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Medicamentos con nuevos principios activos autorizados por EMA/AEMPS

MEDICAMENTOS DE USO HUMANO AUTORIZADOS (EMA/AEMPS)
DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS
QUE AÚN NO ESTÁN COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

Principio activo

Medicamento®

Laboratorio

Autorización

GT

Indicación autorizada1

Bupropión/Naltrexona

Mysimba

Orexigen Therapeutics

2015/03/26

A08AA

Obesidad

Liraglutida2

Saxendra

Novo Nordisk

2015/03/23

A10BX

Obesidad

Tedizolid

Sivextro

Cubist

2015/03/23

J01XX

Infecciones de piel y tejidos blandos

Safinamida

Xadago

Zambon

2015/02/24

N04BD

Enfermedad de Parkinson

Dalbavancina

Xydalba

Durata

2015/02/19

J01XA

Infecciones de piel y tejidos blandos

Células epiteliales corneales humanas autólogas

Holoclar

Chiesi

2015/02/17

S01XA

Enfermedades de la córnea (O) (E)

Eliglustat

Cerdelga

Genzyme

2015/01/19

A16AX

Enfermedad de Gaucher (O)

Vorapaxar

Zontivity

Merck Sharp Dohme

2015/01/19

B01AC

Infarto de miocardio

Secukinumab

Cosentyx

Novartis

2015/01/15

L04AC

Psoriasis y artritis psoriásica

Nindetanib

Ofev

Boehringer Ingelheim

2015/01/15

L01XE

Fibrosis pulmonar idiopática (O)

Apremilast

Otezla

Celgene

2015/01/15

L04AA

Psoriasis y artritis psoriásica

Ospemifeno

Senshio

Shionogi

2015/01/15

G03XC

Postmenopausia

Afamelanotida

Scenesse

Clinuvel

2014/12/22

D02BB

Protoporfiria hematopoyética (O) (E)

Ramucirumab

Cyramza

Lilly

2014/12/19

L01XC

Cáncer de estómago (O)

Nonacog gamma

Ruxibis

Baxter

2014/12/19

B02BD

Hemofilia B

Olaparib

Lynparza

AstraZeneca

2014/12/16

L01XX

Cáncer epitelial de ovario (O)

Naloxegol

Moventig

AstraZeneca

2014/12/08

A06AH

Estreñimiento

Nintedanib

Vargatef

Boehringer Ingelheim

2014/11/21

L01XE

Cáncer de pulmón no microcítico

Darunavir/Cobicistat

Rezolsta

Janssen Cilag

2014/11/19

J05AE

Infección VIH

Aclidinio/Formoterol

Brinika/Duakir Genuair

Almirall

2014/11/19

R03AL

EPOC

Ibrutinib

Imbruvica

Janssen Cilag

2014/10/21

L01XE

Leucemia linfocítica crónica (O)

Idelalisib

Zydelig

Gilead

2014/09/18

L01XX

Leucemia/linfoma

Ataluren

Translarna

PTC Therapeutics

2017/07/31

M09AX

Distrofia muscular de Duchenne (O) (C)

Obinotuzumab

Gazyvaro

Roche

2014/07/23

L01XC

Leucemia linfocítica crónica (O)

Peginterferón beta-1a

Plegridy

Biogen

2014/07/18

L03AB

Esclerosis múltiple

Trametinib

Mekinist

Glaxo

2017/06/30

L01XE

Melanoma

1 O= Medicamento huérfano; C= Autorizado condicionalmente; E= Autorizado en condiciones excepcionales

2 Ya está autorizado en España, desde 2009, un medicamento con liraglutida (Victoza®), aunque indicado en el tratamiento de la diabetes mellitus de tipo 2.

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA
EN LOS ÚLTIMOS DOCE MESES

PAM

Principio activo

Medicamento®

INNOVACIÓN

Indicación principal

Laboratorio

a

b

c

d

e

f

384

Riociguat

Adempas

 

 

 

♣♣

Hipertensión pulmonar

Bayer

384

Albiglutida

Eperzan

 

 

 

 

♣♣

Diabetes mellitus de tipo 2

Glaxo SmithKline

384

Canagliflozina

Invokana

 

 

 

 

 

Diabetes mellitus de tipo 2

Janssen Cilag

384

Empagliflozina

Jardiance

 

 

 

 

 

Diabetes mellitus de tipo 2

Boehringer
Ingelheim

383

Dasabuvir

Exviera

 

 

 

 

♣♣

Hepatitis C

Abbvie

383

Ombitasvir/ Paritaprevir/ Ritonavir

Viekirax

 

 

 

 

♣♣

Hepatitis C

Abbvie

383

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

 

 

 

 

♣♣

Hepatitis C

Gilead

383

Pixantrona

Pixuvri

 

 

 

♣♣

Linfoma no hodgkiniano de células B

Servier

383

Tianeptina

Zinosal

 

 

 

♣♣

Depresión

Juste

382

Radio [223Ra], cloruro

Xofigo

 

 

 

♣♣

Cáncer de próstata

Bayer

382

Regorafenib

Stivarga

 

 

 

 

♣♣

Cáncer colorrectal/GIST

Bayer

382

Sufentanilo

Sufentanilo GES

 

 

 

 

 

Anestesia/sedación

GES

381

Alemtuzumab

Lemtrada

 

 

 

 

♣♣

Esclerosis múltiple

Genzyme

381

Olodaterol

Striverdi Respimat

 

 

 

 

 

EPOC

Boehringer Ingelheim

380

Daclatasvir

Daklinza

 

 

♣♣♣

Hepatitis C

Bristol-Myers Squib

380

Vandetanib

Caprelsa

 

 

 

 

♣♣

Cáncer medular de tiroides

AstraZeneca

380

Ruxolitinib

Jakavi

 

 

 

♣♣

Mielofibrosis

Novartis

380

Fumarato de dimetilo

Tecfidera

 

 

 

♣♣

Esclerosis múltiple

Biogen Idec

380

Teriflunomida

Aubagio

 

 

 

 

♣♣

Esclerosis múltiple

Sanofi Aventis

379

Enzalutamida

Xtandi

 

 

 

 

♣♣

Cáncer de próstata

Astellas

378

Vacuna herpes zóster

Zostavax

 

 

 

 

♣♣

Prevención del herpes zóster

Sanofi Pasteur MSD

378

Lipegfilgrastim

Lonquex

 

 

 

 

 

Prevención de neutropenia

Teva

378

Nalmefeno

Selincro

 

 

 

 

♣♣

Alcoholismo

Lundbeck

377

Sofosbuvir

Sovaldi

 

♣♣♣

Hepatitis C

Gilead

377

Decitabina

Dacogen

 

 

 

 

♣♣♣

Leucemia mieloide aguda

Janssen Cilag

377

Vilanterol/Fluticasona

Relvar Ellipta

 

 

 

 

♣♣

Asma y EPOC

Glaxo SmithKline

377

Vacuna meningococo B

Bexsero

 

 

 

♣♣♣

Prevención meningitis
meningocócica B

Novartis

377

Dexmedetomidina

Dexdor

 

 

 

 

♣♣

Sedoanalgesia

Orion

377

Dolutegravir

Tivicay

 

 

 

♣♣

Infección por VIH

Glaxo SmithKline

376

Brentuximab vedotina

Adcetris

 

 

 

♣♣

Linfomas

Takeda

376

Ocriplasmina

Jetrea

 

 

 

♣♣

Tracción vitreomacular

Alcon Cusi

376

Ofatumumab

Arzerra

 

 

 

 

♣♣

Leucemia linfocítica crónica

Glaxo SmithKline

376

Pirfenidona

Esbriet

 

 

 

♣♣

Fibrosis pulmonar idiopática

InterMune

376

Simeprevir

Olysio

 

♣♣♣

Hepatitis C

Janssen Cilag

376

Tetradecilsulfato sódico

Veinfibro

 

 

 

 

 

Escleroterapia de venas
varicosas

STD

375

Afatinib

Giotrif

 

 

 

 

♣♣

Cáncer de pulmón

Boehringer Ingelheim

375

Linaclotida

Constella

 

 

 

♣♣

Síndrome del intestino irritable

Almirall

375

Pertuzumab

Perjeta

 

 

 

♣♣♣

Cáncer de mama

Roche

375

Pomalidomida

Imnovid

 

 

 

♣♣

Mieloma múltiple

Celgene

A. Clínica: Mejora la eficacia clínica con relación al tratamiento estándar.

B. Molecular: Incorpora variaciones significativas en la estructura molecular
y/o en el mecanismo de acción.

C. Seguridad: Mejora el perfil toxicológico con relación a la terapia estándar.

D. Farmacocinética: Mejora las características farmacocinéticas, con incidencia potencial o demostrada en las condiciones de uso y en la respuesta del paciente.

