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La formulación magistral del siglo XXI (2): formas farmacéuticas y excipientes

Resumen

En casi todos los casos los fármacos se administran a los pacientes como parte de una formulación en la que las sustancias no medicamentosas suponen al menos el 50% del preparado. Estos componentes, que tradicionalmente se han denominado excipientes o ingredientes inactivos, cumplen una serie de funciones especializadas. La selección de la forma farmacéutica y los excipientes es un aspecto fundamental de la elaboración de las fórmulas magistrales, para el que es necesario tener en cuenta aspectos relacionados con el paciente a quien va destinada, la afección que se pretende tratar y las características de los principios activos. Los farmacéuticos que elaboran fórmulas deben conocer las distintas alternativas disponibles y ser capaces de elegir la más adecuada en cada caso.

 

Introducción

En casi todos los casos los fármacos se administran a los pacientes como parte de una formulación en la que las sustancias no medicamentosas suponen al menos el 50% del preparado. Estos componentes, que tradicionalmente se han denominado excipientes o ingredientes inactivos, cumplen una serie de funciones especializadas. De hecho, muchos de ellos, lejos de ser inertes, influyen significativamente en la liberación y absorción de los fármacos y por lo tanto en su acción, por lo que la propia definición de excipiente -según la Real Academia Española “Sustancia inerte que se mezcla con los medicamentos para darles consistencia, forma, sabor u otras cualidades que faciliten su dosificación y uso”, no resulta adecuada para ellos.

Sobre todo en los preparados destinados a su aplicación sobre la piel, se emplean cada vez más ingredientes que, aunque no presentan propiamente una acción farmacológica, poseen en si mismos un efecto sobre el grado de hidratación y otras características de la epidermis. Pero no solo la utilización de determinados componentes específicos, sino incluso la elección de una u otra forma farmacéutica, influye significativamente en estas propiedades, por lo que la selección de los componentes y el diseño del vehículo constituyen uno de los aspectos principales de la formulación magistral.

Elegir una forma farmacéutica y unos excipientes adecuados no solo es importante para los preparados tópicos, sino también para otras vías. Así por ejemplo, en cuanto a la vía oral, resulta evidente que las formas sólidas son poco apropiadas para niños por debajo de los cinco años o para personas con problemas de deglución y que los jarabes deben variar su composición en función de patologías como la diabetes o de intolerancias a determinadas sustancias.

En general a la hora de seleccionar los excipientes, habrá que tener en cuenta la influencia de éstos en la biodisponibilidad de los principios activos, las posibles incompatibilidades y lo que pueden afectar en la estabilidad de la fórmula.

PREPARADOS DERMATOLÓGICOS

Cuando se trata de elegir un vehículo para la aplicación de un medicamento sobre la piel se debe tener en cuenta que el aspecto cosmético influye de forma notable en la adherencia. Por eso es importante seleccionar un vehículo que presente unas características reológicas (buena extensibilidad, ausencia de formación de grumos o de residuo graso…) y organolépticas (color, brillo, olor…) adecuadas.

Además hay que tomar en consideración que para que al contrario de lo que sucede con la vía oral, rectal o parenteral, generalmente se pretende que el fármaco actúe a nivel local, aunque no siempre a la misma profundidad, por lo que varía el nivel de absorción requerido. Cuando se aplica un fármaco sobre la piel tienen lugar diferentes procesos (ver tabla 1) en los que intervienen distintos factores.

Tabla 1. Etapas de la absorción percutánea

Liberación

Difusión desde el excipiente a la superficie cutánea

Dado que es el paso previo puede intervenirse en él para regular el resto del proceso (Tal como se hace en las formas transdérmicas de liberación sostenida)

Penetración

Paso a través del estrato córneo

El estrato córneo constituye la principal barrera al paso de sustancias a través de la piel, por lo que es el proceso clave

Permeación

Tránsito de una capa de la piel a la siguiente

Dadas las características diferenciales del estrato córneo, tiene especial interés la que se produce desde éste a las capas más profundas de la epidermis

Adsorción

Fijación del fármaco a la membrana del corneocito

Produce un retraso en la absorción y da lugar a la formación de un reservorio que prolonga el periodo de actividad del preparado

Absorción sistémica

Paso de las capas más profundas de la piel a los torrentes sanguíneo o linfático

Dado que la epidermis es una capa no vascularizada, solo tiene lugar una vez de que el fármaco ha llegado a la dermis

Factores que intervienen en la absorción cutánea de los fármacos

A la hora de elegir el excipiente más adecuado deben tenerse en cuenta múltiples factores que intervienen en el complejo proceso del paso de los fármacos a través de piel. Algunos de ellos son modificables y van a permitir que el formulador intervenga en la regulación del proceso. Otros, como los que dependen del paciente, generalmente no pueden modificarse, pero deben ser tenidos en cuenta a la hora de formular, por lo que es esencial que cuando se solicita en la farmacia una fórmula para la vía tópica se registren los datos básicos de la persona a quien va dirigida.

Factores dependientes del preparado

Entre ellos se encuentran los que son propios del principio activo y los que se relacionan con el vehículo.

  • Relacionados con el principio activo:
  • Peso molecular: las sustancias de PM>500 daltons no pueden penetrar a través del estrato corneo.
  • Concentración: la penetración a través del estrato córneo es un proceso de difusión pasiva por lo que depende de la cantidad de sustancia en disolución, por lo tanto un factor importante a considerar es la solubilidad. En este sentido, es importante tener en cuenta que la mayor parte de la penetración se produce a través de la vía intracelular y los corneocitos constituyen básicamente un una capa hidrofóbica; sin embargo como también hay espacios hidrófilos entre las bicapas lipídicas de las membranas lo ideal es que el coeficiente de reparto grasa/agua sea próximo a 1.
  • Relacionados con el vehículo: Modificando el vehículo no se puede conseguir que penetre una sustancia insoluble o de peso molecular demasiado elevado. Sin embargo, con una selección adecuada de la forma farmacéutica y los excipientes, puede influirse en gran medida en el grado de absorción de los fármacos que tienen capacidad de penetrar el estrato córneo, que son la mayoría de los que se utilizan en dermatología.
  • Extensibilidad: si el vehículo no es muy viscoso, desliza con facilidad y se mezcla bien con el manto hidrolípidico de la piel, formará con facilidad una delgada capa homogénea sobre toda la superficie de aplicación, favoreciendo la absorción
  • Oclusividad: es el principal factor sobre el que puede influirse al formular. Si el vehículo forma una capa que impide la pérdida de agua y calor desde la piel hacia el exterior, el estrato córneo se hidrata y se ve muy favorecida la penetración a través de él, lo que reviste especial importancia porque la penetración es, generalmente, el proceso del que más depende la absorción de las substancias.
  • Además, una excesiva viscosidad de una fórmula también puede dificultar la liberación del principio activo, de la misma manera que sucederá si existe una gran afinidad entre éste y el excipiente utilizado.
  • Por otra parte, y en cuanto a lo que se refiere al vehículo, debe tenerse en cuenta el posible efecto de sustancias que favorecen la penetración, como los tensioactivos (disminuyen la acción barrera de la queratina, favorecen el paso por las capas lipídicas y acuosas que se alternan en la piel y rebajan la tensión superficial) y los aceleradores (se emplean en raras ocasiones debido al incremento de riesgo de reacciones adversas), así como el posible uso de coadyuvantes que mejoren la hidratación de la piel.

Factores dependientes del paciente

Como ya hemos indicado aunque la mayoría de ellos no son modificables es importante considerarlos a la hora de formular.

  • Características fisiológicas
  • Edad. Con el paso de los años el estrato córneo se engrosa y disminuye su grado de hidratación lo que supone en general una disminución de la permeabilidad. Así, la piel de los recién nacidos es muy permeable a la mayoría de las sustancias y esta capacidad va disminuyendo a lo largo del tiempo. Sin embargo, en el caso de los ancianos hay que tener en cuenta que también se ve alterada la cohesión entre los corneocitos y se deterioran otras funcionalidades cutáneas, por lo que, aunque presentan una piel sobre engrosada, ello no conlleva necesariamente una menor capacidad de absorción para todas las sustancias.
  • Tipo de piel. En general, las pieles secas presentarán una menor absorción. Sin embargo, en cuanto a la tipología de la piel, el principal aspecto a tener en cuenta a la hora de formular es que el excipiente no agrave la sequedad o el exceso de grasa.
  • Estado de la piel. Además de la presencia de lesiones que provocan la pérdida del estrato córneo (eczemas, erosiones, quemaduras..), deben tenerse en cuenta las que ocasionan un aumento de su permeabilidad (p.e. dermatitis exfoliativas), aunque vayan unidas a un sobre engrosamiento del mismo (p.e. psoriasis). También influirá el grado de hidratación de la piel, que en un mismo individuo puede variar en un corto espacio de tiempo en función de su actividad y los cosméticos que utilice.
  • Localización de la afección: Dado que el grosor del estrato córneo y la presencia de glándulas sudoríparas y folículos pilosos varía en gran medida de unos territorios a otros del organismo, existen zonas de la piel de muy alta (área genital, párpados) o alta permeabilidad (ingles, axilas o cara) y otras con muy baja capacidad absorción (plantas de los pies, palmas de las manos, codos y rodillas).
  • Otros: Resulta evidente que factores como la cantidad de producto que se aplica o la forma de extenderlo, pueden tener una gran influencia en la absorción de los medicamentos. Sin embargo, los pacientes no siempre conceden a estos aspectos la trascendencia que tienen, por lo que reviste especial importancia que a la hora de dispensar una fórmula el farmacéutico se asegure de que quien la va a utilizar comprende bien cual es su posología y forma de empleo.

Selección de la forma farmacéutica

Aunque a la hora de elegir la forma farmacéutica el principal aspecto a considerar es el grado de oclusividad, también deben considerarse las características del paciente antes mencionadas. En general, para las patologías crónicas que cursan con sequedad y sobre-engrosamiento del estrato corneo, como psoriasis o ictiosis, se debe recurrir a formas oclusivas, mientras que en las afecciones agudas que cursan con acumulación de líquidos (inflamaciones, ampollas…) se recomienda emplear vehículos no oclusivos que faciliten la perdida de agua. Estos últimos son también de elección en trastornos caracterizados por el exceso de grasa cutánea, como el acné. Por su parte, en las lesiones hiperqueratósicas muy localizadas, como las verrugas o papilomas, se recurre a excipientes que alteran la permeabilidad como el colodión o el dimetil sulfóxido.

Preparaciones semisólidas

En general, son más adecuadas que las líquidas para afecciones bien localizadas (ya que permiten restringir mejor la zona de aplicación), aunque las de menor consistencia resultan también útiles para emplearlas en amplias zonas corporales.

  • Pomadas anhidras. Como formas farmacéuticas que únicamente contienen grasa son muy oclusivas, especialmente las hidrófobas (que son simplemente mezclas de excipientes grasos). Sin embargo y aunque desde ese punto de vista resultarían las más adecuadas en las afecciones que cursan con sequedad de piel, no suelen emplearse demasiado, por que no resultan agradables para los pacientes dados su característicos tacto y residuo graso (que también supone que puede mancharse la ropa que se pone sobre la zona tratada) y la dificultad para eliminarlas (es más fácil hacerlo en el caso de las que emulsionan agua –que son mezclas de excipientes grasos y tensioactivos-).
  • Geles lipófilos. Al tratarse de preparaciones grasas que no contienen agua, comparten las principales características de las pomadas y se emplean muy poco en formulación magistral.
  • Cremas. Al ser emulsiones que contienen agua, se absorben con más facilidad dejando menos residuo y son, en general, la forma farmacéutica más versátil, ya que regulando su contenido en agua y la composición de su fase grasa pueden obtenerse desde preparados muy oclusivos hasta otros que incluso favorecen la pérdida de agua y no dejan residuo graso.
  • Lipófilas o de fase externa grasa. También llamadas emulsiones W/O (en crema). Aunque no son tan oclusivas como las pomadas, resultan muy adecuadas para las afecciones que precisan retener agua porque sus propiedades reológicas y organolépticas son más adecuadas que éstas.
  • Hidrófilas o de fase externa acuosa. También llamadas emulsiones O/W (en crema). Son menos oclusivas, aunque dependiendo de los componentes de la fase grasa pueden aportar bastante oclusividad y la propia combinación de dos fases unidas por un tensioactivo, hace que posean cierta capacidad de hidratar el estrato córneo.
  • Geles hidrófilos. Dado que los que se utilizan generalmente contienen grandes volúmenes de agua gelificadas con pequeñas cantidades de polímeros (carbómeros, derivados celulósicos…) se evaporan rápidamente cuando se aplican sobre la piel, ejerciendo un efecto refrescante que los hace especialmente adecuados en afecciones inflamatorias y o que cursan con exceso de grasa.
  • Pastas. Son preparaciones que contienen elevados porcentajes de sólidos pulverulentos. Sus características reológicas y organolépticas no son muy adecuadas, por lo que su uso ha disminuido bastante. En general, las de base grasa pueden utilizarse en afecciones que precisan oclusividad (aunque esta característica disminuye al aumentar la cantidad de polvo incorporado en la preparación) y las de base acuosa en las de tipo inflamatorio (al evaporarse el agua refrescan la zona y el polvo incrementa la superficie por la que pueden perderse el agua y el calor de la piel).
  • Parches cutáneos. Aunque todavía se emplean muy poco en formulación magistral, es previsible que se uso aumente en los próximos años. Generalmente, se utilizan cuando se busca una gran capacidad de absorción y que el principio activo se vaya liberando a lo largo de tiempos prolongados.

Preparaciones líquidas

Resultan especialmente útiles para su aplicación en zonas pilosas o cuando se precisa tratar grandes superficies cutáneas. En general, suelen presentarse en frascos para su aplicación manual, pero cada vez está mas extendido el uso de pulverizadores, que facilitan su aplicación en forma de spray.

  • Soluciones y suspensiones. Aunque pueden ser oleosas, lo que les confiere un carácter oclusivo, las que más se emplean son las acuosas, especialmente indicadas en afecciones de carácter inflamatorio o que cursan con piel grasas.
  • Emulsiones. Al igual que las cremas son bastante versátiles, ya que en realidad suelen contener los mismos componentes y la principal diferencia es su mucha menor viscosidad (por lo que se han dado en llamar cremas fluidas o leches).
  • Champús. Pueden ser emulsiones, soluciones o suspensiones, pero su principal característica es que tienen una gran cantidad de tensioactivos y están destinados aplicarse durante un corto espacio de tiempo sobre el cuero cabelludo. Precisamente la escasa persistencia del principio activo es el principal aspecto a tener en cuenta a la hora de seleccionar esta forma farmacéutica.
  • Espumas. Son preparaciones que contienen un gran volumen de gas dispersado en un líquido y que se forman generalmente en el momento de su aplicación. Resultan especialmente adecuadas para aplicar medicamentos sobre el cuero cabelludo.
  • Preparaciones sólidas. Los polvos de aplicación cutánea se emplean poco en formulación magistral y suelen utilizarse para afecciones localizadas en los pies, por su capacidad de absorber el sudor.

FÓRMULAS DE ADMINISTRACIÓN ORAL

Tras los preparados de uso dermatológico, las formas de administración oral son las más habituales en la formulación magistral. Aunque en este caso la selección de la forma farmacéutica suele hacerse en el momento de la prescripción, es conveniente recordar algunos aspectos fundamentales de las formas orales.

Formas orales sólidas

Cápsulas

En formulación magistral suelen emplearse las cápsulas de gelatina dura. Aunque generalmente se utilizan para encapsular sólidos, también pueden usarse para administrar líquidos oleosos, que pueden introducirse directamente (en cuyo caso se debe sellar la cápsula una vez rellenada) o adsorberse en un excipiente pulverulento.

Comprimidos

No es habitual emplearlos en formulación magistral dado que precisan disponer de maquinaria compleja y son más adecuados para la fabricación por lotes que para la individualización de los tratamientos. Lo más sencillo es utilizar el método de compresión directa, pero esto no siempre es factible y, en cualquier caso, requieren un cuidadoso diseño de la formulación y la realización de estudios de disgregación.

Granulados

Aunque no son muy habituales en formulación magistral, pueden prepararse algunos granulados, que generalmente se prescriben como preparados multidosis.

Formas orales líquidas

Las formas orales líquidas son muy utilizadas en formulación magistral de uso pediátrico y para pacientes que tienen problemas para ingerir formas sólidas. En general, se recomienda el uso de formas líquidas para los niños por debajo de los 5 años y aunque habitualmente se parte de principios activos puros, en algunos casos, sobre todo a nivel hospitalario, se recurre a preparar estas fórmulas a partir de medicamentos de fabricación industrial en cápsulas o comprimidos.

A la hora de elegir los excipientes deben tenerse en cuenta aspectos como pH, sabor, color, viscosidad, compatibilidad, conservación y la eventual necesidad de incorporar agentes suspensores o emulsificantes.

Gotas orales

Generalmente se preparan soluciones acuosas, que suelen presentar pocas complicaciones galénicas y son también fáciles de administrar. También pueden emplearse viscosizantes, como la metilcelulosa, y emplear saborizantes, como la vainillina y edulcorantes artificiales (aspartamo, sacarina…) o de origen natural (steviosidos).

Jarabes

Por su sabor dulce son especialmente adecuados en preparaciones pediátricas. Aunque puede seguir utilizándose el tradicional jarabe simple o recurrir a soluciones con edulcorantes viscosizadas con derivados celulósicos, es cada vez mas habitual emplear excipientes comercializados específicamente para preparar suspensiones orales. A los tradicionales Ora-Plus® y Ora-Sweet® se han añadido en los últimos años otros como SyrSpend SF pH 4® y SyrSpend SF Alka®, que, además de ser fáciles de manejar, garantizan un resultado más homogéneo. Por otra parte, presentan la ventaja de disponer de estudios de estabilidad con numerosos principios activos.

PREPARADOS PARA OTRAS VÍAS DE ADMINISTRACIÓN

Aunque son menos habituales, también suelen prepararse fórmulas para otras vías de administración, tanto tópica como sistémica

Fórmulas para la mucosa oral

Es muy habitual preparar fórmulas magistrales para el tratamiento de aftas, pero también pueden prescribirse para otras afecciones como mucositis, liquen oral plano, etc.

Pastas gingivales

Habitualmente se prepararan con el denominado “excipiente adhesivo oral” (Orafix u Orabase®), una pasta grasa que se utiliza como excipiente y puede permanecer adherido a la mucosa durante unas dos horas. Sobre todo se recurre a él en aftas menores poco numerosas y de fácil acceso.

Geles bucales

El excipiente habitual es el “gel adhesivo oral”, cuyas características organolépticas son mucho más agradables que las del “excipiente adhesivo oral”, pero como se disuelve con relativa facilidad en la saliva tiene mucha menor persistencia

Soluciones

Pueden utilizarse para su aplicación sobre las encías en casos de gingivitis, pero lo más habitual es prepararlas para realizar enjuagues. Generalmente, se les incorpora una pequeña cantidad de un derivado celulósico para aumentar su adhesividad, pero en cualquier caso su persistencia sobre la mucosa es menor que la de los excipientes mencionados en los dos puntos anteriores.

Pastillas para chupar

Actualmente se utilizar pastillas insertadas en un mango a modo de piruletas o lollypops. Permiten la fácil incorporación de los principios activos y los van liberando paulatinamente a medida que el paciente los chupa. Son especialmente adecuados para niños, pero también resultan de utilidad para ancianos y, en general, son bien acogidas por cualquier paciente.

Formas de uso rectal

Aunque ya no se preparan prácticamente fórmulas destinadas a la absorción sistémica, pueden prescribirse supositorios o enemas para su acción local, especialmente en casos de colitis ulcerosa.

Preparados de uso vaginal

No son muy habituales, pero pueden prescribirse cápsulas, óvulos, preparaciones semisólidas y líquidas.

Preparados nasales y óticos

Lo más habitual es la preparación de soluciones para su aplicación en forma de gotas o en spray.

Preparados oftálmicos

La preparación de colirios y especialmente la de pomadas oftálmicas requiere de maquinaria especializada que permita elaborar los productos en condiciones de esterilidad.

Formas parenterales

La elaboración de preparados estériles para su administración parenteral es muy habitual en el medio hospitalario, pero poco frecuente en el ambulatorio. Generalmente se preparan inyectables en solución y en menor medida en emulsión o suspensión, así como soluciones y emulsiones para perfusión.

Otros preparados

Además de los citados, también pueden elaborarse barras labiales (cuya fabricación es muy similar a la de los supositorios), fórmulas homeopáticas (que son generalmente soluciones para administrar en gotas o impregnar glóbulos o gránulos), e incluso preparados para inhalación.

CONCLUSIONES

La selección de la forma farmacéutica y los excipientes es un aspecto fundamental de la elaboración de las fórmulas magistrales, para el que es necesario tener en cuenta aspectos relacionados con el paciente a quien va destinada, la afección que se pretende tratar y las características de los principios activos. Los farmacéuticos que elaboran fórmulas deben conocer las distintas alternativas disponibles y ser capaces de elegir la más adecuada en cada caso.

BIBLIOGRAFÍA

 

AGRADECIMIENTOS

A Marian de Diego, directora técnica de Vencaser, por su asesoramiento y colaboración en la revisión de este artículo.

C. Aparato CardiovascularRetinopatía diabética: IECA y ARA II, tal para cual

Retinopatía diabética

IECA y ARA II, tal para cual

Un reciente estudio ha demostrado que los inhibidores de la ECA son similares a los ARA II en la reducción del riesgo de muerte por cualquier causa y de los eventos cardiovasculares adversos, así como en los efectos adversos entre los pacientes con retinopatía diabética.

Los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) y bloqueadores de los receptores de la angiotensina II (ARA II) han demostrado ser tratamientos efectivos para la retinopatía diabética, pero los ensayos aleatorizados y los metanálisis comparando sus efectos sobre las complicaciones macrovasculares han producido resultados contradictorios. Por este motivo, se ha procedido a realizar un amplio estudio comparando la eficacia de estos fármacos en pacientes con retinopatía diabética preexistente en una gran cohorte de base poblacional (Base de Datos Nacional de Investigación de Seguros de Salud de Taiwán). Se incluyeron pacientes adultos a los que se había prescrito un IECA o un ARA II dentro de los 90 días después del diagnóstico de la retinopatía diabética, entre los años 2000 y 2010.

Se identificaron 11.246 pacientes tratados con inhibidores de la ECA y 15.173 con ARA II, de los cuales 9769 pacientes en cada grupo fueron emparejados. En el análisis de intención de tratar, los ARA-II fueron similares a los IECA en el riesgo de muerte por cualquier causa (tasa de riesgo, HR=0,94; IC95% 0,87 a 1,01) y los eventos adversos cardiovasculares (HR=0,95; IC95% 0,87 a 1,04), incluyendo infarto de miocardio (HR=1,03; IC95% 0,88 a 1,20), accidente cerebrovascular isquémico (HR=0,94; IC95% 0,85 a 1,04) y muerte cardiovascular (HR=1,01; IC95% 0,88 a 1,16). Tampoco se diferencian de los inhibidores de la ECA en el riesgo de ingreso hospitalario con una lesión aguda del riñón (HR=1,01; IC95% 0,91 a 1,13) y el ingreso hospitalario con hiperpotasemia (HR=1,01; IC95% 0,86 a 1,18).

Internacional: La OMS desmiente algunos de los mitos contra la vacunación

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho público en el mes de marzo algunos de los argumentos o mitos que los colectivos antivacunas hacen circulan contra la necesidad de la utilización de las vacunas y responde a los mismos. Así, enumera y responde a los siguientes:

Mito 1: Las mejores condiciones de higiene y saneamiento harán desaparecer las enfermedades; las vacunas no son necesarias.

Esto es falso. Las enfermedades contra las que podemos vacunar volverían a aparecer si se interrumpieran los programas de vacunación. Si bien la mejor higiene, el lavado de las manos y el agua potable contribuyen a proteger a las personas contra enfermedades infecciosas, muchas infecciones se pueden propagar independientemente de la higiene que mantengamos. Si las personas no estuvieran vacunadas, algunas enfermedades que se han vuelto poco comunes, tales como la poliomielitis y el sarampión, reaparecerían rápidamente

Mito 2: Las vacunas conllevan algunos efectos secundarios nocivos y de largo plazo que aún no se conocen. Más aún, la vacunación puede ser mortal.

Las vacunas son muy seguras. La mayoría de las reacciones vacunales son generalmente leves y temporales, por ejemplo febrícula. Los trastornos de salud graves, que son extremadamente raros, son objeto de seguimiento e investigación detenidos. Es más probable padecer un trastorno grave por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna. Los beneficios de la vacunación compensan con creces el riesgo, dado que sin las vacunas se producirían muchos trastornos y defunciones.

Mito 3: La vacuna combinada contra la difteria, el tétanos y la tos ferina, así como la vacuna antipoliomielítica, pueden provocar el síndrome de muerte súbita del lactante.

No existe una relación causal entre la administración de las vacunas y la muerte súbita del lactante, a pesar de que esas vacunas se administran en un período en el que el recién nacido puede sufrirla. En otras palabras, las defunciones por muerte súbita son casualmente coincidentes con la vacunación y hubieran ocurrido aunque no se hubiesen administrado las vacunas.

Mito 4: Las enfermedades prevenibles mediante vacunación están casi erradicadas en mi país, por lo tanto no hay motivos para que me vacune.

Si bien las enfermedades prevenibles mediante vacunación son actualmente poco comunes en muchos países, los agentes infecciosos que las provocan siguen circulando en algunas partes del mundo. En un mundo sumamente interconectado, esos agentes pueden atravesar las fronteras geográficas e infectar a cualquier persona no protegida. Por ejemplo, a partir de 2005, en Europa occidental se produjeron brotes de sarampión en poblaciones no vacunadas de Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Italia, el Reino Unido y Suiza. Por consiguiente, hay dos motivos fundamentales para vacunarse, a saber, protegernos a nosotros mismos y proteger a quienes nos rodean. Los programas eficaces de vacunación, al igual que las sociedades eficaces, dependen de la cooperación de cada persona para asegurar el bien común. No deberíamos depender de las personas que nos rodean para detener la propagación de enfermedades; nosotros mismos también tenemos que hacer nuestra parte.

Mito 5: Las enfermedades de la infancia prevenibles mediante vacunación son algo inevitable en la vida.

Las enfermedades prevenibles mediante vacunación no tienen por qué ser “algo inevitable en la vida”. Enfermedades tales como el sarampión, la parotiditis y la rubéola son graves y pueden acarrear importantes complicaciones tanto en niños como en adultos, por ejemplo, neumonía, encefalitis, ceguera, diarrea, infecciones del oído, síndrome de rubéola congénita (si una mujer contrae rubéola al principio del embarazo) y defunción. Todas estas enfermedades y sufrimientos se pueden prevenir mediante las vacunas. Los niños no vacunados contra estas enfermedades quedan innecesariamente vulnerables.

Mito 6: La administración simultánea de más de una vacuna puede aumentar en los niños el riesgo de efectos secundarios nocivos, que a su vez pueden sobrecargar su sistema inmunitario.

Las pruebas científicas revelan que la administración simultánea de varias vacunas no conlleva ningún efecto secundario sobre el sistema inmunitario del niño. Los niños están expuestos cotidianamente a cientos de sustancias extrañas que desencadenan una respuesta inmunitaria. El simple hecho de ingerir alimentos introduce nuevos antígenos en el organismo, y numerosas bacterias viven en la boca y la nariz. Un niño está expuesto a muchísimos más antígenos como consecuencia de un resfriado común o una faringitis, que por las vacunas. Las principales ventajas de la administración simultánea de varias vacunas es que requiere menos consultas ambulatorias, lo que permite ahorrar tiempo y dinero y aumenta las probabilidades de que los niños completen el calendario de vacunación recomendado. Además, la posibilidad de recibir una vacunación combinada, por ejemplo, contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola, supone menos inyecciones.

