0 entre los varones y de 8,0 entre mujeres, lo que supone una prevalencia 1,9 mayor entre los varones que entre las mujeres, considerados a escala mundial (relación varón:mujer de 1,9). No obstante, como la propia OMS reconoce, sus datos epidemiológicos son poco rigurosos, subestimando la incidencia real de los suicidios.

Con todas las reservas, hemos elaborado a partir de los datos ofrecidos por la OMS en septiembre de 2016 (relativas al año 2012, último disponible), un conjunto de tablas con las tasas de suicidio por regiones geográficas y por países. Aunque hay datos epidemiológicos más modernos – y rigurosos – sobre el suicidio para algunos de estos países, incluida España, hemos optado por utilizar también los proporcionados por la OMS, por ser cronológicamente homogéneos para todo el planeta. Obviamente, no hemos incluido los 194 Estados Miembros que formar parte actualmente de la OMS, sino que hemos indicado para cada zona geográfica los países con mayores y con menores tasas de suicidio, así como la de aquellos otros con valores intermedios pero con un gran peso demográfico (Estados Unidos, China, India, Federación Rusa, Brasil, México, etc.). No dejan de ser sorprendentes – por supuesto, en un sentido retorico – las extremadamente bajas tasas de suicidios ofrecidas por algunos Estados que no se caracterizan precisamente por la defensa de la tolerancia civil, por el rigor de sus registros administrativos o por una asistencia sanitaria generalizada de calidad.

Tabla 1. Tasa de suicidios ajustada en 2012 por edad en la Unión Europea, por 100.000 habitantes (OMS)

País

Global

Mujeres

Varones

V:M*

Grecia

3,8

1,3

6,3

4,8

Chipre

4,7

1,5

7,7

5,1

Italia

4,7

1,9

7,6

4,0

España

4,7

2,2

8,2

3,7

Malta

6,0

0,7

11,1

15,9

Gran Bretaña

6,2

2,6

9,8

3,8

Portugal

8,2

3,5

13,6

3,9

Alemania

9,2

4,1

14,5

3,5

Suecia

11,1

6,1

16,2

2,7

Francia

12,3

6,0

19,3

3,2

Bélgica

14,2

7,7

21,0

2,7

Finlandia

14,8

7,5

22,2

3,0

Letonia

16,2

4,3

30,7

7,1

Polonia

16,6

3,8

30,5

8,0

Hungría

19,1

7,4

32,4

4,4

Lituania

28,2

8,4

51,0

6,1

Media Mundial

11,4

8,0

15,0

1,9

* Cociente varones:mujeres.

Tabla 2. Tasa de suicidios en 2012 ajustada por edad en Europa (no UE),
por 100.000 habitantes (OMS)

País

Global

Mujeres

Varones

V:M

Azerbaiyán

1,7

1,0

2,4

2,4

Armenia

2,0

0,9

5,0

5,6

Georgia

3,2

1,0

5,7

5,7

Tajikistán

4,2

2,8

5,7

2,0

Islandia

14,0

6,7

21,0

3,1

Montenegro

15,3

6,4

24,7

3,9

Bielorrusia

18,3

6,4

32,7

5,1

Federación Rusa

19,5

6,2

35,1

5,7

Turkmenistán

19,6

7,5

32,5

4,3

Kazakhstán

23,8

9,3

40,6

4,4

Media Mundial

11,4

8,0

15,0

1,9

Tabla 3. Tasa de suicidios en 2012 ajustada por edad en América,
por 100.000 habitantes (OMS)

País

Global

Mujeres

Varones

V:M

Jamaica

1,2

0,7

1,8

2,5

Bahamas

2,3

1,3

3,6

2,8

Barbados

2,3

0,6

4,1

6,8

Belice

2,6

0,5

4,9

9,8

Venezuela

2,6

1,0

4,3

4,3

Haití

2,8

2,4

3,3

1,4

México

4,2

1,7

7,1

4,2

Colombia

5,4

1,9

9,1

4,8

Brasil

5,8

2,5

9,4

3,8

Canadá

9,8

4,8

14,9

3,1

Argentina

10,3

4,1

17,2

4,2

Estados Unidos

12,1

5,2

19,4

3,7

Bolivia

12,2

8,5

16,2

1,9

Trinidad y Tobago

13,0

6,2

20,4

3,3

El Salvador

13,6

5,7

23,5

4,1

Surinam

27,8

11,9

44,5

3,7

Guyana

44,2

22,1

70,8

3,2

Media Mundial

11,4

8,0

15,0

1,9

Tabla 4. Tasa de suicidios en 2012 ajustada por edad en Oriente Próximo,
por 100.000 habitantes (OMS)

País

Global

Mujeres

Varones

V:M

Arabia Saudí

0,4

0,2

0,6

3,0

Siria

0,4

0,2

0,7

3,5

Kuwait

0,9

0,8

1,0

1,3

Líbano

0,9

0,6

1,2

2,0

Iraq

1,7

2,1

1,2

0,6

Irán

5,2

3,6

6,7

1,9

Israel

5,9

2,3

9,8

4,3

Pakistán

9,3

9,6

9,1

0,9

Djibouti

15,1

9,5

20,9

2,2

Media Mundial

11,4

8,0

15,0

1,9

Tabla 5. Tasa de suicidios en 2012 ajustada por edad en África,
por 100.000 habitantes (OMS)

País

Global

Mujeres

Varones

V:M

Egipto

1,7

1,2

2,4

2,0

Argelia

1,9

1,5

2,3

1,5

Namibia

2,7

1,4

4,4

3,1

Mauritania

2,9

1,5

4,5

3,0

Sudáfrica

3,0

1,1

5,5

5,0

Marruecos

5,3

1,2

9,9

8,3

Sudán

17,2

11,5

23,0

2,0

Sudán del Sur

19,8

12,8

27,1

2,1

Burundi

23,1

12,5

34,0

2,7

Tanzania

24,9

18,3

31,6

1,7

Mozambique

27,4

21,1

34,2

1,6

Media Mundial

11,4

8,0

15,0

1,9

Tabla 6. Tasa de suicidios en 2012 ajustada por edad en Sudeste Asiático,
por 100.000 habitantes (OMS)

País

Global

Mujeres

Varones

M:V

Indonesia

4,3

4,9

3,7

0,8

Maldivas

6,4

4,9

7,8

1,6

Bangladesh

7,8

8,7

6,8

0,8

Camboya

9,4

6,5

12,6

1,9

Tailandia

11,4

4,5

19,1

4,2

India

21,1

16,4

25,8

1,6

Nepal

24,9

20,0

30,1

1,5

Sri Lanka

28,8

12,8

46,4

3,6

Media Mundial

11,4

8,0

15,0

1,9

Tabla 7. Tasa de suicidios ajustada por edad en Extremo Oriente y Pacífico Oeste, por 100.000 habitantes (2012)

País

Global

Mujeres

Varones

M:V

Filipinas

2,9

1,2

4,8

4,0

Malasia

3,0

1,5

4,7

3,1

Viet Nam

5,0

2,4

8,0

3,3

China

7,8

8,7

7,1

0,8

Nueva Zelanda

9,6

5,0

14,4

2,9

Mongolia

9,8

3,7

16,3

4,4

Australia

10,6

5,2

16,1

3,1

Papúa Nueva Guinea

12,4

9,1

15,9

1,7

Japón

18,5

10,1

26,9

2,7

Corea del Sur

28,9

18,0

41,7

2,3

Media Mundial

11,4

8,0

15,0

1,9

Los datos de la OMS indican que en los países de altos ingresos – países ricos – se suicidan tres veces más varones que mujeres, mientras que en los de ingresos bajos y medianos la razón varón:mujer es de 1,5. A nivel mundial, los suicidios representan un 50% de todas las muertes violentas registradas entre los varones y un 71% entre las mujeres. Aunque las tasas de suicidio son más elevadas entre las personas de 70 o más años de edad, en algunos países lo son entre los jóvenes y, de hecho, el suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los 15 a 29 años de edad a nivel mundial.

En cuanto a las formas o medios de suicidio, la ingestión de plaguicidas supone aproximadamente el 30% de todos los casos de suicidio a nivel mundial, según la OMS, mayoritariamente en zonas rurales agrícolas de países de ingresos bajos y medianos; las otras formas más comunes son el ahorcamiento y el uso de armas de fuego.

3.2. Datos europeos

Los datos registrados por la oficina estadística de la Unión Europea (Eurostat, 2016) ofrecen tasas de suicidio en los países de la Unión Europea mayores que los registrados por la OMS, con desviaciones respecto a estos últimos que en algunos casos llegan a ser notables. Los datos de Eurostat son, en principio, más fiables que los de la OMS porque están sujetos a una metodología de registro y a un tratamiento estadístico más homogéneos.

En general, se aprecia que los países europeos del área mediterránea son los que menores tasas de suicidio presentan, mientras que varios países del Este europeo, como las repúblicas bálticas (en especial, Lituania), Polonia, Hungría, etc., muestran tasas muy elevadas. En término medio, la tasa media de suicidios en 2013 en la Unión Europea fue de 11,7 por 100.000 habitantes, siendo de 19,2 entre los varones y de 5,0 entre las mujeres, lo que indica entre las personas que se suicidaron en la Unión Europea durante ese año lo hicieron 4 varones por cada mujer suicidada.

La edad es, sin duda, un factor relevante para la epidemiología del suicidio, ya que una parte sustancial tiende a concentrarse a partir de los 60 años. Como se ve en la tabla 9, la tasa europea de suicidios en el grupo de personas de 85 o más años es un 29% mayor que la del grupo con 50 a 54 años y 5,2 veces más frecuente que en menores de 19 años. Sin embargo, resulta particularmente preocupante la alta tasa de suicidios entre los más jóvenes (15-19 años), que alcanzó los 4,5 casos por cada 100.000 habitantes en 2013 de media en la Unión Europea; estas tasas son especialmente abultadas en países como Irlanda (7,6), Suecia (7,2), República Checa (8,5), Finlandia (10, 1), Polonia (9,1), Estonia (8,0) y, especialmente, Lituania (21,4).