E. Técnico-Económica: Mejora algún aspecto farmacoeconómico y/o farmacotécnico.

F. Valoración Global

VALORACIÓN DE LA INNOVACIÓN TERAPÉUTICA EN PANORAMA ACTUAL DEL MEDICAMENTO

Es importante indicar que se valora el grado de innovación. Todos los medicamentos no innovadores tienen utilidad terapéutica, en tanto que su autorización por las autoridades sanitarias implica han demostrado rigurosamente su eficacia, su seguridad, su calidad y las condiciones de uso (incluyendo la información contenida en la ficha técnica – sumario de características – y en el prospecto del medicamento). Por tanto, la valoración que se hace se refiere a la incorporación, en el grado que se determine, de algún elemento innovador con respecto a otros medicamentos autorizados previamente para iguales o similares indicaciones terapéuticas o, en su caso, cubriendo la ausencia de éstas. Asimismo, debe considerarse que ésta es una evolución que se practica coincidiendo con la comercialización inicial del medicamento. Se trata, por consiguiente, de una valoración provisional de la innovación realizada en función de la evidencia clínica disponible hasta ese momento, lo que no prejuzga, en ningún caso, el potencial desarrollo de nuevas indicaciones clínicas ni la posible aparición de aspectos desfavorables (efectos adversos graves previamente desconocidos, interacciones, etc.). Se consideran tres posibles niveles, adjudicados en función de la relevancia de la(s) innovación(es) presentes en el nuevo medicamento, siempre en relación al arsenal terapéutico disponible clínicamente en España en el momento de la comercialización:

SIN INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas ()

INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar (♣♣)

INNOVACIÓN IMPORTANTE. Aportación sustancial a la terapéutica estándar (♣♣♣).

Se distinguen dos niveles de evidencia científica para los aspectos innovadores de los nuevos medicamentos:

Evidencia clínica: mediante estudios controlados específicamente diseñados y desarrollados para demostrar lo que pretende ser un avance o mejora sobre la terapia estándar.

Plausibilidad científica (potencialidad): existencia de aspectos en el medicamento que racionalmente podrían mejorar la terapéutica actual, pero que no han sido adecuadamente demostradas mediante ensayos clínicos, bien por motivos éticos o bien por imposibilidad de realización en el momento de la comercialización del nuevo medicamento: perfil de interacciones, mecanismos nuevos que permiten nuevas vías terapéuticas, nuevos perfiles bioquímicos frente a mecanismos de resistencia microbiana, posibilidad de combinar con otros medicamentos para la misma indicación terapéutica, efectos sobre el cumplimiento terapéutico (por mejoras en la vía, número de administraciones diarias, etc.), mejora de la eficiencia, etc.

El rigor de los datos contrastados mediante ensayos clínicos controlados (evidencia clínica) es determinante en la valoración de la innovación, mientras que las potencialidades solo pueden ser valoradas accesoriamente, como aspectos complementarios de esta valoración. En ningún caso, un medicamento es valorado con un nivel de innovación importante en función de sus ventajas potenciales, si no aporta otras ventajas demostradas clínicamente. Se analizan cinco aspectos de la innovación: clínica, molecular, toxicológica, físico-química y económico-tecnológica. Como ya se ha indicado, la fundamental y determinante es la novedad clínica.

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA
DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR GRUPOS TERAPÉUTICOS

