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Degeneración macular asociada a la edad

La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad degenerativa caracterizada por la presencia, en el área macular, de drusas, alteraciones del epitelio pigmentario de la retina (EPR), atrofia del complejo EPR/coriocapilar y, en algunos casos, el desarrollo de membranas neovasculares coroideas.

Se trata de un proceso de etiopatogenia multifactorial y compleja, y en líneas generales se admite que se origina como consecuencia de un aumento del estrés oxidativo a nivel del EPR. Esto provoca una disfunción de las células del mismo e induce la liberación de una serie de mediadores inflamatorios y de factores de crecimiento que van a ser los responsables del daño coriorretiniano que acaba con la visión central del paciente.

La DMAE es un proceso que afecta a personas de más de 50 años y aumenta con la edad. Tiene una prevalencia variable que oscila entre el 2% y el 10%.

El factor de riesgo más importante es la edad, junto con el hábito tabáquico y la raza. Otros factores de riesgo relacionados son la hipertensión arterial, la aterosclerosis, la existencia de unos niveles bajos de antioxidantes, vitaminas C y E, carotenoides, zinc y luteína zeaxantina.

Clínicamente se distinguen dos tipos de DMAE, la seca y la húmeda.

La DMAE seca es la más frecuente y representa el 90% de los casos. Es de curso lento y progresivo, y el paciente permanece asintomático en las fases iniciales de la enfermedad. Afecta aproximadamente a un 10% de las personas mayores de 60 años.

En ella se produce una desaparición progresiva del EPR y se generan zonas de atrofia que lentamente van creciendo y coalesciendo. Las áreas afectadas pierden capacidad visual, ya que la pérdida del EPR se asocia a una alteración importante de los fotorreceptores. El estadio más avanzado se conoce como atrofia geográfica y produce una disfunción visual grave.

La DMAE húmeda se caracteriza por la aparición del complejo neovascular. Los neovasos procedentes, habitualmente, de la coriocapilar penetran a través de la membrana de Bruch en el espacio sub-EPR, pudiendo desarrollarse en el espacio subretiniano. Afecta al 10% de los pacientes con DMAE. Se caracteriza por el desarrollo de neovasos en el área macular. Es la forma más temida ya que lleva rápidamente al paciente a la ceguera. Este tipo de DMAE es responsable del 90% del total de los casos de ceguera atribuidos a la enfermedad.

La DMAE húmeda tiene una prevalencia aproximada de un 2% de las personas mayores de 60 años.

A día de hoy no existe un tratamiento capaz de evitar la aparición de la DMAE.

Aunque no hay ninguna manera conocida de prevenir la DMAE seca de forma absoluta, los factores del estilo de vida pueden reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad: no fumar, seguir una dieta sana, rica en frutas y verduras y baja en grasa animal, hacer ejercicio de manera regular y mantener un peso saludable.

En cuanto a la DMAE húmeda, existe un antes y un después de la llegada de la terapia antiangiogénica. En pocos años se ha pasado de frenar el proceso con muy malas agudezas visuales con la terapia fotodinámica (TFD) a recuperar, al menos en parte, la función visual perdida gracias a estos fármacos en un porcentaje significativo de los pacientes.

De hecho, en la actualidad la fotocoagulación láser sólo se aplica a lesiones clásicas bien delimitadas de localización extrafoveal y yuxtafoveal advirtiendo al paciente del alto riesgo de recidivas. La TFD con verteporfina también ha quedado relegada a un segundo plano al haber sido superada por los fármacos antiangiogénicos y se usa hoy en día generalmente en combinación con antiangiogénicos en pacientes mal respondedores o en formas atípicas de DMAE.

Existen tres fármacos antiangiogénicos aprobados por las agencias reguladoras en EE. UU. (FDA) y en Europa (EMA) para el tratamiento de la neovascularización coroidea secundaria a la DMAE:

  • Pegaptanib (Macugen®). Apenas se usa hoy en día ya que sus resultados son muy inferiores a los de los demás antiangiogénicos.
  • Ranibizumab (Lucentis®). Se trata de una fracción de un anticuerpo monoclonal humanizado capaz de inhibir todas las isoformas del VEGF. Es un fármaco de primera elección.
  • Aflibercept (Eylea®). Es el último fármaco aprobado para el tratamiento de la DMAE húmeda. Se trata de una proteína de fusión recombinante. Bloquea al VEGF de forma no selectiva y al factor de crecimiento placentario (PIGF). En varios ensayos, aflibercept fue bien tolerado y el perfil de acontecimientos adversos oculares y no oculares del fármaco fue similar al del ranibizumab.
  • Bevacizumab (Avastin®). Es un anticuerpo monoclonal de ratón humanizado, contra el VEGF, aprobado por las agencias reguladoras para el tratamiento del cáncer de colon metastásico. No está aprobado para su uso por vía intraocular, pero se administra fuera de indicación en la práctica clínica.

Todos estos fármacos son de administración intravítrea, de vida media corta. La pauta terapéutica más utilizada se basa en la administración de una fase de carga de inyecciones mensuales, seguida de administración según necesidad (prn). Varios ensayos sugieren que el régimen de “tratar y extender” y otros tratamientos proactivos proporcionan un abordaje razonable, por lo que los regímenes de tratamiento individualizados pueden reducir la carga asistencial, con resultados satisfactorios para los pacientes.

El éxito de la terapia antiangiogénica depende de la precocidad de la instauración del tratamiento y de una correcta monitorización mensual del paciente, tratando el proceso ante el menor signo de actividad.

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Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria

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CONFERENCIA EUROPEA SOBRE ENFERMEDADES RARAS Y MEDICAMENTOS HUÉRFANOS

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WORLD CONGRESS OF PHARMACY AND PHARMACEUTICAL SCIENCES 2016

28 de agosto-1 de septiembre de 2016

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T +31 (0) 70 302 19 82 F +31 (0) 70 302 19 98 congress@fip.org

Nuevos medicamentos en el mundo, durante el año 2015

Fármacos

Laboratorio

Comentarios

Abituzumab.

Merck/Serono

Abituzumab es un anticuerpo monoclonal humanizado inhibidor de las integrinas expresadas en las células de tumores vesicales.

Apatorsen HSPB1

Oncogenex

Apatorsen es un inhibidor de la producción de Hsp27 que se está ensayando para el tratamiento del cáncer de próstata, páncreas, vejiga, pulmón y adenocarcinoma.

ARN-509

Johnson & Johnson

ARN-509 es un nuevo antagonista del receptor de andrógenos indicado para el tratamiento del cáncer de próstata resistente a la castración.

Bavituximab (PGN401)

Peregrine Pharmaceuticals, Inc

Bavituximab es un anticuerpo monoclonal quimérico desiganado para el tratamiento de cánceres e infecciones virales, que se encuentra en diferentes fases de ensayos clínicos.

Binimetinib

Novartis

Binimetinib es un inhibidor de MEK 1/2, que se está estudiando para el tratamiento del melanoma con mutación NRAS y tratamiento el cáncer de ovario.

Brigatinib (AP26113)

Ariad

Brigatinib es un inhibidor de la anaplástic linfoma kinasa que tiene como objetivo el desarrollo genético de las células cancerosas.

Duligotuzumab

Genentech, Roche

Duligotuzumab es un anti-EGFR/anti-HER3 MAb, indicado para la terapia del cáncer colorrectal, de cabeza y cuello

Durvalumab

AstraZeneca

Durvalumab es un anticuerpo monoclonal anti PD-L1 con actividad sobre varios tipos de tumores.

Dupilumab

Regeneron/Sanofi

Dupilumab es un anticuerpo monoclonal totalmente humano que está en desarrollo clínico para el tratamiento del asma, la dermatitis atópica y la poliposis nasal. Dupilumab bloquea la IL-4 y la IL-13, dos citoquinas necesarias para la respuesta inmunitaria de Th2.

Fostemsavir

(BMS-663068)

Bristol-Myers Squibb

Fostemsavir es un fármaco inhibidor del VIH que se encuentra en fase IIb de ensayos clínicos.

Ixekizumab

Lilly

Ixekizumab es un anticuerpo monoclonal Anti-IL-17A para el tratamiento de la psoriasis.

Lucitanib

(E-3810)

Advenchen Pharmaceuticals

Lucitanib es un inhibidor dual de los receptores endoteliales vasculares del factor de crecimiento y de los receptores del factor de crecimiento de fibroblastos con capacidad para inhibir la angiogénesis y proliferación celular de tumores.

Luspatercept
(ACE-536)

Acceleron & Celgen

Luspatercept es una proteína terapéutica de investigación que incrementa los niveles de globulos rojos, que está indicado en pacientes con alteraciones raras de la sangre, incluyendo beta-talasemias y símdromes mielidisplásticos.

MyrcludexB

MYR GmbH

Myrcludex B es un inhibidor viral, que reduce la carga viral. indicado para el tratamiento de la hepatitis B.

Ozoralizumab

Ablynx

Ozoralizumab es un bloqueante de citokinas proinflamatorias que se encuentra en ensayos clínicos de fase II para el tratamiento de la artrtitis reumatoide.

Rociletinib

Clovis Oncology

Rociletinib es un inhibidor irreversible del receptor de las formas mutantes del factor de crecimiento epidermal causantes del cáncer.

Rucaparib

Clovis Oncology

Rucaparib es una pequeña molécula inhibidora de la ADP-ribosa polimerasa 1 y 2. se está estudiando para el tratamiento del cáncer de páncreas y ovario.

Selinexor

Karyopharm

Selinexor es un inhibidor de XPO, proteína de exportación nuclear cuya inhibición conduce a la acumulación nuclear de proteínas supresoras de tumor (PST). XPO1 se sobreexpresa en muchos tumores, incluido el cáncer de la próstata (PrCa).

Sonidegib

Novartis

Sonidegib es un inhibidor específico del receptor SMO con actividad oncolítica.

Vedolizumab Entyvio® (Takeda)

j

Resumen

El vedolizumab es un anticuerpo monoclonal humanizado que se une específicamente a la integrina α4β7, una glucoproteína que es expresada mayoritariamente en la membrana de los linfocitos T colaboradores (Th) que migran al intestino, que son considerados como agentes implicados en los cuadros inflamatorios de la colitis ulcerosa y de la enfermedad de Crohn. Ha sido autorizado para el tratamiento de cuadros activos moderados a graves de colitis ulcerosa o de enfermedad de Crohn, en pacientes adultos que hayan tenido una respuesta inadecuada, presenten pérdida de respuesta o sean intolerantes al tratamiento convencional o con un antagonista del factor de necrosis tumoral alfa (TNFα).

 

COLITIS ULCEROSA/ENFERMEDAD DE CROHN

La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa cursan de forma crónica con brotes de actividad inflamatoria que afectan al intestino, por lo que reciben el nombre genérico de enfermedad inflamatoria intestinal. Su origen o etiología se desconoce, habiéndose involucrado en ella principalmente factores genéticos, ambientales, inmunológicos y bacterianos. Las dos tienen en común aspectos epidemiológicos, clínicos, endoscópicos, radiológicos y patológicos, diferenciándose principalmente en que la enfermedad de Crohn puede afectar a todo el tracto digestivo (desde la boca hasta el ano), de forma segmentaria o intermitente, siendo una afectación de todas las capas de la pared intestinal (desde la mucosa hasta la serosa) y localizándose preferentemente en el íleon terminal – ileítis –, el colon derecho – colitis – y la región anal. Por su parte, la colitis ulcerosa afecta solamente a la mucosa del colon, de forma difusa y continua, iniciando la afectación en el recto, pudiendo extenderse desde allí a todo el colon (Angós, 2013).

La enfermedad inflamatoria intestinal se encuentra distribuida en todo el mundo, pero es más frecuente en los países del Centro/Norte de Europa y Norteamérica que en los del Sur de Europa, Asia y Sudamérica. Afecta preferentemente a jóvenes adultos que viven en el medio urbano. La máxima incidencia de la enfermedad de Crohn está entre los 15 y 30 años, mientras que la de la colitis ulcerosa entre los 25 y 40 años. No existen diferencias en cuanto al sexo. La colitis ulcerosa es más frecuente (incidencia – nuevos casos – es de 3-15 casos por 100.000 habitantes/año y la prevalencia global es de 50-80) que la enfermedad de Crohn (incidencia de 1-10 y prevalencia de 20-100), pero esta diferencia tiende a disminuir. En general, la prevalencia es mayor en personas de razona blanca que de raza negra y en judíos (vs. no judíos). La incidencia en España parece haberse incrementado en los últimos años, variando de unas regiones a otras. La incidencia de colitis ulcerosa en nuestro país oscila entre 0,6 y 8 casos/100.000 habitantes/año, con una media de 3,8; las cifras correspondientes para la enfermedad de Crohn varían entre 0,4 y 5,5 casos/100.000/año, con una valor medio de 1,9. La prevalencia de la enfermedad inflamatoria intestinal en España se estima alrededor de 87-110 casos/100.000 habitantes/año (Sicilia, 2009)

La máxima incidencia de nuevos casos de enfermedad de Crohn es durante la tercera década de la vida, disminuyendo posteriormente. Por su parte, la tasa de incidencia de la colitis ulcerosa es bastante estable entre la tercera y séptima décadas. Un tercio de los casos de enfermedad inflamatoria intestinal debutan aproximadamente antes de los 20 años, la mayoría en adolescencia y sólo un 4% antes de los 5 años. Si bien entre los niños pequeños hay más niñas que varones que presentan enfermedad de Crohn (1,5:1), aunque con tendencia a la igualdad, mientras que la relación entre los sexos ya es igual en la colitis ulcerosa.

La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa son enfermedades complejas, poligénicas, de penetrancia variable. Se estima que el riesgo de padecer enfermedad inflamatoria intestinal cuando un padre está afectado de enfermedad de Crohn es del 9,2% y del 6,2% cuando lo está de colitis ulceras. Cuando ambos padres tienen una enfermedad inflamatoria intestinal, el riesgo aumenta al 30%. La concordancia en gemelos monocigóticos para la enfermedad de Crohn es del 37,3% y del 10% para la colitis ulcerosa (para dicigóticos del 7% y 3%, respectivamente).

Se han descubierto varias regiones de susceptibilidad en distintos cromosomas. Afectan sobre todo a la inmunidad innata, moléculas del sistema HLA, permeabilidad intestinal (integridad epitelial, adhesión celular), procesamiento intracelular de bacterias o respuesta inflamatoria. El primero descrito fue el gen NOD2/CARD15 en el cromosoma 16 ligado a la enfermedad de Crohn, cuyo producto es una proteína de reconocimiento de péptidos bacterianos. Como se ha indicado, la flora bacteriana endógena parece jugar un papel relevante en la patogenia, aunque por el momento se desconoce su interacción exacta con la respuesta inmune, fisiológica o patológica. Entre los factores ambientales, los que presentan una más clara relación de asociación son el tabaco (que implica un aumento del riesgo para la enfermedad de Crohn, pero una reducción para la colitis ulcerosa) y la apencidectomía, la cual se asocia con una disminución del riesgo de colitis ulcerosa (Medina, 2010).

La enfermedad inflamatoria intestinal es considerada como un proceso multisistémico, en el que ocasionalmente las manifestaciones extradigestivas preceden a los síntomas intestinales; de hecho, se estima que alrededor de un 25-30% de los pacientes presentarán alguna a lo largo de su evolución, siendo la artralgia y, en menor grado, la artritis las manifestaciones extraintestinales más frecuentes en el niño. La artritis tiende a ser mono o pauciarticular, asimétrica y migratoria, pudiendo afectar las sacroilíacas y la columna, en especial en varones HLA-B27 con afectación cólica. El eritema nodoso, la estomatitis aftosa son frecuentes en fases de actividad. El pioderma gangrenoso se asocia con más frecuencia a la colitis ulcerosa. Las manifestaciones oculares más habituales son conjuntivitis, epiescleritis y uveítis anterior (enfermedad de Crohn). Dentro de las manifestaciones hepáticas se incluyen la esteatosis, hepatitis crónica autoinmune, pericolangitis y colangitis esclerosante (más frecuentemente asociada a la colitis ulcerosa). No es infrecuente la colelitiais en pacientes con enfermedad de Crohn de larga evolución con afectación ileal. Pueden producirse manifestaciones urológicas como litiasis, fístulas enterovesicales, hidronefrosis y, en casos de larga evolución, amiloidosis renal.

La enfermedad de Crohn, al poder afectar a todo el tracto digestivo, desde la boca hasta el ano, producirá diferentes tipos de síntomas, dependiendo de la zona del intestino que esté afectada y de la intensidad y tipo de inflamación que produzca. Los principales síntomas detectables con anterioridad al diagnóstico son dolor abdominal (85-90%), pérdida de peso (>3 kg; 55-60%), fiebre (50-60%), diarrea (>3 deposiciones/día; 50%) y sangre o mucosidad en las heces (30-35%). Sin embargo, el retraso de talla o puberal puede ser la manifestación única de la enfermedad de Crohn. La actividad inflamatoria especialmente y los tratamientos prolongados con corticoides alteran el crecimiento y la osificación, pueden afectar la talla final y aumentar el riesgo de fractura.

El comienzo es con frecuencia insidioso en forma de anorexia, astenia, fiebre intermitente, estacionamiento ponderoestatural y manifestaciones articulares, orales o cutáneas. La palpación de efecto de masa abdominal inflamatoria en fosa iliaca derecha es característica y es manifiesta en más del 20% de los pacientes. Existe lesión perianal en forma de fisura, fístula o absceso en un 25-50% de los pacientes. La pérdida de peso es más frecuente e intensa que en la colitis ulcerosa y las complicaciones intestinales más frecuentes son: estenosis, fístulas y abscesos. En cambio, el megacolon tóxico y el cáncer son menos frecuentes.