Tabla 8. Tasas de suicidios ajustadas por sexo y por edad en la Unión Europea (UE), por 100.000 habitantes (2013)

País

TOTAL

VARONES

MUJERES

V:M

15-19 años

50-54 años

≥85 años

Relación ≥85/15-19

Grecia

4,5

7,9

1,9

4,2

1,3

6,6

6,2

4,8

Malta

5,1

9,7

0,4

24,3

0,0

20,1

0,0

0,0

Chipre

5,2

9,6

1,1

8,7

3,5

7,0

0,0

0,0

Italia

6,6

11,0

2,3

4,8

2,3

9,2

12,4

5,4

Gran Bretaña

7,4

12,0

3,0

4,0

3,0

11,7

7,2

2,4

España

8,1

12,9

3,9

3,3

2,5

13,5

15,7

6,3

Luxemburgo

9,3

12,2

6,5

1,9

3,1

12,6

32,0

10,3

Bulgaria

9,8

17,1

3,8

4,5

4,0

12,4

30,2

7,6

Portugal

9,8

16,9

4,1

4,2

2,0

14,2

24,5

12,3

Irlanda

11,1

18,1

4,3

4,2

7,6

21,1

3,2

0,4

Dinamarca

11,3

17,6

5,7

3,1

4,8

16,1

27,8

5,8

Holanda

11,3

16,5

6,5

2,5

5,3

18,7

17,3

3,3

UNION EUROPEA

11,7

19,2

5,0

3,8

4,5

18,1

23,3

5,2

Alemania

11,8

18,9

5,8

3,3

4,1

16,2

33,7

8,2

Eslovaquia

12,1

22,9

3,1

7,4

4,9

23,0

15,1

3,1

Rumanía

12,2

21,8

3,6

6,1

5,4

20,5

17,4

3,2

Suecia

13,0

18,6

7,7

2,4

7,2

19,8

21,7

3,0

República Checa

15,2

26,8

5,3

5,1

8,5

24,1

32,7

3,8

Austria

15,4

25,6

7,2

3,6

6,1

19,2

41,2

6,8

Francia

15,5

25,3

7,2

3,5

3,6

24,2

36,5

10,1

Croacia

16,2

28,3

6,3

4,5

6,5

27,3

38,2

5,9

Finlandia

16,4

25,4

8,1

3,1

10,1

22,5

18,2

1,8

Polonia

16,4

30,1

4,3

7,0

9,1

27,5

16,0

1,8

Estonia

17,0

32,3

6,1

5,3

8,0

27,0

49,1

6,1

Bélgica

17,3

26,0

9,5

2,7

6,9

26,0

26,0

3,8

Letonia

19,1

37,0

5,5

6,7

5,2

23,8

25,8

5,0

Hungría

21,2

36,7

9,3

3,9

4,0

34,1

52,9

13,2

Eslovenia

21,7

37,1

8,3

4,5

Lituania

36,1

66,3

11,7

5,7

21,4

68,9

61,2

2,9

3.3. Datos españoles

Disponemos de datos mucho más refinados y actuales para España que los descritos por la OMS. De hecho, estos últimos subestiman la tasa de suicidios en España de forma manifiesta. En concreto, para la OMS, la tasa global de suicidios en 2012 es de 4,7 por 100.000 habitantes (8,2 en varones y 2,2 en mujeres; con una relación varones:mujeres de 3,7), mientras que el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2016) ofrece para ese mismo año valores globales de 7,6 (11,8 en varones y 3,4 mujeres; relación varones:mujeres de 3,5). Como puede comprobarse, los datos relativos a España proporcionados por Eurostat están mucho más en línea con los publicados por el INE.

Según los datos más recientes publicados por el INE, en el año 2014 se produjeron 14.903 fallecimientos por causas externas (9.388 de hombres y 5.515 de mujeres), con un incremento del 1,5% respecto al año anterior. El suicidio fue la primera causa externa de muerte con 3.910 fallecimientos, lo que supone una tasa global de 8,4 suicidios consumados por cada 100.000 habitantes en España, seguida de las caídas accidentales (2.749) y del ahogamiento, sumersión y sofocación accidentales (2.370). En 2014 fallecieron por accidente de tráfico 1.873 personas (1.429 hombres y 444 mujeres), situándose como la quinta causa externa. Es decir, el número de suicidios en 2014 fue un 109% mayor que el de fallecidos por accidentes de tráfico. Evolutivamente, las tasas de suicidio en España se mantienen estables. En el año 2000, eran de 8,3 (global), 13,0 (varones) y 4,0 (mujeres); curiosamente, en ese mismo año, la tasa de muertes por accidentes de tráfico era superior a la de suicidios (14,2 por 100.000 habitantes).

Por sexo, el suicidio fue la primera causa de muerte externa en los hombres en 2014 (con una tasa de 12,9 fallecidos por cada 100.000 habitantes), seguida de los accidentes de tráfico y las caídas accidentales (con 6,3 ambas). Por su parte, las caídas accidentales fueron la primera causa externa en las mujeres (con una tasa de 5,6 por cada 100.000 habitantes), siendo el ahogamiento, sumersión y sofocación la segunda causa externa (con 4,8); la tasa de suicidios entre las mujeres españolas fue de 4,1 por 100.000. Es decir, se suicidaron 3,1 varones por cada mujer suicidada.

Por grupos de edad, el 8,4% de los suicidios en 2014 lo cometieron personas menores de 30 años (329), el 8,3% de los varones y el 8,8% de las mujeres; dos terceras partes de los suicidios (67,1%) fueron cometidos por personas entre 30 y 69 años (66,4% de los varones y 69,1% de las mujeres), mientras que el restante 24,5% (25,4/22,0%) lo cometieron personas de 70 o más años. De hecho, las mayores tasas de suicidio por grupos de edad se alcanzaron entre los 85 y los 89 años: 22,5 (tasa global), 51,7 (varones) y 6,8 (mujeres) por cada 100.000 habitantes; en el caso de las mujeres, la mayor tasa se alcanzó aún con edades mayores: 7,8 entre las de 90 a 94 años.

Según la forma de suicidio, casi la mitad (48,8%) de las muertes en España durante 2014 fueron provocados por ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación, seguido de saltos desde alturas, atropellos y colisiones autoprovocadas (26,5%); como tercera causa, un significativo 7,7% fueron cometidos mediante intoxicación deliberada con medicamentos, por encima del uso de armas de fuego o de otro tipo (5,3%).

Por Comunidades Autónomas, las tasas de suicidios3 más elevadas en el año 2014 correspondieron a Asturias y Galicia, en tanto que las más bajas se registraron en la Comunidad de Madrid y en Extremadura.

Tabla 9. Tasa de suicidios (por 100.000 habitantes) en las Comunidades
Autónomas de España, en 2014

Comunidad Autónoma

Tasa (por 100.000)

Principado de Asturias

14,2

Galicia

13,6

Castilla y León

9,7

Andalucía

9,4

Castilla-La Mancha

9,2

La Rioja

8,9

Aragón

8,7

Baleares

8,6

País Vasco

8,6

Canarias

8,4

ESPAÑA (Global)

8,4

Comunidad Valenciana

7,7

Comunidad Foral de Navarra

7,4

Cataluña

7,2

Región de Murcia

7,2

Ceuta

7,1

Cantabria

6,5

Melilla

5,9

Extremadura

5,8

Comunidad de Madrid

5,4

4. Factores predisponentes y facilitadores

Por cada suicidio consumado hay muchos más intentos de suicidio. De hecho, un intento previo es el factor de riesgo de suicidio más relevante en la población general. Por ello, es importante disponer de buenos servicios de registro civil, hospitalarios, policiales, judiciales y administrativos para estudiar con detenimiento y, con ello, luchar de forma eficaz en la prevención de los suicidios.

Un interesante estudio (Gabilondo, 2007) analizó la prevalencia y los factores de riesgo de la ideación suicida, los planes de suicidio y las tentativas de suicidio en España mediante la Composite International Diagnostic Interview (CIDI 3.0), a través de una encuesta personal domiciliaria de 5.437 personas, representativa de la población general no institucionalizada y mayor de 18 años. La prevalencia de ideas y planes de suicidio fue de 4,4% y de intento de suicidio de 1,5%. La presencia de ideas y planes se relacionó de forma independiente y estadísticamente significativa con el sexo (mayor riesgo en la mujer), edad (mayor riesgo en los grupos de menor edad), educación (mayor riesgo en menor nivel educativo) y la presencia de dos o más trastornos psiquiátricos. Tener un trastorno mental se asoció a un mayor riesgo en todas las categorías diagnósticas, pero especialmente en el episodio depresivo mayor que incrementa el riesgo alrededor de seis veces (Odds Ratio, OR= 5,3-6,8). El riesgo de intento de suicidio fue mayor durante el primer año desde el inicio de la ideación (OR=30,2), disminuyendo a partir de entonces.

4.1. Factores sociales, demográficos y personales

La FEAFES distingue varios tipos de factores susceptibles de incrementar o modular el riesgo de suicidio entre la población. Algunos son inmodificables, como la edad o el sexo, pero otros pueden ser objeto de tratamiento o, mejor aún, de prevención.

Sin duda, el principal factor que se relaciona con la posibilidad de suicidio es la existencia de una conducta suicida previa. Se estima que solo el 10-15% de las personas que intentan suicidarse llegan a consumarlo. Durante los seis primeros meses e incluso durante el primer año después del intento, el riesgo es 20-30 veces mayor que el de la población general. El mayor riesgo de suicidio consumado por tentativas previas lo tienen los ancianos, debido a la mayor intencionalidad, métodos más letales y menor probabilidad de sobrevivir a las secuelas físicas del intento. No obstante, a medida que la ideación suicida se alarga en el tiempo sin acompañarse de nuevos intentos o planes de suicidio, disminuye su riesgo real.