GRUPO TERAPéUTICO

Principio activo

Medicamento®

Laboratorio

PAM

A. Tracto alimentario y metabolismo

Albiglutida

Eperzan

Glaxo SmithKline

384

Canagliflozina

Invokana

Janssen Cilag

384

Empagliflozina

Jardiance

Boehringer Ingelheim

384

Linaclotida

Constella

Almirall

375

C. Aparato cardiovascular

Riociguat

Adempas

Bayer

384

Tetradecilsulfato sódico

Veinfibro

STD

376

J. Antiinfecciosos, uso sistémico

Daclatasvir

Daklinza

Bristol-Myers Squibb

380

Dasabuvir

Exviera

Abbvie

383

Dolutegravir

Tivicay

Glaxo SmithKline

377

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

Gilead

383

Ombitasvir/Paritaprevir/ Ritonavir

Viekirax

Abbvie

383

Simeprevir

Olysio

Janssen Cilag

376

Sofosbuvir

Sovaldi

Gilead

377

Vacuna meningococo B

Bexsero

Novartis

377

Vacuna herpes zóster

Zostavax

Sanofi Pasterur MSD

378

L. Antineoplásicos y terapia
inmunomoduladora

Afatinib

Giotrif

Boehringer Ingelheim

375

Alemtuzumab

Lemtrada

Genzyme

381

Brentuximab vedotina

Adcetris

Takeda

376

Decitabina

Dacogen

Janssen Cilag

377

Enzalutamida

Xtandi

Astellas

379

Lipegfilgrastim

Lonquex

Teva

378

Ofatumumab

Arzerra

Glaxo SmithKline

376

Pertuzumab

Perjeta

Roche

375

Pirfenidona

Esbriet

InterMune

376

Pixantrona

Pixuvri

Servier

383

Pomalidomida

Imnovid

Celgene

375

Regorafenib

Stivarga

Bayer

382

Ruxolitinib

Jakavi

Novartis

380

Teriflunomida

Aubagio

Sanofi Aventis

380

Vandetanib

Caprelsa

AstraZeneca

380

Vemurafenib

Zelboraf

Roche

375

N. Sistema nervioso

Dexmedetomidina

Dexdor

Orion

377

Fumarato de dimetilo

Tecfidera

Biogen Idec

380

Nalmefeno

Selincro

Lundbeck

378

Sufentanilo

Sufentanilo GES

GES

382

Tianeptina

Zinosal

Juste

383

R. Aparato respiratorio

Olodaterol

Striverdi Respimat

Boehringer Ingelheim

381

Vilanterol/Fluticasona

Relvar Ellipta

Glaxo SmithKline

377

S. Órganos de los sentidos

Ocriplasmina

Jetrea

Alcon Cusi

376

V. Varios

Radio [223Ra], cloruro

Xofigo

Bayer

382

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR LABORATORIOS

Laboratorio

Principio activo

Medicamento

PAM

Abbvie

Dasabuvir

Exviera

383

Ombitasvir/Paritaprevir/Ritonavir

Viekirax

383

Alcon Cusi

Ocriplasmina

Jetrea

376

Almirall

Linaclotida

Constella

375

Astellas

Enzalutamida

Xtandi

379

AstraZeneca

Vandetanib

Caprelsa

380

Bayer

Radio [223Ra], cloruro

Xofigo

382

Regorafenib

Stivarga

382

Riociguat

Adempas

384

Biogen Idec

Fumarato de dimetilo

Tecfidera

380

Boehringer Ingelheim

Afatinib

Giotrif

375

Empagliflozina

Jardiance

384

Olodaterol

Striverdi Respimat

381

Bristol-Myers Squibb

Daclatasvir

Daklinza

380

Celgene

Pomalodomida

Imnovid

375

Genzyme

Alemtuzumab

Lemtrada

381

GES

Sufentanilo

Sufentanilo GES

382

Gilead

Ledipasvir/Sofosbuvir

Harvoni

383

Sofosbuvir

Sovaldi

377

Glaxo SmtihKline

Albiglutida

Eperzan

384

Dolutegravir

Tivicay

377

Ofatumumab

Arzerra

376

Vilanterol/Fluticasona

Relvar Ellipta

377

InterMune

Pirfenidona

Esbriet

376

Janssen Cilag

Canagliflozina

Invokana

384

Decitabina

Dacogen

377

Simeprevir

Olysio

376

Juste

Tianeptina

Zinosal

383

Lundbeck

Nalmefeno

Selincro

378

Novartis

Ruxolitinib

Jakavi

380

Vacuna meningococo B

Bexsero

377

Orion

Dexmedetomidina

Dexdor

377

Roche

Pertuzumab

Perjeta

375

Sanofi Aventis

Teriflunomida

Aubagio

380

Sanofi Pasteur MSD

Vacuna herpes zóster

Zostavax

378

Servier

Pixantrona

Pixuvri

383

STD

Tetradecilsulfato sódico

Veinfibro

376

Takeda

Brentuximab vedotina

Adcetris

376

Teva

Lipegfilgrastim

Lonquex

378

Trastornos esofágicos

Resumen

La patología esofágica es muy variada, va desde las alteraciones en el funcionamiento del esófago tales como los trastornos motores hasta los trastornos derivados de la afectación estructural del esofago (mucosa, pared muscular, inervación, etc.). Entre los trastornos más frecuentes de la motilidad se encuentran la acalasia, y el espasmo esofágico difuso. Se originan por alteraciones en el peristaltismo debido al aumento de la tonicidad en el esfínter esofágico inferior (acalasia) y a la presencia de ondas peristálticas aberrantes (espasmo difuso). El tratamiento quirúrgico es el más eficaz en caso de la acalasia; en cambio espasmo esofágico difuso, el tratamiento de elección es médico con el uso de IBPs, Calcio-antagonistas y nitratos. La enfermedad por reflujo gastro-esofágico (ERGE) es la patología esofágica más frecuente. Puede mostrar desde síntomas banales sin lesiones, hasta la estenosis del esófago o la aparición de un cáncer de muy difícil tratamiento, con todos los posibles estadios intermedios. Tiene una elevada prevalencia y cada vez se presentan un mayor número de casos con complicaciones severas. Se recomienda a los médicos de atención primara manejar los “estadios” iniciales con criterios fisio-patológicos que permitan optimizar los métodos de estudio y tratamiento, para prevenir la progresión a formas más graves; teniendo muy presente el control en el tiempo, aun cuando haya mejorado la sintomatología.

 

INTRODUCCIÓN

El esófago es un tubo muscular que une hipofaringe con estómago y cuyas funciones básicas consisten en transportar el bolo alimenticio desde su parte proximal hasta el estómago, y evitar el paso inverso del reflujo gastroesofágico. Para ello consta de un cuerpo esofágico capaz de producir ondas peristálticas coordinadas que impulsan el alimento caudalmente, y dos esfínteres, el superior que impide el paso del material regurgitado a vías aéreas, y el inferior que impide el reflujo gastroesofágico gracias a su elevada presión.

Existen diversas patologías en el esófago que según el tipo de fisiopatología las clasificaremos para su mejor estudio, de la siguiente manera:

  • Patologías estructurales del esófago
  • Alteraciones motoras del esógago
  • Enfermedad por reflujogastroesofágico (ERGE)

PATOLOGÍAS ESTRUCTURALES DEL ESÓFAGO

Hablamos de patología estructural del esófago para referirnos a la presencia de lesiones, o estructuras anormales que aparecen en la pared esofágica y afectan al diámetro de la luz, dificultando el paso del bolo alimenticio, lo cual se manifiesta como una disfagia (dificultad en la deglución). Su etiología es desconocida, aunque las hipótesis más aceptadas las relacionan con la existencia de reflujo gastroesofágico. Afortunadamente la mayoría de ellas se resuelve con tratamiento conservador. Se clasifican en: anillos esofágicos, membranas esofágicas, divertículos y rotura esofágica (síndrome de Boerhaave si es espontánea).

ANILLOS ESOFÁGICOS

Son delgadas estructuras que reducen la luz esofágica, suele presentarse a partir de los 40 años, afectan a ambos sexos por igual y se han relacionado con reflujo gastroesofágico.

En la mayoría de los pacientes no se presentan síntomas y se detectan como hallazgo casual. Los enfermos que refieren clínica, ésta se manifiestan como disfagia intermitente y no progresiva, selectiva para sólidos. Habitualmente sucede cuando el paciente come muy deprisa y/o ingiere grandes cantidades de comida. Los alimentos desencadenantes más frecuentes son la carne y el pan. La técnica más sensible para confirmar el diagnóstico es la radiología baritada (mayor sensibilidad incluso que la endoscopia).

Solo se debe tratar a pacientes sintomáticos. El primer paso es modificar los hábitos dietéticos: comer despacio, pequeños bocados y con especial cuidado con la carne y el pan. Esto suele ser suficiente, no obstante, los casos refractarios pueden beneficiarse de dilataciones neumáticas o con bujías. Suelen recurrir.

MEMBRANAS ESOFÁGICAS

Son formaciones excéntricas finas que crecen en el interior del revestimiento esofágico, más frecuentemente en el área postcricoidea anterior del esófago superior.

La asociación de membrana esofágica con anemia ferropénica, glositis y coiloniquia se denomina síndrome de Plummer-Vinson, estos pacientes presentan un riesgo mayor de padecer carcinoma escamoso, faríngeo, esofágico y quizás gástrico. Es un síndrome muy raro(incluso en África, donde la anemia ferropénica y la desnutrición son muy frecuentes). Se presenta más habitualmente en mujeres.

La mayoría de pacientes son asintomáticos, se diagnostican como hallazgo casual. Los síntomas, cuando se presentan, suelen ser de disfagia no progresiva y menos frecuentemente de reflujo nasofaringeo o aspiración. Se diagnostican con radiología baritada.

Utilizaremos las mismas medidas terapéuticas que para los anillos esofágicos. El tratamiento de la deficiencia de hierro mejora la disfagia en la mayoría de pacientes con síndrome de Plummer-Vinson, aunque en ocasiones es necesaria la dilatación. El pronóstico es excelente.

DIVERTÍCULOS ESOFÁGICOS

Son dilataciones circunscritas de la pared esofágica, normalmente únicas, tapizadas por mucosa y tejido conjuntivo. El más frecuente es el de Zenker (85% de todos los divertículos), se localiza en la región del triángulo de Killiam (en zona faringoesofágica), los otros dos son el epifrénico y medio esofágico, generalmente asintomáticos. Se acepta que los dos primeros se originan por fenómenos de tracción (adenopatías, adherencias,…) y el último por mecanismos de pulsión (dismotilidad).

Aparecen en pacientes mayores de 50 años, con mayor frecuencia en varones. La mayoría son asintomáticos. El síntoma cardinal es una disfagia alta, al principio transitoria que luego progresará lentamente. En estadíos avanzados aparece: halitosis, regurgitación, cambios en la voz, dolor retroesternal, pérdida de peso o episodios de aspiración. La complicación más frecuente es la neumonía por aspiración. Los otros dos tipos de divertículos pueden dar clínica similar, añadiendo por su localización riesgo de compresión auricular que, en ocasiones, puede causar arritmias.

La radiología baritada es la técnica diagnóstica de elección. La endoscopia alta está indicada ante la sospecha de tumor, hemorragia o esofagitis, y debe realizarse con mucho cuidado por el riesgo de perforar el divertículo. La radiografía simple y la tomografia axial computarizada son útiles para buscar masas asociadas.

Los divertículos de pequeño tamaño, con escasa expresión clínica se manejan de forma conservadora, con las medidas higiénicas ya explicadas, pero los sintomáticos y/o de gran tamaño pueden complicarse, por lo que se recomienda intervenir, mediante diverticulectomía y miotomía o diverticuloplexia con miotomía (Cassivi SD, 2005). Otras técnicas utilizadas son las endoscópicas (electrocoagulación, diatermia, cirugía con laser CO2 o stapling).

ROTURA ESOFÁGICA

Las causas más comunes de rotura esofágica son los procedimientos médicos (instrumentación, endoscopia, cirugía), los traumatismos y los vómitos. La ruptura espontánea o síndrome de Boerhaave es una entidad excepcional y muy grave, más frecuente en alcohólicos, con una mortalidad entre 20-40%. Cursa con dolor torácico retroesternal que empeora al tragar o respirar, dolor abdominal, odinofagia y disnea. Se diagnostica con esofagograma con contraste hidrosoluble que se introduce en pequeños bolos para visualizar localización y extensión de la perforación. La mortalidad depende de la demora diagnóstica, de la coexistencia de contaminación pleural y mediastínica y de la localización de la perforación.

