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Nuevos medicamentos en el mundo, durante el año 2015

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Laboratorio

Comentarios

Abituzumab.

Merck/Serono

 

Abituzumab es un anticuerpo monoclonal humanizado inhibidor de las integrinas expresadas en las células de tumores vesicales.

Apatorsen HSPB1

Oncogenex

Apatorsen es un inhibidor de la producción de Hsp27 que se está ensayando para el tratamiento del cáncer de próstata, páncreas, vejiga, pulmón y adenocarcinoma.

ARN-509

Johnson & Johnson

ARN-509 es un nuevo antagonista del receptor de andrógenos indicado para el tratamiento del cáncer de próstata resistente a la castración.

Bavituximab (PGN401)

Peregrine Pharmaceuticals,
Inc

Bavituximab es un anticuerpo monoclonal quimérico desiganado para el tratamiento de cánceres e infecciones virales, que se encuentra en diferentes fases de ensayos clínicos.

Binimetinib

Novartis

Binimetinib es un inhibidor de MEK 1/2, que se está estudiando para el tratamiento del melanoma con mutación NRAS y tratamiento el cáncer de ovario.

Brigatinib (AP26113)

Ariad

Brigatinib es un inhibidor de la anaplástic linfoma kinasa que tiene como objetivo el desarrollo genético de las células cancerosas.

Duligotuzumab

Genentech, Roche

Duligotuzumab es un anti-EGFR/anti-HER3 MAb, indicado para la terapia del cáncer colorrectal, de cabeza y cuello

Durvalumab

AstraZeneca

Durvalumab es un anticuerpo monoclonal anti PD-L1 con actividad sobre varios tipos de tumores.

Dupilumab

Regeneron/Sanofi

Dupilumab es un anticuerpo monoclonal totalmente humano que está en desarrollo clínico para el tratamiento del asma, la dermatitis atópica y la poliposis nasal. Dupilumab bloquea la IL-4 y la IL-13, dos citoquinas necesarias para la respuesta inmunitaria de Th2.

Lucitanib

(E-3810)

Advenchen Pharmaceuticals

 

Lucitanib es un inhibidor dual de los receptores endoteliales vasculares del factor de crecimiento y de los receptores del factor de crecimiento de fibroblastos con capacidad para inhibir la angiogénesis y proliferación celular de tumores.

Luspatercept (ACE-536)

Acceleron & Celgen

Luspatercept es una proteína terapéutica de investigación que incrementa los niveles de globulos rojos, que está indicado en pacientes con alteraciones raras de la sangre, incluyendo beta-talasemias y símdromes mielidisplásticos.

Ozoralizumab

Ablynx

Ozoralizumab es un bloqueante de citokinas proinflamatorias que se encuentra en ensayos clínicos de fase II para el tratamiento de la artrtitis reumatoide.

Rociletinib

 

Clovis Oncology

 

Rociletinib es un inhibidor irreversible del receptor de las formas mutantes del factor de crecimiento epidermal causantes del cáncer.

Rucaparib

Clovis Oncology

 

Rucaparib es una pequeña molécula inhibidora de la ADP-ribosa polimerasa 1 y 2. se está estudiando para el tratamiento del cáncer de páncreas y ovario.

Selinexor

 

Karyopharm

Selinexor es un inhibidor de XPO, proteína de exportación nuclear cuya inhibición conduce a la acumulación nuclear de proteínas supresoras de tumor (PST). XPO1 se sobreexpresa en muchos tumores, incluido el cáncer de la próstata (PrCa).

Sonidegib

Novartis

Sonidegib es un inhibidor específico del receptor SMO con actividad oncolítica.

Degarelix FIRMAGON® (Ferring)

Resumen

Degarelix es un antagonista selectivo de la hormona liberadora de gonadotropinas o gonadorelina (GnRH). Se une de forma competitiva y reversible a los receptores hipofisarios de GnRH, disminuyendo rápidamente la liberación de gonadotropinas (LH: hormona luteinizante y FSH: hormona folículoestimulante) y, con ello, reduce drásticamente la secreción testicular de testosterona. Ha sido autorizada para el tratamiento de pacientes varones adultos con cáncer de próstata avanzado hormono-dependiente. Los datos clínicos contrastados indican que el degarelix efectivamente provoca una drástica y rápida caída de los niveles de FSH, LH y testosterona, hasta alcanzar valores similares a los obtenidos con la castración quirúrgica (<0,5 ng/ml de testosterona), manteniéndolos así durante todo el tratamiento. En este sentido, no es inferior a la leuprorelina y, posiblemente, otros agonistas de GnRH.

 

CÁNCER DE PRÓSTATA

Se estima (IARC, 2012) que el cáncer de próstata representará en 2015 el tipo de cáncer más comúnmente diagnosticado en los varones, con un 21,8% (29.602) de todos los nuevos casos de cáncer diagnosticados en varones en España (135.954), por delante del cáncer de pulmón (23.119) y el colorrectal (20.408). En cuanto a la mortalidad, el número de varones españoles que se estima que morirán en 2015 debido a un cáncer de próstata es de 5.743, lo que supone el 8,6% de todas las defunciones previstas por cáncer en varones en 2015 (67.129), por debajo del cáncer de pulmón (18.481; 27,5%) y del cáncer de colon (9.217; 13,7%). En Europa, el número de casos previstos de cáncer de próstata en 2015 es de 461.780, lo que representa un 22,2% de los 2.084.152 casos de cáncer en varones; por lo que respecta al número de muertes asociadas a este tipo de cáncer, la previsión para 2015 arroja valores de 107.566, un 9,5% del total de muertes por cáncer en varones (1.136.393).

Figura_1_fmt

El cáncer de próstata generalmente es asintomático en los estadios iniciales, cuando el tumor se encuen­tra localizado en el interior de la próstata (T1 y T2), e incluso si ha invadido la cápsula o las vesículas se­minales (T3). Los síntomas se relacionan con la presencia de metástasis en los huesos (dolor, fracturas, compresión medular) e invasión masiva de ganglios linfáticos (edemas de extremidades infe­riores). En los tumores de gran tamaño, se pueden producir síntomas miccionales obstructivos o reten­ción aguda de orina por la compresión uretral. Si el tumor invade la vejiga, se puede producir hema­turia (sangre en la orina). También en los tumores avanzados o metastáticos se pueden observar sín­tomas generales como anorexia, pérdida de peso o caquexia (Cuéllar, 2015).

El sistema de estadificación tu­moral más utilizado en cáncer de próstata es el índice de Gleason, el cual diferencia distintos patrones celulares (grupos mayoritarios) procedentes de varias muestras obtenidas en una biopsia de la próstata, cuantificándoles entre 1 (células normales) y 5 (células muy indiferenciadas). En el informe se utilizan dos números, representando el primero de ellos el patrón predomi­nante y el segundo el patrón que le sigue en frecuen­cia (que puede tener el mismo índice que el primero, lo que significa que las muestras son muy homogéneas). El Gleason mínimo es 2 (1+1) y el máximo es 10 (5+5), siendo inusual que el Gleason primario y secundario difieran en más de una unidad. En general, la sobrevida específica de la enfermedad para los pacientes con Gleason de 7 es alrededor de 10 años, aquellos con 6 sobreviven en torno a 16 años y por debajo de este valor valor de Gleason la supervivencia general supera los 20 años.

Estadísticamente, 1 de cada 6 varones desarrollará en España un cáncer de próstata a lo largo de su vida. Esta probabili­dad aumenta con la edad, ya que 9 de cada 10 casos se diagnostican en mayores de 65 años. Afortunadamente, de todos los varones diagnosticados de cáncer de próstata, el 97% se mantienen vivos a los 5 años del diagnóstico, cerca del 80% a los 10 años y el 60% a los 15 años, considerando todos los estadios del cáncer de próstata, aunque excluyendo a los que mueren por otras causas.

La edad media de diagnóstico de cáncer de próstata en España es de 69 años y más de la mitad un Gleason ≤6; en concreto, por encima del 70% se diagnostican cuando aún están localizados o confinados dentro de la próstata y al menos en el 85% no se ha extendido a los tejidos de alrededor de la próstata ni a los ganglios linfáticos. Por este motivo, muchos de los pacientes recién diagnosticados probablemente acabarán muriendo por cualquier otra causa sin haber padecido jamás ninguna alteración significativa proveniente de su cáncer de próstata. Sólo un 6% de los hombres con cáncer de próstata presentan extensión a otras partes distantes del cuerpo en el momento del diagnóstico; entre estos la supervivencia al cabo de cinco años es del 34%, aunque dado que la tasa de crecimiento tumoral es muy variable, algunos pacientes con metástasis distales tienen una supervivencia mucho más prolongada.

Un 70% de los tumores prostáticos crecen en la zona periférica de la glándula, otro 15-20% en la zona central y el restante 10-15% en la zona transicional; la mayoría son multicéntricos. Más del 95% de los cánceres primarios de la próstata son adenocarcinomas (tumores glandulares). En general, el grado de diferenciación tumoral y la anormalidad del comportamiento histológico de crecimiento están directamente relacionados con la probabilidad de metástasis y de muerte. Otros factores que afectan el pronóstico de pacientes con cáncer de próstata incluyen el grado histológico del tumor, la edad del paciente, la coexistencia de otras enfermedades y la concentración sérica de antígeno prostático específico (PSA).

El cáncer de próstata tiende a ser multifocal y con frecuencia afecta a la cápsula glandular. Al contrario que la hipertrofia benigna de próstata, el cáncer de próstata predomina en la periferia de la próstata. Ambas características (multifocal y periférica) hacen muy complicada y frecuentemente impracticable la resección transuretral del tumor, especialmente cuando se encuentra en una fase avanzada.

El tipo de tratamiento depende de varios factores: estadio clínico, factores pronósticos y expectativa de vida del paciente. En general se opta por una terapia con intención curativa cuando la expectativa de vida es mayor de 10 años, incluyendo la cirugía (prostatectomía radical) y la radioterapia.

En los estadios iniciales de la enfermedad (estadios T1 y T2) en los que el tumor se considera localizado o de bajo riesgo, existe consenso en la realización de tratamiento con intención curativa, ya sea con cirugía radical, o con radioterapia externa o interna (esta última denominada braquiterapia), si la expectativa de vida del paciente es superior a 10 años. En varones muy ancianos o con expectativa de vida menor de 10 años, la actitud de esperar y ver – vigilancia expectante o activa, watchful waiting – es la opción terapéutica de referencia, especialmente cuando los tumores están bien diferenciados. También es una opción en los pacientes con tumores Gleason ≤6, al menos dos biopsias positivas y ≤50% de afectación por cáncer en cada biopsia, así como en pacientes con una expectativa de vida de menos de 10 años o que no acepten las posibles complicaciones relacionadas con otros tratamientos. En los pacientes con tu­mor localmente avanzado (estadio T3) y expectativa de vida mayor de 10 años, el tratamiento más acep­tado es la radioterapia con tratamiento hormonal neoadyuvante (iniciado 6 meses antes) y adyuvante (hasta 3 años después de finalizar la radioterapia). El tratamiento hormonal también se puede plantear como alter­nativa en los pacientes con expectativa de vida infe­rior a 10 años.

La prostatectomía radical (PR) con intención curativa sólo está indicada en cuando exista una biopsia de vesículas seminales y estudio de extensión negativos, factores de buen pronóstico asociados y linfadenectomía iliobturatriz bilateral previa a la cirugía con biopsia intraoperatoria negativa. Tras la realización de una prostatectomía radical, la indicación de radioterapia adyuvante se establece en los casos de alto riesgo de recidiva local. En general, la prostatectomía radical está especialmente indicada en los pacientes con cáncer de próstata localizado de riesgo bajo e intermedio (T1a-T2b, Gleason de 2-7 y PSA ≤20) y una esperanza de vida >10 años; también lo está opcionalmente en pacientes seleccionados con cáncer prostático localizado de alto riesgo y bajo volumen (T3a, Gleason de 8-10 o PSA >20) e incluso en pacientes muy seleccionados con tumores localizados de muy alto riesgo (cT3b-T4 N0, o cualquier T N1) en el contexto de un tratamiento multimodal. En general, no se recomienda el tratamiento neoadyuvante a corto plazo (3 meses) con análogos de la GnRH en caso de enfermedad en estadio T1-T2 (Heindenreich, 2013).

La radioterapia externa postoperatoria inmediata tras una prostatectomía radical en pacientes con cáncer avanzado o de muy alto riesgo mejora la supervivencia global y la supervivencia libre de progresión tumoral. Por su parte, la braquiterapia (radioterapia interna) es un procedimiento consistente en la inserción de implantes radiactivos en la glándula prostática con el fin de destruir las células cancerosas. Estos implantes pueden ser emisores de alta o baja radiación. La técnica requiere la utilización de una sonda (habitualmente de ultrasonidos o una tomografía axial computadorizada, TAC) para visualizar la zona y la colocación del implante, que se coloca con agujas o aplicadores especiales a través del perineo. La braquiterapia produce buenos resultados y la mayoría de pacientes permanecen libres de cáncer prostático o lo mantienen bajo control durante muchos años. En general, la braquiterapia tiene menos complicaciones y efectos secundarios que la radioterapia externa, aunque entre las complicaciones descritas figuran impotencia sexual, dificultades miccionales, irritación cutánea en el recto o sangrado proveniente de éste y llagas o fístulas en el recto y estrechamiento de la uretra; aunque todos ellos son poco comunes, en caso de producirse pueden persistir hasta varios meses.

Es bien conocido que al principio de su ciclo natural el cáncer de próstata es dependiente de las hormonas androgénicas, pero al final de su evolución clínica deja de serlo y, por ello, se hace resistente al tratamiento de privación androgénica. Sin embargo, es probable que el cáncer de próstata contenga subpoblaciones de células dependientes de andrógenos incluso en las fases en las que el tumor es globalmente independiente de estas hormonas; por ello, la supresión androgénica continuada mantiene un valor relevante incluso en los varones con cáncer de próstata andrógeno-independiente.

En principio, es importante alcanzar concentraciones séricas de testosterona lo más bajas posible para que el tratamiento de privación androgénica logre reducir al mínimo la estimulación de las células cancerosas de la próstata. Las concentraciones séricas de testosterona que corresponden a los niveles de castración se han establecido en menos de 50 ng/dl (0,5 ng/ml; 1,7 nmol/l). La consecución de valores de testosterona equivalentes a los de la castración es un criterio indirecto de valoración aceptable en el cáncer de próstata avanzado sensible a hormonas que puede asociarse a un descenso del dolor causado por las metástasis óseas, a una mejoría del flujo urinario y, en algunos casos, al retraso de la progresión del tumor, si bien no se ha demostrado una clara relación con la ampliación de la supervivencia. Por esto último, la privación androgénica se considera un tratamiento paliativo.

Antiguamente, para lograr la supresión de la testosterona se recurría a la orquiectomía bilateral (castración quirúrgica). Entre sus desventajas están los efectos psicológicos, la pérdida de la libido, la aparición de impotencia, de osteoporosis, de rubor y de sofocos. Actualmente sigue siendo un recurso, pero la terapia hormonal farmacológica permite obtener una auténtica castración química, sin las complicaciones que toda intervención quirúrgica plantea, además del propio rechazo psicológico por parte de algunos pacientes. Dicha castración química es conseguida mediante el uso, a veces combinado, de diversos agentes farmacológicos que impiden la síntesis o la actividad de las hormonas androgénicas, principalmente la testosterona y su prin­cipal metabolito intracitoplasmático, la dihidrotes­tosterona (DHT).

El 90-95% de toda la testosterona es producida por los testículos en los varones humanos y la mayor parte del restante 5-10% es producido en las glándulas suprarrenales. Pese a ello, la castración quirúrgica o la farmacológica tradicional (a base de superagonistas de GnRH) solo reduce la concentración de testosterona y de dihidrotes­tosterona (DHT) en un 70-80% en el interior de las células prostáticas. Esto es debido a la secreción por las glándulas su­prarrenales de ciertas moléculas con propiedades débilmente androgénicas como la dihidroepiandrosterona (DHEA) y la androstenediona; de hecho, ésta se ha convertido en una diana farmacológica que ha permitido el desarrollo de los modernos inhibidores del citocromo CYP17, que anulan dicha vía. Con todo y con ello, en los pacientes con cáncer de próstata metastático, además hay una producción de testosterona por las propias células tumorales prostáticas y ello podría activar a las células tumorales hormonodependientes.

Se considera que al menos una tercera parte de los pacientes diagnosticados de cáncer de próstata reci­birán un tratamiento hormonal en algún momento de su vida. Los beneficios aportados por el bloqueo androgénico en los pa­cientes con enfermedad avanzada son:

  • Menos eventos urológicos (obstrucción uretral y/o ureteral, hematuria).
  • Menos eventos óseos (microfracturas patológicas, dolor óseo, compresión medular).
  • Menos metástasis extraesqueléticas.

En general, el tratamiento hormonal en el cáncer de próstata es inicialmente muy eficaz, con una mejoría sintomática en aproximadamente el 70-80% de los pacientes y una duración de la respuesta de dos años, pero todavía no está claro si se debe iniciar el tratamiento hormonal, es decir, si debe ser o no diferido hasta la aparición de síntomas o de progresión de la enfermedad, y la posibilidad de poder realizar un tratamiento hormonal intermitente frente a uno continuo, con una potencial mejoría en la calidad de vida por la disminución de la toxicidad derivada de los tratamientos.

En general, el bloqueo androgénico está indicado en las si­guientes situaciones clínicas:

  • Tumor localizado en pacientes ancianos o con ex­pectativa de vida inferior a 10 años.
  • Asociado a radioterapia en tumores localmente avanzados.
  • Tumor metastásico.
  • Como tratamiento de rescate tras recidiva bio­química (elevación de PSA) después de la realización de tratamiento con intención curativa (cirugía radical o radioterapia).

En condiciones fisiológicas, la liberación pulsada cada 60-120 minutos de la hormona liberadora de gonado­tropinas (gonadoliberina, gonadorrelina, Gonadotropin Release Hormone, GnRH) produce la secreción por la hipófisis anterior de hormona luteinizante (LH) y de hormona foliculoestimulante (FSH). La LH produce la secreción de testosterona a nivel testicular, mientras que la FSH activa la espermatogénesis. La GnRH es un decapéptido, en cuya estructura la sustitución de algunos aminoácidos produce cambios que pro­longan su acción y aumentan su resistencia a la degra­dación enzimática, dando origen a los análogos sinté­ticos de GnRH. Los análogos de GnRH se administran habitualmente como implantes por vía subcutánea o como microesferas por vía in­tramuscular, de forma mensual, trimestral, semestral o incluso anual. Las respuestas obtenidas con los diferentes aná­logos de GnRH en pacientes con cáncer de próstata metastásico son superponibles, con respuestas objetivas que oscilan entre el 80% y el 93% de los casos, dependiendo de los meses de tratamiento. Tampoco se han observado diferen­cias en cuanto a las respuestas objetivas y la sobrevida entre los pacientes tratados con análogos de GnRH y los pacientes tratados con castración quirúrgica o con estrógenos.

Por otro lado, los antagonistas de gonadorelina, como el degarelix, podrían ejercer efectos similares a los análogos (superagonistas) de LHRH, pero sin los efectos adversos ligados a la hiperestimulación (flare), particularmente los sofocos intensos típicos de estos últimos.

Los antiandrógenos de acción directa bloquean com­petitivamente el receptor de andrógenos en el núcleo de las células prostáticas (tanto en las normales como en las tumorales). Según su estructura, se distinguen entre esteroídicos y no esteroídicos; tales diferencias estructurales tienen importantes implicaciones farmacológicas y toxicológicas. Entre los antiandrógenos esteroídicos se distinguen la ciproterona y el megestrol, aunque actualmente su uso clínico está limitado al tratamiento de los sofocos producidos por la supresión androgénica. Mucho más utilizados actualmente son los denominados antiandrógenos puros o no esteroídicos. La flutamida actúa bloqueando la unión de la dihidrotestosterona (DHT) con su receptor en la célula prostática. No se puede utilizar como monoterapia, sino que se debe asociar a análogos de GnRH, para contrarrestar el aumento en la liberación de LH, con el consiguiente aumento de la secreción de testosterona que finalmente competiría con la propia flutamida por el receptor y la despla­zaría. Por su parte, la bicalutamida presenta un perfil farmacológico similar, aunque su afinidad hacia el receptor androgénico es el doble que la de la flutami­da (pero 30 veces inferior que la de la DHT); hay datos clínicos contrastados que demuestran una mayor eficacia en términos de supervivencia, con menor toxicidad y menor tasa de suspensión del tratamiento.

Aunque la enzalutamida está estrechamente relacionado con los anteriores antagonistas del receptor androgénico, tiene mayor afinidad hacia éste y, lo que es más importante, reduce la translocación nuclear del receptor activado, resultando en una disminución significativa de la cantidad de receptores androgénicos presentes en el citoplasma, dificulta la unión del receptor activado con el ADN celular e interfiere con el reclutamiento del co-activador, todo lo cual resulta en una disminución del crecimiento celular y la inducción de apoptosis celular y, en definitiva, conduce a una reducción del volumen tumoral prostático.

La castración quirúrgica o el tratamiento con superagonistas de la gonadorelina o de antagonistas de ésta solo son eficaces en la reducción de la síntesis de andrógenos a nivel testicular, pero no afectan a otras rutas bioquímicas minoritarias de producción de andrógenos, como las glándulas suprarrenales o las propias células tumorales prostáticas. La abiraterona es un inhibidor de la biosíntesis de andrógenos a todos los niveles orgánicos, provocando una drástica reducción de los niveles de testosterona – hasta niveles indetectables en suero – cuando se administra a pacientes tratados con agonistas de la gonadorelina (GnRH) o castrados quirúrgicamente (orquiectomía bilateral). Ha sido autorizada para el tratamiento del cáncer de próstata metastásico resistente a la castración en hombres adultos que sean asintomáticos o levemente sintomáticos tras el fracaso del tratamiento de privación de andrógenos en los cuales la quimioterapia no está aun clínicamente indicada, así como para el tratamiento del cáncer de próstata metastásico resistente a la castración en hombres adultos cuya enfermedad ha progresado durante o tras un régimen de quimioterapia basado en docetaxel.

El papel de la quimioterapia en el cáncer de próstata era, hasta hace algún tiempo, muy cuestionado. Sin embargo, actualmente se acepta el uso de potentes agentes antineoplásicos en el cáncer metastático de próstata hormono-independiente, con el objetivo de disminuir el crecimiento del cáncer y reducir el dolor, obteniéndose respuestas parciales objetivas que alcanzan entre el 10 y el 40% de los casos.

El docetaxel es un análogo sintético del paclitaxel, cuyo efecto antitumoral se basa en la interrupción de la función de los microtúbulos en el mantenimiento de la morfología y la división celular. Además, los taxanos reducen la expresión de bcl-2, uno de los oncogenes que actúan bloqueando la apoptosis. También estimulan la síntesis de enzimas y factores de transcripción relacionados con la proliferación celular, la apoptosis y la inflamación. Cuando se usan con concentraciones menores de las que producen citotoxicidad, los taxanos actúan inhibiendo la angiogénesis. Además tiene un efecto radiosensibilizante al impedir la progresión del ciclo celular en G2, que es cuando la célula es más susceptible al daño inducido por las radiaciones ionizantes. En combinación con prednisona o prednisolona, el docetaxel está indicado para el tratamiento de pacientes con cáncer de próstata metastásico refractario a hormonas; de hecho, actualmente es considerado como el antineoplásico de referencia y de primera elección en esta indicación. El cabazitaxel también forma parte del grupo de los taxanos; ha sido autorizado para el tratamiento, en combinación con prednisona o prednisolona, de pacientes con cáncer de próstata metastático hormono-resistente, tratados anteriormente con una pauta terapéutica conteniendo docetaxel.

La mitoxantrona es empleada en combinación con corticosteroides, como quimioterapia inicial para el tratamiento de pacientes con dolor causado por cáncer de próstata avanzado resistente al tratamiento hormonal. Su papel en la quimioterapia del cáncer de próstata hormonorresistente ha ido perdiendo protagonismo a favor de los taxanos. Algo parecido ha ocurrido con el fluorouracilo.

El bevacizumab es un anticuerpo monoclonal que se une al factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF), factor clave de la angiogénesis tumoral, inhibiendo así la unión del VEFG a sus receptores Flt-1 (VEGFR-1) y KDR (VEGFR-2), situados en la superficie de las células endoteliales. La neutralización de la actividad biológica del VEGF produce una regresión de la vascularización de los tumores, normaliza la vasculatura residual del tumor e inhibe la neovascularización tumoral, inhibiendo así el crecimiento del tumor.

Como ya se ha indicado, el bloqueo androgénico tradicional (antiandrógenos puros y análogos de la GnRH) tiene una limitada duración en su eficacia (entre 18 y 24 meses), tras lo que es preciso recurrir a fármacos que interfieran más selectivamente el estímulo androgénico, como la enzalutamida o la abiraterona, así como a la quimio y a la inmunoterapia selectivas; estos recursos terapéuticos se utilizan también – junto con la radioterapia externa o interna – en caso de metástasis óseas. En concreto, hasta ahora los radiofármacos disponibles para uso interno con indicación de metástasis tumorales óseas, son el cloruro de estroncio (89Sr), el lexidronam de samario (153Sm) y el cloruro de radio [223Ra] que se utilizan habitualmente cuando hay ausencia de metástasis viscerales.

El estroncio [89Sr], debido a sus propiedades electroquímicas, es capaz de incorporarse en las zonas de proliferación óseas, tal y como ocurre con el calcio in vitro. Se trata de un radioisótopo emisor beta, con una vida media física de 50,5 días. Por su parte, el samario [153Sm] es un emisor de radiación beta (70%) y gamma (30%). Tiende a acumularse sobre las lesiones osteoblásticas (en una proporción 5:1 sobre el hueso normal). Tiene un vida media relativamente corta (46 horas). Como emisor gamma que es y dada su elevada selectividad hacia las lesiones osteoblásticas, permite además la realización de escintigrafía para determinar los parámetros dosimétricos individuales de cada lesión.