La violencia interpersonal ha sido constatada como un poderoso factor predisponente al suicidio. En una amplia revisión sistemática con metanálisis de los resultados recopilados a partir de más de 140.000 personas (Castellví, 2016), se encontró que el riesgo de suicidio fue doble (Odds Ratio, OR=1,99) entre las personas que había sufrido anteriormente algún tipo de violencia interpersonal; en el caso de niños que habían sufrido maltrato el riesgo era 2,25 veces mayor, acoso (2,39), violencia de género (1,65) y violencia en la comunidad (1,48). El riesgo de muerte por suicidio entre las víctimas jóvenes de violencia interpersonal fue excepcionalmente elevado (10,57).

El sexo es el un factor claramente discriminador del riesgo de suicidio, ya que por cada mujer que se suicida, lo hacen entre 3 y 4 varones, a pesar de que las mujeres suelen presentar tasas más altas de ideación suicida y de intentos de suicidio (suicidios no consumados). En España se suicidaron 3,1 varones por cada mujer suicidada en 2014; a nivel de la Unión Europea, la proporción es de 3,8 a 1, mientras que a escala mundial, según las estadísticas de la OMS, se suicidan 1,9 varones por cada mujer. En general, en los países con bajos ingresos económicos, con regímenes autoritarios o con culturas marcadamente machistas, las tasas de suicidios femeninos tienden a aproximarse a la de los masculinos.

La tasa de intentos de suicidio entre las personas transexuales oscila entre el 32% y el 50% en todos los países. Los principales factores de riesgo que influyen en el comportamiento suicida entre estas personas son la victimización basada en el género, la discriminación, el acoso, la violencia, el rechazo por parte de la familia, de los amigos o de la comunidad; también el hostigamiento por la pareja o por los miembros de su familia, de la policía o de la población; asimismo están implicados factores como la discriminación en los sistemas de salud (Virupaksha, 2016).

Los grupos etarios extremos (jóvenes menores de 20 años y ancianos mayores de 80) son los que más frecuentemente se suicidan; antes de la pubertad, la tentativa y el suicidio son excepcionales debido a la inmadurez cognitiva de la persona. Los ancianos presentan tasas de suicidio sustancialmente mayores que las de los adolescentes debido, entre otros factores, a que usan métodos más letales; en concreto, en España la tasa global de suicidios consumados en 2014 entre personas de 85-89 años fue de 22,5 por 100.000 habitantes, casi el triple (2,7) de la tasa global de la población española. Sin embargo, en realidad, la conducta suicida no es una parte normal del envejecimiento, sino que es más típica de personas mayores que no se adaptan a los cambios del desarrollo mediante la adopción de estrategias para ejercer el máximo control posible sobre sus propias vidas (Fiske, 2016).

Desde el punto de vista social, el estrés de la inmigración parece aumentar el riesgo de comportamientos suicidas, especialmente para algunas poblaciones. En concreto, para las personas de origen latinoamericano (“latinos”), un reciente estudio (Fortuna, 2016) realizado entre emigrantes latinos a Estados Unidos (Boston) y España (Madrid y Barcelona) ha encontrado tasas de ideación suicida del 29-35% (sin diferencias significativas entre las tres localizaciones geográficas), siendo los principales factores asociados la exposición a la discriminación, una menor identidad étnica, un elevado grado de conflictos familiares y un bajo sentido de pertenencia (P <0,01). Es interesante constatar que el mayor número de años vividos en el país de acogida sin re se asoció significativamente con mayores probabilidades de tener ideaciones suicidas (OR = 2,22), mientras que el estatus de ciudadanía se asoció con probabilidades más bajas (OR=0,45).

La conducta suicida es más frecuente en las personas que viven solas (incluyendo solteros, divorciados y viudos) o que carecen de apoyo social y familiar y, principalmente en los hombres, durante los primeros meses tras la pérdida, así como la pérdida reciente del empleo (más que la situación persistente de desempleo). Esto último puede incluirse en el conjunto de experiencias recientes de hechos vitales de carácter intensamente estresante (muerte de un ser querido, malos resultados académicos, graves pérdidas económicas, etc.). En términos étnicos, se ha sugerido que las personas de raza blanca (caucásica) tendrían mayores tasas de suicidios; no obstante, no hay pruebas concluyentes de que eso sea así.

Varios autores han afirmado que la práctica religiosa podría ejercer un cierto efecto protector frente al suicidio, poniendo como ejemplo las altas tasas de suicidio registradas en los países con prácticas religiosas prohibidas durante largos periodos (como la antigua Unión Soviética y sus Estados satélite); algo menores las tendrían las personas con creencias budistas e hinduistas, las cuales se fundamentan en la reencarnación, mientras que las tasas más bajas se dan entre los cristianos y musulmanes. En cualquier caso, es muy difícil establecer la fiabilidad de estas estadísticas, dadas las limitaciones del registro que se experimentan en muchos de los países.

La cuestión sobre el papel de la religión y, en general, de la espiritualidad como pretendido factor protector frente a las ideaciones suicidas está lejos de haberse resuelto; como muestra de ello, baste citar dos estudios recientes. El primero de ellos (Mandhouj, 2016) encontró tasas más bajas de espiritualidad entre la mayoría de las personas que habían hecho intentos de suicidio, en comparación con la población general. Por el contrario, en el segundo estudio (Lawrence, 2016) se observó que los intentos de suicidio eran más comunes entre los pacientes deprimidos con afiliación religiosa (OR=2,25; p=0,007); en concreto, la ideación suicida fue mayor entre los pacientes depresivos que consideraban la religión más importante (OR=1,18; p=0,026) y los que asistieron a los servicios religiosos con mayor frecuencia (OR=1,99; p=0,001). En definitiva, la relación entre la religión y los factores de riesgo de suicidio es compleja y puede variar sustancialmente entre diferentes poblaciones de personas.

El llamado efecto Werther (imitación de modelos), la exposición a casos de suicidio cercanos o a determinadas informaciones sobre suicidio en medios de comunicación, se ha asociado también a la conducta suicida. Los jóvenes vulnerables son especialmente sensibles a las informaciones sobre el suicidio (Oto, 2014).

4.2. Factores clínicos

Se estima que hasta un 90% de las personas que se suicidan presentan algún tipo de trastorno psicológico o psiquiátrico, siendo especialmente elevado el riesgo durante las primeras manifestaciones de tales trastornos y en los siguientes seis meses tras el alta hospitalaria por motivos psiquiátricos; en concreto, después de la alta hospitalaria psiquiátrica, los adultos con trastornos psicopatológicos complejos con características depresivas prominentes, especialmente los pacientes que no están vinculados a un sistema de atención de la salud, parecen tener un riesgo particularmente alto de suicidio a corto plazo. En este sentido, en un amplio estudio epidemiológico realizado en Estados Unidos (Olfson, 2016) sobre una población total de 1.861.194 adultos (27% hombres, 73% mujeres, edad media 35,4 años), se observó que las tasas de suicidio en personas con trastorno depresivo (235,1 por 100.000 personas-año), trastorno bipolar (216,0), esquizofrenia (168,3), drogadicción (116,5) y otros trastornos mentales (160,4) eran sustancialmente mayores que las correspondientes a la cohorte de pacientes con trastornos no mentales (11,6) o a la población general de los Estados Unidos (14,2).

Los trastornos de la conducta alimentaria son los que poseen las tasas más altas de mortalidad de las enfermedades mentales, ya sea directamente por suicidio o por complicaciones metabólicas derivadas del trastorno alimentario. Aunque tradicionalmente se le ha adjudicado a la anorexia nervosa el mayor riesgo de suicidio entre este tipo de pacientes, en realidad el riesgo es mayor entre aquellos con bulimia, con prevalencias de intento de suicidio del 23% para los pacientes ambulatorios y del 39% para los hospitalizados, que superan incluso el 50% cuando coexiste abuso de sustancias psicotrópicas, frente al 16% de los pacientes ambulatorios con anorexia nerviosa. Un estudio realizado con datos del registro sanitario de Dinamarca (Zerwas, 2015), encontró que el riesgo de suicidio es mayor entre los 16 y 20 años con relación, especialmente entre las mujeres con bulimia (OD=5,0) o anorexia nervosa (OD=3,1); asimismo, el riesgo de intento de suicidio fue mayor en mujeres con bulimia (OD=8,7 vs. 7,4 en varones) o con anorexia nervosa (4,8 vs. 2,1), en este grupo de edad.

El suicidio es la causa más frecuente de muerte prematura entre los pacientes con esquizofrenia, que presentan tasas de suicidio del 10-13% y de intentos de suicidio del 25-50%, lo que supone un riesgo 30-40 veces mayor que para la población general. Predisponen especialmente al suicidio la presencia de síntomas psicóticos de tipo positivo, es decir, delirios y alucinaciones (visuales y auditivas), coexistencia de depresión, falta de adherencia al tratamiento antipsicótico, elevado grado de inteligencia e historial de abuso de sustancias psicotrópicas.

Un estudio encontró que más del 60% de los pacientes con trastornos esquizofrénicos atribuyeron los síntomas psicóticos como motivo para querer cometer suicidio, mientras que más del 50% de los pacientes con trastornos del estado de ánimo (depresión) lo atribuyeron a estrés familiar y personal (p≤ 0,001). Esto parece sugerir que los factores asociados con las ideas suicidas son significativamente diferentes entre los pacientes con esquizofrenia o trastornos relacionados y aquellos con depresión, por lo que las estrategias de prevención del suicidio deberían basarse en los factores de riesgo específicos para cada grupo (Singh, 2016).

Sea como fuere, la OMS calcula que el riesgo de suicidio es del 10-15% entre los pacientes con depresión, aunque se estima entre un 20% y un 60% de los suicidas tienen algún tipo de trastorno del estado de ánimo, e incluso entre el 65% y el 90% si se incluyen también aquellas personas que intentaron suicidarse. El estrés académico y profesional es un factor relevante en este sentido; por ejemplo, un reciente metanálisis ha mostrado que los estudiantes de medicina corren un alto riesgo de depresión e ideación suicida. En concreto, un metanálisis (Rotenstein, 2016) realizado con los datos obtenidos a partir de 167 estudios transversales (n=116.628) y 16 estudios longitudinales (n=5.728) procedentes de 43 países, mostró que prevalencia bruta total de depresión o de síntomas depresivos fue del 27,2% (IC95% 24,7 a 29,9). Asimismo, con datos procedentes de 24 estudios transversales (n=21.002) de 15 países, la prevalencia general acumulada de ideas suicidas fue del 11,1% (IC95% 9,0 a 13,7).