Mito 7: La gripe es solo una molestia y la vacuna no es muy eficaz.

La gripe es mucho más que una molestia. Es una enfermedad grave que cada año provoca entre 300.000 y 500.000 defunciones en todo el mundo. Las embarazadas, los niños pequeños, los ancianos con problemas de salud y cualquiera que padezca un trastorno crónico, por ejemplo, asma o cardiopatía, corren un alto riesgo de infección grave y muerte. La vacunación de las embarazadas conlleva el beneficio adicional de proteger a sus recién nacidos (actualmente no existe una vacuna para los menores de seis meses). La mayoría de las vacunas contra la gripe inmuniza contra las tres cepas de mayor prevalencia circulantes en una estación dada. Es la mejor manera de reducir sus probabilidades de contraer una gripe grave y contagiar a otros. Evitar la gripe significa evitar gastos de atención médica adicionales y pérdida de ingresos por los días de trabajo o escuela perdidos.

Mito 8: Es mejor la inmunización por la enfermedad que por las vacunas.

Las vacunas interactúan con el sistema inmunitario para producir una respuesta similar a la que produciría la infección natural, pero no causan la enfermedad ni exponen a la persona inmunizada a riesgos de posibles complicaciones. En cambio, el precio de la inmunización por infección natural podría ser el retraso mental provocado por Haemophilus influenzae tipo b (Hib), defectos congénitos debidos a la rubéola, cáncer del hígado derivado del virus de la hepatitis B, o muerte por sarampión.

Mito 9: Las vacunas contienen mercurio, que es peligroso.

El tiomersal es un compuesto orgánico con mercurio que se añade a algunas vacunas como conservante. Es el conservante más ampliamente utilizado para las vacunas que se suministran en ampollas de dosis múltiples. No hay pruebas científicas que sugieran que la cantidad de tiomersal utilizada en las vacunas entrañe un riesgo para la salud.

Mito 10: Las vacunas causan autismo.

Según se pudo determinar, el estudio de 1998 que suscitó inquietud acerca de un posible vínculo entre la vacuna contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola, por un lado, y el autismo, por otro, contenía graves irregularidades, por lo que la publicación que lo divulgó lo retiró. Lamentablemente, su divulgación despertó temores que provocaron una disminución en las tasas de inmunización y los subsiguientes brotes de esas enfermedades. No existen pruebas científicas de una relación entre esa vacuna y el autismo o trastornos autistas.

Nuevos principios activos

Fármacos

Laboratorio

Comentarios

Baricitinib INCB28050, LY3009104

Lilly

Baricitinib es un inhibidor de JAK1 y JAK2 que se encuentra en estudio de fase III como potencial tratamiento para la psoriasis y la neuropatía diabética.

Blinatumomab BLINCYTO

Amgen

 

Blinatumomab es un anticuerpo bioespecífico anti-CD19 x anti-CD3 (BiTE®). Se encuentra en estudios de fase III para el tratamiento de pacientes con leucemia linfoblástica aguda refreactaria y en estudios de fase II para el tratamiento de pacientes con Filadelfia de células B precursoras leucemia linfoblástica aguda negativa para el cromosoma LLA de células B.

Dalantercept

Acceleron Pharma

Dalantercept es una proteína que inhibe que inhibe la angiogénesis y la activación de los receptores tumorales ALK-1

Demcizumab

(OMP-21M18)

OncoMed Pharmaceuticals

Demcizumab es un anticuerpo monoclonal anti-DLL4 indicado para el tratamiento del cáncer de pulmón de células no pequeñas

Etrolizumab

Genentech

Etrolizumab es un anticuerpo monoclonal Anti-αEβ7/α4β7, indicado para el tratamiento de la inflamación intestinal

Finerenona

Bayer

Finerenona es un antagonista del receptor mineral corticoide (MR) indicado para el tratamiento de la enfermedad crónica renal y neuropatía diabética.

Inebilizumab

GeneTex

Inebilizumab es un anti-CD19 Mab, indicado para el tratamiento de la neuromielitis óptica y tratamiento de los tumores de células B

Oprozomib

Amgen

Oprozomib es un inhibidor de proteosoma que se está investigando para el tratamiento de enfermedades malignas hematológicas.

Tarextumab

OncoMed

Tarextumab es un anti-notch 2/3 MAb, destinado al tratamiento del cáncer de pulmón y de páncreas.

TEV-48125

Teva

El TEV-48125 es un anticuerpo monoclonal humanizado anti-CGRP indicado para el tratamiento de las migrañas

Frutos con interés en Farmacia: Moras

María Emilia Carretero Accame

Resumen

Entre los frutos que se consumen y cultivan desde la antigüedad pero cuyo interés está en alza en los últimos tiempos, se encuentran las moras. Conocemos como moras a los frutos comestibles de plantas que pertenecen a dos géneros botánicos diferentes, de familias distintas, pero cuyos frutos, en ambos casos polidrupas, se consumen en alimentación. Se trata del género Morus familia Moraceae (morera o moral) y de la especie Rubus ulmifolius familia Rosaceae (zarzamora). El frambueso, Rubus idaeus L., será objeto de estudio en el próximo número. Todos estos frutos junto a otros como las grosellas, se engloban en los popularmente llamados “frutos rojos”.

Moreras

La taxonomía del género Morus (Moraceae) ha sido muy discutida debido a su amplia distribución, sus numerosas hibridaciones, muchos siglos de domesticación, naturalización de algunas especies, etc. Los últimos estudios filogenéticos sugieren su clasificación en 8 especies: M. alba, M. nigra, M. notabilis, M. serrata, M. celtidifolia, M. insignis, M. rubra y M. mesozygia. Se cultiva extensamente por sus frutos comestibles con los que se preparan zumo, mermeladas, licores, etc., así como por sus hojas, algunas de ellas empleadas como alimento para los gusanos de seda. Los frutos y otros órganos del vegetal se emplean además por sus propiedades farmacológicas. Cumplen también un importante papel ecológico ya que previenen la erosión del suelo y la desertificación. Las especies más cultivadas y conocidas son Morus alba L. y M. nigra L., que proporcionan moras blancas y negras. También es conocida la especie M. rubra, moras rojas.

Prueba del interés que suscitan estos árboles en los últimos años, es el número creciente de publicaciones científicas sobre los mismos. Alrededor del 95% de dichas publicaciones han visto la luz después del año 2000. Con diferencia, la especie más estudiada es M. alba.

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La morera blanca es originaria del Centro y Oeste de Asia; es un árbol de crecimiento rápido de hasta 15 m de altura. La corteza es pardo-grisácea oscura, con lenticelas. Las hojas son caducas, alternas, glabras o glabrescentes, pecioladas, con el limbo generalmente ovalado aunque es variable, serrado. Los frutos son compuestos, polidrupas, infrutescencias en sorosis (moras), de color blanco, blanco-rosado o violeta, de 2,5 x 1 cm, el color va cambiando con la maduración. Los de color blanco proceden de Asia Central. Se cultiva abundantemente en Asia, Europa, África y América. En España también su cultivo es frecuente. Sus hojas se recolectan como alimento de los gusanos de seda.

Estas moras contienen antocianinas (principalmente derivados de cianidina y pelargonidina como cianidin 3-O-rutinósido y cianidina 3-O-glucósido), flavonoides, ácidos fenólicos, cumarinas, estilbenoides, azúcares, triterpenos, esteroles, ácidos grasos, alcaloides pirrólicos y vitaminas. Los frutos de cuatro clones de la especie M. alba recolectados en Orihuela (España), han sido analizados para determinar cuali- y cuantitativamente su contenido en ácidos grasos, siendo los más abundantes los ácidos linoleico, palmítico y oleico.

Los frutos y otras partes de Morus alba L. se han empleado en medicina tradicional desde hace muchos años, profusamente en la MTC para disminuir la fiebre, proteger el hígado, fortalecer las articulaciones, disminuir la presión sanguínea, etc. Se les atribuye además actividad cardiovascular, neuroprotectora, diurética e inmunomoduladora.

En un estudio etnofarmacológico para conocer los frutos comestibles utilizados popularmente para tratar trastornos digestivos en un área del Norte de Paquistán, se ha reportado el uso de 53 frutos pertenecientes a 23 familias botánicas y 36 géneros. Entre ellos se encuentran ocupando el 4º y 5º lugar en cuanto a citaciones y número de usos, M. alba y M. nigra, respectivamente. En esta zona, las moras blancas, frescas, sin procesar, se emplean para favorecer la digestión y para el estreñimiento; en el caso de las moras negras frescas, también como laxante y purgante.

Los ensayos realizados, in vitro e in vivo han comprobado su actividad antioxidante, captadora de radicales libres, hipoglucemiante, hipolipemiante, antitumoral. La actividad antioxidante varía mucho entre las distintas variedades de moral blanco y se atribuye principalmente a las antocianinas y polifenoles en general. Las hojas tienen mayor capacidad antioxidante que los frutos.

La actividad hipoglucemiante de los frutos se ha estudiado en ratas Zucker a las que se administró un extracto a las dosis de 125 y 250 mg/kg, dos veces al día durante cinco semanas. Se comprobó una disminución de los niveles de glucosa significativamente superior en el grupo de animales tratado que en el control. Los niveles de insulina no disminuyeron con la dosis de 250 mg/kg y no hubo cambios histológicos en las células beta pancreáticas. El extracto fue muy bien tolerado.

En otro estudio sobre ratones con diabetes inducida por estreptozotocina, se ha comprobado la actividad antioxidante e inhibidora de alfa-glucosidasa de un extracto de acetato de etilo de los frutos. El extracto disminuye significativamente la glucosa postprandial y la proteína sérica glucosilada. El fraccionamiento biodirigido del extracto permitió comprobar su riqueza en derivados fenólicos.

Los frutos, hojas y raíces de morera blanca han mostrado también actividad hipolipemiante en diversos ensayos experimentales. En conejos blancos de Nueva Zelanda alimentados con una dieta normal o rica en colesterol, un extracto acuoso de los frutos disminuyó los niveles de TGs, colesterol y LDL-C. Igualmente redujo significativamente la aterosclerosis en la aorta. También en ratas los frutos liofilizados disminuyeron los TGs y el colesterol y, mostraron actividad antioxidante inhibiendo la peroxidación lipídica.

Por otra parte, el extracto acuoso de las moras blancas mostró actividad protectora en rata frente a la toxicidad hepática inducida por tetracloruro de carbono. Este efecto parece ser debido a la inhibición de la peroxidación lipídica y a la de la expresión de mediadores pro-inflamatorios (COX-2, NFkB, iNOS). Un extracto etanólico de los frutos administrado conjuntamente con gentamicina previene las alteraciones renales (en mayor medida que gentamicina sola). El extracto previene el daño renal debido a su capacidad captadora de radicales libres y a sus propiedades diuréticas.

Se ha estudiado también la actividad antitumoral de los frutos de M. alba mediante diversos ensayos in vitro. Así por ejemplo, un extracto metanólico y diversas subfracciones del mismo en distintos disolventes, son capaces de bloquear o inhibir la producción de NO y reducen significativamente la formación de TNF-alfa en macrófagos activados con LPS. Antocianinas aisladas de los frutos han mostrado actividad inhibitoria de la invasión y migración de células de la línea celular humana de carcinoma de pulmón A549, con elevada capacidad metastática, de manera dosis dependiente.

Entre los componentes aislados de la mora blanca, un flavonoide, morina, ha mostrado actividad antiinflamatoria y antiangiogénica, así mismo podría ser eficaz como antirreumático debido a la inhibición de la angiogénesis sinovial. Otro compuesto, moracina (estilbenoide), presenta actividad antibacteriana y es inhibidora de la 4-fosfodiesterasa.

Un arilbenzofurano prenilado y dos chalconas igualmente aisladas de los frutos, han mostrado efecto neuroprotector sobre células HT22 de hipocampo sometidas a estrés oxidativo. Alguno de los alcaloides pirrólicos tiene actividad inhibidora de lipasa pancreática.

Los ensayos clínicos son escasos y se han llevado a cabo principalmente con extractos procedentes de las hojas del moral blanco, no con los frutos. En ellos se determina la posible actividad hipoglucemiante y la hipolipemiante.

Las hojas del moral blanco poseen actividad hipoglucemiante e hipolipemiante; disminuyen los niveles plasmáticos de glucosa postprandial y mejoran la resistencia a la insulina. También poseen actividad antibacteriana, antifúngica y citotóxica, lo mismo que las cortezas de la raíz.

En general, se puede concluir que los frutos del moral blanco (y otros órganos de la planta) son muy ricos en metabolitos fenólicos y no fenólicos con efectos beneficiosos para la salud. Por otra parte, los antocianos contenidos en los frutos pueden ser utilizados como colorante natural en la industria alimenticia.

En cuanto a la morera negra, Morus nigra L., es originaria de Irán (se conoce también como morera de Persia) y se cultiva en el sudoeste asiático, sureste europeo, países mediterráneos y Sudamérica. Es un árbol que puede alcanzar hasta 25 m de altura, muy ramificado, con el tronco recto y robusto, hojas alternas, pecioladas con el borde del limbo serrado, con dos nervios secundarios muy marcados. Los frutos (sorosis) son de color púrpura o negro-violáceo y son más grandes y más dulces que los de M. alba.

Las moras negras son ricas en polifenoles, flavonoides y antocianinas. El contenido en flavonoides totales y antocianinas es mas elevado que en la blanca o en la roja. Contienen también alcaloides, taninos, terpenoides, ácidos fenólicos, ácidos grasos. En el trabajo analítico citado anteriormente, se incluyeron también cuatro clones de M. nigra de España, siendo igualmente los ácidos linoleico, palmítico y oleico los mas abundantes.

El moral negro se ha utilizado desde hace siglos en la MTC. En una región autónoma de China llamada Xinjiang Uygur conocen la especie con el nombre de “Xiautu” que quiere decir morera medicinal y allí mantienen la tradición de preparar una crema que pueden utilizar durante todo el año. La medicina popular Uygur emplea estas moras para tratar la amigdalitis y el dolor de garganta. Popularmente se ha utilizado como diurético, laxante, antitusivo, expectorante, sedante, hipotensor, antihelmíntico y emético.

Las propiedades antioxidantes de los frutos y del total de flavonoides aislado se han comprobado mediante ensayos in vitro e in vivo. Los frutos tienen además propiedades anticancerígenas e hipoglucemiantes, sin efectos adversos tóxicos. Los flavonoides extraídos de las moras negras han mostrado actividad antiinflamatoria y antinociceptiva en diversos modelos experimentales en ratón, estas actividades están relacionadas con su actividad antioxidante e inhibidora de citocinas proinflamatorias. Para la extracción de flavonoides totales se utilizó etanol al 38%. Este efecto es también debido a las antocianinas.

Se ha publicado recientemente un ensayo clínico aleatorizado con 72 pacientes hiperlipidémicos, en el que se han evaluado los efectos de 300 ml/día de zumo de mora negra con su pulpa, administrados durante ocho semanas. El consumo del preparado de moras redujo la presión sistólica y mejoró las concentraciones de HDL-c, apo A-I, apo By hs-CRP, resultando por tanto beneficioso para estos pacientes. Las hojas de M. nigra poseen además actividad hipoglucemiante y protectora hepática.

Zarzamora

Se trata de los frutos de varias especies del género Rubus de la familia Rosaceas conocidas vulgarmente como zarzas o zarzamoras. Por lo general la zarzamora, figura en numerosos tratados de fitoterapia como Rubus fruticosus L., no obstante, Flora Ibérica sitúa esta especie como sinónimo heterotípico de R. ulmifolius var. ulmifolius Schott, especie extremadamente polimorfa, con innumerables formas locales inestables debidas a factores medioambientales o a fenómenos de hibridación e introgresión. El simple hecho de su ubicación en zonas de solana o de umbría puede condicionar algunas de sus características taxonómicas. Por ejemplo, el tamaño y la forma del foliolo terminal es mucho menor en lugares muy secos y cálidos.

Los botánicos taxónomos solo consideran especies diferentes cuando los caracteres taxonómicos son estables en poblaciones distribuidas sobre superficies superiores a los 50 km2. Son arbustos subleñosos o plantas rastreras herbáceas, perennes, rizomatosas. Los tallos del primer año o turriones son estériles, suberecto-arqueados, de 6-10 mm de diámetro y sección acanalada o angulosa, de color violeta obscuro, pruinoso (con secreción semiopaca semejante a gotas de rocío) y con pelos estrellados (5-100 por cm o más) sobre todo en la base. Presenta acúleos (aguijones) ensanchados en la base (6-9 mm). Las hojas son alternas, con peciolo con 6 a 10 acúleos, palmaticompuestas, con 3 a 5 foliolos, con el margen doblemente aserrado, glabras en el haz pero con abundantes pelos en el envés. Las inflorescencias son piramidales, terminales en los tallos principales y laterales en las ramas de segundo año, sin hojas en su parte superior y con hojas simples, trifoliadas y pentafoliadas en la parte inferior. Los sépalos son blancos, tomentosos, los pétalos ovales de un color rosado más o menos intenso, en ocasiones blancos. El fruto, conocido simplemente como mora o zarzamora, blackberry en inglés, es una polidrupa de color rojizo, negro-azulada al llegar a la maduración.

Se considera originaria de Armenia, hoy ampliamente distribuida por Europa, Asia, Oceanía y el Continente Americano. Crece en claros y orlas del bosque, entre pinares, encinares, robledales o hayedos, en los bordes de caminos y arroyos, en suelo más o menos húmedo tanto silíceo como calizo. Se cultivan diferentes cultivares (Jumbo, Chester, Bartin, etc.), cuyos frutos son de mayor tamaño y de mejores cualidades en cuanto a sabor y color, resistencia a plagas y enfermedades, etc.

Estos frutos contienen hidratos de carbono (glucosa, fructosa, sacarosa, ácidos galacturónicos, pectinas, celulosa), ácidos orgánicos en forma de sales (succínico, oxálico, málico, cítrico y láctico), proteínas en baja concentración (<3,5%), sustancias lipídicas (<1%), minerales (K, Ca, Mg Cu, Fe, Zn, Cr, Mn y Se), vitaminas (C, A, K, E, ácido fólico) y diferentes pigmentos: carotenos (alfa y beta), licopeno, zeaxantina, luteína y beta-criptoxantina, cuya concentración varía dependiendo del grado de maduración del fruto. También se ha detectado la presencia de fitosterores (delta5-avenasterol, campesterol, estigmasterol y beta-sitosterol), contenidos principalmente en la fracción oleosa de las semillas que es además rica en ácidos grasos insaturados (oleico, linoleico, alfa-linolénico).

Frutos y hojas contienen abuandantes compuestos fenólicos. Se han identificado ácidos fenólicos (gálico, elágico, ferúlico, cafeico, etc.). Flavonoides como quercetina y quercetina-3-glucósido, rutina, hiperósido, kaempferol, miricetina, (+) catequina, (-) epicatequina, galato de epicatequina y, procianidinas (B1 y B2). También se han identificado isoflavonoides (genisteína y daidzeína) y taninos gálicos (8% en las hojas). Como responsables de su coloración negro-azulada figuran antocianinas, principalmente heterósidos de cianidina y también de pelargonidina y malvidina.

En las hojas también se ha detectado la presencia de arbutina e hidroquinona; antronas 1,2 hidroxiladas con un grupo ácido metilado sobre el C10, denominadas rubantronas A, B y C; y triterpenos tipo ursano y oleanano (ácidos rubútico y rubínico, 2-alfa-hidroxiursólico, beta-amirina). Los frutos, muy apreciados en alimentación por su agradable sabor y sus cualidades nutricionales, se utilizan para preparar variados alimentos como zumos, mermeladas, siropes, etc. Sin embargo también se han empleado con fines medicinales. El zumo se ha aplicado en el tratamiento del asma y recomendado en casos de anemia. Tradicionalmente, las hojas se han utilizado en forma de infusión como astringentes, antiinflamatorias e hipoglucemiantes. Las raíces sometidas a cocción también se han empleado en alimentación.

En Italia, las hojas se emplean de forma tradicional para el tratamiento de abscesos, forúnculos y úlceras por sus propiedades antiinflamatorias, anti-odontálgicas y por sus propiedades espasmolíticas. La decocción de las hojas en aplicación tópica para reducir el enrojecimiento de los ojos, en lavados vaginales y en aftas. Por vía oral en diarreas, hemorroides e inflamaciones intestinales.

Se considera que la mayor parte de sus actividades farmacológicas son consecuencia de sus propiedades antioxidantes, atribuidas a sus componentes de naturaleza fenólica. Se han evidenciado propiedades antiinflamatorias, anticancerosas y antimicrobianas.

En el caso de los preparados de Rubus, ya sean de hojas como de frutos, debido a su gran polimorfismo tanto botánico como químico condicionado por el tipo de cultivar las condiciones climatológicas, edáficas, etc. es indispensable la utilización de preparados normalizados no solo para garantizar su eficacia y seguridad terapéutica sino también poder realizar una interpretación correcta de los resultados de los ensayos experimentales. La composición química también puede variar en función del procesado.

Sus propiedades antioxidantes y captadoras de radicales libres han sido confirmadas en numerosos ensayos experimentales. Los extractos de los frutos inhiben la producción intracelular de radicales peroxilo de forma dosis dependiente.

Se ha evidenciado su activividad antiproliferativa frente a distintas líneas celulares de cáncer, probablemente relacionada con sus propiedades antioxidantes atribuidas a sus componentes fenólicos. Los frutos desecados y pulverizados administrados junto a la dieta a ratas, disminuyó significativamente el número de tumores esofágicos (papilomas) inducidos por NMBA al evitar el daño inducido en el ADN. Cianidina-3-O-glucósido aislado de los frutos inhibió las transformaciones neoplásicas, metástasis, migración e invasión celular, activación de marcadores tumotales (NF-alfaB, AP-I, COX-2, TNF alfa y MAPK) y activación de marcadores de la migración celular (JMK, p38 y ERK). Induce además la apoptosis en células neoplásicas de leucemia (HL-60)

Las propiedades antimicrobianasde las hojas han sido confirmadas en diferentes estudios in vitro e in vivo. El zumo de los frutos inhibe el crecimiento de Bacillus cereus, Bacillus subtilis, Streptococcus marcescens y Escherichia coli y el extracto metanólico de las partes aéreas Mycobacterium tuberculosis con un MIC de 1 mg/mL. También se ha mostrado eficaz contra diferentes microorganismos patógenos propios de alimentos como Listeria monocytogenes, Salmonella tiphymurium y algunos Lactobacillus, por lo que podrían ser utilizados para preservar los alimentos. Por ejemplo extractos del fruto disminuyen el crecimiento y movilidad de Campylobacter jejuni pudiendo emplearse en el control de la colonización de patógenos de la carne.

Los frutos tienen actividad antiinflamatoria que diversos autores atribuyen a las antocianinas. Cianidina-3-O-glucósido disminuye la producción de NO. Por otra parte, los taninos gálicos parecen ejercer un efecto inhibidor del enzima hialuronidasa. Un extracto enriquecido en taninos gálicos demostró en ensayos in vitro e in vivo su capacidad para inhibir algunos mediadores de la respuesta inflamatoria. Se ha comprobado que inhibe la vía de inducción TNFalfa- NF-κB y la secreción de IL-8. Disminuye además la incidencia de úlceras, por lo que podría ser especialmente eficaz como protector en inflamaciones gástricas.

Diversos extractos obtenidos a partir de las hojas han mostrado actividad hipoglucemiante en modelos animales de diabetes no insulino dependiente y en animales normoglucémicos. Parece ser eficaz en diabetes dependiente de Cr3+ y Zn2+. Respecto a la actividad antidiabética de los frutos, los resultados son contradictorios. Extractos apolares (n-hexano y cloroformo) inhiben la alfa-amilasa y algunas fracciones de frutos la alfa-glucosidasa, por lo que podrían reducir la glucemia postprandial, no obstante no existen ensayos clínicos de su eficacia en el hombre.

En un estudio realizado en ratones, se comprobó que los extractos metanólicos obtenidos a partir de distintas partes de la planta, poseía un efecto ansiolítico y depresor del SNC pero sin ejercer sedación ni relajación muscular.

Por sus propiedades antioxidantes los frutos se incorporan a diferentes preparados de dermocosmética para la limpieza facial, productos para el cuidado del cabello, tratamiento de piel grasa, acné y otras alteraciones de la piel. Los frutos pulverizados se emplean como complemento alimenticio.

Bibliografía

 

Vortioxetina (▼Brintellix®, Lundbeck) en depresión

Resumen

La vortioxetina es un agente antidepresivo que actúa genéricamente modulando la actividad y el transporte de la serotonina (5-HT), a través de la activación o el bloqueo de varios tipos de receptores serotonérgicos y de la inhibición del transportador de serotonina. El medicamento ha sido autorizado ficialmente para el tratamiento de episodios de depresión mayor en adultos. Se trata de un nuevo antidepresivo más a agregar al nutrido grupo de fármacos útiles para afrontar la depresión mayor, pero sin ninguna ventaja o innovación aparente sobre los actualmente disponibles.

 

ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS

La depresión es un trastorno emocional que se presenta como un estado de abatimiento e infelicidad, que puede ser transitorio o permanente; es una alteración del humor en la que destaca un ánimo deprimido, falta de energía y/o pérdida de interés, o una disminución de la capacidad para disfrutar u obtener placer (anhedonia), que afectan a la vida de la persona durante la mayor parte del día y durante al menos 2 semanas. Los síntomas se relacionan con 3 alteraciones centrales: del estado de ánimo, caracterizado por tristeza y/o irritabilidad, con una pérdida de interés en actividades que previamente agradaban al paciente (anhedonia); de la cognición, que hace que el pensamiento sea lento e ineficiente, apareciendo además un componente de gran autocrítica; y de la actividad, que disminuye, aunque puede ser ocultada por la presencia de ansiedad o agitación.

La depresión afectará a una de cada 5 mujeres y a uno de cada 10 hombres a lo largo de su vida, de manera que se calcula que sólo en España hay entre 1,2 y 1,5 millones de enfermos con depresión. Según un estudio realizado por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión será en el año 2020 el segundo mayor problema de salud del mundo, solo superado por los problemas cardiovasculares. Según el estudio ESEMeD (European Study of the Epidemiology of Mental Disorders) la prevalencia en España es inferior a la de otros países europeos, con una prevalencia-vida del episodio depresivo de 10,6% y una prevalencia- año del 4,0%, aunque una de las características más notables es que presenta una edad de inicio más temprano y altas tasas de comorbilidad y cronicidad (Gabilondo, 2010).

Por otra parte, tanto por su epidemiología como por la gravedad clínica de los cuadros depresivos, su impacto en la calidad de vida es superior al de enfermedades crónicas como la artritis, la diabetes o las enfermedades cardiacas y respiratorias. La DM es, entre las enfermedades no “fatales”, la mayor causa de años vividos con discapacidad, ocupando el cuarto lugar entre las enfermedades que provocan discapacidad. Asimismo, la depresión unipolar figura como tercera causa de carga de enfermedad, detrás de la isquemia coronaria y de los accidentes cerebrovasculares, explicando el 6% de la carga causada por todas las enfermedades. Entre el 10% y el 20% de los pacientes atendidos en las consultas de atención primaria padece un trastorno afectivo (Cuéllar, 2015).

La depresión mayor (DM) es un síndrome o agrupación de síntomas en el que predominan los síntomas afectivos (tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida) aunque, en mayor o menor grado, también están presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo o incluso somático, por lo que podría hablarse de una afectación global de la vida psíquica, haciendo especial énfasis en la esfera afectiva. La gravedad y persistencia de estos síntomas los diferencia de cambios ordinarios en el estado de ánimo que no llegan a ser patológicos ni llegan a provocar deterioro funcional ni social, hechos característicos en la depresión.