El tratamiento es quirúrgico, y debe ser antes de las 48 horas de instaurado el cuadro, asociando antibióticos y nutrición parenteral (de Schipper JP,2009). Las prótesis autoexpandibles endoscópicas empiezan a utilizarse con éxito en pacientes seleccionados.

ALTERACIONES MOTORAS ESOFÁGICAS

Son un conjunto de anomalías motoras que alteran el funcionamiento normal del esófago, ya sea por alteración en la peristalsis esofágica o por las presiones de los esfínteres que conllevan habitualmente a problemas en el mecanismo de deglución. Se clasifican en primarias y secundarias. En general se caracterizan por:

  1. Disfagia: intermitente y no progresiva, para sólidos y líquidos.
  2. Dolor torácico pseudoanginoso, aparece de forma espontánea, aunque puede ser desencadenado por comidas y bebidas frías. Dura de minutos a horas y puede mejorar con maniobras físicas y con nitroglicerina sublingual.
  3. Regurgitación y pirosis: Inmediatamente después de las comidas o pasadas unas horas. Conviene descartar enfermedad por reflujo esofágico (ERGE) ya que puede estar asociado a esta patología o ser causa de la misma.
  4. Síntomas respiratorios, cómo aspiración traqueobronquial, tos o neumonías por aspiración (Richter JE, 2001).

Se diagnostica por:

  1. Manometría: es el gold estándar (la técnica “patrón oro”). Permite estudiar la función contráctil del esófago ya que detecta las variaciones de presión en el interior de la luz del esófago en varios niveles de forma simultánea. Si se le asocia la impedanciometría permite también determinar el avance del bolo alimenticio.
  2. Endoscopia: suele ser necesaria si hay disfagia para realizar el diagnóstico diferencial y descartar patología asociada.
  3. Tránsito esofágico: permite identificar el número de anomalías, la relajación del esfínter esofágico inferior (EEI) o una función mal coordinada. No es útil para el diagnóstico de patología faringo-esofágica (Beaumont H, 2007).

TRASTORNOS MOTORES ESOFÁGICOS PRIMARIOS

Los trastornos motores esofágicos primarios son aquellos de origen idiopático, que se desarrollan independientemente de otras patologías. Suelen cursar con trastornos de hipermotilidad.

ACALASIA

Es la alteración más frecuente. En ella se produce una hipertonía del EEI, hipertrofia muscular y alteración del peristaltismo (aperistalsis). La causa es desconocida aunque se sabe que estos pacientes presentan degeneración de neuronas inhibitorias cuyos neurotransmisores (óxido nítrico y péptido intestinal vasoactivo) son responsables de la relajación del músculo liso y de la peristalsis. Aparece en la 3ª-5ª décadas de la vida, afectando a ambos sexos por igual, con una incidencia de 1-2 casos por 100.000 habitantes/año.

  • Se manifiesta como disfagia de larga evolución ( intermitente, generalmente para sólidos y líquidos), pirosis, dolor torácico (64% casos, en ocasiones intenso), salivación intensa, regurgitación de alimentos y tos de predominio nocturno. Puede haber desnutrición y pérdida ponderal si la disfagia es importante.
  • Se diagnostica con manometría esofágica cuyo patrón es la falta de relajación del EEI asociado a ausencia de peristalsis del cuerpo esofágico (acalasia clásica). También sería un elemento diagnóstico, la aparición de ondas simultáneas de gran amplitud, hablaríamos en este caso de acalasia vigorosa. Suele realizarse una endoscopia digestiva alta para descartar otra patología (cáncer, linfoma, espasmo esofágico difuso) y valorar esofagitis acompañante. En el tránsito intestinal se puede observar en ocasiones una imagen típica en “cola de ratón”.

Tratamiento

  • Farmacológico: poco eficaz, indicado en pacientes no susceptibles a otro tratamiento. Incluye: Calciontagonistas (Nifedipino: 10 mg oral o sublingual antes de la ingesta) o, si el paciente refiere dolor torácico, Dinitrato de isosorbide (5mg oral o sublingual antes de las comidas ó 20mg retard cada 12 horas).
  • Toxina botulínica: técnica muy segura sin complicaciones de interés que se administra por vía endoscópica. El principal inconveniente es que su eficacia va disminuyendo a partir de los 3-4 meses, por lo que se precisan inyecciones de repetición. Tiene mayor éxito terapéutico en mayores de 50 años y en la acalasia vigorosa (éxito del 100%). Las inyecciones de repetición no contraindican ni dificultan la cirugía posteriormente (Annese V, 2006).
  • Dilataciones neumáticas: Esta técnica presenta riesgo de microperforaciones y suele conllevar la aparición de reflujo gastroesofágico que responde bien a inhibidores de la bomba de protones (IBPs). Es el tratamiento endoscópico más efectivo a largo plazo (Leyden JE, 2008).
  • Quirúrgico: miotomía anterior de fibras del EEI que suele asociarse a funduplicatura para evitar el reflujo gastroesofágico (tiene una eficacia a los 10 años del 85% y a los 20 del 65%).

Manejo general

  • Pacientes de alto riesgo quirúrgico: tratamiento farmacológico o toxina botulínica.
  • Si bajo riesgo quirúrgico, la opción costoefectiva es la de realizar dilataciones neumáticas (al menos 2) y si fracasa cirugía.
  • En la práctica, con los pacientes jóvenes se prefiere comenzar directamente por la cirugía.

ESPASMO ESOFÁGICO DIFUSO

Es el segundo trastorno motor más frecuente. Afecta a mayores de 50 años, en ambos sexos por igual. Se caracteriza por la presencia de ondas peristálticas simultáneas asociadas a ondas de características normales (existen criterios manométricos establecidos para el diagnóstico de esta entidad). Cursa con dolor torácico y a menudo con disfagia que se desencadena por estrés, la ingestión de líquidos calientes o la deglución rápida de alimentos.

PERISTALSIS ESOFÁGICA SINTOMÁTICA

Es el llamado esófago en cascanueces. En esta entidad se producen ondas de gran amplitud que ocasionan importantes contracciones del esófago. Cursa con dolor torácico no cardiaco, y menos frecuentemente disfagia. En la manometría aparecen ondas de gran amplitud (difusas o segmentarias) con un registro en el EEI normal, lo que nos orienta al diagnóstico. Hay que descartar ERGE, pues el reflujo puede producir este trastorno motor de forma secundaria.

HIPERTONÍA DEL ESFÍNTER ESOFÁGICO INFERIOR

Trastorno motor donde se demuestra la existencia de una presión en reposo del EEI superior a 2 desviaciones estándar de la media (en torno a 35-40 mmHg). Manométricamente se describe como tono del EEI elevado y contracciones normales.

¿CÓMO SE TRATAN ESTAS 3 ENTIDADES?

En estas 3 entidades hay que comprobar su asociación con ERGE, en cuyo caso se beneficiarían del tratamiento con IBPs al doble de la dosificación habitual, aunque no suele ser suficiente. Se han utilizado en estos casos los calcioantagonistas y los nitratos, en las mismas dosis que las utilizadas para el tratamiento de la acalasia. Otra línea de tratamiento son los ansiolíticos y antidepresivos, pues hay estudios que afirman que hasta el 82% de los pacientes tienen asociado algún trastorno psiquiátrico. Cirugía, dilataciones y toxina botulínica obtienen resultados muy pobres.

TRASTORNOS MOTORES ESOFÁGICOS SECUNDARIOS

Los trastornos motores esofágicos, pueden aparecer asociados a otras entidades patológicas, donde, de alguna manera, tan solo constituyen una “morbilidad acompañante”. Entre estas debemos destacar:

Diabetes mellitus. Hasta el 75% de los pacientes diabéticos aquejan síntomas gastrointestinales y el 50% presentan anomalías manométricas. Los principales síntomas son dolor torácico y disfagia, lo que obliga a realizar endoscopia y descartar patología cardiaca. La etiología en este caso es multifactorial, jugando un papel importante la neuropatía autonómica. Se estudian por tanto nuevas líneas de tratamiento, como la neuroestimulación y fármacos moduladores sistema nervioso central.

Reflujo gastroesófagico. El ascenso de material gástrico o duodenal de forma crónica, desencadena una peristalsis esofágica alterada, apareciendo frecuentemente ondas de gran amplitud que tratan de “barrer” el ácido y facilitar el aclaramiento. Por otro lado la propia inflamación parietal producida por el ácido gástrico puede afectar a la función esofágica.