El riesgo es también muy elevado entre las personas con trastorno bipolar (trastorno maniaco-depresivo). La tasa de suicidios en personas con trastorno bipolar es de 164 por 100.000 persona-años, con una proporción de 1,7: 1 en los hombres en comparación con las mujeres. Las personas con trastorno bipolar representan entre el 3% y el 14% de todas las muertes por suicidio; además, los estudios epidemiológicos informan que el 23-26% de las personas con trastorno bipolar intentan suicidarse (Schaffer, 2015).

Entre un 5% y un 15% de las personas alcohólicas se suicidan y se considera que el alcoholismo está implicado de alguna manera en el 25-50% de todos los suicidios. No es solo un factor de riesgo sino también un factor precipitante, existiendo una asociación estadísticamente significativa con la conducta suicida. Las estimaciones sugieren que el riesgo de suicidio es seis veces mayor en las personas con abuso de alcohol que en la población general. Aunque no se dispone de datos epidemiológicos contrastados, el abuso de sustancias psicotrópicas también se relaciona con un incremento del riesgo de suicidio, generalmente asociado a otros factores: aislamiento social, depresión, etc.

Alrededor del 20% de las personas con algún trastorno de ansiedad realizan en algún momento intentos de suicidio, en especial cuando además hay signos depresivos. Los trastornos más habitualmente relacionados con este problema son el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), la fobia social y el trastorno de ansiedad generalizada; sin embargo, no está demostrado si los trastornos de ansiedad representan factores de riesgo independientes. Los trastornos de la personalidad, en particular los trastornos límite, el trastorno antisocial, el histriónico y el narcisista, aumentan hasta seis veces el riesgo de suicidio.

El dolor crónico, la pérdida de movilidad, la desfiguración, así como otras formas de discapacidad o un mal pronóstico de la enfermedad (cáncer, sida, etc.), se relacionan con mayor riesgo de suicidio. De hecho, la enfermedad física está presente en el 25% de los suicidios en general, y hasta en un 80% en ancianos, aunque el suicidio rara vez se produce por una enfermedad física si ésta no está asociada con algún trastorno mental.

4.3. Factores genéticos y bioquímicos

Aunque se han identificado determinados factores de bioquímicos, genéticamente determinados o no, con un incremento del riesgo de comportamiento suicida, todavía es muy temprano para formular un modelo etiológico definido sobre una presunta predisposición al suicidio. Por el momento, solo se dispone de datos aislados que asocian una mayor frecuencia de suicidios con alteraciones bioquímicas relacionadas con patologías mentales, especialmente depresión y esquizofrenia.

Desde el punto de vista bioquímico, se ha sugerido que los factores conocidos actualmente que resultan más relevantes en relación con la conducta suicida son aquellos que reducen la actividad serotonérgica. En la población general se asocia con una disfunción del sistema serotonérgico central, manifestada por los bajos niveles de serotonina (5-HT) y de sus metabolitos en el líquido cefalorraquídeo (LCR) de pacientes que se habían suicidado. Además, existe una correspondencia directa entre bajos niveles de la serotonina y escaso control de impulsos.

Entre las deficiencias del sistema serotonérgico cabe destacar la existencia de polimorfismos genéticos del enzima triptófano hidroxilasa o del receptor 5-HT2A36, bajos niveles de la Proteína Transportadora de Serotonina o de monoamino oxidasa (MAO) en sangre, sobreexpresión de receptores serotonérgicos postsinápticos 5-HT1A y 5-HT2A, bajos niveles sanguíneos de colesterol y reducción de la concentración de ácido homovanílico en LCR. Por su parte, FKBP5 es un enzima que regula la sensibilidad del receptor glucocorticoide y que, por tanto, resulta ser un componente crítico del eje hipotálamo-hipófisis-glándulas suprarrenales (HHGS), un sistema que regula la respuesta al estrés; forma parte de un complejo de chaperonas, que inhibe la unión del cortisol y la translocación del receptor glucocorticoide al núcleo. La existencia de alteraciones en el eje HHGS y de la expresión de FKBP5 se han asociado con el comportamiento suicida (Binder, 2009). Asimismo, los genes GRIA3 y GRIK2, que codifican receptores ionotrópicos de glutamato – un neurotransmisor excitatorio –, han sido relacionados con la ideación suicida.

Los antecedentes familiares de suicidio aumentan el riesgo de conducta suicida, especialmente en el género femenino y cuando el intento o el suicidio consumado se han producido en un familiar de primer grado. La mayor concordancia se produce entre gemelos monocigóticos; de hecho, casi la mitad de las diferencias encontradas en la conducta suicida de los gemelos son explicadas por factores genéticos, lo que concuerda plenamente con las encontradas en otros trastornos mentales, como la esquizofrenia y el trastorno bipolar. En cuanto a los niños adoptados, aquellos que llevaron a cabo un suicidio tenían frecuentemente parientes biológicos que también lo habían hecho.

5. Estrategias de actuación frente a los factores de riesgo

La OMS ha dictaminado que el suicidio debe ser una prioridad de salud pública. De hecho, es una de las condiciones prioritarias del Programa de acción para superar la brecha en salud mental establecido en 2008, con el fin de proporcionar orientación técnica basada en pruebas científicas para ampliar la prestación de servicios y la atención de problemas de salud mental, neurológicos y abuso de sustancias. En el Plan de acción sobre salud mental 2013-2020, los Estados Miembros de la OMS se comprometieron a trabajar para alcanzar la meta mundial de reducir las tasas nacionales de suicidios en un 10% para 2020.

Las diferencias entre los diferentes países en los patrones de suicidio y los cambios en las tasas de prevalencia, las características y los métodos de suicidio, resaltan la necesidad de que cada país mejore la integridad, calidad y oportunidad de sus propios datos. Esto incluye el registro civil de suicidios, los registros hospitalarios de intentos de suicidio y la actualización de estudios representativos a escala nacional que recopilen información sobre intentos de suicidio. No obstante, la OMS señala tres tipos de estrategias útiles para actuar sobre los factores facilitadores o desencadenantes del suicidio: globales, selectivas e indicadas.

Las estrategias globales diseñadas para llegar al conjunto de los individuos de una población. Consisten básicamente en facilitar el acceso a la atención de salud, promover la salud mental, reducir el consumo abusivo de alcohol, limitar el acceso a los medios habituales para suicidarse y promover una información responsable por parte de los medios de difusión.

Por su parte, las estrategias selectivas se dirigen específicamente a grupos de personas especialmente vulnerables, particularmente aquellas que han padecido traumas o abusos, las afectadas por conflictos bélicos, terrorismo o desastres, los refugiados y migrantes, y los familiares de suicidas. Para ello, es recomendable el empleo de lo que denomina “guardianes”, profesionales o voluntarios especialmente adiestrados para actuar con las personas vulnerables, generalmente a través de comunicación telefónica o telemática.

Finalmente, las estrategias indicadas son aquellas dirigidas a personas vulnerables concretas mediante el apoyo de la comunidad, el seguimiento clínico de quienes acuden a los establecimientos sanitarios, la capacitación del personal sanitario, la mejor identificación y manejo de los trastornos mentales, y la optimización de la utilización de los fármacos psicótropos. Esta prevención también puede desarrollarse fortaleciendo los factores protectores, como las relaciones personales sólidas, un sistema personal de creencias y estrategias de afrontamiento positivas.

El estigma – la sensación personal de sentirse señalado o identificado por los demás miembros de la comunidad – con relación al padecimiento de trastornos mentales o de intentos previos de suicidio, disuade a muchas personas de buscar ayuda especializada, a pesar de experimentar ideaciones suicidas o de haber intentado anteriormente quitarse la vida. La OMS reconoce que la prevención del suicidio no se ha abordado apropiadamente debido a la falta de sensibilización general respecto de este auténtico problema de salud pública y a la existencia prejuicios en muchas sociedades que impiden afrontarlo con decisión. En la actualidad, apenas unos pocos países han incluido la prevención del suicidio entre sus prioridades sanitarias y, en concreto, solo 28 han notificado a la OMS que cuentan con una estrategia nacional específica de prevención del suicidio.

Prácticamente, todos los estudios coinciden en que la restricción del acceso a los medios utilizables para suicidarse es un elemento clave de su prevención, tal como la limitación al acceso de tóxicos y venenos (incluyendo plaguicidas y medicamentos), armas de fuego o de otro tipo, etc.). Sin embargo, debe tenerse en cuenta que casi siempre son varios y diversos los factores de riesgo que actúan, de forma acumulativa, incrementando la vulnerabilidad de una persona al comportamiento suicida y facilitando su ejecución.

La OMS indica que los principales factores de riesgo asociados con el sistema de salud y, en general, con la sociedad son las dificultades para obtener acceso a la atención de salud y recibir la asistencia necesaria, la fácil disponibilidad de los medios utilizables para suicidarse, el sensacionalismo de algunos medios de comunicación en lo concerniente a la difusión pública a los suicidios – que pueden incrementar el riesgo de imitación de actos suicidas, el efecto Werther – y la estigmatización social de aquellas personas que buscan ayuda por haber experimentado comportamientos o ideaciones suicidas o por presentar problemas de salud mental o de abuso de sustancias psicoactivas.

Entre los considerados como factores protectores frente al suicidio pueden considerarse los siguientes:

  • Personales:
  • Habilidad en la resolución de conflictos o problemas.
  • Tener confianza en uno mismo.
  • Habilidad para las relaciones sociales e interpersonales.
  • Presentar flexibilidad cognitiva.
  • Tener hijos, más concretamente en las mujeres.
  • Sociales o medioambientales:
  • Apoyo familiar y social (no solo la existencia del apoyo sino su fuerza y calidad).
  • Integración social.
  • Poseer creencias y prácticas religiosas, espiritualidad o valores positivos.
  • Adoptar valores culturales y tradicionales.
  • Tratamiento integral, permanente y a largo plazo en pacientes con trastornos mentales, con enfermedad física o con abuso de alcohol o de otras drogas.