Por su parte, los síntomas de la colitis ulcerosa se correlacionan con la extensión anatómica y la actividad de la inflamación de la mucosa del colon: sangrado o moco rectal (90-100%), dolores abdominales (60-65%), diarrea (60%), pérdida de peso (>3 kg; 25-30%), fiebre, tenesmo y anemia. Se consideran signos graves: fiebre elevada, afectación del estado general, retraso del crecimiento, distensión abdominal, timpanismo y dolor a la palpación abdominal. Puede manifestarse como una colitis fulminante con más de 6 deposiciones al día, con sangre abundante, anemia, hipoalbuminemia, alteraciones hidroelectrolíticas, fiebre y taquicardia. El abdomen puede estar distendido y doloroso a la palpación. Estas formas pueden evolucionar a megacolon tóxico con dilatación colónica superior a 6 cm asociada a cuadro séptico, gran distensión y dolor abdominal. Tanto la colitis grave como el megacolon tóxico presentan un alto riesgo de perforación, sepsis y hemorragia masiva. La complicación más grave y frecuente en la colitis ulcerosa de larga evolución es el cáncer.

Comparativamente, las complicaciones digestivas de la colitis ulcerosa y de la enfermedad de Crohn difieren. Son raras o incluso inexistentes la estenosis, las fístulas y los abscesos en la colitis ulcerosa, mientras que son frecuentes en la enfermedad de Crohn; también es mucho más frecuente la patología anal en el enfermedad de Crohn (50-80%) que en la colitis ulcerosa (3-5%). Por el contrario, es más infrecuente en la enfermedad de Crohn la incidencia de perforación digestiva (1-2% vs. 3-5%).

Los pacientes con colitis y ulcerosa tienen tasas más altas de muerte por cualquier causa, por cáncer colorrectal, por enfermedad pulmonar y por enfermedad hepática alcohólica (Bewtra, 2013). Las tasas estandarizadas de mortalidad varían desde 0,44 hasta 7,14 para la colitis ulcerosa y de 0,71 a 3,20 para la enfermedad de Crohn; en término medio, la tasa estandarizada de mortalidad por cualquier causa en la colitis ulcerosa es de 1,19 (IC95% 1,06 a 1,35), mientras que para la enfermedad de Crohn es 1,38 (IC95% 1,23 a 1,55).

Las formas clínicas en las que puede presentarse la colitis ulcerosa se clasifican habitualmente por su forma de presentación y evolución. Así, en la forma aguda-fulminante, que supone un 5-10% de los casos, implica un primer brote grave que requiere cirugía; la crónica-intermitente, con periodos de actividad intercalados con remisiones, representa el 60-75% de los casos], en tanto que la forma crónica-continua, en la que la actividad inflamatoria no remite, se manifiesta en el 10-15% de los casos.

En ocasiones, también se clasifica de acuerdo a su grado de actividad (leve, moderada o grave) o a la extensión anatómica (proctitis/proctosigmoiditis, colitis izquierda o pancolitis). Ambos aspectos pueden variar durante la evolución de la enfermedad, siendo frecuente la extensión desde los segmentos distales hacia los proximales. Esto hace que siempre que la evolución clínica o la respuesta al tratamiento no sean las esperadas se deba realizar una colonoscopia con biopsias para confirmar el grado y extensión de la afectación.

La calidad de vida se verá afectada en mayor o menor grado durante los periodos de actividad, pero generalmente menos que la de los pacientes con enfermedad de Crohn. Afortunadamente, la calidad de vida durante los periodos de remisión suele ser similar a la de la población general. La mortalidad y la necesidad de cirugía serán mayores en el grupo de pacientes con colitis extensas y brotes agudos-fulminantes, sobre todo durante el primer año después del diagnóstico. Salvo este grupo de pacientes, el resto tiene una expectativa de vida casi similar a la del resto de la población. En cualquier caso, las formas más graves de colitis ulcerosa se asocian claramente con una peor calidad de vida, mayores costos de atención de salud y el deterioro en la productividad del trabajo y las actividades diarias (Gibson, 2014).

La evolución de la enfermedad de Crohn es prácticamente impredecible. La mayoría tiene un curso crónico intermitente, con exacerbaciones y remisiones separadas por periodos variables, que pueden oscilar entre semanas, meses o incluso años; de hecho, en torno al 10% permanece asintomático durante muchos años tras el primer brote. Sin embargo, la mayoría (70-90%) de los pacientes necesitará alguna intervención quirúrgica a lo largo de su vida. La afectación ileocólica es la que con más frecuencia va a requerir la cirugía (hasta el 90% de casos), siendo las causas directas más frecuentes la aparición de estenosis con obstrucción intestinal aguda o recidivante, las fístulas, los abscesos y las perforaciones. Cuando la enfermedad de Crohn afecta al colon, el recurso a la cirugía viene determinado por las complicaciones perianales, la falta de respuesta al tratamiento farmacológico y el megacolon tóxico. En cualquier caso, un alto porcentaje de los pacientes sometidos a cirugía acabarán requiriendo nuevas intervenciones por la recurrencia de la enfermedad de Crohn en la zona operada (un 40-50% requerirá una segunda operación y, de éstos, el 25% una tercera).

La edad al diagnóstico, la enfermedad perianal, el uso inicial de los corticoesteroides y la localización parecen ser factores pronósticos independientes de enfermedad incapacitante. En este sentido, un metanálisis (Dias, 2013) encontró notables incrementos del riesgo relativo de desarrollar enfermedad incapacitante a los cinco años después del diagnóstico inicial de los pacientes menores de 40 años de edad (OR= 2,47; IC95% 1,74 a 3,51), con el tratamiento inicial de corticosteroides para el primer brote (OR= 2,42; IC95% 1,87 a 3,11) y con la enfermedad perianal (OR= 2,00; IC95% 1,41 a 2,85).

La enfermedad inflamatoria intestinal se asocia a lesiones intestinales que potencialmente pueden evolucionar a tumores malignos. En este sentido, se estima que el riesgo medio de desarrollar cáncer colorrectal en la colitis ulcerosa varía entre el 1% y el 3%, siendo los principales determinantes de riesgo la duración de la enfermedad y la extensión de la colitis: máximo en los pacientes con pancolitis de más de 8-10 años de duración y aumenta en un 1% anual desde ese momento. También parecen influir la edad de comienzo (cuanto más joven, mayor riesgo), la actividad crónica continuada y la presencia de zonas de estenosis. En las colitis izquierdas el riesgo comienza a incrementarse a partir de los 15 años de duración. Sin embargo, en las proctitis es similar al de la población general.

El riesgo de malignización de la enfermedad de Crohn es en general menor que en la colitis ulcerosa. El promedio de incidencia en todo el intestino es del 0,45%, con un 0,13% para el intestino delgado (sobre todo adenocarcinoma de íleon) y el resto para el colon y el recto. En la localización del colon el riesgo es menor que en la pancolitis ulcerosa y similar al de la colitis izquierda. Las áreas más inflamadas, las fístulas y la afectación del canal anal son las lesiones con mayor riesgo.

Los objetivos terapéuticos para la enfermedad inflamatoria intestinal consisten en inducir o mantener la remisión de las agudizaciones o brotes (eliminando los síntomas y minimizando los efectos colaterales y los eventos adversos a largo plazo), curar la mucosa, evitar complicaciones (p. ej.: fístulas, estenosis…), mejorar y mantener la calidad de vida, limitar o eliminar el uso de corticosteroides, evitar la hospitalización y la cirugía, y restaurar y mantener la nutrición

Los pacientes con brotes graves deben ser hospitalizados ya que suelen requerir tratamiento intravenoso, aunque el resto puede recibir tratamiento ambulatorio. Dado que la etiología de la enfermedad inflamatoria intestinal sigue siendo poco conocida, el tratamiento farmacológico ha ido evolucionando de forma empírica, aunque con una clara dirección sobre el sustrato inflamatorio intestinal. Para ello, se ha ido recurriendo históricamente a los fármacos antiinflamatorios disponibles en cada momento, aprovechando la experiencia clínica de uso. Y cuando el tratamiento farmacológico no permite un adecuado control, es preciso echar mano de la cirugía para corregir el problema. En el caso particular de la enfermedad de Crohn, el tabaquismo debe ser erradicado de forma inmediata, ya que incrementa notablemente el riesgo de complicaciones y la propia evolución de la enfermedad, aumentando la necesidad de cirugía.

Los aminosalicilatos (ácido 5-aminosalicílico – mesalazina – y derivados) constituyen la primera línea de tratamiento en la colitis ulcerosa, tanto en la inducción como en el mantenimiento de la remisión. Los corticoesteroides fueron los primeros fármacos en utilizarse ampliamente como tratamiento primario de la enfermedad inflamatoria intestinal; habitualmente producen una supresión importante de la inflamación y un rápido alivio de los síntomas, considerándose el tratamiento estándar de primera línea en los brotes moderados-graves, tanto de la colitis ulcerosa como de la enfermedad de Crohn, pero no tienen indicación en el mantenimiento de la remisión y además los efectos colaterales limitan su uso prolongado. A pesar de ello, hasta un 75% de los pacientes con enfermedad de Crohn y un 65% de aquellos con colitis ulcerosa llegan a necesitar tratamiento con corticosteroides en algún momento de su enfermedad.

El avance y el mejor entendimiento en el campo de la fisiopatología y en el área de la terapéutica de la enfermedad inflamatoria intestinal han derivado en un progresivo aumento del uso de fármacos inmunosupresores en los últimos años, tanto en la enfermedad de Crohn como en la colitis ulcerosa, ampliándose sus indicaciones y planteándose nuevas estrategias. Típicamente se han utilizado para limitar o eliminar el uso permanente de corticosteroides, en caso de corticodependencia en la enfermedad inflamatoria intestinal con actividad crónica persistente, y para el tratamiento de complicaciones penetrantes de la enfermedad de Crohn (sobre todo de las fístulas). Sin embargo, en las dos últimas décadas se ha consolidado la práctica de introducir precozmente estos fármacos para prevenir o reducir las complicaciones de la enfermedad. Los más utilizados son tiopurinas (mercaptopurina y azatioprina), inhibidores de la calcineurina (metotrexato y tacrolimús) y metotrexato.

Las terapias biológicas están constituidas por fármacos de carácter proteico (mayoritariamente, son anticuerpos monoclonales o fracciones de estos) dirigidos a regular la actividad de las proteínas que ejercen un papel clave en la compleja red de la respuesta inmune. Con la incorporación del vedolizumab ya son cuatro los fármacos aprobados para su empleo en la enfermedad inflamatoria intestinal (incluyendo a infliximab, adalimumab y golimumab), si bien adalimumab solo está indicado en cuadros pediátricos de enfermedad de Crohn y el golimumab en colitis ulcerosa. Todos, salvo el vedolizumab, son anticuerpos monoclonales IgG1 que actúan inhibiendo el factor de necrosis tumoral alfa (TNFα), por lo que globalmente reciben el nombre de agentes anti-TNF. El factor de necrosis tumoral es una potente citocina proinflamatoria que ejerce múltiples funciones en el desarrollo de la inflamación a diversos niveles; de ahí la importancia de su inhibición en la enfermedad inflamatoria intestinal (Cuéllar, 2014).

Aunque se les considera como fármacos particularmente útiles en cuadros refractarios o intolerantes a los tratamientos más convencionales, no todos los pacientes necesitan tratamiento con terapia biológica, ya que muchos pacientes presentan un curso benigno y no necesitarán, durante su evolución, tratamiento con inmunosupresores o terapia biológica. Actualmente, se estima (Angós, 2013) que alrededor del 15% de los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal reciben tratamiento biológico.

ACCIÓN Y MECANISMO

Vedolizumab es un inmunosupresor biológico específico del intestino, autorizado para el tratamiento de cuadros activos moderados a graves de colitis ulcerosa o de enfermedad de Crohn, en pacientes adultos que hayan tenido una respuesta inadecuada, presenten pérdida de respuesta o sean intolerantes al tratamiento convencional o con un antagonista del factor de necrosis tumoral alfa (TNFα).

El vedolizumab es un anticuerpo monoclonal humanizado que se une específicamente a la integrina α4β7, una glucoproteína que es expresada mayoritariamente en la membrana de los linfocitos T colaboradores (Th) que migran al intestino, los cuales son considerados como agentes implicados en los cuadros inflamatorios de la colitis ulcerosa y de la enfermedad de Crohn. Mediante la unión a la integrina α4β7 de estos linfocitos, vedolizumab inhibe la adhesión de estas células a la molécula de adhesión celular adresina de la mucosa 1 (MadCAM-1), pero no a la molécula de adhesión celular vascular 1 (VCAM-1). MAdCAM-1 se expresa principalmente en las células endoteliales del intestino y juega un papel crítico en la migración de los linfocitos T a través del endotelio al parénquima inflamado del tubo gastrointestinal.

Vedolizumab no se une a otras integrinas, como la α4β1 y la αEβ7, ni inhibe su función. Tampoco parece afectar al recuento de neutrófilos, linfocitos T citotóxicos y B facilitadores. Esta acción selectiva sobre la integrina α4β7 permite reducir la inflamación del tracto gastrointestinal, sin afectar a la vigilancia inmunológica del sistema nervioso central ni inhibir las respuestas inmunes.

ASPECTOS MOLECULARES

Vedolizumab es un anticuerpo monoclonal humanizado de tipo IgG1 dirigido contra la integrina α4β7 de linfocitos humanos. Está formado por dos cadenas ligeras de la subclase kappa (κ) y otras dos cadenas pesadas IgG1, unidas por puentes disulfuro (-S-S-), formando la característica estructura en Y de las inmunoglobulinas IgG1. Cada molécula contiene doce enlaces disulfuro intracatenarios y cuatro intercatenarios. Tiene un peso molecular de 146,85 kD. Es fabricado mediante técnicas de ADN recombinante, utilizando células de ovario de hámster chino.

El vedolizumab guarda un cierto paralelismo con el natalizumab, que se une preferentemente a la integrina α4β1 (el vedolizumab lo hace específicamente a la α4β7). Esto implica que el natalizumab bloquea la interacción con su receptor análogo, la molécula de adhesión celular vascular 1 (VCAM-1), y a los ligandos osteopontina y segmento de conexión 1 (CS-1), un dominio alternativamente dividido de la fibronectina. Sin embargo, el natalizumab también bloquea la interacción de la integrina α4β7 con la molécula de adhesión celular adresina de la mucosa 1 (MadCAM-1).

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del vedolizumab han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones autorizadas mediante sendos ensayos clínicos de fase 3 (confirmatorios de eficacia y seguridad), aleatorizados, multicéntricos, doblemente ciegos y controlados con placebo.

El ensayo clínico pivotal en colitis ulcerosa (Feagan, 2013; GEMINI 1) tuvo de dos fases, una de inducción y otra de mantenimiento. Incluyó un total de 895 pacientes adultos con enfermedad activa moderada a grave que previamente hubiesen sido insatisfactoriamente tratados con fármacos anti-TNFα o que fuesen intolerantes a los mismos o al tratamiento convencional inmunomodulador. Los pacientes fueron divididos en dos grupos o cohortes en la fase de inducción; en la cohorte 1 los pacientes (374) fueron aleatoriamente asignados a recibir una dosis de 300 mg de vedolizumab por vía IV o de placebo al principio del estudio y dos semanas después, mientras que en la cohorte 2 todos los pacientes (521) recibieron el tratamiento activo, procediéndose a su evaluación en la semana 6. Posteriormente, en la fase de mantenimiento, todos los pacientes que mostraron una respuesta clínica significativa a la semana 6 en la fase de inducción, fueron aleatoriamente asignados a recibir (en forma doblemente ciega) vedolizumab (300 mg) cada 4 u 8 semanas, o placebo, hasta totalizar 50 semanas. Asimismo, todos los pacientes que no respondieron durante la fase de inducción fueron tratados con vedolizumab cada 4 semanas (forma abierta) hasta la semana 50.

Los pacientes incluidos en el estudio tenían una duración (mediana) de la enfermedad de 4,9 años y una puntuación media global de 8,9 puntos de la escala de la Clínica Mayo (un 50% tenía una puntuación de al menos 9); asimismo, tenían afectados al menos 15 cm del colon; un 38% tenía colitis en el asa descendente y un 37% pancolitis.

La variable primaria utilizada en la fase de inducción fue la proporción de pacientes con una determinada variación en la puntuación de la Clínica Mayo (cuyo rango completo es de 0 a 12, con puntuación creciente en función de la actividad de la enfermedad); a los efectos de este estudio, se consideró como respuesta clínica en la fase de inducción a aquellos pacientes que experimentasen en la semana nº 6 una reducción de al menos un 30% y 3 puntos en la puntuación global, acompañada de una reducción de al menos un punto en la subescala de hemorragia rectal o una puntuación absoluta en la misma inferior a 1. Como variables secundarias se determinaron las tasas de remisión clínica (definida como una puntuación global inferior a 2, sin que en ninguna de las subescalas tuvieran una puntuación mayor de 1) y la tasa de cicatrización de la mucosa colónica (puntuación de la subescala endoscópica no superior a 1). En la fase de mantenimiento, la variable primaria fue la tasa de pacientes con remisión clínica a la semana 52, mientras que como variable secundaria se determinó la respuesta clínica en las semanas 6 y 52.

Los resultados de la fase de inducción mostraron unas tasas de respuesta clínica a las seis semanas del 47,1% entre los pacientes tratados con vedolizumab y del 25,5% con placebo, con una diferencia con ajuste de los factores de estratificación de 21,7 puntos porcentuales (IC95% 11,6 a 31,7; p<0,001) a favor del vedolizumab. Asimismo, las tasas de remisión clínica fueron del 16,9% vs. 5,4%, con una diferencia de 11,5 puntos porcentuales (IC95% 4,7 a 18,3; p<0,001) y los de curación de la mucosa colónica del 40,9% vs. 24,8%, con una diferencia de 21,7 puntos (IC95% 6,4 a 25,9; p=0,0012).