El radio [223Ra] es un radiofármaco emisor de partículas alfa, que es incorporado a las metástasis óseas, al emular químicamente al calcio. La similitud del comportamiento químico del radio [223Ra] en relación al calcio [Ca] facilita la incorporación del radioisótopo a la hidroxiapatita del hueso, ocupando el lugar del calcio; desde ahí ejerce un efecto citotóxico local sobre las células tumorales próximas, así como sobre los osteoblastos y osteoclastos presentes en la lesión ósea metastásica. Las partículas alfa (α) emitidas por el radio [223Ra] tienen un alcance muy corto (menos de 100 µ, lo que equivale a menos de 10 diámetros celulares), limitando así sus efectos citotóxicos al entorno de la lesión metastásica (Cuéllar, 2015). Tras su administración en forma de bolo IV, el radio [223Ra] es rápidamente distribuido hacia los tejidos periféricos, particularmente hacia el óseo (44-77% en las primeras 4 horas). A los 7 días, aproximadamente el 76% de la actividad administrada ha desaparecido del organismo.

ACCIÓN Y MECANISMO

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Degarelix es un antagonista selectivo de la hormona liberadora de gonadotropinas o gonadorelina (GnRH). Se une de forma competitiva y reversible a los receptores hipofisarios de GnRH, disminuyendo rápidamente la liberación de gonadotropinas (LH: hormona luteinizante y FSH: hormona folículoestimulante) y, con ello, reduce drásticamente la secreción testicular de testosterona. Ha sido autorizada para el tratamiento de pacientes varones adultos con cáncer de próstata avanzado hormono-dependiente.

Las concentraciones séricas de testosterona que corresponden a los niveles de castración se han establecido en menos de 50 ng/dl (1,7 nmol/l). La consecución de valores de testosterona equivalentes a los de la castración es un criterio indirecto de valoración aceptable en el cáncer de próstata avanzado sensible a hormonas que puede asociarse a un descenso del dolor causado por las metástasis óseas, a una mejoría del flujo urinario y, en algunos casos, al retraso de la progresión del tumor.

A diferencia de los superagonistas de GnRH (goserelina, leuprorelina, etc.), el degarelix no induce la aparición de picos de LH que son responsables de la aparición del incremento inicial de los niveles de testosterona que, además de provocar la estimulación – breve – del crecimiento tumoral, se relacionan con síntomas específicos, particularmente sofocos intensos (flare) al inicio del tratamiento. Una dosis única de 240 mg de degarelix, seguida por una dosis de mantenimiento mensual de 80 mg, produce una rápida disminución en las concentraciones de LH, FSH y, consecuentemente, de la testosterona. La concentración sérica de dihidrotestosterona (DHT) disminuye de un modo similar a la testosterona. Con una dosis mensual de mantenimiento de 80 mg es suficiente para controlar permanentemente la supresión de la testosterona en la gran mayoría de los pacientes.

ASPECTOS MOLECULARES

El degarelix es un decapéptido lineal. Entre sus peculiaridades estructurales destacan el que 7 de los 10 aminoácidos que forman la secuencia peptídica no son naturales e incluso 5 tienen una conformación D, en lugar de la natural (L). El degarelix guarda un significativo paralelismo estructural con la gonadorelina u hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH), también un decapéptido lineal, cuya secuencia es: 5-oxo-Pro1-His2-Trp3-Ser4-Tyr5-Gly6-Leu7-Arg8-Pro9-Gly10-NH2.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del degarelix han sido adecuadamente contrastadas en la indicación autorizada mediante un ensayo clínico de fase 3 (confirmatorio de eficacia y seguridad), aleatorizado, multicéntrico, abierto y controlado con leuprorelina (Klotz, 2008).

Se incluyó a 620 pacientes (610 a efectos de análisis por intención de tratar, ITT) con adenocarcinoma de próstata que experimentaron un significativo aumento de los niveles de PSA tras prostatectomía radical o radioterapia, con niveles séricos de testosterona mayores de 1,5 ng/ml, tasas de PSA ≥2 ng/ml y una expectativa de vida mayor de un año. Los pacientes tenían valores medianos de 72 años de edad, 3,93 bg/ml de testosterona y 19,0 ng/ml de PSA; un 57% tenían un índice de Gleason ≥7 (33% de 5-6 y 10% de 2-4). Los pacientes fueron aleatoriamente asignados a uno de los tres siguientes grupos de tratamiento: inyección inicial subcutánea (SC) de degaralix de 240 mg, seguido a los 28 días de 80 mg/28 días (D80) o 160 mg/28 días (D160), o inyección intramuscular (IM) de leuprorelina de 7,5 mg/28 días. La duración total del tratamiento fue de un año.

Como variable primaria subrogada se utilizó la probabilidad de alcanzar niveles séricos de testosterona ≤0,5 ng/ml desde el día 28 hasta el día 364. En este sentido, la consecución de valores de testosterona equivalentes a los de la castración quirúrgica es un criterio indirecto de valoración en el cáncer de próstata avanzado sensible a hormonas es un parámetro ampliamente utilizado en los ensayos clínicos con este tipo de fármacos, ya que ha sido relacionado con un descenso del dolor causado por las metástasis óseas, a una mejoría del flujo urinario y, en algunos casos, al retraso de la progresión del tumor, si bien no se ha demostrado una clara relación con la ampliación de la supervivencia.

Los resultados mostraron que la variable primaria fue alcanzadapor el 97,2% (IC95% 93,5 a 98,8) con degarelix 80 mg (D80), 98,3% (IC95% 94,8 a 99,4) con degarelix 160 mg (D160) y 96,4% (IC95% 92,5 a 98,2) con leuprorelina (L). Las diferencias de degarelix con respecto a leuprorelina oscilaron (IC97,5%) entre -3,21 y + 4,96 puntos porcentuales (D80) y -1,82 y +5,76 (D160).

En cuanto a las variable secundarias de eficacia, el porcentaje de pacientes que experimentaron rebrotes en los niveles de testosterona durante las dos primeras semanas fueron del 0,5% (IC95% 0,0 a 2,74; p<0,0001) con D80, 0,2% (IC95% 0,0 a 1,80; p<0,0001) con D160 y 80,1% con L. Asimismo, los correspondientes porcentajes de pacientes que presentaban niveles de testosterona ≤0,5 ng/ml a partir del tercer día de tratamiento fueron del 96,5% (IC95% 92,5 a 98,3; p<0,0001 con respecto a L) con D80, del 95,5% (IC95% 91,7 a 97,9; p<0,0001) con D160 y del 0% (IC95% 0,0 a 1,8) con L.

Por su parte, la variaciçón (mediana) de la concentración sérica de PSA a los días 14 y 28 fueron del 64,6 y 82,3% (D80), 63,4 y 84,9% (D160) y 17,9 y 66,7% (L). Por otro lado, la proporción de pacientes que experimentaron un incremento de los valores de PSA ≥50% desde su nadir (valor mínimo alcanzado)1 fue del 8% (D80), 13% (160) y 13% (L). Finalmente, la frecuencia mediana de episodios diarios de sofocos fue de 1,07 (D80), 1,00 (D160) y 1,06 (L), siendo la intensidad media2 de 1,37 (D80), 1,46 (D160) y 1,59 (L).

En una extensión a cinco años (Crawford, 2014) se incluyó a 126 pacientes tratados con D80 y 125 con D80, manteniéndose este mismo tratamiento; por su parte, 69 pacientes tratados durante el primer año con leuprorelina (L), fueron cambiados a D80 y 65 a D160. Los resultados mostraron que el riesgo de progresión de la PSA disminuyó entre los pacientes que pasaron de leuprorelina a degarelix (de 0,20 a 0,09; p=0,002), pero no varió entre los que ya estaban siendo tratados con degarelix. Particularmente, entre los pacientes que habían tenido unos niveles basales >20 ng/ml de PSA se observó una variación de 0,38 a 0,19 (P=0,019).

Por otro lado, un meta-análisis realizado con tres ensayos clínicos comparativos de 12 o más semanas de duración con degarelix vs. una combinación de goserelina y bicalutamida (n=466 pacientes) para reducir los síntomas urológicos (retención urinaria, volumen prostático, etc.) y mejorar la calidad de vida de los pacientes (Cui, 2014), se observó una significativa diferencia en la puntuación de IPSS (International Prostate Symptom Score) favorable al degarelix de -1,85 (IC95% -2,97 a -0,72) que, en el caso de aquellos con puntuaciones basales de IPSS ≥13 fue de -2,68 (IC95% -4,57 a -0,78).

Desde el punto de vista de la seguridad clínica, el degarelix presenta un perfil toxicológico plenamente compatible con sus características farmacológicas y vía de administración, resaltando la incidencia de sofocos (26% vs. 21% con leuprorelina) y de dolor/induración en el punto de inyección (29 vs. <1%). Otros eventos adversos observados con una incidencia diferente (≥3%) son: pirexia (5 vs. 2%), edema periférico (2 vs. 5%), escalofríos (4 vs. 0%), dolor torácico (<1 vs. 3%), infecciones/infestaciones (20 vs. 24%), artralgia (4 vs. 9%), retención urinaria (1 vs. 4%) y disfunción eréctil (1 vs. 4%).

La incidencia de eventos adversos graves fue del 11%, en comparación con el 14% con leuprorelina, debidas fundamentalmente a alteraciones cardiacas (2 vs. 5%) y trastornos urológicos y renales (2 vs. 3%). La descontinuación del tratamiento por cualquier motivo fue del 19 vs. 14%, aunque la inducida por eventos adversos fue del 5,8 vs. 1,5%.

ASPECTOS INNOVADORES

Degarelix es un antagonista selectivo de la hormona liberadora de gonadotropinas o gonadorelina (GnRH). Se une de forma competitiva y reversible a los receptores hipofisarios de GnRH, disminuyendo rápidamente la liberación de gonadotropinas (LH: hormona luteinizante y FSH: hormona folículoestimulante) y, con ello, reduce drásticamente la secreción testicular de testosterona. Ha sido autorizada para el tratamiento de pacientes varones adultos con cáncer de próstata avanzado hormono-dependiente.

Los datos clínicos contrastados indican que el degarelix efectivamente provoca una drástica y rápida caída de los niveles de FSH, LH y testosterona, hasta alcanzar valores similares a los obtenidos con la castración quirúrgica (<0,5 ng/ml de testosterona), manteniéndolos así durante todo el tratamiento. En este sentido, no es inferior a la leuprorelina y, posiblemente, otros agonistas de GnRH.

Presenta un perfil de seguridad previsible, ligado claramente a descenso de los niveles de testosterona, aunque peor tolerancia local (dolor/induración) que la leuprorelina y una incidencia ligeramente superior de sofocos. Sin embargo, por el contrario, el degarelix se asocia con una menor incidencia de trastornos cardiacos (incluyendo dolor torácico ligado a isquemia coronaria); con todo, la suspensión del tratamiento por eventos adversos graves fue más habitual con degarelix (5,8%) que con leuprorelina (1,5%) en el ensayo clínico de fase 3 (Klotz, 2008).

Aunque en términos farmacológicos estrictos, el degarelix representa el primer miembro de la serie de antagonistas selectivos de receptores de gonadorelina (GnRH o LHRH), en la práctica clínica su comportamiento es muy similar al que desarrollan los agonistas o superagonistas de GnRH, como la leuprorelina, goserelina o triptorelina, entre otros. Es cierto que estos últimos provocan una estimulación inicial de dichos receptores, provocando un incremento temporal de los niveles de FSH, LH y testorona (flare up), antes de desensibilizar dichos receptores y actuar, de facto, como antagonistas de los mismos.

Atendiendo a esta peculiaridad, algunos datos parecen apuntar que el degarelix podría producir un mejor control de los síntomas urológicos y renales asociados al cáncer prostático y mejorar la calidad de vida de los pacientes, previniendo los efectos (flare up) del pico inicial de testosterona y reduciendo el relativo riesgo cardiaco de los (super)agonistas de GnRH; sin embargo, se ha cuestionado la metodología analítica empleada obtener estas conclusiones (Kimura, 2015).

El NICE (2015) ha indicado que el degarelix es beneficioso para evitar el brote de testosterona, lo que podría ser de gran interés en las personas con metástasis vertebrales, algunos de los cuales se pueden desarrollar compresión de la médula espinal; de hecho, podría haber una relación entre el brote de testosterona cuando comience el tratamiento hormonal y la compresión de la médula espinal. En este sentido, el riesgo de compresión de la médula espinal podría ser menor en las personas que usen degarelix en comparación con agonistas de GnRH porque degarelix no produce el brote inicial en los niveles de testosterona. Sin embargo, el NICE llegó a la conclusión de que no es posible identificar de forma fiable y definir con precisión un subgrupo de pacientes que se enfrentan a un mayor riesgo de desarrollar la compresión de la médula espinal de la población más amplia de pacientes con metástasis vertebrales de la próstata.

Por todo lo indicado, no parece que el degarelix aporte aspectos innovadores significativos con relación a los agononistas de GnRH actualmente disponibles.

VALORACIÓN

DEGARELIX

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FIRMAGON®(Laboratorio)

Grupo Terapéutico (ATC): L02BX. TERAPIA ANTTINEOPLÁSICA Y AGENTES INMUNOMODULADORES. Antagonistas hormonales y sustancias relacionadas: otros.

Indicaciones autorizadas: Tratamiento de pacientes varones adultos con cáncer de próstata avanzado hormono-dependiente.

VALORACIÓN GLOBAL: SIN INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas.

BIBLIOGRAFÍA

 

Macitentán OPSUMIT® (Actelion)

Resumen

Macitentán es un antagonista de los receptores ETA y ETB de la endotelina-1 (ET-1), reduciendo la vasoconstricción asociada a esta última. Ha sido autorizado como medicamento huérfano para su uso en monoterapia o en combinación en el tratamiento a largo plazo de la hipertensión arterial pulmonar en pacientes adultos clasificados como clase funcional II a III de la Organización Mundial de la Salud.

 

HIPERTENSIÓN PULMONAR

Los pulmones reciben flujo venoso sistémico desde la arteria pulmonar y sangre arterial a través de la circulación bronquial. La función de esta última es la irrigación sanguínea de las vías aéreas y el flujo a través de este sistema corresponde apenas al 1% del débito cardiaco. De la circulación pulmonar depende la oxigenación de la hemoglobina, la eliminación de partículas y bacterias y la eliminación de dióxido de carbono. La totalidad del débito cardíaco pasa a través de este sistema.

La circulación pulmonar se caracteriza por su gran capacitancia y baja presión y resistencia. En reposo, existen amplios territorios capilares sin flujo. El reclutamiento de territorios capilares sin perfusión previa (reclutamiento vascular) y la distensión capilar permiten incrementar el flujo pulmonar de forma muy ostensible sin que aumente la presión arterial pulmonar. En condiciones normales, la presión sistólica de la arteria pulmonar (a nivel del mar), está entre 18 y 25 mm Hg, mientras que la diastólica es de 8 a 10 mm de Hg. Por su parte, la presión venosa pulmonar media es de 6 a 10 mm Hg. Esto supone que la diferencia de presión arterio-venosa que mueve al débito cardíaco a través del lecho pulmonar es de 2 a 10 mm Hg.

Según la Sociedad Española de Cardiología, la hipertensión pulmonar se define como la existencia de una presión media en la arteria pulmonar (PAPm) mayor de 25 mm Hg en reposo o de más de 30 mm Hg durante el ejercicio. En realidad, la hipertensión pulmonar es más un estado fisiopatológico que una enfermedad, presentándose en las etapas avanzadas de gran parte de las enfermedades cardiacas y pulmonares. No obstante, existe también como una enfermedad primaria o idiopática, que se caracteriza por tener una presión de capilar pulmonar venoso normal y cuya causa desconocida.

Existen una serie de condiciones que se asocian a mayor incidencia de hipertensión pulmonar, con características histológicas, clínicas, hemodinámicas y pronóstico semejante a la hipertensión pulmonar primaria. Este cuadro clínico observa en algunas enfermedades del tejido conectivo, SIDA, cirrosis y con algunos anorexígenos de tipo anfetamínico y cocaína.

Los principales síntomas asociados a la hipertensión pulmonar son la disnea de esfuerzo y fatigabilidad ante cualquier ejercicio físico, dolor torácico, síncope e insuficiencia cardiaca derecha. La disnea y fatigabilidad fácil se deben a la dificultad para entregar oxígeno durante actividad física como resultado de la inhabilidad para aumentar el débito cardíaco cuando la demanda aumenta en pacientes con enfermedad pulmonar pura y además por aumento de la presión venosa pulmonar en los pacientes con HTP secundaria. Por su parte, el dolor torácico se produce por isquemia ventricular derecha, por flujo coronario reducido ante una masa ventricular aumentada, y presiones sistólicas y diastólicas elevadas. El síncope, que frecuentemente se relaciona al esfuerzo, se produce por un débito muy disminuido, con caída del flujo cerebral, y puede ser exacerbado por la vasodilatación periférica durante el esfuerzo físico. Por su parte, la insuficiencia cardiaca derecha se produce por claudicación del ventrículo derecho.

En la hipertensión pulmonar secundaria los síntomas suelen ser poco llamativos, generalmente eclipsados por los de la enfermedad de base. La presión en la arteria pulmonar (PAP) depende de la resistencia vascular pulmonar (RVP), el gasto cardíaco (GC) y la presión del flujo de salida (PFS) poscapilar. Cualquier aumento en algunos de estos términos conducirá a hipertensión pulmonar, en la medida que los mecanismos de distensión y reclutamiento vascular pulmonar no puedan responder de forma compensatoria.

El aumento de la RVP implica una pérdida de área conjunta del territorio vascular arterial, que puede originarse por una obstrucción vascular, como sucede con los trombos pulmonares, por un estrechamiento de la luz vascular, como ocurre con la vasoconstricción arterial o bien por un engrosamiento de la pared vascular que también estrecha la luz arterial. El incremento del GC sucede cuando existen grandes cortocircuitos vasculares de izquierda a derecha, secundarios a importantes defectos del tabique cardíaco u otras malformaciones congénitas cardiovasculares. No obstante, la causa más común de hipertensión pulmonar es el aumento de la PFS, generalmente secundario a disfunción ventricular izquierda, con menor frecuencia por enfermedad de la válvula mitral y sólo en muy raras ocasiones por afectación del territorio venoso pulmonar.

La hipertensión pulmonar primaria tiene una incidencia bajísima, de apenas 2/1.000.000 personas, es algo más común en mujeres (1,7:1) y se presenta más frecuentemente entre la tercera y cuarta década de la vida. Considerada en conjunto, la hipertensión arterial primaria y secundaria tiene una prevalencia de 15-52 casos por millón de habitantes.

En condiciones normales la célula del endotelio pulmonar mantiene a la célula muscular lisa en estado de relajación. En la hipertensión pulmonar primaria existe una anomalía del endotelio vascular pulmonar en que se produce un aumento de los mediadores endoteliales vasoconstrictores, así como de los mediadores plaquetarios vasoconstrictores y una disminución de la actividad de canales de potasio del músculo liso, con aumento del calcio intracelular y aumento del tono vascular. Esto impide o dificulta la obtención de un estado de relajación del músculo liso, y en un estado procoagulante que facilita el desarrollo de trombosis.

Algunos estudios sugieren que la hipertensión pulmonar primaria puede ocurrir en hasta el 33% de los pacientes con esclerodermia difusa. De hecho, la hipertensión pulmonar puede ser una causa principal de muerte en estos pacientes.

La hipertensión pulmonar secundaria a enfermedad respiratoria suele ser de grado moderado, con cifras PAP media inferiores a 40 mm Hg. El mecanismo causante de este tipo de hipertensión es la vasoconstricción hipóxica del lecho arterial pulmonar. Otros mecanismos, como la pérdida de vasos pulmonares en el enfisema, la compresión capilar en zonas hiperinsufladas o la hiperviscosidad causada por policitemia pueden agravarla. La enfermedad cardiaca suele ser la causa más frecuente de hipertensión pulmonar, especialmente el fallo ventricular izquierdo secundario a hipertensión arterial sistémica o enfermedad coronaria; menos habitual es la enfermedad mitral o las tumoraciones cardíacas como el mixoma.

La obstrucción vascular pulmonar ha de ser extensa para que se desarrolle hipertensión pulmonar ya que, con pulmones sanos, el lecho vascular pulmonar puede obliterarse más del 50 % sin que se eleve de forma significativa la presión de la arteria pulmonar. En estos casos, la obstrucción vascular suele ser secundaria a tromboembolias pulmonares. En este sentido, la hipertensión pulmonar tromboembólica crónica constituye una rara forma de hipertensión pulmonar, que se caracteriza por una remodelación microvascular arterial pulmonar, una desregulación en la proliferación celular vascular y trombosis in situ, todo lo cual conduce a un incremento de la resistencia vascular pulmonar, un anormal tono vascular pulmonar, una disfunción o insuficiencia progresiva del ventrículo derecho y, en última instancia, la muerte del paciente. La hipertensión pulmonar tromboembólica crónica puede ocurrir en pacientes tras la producción de émbolos pulmonares o de trombosis venosa profunda e incluso en las áreas vasculares pulmonares no ocluidas se manifiesta la hipertensión pulmonar. Se estima que esta forma de hipertensión pulmonar se desarrolla en los siguientes dos años en el 1-4% de las personas que han experimentado una embolia pulmonar aguda (EMA, 2014).

La valoración funcional de la hipertensión pulmonar se realiza en cuatro niveles o clases, desarrolladas a partir de la clasificación de la New York Heart Association (NYHA), modificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta valoración es considerada como altamente predictiva de la supervivencia de los pacientes.

  • Clase I. Sin limitación de la actividad física. La actividad física no produce disnea ni fatiga, dolor torácico o síntomas de síncope.
  • Clase II. Limitación ligera de la actividad física. El paciente es capaz de pasear cómodamente, pero una actividad física normal produce disnea, cansancio, dolor torácico o casi síncope.
  • Clase III. Limitación marcada de la actividad física. El pacientes está cómodo en estado de reposo, pero cualquier actividad física, incluso menor de lo normal, produce disnea, cansancio, dolor torácico o casi síncope.
  • Clase IV. Los pacientes son incapaces de realizar cualquier actividad sin presentar síntomas. Presentan síntomas de insuficiencia cardiaca derecha, pueden tener disnea y/o cansancio incluso en reposo, aumentan el malestar con cualquier actividad física.

Los niveles plasmáticos de la endotelina-1 (ET-1) se correlaciona con la hemodinámica y con la gravedad de las manifestaciones clínicas de la hipertensión arterial pulmonar y de la hipertensión pulmonar tromboembólica crónica (Hoeper, 2015). Las endotelinas (ET) son una familia de neurohormonas, de las que la endotelina-1 (ET-1) es la forma más comúnmente sintetizada en las células endoteliales de los vasos sanguíneos, estando dirigida la mayor parte hacia la zona abluminal del vaso, donde se une a receptores específicos de las células musculares lisas vasculares. La endotelina-1 desarrolla un potente efecto vasoconstrictor (de hecho, es considerada como el vasoconstrictor endógeno más potente, por encima de la noradrenalina y de la angiotensina II), como consecuencia de su acción agonista sobre dos tipos de receptores ETA y ETB, de los que los ETA son considerados como los principales responsables de la acción vasoconstrictora. Esta acción persiste incluso después de que la endotelina-1 se separa del receptor, probablemente como consecuencia de que las concentraciones intracelulares de calcio se mantienen elevadas. En este sentido, el receptor ETA se encuentra fundamentalmente en las células del músculo liso de los vasos sanguíneos, mientras que los receptores ETB se encuentran también en las células endoteliales.

Además del efecto vasoconstrictor agudo, la endotelina-1 es capaz de modular a largo plazo la función celular muscular lisa, a través la afectación de los mecanismos de transducción de las señales nucleares. De hecho, esta última acción moduladora es considerada como la responsable de su participación en la patogénesis de algunas alteraciones proliferativas de las capas internas vasculares, como es el caso de la aterosclerosis, así como en cambios adaptativos que conducen a una remodelación vascular y a una hipertrofia cardiaca. Ha podido constatarse que en hipertensión arterial pulmonar, así como en insuficiencia cardiaca, las concentraciones de endotelina-1 están directamente relacionadas con la gravedad y el pronóstico de estas enfermedades.

En definitiva, las acciones primarias ligadas a los efectos de la ET-1 sobre los receptores ETA son la vasoconstricción y la proliferación, mientras que sobre los ETB son vasodilatación, antiproliferación y eliminación de la ET-1. En los pacientes con hipertensión pulmonar, las concentraciones plasmáticas de ET-1 se encuentran multiplicadas por diez y ello se correlaciona con el aumento de la presión en la aurícula derecha y con la gravedad de la enfermedad; de hecho, las concentraciones de ET-1 están fuertemente incrementadas en el tejido pulmonar de estos pacientes, fundamentalmente en el endotelio de las arterias pulmonares.

Otro elemento fundamental en la regulación de la vasodilatación a nivel pulmonar es el óxido nítrico (NO), que se une a la guanilato ciclasa soluble (sGC), la cual es responsable de la síntesis del GMP cíclico (GMPc, guanosina monofosfato cíclica), el cual es un mediador vasoactivo que, a través de la vía catalizada por la proteína cinasa dependiente de GMPc y la fosfatasa de la miosina de cadena ligera, provoca la desfosforilación de la miosina – la proteína contráctil – en la musculatura vascular, dando lugar a una relajación de la pared vascular y, en consecuencia, produciendo vasodilatación. Asimismo, el óxido nítrico es capaz de acortar la duración del efecto vasoconstrictor de la endotelina-1, mediante la normalización del calcio intracelular. Sin embargo, el GMPc es metabolizado en el interior celular por un tipo específico de GMPc fosfodiesterasa, concretamente la de tipo 5 (PDE5), presente en las células musculares lisas presentes en numerosas estructuras orgánicas (vasos sanguíneos, tráquea, vísceras y plaquetas, así como en los cuerpos cavernosos del pene). En definitiva, la concentración de GMPc y, en consecuencia, el estado de relajación-contracción de las células musculares lisas vasculares (vasodilatación-vasoconstricción), depende del equilibrio entre la formación y destrucción de GMPc por la sGC y la PDE5, respectivamente (Cuéllar, 2015).

En la hipertensión pulmonar, la disfunción endotelial provoca una reducción de la producción de óxido nítrico (NO) y, en consecuencia, una insuficiente estimulación de la vía NO-sCG-GMPc; de hecho, en los pacientes con hipertensión pulmonar se han encontrado niveles reducidos de NO endógeno.

El tratamiento de la hipertensión pulmonar no tiene carácter curativo por el momento. En general, estos pacientes deben evitar los ejercicios intensos y los desplazamientos a grandes alturas, aunque pueden permitirse los viajes en aviones convencionales presurizados. Se recomienda evitar aquellos fármacos que puedan agravar la hipertensión pulmonar, tales como los descongestionantes nasofaríngeos, los antihipertensivos que tengan actividad cardiodepresora – como los betabloqueantes – y los AINE. Asimismo, debe evitarse el embarazo debido a que las sobrecargas hemodinámicas del embarazo, sobre todo del posparto inmediato, son mal toleradas.