La asociación entre trastorno depresivo y ansiedad es casi más la norma que la excepción. La comorbilidad de la depresión se observa también con el abuso del alcohol o consumo de sustancias y con algunas enfermedades orgánicas cerebrales y sistémicas. Los síndromes depresivos causados por enfermedades médicas y por medicaciones o sustancias psicoactivas no se consideran trastornos primarios del estado de ánimo y no se los atribuye el diagnóstico de trastorno depresivo mayor.

El humor depresivo y la pérdida de interés son los síntomas clave. Los pacientes comentan que se encuentran tristes, desesperanzados, inútiles y con un dolor emocional que es una agonía. Unos dos tercios de los pacientes deprimidos se plantean el suicidio y entre un 10 y un 15% llega a intentarlo; en este sentido, la tasa de mortalidad por suicidio ajustada para la edad y el sexo de las personas que padecen una depresión es 21 veces mayor que la población general (AEMPS, 2015). Casi todos los pacientes depresivos manifiestan una pérdida de energía, un empeoramiento del rendimiento escolar y laboral y una disminución de la motivación para iniciar nuevos proyectos. Un 80% de los pacientes tiene dificultades para dormir, sobre todo para mantener el sueño, con múltiples despertares que aprovecha para rumiar sus problemas. Muchos pacientes han perdido el apetito, con la consecuente pérdida de peso, tienen irregularidades con la menstruación y han perdido el interés por las relaciones sexuales. La ansiedad es un síntoma común en la depresión, que afecta a un 90% de los pacientes y, entre los síntomas cognitivos, destacan la sensación subjetiva de dificultades para la concentración y otras alteraciones en los procesos del pensamiento.

Por su parte, el trastorno distímico o distimia es el prototipo de depresión crónica e insidiosa que no alcanza la intensidad suficiente para cumplir los criterios diagnósticos de episodio depresivo mayor. Por lo tanto, las diferencias con la DM son de intensidad y duración más que categoriales, siendo práctica habitual el doble diagnóstico en un mismo paciente. El trastorno distímico puede iniciarse a cualquier edad. Finalmente, el trastorno ciclotímico es un trastorno bifásico caracterizado por oscilaciones bruscas de una fase a otra (hipomanía o depresión), donde cada fase dura días, con ánimo normal poco frecuente. Entre un 3 y un 10% de los pacientes psiquiátricos tratados ambulatoriamente puede presentar un trastorno ciclotímico; en la población general, la prevalencia a lo largo de la vida del trastorno se ha estimado en un 1%, igual que con el trastorno bipolar. El trastorno psicológico coexiste con frecuencia con el trastorno límite de la personalidad.

Hay datos que avalan una participación genética en la depresión mayor, en especial en las formas más graves, lo que supone un factor de vulnerabilidad a padecerla ante determinados desencadenantes, como por ejemplo el estrés. El riesgo es mayor en los parientes de primer grado y, de hecho, éstos responden generalmente al mismo antidepresivo. No obstante, no todo el mundo con este componente genético de vulnerabilidad frente a la DM desarrollará la enfermedad. De hecho, no se ha identificado ninguna variación genética única que sea responsable de un aumento sustancial del riesgo de depresión. Se piensa que son necesarios múltiples factores genéticos, junto con factores ambientales, para el desarrollo de DM. Otras patologías psiquiátricas, como la depresión bipolar, la esquizofrenia o el trastorno por déficit de atención, tienen mayor carga genética.

Asimismo, existen evidencias de que las alteraciones a nivel de varios neurotransmisores y de sus vías de comunicación podrían estar implicadas en la fisiopatología de la depresión, especialmente la noradrenalina (NA) y la serotonina (5-HT). En concreto, existe una disminución de los niveles del 3-metoxi-4-hidroxifenilglicol (un metabolito de la NA) en sangre y orina en los pacientes depresivos, además de una disminución de la bomba de recaptación de la 5-HT en las plaquetas. Se han observado, además, niveles bajos de ácido 5-hidroxiindolacético (metabolito de la 5-HT) en pacientes que cometieron suicidio. Aunque de forma menos relevante que NA y 5-HT, también se ha observado que la depleción de dopamina (DA) aumenta el riesgo de depresión.

Asimismo, se ha sugerido la existencia de diferencias en la actividad del transportador de 5-HT (5-HTT) en la depresión unipolar. Concretamente, el gen que codifica el 5-HTT presenta en su región promotora un polimorfismo (5-HTTLPR-s) que aumenta la vulnerabilidad de sufrir depresión unipolar, en presencia de factores estresantes. Asimismo, el polimorfismo del gen que codifica el 5-HTT (forma “l”) se ha asociado a una mejor respuesta al tratamiento con antidepresivos frente a la forma “s” del transportador. Por otra parte, parece existir una correlación entre el aumento de los niveles del 5-HTT en plaquetas y linfocitos y una mejoría en las escalas clínicas de depresión. Además del 5-HTT, varios receptores serotoninérgicos también muestran cambios en la depresión. El receptor 5-HT1A muestra una disminución en la depresión y se sospecha de un papel importante de los receptores 5-HT2 a la luz de su papel en otros trastornos como la esquizofrenia y el trastorno bipolar y de la eficacia antidepresiva de algunos antipsicóticos que actúan sobre dichos receptores.

Varias estructuras prefrontales y límbicas y los circuitos que las interconectan parecen estar implicados en la regulación afectiva. Las áreas implicadas incluyen a la corteza prefrontal ventromedial (VMPFC), la corteza prefrontal orbital lateral (LOPFC), la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC), la corteza cingulada anterior (CAC), el estriado ventral, incluyendo el núcleo accumbens, la amígdala y el hipocampo. En todas estas zonas se han hallado anomalías en pacientes con DM en comparación con controles sanos que sugieren participar en la expresión sintomática de la DM. En el trastorno depresivo mayor estaría afectada la conectividad dinámica entre las estructuras neuroanatómicas involucradas en la regulación del humor y la respuesta al estrés. En este sentido, en la depresión existe una hiperactividad de la VMPFC, lo que se asocia con mayor sensibilidad al dolor, ansiedad, depresión y tensión; mientras que la hipoactividad de la DLPFC puede producir retraso psicomotor, apatía y déficit en atención y memoria de trabajo. Asimismo, se ha detectado una disminución de la comunicación entre la amígdala y regiones de la corteza cingulada, por lo que ésta perdería su capacidad inhibitoria, importante para la regulación emocional, provocándose una mayor disfunción afectiva y motivacional. En consecuencia, las conexiones entre estructuras cognitivas y ejecutivas son hipofuncionantes, por lo que no controlan las áreas límbicas y éstas estimulan el hipotálamo, lo que conduce a una disregulación neuroendocrina y una hiperactividad simpática, características presentes en la depresión.

Finalmente, existen numerosos factores de riesgo psicológicos y sociales reconocidos para la depresión. Entre los más reconocidos se encuentra una baja autoestima, experiencias adversas en la infancia, patrones de pensamiento negativo y un exceso de acontecimientos vitales recientes no deseables, como los que suponen algún tipo de pérdida: un divorcio, la muerte de un ser querido, etc. Asimismo, la existencia de dificultades importantes persistentes, como el desempleo, la pobreza, etc., son factores de riesgo para padecer depresión. Determinados rasgos de personalidad, como hiperresponsabilidad, honestidad, autoexigencia, poca tolerancia, inseguridad, escrupulosidad, escasa flexibilidad, pesimismo, dependencia, baja autoestima e influenciabilidad, se consideran también factores de riesgo depresivo. Y sin olvidar que determinadas enfermedades orgánicas o psiquiátricas asociadas pueden inducir depresión.

El tratamiento de la DM incluye la fase aguda (dirigida a obtener la remisión), la fase de continuación (se mantiene la remisión y se previenen las recaídas) y la fase de mantenimiento (orientada a prevenir la recidiva). Los objetivos generales del tratamiento son:

  • Reducir y eliminar los síntomas depresivos.
  • Recuperar el funcionamiento biopsicosocial y laboral del paciente.
  • Disminuir el riesgo de suicidio.
  • Minimizar la morbilidad reduciendo recaídas o cronicidad.
  • Prevenir la comorbilidad.
  • Prevención de recaídas depresivas.
  • Mejorar la relación beneficio-riesgo de la medicación en relación con la patología.

En el tratamiento de la depresión se utiliza una familia de psicofármacos, los antidepresivos, heterogénea en cuanto a su estructura química y efectos sobre la neurotransmisión cerebral. En líneas generales, la eficacia de los antidepresivos varía poco entre los diferentes grupos, diferenciándose entre ellos fundamentalmente por sus perfiles de seguridad, tolerabilidad e interacciones.

En depresiones graves, los antidepresivos constituyen el único tratamiento para el que se ha encontrado una clara evidencia de efectividad, ya sean solos o en combinación con psicoterapia. Sin embargo, en depresiones más leves o moderadas, los antidepresivos, pese a ser eficaces, invitan a pensar en la posibilidad de emplear altetrnativamente estrategias de psicoterapia, que también gozan de eficacia.

Existen algunos factores que pueden orientar la elección del antidepresivo. Así, por ejemplo, si un paciente –o un familiar de primer grado– ha respondido previamente a un determinado antidepresivo, se recomienda emplear el mismo fármaco que ha demostrado utilidad. Por otro lado, hay autores que apoyan una mayor eficacia de los antidepresivos tricíclicos (ADT) y, posiblemente, de los antidepresivos duales (venlafaxina y duloxetina) en la DM melancólica, cuadro caracterizado por presentar una mayor endogeneidad. En el caso de una DM con síntomas atípicos o una distimia, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) podrían ser preferibles a los ADT. Por otro lado, algunos efectos secundarios de los antidepresivos, como la sedación y el aumento del apetito, pueden resultar útiles si el episodio cursa con agitación, insomnio y pérdida de apetito.

Los antidepresivos en general aumentan la tasa de monoaminas en la hendidura sináptica, actuando dichas monoaminas sobre distintos receptores, que actuarían a modo de interruptores poniendo en marcha los mecanismos de transducción responsables del efecto antidepresivo. En este sentido, es probable que todos los antidepresivos, independientemente de que “toquen” el interruptor noradrenérgico o serotoninérgico, desarrollen su efecto molecular a través de una vía final común. Sin embargo, se han descrito cuadros depresivos específicamente relacionados con un déficit funcional serotoninérgico, que cursa con ánimo deprimido, ansiedad, crisis de pánico, fobias, obsesiones-compulsiones y bulimia, y otros que guardan relación con un déficit noradrenérgico, caracterizado por ánimo deprimido, déficits cognitivos (atención, memoria de trabajo y velocidad de procesamiento de la información), inhibición psicomotriz, cansancio y apatía. Cuando estos cuadros son muy claros, se podría intentar de inicio abordar el tratamiento deficitario serotoninérgico con potenciadores de estos mecanismos, por ejemplo, ISRS (fluoxetina, paroxetina, etc.) y, por el contrario, en caso de déficit noradrenérgico se podría iniciar el tratamiento con un inhibidor de la recaptación de NA (IRNA) como, por ejemplo, reboxetina. No obstante, se ha observado que estas vías se estimulan mutuamente, lo que dificulta predecir la eficacia específica a través del mecanismo de acción de cada fármaco.

La tolerabilidad a los efectos secundarios es otro criterio y con seguridad más empleado que el del mecanismo de acción para la elección del antidepresivo. Los ISRS y los antidepresivos más modernos parecen tener un perfil de seguridad algo mejor y se toleran generalmente mejor que el de los más antiguos, por lo que suelen ser los agentes de primera elección en el tratamiento de la depresión leve y moderada. Para la elección del antidepresivo se debe considerar también la posibilidad de interacciones con otros fármacos. Casi todos los antidepresivos, con la excepción de la agomelatina, inhiben en mayor o menor medida diversos isoenzimas del citocromo P450 (CYP), como la CYP2D6, mientras que los ISRS, con la excepción del escitalopram, inhiben además otras como CYP3A4, CYP1A2, CYP2C9 o CYP2C19.

La variabilidad interindividual en la respuesta terapéutica a los fármacos antidepresivos es muy amplia. En el tratamiento de la DM se suelen distinguir 3 fases: aguda, de continuación y de mantenimiento, durante las que el tratamiento muestra su eficacia produciendo inicialmente una “respuesta”, que se considera cuando se observa una mejoría en la intensidad de los síntomas de un 50% en las escalas clínicas empleadas (las más comunes son la Escala de Hamilton – HDRS: Hamilton Depression Rating Scale – y la de Montgomery-Asberg – MADRS: Montgomery-Asberg Depression Rating Scale). Posteriormente, se produce la “remisión” de la enfermedad, caracterizada por que el paciente presenta un estado afectivo normal y muy parecido al que exhibía antes de presentarse la depresión. Cuando la remisión se mantiene en el tiempo, se puede hablar de “recuperación”. Sin embargo, en ocasiones se producen “recaídas”, cuando el sujeto vuelve a mostrar síntomas depresivos antes de la recuperación, o se produce una “recurrencia”, cuando el sujeto vuelve de nuevo a la depresión tras haberse producido la recuperación.

El objetivo durante la fase aguda es suprimir todos los signos y síntomas del episodio en curso, restaurando la funcionalidad psicosocial y ocupacional. Esta fase abarca las primeras semanas de tratamiento, hasta que el paciente alcanza una respuesta clínica significativa, que usualmente es de al menos un 40-60% de mejoría en los síntomas. Se considera que aproximadamente las dos terceras partes de los pacientes con depresión responden aceptablemente al tratamiento con antidepresivos. Un tercio tiene una respuesta gradual y suele manifestarse entre la segunda y la sexta semana del inicio del tratamiento, mientras que el otro tercio tiene una respuesta más lenta, parcial o con síntomas residuales que sugieren replantearse el tratamiento aumentando la dosis o añadiendo algún otro fármaco (ansiolítico, antipsicótico, etc.). Finalmente, otro tercio de los pacientes no tiene ninguna respuesta al tratamiento inicial, lo que obliga a un cambio del antidepresivo. En términos estrictos, no se puede hablar de falta de respuesta o resistencia al tratamiento antidepresivo hasta transcurridas 8 semanas de tratamiento y habiéndose alcanzado la dosis máxima del fármaco utilizado.

El objetivo de la fase de continuaLUNDBECKción se centra en prevenir las recaídas, manteniendo la respuesta inicial. Es importante destacar que tras el cese de los síntomas agudos de depresión, si se interrumpe la terapia de forma inmediata, hasta dos tercios de los pacientes pueden experimentar una recaída. Se considera al paciente recuperado cuando ha permanecido asintomático durante al menos 4 a 9 meses tras el último episodio depresivo. Una vez alcanzada la recuperación, el tratamiento de continuación puede interrumpirse, recomendándose un periodo de entre 6 y 12 meses para evitar las recurrencias. En definitiva, cuando la remisión se mantiene de 6 a 12 meses, se habla de recuperación y el paciente entra en la fase de mantenimiento, cuyo objetivo es prevenir un nuevo episodio de depresión. Su duración podría oscilar desde 1 año a toda la vida del sujeto, dependiendo de la probabilidad de recurrencias.

ACCIÓN Y MECANISMO

La vortioxetina es un agente antidepresivo que actúa genéricamente modulando la actividad y el transporte de la serotonina (5-HT), a través de la activación o el bloqueo de varios tipos de receptores serotonérgicos y de la inhibición del transportador de serotonina; sin embargo, no se conoce en qué medida cada uno los efectos bioquímicos es responsable de la actividad antidepresiva y ansiolítica manifestada por el fármaco. El medicamento ha sido autorizado oficialmente para el tratamiento de episodios de depresión mayor en adultos.

La vortioxetina ha mostrado actividad específica como bloqueador del transportador de serotonina (5-HHT) y de los receptores serotonérgicos 5-HT3, 5-HT7 y 5-HT1D; en cambio es un agonista del receptor 5-HT1A y agonista parcial del receptor 5-HT1B. En concentraciones similares a las plasmáticas obtenidas tras la administración de dosis terapéuticas, solo las afinidades de unión al receptor 5-HT3 y al transportador 5-HTT son consideradas como terapéuticamente relevantes. En cualquier caso, este amplio perfil bioquímico es capaz de afectar no solo a la actividad neurológica de la serotonina sino también a la de otros neurotransmisores a nivel central: noradrenalina, dopamina, histamina, acetilcolina, GABA y glutamato.

ASPECTOS MOLECULARES

Figura_1_fmt

La vortioxetina forma parte de la serie química de las bis-aril-sulfanil aminas. No obstante, es evidente la existencia de una significativa familiaridad química – y farmacológica – con otros antidepresivos, especialmente inhibidores de la recaptación de serotonina y/o de noradrenalina; en este sentido, cabe indicar la marcada proximidad de la vortioxetina con la paroxetina. Como otros muchos fármacos antidepresivos, la vortioxetina presenta una cadena típica aril-propil amina secundaria, aunque en este caso “enmascarada” en un agrupamiento fenilpiperazínico.

Es importante tener en cuenta que los antidepresivos forman un amplísimo conjunto de fármacos con perfiles bioquímicos muy complejos, en los que participan diversos receptores de múltiples neurotransmisores y muchos de sus sistemas de transporte y recaptación neuronal. La clasificación en grupos (inhibidores de la recaptación de serotonina, etc.) es meramente orientativa, ya que, en realidad, no puede establecerse una pauta bioquímica única (un marcador biológico) que se relacione explícitamente con la actividad antidepresiva (ni con la ansiolítica, manifestada en algunos antidepresivos). Por este motivo, hablar de “un nuevo grupo de antidepresivos” para la vortioxetina puede resultar, cuando menos, arriesgado.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas de la vortioxetina han sido adecuadamente contrastadas en la indicación autorizada mediante varios ensayos clínicos de fase 3 (confirmatorios de eficacia y seguridad), aleatorizados, multicéntricos, doblemente ciegos y controlados con placebo y comparadores activos (venlafaxina, dulotexina, agomelatina), de corta duración (6-12 semanas), aunque en algún caso con extensiones abiertas. Los pacientes incluidos en los ensayos presentaban depresión leve a intensa con una puntuación de al menos 22 puntos según la escala MADRS1y una duración del episodio depresivo de al menos tres meses.

La variable primaria de eficacia utilizada en estos estudios fue la variación (reducción) de la puntuación de la depresión según la MADRS al final del estudio (6-12 semanas). Como variables secundarias de eficacia se determinaron las variaciones en las escalas HDRS2 (HAM-D24) y de la escala clínica global de impresión de la gravedad de la enfermedad (Clinical Global Impressions of Illness, CGI-I), así como la tasa de respondedores (porcentaje pacientes que experimentaron una reducción de al menos un 50% en la puntuación MADRS al final del estudio); también se estudió el efecto sobre la calidad de vida de los pacientes mediante el cuestionario SF-363 y la escala de discapacidad de Sheean (Sheehan Disability Scale, SDS)4. Las características y resultados de los ensayos clínicos controlados con comparadores activos están recopilados en la tabla 1.

Tabla 1. Estudios clínicos de fase 3 con vortioxetina controlados con placebo y comparadores activos

Tratamientos comparados

Vortioxetina 5 mg/día

Vortioxetina 10 mg/día

Venlafaxina 225 mg/día

Placebo

Vortioxetina 2,5 mg/día

Vortioxetina 5 mg/día

Vortioxetina 10 mg/día

Duloxetina 60 mg/día

Placebo

Vortioxetina 15 mg/día

Vortioxetina 20 mg/día

Duloxetina 60 mg/día

Placebo

Vortioxetina 15 mg/día

Vortioxetina 20 mg/día

Duloxetina 60 mg/día

Placebo

Pacientes aleatorizados

429

776

608

614

Duración estudio

6 semanas

8 semanas

8 semanas

8 semanas

Variación de la puntuación MADRS

Vortioxetina (5): -20,40

Vortioxetina (10): -20,20

Venlafaxina (225): -20,92

Placebo: -14,50

Vortioxetina (2,5): -16,2 (ns)

Vortioxetina (5): -16,5 (ns)

Vortioxetina (10): -16,3 (ns)

Duloxetina (60): -16,8 (ns)

Placebo: -14,8

Vortioxetina (15): -17,23

Vortioxetina (20): -18,79

Duloxetina (60): -21,15

Placebo: -11,70

Vortioxetina (15): -14,30 (ns)

Vortioxetina (20): -15,57

Duloxetina (60): -16,90

Placebo: -12,83

Variación de la puntuación HAM-D24

 

 

 

 

Tasa de respuesta

(% pacientes con reducción ≥50% puntuación MADRS)

Vortioxetina (5): 66,7%

Vortioxetina (10): 68,0%

Venlafaxina (225): 72,3%

Placebo: 44,8%

Vortioxetina (2,5): 54,2% (ns)

Vortioxetina (5): 56,1% (ns)

Vortioxetina (10): 57,6% (ns)

Duloxetina (60): 57,1% (ns)

Placebo: 46,9%

Vortioxetina (15): 57,0%

Vortioxetina (20): 61,6%

Duloxetina (60): 74,0%

Placebo: 32,3%

Vortioxetina (15): 44,1% (ns)

Vortioxetina (20): 44,2% (ns)

Duloxetina (60): 54,8%

Placebo: 39,2%

Tasa de respuesta

(% pacientes con reducción ≥50% puntuación HAM-D24)

 

 

 

 

Tasa de remisión

(% pacientes con puntuación MADRS ≤10)

Vortioxetina (5): 49,1%

Vortioxetina (10): 49,0%

Venlafaxina (225): 55,4%

Placebo: 26,7%

Vortioxetina (2,5): 32,9% (ns)

Vortioxetina (5): 36,1% (ns)

Vortioxetina (10): 35,8% (ns)

Duloxetina (60): 34,9% (ns)

Placebo: 33,8%

Vortioxetina (15): 34,9%

Vortioxetina (20): 38,4%

Duloxetina (60): 54,1%

Placebo: 19,0%

Vortioxetina (15): 26,9% (ns)

Vortioxetina (20): 29,3% (ns)

Duloxetina (60): 26,0% (ns)

Placebo: 26,8%

Variación de la puntuación CGI-I

Vortioxetina (5): 2,05

Vortioxetina (10): 2,04

Venlafaxina (225): 1,96

Placebo: 2,64

Vortioxetina (2,5): 2,32 (ns)

Vortioxetina (5): 2,32 (ns)

Vortioxetina (10): 2,35 (ns)

Duloxetina (60): 2,31 (ns)

Placebo: 2,52

Vortioxetina (15): 2,18

Vortioxetina (20): 1,92

Duloxetina (60): 1,75

Placebo: 2,86

Vortioxetina (15): 2,54 (ns)

Vortioxetina (20): 2,47 (ns)

Duloxetina (60): 2,31

Placebo: 2,65

Variación de la puntuación SF-36

Vortioxetina (5): 7,97 (ns)

Vortioxetina (10): 8,89 (ns)

Venlafaxina (225): 9,10 (ns)

Placebo: 6,53

 

 

 

Variación de la puntuación SDS

 

Vortioxetina (2,5): -7,10 (ns)

Vortioxetina (5): -6,52 (ns)

Vortioxetina (10): -7,81 (ns)

Duloxetina (60): -7,91 (ns)

Placebo: -6,11

Vortioxetina (15): -7,70

Vortioxetina (20): -8,38

Duloxetina (60): -11,39

Placebo: -4,46

Vortioxetina (15): -7,73 (ns)

Vortioxetina (20): -8,55 (ns)

Duloxetina (60): -9,66 (ns)

Placebo: -7,68

Referencia

11429A (EMA, 2014)

11984A (EMA, 2014)

13267A (EMA, 2014)

315 (EMA, 2014)

Nota:

Todas las diferencias de las variables observadas con los tratamientos activos con relación al placebo fueron estadísticamente significativas (p<0,05), salvo

aquellas notadas con (ns).

Tabla 1 (continuación). Estudios clínicos de fase 3 con vortioxetina controlados con placebo

y comparadores activos

Tratamientos comparados

Vortioxetina 2,5 mg/día

Vortioxetina 5 mg/día

Duloxetina 60 mg/día

Placebo

Vortioxetina 5 mg/día

Duloxetina 60 mg/día

Placebo

Vortioxetina 10-20 mg/día

Agomelatina 25-50 mg/día

Pacientes aleatorizados

611

453*

501**

Duración estudio

8 semanas

8 semanas

12 semanas

Variación de la puntuación MADRS

Vortioxetina (2,5): -11,61 (ns)

Vortioxetina (5): -11,30 (ns)

Duloxetina (60): -14,10

Placebo: -11,22

Vortioxetina (5): -15,5

Duloxetina (60): -18,0

Placebo: -11,2

Vortioxetina (10/20): -16,5

Agomelatina (25/50): -14,4

Variación de la puntuación HAM-D24

Vortioxetina (2,5): -12,04 (ns)

Vortioxetina (5): -11,08 (ns)

Duloxetina (60): -13,47

Placebo: -10,50

Vortioxetina (5): -13,7

Duloxetina (60): -15,8

Placebo: -10,3

Vortioxetina (10/20): -13,52

Agomelatina (25/50): -11,59

Tasa de respuesta

(% pacientes con reducción ≥50% puntuación MADRS)

 

Vortioxetina (5): 60%

Duloxetina (60): 71%

Placebo: 36%

 

Tasa de respuesta

(% pacientes con reducción ≥50% puntuación HAM-D24)

Vortioxetina (2,5): 41,1% (ns)

Vortioxetina (5): 37,9% (ns)

Duloxetina (60): 51,0%

Placebo: 32,2%

Vortioxetina (5): 53%

Duloxetina (60): 63%

Placebo: 35%

 

Tasa de remisión

(% pacientes con puntuación MADRS ≤10)

Vortioxetina (2,5): 33,0% (ns)

Vortioxetina (5): 26,7% (ns)

Duloxetina (60): 46,4%

Placebo: 27,7%

Vortioxetina (5): 34%

Duloxetina (60): 47%

Placebo: 21%

Vortioxetina (10/20): 55,2%

Agomelatina (25/50): 39,4%

Variación de la puntuación CGI-I

Vortioxetina (2,5): 2,73 (ns)

Vortioxetina (5): 2,63 (ns)

Duloxetina (60): 2,39

Placebo: 2,79

Vortioxetina (5): 2,35

Duloxetina (60): 2,07

Placebo: 2,91

Vortioxetina (10/20): -2,20

Agomelatina (25/50): -1,93

Variación de la puntuación SF-36

 

 

 

Variación de la puntuación SDS

Vortioxetina (2,5): -6,46 (ns)

Vortioxetina (5): -6,59 (ns)

Duloxetina (60): -8,91

Placebo: -6,83

 

Vortioxetina (10/20): -10,99

Agomelatina (25/50): -9,24

Referencia

304 (EMA, 2014)

12541A (EMA, 2014)

14178A (EMA, 2014)

Nota: Todas las diferencias de las variables observadas con los tratamientos activos con relación al placebo fueron estadísticamente significativas (p<0,05), salvo aquellas notadas con(ns).

* Pacientes ancianos.

** Pacientes con respuesta inadecuada a un tratamiento antidepresivo previo.

Desde el punto de vista de la seguridad, la vortioxetina presenta un perfil toxicológico relativamente benigno, equiparable al de los agentes antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonuina y/o noradrenalina, con eventos adversos leves o moderados, de corta duración y mayoritariamente producidos durante las dos primeras semanas de tratamiento, con predominio de los gastrointestinales (especialmente en las mujeres). En general, con las dosis autorizadas (5-20 mg/día), los eventos adversos más comunes fueron las náuseas, que afectan a un tercio de los pacientes (más o menos como duloxetina y venlafaxina); también se han descrito con frecuencia (>10%) cefalea, mareo, diarrea o estreñimiento, y vómitos. Con menos frecuencia se han descrito pesadillas o sueños anómalos, anorexia y prurito. Como ocurre con otros antidepresivos relacionados, es frecuente la aparición de acontecimientos adversos de naturaleza sexual (disminución de la libido, retardo en la eyaculación, disfunción eréctil en varones, etc.), con una frecuencia del 38% (48% con duloxetina y 32% con placebo).