Esclerodermia. En esta enfermedad autoimmune existe afectación esofágica hasta en un 80-90% de los casos, pues se produce isquemia de la vasa vasorum y atrofia del músculo liso, lo que se traduce en fibrosis de los dos tercios inferiores del esófago y disminución del tono del EEI.

  1. Se manifiesta como pirosis, regurgitación ácida (con todas sus complicaciones) y disfagia para sólidos y líquidos. A menudo aparece esofagitis por cándida (por mal vaciamiento y el uso frecuente de terapias inmunosupresoras) (Ebert EC, 2006). Las complicaciones más habituales son la estenosis y el esófago de Barret. Ante una mujer de 35-65 años, con fenómeno de Raynaud y clínica de reflujo debemos sospechar la presencia de esclerodermia.
  2. El diagnóstico es manométrico (disminución de amplitud de ondas en los dos tercios inferiores y disminución de presión basal de reposo del EEI). El tránsito baritado es útil para visualizar una posible hernia hiatal, frecuente en estos pacientes por presentar acortamiento y distensión del esófago. La endoscopia es aconsejable para el despistaje de esofagitis péptica y sus complicaciones.
  3. Tratamiento: medidas higiénico-dietéticas (comidas múltiples de pequeño contenido, evitar grasas, chocolates, picantes, tabaco y alcohol, …). Los IBPs son los fármacos de primera línea. De los procinéticos solo la Metoclopramida mejora la presión del EEI y el vaciamiento gástrico, pero su efecto es inconsistente. Si hay sobreinfección por cándida los antifúngicos pueden mejorar la disfagia. La cirugía es poco recomendada, se reserva para los casos refractarios.

Otras enfermedades sistémicas con afectación esofágica

  1. Enfermedades neurológicas asociadas a trastornos motores como Ictus, Enfermedad de Parkinson, Esclerosis Múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, tumores intracraneales, …
  2. Alcoholismo, similar a la afectación en diabéticos, pero es reversible si se abandona el hábito alcoholico.
  3. Enfermedades de las neuronas intramurales (simulan acalasia): amiloidosis, enfermedad de Chagas, pseudo obstrucción intestinal crónica.
  4. Miastenia gravis, afecta a esófago proximal.
  5. Enfermedades tiroideas: el hipotiroidismo puede cursar con hipomotilidad e hipotonía, reversible con tratamiento sustitutivo.

ENFERMEDAD POR REFLUJO GASTROESOFÁGICO (ERGE)

La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) aparece cuando el paso del contenido gástrico al esófago (reflujo) produce síntomas molestos y/o complicaciones (Definición de Montreal, Vakil N, 2006). Para considerar la definición de ERGE los síntomas deben ser lo suficientemente importantes en frecuencia o en intensidad como para afectar la calidad de vida del paciente.

La ERGE es una entidad muy frecuente en nuestro medio y generalmente benigna, aunque puede ocasionar molestias importantes y alterar la calidad de vida.

Se puede manifestar con síntomas, con lesiones de la mucosa esofágica o con la presencia simultánea de síntomas y lesiones.

En función de los hallazgos endoscópicos podemos dividir esta entidad en ERGE con esofagitis (ERGE erosiva) o ERGE con endoscopia negativa (ERGE no erosiva).

La mayoría de los pacientes con síntomas de ERGE no presentan lesiones esofágicas, además la clínica no suele guardar una buena correlación con los hallazgos endoscópicos.

Existen factores genéticos asociados, y otros como la obesidad, la ganancia reciente de peso independientemente del IMC, el consumo de tabaco, la presencia de una hernia hiatal por deslizamiento y el hecho de dormir en posición de decúbito lateral derecho son factores de riesgo para la ERGE.

El ejercicio físico intenso, así como la toma de diversos fármacos (antagonistas del calcio, anticolinérgicos, aminofilinas, nitratos, opioides, esteroides) pueden empeorar los síntomas de ERGE.

El ejercicio físico moderado, elevar la cabecera de la cama unos centímetros o la presencia de infección por H. Pylori podrían actuar como factores protectores.

Manifestaciones clínicas y complicaciones

Los síntomas típicos de ERGE son la pirosis y la regurgitación. El término de pirosis describe la sensación de ardor o quemazón en el área retroesternal y el de regurgitación, la sensación de retorno del contenido gástrico a la boca y a la hipofaringe. Este binomio es prácticamente diagnóstico de ERGE en su presentación típica. No obstante, la ausencia de pirosis y regurgitación no excluye el diagnóstico (Vakil N, 2006). Otros síntomas que acompañan el síndrome de reflujo típico son el dolor epigástrico y las alteraciones del sueño.

La ERGE se considera potencialmente responsable de una gran variedad de otros síntomas y entidades clínicas, algunas de origen esofágico (dolor torácico por reflujo) y otras extraesofágicas (tos crónica, asma, laringitis, erosiones dentales, faringitis, sinusitis, fibrosis pulmonar idiopática y otitis media). El dolor torácico, la tos crónica y el asma son los procesos que presentan datos más concluyentes sobre su asociación con la ERGE (Vakil N 2006). Los síntomas dispépticos (dolor epigástrico, saciedad precoz, pesadez posprandial, náuseas, vómitos), son enormemente frecuentes en pacientes con ERGE, por lo que la asociación de estas dos entidades (ERGE-dispepsia) debe tenerse en cuenta en la práctica clínica.

Se consideran síntomas de alarma la disfagia persistente y/o progresiva, el vómito persistente, la aparición de hemorragia gastrointestinal, anemia ferropénica, pérdida de peso no intencionada y/o una tumoración epigástrica palpable. No obstante, el valor predictivo de estos hallazgos es escaso.

Las complicaciones esofágicas de la ERGE son esofagitis, estenosis, hemorragia, esófago de Barrett y adenocarcinoma. La esofagitis por reflujo es la complicación más frecuente. La estenosis, el esófago de Barret, el adenocarcinoma y la hemorragia son complicaciones muy poco frecuentes.

Diagnóstico

El diagnóstico de la ERGE se basa en la combinación de una adecuada anamnesis y exploración física, junto con el empleo racional de las pruebas complementarias.

La pirosis y la regurgitación son los síntomas característicos de la ERGE y, basándose en ellos, se puede establecer el diagnóstico clínico de ERGE en su forma de reflujo típico, e iniciar el tratamiento sin necesidad de realizar otras pruebas adicionales para confirmar el diagnóstico.

La sensibilidad y la especificidad de la pirosis para el diagnóstico del síndrome de reflujo típico se estima que es del 75-83% y el 55-63%, respectivamente. Estos porcentajes aumentan significativamente si se presenta asociada a regurgitación.

La respuesta terapéutica a los inhibidores de la bomba de protones (IBP) se utiliza para validar el diagnóstico de sospecha de ERGE, aunque no lo establece o descarta de forma totalmente concluyente.

Se debe realizar una endoscopia ante la presencia de signos y/o síntomas de alarma de complicación de una ERGE (disfagia, vómito persistente, hemorragia gastrointestinal, anemia ferropénica, pérdida de peso no intencionada y/o tumoración epigástrica). Asimismo, está indicada cuando la respuesta al tratamiento no es adecuada. No obstante no suele existir una buena correlación entre las manifestaciones clínicas y los hallazgos endoscópicos.

Los pacientes que no respondan al tratamiento empírico, y en los que la endoscopia no demuestre lesiones de esofagitis, deberían someterse a otras pruebas diagnósticas (pH-metría y/o manometría esofágica) para investigar la presencia de reflujo.

Tratamiento

El tratamiento de la ERGE tiene como objetivo evitar o reducir la exposición ácida del esófago y la sintomatología asociada a la misma. Los tratamientos incluyen consejos sobre estilos de vida, medidas higiénico-dietéticas, fármacos y ocasionalmente cirugía.

Los consejos sobre estilos de vida y medidas higiénico dietéticas deben individualizarse y orientarse hacia la resolución o atenuación de los factores de riesgo que presente cada paciente, valorando la respuesta clínica a los cambios introducidos. Se debe aconsejar el abandono del tabaco en pacientes fumadores, así como la pérdida de peso en pacientes con sobrepeso u obesidad. La elevación de la cabecera de la cama, en los pacientes que refieran clínica cuando se acuestan puede ser una recomendación adecuada. Otras modificaciones del estilo de vida, así como evitar alimentos o actividades específicas, deben adaptarse a las circunstancias de cada paciente.