En el caso específico de la hipertensión pulmonar tromboembólica crónica, tampoco se dispone de ningún tratamiento curativo, más allá de la eliminación quirúrgica (endarterectomía pulmonar) del material obstructivo vascular; sin embargo muchos de los pacientes no son susceptibles de intervención quirúrgica y hasta un 15% de aquellos que sí lo son siguen presentando hipertensión pulmonar tras la intervención. Lamentablemente, para estos pacientes no hay ningún tratamiento farmacológico actualmente autorizado.

Los vasodilatadores se utilizan para obtener un descenso de la presión de la arteria pulmonar y un incremento del gasto cardiaco, sin hipotensión sistémica. La respuesta al tratamiento vasodilatador en un determinado paciente es impredecible, por lo que es obligado llevar a cabo el test agudo durante el cateterismo con agentes de corta duración, antes de iniciar el tratamiento a largo plazo. Los fármacos empleados para el test agudo son epoprostenol IV, adenosina IV y óxido nítrico (NO) inhalado.

El empleo de antagonistas del calcio (bloqueantes de los canales lentos del calcio) sólo está recomendado en pacientes que responden al test agudo, pero no han demostrado su utilidad en el resto de pacientes. Los más utilizados son el nifedipino y el diltiazem, que producen una mejoría sostenida en un 25 a un 30% de los pacientes, siendo en general las dosis requeridas para obtener efectos beneficiosos más altas que las utilizadas en la hipertensión arterial o en la enfermedad coronaria. El uso de verapamilo no está recomendado, debido en parte a sus efectos inotrópicos negativos.

La perfusión intravenosa de epoprostenol (prostaciclina, PGI2) permite mantener la mejora en la hemodinámica y aumenta la tolerancia al ejercicio, alargando la supervivencia en los cuadros de hipertensión pulmonar grave (clase funcional III-IV) de los pacientes que no han respondido al test vasodilatador agudo. Tiene la dificultad de precisar una administración en infusión intravenosa continua, debido a su corta vida media (3-5 min) y a que es inactivo por vía oral. El desarrollo de tolerancia es frecuente, por lo que las dosis deben ir incrementándose de forma escalonada durante el primer año para evitar su desarrollo.

Hay evidencias clínicas de que la anticoagulación mejora la supervivencia en todos los grupos de pacientes con hipertensión pulmonar, especialmente en aquellos que no responden al test vasodilatador agudo de los pacientes con hipertensión pulmonar primaria. En tales casos se recomienda anticoagulación oral con derivados cumarínicos, hasta mantener un índice normalizado de actividad de protombina (INR) entre 1,5 y 21.

Bosentán, sitaxentán2, ambrisentán y macitentán son antagonistas selectivos de los receptores ETA (ARE) y ETB (BRE) de la endotelina. Son capaces de reducir los síntomas asociados a la hipertensión pulmonar, conduciendo a un aumento significativo en el índice cardiaco asociado con una reducción de la presión arterial pulmonar, de la resistencia vascular pulmonar y de la presión auricular derecha.

Aunque se ha postulado que la mayor especificidad hacia los receptores ETA que hacia los ETB de sitaxentán (6.500) frente a la de bosentán (100), podría suponer una cierta ventaja al bloquear los efectos vasoconstrictores de la endotelina 1 sobre los receptores ETA, manteniendo los efectos vasodilatadores y de aclaramiento correspondientes a la activación de los receptores ETB, no se ha demostrado por el momento que esto tenga relevancia clínica para el tratamiento de la hipertensión pulmonar.

Los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (PDE5) se han convertido en una interesante opción en el tratamiento de la hipertensión pulmonar. El primero en ser autorizado para esta indicación fue el sildenafilo, que ha demostrado mejorar los síntomas, la tolerancia al ejercicio y la calidad de vida de los pacientes. El fármaco provoca un incremento de los niveles de GMPc en las células musculares lisas vasculares y, en consecuencia, da lugar a una relajación de la musculatura lisa vascular pulmonar, reduciendo la presión que el flujo sanguíneo ejerce sobre las paredes de los vasos pulmonares. Asimismo, previene la formación de obstrucciones de origen plaquetario y relaja la musculatura lisa vascular periférica, todo ello en presencia de óxido nítrico. Tras el sildenafilo, fue comercializado en esta indicación el tadalafilo, que presenta similares características farmacológicas y la presunta la ventaja de requerir una única administración oral diaria, frente a las tres del sildenafilo, algo que siempre es valorable para la comodidad y cumplimiento terapéutico de los pacientes.

Un meta-análisis ha analizado (Coeytaux, 2014) el impacto de los prostanoides (epoprostenol), antagonistas de endotelina (bosentán, etc.) e inhibidores de la PDE5 (sildenafilo) sobre la evolución de la hipertensión pulmonar. En general, todos ellos demostraron incrementar la capacidad física de los pacientes en comparación con el placebo, y la terapia de combinación mostró una mejoría en comparación con la monoterapia. El riesgo de hospitalización fue menor en los pacientes que tomaban antagonistas de los receptores de la endotelina o inhibidores de la fosfodiesterasa-5 en comparación con el placebo (OR=0,34 y 0,48, respectivamente). Sin embargo, el meta-análisis no tuvo el suficiente poder estadístico para detectar una diferencia de mortalidad asociada con cada tratamiento tratamiento.

Adicionalmente a los anteriores medicamentos, los diuréticos pueden reducir el volumen intravascular y la congestión hepática; por ello pueden ser útiles para reducir la precarga en pacientes con fallo derecho, particularmente cuando se producen congestión hepática y ascitis, no recomendándose su uso cuando no existe insuficiencia cardíaca derecha. Por su parte, el uso de cardiotónicos en la hipertensión pulmonar primaria y el cor pulmonale cada vez es más infrecuente, debido a que hay pocas evidencias que justifiquen su utilización en estos casos.

En los cuadros resistentes al tratamiento, la cirugía es una alternativa terapéutica a considerar. El trasplante pulmonar uni o bilateral, así como el combinado de corazón y pulmón, presentan rangos de supervivencia similares (65-70% al año). La formación de un shunt derecha-izquierda mediante la realización de una septostomía auricular disminuye las presiones de llenado del corazón derecho en pacientes con insuficiencia cardíaca derecha grave que no responden al tratamiento médico.

Actualmente el pronóstico de la hipertensión arterial pulmonar no tratada es malo. La media de supervivencia tras el diagnóstico es de unos tres años, aunque hay pacientes que pueden sobrevivir mucho más tiempo, particularmente con el uso de los nuevos fármacos. La anticoagulación casi duplica el rango de supervivencia, y los pacientes que responden al tratamiento con antagonistas del calcio presentan una supervivencia del 95% a los 5 años. El epoprostenol aumenta la supervivencia de los pacientes que no responden a los vasodilatadores orales y se asocia a una supervivencia a los 5 años, similar a la del trasplante de pulmón o incluso mejor.

ACCIÓN Y MECANISMO

Macitentán es un antagonista de los receptores ETA y ETB de la endotelina-1 (ET-1), reduciendo la vasoconstricción asociada a esta última. Ha sido autorizado para su uso en monoterapia o en combinación en el tratamiento a largo plazo de la hipertensión arterial pulmonar en pacientes adultos clasificados como clase funcional II a III de la Organización Mundial de la Salud.

La endotelina-1 es el agente vasoconstrictor endógeno más potente, por encima de la noradrenalina y de la angiotensina II, como consecuencia de su acción agonista sobre dos tipos de receptores ETA y ETB, de los que los ETA son considerados como los principales responsables de la acción vasoconstrictora. Esta acción persiste incluso después de que la endotelina-1 se separa del receptor, probablemente como consecuencia de que las concentraciones intracelulares de calcio se mantienen elevadas. El receptor ETA se encuentra fundamentalmente en las células del músculo liso de los vasos sanguíneos, mientras que los receptores ETB se encuentran también en las células endoteliales.

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Las acciones primarias ligadas a los efectos de la ET-1 sobre los receptores ETA son la vasoconstricción y la proliferación, mientras que sobre los ETB son vasodilatación, antiproliferación y eliminación de la ET-1. En los pacientes con hipertensión pulmonar, las concentraciones plasmáticas de ET-1 se encuentran multiplicadas por diez y ello se correlaciona con el aumento de la presión en la aurícula derecha y con la gravedad de la enfermedad; de hecho, las concentraciones de ET-1 están fuertemente incrementadas en el tejido pulmonar de estos pacientes, fundamentalmente en el endotelio de las arterias pulmonares. Además del efecto vasoconstrictor agudo, la endotelina-1 es capaz de modular a largo plazo la función celular muscular lisa, a través la afectación de los mecanismos de transducción de las señales nucleares. De hecho, en hipertensión arterial pulmonar las concentraciones de endotelina-1 están directamente relacionadas con la gravedad y el pronóstico de la enfermedad.

Aunque el macitentán es unas 100 veces más selectivo para los receptores ETA que para los ETB, el macitentán también produce un cierto efecto antagonista sobre estos últimos, lo que se manifiesta por un incremento de los niveles de ET-1. En cualquier caso, el efecto terapéutico del macitentán se asocia fundamentalmente al bloqueo de los receptores ETA.

ASPECTOS MOLECULARES

El macitentán presenta una evidente relación estructural con el bosentán, cabeza de serie de los antagonistas de receptores de endotelina-1. Como el bosentán, el macitentán es unas 100 veces más selectivo hacia los receptores ETA frente a los ETB.

El macitentán tiene un metabolito activo (como ocurre también con el bosentán), que es unas ocho veces menos potente que el propio macitentán. Su eliminación es fundamentalmente por metabolismo hepático a través de varios isoenzimas del citocromo P450, igual que el bosentán, aunque la semivida terminal de eliminación es mayor para el macitentán (13-18 vs. 5-6 h), lo que permite una dosificación única de éste, frente a las dos diarias del bosentán.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del macitentan han sido adecuadamente contrastadas en las indicaciones autorizadas mediante un ensayo clínico de fase 3 (confirmatorio de eficacia y seguridad) aleatorizado, doblemente ciego y controlado con placebo, con el objetivo de comprobar el efecto del macitentán para reducir el riesgo de morbi-mortalidad en pacientes con hipertensión arterial pulmunar (Pulido, 2013).

Un total de 742 pacientes mayores de 11 años con diagnóstico clínico y hemodinámico de hipertensión arterial pulmonar fueron aleatoriamente asignados a un tratamiento oral con macitentán de 3 mg/24 h (M3) o de 10 mg/24 h (M10), o placebo (Pbo). Un 36% de los pacientes eran naïve (sin tratamiento previo), mientras que el restante 64% habían estado utilizando o seguían utilizando tratamiento específico para la hipertensión pulmonar, mayoritariamente (60%) con inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (especialmente, sildenafilo) y/o prostanoides (6%).

El estudio fue diseñado para finalizarlo en el momento en el que se alcanzasen 285 eventos de morbi-mortalidad definidos dentro de la variable (co-variable) primaria, consistente en la aparición de un primer evento de morbi-mortalidad, incluyendo muerte por cualquier causa u hospitalización debida a: realización de una septostomía auricular o trasplante pulmonar, necesidad de utilizar prostanoides por vía intravenosa o agravamiento clínico definido como una reducción de un 15% en el test de la marcha de 6 minutos (6MWT, 6 minutes walking test)3, empeoramiento clínico que no responda a diuréticos y necesidad de tratamiento adicional oral o inhalado. En término medio, el seguimiento fue de dos años.

Las características antropométricas globales de los pacientes incluidos en el estudio fueron: 76% mujeres, mediana de 45 años de edad (14% ≥65 años), mediana del índice de masa corporal (IMC) de 24,6 kg/m2; 55% de raza caucásica/blanca y 28% asiática. La mediana de tiempo transcurrida desde el diagnóstico fue de 2,7 años y el origen de la hipertensión arterial pulmonar era idiopático en el 55%, debida a enfermedades vasculares del colágeno en el 30%, malformaciones congénitas en el 8% y otros diversos en el 7% restante. El valor medio del test 6MWT al inicio era de 372 m y la clase funcional (OMS) era II en un 52% y III en el 46%.

Al final del estudio, se confirmó la aparición de un evento de morbi-mortalidad en el 38,0% de los tratados con macitentán 3 mg (M3), 31,4% con macitentán 10 mg (M10) y 46,4% con placebo (Pbo). Esto supone que la tasa de riesgo de experimentar un evento de morbi-mortalidad fue reducida, en relación al placebo, en un 29,6% con M3 (RR=0,704; IC97,5% 0,516 a 0,960; p=0,0108) y en un 45,3% con M10 (RR=0,547; IC97,5% 0,392 a 0,762; p<0,0001).

Al estratificar los eventos de morbi-mortalidad, la mortalidad fue del 8,4% (M3), 6,6% (M10) y 6,8% (Pbo), mientras que la tasa de pacientes que experimentaron un empeoramiento fue del 28,8% (M3), 24,4% (M10) y del 37,2% (Pbo).

Asimismo, se observó un incremento a los seis meses, en relación al placebo en el test 6MWD de 14 m con M3 (IC97,5% 2,0 a 27,0; p=0,0122) y de 15 m con M10 (IC97,5% 2,0 a 28,0; p=0,0078). Un 19,8% de los pacientes tratados con M3 mejoraron su nivel de clase funcional (OMS) y un 22,3% con M10, frente a un 12,9% con placebo. Esto supone una diferencia favorable al macitentán con respecto al placebo del 54% (RR=1,54; IC97,5% 0,96 a 2,46; p=0,0395) con M3 y del 74% (RR=1,74; IC97,5% 1,10 a 2,74; p=0,0063) con M10.

Desde el punto de vista de la seguridad, el macitentán presenta un perfil toxicológico equiparable al de otros agentes antagonistas de los receptores de endotelina (ARE). El empeoramiento de la hipertensión arterial pulmonar fue el evento adverso más común: 30% (M3), 21% (M10) y 35% (Pbo), siendo la principal complicación a largo plazo la insuficiencia ventricular derecha: 15% (M3), 13% (M10) y 23% (Pbo).

Otros eventos adversos observados con maciténtan 10 mg (M10) con una frecuencia ≥3% con relación al placebo (Pbo) fueron: nasofaringitis (14 vs. 10%), cefalea (13,6 vs. 8,8%), anemia (13,2 vs. 3,2%), bronquitis (11,6 vs. 5,6%), infecciones del tracto urinario (8,7 vs. 5,6%), insomnio (7,0 vs. 4,0%), faringitis (6,2 vs. 2,8%) y gripe (5,8 vs. 1,6%). La incidencia de eventos adversos graves fue del 52% (M3), 45% (M10) y 55% (Pbo). No se observó una mayor incidencia de elevación de los niveles de enzimas hepáticos con respecto al placebo; de hecho, la tasas fueron mayores con este último.

ASPECTOS INNOVADORES

Macitentán es un antagonista de los receptores ETA y ETB de la endotelina-1 (ET-1), reduciendo la vasoconstricción asociada a esta última. Ha sido autorizado como medicamento huérfano para su uso en monoterapia o en combinación en el tratamiento a largo plazo de la hipertensión arterial pulmonar en pacientes adultos clasificados como clase funcional II a III de la Organización Mundial de la Salud.

El macitentán se incorpora a la creciente serie de los antagonistas selectivos de receptores de endotelina, iniciada por el bosentán en 2003 y continuada por el ambrisentán y el sitaxentán, si bien este último fue retirado en 2010 por motivos de seguridad (hepatotoxicidad). Actualmente son considerados como uno de los tratamientos de referencia de la hipertensión pulmonar, produciendo una reducción sintomática y un aumento significativo en el índice cardiaco asociado con una reducción de la presión arterial pulmonar, de la resistencia vascular pulmonar y de la presión auricular derecha.

Los datos clínicos del único ensayo clínico controlado de fase 3 estudio indican un significativo efecto sobre la reducción de eventos de morbi-mortalidad, incluyendo muerte por cualquier causa u hospitalización debida a: realización de una septostomía auricular o trasplante pulmonar, necesidad de utilizar prostanoides por vía intravenosa o agravamiento clínico definido como una reducción de un 15% en el test de la marcha de 6 minutos (6MWT), empeoramiento clínico que no responda a diuréticos y necesidad de tratamiento adicional oral o inhalado. Los resultados obtenidos para esta variable (co-variable, en realidad) primaria son clínicamente relevantes para el macitentán, particularmente para la dosis de 10 mg, que da lugar a una reducción global del 45% en el riesgo de dichos eventos de morbi-mortalidad con relación al placebo, a lo largo de una media de dos años. Esto supone que el número necesario de pacientes a tratar (NNT) para evitar un evento de morbi-mortalidad en dos años es de 6.

Sin embargo, al estratificar estos eventos se observó que la tasa de mortalidad fue prácticamente la misma con macitentán 10 mg y con placebo (6,6 vs. 6,8%), e incluso fue superior con la dosis de 3 mg de macitentán (8,4%). Esto implica que el macitentán no reduce la progresión de la hipertensión pulmonar ni incrementa la supervivencia de los pacientes, enfocando su eficacia clínica hacia la mejora de la sintomatología clínica y, en particular, para reducir el riesgo de requerir hospitalización para tratar un agravamiento de la hipertensión pulmonar. En este sentido, el porcentaje de pacientes que experimentaron un empeoramiento durante el periodo fue del 24,4% con macitentán 10 mg y del 37,2% con placebo. Aun así, el efecto sobre el test 6MWD fue muy discreto, ya que el macitentán apenas incrementó el valor en apenas 15 m sobre el placebo, sobre los 372 m de partida; obviamente, la relevancia clínica de esta mejora es cuestionable. En este sentido y con toda la prudencia que exige cualquier comparación indirecta, el recientemente incorporado riociguat incrementó (Ghofrani, 2013) esta distancia en 30 m, lo que está en línea con la mayoría de los tratamientos actualmente disponibles.

Se ha sugerido (Gabler, 2012) que el umbral necesario de la mejora de la prueba 6MWD con el tratamiento para que haya una disminución de la probabilidad de un evento clínico en pacientes con hipertensión pulmonar es de 41,8 metros. Sin embargo, existen muchas dudas sobre la linealidad de esta relación; de hecho, en un metanálisis (Macchia, 2010) se comprobó que, aunque las estrategias de tratamiento actuales para la hipertensión pulmonar reducen significativamente la mortalidad por todas las causas, la mejora de la supervivencia no muestra relación alguna con el cambio de la 6MWD. En definitiva, la 6MWD no puede usarse con garantía alguna de forma aislada; tan solo aporta una información indicativa del estado clínico del paciente con hipertensión pulmonar y debe combinarse con otras medidas de este estado clínico, para obtener una imagen más real de la situación del paciente (Farber, 2012).

Desde el punto de vista de la seguridad, el perfil toxicológico del macitentán es similar al de los otros antagonistas de receptores de endotelina, salvo en lo referente a la hepatotoxicidad del sitaxentán, que, por el momento, no se ha manifestado con el macitentán (tampoco con el bosentán ni el ambrisentán).

En definitiva, una opción más a considerar en el tratamiento de la hipertensión pulmonar, que se incorpora a la serie de los antagonistas de receptores de endotelina. Aunque el ensayo clínico en el que fundamenta su autorización incorpora una variable primaria compleja que incluía eventos de morbilidad y de mortalidad, los resultados parecen centrarse fundamentalmente en la reducción del riesgo de hospitalización por agravamiento de la hipertensión pulmonar, pero sin efectos significativos sobre la mortalidad. Todo ello determina que no presente ningún elemento auténticamente diferencial frente a las opciones farmacológicas actualmente disponibles.

VALORACIÓN

MACITENTÁN

4015.jpg

OPSUMIT®(Actelion)

Grupo Terapéutico (ATC): C02KX. APARATO CARDIOVASCULAR. Antihipertensivos: antihipertensivos para la hipertensión arterial pulmonar.

Indicaciones autorizadas: En monoterapia o combinación, para el tratamiento a largo plazo de la hipertensión arterial pulmonar en pacientes adultos clasificados como clase funcional II a III de la Organización Mundial de la Salud.

VALORACIÓN GLOBAL: SIN INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica
en el tratamiento de las indicaciones autorizadas.

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS ANTERIORMENTE EN ESPAÑA

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Bosentán

Tracleer

Actelion

2003

Sitaxentán*

Thelin

Encysive

2007

Ambrisentán

Volibris

Glaxo SmithKline

2009

Macitentán

Opsumit

Actelion

2015

* Suspendida su comercialización en 2010, por la aparición de varios casos de toxicidad hepática grave.

BIBLIOGRAFÍA

 

Medicamentos con nuevos principios activos autorizados por EMA/AEMPS

MEDICAMENTOS DE USO HUMANO AUTORIZADOS (EMA/AEMPS)
DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS
QUE AÚN NO ESTÁN COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

Principio activo

Medicamento®

Laboratorio

Autorización

GT

Indicación autorizada1

Lenvatinib

Lenvima

Eisai

2015/05/28

L01XE

Cáncer de tiroides (O)

Netupintant/Palonosetrón

Akynzeo

Helsinn Birex

2015/05/27

A04AA

Vómitos de origen canceroso

Ceritinib

Zycadia

Novartis

2015/05/06

L01XE

Cáncer de pulmón no microcítico (C)

Bupropión/Naltrexona

Mysimba

Orexigen
Therapeutics

2015/03/26

A08AA

Obesidad

Cangrelor

Kengresal

Medicines Company UK

2015/03/23

B01AC

Cirugía vascular

Liraglutida2

Saxendra

Novo Nordisk

2015/03/23

A10BX

Obesidad

Tedizolid

Sivextro

Cubist

2015/03/23

J01XX

Infecciones de piel y tejidos blandos

Oritavancina

Orbactiv

Medicines Company UK

2015/03/19

J01XA

Infecciones de piel y tejidos blandos

Safinamida

Xadago

Zambon

2015/02/24

N04BD

Enfermedad de Parkinson

Dalbavancina

Xydalba

Durata

2015/02/19

J01XA

Infecciones de piel y tejidos blandos

Células epiteliales
corneales humanas autólogas

Holoclar

Chiesi

2015/02/17

S01XA

Enfermedades de la córnea (O) (E)

Eliglustat

Cerdelga

Genzyme

2015/01/19

A16AX

Enfermedad de Gaucher (O)

Vorapaxar

Zontivity

Merck Sharp Dohme

2015/01/19

B01AC

Infarto de miocardio

Secukinumab

Cosentyx

Novartis

2015/01/15

L04AC

Psoriasis y artritis psoriásica

Nindetanib

Ofev

Boehringer Ingelheim

2015/01/15

L01XE

Fibrosis pulmonar idiopática (O)

Apremilast

Otezla

Celgene

2015/01/15

L04AA

Psoriasis y artritis psoriásica

Ospemifeno

Senshio

Shionogi

2015/01/15

G03XC

Postmenopausia

Afamelanotida

Scenesse

Clinuvel

2014/12/22

D02BB

Protoporfiria hematopoyética (O) (E)

Ramucirumab

Cyramza

Lilly

2014/12/19

L01XC

Cáncer de estómago (O)

Nonacog gamma

Ruxibis

Baxter

2014/12/19

B02BD

Hemofilia B

Olaparib

Lynparza

AstraZeneca

2014/12/16

L01XX

Cáncer epitelial de ovario (O)

Naloxegol

Moventig

AstraZeneca

2014/12/08

A06AH

Estreñimiento

Nintedanib

Vargatef

Boehringer Ingelheim

2014/11/21

L01XE

Cáncer de pulmón no microcítico

Darunavir/Cobicistat

Rezolsta

Janssen Cilag

2014/11/19

J05AE

Infección VIH

Aclidinio/Formoterol

Brinika/Duakir Genuair

Almirall

2014/11/19

R03AL

EPOC

Ibrutinib

Imbruvica

Janssen Cilag

2014/10/21

L01XE

Leucemia linfocítica crónica (O)

Idelalisib

Zydelig

Gilead

2014/09/18

L01XX

Leucemia/linfoma

1 O= Medicamento huérfano; C= Autorizado condicionalmente; E= Autorizado en condiciones excepcionales

2 Ya está autorizado en España, desde 2009, un medicamento con liraglutida (Victoza®), aunque indicado en el tratamiento de la diabetes mellitus de tipo 2.