Por lo que respecta a la aparición de ideas suicidas – frecuentes entre los pacientes deprimidos – la incidencia descrita en los ensayos clínicos controlados con placebo y controladores activos es del orden del 0,5%, prácticamente igual que con placebo; aunque se ha reportado tasas sustancialmente mayores (en torno al 10%) en estudios abiertos, también ocurre lo mismo con placebo (12%).

La frecuencia de eventos adversos intensos (severos) emergentes durante el tratamiento fue del 0-1,6% (en orden creciente con las dosis) vs. 0,9-3,7% con placebo. Los porcentajes de pacientes que suspendieron el tratamiento por este motivo fueron del 4,1-7,8% con vortioxetina, del 8,8% con duloxetina y del 3,6% con placebo.

ASPECTOS INNOVADORES

La vortioxetina es un agente antidepresivo que actúa genéricamente modulando la actividad y el transporte de la serotonina (5-HT), a través de la activación o el bloqueo de varios tipos de receptores serotonérgicos y de la inhibición del transportador de serotonina. Este amplio perfil bioquímico es capaz de afectar no solo a la actividad neurológica de la serotonina sino también a la de otros neurotransmisores a nivel central: noradrenalina, dopamina, histamina, acetilcolina, GABA y glutamato. Aunque no se conoce en qué medida cada uno los efectos bioquímicos es responsable de la actividad antidepresiva y ansiolítica manifestada por el fármaco, los efectos bloqueantes sobre el receptor 5-HT3 y el transportador 5-HTT son considerados globalmente como los más relevantes terapéuticamente. El medicamento ha sido autorizado oficialmente para el tratamiento de episodios de depresión mayor en adultos.

Los ensayos clínicos controlados han demostrado un efecto neto significativamente superior al placebo, no solo en el tratamiento de los episodios de depresión mayor sino también en la prevención de recaídas de los mismos, con datos procedentes de extensiones abiertas que permiten afirmar que el fármaco mantiene su eficacia al menos durante un año. En un amplio metanálisis (Pae, 2015) se demostró que la vortioxetina era significativamente más eficaz que el placebo, con un tamaño de efecto (diferencia media estandarizada) de -0,217 (IC95% -0,313 a -0,122) y con un coeficiente de disparidad (odds ratio, OR) de 1,652 (IC95% 1,321 a 2,067) para la respuesta y de 1,399 (IC95% 1,104 a 1,773) para la remisión. Asimismo, la tasa de abandonos del tratamiento por falta de eficacia fue significativamente menos común con vortioxetina (OR=0,541; IC95% 0,308 a 0,950), mientras que la de abandonos del tratamiento por eventos adversos fue más común (OR=1,530; IC95% 1,144 a 2,047).

Por lo que respecta a la comparación con otros antidepresivos en los ensayos clínicos controlados, la vortioxetina no mostrado superioridad sobre venlafaxina o duloxetina (más bien, la tendencia fue a la inversa), aunque sí sobre la agomelatina en pacientes previamente tratados de forma insatisfactoria con otros antidepresivos. A este respecto, un reciente metanálisis (Citrome, 2016) ha comparado de forma indirecta los resultados clínicos de la vortioxetina con los de dos antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (sertralina y escitalopram) y dos inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (venlafaxina y duloxetina), estableciendo el número de pacientes que es necesario tratar (NNT)5, número necesario para causar daño (NNH)6 y la probabilidad de experimentar un beneficio con relación a la de padecer un perjuicio (LHH)7.

De acuerdo con los resultados de este metanálisis, el NNT de la vortioxetina fue de 9 (IC95% 7 a 11) vs. 6 (IC95% 5 a 8) con duloxetina, 7 (IC95% 5 a 11) con excitalopram, 6 (IC95% 4 a 13) con sertralina y 6 (IC95% 5 a 9) con venlafaxina. Por lo que respecta al NNH, los valores fueron de 43 (IC95% 28 a 91) con vortioxetina vs. 25 (IC95% 17 a 51) con duloxetina, 31 (IC95% 19 a 92) con excitalopram, 7 (IC95% 5 a 12) con sertralina y 27 (IC95% 15 a 104) con venlafaxina. Finalmente, los valores correspondiente al LHH fueron de 5,1 con vortioxetina vs. 4,3 con duloxetina, 4,6 con excitalopram, 1,2 con sertralina y 1,4 con venlafaxina. Todo ello parece sugerir una eficacia levemente inferior a los comparadores estándar y, en cambio, una tolerabilidad ligeramente mayor. No obstante, debe tenerse presente que al tratarse de comparaciones indirectas, los resultados deben ser tomados con mucha prudencia dado que los perfiles psiquiátricos, antropométricos y de comorbilidad de los pacientes participantes en cada ensayo clínico pueden no ser superponibles; todo ello determina que este tipo de comparaciones solo tiene un carácter meramente orientativo.

Según el Informe de Posicionamiento Terapéutico (AEMPS, 2015), la vortioxetina representa una alternativa más entre las actualmente disponibles para el tratamiento de la depresión, pero sin que represente una ventaja en cuanto a su eficacia antidepresiva.

Por otro lado, se ha apuntado que la vortioxetina sería el primer representante de un nuevo grupo de antidepresivos, por la particularidad de su mecanismo de acción y por formar parte de una nueva serie química; pero ni lo uno ni lo otro puede aceptarse, al menos sin las debidas matizaciones. En este sentido, es importante tener en cuenta que los antidepresivos forman un amplísimo conjunto de fármacos con perfiles bioquímicos muy complejos, en los que participan diversos receptores de múltiples neurotransmisores y muchos de sus sistemas de transporte y recaptación neuronal. La clasificación en grupos (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, etc.) es meramente orientativa, ya que, en realidad, no puede establecerse una pauta bioquímica única (un marcador biológico) que se relacione explícitamente con la actividad antidepresiva (ni con la ansiolítica, manifestada en algunos antidepresivos). Por otro lado, químicamente, la vortixetina muestra una evidente familiaridad química con otros antidepresivos, tales como la paroxetina. Por estos motivos, afirmar que la vortioxetina “inaugura un nuevo grupo de antidepresivos” puede resultar, cuando menos, arriesgado.

En definitiva, un nuevo antidepresivo más a agregar al nutrido grupo de fármacos útiles para afrontar la depresión mayor, pero sin ninguna ventaja o innovación aparente sobre los actualmente disponibles.

VALORACIÓN

VORTIOXETINA

BRINTELLIX® (Lundbeck)

Grupo Terapéutico (ATC): N06AX. SISTEMA NERVIOSO. Antidepresivos: Otros.

Indicaciones autorizadas: Tratamiento de episodios de depresión mayor en adultos.

sin INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas.

BIBLIOGRAFÍA

2 La escala de puntuación de la depresión de Hamilton (Hamilton Depression Rating Scale; HDRS) mide la gravedad de la depresión y permite monitorizar la evolución de los síntomas. Incluye hasta 24 ítems (HDRS24), aunque es frecuente utilizar versiones abreviadas como la HDRS17, entre los que se incluyen ánimo depresivo, sentimientos de culpa, suicidio, insomnio precoz, medio y tardío, trabajo y actividades, inhibición, agitación, ansiedad psíquica y ansiedad somática, síntomas somáticos gastrointestinales, síntomas somáticos generales, síntomas sexuales (disfunción sexual y alteraciones de la menstruación), hipocondría, pérdida de peso y capacidad de entendimiento. La puntuación global se obtiene sumando las puntuaciones de cada ítem, con un rango de puntuación que en la versión española es de 0 (ausencia completa de ningún síntoma depresivo) a 54 (gravedad máxima). Habitualmente, se considera que hay depresión a partir de 8 puntos, considerándose como leve hasta los 13, moderada entre 14 y 18, grave de 19 a 22 y muy grave por encima de 22.

3 El SF-36 es un cuestionario genérico de 36 ítems que mide la salud autopercibida en ocho dimensiones: función física (FF), función social [FS], rol físico [RF], rol emocional [RE], salud mental [SM], vitalidad [VT], dolor corporal [DC] y salud general [SG]. Todos ellos pueden resumirse en dos componentes sumarios de salud física (CSF) y salud mental (CSM). Las puntuaciones van desde 0 a 100, siendo 100 la mejor calidad de vida percibida.

4 La SDS es un cuestionario para determinar el grado de deterioro funcional en tres dominios interrelacionados: trabajo/actividad escolar, relaciones sociales y vida familiar. Cada dominio es puntuado de 0 a 10 (0 indica la ausencia absoluta de deterioro y 10 un deterioro máximo), totalizando un máximo de 30 punto (completamente deteriorado funcionalmente). En ocasiones, esta escala numérica es convertida en porcentual (0-30 = 0-100% de deterioro).

5 Elnúmero de pacientes que es necesario tratar o NNT(number needed to treat) es el reciproco de la reducción del riesgo absoluto (RRA) y describe la diferencia entre un tratamiento activo y un control en lo que se refiere a lograr un resultado clínico concreto (NNT= 1/RRA). Idealmente, un NNT de 1 significa que en todos los pacientes a los que se les da el tratamiento se produce un resultado favorable, a la vez que ningún paciente del grupo de comparación tiene el resultado esperado; por lo tanto, cuanto más pequeño sea el NNT (siempre ≥1), tanto mayor es la eficacia comparada.

6 El NNH (number needed to harm) es el número necesario de pacientes que hay que tratar para que un paciente sufra un evento adverso. Cuanto mayor sea este número, tanto menor es el riesgo de experimentar algún evento adverso y, por tanto, indica que el tratamiento es mejor tolerado por los pacientes.

7 La LHH (likelihood to be helped or harmed) representa probabilidad (expresada en tanto por 1 o veces) de experimentar un beneficio con relación a la de padecer un perjuicio, contrastando eficacia con tolerabilidad. Cuando mayor sea el valor, tanto mejor es la relación beneficio/riesgo.

Ceftolozano/Tazobactam (▼Zerbaxa®,Merck Sharp Dohme) en infecciones complicadas intraabdominales y del tracto urinario

Resumen

El medicamento combina un antibiótico del grupo de los betalactámicos y, en concreto, de las cefalosporinas (ceftolozano) con un inhibidor de betalactamasas (tazobactam).La combinación tiene un espectro antibacteriano relativamente amplio, aunque con una acción más marcada sobre gram negativos. Se trata de una nueva cefalosporina asociada a un veterano inhibidor de betalactamasas que presenta importantes limitaciones en su rango de inhibición; sin embargo, a dosis apropiadas, puede servir para proteger al ceftolozano de algunas betalactamasas de espectro extendido que, de otra manera, hidrolizaría al antibacteriano. Por otro lado, el ceftolozano puede tener alguna utilidad para tratar algunas cepas de Pseudomonas aeruginosa resistentes a otros antibacterianos, aunque en este caso el tazobactam no ejerce ningún papel relevante. En definitiva, un buen antibacteriano que amplía las opciones disponibles en el ámbito de las infecciones complicadas del tracto urinario e intraabdominales, pero que no aporta ningún elemento innovador farmacológico ni clínico.

 

ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS

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El término genérico de infección urinaria implica la presencia en orina de un elevado número de microorganismos, habitualmente bacterias. Suele considerarse como límite a partir de 100.000 unidades formadoras de colonias (ufc) por ml; sin embargo, en determinadas circunstancias, recuentos inferiores son también indicativos de infección. La definición de infección urinaria es independiente de que existan síntomas o no. Este tipo de patología puede presentar recaídas, situación en la que existe una recurrencia de la infección por el mismo agente infeccioso o por otros distintos (reinfecciones). Según criterios anatómicos, se denomina infección urinaria de las vías bajas aquella en la que se ven involucradas la vejiga, la uretra y/o la próstata, e infección de las vías altas cuando la infección se localiza en riñón y uréteres. Se incluyen dentro de la infección de las vías bajas la uretritis, la cistitis y la prostatitis, mientras que la pielonefritis y el absceso renal se engloban en la infección urinaria de las vías altas.

Se considera infección no complicada la que se produce en individuos con un tracto urinario estructuralmente normal y cuyos mecanismos de defensa se encuentran intactos, e infección complicada cuando afecta a enfermos con anomalías anatómicas o funcionales del tracto urinario, diabetes mellitus, instrumentación de la vía urinaria, portadores de sonda vesical, insuficiencia renal crónica o inmunodeprimidos. De manera general la infección en la embarazada, en el varón, en niños, en pacientes hospitalizados y en personas institucionalizadas debe considerarse complicada.

La pielonefritis es un cuadro infeccioso grave que constituye la forma más seria de infección del tracto urinario. Afecta al parénquima renal y al sistema colector. Se manifiesta como un síndrome miccional que se acompaña de fiebre alta, escalofríos, taquicardia y vómitos, aunque pueden existir formas incompletas o subclínicas, en las que no aparecen algunos de los datos clínicos o exploratorios característicos. En ancianos puede expresarse como deterioro del estado general o incontinencia urinaria. Hasta en un 20% de los cultivos se pueden encontrar menos de 100.000 ufc por ml. El riesgo de bacteriemia en los pacientes con pielonefritis aguda puede ser de hasta un 30%.

Existen una serie de factores que predisponen a las infecciones del tracto urinario, entre los que cabe mencionar a:

  • Embarazo. Los estrógenos causan dilatación del uréter y reducen el flujo urinario. Esto puede empeorar por el útero grávido.
  • Infancia. Niños menores de dos años, por la contaminación de los genitales por las heces. Si no se cambian los pañales los niños se sientan en una sopa de heces y orina.
  • Diabetes mellitus. La glucosuria favorece el crecimiento bacteriano.
  • Anomalías estructurales. Aumentan el riesgo de infección, impidiendo el aclaramiento fisiológico de determinadas áreas urológicas.
  • Lesiones medulares. Las vejigas presentan un vaciamiento incompleto y estasis de orina.
  • Cálculos renales. Disminuyen el flujo de orina y además las bacterias invaden las grietas de los cálculos.

La infección del tracto urinario (ITU) complicada hace precisamente referencia a la presencia de tales anomalías estructurales o funcionales del aparato urinario que implican una diferente orientación terapéutica, dado el mayor espectro de gérmenes implicados y su frecuente carácter multirresistente. Por estos motivos, se considera igualmente que es complicada cualquier infección urinaria que se produzca en un paciente varón, en personas con inmunosupresión, en aquellas sometidas a manipulación urológica reciente, en las que presenten síntomas de más de una semana de duración o que tengan otras enfermedades subyacentes.

La infección urinaria evolucionada, por fracaso diagnostico o terapéutico, puede conducir a la aparición de una pielonefritis crónica. Un dato importante es el hecho de que la infección urinaria es una de las mayores fuentes de sepsis que, todavía hoy, comportan una elevada mortalidad, no inferior al 15-20% de los afectos. Constituyen las infecciones hospitalarias más frecuentes; las vías urinarias sondadas son el punto de origen que se asocia con mayor frecuencia a bacteriemia por Gram negativos en enfermos hospitalizados.

La etiología de la ITU está condicionada no sólo por factores epidemiológicos del paciente (edad, sexo, embarazo, comorbilidades…), sino también por otros como son el ámbito de adquisición de ésta, la existencia de tratamientos antimicrobianos previos o el propio tipo de infección. Los microorganismos que consiguen acceder al tracto urinario y que son capaces de provocar infección pueden tener un origen endógeno, en cuyo caso provienen mayoritariamente del colon, o exógeno. En este último supuesto, los microorganismos son introducidos en la vía urinaria, al ser manipulada, o bien llegan al riñón previa diseminación hematógena (vía menos frecuente), por lo que su procedencia dependerá del foco de la bacteriemia.

Más del 95% de las infecciones urinarias son monomicrobianas. Entre ellas, Escherichia coli es, con gran diferencia, el agente etiológico más frecuente en las infecciones no complicadas y en la infección urinaria en la embarazada. En la infección complicada, E. coli sigue aislándose de manera preferente, pero el espectro se amplía y otros microorganismos como Proteus spp., Enterococcus spp., Klebsiella spp., Pseudomonas aeruginosa, Serratia spp. y Providencia spp. Han ido adquiriendo progresivamente un mayor protagonismo. Cuando existen anomalías estructurales en la vía urinaria o manipulación de la misma, es bastante común el aislamiento de múltiples microorganismos y que éstos, como consecuencia de tratamientos antimicrobianos previos, sean más multirresistentes. Los microorganismos causales de ITU asociada a sondaje vesical proceden de la microbiota fecal del paciente modificada por la presión selectiva antibiótica. Por tanto, no es infrecuente la presencia de P. aeruginosa, E. faecalis y levaduras del género Candida en pacientes portadores de sonda urinaria.

El ámbito hospitalario también condiciona la etiología de los procesos y se aíslan con relativa frecuencia especies de Proteus, Klebsiella, Enterobacter, Pseudomonas, Enterococcus y Staphylococcus. En los hospitales, las infecciones cruzadas adquieren especial importancia, sobre todo las asociadas a catéteres. Se ha reconocido como patógeno urinario asociado a este ámbito al Corynebacterium urealyticum, una bacteria Gram positiva de crecimiento lento, que gracias a su potente ureasa es capaz de producir la formación de cristales de estruvita. En pacientes que se encuentran inmunosuprimidos, especialmente en aquellos que han recibido un trasplante renal, esta bacteria puede ocasionar cistitis incrustante alcalina.

Cuando la clínica del paciente hace preciso el tratamiento empírico inmediato (sin dar tiempo al antibiograma), como en casos de pielonefritis o urosepsis, suelen emplearse antibióticos de amplio espectro, como piperacilina-tazobactam, cefalosporinas de 3ª o 4ª generación o carbapenemas, también se emplean las fluoroquinolonas más modernas. En cualquier caso, es imperativa la corrección de cualquier anomalía urológica reversible. La duración del tratamiento de una ITU complicada no está establecida, si bien generalmente se recomiendan 7-14 días.

Las infecciones intraabdominales constituyen un grupo heterogéneo de cuadros clínicos, cuya etiología bacteriana es muy variada. Las infecciones no complicadas se limitan a un órgano o tejido (apéndice, divertículos, colédoco, etc.), mientras que las complicadas implican la extensión a varios órganos, con afectación del peritoneo, dando lugar a peritonitis localizadas (abscesos intraabdominales) o generalizadas (difusas). Su origen suele estar en perforaciones o inflamaciones de la pared intestinal, lo que determina la pluralidad de la flora patógena causante del cuadro, predominando las bacterias anaerobias. Se considera a las infecciones intraabdominales como la segunda causa de sepsis grave.

Las causas más comunes de peritonitis secundaria son apendicitis perforada, perforación de úlcera gástrica o duodenal, perforación del colon por diverticulitis, vólvulos o cáncer, retención o aprisonamiento (incarceración) del intestino delgado y perforación por trauma penetrante (arma de fuego o blanca). La pancreatitis necrotizante también puede estar asociada con peritonitis en caso que ocurra la infección del tejido necrótico. Menos frecuentes son las ocasionadas por patología biliar, enfermedad pélvica y procedimientos invasivos (poscirugía, posendoscopía). Los gérmenes más frecuentemente aislados son bacterias gram negativas (Escherichia coli en más de las dos terceras partes, seguido a mucha distancia de Klebsiella spp y Pseudomonas aeruginosa); gram positivos (Streptococcus spp, 30-40%, Enterococcus spp 20-25%) y anaerobios (Bacteroides fragilis >70%).

Los cocos gram positivos son frecuentemente hallados en cuadros de peritonitis, tanto en aquellas asociadas a síndrome nefrótico y lupus eritematoso – donde predomina Streptococcus pneumoniae – como en aquellas otras que complican la diálisis peritoneal, en las que prácticamente la mitad de los casos están provocadas por Staphylococcus aureus, o en las peritonitis secundarias y en abscesos intraabdominales, donde se puede detectar frecuentemente a Enterococcus faecalis, generalmente formando parte de una flora mixta aerobia/anaerobia. También los enterococos son el agente etiológico de algunos casos de colangitis y hasta un 20% de los casos de infecciones ascíticas en los pacientes con cirrosis se relacionan con cocos gram positivos.

La denominada peritonitis terciaria es la que persiste después de 48 horas de un adecuado manejo de la peritonitis primaria o secundaria. Por lo general son pacientes posquirúrgicos que ya recibieron antibióticos, están inmunodeprimidos y reciben nutrición parenteral. También puede asociarse o producirse a causa de un absceso peritoneal y más del 90% presenta ascitis. Más del 50% de estos pacientes ingresan a UCI con sepsis grave y presentan una tasa de mortalidad que puede superar el 30%. Suelen estar provocadas por enterobacterias multirresistentes (com betalactamasas de expectro extrendido, BLEE), anaerobios, enterococos, P. aeruginosa, S. aureus y Cándida spp.

La colecistitis aguda se relaciona a la presencia de cálculos biliares en más del 90% de casos. El retardo del tratamiento adecuado puede llevar a complicaciones graves en la vesícula, como la gangrena, el empiema o la perforación; además de la colangitis, la pancreatitis aguda, el íleo biliar y las fístulas biliares. Por su parte, la colangitis aguda es una infección del árbol biliar que, por lo general, se presenta en un paciente que ya presenta una patología biliar previar, como litiasis o cáncer. El cuadro evoluciona rápidamente al estado de sepsis grave (disfunción orgánica, hipotensión) y tiene una alta mortalidad, principalmente en la población anciana.

La incorporación de nuevos antibióticos susceptibles de actuar sobre cepas multirresistentes es una necesidad derivada de todo lo indicado anteriormente. En los últimos años, se han comercializado en España algunos antibióticos activos frente a algunas de esas bacterias, como los glucopéptidos teicoplanina y dalbavancina o las oxazolidinonas linezolid y tedizolid, que están ayudando a controlar terapéuticamente el creciente espectro de patógenos resistentes. También la tetraciclina tigeciclina ha obtenido en pacientes con infecciones graves intraabdominales tasas altas de respuesta clínica y microbiológica, equiparables a las obtenidas con imipenem, meropenem y doripenem. Es habitual, por otro lado, la combinación con agentes específicos frente a anaerobios, particularmente metronidazol.

ACCIÓN Y MECANISMO

La combinación de ceftolozano/tazobactam está formada por un antibiótico del grupo de los betalactámicos y, en concreto, de las cefalosporinas (ceftolozano), y por un inhibidor de betalactamasas (tazobactam) para ampliar el espectro y la potencia antibacteriana. El antibiótico actúa uniéndose a PBP (proteínas de unión a penicilinas), con función fundamentalmente de transpeptidasa y endopeptidasa, que provoca un bloqueo de los procesos de síntesis y reparación de la pared bacteriana, lo que se traduce en que la célula bacteriana puede crecer en forma de filamento o esferoblasto, con el resultado de la lisis celular al no poder mantener la presión osmótica adecuada. También se ha sugerido que este efecto podría estar relacionado con la activación de endolisinas bacterianas.

La combinación tiene un espectro antibacteriano relativamente amplio, aunque con una acción más marcada sobre gram negativos; ha demostrado ser activa en clínica frente Enterobacter cloacae, Escherichia coli, Klebsiella oxytoca, Klebsiella pneumoniae, Proteus mirabilis, Pseudomonas aeruginosa, Streptococcus anginosus, Streptococcus constellatus, Streptococcus salivarius y Bacteroides fragilis. Por el contrario, no es activafrente a Staphylococcus aureus, Enterococcus faecalis y Enterococcus faecium. También ha mostrado actividad significativa in vitro frente a Acinetobacer baumananii, Burkholderia cepacia, Citrobacter spp., Enterobacter aerogenes, Haemophillus influenzae, Moraxella catarrhalis, Morganela morganii, Pantoea agglomerans, Providencia spp., Serratia spp., Streptococcus agalactiae, St. intermedius, St. pyogenes, St. pneumoniae, Fusobacterium spp. y Prevotella spp.

El tazobactam es un inhibidor de diversos tipos de betalactamasas producidas por bacterias patógenas, en particular aquellas pertenecientes a los grupos SHV-1 y TEM.

Ha sido autorizada para el tratamiento de infecciones intraabdominales complicadas, pielonefritis aguda e infecciones del tracto urinario complicadas.

Los mecanismos de resistencia bacteriana a la combinación ceftolozano/tazobactam incluyen la producción de betalactamasas que pueden hidrolizar a ceftolozano y que no son inhibidas por tazobactam, modificación de las proteínas de unión a las penicilinas, carbapenemasas de serina (como las de Klebsiella pneumoniae, KPC), metalo-betalactamasas (como la New Delhi, DM) y betalactamasas clase D de Ambler (OXA-carbapenemasas).

ASPECTOS MOLECULARES

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La combinación está en una proporción de 2:1 entre sus componentes (1000 mg de ceftolozano y 500 mg de tazobactam). Por lo que respecta al componente cefalosporínico (ceftolozano), presenta una gran relación estructural con otras aminotiazolilcefalosporinas, especialmente la cefepima y la ceftazidima, ambas de muy amplio espectro antibacteriano, aunque en términos estrictamente químicos, el ceftolozano incluye un anillo de tiadiazol, un isóstero del aminotiazol.

La presencia en ceftolozano, cefepima y ceftazidima de una sal interna, ion bipolar o zwiterion, formada por el átomo de nitrógeno cuaternario (N+) y el grupo carboxilato (COO), confiere unas propiedades químicas especiales que impone a este tipo de cefalosporinas algunas características que las diferencia del resto de cefalosporinas, al proporcionarlas una gran capacidad para atravesar los canales porínicos de las bacterias gram negativas, alcanzando altas concentraciones en el espacio periplásmico y potenciando de esta manera su actividad antibacteriana. Esta rapidez de penetración posiblemente se debe a que los aniones fijos no pueden ejercer en el periplasma ningún efecto de bloqueo sobre compuestos iónicos bipolares de este tipo. Por otro lado, las características hidrofílicas que tienes estas moléculas, facilitan su rápida difusión por el espacio periplásmico. Todo ello es particularmente importante en el caso de Pseudomonas aeruginosa, bacteria sobre la que tanto ceftolozano, como cefepima y ceftazidima ejercen un potente efecto bactericida.

Por su parte, el tazobactam es un análogo sintético con núcleo penicilánico que carece de agrupamientos laterales en el anillo betalactámico. Está estrechamente relacionado con otros inhibidores de betalactamasas, como el ácido clavulánico y, en especial, el sulbactam, aunque es más potente como inhibidor. La presencia de una sal de amonio cuaternario.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas de la combinación ceftolozano/tazobactam han sido adecuadamente contrastadas en las dos indicaciones autorizadas mediante sendos ensayos clínicos de fase 3 (confirmatorios de eficacia y seguridad), aleatorizados, multicéntricos, doblemente ciegos, doblemente enmascarados y controlados con comparadores activos, realizados en pacientes adultos hospitalizados.

En el caso de los pacientes con infecciones del tracto urinario complicadas (ITUc) o pielonefritis, los pacientes debían presentar piuria y al menos otros dos síntomas entre los siguientes: fiebre (>38º C), dolor costal o suprapúbico (este último solo para las ITUc), sensibilidad en la zona costovertebral o suprapúbica, náuseas o vómitos, disuria, incontinencia urinaria (solo para las ITUc); asimismo, en el caso específico de los pacientes con ITUc, los pacientes debía presentar al menos uno de los siguientes factores de riesgo: varones con historial clínico documentado de retención urinaria, retirada de catéter urinario planificada para antes de finalizar el tratamiento, uropatía obstructiva planificada para ser intervenida médica o quirúrgicamente antes del final del tratamiento o cualquier anomalía funcional o anatómica que dificultase de forma relevante la micción hasta el punto de mantener una cantidad de orina residual de al menos 100 ml.