Por lo que respecta a la fase de mantenimiento, las tasas de remisión clínica a 52 semanas fueron del 41,8% (vedolizumab cada 8 semanas), 44,8% (vedolizumab cada 4 semanas) y 15,9% (placebo), siendo las diferencias de los dos primeros con respecto al placebo de 26,1 puntos porcentuales (IC95% 14,9 a 37,2; p<0,001) y 29,1 puntos porcentuales (IC95% 17,9 a 40,4; p<0,001), respectivamente. La remisión durable (mantenimiento desde la semana 6 a la 52) se produjo en el 56,6% (vedolizumab cada 8 semanas), 52,0% (vedolizumab cada 4 semanas) y 23,8% (placebo), siendo las diferencias con respecto al placebo de 32,8 puntos porcentuales (IC95% 20,8 a 44,7; p<0,001) y 28,5 puntos porcentuales (IC95% 16,7 a 40,3; p<0,001), respectivamente. Las tasas de curación clínica de la mucosa colónica fueron del 51,6% y 56,0% vs. 19,8%, con una diferencia de 32,0 y 36,3 puntos, respectivamente (p<0,0001, en ambos casos). Finalmente, las tasas de remisión clínica sin recurrir a la administración de corticosteroides fueron del 31,4% y 45,2% vs. 13,9%, con una diferencia de 17,6 (IC95% 3,9 a 31,3; p=0,012) y 31,4 puntos (IC95% 16,6 a 46,2; p<0,001), respectivamente.

Por su parte, el ensayo clínico pivotal en enfermedad de Crohn (Sandborn, 2013; GEMINI 2) tuvo un diseño similar al anterior, incluyendo dos fases, una de inducción y otra de mantenimiento. Se llevó a cabo sobre un total de 1.115 pacientes adultos con enfermedad activa moderada a grave, con un índice CDAI (Crohn’s Disease Activity Index, cuyo rango es de 0 a 600) de 220 a 450, que previamente hubiesen sido insatisfactoriamente tratados con corticosteroides, inmunomoduladores (azatioprina, metotrexato, etc.) o fármacos anti-TNFα.

Los pacientes fueron asignados aleatoriamente a ser tratados durante la fase de inducción con una dosis por vía IV de 300 mg de vedolizumab o de placebo al principio del estudio y dos semanas después. Posteriormente, en la fase de mantenimiento, todos los pacientes que mostraron una respuesta clínica significativa a la semana 6 en la fase de inducción (461), fueron aleatoriamente asignados a recibir vedolizumab (300 mg) cada 4 u 8 semanas, o placebo, hasta totalizar 52 semanas.

Los pacientes incluidos en el estudio tenían una duración (mediana) de la enfermedad de 7 años y una puntuación media global de 324 puntos de la escala CDAI (un 44% tenía una puntuación superior a 330); asimismo, un 53% tenía niveles basales de proteína C reactiva superiores a 10 mg/l y un 56% presentaan niveles de calprotectina fecal por encima de los 500 µg/g; un 55% tenían afectados tanto el íleon como el colon y un 42% habían sido intervenidos quirúrgicamente por este motivo. Un 50% de los pacientes había recibido con anterioridad algún fármaco anti-TNFα (en concreto, un 26% habían recibido dos o más fármacos de este grupo). Un 49% había utilizado corticosteroides, un 46% mesalazina y un 35% inmunosupresores.

La variable primaria utilizada en la fase de inducción fue la proporción de pacientes con remisión clínica (CDAI≤150) y la de respuesta clínica mejorada (reducción de la puntuación CDAI ≥100 puntos) a la sexta semana; como variable secundario se determinó la variación de los niveles de proteína C reactiva (PCR). En la fase de mantenimiento, la variable primaria fue la tasa de pacientes con remisión clínica a la semana 52, mientras que como variable secundaria se determinó la respuesta clínica mejorada en la semana 52, tanto global como en ausencia de corticosteroides, así como la durabilidad de la remisión clínica (CDAI≤150 puntos durante ≥80% de las visitas)

Los resultados de la fase de inducción mostraron unas tasas de remisión clínica a las seis semanas del 14,5% entre los pacientes tratados con vedolizumab y del 6,8% con placebo, con una diferencia con ajuste de los factores de estratificación de 7,8 puntos porcentuales (IC95% 1,1 a 4,2; p=0,0206) a favor del vedolizumab. Asimismo, las tasas de respuesta clínica mejorada fueron del 31,4% vs. 25,7%, con una diferencia de 5,7 puntos porcentuales, estadísticamente no significativa (IC95% 0,9 a 1,7; p=0,2322). La variación media de los niveles de PCR fue de -2,9 vs. -3,6, con una diferencia no significativa (p=0,9288).

Por lo que respecta a la fase de mantenimiento, las tasas de remisión clínica a 52 semanas fueron del 39,0% (vedolizumab cada 8 semanas), 36,4% (vedolizumab cada 4 semanas) y 21,6% (placebo), siendo las diferencias de los dos primeros con respecto al placebo de 17,4 puntos porcentuales (IC95% 7,3 a 27,5; p<0,001) y 14,7 puntos porcentuales (IC95% 4,6 a 24,7; p=0,0042), respectivamente. Las tasas de respuesta mejorada fueron del 43,5%, 45,5% y 30,1%, respectivamente, con una diferencia estadísticamente significativa de 13,4 y 15,3 puntos porcentuales para vedolizumab cada 8 y 4 semanas vs. placebo. Las tasas de remisión clínica en pacientes que no recurrieron a los corticosteroides fueron del 31,7%, 28,8% y 15,9%, con una diferencia estadísticamente significativa de 15,9 y 12,9 puntos porcentuales vs. placebo. Asimismo, las tasas de respuesta durable fueron del 21,4%, 16,2% y 14,4%, con una diferencia de 7,2 y 1,5 puntos porcentuales vs. placebo, ambas estadísticamente no significativas.

En un análisis ulterior (Sands, 2014) de los datos de este último ensayo clínico, centrado en la respuesta en la fase de inducción en pacientes que previamente habían sido tratados infructuosamente con fármacos anti-TNFα (n=315), se observó que la tasa de remisión clínica en la semana sexta fue del 15,2% entre los tratados con vedolizumab vs. 12,1% con placebo, con una diferencia de 2,1 puntos porcentuales estadísticamente no significativa (p=0,433); por el contrario, a la décima semana, estos valores fueron del 26,6 vs. 12,1, con una diferencia estadísticamente significativa de 14,5 puntos porcentuales (RR=2,2; IC95% 1,3 a 3,6; p=0,001). Se observó una mayor proporción de pacientes entre los tratados con vedolizumab con una respuesta clínica mejorada a la sexta semana (39,2% vs. 22,3%; RR=1,8; IC95% 1,2 a 2,5; p=0,001).

Desde el punto de vista de la seguridad clínica, los efectos adversos más comunes con vedolizumab, tanto en pacientes con colitis ulcerosa como con enfermedad de Crohn, son nasofaringitis, cefalea y artralgia. Fueron más frecuentes las infecciones e infestaciones que con placebo, tanto en pacientes con colitis ulcerosa (42% vs. 31%), pero no así en aquellos con enfermedad de Crohn (39% vs. 44%). Igualmente, en general los eventos adversos graves también fueron más frecuentes con placebo que con vedolizumab en los pacientes con colitis ulcerosa (16% vs 12%), pero no con enfermedad de Crohn (15% vs. 24%).

ASPECTOS INNOVADORES

El vedolizumab es un anticuerpo monoclonal humanizado que se une específicamente a la integrina α4β7, una glucoproteína que es expresada mayoritariamente en la membrana de los linfocitos T colaboradores (Th) que migran al intestino, que son considerados como agentes implicados en los cuadros inflamatorios de la colitis ulcerosa y de la enfermedad de Crohn. Ha sido autorizado para el tratamiento de cuadros activos moderados a graves de colitis ulcerosa o de enfermedad de Crohn, en pacientes adultos que hayan tenido una respuesta inadecuada, presenten pérdida de respuesta o sean intolerantes al tratamiento convencional o con un antagonista del factor de necrosis tumoral alfa (TNFα).

Los resultados obtenidos en los ensayos clínicos pivotales en pacientes con colitis ulcerosa muestran un beneficio clínico neto del tratamiento con vedolizumab, tanto en la fase de inducción como en la de mantenimiento, incluyendo a pacientes tratados previamente con terapia convencional como en pacientes no respondedores a fármacos anti-TNFα, aunque estos datos han sido obtenidos frente a placebo. No se dispone de ensayos clínicos directamente comparativos con los fármacos anti-TNFα actualmente autorizados para esta indicación: infliximab y golimumab. En general, los resultados de la fase de inducción mostraron unas tasas de respuesta clínica a las seis semanas del 47,1% entre los pacientes tratados con vedolizumab y del 25,5% con placebo; asimismo, las tasas de remisión clínica fueron del 16,9% vs. 5,4%, mientras que las de curación de la mucosa colónica fueron del 40,9% vs. 24,8%, diferencias todas ellas significativas. Por lo que respecta a la fase mantenimiento, las tasas de remisión clínica a un año fueron del 42-45% vs. 16%, las de remisión durable del 52-57% vs. 24% (placebo), las de curación clínica de la mucosa colónica fueron del 52-56% vs. 20% y las de remisión clínica sin recurrir a la administración de corticosteroides fueron del 31-45%% vs. 14%.

Los resultados obtenidos en los pacientes con enfermedad de Crohn mostraron unas tasas de respuesta y de remisión clínica algo inferiores que en los pacientes con colitis ulcerosa, tanto en inducción como en mantenimiento. En concreto, las tasas de remisión clínica a las seis semanas son 15 vs. 7% con placebo, mientras que las de respuesta clínica mejorada fueron del 31% vs. 26%, una diferencia que no es estadísticamente significativa. Aún más, entre los pacientes que previamente habían sido tratados infructuosamente con fármacos anti-TNFα, las tasas de remisión clínica en la semana sexta fueron del 15% vs. 12%, con una diferencia no significativa. Para que esta diferencia alcanzase la significación hubo de esperarse a la décima semana (26% vs. 12%), aunque sí hubo mejor respuesta clínica mejorada a la sexta semana (39% vs. 22%). En cuanto a la fase de mantenimiento en pacientes con enfermedad de Crohn, las tasas de remisión clínica a 52 semanas fueron del 36-39% vs. 22% y las de respuesta mejorada del 43-46% vs. 30%. Las tasas de remisión clínica en pacientes que no recurrieron a los corticosteroides fueron del 29-32% vs. 16%. No fue estadísticamente significativa la diferencia de las tasas de respuesta durable de vedolizumab y de placebo en estos pacientes (16-21% vs. 14%). En general, comparando indirectamente el vedolizumab con las alternativas disponibles en la enfermedad de Crohn, el efecto es modesto, particularmente en pacientes con tratamiento anti-TNFα previo insatisfactorio. Sin embargo, debe tenerse presente las escasas opciones terapéuticas disponibles para estos pacientes, para los que el vedolizumab puede representar una cierta ayuda; además, el perfil de seguridad de vedolizumab en enfermedad de Crohn parece similar a otros tratamientos biológicos. En cualquier caso, hasta el momento, no se ha identificado ningún caso de inmunosupresión sistémica ni de leucoencefalopatía multifocal progresiva (LMP), un síndrome extremadamente raro observado en unos pocos pacientes tratados con natalizumab (un anticuerpo monoclonal con un mecanismo anti-integrinas parcialmente relacionado con el del vedolizumab).

Según el Informe de Posicionamiento Terapéutico (AEMPS, 2015) vedolizumab constituye una alternativa más de tratamiento de inducción y mantenimiento en pacientes con colitis ulcerosa de moderada a grave que hayan fracasado al tratamiento con terapia convencional o con fármacos anti-TNFα. Por otra parte, en pacientes con enfermedad de Crohn, vedolizumab no representa una alternativa porque los datos obtenidos sugieren un efecto modesto en cuanto a la eficacia y un retraso en la inducción a la remisión en comparación con otros agentes biológicos; sin embargo, debido a las escasas alternativas terapéuticas en pacientes con fallo o intolerancia a los anti-TNFα, vedolizumab podría representar una opción de tratamiento en estos pacientes.

Por otro lado, no se dispone actualmente de datos sobre la utilización conjunta de vedolizumab con otros inmunomoduladores o con agentes anti-TNFα. En este sentido, sería especialmente interesante determinar la utilidad terapéutica de este tipo de combinaciones, sobre todo teniendo en cuenta los antecedentes existentes (Colombel, 2010), que muestran que la combinación de agentes anti-TNFα con tiopurinas se asocia con una mayor probabilidad de remisión clínica en pacientes con enfermedad de Crohn sin necesidad de recurrir a los corticosteroides.

VALORACIÓN

VEDOLIZUMAB

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ENTYVIO®(Takeda)

Grupo Terapéutico (ATC): L04AA. TERAPIA ANTINEOPLÁSICA Y AGENTES INMUNOMODULADORES. Inmunosupresores selectivos.

Indicaciones autorizadas: Tratamiento de la colitis ulcerosa activa o de la enfermedad de Crohn activa, de moderada a grave, en pacientes adultos que hayan tenido una respuesta inadecuada, presenten pérdida de respuesta o sean intolerantes al tratamiento convencional o con un antagonista del factor de necrosis tumoral alfa (TNFα).

VALORACIÓN GLOBAL: INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar.

♣ ♣

Novedad clínica: Posibilidad de asociar con otros tratamientos actualmente en vigor. Utilidad en cuadros refractarios a los tratamientos actuales o en pacientes en los que el tratamiento estándar está contraindicado.

Novedad molecular: Mecanismo de acción innovador frente al de los tratamientos previamente disponibles para la misma o similar indicación terapéutica.

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS ANTERIORMENTE EN ESPAÑA

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Infliximab

Remicade

Inflectra

Remsima

Merck Sharp Dohme

Hospira

Kern

1999

2014

2014

Adalimumab

Humira1

Abbvie

2003

Golimumab

Simponi2

Merck Sharp Dohme

2009

Vedolizumab

Entyvio

Takeda

2015

1 Indicado solo en enfermedad de Crohn pediátrica.

2 Indicado solo en colitis ulcerosa.

BIBLIOGRAFÍA

 

Ivacaftor Kalydeco® (Vertex)

Resumen

El ivacaftor es un potenciador de la proteína CFTR, es decir, incrementa la actividad del canal de cloruro (CFTR) debido a un aumento del tiempo durante el cual el canal permanece abierto. Ha sido autorizado como medicamento huérfano para el tratamiento de pacientes con fibrosis quística de 6 años de edad y mayores con una de las siguientes mutaciones de apertura del canal (clase III) en el gen CFTR: Gly551Asp (G551D), Gly1244Glu (G1244E), Gly1349Asp (G1349D), Gly178Arg (G178R), Gly551Ser (G551S), Ser1251Asn (S1251N), Ser1255Pro (S1255P), Ser549Asn (S549N) o Ser549Arg (S549R). La proteína CFTR es un canal de cloruro (Cl) regulado por AMPc, que se localiza en la membrana de las células epiteliales, donde actúa regulando el flujo de electrolitos y de agua. Su disfunción – de origen genético – modifica la cantidad y la composición relativa de los fluidos, afectando a los órganos con tejido epitelial, provocando una excesiva absorción de fluidos y la correspondiente deshidratación de la superficie epitelial, que es responsable de la formación de un moco hiperviscoso (mucoviscidosis) con un aumento de la concentración mucina polimérica, característica de la fibrosis quística y responsable de la mayor parte de los trastornos clínicos ligados a la enfermedad.

 

FIBROSIS QUÍSTICA (MUCOVISCIDOSIS)

La fibrosis quística o mucoviscidosis es una enfermedad crónica, degenerativa y hereditaria que afecta principalmente a las zonas del cuerpo que producen secreciones mucosas y, en particular, a los pulmones y al aparato digestivo, dando lugar a un incremento de la viscosidad de dichas secreciones como consecuencia de la disminución de su contenido de agua, sodio y potasio. La consecuencia primaria de ello es la obstrucción de los canales que transportan dichas secreciones, permitiendo que el correspondiente estancamiento facilite el desarrollo de infecciones e inflamaciones que destruyen las zonas implicadas, especialmente pulmón, hígado, páncreas y sistema reproductor. Es una patología con una esperanza de vida limitada y que por el momento no tiene curación (FEFQ, 2014).

La fibrosis quística es el trastorno genético más común entre individuos de raza blanca, aunque su incidencia es muy variable incluso dentro de cada país. En Europa se estima globalmente en 1:8.000 individuos, yendo desde 1:1.500 en Irlanda hasta 1:25.000 en Finlandia, con incidencias entre 1:2.000 y 1:4.000 para Suecia, Francia, Italia, Holanda, Suiza y Gran Bretaña. En España, es de un caso de cada 5000 nacidos vivos (1:5.000), aunque uno de cada 35 habitantes son portadores sanos de la enfermedad. Esta incidencia global convierte a la fibrosis quística en una enfermedad rara, aunque se trata sin duda de la más común de esta categoría1.

Es una enfermedad crónica y progresiva, que suele aparecer durante la infancia temprana o, más raramente, en el nacimiento (íleo meconial). Aunque un cierto número de casos son diagnosticados durante la fase adulta de la vida, cada vez es menos frecuente debido al establecimiento de pruebas sistemáticas de diagnóstico perinatal.

En principio, cualquier órgano interno puede verse afectado, aunque las principales manifestaciones afectan al aparato respiratorio (bronquitis crónica y exacerbaciones), al páncreas (insuficiencia pancreática, diabetes del adolescente y ocasionalmente pancreatitis) y, más raramente, al intestino (obstrucción) o al hígado (cirrosis). La forma más común de fibrosis quística se asocia a síntomas respiratorios, a problemas digestivos (esteatorrea y/o estreñimiento) y a anomalías del crecimiento. Es característico de esta enfermedad el sabor salado de la piel.