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA
EN LOS ÚLTIMOS DOCE MESES

PAM

Principio activo

Medicamento®

INNOVACIÓN

Indicación principal

Laboratorio

a

b

c

d

e

f

385

Macitentán

Opsumit

 

 

 

 

 

Hipertensión pulmonar

Actelion

385

Degarelix

Firmagon

 

 

 

 

 

Cáncer de próstata

Ferring

384

Riociguat

Adempas

 

 

 

♣♣

Hipertensión pulmonar

Bayer

384

Albiglutida

Eperzan

 

 

 

 

♣♣

Diabetes mellitus de tipo 2

Glaxo SmithKline

384

Canagliflozina

Invokana

 

 

 

 

 

Diabetes mellitus de tipo 2

Janssen Cilag

384

Empagliflozina

Jardiance

 

 

 

 

 

Diabetes mellitus de tipo 2

Boehringer Ingelheim

383

Dasabuvir

Exviera

 

 

 

 

♣♣

Hepatitis C

Abbvie

383

Ombitasvir/ Paritaprevir/ Ritonavir

Viekirax

 

 

 

 

♣♣

Hepatitis C

Abbvie

383

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

 

 

 

 

♣♣

Hepatitis C

Gilead

383

Pixantrona

Pixuvri

 

 

 

♣♣

Linfoma no hodgkiniano
de células B

Servier

383

Tianeptina

Zinosal

 

 

 

♣♣

Depresión

Juste

382

Radio [223Ra], cloruro

Xofigo

 

 

 

♣♣

Cáncer de próstata

Bayer

382

Regorafenib

Stivarga

 

 

 

 

♣♣

Cáncer colorrectal/GIST

Bayer

382

Sufentanilo

Sufentanilo GES

 

 

 

 

 

Anestesia/sedación

GES

381

Alemtuzumab

Lemtrada

 

 

 

 

♣♣

Esclerosis múltiple

Genzyme

381

Olodaterol

Striverdi Respimat

 

 

 

 

 

EPOC

Boehringer Ingelheim

380

Daclatasvir

Daklinza

 

 

♣♣♣

Hepatitis C

Bristol-Myers Squib

380

Vandetanib

Caprelsa

 

 

 

 

♣♣

Cáncer medular de tiroides

AstraZeneca

380

Ruxolitinib

Jakavi

 

 

 

♣♣

Mielofibrosis

Novartis

380

Fumarato de dimetilo

Tecfidera

 

 

 

♣♣

Esclerosis múltiple

Biogen Idec

380

Teriflunomida

Aubagio

 

 

 

 

♣♣

Esclerosis múltiple

Sanofi Aventis

379

Enzalutamida

Xtandi

 

 

 

 

♣♣

Cáncer de próstata

Astellas

378

Vacuna herpes zóster

Zostavax

 

 

 

 

♣♣

Prevención del herpes zóster

Sanofi Pasteur MSD

378

Lipegfilgrastim

Lonquex

 

 

 

 

 

Prevención de neutropenia

Teva

378

Nalmefeno

Selincro

 

 

 

 

♣♣

Alcoholismo

Lundbeck

377

Sofosbuvir

Sovaldi

 

♣♣♣

Hepatitis C

Gilead

377

Decitabina

Dacogen

 

 

 

 

♣♣♣

Leucemia mieloide aguda

Janssen Cilag

377

Vilanterol/Fluticasona

Relvar Ellipta

 

 

 

 

♣♣

Asma y EPOC

Glaxo SmithKline

377

Vacuna meningococo B

Bexsero

 

 

 

♣♣♣

Prevención meningitis
meningocócica B

Novartis

377

Dexmedetomidina

Dexdor

 

 

 

 

♣♣

Sedoanalgesia

Orion

377

Dolutegravir

Tivicay

 

 

 

♣♣

Infección por VIH

Glaxo SmithKline

376

Brentuximab vedotina

Adcetris

 

 

 

♣♣

Linfomas

Takeda

376

Ocriplasmina

Jetrea

 

 

 

♣♣

Tracción vitreomacular

Alcon Cusi

376

Ofatumumab

Arzerra

 

 

 

 

♣♣

Leucemia linfocítica crónica

Glaxo SmithKline

376

Pirfenidona

Esbriet

 

 

 

♣♣

Fibrosis pulmonar idiopática

InterMune

376

Simeprevir

Olysio

 

♣♣♣

Hepatitis C

Janssen Cilag

376

Tetradecilsulfato sódico

Veinfibro

 

 

 

 

 

Escleroterapia de venas
varicosas

STD

A. Clínica: Mejora la eficacia clínica con relación al tratamiento estándar.

B. Molecular: Incorpora variaciones significativas en la estructura molecular
y/o en el mecanismo de acción.

C. Seguridad: Mejora el perfil toxicológico con relación a la terapia estándar.

D. Farmacocinética:

Mejora las características farmacocinéticas, con incidencia potencial o demostrada en las condiciones de uso y en la respuesta del paciente.

E. Técnico-Económica: Mejora algún aspecto farmacoeconómico y/o farmacotécnio.

F. Valoración Global

VALORACIÓN DE LA INNOVACIÓN TERAPÉUTICA EN PANORAMA ACTUAL DEL MEDICAMENTO

Es importante indicar que se valora el grado de innovación. Todos los medicamentos no innovadores tienen utilidad terapéutica, en tanto que su autorización por las autoridades sanitarias implica han demostrado rigurosamente su eficacia, su seguridad, su calidad y las condiciones de uso (incluyendo la información contenida en la ficha técnica – sumario de características – y en el prospecto del medicamento). Por tanto, la valoración que se hace se refiere a la incorporación, en el grado que se determine, de algún elemento innovador con respecto a otros medicamentos autorizados previamente para iguales o similares indicaciones terapéuticas o, en su caso, cubriendo la ausencia de éstas. Asimismo, debe considerarse que ésta es una evolución que se practica coincidiendo con la comercialización inicial del medicamento. Se trata, por consiguiente, de una valoración provisional de la innovación realizada en función de la evidencia clínica disponible hasta ese momento, lo que no prejuzga, en ningún caso, el potencial desarrollo de nuevas indicaciones clínicas ni la posible aparición de aspectos desfavorables (efectos adversos graves previamente desconocidos, interacciones, etc.). Se consideran tres posibles niveles, adjudicados en función de la relevancia de la(s) innovación(es) presentes en el nuevo medicamento, siempre en relación al arsenal terapéutico disponible clínicamente en España en el momento de la comercialización:

SIN INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas ()

INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar (♣♣)

INNOVACIÓN IMPORTANTE. Aportación sustancial a la terapéutica estándar (♣♣♣).

Se distinguen dos niveles de evidencia científica para los aspectos innovadores de los nuevos medicamentos:

Evidencia clínica: mediante estudios controlados específicamente diseñados y desarrollados para demostrar lo que pretende ser un avance o mejora sobre la terapia estándar.

Plausibilidad científica (potencialidad): existencia de aspectos en el medicamento que racionalmente podrían mejorar la terapéutica actual, pero que no han sido adecuadamente demostradas mediante ensayos clínicos, bien por motivos éticos o bien por imposibilidad de realización en el momento de la comercialización del nuevo medicamento: perfil de interacciones, mecanismos nuevos que permiten nuevas vías terapéuticas, nuevos perfiles bioquímicos frente a mecanismos de resistencia microbiana, posibilidad de combinar con otros medicamentos para la misma indicación terapéutica, efectos sobre el cumplimiento terapéutico (por mejoras en la vía, número de administraciones diarias, etc.), mejora de la eficiencia, etc.

El rigor de los datos contrastados mediante ensayos clínicos controlados (evidencia clínica) es determinante en la valoración de la innovación, mientras que las potencialidades solo pueden ser valoradas accesoriamente, como aspectos complementarios de esta valoración. En ningún caso, un medicamento es valorado con un nivel de innovación importante en función de sus ventajas potenciales, si no aporta otras ventajas demostradas clínicamente. Se analizan cinco aspectos de la innovación: clínica, molecular, toxicológica, físico-química y económico-tecnológica. Como ya se ha indicado, la fundamental y determinante es la novedad clínica.

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA
DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR GRUPOS TERAPÉUTICOS

GRUPO TERAPéUTICO

Principio activo

Medicamento®

Laboratorio

PAM

A. Tracto alimentario y metabolismo

Albiglutida

Eperzan

Glaxo SmithKline

384

Canagliflozina

Invokana

Janssen Cilag

384

Empagliflozina

Jardiance

Boehringer Ingelheim

384

C. Aparato cardiovascular

Macitentán

Opsumit

Actelion

385

Riociguat

Adempas

Bayer

384

Tetradecilsulfato sódico

Veinfibro

STD

376

J. Antiinfecciosos, uso sistémico

Daclatasvir

Daklinza

Bristol-Myers Squibb

380

Dasabuvir

Exviera

Abbvie

383

Dolutegravir

Tivicay

Glaxo SmithKline

377

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

Gilead

383

Ombitasvir/Paritaprevir/ Ritonavir

Viekirax

Abbvie

383

Simeprevir

Olysio

Janssen Cilag

376

Sofosbuvir

Sovaldi

Gilead

377

Vacuna meningococo B

Bexsero

Novartis

377

Vacuna herpes zóster

Zostavax

Sanofi Pasterur MSD

378

L. Antineoplásicos y terapia
inmunomoduladora

Afatinib

Giotrif

Boehringer Ingelheim

375

Alemtuzumab

Lemtrada

Genzyme

381

Brentuximab vedotina

Adcetris

Takeda

376

Decitabina

Dacogen

Janssen Cilag

377

Enzalutamida

Xtandi

Astellas

379

Lipegfilgrastim

Lonquex

Teva

378

Ofatumumab

Arzerra

Glaxo SmithKline

376

Pirfenidona

Esbriet

InterMune

376

Pixantrona

Pixuvri

Servier

383

Regorafenib

Stivarga

Bayer

382

Ruxolitinib

Jakavi

Novartis

380

Teriflunomida

Aubagio

Sanofi Aventis

380

Vandetanib

Caprelsa

AstraZeneca

380

N. Sistema nervioso

Dexmedetomidina

Dexdor

Orion

377

Fumarato de dimetilo

Tecfidera

Biogen Idec

380

Nalmefeno

Selincro

Lundbeck

378

Sufentanilo

Sufentanilo GES

GES

382

Tianeptina

Zinosal

Juste

383

R. Aparato respiratorio

Olodaterol

Striverdi Respimat

Boehringer Ingelheim

381

Vilanterol/Fluticasona

Relvar Ellipta

Glaxo SmithKline

377

S. Órganos de los sentidos

Ocriplasmina

Jetrea

Alcon Cusi

376

V. Varios

Radio [223Ra], cloruro

Xofigo

Bayer

382

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR LABORATORIOS

Laboratorio

Principio activo

Medicamento

PAM

Abbvie

Dasabuvir

Exviera

383

Ombitasvir/Paritaprevir/Ritonavir

Viekirax

383

Actelion

Macitentán

Opsumit

385

Alcon Cusi

Ocriplasmina

Jetrea

376

Astellas

Enzalutamida

Xtandi

379

AstraZeneca

Vandetanib

Caprelsa

380

Bayer

Radio [223Ra], cloruro

Xofigo

382

Regorafenib

Stivarga

382

Riociguat

Adempas

384

Biogen Idec

Fumarato de dimetilo

Tecfidera

380

Boehringer Ingelheim

Empagliflozina

Jardiance

384

Olodaterol

Striverdi Respimat

381

Bristol-Myers Squibb

Daclatasvir

Daklinza

380

Genzyme

Alemtuzumab

Lemtrada

381

GES

Sufentanilo

Sufentanilo GES

382

Gilead

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

383

Sofosbuvir

Sovaldi

377

Glaxo SmtihKline

Albiglutida

Eperzan

384

Dolutegravir

Tivicay

377

Ofatumumab

Arzerra

376

Vilanterol/Fluticasona

Relvar Ellipta

377

InterMune

Pirfenidona

Esbriet

376

Janssen Cilag

Canagliflozina

Invokana

384

Decitabina

Dacogen

377

Simeprevir

Olysio

376

Juste

Tianeptina

Zinosal

383

Lundbeck

Nalmefeno

Selincro

378

Novartis

Ruxolitinib

Jakavi

380

Vacuna meningococo B

Bexsero

377

Orion

Dexmedetomidina

Dexdor

377

Sanofi Aventis

Teriflunomida

Aubagio

380

Sanofi Pasteur MSD

Vacuna herpes zóster

Zostavax

378

Servier

Pixantrona

Pixuvri

383

STD

Tetradecilsulfato sódico

Veinfibro

376

Takeda

Brentuximab vedotina

Adcetris

376

Teva

Lipegfilgrastim

Lonquex

378

Mordeduras y picaduras

Resumen

Las mordeduras o picaduras por animales son un problema muy común y pueden llegar a producir enfermedades muy graves aunque por regla general son de carácter leve. Las mordeduras son heridas tipo contuso-punzantes que además de producir lesiones locales pueden transmitir enfermedades como la rabia. En todas las heridas por mordedura se debe realizar una limpieza cuidadosa de la herida, desbridamiento de la misma si procede junto con cobertura antibiótica y profilaxis antitetánica y antirrábica si es necesario. Las mordeduras por serpientes son relativamente frecuentes en nuestro medio y suelen estar producidas por víboras o culebras; la forma de actuar ante una mordedura de serpiente es semejante a cualquier herida con la salvedad de trasladar al paciente los más pronto posible a un centro hospitalario para administración de antídoto específico. En caso de mordedura humana, se debe hacer especial hincapié en la cobertura antibiótica ya que se pueden sobreinfectar con mucha facilidad. Las picaduras por abeja pueden ser potencialmente mortales si se produce una reacción de anafilaxia, y en aquellos casos en haya existido reacciones graves se debe intentar la desensibilización paulatina. La picadura por garrapata, además de presentar clínica local dolorosa, puede transmitir otras enfermedades producidas por bacterias, virus o protozoos.

 

Las mordeduras y picaduras por animales son un problema común. Las lesiones de este tipo aumentan en los periodos estivales, por lo que hay que tener más precaución si cabe en estas fechas.

En nuestro país, la mayoría de los casos por picaduras o mordeduras son leves con afectación local y solo un tanto por ciento pequeño evolucionan de forma desfavorable con afectación sistémica y alteraciones que pueden llegar a comprometer la vida del paciente.

Sus consecuencias para la salud humana dependerán de la especie animal de que se trate y su estado de salud, el tamaño y el estado de salud de la víctima de la mordedura, y la capacidad de acceder a la atención sanitaria adecuada.

La clínica puede ser muy variable y depende del animal agresor, del mecanismo de lesión y de la existencia de toxinas, reacción sistémica y complicaciones infecciosas. Es útil diferenciar la presencia de una sintomatología local, y otra general, en la que pueden ser relevantes signos clínicos como lesiones de urticaria, angioedema, afectación de vías respiratorias o del sistema cardiovascular, sistema de coagulación o del sistema nervioso central.

Las agresiones al ser humano por parte de otros seres vivos desencadenan una respuesta que puede ser de distintos tipos:

  • Por acción directa del contacto con el animal o la sustancia inyectada, que puede ocasionar trastornos in situ y a distancia.
  • Por reacciones inmunológicas
  • Por transmisión de diversas enfermedades facilitando una sobreinfección.

Picaduras y mordeduras en España

Mamíferos: Perro (80%), gato (25%), humano (3%), roedores (2%)

Ofidios: Víboras y culebras

Arácnidos: Alacranes, arañas, garrapatas

Insectos: Himenópteros (abejas y avispas), orugas, tábanos

Animales marinos: Medusas, erizos, peces espinoso, rayas.

MORDEDURAS POR ANIMALES

En general, las mordeduras son consideradas como heridas de tipo contusas o punzantes, que comprometen la piel y se pueden acompañarse de lesiones de estructuras musculares, nerviosas, vasculares, etc., ocasionalmente aparece clínica de carácter sistémico, además de local. Normalmente los animales producen este tipo de lesiones si son atacados o en defensa propia.

Mordeduras por animales potencialmente rabiosos

Existen una serie de razas potencialmente peligrosas que pueden transmitir la rabia. Esta enfermedad está causada por un virus (Rabdoviridae) que se transmite al hombre por las mordeduras de ciertos animales infectados.

Son animales potencialmente peligrosos:

  • Salvajes (lobos, zorros, mofetas, linces, murciélagos)
  • Domésticos (gatos y perros principalmente cachorros sin vacunación)
  • Roedores

La incidencia de la rabia en España ha disminuido considerablemente gracias a los programas de vacunación de los animales domésticos y a la efectividad de la vacuna frente a la rabia.

La clínica que puede producir este virus se caracteriza por la aparición de enfermedad en tres fases.

  • Fase prodrómica: es una fase anodina e inespecífica, en la que pueden aparecer síntomas como anorexia, fiebre, malestar general o alteraciones en la vía digestiva (disfagia).
  • Fase de excitación aguda: se caracteriza por ansiedad, agitación e incluso crisis convulsivas.
  • Fase paralítica: en esta fase una vez superada la fase de nerviosismo aparecen los síntomas más graves debido a muerte neuronal. Los pacientes pueden sufrir hipoxias severas, arritmias cardiacas, hemiparesias e incluso coma.

El tratamiento se basa en los principios quirúrgicos básicos del cuidado de lesiones de tejidos blandos. Se debe hacer una limpieza y antisepsia inicialmente, a continuación si la herida lo requiere, desbridaremos la misma. No está indicado suturar la herida en ningún momento permitiendo una cura por segunda intención. Realizaremos profilaxis antitetánica y se valorará si es necesario poner profilaxis antirrábica. No hay que olvidar la necesidad de profilaxis antibiótica en este tipo de heridas. Se valorará la herida en un corto espacio de tiempo, ya que ante la aparición de infección (linfangitis, celulitis, edema) o alteración de la cápsula articular el paciente debe ser evaluado en un centro hospitalario.

Profilaxis antirrábica

Inmunización pasiva: gammaglobulina antirrábica humana. Dosis recomendada: 40 unidades internacionales (UI) por kilo. 50% de suero se debe emplear en infiltrar la herida y el resto se administra por vía intramuscular en los glúteos. No se debe emplear una vez iniciada la vacunación, pues interfiere con la inmunidad activa que produce esta.

Vacuna antirrábica: Hecha a partir de células diploides humanas en cultivo, más inmunógena, y menos tóxica que la del embrión de pato. Cuando se administra la vacuna sola son suficientes 14 dosis, si se hace simultáneamente a la gammaglobulina se requieren 21 dosis.

Mordeduras de serpientes

Las mordeduras de serpiente constituyen generalmente un problema médico grave, con una mortalidad anual mundial superior a cuarenta mil casos. La mayor incidencia se registra en países de clima tropical. En la india se da la mayor mortalidad con diez a veinte mil casos al año. En Estados Unidos hay alrededor de 45.000 mordeduras anuales producidas por serpientes, de las que unas 8.000 son infligidas por serpientes venenosas.

En Europa existen dos grupos de serpientes venenosas. Una es la familia de las víboras (Viperidae) y la otra la de las culebras (Colubridae).

Víboras

De las cinco especies que existen en el continente europeo, en España solo se encuentran tres de éstas que son la víbora áspid, víbora europea y víbora común. El veneno de las serpientes se produce en las glándulas salivares modificadas que se encuentran localizadas en el techo de la boca, a cada lado de la mandíbula. La inoculación del veneno se produce por una contracción de los músculos masticadores, con vaciado rápido de parte del contenido glandular. Este puede penetrar por vía cutáneo mucosa, intramuscular, intravenosa o incluso digestiva. El veneno es muy similar en las tres especies, con características proteolíticas (inflamación y necrosis local), anticoagulante (hemorragia local), hemolítico (hemólisis), y excepcionalmente neurotóxico.

Las mordeduras de serpiente pueden dar sintomatología local con dolor intenso irradiado a toda la extremidad donde se ha producido la mordedura, linfadenopatía local y dolorosa, edema de aparición inmediata que aumenta a las 24-72h (se puede clasificar en leve, moderado o severo si afecta más allá de la raíz del miembro y se puede difundir a abdomen o tórax). Finalmente se puede llegar a producir la necrosis de los tejidos en el punto de inoculación.

Con respecto a la clínica sistémica las manifestaciones pueden ser variables dependiendo del lugar de la inoculación y de la cantidad de veneno inoculada. En las primeras horas pueden aparecer nauseas y vómitos, dolor abdominal tipo cólico o diarrea. Más adelante y si el cuadro progresa observaremos alteraciones cardiovasculares (hipotensión y taquicardia) y también alteraciones neurológicas (desde cefaleas hasta crisis convulsivas).

Culebras

En España existen 10 especies de culebras, de las que solo tres son venenosas (Serpiente de Montpellier o bastarda, serpiente coagulla y culebra de agua). Característicamente la mordedura es en forma de U, esto es así porque los colmillos que inyectan el veneno están en la parte posterior del maxilar inferior y los animales no suelen utilizar estos colmillos a no ser que estén amenazados o los utilicen para cazar.

La característica principal del veneno de las culebras es su poder neurotóxico, produciendo sintomatología neurológica consistente en parestesias, anestesia o edema local. Raramente se observan efectos sistémicos.

Medidas terapéuticas

Las medidas generales que se deben adoptar son necesarias justo en el momento de la mordedura y se ha de trasladar al paciente hasta el centro médico más cercano para poder administrar el antídoto específico si procede. Dentro de las medidas a adoptar en el lugar del accidente se debe inmovilizar al paciente de cubito lateral preferiblemente para evitar el broncoespasmo si hay vómitos, se pueden realizar punciones perilesionales con una aguja estéril y se procederá a aplicar medidas de sostén hasta el traslado a un centro médico.

En el Servicio de urgencias, se debe garantizar la vía aérea, coger una vía venosa, realizar un electrocardiograma, cursar analítica de sangre, orina y pruebas de coagulación. Es importante vigilar y mantener una tensión constante, así como tener preparado la medicación necesaria para prevenir o tratar un shock anafiláctico. Además se realizará profilaxis antitetánica y antibioterapia intravenosa.

Antídoto especifico

En el caso de picaduras o mordeduras por víbora puede ser necesaria la utilización del suero antiofídico Pasteur. Es capaz de revertir la hipotensión y mejorar la sintomatología sistémica.

Indicaciones del antídoto antiofídico

INDICACIONES

DOSIFICACIÓN

Tumefacción local de más del 50% del miembro afectado, sin alteraciones sistémicas en las primeras 48h

Inyección de 10 ml localmente, subcutánea, y 10 ml de forma parenteral

Síntomas sistémicos

Síndrome confusional

Coma

Neurotoxicidad

Coagulación intravascular diseminada

Hemólisis

Rabdomiolisis

Hemorragia

Insuficiencia renal

Administración de 10 ml en el lugar de la mordedura de forma subcutánea, y 10 ml de forma parenteral

Hipotensión sistólica (menor de 80 mmHg) o disminución de la tensión arterial basal en más de 50 mmHg

En casos de shock la administración del suero será 10 ml localmente, subcutáneo y 50 ml en perfusión intravenosa

 

MORDEDURAS HUMANAS

Las mordeduras humanas son poco frecuentes aunque por la flora de la boca pueden ser potencialmente muy peligrosas. En primer lugar se debe hacer una valoración in situ de la profundidad de la herida, establecer el riesgo de infección e iniciar de forma rápida el procedimiento adecuado en estas situaciones para prevenir complicaciones y secuelas.

Las mordeduras humanas se pueden clasificar en tres tipos:

  • Genuina: El agresor clava sus dientes en la víctima pudiendo producir heridas por punción, desgarro o desprendimiento de tejidos.
  • Auto mordeduras: generalmente en lengua o labios, que suelen acontecer en caídas o crisis convulsivas
  • Lesiones por puñetazos, con abrasión y laceración de los nudillos y la mano.

El principal problema de estas heridas es la sobreinfección que puede aparecer después de una mordedura por humanos. Las infecciones más frecuentes son las producidas por los estafilococos, estreptococos anaerobios, bacilos fusiformes, y espiroquetas propios de la flora autóctona en la boca humana.

El tratamiento se basa en la cura local de la herida de la misma manera que las anteriores cumpliendo las normas generales ante cualquier herida producida por animales. Limpieza cuidadosa con agua y jabón antiséptico, revisar y examinar los daños producidos por la mordedura, desbridar la herida.

Ante cualquier herida de este tipo no suturaremos la herida en un primer momento, se debe dejar curar por segunda intención. Se recomienda empezar con tratamiento antibiótico (amoxicilina/ácido clavulánico).

En determinados casos y valorando la extensión de la herida, y la localización (pomulos, cara, etc)se puede realizar una sutura de la herida con cobertura antibiótica.

En todos los casos, es necesario un seguimiento de la herida por el riesgo de sufrir celulitis y gangrena, especialmente si se localiza en los dedos de manos o pies.

PICADURAS POR ANIMALES

Existen una serie de animales invertebrados que incluyen gran variedad de especies, clases y órdenes, que poseen en su interior sustancias nocivas para la especie humana. Estos animales poseen un aparato picador característico, a través del cual inoculan a sus víctimas estas sustancias nocivas.

La picadura se define como la introducción en la piel de un apéndice de una animal, cuyo fin es fundamentalmente defensivo. Las sustancias inyectadas son mezclas complejas de compuestos tóxicos y digestivos. En ocasiones, en caso de ataques masivos, pueden ser decenas o cientos de puntos de inoculación, como por ejemplo la agresión por parte de una panal de abejas o un enjambre de avispas.

La prevalencia de picaduras por artrópodos (nos referiremos a estos animales como principal fuente de animales que producen picaduras) en la población es sumamente elevada. Presentan un problema de salud pública no solo por la toxicidad de sus venenos y sino por la transmisión de otras enfermedades que pueden desencadenar en problemas de salud importantes.

Picaduras por himenópteros

Los himenópteros son artrópodos pertenecientes a la clase Insectae. En la península ibérica destacan por su interés toxicológico la abeja (Apis mellifera) y las tres especies de avispa: avispa común (Vespula vulgaris), avispa papelera (polistes), avispón (Vespa cabro) y el abejorro (Bombus agrogum).

Como todos los himenópteros, estos seres vivos presentan un aguijón en el último segmento de su abdomen que utilizan en caso de ser atacados o amenazados. Por lo general, la abeja y el abejorro son dóciles y sólo pican cuando se les molesta. Sin embargo la avispa puede atacar sin previo aviso.

La gravedad del cuadro depende del número de picaduras, exposición anterior, edad y estad generales del paciente. Las reacciones se pueden clasificar en:

Reacciones locales

Son las más frecuentes. La clínica producida se caracteriza por un dolor intenso en la zona de la picadura con formación de una máculo-pápula de unos 2 cm que suele ir cediendo en horas. Las picaduras que se localizan en cuello o faringe debe ser seguidas cuidadosamente ante la posibilidad de comprometer la vía aérea del paciente, caso de presentarse un edema importante.

Reacciones sistémicas

Tóxicas: Se tratan de reacciones generalizadas no inmunológicas originadas por gran cantidad de picaduras y veneno inoculado (picaduras múltiples por el ataque de un enjambre o colmena). La clínica está en función de la liberación en el torrente circulatorio de todas las sustancias nocivas para el cuerpo humano. Pueden aparecer desde nauseas y vómitos, cefalea, fiebre, espasmos musculares hasta edema y urticaria generalizada hasta depresión cardiaca, arritmias, hipotensión, fallo renal y muerte

Reacciones inmunológicas

Hipersensibilidad tipo I: se produce una reacción anafiláctica. La clínica comienza con prurito ocular y palmo plantar, enrojecimiento facial y urticaria generalizada o angioedema, al cabo de unos minutos puede aparecer tos seca, disnea por broncoespasmo y finalmente se puede llegar a shock, pérdida de conciencia y muerte.

Hipersensibilidad tipo III: esta reacción está mediada por inmunocomplejos que puede producir al cabo de una semana sintomatología local o visceral.

Hipersensibilidad tipo IV: Es la menos frecuente de todas, mediada por linfocitos T y se caracteriza por la aparición tardía de una reacción local inflamatoria generalmente grave sobre la picadura.

Tratamiento

En caso de las formas locales, y si es por picadura de abeja, se deberá intentar quitar el aguijón junto con la vesícula con unas pinzas para impedir la entrada de más veneno. Se deberá aplicar frio local para aliviar el prurito local, disminuir la inflamación y aliviar el dolor. En caso de urticaria aguda importante se pueden utilizar antihistamínicos tanto por vía oral como intravenosa.