Los pacientes recibieron ceftolozano/tazobactam de 1,5 g (1+0,5) cada 8 horas en infusión IV de una hora de duración, o una dosis diaria de 750 mg de levofloxacino en infusión IV de 1,5 horas de duración, durante un periodo de siete días, con posibilidad de incrementarlo dos días más en el caso de los pacientes sometidos a extracción de catéter, intervención sobre la vejiga o actuación sobre la obstrucción urinaria.

La variable primaria de eficacia utilizada fue la tasa combinada de curación clínica1 y de erradicación microbiológica2 en la población microbiológicamente evaluable (ME) una semana después de finalizar el tratamiento (visita de curación); como variables secundarias se determinaron las tasas de erradicación entre la población por intención de tratar (ITTm)3 en la visita de curación, así como las tasas de erradicación microbiológica al final del tratamiento.

Tabla 1. Estudios clínicos de fase 3 con ceftolozano/tazobactam controlados con comparadores activos

Indicación estudiada

Infección del tracto urinario complicada o pielonefritis

Infección intraabdominal complicada

Tratamientos comparados

Ceftlozano/Tazobactam, 1,5 g/8 h (IV)

Levofloxacino 750 mg/24 h (IV)

Ceftlozano/Tazobactam, 1,5 g + Metronidazol 0,5 g/8 h (IV

Meropenem 1,5 g/8 h (IV)

Pacientes aleatorizados

800 (ITTm); 714 (ME)

970 (ITT); 774 (CE)

Edad (mediana)

45 años (ME); 64 años (ITUc)

51 años (23% >65 años)

Sexo (% mujeres)

81% (ME)

Pielonefritis/ITUc (%)

82/18%

Origen de la infección: apéndice/tracto biliar/otros (%)

44/20/36%

Aclaramiento de creatinine (media)

98 ml/min (ME); 84 ml/min (ITUc)

Tasa combinada de curación clínica y erradicación microbiana (población ME)

Ceftlozano/Tazobactam: 76,9%

Levofloxacino: 68,4%

 

Tasa de curación clínica (Población CE)

 

Ceftlozano/Tazobactam/Metronidazol: 94,1% (ns)

Levofloxacino: 94,0% (ns)

Tasa de curación clínica (Población ITT)

 

Ceftlozano/Tazobactam/Metronidazol: 83,8% (ns)

Levofloxacino: 85,8% (ns)

Tasa de erradicación microbiolíogica (Población ME)

Ceftlozano/Tazobactam: 84,7%

Levofloxacino: 75,4%

 

Tasa de erradicación microbiolíogica (Población ME) en Pielonefritis

Ceftlozano/Tazobactam: 86,4% (ns)

Levofloxacino: 80,5% (ns)

 

Tasa de erradicación microbiolíogica (Población ME) en ITUc

Ceftlozano/Tazobactam: 76,7%

Levofloxacino: 53,0%

 

Referencia

CXA-cUTI-10-04-05 (Wagenlehner, 2015)

CXA-cIAI-10-08-09 (Solomkin, 2015)

Nota: Todas las diferencias en las variables observadas con los datos del ceftolozano/tazobactam y los del comparador fueron estadísticamente significativas, salvo aquellas notadas con (ns).

En el ensayo clínico en pacientes con infecciones intraabdominales complicadas (IAAc), estos debían presentar signos de infección sistémica y que requiriesen una intervención quirúrgica en las primeras 24 horas tras la primera dosis de antibiótico, por algunos de los siguientes diagnósticos (con signos y síntomas de infección intraperitoneal): colecistitis, enfermedad diverticular (con perforación o absceso), perforación de apéndice o absceso periapendicular, perforación aguda gástrica o duodenal, perforación traumática del intestino, peritonitis provocada por perforación de otro órgano o tras cirugía previa, perforación intestinal en pacientes con enfermedad intestinal inflamatoria o isquémica, o absceso intrabadominal (incluyendo absceso hepático o esplénico).

Los pacientes recibieron cada 8 horas 1,5 g de ceftolozano/tazobactam más 0,5 g de metronidazol o 1 g de meropenem, ambos en infusión IV de una hora de duración, durante un periodo de 4-10 días, con posibilidad de incrementarlo hasta un total de 14 días en pacientes con abscesos múltiples, peritonitis difusa, fracaso antibiótico previo o infección hospitalaria.

La variable primaria de eficacia utilizada fue la tasa de curación clínica en la población clínicamente evaluable (CE) en la visita de curación (24-32 días tras el inicio del tratamiento); como variable secundaria se determinó el mismo parámetro en la población por intención de tratar (ITTm), así como las tasas de erradicación microbiológica al final del tratamiento.

Desde el punto de vista de la seguridad, la combinación ceftolozano/tazobactam presenta un perfil toxicológico benigno, equiparable al de otros antibióticos betalactámicos, destacando por encima de todo los efectos adversos de naturaleza gastrointestinal, de intensidad leve a moderada. Los eventos adversos más comunes que aparecieron durante el tratamiento fueron náusea (5,2% vs. 3,7% globalmente con los dos comparadores); diarrea (3,9 vs. 4,7%), estreñimiento (3,0 vs. 2,2%), vómitos (2,2 vs. 2,5%), cefalea (4,2 vs. 3,4%), hipertensión (2,5 vs. 1,6%) e insmnio (2,4 vs. 2,4%).

Las respectivas frecuencias de eventos adversos emergentes durante el tratamiento fueron del 9,3 vs. 10,5%, mientras que las de eventos adversos graves (serios) fueron del 0,3 vs. 0,1%. Los porcentajes de pacientes que suspendieron el tratamiento por este motivo fueron del 0,6 vs. 1,0%.

ASPECTOS INNOVADORES

La combinación de ceftolozano/tazobactam está formada por un antibiótico del grupo de los betalactámicos y, en concreto, de las cefalosporinas (ceftolozano), y por un inhibidor de betalactamasas (tazobactam) para ampliar el espectro y la potencia antibacteriana. El antibiótico actúa uniéndose a PBP (proteínas de unión a penicilinas), con función fundamentalmente de transpeptidasa y endopeptidasa, que provoca un bloqueo de los procesos de síntesis y reparación de la pared bacteriana, lo que se traduce en que la célula bacteriana puede crecer en forma de filamento o esferoblasto, con el resultado de la lisis celular al no poder mantener la presión osmótica adecuada. También se ha sugerido que este efecto podría estar relacionado con la activación de endolisinas bacterianas.

La combinación tiene un espectro antibacteriano relativamente amplio, aunque con una acción más marcada sobre gram negativos; ha demostrado ser activa en clínica frente Enterobacter cloacae, Escherichia coli, Klebsiella oxytoca, Klebsiella pneumoniae, Proteus mirabilis, Pseudomonas aeruginosa, Streptococcus anginosus, Streptococcus constellatus, Streptococcus salivarius y Bacteroides fragilis. Por el contrario, no es activafrente a Staphylococcus aureus, Enterococcus faecalis y Enterococcus faecium. También ha mostrado actividad significativa in vitro frente a Acinetobacer baumananii, Burkholderia cepacia, Citrobacter spp., Enterobacter aerogenes, Haemophillus influenzae, Moraxella catarrhalis, Morganela morganii, Pantoea agglomerans, Providencia spp., Serratia spp., Streptococcus agalactiae, St. intermedius, St. pyogenes, St. pneumoniae, Fusobacterium spp. y Prevotella spp.

El tazobactam es un inhibidor de diversos tipos de betalactamasas producidas por bacterias patógenas, en particular aquellas pertenecientes a los grupos SHV-1 y TEM. Ha sido autorizada para el tratamiento de infecciones intraabdominales complicadas, pielonefritis aguda e infecciones del tracto urinario complicadas.

Los datos clínicos disponibles indican que la combinación presenta una eficacia similar a la del levofloxacino en infecciones del tracto urinario complicadas (ITUc) y pielonefritis, con tasas globales de eficacia clínica y microbiológica combinadas del 77% (ceftolozano/tazobactam) vs. 68% (levofloxacino) y de erradicación microbiológica 885 VS.75%), con diferencias estadísticamente significativas en ambos casos; sin embargo, no fue estadísticamente significativa la diferencia en erradicación microbiológica en pielonefritis (86 vs.81%). Los resultados también fueron similares al comparador (meropenem, en este caso) usando la asociación conjuntamente con metronidazol en pacientes con infecciones intraabdominales complicadas (IAc), con tasas de curación clínica del 94% en ambos brazos de tratamiento.

Sin embargo, como ha puesto de manifiesto la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, 2015)), estos ensayos clínicos adolecen de algunas debilidades. En el caso de las ITUc, el comparador utilizado (levofloxacino) no es considerado como el más adecuado, debido a la tasa relativamente elevada de cepas resistentes que hay en el ámbito hospitalario para este antibacteriano; por otro lado, la propia EMA recomienda estudiar por separado la eficacia y seguridad clínicas de los antibacterianos en ITUc y pielonefritis. Por otro lado, el ensayo clínico en IAc adolece de un exceso de cuadros infecciosos originados extrahospitalariamente, como es el caso de las localizadas en el apéndice (44% en el ensayo clínico), cuando la EMA recomienda en su guía de evaluación no más del 30%. En cualquier caso y a pesar de estas limitaciones, se considera que ceftolozano/tazobactam no es inferior ni clínica ni microbiológicamente a los comparadores utilizados.

Desde el punto de vista de la seguridad, la combinación manifiesta el característico perfil benigno de los antibacterianos betalactámicos, con infrecuentes y poco relevantes efectos adversos, fácilmente manejables en cualquier caso.

Según el Informe de Posicionamiento Terapéutico (AEMPS, 2016), se considera que ceftolozano/tazobactam es una alternativa terapéutica a las existentes como tratamiento empírico cuando exista sospecha clínica o una alta prevalencia local de infección por enterobacterias productoras de betalactamasas de espectro extendido (BLEE, como las CTX-M, SHV y TEM). Asimismo, constituye una alternativa en los casos en los que se demuestre una infección por ciertas cepas multirresistentes, incluyendo cepas multirresistentes de Pseudomonas aeruginosa.

Por su parte, la EMA concluye en su Informe Público de Evaluación (EPAR) que este medicamento combina una nueva cefalosporina con un veterano inhibidor de betalactamasas que presenta importantes limitaciones en su rango de inhibición; sin embargo, a dosis apropiadas, puede servir para proteger al ceftolozano de algunas betalactamasas de espectro extendido que, de otra manera, hidrolizaría al antibacteriano. Por otro lado, el ceftolozano puede tener alguna utilidad para tratar algunas cepas de Pseudomonas aeruginosa resistentes a otros antibacterianos, aunque en este caso el tazobactam no ejerce ningún papel relevante.

En definitiva, un buen antibiótico que amplía las opciones disponibles en el ámbito de las infecciones complicadas del tracto urinario e intraabdominales, pero que no aporta ningún elemento innovador farmacológico ni clínico.

VALORACIÓN

CEFTOLOZANO/TAZOBACTAM

ZERBAXA® (Merck Sharp Dohme)

Grupo Terapéutico (ATC): J01DI. ANTIINFECCIOSOS DE USO SISTÉMICO. Antibacterianos: otros betalactámicos

Indicaciones autorizadas: Tratamiento de infecciones intraabdominales complicadas, pielonefritis aguda e infecciones del tracto urinario complicadas.

sin INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas.

BIBLIOGRAFÍA

2Recuento de patógenos inferior a 1000 ufc (unidades formadoras de colonias) por ml.

3Análisis por intención de tratar modificado (ITTm): utilizando la población con un uropatógeno válido al inicio.

Olaparib ▼Lynparza® (AstraZeneca) en cáncer de ovario, cáncer de trompa de Falopio y cáncer de peritoneo

Resumen

El olaparabib es un agente antineoplásico que actúa como inhibidor de varios isoenzimas (1, 2 y 3) de la familia de las PARP (poli-ADP-ribosa polimerasas), implicadas en los mecanismos de reparación del ADN, tanto en células normales como neoplásicas. El olaparib actúa selectivamente sobre líneas celulares con BRCA mutante o con baja expresión BRCA, especialmente con respecto al BRCA2. Ha sido autorizado como medicamento huérfano para la monoterapia para el tratamiento de mantenimiento de pacientes adultas con cáncer de ovario epitelial seroso de alto grado, trompa de Falopio, o peritoneal primario, con mutación BRCA (germinal y/o somática), sensible a platino, en recaída, que están en respuesta (respuesta completa o parcial) a quimioterapia basada en platino. Los datos clínicos disponibles indican que el medicamento es capaz de prolongar significativamente 3,6 meses la supervivencia de las pacientes en ausencia de progresión tumoral con relación al placebo, periodo que llega a los 6,9 meses en el caso de aquellas con estatus BRCA mutante.

 

ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS

El carcinoma de ovario ocupa el quinto lugar entre las neoplasias que afectan a la mujer y constituyó en 2015 el 3,7% de los nuevos diagnósticos de cáncer en las mujeres españolas (con una estimación de 3.395 casos), en línea con la prevalencia europea (4,0%) y mundial (3,6%); asimismo, la mortalidad prevista para 2015 por este motivo es del 4,8% en España, 5,4% en la Unión Europea y 4,3% a nivel mundial (IARC, 2012). Estos porcentajes indican claramente que el cáncer de ovarios es una forma relativamente común de cáncer en la mujer y que su mortalidad es significativa. En este sentido, se estima que el riesgo de desarrollar cáncer de ovario a lo largo de la vida es de un 1,8%. Dicho riesgo aumenta a partir de la quinta década, con un máximo en la octava. La supervivencia global a los 5 años tras el diagnóstico se sitúa en Europa en un 44%, que se reduce al 27% para las pacientes diagnosticadas con fases avanzadas (Siegel, 2014).

Debido a la localización pélvica de los ovarios, su principal vía de extensión es a las estructuras pélvicas adyacentes. El desprendimiento de células neoplásicas a la cavidad peritoneal da lugar a su diseminación peritoneal, muy frecuente, con extensión de los implantes por toda la cavidad abdominal. Por vía linfática se puede diseminar a los ganglios retroperitoneales e iliacos y, finalmente, menos frecuentemente y en estadios avanzados, se puede extender por vía hematógena a hígado, pulmón, hueso y cerebro. Más de un 75% de los casos se diagnostica en estadios avanzados y, a pesar de la mejora en los tratamientos, la mayoría de las pacientes recaerán, convirtiéndose en una enfermedad incurable en el 50-60% de los casos.

Aproximadamente el 90% de los tumores primarios malignos del ovario son de origen epitelial (carcinomas) y derivan del epitelio de superficie del ovario, específicamente de quistes de inclusión. Los tumores no epiteliales constituyen menos del 10% de los tumores ováricos y, entre ellos, pueden citarse a los tumores de los cordones sexuales y los tumores de células germinales (Martínez Jáñez, 2011).

El carcinoma epitelial de ovario es una enfermedad heterogénea, en la que los distintos subtipos histológicos representan en realidad enfermedades diferentes desde el punto de vista clínico, histopatológico y molecular. Estas diferencias se han tratado de englobar en dos amplias categorías: los tumores tipo I y los tumores tipo II, grupos que hacen referencia a las vías tumorigénicas y no a la histopatología. Los tumores epiteliales de ovario más comunes (70%) son de tipo seroso papilar, seguidos de los endometrioides (20%), los de células claras (5%) y los mucinoides (2%); los de Brenner (células transicionales y el carcinosarcoma (tumor maligno mülleriano mixto) son raros.

Los síntomas iniciales son vagos e inespecíficos y comunes a muchos otros procesos, lo que dificulta su diagnóstico, que se suele hacer en estadios avanzados. Los síntomas que se presentan con mayor frecuencia y gravedad son: dolor abdominal, distensión abdominal, estreñimiento, pesadez pospandrial, sangrado vaginal, alteraciones de la menstruación, dispareunia, astenia, anorexia, náuseas, dolor de espalda o polaquiuria. En la exploración física es común la palpación de una masa pélvica y la presencia de ascitis en la enfermedad avanzada.

Figura_1_fmt

Se han identificado diversos factores de riesgo asociados al desarrollo del carcinoma de ovario, como la raza blanca, la nuliparidad, la infertilidad, la menarquia precoz y la menopausia tardía, el uso de terapia hormonal sustitutiva y factores ambientales como el talco y el tabaco, la endometriosis y la obesidad. Además, existen factores genéticos responsables de un 10-15% de los carcinomas de ovario; alrededor del 75% de estas familias tiene el síndrome de cáncer de mama y ovario familiar, con pérdida de la función de los genes supresores de tumores BRCA-1 y BRCA-2, involucrados en la reparación del ADN. El síndrome de cáncer de colon hereditario no polipósico (HNPCC, síndrome de Lynch tipo II) es responsable del 10-15% del resto de los casos de carcinomas de ovario hereditarios y está asociado a una mutación en los genes MSH-2, MLH-1 o MSH-6, por la que además de incrementar el riesgo de cáncer de colon o de endometrio, aumenta el riesgo de carcinoma de ovario.

Por su parte, entre los factores protectores se han descrito la paridad, el uso de anticonceptivos orales, la lactancia materna y la realización de histerectomía y ligadura de trompas.

Los principales factores pronósticos son la edad, el estadio tumoral, el volumen residual del tumor tras la cirugía, el subtipo histológico y el grado y los niveles de CA-125 (una glucopreoteína). El subtipo histológico de células claras y el mucinoso son los de peor pronóstico; por su parte, el endometrioide presenta mejor pronóstico que el seroso. El grado histológico es de particular importancia en las pacientes con estadios iniciales, ya que en aquellos con estadio I pobremente diferenciado tienen peor supervivencia. La mutación de los genes BRCA1 y 2 son un factor pronóstico favorable, incrementando la supervivencia libre de progresión tumoral y la supervivencia global de forma significativa.

La cirugía es el abordaje terapéutico inicial del carcinoma de ovario. Se inicia con una laparotomía reglada, diagnóstica, de estadiaje y terapéutica. La quimioterapia adyuvante es el tratamiento aplicado tras la intervención quirúrgica, que se administra en ausencia de enfermedad detectable, con el objetivo de eliminar la enfermedad microscópica y disminuir significativamente las tasas de recaída de la enfermedad, salvo en los pacientes con estadio IA o IB, en los que la supervivencia a los 5 años es de un 90%; por el contrario, para pacientes con grado III, estadio IC o histología de células claras, el riesgo de recaída es de un 20-30% y estaría indicado un tratamiento de quimioterapia tras la cirugía. Actualmente, el esquema de tratamiento estándar en los estadios iniciales del cáncer de ovario se basa en la asociación de paclitaxel (o docetaxel) y carboplatino.

El objetivo de la cirugía en estadios avanzados del cáncer de ovario es conseguir la reducción máxima de la masa tumoral, eliminándola macroscópicamente por completo o dejando una mínima porción de la misma. Si existe enfermedad voluminosa o el estado físico de la paciente es malo, se opta por la quimioterapia neoadyuvante, consistente en la administración previa de la quimioterapia a la cirugía, con el objetivo de poder realizar posteriormente, en pacientes respondedores, una cirugía citorreductora de máximo esfuerzo. Además, en pacientes con mal estado general, se reducen las complicaciones quirúrgicas y la dificultad de la cirugía. La quimioterapia neoadyuvante no debe aplicarse más allá de 3-4 ciclos, puesto que cada ciclo adicional restaría supervivencia. Por ello, la quimioterapia neoadyuvante se reserva para pacientes con mal estado general o en los que se prevea que la obtención de una citorredución óptima no va a ser posible por la extensión de la enfermedad.

El esquema actual de tratamiento es la aplicación de 6 u 8 ciclos de paclitaxel más carboplatino, tras los que se pueden alcanzar medianas de supervivencia libre de progresión de hasta 20 meses y medianas de supervivencia global de hasta 57 meses en pacientes en las que se ha conseguido una citorredución óptima. Sin embargo, pese a todos estos tratamientos, el 70% de las pacientes presentará una recaída.

La justificación para el uso de la quimioterapia intraperitoneal la constituye el hecho de que el carcinoma de ovario se disemina fundamentalmente por siembra peritoneal a toda la cavidad abdominal. Con ella, se consigue una mayor concentración de los fármacos en la cavidad abdominal, aunque la penetración en el tejido tumoral puede ser limitada, por lo que el escenario para su administración es únicamente en pacientes en las que se haya conseguido una citorredución óptima, con enfermedad residual menor de 1 cm. Los principales inconvenientes son la posible compartimentación de la cavidad abdominal, su toxicidad y las potenciales complicaciones asociadas al catéter intraperitoneal, necesario para su administración.

Pese a la aplicación de los mejores tratamientos disponibles, la mayoría de las pacientes con estadio III recaerán. El objetivo de la quimioterapia en este caso es aumentar la calidad de vida, controlar los síntomas y aumentar la supervivencia libre de enfermedad y supervivencia global. En este sentido, el factor más importante a considerar es el tiempo transcurrido desde la última administración de platino, que condicionará la respuesta a ulteriores tratamientos. De acuerdo con este criterio, se han establecido varias categorías: enfermedad refractaria a platino (progresión durante o en las 4 últimas semanas tras la finalización del platino), resistente (progresión en menos de 6 meses), parcialmente sensible (entre 6 y 12 meses) y sensible (recaída tras más de 12 meses de la última dosis de platino).

En los pacientes sensibles a platino, la opción más adecuada es el retratamiento con un platino asociado a placlitaxel, DLP (doxorrubicina liposomal pegilada) o gemcitabina. En la enfermedad parcialmente sensible a platino, se pueden aplicar estos mismos esquemas, aunque aumentar el intervalo libre de platino puede hacer que la paciente se vuelva más sensible a un retratamiento con platino y la respuesta sea mayor. Otros estudios han mostrado que la combinación de trabectedina más DLP ofrece ventajas en este subgrupo, aumentando la supervivencia global en comparación con DLP sola.

El pronóstico de las pacientes con enfermedad resistente y refractaria a platino es malo. Presentan una limitada respuesta a la quimioterapia y los tratamientos disponibles hasta ahora ofrecen porcentajes de respuesta del 10 al 15%. Se utilizan DLP, topotecán, trabectedina, paclitaxel o docetaxel, y gemcitabina. Otros tratamientos consisten en el bevacizumab, un agente anticuerpo monoclonal antiangiogénico que bloquea todas las isoformas del VEGF (Factor de crecimiento endotelial vascular), que está sobreexpresado frecuentemente en el carcinoma de ovario y se asocia con progresión de la enfermedad, formación de ascitis y peor pronóstico. Se han registrado tasas de respuesta de hasta un 17% en monoterapia en pacientes politratadas y resultados aún mejores en combinación con quimioterapia (paclitaxel y carboplatino) en líneas avanzadas.

Una posible diana farmacológica potencialmente útil es esta indicación es la denominada PARP (poli ADP-ribosa polimerasas), una familia de enzimas implicada en la reparación de la cadena simple del ADN, tanto en células normales como neoplásicas. En las células normales existe un mecanismo alternativo para reparar el ADN que requiere la intervención de dos proteínas, BRCA1 y BRCA2, facilitando la vía de la recombinación homóloga. En el carcinoma de ovario hereditario, los genes BRCA1 y BRCA2 están mutados; sin embargo, en el carcinoma de ovario esporádico, se postula que puede existir también algún tipo de disfunción de esta vía, aunque no se encuentre la mutación. Por ello, la utilización de inhibidores de PARP podría hacer a las células más quimiosensibles, por el hecho de que todos sus sistemas de reparación del ADN estarían bloqueados. Este ha sido el origen de los inhibidores de PARP, entre los que cabe citar el iniparib y el olaparib.

ACCIÓN Y MECANISMO

El olaparabib es un agente antineoplásico que actúa como inhibidor de varios isoenzimas (1, 2 y 3) de la familia de las PARP (poli-ADP-ribosa polimerasas), implicadas en los mecanismos de reparación del ADN, tanto en células normales como neoplásicas. Ha sido autorizado para la monoterapia para el tratamiento de mantenimiento de pacientes adultas con cáncer de ovario epitelial seroso de alto grado, trompa de Falopio, o peritoneal primario, con mutación BRCA (germinal y/o somática), sensible a platino, en recaída, que están en respuesta (respuesta completa o parcial) a quimioterapia basada en platino.

Las PARP – Poly (ADP-ribose) Polymerases, en inglés – constituyen una amplia familia de proteínas implicadas en un gran número de procesos celulares, pero fundamentalmente en los procesos de reparación del ADN y de muerte programada (apoptosis) de la célula. La importancia de este mecanismo de reparación del ADN en el tratamiento de determinadas formas de cáncer viene determinado por el hecho de que las células sanas (no malignas) disponen de otros mecanismos alternativos a dichos mecanismos reparadores, pero algunos tipos tumorales presentan tales mecanismos alternativos deteriorados o inactivados, lo que impide que los daños del ADN puedan ser subsanados y ello conduce al deterioro y a la muerte celular al activarse los mecanismos de apoptosis.

Uno de los mecanismos alternativos a las PARP consiste en la intervención de dos proteínas, BRCA1 y BRCA2. Cuando uno de estos genes tiene una mutación, el daño al ADN no puede repararse adecuadamente y, como resultado, las células tienen más probabilidad de presentar alteraciones genéticas adicionales que pueden conducir al cáncer. En torno al 40% de las mujeres que heredan una mutación dañina del BRCA1 y 15% de las que heredan una mutación dañina del BRCA2 padecerán cáncer de ovario a lo largo de su vida; las mutaciones conjuntas en el BRCA1 y en el BRCA2 están presentes en cerca del 15% de los cánceres de ovarios en general.

En el carcinoma de ovario hereditario, los genes BRCA1 y BRCA2 están mutados; adicionalmente, se postula que también en el carcinoma de ovario esporádico puede existir algún tipo de disfunción de esta vía, aunque no se encuentre la mutación específica.

El olaparib actúa selectivamente sobre líneas celulares con BRCA mutante o con baja expresión BRCA, especialmente con respecto al BRCA2. Por ello, se espera que el fármaco tenga efectos mínimos sobre las células normales (sin mutaciones o heterocigóticas para BRCA1 o BRCA2). El olaparib ha demostrado carecer de efectos significativos a concentraciones terapéuticas (<10 µM) sobre un amplio panel de potenciales dianas farmacológicas, incluyendo enzimas, receptores, transportadores y canales iónicos, al margen de su actividad sobre las PARP.

ASPECTOS MOLECULARES

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El olaparib es el primer miembro de la serie de inhibidores de las PARP que ha sido comercializado. Inicialmente, se investigó también al iniparib, pero su investigación fue detenida por la compañía titular (Sanofi) en 2013, debido a sus resultados clínicos insatisfactorios.

Aunque farmacológicamente el olaparib tiene un mecanismo de acción diferente del de los demás antineoplásicos actualmente utilizados, en términos estructurales guarda un inequívoco paralelismo químico con la serie de los inhibidores de tirosina cinasas (“inib”), particularmente con el gefitinib y otros como vandetanib, afatinib, lapatinib o erlotinib; todos ellos tienen un núcleo quinazolínico, mientras que en el caso del olaparib es ftalazínico. Igualmente, el olaparib lleva ligado un resto bencílico, que es de fenilamina en los inhibidores de tirosina cinasas, con la presencia de un átomo de flúor. Este paralelismo estructural, al menos en una parte de la molécula, sugiere que el mecanismo de bloqueo inhibitorio de las enzimas diana es similar, aunque las diferencias en el resto de la molécula sea el determinante de la especificidad del sustrato que, en el caso de los “inib” son diversas tirosina cinasas mientras que son las PARP con los “parib”.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del olaparib han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones autorizadas mediante un ensayo clínico principal de fase II (información de la eficacia y ampliación de datos de seguridad), aleatorizado, multicéntricos, doblemente ciego, multicéntrico (82), multinacional (16 países, de Europa, América del Norte y Australia) y controlado con placebo.