A nivel europeo, el programa multinivel de Nuremberg (Nuremberg Alliance Against Depression), llevado a cabo durante dos años y con 4 líneas de intervención (formación a médicos de atención primaria, sensibilización de los medios de comunicación y de la población general, entrenamiento de figuras clave e intervención en grupos de riesgo), obtuvo una reducción significativa de las tasas de intentos de suicidio y de suicidios consumados en relación a las tasas iniciales y a las de una región de referencia, y esta reducción se mantuvo al año del programa (Hegerl, 2010).

Por el contrario, en España existe una muy escasa implementación de programas de tipo preventivo y, de hecho no existe un plan nacional específico de prevención del suicidio, frente a lo recomendado por la OMS. No obstante, a escala autonómica se han desarrollado algunas iniciativas en Galicia, Cataluña y Asturias, por citar las más difundidas.

6. Tratamiento y prevención de la conducta suicida

Dada su complejidad, es obvio que el abordaje de la conducta suicida debe hacerse desde una perspectiva amplia, valorando de forma integrada todas las intervenciones farmacológicas, psicoterapéuticas, culturales y sociales que pueden beneficiar al potencial suicida, contando naturalmente con la implicación de los profesionales sanitarios de los distintos niveles asistenciales.

6.1. Psicoterapia

Las técnicas psicoterapéuticas juegan un papel muy relevante en el tratamiento de los pacientes con conducta suicida y está adquiriendo cada vez más importancia, sobre todo aquél que se basa en técnicas cognitivo-conductuales (TCC). Éstas se fundamentan en la reestructuración cognitiva como técnica fundamental para el cambio, incluyendo asimismo diversas técnicas de conducta cuyo objetivo es ayudar a completar dicho cambio. En concreto, la intervención busca modificar conductas disfuncionales, pensamientos negativos distorsionados y asociados a situaciones específicas, así como actitudes desadaptativas, tales como la depresión o las conductas suicidas. La activación conductual es también un aspecto clave de la terapia cognitiva, haciendo un especial énfasis en la relación entre la actividad y el estado de ánimo.

Las terapias cognitivo-conductuales son más efectivas cuando se orientan a reducir algún aspecto concreto de la conducta suicida que cuando tratan de disminuir ésta de forma indirecta centrándose en otros síntomas o signos asociados (Tarrier, 2008). En los adultos, las TCC de carácter individual obtienen mejores resultados que en formato grupal; por el contrario, en adolescentes, la terapia grupal parece más eficaz que la terapia individual.

6.2. Tratamiento farmacológico

El tratamiento farmacológico de la conducta suicida debe dirigirse tanto frente a la patología subyacente, como frente a aquellos síntomas que puedan actuar como factores de riesgo adicional (ansiedad, insomnio, impulsividad,…). No obstante, dado que hasta el 90% de los cuadros de suicidio se relacionan con patologías psiquiátricas, los datos disponibles específicamente relacionados con la prevención y tratamiento de las conductas suicidas, se refieren fundamentalmente a fármacos antidepresivos y antipsicóticos. En este sentido, puede anticiparse que en adultos con cuadros depresivos que presentan ideación suicida se recomienda preferentemente el tratamiento con antidepresivos del grupo inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). El litio es recomendado como tratamiento de elección en pacientes adultos con trastorno bipolar que presentan conducta suicida. Entre los antipsicóticos se recomienda el uso de clozapina en el tratamiento de pacientes adultos con esquizofrenia o trastornos esquizoafectivos y con alto riesgo de conducta suicida.

Se considera que la acción sobre el sistema serotonérgico de los ISRS reduce la impulsividad y la agresividad, habitualmente ligadas a la conducta suicida, produciendo una disminución de la ideación y de la conducta suicidas; sin embargo, la mayoría de los estudios clínicos sobre los que se fundamentan estos argumentos son de corta duración (de semanas a pocos meses). No obstante, en apoyo de la utilización de antidepresivos ISRS – la fluoxetina es el más ampliamente estudiado – en prevención de la conducta suicida, los datos provenientes de autopsias indica que la depresión podría haber sido tratada de forma insuficiente en las víctimas de suicidio, lo que se evidencia por la baja frecuencia con que se detectan antidepresivos en la sangre de los pacientes con conducta suicida.

La estrecha relación entre depresión y suicidio, además de la eficacia y seguridad de los nuevos antidepresivos, apoyaría su uso en pacientes con trastorno depresivo mayor y potencial riesgo suicida, incluyendo su uso prolongado en pacientes con trastorno depresivo recurrente. Además, la mejora del diagnóstico y del tratamiento de la depresión se ha relacionado positivamente con un descenso de la tasa de suicidios consumados, especialmente en mujeres (Sakinofsky, 2007). Igualmente, en pacientes mayores de 60 años con depresión mayor e ideación suicida, el seguimiento mantenido y el tratamiento con terapia combinada de antidepresivos terapias interpersonales, reduce la ideación suicida y aumenta las tasas de remisión de la depresión a largo plazo (Alexopoulos, 2009). Sin embargo, la combinación de psicoterapia (TCC) con fluoxetina no parece mejorar los resultados obtenidos con ésta en adolescentes afectados por cuadros depresivos (Goodyer, 2008).

Desde hace más de dos décadas se viene cuestionando la utilización de los antidepresivos ISRS precisamente por la posibilidad planteada por algunos investigadores de que estos fármacos se asocien con un aumento de la incidencia de ideación y conducta suicidas en la infancia y adolescencia. Tras varios informes, la Agencia Europea de Medicamentos (European Medicines Agency, EMA), concluyó que el balance beneficio/riesgo era favorable para el uso de fluoxetina en la depresión infanto-juvenil. Conviene, en este sentido, tener en cuenta que los adolescentes con depresión presentan con bastante frecuencia ideaciones suicidas con anterioridad a cualquier tratamiento y, por ello, es fácil confundir los efectos del tratamiento antidepresivo con los de la propia depresión (Bridge, 2005).

No obstante, es importante tener en cuenta que el tratamiento farmacológico de la depresión tiene una tasa muy baja de adherencia; de hecho, es el grupo de medicamentos que menos adherencia tiene entre los pacientes (28%). Por ello, es muy difícil establecer una relación entre el uso de antidepresivos y la incidencia de ideaciones suicidas, ya que en muchos casos estas últimas podrían surgir precisamente por la falta de un uso adecuado – falta de adherencia terapéutica – de los propios fármacos antidepresivos.

Con el fin de estudiar el riesgo potencial de suicidio entre los pacientes usuarios de los antidepresivos inhibidores selectivos de serotonina y de adrenalina, se realizó una amplia revisión con metanálisis de 70 ensayos clínicos que incluían a 18.526 pacientes (Sharma, 2016). Los resultados mostraron que en los pacientes adultos la tasa de riesgo de suicidio no aumentaba de forma significativa (Odds ratio, OR=0,81; IC95% 0,51 a 1,28), ni la de agresividad (OR=1,09; IC95% 0,55 a 2,14); sin embargo, para niños y adolescentes, sí se apreció un significativos aumento, tanto para el riesgo de suicidio (OR=2,39; IC95% 1,31 a 4,33) como para el de agresividad (OR=2,72; IC95% 1,62 a 4,81). Es decir, en adultos no hubo un aumento significativo, mientras que en niños y adolescentes el riesgo de suicidio y agresión se duplicó.

Con el fin de evaluar si el litio tiene un efecto preventivo específico para el suicidio y las autolesiones producidas por personas con trastornos del estado de ánimo, tanto de tipo unipolar como bipolar, se llevó a cabo una revisión sistemática y un metanálisis (Cipriani, 2013) de ensayos controlados aleatorios que comparaban litio con placebo o fármacos activos en el tratamiento a largo plazo para los trastornos del estado de ánimo, valorando especialmente fueron el número de personas que completaron fatalmente el suicidio, realizaron una autoagresión deliberada o murieron por cualquier causa. Se incluyó en el metanálisis un total de 48 ensayos controlados aleatorios (6.674 participantes, 15 comparaciones). Los resultados mostraron que el litio fue más eficaz que el placebo para reducir el número de suicidios (OR=0,13; IC95% 0,03 a 0,66) y para reducir la mortalidad por cualquier causa (OR=0,38; IC95% 0,15 a 0,95), pero no muestra beneficios claros – al menos, estadísticamente significativos – en la prevención de la autoagresión deliberada (OR=0,60; IC95% 0,27 a 1,32). En la depresión unipolar, el litio se asoció con una significativa reducción del riesgo de suicidio (OR=0,36; IC95% 0,13 a 0,98) y también el número total de muertes (OR=0,13; IC95% 0,02 a 0,76), en comparación con el placebo. Cuando se comparó el tratamiento de litio con otros tratamientos activos, solo se encontró una diferencia estadísticamente significativa con carbamazepina para la autoagresión deliberada, aunque tendía a ser generalmente mejor que los otros comparadores activos, con pequeña variación estadística entre los resultados.

La acción de los fármacos antiepilépticos con efecto sobre los receptores GABAérgicos hace que además de su acción anticonvulsiva tengan también una acción ansiolítica, por lo que algunos de ellos han sido propuestos como potencialmente útiles para pacientes con riesgos suicidas, al estabilizar el humor y reducir el comportamiento agresivo e impulsivo, en concreto con carbamazepina y ácido valproico. Aunque algunos estudios mostraron una cierta eficacia en esta indicación, comparativamente son inferiores al litio.

No obstante, la FDA (Food & Drug Administration) de Estados Unidos advirtió en 2008 del incremento de conducta suicida en pacientes con trastornos mentales tratados con antiepilépticos (FDA, 2008). El análisis de los datos correspondientes a once fármacos antiepilépticos mostró un incremento de la conducta suicida con todos ellos, manifestado ya una semana después del inicio de tratamiento y persistiendo durante 24 semanas. En concreto, los pacientes tratados con fármacos antiepilépticos tenían aproximadamente el doble de riesgo de conductas suicidas o de ideaciones suicidas (0,43%) en relación al placebo (0,22%).