Si por el contrario el paciente presenta una reacción anafiláctica se debe quitar el aguijón lo más pronto posible así como dar medidas de soporte vital hasta la llegada a un centro hospitalario capacitado para manejar estas situaciones.

Para personas que han presentado reacciones generalizadas graves, se aconseja la desensibilización paulatina con veneno de himenóptero.

Diagnóstico y tratamiento de las picaduras por insectos

TIPO

Características

TRATAMIENTO

local

Dolor

Eritema, edema, prurito, ampollas ocasionales.

Antipruriginosos

Bacteriostáticos locales

Tandas cortas de glucorticoides (prednisona, 20-40 mg/día 3 días)

Anafilaxia

Comienzo rápido

Leve: Angioedema local, prurito, eritema. Evolución imprevisible.

Grave: Broncoespasmo, angioedema cara, cuello, vías aéreas, hipotensión, colapso vascular

Leve: Adrenalina 1/1000 0,3-0,5 ml s.c (Puede repetirse si precisa)

Grave: Adrenalina 1/1000 5-10ml i.v. Líquidos, O2, vasopresores, posición de Trendelengurg.

El broncoespasmo puede tratarse con agonistas beta inhalados

Tardía: Jeringas precargadas con adrenalina. candidato a inmunoterapia.

 

Picaduras por artrópodos

Arañas

En la península ibérica abundan las arañas, y casi todas ellas poseen veneno, aunque sólo el de algunas especies es gravemente patógeno para el hombre.

Si se produce una mordedura, sea cual sea la especie, hay que prevenir ante todo, cualquier reacción alérgica, que puede desembocar en un choque anafiláctico muy desagradable y peligroso.

  • Loxosceles rufescens: Pertenece al género loxosceles, que provoca el cuadro clínico patológico más conocido como loxoscelismo. Una de las especies más representativas es la araña doméstica parda (L. reclusa), mide sobre unos 10-15 mm, de color pardo oscuro o canela claro. El loxoscelismo cutáneo se caracteriza por la aparición de una lesión local pruriginosa y progresivamente dolorosa, que evoluciona hacia dos posibles cuadros. Una forma edematosa con edema perilesional más benigna y otra forma necrótica más dolorosa y cruenta. El tratamiento recomendado para los casos de loxoscelismo es la aplicación de frio local, antihistamínicos intravenosos, corticoides sistémicos, antibióticos, cirugía precoz y ácido acetil salicílico si se presenta la forma visceral más grave.
  • Latrodectus tredecinguttatus (viuda negra): Perteneciente al género Lactrodectus puede causar el cuadro sistémico de latrodectismo. Este animal se denomina así por su color oscuro y porque devora al macho después de la cópula. Suele medir al igual que la araña doméstica parda sobre unos 10-15 mm y la hembra posee en el abdomen un mácula en forma de reloj de arena de color rojo-anaranjado. La especie genuina habita en América latina, existiendo especies en Europa, África del sur y Australia. El veneno es 15 veces más potente que el de la cobra. Tras la mordedura, que se siente como un pinchazo, se observa una zona equimótica apenas perceptible y normalmente se acompaña de un cuadro general consistente en una agitación psicomotriz, hiperhidrosis, sialorrea, rinorrea, epífora, oliguria, opresión torácica, espasmos musculares seguido de una rigidez muscular que puede llegar a la imposibilidad de la deambulación. En algunas ocasiones puede haber colapso cardiovascular con muerte del paciente, sobre todo si se trata de un niño o un anciano. El tratamiento se basa en medidas sintomáticas: reposo, analgésicos potentes, miorelajantes. La evolución es favorable en un 95% de los casos.
  • Lycosa tarentula: La tarántula es muy conocida en nuestro país y su mordedura aunque muy dolorosa suele ser leve. Se puede observar una pequeña zona necrótica superficial con afectación únicamente epidérmica que se resuelve con una descamación. Rara vez se sobreinfecta. El tratamiento se basa en medidas locales con analgesicos, antihistamínicos orales o parenterales junto con antibióterapia si existe sobreinfección.

Escorpiones

En España existen dos variedades, el escorpión doméstico (Euscorpios Italicus) y el escorpión campestre (Buthus occitanus). El veneno de estos artrópodos contiene hialuronidasa (similar efecto local que la abeja) que en el caso del escorpión doméstico puede producir linfangitis y edema. Con respecto al escorpión campestre, el veneno es neurotóxico provocando un dolor muy intenso en el lugar de la picadura que se puede irradiar a toda la extremidad. Normalmente las picaduras tienen una afectación local, sin embargo en niños o ancianos el veneno puede alcanzar el torrente circulatorio y provocar un cuadro sistémico más grave.

El tratamiento se basa en la aplicación de frio local en la zona de la picadura de forma inmediata. En ocasiones muy seleccionadas puede ser útil el uso del torniquete. Es fundamental la utilización de analgesia adecuada para controlar los cuadros de dolor tan intenso que pueden llegar a producir. Se recomienda el uso de antihistamínicos tanto de forma oral o intravenosa. Si existen alteraciones neurológicas se puede administrar gluconato cálcico intravenoso.

Tratamiento de las picaduras
de escorpión

Reposo en cama

Reducción del movimiento y otros estímulos al mínimo

Sedación suave

Analgesia convencional. No usar mórficos ya que pueden potenciar el efecto del veneno.

Antihistamínicos

Gluconato cálcico en caso de sintomatología neurológica acusada

Anafilaxia

Leve: Adrenalina 1/1000 0,3-0,5 ml s.c.

Grave: Adrenalina 1/1000 5-10 ml i.v. Líquidos i.v.

Oxígeno, vasopresores

Tratamiento de sostén y sintomático de los efectos cardiovasculares y del sistema nervioso central

Sueros específicos antiescorpión si existe intensa afectación sistémica (excepcional en Europa), o en caso de picadura de escorpiones exóticos.

 

Garrapatas

Las garrapatas son un grupo de arácnidos ectoparásitos que tienen gran importancia dentro del campo médico y veterinario. La gran mayoría de especies pueden picar al hombre, produciendo lesiones locales e incluso afectación sistémica con cuadros de parálisis generalizada.

La importancia de estos arácnidos radica en que son vectores de bacterias, virus o protozoos causantes de enfermedades en el hombre. Entre las enfermedades más frecuentes vehiculizadas por las garrapatas se encuentran la Enfermedad de Lyme, Tularemia, Fiebre de las Montañas Rocosas

La picadura por garrapata suele dejar una mancha roja en el lugar de la picadura y se puede observar dolores articulares asociados así como rigidez de cuello, dolor de cabeza, fiebre o inflamación de ganglios linfáticos.

En nuestro país es excepcional encontrarse cuadros de parálisis por picadura de garrapata. Tras la picadura, en los cuadros tóxico paralíticos, se observa un eritema crónico migratorio, acompañado de parestesias que evolucionan a una parálisis flácida ascendente con disfagia, trastornos de la visión y del habla.

Existen distintos métodos para la eliminación de la garrapata adherida a la piel del paciente. Se pueden utilizar insecticidas como piretrinas. también puede empaparse el artrópodo con cloroformo o petróleo. Otro método consiste en calvar en el caparazón de la garrapata un objeto punzante (por ejemplo una aguja intramuscular candente).

Picaduras por animales marítimos

Medusas

Las medusas pertenecen a la familia de los celenterados. Poseen unas espículas que al contactar con la piel, provocan lesiones lineales eritematosas, vesiculosas y hemorrágicas urentes y muy dolorosas. La información sobre las toxinas de las medusas es limitada, pero se conoce el riesgo de producción de anafilaxia, neurotoxicidad y posibilidad de necrosis local.

Estos animales ocupan grandes extensiones marítimas y suelen habitar en aguas calientes.

El tratamiento consiste en a la aplicación de alcohol o amoníaco en el lugar de la picadura. Además se debe proceder a la extracción de fragmentos de espículas si los hubiera en el lugar de la inoculación. Se debe completar el tratamiento con analgesia y corticoides según la gravedad del cuadro.

Rayas

Estos animales marinos suelen encontrarse enterrados en al arena marina. Las familias venenosas para el hombre son Dasyatidae y Myliobatidae. La picadura suele producir un dolor agudo punzante, que se extiende regionalmente al cabo de los minutos. Como todas las picaduras pueden aparecer síntomas generales como espasmos musculares y shock.

Tras la picadura se aconseja regar la herida con agua salada fría para producir vasoconstricción. Al igual que las medusas, se debe extraer los restos del animal de la picadura. También se introduciremos la extremidad afecta en agua caliente ya que el veneno es termolábil. Junto con estas medidas locales se debe administrar analgésicos potentes tanto orales como intravenosos si es necesario junto con miorelajantes y cobertura antibiótica.

BIBLIOGRAFÍA

 

Cáncer de pulmón

Resumen

En España, el número de fallecimientos debidos al cáncer de pulmón previstos para 2015 es de unos 22.400, de los que 18.500 corresponderán a varones y 3.900 a mujeres; es la primera causa de muerte por cáncer entre los varones y la tercera entre las mujeres. Es diagnosticado sobre todo en personas entre los 60 y los 65 años; menos del 15% lo son en menores de 30 años; hasta el 80% de los casos de cáncer de pulmón se detectan en etapas avanzadas, donde ya sólo es posible realizar tratamientos con quimioterapia o exclusivamente tratamientos de soporte. Tradicionalmente, los carcinomas de pulmón se dividen en dos grandes grupos, en función de la estirpe celular de donde provengan. Si se originan en las células del sistema neuroendocrino se llama cáncer de pulmón de células pequeñas o microcítico (CPM). Si el origen es el epitelio bronquial, bronquiolar o traqueal, conduce al cáncer de pulmón de células no pequeñas o no microcítico (CPNM). Esta distinción responde no sólo a criterios histológicos sino a un comportamiento clínico sustancialmente diferente entre ambas entidades. El tabaquismo activo es res­ponsable de hasta el 90% de los cánceres de pulmón que ocurren en la población masculina y del 60 al 80% de los que suceden en la femenina. La relación con el cáncer de pulmón está directamente ligada a la cuantía del consumo de tabaco. Por ello, el objetivo primario de la prevención es acabar con el tabaquismo, tanto activo como pasivo, y en el que la oficina de farmacia puede ejercer un papel particularmente relevante. Se revisan los tratamientos actuales y las formas de prevención y atención farmacéutica.

 

El cáncer no es propiamente una enfermedad, sino más bien un concepto genérico que engloba a diversos tipos de neoformaciones que pue­den aparecer en casi todos los tejidos del organismo; esto incluye a los carcinomas (originados en los epitelios), los sarcomas (tejido conectivo), gliomas (células de la glía del sistema nervioso central), leucemias y linfomas (tejidos he­matopoyéticos), etc. Todas esas neoformaciones comparten un compor­tamiento biológico común, aunque su aparición, incidencia, curso y factores asociados pueden variar sustancialmente. En términos generales, el cáncer implica un proceso de pérdida progresiva de los mecanismos fisiológicos de control sobre el crecimiento y la proliferación de las células, junto con la puesta en marcha de mecanismos de angiogénesis para garantizar la llegada de oxígeno y nutrientes a las nuevas células tumorales o neoplásicas, facilitando también una vía de esca­pe para el desarrollo de la invasión de tejidos próximos o distantes.

Durante la etapa de iniciación de la carcinogénesis es característica la alteración – mutación – de genes que tienen funciones críticas de control del crecimiento celular; estas mutaciones se van acumulando a lo largo del tiempo, provocando un desequilibrio de los sistemas de control de la proliferación y división celulares, hasta el punto de impedir la neutralización de las mutaciones oncogénicas y su sucesiva acumulación. Por otro lado, en el crecimiento y en la división celular participan dife­rentes procesos de señalización que, en condiciones fisiológicas normales, facilitan el equilibrio entre los estímulos que inducen el crecimiento celular y aquellos que lo inhiben; en consecuencia, la neoplasia aparece solo cuando este equilibrio se rompe a favor de un crecimiento desmesurado y desordenado (Cuéllar, 2015).

Aunque es relativamente común que las cadenas de los ácidos nucleicos experimenten alteraciones o lesiones, en el núcleo celular existe varios sistemas de reparación de dichas lesiones; sin embargo, estos sistemas no siempre son competentes y algunas de estas lesiones pueden llegar a ser tan relevantes como para hacer inviable la continuidad vital de la célula. En ese momento, se ponen en marcha un conjunto de mecanismos bioquímicos programados que acaban por destruir la célula en cuestión; se trata, por tanto, de un auténtico suicidio programado, denominado apoptosis. La importancia biológica de la apoptosis es extraordinaria, ya que este mecanismo de seguridad elimina las células muy defectuosas que impedirían o dificultarían gravemente el normal desarrollo y actuación de las restantes sanas (Koff, 2015). Sin embargo, no todas las lesiones del ADN son lo suficientemente importantes como para inducir la apoptosis celular.

Los agentes externos al propio organismo susceptibles de inducir directa o indirectamente la transformación tumoral de una célula sana son los denominados carcinógenos. Pueden ser productos químicos, microorganismos (especialmente virus, tanto ADN como ARN) y procesos físicos (especialmente radiaciones ionizantes y ultravioletas). Por su parte, los genes relacionados con la inducción de la trans­formación maligna y el crecimiento tumoral se deno­minaron oncogenes, que codifican la síntesis de proteínas que controlan la proliferación celular, el proceso de apoptosis o ambos. El proceso de activación de los oncogenes es muy variado: muta­ción, fusión génica, translocación o amplificación. Las mutaciones y translocaciones acostumbran a ocurrir en la etapa de iniciación o durante la etapa de promo­ción, mientras que la amplificación génica sucede habitualmente durante la etapa de promoción y progresión. Igualmente, los productos de los oncogenes son variados: factores de transcripción, remo­deladores de la cromatina, factores de crecimiento, receptores de factores de crecimiento y reguladores de la apoptosis.

Desde hace tiempo se viene reafirmando el papel fundamental de ciertas proteína cinasas en la proliferación celular tumoral, en particular aquellas cinasas que forman parte de los receptores de la familia ErbB, la cual está formada por varios receptores (Human Epidermic Receptor, HER), entre ellos el Receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR, también denominado HER-1, erbB1 o c-erbB). Las anomalías en el EGFR están involucradas en el complicado proceso de carcinogénesis, que incluye entre otras la proliferación celular incontrolada, la migración celular, invasión del estroma, angiogénesis y resistencia a la apoptosis. Los erbB están presentes en células de diversos tumores sólidos; en concreto, se detecta en el 40-80% de los cánceres no microcíticos de pulmón y, en particular, en el adenocarcinoma. Los ligandos específicos del EGFR son el propio EGF (Factor de Crecimiento Epidérmico) y otros péptidos relacionados con éste, entre los que cabe incluir el Factor de Crecimiento Transformante alfa (TGF-α) y la amfiregulina. Tanto el EGF como el TGF-α son capaces de desencadenar, tras su acción sobre el EGFR, una serie de eventos citoquímicos necesarios para continuar con el ciclo de división celular. En última instancia, las vías de señalización aberrantes del ErbB desencadenadas por mutaciones del receptor, por amplificación o por sobreexpresión de ligandos del receptor son las que contribuyen al comportamiento tumoral de las células implicadas, dando lugar a diferentes subtipos moleculares de cáncer de pulmón.

Las principales mutaciones que experimenta el EGFR y que se relacionan con el adenocarcinoma de pulmón consisten en deleciones en el exón del cromosoma 19 (Del-19) o en cambios puntuales en el codón 858 que determinan la sustitución de un aminoácido por otro, como la L858R en la que sustituye leucina por arginina en la posición 858 de la estructura proteica del EGFR, provocando una hiperactivación de éste (Mitsudomi, 2014).

Frente a lo que ocurre con los oncogenes, los genes supresores tumorales tienen como misión codificar proteínas que permiten controlar el crecimiento celu­lar ejerciendo su función mediante la regulación de la progresión del ciclo celular. Uno de los más citados es el gen p53, considerado como un actor central en la respuesta frente al daño en el DNA celular. El p53 es sobreexpresado (regulado al alza) y activado por el estrés genotóxico e induce un programa transcripcional con efectores que promueven la apoptosis, la detención del ciclo celular, la senescencia y la reparación del ADN. Durante las últimas tres décadas, se ha considerado al p53 como el único mecanismo importante de supresión tumoral, hasta el punto de ser denominado como guardián del genoma; sin embargo, esta consideración ha sido cuestionada recientemente y su papel parece ir perdiendo paulatinamente relevancia; con todo, la biología del p53 sigue siendo un elemento importante para la terapia del cáncer y la supresión tumoral (Speidel, 2015).

Epidemiología

Según la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (International Agency for Reasearch on Cancer, IARC), de la Organización Mundial de la Salud, la incidencia1 de cáncer ha ido creciendo los últimos años en prácticamente todos los países y, especialmente, en los industrializados, donde el número de nuevos casos se ha duplicado en las últimas dos décadas. Esto puede deberse a muchos y muy diversos motivos, aunque aparecen como especialmente relevantes el envejecimiento de la población y un diagnóstico más accesible y, por tanto, frecuente.

A nivel mundial, se prevé que para 2015 el número de nuevos casos de cáncer será de 15,2 millones, correspondiendo un 53,3% a varones y el restante 46,7% a mujeres (Tabla 1)2. En Europa se registra el 26% de todos los tumores, a pesar de que la población europea representa menos del 10% de la población mundial. En Europa, de los 3,9 millones de nuevos casos previstos para 2015, 2,1 (53%) corresponden a varones y 1,8 a mujeres (47%).

Tabla 1. Número de nuevos casos de cáncer previstos para 2015

 

Pulmón

TOTAL CÁNCER

ESPAÑA

28.324 (12,5%)

227.076 (100%)

Varones

23.119 (17,0%)

135.954 (100%)

Mujeres

5.205 (5,7%)

91.122 (100%)

EUROPA

470.466 (12,1%)

3.877.124(100%)

Varones

338.983 (16,4%)

2.066.261 (100%)

Mujeres

131.483 (7,3%)

1.810.863 (100%)

MUNDO

1.987.909 (13,1%)

15.206.036 (100%)

Varones

1.356.530 (16,8%)

8.057.665 (100%)

Mujeres

631.379 (8,8%)

7.148.371 (100%)

 

Por lo que respecta a España, el número de nuevos casos de cáncer previstos para 2015 es de unos 227 mil, 136 mil en varones (60%) y 91 mil en mujeres (40%). Los tumores más comunes globalmente en España son el colorrectal (15,0%), próstata (13,0%), pulmón (12,5%) y mama (11,6%); considerando específicamente cada género, el orden de prelación es próstata (21,8%), pulmón (17,0%), colorrectal (15,0%) y vejiga (9,0%) en los varones; por su parte, la prelación prevista de nuevos casos de cáncer en mujeres para 2015 es de mama (28,8%), colorrectal (15,0%), cuerpo uterino (5,9%) y pulmón (5,7%).

En cuanto el número de muertes asociadas al cáncer, se estima que en 2015 será de 8,9 millones a nivel mundial, correspondiendo 5,1 a varones (57%) y 3,8 a mujeres (43%, Tabla 2). En Europa se registra el 23% de todos los tumores a escala mundial (mientras que supone apenas el 10% de la población mundial), donde se prevén 1,1 millones de fallecimientos por este motivo entre los varones (56%) y 890 mil entre las mujeres (44%).

Tabla 2. Mortalidad por cáncer prevista para 2015

 

PULMÓN

TOTAL CÁNCER

ESPAÑA

22.368 (20,6%)

108.390 (100%)

Varones

18.481 (27,5%)

67.129 (100%)

Mujeres

3.887 (9,4%)

41.261 (100%)

EUROPA

407.619 (20,1%)

2.026.026 (100%)

Varones

297.919 (26,2%)

1.136.393 (100%)

Mujeres

109.700 (12,3%)

889.633 (100%)

MUNDO

1.732.185 (19,5%)

8.885.195 (100%)

Varones

1.200.478 (23,7%)

5.062.808 (100%)

Mujeres

531.707 (13,9%)

3.822.387 (100%)

 

En España, el número de fallecimientos debidos al cáncer previstos para 2015 es de unos 108 mil, 67 mil en varones (62%) y 41 mil en mujeres (38%). Los tumores que más fallecimientos provocaron en los varones españoles son los de pulmón (27,5%), colorrectal (13,7%), próstata (8,6%), vejiga (6,4%) y estómago (5,2%); por lo que respecta a las mujeres, los más mortales fueron los de mama (15,5%), colorrectal (15,2%), pulmón (9,4%), estómago (5,2%) y ovario (4,8%).

El cáncer de pulmón es diagnosticado sobre todo en personas entre los 60 y los 65 años; menos del 15% lo son en menores de 30 años. La asociación entre cáncer de pulmón y tabaquismo determina que la mayor incidencia se produzca entre los varones, que históricamente se han asociado más comúnmente con el tabaquismo, aunque la prevalencia del cáncer de pulmón (aparición de nuevos casos por año) va convergiendo paulatinamente entre ambos sexos a medida que se igualan las tasas de fumadores. En este sentido, la prevalencia relativa de varones: mujeres de cáncer de pulmón es de 4,4:1 en España, frente a 2,6:1 en Europa y 2,1:1 a nivel mundial. Por lo que se refiere a la tasa de mortalidad por cáncer de pulmón, el perfil es similar, siendo de 4,8:1 en España, de 2,7:1 en Europa y de 2,3:1 globalmente en el mundo.

Aspectos clínicos

Hasta el 80% de los casos de cáncer de pulmón se detectan en etapas avanzadas, donde ya sólo es posible realizar tratamientos con quimioterapia o exclusivamente tratamientos de soporte. Por ello, el pronóstico general es desfavorable, con unas tasas globales de supervivencia a un año de aproximadamente un 30%, que son del 10-11% a los cinco años. No se ha podido demostrar ningún factor responsable de la susceptibilidad genética, aunque cada día existe más evidencia de la participación de factores genéticos y otros biomarcadores de susceptibilidad en la predisposición al cáncer de pulmón (Cuéllar, 2014).

Aunque existen otros tipos de cáncer de pulmón (sarcomas, carcinoides, etc.), la inmensa mayoría de los casos de cáncer de pulmón corresponde a carcinomas, es decir, tumores malignos que nacen de células epiteliales. Tradicionalmente, los carcinomas de pulmón se dividen en dos grandes grupos, en función de la estirpe celular de donde provengan. Si se originan en las células del sistema neuroendocrino se llama cáncer de pulmón de células pequeñas o microcítico (CPM). Si el origen es el epitelio bronquial, bronquiolar o traqueal, conduce al cáncer de pulmón de células no pequeñas o no microcítico (CPNM). Esta distinción responde no sólo a criterios histológicos sino a un comportamiento clínico sustancialmente diferente entre ambas entidades. En raras ocasiones los cánceres de pulmón tienen características de los dos tipos celulares; estos cánceres se conocen como cánceres mixtos de células pequeñas/grandes (Juárez, 2011).

El carcinoma indiferenciado de células pequeñas o microcítico (CPM) es el tumor pulmonar de crecimiento más rápido y de aparición de metástasis más precoces, aunque solo supone el 15-20% de todos los casos de cáncer de pulmón. Por su parte, dentro del cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) o de células no pequeñas se pueden definir cuatro variantes, que acumulan prácticamente el 80-85% de todos los cánceres pulmonares:

  • Carcinoma epidermoide o de células escamosas: es el más frecuente (30-35% de todos los cánceres de pulmón) y se localiza preferentemente en los bronquios principales, segmentarios o subsegmentarios. Es el más claramente relacionado con el consumo de tabaco. Comienza cerca de un bronquio central. Comúnmente hay necrosis y cavitación en el centro del tumor. Aquellos tumores de células escamosas bien diferenciadas a menudo crecen más lentamente que los otros tipos de cáncer pulmonar.
  • Adenocarcinomas: representan otro 30% de los carcinomas de pulmón y es característica la presencia de mucosustancias. Se suelen originar en el tejido pulmonar periférico y, aunque la mayoría de los casos de adenocarcinoma de pulmón están asociados al hábito de fumar cigarrillos, sin embargo entre aquellos que nunca han fumado en sus vidas o dejaron de fumar hace varias décadas, es la forma más frecuente de cáncer de pulmón. Uno de los subtipos de adenocarcinomas, el carcinoma bronquioloalveolar (3%), se ve con más frecuencia entre mujeres que nunca han fumado y generalmente muestra grandes diferencias interindividuales en las respuestas a los tratamientos. Otros adenocarcinomas pulmonares son el carcinoma adenoescamoso, el adenocarcinoma papilar, el carcinoma mucoepidermoide y el carcinoma adenoide quístico.
  • Los carcinomas de células grandes representan un 10-15% de todos los cánceres de pulmón; son tumores que crecen con rapidez cerca de la superficie del pulmón. A menudo son células pobremente diferenciadas y tienden a metastatizar pronto.
  • El carcinoma de células gigantes y estrelladas supone menos del 1% de todas las formas de cáncer de pulmón.

La estadificación del cáncer de pulmón (de I a IV) permite enfocar adecuadamente y comparar los resultados del tratamiento. Como se aprecia en la tabla 3, combina tres criterios básicos, como ocurre en otros tumores sólidos: tamaño del tumor primario (T), afectación de ganglios linfáticos regionales (N) y existencia de metástasis a distancia (M).

Tabla 3. Estadificación del cáncer de pulmón

 

T

N0

N1

N2

N3

Tumor ≤ 2 cm en su mayor diámetro

T1a

IA

IIA

IIIA

IIIB

Tumor > 2 cm pero ≤ 3 cm en su mayor diámetro

T1b

IA

IIA

IIIA

IIIB

Tumor > 3 cm pero ≤ 5 cm en su mayor diámetro

T2a

IB

IIA

IIIA

IIIB

Tumor >5 cm pero ≤ 7 cm en su mayor diámetro

T2b

IIA

IIB

IIIA

IIIB

Tumor > 7 cm o de cualquier tamaño que invada directamente cualquiera de las siguientes estructuras: pared torácica, diafragma, nervio frénico, pleura mediastínica, pericardio parietal; o un tumor a menos de 2 cm de la carina principal pero sin invadirla; o asociado a atelectasia o neumonitis obstructiva del pulmón entero o existencia de nódulo(s) del tumor primario, en su mismo lóbulo

T3

IIB

IIIA

IIIA

IIIB

Tumor de cualquier tamaño que invade cualquiera de las siguientes estructuras: mediastino, corazón, grandes vasos, tráquea, nervio recurrente laríngeo, esófago, cuerpo vertebral, carina; o existencia de nódulo(s) tumorale(s) separado(s) del tumor primario, en un lóbulo diferente del pulmón homolateral

T4

IIIA

IIIA

IIIB

IIIB

Existencia de nódulo(s) tumorale(s) separado(s) del tumor primario, en un lóbulo del pulmón contralateral; tumor con nódulos pleurales o derrame pleural (o pericárdico) maligno

M1a

IV

IV

IV

IV

Existen metástasis a distancia

M1b

IV

IV

IV

IV

N: afectación ganglionar; N0: sin afectación ganglionar; N1: metástasis en los ganglios peribronquiales y/o hilares ipsilaterales, incluyendo la extensión directa; N2: metástasis en los ganglios mediastínicos ipsilaterales y/o subcarinales; N3: metástasis en los ganglios mediastínicos contralaterales, escalénicos o supraclaviculares (ipsi/contralaterales); T: tamaño

 

Entre los síntomas iniciales relacionados con el tu­mor primario se encuentran la tos (presente en el 45- 75% de los casos), la expectoración, que con cierta frecuencia (25-35%) contiene sangre (hemoptisis), y el dolor torácico (25-50%), sobre todo en los casos en los que existe invasión del mediastino. La disnea es muy frecuente (40-60%) y otros síntomas, como la pérdida de peso (20-70%), pueden apreciarse tanto en casos de enfermedad localizada como extendida.