Los criterios de inclusión fueron el diagnóstico histológico de cáncer de ovario seroso, incluyendo cáncer peritoneal primario y cáncer de trompa de Falopio, haber completado al menos dos regímenes de quimioterapia con complejos de platino; los pacientes debían presentar una recaída platino-sensible (ausencia de progresión tumoral durante al menos seis meses tras la última dosis de platino) y en con último régimen de platino debían haber experimentado una respuesta, al menos, parcial. La pauta posológica fue de 400 mg/12 h de olaparib (oral) de forma continua (en ciclos de 28 días), manteniéndose el tratamiento hasta la detección de progresión tumoral.

La variable primaria de eficacia utilizada fue la supervivencia en ausencia (libre) de progresión tumoral, definida como el periodo de tiempo transcurrido desde la inclusión aleatoria en el grupo de tratamiento hasta la aparición de algún dato objetivo sugerente de progresión tumoral. Como variables secundarias de eficacia se utilizaron la supervivencia global (tiempo desde aleatorización hasta muerte por cualquier causa), mejor respuesta global (respuesta tumoral completa o parcial, estabilización, etc.), tasa de control tumoral (porcentaje de pacientes con respuesta objetiva en la primera visita o estabilización tumoral durante al menos 23 semanas), variación del tamaño tumoral y algunos otras. Las características antropométricas, fisiopatológicas y terapéuticas, así como los resultados del ensayo clínico están recopilados en la tabla 1.

Tabla 1. Estudio clínico de fase 2 con olaparib controlado

con placebo

Pacientes aleatorizados

245

Edad (mediana)

58,5 años

(70% <65 años)

Raza (% blancos)

97%

Tumor primario (ovario)

86,0%

Tumor primario (peritoneo)

11,4%

Tumor primario (trompa de Falopio)

2,6%

Tumor poco o nada diferenciado

72%

Tiempo transcurrido desde la progresión tumoral más reciente (mediana)

191 días

Tiempo transcurrido desde el último régimen con platino (mediana)

40 días

% Pacientes con 2-3 regímenes qumioterápicos previos

74%

% Pacientes con ≥4 regímenes qumioterápicos previos

26%

% Pacientes con 2-3 regímenes qumioterápicos CON PLATINO previos

86%

% Pacientes con ≥4 regímenes qumioterápicos CON PLATINO previos

14%

% Pacientes con terapia hormonal o inmunológica previa

13,2%

% Pacientes con radioterapia previa

6,8%

BRCA con estatus mutante

36%

BRCA con estatus desconocido

22%

Supervivencia libre de progresión tumoral (mediana)

Olaparib: 8,4 meses

Placebo: 4,8 meses

Supervivencia libre de progresión tumoral (mediana), en pacientes con BRCA mutante

Olaparib: 11,2 meses

Placebo: 4,3 meses

Supervivencia global (mediana)

Olaparib: 29,8 meses (ns)

Placebo: 27,8 meses (ns)

Supervivencia global (mediana), en pacientes con BRCA mutante

Olaparib: 34,9 meses (ns)

Placebo: 31,9 meses (ns)

Tasa de control tumoral a las 24 semanas (% pacientes)

Olaparib: 53,7%

Placebo: 25,6%

% Pacientes con respuesta completa o parcial confirmada

Olaparib: 12,0%

Placebo: 4,2%

Variación del tamaño tumoral (%) a las 24 semanas

Olaparib: -0,8%

Placebo: +26,4%

Tiempo transcurrido (mediana) hasta el inicio de un tratamiento posterior o muerte

Olaparib: 13,4 meses

Placebo: 6,7 meses

Tiempo transcurrido (mediana) hasta el inicio de un tratamiento posterior o muerte, en pacientes con BRCA mutante

Olaparib: 15,6 meses

Placebo: 6,2 meses

Referencia

Ledermann, 2014

Todas las diferencias en los valores de las variables obtenidos con olaparib y con placebo fueron estadísticamente significativas, salvo aquellas notadas con (ns).

Desde el punto de vista de la seguridad, destacan por encima de todo los eventos adversos de naturaleza gastrointestinal y hematológica, siendo los más comunes náusea (71% con olaparib vs. 36% con placebo), fatiga (52 vs. 39%), vómitos (35 vs. 14%), diarrea (27 vs. 24%), dolor abdominal (25 vs. 27%), anemia (21 vs. 5,5%), estreñimiento (21 vs. 11%), cefalea (21 vs. 13%), dolor epigástrico (18 vs. 8,6%), tos (18 vs. 10%), dispepsia (18 vs. 8,6%), artralgia (18 vs. 14%), dolor de espalda (17 vs. 11%), disgeusia (16 vs. 6,3%), nasofaringitis (15 vs. 11%), astenia (14 vs. 9,4%), mareos (14 vs. 7,0%), distensión abdominal (13 vs. 8,6%), disnea (13 vs. 6,3%) e infección del tracto respiratorio superior (13 vs. 6,3%).

Las respectivas frecuencias de eventos adversos de grado 3 o superior (severos) emergentes durante el tratamiento fue del 41,2% (olaparib) vs. 21,9% (placebo) y, en el caso de los pacientes con estatus BRCA mutante fue del 39,2 vs. 17,7%. En este sentido, los más frecuentes fueron anemia (11% en todos los pacientes tratados con olaparib y 13% específicamente aquellos con estatus BRCA mutante), leucopenia (2,7 y 3,5%), neutropenia (2,9 y 3,3%), dolor abdominal (3,3 y 4,0%), obstrucción intestinal (2,0 y 3,3%), vómitos (3,3 y 4,0%) y fatiga (7,1 y 7,3%).

La incidencia de eventos adversos graves (serios) fue del 18,4 v. 8,6% en el conjunto de todos los pacientes y del 21,6 vs. 9,7% con BRCA mutante. Finalmente, los porcentajes de pacientes que suspendieron el tratamiento por este motivo fueron del 4,4 vs. 1,6% en general y 6,8 vs, 0% en aquellos con BRCA mutante.

ASPECTOS INNOVADORES

El olaparabib es un agente antineoplásico que actúa como inhibidor de varios isoenzimas (1, 2 y 3) de la familia de las PARP (poli-ADP-ribosa polimerasas), implicadas en los mecanismos de reparación del ADN, tanto en células normales como neoplásicas. Uno de los mecanismos alternativos a las PARP consiste en la intervención de dos proteínas, BRCA1 y BRCA2. Cuando uno de estos genes tiene una mutación, el daño al ADN no puede repararse adecuadamente y, como resultado, las células tienen más probabilidad de presentar alteraciones genéticas adicionales que pueden conducir al cáncer. En torno al 40% de las mujeres que heredan una mutación dañina del BRCA1 y 15% de las que heredan una mutación dañina del BRCA2 padecerán cáncer de ovario a lo largo de su vida; las mutaciones conjuntas en el BRCA1 y en el BRCA2 están presentes en cerca del 15% de los cánceres de ovarios en general. En este sentido, en el carcinoma de ovario hereditario, los genes BRCA1 y BRCA2 están mutados, aunque se postula que también en el carcinoma de ovario esporádico puede existir algún tipo de disfunción de esta vía. El olaparib actúa selectivamente sobre líneas celulares con BRCA mutante o con baja expresión BRCA, especialmente con respecto al BRCA2.

El olaparib ha sido autorizado como medicamento huérfano para la monoterapia para el tratamiento de mantenimiento de pacientes adultas con cáncer de ovario epitelial seroso de alto grado, trompa de Falopio, o peritoneal primario, con mutación BRCA (germinal y/o somática), sensible a platino, en recaída, que están en respuesta (respuesta completa o parcial) a quimioterapia basada en platino.

Los datos clínicos procedentes del principal ensayo clínico (de fase II, todavía en curso) indican que el medicamento es capaz de prolongar significativamente 3,6 meses la supervivencia de las pacientes en ausencia de progresión tumoral con relación al placebo, periodo que llega a los 6,9 meses en el caso de aquellas con estatus BRCA mutante. Asimismo, también se ha comprobado la superioridad frente al placebo en otras variables secundarias de eficacia, como la tasa de control tumoral a las 24 semanas (53,7 vs. 25,6%), porcentaje de pacientes con respuesta completa o parcial confirmada (12,0 vs. 4,2%) o la variación del tamaño tumoral a las 24 semanas (-0,8 vs. +26,4%). Con los datos actualmente disponibles, no se ha encontrado ningún incremento (ni reducción) de la supervivencia global, esperando que esta cuestión quede definitivamente establecida con la finalización del estudio (a mediados de 2017).

El análisis conjunto de estos datos con los correspondientes a otros estudios de fase II (Matulonis, 2016) indican unas tasas de respuesta objetiva global del 36% (IC95% 30 a 42) y del 31% (IC95% 25 a 38) entre aquellas pacientes que habían recibido tres o más tratamiento quimioterápicos, con una duración media de la respuesta de 7,4 y 7,8 meses, respectivamente.

Los eventos adversos asociados al tratamiento son muy frecuentes, aunque generalmente de bajo grado y manejables clínicamente; destacan por encima de todo los eventos adversos de naturaleza gastrointestinal y hematológica. Los eventos adversos de grado 3 o superior (severos) más comunes son anemia, leucopenia, neutropenia, dolor abdominal, obstrucción intestinal, vómitos y fatiga.

Actualmente, existe alguna alternativa (aunque no específica para los tumores BRCA mutantes), como el bevacizumab asociado a carboplatino y gemcitabina, con datos de supervivencia libre de progresión tumoral 4 meses mayores que con placebo y sin afectar aparentemente a la supervivencia global. Estos datos están en la misa línea que los obtenidos con olaparib, aunque – como siempre – hay que tener presente que estas comparaciones indirectas carecen de rigor, tanto cualitativa como cuantitativamente. En cualquier caso, según el Informe de Posicionamiento Terapéutico (AEMPS, 2016), puede considerarse a este nuevo medicamento – hasta disponer de los datos finales del estudio en fase III actualmente en curso – como tratamiento de elección en pacientes que cumplan todos los siguientes criterios: recaída de un cáncer de ovario, trompa de Falopio o primario peritoneal que se haya producido más de 6 meses después de la finalización del penúltimo tratamiento con platino; respuesta al tratamiento con platino realizado para la última recaída; al menos dos terapias con platino (incluyéndose la inicial y la de la última recaída); mutación en BRCA 1 y/o BRCA 2 (germinal o somática).

Quedan muchas cuestiones por resolver, incluyendo la disponibilidad efectiva y generalizada de los sistemas de análisis del estatus BRCA y la optimización de la indicación (mantenimiento o recaída tumoral). Además, es preciso conocer más acerca de los posibles efectos a medio y largo plazo, particularmente sobre el riesgo de mielodisplasia y de leucemia mieloide aguda, para lo que también se esperan los resultados del estudio en fase III en curso (McLachlan, 2016).

En definitiva, un fármaco que aporta un nuevo e interesante mecanismo de acción antineoplásico ligado a marcadores tumorales muy específicos, lo que amplía el abanico de opciones terapéuticas disponibles, aunque con resultados clínicos muy modestos y con un margen importante de incertidumbre. Con todo, este mecanismo podría tener implicaciones sustanciales en diversos tumores sólidos, como mama, estómago y páncreas (Bornstein, 2016).

VALORACIÓN

OLAPARIB

5822

LYNPARZA® (AstraZeneca)

Grupo Terapéutico (ATC): L01XX. AGENTES ANTINEOPLÁSICOS E INMUNOMODULADORES. Otros

Indicaciones autorizadas: Monoterapia para el tratamiento de mantenimiento de pacientes adultas con cáncer de ovario epitelial seroso de alto grado, trompa de Falopio, o peritoneal primario, con mutación BRCA (germinal y/o somática), sensible a platino, en recaída, que están en respuesta (respuesta completa o parcial) a quimioterapia basada en platino.

INNOVACIÓN moderada. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar

Novedad clínica: Mejora la eficacia clínica con relación al tratamiento estándar.

Novedad molecular: Incorpora un mecanismo de acción innovador frente al de los tratamientos previamente disponibles para la misma o similar indicación terapéutica.

BIBLIOGRAFÍA

Ibrutinib ▼Imbruvica® (Janssen Cilag) en linfoma de células del manto, leucemia linfática crónica y macroglobulinemia de Waldenström

Resumen

El ibrutinib es un agente antineoplásico que actúa inhibiendo de forma irreversible y selectiva a la tirosina cinasa de Bruton (BTK), un miembro de las familia de las tirosina cinasas Tec que participa en la señalización bioquímica del receptor de antígenos (BCR) y del receptor de citocinas de los linfocitos B, implicados en la patogenia de diversas neoplasias de linfocitos B. icha inhibición impide la adhesión y migración dependientes de integrinas de los linfocitos B. Ha sido autorizado, como medicamento huérfano, para el tratamiento de pacientes adultos con linfoma de células del manto en recaída o refractario; asimismo, sea autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con leucemia linfática crónica que han recibido al menos un tratamiento previo, o en primera línea en presencia de deleción del 17p o mutación de TP53 en pacientes en los que la inmunoquimioterapia no se considera apropiada. Finalmente, también ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con macroglobulinemia de Waldenström que han recibido al menos un tratamiento previo, o en tratamiento de primera línea en pacientes en los que la inmunoquimioterapia no se considera apropiada. El ibrutinib viene a asumir un papel relevante en el tratamiento de un conjunto de linfomas que, aunque de muy baja prevalencia (al fin y al cabo, estamos ante un medicamento huérfano), actualmente no tienen un buen tratamiento especialmente en aquellos casos refractarios o recidivantes tras quimio e inmunoterapia. Desde el punto de vista farmacológico, nos encontramos no ante el enésimo inhibidor de tirosina cinasas, sino ante el primer inhibidor selectivo de un tipo muy especial que está particularmente implicado en la génesis de estos linfomas, la tirosina cinasa de Bruton (BTK); lo cual, unido a una cómoda administración oral única al día, nos lleva a considerar al ibrutinib como un medicamento portador de una innovación importante.

 

ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS

Los linfomas son neoplasias del sistema linfoide que constituyen un grupo heterogéneo de enfermedades neoplásicas definidas por aspectos morfológicos, inmunofenotípicos y genéticos, que tienen su origen en los sistemas mononuclear fagocítico y linfático. Clásicamente, los linfomas se clasificaban en dos grandes grupos, la enfermedad de Hodgkin, que representa el 15-20% de los casos, y los linfomas no Hodgkin. Actualmente, se acepta la clasificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la que se definen 3 categorías de neoplasias linfoides: el linfoma de Hodgkin y, dentro de los linfomas no Hodgkin, los de origen B o T/NK. Los linfomas de Hodgkin consisten en una proliferación, localizada o diseminada, de células tumorales que se originan en el sistema linforreticular y que afecta principalmente los ganglios linfáticos y la médula ósea.

Los linfomas no-Hodgkin (LNH) incluyen a todos los linfomas que no encajan dentro de la definición de linfoma de Hodgkin; por tanto, son neoplasias linfoides que pueden presentar fenotipo de células B ó T/NK. Los LNH representan el 4-5% de los nuevos casos de cáncer diagnosticados al año, ocupando el quinto lugar en frecuencia; los de linfocitos B representan el 80-85% de los LNH y los T el 15-20%, mientras que los de células NK (Natural Killer; citotóxicas) tienen una frecuencia marginal.

Entre los linfomas de células B, los más comunes son el linfoma difuso de células B grandes (30-35%) y el linfoma folicular (20-25%); menos prevalentes son el linfoma de tejido linfoide asociado a mucosas (TLAM) (7-10%), el linfoma linfocítico pequeño o leucemia linfocítica crónica (6-8%), el linfoma de células del manto (5-7%), el linfoma de Burkitt (2-3%) y el linfoma mediastínico (tímico) de células B grandes (2-3%). Menos del 2% de los linfomas de células B corresponden al linfoma linfoplasmacítico (macroglobulinemia de Waldenström), el nodal de células B de la zona marginal, el esplénico de zona marginal, el extranodal de células B de zona marginal, el intravascular de células grandes B, el de efusión primaria y la granulomatosis linfomatoide.

Por su parte, los linfomas de células T, que suponen aproximadamente el 12% de todos los LNH, se clasifican en: linfoma extranodal T, linfoma cutáneo de las células T (Síndrome de Sézary y Micosis fungoide), linfoma anaplásico de células grandes y linfoma angioinmunoblástico de las células T. La incidencia de linfomas de células NK es notablemente inferior.

En las últimas décadas se ha registrado un aumento en las tasas de incidencia y de mortalidad de los linfomas no Hodgkin, principalmente en países industrializados. Específicamente, se ha observado un aumento especialmente acusado de las tasas de incidencia de los linfomas no-Hodgkin en España e Italia. El aumento afecta a todos los grupos de edad adulta, aunque el mayor aumento se registra en los sectores de edad más avanzada de la población. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística, murieron en 2013 un total de 4.832 personas (en 2008, fueron 4.451) por tumores malignos del tejido linfático, excepto leucemias, de las que un 53% eran varones y un 47% mujeres.

Los linfomas no hodgkinianos pueden aparecer en cualquier edad de la vida, pero la mediana de presentación se sitúa en torno a los 50 años, siendo más frecuentes en los varones. Tanto en las neoplasias linfoides B como en las T se distinguen dos tipos de transformación neoplásica, uno que se origina a partir de las células precursoras y el otro a partir de las células periféricas.

La etiopatogenia de los LNH varía en los distintos tipos, pero presentan factores de riesgo comunes, tales como la existencia de un sistema inmune debilitado (ya sea por una enfermedad hereditaria o tras un trasplante de órganos), edad elevada, antecedentes familiares, exposición a agentes tóxicos (herbicidas) e infecciones por algunos virus (virus linfotrópico de células T del ser humano tipo 1 –HTLV-1–, virus de la inmunodeficiencia humana –VIH–, virus de Epstein-Barr –EBV–) y bacterias (Helicobacter pylori).

Los linfomas se pueden clasificar por la célula maligna de origen: centro germinal o no centro germinal; también tenemos la zona del manto y la zona marginal. También es muy importante la manera en que se infiltra el ganglio, por ejemplo: el linfoma difuso de célula grande (LDCG) es un linfoma de linfocitos B de tamaño grande (por su estado de maduración) que infiltra el ganglio de forma difusa y puede infiltrarlo tanto en el centro germinal como fuera del mismo (no centro germinal).

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El linfoma de células del manto (LCM) afecta a los linfocitos B en una región de los ganglios linfáticos llamada “zona del manto’’ y representa el 6% de los linfomas no-Hodgkin. Su incidencia se estima en alrededor de 1/100.000. Su incidencia aumenta con la edad, alcanzando un máximo entre los 70 y 79 años, con una notable predominancia masculina (4:1). En el momento del diagnóstico, la mayoría de los pacientes presentan una forma diseminada de la enfermedad. Frecuentemente se asocia con adenopatía generalizada (90%), afectación gastrointestinal (60%) y medular (55-80%). Puede aparecer fiebre y una alteración del estado general (fatiga, pérdida de apetito, pérdida de peso).

El linfoma de células del manto está causado por una translocación cromosómica t(11;14) (q13; q32), que yuxtapone el gen CCND1 al gen que codifica para la cadena pesada de las inmunoglobulinas, conduciendo a una expresión anormalmente alta de ciclina D1, un regulador del ciclo celular, en el núcleo de las células linfoides. El tratamiento del linfoma de células del manto se basa en una quimioterapia intensiva, combinada con anticuerpos monoclonales. En los pacientes más jóvenes, habitualmente se indica un trasplante de células madre autólogas.

No hay, por el momento, ningún tratamiento curativo del LCM, salvo aquellos pacientes que presenten periodos prolongados de supervivencia sin enfermedad tras un trasplante de alogénico de células madre. Entre aquellos con recaídas, la media de esperanza de vida es de 1 a 2 años tras los tratamientos de rescate, frecuentemente asociados a una importante toxicidad.

La leucemia linfática crónica o leucemia linfocítica crónica (LLC) se considera un linfoma de bajo grado, caracterizado por la acumulación de linfocitos B maduros en la sangre, médula ósea y órganos linfáticos. En función de la citogenética, tiene mal pronóstico si presenta la traslocación t(11q; v) o las deleciones del(11q) o del(17p); esta última confiere resistencia a la fludarabina. Por el contrario, el pronóstico es favorable si presenta la deleción del(13q) como única anormalidad. Los linfocitos circulantes son morfológicamente similares a los normales pero funcionalmente anormales; expresan marcadores de superficie CD5, CD20 y CD23. La acumulación se inicia frecuentemente en la médula ósea, diseminándose posteriormente hacia los ganglios linfáticos y bazo, pudiendo haber esplenomegalia.

Es la leucemia más frecuente en los países occidentales, constituyendo el 30 % de todas las formas de leucemia y 75 % de las leucemias crónicas. Su incidencia es de 4,2 casos/100.000 habitantes/año, aunque aumenta con la edad, siendo rara antes de los 40 años; en cualquier caso, es evidente que se trata de una enfermedad rara. A la edad de 50 años alcanza los 5 casos y a los 80 años llega a los 30 casos; de hecho, la mediana de la edad en el momento del diagnóstico es 72 años. Existe un predominio en el sexo masculino (2:1).Afecta a más de 300.000 personas en el mundo y a más de 15.000 en España; concretamente, se diagnostican alrededor de 1.800 nuevos casos cada año en nuestro país.

Los pacientes con LLC activa se caracterizan por una acumulación progresiva de linfocitos, a veces con linfadenopatía, hepatoesplenomegalia, anemia y trombocitopenia. Asimismo, produce un estado de inmunosupresión que incrementa el riesgo de infecciones, que en última instancia es la principal causa de muerte en estos pacientes. El subtipo más frecuente de la LLC es la que afecta a células (linfocitos) B, que representa más del 97% de los casos. En restante el 2-3%, la proliferación clonal anormal se produce a partir de células T. También se han incluido otros patrones leucémicos crónicos dentro de la leucemia linfocítica crónica, tales como la leucemia prolinfocítica, la fase leucémica del linfoma cutáneo de células T (síndrome de Sézary), la leucemia de células peludas (tricoleucemia) y el linfoma leucemizado.

El origen de la LLC sigue siendo desconocido, aunque se apuntan varios hipotéticos, como las radiaciones ionizantes, los agentes alquilantes o ciertos productos leucemógenos, que parecen aumentar el riesgo de desarrollar LLC. La acumulación de linfocitos parece deberse un funcionamiento erróneo en la apoptosis (muerte celular programada); no obstante, se han descrito otros mecanismos que posiblemente colaboren de alguna manera en la acción proliferativa, como ciertas interleucinas o sus receptores, como el factor de necrosis tumoral (TNF) o las interleucinas IL-4 e IL-6. Aproximadamente la mitad de los pacientes, y aún más en estadios avanzados, presentan algún tipo de alteración citogenética. La más frecuente (25-30%) es la trisomía del par cromosómico 12; otras alteraciones menos frecuentes afectan a los cromosomas 11, 12, 13, 14 y 17 (Cuéllar, 2015).

Globalmente, la mediana de supervivencia desde el diagnóstico varía entre los 18 meses y más de 20 años, dependiendo de la presencia de factores de riesgo. En pacientes asintomáticos en estadios iniciales, la mediana de supervivencia es de más de 10 años, mientras que en pacientes con enfermedad avanzada, sintomática o progresiva, la mediana de supervivencia oscila entre 18 meses y 3 años. Debe tenerse en cuenta que los pacientes con LLC también son más propensos a desarrollar una segunda neoplasia. Se han descrito tres grupos pronósticos en función de la citogenética, siendo peor para los casos relacionados con una translocación t(11q; v) o una deleción del(11q) o del(17p); particularmente, esta última confiere resistencia a la fludarabina y se considera como de muy alto riesgo. Considerando un pronóstico de gravedad intermedia la trisomía del par 12 (+12), los casos con mejor pronóstico son aquellos cuya anomalía citogenética implica una deleción del(13q).

La terapia no es curativa y, en cualquier caso, no está indicada en los pacientes con LLC hasta que aparezcan síntomas o progrese la enfermedad. El tratamiento específico incluye quimioterapia, corticoides, cirugía y radioterapia, aunque la cirugía o la radioterapia sólo son útiles en situaciones especiales. En cualquier caso, no se ha demostrado que ninguno de los tratamientos actuales prolongue sustancialmente la supervivencia y generalmente se acepta que el sobretratamiento es más peligroso que el infratratamiento.

La macroglobulinemia de Waldenström es un trastorno linfoproliferativo de células B caracterizado por la acumulación de células monoclonales en la médula ósea y los tejidos linfoides periféricos, que está asociado con la sobreproducción de proteínas séricas (inmunoglobulinas M monoclonales, IgM); es actualmente considerado como un linfoma linfoplasmacítico. Esta enfermedad tiene una incidencia global de 1/260.000 personas/año y supone menos del 2% de todos los linfomas no-Hodgkin. La edad media al diagnóstico es de 63-68 años y la enfermedad afecta en doble proporción a hombres que a mujeres. Son características la hepatoesplenomegalia, la linfadenopatía, la hemorragia oronasal, el síndrome de hiperviscosidad y la citopenia. La fatiga relacionada con una anemia normocítica normocrómica es el síntoma que se presenta con más frecuencia. La infiltración visceral es poco frecuente pero puede dirigirse al estómago, intestino delgado, pulmones, glándulas exocrinas o piel, con síntomas como diarrea, esteatorrea y coloración púrpura de la piel. Se dan neuropatías periféricas en hasta el 38% de los pacientes.

Tiene claramente un componente hereditario, aunque todavía no se han identificado los genes de susceptibilidad para esta enfermedad; no obstante, se ha localizado un loci de susceptibilidad en el cromosoma 6p21.3 y en 4q, y la mitad de los pacientes tienen deleciones del6q en las células tumorales. Más del 90% de los pacientes presentan una mutación somática MYD88 (L265P), la cual favorece el crecimiento neoplásico a través de la vía de la tirosina cinasa de Bruton (BTK).

El tratamiento de los linfomas de grado bajo o indolentes no está estandarizado, aunque la terapia inicial suele consistir en el empleo de antineoplásicos de tipo de los agentes alquilantes (ciclofosfamida, bendamustina) o antimetabolitos (fludarabina) en monoterapia o en combinaciones de 2, 3 o 4 agentes: vincristina, ciclofosfamida, doxorubicina y prednisona más rituximab (protocolo CHOP+R), ciclofosfamida, vincristina, prednisona + rituximab (CVP+R), fludarabina, ciclofosfamida, mitoxantrona, rituximab (FCMR) o fludarabina, mitoxantrona, dexametasona, rituximab (FND-R). Este tipo de tratamientos permite alcanzar tasas de respuesta global de hasta un 90%, que son completas hasta en el 60% de los casos primarios. La duración media de la respuesta oscila entre uno y cuatro años. En caso de recaída, la opción más básica consiste en repetir el tratamiento, generalmente añadiendo un escalón más en combinación.

Los receptores CD20 están presentes en la superficie celular de los linfocitos B, tanto normales como malignos (incluyendo las formas maduras, proliferantes y diferenciadas). Actúan como receptores moleculares del antígeno Bp35, una proteína fosforilada responsable de la restricción de la diferenciación de los linfocitos B que es expresada durante las fases más precoces. Esta circunstancia ha conducido al desarrollo de anticuerpos específicos, como el rituximab, capaces de provocar la destrucción selectiva de linfocitos B (aunque sin distinción entre fisiológicos y malignos) como consecuencia de una combinación, en diferentes grados, de efectos celulares de citotoxicidad y fagocitosis mediados por anticuerpos, así como apoptosis independiente de la cascada de caspasas (inducción directa de la muerte celular) y citotoxicidad dependiente del complemento; no obstante, se considera que la citotoxicidad y la fagocitosis celulares mediadas por anticuerpos son los mecanismos antineoplásicos principales de este tipo de antucuerpos anti-CD20.