La importante morbimortalidad de esta enfermedad está relacionada con la afectación pulmonar y sus complicaciones que son responsables del 95% de los fallecimientos de los pacientes que la padecen (MSC, 2010). Aunque los pulmones del recién nacido con fibrosis quística son histológicamente normales, en los primeros meses de la vida algunos pacientes comienzan a desarrollar una colonización crónica de la tráquea por determinadas bacterias, como consecuencia de la hiperviscosidad del moco que provoca obstrucción bronquial y una respuesta inflamatoria. Todo ello constituye un círculo vicioso que evoluciona hacia una lesión irreversible del pulmón.

Las bacterias colonizadoras patógenas más comúnmente encontradas en los pacientes con fibrosis quística son Pseudomonas aeruginosa, Sthapylococcus aureus, Hemophilus influenzae, Stenotrophomonas maltophilia, Achromobacter xylosoxidans y Burkholderia spp. De todos ellas, es sin duda Pseudomonas aeruginosa la más relevante, tanto por su frecuencia como por su potencial patogénico y su resistencia natural frente a muchos agentes antibacterianos. Esta bacteria penetra en el tracto respiratorio inferior por inhalación y puede infectar transitoriamente las vías aéreas en algunos pacientes con fibrosis quística (10-50%). Aunque algunos de los pacientes infectados parecen ser capaces de eliminar esta colonización sin ninguna ayuda, en la mayoría de los casos persiste en forma de infección crónica, con eventuales reagudizaciones o exacerbaciones (Döring, 2012).

La infección crónica da lugar a una respuesta inflamatoria prolongada, a la que se atribuye el daño pulmonar característico de la enfermedad que acaba por manifestarse como una deficiente función respiratoria y, de hecho, los datos clínicos demuestran que la erradicación precoz de la infección pulmonar y la prevención de la infección crónica se asocia a un mejor pronóstico de la fibrosis quística.

La mayoría de los pacientes tienen un deterioro respiratorio insidioso con exacerbaciones de su infección pulmonar crónica manifestadas por aumento de la tos, cambios en el volumen y en el aspecto del esputo, aparición de disnea, disminución de la actividad física, pérdida de peso y de apetito, cambios en la auscultación habitual, imágenes radiológicas nuevas y, sobre todo, deterioro de la función pulmonar. En este sentido, la disminución del volumen pulmonar o atelectasia se presenta en el 5-10% de los pacientes, especialmente adultos, que se debe a la formación de tapones de secreciones espesas o como complicación de una aspergilosis broncopulmonar alérgica (ABPA), una reacción de hipersensibilidad al Aspergillus fumigatus que se presenta entre un 10-20% de los pacientes.

El 60% de los pacientes adultos presentan una leve hemoptisis de manera recurrente, generalmente asociada a exacerbaciones pulmonares. Un 10% presenta neumotórax, aunque esta proporción aumenta con la edad, generalmente por la ruptura de bullas subpleurales de la pleura visceral, presentándose como un cuadro de dolor torácico brusco y dificultad respiratoria. La insuficiencia respiratoria es un signo de enfermedad pulmonar avanzada. La reducción de la presión parcial de oxígeno en la sangre arterial por debajo de 80 mmHg (hipoxemia) suele preceder al aumento de la de dióxido de carbono por encima de 46 mmHg (hipercapnia), la cual produce acidosis y estimula los movimientos respiratorios.

Las manifestaciones clínicas gastrointestinales más relevantes están relacionadas con el grado de afectación del páncreas, siendo los síntomas clínicos más destacados la diarrea (particularmente, esteatorrea), el retraso del desarrollo y la desnutrición. Entre un 7% y un 10% de los recién nacidos2 con fibrosis quística presentan íleo meconial. En condiciones normales, el meconio está formado por un amasijo espeso de células muertas y secreciones del estómago y del hígado, el cual reviste el intestino del recién nacido y, de hecho, formas las primeras heces que éste expulsa. En el caso del íleo meconial, este meconio es especialmente viscoso, debido a la insuficiencia de enzimas pancreáticos, provocando la oclusión y, eventualmente, el estallido intestinal. El íleo meconial puede ser causa de estenosis e incluso atresia intestinal, aunque lo más frecuente es que se produzca en las primeras 24-48 horas de vida extrauterina ocasionando la no emisión de meconio, distensión abdominal y vómitos.

El síndrome de obstrucción intestinal distal (SOID, DIOS en inglés) presenta una fisiopatología análoga a la del íleo meconial, pero se produce en edades más avanzadas, incluso en adolescentes y adultos, afectando al 20 % de los pacientes con fibrosis quística. Provoca, dentro de un cuadro de estreñimiento agudo, una oclusión del íleon terminal y/o colon ascendente, lo que se manifiesta como una gran distensión abdominal. El vólvulo intestinal3 se presenta con más frecuencia durante la lactancia y se debe en buena medida a la viscosidad de las heces. En el caso de ocurrir durante la vida fetal puede provocar atresia o estenosis o íleo meconial complicado.

Muchos pacientes (en torno al 30%) presentan enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), eventualmente asociada a microaspiraciones bronquiales del contenido gástrico que complican aún más la patología respiratoria, aumentando su incidencia con la edad. Mucho menos común es la colonopatía fibrosante, que posiblemente está relacionada con el consumo de grandes cantidades de enzimas para combatir la insuficiencia pancreática, particularmente en varones, así como en pacientes con íleo mecánico y en aquellos que toman laxantes o antiinflamatorios no esteroideos frecuentemente.

La secreción exocrina del páncreas – conteniendo bicarbonato y diversos enzimas, como amilasa, proteasa y lipasa – está muy limitada en la fibrosis quística, hasta el punto de que la insuficiencia pancreática llega a afectar a más del 85% de los pacientes. Esta insuficiencia pancreática produce, entre otras cosas, procesos de malabsorción y ésta se relaciona – en particular con las grasas no absorbidas – con la esteatorrea (diarrea grasa). Esta malabsorción de grasas disminuye correlativamente la de las vitaminas liposolubles (A, D, E y K, principalmente). Además, en los pacientes con fibrosis quística, debido a la esteatorrea, las pérdidas fecales de ácidos biliares aumentan notablemente. En pacientes adolescentes o adultos también se presenta síntomas y signos de pancreatitis, aunque no es habitual (menos del 1%). En cualquier caso, los pacientes con fibrosis quística presentan un deterioro progresivo del páncreas, manifestándose con una reducción de la tolerancia a la glucosa, que desemboca con cierta frecuencia (por encima del 8% a partir de los 10 años de edad) en un cuadro de diabetes mellitus.

La lesión hepática se relaciona con la obstrucción de los conductos biliares intrahepáticos por una bilis espesa. Debido a la comunicación que existe entre los conductos biliares intrahepáticos, el bloqueo de algunos de ellos no produce necesariamente un cuadro de colestasis completa ni da lugar en la mayoría de los pacientes a signos clínicos o bioquímicos de alteración hepática. Sin embargo, hay una evolución fibrótica silente que llega a producir la atrofia del parénquima hepático, con desarrollo final de una cirrosis multilobular. Finalmente, la prevalencia de litiasis biliar es algo más frecuente en pacientes con fibrosis quística que en individuos sanos, alcanzando porcentajes de un 12 % en niños y adultos, y aunque suele ser asintomática, puede llegar a requerir cirugía.

Los pacientes varones con fibrosis quística suelen presentar anomalías anatómicas en su aparato reproductor. Los testículos son de menor tamaño o se encuentran en una situación anormal, generalmente ocultos en el abdomen (criptorquidia). Los conductos deferentes o bien no existen (ABCD: Ausencia Bilateral de Conductos Deferentes) o están atrofiados; asimismo, suele haber ausencia o atrofia del cuerpo y de la cola del epidídimo, y en un importante número de casos hay atrofia de las vesículas seminales. También existe azoospermia (ausencia de espermatozoides) en el 95-98% de los pacientes varones, por lo que estos son estériles; además, su volumen de eyaculado puede estar reducido y el pH puede ser más ácido de lo normal. Pese a ello, los niveles hormonales en los pacientes son normales.

A diferencia del varón, la mujer con fibrosis quística no presenta anomalías en su aparato reproductor, aunque suelen presentar una pubertad y una menarquia retrasadas en torno a dos años, si se las compara con la población sana. Presentan con frecuencia alteraciones menstruales, con periodos de amenorreas, aunque posiblemente secundarias a la desnutrición que pueden presentar algunas pacientes. La fertilidad femenina, a diferencia de la masculina, se encuentra conservada, aunque mermada, estimándose en un 10-20% de la mujer sana.

El característico sabor salado de la piel del lactante con fibrosis quística es debido a aumento en la concentración de sal (cloruro sódico, ClNa) en el sudor. En condiciones normales, el sudor es secretado en el acino de la glándula sudorípara como una solución isotónica con el plasma; el ducto de la glándula sudorípara es impermeable al agua y, en condiciones normales, existe una reabsorción activa de cloruro y de sodio que hace que el sudor sea hipotónico en sujetos normales, con bajas concentraciones salinas. En los pacientes con fibrosis quística, la proteína implicada (CFTR) es el denominado regulador de la conductancia transmembrana, un canal de cloruro que se expresa en las células epiteliales de los órganos en los que se manifiesta la enfermedad, entre ellos los ductos de las glándulas sudoríparas. La activación del canal produce normalmente su apertura, y en el caso del ducto de la glándula sudorípara, la reabsorción del cloruro y sodio para producir el sudor hipotónico normal. Por el contrario, en los pacientes con fibrosis quística el CFTR no existe, no está correctamente situado en la membrana celular o es anómalo y no responde adecuadamente a su estímulo fisiológico, o bien sus propiedades conductoras del cloruro y de sodio son inferiores a lo normal.

Las altas concentraciones salinas en el sudor de los pacientes pueden producirles síndromes clínicos, típicamente asociados a los periodos de tiempo caluroso, la postración con el calor, una forma de deshidratación hiponatrémica aguda con hipotensión. Sin embargo, es más frecuente la alcalosis hipoclorurémica crónica, que se origina por la depleción salina de una manera menos abrupta y con síntomas subagudos de apatía o irritabilidad, rechazo de la alimentación, vómitos y falta de ganancia de peso.

El diagnóstico se sospecha por los resultados de la prueba del sudor (concentración del cloruro por encima de 60 mmol/L) y se confirma con la identificación de alguna mutación del gen CFTR. El diagnóstico neonatal mediante cribado está disponible desde el año 2002 y ha permitido diagnosticar el 95% de los nuevos casos registrados. Su importancia es capital, ya que un diagnóstico precoz de la fibrosis quística permite prolongar la esperanza de vida de los pacientes y mejorar sustancialmente su calidad; por otro lado, la técnica es extremadamente sencilla y con escasos costes económicos. Hay también pruebas prenatales, que se realizan mediante el análisis de mutaciones sobre muestras de vellosidades coriónicas obtenidas durante la octava semana de gestación. Asimismo, las técnicas de fecundación in vitro combinadas con la tecnología de la reacción en cadena de la polimerasa permite la detección de anomalías genéticas mediante el diagnóstico genético preimplantacional. Éste puede realizarse en ovocitos o en blastómeros de embriones en estadios previos a la implantación. Este tipo de análisis es especialmente recomendado a parejas portadoras de una mutación que hayan tenido un hijo con fibrosis quística anteriormente. Además, es aconsejable el consejo genético para cualquier pareja portadora de mutaciones en heterocigosis (identificadas tras el nacimiento de un primer niño con fibrosis quística, por antecedentes familiares de la enfermedad o tras la detección al nacer de una mutación heterocigótica del recién nacido).

El test del sudor sigue siendo esencial para efectuar el diagnóstico de la fibrosis quística en jóvenes y adultos, tanto por su fiabilidad como por su bajo coste. Se considera confirmado el diagnóstico tras dos pruebas positivas; no obstante, la concentración – siempre altos – de cloruro en sudor no está directamente relacionada con el nivel de gravedad clínica de la enfermedad. La confirmación definitiva viene tras la determinación, en su caso, de una o más mutaciones en el gen CFTR. En general, en España los pacientes diagnosticados de fibrosis quística durante la edad adulta suelen presentar una disfunción respiratoria y pancreática menor que las formas diagnosticadas neonatalmente o durante la infancia, y el pronóstico tiende a ser más favorable (Lerín, 2014).

La mortalidad y morbilidad asociada a la fibrosis quística dependen fundamentalmente del grado de afectación broncopulmonar. La esperanza de vida se ha incrementado notablemente, pasando de ser menos de cinco años hace medio siglo a alcanzar los 40 años actualmente.

La fibrosis quística se caracteriza por alteraciones en la proteína CFTR o regulador de la conductancia transmembrana de fibrosis quística (cystic fibrosis transmembrane conductance regulator,) que juega un papel determinante en la regulación del flujo hidroelectrolítico a través de la membrana en numerosos tipos de células (Bellón, 2006). Estas alteraciones provocan cambios en las características de las secreciones de las diversas glándulas exocrinas existentes en el organismo humano, haciéndolas notablemente más viscosas; de ahí el término mucoviscidosis con el que también es conocida la fibrosis quística.

Se trata de una enfermedad congénita genéticamente determinada por la existencia de mutaciones en el gen que codifica la proteína CFTR, localizado en el cromosoma 7. Hasta el momento se han descrito más de 2.000 mutaciones diferentes de dicho gen que pueden estar relacionadas con la fibrosis quística (Ehre, 2014), aunque la mayor parte de los casos se asocian con la mutación F508del; no obstante, no hay una correlación clara entre el genotipo y el fenotipo. Por otro lado, además de la heterogeneidad alélica y de la posible ocurrencia de mutaciones múltiples en el mismo gen, existe una amplia gama de factores puede influir en la expresión clínica (fenotipo) de la enfermedad, incluyendo el medio ambiente, el estilo de vida y la presencia otros diversos genes, mutados o no, que pueden condicionar el fenotipo.

La herencia genética de la fibrosis quística es de carácter autosómico recesivo, es decir, solo se llega a manifestar la enfermedad si los dos alelos del gen CFTR recibidos del padre y de la madre están alterados, mientras que si se hereda un alelo normal y uno defectuoso se adquiera la condición de portador sano de la enfermedad, con la posibilidad de transmitirla a la descendencia. El riesgo teórico para la descendencia para cada concepción en una pareja en la que ambos sean portadores es del 25% de hijo sano, del 50% de portador y del 25% de estar afectado por la enfermedad.

La proteína CFTR es un canal de cloruro (Cl) regulado por AMPc, que requiere ATP y la fosforilación del dominio regulador para su funcionamiento. Forma parte de la denominada superfamilia ABC de transporte de proteínas (ATP-Binding Cassette transporter superfamily). Además de controlar la secreción de cloruro, este canal regula la función de otras proteínas de membrana, incluyendo el canal epitelial de sodio (ENaC). También juega un papel importante en la secreción celular de bicarbonato (HCO3), un electrolito alcalinizante que juega un papel crucial en el mantenimiento del pH y, en consecuencia, en la capacidad de respuesta frente a los microorganismos, en particular frente a las bacterias.

La proteína CFTR se localiza en la membrana de las células epiteliales, donde actúa regulando el flujo de electrolitos y de agua. Si dicho canal se encuentra alterado o no existe, como consecuencia de alguna mutación del gen CFTR, se modifica la cantidad y la composición relativa de los fluidos, afectando a los órganos con tejido epitelial. En definitiva, la disfunción del CFTR provoca una excesiva absorción de fluidos y la correspondiente deshidratación de la superficie epitelial, que es responsable de la formación de un moco hiperviscoso con un aumento de la concentración mucina polimérica. (Ehre, 2014).

Entre otros tejidos, el CFTR es expresado fundamentalmente en páncreas, intestino, glándulas sudoríparas, pulmones y tracto genital. En las glándulas sudoríparas de personas sanas, el flujo celular de Cl va en paralelo con el gradiente de Na+, reabsorbiéndose ambos electrolitos a través de la membrana apical de las células del conducto glandular. En ausencia o deficiente funcionamiento del CFTR se produce un aumento de la concentración de ClNa en el sudor, dando lugar al característico sabor salado en los pacientes con fibrosis quística, hasta el punto de constituir un elemento clave para el diagnóstico.

También la alteración o ausencia del CFTR repercute sobre distintos mecanismos de defensa en las vías respiratorias. La actividad antimicrobiana de algunas proteínas (lisozima, lactoferrina) se ve reducida cuando la concentración de ClNa es alta, ya que impide su unión a las bacterias favoreciendo las infecciones. También se postula que la motilidad ciliar disminuye a alta concentración de Na+ impidiendo la eliminación del moco. Por su parte, en la membrana apical de los conductos pancreáticos de las personas sanas, los canales de Cl y Cl/HCO3 funcionan en paralelo. En condiciones normales, el HCO3 (bicarbonato) es liberado en el lumen produciendo una secreción alcalina que hidrata, solubiliza e inactiva las secreciones acinares, pero en los pacientes con fibrosis quística este proceso se altera y las secreciones espesas obstruyen los conductos y esto provoca la destrucción del páncreas. De forma similar, la alteración de los canales de Cl, Na+ y K+ en el intestino son la causa de la deshidratación y compactación que pueden ocasionar íleo meconial y síndrome de obstrucción intestinal distal (DIOS). También se ha sugerido que la alteración del canal CFTR sería la causa de la esterilidad masculina debido al taponamiento de los conductos deferentes.

El gen CFTR fue identificado en 1989 en la región 7q31 del cromosoma 7. Está formado por unas 250.000 bases nucleicas (250 kb) y contiene 27 zonas codificantes (exones) que codifican una proteína de 1.480 aminoácidos, la proteína CFTR. Ésta está formada por dos dominios transmembrana (membrane-spanning domains, MSD), cada uno de los cuales está unido a un dominio citoplasmático de unión a nucleótidos (nucleotid binding domain, NBD), estando unidos estos dos módulos de MSD-NBD por un único dominio citoplasmático regulador (regulatory, R), con múltiples puntos de fosforilación para las cinasas A y C, lo que facilita que el canal sea regulado fisiológicamente por hormonas que actúan mediante dichas cinasas. En este sentido, la fosforilación del dominio R es una prerrequisito para la actividad del canal; en concreto, tras la fosforilación, el proceso de control de su apertura y cierre viene determinado por la unión de ATP y la hidrólisis en un dímero de NBD.