Los fármacos utilizados en el tratamiento de la ERGE son los antiácidos (solos o asociados a alginatos), los antagonistas H2 (antiH2), los inhibidores de la bomba de protones (IBP) y los procinéticos.

Los antiácidos han demostrado ser superiores a placebo en el control de los síntomas de ERGE, y la combinación antiácidos-alginatos es más eficaz que los antiácidos solos. El uso exclusivo de antiácidos queda actualmente restringido al tratamiento de algunos episodios leves de pirosis y pueden ser también útiles para tratar síntomas ocasionales de reflujo en pacientes en tratamiento con IBP.

Los anti-H2 (Tabla 1) han demostrado ser más eficaces que placebo en el control de los síntomas de la ERGE y en el tratamiento de la esofagitis por reflujo (Zacny J, 2005). Se pueden considerar una opción para el tratamiento del síndrome típico de la ERGE y de la esofagitis por reflujo en su fase aguda (dosis estándar) y de la de mantenimiento (dosis estándar y/o mitad de dosis). Los antiH2 a demanda, o pautados de forma intermitente, se pueden utilizar para el control de los síntomas crónicos de reflujo. No obstante, su eficacia disminuye con el transcurso del tiempo, lo que indica que pueden resultar menos eficaces que los IBP en el tratamiento a largo plazo. Sin embargo, la farmacocinética de los antiH2 es superior a la de los IBP para lograr un alivio rápido de los síntomas, por lo que pueden ser de elección en pacientes con síntomas molestos intermitentes. Los medicamentos de este grupo actualmente disponibles en España para el tratamiento de la ERGE son ranitidina (300 mg/día) y famotidina (40 mg/día)

Tabla 1. IBP. Dosis estándar

Omeprazol: 20 mg/día

Lansoprazol: 30 mg/día

Pantoprazol: 40 mg/día

Rabeprazol: 20 mg/día

Esomeprazol: 40 mg/día

 

Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son los fármacos más efectivos en el tratamiento de la ERGE y constituyen actualmente la mejor opción terapéutica tanto para un tratamiento continuado como a demanda. Han demostrado su eficacia en el control de los síntomas, en la curación de la esofagitis y en la prevención de las recurrencias, y son más eficaces que los antiH2 en todos estos supuestos (Donnellan C, 2005; Van Pinxteren B, 2008). Se deben de tomar al menos media hora antes del desayuno (desayuno y cena en caso de dosis doble).

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Algoritmo de manejo de la
ERGE en Atención Primaria.

Las indicaciones actuales de los IBP en el tratamiento de la ERGE son:

  1. Tratamiento a corto plazo del síndrome típico de ERGE, así como de la esofagitis por reflujo. En caso de no obtener respuesta clínica con la dosis estándar es eficaz doblar la dosis y dividirla en dos tomas diarias.
  2. Tratamiento de mantenimiento a largo plazo (dosis estándar o inferior) para prevenir las recidivas de la esofagitis o para el control sintomático de los síntomas de ERGE. En la esofagitis grave el tratamiento con IBP de mantenimiento ha de ser continuado.
  3. Tratamiento a demanda o pautados de forma intermitente para el control de los síntomas del reflujo típico.
  4. Tratamiento de la fase aguda y de mantenimiento en el dolor torácico por reflujo.
  5. Tratamiento a dosis doble y durante un tiempo prolongado de los síndromes extraesofágicos establecidos.

No parecen existir diferencias clínicas significativas entre los distintos IBP a dosis estándar (Tabla 1), siendo el omeprazol el más coste-efectivo. Algunos estudios demuestran una mayor eficacia en la curación de la esofagitis con esomeprazol, a dosis de 40 mg respecto a otros IBP a dosis estándar. No obstante, este resultado es modesto desde el punto de vista clínico, y el beneficio menor cuando la enfermedad no es grave (Edwards SJ, 2006; Gralnek IM, 2006).

Los pacientes con síntomas atípicos de ERGE pueden precisar tratamientos más prolongados, así como dosis más altas de IBP, para el control de los síntomas. El tratamiento empírico en pacientes con síntomas atípicos es apropiado si los síntomas típicos también están presentes.

En general, los IBP son fármacos seguros y bien tolerados. Sin embargo, recientemente se han publicado algunos estudios que los relacionan con posibles efectos adversos poco frecuentes aunque potencialmente graves, como las fracturas osteoporóticas, la nefritis intersticial aguda y un posible incremento del riesgo de infecciones entéricas y neumonías. En pacientes con alto de riesgo de infección puede ser preferible el uso de antiH2 frente a los más potentes IBP. El uso de antisecretores debe ceñirse a las indicaciones establecidas, y la terapia a largo plazo se debe ajustar hasta la dosis mínima eficaz, basada en el control de síntomas.

Los procinéticos tienen un papel muy limitado en el tratamiento de la ERGE, aunque se sugiere que pueden tener algún efecto beneficioso en pacientes en los que el síntoma predominante es la regurgitación.

Tratamiento quirúrgico. Las indicaciones actuales para la cirugía antirreflujo incluyen la intolerancia a los fármacos, la falta de eficacia de los mismos para el control de la enfermedad, así como los síndromes atípicos de ERGE en los que se ha demostrado que el reflujo es la causa de los síntomas. No obstante, la indicación de cirugía debe individualizarse, informando al paciente sobre los posibles efectos secundarios y las dudas sobre su eficacia a largo plazo.

 

Referencias

 

Esclerosis múltiple

Resumen

La esclerosis múltiple es una enfermedad inflamatoria crónica autoinmune del sistema nervioso central, habitualmente de carácter lentamente progresivo, caracterizada por la presencia de múltiples placas diseminadas de desmielinización, distribuidas a lo largo del cerebro y la médula espinal. La enfermedad se caracteriza mayoritariamente por múltiples y variados síntomas y signos de disfunción del sistema nervioso central, con remisiones y exacerbaciones recurrentes. El comienzo de la enfermedad sucede habitualmente entre los 16 y 50 años de edad, particularmente entre los 20 y los 40, y es dos veces más común en las mujeres, en las cuales suele comenzar más temprano que en los varones.

La principal consecuencia de la destrucción de las vainas mielínicas es la alteración de la conducción de los impulsos nerviosos transmitidos por las fibras desmielinizadas. La velocidad de transmisión se hace más lenta y los estímulos no se transmiten correctamente o incluso no lo hacen en modo alguno. La sintomatología de la enfermedad depende de este fenómeno. Se distingue actualmente cuatro variedades o formas clínicas de esclerosis múltiple, de las que la remitente-recidivante es la más común (80%), seguida de la progresiva secundaria, la progresiva primaria y la progresiva-recidivante. Más del 60% de los pacientes con esclerosis múltiple evidencia un deterioro de la movilidad, que aparece en todos los tipos de esclerosis, incluso en etapas tempranas; en este sentido, en España, un 42% de los pacientes con una antigüedad de diagnóstico de ≤5 años reportan dificultades en la marcha y un 53% pérdida de equilibrio.

Por el momento, no existe ningún tratamiento curativo de la enfermedad y, por ello, el objetivo terapéutico consiste en contrarrestar los principales efectos clínicos de las recaídas agudas y, por otro, reducir la gravedad y la frecuencia de éstas, limitar la progresión de la discapacidad, aliviar los síntomas persistentes – en el caso de que los haya – y promover la reparación tisular. Para alcanzar estos objetivos, se recurre a los corticosteroides para limitar la intensidad y la duración de los episodios agudos; por su parte, para reducir la frecuencia e intensidad de estos y frenar la progresión de la discapacidad y el deterioro neurológico, se recurre a tratamientos inmunomoduladores o inmunosupresores, capaces de actuar sobre el mecanismo autoinmune de la enfermedad. Adicionalmente, se utilizan diferentes tratamientos sintomáticos para controlar o paliar algunos de los síntomas más molestos o discapacitantes asociados a la esclerosis múltiple, como la espasticidad o el temblor, entre otros.