En el cáncer localmente avanzado pueden encon­trarse las siguientes alteraciones: a) ronquera, indicati­va de la invasión del nervio laríngeo izquierdo recurren­te, que discurre por la parte inferior del arco aórtico; b) parálisis del nervio frénico, que recorre el pericardio y provoca la elevación del hemidiafragma, sobre todo en el lado izquierdo; c) disfagia, por compresión del esófago; d) estridor, debido a un estrechamiento de la tráquea, ya sea por invasión tumoral directa o por parálisis de ambas cuerdas vocales; e) derrame pleu­ral (15% de los casos); f) derrame pericárdico (5-10%); g) síndrome de vena cava superior, que se produce por compresión de la misma por adenopatías para­traqueales derechas o invasión directa por el propio tumor; h) síndrome de Pancoast, que provoca dolor en el hombro y en la pared torácica superior, como consecuencia de un tumor localizado en el ápex pul­monar que invade estructuras adyacentes; i) síndrome de Horner (que se caracteriza por la tríada de ptosis, miosis y anhidrosis) por afectación del ganglio supe­rior cervical; y j) linfangitis carcinomatosa, que indica una invasión del parénquima pulmonar por las propias células tumorales a través de las vías linfáticas (Juárez, 2011).

Las manifestaciones clínicas asociadas a la existen­cia de metástasis a distancia dependen de los órganos diana que estén afectados. En este sentido, las localizaciones en las que más frecuentemente metastatiza el cáncer de pulmón son el cerebro – sobre todo el ­tipo microcítico –, los huesos – principalmente el tipo no microcítico – en los que el síntoma más importante es el dolor, el hígado – astenia y pérdida de peso –, las glándu­las suprarrenales – síndrome de Cushing paraneoplásico – y la piel.

Los síndromes paraneoplásicos son un conjunto de manifestaciones sistémicas que se asocian a diversas enfermedades malignas – entre ellas, la de pulmón – y que son provoca­dos por sustancias biológicamente activas, producidas por el propio tumor o en respuesta a éste; en algunas ocasiones, de hecho, suponen la primera manifestación de un tumor primario pulmonar. Entre ellos se encuentra el síndrome de Cushing (exceso de hor­mona adrenocorticotropa, ACTH, producida de forma ectópica), el síndrome carcinoide (debido a una secreción excesiva de serotonina), la secreción inadecuada de la hormona antidiurética ADH (producida de forma ectópica y se acompa­ña de hiponatremia) y la hipercalcemia (ligada principalmente a los procesos líticos metastásico óseos).

Factores implicados y prevención

El cáncer se ha asociado a determinados factores y circunstancias. Algunos de ellos – como la edad o el sexo de las personas – son imposibles de modificar, pero otros muchos sí pueden ser evitados. Por otro lado, aunque es obvio que determinadas formas de cáncer están directamente ligadas al sexo – mama, próstata, útero, ovario, testículos, etc. –, también pueden observarse diferentes incidencias de otros tipos tumorales según el sexo. Por ejemplo, el número de casos de cáncer de pulmón previstos para 2015 son 4,4 veces más elevado entre los varones que entre las mujeres en España, mientras que las correspondientes proporciones para el cáncer de estómago y el colorrectal son de 1,7 y 1,5. Obviamente, esto tiene que ver con los hábitos establecidos y ciertos roles sexuales; por ejemplo, el tabaquismo es más común entre los varones que entre las mujeres, aunque actualmente esta diferencia está disminuyendo rápidamente en España, lo que está modificando la tasa de cáncer de pulmón entre las mujeres. En este sentido, el número de nuevos casos de cáncer de pulmón en 2012 entre las mujeres fue de 4.935, mientras que se prevén 5.205 en 2015 (+5,5%), mientras que las previsiones sugieren una disminución de 23.119 a 21.780 casos en los varones (-5,8%). Aunque se ha sugerido que existen ciertas diferencias fisiológicas ligadas al sexo en algunos procesos de destoxificación, es improbable que estas solas den cuenta de toda la magnitud de las diferencias observadas.

Los factores relacionados con lo que se ha dado en llamar estilo de vida son evitables y, en general, mucho más relevantes que la edad, el sexo u otros factores no modificables. Se trata de un conjunto de circunstancias que se asocian con el consumo de determinados productos o con la realización – o la carencia – de determinadas actividades. Sin duda alguna, el tabaquismo (incluyendo el pasivo) y la dieta alimentaria son los más relevantes, habiéndose estimado que entre ambos podrían responsabilizarse hasta de un 60% de todas las muertes inducidas por cáncer.

Tabaquismo

A estas alturas nadie debería alegar desconocimiento sobre la relación entre tabaquismo y cáncer, en especial de pulmón. En el humo del tabaco se han identificado alrededor de 4.000 agentes químicos, de los que al menos 50 son carcinógenos conocidos, todos ellos procedentes de la combustión del tabaco y, en su caso, del papel.

Se ha valorado el efecto del consumo de cigarrillos con bajos o muy bajos contenidos de alquitrán sobre el riesgo de mortalidad por cáncer de pulmón en los fumadores, en un seguimiento longitudinal de seis años en el que participaron 364.239 hombres y 576.535 mujeres. Los cigarrillos fueron clasificados como de contenido de alquitrán muy bajo (=7 mg), bajo (8-14 mg), medio (15-21 mg) y alto (=22 mg).

Tomando como población de referencia los fumadores de cigarrillos con filtro y niveles medios de alquitrán, los fumadores de marcas de cigarrillos sin filtro y con altos contenidos de alquitrán presentan un riesgo relativo de 1,44 (IC95% 1,20 a 1,73) y 1,64 (IC95% 1,26 a 2,15) en hombres y mujeres, respectivamente, constituyendo el grupo de mayores riesgos. Comparados con los fumadores de cigarrillos con niveles medios de alquitrán, no se observan diferencias en los riesgos de los fumadores de marcas de cigarrillos con niveles bajos: 1,02 (IC95% 0,90 a 1,16) en hombres y 0,95 (IC95% 0,82 a 1,11) en mujeres, o muy bajos: 1,17 (IC95% 0,95 a 1,45) en hombres y 0,98 (IC95% 0,80 a 1,21) en mujeres. En definitiva, el incremento del riesgo de cáncer de pulmón en los fumadores es similar para los consumidores de marcas con filtro y contenidos de alquitrán medios, bajos o muy bajos. Este incremento es incluso mayor en hombres y mujeres que fuman cigarrillos sin filtro y con niveles de alquitrán altos (Portillo, 2015).

Por ejemplo, los fumadores que consumen entre 1 y 14 cigarri­llos al día tienen hasta 8 veces mayor riesgo de pade­cer un cáncer de pulmón a lo largo de su vida; si el consumo es superior de 25 cigarrillos/día el riesgo aumenta hasta 25 veces. Tras 10 años de haber dejado de fumar, el riesgo de aparición de un cáncer bronco­pulmonar desciende en un 50% y casi en un 90% tras haber transcurrido 15 años, si bien algunas personas pueden desarrollarlo incluso transcurridos más años.

En cuanto al tabaquismo pa­sivo, se ha sugerido que 1 de cada 4 casos de cáncer de pulmón diagnosticados en individuos no fumado­res puede atribuirse a este factor (Albert, 2003). Además, al igual que existen estudios que relacionan la intensidad y la duración de la exposición al humo del tabaco con el desarrollo de cáncer de pulmón en fumadores acti­vos (Samet, 2004), también los hay en el caso del tabaquismo pa­sivo. También en este caso se ha comprobado que las personas que han dejado de estar expuestas de forma pasiva al humo del tabaco, presentan una dis­minución progresiva del riesgo de padecer un cáncer de pulmón.

Además de las neoplasias de pul­món, el tabaquismo se ha asociado a un incremento de la incidencia de cáncer de orofaringe, laringe, esófago, estómago, páncreas, riñón, vejiga urinaria e hígado, así como de diversas formas de leucemia.

Aunque dentro de una misma población, la relación entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón (y otras formas de cáncer) es indiscutible, las comparaciones entre poblaciones diversas resultan un tanto confusas cuando se comparan exclusivamente las tasas de tabaquismo y la mortalidad por cáncer de pulmón, sin considerar otros aspectos relevantes como las diferencias étnicas o raciales (ligadas fundamentalmente a la genética), los hábitos de vida (alimentación, actividad laboral y física, salubridad, etc.), el medio (clima, distribución demográfica, asistencia sanitaria, etc.), etc. De hecho, algunos países con bajas tasas relativas de tabaquismo entre la población, muestran sin embargo elevados niveles de mortalidad por cáncer de pulmón.

La Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (Organization for Economic Cooperation and Development; OECD, 2013), ha realizado un estudio determinando el cociente entre porcentaje de población fumadora y tasa de mortalidad por cáncer de pulmón estandarizada por edad y por 100.000 habitantes. Los resultados muestran que algunos de los países con menores tasas de tabaquismo presentan elevadas tasas de mortalidad por cáncer de pulmón, como Estados Unidos (5,6) con una tasa de tabaquismo del 14,8% o Islandia (5,1) con un 14,3%. Por el contrario, algunos países con altas tasas de tabaquismo muestran un baja correlación con la mortalidad por cáncer de pulmón, como Chile (1,0) con una 29,8% de población fumadora, Japón (2,2) con un 20,1% o Francia (2,2) con un 23,3%. Esto pone de relieve que, aunque el tabaquismo es un evidente factor de riesgo, no es el único relevante.

El sexo parece afectar de forma significativa al riesgo de cáncer de pulmón asociado al tabaquismo. Eso es al menos lo que parece traducirse de algunos estudios epidemiológicos (Siegfried, 2007). En Estados Unidos, el cociente entre la mortalidad asociada al cáncer de pulmón en varones y mujeres fumadoras es de 2,1, mientras que el cociente correspondiente a los no fumadores es de 1,3; es decir, el sexo femenino (posiblemente, el componente estrogénico) parece ejercer un cierto efecto protector frente al cáncer de pulmón, que resulta particularmente manifiesto entre las fumadoras. Cifras similares se han obtenido en Corea del Sur, con tasas varones/mujeres de 3,3 entre los fumadores y de 1,7 entre los no fumadores. En todos ellos, no obstante se apreció un manifiesto incremento de la mortalidad por cáncer de pulmón asociado al tabaquismo: 22,1 veces mayor en varones fumadores que los varones no fumadores en Estados Unidos y 4,4 veces en Corea del Sur, frente a 13,5 (EEUU) y 2,3 (Corea) veces en las mujeres fumadores y no fumadoras, respectivamente.

Por si no fuera suficiente la incuestionable evidencia de los nefastos efectos del tabaquismo en términos de incremento de la prevalencia y mortalidad por cáncer (en especial, de pulmón), existen otros numerosos motivos para actuar enérgicamente en la erradicación del tabaquismo; se trata de los trastornos cardiovasculares y respiratorios asociados al mismo.

Un reciente meta-análisis de los datos procedentes de 25 cohortes que participan en el consorcio CHANCES ha permitido investigar el impacto del consumo de tabaco y del abandono del mismo sobre la mortalidad cardiovascular, la incidencia de eventos coronarios agudos y de accidentes cerebrovasculares en personas de 60 años o más (Mons, 2015). En total, 503.905 participantes de 60 años o más fueron incluidos en este estudio, de los cuales 37.952 murieron a causa de enfermedades cardiovasculares. El meta-análisis de los datos estimó que el riesgo de muerte cardiovascular aumenta al doble (+107%) por el tabaquismo (RR=2,07; IC95% 1,82 a 2,36) para los fumadores actuales y en un 37% (RR=1,37; IC95% 1,25 a 1,49) para los ex fumadores, en comparación con los no fumadores.

El exceso de riesgo en los fumadores aumenta con el consumo de cigarrillos de una manera directamente proporcional y disminuye también de forma proporcional cuanto mayor es el tiempo que ha transcurrido desde que se ha dejado de fumar por parte de los ex fumadores. Aunque las estimaciones de riesgo relativo para los eventos coronarios agudos y para los accidentes cerebrovasculares fueron algo inferiores a los de la mortalidad cardiovascular, los patrones fueron similares. En definitiva, este estudio viene a corroborar y ampliar la evidencia de estudios previos que muestran que el tabaquismo es un factor independiente de riesgo de eventos cardiovasculares y de la mortalidad, incluso en la edad avanzada, acortando la vida – en términos de mortalidad cardiovascular – en más de cinco años, y la demostración de que dejar de fumar en estos grupos de edad es beneficioso en la reducción del riesgo.

Otro reciente estudio prospectivo de cohorte ha analizado las características y el pronóstico de fumadores y no fumadores con asma (Çolak, 2015). El estudio incluyó a 94.079 individuos con edades comprendidas entre los 20 y los 100 años, procedentes de los registros de la ciudad de Copenhague (Dinamarca), entre los cuales un 6% padecía asma. Entre estos pacientes asmáticos, un 40% nunca había fumado, un 43% eran exfumadores y el 17% restante continuaban siendo fumadores.

En comparación con los no fumadores sin asma, las personas con asma tenían más síntomas respiratorios y limitación del flujo aéreo y niveles más altos de biomarcadores inflamatorios y alérgicos, que eran más pronunciados en los fumadores. Entre las personas con asma en comparación con los no fumadores sin asma, la tasa de riesgo para las exacerbaciones de asma fueron de 11 (IC95% 5,8 a 22) en los no fumadores, de 13 (IC95% 6,2 a 29) en los exfumadores y de 18 (IC95% 8,2 a 39 en los fumadores. Por su parte, los valores correspondientes para las exacerbaciones de la EPOC fueron de 8,9 (IC95% 2,1 a 38), de 23 (IC95% 8,8 a 58) y de 36 (IC95% 12 a 105); las correspondientes tasas de riesgo para neumonías fueron de 1,5 (IC95% 0,9 a 2,2), de 1,6 (IC95% 1,0 a 2,4) y de 2,4 (IC95% 2,4 a 3,7). Para el cáncer de pulmón fueron de 0,6 (IC95% 0,1 a 5,1), de 4,0 (IC95% 1,3 a 12) y 13 (IC95% 4,3 a 41); para la enfermedad isquémica coronaria fueron de 1,2 (IC95% 0,9 a 1,6), 1,5 (IC95% 1,2 a 2,0) y 2,0 (IC95% 1,4 a 2,9); para el accidente cerebrovascular isquémico de 1,4 (IC95% 0,9 a 2,1), de 1,2 (IC95% 0,8 a 1,9) y de 3,0 (IC95% 1,7 a 5,3). En definitiva, el riesgo de muerte por cualquier causa fue, comparativamente, de 0,9 (IC95% 0,6 a 1,3), de 1,5 (IC95% 1,1 a 2,0) y de 2,7 (IC95% 1,9 a 3,7).

Factores ocupacionales

Entre los grupos laborales con más riesgo de padecer un cáncer de pulmón cabe destacar a los trabajadores de la construcción, la minería, la hostelería, los astilleros, la agricultura, las fundiciones de metales, las industrias químicas y la fabricación de automóviles. De hecho, se ha confirmado un efecto sinérgico en­tre el consumo de tabaco y la exposición a otros factores ambientales como el arsénico, el asbesto o el radón para el cáncer broncopulmonar; también con el alcohol, en el cáncer de la cavidad oral, la faringe, la laringe y el esófago; y con el virus del papiloma en el caso del cáncer de cérvix. No obstante, también se ha sugerido la exis­tencia de factores protectores como, por ejemplo, la dieta rica en frutas y verduras, por sus propiedades an­tioxidantes y antiproliferativas. Sin embargo, aún no se dispone de datos firmes que avalen claramente esta relación (WHO, 2005).

Prevención y detección precoz

Por el momento, no existe ninguna prueba de cribado de cáncer de pulmón que disminuya efectivamente la mortalidad ni aumente la proporción de curaciones, por lo que no se recomienda actualmente realizar un programa de cribado general para el cáncer de pulmón, salvo que se realice selectivamente en fumadores; para ello, de todas las pruebas disponibles, las de imagen son las más adecuadas para este objetivo y, en particular, la tomografía axial computarizada (TAC) es la que ofrece mayor sensibilidad y especificidad. No obstante, debe tenerse presente que esta prueba supone exposición a la radiación ionizante (Fernández, 2009).

Tratamiento

¿Cómo se mide la eficacia de un tratamiento oncológico?

La eficacia de los tratamientos oncológicos se mide mediante la determinación de diversas variables. Unas son similares a las utilizadas en otras patologías, como la tasa de respuesta completa o parcial (porcentaje de pacientes que experimentan la desaparición o una reducción sustancial predeterminada de la masa tumoral o del recuento porcentual de células neoplásicas, generalmente del 50% o del 75%); en otros, especialmente en estadios cancerosos avanzados o terminales (estadios III-IV), se utilizan variables específicas considerando que no se podrá obtener la curación del cuadro canceroso. Por ello, en estos casos, los aspectos que el tratamiento puede mejorar consisten en que el paciente viva más tiempo, mejorando su expectativa de vida, o que permanezca más tiempo sin que su enfermedad progrese, mejorando con ello su nivel de bienestar o calidad de vida.

Dado que aumentar la supervivencia suele ser, en general, el aspecto más relevante, la variable primaria utilizada habitualmente en los ensayos clínicos con agentes anticancerosos es la supervivencia global (SG), definida como el tiempo transcurrido desde el inicio del tratamiento hasta la muerte del paciente (por cualquier causa). Es ésta una variable de resultado clínico robusta (es decir, muy representativa de la utilidad terapéutica real), pues indica la esperanza de vida desde el inicio del tratamiento; sin embargo, supone que en los ensayos clínicos es preciso esperar hasta que toda la cohorte de pacientes estudiada – o una amplia mayoría – fallezca, lo que retrasa el final del estudio y ello impide la rápida comercialización y, en consecuencia, el potencial beneficio en otros pacientes. Por dicho motivo, se vienen utilizando las variables subrogadas3 o las intermedias y, en particular, la supervivencia libre de progresión (SLP). Ésta se define como el tiempo transcurrido desde el inicio del tratamiento hasta que se constata que la enfermedad progresa (incremento de la masa tumoral, aparición o agudización de síntomas, etc.) o la muerte del paciente (cualquiera que sea su causa), lo que suceda antes. Esta variable presenta la ventaja de requerir menos tiempo para el desarrollo del estudio y, por tanto, una más temprana disponibilidad del nuevo fármaco, en el caso de que éste produzca resultados claramente favorables.

Un grupo de investigadores (Lakdawalla, 2015) ha evaluado los beneficios de la utilización de la supervivencia global (SG) o de la supervivencia libre de progresión (SLP) en el campo de los ensayos clínicos en el tratamiento del cáncer de pulmón de células no pequeñas. Para ello estimaron lo que denominan como valor social incremental, una variable compleja que está formada por el retraso entre publicar los resultados del estudio con valores de SG o de SLP, la diferencia entre el coste del éxito y el fracaso en el caso que la SLP se correlaciones o no con una mayor SG y el valor de cada mes de supervivencia del paciente. El significado de esta variable es que si su valor es superior a 0, un acceso precoz sería eficiente desde una perspectiva social, mientras que si es inferior, el acceso rápido mostraría ineficiencia. Habitualmente, el valor monetario asociado a un tratamiento se estima mediante el producto de los años de vida ganados por el valor de un año de vida, que es el que la sociedad está dispuesta a pagar por obtener un año de vida. Por otra parte, evaluaron si en los ensayos clínicos publicados existe una correlación entre incremento de la SLP y de la SG, hallando la misma en el 71% de los estudios: media de 1,25 meses incrementales de SG; en el caso de incremento de 3 meses de la SLP se observó un aumento de 2,85 meses de la SG.

Los resultados del estudio mostraron que el acceso rápido de los nuevos tratamientos, con cualquier valor incremental de SLP se asocia con un coste social incremental de más de 170.000 $/mes por cada paciente tratado. Sin embargo, si el beneficio de la SLP está entre 1 y 3,5 meses, el valor social incremental es mayor de 73.000 $. En definitiva, en función del incremento de la SLP, el valor social incremental será mayor. Así, si no hay incremento de la SLP, el valor social incremental es negativo, mostrando ineficiencia cualquier adelanto de la entrada del fármaco sin esperar a observar si la SG aumenta; para valores de 1 o 2 meses de incremento de la SLP, sólo si el valor estadístico de un año de vida es igual o superior a 200.000 $, habrá eficiencia; finalmente, si el aumento de la SLP es de 3 meses, el acceso precoz será eficiente para cualquier valor monetario de un año de vida.

Cáncer de pulmón no microcítico (CPNM)

El tratamiento indicado en los estadios precoces (estadios I y II) del cáncer de pulmón no microcítico es la resección quirúrgica, sin haberse demostrado ningún beneficio significativo con el tratamiento quimioterápico adyuvante. Sin embargo, más del 65% de los casos son diagnosticados cuando ya se encuentran en fases más avanzadas (IIIB y IV). Los estadios IIIA, caracterizados por presentar afectación ganglionar mediastínica limitada, son susceptibles de tratamiento quirúrgico tras la administración de un tratamiento previo adyuvante de quimioterapia, con lo que se ha mejorado la supervivencia de la resección aislada.

En los estadios IIIB tradicionalmente el tratamiento estándar es la asociación de quimioterapia y radioterapia, considerándose tradicionalmente irresecables quirúrgicamente. Sin embargo, son cada vez más los estudios que incluyen a determinados pacientes en este estadio (sin derrame pleural ni afectación ganglionar extensa) para recibir tratamiento preoperatorio quimio y radioterápico o quimioterápico solo, y en caso de buenas respuestas podrían pasar a ser resecables. Con todo, prácticamente ningún paciente en fase IIIB o IV llega a curarse, por lo que el objetivo del tratamiento es, por el momento, solo paliativo. A pesar de ello, la introducción de los complejos de platino supuso un significativo incremento de los tiempos de supervivencia y de la calidad de vida de estos pacientes.

Es importante tener en cuenta que la afectación lin­fática determina un peor pronóstico. La supervivencia se va reduciendo de forma significativa según avanza la evolución del tumor y oscila entre cinco años para un estadio inicial (IA) y menos de seis meses para un estadio final (IV). Por otra parte, si se atiende al grado de diferenciación celular, los tumores que contienen células más inma­duras son los que tienen un peor pronóstico. Globalmente, en torno al 20% de los pacientes con cáncer no microcítico de pulmón siguen vivos a los cinco años del diagnóstico.

El tratamiento quimioterápico estándar de primera línea para el CPNM consiste en la monoterapia con complejos de platino, fundamentalmente cisplatino, carboplatino y oxaliplatino. Ofrecen tasas de respuesta objetiva del 15-35%, con medianas de 3-6 meses para la supervivencia libre de progresión tumoral y de 8-12 meses para la supervivencia global. En caso de progresión, la segunda línea estándar de quimioterapia del CPNM avanzado consiste en monoterapia con taxanos como el paclitaxel y el docetaxel, o con pemetrexed, con tasas de respuesta objetiva de menos del 10% y medianas de 3 meses para la supervivencia libre de progresión tumoral y de 8 meses para la supervivencia global. Otros fármacos antineoplásicos utilizados en segunda línea son la gemcitabina y la vinorelbina.

Habida cuenta del papel central de los complejos de platino en la primera línea del tratamiento del CPNM, la elección del agente específico es relevante tanto desde la perspectiva de la eficacia como de la seguridad de la quimioterapia con carboplatino comparada con la quimioterapia con cisplatino, ambas en combinación con un fármaco de tercera generación. En este sentido, se ha realizado una amplia revisión incluyendo a diez ensayos que totalizaban con 5017 pacientes, sin que se registrasen diferencias entre ambos en la supervivencia general (cociente de riesgos instantáneo, CRI=1,00; IC95% 0,51 a 1,97), ni en la tasa de supervivencia al año (CRI=0,98; IC95% 0,88 a 1,09). El cisplatino causó más náuseas o vómitos, o ambos (CRI=0,46; IC95% 0,32 a 0,67) y el carboplatino causó más trombocitopenia (CRI=2,00; IC95% 1,37 a 2,91) y neurotoxicidad (CRI=1,55; IC95% 1,06 a 2,27). No hubo diferencias en la incidencia de anemia grave, neutropenia, ni toxicidad renal (de Castria, 2013).

Las tirosina cinasas se han convertido en dianas farmacológicas de primera línea en multitud de tipos de cáncer e incluso en otras indicaciones terapéuticas no cancerosas. Los inhibidores potentes (en términos de actividad y afinidad), selectivos e irreversibles de determinadas proteína cinasas ligadas al receptor del EFG (EGFR) se han erigido como tratamientos de referencia en monoterapia de adultos con cáncer de pulmón no microcítico localmente avanzado o metastásico, con mutaciones activadoras del EGFR.

Actualmente hay varios inhibidores de tirosina cinasas (Tyrosine Kinase Inhibitors, TKI) autorizados para esta indicación; se trata del afatinib, del erlotinib y del gefitinib. Las correspondientes tasas objetivas de respuesta son, en pacientes sin selección de mutaciones oncogénicas, bastante discretas (tasas de respuesta objetiva menores del 10% y medianas de poco más de dos meses para la supervivencia libre de progresión tumoral y de 7 meses para la supervivencia global). Sin embargo, cuando se emplean como primera línea en pacientes seleccionados con mutación sensibilizadora en el dominio de la tirosina cinasa del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR+) y con la ausencia de mutaciones K-RAS, se han conseguido tasas de respuesta objetiva por encima del 50% y una supervivencia libre de progresión tumoral de 9-13 meses.