La disfunción de la proteína CFTR se produce por distintos mecanismos moleculares en base a los cuales las mutaciones se agrupan en seis categorías, aunque algunas mutaciones pueden incluirse en más de una clase.

Las mutaciones de clase I afectan la biosíntesis de CFTR. Impiden la síntesis de una proteína estable debido a una mutación sin sentido o producen de una proteína truncada debido a la creación de un codón de parada prematuro. Estas proteínas truncadas son inestables y se degradan rápidamente por las proteínas en el retículo endoplásmico. Las mutaciones de Clase I incluyen los fenotipos más graves, porque ninguna proteína funcional se sintetiza. Este tipo de mutación se encuentra en el 5% -10% de los cromosomas CF en todo el mundo, pero representan alrededor del 60% de las mutaciones en pueblo judío con fibrosis quística CF. La mutación sin sentido se indica terminando con una X y los ejemplos más conocidos son Trp1282X (anteriormente W1282X)4, Arg1162X (R1162X) y Gly542X (G542X).

Las de clase II afectan la maduración de la CFTR, dando lugar a un inadecuado procesamiento de la proteína y hacen que la CFTR esté mal plegada, impidiendo su ubicación correcta en la membrana celular apical, lo que facilita su degradación prematura por el proteasoma; además, las pocas moléculas que alcanzan esta ubicación, funcionan incorrectamente. La mutación supresora Phe508del explica la mayoría de las mutaciones en este grupo. De hecho, alrededor del 90% de las personas con fibrosis quística son heterocigotos y un 40-50% son homocigotos para el Phe508del.

Las mutaciones de clase III afectan la regulación del canal o compuerta de cloruro. La producción de la proteína CFTR y la migración hacia la membrana son normales, pero cuando la proteína llega a la superficie de la membrana no responde a la estimulación de AMPc. Esto impide la unión de ATP y/o la fosforilación. La proteína CFTR no se abre en respuesta a señales intracelulares en la superficie celular y permanece cerrado la mayor parte del tiempo. La mutación de sentido erróneo Gly551Asp (G551D) es la tercera mutación CFTR más común y causa una sustitución de glicina (Gly) por aspartato (Asp) en la posición 551 de la proteína. Un 4-5% de todos los pacientes con fibrosis quística tienen la mutación Gly551Asp en al menos un alelo, aunque esta mutación es más frecuente en las personas de origen celta. La mutación Gly551Asp (G551D) se considera grave, no así la Ala455Glu (A455E), también de clase III.

La clase IV agrupa a las mutaciones que determinan un flujo reducido de iones cloruro a través del canal. Se debe a que éste adopta una conformación anómala, impidiendo una permeación adecuada de los iones cloruro y reduciendo la probabilidad de apertura del canal; por lo general se trata de mutaciones leves Arg117His (R117H) es la mutación más común de clase IV, con una frecuencia de 2-4%.

Las mutaciones de clase V afectan la estabilidad del ARNm que permite transcribir la proteína CFTR. La maquinaria de empalme se altera, lo que resulta en la generación de cadenas de ARNm tanto aberrantes como normales, lo que conduce a un número reducido de proteínas CFTR funcionales en la membrana plasmática. El ejemplo característico es la mutación 3849+10kbC<T, presente en menos de 1% de los pacientes con fibrosis quística. El nivel de CFTR funcionamiento puede variar entre diferentes pacientes e incluso entre los diferentes órganos del mismo paciente y a menudo resulta en un fenotipo clínico más leve.

Finalmente, las mutaciones de clase afectan la estabilidad de la CFTR. El truncamiento (X) del extremo C (carboxi-terminal) de CFTR produce una proteína funcional pero que es inestable en la superficie de la membrana apical; su ejemplo mejor conocido es la Gln1412X (Q1412X).

Como se ha indicado, la mutación más frecuente es de clase II se debe a la pérdida (deleción) del aminoácido fenilalanina (Phe, F) en el codón 508 (Phe508del, F508del) de la proteína CFTR. Esta mutación afecta globalmente en España a los cromosomas del 52% de los pacientes con fibrosis quística; sin embargo, se ha observado una frecuencia muy diversa a lo largo de la geografía española: País Vasco 87%, Asturias 78%, Castilla y León 65%, Aragón 58%, Cataluña 50%, Galicia 45%, Andalucía 43% y Murcia 34% (Alonso, 2007). Por su parte, la mutación G551D es la más frecuente de las mutaciones de clase III e implica la sustitución de glicina (G, Gly) por ácido aspártico (D, Asp) en la posición 551 de la proteína CFTR, lo que se traduce en una reducción en la actividad del canal, debida a un acortamiento del tiempo durante el cual el canal permanece abierto. De las más de 2.000 mutaciones identificadas para el gen CFTR, en España se han identificado alrededor de 100, de las cuales poco más de diez presentan una frecuencia superior al 1% y acumulan las tres cuartas partes de los casos. Además de la F508del (51,7% de los casos registrados en España), las más comunes son Gly542X (G542X; 7,7%), Asn1303Gln (N1303Q; 2,9%), 1811+16kbA>G (1,8%) y Arg344Trp (R344W; 1,8%).

En general, el fenotipo de insuficiencia pancreática está asociado a la presencia de dos mutaciones graves, mientras que la correlación con la enfermedad pulmonar es mucho más compleja, posiblemente por la mayor incidencia de otros factores, tanto ambientales como genéticos. En general, las mutaciones leves (R117H, L206W,) determinan la aparición tardía de los síntomas, cuando el niño tiene ya varios años o incluso en la adolescencia o en la fase adulta de la vida.

A pesar del desarrollo incipiente de fármacos susceptibles de actuar sobre algunos de los efectos celulares de la enfermedad y en particular sobre la alteración del regulador de conductancia transmembrana (CFTR), aún estamos lejos de disponer de un tratamiento auténticamente eficaz para afrontar las causas genéticas y moleculares de la fibrosis quística, controlar sus manifestaciones clínicas más relevantes y prevenir la progresión del deterioro orgánico provocado por la enfermedad.

El tratamiento actual es fundamentalmente sintomático y de mantenimiento de las funciones fisiológicas, particularmente a nivel respiratorio, metabólico y digestivo, así como la prevención y tratamiento de los cuadros infecciosos (en particular, los pulmonares). A pesar de sus limitaciones y complicaciones, estos tratamientos han mejorado notablemente la esperanza de vida de estos pacientes, pasando de menos de cinco años hace medio siglo a los 40 que se estiman actualmente; esto implica, de hecho, que un número creciente de pacientes llegará alcanzar edades avanzadas – equiparables al promedio del resto de personas – en un futuro esperanzadoramente cercano, particularmente con la investigación en curso de tratamientos etiológicos eficientes (incluyendo las nuevas terapias avanzadas: terapia génica, terapia celular e ingeniería tisular), pruebas sistemáticas pre y neonatales, y la consolidación definitiva de un amplio número de centros de referencia (Cuéllar, 2014).

ACCIÓN Y MECANISMO

El ivacaftor es un potenciador de la proteína CFTR, es decir, incrementa la actividad del canal de cloruro (CFTR) debido a un aumento del tiempo durante el cual el canal permanece abierto. Ha sido autorizado para el tratamiento de pacientes con fibrosis quística de 6 años de edad y mayores con una de las siguientes mutaciones de apertura del canal (clase III) en el gen CFTR: Gly551Asp (G551D), Gly1244Glu (G1244E), Gly1349Asp (G1349D), Gly178Arg (G178R), Gly551Ser (G551S), Ser1251Asn (S1251N), Ser1255Pro (S1255P), Ser549Asn (S549N) o Ser549Arg (S549R).

La proteína CFTR es un canal de cloruro (Cl) regulado por AMPc, que requiere para su funcionamiento ATP y la fosforilación del dominio regulador. Se localiza en la membrana de las células epiteliales, donde actúa regulando el flujo de electrolitos y de agua. Cuando este canal se encuentra alterado o no existe, como consecuencia de alguna mutación del gen CFTR, se modifica la cantidad y la composición relativa de los fluidos, afectando a los órganos con tejido epitelial. En definitiva, la disfunción del CFTR provoca una excesiva absorción de fluidos y la correspondiente deshidratación de la superficie epitelial, que es responsable de la formación de un moco hiperviscoso (mucoviscidosis) con un aumento de la concentración mucina polimérica, característica de la fibrosis quística.

Por ahora no se conoce con detalle cuál es el mecanismo íntimo de acción por el que el ivacaftor incrementa dicho tiempo de apertura de la proteína CFTR. Ésta está formada por dos dominios transmembrana (membrane-spanning domains, MSD), cada uno de los cuales está unido a un dominio citoplasmático de unión a nucleótidos (nucleotid binding domain, NBD), estando unidos estos dos módulos de MSD-NBD por un único dominio citoplasmático regulador (regulatory, R), con múltiples puntos de fosforilación para las cinasas A y C, lo que facilita que el canal sea regulado fisiológicamente por hormonas que actúan mediante dichas cinasas. En este sentido, se ha sugerido que el fármaco podría unirse al dominio citoplasmático de unión a nucleótidos (nucleotid binding domain, NBD).

En pruebas in vitro, el ivacaftor incrementó el transporte de cloruro a través de la membrana en líneas celulares con mutaciones de la CFTR (Gly551Asp, Gly1244Glu, Gly1349Asp, Gly178Arg, Gly551Ser, Ser1251Asn, Ser1255Pro, Ser549Asn o Ser549Arg; multiplicándolo por una factor que va desde 16 (Gly551Ser) a más de 1.000 (Ser549Arg).

El fármaco parece ser capaz de producir en los pacientes tratados mejoras sostenidas aunque modestas en la función respiratoria, aumento de peso corporal e incremento del porcentaje de pacientes libres de exacerbaciones pulmonares, todo ello con una reducción sustancial de la concentración de cloruro en sudor. Sin embargo, por el momento, no se ha observado una correlación entre los resultados in vitro y la respuesta del cloro en el sudor o del volumen espiratorio máximo en un segundo o VEMS (AEMPS, 2015).

Por otro lado, el mecanismo de acción y la respuesta de cloruro en sudor parecen ser independientes de la edad y debe tenerse en cuenta que puede haber enfermedad pulmonar sin que exista afectación del VEMS.

ASPECTOS MOLECULARES

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Con la mejora del conocimiento de la estructura proteica de la CFTR se ha producido el desarrollo de nuevas moléculas potencialmente útiles para mejorar el transporte de los iones cloruro en las células bronquiales de los pacientes con fibrosis quística. En general, se trata de pequeñas moléculas que pueden encuadrarse en tres grandes grupos en relación con su efecto sobre la CFTR: correctores, potenciadores y supresores. Los correctores permiten que la migración de las CFTR – tras su síntesis – hacia la membrana celular del epitelio respiratorio sea adecuada; los potenciadores permiten la activación del canal CFTR, incrementando su tiempo de apertura, mientras que los supresores impiden la finalización prematura de la síntesis de CFTR provocada por las mutaciones sin sentido que contienen codones de truncamiento.

El ivacaftor fue seleccionado dentro de una serie formada por más de 228.000 pequeñas moléculas, sintetizadas con el fin de ser testadas mediante ensayos in vitro para identificar potenciadores de CFTR. Tras la selección del ivacaftor como potencial candidato, fue estudiado en líneas celulares epiteliales bronquiales humanas, tanto primarias como recombinantes (Van Goor, 2009).

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del ivacaftor han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones autorizadas mediante varios ensayos clínicos de fase 3 (confirmatorios de eficacia y seguridad), aleatorizados, doblemente ciegos y controlados con placebo.

En los dos estudios realizados sobre pacientes con fibrosis quística con al menos una mutación Gly551Asp (G551D) en uno de los alelos y con un valor basal del porcentaje predicho del Volumen Espiratorio Forzado durante el primer segundo (VESM, VEF1) no inferior al 40%; el peso mínimo aceptable para los pacientes pediátricos fue de 15 kg. Ambos estudios tuvieron una duración de 48 semanas, totalizando 213 pacientes aleatorizados. Las dosis de ivacaftor fueron de 150 mg/12 h por vía oral, junto con el tratamiento que estuviesen recibiendo los pacientes. Las características demográficas, antropométricas y clínicas están especificadas en la tabla 1, junto con los principales resultados obtenidos.

Tabla 1. Estudios clínicos con ivacaftor: características y resultados

Comparador

Placebo

Placebo

Placebo

Indicación estudiada

Mutación G551D

Mutación G551D

Mutación clase II no G551D

Duración estudio

48 semanas

48 semanas

8 semanas

Pacientes aleatorizados

161

52

39

Edad, mediana (rango)

24 años

>12 años (100%)

9,0 años

6-12 años (100%)

23 años

6-11 años (21%)

12-17 años (28%)

>17 años (51%)

Sexo (varones)

48%

48%

56%

Raza blanca/caucásica

98%

87%

74%

Altura basal (mediana)

 

132 cm

166 cm

Peso basal (mediana)

58,8 kg

28,6 kg

59,0 kg

VESM basal (mediana)

67%

85%

84%

Concentración Cl en sudor basal (mediana)

100,5 mmol/L.

105,0 mmol/L.

102,0 mmol/L.

Tiempo determinación de la variable principal

24 semanas

24 semanas

8 semanas

Variación absoluta del VESM
(puntos porcentuales)

10,4%

IC95% 8,6 a 12,6

12,5%

IC95% 6,6 a 18,3

10,7%

IC95% 7,3 a 14,1

Variación absoluta del VESM (48 semanas)

10,5%

IC95% 8,5 a 12,5

10,0%

IC95% 4,5 a 15,5

 

Variación absoluta en el dominio respiratorio
del CFQ-R (puntuación a las 24 semanas)

8,1

IC95% 4,7 a 11,4

6,1

IC95% -1,4 a 13,5*

9,6

IC95% 4,5 a 14,7 (8 sem.)

Variación absoluta en el dominio respiratorio
del CFQ-R (puntuación a las 48 semanas)

8,6

IC95% 5,3 a 11,9

5,1

IC95% -1,6 a 11,8*

 

Variación absoluta de la concentración Cl
en sudor (mmol/L) (24 semanas)

-49,7

IC95% -51,3 a -44,5

-54,3

IC95% -61,8 a -46,8

-49,6

IC95% -57,8 a -41,5 (8 sem.)

Variación absoluta de la concentración Cl
en sudor (mmol/L) (48 semanas)

-48,1

IC95% -51,5 a -44,7

-53,5

IC95% -60,9 a -46,0

 

Reducción del riesgo de exacerbación pulmonar (24 semanas)

60%

(HR=0,40; IC65% 0,23 a 0,71)

 

 

Reducción del riesgo de exacerbación pulmonar (48 semanas)

54%

(HR=0,46; IC65% 0,28 a 0,73)

 

 

Variación del peso corporal (24 semanas)

2,8 kg

IC95% 1,8 a 3,7

1,9 kg

IC95% 0,9 a 2,9

 

Variación del peso corporal (48 semanas)

2,8 kg

IC95% 1,8 a 3,7

2,8 kg

IC95% 1,3 a 4,2

 

Variación media del peso ajustado a la edad (puntuación z, a las 8 semanas)

 

 

0,26 kg

IC95% 0,12 a 0,39

Todas las diferencias entre los datos correspondientes al ivacaftor y al placebo fueron estadísticamente significativas, salvo aquellas notadas con un asterisco (*).

La variable primaria de eficacia utilizada consistió en la variación del VESM a las 24 semanas; como variables secundarias se determinó este mismo parámetro a las 48 semanas (como indicador de la durabilidad de la respuesta), así como la variación absoluta de la puntuación del dominio respiratorio del Cuestionario revisado para fibrosis quística (Cystic Fibrosis Questionnaire Revised, CFQ-R), una medida de los síntomas respiratorios relevantes para los pacientes con fibrosis quística, tales como tos, producción de esputo y dificultad para respirar. También se determinó la variación de la concentración de cloruro en el sudor, del peso corporal (y de la altura, en el caso de los pacientes pediátricos) y el efecto sobre el riesgo de experimentar exacerbaciones pulmonares (en los pacientes adultos).

Por lo que se refiere al estudio aleatorizado, doblemente ciego, cruzado y controlado con placebo, realizado sobre pacientes con fibrosis quística con al menos una mutación de clase III que no sea la Gly551Asp (G551D)5, tuvo una duración de 8 semanas (con cada tratamiento), totalizando 39 pacientes. Las dosis de ivacaftor fueron de 150 mg/12 h por vía oral, junto con el tratamiento que estuviesen recibiendo los pacientes. Las características demográficas, antropométricas y clínicas están especificadas en la tabla 1, junto con los principales resultados obtenidos. La variable primaria de eficacia fue idéntica a los anteriores estudios, aunque determinada a las 8 semanas.

Desde el punto de vista de la seguridad, el ivacaftor presenta un perfil toxicológico relativamente benigno, con una incidencia general de eventos adversos similar a la registrada con placebo. En los estudios clínicos controlados, los eventos adversos descritos con más frecuencia que con placebo fueron cefalea (16,7% vs. 14,4% con placebo), infecciones del tracto respiratorio superior (15,8 vs. 12,1%), congestión nasal (15,8 vs. 12,9%), erupciones cutáneas (10,4 vs. 5,3%), rinitis (5,9 vs. 3,0%) y vértigo (5,4 vs. 2,3%).