Ibritumomab es otro anticuerpo monoclonal que une de forma específica al receptor CD20; está ligado a un agente quelante, el tiuxetano, que actúa como anclaje de un radioisótopo del itrio (90Y), un radionúclido emisor de radiación beta (electrones), de baja penetración (5-10 mm) y con una vida media de 64 h. El medicamento está indicado en el tratamiento de pacientes adultos con linfoma no Hodgkin (LNH) folicular de células B CD20+ en recaída o refractario a rituximab. Normalmente, el tratamiento con ibritumomab-tiuxetano-itrio(90) va precedido por un tratamiento con bajas dosis de rituxumab, con el fin de eliminar los linfocitos B circulantes, facilitando con ello la acción más selectiva del ibritumomab-tiuxetano-itrio(90). Se trata, por consiguiente, de un agente inmunoradioterapéutico, en el que la fracción inmunológica (ibritumomab) es un anticuerpo específico para los receptores CD20, presentes en la gran mayoría de los linfocitos B humanos, tanto fisiológicos como malignos. Esta fracción tiene como misión localizar los linfocitos B, que es la población celular cuya malignificación conduce al desarrollo del linfoma folicular no-Hodgkin. Esta forma de inmunoradioterapia con ibritumumab-tiuxetano- 90Y para las fases avanzadas de linfoma folicular no Hodgkin da lugar a tasas relativamente altas de respuesta, superiores al rituxumab, incluso en pacientes refractarios a otros tratamientos antineoplásicos (incluyendo al propio rituxumab), con respuestas que llegan a alcanzar en una minoría de pacientes hasta más de tres años, aunque dada la fase avanzada de desarrollo del linfoma y la refractoriedad a otras terapias, previsiblemente no puede considerarse éste como un parámetro especialmente relevante.

Por su parte, la bendamustina ha demostrado una clara superioridad sobre el clorambucilo en pacientes con leucemia linfocítica crónica intolerantes a la fludarabina, consideraba como tratamiento de referencia (en combinación con rituximab y ciclfosfamida), si bien la toxicidad de bendamustina también es algo mayor que la del clorambucilo; con todo, el balance beneficio/riesgo parece claramente favorable a la bendamustina.

Los análogos de purinas, fludarabina y cladribina, son algo más eficaces y menos tóxicas que los agentes alquilantes, produciendo remisiones más prolongadas, si bien tampoco se han demostrado ventajas sustanciales con respecto a la supervivencia global, al menos en monoterapia. En pacientes previamente no tratados, con la fludarabina se obtiene un 30-40 % de respuestas completas y un 8-20 % de respuestas parciales, con una mediana de duración de la respuesta de más de 2 años y una supervivencia proyectada a los 6 años del 80 %. La respuesta máxima se obtiene en 2-3 meses y, en caso de no conseguirse respuesta, se debe detener el tratamiento. En pacientes con enfermedad refractaria o en recaída tras diversos tratamiento previos, han demostrado respuestas importantes en el 30-60 % de los casos (15-40 % respuestas completas y, adicionalmente, un 15-50 % respuestas parciales). La cladribina actúa tanto sobre linfocitos (proliferantes o en reposo) como monocitos. En pacientes no tratados previamente se ha obtenido un 25 % de respuestas completas y un 60 % de respuestas parciales, con una mediana de duración de la respuesta superior a 8 meses. En pacientes previamente tratados, se ha obtenido un 5 % de respuestas completas y un 40 % de respuestas parciales, con una mediana de duración de la respuesta de 4 meses.

El rituximab ha demostrado eficacia en pacientes con leucemia linfocítica crónica intensamente pretratados (50% de respuesta global). Con posibilidad de retratamiento (44% de respuesta global). Disminución del tamaño del tumor (87% de los pacientes). En combinación con quimioterapia CHOP (95% de respuesta). La combinación de rituximab con fludarabina y ciclofosfamida requiere una función renal normal y un estado general adecuado, además de que la presencia de determinadas anomalías citogenéticas (como la del17p) son predictores de mala respuesta al tratamiento, lo que limita su utilidad. Cuando la fludarabina no sea apropiada, se considera al clorambucilo, o mejor aún a la bendamustina, como una alternativa para la primera línea de tratamiento, especialmente en pacientes de edad avanzada y comorbilidad importante.

El ofatumumab es otro un anticuerpo monoclonal humano (IgG1) que se une específicamente a la proteína CD20 presente en la membrana de los linfocitos B. Fue autorizado para el tratamiento de leucemia linfocítica crónica en pacientes que son refractarios a fludarabina y alemtuzumab. Ofatumumab produce una respuesta objetiva clínicamente relevante, en la que un 49% de los pacientes doblemente refractarios a fludarabina y alemtuzumab tuvieron una respuesta parcial al tratamiento con ofatumumab, con una superviencia media libre de enfermedad de 6,4 meses y una supervivencia global de 13,9, sin que haya diferencias sustanciales entre los pacientes tratados previamente o no con rituximab (Cuéllar, 2014).

El obinutuzumab también es un anticuerpo monoclonal humanizado de tipo IgG1 (κ) que se une específicamente a la cadena extracelular de la proteína CD20, en este caso autorizado para el tratamiento, en combinación con clorambucilo, de pacientes adultos con leucemia linfática crónica (LLC), no tratados previamente y con comorbilidades que les hace no ser adecuados para el tratamiento basado en una dosis completa de fludarabina. El obinutuzumab forma parte del tipo II de anticuerpos anti-CD20 utilizados en terapéutica. Los de tipo I (rituximab, ofatumumab) actúan fundamentalmente mediante un potente efecto citotóxico dependiente del complemento, en tanto que los de tipo II tienen un efecto citotóxico directo mucho más marcado que su efecto dependiente del complemento. Los anticuerpos de tipo I inducen la translocación del CD20 en grandes microdominios lipídicos, fenómeno al que se atribuye su mayor actividad citotóxica dependiente del complemento. Por el contrario, los de tipo II, como el obinutuzumab, son significativamente más potentes que los de tipo I en inducir la apoptosis de células CD20+, tanto normales como malignas. El obinutuzumab parece producir una mayor depleción que el rituximab de linfocitos B, tanto normales como malignos.

La radioterapia se utiliza sólo para reducir adenopatías que causan síntomas compresivos en pacientes refractarios a otros tratamientos. Aunque la irradiación corporal total en pequeñas dosis ha tenido resultados satisfactorios en algunas ocasiones, el uso más habitual es en administración local en zonas de adenopatías, hígado o bazo para obtener una paliación sintomática transitoria.

No hay tratamiento curativo para la macroglobulinemia de Waldenström. Se debe controlar a los pacientes en etapa asintomática. Los tratamientos que se dan a pacientes sintomáticos dependen de muchos factores y pueden incluir agentes alquilantes, cladribina, fludarabina, rituximab y bortezomib. Cuando se necesita un control rápido de la enfermedad o para aquellos candidatos a un trasplante de células madre autólogo, se usa rituximab combinado con ciclofosfamida, doxorrubicina, vincristina y prednisona (R-CHOP) o dexametasona, rituximab y ciclofosfamida (DRC) o terapias basadas en bortezomib. El tiempo de supervivencia media es de 5-6 años después de iniciar el tratamiento, pero la MW puede ser estable o progresar lentamente durante muchos años antes de necesitar de un tratamiento.

Por su parte, el temserolimús y el bortezomib son los únicos fármacos que hasta ahora habían recibido la autorización de comercialización en Europa como medicamento huérfano para la enfermedad refractaria o recidivante. Las formas localizadas de la enfermedad pueden beneficiarse de una radioterapia. Algunos pacientes (30%) presentan una respuesta completa a los tratamientos actuales. Las medias de supervivencia globales son de 3-5 años.

ACCIÓN Y MECANISMO

El ibrutinib es un agente antineoplásico que actúa inhibiendo de forma irreversible y selectiva a la tirosina cinasa de Bruton (BTK), un miembro de las familia de las tirosina cinasas Tec que participa en la señalización bioquímica del receptor de antígenos (BCR) y del receptor de citocinas de los linfocitos B, implicados en la patogenia de diversas neoplasias de linfocitos B. Dicha inhibición impide la adhesión y migración dependientes de integrinas de los linfocitos B.

El medicamento ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con linfoma de células del manto en recaída o refractario; también está indicado para el tratamiento de pacientes adultos con leucemia linfática crónica que han recibido al menos un tratamiento previo, o en primera línea en presencia de deleción del 17p o mutación de TP53 en pacientes en los que la inmuno-quimioterapia no se considera apropiada. Asimismo, también está indicado para el tratamiento de pacientes adultos con macroglobulinemia de Waldenström que han recibido al menos un tratamiento previo, o en tratamiento de primera línea en pacientes en los que la inmuno-quimioterapia no se considera apropiada.

ASPECTOS MOLECULARES

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El Ibrutinib está estrechamente relacionado farmacológicamente con otros miembros de la serie de inhibidores de tirosina cinasas. Presenta una evidente relación estructural con el afatanib y el vandetanib.

El ibrutinib se une de forma muy selectiva a un tipo específico de tirosina cinasas, la tirosina cinasa de Bruton (BTK). Se fija específicamente en el hueco enzimático para el ATP, formando un enlace covalente con un resto de cisteína (Cys-481), lo que determina el carácter irreversible del bloqueo.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del ibrutinib han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones autorizadas mediante ensayos clínicos de fase 2 (información de la eficacia y ampliación de datos de seguridad) y de fase 3 (confirmatorios de eficacia y seguridad).

Linfoma de células del manto

En el estudio de fase 2 (PCYC-1104-CA; EPAR, 2014), abierto, los criterios de inclusión fueron: pacientes con linfoma de células del manto confirmado patológicamente, con sobreexpresión de ciclina D1 o t(11;14), tamaño no inferior a 2 cm y falta de respuesta (al menos parcial) o recaída tras haberla obtenido previamente con al menos un régimen quimioterápico apropiado. La dosis de ibrutinib utilizada fue de 560 mg/24 h por vía oral, hasta la muerte del paciente o aparición de efectos tóxicos inaceptables. La variable primaria de eficacia utilizada en el estudio principal de fase 2 fue la tasa global de respuesta, calculada como la suma de los porcentajes de pacientes con respuesta completa (100%) o parcial (≥50%); las variables secundarias de eficacia fueron la duración de la respuesta, definida como el tiempo medio transcurrido entre la obtención de una respuesta, el tiempo medio hasta obtener respuesta, la supervivencia libre de progresión y la supervivencia global. El estudio fue continuado a largo plazo, con un seguimiento medio de 26,7 meses (Wang, 2015).

En el estudio de fase 3 (Dreyling, 2016), multicéntrico, multinacional, aleatorizado y abierto, los criterios de inclusión fueron: pacientes con linfoma de células del manto confirmado patológicamente, y falta de respuesta o recaída tras haberla obtenido previamente con al menos un régimen inmunoquimioterápico conteniendo rituximab. La variable primaria de eficacia fue la supervivencia libre de progresión.

Leucemia linfocítica crónica

El estudio principal es un ensayo de fase 3 (1112; Byrd, 2014), aleatorizado, multicéntrico y abierto, comparando los efectos del ibrutinib frente a los del ofatumumab (un anticuerpo monoclonal anti-CD20) en pacientes con leucemia linfocítica crónica o linfoma linfocítico pequeño que requiriesen tratamiento y que hubieran recibido al menos uno previamente, no siendo apropiados para un segundo tratamiento con antineoplásicos análogos purínicos.

La dosis de ibrutinib utilizada fue de 420 mg/24 h por vía oral, hasta la muerte del paciente o la aparición de efectos tóxicos inaceptables, mientras que se administraron por vía IV hasta 12 dosis de ofatumumab, a lo largo de seis meses aproximadamente, hasta progresión de la enfermedad, efectos adversos inaceptables o muerte. La variable primaria de eficacia fue la supervivencia libre de progresión, la tasa global de respuesta y la supervivencia global.

Macroglobulinemia de Waldenström

El estudio principal es un ensayo de fase 2 (PCYC-1118E; Treon, 2015), multicéntrico y abierto, con un solo brazo de tratamiento, en pacientes sintomáticos que hubieran recibido al menos tratamiento previamente. La dosis de ibrutinib utilizada fue de 420 mg/24 h por vía oral, hasta la muerte del paciente o aparición de efectos tóxicos inaceptables. La variable primaria de eficacia fue la tasa de respuesta global, incluyendo respuestas completas (RC, resolución de todos los síntomas y normalización de los niveles séricos de inmunoglubina M, IgM), parciales (RP, reducción ≥50% niveles séricos IgM) y menores (RM, reducción ≥25% niveles séricos IgM); como variables secundarias se determinaron la duración de la respuesta, la supervivencia libre de progresión, la supervivencia global y la mejora de los niveles de hemoglobina.

Las características y resultados principales de los ensayos clínicos mencionados anteriormente están recopilados en la tabla 1.

Tabla 1. Estudios clínicos de fase 2 y 3 con ibrutinib

Indicación estudiada

Linfoma de células

del manto

Linfoma de células

del manto

Leucemia linfocítica crónica

Macroglubulinemia

de Waldenström

Tratamiento

Ibrutinib, 540 mg/24 h (oral)

Ibrutinib, 560 mg/24 h (oral)

Temsirolimús (IV)*

Ibrutinib, 420 mg/24 h (oral)

Ofatumumab (IV)**

Ibrutinib, 420 mg/24 h (oral)

Tipo de estudio

Fase 2, abierto

Fase 3, abierto, aleatorizado

Fase 3, abierto, aleatorizado

Fase 2, abierto

Pacientes tratados

111

280

391

63

Edad (mediana)

67,0 años

(61% ≥65 años)

63,0 años

(49% ≥65 años)

Sexo (Varones)

68%

76%

Tiempo desde el diagnóstico (mediana)

42,4 meses

(57% ≥36 meses)

91,3 meses

73,7 meses

Tamaño (% pacientes ≥5 cm)

39%

58%

Niveles basales de IgM (mediana)

34,9 g/L

Niveles basales de hemoglobina (mediana)

10,5 g/L (60% ≤11,0)

Pacientes con afectación

de la médula ósea

60%

Número de regímenes previos (mediana)

3

2

2

Pacientes tratados previamente con bortezomib (%)

43%

Pacientes tratados previamente con quimioinmunoterapia CD-20

87%

Citogenética (% pacientes cont(11;14), ciclina D1

o ambos)

14/69/17%

Citogenética (% pacientes con Del(11q)/Del(17p)

31/33%

Pacientes con enfermedad avanzada (%)

72%

57%

Tasa global de respuesta

(%; CR/PR/RM)

67,6%

(RC: 20,7; RP: 46,8)

 

Ibrutinib: 42,6 %

(RC: 0; RP: 42,6)

Ofatumumab: 4,1%

(RC: 0; RP: 4,1)

90,5%

(RC: 0; RP: 73,0;

RM: 17,5)

Duración de la respuesta (mediana)

17,5 meses

 

 

NE

Supervivencia libre de progresión (mediana)

13,9 meses

Ibrutinib: 14,6 meses

Temsirolimús: 6,2 meses

Ibrutinib: NE***

Ofatumumab: 8,1 meses

NE

Tasa de pacientes libres

de progresión (%)

62,8% (6 meses)

50,6% (12 meses)

41,8% (18 meses)

31,0% (24 meses)

 

Ibrutinib: 87,8% (6 meses)

Ofatumumab: 64,6%

(6 meses)

Ibrutinib: 65,8%

(12 meses)

Ofatumumab: 5,9%

(12 meses)

69,1% (24 meses)

Tasa de supervivencia

global (%)

83,5% (6 meses)

64,2% (12 meses)

58,2% (18 meses)

47,0% (24 meses)

 

Ibrutinib: 94,4% (6 meses)

Ofatumumab: 90,2%

(6 meses)

Ibrutinib; 87,4% (12 meses)

Ofatumumab: 81,3%

(12 meses)

95,2% (24 meses)

Variación media de IgM

 

 

 

-75%

Variación media

de hemoglobina

 

 

 

+31,4%

Pacientes con afectación

de la médula ósea (%)

 

 

 

-58% (de 60 a 25%)

Referencia

PCYC-1104-CA (EPAR, 2014; Wang, 2015)

Dreyling, 2016

III2 (Byrd, 2014)

PCYC-1118E (Treon, 2015)

Nota: Todas las diferencias observadas de las variables con los datos del ibrutinib y, en su caso, los del comparador fueron estadísticamente significativas.

* Infusión IV (30-60’) de 175 mg los días 1, 8 y 15 del primer ciclo de 21 días; luego 75 mg los días 1, 8 y 15 del resto de ciclos.

** La dosis autorizada en la Unión Europea es de 300 mg para la primera perfusión y de 2.000 mg para todas las perfusiones posteriores. El esquema de perfusión es de 8 semanas consecutivas, y transcurrido un periodo de interrupción de 4-5 semanas, dicho esquema pasará a ser de 4 meses consecutivos (por ej. una perfusión cada 4 semanas)

*** No estimado.

Desde el punto de vista de la seguridad, el ibrutinib presenta un perfil toxicológico importante, con frecuentes e relevantes efectos adversos. Aunque la incidencia de los mismos varía según los pacientes (las indicaciones terapéuticas), su espectro es similar. Son frecuentes (>15%): diarrea (50-44%), náuseas (15-30%), estreñimiento (20-25%), vómitos (15-25%), dolor abdominal (15%), fatiga (40-50%), edema periférico (25-30%), astenia (20-30%), infecciones del tracto respiratorio superior (25-30%), anorexia (15-25%), hiperuricemia (15-20%), espasmos musculares (15-20%), mialgia (15%), cefalea (15-20%), disnea (15-25%), tos (20-25%), erupciones exantemáticas (15%) y petequias (15%).

Los efectos graves (grado ≥3) más comunes descritos son neumonía (5-12%), neutropenia (15%), trombocitopenia (10-15%), anemia (2-10%), diarrea (3-5%), dolor abdominal (2-5%). La suspensión del tratamiento como consecuencia de un evento adverso se registró en el 4-11%.

En los estudios directamente comparativos, el ibrutinib ha mostrado una mejor tolerabilidad que el temsirolimús (tasa de eventos adversos del 68 vs. 87%; tasa de descontinuación del tratamiento del 6 vs. 26%). En la comparación con ofatumumab, la tasa global de eventos adversos de grado ≥3 fue superior con ibrutinib (51 vs. 39%), con mayores frecuencias de diarrea (4,1 vs. 1,6%), neutropenia (16,4 vs. 13,6%), neumonía (6,7 vs. 4,7%) y trombocitopenia (5,6 vs. 4,2%), aunque en el caso de la anemia fue inferior (4,6 vs. 7,9%).

ASPECTOS INNOVADORES

El ibrutinib es un agente antineoplásico que actúa inhibiendo de forma irreversible y selectiva a la tirosina cinasa de Bruton (BTK), un miembro de las familia de las tirosina cinasas Tec que participa en la señalización bioquímica del receptor de antígenos (BCR) y del receptor de citocinas de los linfocitos B, implicados en la patogenia de diversas neoplasias de linfocitos B. Dicha inhibición impide la adhesión y migración dependientes de integrinas de los linfocitos B.

Ha sido autorizado, como medicamento huérfano, para el tratamiento de pacientes adultos con linfoma de células del manto en recaída o refractario; asimismo, sea autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con leucemia linfática crónica que han recibido al menos un tratamiento previo, o en primera línea en presencia de deleción del 17p o mutación de TP53 en pacientes en los que la inmuno-quimioterapia no se considera apropiada. Finalmente, también ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes adultos con macroglobulinemia de Waldenström que han recibido al menos un tratamiento previo, o en tratamiento de primera línea en pacientes en los que la inmuno-quimioterapia no se considera apropiada.

La eficacia y la seguridad clínicas del ibrutinib en estas indicaciones han sido contrastadas en varios ensayos clínicos abiertos, tanto de fase 2 como 3, todos ellos de diseño abierto y, en algunos casos sin grupo control (brazo único). En el linfoma de células del manto, las tasas de respuesta objetiva han alcanzado el 67,6%, con tasas de supervivencia libre de progresión a los dos años del 31% y de supervivencia global en ese mismo periodo del 47%. Un estudio directamente comparativo con temsirolimús mostró una clara superioridad, estadísticamente significativa, en la mediana de la supervivencia libre de progresión de 8,4 meses (14,6 vs. 6,2).

Por su parte, en pacientes con leucemia linfocítica crónica se han alcanzado tasas de supervivencia libre de progresión del 88% a los 6 meses y del 66% al año, que contrastan con los respectivos valores obtenidos con ofatumumab (65 y 6%, respectivamente). Esta superioridad viene robustecida por la notable diferencia de las tasas de respuesta objetiva (43 vs. 4%). Finalmente, en la macroglubulinemia de Waldström, el único estudio actualmente disponible muestra también tasas muy elevadas de respuesta objetiva (91%), con un porcentaje del 69% de pacientes libres de progresión a los dos años y una supervivencia global del 95%; todo ello acompañado de notables mejorías en los principales marcadores biológicos de la enfermedad: niveles séricos de IgM (-75%) y hemoglobina (+31%).

El ibrutinib presenta un perfil toxicológico notable, con frecuentes e relevantes efectos adversos. Los más importantes, son neumonía, neutropenia, trombocitopenia, anemia, diarrea y dolor abdominal (2-5%), lo que lleva a la suspensión del tratamiento en el 4-11%. Un 20% de los pacientes experimentan efectos cardiacos (5-10% fibrilación auricular), que se manifiesta fundamentalmente por una significativa actividad sobre el electrocardiograma, acortando el intervalo QTc y alargando el PR, lo que junto con su efecto bradicardizante aconseja un seguimiento de seguridad de esta línea toxicológica.m Asimismo, es importante tener en cuenta que es ibrutinib es metabolizado en el hígado mayoritariamente a través del citocromo CYP3A4, una diana muy común de muchos medicamentos que son susceptibles de inhibirlo, provocando con ello una reducción del aclaramiento hepático del ibrutinib.

Debe valorarse los resultados clínicos del ibrutinib en la macroglobulinemia de Waldström, que multiplican por cuatro o cinco los datos disponibles de supervivencia libre de progresión en registros históricos (EPAR, 2014). Asimismo, son particularmente favorables los datos obtenidos, que muestran respuestas sustanciales incluso en pacientes con mal pronóstico (con mutaciones del17p/TP53) y apoyan su uso en primera línea en pacientes que no puedan ser tratados con inmunoquimioterapia y para los cuales actualmente no se dispone de ninguna opción satisfactoria de tratamiento. Otro tanto cabe decir de los resultados obtenidos en el linfoma de células del manto. En todos los casos, es resaltable las elevadas tasas de respuesta que, aunque de carácter parcial, presentan una notable durabilidad. Igualmente, es destacable que los resultados favorables se distribuyen homogéneamente entre los diversos grupos considerados, por edad, citogenética, tratamientos previos, etc. (Tucker, 2015).

En resumen, el ibrutinib viene a asumir un papel relevante en el tratamiento de un conjunto de linfomas que, aunque de muy baja prevalencia (al fin y al cabo, estamos ante un medicamento huérfano), actualmente no tienen un buen tratamiento especialmente en aquellos casos refractarios o recidivantes tras quimio e inmunoterapia. Desde el punto de vista farmacológico, nos encontramos no ante el enésimo inhibidor de tirosina cinasas, sino ante el primer inhibidor selectivo de un tipo muy especial que está particularmente implicado en la génesis de estos linfomas, la tirosina cinasa de Bruton (BTK); lo cual, unido a una cómoda administración oral única al día, nos lleva a considerar al ibrutinib como un medicamento portador de una innovación importante.

VALORACIÓN

IBRUTINIB

5668

IMBRUVICA® (Janssen Cilag)

Grupo Terapéutico (ATC): L01XE. AGENTES ANTINEOPLÁSICOS E INMUNOMODULADORES. Otros: inhibidores directos de la proteína cinasa.

Indicaciones autorizadas: tratamiento de pacientes adultos con linfoma de células del manto en recaída o refractario. También está indicado para el tratamiento de pacientes adultos con leucemia linfática crónica que han recibido al menos un tratamiento previo, o en primera línea en presencia de deleción del 17p o mutación de TP53 en pacientes en los que la inmuno-quimioterapia no se considera apropiada. Asimismo, también está indicado para el tratamiento de pacientes adultos con macroglobulinemia de Waldenström que han recibido al menos un tratamiento previo, o en tratamiento de primera línea en pacientes en los que la inmuno-quimioterapia no se considera apropiada.

INNOVACIÓN importante. Aportación sustancial a la terapéutica estándar

Novedad clínica: Mejora la eficacia clínica con relación al tratamiento estándar.

Novedad molecular: Mecanismo de acción parcialmente diferente, con selectividad hacia dianas específicas implicadas específicamente en la patogenia de las enfermedades para las que se autoriza el medicamento.

Novedad toxicológica: Mejora el perfil toxicológico con relación a la terapia estándar.

Novedad físico-química: Mejora las características farmacocinéticas, con incidencia en las condiciones de uso.

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS EN ESPAÑA

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Imatinib

Glivec

Novartis

2002

Erlotinib

Tarceva

Roche

2006

Sunitinib

Sutent

Pfizer

2007

Dasatinib

Sprycel

Bristol Myers Squibb

2007

Sorafenib

Nexavar

Bayer

2007

Lapatinib

Tyverb

Glaxo

2008

Nilotinib

Tasigna

Novartis

2008

Gefitinib

Iressa

AstraZeneca

2010

Pazopanib

Votrient

Glaxo

2011

Crizotinib

Xalkori

Pfizer

2014

Vemurafenib

Zelboraf

Roche

2014

Dabrafenib

Tafinlar

GlaxoSmithKline

2014

Axitinib

Inlyta

Pfizer

2014

Afatinib

Giotrif

Boehringer Ingelheim

2014

Ruxolitinib

Jakavi

Novartis

2015

Vandetanib

Caprelsa

AstraZeneca

2015

Regorafenib

Stivarga

Bayer

2015

Nintedanib

Ofev

Boehringer Ingelheim

2015

Ibrutinib

Imbruvica

Janssen Cilag

2016

BIBLIOGRAFÍA

Patología de las glándulas suprarrenales

Resumen

Desde el punto de vista histológico nos encontramos ante unos órganos de pequeño tamaño divididos en 2 partes bien diferenciadas la corteza donde se producen los glucocorticoides, mineralcorticoides y aldosterona; y la médula dedicada a la secreción del catecolaminas. Es por ello que la función suprarrenal normal es importante para regular la respuesta inmunitaria, la presión arterial, el volumen vascular, los electrolitos, y las características sexuales secundarias en el sexo femenino. Aunque poco frecuentes, existen diversas patologías que pueden producir afectación ya sea por hipo o hiperfunción glandular. Es importante la realización de un diagnóstico rápido y preciso del síndrome y la localización exacta de la lesión; para ello se dispone de diversos test funcionales así como pruebas de imagen específicos en cada patología. Tras una adecuada evaluación de las posibilidades terapéuticas se optará por la más conveniente de manera individualizada a los requerimientos de cada paciente desde tratamientos farmacológicos sustitutivos a intervenciones quirúrgicas.

ANATOMÍA E HISTOLOGÍA

Figura_1_fmt

Las glándulas suprarrenales son órganos retroperitoneales situados en el polo superior de ambos riñones, con un peso entre 8 y 10 gramos en el adulto medio. Se encuentran rodeadas por una cápsula fibrosa que las envuelve individualmente. Compuestas de una corteza de coloración amarillenta que comprende el 90% de la glándula y una región interna, la médula, que ocupa el 10%.

Desde el punto de vista histológico la corteza está constituida por tres zonas: La zona más interna, que corresponde a la reticulosa es donde se sintetizan los andrógenos suprarrenales; en la zona fascicular, media, se sintetizan los glucocorticoides y, en la zona más externa, que es la glomerulosa, se sintetizan lo mineralocorticoides. Las zonas reticulosa y fascicular responden al estímulo de la corticotropina hipofisaria (ACTH); en cambio, la zona glomerulosa practicamente no expresa receptores a ACTH y su estimulo principal es la angiotensina. La medula suprarrenal, formada por células cromafines, sintetiza catecolaminas y, al igual que el sistema simpático, es capaz de responder al estrés.