Sin embrago, otro estudio epidemiológico realizado en Gran Bretaña (Arana, 2010) no encontró un mayor riesgo de eventos relacionados con el suicidio entre los pacientes con epilepsia, pero se asoció con un mayor riesgo de estos eventos entre los pacientes con depresión y entre los que no tenían epilepsia, depresión o desorden bipolar. En concreto, en una cohorte de 5.130.795 pacientes, la incidencia de eventos relacionados con el suicidio por fue de 15,0 por 100.000 persona-años entre los pacientes sin epilepsia, depresión, trastorno bipolar o tratamiento antiepiléptico, 38,2 en aquellos con epilepsia que no recibieron fármacos antiepilépticos y 48,2 en pacientes con epilepsia que recibieron fármacos antiepilépticos. Tras eol ajuste estadístico de los datos, el uso de fármacos antiepilépticos no se asoció con un mayor riesgo de eventos relacionados con el suicidio entre los pacientes con epilepsia (OR=0,59; IC95% 0,35 a 0,98) o trastorno bipolar (OR=1,13; IC95% 0,35 a 3,61), pero se asoció significativamente con un mayor riesgo entre los pacientes con depresión (OR=1,65; IC95% 1,24 a 2,19) y aquellos que no tenían epilepsia, depresión o trastorno bipolar (OR=2,57; IC95% 1,78 a 3,71).

Los fármacos antipsicóticos han mostrado ser eficaces en el control de la conducta impulsiva, así como en el comportamiento autoagresivo en pacientes con esquizofrenia u otros tipos de psicosis. Entre ellos, la clozapina sigue siendo el único tratamiento con una indicación reconocida por la FDA para reducir el riesgo suicida (en la esquizofrenia). No obstante, también hay datos que sugieren una potencial reducción del riesgo de suicidio con olanzapina, quetiapina, ziprasidona, aripiprazol y asenapina (Pompili, 2016). También se ha sugerido que el uso de los antipsicóticos de depósito (depot) sería más adecuado en pacientes con alto riesgo de suicidio, ya que aseguran el tratamiento e impiden el autoconsumo con fines autolíticos (autoagresión).

Como ha ocurrido con los fármacos antidepresivos y los antiepilépticos, también se ha relacionado el empleo de los antipsicóticos con efectos paradójicos de ideaciones y conductas suicidas entre los pacientes tratados, en particular con aripiprazol. Sin embargo, los datos epidemiológicos analizados por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, 2013) sugirieron que no hay un mayor riesgo de tendencias suicidas con aripiprazol en comparación con otros antipsicóticos entre pacientes adultos con esquizofrenia o trastorno bipolar; lamentablemente, no se dispone de suficientes datos para evaluar este riesgo en pacientes menores de 18 años de edad, pero hay evidencia de que el riesgo de suicidio persiste más allá de las primeras cuatro semanas de tratamiento para antipsicóticos atípicos, incluyendo aripiprazol.

7. El papel del farmacéutico

Una vez más, debe resaltarse el papel de la oficina de farmacia como centro sanitario con capacidad para intervenir en la prevención de patologías de alta incidencia social. La transmisión de información rigurosamente contrastada al paciente y a su entorno inmediato, así como la remisión al médico de los casos sugerentes de patologías es fundamental también en la lucha contra el suicidio. Por otro lado, la estrecha relación entre la existencia de enfermedades mentales y trastornos psicológicos con el riesgo de suicidio, y la posibilidad de que determinados medicamentos pudieran convertirse en herramientas de suicidio accesibles o que se asocien con la aparición de ideaciones suicidas, sugieren – al menos – tres líneas fundamentales de intervención desde la oficina de farmacia: educación social contra la desinformación, actuación para mejorar la adherencia al tratamiento farmacológico de patologías de índole psicológica o psiquiátrica y seguimiento farmacoterapéutico para detectar cualquier evento adverso – relacionado o no con el tratamiento – que pudieran relacionarse con ideaciones suicidas.

Una recomendación general especialmente relevante para el entorno familiar de este tipo de pacientes, es la de evitar la acumulación de medicamentos psicótropos o con potencial toxicológico elevado en los botiquines domésticos, en particular en aquellos hogares en los que vivan personas que hayan manifestado algún tipo de la comportamiento suicida, ya que cerca del 8% de los suicidios que ocurrieron en 2014 en España fueron cometidos mediante intoxicación deliberada con medicamentos.

7.1. Lucha contra la desinformación

La Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES), ha desarrollado un interesante esquema que recoge y sintetiza los principales mitos e ideas erróneas que circulan sobre el suicidio en los medios de comunicación social, incluyendo algunos de gran impacto. Entre los mitos más reiterados – y falsos – relativos al suicidio pueden citarse los siguientes:

  • El auténtico suicida nunca informa de sus objetivos.
  • El suicidio no puede prevenirse porque siempre obedece a impulsos repentinos.
  • Hablar o informar correctamente sobre el suicidio induce a cometerlo a personas predispuestas.
  • El suicida desea morir.
  • El suicidio supone una actitud de cobardía o, por el contrario, de valentía.

Que el suicida nunca comunica su intención de suicidarse es una falacia, ya que más del 90% de las personas que se suicidaron manifestaron previamente y con claridad sus intenciones de acabar con su propia vida, expresándolo tanto de forma directa y clara, como de forma indirecta – aunque no menos clara – a través de un conjunto de signos y síntomas conocido como síndrome presuicida, caracterizado por cambios bruscos en la situación personal, abandono de los tratamientos, cambios de comportamiento, estados de angustia severa (ataques de pánico), elevado grado de tristeza, comentarios de desesperanza (“no puedo más”, “cuando yo no esté ya”, etc.), ideas de autoagresión y conductas de despedida y de desprendimiento de objetos valorados afectivamente.

Comunicarse con una persona con conducta o intenciones suicidas no solo no incrementa el riesgo de suicidio sino que lo reduce y, en muchos casos, puede ser la última oportunidad para realizar un análisis de sus intenciones y, con ello, descartar el suicidio como salida de su estado emocional. La ayuda psicológica profesional y, por tanto, la remisión al psicólogo es particularmente útil.

La mayoría de los suicidas no quiere morir, sino acabar con las condiciones que están determinando su estado emocional, que consideran insoportable e interminable. Es importante establecer esta diferencia, ya que un estado emocional – por intenso que sea – puede ser revertido o modulado en la mayoría de los casos con ayuda especializada, mientras que la muerte es, por definición, irreversible.

Finalmente, ni la cobardía ni la valentía tienen nada que ver con el suicidio. La cobardía y la valentía son actitudes personales que, en mayor o menor grado, todas las personas tienen y ejercen en circunstancias diversas a lo largo de su vida; por tanto, tienen que ver con la vida, no con la muerte.

7.2. Actitud ante las personas con ideaciones suicidas

La valoración de la actitud suicida de una persona debe ser realizada solo por personal sanitario específicamente cualificado. Sin embargo, es importante que en el ámbito comunitario de la farmacia se actúe de una forma tal que se permita redirigir a personas con presunta potencialidad suicida a la consulta médica. Para ello, hay algunas recomendaciones esenciales sobre lo que hay que hacer y, no menos importante, sobre lo que no es aconsejable hacer.

En primer lugar, la persona debe ser escuchada con calma, mostrando la mayor empatía posible, haciéndole llegar el apoyo y la preocupación personal de quien está escuchándole. En ningún caso debe minusvalorarse el grado de riesgo aparente, en especial si la persona manifiesta hacer realizado intentos previos de cometer suicidio. Debe mostrarse interés por los detalles e incluso por el “plan de suicidio”, ofreciendo la posibilidad de explorar otras posibilidades diferentes al propio suicidio. Es importante ganar tiempo y, especialmente, restringir el acceso a medios potencialmente letales; en este sentido, desde la farmacia debe insistirse en la necesidad de limitar al máximo el botiquín doméstico en el hogar de estas personas. En entornos locales, es muy conveniente comunicar la sospecha de comportamiento suicida al médico de Atención Primaria y si el riesgo es alto e inminente, adoptar las medidas para que la persona no permanezca sola. Lo que no debe hacerse es ignorar la situación o decirle a la persona que esos sentimientos no tienen importancia; tampoco ayuda mostrar consternación o retar a la persona a seguir adelante.

7.3. Mejora de la adherencia al tratamiento

El hecho de que el 90% o más de los suicidios sean cometidos por personas afectadas por algún tipo de trastorno mental, enfatiza la importancia de que tales trastornos sean debidamente diagnosticados y, en su caso, tratados por médicos especialistas. La utilización racional de medicamentos antidepresivos, antipsicóticos, litio, etc. ha demostrado producir efectos significativos y reducir de forma sustancial el riesgo de suicidio en estas personas. Por ello, el concepto de uso racional de medicamentos adquiere una especial relevancia y, en particular, la optimización de la adherencia al tratamiento; de hecho, se ha demostrado la existencia de una estrecha relación entre la falta de adherencia al tratamiento antidepresivo y el empeoramiento de los resultados clínicos de los pacientes (Ho, 2016).

Es importante tener en cuenta que el tratamiento farmacológico de la depresión tiene una tasa muy baja de adherencia; de hecho, es el grupo de medicamentos que menos adherencia tiene entre los pacientes, ya que solo uno de cada cuatro pacientes (28%) tratados con antidepresivos utiliza adecuadamente el tratamiento (Farmaindustria, 2016). Cabe recordar, en este sentido, que la adherencia viene definida por tres componentes: iniciación, ejecución y discontinuación, por lo que la falta de adherencia puede ocurrir en cualquiera de estas fases o en varias a la vez. Según los datos actuales, los pacientes con edades comprendidas entre los 41 y los 50 años son los que demuestran valores más bajos de adherencia, en torno al 21%, frente a los que tienen entre 81 y 90 años (61%), o entre 91 y 100 años (75%) (OAT, 2012).