Aunque algunos estudios han reportado la aparición de incrementos notables de los niveles de enzimas hepáticos, particularmente de transaminasas (ALT y AST), es preciso tener en cuenta que tales elevaciones son comunes en los pacientes con fibrosis quística. De hecho, en los estudios controlados con placebo, la incidencia de estas elevaciones fueron más frecuentes entre los pacientes tratados con placebo que con ivacaftor (7,6 vs. 3,6%). Sin embargo, en el subgrupo de pacientes con un historial médico de elevación de transaminasas, el aumento de ALT o AST se han reportado con mayor frecuencia en los pacientes que recibieron ivacaftor en comparación con el placebo. Por este motivo, se recomiendan las pruebas de función hepática en todos los pacientes antes de iniciar ivacaftor, así como cada 3 meses durante el primer año de tratamiento, y posteriormente cada año. Para todos los pacientes con antecedentes de elevaciones de transaminasas, debería considerarse un seguimiento más frecuente de las pruebas de función hepática. En cualquier caso, los pacientes que presenten un aumento de las transaminasas deben ser estrechamente monitorizados hasta que las anomalías se resuelvan y la administración de ivacaftor debe interrumpirse en pacientes con niveles de ALT o AST que superen en más de 5 veces el límite superior de la normalidad.

ASPECTOS INNOVADORES

El ivacaftor es un potenciador de la proteína CFTR, es decir, incrementa la actividad del canal de cloruro (CFTR) debido a un aumento del tiempo durante el cual el canal permanece abierto. Ha sido autorizado como medicamento huérfano para el tratamiento de pacientes con fibrosis quística de 6 años de edad y mayores con una de las siguientes mutaciones de apertura del canal (clase III) en el gen CFTR: Gly551Asp (G551D), Gly1244Glu (G1244E), Gly1349Asp (G1349D), Gly178Arg (G178R), Gly551Ser (G551S), Ser1251Asn (S1251N), Ser1255Pro (S1255P), Ser549Asn (S549N) o Ser549Arg (S549R). La proteína CFTR es un canal de cloruro (Cl) regulado por AMPc, que se localiza en la membrana de las células epiteliales, donde actúa regulando el flujo de electrolitos y de agua. Su disfunción – de origen genético – modifica la cantidad y la composición relativa de los fluidos, afectando a los órganos con tejido epitelial, provocando una excesiva absorción de fluidos y la correspondiente deshidratación de la superficie epitelial, que es responsable de la formación de un moco hiperviscoso (mucoviscidosis) con un aumento de la concentración mucina polimérica, característica de la fibrosis quística y responsable de la mayor parte de los trastornos clínicos ligados a la enfermedad.

Los datos clínicos disponibles son limitados aunque apuntan claramente a una mejoría de la función respiratoria que, aunque modesta (incremento del volumen espiratorio forzado durante el primer segundo o VESM, en torno al 10-13%), es estadística significativa y clínicamente relevante; en cualquier caso, es superior al conseguido con los tratamientos utilizados actualmente (AEMPS, 2015). Un aspecto interesante es que la respuesta al tratamiento con ivacaftor se mantuvo constante durante al menos un año, tanto en adultos como en niños (≥6 años) con la mutación Gly551Asp (G551D). Otras variables utilizadas, como las variaciones de la puntuación del dominio respiratorio del cuestionario revisado para fibrosis quística (CFQ-R), la de la concentración de cloruro en el sudor y la del peso corporal (y de la altura, en el caso de los pacientes pediátricos), así como la reducción del riesgo de experimentar exacerbaciones pulmonares (en los pacientes adultos), complementan un perfil terapéutico favorable.

Asimismo, el ivacaftor presenta un perfil toxicológico relativamente benigno, con una incidencia general de eventos adversos similar a la registrada con placebo. En los estudios clínicos controlados, los eventos adversos descritos con más frecuencia que con placebo fueron cefalea, infecciones del tracto respiratorio superior, congestión nasal, erupciones cutáneas, rinitis y vértigo.

A pesar de estos perfiles terapéuticos y toxicológicos moderadamente satisfactorios, conviene recordar que el tratamiento no es curativo y, por tanto, sería preciso mantener de forma crónica el tratamiento a lo largo de la vida (o, al menos, durante periodos prolongados), lo cual plantea la duda sobre la durabilidad de la eficacia y de la seguridad a largo plazo (aunque los datos a un año sugieren estabilidad en la respuesta). Por otro lado, los datos clínicos más consistentes – siempre relativamente – corresponden a pacientes con fibrosis quística con la mutación Gly551Asp (G551D), mientras que los correspondientes a otras mutaciones de clase III son mucho más limitados. Por otro lado, existen numerosas lagunas de información sobre la eficacia y la seguridad en determinadas poblaciones de pacientes, particularmente en menores de 6 años, embarazadas, con insuficiencia hepática grave, bajo tratamiento con fármacos inhibidores del citocromo CYP3A4 (implicado en el metabolismo hepático del ivacaftor) o trasplantados.

Aunque la fisiopatología de la enfermedad es similar en adultos y población pediátrica, las manifestaciones clínicas dependen en gran medida de la edad. En general, el deterioro de la función respiratoria es menor en niños y en adolescentes que en adultos, mientras que el mecanismo de acción del fármaco y la respuesta relativa a la concentración de cloruro en sudor son independientes de la edad, ya que la glándula sudorípara no se desestructura con el tiempo y la enfermedad. Por otro lado, puede haber enfermedad pulmonar sin que exista afectación del VEMS; en este sentido, la enfermedad pulmonar es aparente en un 40-50% de niños y adolescentes mientras que menos del 20% de estos pacientes presentan un VEMS ≤90%.

Según el Informe de Posicionamiento Terapéutico de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS, 2015), la decisión de iniciar tratamiento con ivacaftor deberá tomarse de manera individual, considerando la situación clínica de cada paciente, así como el tratamiento que esté recibiendo, y que generalmente incluye fisioterapia respiratoria, dornasa alfa, suero salino hipertónico, antibióticos inhalados, etcétera. Asimismo, en aquellos pacientes que inicien tratamiento con ivacaftor, la necesidad de mantener el mismo deberá ser reevaluada periódicamente en base a su efectividad.

Sin duda, el ivacaftor representa un avance esperanzador en la lucha contra la fibrosis quística, al ser el primer medicamento que actúa sobre uno de los componentes biomoleculares ligados etiológicamente a la enfermedad. Sin embargo, su utilidad está limitada a la fibrosis quística en pacientes con mutaciones de apertura del canal (clase III) en el gen CFTR, que representan menos del 5% de todos los casos. Por el contrario, el ivacaftor ha demostrado ser ineficaz en los cuadros ligados a mutaciones de clase II, en particular la Phe508del (F508del) responsables de al menos un 50% de los casos de fibrosis quística. Esto implica que el ivacaftor es lo que se conoce como un medicamento ultra-huérfano, en tanto que las variantes genéticas de la fibrosis quística incluidas en las indicaciones autorizadas suponen una enfermedad ultra-rara, considerando como tal a aquella que afecta a menos de 40.000 pacientes en toda la Unión Europea.

Con todo, se trata, sin duda, de una innovación interesante.

VALORACIÓN

IVACAFTOR

4015.jpg

KALYDECO®(Vertex)

Grupo Terapéutico (ATC): R07AX. APARATO RESPIRATORIO. Otros preparados.

Indicaciones autorizadas: tratamiento de pacientes con fibrosis quística (FQ) de 6 años de edad y mayores con una de las siguientes mutaciones de apertura del canal (clase III) en el gen CFTR: G551D, G1244E, G1349D, G178R, G551S, S1251N, S1255P, S549N o S549R

VALORACIÓN GLOBAL: INNOVACIÓN IMPORTANTE. Aportación sustancial a la terapéutica estándar.

♣ ♣ ♣

Novedad clínica: Mejora la eficacia clínica del tratamiento farmacológico estándar. Supone la incorporación de una nueva vía terapéutica en ausencia de alternativas terapéuticas. Posibilidad de asociar con otros tratamientos actualmente en vigor.

Novedad molecular: Mecanismo de acción innovador frente al de los tratamientos previamente disponibles para la misma o similar indicación terapéutica.

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS ANTERIORMENTE EN ESPAÑA

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Ivacaftor

Kalydeco

Vertex

2015

BIBLIOGRAFÍA

 

 

Medicamentos con nuevos principios activos autorizados por EMA/AEMPS

MEDICAMENTOS DE USO HUMANO AUTORIZADOS (EMA/AEMPS)
DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS
QUE AÚN NO ESTÁN COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

Principio activo

Medicamento®

Laboratorio

Autorización

GT

Indicación autorizada1

Sebelipasa alfa

Kanuma

Synageva

2015/08/28

 

Enfermedad de Wolman (O)

Sonidegib

Odomzo

Novartis

2015/08/14

L01XX

Carcinoma de células basales

Dinutuximab

Unituxin

United Therapeutics

2015/08/14

L01XC

Neuroblastoma (O)

Nivolumab

Nivolumab BMS

Bristol Myers Squibb

2015/07/20

L01XC

Cáncer de pulmón no microcítico

Pembrolizumab

Keytruda

Merck Sharp Dohme

2015/07/17

L01XC

Melanoma

Evolocumab

Repatha

Amgen

2015/07/17

C10AX

Hipercolesterolemia

Tasimelteon

Hetlioz

Vanda

2015/07/03

N05CH

Trastornos del sueño (O)

Edoxaban

Lixiana

Daiichi Sankyo

2015/06/19

B01AF

Tromboembolismo venoso

Lutecio (177Lu)

Lumark

IDB Radiopharmacy

2015/06/19

 

Radiodiagnóstico

Nivolumab

Opdivo

Bristol Myers Squibb

2015/06/19

L01XC

Melanoma

Lenvatinib

Lenvima

Eisai

2015/05/28

L01XE

Cáncer de tiroides (O)

Netupintant/Palonosetrón

Akynzeo

Helsinn Birex

2015/05/27

A04AA

Vómitos de origen canceroso

Ceritinib

Zycadia

Novartis

2015/05/06

L01XE

Cáncer de pulmón no microcítico (C)

Bupropión/Naltrexona

Mysimba

Orexigen Therapeutics

2015/03/26

A08AA

Obesidad

Cangrelor

Kengresal

Medicines Company UK

2015/03/23

B01AC

Cirugía vascular

Liraglutida2

Saxendra

Novo Nordisk

2015/03/23

A10BX

Obesidad

Tedizolid

Sivextro

Cubist

2015/03/23

J01XX

Infecciones de piel y tejidos blandos

Oritavancina

Orbactiv

Medicines Company UK

2015/03/19

J01XA

Infecciones de piel y tejidos blandos

Safinamida

Xadago

Zambon

2015/02/24

N04BD

Enfermedad de Parkinson

Dalbavancina

Xydalba

Durata

2015/02/19

J01XA

Infecciones de piel y tejidos blandos

Células epiteliales corneales humanas autólogas

Holoclar

Chiesi

2015/02/17

S01XA

Enfermedades de la córnea (O) (E)

Eliglustat

Cerdelga

Genzyme

2015/01/19

A16AX

Enfermedad de Gaucher (O)

Vorapaxar

Zontivity

Merck Sharp Dohme

2015/01/19

B01AC

Infarto de miocardio

Secukinumab

Cosentyx

Novartis

2015/01/15

L04AC

Psoriasis y artritis psoriásica

Nindetanib

Ofev

Boehringer Ingelheim

2015/01/15

L01XE

Fibrosis pulmonar idiopática (O)

Apremilast

Otezla

Celgene

2015/01/15

L04AA

Psoriasis y artritis psoriásica

Ospemifeno

Senshio

Shionogi

2015/01/15

G03XC

Postmenopausia

Afamelanotida

Scenesse

Clinuvel

2014/12/22

D02BB

Protoporfiria hematopoyética (O) (E)

Ramucirumab

Cyramza

Lilly

2014/12/19

L01XC

Cáncer de estómago (O)

Nonacog gamma

Ruxibis

Baxter

2014/12/19

B02BD

Hemofilia B

Olaparib

Lynparza

AstraZeneca

2014/12/16

L01XX

Cáncer epitelial de ovario (O)

Naloxegol

Moventig

AstraZeneca

2014/12/08

A06AH

Estreñimiento

Nintedanib

Vargatef

Boehringer Ingelheim

2014/11/21

L01XE

Cáncer de pulmón no microcítico

Darunavir/Cobicistat

Rezolsta

Janssen Cilag

2014/11/19

J05AE

Infección VIH

Aclidinio/Formoterol

Brinika/Duakir Genuair

Almirall

2014/11/19

R03AL

EPOC

Ibrutinib

Imbruvica

Janssen Cilag

2014/10/21

L01XE

Leucemia linfocítica crónica (O)

Idelalisib

Zydelig

Gilead

2014/09/18

L01XX

Leucemia/linfoma

1 O= Medicamento huérfano; C= Autorizado condicionalmente; E= Autorizado en condiciones excepcionales

2 Ya está autorizado en España, desde 2009, un medicamento con liraglutida (Victoza®), aunque indicado en el tratamiento de la diabetes mellitus de tipo 2.

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA
EN LOS ÚLTIMOS DOCE MESES

PAM

Principio activo

Medicamento®

INNOVACIÓN

Indicación principal

Laboratorio

a

b

c

d

e

f

386

Vedolizumab

Entyvio

 

 

 

♣♣

Colitis ulcerosa/enfermedad de Crohn

Takeda

386

Ivacaftor

Kalydeco

 

 

 

♣♣♣

Fibrosis quística

Vertex

385

Macitentán

Opsumit

 

 

 

 

 

Hipertensión pulmonar

Actelion

385

Degarelix

Firmagon

 

 

 

 

 

Cáncer de próstata

Ferring

384

Riociguat

Adempas

 

 

 

♣♣

Hipertensión pulmonar

Bayer

384

Albiglutida

Eperzan

 

 

 

 

♣♣

Diabetes mellitus de tipo 2

Glaxo SmithKline

384

Canagliflozina

Invokana

 

 

 

 

 

Diabetes mellitus de tipo 2

Janssen Cilag

384

Empagliflozina

Jardiance

 

 

 

 

 

Diabetes mellitus de tipo 2

Boehringer Ingelheim

383

Dasabuvir

Exviera

 

 

 

 

♣♣

Hepatitis C

Abbvie

383

Ombitasvir/ Paritaprevir/ Ritonavir

Viekirax

 

 

 

 

♣♣

Hepatitis C

Abbvie

383

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

 

 

 

 

♣♣

Hepatitis C

Gilead

383

Pixantrona

Pixuvri

 

 

 

♣♣

Linfoma no hodgkiniano de células B

Servier

383

Tianeptina

Zinosal

 

 

 

♣♣

Depresión

Juste

382

Radio [223Ra], cloruro

Xofigo

 

 

 

♣♣

Cáncer de próstata

Bayer

382

Regorafenib

Stivarga

 

 

 

 

♣♣

Cáncer colorrectal/GIST

Bayer

382

Sufentanilo

Sufentanilo GES

 

 

 

 

 

Anestesia/sedación

GES

381

Alemtuzumab

Lemtrada

 

 

 

 

♣♣

Esclerosis múltiple

Genzyme

381

Olodaterol

Striverdi Respimat

 

 

 

 

 

EPOC

Boehringer Ingelheim

380

Daclatasvir

Daklinza

 

 

♣♣♣

Hepatitis C

Bristol-Myers Squib

380

Vandetanib

Caprelsa

 

 

 

 

♣♣

Cáncer medular de tiroides

AstraZeneca

380

Ruxolitinib

Jakavi

 

 

 

♣♣

Mielofibrosis

Novartis

380

Fumarato de dimetilo

Tecfidera

 

 

 

♣♣

Esclerosis múltiple

Biogen Idec

380

Teriflunomida

Aubagio

 

 

 

 

♣♣

Esclerosis múltiple

Sanofi Aventis

379

Enzalutamida

Xtandi

 

 

 

 

♣♣

Cáncer de próstata

Astellas

378

Vacuna herpes zóster

Zostavax

 

 

 

 

♣♣

Prevención del herpes zóster

Sanofi Pasteur MSD

378

Lipegfilgrastim

Lonquex

 

 

 

 

 

Prevención de neutropenia

Teva

378

Nalmefeno

Selincro

 

 

 

 

♣♣

Alcoholismo

Lundbeck

377

Sofosbuvir

Sovaldi

 

♣♣♣

Hepatitis C

Gilead

377

Decitabina

Dacogen

 

 

 

 

♣♣♣

Leucemia mieloide aguda

Janssen Cilag

377

Vilanterol/Fluticasona

Relvar Ellipta

 

 

 

 

♣♣

Asma y EPOC

Glaxo SmithKline

377

Vacuna meningococo B

Bexsero

 

 

 

♣♣♣

Prevención meningitis
meningocócica B

Novartis

377

Dexmedetomidina

Dexdor

 

 

 

 

♣♣

Sedoanalgesia

Orion

377

Dolutegravir

Tivicay

 

 

 

♣♣

Infección por VIH

Glaxo SmithKline

A. Clínica: Mejora la eficacia clínica con relación al tratamiento estándar.

B. Molecular: Incorpora variaciones significativas en la estructura molecular
y/o en el mecanismo de acción.

C. Seguridad: Mejora el perfil toxicológico con relación a la terapia estándar.

D. Farmacocinética: Mejora las características farmacocinéticas, con incidencia potencial o demostrada en las condiciones de uso y en la respuesta del paciente.