 

DEFINICIÓN

La esclerosis múltiple es una enfermedad inflamatoria crónica autoinmune del sistema nervioso central, habitualmente de carácter lentamente progresivo, caracterizada por la presencia de múltiples placas diseminadas de desmielinización, distribuidas a lo largo del cerebro y la médula espinal. La enfermedad se caracteriza mayoritariamente por múltiples y variados síntomas y signos de disfunción del sistema nervioso central, con remisiones y exacerbaciones recurrentes. En general, los que suelen manifestarse más precozmente son parestesias en una o más extremidades, el tronco o un lado de la cara; debilidad o torpeza de un miembro inferior o la mano; o trastornos visuales; debilidad muscular o fatiga inusual de un miembro, alteraciones leves de la marcha, dificultad en el control vesical, vértigo y trastornos emocionales leves. El curso habitual de la enfermedad se caracteriza por la presencia de remisiones y recaídas, con alguna discapacidad acumulativa, y aunque dicha discapacidad física puede aparecer desde el inicio de la enfermedad, lo más frecuente que comience a manifestarse tras varios años de evolución.

También es denominada como esclerosis en placas o diseminada. Las placas son en realidad lesiones formadas por infiltrados de células, con desmielinización y gliosis (destrucción de células gliales, que constituyen el elemento fundamental del tejido neurológico de sostén). La enfermedad afecta especialmente a adultos jóvenes, en los que produce manifestaciones clínicas muy diversas. Además, tiene un curso variable, observándose frecuentemente brotes y periodos de remisión. Es considerada como la causa de tipo no traumático más frecuente de invalidez o discapacidad neurológica del adulto joven en el mundo occidental.

Aunque la esclerosis múltiple fue descrita de forma sistemática por primera vez en 1849, la descripción más antigua conocida de una persona con posibles síntomas de esclerosis múltiple data del siglo XIV en Holanda. El término se refiere tanto el número (múltiple) como a la condición (esclerosis, del término griego que describe una cicatriz o tejido endurecido) de las áreas en las que se ha eliminado la mielina en el sistema nervioso central.

EPIDEMIOLOGÍA

El comienzo de la enfermedad sucede habitualmente entre los 16 y 50 años de edad, particularmente entre los 20 y los 40, y es dos veces más común en las mujeres, en las cuales suele comenzar más temprano que en los varones. Es muy rara su aparición antes de los 10 años o después de los 70 años.

La esclerosis múltiple es más prevalente en los climas templados que en las regiones tropicales. Se estima que afecta a unos 2,5 millones de personas en todo el mundo, aunque distribuidos de forma irregular; en este sentido, la región de menor prevalencia (<5 casos por 100.000 habitantes) es Asia central, mientras que en la mayoría de los países occidentales, especialmente los más desarrollados (Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Australia, etc.), la prevalencia supera ampliamente los 30 casos por 100.000 habitantes. En Estados Unidos hay entre 250.000 y 350.000 pacientes, mientras que en la Unión Europea hay aproximadamente unos 500.000, siendo más frecuente en el norte de Europa y menos común en el área mediterránea. En España, la prevalencia se sitúa en los 100-125 casos por cada 100.000 habitantes (Fernández, 2012), estimándose1 que en nuestro país hay alrededor de 40.000 pacientes.

La esclerosis múltiple constituye la causa más frecuente de enfermedad por alteración de la mielina en el sistema nervioso central. Se estima que la susceptibilidad de padecer esclerosis múltiple depende de la interrelación con factores ambientales en determinadas áreas geográficas y que parecen operar antes de la pubertad, con una predisposición heredada de tipo multigénico. Algunas etnias, tales como los gitanos, los esquimales y los bantús, nunca contraen la esclerosis múltiple. Asimismo, los indios nativos de Norteamérica y Sudamérica, los japoneses y otros pueblos asiáticos tienen tasas de incidencia muy bajas de esclerosis múltiple.

En la población en general, la probabilidad de adquirir esclerosis múltiple es inferior al 0,1%. Sin embargo, si una persona en una familia tiene esclerosis múltiple, los familiares de primer grado – hijos y hermanos – tienen una probabilidad del 1-3%. En el caso de los gemelos idénticos, la probabilidad de que el segundo gemelo pueda contraer esclerosis múltiple si el primero la contrae, es del 30% aproximadamente. El hecho de que los gemelos idénticos contraigan la esclerosis múltiple a una tasa significativamente más baja del 100% indica que la enfermedad no es totalmente controlada por factores genéticos, sino que existen factores ambientales determinantes.

Los costes económicos, sociales y médicos asociados con la enfermedad son notables. En España, tan solo el coste del tratamiento de la enfermedad, según datos del Ministerio de Sanidad, se sitúa anualmente en unos 1.200 millones de euros, con un coste medio anual por paciente que fluctúa según la gravedad del cuadro entre los 15.000 y los 60.000 , datos muy similares a los del resto de Europa.

ETIOLOGÍA

Parece tratarse de una enfermedad autoinmune, es decir, producida por la reacción inmunológica contra elementos constitutivos del propio organismo, que son detectados – anómalamente – como antígenos extraños. Se ha propuesto que un auténtico antígeno, todavía desconocido pero probablemente de origen externo, actuaría mimetizando proteínas de la mielina de las neuronas. Ese antígeno se presentaría sobre la superficie de los macrófagos en combinación con moléculas de clase 2 del Complejo Mayor de Histocompatibilidad (CMH; MHC, major histocompatibility complex). La resultante estimulación de los linfocitos T facilitadores (helper, Th1) provocaría la expresión de LFA-1 (lymphocyte function-associated antigen-1)2 y de VLA-4 (Integrin alpha4beta1; Very Late Antigen-4), facilitando la unión de dichos linfocitos T a moléculas de adhesión, como la ICAM-1 (Intercellular Adhesion Molecule 1; CD54) y la VCAM-1 (Vascular cell adhesion molecule 1; CD106), la principal molécula responsable del incremento de la adhesión leucocitaria al endotelio; actuando todos ellos sobre las células endoteliales de los vasos sanguíneos, facilitando su migración a través del endotelio y su penetración en el sistema nervioso central, donde atacarían a las células nerviosas y destruyendo específicamente su capa de mielina.

La destrucción de la mielina se debe a tres mecanismos complementarios:

  • liberación de Factor de Necrosis Tumoral alfa (TNFa) por los linfocitos Th1
  • liberación de TNFa y de radicales libres de oxígeno, óxido nítrico y proteasas por parte de macrófagos activados
  • activación de la cascada del complemento mediante anticuerpos

Una de las causas propuestas es la infección por un virus latente (posiblemente herpesvirus o retrovirus humanos, como el HTLV-1, que causa la paraparesia espástica tropical) en la cual la activación vírica y su expresión desencadenan una respuesta inmune secundaria. Se considera, no obstante, que es más probable que infecciones comunes a una determinada edad (tales como las producidas por virus del sarampión u otros similares), desencadenen en personas susceptibles mecanismos de mimetismo molecular por los que presentarían una sensibilización cruzada contra la mielina. Se ha sugerido que el posible papel de las infecciones virales en el desarrollo de la esclerosis múltiple está relacionado con la inflamación y la producción de interferón gamma, que suelen acompañar a la mayoría de las infecciones virales; en este sentido, se ha demostrado que el interferón gamma empeora el curso clínico de la esclerosis múltiple. Por otro lado, la incidencia familiar y la asociación con ciertos alotipos HLA3 justifican la relativa susceptibilidad genética observada.

Las personas que se trasladan de lugar después de la edad de 15 años mantienen el riesgo de padecer esclerosis múltiple que es propio de la zona de origen, lo que sugiere que un factor ambiental podría tener un papel de peso en la causa de la esclerosis múltiple. Es posible que, en la edad de la pubertad o inmediatamente después de ella, los pacientes contraigan una infección viral con un periodo largo de latencia. O, a la inversa, las personas en algunas zonas pueden estar en contacto con un agente protector desconocido durante la época anterior a la pubertad. En cualquier caso, aún no se ha identificado este potencial factor ambiental.

Algunos estudios (Arruti, 2015) han encontrado que el tabaquismo incrementa de forma significativa (en torno a un 50%) el riesgo de padecer esclerosis múltiple, como factor de riesgo independiente; sin embargo, el papel del tabaco como factor de progresión de la enfermedad es más controvertido. Los mecanismos por los que el tabaquismo modifica el riesgo y posiblemente la progresión de la enfermedad no son aún conocidos, aunque el efecto colinérgico de la nicotina (específicamente sobre los receptores nicotínicos) podrían estar implicados.