La determinación de la mutación genética oncogénica ha demostrado ser determinante para optimizar la respuesta terapéutica a los TKI en los pacientes con cáncer de pulmón no microcítico. Así, por ejemplo, el afatinib es capaz de retrasar globalmente la progresión tumoral en estos pacientes, en comparación con la quimioterapia estándar, en una mediana de 5,5 meses; pero los pacientes con genotipo tumoral Del-19 responden mejor (diferencia de 8 meses) que aquellos con mutación L858R (diferencia de 3,3 meses), aunque en el caso de otras mutaciones las diferencias son menos consistentes (Sequist, 2013).

En términos indirectamente comparativos, los datos clínicos de afatinib frente a los registrados con erlotinib y gefitinib (EMA, 2013) en tratamiento de primera línea, indican que la supervivencia libre de progresión tumoral es de 11,1 meses con afatibib vs. 9,5 con gefitinib (G) y 9,7 con erlotinib, con porcentajes a los 12 meses del 50% (47-56), 38% y 40%, respectivamente; la supervivencia global (teniendo en cuenta que los valores disponibles para afantinib son aún incompletos) son de 26 meses (22,1-28,1), frente a 21,6 con genitinib y 19,3 con erlotinib. No obstante, las comparaciones indirectas (a partir de estudios clínicos diferentes) solo pueden tener un carácter meramente orientativo.

Basado en estas mismas comparaciones indirectas, el perfil toxicológico de los TKI utilizados en esta indicación es superponible y fundamentalmente de tipo digestivo y dermatológico, lo que es congruente con su potente e irreversible efecto inhibitorio sobre las cinasas asociadas al EGFR, de gran relevancia en la regulación de los epitelios. Los eventos adversos asociados al tratamiento con frecuentes y relativamente graves; entre ellos, los más relevantes y de mayor gravedad son diarrea, alteraciones en las uñas, estomatitis, exantema, anorexia, vómitos, fatiga, dermatitis acneiforme y náusea.

En definitiva, no se aprecian diferencias sustanciales en términos de utilidad clínica entre los inhibidores de tirosina cinasas (TKI) actualmente comercializados o incluso la quimioterapia estándar, lo que viene a reafirmar el papel que, al menos por el momento, se suele reservar a la mayoría de los TKI: retrasar la progresión tumoral y mejorar la calidad de vida de los pacientes, más que incrementar la duración total de la vida de estos. En este sentido, las mutaciones específicas del EGFR (o de otras cinasas asociadas a receptores) parecen constituir biomarcadores predictivos del beneficio terapéutico de los TKI (al menos en términos de retraso de la progresión tumoral), lo que justifica la necesidad de determinar el genotipo tumoral previamente al uso de estos fármacos en cáncer de pulmón no microcítico y, posiblemente, en otras indicaciones donde se emplean (Lee, 2013).

Además de los anteriores, está comercializado otro TKI para el cáncer de pulmón no microcítico, el crizotinib, aunque en este caso la indicación difiere al tratarse de cuadros con marcador positivo para la cinasa del linfoma anaplásico (ALK) previamente tratados. Con este fármaco, se han obtenido tasas de respuesta objetiva tumoral del 53% al 65%, una supervivencia sin progresión tumoral que va de 7,7 a 9,2 meses y una supervivencia global estimada entre 20,3 y 29,6 meses, similares a los obtenidos con la quimioterapia de referencia (pemetrexed o docetaxel). Es interesante, en cualquier caso, considerar que el crizotinib mejoró la supervivencia sin progresión tumoral en relación a la quimioterapia de referencia (7,7 vs. 3,0 meses) y la tasa de respuesta objetiva (65 vs. 20%). El crizotinib parece ser algo más tóxico que la quimioterapia de referencia, al menos en segunda línea de tratamiento (tras fracasar la terapia con complejos de platino), particularmente en lo que se refiere a toxicidad hepática, pulmonar, cardiaca y digestiva; por el contrario, aparenta ser menos tóxico a nivel hematológico (Cuéllar, 2014b).

Como en el caso de las mutaciones sensibilizadoras en el dominio de la tirosina cinasa del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR+), la presencia de una traslocación en el gen que codifica la cinasa asociada al linfoma anaplásico (ALK) ha sido identificada como un marcador biológico potencialmente útil para el tratamiento selectivo de determinados inhibidores de tirosina cinasas, como es el caso del crizotinib. De hecho, la translocación genética que implica la ALK ocurre en el 2-5% de todos los casos de cáncer de pulmón no microcítico y predominantemente en personas jóvenes (menores de 50 años) con adenocarcinomas y no fumadoras (Gridelli, 2014). Están en desarrollo otros muchos inhibidores específicos de cinasas procedentes de genes mutados, como ROS, c-Met, FGFR, mTOR, IGFR, y RET (Alamgeer, 2013).

El cetuximab es un anticuerpo monoclonal quimérico cuya diana específica es el receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), al que se une con una afinidad 5-10 veces superior a la de los ligandos endógenos. Por consiguiente, el cetuximab bloquea la unión de los ligandos endógenos al EGFR, lo que provoca la inhibición de la función del receptor y su internalización, lo que puede conllevar una disminución de la presencia de los receptores en la superficie celular (downregulation). Asimismo, dirige a las células efectoras inmunitarias citotóxicas hacia las células tumorales que expresan EGFR (citotoxicidad mediada por células dependiente de anticuerpo, ADCC). En una amplia revisión (Yang, 2014), que incluyó a 2018 pacientes, provenientes de cuatro ensayos clínico, se encontró que la adición de cetuximab al tratamiento quimioterápico estándar, prolongó el tiempo de supervivencia de los pacientes con cáncer avanzado de pulmón de células no pequeñas en alrededor de 1,5 meses y postergó la progresión del cáncer en alrededor de 0,5 mes. Un año después del tratamiento, el 45% de los pacientes que recibieron tratamiento estándar más cetuximab y el 40% de los pacientes que recibieron tratamiento estándar solo todavía estaban vivos; sin embargo, los efectos del cetuximab en la calidad de vida de los pacientes fueron dudosos. De hecho, esta indicación no está aceptada en la Unión Europea.

Cáncer de pulmón microcítico (CPM)

El principal factor determinante de la supervivencia en este tipo histológico de cáncer de pulmón es el estado de diseminación del tumor en el momento del diagnóstico. La media de supervivencia de la en­fermedad limitada al tórax es de 15-20 meses, con un 10 al 13% de supervivencia a los 5 años. En con­traposición, la supervivencia media en el caso de la enfermedad diseminada es de 8 a 13 meses, con un 1 al 2% de supervivencia a los 5 años. Otros factores asociados a la disminución del tiempo de superviven­cia son el empeoramiento clínico rápido y la pérdida de peso (Sculier, 2008). El problema que presentan los pacientes con CPM es que, en el momento del diagnóstico, la mayoría de ellos presenta ya un estadio diseminado de la enfer­medad.

En el caso de la enfermedad limitada, el tratamien­to consiste en una combinación de quimioterapia y radioterapia. En este sentido, se ha de­mostrado que la adición de la radioterapia aumenta la supervivencia frente al empleo de quimioterapia sola. No suele recurrirse a la cirugía en estos enfermos, a no ser que se trate de una lesión localizada que no se acompañe de adenopatías ni de metástasis a distan­cia, lo que resulta muy poco frecuente.

En el estadio diseminado del CPM, el tratamiento inicial consiste en la administración de quimioterapia aislada. El empleo de radioterapia profiláctica cere­bral, una medida usada tanto en el estadio limitado como en el caso de la enfermedad diseminada, dismi­nuye la incidencia de metástasis cerebrales y consigue prolongar la supervivencia.

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Tanto los pacientes con enfermedad localizada como diseminada son candidatos a recibir quimioterapia como primera opción terapéutica. Son tumores muy sensibles, tanto a la quimioterapia como a la radiote­rapia. En cuanto a la quimioterapia, la eficacia de la asociación de 2, 3 o 4 fármacos se ha mostrado supe­rior a la monoterapia con cualquiera de ellos.

Entre los agentes quimioterápicos activos más usa­dos en cáncer microcítico de pulmón se encuentran las combinaciones de cisplatino con vinorelbina, gemcitabina, docetaxel, etopósido o pemetrexed; también se utilizan combinaciones de carboplatino con paclitaxel, ocasionalmente con bavacizumab. En monoterapia se han utilizado docetaxel, vinorelbina, gemcitabina y topotecán. En general, los regímenes de quimioterapia que incluyen platino en combinación con otros fármacos presentan mayor efectividad que los que no lo incluyen, evidenciándose una disminución de la mortalidad de entre 6 y 12 meses, según el tipo de combinación (Juárez, 2011).

Tratamientos complementarios

Como ya se ha indicado, el propio tu­mor pulmonar puede provocar síntomas por afectación de estruc­turas adyacentes, lo que obliga a adoptar medidas correctoras o paliativas específicas.

La radioterapia paliativa puede usarse para el con­trol de la disnea, la tos, la hemoptisis, el dolor crónico y las atelectasias por compresión. En algunos casos de hemoptisis severa, puede ser necesario recurrir a un tratamiento endobronquial, e incluso a la emboliza­ción o la cirugía. En este sentido, se utilizan en las vías aéreas principales a través del broncoscopio, láser, braquiterapia, crioterapia o stents endobronquiales. Si existen metástasis en el sistema nervioso central, puede recu­rrirse a la radioterapia. También se utilizan en este caso los corticoides sistémicos o, incluso, la radiocirugía en pacientes con metástasis aisladas, siempre que exista un buen control del tumor primario pulmonar. Para el control de la tos, pue­den pautarse opiáceos, de forma coherente con el manejo del dolor.

Aunque ya muchos datos clínicos aislados apuntaban a un interesante papel terapéutico a la quimioterapia prequirúrgica en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico resecable, no se disponía hasta ahora de un estudio sistemático de dichos datos que confirmasen sólidamente esta opción terapéutica. Por este motivo, se ha llevado a cabo un meta-análisis sobre ensayos clínicos controlados y aleatorizados, realizados desde 1965 sobre esta materia (NSCLC, 2014). En este sentido, se seleccionaron un total de 15 ensayos (2.385 pacientes), cuyo meta-análisis encontró un beneficio significativo de la quimioterapia prequirúrgica sobre la supervivencia, con una reducción del 13% del riesgo relativo de muerte (RR=0,87; IC95% 0,78 a 0,95; p= 0,007). Esto supone una mejora de la supervivencia al cabo de cinco años, en términos absolutos, de 5 puntos porcentuales, pasando de un 40% a un 45%. No se observaron diferencias sustanciales en la supervivencia entre los diferentes regímenes o protocolos quimioterápicos, número de fármacos antineoplásicos utilizados, empleo de complejos de platino o utilización complementaria de radioterapia. Tampoco se observaron diferencias en función de la edad, sexo, grado de funcionalismo, histología tumoral o grado clínico. La supervivencia sin recurrencia tumoral y el tiempo medio transcurrido hasta la recurrencia tumoral distal fueron mejoradas significativamente (RR= 0,69; IC95% 0,58 a 0,82; p<0,001), aunque la mayoría de los pacientes incluidos en el análisis se encontraban en estadio IB-IIIA. No obstante, los resultados relativos al tiempo medio hasta recurrencia locorregional (RR= 0,88; IC95% 0,73 a 1,07; p= 0,20), aunque mostraron una clara tendencia estadística, no alcanzaron en nivel estándar de significación.

La radioterapia estereotáxica corporal (Stereotactic Body Radiation Therapy, SBRT) es una técnica de radioterapia externa que, a través de un sistema de coordenadas tridimensionales independientes del paciente, permite una precisa localización de la lesión. La radioterapia se administra en forma de haces de radiación altamente conformados y convergentes sobre la lesión que hacen posible la administración de dosis muy altas de radioterapia, sin incrementar la irradiación de los órganos o estructuras sanas adyacentes. En estudios de casos controles que compararon la SBRT vs. radioterapia convencional en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico no operables, la supervivencia global a los dos años fue 72% con SBRT vs. 48% con radioterapia convencional, y 71% SBRT vs. 42% radioterapia convencional, a tres años. En estudios de casos y controles apareados con SBRT vs. pacientes sometidos a cirugía (lobectomía y/o resección en cuña) no se observaron diferencias significativas en la supervivencia global (al año y a los tres años) entre ambas técnicas (Ubago, 2012).

El papel del farmacéutico

Participación en la prevención del cáncer de pulmón

Ya se ha comentado de forma detenida en este informe la ampliamente documentada y estrecha relación entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón, así como con otras formas de cáncer, y los riesgos cardiovasculares y respiratorios. Baste recordar, en este sentido, que el tabaquismo activo es res­ponsable de hasta el 90% de los cánceres de pulmón que ocurren en la población masculina y del 60-80% de los que suceden en la femenina. Además se ha asociado a un incremento de la incidencia de cáncer de orofaringe, laringe, esófago, estómago, páncreas, riñón, vejiga urinaria e hígado, así como de diversas formas de leucemia. Por otro lado, el tabaquismo es un factor independiente de riesgo de eventos cardiovasculares y de la mortalidad, incluso en la edad avanzada, acortando la vida – en términos de mortalidad cardiovascular – en más de cinco años; igualmente, en comparación con los no fumadores sin asma, las personas con asma tienen más síntomas respiratorios, más limitación del flujo aéreo y niveles más altos de biomarcadores inflamatorios y alérgicos si son fumadoras.

La OMS define como fumador a todo individuo que fume a diario durante el último mes, al menos un cigarrillo. La situación se agrava con el paso del tiempo, ya que el individuo fumador desarrolla tolerancia y, habitualmente incrementa el número de cigarrillos que consume con el paso del tiempo. Se considera no fumador al individuo que jamás ha fumado, y ex-fumador a aquella que se mantiene al menos 12 meses sin fumar.

Según la última Encuesta Nacional de Salud (MSSSI, 2012), en España fuma de forma continuada el 24,0% de la población ≥15 años (el 27,6% de los varones y el 20,2% de las mujeres), porcentajes a los que hay que añadir otro 3,0% adicional de fumadores ocasionales (3,5/2,6%). Otro 19,6% (26,8/12,7%) es ex-fumadora, mientras que nunca ha fumado el 53,5% (41,9/61,5%).

Seis años antes (2006), los correspondientes porcentajes mostrados en la Encuesta eran del 26,4% de la población mayor de 15 años que fuma de forma continuada (el 31,6% de los varones y el 21,5% de las mujeres), más un 3,1% adicional de fumadores ocasionales (3,8/2,4%), tanto que el 20,5% (28,1/13,2%) era ex-fumadora y nunca había fumado el 50,0% (36,5/62,9%). En resumen, la tasa de global del fumadores continuos se ha reducido en estos seis años en 2,4 puntos porcentuales (24,0 vs. 26,4%), que en el caso de los varones supone una reducción de 4 puntos (27,5 vs. 31,6%) mientras que en el de las mujeres solo ha supuesto 1,3 puntos de caída (20,2 vs. 21,5%).

Actualmente, el mayor porcentaje de fumadores españoles se sitúa entre los 25 y los 54 años, con el 30,6-32,2%, correspondiendo el 32,8-35,7% a los varones y el 28,3-30,0% a las mujeres. La edad media de inicio es a los 17,2 años, siendo más precoz en los varones (16,7) que en las mujeres (17,9). Un 23,7% de los fumadores actuales (23,6% varones y 23,9% mujeres) han expresado su intención de abandonar el tabaquismo en los próximos seis meses. Sin embargo, un 70,0% (68,6/71,8%) nunca ha hecho ningún intento de acabar con este hábito y un 23,4% (23,8/22,8%) lo ha intentado solo una o dos veces; por el contrario, un 2,6% (3,1/2,1%) lo ha intentado cinco o más veces.

En cuanto a los exfumadores españoles, aproximadamente la mitad (48,6%; 44,0% varones y 57,7% mujeres) dejó el tabaquismo hace menos de diez años, principalmente por considerarlo un riesgo para su salud (35,9%; 36,8/34,2%), pero también por las molestias que experimentaban cotidianamente (26,3%; 29,1/20,7%) o por consejo médico (13,9%; 17,1/7,6%); otros motivos fueron el embarazo, percepción de una reducción del rendimiento físico y/o psíquico, etc. (41,1%; 36,0/51,1%). Es decir, la motivación para dejar de fumar es extraordinariamente diversa y varía sustancialmente entre varones y mujeres.

Resulta preocupante comprobar, siempre de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud 2012, que el 95,8% (96,3/94,8%) de las personas que desean dejar de fumar no consultan con ningún profesional sanitario para ello y, de hecho, un 93,2% (93,4/92,8%) de las personas que consiguieron su objetivo lo hicieron sin ninguna ayuda.

El consumo de tabaco produce rápidamente dependencia tanto física como psíquica. De ello es responsable fundamen­talmente la nicotina, cuya capacidad adictiva ha sido comparada con la de la heroína, hasta el punto de que bastan tres semanas de consumo continuado para provocar un cuadro de abstinen­cia, caracterizado por trastornos del estado de ánimo (generalmente, depresión), insomnio, irritabilidad, ansiedad y, frecuentemente, bradicardia y aumento del apetito. El síndrome es provocado por el cese repentino del consumo de nicotina y su intensidad depen­de en buena manera del nivel de consumo de tabaco (se considera que éste es intenso a partir de 25 cigarrillos/día).

Lo ideal sería que los fumadores abandonasen el hábito antes de los 50 años, ya que esto reduciría a la mitad de riesgo de muerte en los siguientes 15 años, en relación a aquellos que continúan fumando. No obstante, también los ancianos fumadores pueden obtener beneficios con el abandono del tabaquismo, aunque sean menores cuanto más tarde se produce el cese del hábito.

Los síntomas relacionados con la existencia de enfermedad péptica, cardiopatía isquémica y enfermedad vascular periférica, mejoran al dejar de fumar, independientemente de la edad. A los 30 minutos de haber consumido el último cigarrillo, se normaliza la frecuencia cardiaca y la ligera elevación de la presión arterial; se produce una elevación de la temperatura de las partes acras (manos y pies), que retorna a la normalidad. Varios meses sin fumar consiguen un incremento en las concentraciones de HDL colesterol, lo que se halla claramente relacionado con una disminución de la progresión de la placa de ateroma. A los cinco años de abstinencia, el riesgo de infarto agudo de miocardio del exfumador es similar al del individuo que nunca fumó. El riesgo de ictus disminuye conforme se incrementa el tiempo de abandono del tabaquismo, equiparándose en cuanto a riesgo a un no fumador, a los 10 años de la desaparición del hábito.

Por todas estas razones, facilitar el abandono del tabaquismo constituye una de las intervenciones sanitarias preventivas más necesarias y con un mayor coste–efectividad. La intervención clave es la detección de los fumadores, la valoración de la disponibilidad para el abandono y la oferta de ayuda a aquellos que deseen dejar de fumar. En este sentido, las oficinas de farmacia españolas ofrecen una oportunidad extraordinaria de divulgar y actuar en este sentido: más de dos millones de personas pasan cada día por las 22.000 farmacias españolas.

El tratamiento de deshabituación del tabaquismo tiene dos partes complementarias, una psicológica y otra farmacológica, siendo la primera tan importante como la propia desintoxi­cación química; en no pocos pacientes se hace preciso recurrir a técnicas específicas de psicoterapia, que deben ser desarrolladas por profesionales especializados. La dificultad para abandonar el hábito del tabaco se ilustra fácilmente por el hecho de que es el que tiene peor índice de eficacia entre los tratamientos de deshabituación de drogas de abuso, como alcohol, opiáceos, cocaína, etc. La principal dificultad toxicológica que experimenta el fumador que quiere abandonar el hábito es la aparición de un síndrome de abstinencia de la nicotina al poco tiempo de suspender el consumo de tabaco. Baste tener en cuenta que no hay ninguna droga o sustancia de abuso que requiera ser administrada con tanta frecuencia como la nicotina, tal es su capacidad adictiva. Sin embargo, esto no es lo único que condiciona la persistencia del tabaquismo; la condición de hábito social (compartido, público, con publicidad comercial, ligado a condicionante psicológicos, como el sentido de liberación de estados represivos, etc.) produce un efecto reforzante que dificulta notablemente la deshabituación.

Desde el punto de vista psicológico, el acto de dejar de fumar es un proceso motivacional en el tiempo, en el que se pueden distinguir varias fases o estados:

  • Precontemplación. Fumador consecuente. No se contempla la posibilidad del abandono.
  • Contemplación. Se considera la posibilidad de dejar el hábito. Se es consciente de los inconvenientes, pero aún no se decide a hacerlo.
  • Preparación. Esta claramente decidido, percibiendo que los riesgos superan con creces a los beneficios. Está decidido a abandonar el tabaco.
  • Acción. Contempla el periodo transcurrido desde el primer día sin tabaco hasta que los seis primeros meses después. Es la más compleja de las fases ya que supone un permanente esfuerzo para evitar recaídas.
  • Mantenimiento. A partir de los seis meses sin tabaco, se considera que el cambio se ha producido, pero es frecuente que antes de conseguir el éxito, se produzcan varias recaídas.

Para diseñar un plan para dejar de fumar es importante analizar cuáles son los motivos que impulsan al paciente a consumir tabaco y su postura ante el hecho de abandonar este hábito; es importante una convicción absoluta para que el tratamiento sea eficaz. También es importante informar con rigor – pero sin excesivo alarmismo – sobre los riesgos del tabaquismo, insistiendo tanto en las ventajas de su abandono como en las consecuencias negativas de su mantenimiento. También debe implicarse a otras personas próximas, en especial a la pareja, en el proceso de deshabituación.

Frecuentemente, el aumento de peso es una preocupación, por lo que debe recomendarse una dieta equilibrada, con reducción del consumo de grasas. La ganancia de peso durante los seis meses primeros varía mucho (0,5 a 5 kg), pero a medida que progresa la deshabituación (6-12 meses), el peso se va normalizando hasta recuperar el valor previo. En cualquier caso, este aumento temporal no supone un riesgo para la salud, si se le compara con el riesgo de morbilidad y mortalidad prematura por el uso continuado del tabaco. Por otro lado, algunos fumadores usan, sin saberlo, el tabaco para combatir estados depresivos. Por esta razón, se les debe recomendar un asesoramiento médico especializado.

El tratamiento farmacológico específicamente indicado en las terapias de deshabituación tabáquica se basa en desensibilizar el sistema nervioso frente a los efectos de la nicotina. Para ello, se recurre a la sustitución gradual de la nicotina existente en el tabaco, reduciendo la cantidad total aportada, facilitando un proceso progresivo de deshabituación y reduciendo asimismo el impacto del síndrome de abstinencia. La terapia sustitutiva de nicotina permite reducir el síndrome de abstinencia y consigue hacer desaparecer los comportamientos sensoriales placenteros asociados. Se deben usar en fumadores con dependencia moderada o alta, y siempre que estén debidamente motivados para el abandono del hábito. No se recomienda en fumadores de menos de 10 cigarrillos/día o equivalente.

Los chicles (Nicokern®, Nicorette®) y los comprimidos para chupar (Niquitin®) están dosificados para aportar algo más de la mitad de la nicotina procedente del consumo de un cigarrillo. Su objetivo básico es anular la necesidad aislada de un cigarrillo, más que su utilización de forma continua, estimándose que reducen en un 30% los síntomas de abstinencia. También se dispone de un aerosol bucal que aporta 1 mg de nicotina con cada pulsación (Nicorette®).

Por su parte, los parches (Nicorette®, Nicotinell®, Niquitin®) varían en la concentración y velocidad de absorción de la nicotina según el fabricante y generalmente se utilizan de forma complementaria con los chicles. Se estima que el 10% de la nicotina alcanza la sangre una vez desprendido el parche. Su función, a diferencia de las formas orales, es mantener un nivel constante en sangre de nicotina – aunque bajo – que reduzca el estado general de ansiedad ligado a la abstinencia.

En cuanto a la eficacia a largo plazo (por encima de un año de abstinencia), los porcentajes están en torno al 15-25% con los parches de nicotina (eventualmente apoyados con chicles), frente a menos del 10% con placebo. No se han demostrado diferencias significativas en función de la vía de administración, así como tampoco entre el uso de parches durante 16 horas frente a 24 horas, ni entre las pautas de chicles de manera reglada o “ad libitum”. Tratamientos de 8 semanas de duración son tan eficaces como los de 16 semanas; y no es necesario reducir paulatinamente las dosis. En lo referente a la dosis de nicotina administrada, a mayor dosis se observa una mayor disminución de los síntomas a corto plazo, de hecho los chicles de 4 mg son más eficaces que los de 2 mg en fumadores altamente dependientes, pero no existen evidencias que aconsejen el uso de más de 21 mg/día en lo referente a los parches.

No obstante, la utilización de parches de nicotina en mujeres embarazadas no parece reducir significativamente los niveles de cesación del tabaquismo ni incrementan el peso de los recién nacidos, a pesar de ajustar la dosis individualmente. Un reciente ensayo clínico multicéntrico, aleatorizado, doblemente ciego y controlado con placebo (Berlin, 2014), ha estudiado el empleo de parches de nicotina aplicados durante 16 h diarias en 476 mujeres embarazadas fumadoras (al menos cinco cigarrillos al día), entre las semanas 12 y 20 de la gestación ajustando la dosis de nicotina a los niveles salivares de cotinina, con el fin de proporcionar una tasa de sustitución de la nicotina del 100%.

Al final del estudio, la tasa de abstinencia completa entre las usuarias de los parches con nicotina fue del 5,5% vs. 5,1% entre las usuarias del parche con placebo (OR= 1,08; CI95% 0,45 a 2,60). El tiempo medio hasta el primer cigarrillo fumado tras haber conseguido el objetivo (no fumar) fue de 15 días tanto con el parche con nicotina como con placebo, y tampoco el nivel de cumplimiento de la colocación de los parches difirió entre ambos grupos (85% con nicotina, 83% con placebo). Por lo que respecta a los niños nacidos de las mujeres embarazadas incluidas en el estudio, su peso medio tampoco presentó diferencias significativas (p=0,41) entre las tratadas con parches de nicotina (3,065 kg) y con placebo (3,015 kg), pero la presión sanguínea diastólica fue significativamente mayor entre las usuarias de los parches de nicotina, así como la frecuencia de eventos adversos leves (principalmente, irritación cutánea).