Por ello, es fundamental la realización por parte de los farmacéuticos comunitarios y por los servicios de farmacia hospitalarios, de servicios de refuerzo de la adherencia, de seguimiento farmacoterapéutico y de conciliación, debidamente estructurados y protocolizados, desarrollados en coordinación con el resto de profesionales sanitarios implicados en la atención de estos paciente, que incluyan intervenciones específicas de información sobre el medicamento y su uso (dispensación informada) y facilitar sistemas personalizados de dosificación (SPD) a los pacientes – o sus cuidadores – que lo soliciten.

Los resultados del Programa ADHIÉRETE muestran un incremento del 35% al 75,7% en la adherencia a los tratamientos tras la intervención del farmacéutico, indicando asimismo que los pacientes experimentan una mejora significativa de la calidad de vida percibida, con un incremento de 5,5 puntos de media. Con la intervención del farmacéutico se redujeron un 33,4% los problemas relacionados con los medicamentos; dicha intervención se reforzó con el uso de sistemas personalizados de dosificación o aplicativos móviles (CGCOF, 2015).

Sin embargo, es importante tener en cuenta que las intervenciones educativas por sí solas no son ineficaces para mejorar la adherencia a la medicación antidepresiva (Chong, 2011). En este sentido, los elementos más utilizados de las intervenciones multifacéticas consisten en combinar las estrategias educativas del paciente con un seguimiento telefónico para monitorizar su progreso, así como proporcionar asesoramiento específico sobre los medicamentos y su forma adecuada de uso, y mantener en lo posible una comunicación fluida con el médico. Debe enfatizarse que durante las primeras semanas (2-5) de uso de los antidepresivos, existe un periodo de latencia durante el cual el paciente experimenta pocos cambios en su estado de ánimo, pero, en cambio, sí puede padecer algún efecto adverso. Esto es uno de los principales motivos de falta de adherencia a los antidepresivos; por ello, durante la dispensación de estos fármacos debe explicarse detalladamente esta circunstancia, a fin de que el paciente acepte mejor el tratamiento.

Además, debe hacerse un especial esfuerzo en aleccionar al paciente o a los cuidadores de éste sobre la conveniencia de utilizar sistemas personalizados de dispensación (SPD), ya que olvido de la toma de la mediación es una de las causas más frecuentes de falta de adherencia (entre un 23% y un 73% de los casos) (Conthe, 2014).

7.4. Seguimiento farmacoterapéutico

El Seguimiento Farmacoterapéutico es definido (FORO, 2007) como el servicio profesional que tiene como objetivo la detección de problemas relacionados con los medicamentos (PRM), para la prevención y resolución de resultados negativos asociados a la medicación (RNM). Este servicio implica un compromiso, y debe proveerse de forma continuada, sistematizada y documentada, en colaboración con el propio paciente y con los demás profesionales del sistema de salud, con el fin de alcanzar resultados concretos que mejoren la calidad de vida del paciente.

Para que un servicio farmacéutico pueda ser considerado como Seguimiento Farmacoterapéutico debe contener una serie de características básicas:

  • Una entrevista personal inicial entre el farmacéutico y el paciente, que se verá seguida de más entrevistas de continuación, a lo largo del tiempo que dure el seguimiento.
  • El seguimiento (monitorización) del paciente que toma medicamentos en el tiempo, de acuerdo con un método o procedimiento.
  • La evaluación de los resultados de la medicación.
  • La intervención del farmacéutico para corregir los PRM identificados, o los RNM detectados o en riesgo de aparición.
  • Todo ello con el objetivo de conseguir que la medicación que toma el paciente sea lo más efectiva y segura posible

Se consideran como PRM (problemas relacionados con los medicamentos) que pueden ser causas de RNM (resultados negativos asociados a la medicación) los siguientes:

  • Administración errónea del medicamento
  • Características personales
  • Conservación inadecuada
  • Contraindicación
  • Dosis, pauta y/o duración no adecuada
  • Duplicidad
  • Errores en la dispensación
  • Errores en la prescripción
  • Incumplimiento
  • Interacciones
  • Otros problemas de salud que afectan al tratamiento
  • Probabilidad de efectos adversos
  • Problema de salud insuficientemente tratado
  • Otros

El ofrecimiento del servicio de seguimiento no solo se debe centrar en el paciente, que en muchas ocasiones puede mostrar una cierta resistencia ligada a la propia condición mental, sino que debe incluir en la medida de lo posible a los cuidadores directos, generalmente familiares. A todos ellos es muy importante trasladarles una serie de ideas esenciales para optimizar el resultado del tratamiento.

Es especialmente relevante informar y contextualizar la previsible demora en la mejora de los síntomas depresivos, que puede oscilar entre dos y cinco semanas, sin que dicha recuperación sea ni al mismo tiempo ni con la misma intensidad en cada uno de los síntomas. Esta fase es clave, ya que en ella se produce la mayor parte de los abandonos del tratamiento, por la percepción del paciente y de su entorno familiar de una supuesta falta de eficacia del fármaco.

También es importante informar cuidadosamente pero sin alarmismos acerca de los previsibles efectos adversos que pueden aparecer y en especial si aparecen síntomas que pudieran sugerir una crisis de manía, o cuando determinados eventos (relacionados o no con el tratamiento) afectan de forma marcadamente negativa al paciente. En tales casos, es fundamental remitir al paciente de forma inmediata hacia el médico responsable para la correspondiente evaluación clínica.

La interrupción temporal o definitiva que no haya sido indicada por el médico puede provocar síntomas de abstinencia, ocasionalmente graves o incluso un rebrote agudo de los síntomas depresivos. No menos importante es informar que la duración del tratamiento, establecida por el médico responsable, tiene un carácter específico para cada persona y es frecuente que se mantengan el tratamiento en algunos pacientes de forma prolongada o permanente como una práctica para la prevención de recaídas.

Además de las precauciones generales que cualquier tratamiento farmacológico exige, existen algunas particulares que deben ser consideradas en determinados tipos de pacientes. Por ejemplo, en aquellos que manifiestan tener ideas, planes o actos de autolesión o suicidio, es importante recomendar a los cuidadores de los mismos que, con el fin de evitar una sobredosis, impidan el acceso directo del paciente a los fármacos o, en el caso de ausencia de cuidadores, puede ser una buena opción un servicio personalizado de dispensación (SPD) a través del cual – siempre con el consentimiento del paciente – limitar la provisión de los fármacos antidepresivos (por ejemplo, entregando un dosificador con el medicamento suficiente para una semana).

Cuando se trate de pacientes adolescentes es muy importante advertir a los cuidadores que observen estrechamente al paciente. En este sentido, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS, 2005) ha realizado varias comunicaciones al respecto, señalando que el comportamiento suicida (intento de suicidio e ideación suicida) y de hostilidad (fundamentalmente comportamiento agresivo) ocurre con mayor frecuencia en los niños y adolescentes tratados con antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina y otros relacionados (citalopram, duloxetina, escitalopram, fluoxetina, fluvoxamina, paroxetina, sertralina, mianserina, mirtazapina, reboxetina y venlafaxina) que con placebo. Por este motivo, la AEMPS traslada la recomendación de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) de que estos antidepresivos no deben de utilizarse en niños y adolescentes, excepto en las indicaciones terapéuticas específicamente autorizadas para cada antidepresivo en dicho grupo de pacientes. Concretamente, en los casos aislados en los que, basado en una necesidad clínica individual, el médico tomase la decisión, de establecer un tratamiento para la depresión o ansiedad en niños o adolescentes con estos antidepresivos, deberá de realizarse un seguimiento estrecho ante la posible aparición de comportamiento suicida, autolesión u hostilidad, especialmente durante el comienzo del tratamiento.

En las personas mayores debe haber una monitorización especialmente cuidadosa de los efectos adversos. Además, este tipo de pacientes están muy frecuentemente polimedicados, por lo que el riesgo de interacciones clínicamente relevantes es importante y, por ello, la detección de interacciones potenciales es un aspecto capital del seguimiento en estos pacientes. Igualmente, conviene advertir que el tiempo de respuesta a un nuevo tratamiento suele ser mayor en personas ancianas que el resto.

Otro aspecto relevante en pacientes mayores es el riesgo de fracturas óseas fueron objeto de estudio por parte de la Agencia Europea de Medicamentos, que realizó en 2010 una revisión de la información existente sobre el riesgo de fracturas óseas en pacientes tratados con antidepresivos (EMA, 2010). Ya en 2007, se habían evaluado los datos de un estudio de cohorte en el que se sugería un incremento del doble de riesgo de fracturas de fragilidad clínica en adultos mayores de 50 años utilizando antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS) durante periodos de 5 años, y los resultados de dos estudios más en los que se sugería una asociación causal entre los ISRS y una reducción de la densidad mineral del hueso. En ese tiempo se constató como una posible señal consistente a través de varios estudios, por lo que se les solicitó a los laboratorios titulares de la autorización de comercialización que investigaran más ampliamente esta señal utilizando datos de ensayos clínicos, notificación espontánea de RAM y de la literatura científica. Considerando las evidencias disponibles, la EMA recomendó que se incluyese en el texto de las fichas técnicas estos hallazgos epidemiológicos de un incremento de riesgo de fracturas óseas con la utilización de los antidepresivos ISRS y tricíclicos, especificando que este incremento de riesgo se ha detectado en pacientes mayores de 50 años.

Es importante que el seguimiento farmacoterapéutico de los pacientes tratados con medicamentos antidepresivos permita detectar la aparición de síntomas de manía (euforia excesiva), especialmente durante el inicio del tratamiento, ya que esto requeriría remitir el paciente rápidamente al médico.

Deben vigilarse especialmente los efectos adversos considerados como más graves para cada medicamento antidepresivo, aunque sean infrecuentes. Precisamente por ello, es particularmente importante desarrollar una farmacovigilancia activa, incluyendo la instrucción del paciente y de su entorno familiar para detectarlos. En el caso de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), debe instruirse al paciente y a sus cuidadores sobre la aparición de acatisia, es decir, la necesidad irrefrenable de moverse que lleva al paciente a cambiar continuamente de lugar y de postura, a levantarse y sentarse en forma reiterada, etc.; este efecto puede requerir el cambio de antidepresivo o incluso instaurar un breve tratamiento con ansiolíticos. También debe vigilarse la posible aparición de síntomas maníacos en pacientes con trastorno bipolar encubierto.