E. Técnico-Económica: Mejora algún aspecto farmacoeconómico y/o farmacotécnico.

F. Valoración Global

VALORACIÓN DE LA INNOVACIÓN TERAPÉUTICA EN PANORAMA ACTUAL DEL MEDICAMENTO

Es importante indicar que se valora el grado de innovación. Todos los medicamentos no innovadores tienen utilidad terapéutica, en tanto que su autorización por las autoridades sanitarias implica han demostrado rigurosamente su eficacia, su seguridad, su calidad y las condiciones de uso (incluyendo la información contenida en la ficha técnica – sumario de características – y en el prospecto del medicamento). Por tanto, la valoración que se hace se refiere a la incorporación, en el grado que se determine, de algún elemento innovador con respecto a otros medicamentos autorizados previamente para iguales o similares indicaciones terapéuticas o, en su caso, cubriendo la ausencia de éstas. Asimismo, debe considerarse que ésta es una evolución que se practica coincidiendo con la comercialización inicial del medicamento. Se trata, por consiguiente, de una valoración provisional de la innovación realizada en función de la evidencia clínica disponible hasta ese momento, lo que no prejuzga, en ningún caso, el potencial desarrollo de nuevas indicaciones clínicas ni la posible aparición de aspectos desfavorables (efectos adversos graves previamente desconocidos, interacciones, etc.). Se consideran tres posibles niveles, adjudicados en función de la relevancia de la(s) innovación(es) presentes en el nuevo medicamento, siempre en relación al arsenal terapéutico disponible clínicamente en España en el momento de la comercialización:

SIN INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas ()

INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar (♣♣)

INNOVACIÓN IMPORTANTE. Aportación sustancial a la terapéutica estándar (♣♣♣).

Se distinguen dos niveles de evidencia científica para los aspectos innovadores de los nuevos medicamentos:

Evidencia clínica: mediante estudios controlados específicamente diseñados y desarrollados para demostrar lo que pretende ser un avance o mejora sobre la terapia estándar.

Plausibilidad científica (potencialidad): existencia de aspectos en el medicamento que racionalmente podrían mejorar la terapéutica actual, pero que no han sido adecuadamente demostradas mediante ensayos clínicos, bien por motivos éticos o bien por imposibilidad de realización en el momento de la comercialización del nuevo medicamento: perfil de interacciones, mecanismos nuevos que permiten nuevas vías terapéuticas, nuevos perfiles bioquímicos frente a mecanismos de resistencia microbiana, posibilidad de combinar con otros medicamentos para la misma indicación terapéutica, efectos sobre el cumplimiento terapéutico (por mejoras en la vía, número de administraciones diarias, etc.), mejora de la eficiencia, etc.

El rigor de los datos contrastados mediante ensayos clínicos controlados (evidencia clínica) es determinante en la valoración de la innovación, mientras que las potencialidades solo pueden ser valoradas accesoriamente, como aspectos complementarios de esta valoración. En ningún caso, un medicamento es valorado con un nivel de innovación importante en función de sus ventajas potenciales, si no aporta otras ventajas demostradas clínicamente. Se analizan cinco aspectos de la innovación: clínica, molecular, toxicológica, físico-química y económico-tecnológica. Como ya se ha indicado, la fundamental y determinante es la novedad clínica.

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA
DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR GRUPOS TERAPÉUTICOS

GRUPO TERAPéUTICO

Principio activo

Medicamento®

Laboratorio

PAM

A. Tracto alimentario y metabolismo

Albiglutida

Eperzan

Glaxo SmithKline

384

Canagliflozina

Invokana

Janssen Cilag

384

Empagliflozina

Jardiance

Boehringer Ingelheim

384

C. Aparato cardiovascular

Macitentán

Opsumit

Actelion

385

Riociguat

Adempas

Bayer

384

J. Antiinfecciosos, uso sistémico

Daclatasvir

Daklinza

Bristol-Myers Squibb

380

Dasabuvir

Exviera

Abbvie

383

Dolutegravir

Tivicay

Glaxo SmithKline

377

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

Gilead

383

Ombitasvir/Paritaprevir/ Ritonavir

Viekirax

Abbvie

383

Sofosbuvir

Sovaldi

Gilead

377

Vacuna meningococo B

Bexsero

Novartis

377

Vacuna herpes zóster

Zostavax

Sanofi Pasterur MSD

378

L. Antineoplásicos y terapia
inmunomoduladora

Alemtuzumab

Lemtrada

Genzyme

381

Decitabina

Dacogen

Janssen Cilag

377

Enzalutamida

Xtandi

Astellas

379

Lipegfilgrastim

Lonquex

Teva

378

Pixantrona

Pixuvri

Servier

383

Regorafenib

Stivarga

Bayer

382

Ruxolitinib

Jakavi

Novartis

380

Teriflunomida

Aubagio

Sanofi Aventis

380

Vandetanib

Caprelsa

AstraZeneca

380

Vedolizumab

Entyvio

Takeda

386

N. Sistema nervioso

Dexmedetomidina

Dexdor

Orion

377

Fumarato de dimetilo

Tecfidera

Biogen Idec

380

Nalmefeno

Selincro

Lundbeck

378

Sufentanilo

Sufentanilo GES

GES

382

Tianeptina

Zinosal

Juste

383

R. Aparato respiratorio

Ivacaftor

Kalydeco

Vertex

386

Olodaterol

Striverdi Respimat

Boehringer Ingelheim

381

Vilanterol/Fluticasona

Relvar Ellipta

Glaxo SmithKline

377

V. Varios

Radio [223Ra], cloruro

Xofigo

Bayer

382

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR LABORATORIOS

Laboratorio

Principio activo

Medicamento

PAM

Abbvie

Dasabuvir

Exviera

383

Ombitasvir/Paritaprevir/Ritonavir

Viekirax

383

Actelion

Macitentán

Opsumit

385

Astellas

Enzalutamida

Xtandi

379

AstraZeneca

Vandetanib

Caprelsa

380

Bayer

Radio [223Ra], cloruro

Xofigo

382

Regorafenib

Stivarga

382

Riociguat

Adempas

384

Biogen Idec

Fumarato de dimetilo

Tecfidera

380

Boehringer Ingelheim

Empagliflozina

Jardiance

384

Olodaterol

Striverdi Respimat

381

Bristol-Myers Squibb

Daclatasvir

Daklinza

380

Genzyme

Alemtuzumab

Lemtrada

381

GES

Sufentanilo

Sufentanilo GES

382

Gilead

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

383

Sofosbuvir

Sovaldi

377

Glaxo SmtihKline

Albiglutida

Eperzan

384

Dolutegravir

Tivicay

377

Vilanterol/Fluticasona

Relvar Ellipta

377

Janssen Cilag

Canagliflozina

Invokana

384

Decitabina

Dacogen

377

Juste

Tianeptina

Zinosal

383

Lundbeck

Nalmefeno

Selincro

378

Novartis

Ruxolitinib

Jakavi

380

Vacuna meningococo B

Bexsero

377

Orion

Dexmedetomidina

Dexdor

377

Sanofi Aventis

Teriflunomida

Aubagio

380

Sanofi Pasteur MSD

Vacuna herpes zóster

Zostavax

378

Servier

Pixantrona

Pixuvri

383

Takeda

Vedolizumab

Entyvio

386

Teva

Lipegfilgrastim

Lonquex

378

Traumatismos torácicos

Resumen

Los traumatismos torácicos constituyen un problema frecuente, consecuencia de lesiones originadas por actividades domésticas, laborales y, especialmente, accidentes de tráfico. Se pueden analizar desde diversos puntos de vista, considerando los más graves sobre todo en el contexto de los politraumatismos. Y también las peculiaridades de los traumatismos cerrados y los abiertos. Las fracturas costales son los traumatismos torácicos más frecuentes, su diagnóstico y tratamiento es sencillo, aunque pueden ser graves en casos de afectación de más de 3 arcos costales y cuando el paciente presenta morbilidad asociada importante. La contusión pulmonar es la lesión visceral más frecuente, que suele presentarse en traumatismos torácicos graves y asociada a menudo con otras lesiones torácicas e intratorácicas. Su tratamiento se basa en medidas de soporte general. Las complicaciones pleurales como el hemotórax y neumotórax se suelen presentar de forma frecuente. Su diagnóstico es también sencillo y su tratamiento se basa en el drenaje pleural. Existen otras situaciones complejas, como los traumatismos de la vía aérea, muy graves por lo general en los traumatismos torácicos cerrados y con menor repercusión e incluso susceptibles de tratamiento conservador en los iatrógenos por intubación traqueal; las roturas diafragmáticas, que suelen dar lugar a una hernia diafragmática y cuyo tratamiento es siempre quirúrgico; las contusiones miocárdicas, que deben sospecharse en otras anteriores y en fracturas de esternón, cuyo tratamiento es conservador. Otros traumatismos torácicos implican a los grandes vasos torácicos y esofágicos; aunque son menos frecuentes, revisten una especial gravedad.

 

Un traumatismo torácico (TT) es todo traumatismo que lesiona o altera alguna o algunas estructuras del tórax. Los TT pueden ser abiertos o cerrados y pueden producirse por incisión o por contusión. Son numerosas las causas por las cuales pueden darse los traumatismos torácicos; entre las más frecuentes en nuestro medio están: accidentes de tráfico, caídas accidentales y laborales, heridas por arma blanca y por arma de fuego, accidentes deportivos, etc. En nuestro medio, los accidentes de tráfico y los laborales son las dos principales causas.

EPIDEMIOLOGÍA

Los traumatismos son una de las causas de enfermedad y de mortalidad más importante en el mundo occidental y constituyen la primera causa de muerte en las personas jóvenes. Los accidentes de tráfico (AT) suponen más 70% de los traumatismos, y el 25% de las muertes ocurridas por AT son debidas a los traumatismos torácicos. Los TT se asocian con gran frecuencia a lesiones a otros niveles: el 31% con fracturas múltiples, el 29% con traumas abdominales, y el 18% con traumatismos cráneo-encefálicos.

CLASIFICACIÓN

Generalmente los TT se dividen en abiertos y cerrados, atendiendo a que exista o no una solución de continuidad en la pared torácica, y en torácicos puros y politraumatismos, según la extensión del traumatismo.

Traumatismos torácicos abiertos

Son aquellos en los que existe una solución de continuidad de la pared torácica, con disrupción de la pleura visceral, acompañándose, generalmente, de laceración y contusión del pulmón subyacente. El 7-8% de los TT son abiertos, y están producidos generalmente por heridas por arma de fuego o arma blanca.

Los traumatismos abiertos del tórax deben ser transformados en cerrados mediante la compresión con gasas o compresas impregnadas en vaselina. Posteriormente el tratamiento continuará con la colocación de un drenaje torácico para evacuar el hemoneumotórax que habitualmente acompaña a una lesión torácica penetrante. Estará indicada la realización de una toracotomía de emergencia si se produce una pérdida inicial de sangre por el tubo de drenaje de 1.500 ml o si persiste un sangrado continuado a un ritmo superior a los 250 ml/h.

Si el paciente está hemodinámicamente inestable o la existencia de un gran hemotórax que no pueda ser adecuadamente evacuado con un tubo torácico, también son indicaciones de toracotomía, aunque el momento adecuado para su realización es asunto de controversia. Otras indicaciones para una intervención quirúrgica urgente son las lesiones cardiacas, de aorta u otros grandes vasos, lesiones traqueales o de bronquios principales y lesiones esofágicas. Ante cualquier sospecha de taponamiento cardiaco se debe llevar a cabo una toracotomía de urgencia. Si la situación del paciente lo permite, la realización de una ecocardiografía sería la exploración indicada.

Traumatismos torácicos cerrados

En estos casos no hay solución de continuidad de la pared torácica. Existe una afectación de las estructuras osteomusculares de la pared torácica y/o de los órganos intratorácicos por diversos mecanismos de producción: contusión directa, mecanismos de desaceleración y cizallamiento, o aumento de la presión intratorácica.

VALORACIÓN INICIAL DEL PACIENTE

La evaluación de las lesiones torácicas es solo una parte de la evaluación total del paciente politraumatizado, no debiéndose perder de vista que la asociación con un traumatismo craneoencefálico y/o abdominal empeora considerablemente el pronóstico. El manejo inicial del TT es igual que el de cualquier otra forma de lesión grave, y consiste en la restauración de una adecuada función de los sistemas respiratorio y cardiovascular.

Lo más prioritario será asegurar la presencia de una vía aérea permeable y que permita la correcta ventilación del paciente, el control de los puntos de sangrado externo y la existencia de una adecuada perfusión tisular. Los pacientes con lesiones torácicas importantes pueden presentar un severo distrés respiratorio o un franco fallo respiratorio, que haga necesaria la inmediata instauración de ventilación mecánica, incluso antes de disponer de datos analíticos y radiológicos.

Así mismo, y de modo simultáneo, habrá que atender a la valoración de la estabilidad hemodinámica. Inicialmente el estado hemodinámico se evaluará mediante la palpación de los pulsos periféricos y la medición de la presión arterial.

La existencia de hipotensión y taquicardia son signos de la presentación de un shock hipovolémico de causa hemorrágica, mientras no se demuestre lo contrario. El sangrado externo se controlará mediante compresión directa de los puntos de hemorragia. Otros datos clínicos como la ingurgitación de las venas del cuello, pueden orientar hacia la existencia de un taponamiento cardiaco o de un neumotórax a tensión.

Una vez conseguida la estabilización hemodinámica del paciente, se procederá a la realización de estudios radiológicos y analítica (incluyendo la determinación de gases arteriales) urgentes, y cada tipo de lesión torácica se evaluará y tratará de manera específica.

PRINCIPALES LESIONES ESPECÍFICAS TORÁCICAS ASOCIADAS CON LOS TRAUMATISMOS TORACICOS

Traumatismos de la pared torácica

Fracturas costales

Se hallan presentes en el 35-40% de todos los TT y los arcos costales más afectados son del 3º al 9º. La causa más frecuente son los accidentes de tráfico, seguidos de las caídas fortuitas, sobre todo en la población anciana. La manifestación clínica más importante es el dolor y el diagnóstico se realiza mediante radiografía simple (proyecciones de parrilla costal posteroanterior y lateral). El tratamiento debe dirigirse a paliar el dolor. Para ello se emplearán, fundamentalmente, antiinflamatorios no esteroideos, evitando la analgesia con opioides sistémicos ya que pueden producir depresión ventilatoria.

La analgesia regional, a través de bloqueo intercostal, extrapleuralo con analgesia epidural, se ha mostrado eficaz en la mejoría de la mecánica respiratoria, lo que permite una tos productiva, la realización de fisioterapia respiratoria eficiente y espirometría incentivada, y movilización precoz. El uso de estos métodos de analgesia regional debe ser especialmente considerado en caso de pacientes con múltiples fracturas, edad avanzada o enfermedad pulmonar subyacente.

Como factores de gravedad se hallan la asociación a fracturas de otros elementos óseos como la escápula y la clavícula, la afectación de los 2 primeros arcos costales, las fracturas de 3 o más arcos y la edad avanzada. Es necesario descartar lesiones abdominales en los casos de fracturas costales bajas (9-12 arcos).

Determinadas situaciones requieren unas consideraciones particulares:

  • Fractura de primera y segunda costillas: la fractura de estas costillas indica un traumatismo de gran intensidad, ya que se tratan de costillas más cortas y robustas, y protegidas por la musculatura de la cintura escápulohumeral. La fractura de la primera costilla generalmente se asocia a lesiones de los vasos subclavios y/o plexo braquial ipsilaterales. Una fractura de primera costilla desplazada posteriormente o lateralmente conlleva, con gran probabilidad, una lesión de grandes vasos, que debe ser descartada con una angiografía.
  • Fractura de costillas inferiores (9ª, 10ª, 11ª): debido a su movilidad es raro que se fracturen. Es necesaria la realización de una ecografía y/o TAC abdominal para descartar una lesión diafragmática hepática o esplénica.
  • Volet costal: se produce cuando tres o más costillas adyacentes se fracturan en dos o más puntos de las mismas. Da lugar a un tórax inestable, con movimiento paradójico de la zona de pared torácica afectada, el tórax se hunde hacia dentro en inspiración y se desplaza hacia la superficie en espiración. La disrupción del esternón o de los cartílagos costales están implicados en el 13% de los casos de volet costal. Mecánicamente, el fallo de un segmento de pared torácica produce una ventilación ineficaz, con disminución de volumen corriente y de la capacidad vital y, secundariamente, atelectasia del pulmón subyacente. El tratamiento se fundamenta en un buen control analgésico, enérgica fisioterapia respiratoria y el uso selectivo de ventilación mecánica, en caso de fallo respiratorio. La indicación de fijación quirúrgica solo se establece en casos de grandes deformidades y si se precisa la cirugía para tratar otras lesiones torácicas asociadas.

Fractura esternal

Generalmente resulta de un impacto directo en la pared anterior del tórax, frecuente en las colisiones de tráfico por golpe directo sobre el volante, aunque recientemente se ha descrito un aumento de las fracturas esternales asociadas al uso del cinturón de seguridad.

La sintomatología principal es dolor, y solo el 15% de las fracturas de esternón son visibles en una radiografía inicial anteroposterior de tórax, y será la radiografía lateral la que, habitualmente, establezca el diagnóstico. En el 40% de los casos se asocian fracturas costales, y el tratamiento será, básicamente, el mismo que el de éstas. La existencia de una fractura esternal sugiere la posibilidad de contusión miocárdica, habitualmente de escasas consecuencias. La reducción quirúrgica raramente es necesaria, quedando reservada para aquellos casos de deformidad severa.

Traumatismos pulmonares

La contusión pulmonar tiene una incidencia del 30-75% en los TT cerrados de elevada intensidad. Suele estar asociada a otras lesiones, alcanzando en estos casos una mortalidad de hasta el 24%. Los signos más comunes son disnea, taquipnea, hemoptisis, cianosis e hipotensión, con crepitantes a la auscultación. La radiografía de tórax y sobre todo la TC evidencian infiltrados alveolares parcheados (hemorragia alveolar) que pueden confluir y llegar a afectar a todo un lóbulo pulmonar o incluso a la totalidad del pulmón. El tratamiento consiste en oxigenoterapia, analgesia y fisioterapia intensiva.