El bupropión (Zyntabac®) es un antidepresivo, inhibidor de la recaptación de dopamina y serotonina, lo que permite el mantenimiento de mayores niveles dopaminérgicos en el sistema límbico, asegurando la estimulación de las áreas de respuesta, en ausencia de nicotina. Se debe utilizar en sujetos con elevada motivación y alta dependencia de la nicotina. La primera semana el paciente puede seguir fumando, pero se debe fijar una fecha de abandono del tabaco dentro de las dos primeras semanas de tratamiento. La duración total del mismo no debe superar las 9 semanas.

El efecto adverso más relevante – aunque infrecuente – asociado al tratamiento con bupropión es la posible aparición de convulsiones, que aparece con una incidencia de aproximadamente 1 de cada 1000 pacientes tratados, mayoritariamente en pacientes que presentaban uno o más factores de riesgo para el desarrollo de un episodio convulsivo. Esto fue motivo de una comunicación de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS)4 ajustando la pauta de administración diaria a 150 mg durante seis días, pudiendo aumentarse esa dosis a partir del séptimo día a un máximo de 300 mg repartidos en 2 tomas de 150mg, debiendo transcurrir como mínimo 8 horas entre dosis sucesivas. Además, a las contraindicaciones que figuraban anteriormente (hipersensibilidad al producto, pacientes con trastorno convulsivo actual o previo, diagnóstico actual o previo de bulimia o anorexia nerviosa, cirrosis hepática, diagnóstico actual o previo de enfermedad maniaco-depresiva, tratamiento concomitante con antidepresivos IMAO), se añadieron como contraindicaciones absolutas a los pacientes con tumor en el Sistema Nervioso Central o que estén en proceso de deshabituación alcohólica o de retirada de benzodiazepinas.

Todo paciente susceptible de ser tratado con bupropión debe ser evaluado previamente para descartar posibles factores de riesgo que predispongan a la aparición de convulsiones. Si a pesar de todo, se decide iniciar el tratamiento en un paciente con factores de riesgo identificados (insuficiencia renal o hepática, diabetes mellitus tratada con hipoglucemiantes o insulina, uso de estimulantes o productos anorexígenos, uso excesivo de alcohol), no se sobrepasará la dosis de 150 mg al día durante toda la duración de la terapia. Además, la administración concomitante de medicamentos que disminuyen el umbral convulsivo supone un factor de riesgo para la aparición de convulsiones. Entre estos medicamentos se encuentran los antipsicóticos, antidepresivos, teofilina, esteroides sistémicos, antimaláricos, tramadol, antibióticos quinolónicos, antihistamínicos sedantes.

Por su parte, la vareniclina (Champix®) es un agente autorizado para facilitar farmacológicamente el abandono de la dependencia tabáquica. Se trata es un agonista parcial colinérgico, que se une de forma selectiva a los receptores neuronales colinérgicos nicotínicos de tipo α4β2, provocando su estímulo, aunque con menor intensidad que la nicotina; por otro lado, su elevada afinidad, superior a la de la nicotina, impide el acceso de ésta al receptor. Se trata, por tanto, de un agonista parcial de este tipo de receptores. La consecuencia de este efecto es que se bloquea la capacidad de la nicotina para activar el sistema mesolímbico dopaminérgico cerebral, inhibiéndose la liberación de diversos neurotransmisores, como noradrenalina y, especialmente, dopamina en el sistema de “recompensa” del nucleus accumbens, implicado en los circuitos neuronales de recompensa y satisfacción. De esta manera, la vareniclina bloquea la reacción placentera que el sujeto experimenta al fumar (efecto antagonista) y, al mismo tiempo, alivia los síntomas de abstinencia nicotínica (efecto agonista); con ello, facilita el tratamiento de deshabituación del tabaquismo.

La vareniclina también se une con afinidad moderada a los receptores serotonérgicos 5-HT3, implicados en la mediación bioquímica del vómito y del síndrome del intestino irritable, síntomas que pueden ser observados en algunos pacientes durante el tratamiento con vareniclina. No obstante, el efecto agonista, aunque débil, sugiere un cierto potencial de dependencia, debido a sus propiedades “reforzantes” del comportamiento de auto-satisfacción, aunque este potencial es menor que el de la nicotina. De hecho, se ha observado en algunos pacientes un aumento de la irritabilidad, ansias de fumar, depresión y/o insomnio, tras finalizar el tratamiento de deshabituación tabáquica con vareniclina, aunque los datos disponibles no parecen sugerir ningún potencial de abuso de este fármaco.

Este fármaco también ha sido objeto de una comunicación de seguridad por parte de la AEMPS5, que ha indicado que “debe tenerse especial precaución en pacientes con alteraciones psiquiátricas subyacentes. También existe la posibilidad de que cualquier paciente desarrolle síntomas depresivos y debe de informarse a los pacientes en tratamiento a este respecto. En el caso de que en un paciente en tratamiento con Champix® aparezcan ideación o comportamiento suicida, debe suspenderse el tratamiento inmediatamente”.

Tanto bupropión (Zyntabac®) como vareniclina (Champix®) son fármacos sujetos a prescripción médica, en tanto que las terapias de sustitución de la nicotina no la precisan.

Junto con los tratamientos psicológicos y farmacológicos, existen algunas otras alternativas cuya eficacia es difícil de establecer en términos objetivos, debido a la falta de estudios clínicos controlados con placebo y/o terapias activas de eficacia reconocida. Entre ellas, cabe citar a las terapias homeopáticas y los dispositivos que imitan la forma, el sabor, el tacto o incluso el humo de los cigarrillos.

Un caso muy particular es el de los cigarrillos electrónicos. Un informe realizado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI, 2014) concluye que no se pueden excluir los riesgos para la salud asociados al uso o exposición al vapor de estos cigarrillos electrónicos. En concreto, se han hallado efectos fisiológicos adversos en las vías respiratorias similares a aquellos asociados al humo del tabaco, así como sustancias cancerígenas en líquidos y vapor de cigarrillos electrónicos. De hecho, se han descrito numerosos efectos adversos relacionados con el uso de estos productos, algunos graves. Asimismo, se remarca que la utilización de estos productos genera emisión de propilenglicol, partículas PM6, nicotina y sustancias cancerígenas que pueden contaminar los espacios cerrados, con los consecuentes riesgos por exposición pasiva. El Ministerio de Sanidad asegura que se ha observado un importante aumento del uso de estos productos en adolescentes, así como un rápido desarrollo de un nuevo mercado para el uso y dependencia de la nicotina con consecuencias impredecibles. En cualquier caso, la seguridad y eficacia de los cigarrillos electrónicos como ayuda para dejar de fumar no han sido demostradas. De hecho, el 27 de marzo de 2014 se aprobó una modificación de la Ley 28/2005 de Productos del Tabaco, estableciendo la prohibición de venta a menores y de su uso en determinados espacios como son los centros y dependencias de las Administraciones públicas, los centros, servicios y establecimientos sanitarios, en los centros docentes y formativos, en los medios de transporte público urbano e interurbano y en los recintos de los parques infantiles.

Desde el punto de vista del asesoramiento farmacéutico a las personas que quieren abandonar el tabaquismo, es muy importante aclarar al paciente que el tratamiento de deshabituación es complicado y puede requerir la realización de varios intentos antes de alcanzar el éxito deseado, como ya se ha indicado.

Es importante informar al paciente sobre todas las opciones farmacológicas, sujetas o no a prescripción médica, indicando asimismo la existencia de terapias psicológicas que podrían complementar a los tratamientos farmacológicos. En general, cualquier persona que refiera cualquier patología o tratamiento de carácter crónico, estén o no típicamente asociados al tabaquismo (bronquitis, EPOC, etc.) deberá ser remitido al médico para su evaluación y establecimiento del tratamiento más idóneo. Igualmente, deberá remitirse al médico a las embarazadas o madres lactantes, así como a aquellas personas que refieran conductas psicológicas compulsivas o ansiedad generalizada.

Si no existe ninguna contraindicación, puede proponerse al paciente un tratamiento sustitutivo con nicotina (TSN). Para ello, es importante individualizarlo según el valor obtenido con el Test de Fagerström y la cantidad de nicotina que consume al día; el resultado de este test condiciona el tipo de tratamiento, mientras que la dosis dependerá de la cantidad de nicotina absorbida.

TEST DE FAGERSTRÖM

1. ¿Cuánto tarda en fumar el primer cigarrillo después de levantarse por la mañana?

a. 5 minutos (3)

b. 6-30 minutos (2)

c. 31-60 minutos (1)

d. Más de 60 minutos (0)

2. ¿Le cuesta no fumar en lugares donde está prohibido (cine, autobús, establecimientos cerrados, etc.)?

a. Sí (1)

b. No (0)

3. ¿A qué cigarrillo le costaría más renunciar?

a. El primero de la mañana (1)

b. Otros (0)

4. ¿Cuantos cigarrillos fuma al día?

a. 31 o más (3)

b. 21-30 (2)

c. 11-20 (1)

d. 10 o menos (0)

5. ¿Fuma más durante las primeras horas del día que durante el resto?

a. Sí (1)

b. No (2)

6. Si esta tan enfermo que se queda en la cama, ¿fuma?

a. Sí (1)

b. No (0)

 

El test de Fagerström mide el grado de dependencia y consta de seis preguntas a contestar por el propio sujeto, oscilando los posibles valores entre 0 (dependencia nula) y 10 (dependencia extrema). Si la valoración del test de Fagerström es inferior a 6, el farmacéutico puede recomendar chicles o comprimidos de nicotina para usar a demanda, entendiéndose que se pondrá un chicle o caramelo en el momento que tiene ganas de fumar, sin esperar a la urgencia y/o deseo fuerte de fumar. Si el resultado del test es superior a 6, el farmacéutico debe preguntar si la persona suele padecer insomnio en caso de que la recomendación del farmacéutico sea parches. Si la respuesta es negativa, en función de cuánto tiempo transcurre desde que se levanta de dormir hasta que fuma el primer cigarrillo, se recomendará el parche de 16 horas cuando el tiempo es superior a 30 minutos o bien el parche de 24 horas cuando el tiempo sea inferior a 30 minutos.

En cualquier caso el individuo podrá utilizar chicles o comprimidos para chupar cuando tenga el deseo de fumar. En ningún caso, con la aplicación de los parches, podrá fumar un cigarrillo, puesto que la pauta del tratamiento sustitutivo de nicotina está calculada según el número de cigarrillos que fumaba al día y por consiguiente existiría riesgo de sobredosis de nicotina.

Los parches transdérmicos permiten obtener unos niveles estables de nicotina en plasma. Hay que ponerlo todos los días al levantarse en cualquier zona de la piel (limpia, seca, sin pelo y sin heridas), preferiblemente cubierto por la ropa (glúteos y muslos pueden ser zonas adecuadas, por ejemplo). Se retira al acostarse (parche de 16h), o al día siguiente (de 24h). Recomendado para fumadores con baja y moderada dependencia nicotínica.

Los chicles están formados por un complejo resinoso de nicotina. Pueden contener 2 o 4 mg de nicotina. Al masticar se libera la nicotina, gracias al pH alcalino salivar, que es absorbida rápidamente a través de la mucosa orofaríngea. Su administración puede realizarse a demanda o bien de forma pautada (más recomendable). Existen dos presentaciones: 4 mg cada 1-1,5 h para fumadores con alta o moderada dependencia nicótica y 2 mg cada 1,5-2 h para fumadores con baja dependencia nicótica. El tiempo de utilización en terapias deshabituación no debe ser nunca inferior a 8 semanas; en ocasiones más de 12; y con alta dependencia física, puede prolongarse el tratamiento hasta 6 meses. La dosis máxima al día es de 60 mg. En la fase inicial no se deben superar los 30 mg/día (15 chicles de 2 mg). Los chicles se deben masticar hasta sentir un fuerte sabor amargo en la boca, parar para que la nicotina se absorba por la mucosa bucal y no se degluta; cuando desaparezca el sabor, volver a masticar hasta que vuelva el sabor y nuevamente detener la masticación. Cada chicle libera la mayor parte de su contenido en nicotina en aproximadamente 30 minutos.

Tabla 4. TERAPIA SUSTITUTIVA CON NICOTINA (TSN)

DETERMINACIONES

OPCIONES TERAPÉUTICAS

NCD

FTND (Puntos)

CO (ppm)

Chicle

Parche 24 horas

Parche 16 horas

10-19

3 o menos

< 15

2 mg; 8-10 piezas/día

8-10 semanas

21 mg 4 semanas

14 mg 4 semanas

15 mg 4 semanas

10 mg 2-4 semanas

20-30

4-6

15 – 30

4 mg/90 minutos

12 semanas

21 mg 4 semanas

14 mg 4 semanas

7 mg 4 semanas

15 + 10 mg 4 semanas

15 mg 2-4 semanas

10 mg 4 semanas

Más de 30

7 o más

> 30

4 mg/60 minutos

12 semanas

21 mg 4 semanas

14 mg 4 semanas

7 mg 4 semanas

15 + 10 mg 4 semanas

15 mg 4 semanas

10 mg 4 semanas

NCD: número de cigarrillos/día. FTND: test de Fagerström (0-10 puntos). CO: monóxido de carbono en el aire espirado (en partes por millón, ppm).

 

Es conveniente que los pacientes que experimentan varios fracasos consecutivos con la terapia de sustitución nicotínica realizada desde la oficina de farmacia, sean remitidos a centros médicos especializados (generalmente asociados a departamentos de neumología) para una evaluación más detallada.

Atención farmacéutica en pacientes con cáncer de pulmón

La prestación de los servicios personalizados de seguimiento farmacoterapéutico por el farmacéutico optimiza los resultados terapéuticos y ayuda a prevenir la incidencia de eventos adversos y de interacciones farmacológicas. Aunque es habitual que la administración intravenosa de los tratamientos o ciclos de quimioterapia antineoplásica se hagan en un medio hospitalario – para monitorizar directamente la respuesta del paciente y atender de forma inmediata cualquier posible complicación clínica – la inmensa mayoría de los pacientes con cáncer retorna a continuación a sus domicilios y, en gran parte, vuelven a realizar su vida cotidiana. Por otro lado, cada vez son más los tratamientos que se administran exclusivamente por vía oral o mediante sistemas de autoadministración subcutánea, que no requieren una monitorización clínica directa.

En cualquier caso, las instrucciones dadas por parte del oncólogo tienen que ser estrictamente seguidas por el paciente, aunque pueden ir complementadas con otras del médico de atención primaria, relativas a los cuidados y precauciones cotidianas así como a la prescripción de cualquier tratamiento de continuación o complementario, y con las del farmacéutico a la hora de realizar el correspondiente control en la dispensación de la misma y, en general, en el seguimiento farmacoterapéutico en el ámbito de la oficina de farmacia.

Es importante instruir al paciente acerca de los signos y síntomas de los efectos adversos más relevantes del tratamiento, no solo para facilitar su racionalización por el paciente sino también para que éste sea capaz de identificarlos y, en su caso, comunicarlos al oncólogo para la adopción de las medidas pertinentes en cada caso. Obviamente, es fundamental insistir en que el paciente no debe tomar ningún otro medicamento sin conocimiento de su oncólogo.

De nada sirve el diagnóstico más certero y la prescripción del régimen farmacológico más idóneo, si el paciente no colabora cumpliendo estrictamente las indicaciones recibidas. Por ello, es especialmente relevante vigorizar tanto desde la farmacia comunitaria como desde la hospitalaria dicho comportamiento colaborador del paciente con su oncólogo, controlando con la debida discreción la adherencia al tratamiento mediante preguntas sobre la evolución de los síntomas y el registro de las fechas de dispensación de los medicamentos, así como cualquier otra información de carácter sanitario que voluntariamente quiera aportar el paciente como complemento de lo anterior.

Para un adecuado seguimiento farmacoterapéutico es imprescindible controlar la dispensación de todos los medicamentos, incluso de aquellos dispensados en otras oficinas de farmacia y/o prescritos por otros médicos para otras indicaciones. No solo debe considerarse el riesgo potencial de interacciones, sino también la posible interferencia con análisis clínicos y la existencia de contraindicaciones o precauciones que deben adoptarse para evitar problemas serios. En particular, el riesgo de interacciones no debe minusvalorarse, como lo demuestra un reciente estudio llevado a cabo sobre 302 pacientes holandeses a los que se había instaurado recientemente un nuevo tratamiento anticanceroso (van Leeuwen, 2015): tras analizar en profundidad sus tratamientos, se encontraron nada menos que 603 interacciones farmacológicas, de las que 120 fueron valoradas como clínicamente relevantes, en un total de 81 pacientes (27% de los pacientes), obligando a intervenir modificando los tratamientos. No es menos importante el hecho de que muchas de las interacciones más notables se observaron entre los agentes antineoplásicos y medicamentos que no requerían receta médica. Este es uno de los motivos por lo que es especialmente recomendable a los pacientes oncológicos no hospitalizados la oferta de un servicio personalizado de dispensación (SPD).

También es muy reciente la publicación del estudio EPIC (Evaluation of Pharmaceutical Intervention in Cancer Care), de tres años de duración y cuyo objetivo era recoger y analizar las intervenciones farmacéuticas en oncología (Vantard, 2015). En total, se analizaron 29.589 tratamientos farmacológicos oncológicos (totalizando 77.004 prescripciones de medicamentos). Se registraron 894 intervenciones farmacéuticas (3,0% de los tratamientos), identificando el 54,1% de los problemas relacionados con medicamentos (PRM) como sobre- o infradosificación. Las tres principales causas de los problemas de dosificación fueron debidos a errores de cálculo (50%), omisión de ajuste de la dosis (20%) y mala elección del régimen antineoplásico (12%). Alrededor del 14% de los PRM fueron efectos adversos y un 4% fueron interacciones fármaco-fármaco. Asimismo, el 22% de los eventos adversos podría haberse evitado sustituyendo simplemente un fármaco por otro de su misma familia y el 72% de las interacciones farmacológicas habría dado lugar a un aumento de la toxicidad neoplásica. En opinión de los autores de este amplio estudio, el farmacéutico tiene un papel que desempeñar en la optimización de la gestión de los pacientes con cáncer en términos de ajuste de la dosis, la gestión de la toxicidad del fármaco, la mejora de la administración y de las interacciones entre medicamentos.

Una parte relevante de la actuación asistencial del farmacéutico para los pacientes con cáncer es el asesoramiento sobre su estilo de vida y de cómo una adecuada actuación en este campo puede mejorar notablemente la calidad de vida, reduciendo el riesgo de complicaciones. Debe recordarse que el ejercicio físico moderado – siempre a la medida de la capacidad del paciente – puede ayudar a mejorar su calidad de vida y superar algunas de las limitaciones autoimpuestas por el mismo. Igualmente, realizar determinadas actividades de carácter lúdico, como el baile o la música, mejora el estado psicológico.

No obstante, los hábitos cotidianos no se cambian de un día para otro, como lo ejemplifica claramente el problema del tabaquismo referido anteriomente; por ello, cualquier modificación de la alimentación y de la actitud hacia el ejercicio físico requiere un proceso educativo y aleccionador adecuado. Con todo, la reiteración sistemática de los mensajes, junto con las explicaciones pertinentes suelen acabar dando frutos, aunque a medio o largo plazo. En cualquier caso, recomendar la realización de activi­dad física regular, ingerir dietas ricas en frutas y verdu­ras, reducir el consumo del alcohol y, por supuesto, evitar fumar son mensajes que, no por tópicos, dejan de tener un impacto muy positivo en la salud de la población, no solo ayudando a reducir la incidencia y mortalidad por cán­cer, sino también las de otras enfermedades (cardiovasculares, metabólicas, etc.).

Hay una serie de me­didas dietéticas que pueden ayudar al paciente a controlar las náuseas en los pacientes sometidos a tratamiento anticanceroso, tales como seguir una dieta blanda y poco condimentada, y distribuir la ingesta de agua y alimentos en pequeñas porciones a lo largo del día. Igualmente, la diarrea puede ser relativamente común en estos pacientes, incluso tras la finalización del ciclo antineoplásico. La primera opción es adecuar la dieta y la ingesta de líquido para no contribuir al proceso y compensar la pérdida hídri­ca. El paciente debe evitar los lácteos y los alimentos grasos y especiados, los ricos en fibra y los flatulentos, la cafeína (o teína) y las bebidas con gas. Por el contrario, son recomendables el arroz, la manzana o el plátano, pollo, pavo o pescado hervido o asado, patatas cocidas, huevos o yogur natural des­natado. Las verduras se debe comer siempre guisadas (las envasadas son una buena opción). Debe insistirse en la necesidad de ingerir una cantidad adecuada de lí­quido (agua, té descafeinado, sopas, gelatinas) y, si fuera necesario, soluciones de rehidratación oral.

Aunque hay tratamientos específicos, la forma más habitual de prevenir la mucositis oral asociada a algunos antineoplásicos es mediante una higiene bucal escrupulosa y si el paciente manifiesta dolor, puede hacer enjuagues con anestésicos tópicos (lidocaína, benzocaína) o recurrir a comprimidos de di­solución oral o geles que los contengan. Las sustancias demul­centes y los analgésicos orales como la bencidamina también pueden aliviar parcialmente las molestias. Para minimizar las molestias al comer, debe reco­mendarse a los pacientes con estomatitis tomar alimen­tos blandos o triturados y evitar los alimentos muy calientes, ácidos o muy condimentados y las bebidas gaseosas. Si la inges­ta es reducida, la dieta debe incluir alimentos con alto contenido en proteínas (huevo, queso, pollo), grasas (nata, mantequilla) e hidratos de carbono (miel).

BIBLIOGRAFÍA

 

Psicofarmacología femenina

Se ha observado en diversos estudios epidemiológicos que las mujeres utilizan medicamentos psicotrópicos con más frecuencia que los varones en Europa. Sin embargo, se desconoce el motivo de ello. Por este motivo, se ha llevado a cabo un nuevo estudio, en el que se incluyó a 34.204 encuestados procedentes de 10 países europeos, encontrándose que en todos los países participantes, las mujeres fueron significativamente más propensas – concretamente, el doble – que los hombres a utilizar la medicación psicotrópica dentro de los 12 meses anteriores (OR=2,04; IC95% 1,81 a 2,31). Esta superioridad se mantuvo después de ajustar el cálculo teniendo en cuenta los factores comunes sociodemográficos (edad, nivel de ingresos, situación laboral, educación, estado civil) y los indicadores a nivel de país (prestación de servicios mentales, gasto privado y la brecha de género). En el análisis de factores de riesgo, tanto las mujeres como los hombres fueron más propensos a usar medicación psicotrópica al aumentar la edad, disminuyendo el nivel de ingresos, y el uso de atención de salud mental dentro de los últimos 12 meses, sin diferencias significativas entre géneros. Considerando sólo a las personas diagnosticadas con un trastorno mental, se mantuvieron las diferencias de género. En definitiva, las mujeres europeas utilizan medicamentos psicotrópicos con más frecuencia que los hombres, aunque las razones para su uso son similares.

Quimioterapia vs. cirugía primaria en cáncer de ovario

El estándar terapéutico actual del cáncer avanzado de ovario no tratado anteriormente implica la escisión quirúrgica del tumor, seguido de quimioterapia a base de complejos de platino. Sin embargo, no está claro que este orden de prelación sea óptimo y, de hecho, algunos oncólogos dudan que sea la mejor opción. Por este motivo, se ha llevado a cabo un estudio aleatorizado y controlado de fase 3 (confirmatorio de eficacia y de seguridad), agrupando a 552 pacientes procedentes de 87 hospitales de Gran Bretaña y Nueva Zelanda, a las que asignaron aleatoriamente a la quimioterapìa o a la cirugía como primera parte del tratamiento; en concreto, el primer grupo recibió tres ciclos que quimioterapia, luego la cirugía y después otros tres ciclos de quimioterapia, o bien primero la cirugía, seguida de seis ciclos de quimioterapia (carboplatino ± paclitaxel, en ciclos de tres semanas). Los resultados mostraon que la mediana de la supervivencia global fue de 22.6 meses con la cirugía primaria y de 24,1 meses con la quimioterapia primaria (HR=0,87; IC95% 0,72 a 1,05). La incidencia de eventos adversos graves (grados 3-4) durante el mes siguiente a la intervención quirúrgica fue del 24% con la cirugía primaria vs. 14% con la quimioterapia primaria, mientras que la mortalidad en ese periodo fue del 6% vs. <1%, respectivamente. El principal evento adverso grave tras la intervención quirúrgica fue la hemorragia, más frecuente en las mujeres tratadas previamente con quimioterapia (6 vs. 3%); sin embargo, en cuanto a la incidencia de neutropenia ligada a la quimioterapia, fue más frecuente en las operadas inicialmente (49 vs. 40%). En definitiva, la opción de anticipar la quimioterapia a la cirugía en pacientes con cáncer avanzado de ovarios no tratadas anteriormente, puede ser una opción plenamente válida y, en cualquier caso, su utilidad no es inferior a la opción quirúrgica primaria.

¿Depresión postparto… o preconceptiva?

La depresión perinatal es una prioridad de salud no demasiado bien atendida, pero que afecta a un 10-15% de las mujeres en los países desarrollados e incluso en una mayor proporción en los países con bajos ingresos. Todo ello, a pesar de que la depresión perinatal provoca que sus hijos tengan, en general, más dificultades cognitivas, conductuales y emocionales y, en los entornos de bajos ingresos, la depresión perinatal se asocia con retraso del crecimiento y mayor incidencia de enfermedades orgánicas. A partir de los datos procedentes del Victorian Intergenerational Health Cohort Study (Australia) se incluyó a 384 mujeres con 564 embarazos, de las cuales 253 (66%) tenían historial previo de problemas mentales durante la adolescencia y la juventud adulta. Se observó que el 34% de las mujeres con historial previo de alteraciones mentales habían experimentado depresión perinatal, frente a un 8% de aquellas que carecían de dicho historial mental (OR=8,36; IC95% 3,34 a 20,87); en definitiva, el 85% de los embarazos con síntomas depresivos se produjo entre aquellas con historial de enfermedad mental previa. Estos resultados sugieren abiertamente que los síntomas depresivos perinatales son precedidos en la mayoría de los casos por problemas de salud mental que comienzan antes del embarazo, en la adolescencia o la edad adulta. Las mujeres con antecedentes mentales persistentes antes del embarazo son un grupo de alto riesgo identificable, por lo que parece evidente la necesidad de prestar un mayor apoyo clínico a lo largo del periodo reproductivo de estas mujeres. Además, sería muy recomendable extender la intervención preventiva para la depresión perinatal al periodo previo a la concepción.