INSUFICIENCIA SUPRARRENAL

Hablamos de insuficiencia suprarrenal para referirnos al déficit de producción de hormonas esteroideas suprarrenales. Esta insuficiencia, puede ser primaria (afecta a la glándula suprarrenal) presentando un déficit en la producción de mineralcorticoides y glucocorticoides; bien secundaria (cuando afecta a la hipófisis [déficit de ACTH]) o terciaria (cuando afecta al hipotálamo [déficit de CRH]) produciéndose en las dos últimas un déficit de glucocorticoides pero con producción normal de mineralocorticoides.

INSUFICIENCIA SUPRARRENAL PRIMARIA

  • Destrucción anatómica de la glándula o enfermedad de Addison. Afecta por igual a hombres y mujeres y puede aparecer a cualquier edad siendo menos frecuente en ancianos y preadolescentes. Para que se manifieste clínicamente debe verse afectada hasta el 90% de la glándula. En el 75% de los casos se debe a una atrofia idiopática que se produce por infiltración de la corteza por linfocitos T citotóxicos que van dirigidos contra la 21-hidroxilasa y la enzima de escisión de la cadena lateral, (imprescindibles para la transformación de la progesterona y la 17-hidroxiprogesterona en aldosterona y cortisol respectivamente). En otras ocasiones, la destrucción de la glándula puede deberse a causas físicas (suprarrenalectomía bilateral) o infecciosas; como la que puede aparecer en el curso de una infección tuberculosa. En este caso es más frecuente la afectación en varones, produciéndose destrucción de la corteza y la médula a diferencia de lo que acontece en otros procesos infecciosos (micosis, sífilis, infecciones en pacientes VIH positivo [Mycobacterium avium-intracelullare, Cryptococcus, sarcoma de Kaposi y citomegalovirus]) donde exclusivamente se ve afectada la corteza. La invasión glandular por tumores, linfomas, amiloidosis, hemocromatosis, sarcoidosis o las hemorragias secundarias al tratamiento con anticoagulantes, síndrome antifosfolípidos o CID en el contexto de meningococemia son otras causas de destrucción de la glándula aunque menos frecuentes.
  • Fracaso metabólico en la producción hormona. Puede ser congénito o debido a la acción de tóxicos (mitotano) o inhibidores enzimáticos (ketoconazol, metopirona)
  • Mutación de los receptores. En estas situaciones puede aparecer un déficit aislado de glucocorticoides conocido como síndrome de Allgrove o de la triple A (Acalasia, Alacrima, Adrenal); enfermedad autosómica recesiva secundaria a la mutación de receptores de ACTH en la que la función mineralocorticoidea se mantiene normal, o bien presentase como una hipoplasia suprarrenal congénita; enfermedad ligada al cromosoma X la cual cursa con déficit de los 3 esteroides suprarrenales y las gonadotropinas
  • Anticuerpos bloqueantes de ACTH. El síntoma principal de esta enfermedad es la astenia, que se presenta de manera progresiva. Es característica la hiperpigmentación de piel y mucosas. La ACTH al no ser captada por la gandula suprarrenal se divide en CLIP (corticotropin-like intermediaria) y MSH (hormona estimulante de melanocitos) esta última mediante su acción estimulante de los melanocitos del paciente produce el característico bronceado permanente de estos. Otros síntomas comunes, por orden de frecuencia de aparición serían: pérdida de peso, anorexia, nauseas, vómitos, dolor abdominal, hipotensión postural, diarreas y sincope.

En el estudio de laboratorio, los pacientes con insuficiencia suprarrenal primaria es frecuente que presenten:

  • Hiponatremia, con sodio urinario elevado ya que este se pierde por orina o por desplazamiento intracelular.
  • Hipocloremia.
  • Hiperpotasemia y acidosis metabólica (disminución del bicarbonato sérico)
  • Hipercalcemia.
  • Anemia normocítica
  • Linfocitosis relativa con eosinofilia moderada.
  • Aumento plasmático de ACTH y disminución del cortisol.
  • Disminución urinaria de 17-OH-Corticoides Y 17-Cetosteroides tras el estímulo con ACTH.
  • Elevación del BUN (nitrógeno urémico sanguíneo)

INSUFICIENCIA SUPRARRENAL SECUNDARIA

En este caso el daño no se produce en la glándula suprarrenal sino en hipotálamo o en la hipófisis alterándose el eje hipotálamo-hipofisario y de manera indirecta la secreción hormonal de la suprarrenal. Puede ser debido a:

  • Hipopituitarismo secundario o enfermedad hipotálamo-hipofisaria.
  • Supresión del eje hipotálamo-hipofisario por la administración exógena de esteroides o la producción tumoral de estos.

Para realizar el diagnóstico de insuficiencia suprarrenal y diferenciar entre primaria y secundaria la prueba fundamental es el estímulo con ACTH; consiste en inyectar 250mg de esta sustancia im o iv y esperar 60 min tras lo cual los niveles de cortisol deben superar 495nmol/l. Un resultado alterado en esta prueba indica una anomalía en el eje HPF-Suprarrenal; una respuesta normal no siempre establece la integridad de dicho eje ya que una vez que se produce lesión del eje, la atrofia suprarrenal tarda semanas o meses en establecerse. Si la respuesta no es la esperada habrá que diferenciar la insuficiencia suprarrenal primaria de la secundaria, esto se hace analizando los niveles de aldosterona en la muestra sanguínea.

Para entender esta diferencia haremos un pequeño repaso de la fisiología del eje hipotálamo-hipófisis-glándula suprarrenal. La hipófisis localizada en la base del cráneo en una porción del esfenoides llamada “silla turca” está formada por dos lóbulos, la parte posterior o neurohipófisis encargada de la producción de ADH (hormona antidiurética) y de la oxitocina; y la parte anterior o adenohipofisis que libera 6 hormonas diferentes en función de los estímulos que reciba desde el hipotálamo: Prolactina, GH (Hormona del crecimiento), LH (Hormona luteinizante), FSH (Hormona estimulante del folículo), TSH(Hormona estimulante del tiroides ) y la que nos interesa en este tema ACTH o hormona corticotropa. Esta hormona llega a la glándula suprarrenal y provoca la activación tanto de la corteza como de la médula liberándose aldosterona, cortisol y andrógenos.

En la insuficiencia suprarrenal primaria la afectación tiene lugar en la gandula por lo que la cantidad plasmática de ACTH y pépticos asociados es normal o incluso esta aumentada debido a la pérdida del retrocontrol negativo habitual del cortisol sobre la hipófisis y el hipotálamo.

Por lo tanto, en la prueba de ACTH al aumentar la administración de ACTH esta no modifica la secreción de cortisol; a diferencia de lo que ocurre en la insuficiencia secundaria que al estar afectado el eje hipotálamo-hipofisario, a la glándula suprarrenal no le llega el estímulo adecuado pero al administrarle ACTH de manera externa, esta ACTH exógena activa la glándula acarreando una producción normal de aldosterona. En la insuficiencia suprarrenal secundaria existe afectación de otras hormonas adenohipofisarias, ausencia de hiperpigmentación mucocutánea y conservación de función mineralocorticoide pues la secreción de la aldosterona responde a otra estimulación independiente de ACTH como es el sistema renina-angiotensina- aldosterona, serotoninas, B-endorfinas y el exceso de K.

TRATAMIENTO DE LA INSUFICIENCIA SUPRARRENAL

Todos los pacientes deben ser tratados con hormonoterapia sustitutiva con la intención de corregir el déficit de glucocorticoide y mineralcorticoide.

  • Déficit de Glucocorticoide: administrar Hidrocortisona (Cortisol). Se administran 20-30mg/dia repartidos en 2/3 de dosis por la mañana y 1/3 al final de la tarde. Se debe aumentar la dosis en situaciones de estrés, fiebre o infección y disminuirla en pacientes con hipertensión, diabetes, o tuberculosis activa y en aquellos que presenten insomnio, irritabilidad o excitación mental al inicio del tratamiento.
  • Déficit de Mineralocorticoides: Fludrocortisona (0,5-0,1mg diarios por vía oral), tomar cantidades generales de sal común 3-4 gr/dia. Para controlar y ajustar las dosis de este tratamiento son útiles la medición de electrolitos, la tensión arterial y la actividad de renina plasmática.
  • Déficit Androgénico: Mujeres que presenten esta patología pueden beneficiarse de tratamiento sustitutivo diario con dehidroepiandrosterona para mejorar la calidad de vida y la densidad ósea

Todos los pacientes con insuficiencia suprarrenal deben llevar una placa de identificación, saber inyectarse esteroides vía parenteral y considerarse alerta médica.

CRISIS ADDISONIANA O INSUFICIENCIA CORTICOSUPRARRENAL AGUDA

La causa más frecuente se debe a una supresión brusca de esteroides en pacientes con atrofia de la glándula suprarrenal, secundaria a la administración crónica de estos. Es decir, pacientes tratados con corticoides de manera continuada por diversas patologías (asma, enfermedades inflamatorias, etc.), en los que súbitamente se suspende la administración de los mismos.

También puede producirse tras una hemorragia suprarrenal bilateral; en adultos puede suceder tras tratamientos con anticoagulantes, trastornos de la coagulación, o trombosis de la vena suprarrenal durante el embarazo. En el caso de los niños entraña especial importancia el síndrome de Waterhouse-Friderichsen (cianosis periférica, abundantes petequias y lesiones purpúricas que aumentan rápidamente de tamaño) en el contexto de una sepsis meningocócica, aunque también pueden darse casos tras septicemia por Pseudomonas o traumatismos obstétricos capaces de producir una hemorragia suprarrenal bilateral.

Hay que tener en cuenta que ciertos fármacos pueden inhibir la síntesis de esteroides (ketoconazol y mitómano) o acelerar su metabolismo (fenitoína y rifampicina) por lo que hay que tener precaución al administrar estos fármacos en pacientes con hiperplasia suprarrenal congénita o con disminución de la reserva suprarrenal para evitar la aparición de una crisis addisoniana.

La clínica característica de esta entidad es la debilidad extrema con intensos dolores de piernas y espalda, pudiéndose acompañar de deshidratación intensa, hipotensión arterial, manifestaciones digestivas, encefalopatía, pseudomeningitis, shock e incluso llegar al coma.

El tratamiento en estos casos es la administración de glucosa al 5% en solución salina junto con 100mg de hidrocortisona iv, seguido de un goteo de esta a 10mg/ hora, no olvidar la rehidratación intensiva y el control de la tensión arterial.

SÍNDROME DE CUSHING (HIPERFUNCIÓN DE LA CORTEZA SUPRARENAL)

Es la causa más frecuente de hipercorticismo endógeno espontáneo en la edad adulta, siendo tres veces más frecuente en mujeres con un pico de presentación entre los 20 y 40 años. Existen dos tipos; uno ACTH dependiente y otro independiente.

  • ACTH Dependiente
  • Excesiva producción de ACTH de origen hipofisario (microadenoma): Causa endógena más frecuente de Cushing en adultos y niños mayores de 7 años.
  • Excesiva producción de ACTH o CRH ectópico, generalmente de origen paraneoplasico como el caso del carcinoma pulmonar tipo oat-cell, timoma, cáncer de páncreas u ovario y carcinoma medular de tiroides.
  • Pseudosíndrome de Cushing inducido por el alcohol.
  • ACTH Independiente
  • Iatrogénico: por administración de corticoides de forma mantenida y a dosis altas; es la causa más frecuente de Cushing en la población general.
  • Por lesión primaria suprarrenal; Adenoma o carcinoma; es la causa más frecuente en niños menores de 7 años.
  • Hiperplasia nodular suprarrenal

Desde el punto de vista clínico los pacientes con síndrome de Cushing pueden presentar un cuadro bien característico, siendo algunas manifestaciones más comunes que otras; suelen tener un fenotipo similar con obesidad troncular, adelgazamiento de extremidades, estrías rojo-vinosas, giba de búfalo, enrojecimiento facial, hirsutismo.

También se pueden encontrar alteraciones en los exámenes de laboratorio general: poliglobulia, neutrofilia, eosinopenia, linfopenia, hipopotasemia, hipocloremia, alcalosis metabólica, elevación de la glicemia (intolerancia a la glucosa o diabetes) e hipertrigliceridemia. Pueden presentar hiperpigmentación e hipertensión arterial debido a la secreción ectópica de ACTH. En los casos donde se produce aumento de la secreción androgénica aparece oligoamenorrea, signos de acné, seborrea, y signos virilizantes como hirsutismo, voz ronca e hipertrofia de clítoris.

Una vez establecida la sospecha clínica de SC, se debe confirmar la existencia de hipercortisolismo por medio de exámenes bioquímicos. Según las últimas guías de práctica clínica de la sociedad americana de endocrinología estos son; cortisol libre en orina de 24h, test de supresión con 1 mg de dexametasona y cortisol salival nocturno.

Diagnóstico de sospecha (despistaje inicial en población sana):

  • Cortisol urinario libre en 24h (CLU). Se consideran patológicas cifras mayores de 50 mg /dia. A diferencia de la determinación de cortisol en plasma o suero, que mide el cortisol unido a la globulina fijadora de cortisol (CBG), el CLU consiste en la determinación del cortisol libre de su proteína acompañante. Hasta un 15% de SC pueden tener al menos una determinación dentro del rango normal por lo cual, en los casos con alta sospecha clínica, se debe realizar al menos dos mediciones de orina recolectadas en días distintos. Al interpretar los resultados se debe tener en cuenta el volumen urinario, pues por encima de los 4 litros de orina diarios pueden observarse valores falsamente elevados. Debido a que la mayoría del cortisol filtrado es metabolizado o reabsorbido, una ingestión de líquidos aumentada determina un mayor volumen urinario, lo que puede reducir la fracción de cortisol que es metabolizado. Lo inverso ocurre con volúmenes urinarios bajos o IRC. Siempre se debe medir la creatinina en la misma muestra para asegurarse que la recolección de orina fue completa.
  • La prueba de supresión rápida con dexametasona (Test de Nugent) consiste en la medición de cortisol plasmático a las mañana siguiente de una dosis de dexametasona de 1mg administrada a las 23 h. La dexametasona es un corticoide sintético de acción prolongada, que es metabolizado por el citocromo P450 y que no es detectada por los métodos de laboratorio que miden el cortisol. La respuesta normal seria una cifra de cortisol inferior a 5mg/dia a las 8 am.

Diagnóstico sindrómico (confirma el diagnóstico):

  • Prueba de supresión débil con dexametasona (Test de Liddle): Se le administra 2mg de dexametasona durante 2 días (0,5mg cada 6 horas) y al tercer día se realiza determinación de cortisol plasmático a las 8 am, en sujetos normales se observaran valores inferiores a 36 ng/dl. Cuando dos pruebas se encuentran alteradas, el diagnóstico de SC es seguro y el paciente debe ser derivado al especialista para realizar el estudio etiológico. Cuando la clínica es sugerente pero solo una prueba está alterada, se habla de pseudocushing. Estos casos corresponden a sujetos que tienen hiperactividad del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, pero no un hipercortisolismo autónomo. Generalmente se trata de pacientes con patología psiquiátrica como depresión o alcoholismo.
  • La determinación de ACTH plasmática en una muestra matinal permite orientarse en una causa ACTH independiente en que se encontraran valores normales, bajos o suprimidos, o bien ACTH dependiente, en los cuales se encontrara aumentada o, inapropiadamente normal para el nivel de hipercortisolismo. Cuando se sospeche una causa ACTH dependiente se debería aplicar test funcionales que permitan discriminar entre SC y un tumor productor de ACTH ectópico.

Diagnostico etiológico

  • Prueba de supresión fuerte con dexametasona,(test de Tyrrel) se le administra 8mg durante 2 días con cuantificación del cortisol plasmático a las 8 am, los casos con enfermedad de Cushing presentan una supresión de cortisol plasmático de más del 50% respecto del valor basal.
  • Prueba de CRH. En la enfermedad de Cushing se observa un aumento de ACTH y de cortisol como respuesta al estimulo con CRH, lo cual no se observa en el caso de tumor ectópico productor de ACTH que no expresa receptores de CRH.
  • Test de Metirapona.

En el caso de que los test funcionales confirmen la sospecha de una EC, el examen indicado es la RNM de silla turca con contraste, que permite detectar adenomas pequeños. Si la sospecha de la etiología es suprarrenal, los exámenes utilizados son la TAC de abdomen o la RNM de suprarrenales. La TAC de abdomen con contraste y cortes finos a nivel de la suprarrenal continúa siendo un examen sensible y de menor coste. Cuando la sospecha sea un tumor productor de ACTH ectópico, se debe indicar en primer lugar una tomografía computada de tórax por ser ésta la ubicación más frecuente de estos tumores (carcinomas de células pequeñas, carcinoides bronquiales o de timo). En los casos en que no se logra localizar el tumor o hay sospecha de diseminación, está indicado realizar una tomografía por emisión de positrones (PET).

Cuando las pruebas funcionales y de imagen no son concluyentes para diferenciar entre ACTH ectópico y de causa hipofisaria está indicado realizar cateterización de senos petrosos con medición de ACTH central y periférica.

TRATAMIENTO

En cuanto al tratamiento de esta entidad, existen varios objetivos:

  • Reducción de la producción hipofisaria de ACTH:
  • Resección transesfenoidal del microadenoma (adenomectomía): Técnica curativa hasta en el 80% de los microadenomas, aunque solo en un 50% de los macroadenomas.
  • Hemihipofisectomía o hipofisectomía total, en aquellas personas con hiperplasia suprarrenal bilateral sin foco detectable productor de ACTH, pero con supresión positiva con altas dosis de dexametasona.
  • Radiación hipofisaria: Está indicado en niños y adolescentes con recidiva del tumor tras una técnica quirúrgica.
  • Neuroradiocirugía.
  • Fármacos de acción central: ciproheptadina, valproato, bromocriptina y análogos de la somatostatina de larga duración
  • Reducción o eliminación de la producción renal de cortisol:
  • Suprarrenalectomía unilateral o bilateral
  • Suprarrenalectomía médica con mitotano, etoconazol, metirapona, etomidato o aminogluteina.

SÍNDROME DE NELSON

Consiste en la aparición de un tumor hipofisario secretor de ACTH tras la suprarrenalectomía total bilateral. Clínicamente cursa con hiperpigmentación y la presencia de una masa intraselar expansiva. Para su diagnóstico se usa ACTH como marcador útil y que no suele inhibirse tras la administración de dexametasona. Estudios recientes indican que puede prevenirse su aparición mediante irradiación hipofisaria antes de la suprarrenalectomía o inmediatamente después. Una vez presente requiere tratamiento con cirugía, radioterapia e hipofisectomía, aunque algunos casos responden a tratamiento médico con ciproheptadina.

HIPOALDOSTERONISMOS SELECTIVOS

La característica común de todos ellos es la incapacidad de aumentar la secreción de aldosterona adecuadamente tras la restricción de sal. La causa más frecuente es el hipoaldosteronismo hiporreninemico sobre todo en adultos con diabetes leve e insuficiencia renal leve, en los que la hiperpotasemia y la acidosis metabólica son desproporcionadas con respecto al grado de afectación renal.

También puede ser secundario a cuadros disenzimáticos que cursan con déficit de la biosíntesis de aldosterona; hipoaldosteronismo transitorio tras la suprarrenalectomia unilateral por adenoma productor de aldosterona, déficit de la secreción de aldosterona secundario a la administración de medicamentos y otras sustancias como puede ser la heparina y por pseudohipoaldosteronismo tipo I síndrome con herencia AR (que tiene manifestaciones de hipoaldosteronismo con aumento de renina y aldosterona.)

El tratamiento consiste en corregir el déficit de mineralcorticoides y restablecer el equilibrio electrolítico. Para ello se administra fludrocortisona diaria e ingesta de sal incrementada; otra opción es la reducción de la ingesta de sal y la administración de furosemida con lo que se mejora la acidosis y la hiperpotasemia.

HIPERALDOSTERONISMO

Se trata de un síndrome asociado a la hipersecreción de aldosterona, en el hiperaldosteronismo primario la causa de la hipersecreción se encuentra en la misma glándula suprarrenal, mientras que en el secundario el estímulo es extrasuprarrenal. Su aparición es dos veces más frecuente en el sexo femenino con un pico de incidencia entre los 30 y los 50 años. Con una incidencia del 5% en la población general, se encuentra como hallazgo casual en el 1% de los pacientes hipertensos estudiados al azar. Etiológicamente puede presentarse como un adenoma solitario (85%) también conocido como síndrome de Conn; hiperplasia nodular o hiperaldosteronismo idiopático (15-30%); carcinoma suprarrenal (1%).

También existen formas familiares de hiperaldosteronismo: tipo I o síndrome de Sutherland que responde al tratamiento de glucocorticoides a diferencia del hiperaldosteronismo familiar tipo II que es insensible a dicho tratamiento.

El diagnóstico debe sospecharse ante una hipopotasemia persistente en un paciente sin edemas que ingiere cantidades normales de sodio y que no está tratado con diuréticos que pudiesen explicar las pérdidas de potasio.

Criterios diagnósticos

Hipertensión diastólica sin edemas, hiposecreción de renina que no aumenta tras maniobras de depleción de volumen (bipedestación, restricción salina o administración de furosemida), falta de supresión de la aldosterona durante la expansión de volumen (sobrecarga salina)

El diagnóstico etiológico se realiza con TAC abdominal y si esta prueba resulta negativa se realiza un cateterismo percutáneo de ambas venas suprarrenales pudiéndose demostrar así una elevación de la concentración de aldosterona en el lado afectado.

En cuanto al tratamiento, en el caso de adenoma suprarrenal se realiza extirpación quirúrgica del tumor, aunque en muchos casos basta con una supresión dietética de sodio asociado al uso de fármacos como la eplerenona o espirololactona. El síndrome de Sutherland se trata con dexametasona junto con antagonistas de la aldosterona (espironolactona, amilorida, triamterena) y en la hiperplasia bilateral idiopática se recurre a la cirugía pero solo en casos donde exista hipopotasemia grave resistente a tratamiento médico.

FEOCROMOCITOMA

Son tumores del sistema nervioso simpático desarrollados a partir de células cromafines, encargadas de la producción, almacenamiento y secreción de catecolaminas no sujeta a estímulos nerviosos. Se presentan predominantemente en mujeres jóvenes aunque en la infancia y los de localización centrotorácico son más frecuentes en varones.

Su origen es desconocido, a pesar de ello cerca del 25% presentan un cuadro hereditario asociado a determinados genes (RET, VHL, SDHB o SDHD). La mayor parte son secretores de noradrenalina (NA) y adrenalina. Los extrasuprarrenales producen NA en su mayoría, los asociados a MEN tienen producción exclusiva de adrenalina y los malignos dopamina y ácido homovanílico. En general no es posible saber cuál es la catecolamina predominante basándose únicamente en las manifestaciones clínicas.

  • Feocromocitoma del adulto: Regla de los “dieces”: 10% bilaterales, 10% extrasuprarrenales, 10% cancerosos. El 80% son lesiones solitarias unilaterales principalmente en la glándula derecha, muy vascularizadas por lo que pueden alcanzar un gran tamaño aunque la mayoría pesan menos de 100mg y miden menos de 10cm.
  • Feocromocitoma infantil: 50% unilaterales, 25% bilaterales y 25 % extrasuprarenales.
  • Feocromocitoma familiar: Representan el 5% de esta patología. Se debe sospechar un síndrome familiar en todo paciente que presente feocromocitomas bilaterales. Se transmiten por herencia autosómica dominante aislados o en el contexto de MEN tipo 2a ó 2b, neurofibromatosis de von Recklinhausen o enfermedad de Von Hippel Lindau
  • Feocromocitoma extrasuprarrenales: La localización más frecuente suele ser dentro del abdomen en paraganglios intraabdominales, celiacos y mesenterio, también pueden aparecer en mediastino posterior, en vejiga urinaria y en el cuello. Presentan un tamaño más reducido que los anteriores

La hipertensión es la manifestación más frecuente y suele ser resistente al tratamiento convencional. Acompañada de crisis hipertensas que se manifiesta con triada típica de cefalea, sudación excesiva y palpitaciones, desencadenadas por múltiples estímulos tanto mecánicos, digestivos, emocionales y medicamentosos, con el tiempo estas crisis suelen aumentar en frecuencia, duración e intensidad.

Pueden presentar hipotensión ortostática, secundaria a la disminución de volumen plasmático y a la amortiguación de reflejos simpáticos. Entre otras manifestaciones clínicas se encuentran; Raynaud, palidez o rubefacción facial, pérdida de peso, fiebre, ansiedad, intolerancia al calor, trastornos de ritmo cardiaco.

Para el diagnóstico se llevan a cabo diferentes tipos de pruebas:

  • Pruebas bioquímicas: aumento de catecolaminas no conjugadas o libres, metanefrinas y ácido vanilmandélico en orina de 24 horas.
  • Pruebas farmacológicas: debido a su potencial peligrosidad están indicadas en escasas ocasiones; además la respuesta a un agente farmacológico nunca es diagnóstica y obliga a realizar confirmación bioquímica. Bloqueo con clonidina o fentolamina: disminuyen los niveles plasmáticos de catecolaminas en sujetos sanos y pacientes con hipertensión esencial pero influye poco sobre los pacientes con feocromocitoma.
  • Localización del tumor: TAC, RNM suprarrenal, PET, aortografia abdominal, gammagrafía, etc. Está contraindicada la aspiración percutánea con aguja fina de tumores cromafines por el riesgo de provocar una crisis hipertensiva.

Si la lesión es extirpable, se debe pautar dieta rica en sal previa a la intervención para aumentar el volumen plasmático, posteriormente se procede a un bloqueo preoperatiorio alfa-adrenérgico durante 10-14 días con fenoxibenzamina y después beta adrenérgico con Propanolol. Es importante recordar que los betabloqueantes solo pueden administrarse una vez alcanzado el bloqueo alfa, pues su administración aislada puede provocar aumento paradójico de la presión arterial. La extirpación completa del tumor cura la HTA en el 75% de los pacientes, en el resto permanece aunque se puede controlar con medicación habitual.

En casos de lesiones inoperables, ya sea por existencia de metástasis o por el estado clínico del paciente se recurre a la metirosina junto con bloqueantes adrenérgicos o quimioterapia.

Los feocromocitomas malignos presentan usa tasa de supervivencia de más del 95% a los 5 años poscirugía, recidivan menos del 10% sobre todo en el retroperitoneo y las metástasis suelen aparecer en hueso y pulmón.

INCIDENTALOMA SUPRARRENAL

Se llama así al encuentro casual mediante TAC de masas suprarrenales. En el 90% de los casos no son funcionales. En pacientes con neoplasias malignas extrasuprarrenal existe una probabilidad entre el 30-50% de que sea una metástasis del tumor primario, en los casos de ausencia de una neoplasia extrasuprarrenal la probabilidad de que sea un carcinoma suprarrenal es inferior al 0,01%.

La sospecha diagnóstica de malignidad debe plantearse en casos de tamaño mayor de 4-6 cm, falta de homogeneidad, bordes irregulares y calcificación de los tejidos blandos. En el estudio de estos pacientes es imprescindible la realización de pruebas de funcionalidad:

  • Catecolaminas y sus metabolitos en orina de 24 horas (feocromocitoma)
  • Cociente aldosterona/ARP, sodio y potasio en plasma y orina de 24 horas (hiperaldosteronismo primarios)
  • 17-OH progesterona plasmática (hiperplasia suprarrenal congénita por déficit de 21-hidroxilasa)
  • Test de supresión con 1 mg de dexametasona (Cushing)
  • Punción aspiración con aguja fina, para diferenciar enfermedad suprarrenal primaria y metastásica, pero no es útil para discernir entre tumores suprarrenales primarios benignos y malignos.

referencias