Por su parte, las laceraciones pulmonares se forman por la rotura del parénquima pulmonar secundaria a un TT cerrado o abierto, y que crea un nuevo y patológico espacio aéreo, derivando en muchos casos en un síndrome de ocupación pleural. Pueden producirse laceraciones extensas o incluso estallidos pulmonares. Los hematomas se forman por la acumulación de sangre en el pulmón como consecuencia de una laceración pulmonar que sangra. Suelen evolucionar hacia la reabsorción y en ocasiones persiste una cicatriz pulmonar residual en forma de nódulo o neumatocele pulmonar. En los traumatismos pulmonares, la indicación de cirugía está limitada a casos de grandes destrucciones parenquimatosas, sangrado de un vaso importante o fístula broncovascular.

Síndrome de ocupación pleural

El neumotórax traumático se suele producir por una rotura del pulmón y pleura visceral que drena a la cavidad pleural. Las causas pueden ser diversas (herida torácica, laceración pulmonar o de víscera hueca, aumento súbito de la presión intratorácica que ocasiona una ruptura alveolar, defecto traumático de la pared torácica con entrada del aire desde el exterior). El aire puede penetrar en el mediastino, formándose el denominado neumomediastino, y puede asociarse a enfisema subcutáneo. El neumotórax a tensión se produce por la entrada de aire en la cavidad pleural, se establece un mecanismo valvular, lo que implica un constante y progresivo acúmulo de aire intrapleural, con el riesgo de colapso pulmonar que esto conlleva. El diagnóstico se realiza con radiografía simple y el tratamiento es el drenaje pleural. La cirugía está indicada cuando se constata una fuga aérea persistente o masiva y una falta de reexpansión pulmonar.

El hemotórax traumático puede estar causado por cualquier tipo de lesión intratorácica, aunque su frecuencia aumenta de acuerdo a la gravedad del TT, pudiendo ser masivo en los casos graves. La mayoría de los casos se resuelven con la colocación de un drenaje pleural. Las indicaciones de cirugía son un sangrado inicial mayor de 1.000-1.500 ml, un débito menor pero con inestabilidad hemodinámica, o un drenaje de más de 250-300 ml/h en 3 h. Si el paciente se encuentra estable y en los casos de hemotórax retenidos que no han sido drenados en un primer momento, puede estar indicada la videotoracoscopia. La combinación de neumotórax y hemotórax es frecuente, causando un hemoneumotórax, cuyo proceso diagnóstico y tratamiento es igual que en los casos anteriores.

Finalmente, el quilotórax traumático es raro y está provocado por la rotura del conducto torácico. Aparece con mayor frecuencia en casos de traumatismos de la columna vertebral. Suele resolverse a las 2-3 semanas, con drenaje pleural y soporte nutricional con ácidos grasos de cadena media. Si estas medidas no son suficientes debe realizarse una ligadura del conducto torácico.

Traumatismos de la vía aérea

Pueden ser iatrogénicos y secundarios a TT, sobre todo cerrados. Los primeros suelen ser secundarios a una intubación orotraqueal y causan laceraciones de la cara membranosa de la tráquea cervical, mientras que los segundos ocasionan roturas cartilaginosas, irregulares o circunferenciales, más frecuentes en el bronquio principal derecho. Se suelen presentar con una insuficiencia respiratoria refractaria o dificultad para la oxigenación en la VM, desarrollando neumomediastino y enfisema subcutáneo, que puede ser masivo. La presencia de neumotórax es también muy frecuente y, tras la colocación del drenaje pleural, suele detectarse una fuga aérea persistente y falta de reexpansión pulmonar. Es fundamental realizar una broncoscopia para localizar la lesión, guiar la colocación del tubo orotraqueal y asegurar la vía aérea. En las roturas laringotraqueales puede ser precisa una traqueotomía. La tomografía computarizada está contraindicada en pacientes inestables y sin control de la vía aérea.

En lesiones de la membranosa menores de 3 mm puede realizarse un tratamiento conservador, mientras que en las roturas por TT cerrado es siempre necesaria la cirugía. Es recomendable administrar antibióticos como profilaxis de la mediastinitis. La vía de acceso para las lesiones traqueales altas suele ser la cervicotomía, mientras que las heridas cercanas a la carina o bronquios principales se abordan por toracotomía derecha. La mortalidad de la cirugía es variable, mayor en los TT cerrados y cuando se demora la intervención.

Traumatismos del diafragma

La rotura diafragmática se suele producir en los TT cerrados, siendo más frecuente la rotura del hemidiafragma izquierdo. En los TT penetrantes se debe sospechar en heridas por debajo del cuarto espacio intercostal y por encima del ombligo. En muchos casos es asintomática y pasa desapercibida.

Las manifestaciones clínicas pueden ser en forma de insuficiencia respiratoria y alteraciones gastrointestinales por efecto de las vísceras herniadas al tórax, al hemotórax y las lesiones asociadas que se produzcan. La radiografía de tórax puede tener escasa relevancia en el 50% de los casos. Suele mostrar alteraciones o borrado del contorno del diafragma, elevación de éste, presencia de imágenes aéreas y niveles hidroaéreos intratorácicos correspondientes a estómago, intestino delgado o grueso, trayecto anormal de la sonda nasogástrica una vez sondado el paciente y derrame pleural, entre otros signos. En ocasiones, para establecer el diagnóstico definitivo, son necesarias exploraciones radiológicas como la tomografía computarizada y la resonancia magnética e incluso una toracoscopia.

El tratamiento de este tipo de lesiones es quirúrgico. Cuando se diagnostican en la fase aguda se debe realizar una laparotomía media. El acceso por toracotomía está indicado cuando el paciente presente patología torácica vital que se deba tratar a través de una toracotomía y puede ser útil en roturas del hemidiafragma derecho por el inconveniente que representa el hígado. En las lesiones diagnosticadas tardíamente el abordaje recomendado es la toracotomía.

Traumatismos cardíacos

Cuando se presenta un TT asociado a hipotensión arterial inexplicable, es conveniente realizar una monitorización cardíaca y una determinación seriada de enzimas marcadores de daño miocárdico. La lesión más común es la contusión miocárdica, que se produce con mayor frecuencia en el ventrículo derecho. La ecocardiografía transesofágica puede demostrar una disfunción ventricular.

En los casos sintomáticos, los fármacos inotrópicos pueden ser útiles para el mantenimiento de la presión arterial. Los antiarrítmicos se administran si hay arritmias y el marcapasos cardíaco transvenoso temporal se utiliza en casos de bloqueo auriculoventricular de III grado.

El daño cardíaco valvular suele afectar a las cuerdas tendinosas y músculos papilares del aparato subvalvular, siendo la válvula aórtica la que más se afecta; su tratamiento es la reparación valvular quirúrgica. La ruptura pericárdica es rara y puede ir asociada a una rotura cardíaca y otras lesiones como el nervio frénico izquierdo. El daño de las arterias coronarias ocurre de forma muy infrecuente. La afectación más común es la de la arteria coronaria descendente izquierda. Si hay sospecha de rotura cardíaca o contusión miocárdica grave con trombosis, es conveniente realizar una cateterización cardíaca y una angiografía coronaria. En algunos casos es necesaria la reparación quirúrgica mediante un bypass coronario. Las heridas penetrantes cardíacas se deben sospechar en pacientes con inestabilidad hemodinámica y heridas torácicas anteriores o epigástricas.

Las presentaciones clínicas más frecuentes son el taponamiento cardíaco y el shock hipovolémico por pérdida sanguínea masiva. La afectación más frecuente es la ventricular derecha.

La esternotomía media es el abordaje estándar al corazón, pero la toracotomía anterolateral submamaria izquierda permite un acceso más rápido y la reparación de otras lesiones concomitantes. El tratamiento definitivo es la sutura de la herida miocárdica con monofilamento y refuerzo con parche de material bioprotésico. La toracotomía de resucitación queda reservada para pacientes en situación de inestabilidad hemodinámica y compromiso vital, con el objetivo de preservar y redistribuir el volumen sanguíneo para perfundir las arterias carótidas y coronarias, aumentando así la supervivencia.

Traumatismos de los grandes vasos mediastínicos

La afectación traumática de los grandes vasos mediastínicos da lugar a una importante mortalidad en la misma escena del traumatismo o durante el traslado que, en el caso de la rotura aórtica, llega al 85%. La presentación clínica suele ser en forma de inestabilidad hemodinámica y una hipotensión arterial marcada. El mecanismo de la rotura es, a menudo, la deceleración brusca o el cizallamiento, y en el caso de los traumatismos aórticos se afecta principalmente la aorta ascendente (istmo aórtico).

El diagnóstico es complejo y, en muchos casos, podemos observar la existencia de falsos aneurismas. La radiografía de tórax presenta un valor predictivo negativo del 95-98%. La tomografía computarizada helicoidal con contraste presenta una sensibilidad y especificidad similar a la aortografía en algunas series, siendo, en la actualidad, el gold estándar para el diagnóstico de daño aórtico. El tratamiento de elección es la reparación quirúrgica mediante la resección de la zona afectada y la inserción de una prótesis sustitutiva. En la actualidad se están obteniendo resultados alentadores con la utilización de prótesis endovasculares que han dado lugar a buenos resultados, disminuyendo las lesiones isquémicas medulares más frecuentes en el tratamiento quirúrgico.

Las lesiones de los vasos supraaórticos, vasos pulmonares y grandes vasos venosos (cava, ácigos) se pueden asociar a un taponamiento cardíaco o a un shock hipovolémico por hemorragia masiva. El tratamiento es también cirugía urgente.

Traumatismos esofágicos

Este tipo de traumatismos tiene una incidencia baja. Pueden ser diagnosticados secundariamente tras otras lesiones que han requerido atención urgente; suele afectarse con mayor frecuencia el esófago cervical. La sintomatología se produce en forma de disfagia, dolor torácico —con o sin disnea—, tos y hematemesis, aunque puede manifestarse de forma tardía como una mediastinitis y empiema pleural.

La radiografía de tórax es fundamental para el diagnóstico precoz; suele mostrar un enfisema cervical y mediastínico que se visualiza mejor en la tomografía computarizada helicoidal. El esofagograma con contraste hidrosoluble es la prueba de elección, aunque tiene un 10% de falsos negativos. La esofagoscopia está únicamente indicada en casos de duda diagnóstica, debido a que conlleva el riesgo de aumentar la lesión.

El tratamiento de elección incluye la amplia cobertura antibiótica y la intervención quirúrgica. Ésta debe llevarse a cabo en las primeras 24 h y debe consistir en un amplio desbridamiento mediastínico y cierre primario en 2 capas (mucosa y muscular), cubierto con un injerto vascularizado (pleura, músculo intercostal). Debe dejarse una sonda aspirativa nasoesofágica por encima de la sutura y alimentación enteral por sonda percutánea gastroyeyunal. Si la rotura esofágica se halla muy evolucionada, el desbridamiento mediastínico adquiere una especial importancia y se debe complementar con un drenaje o fistulización dirigida. En algunos casos es preciso realizar una exclusión esofágica para reinstaurar el tránsito posteriormente.

Asfixia traumática

La compresión brusca e intensa del tórax y abdomen superior produce un síndrome que se manifiesta con cianosis, hemorragia petequial y edema de la cabeza, cuello, parte superior del tórax y conjuntivas, y en los casos más graves, edema cerebral. En el 80% de los pacientes ocasiona sintomatología neurológica.

La producción de este síndrome estaría ocasionada por la severa hipertensión en el territorio venoso y capilar originada por la compresión de la vena cava superior. El tratamiento es el de las posibles lesiones asociadas, debiéndose vigilar el estado neurológico del paciente. El pronóstico a largo plazo, generalmente, es bueno.

bibliografía

 

Comorbilidad cardiometabólica y mortalidad

La combinación de dos o más antecedentes cardiometabólicos (diabetes, accidente cerebrovascular o infarto de miocardio) multiplica el riesgo de mortalidad y, por tanto, reduce sustancialmente la esperanza de vida en las personas con multimorbilidad. Aunque esta conclusión pudiera parecer obvia, no había demasiados datos clínicos que la avalasen y, por otro lado, la creciente prevalencia de la multimorbilidad cardiometabólica aconsejaban la realización de estudios epidemiológicos específicos de documentasen la cuestión. Por este motivo, se llevó a cabo en Estados Unidos un estudio sobre 91 cohortes, totalizando 689.300 participantes entre 1960 y 2007, con un seguimiento de la mortalidad hasta 2013 (128.843 muertes). Los datos mostraron que en los participantes sin antecedentes de diabetes, accidente cerebrovascular o infarto de miocardio al inicio del estudio (grupo de referencia), la tasa de mortalidad por cualquier causa, ajustada a la edad de 60 años, fue de 6,8 por 1.000 personas-año, mientras que fueron de 15,6 en las personas con antecedentes de diabetes, de 16,1 con accidente cerebrovascular, 16,8 con infarto de miocardio, de 32,0 en las personas con diabetes y MI, de 32,5 con diabetes y accidente cerebrovascular, de 32,8 con accidente cerebrovascular e infarto, y de 59,5 en las personas con diabetes, accidente cerebrovascular e infarto. En comparación con el grupo de referencia, las tasas de riesgo para para todas las causas de mortalidad fueron de 1,9 (IC95% 1,8 a 2,0) en los participantes con antecedentes de diabetes, de 2,1 (IC95% 2,0 a 2,2) en aquellos con accidente cerebrovascular, de 2,0 (IC95% 1,9 a 2,2) en los pacientes con antecedentes de infarto de miocardio, de 3,7 (IC95% 3,3 a 4,1) con diabetes e infarto, de 3,8 (IC95% 3,5 a 4,2) con diabetes y accidente cerebrovascular, de 3,5 (IC95% 3,1 a 4,0) con accidentes cerebrovasculares e infarto, y de 6,9 (IC95% 5,7 a 8,3) en las personas con diabetes, accidentes cerebrovasculares e infarto de miocardio. Estos datos no mostraron variaciones sustanciales tras ajustarlos teniendo en cuenta diferentes factores, como los niveles de lípidos, la presión arterial o factores de estilo de vida (por ejemplo, el tabaquismo y la dieta). A la edad de 60 años, un historial que combine dos cualquiera de estas tres condiciones se asoció con una reducción de 12 años de esperanza de vida, mientras que un historial clínico que combine diabetes, accidente cerebrovascular e infarto de miocardio reduce en 15 años la esperanza de vida a partir de los 60.

Bioequivalencia de los medicamentos genéricos de inmunosupresores

Aunque generalmente aceptadas, no se dispone de muchos estudios de alta calidad que muestran la bioequivalencia y la eficacia clínica de los fármacos inmunosupresores genéricos en pacientes sometidos a trasplantes. Teniendo en cuenta las graves consecuencias del rechazo y el fracaso del trasplante, se necesitan estudios bien diseñados sobre la bioequivalencia y la seguridad de la inmunosupresión con medicamentos genéricos en los pacientes receptores de trasplantes.

Una revisión sistemática de estudios que compararon un genérico con su innovador como medicamentos inmunosupresores innovadores, permitió seleccionar 50 estudios (17 ensayos aleatorios, 15 estudios de intervención no aleatorios, y 18 estudios observacionales). Los medicamentos genéricos se compararon con Neoral (ciclosporina) (32 estudios), Prograf (tacrolimus) (12 estudios) y Cellcept (micofenolato de mofetilo) (seis estudios). El correspondiente metaanálisis de los datos procedentes de los ensayos controlados aleatorios en pacientes con trasplante renal que describieron criterios de bioequivalencia, mostró que Neoral (dos estudios) y Prograf (tres estudios) no eran bioequivalentes con preparaciones genéricas de acuerdo a los criterios de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). No obstante, las reacciones de rechazo agudo fueron raro pero no difirieron entre los grupos. Para Neoral, las tasas de disparidad combinadas fueron de 1,23 (IC95% 0,64 a 2,36) para los ensayos controlados aleatorios en riñón y 0,66 (IC95% 0,40 a 1,08) para los estudios observacionales. Para Prograf, los estudios renales observacionales mostraron tasas combinadas de 0,98 (IC95% 0,37 a 2,60) para y de 0,49 (IC95% 0,09 a 2,56) para Cellcept. No se realizó el metaanálisis para los trasplantes de órganos sólidos no renales trasplantes debido a la falta de datos. Por otro lado, el agrupamiento de los datos se vio limitado por la utilización de métodos de estudio inconsistentes y por la inadecuada comunicación de los resultados; de hecho, muchos estudios no informaron sobre los criterios estándar utilizados para determinar la bioequivalencia. Si bien las tasas de rechazo agudo parecían similares y los casos eran relativamente raros, pocos estudios fueron diseñados para comparar adecuadamente los resultados clínicos. Por otro lado, la mayoría de los estudios tuvieron períodos de seguimiento cortos e incluyeron pacientes estables sin una historia de rechazo.

Gota y disfunción eréctil

Un reciente estudio de cohorte ha revelado que el riesgo de la disfunción eréctil es significativamente mayor en los pacientes con gota que en la población general. Hasta ahora, pocos estudios habían examinado esta relación y, por este motivo, un grupo de investigadores de Taiwán llevaron a cabo un estudio longitudinal de cohorte nacional para determinar la incidencia y el riesgo de la disfunción eréctil en los varones con gota. Para ello, incluyeron a 19.368 varones diagnosticados de gota entre enero de 2002 y diciembre de 2008, junto con 77.472 controles sin gota, seleccionados aleatoriamente de la población general. Los resultados mostraron que la cohorte de varones con gota mostró un exceso de riesgo del 21% (HR=1,21; IC95% 1,03 a 1,44), estadísticamente significativo. Asimismo, se observó que la incidencia de la disfunción eréctil aumenta con la edad en ambos grupos (con o sin gota), aunque fue mayor entre los pacientes de la cohorte gota que entre aquellos en la cohorte no gota. En comparación con los pacientes sin gota ni otras comorbilidades, los pacientes con gota y cualquier tipo de comorbilidad exhibieron un riesgo 2,04 veces mayor de desarrollar disfunción eréctil (IC95% 1,63 a 2,57).