Cualquier cambio de dosis o de medicamento debe ser establecido por el médico. Se debe insistir al paciente y a su entorno que eviten hacer caso a remedios caseros o medicamentos utilizados por otras personas “a las que les fue muy bien”. La aplicación de cualquier cambio que estime oportuno el médico responsable requiere un periodo de transición con respecto del anterior tratamiento, especialmente cuando se cambia un antidepresivo por otro.

Por último, la finalización del tratamiento antidepresivo obviamente también debe ser establecida por el médico, sin olvidar que es relativamente frecuente que, en lugar de finalizar completamente el tratamiento, éste sea prolongado con un tratamiento de mantenimiento o de prevención de recaídas. La terminación del tratamiento farmacológico, en cualquier caso, suele considerarse tras 6 a 12 meses de normalización de la vida del paciente (remisión del episodio de depresión mayor), tanto en términos de estado de ánimo como de capacidad de relación personal y, en su caso, laboral.

Bibliografía

 

El estilo de vida sí importa en los pacientes coronarios

El análisis agrupado de cuatro estudios que incluían a 55.685 participantes, mostró que los factores genéticos y de estilo de vida se asocian de forma independiente con la susceptibilidad a la enfermedad coronaria. Entre los participantes con alto riesgo genético, un estilo de vida favorable se asocia con un riesgo relativo de riesgo de enfermedad coronaria cerca de un 50% menor que un estilo de vida desfavorable.

Mediante el uso de una puntuación poligénica de polimorfismos de secuencia de ADN, se cuantificó el riesgo genético de enfermedad arterial coronaria en tres cohortes prospectivas – 7.814 participantes en el estudio ARIC (Atherosclerosis Risk in Communities), 21.222 en el Women’s Genome Health Study (WGHS), 22.389 en el Malmö Diet and Cancer Study (MDCS) y en 4.260 participantes en el estudio transversal de BioImage para los cuales se disponía de datos de genotipo y covariable. También se determinó la adhesión a un estilo de vida saludable entre los participantes utilizando un sistema de puntuación que consta de cuatro factores: no fumar en la actualidad, sin obesidad, actividad física regular y dieta saludable.

Los resultados mostraron que el riesgo relativo de eventos coronarios fue 91% mayor (tasa de riesgo, HR=1,91; IC95% 1,75 a 2,09) entre los participantes con alto riesgo genético (quintil superior de puntuaciones poligénicas) que entre aquellos con bajo riesgo genético (quintil inferior). Igualmente, se asoció la práctica de un estilo de vida favorable (definido como al menos tres de los cuatro factores de estilo de vida saludable), con un riesgo sustancialmente menor de eventos coronarios, en relación con un estilo de vida desfavorable (definido como no o sólo un factor de estilo de vida saludable). Entre los participantes con alto riesgo genético, un estilo de vida favorable se asoció con un 46% menor riesgo relativo de eventos coronarios que un estilo de vida desfavorable (HR=0,54; IC95% 0,47 a 0,63), lo que corresponde a una reducción en la incidencia estandarizada de eventos coronarios en 10 años del 10,7% para un estilo de vida desfavorable a 5,1% para un estilo de vida favorable en el estudio ARIC, de 4,6% a 2,0% en el WGHS y de 8,2% a 5,3% en el MDCS.

La hemoglobina glicosilada (HbA1c) por sí sola no identifica la prediabetes

La hemoglobina glicosilada (HbA1c) es considerada como un marcador metabólico de gran relevancia para el diagnóstico y el seguimiento terapéutico de la diabetes de tipo 2 y los estados prediabéticos. Por debajo del 5,7% se considera que no hay ningún riesgo diabético, mientras que los pacientes con prediabetes arrojan valores que oscilan entre un 5,7% y un 6,5%; por encima del 6,5% se sitúan los pacientes diabéticos.

Aunque se trata de una prueba de un alto valor diagnóstico, su uso en prediabetes ha sido cuestionado por una reciente revisión, en la que se concluye que la medición de la hemoglobina glicosilada (HbA1c) no es ni sensible ni específica para detectar la pre-diabetes. Según el mismo informe, la determinación de la glucemia en ayunas sí es específica pero no es muy sensible. El riesgo que ello supone es que podrían haber personas que reciban un diagnóstico incorrecto y serán sometidos a tratamiento, mientras que otras serán falsamente tranquilizadas y no se les ofrecerá ninguna intervención. Cabe indica que se entienden como sensibilidad (S) el cociente entre el número de verdaderos positivos y la suma de verdaderos positivos y falsos negativos, mientras que la especificidad (E) es el cociente entre verdaderos negativos y la suma de verdaderos negativos y falsos positivos.

La revisión incluyó 49 estudios de pruebas de detección (cinco de los cuales fueron estudios de prevalencia) y 50 ensayos de intervención. La agregación de los datos permitió concluir que la prueba de la hemoglobina glicoislada tenía una sensibilidad media de 0,49 (IC95% 0,40 a 0,58) y una especificidad de 0,79 (IC95% 0,73 a 0,74) (0,73 a 0,84), para la identificación de la pre-diabetes; por su parte, la glucemia en ayunas tuvo una sensibilidad media de 0,25 (IC95% 0,19 a 0,32), pero en cambio una especificidad de 0,94 (IC95% 0,92 a 0,96). Además, se detectó que un 47% de las personas con HbA1c anormal no tenían otra anomalía glucémica).

Cardiotoxicidad de los AINE: la controversia continúa

El desarrollo de los inhibidores selectivos de la COX-2 (ciclooxigenasa de tipo 2) tuvo como objetivo obtener medicamentos antiinflamatorios con una menor toxicidad digestiva, atribuyendo ésta fundamentalmente a la inhibición de la COX-1 (constitucional, presente de forma continua), lo que se traduce en una reducción de los sistemas de restauración de la mucosa digestiva, incremento de la producción de ácido clorhídrico en el estómago y otros fenómenos ligados potencialmente con el riesgo de úlcera péptica; frente a ella, la inhibición selectiva de la COX-2 (enzima inducida, teóricamente solo presente en los tejidos donde se están desarrollando activamente una reacción inflamatoria), debería – también teóricamente – reducir el riesgo ulcerogénico, sin afectar significativamente a su efectos antiinflamatorio.

Aunque estas expectativas nunca llegaron a cumplirse de forma plena, lo cierto es que el grupo de los coxibes (AINE inhibidores selectivos de la COX-2) experimentó durante algunos años un importante auge en su uso, en el año 2000 se publicaron los primeros datos relativos a la seguridad cardiovascular de estos medicamentos. En concreto, se indicaba que el rofecoxib incrementaba el riesgo de infarto agudo de miocardio (IAM) comparado con el naproxeno (0,4% vs. 0,1%), e IAM e ictus comparado con placebo (riesgo relativo 1,92; IC95% 1,19 a 3,11), lo que llevó a la retirada comercial del rofecoxib en 2004. Desde entonces, se han ido sucediendo diversos metaanálisis y revisiones sistemáticas sobre los AINE en relación con el riesgo de eventos cardiovasculares graves.

Se ha sugerido que la selectividad hacia la COX-2, supuestamente beneficiosa en cuanto al riesgo ulcerogénico, podría incrementar cardiovascular como consecuencia del desequilibrio entre la producción de prostaciclina (antiagregante planquetario) y de tromboxano (proagregante), de tal manera que el exceso de este último podría ser el responsable del aumento de riesgo trombótico. En el caso de los AINE no selectivos, un perfil que implicase la mayor inhibición de la COX-2 y la menor inhibición de la COX-1 (como ocurre en el diclofenaco, por ejemplo) podría ser responsable de un mayor riesgo de eventos trombóticos.

Un amplio metanálisis publicado en 2013, en el que se analizaron los datos procedentes de 280 ensayos que comparaban un AINE con placebo y 474 ensayos que comparaban diversos AINE entre sí, mostró que los coxibs y el diclofenaco incrementaban el riesgo de eventos vasculares graves en más de un tercio; en concreto, por cada 1.000 pacientes tratados con un coxib o el diclofenaco durante un año, se producirían 3 eventos vasculares graves adicionales (más que con un AINE convencional), uno de ellos mortal. En cambio, el naproxeno no aumentó el riesgo de manera significativa; en general, el riesgo de insuficiencia cardíaca se duplicó para todos los AINE.

Sin embrago, un amplísimo y reciente ensayo clínico ha venido a concluir que, con dosis moderadas, el celecoxib no es inferior al ibuprofeno o al naproxeno en lo que respecta a la seguridad cardiovascular. En concreto, un total de 24.081 pacientes con osteoartritis o artritis reumatoide y con riesgo cardiovascular, fueron asignados aleatoriamente a recibir celecoxib (209 ± 37 mg/día), naproxeno (852 ± 103 mg/día) o ibuprofeno (2045 ± 246 mg/día). La dureación del tratamiento fue de 20,3 ± 16,0 meses y el período medio de seguimiento de 34,1 ± 13,4 meses. Durante el ensayo, el 68,8% de los pacientes dejó de tomar el fármaco del estudio y el 27,4% interrumpieron el seguimiento.

En los análisis de intención de tratar (intention-to-treat analysis), hubo un evento de resultado primario (muerte de origen cardiovascular, incluyendo hemorragias fatales, infarto de miocardio no fatal o accidente cerebro-vascular no fatal) en el 2,3% de los pacientes del grupo de celecoxib (2,3%), 2,5% del grupo de naproxeno y 2,7% del de ibuprofeno. El riesgo de eventos gastrointestinales fue significativamente menor con celecoxib que con naproxeno (P = 0,01) o ibuprofeno (P = 0,002); asimismo, el riesgo de eventos adversos renales fue significativamente menor con celecoxib que con ibuprofeno (P = 0,004), pero no fue significativamente menor que con naproxeno (p= 0,19).