En definitiva, la esclerosis múltiple es una enfermedad básicamente desmielinizante, que conduce a la muerte neuronal desde las etapas iniciales de la enfermedad. Probablemente, esta pérdida neuronal es lo que contribuye decisivamente a la creciente discapacidad a la que se enfrentan los pacientes con esclerosis múltiple. Se caracteriza por la presencia de placas de desmielinización con destrucción de la oligodendroglía e inflamación perivenular diseminadas en el sistema nervioso central, especialmente en la sustancia blanca, con cierta especificidad por las columnas laterales y posteriores de la médula espinal, los nervios ópticos y las áreas periventriculares. También se encuentran afectadas las vías del mesencéfalo, la protuberancia y el cerebelo, al igual que la sustancia gris cerebral y medular.

El término esclerosis se debe a la sustitución de la mielina normal por una proliferación de astrocitos. El infiltrado rodea a los pequeños vasos venosos – de ahí el término perivenular – y está formado por linfocitos T CD8+, CD4+, células fagocitarias, linfocitos B y células plasmáticas, generalmente acompañado de edema. A medida que las vainas de mielina van degenerando, se hace más apreciable la proliferación de células fagocitarias (macrófagos/microglia) y de astrocitos. Los cuerpos neuronales y los axones no suelen estar afectados, sobre todo en las lesiones recientes, pero posteriormente puede haber también destrucción axonal, principalmente en las vías largas, y gliosis fibrosa que produce esclerosis de los haces de fibras, lo que justifica la irreversibilidad observada de algunos síntomas.

ASPECTOS CLÍNICOS

La principal consecuencia de la destrucción de las vainas mielínicas es la alteración de la conducción de los impulsos nerviosos transmitidos por las fibras desmielinizadas. La velocidad de transmisión se hace más lenta y los estímulos no se transmiten correctamente o incluso no lo hacen en modo alguno. El grado de anormalidad de la conducción puede variar dependiendo de circunstancias como la temperatura corporal, el ejercicio o la composición iónica del espacio extracelular. La sintomatología de la enfermedad depende de este fenómeno. En el caso concreto de la temperatura tiene consecuencias clínicas importantes, ya que la mayoría de los pacientes experimentan un empeoramiento de sus síntomas al aumentar la temperatura corporal. Se distingue actualmente cuatro variedades o formas clínicas de esclerosis múltiple:

  • Remitente-recurrente (RR). Es el tipo más frecuente, afectando a más del 80% de las personas con esclerosis múltiple. En las fases iniciales puede no haber síntomas, a veces incluso durante varios años; sin embargo, a pesar de la ausencia de síntomas, sí se van produciendo lesiones inflamatorias en el sistema nervioso central. Los brotes son imprevisibles y pueden aparecer síntomas en cualquier momento – nuevos o ya conocidos – que pueden durar desde algunos días a varias semanas, desapareciendo posteriormente. Entre las recidivas no parece haber progresión de la enfermedad.
  • Progresiva secundaria (SP). El grado de discapacidad persiste o incluso empeora entre brotes. Puede aparecer después de una fase recurrente-remitente y se considera una forma avanzada de la esclerosis múltiple. Entre un 30% y un 50% de los pacientes que sufren inicialmente la forma recurrente-remitente desarrolla la forma secundaria progresiva, habitualmente entre los 35 y los 45 años. Se caracteriza por una progresión continua con o sin recidivas ocasionales, remisiones poco importantes y fases de estabilidad.
  • Progresiva primaria (PP). Afecta al 10% de todos los pacientes. Se caracteriza por la ausencia de brotes definidos, pero hay un comienzo lento y un empeoramiento constante de los síntomas sin un periodo intermedio de remisión. No hay episodios de recidiva ni periodos de remisión, sólo fases de estabilidad ocasionales y mejorías pasajeras poco importantes.
  • Progresiva recidivante (PR). Es la forma más atípica, con progresión desde el comienzo, aunque a diferencia de aquellos con la forma progresiva primaria (PP), hay brotes agudos claros, con o sin recuperación completa. Los períodos entre brotes se caracterizan por una progresión continua.

Existe controversia sobre la existencia real de una quinta forma de esclerosis múltiple, la benigna (B), que se caracterizaría por tener tan solo una recidiva inicial y, posiblemente, solo un brote adicional y una recuperación completa entre estos episodios, pudiendo transcurrir hasta 20 años hasta que se produzca una segunda recidiva, por lo que el proceso únicamente progresa de forma limitada. Para algunos especialistas, la forma benigna sería en realidad un cuadro recurrente-remitente (RR) sintomáticamente muy leve y con discapacidad mínima. No obstante, estos pacientes acaban progresando en su mayoría y experimentan deterioro cognitivo. Se estima que constituyen aproximadamente el 15% de todos los casos diagnosticados de esclerosis múltiple.

El síntoma inicial de la esclerosis múltiple consiste, a menudo, en visión borrosa o doble, distorsión de la percepción de los colores (rojo-verde) o incluso ceguera en un ojo; sin embargo, los problemas visuales (neuritis óptica) tienden a desaparecer en las etapas posteriores, aunque el 55% de los pacientes con esclerosis múltiple tendrán un ataque de neuritis óptica en algún momento de su vida y siendo el primer síntoma de la esclerosis múltiple en un 15% de los casos (NINDS, 2012).

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La mayoría de los pacientes con esclerosis múltiple experimentan debilidad muscular (miastenia) en las extremidades y dificultad con la coordinación y el equilibrio en algún momento en el curso de la enfermedad. Estos síntomas pueden ser suficientemente intensos como para dificultar el caminar o incluso para ponerse de pie. En los peores casos, la esclerosis múltiple puede producir una parálisis parcial o total.

La espasticidad – aumento involuntario del tono muscular que conduce a rigidez y espasmos – es común, al igual que la fatiga. Esta última puede ser desencadenada por un esfuerzo físico excesivo y mejora con el descanso, o puede adquirir la forma de un cansancio constante y persistente. Asimismo, la mayoría de las personas con esclerosis múltiple presentan también parestesias, sensaciones anormales y transitorias de entumecimiento, picor u hormigueo; en casos raros, también pueden experimentar dolor. A veces se produce una pérdida completa de la sensibilidad táctil. Son también frecuentes la dificultad para hablar, los temblores y los mareos; ocasionalmente, sufren pérdida de audición.

Aproximadamente, la mitad de todas las personas que padecen de esclerosis múltiple experimentan un deterioro cognitivo, manifestado como dificultad para concentrarse o para mantener la atención, pérdida de memoria y dificultad para el enjuiciamiento; se trata de síntomas generalmente leves y, con frecuencia, pasan desapercibidos. Sin embargo, estos déficits cognitivos tienden a hacerse más evidentes cuando la información que se ha de elaborar se hace más compleja. La fatiga también puede exacerbar las dificultades de procesamiento de la información. La depresión, que no está relacionada con los problemas cognitivos, es común en pacientes con esclerosis múltiple; además, un 10% de los pacientes sufren trastornos psicóticos graves, tales como depresión maníaca y paranoia. Un 5% pueden experimentar episodios de euforia o desesperación no relacionados con el estado emocional actual del paciente (síndrome de risa/llanto).

A medida que progresa la enfermedad, la disfunción sexual puede convertirse en un problema. También puede perderse el control de la micción y de la defecación. En un 60% de los pacientes, el calor propio del clima o el producido por el ejercicio físico puede ocasionar un empeoramiento temporal de muchos de los síntomas de la enfermedad, aunque con la eliminación del calor se resuelve habitualmente el problema. De hecho, un baño frío puede aliviar sus síntomas en algunos pacientes sensibles a la temperatura. Por la misma razón, nadar es el ejercicio físico más adecuado para las personas con esclerosis múltiple.

La combinación de espasticidad y ataxia cerebelosa puede llegar a ser totalmente incapacitante; además, las lesiones hemisféricas cerebrales pueden producir hemiplejia.

PRONÓSTICO

En general, a los 5 años de la aparición de los primeros síntomas, algo más del 50% de los pacientes tiene algún tipo de afectación leve, en otro 40 % hay afectación moderada y en menos de un 10 % es grave; un 70% de los pacientes están en condiciones de trabajar habitualmente. No obstante, a los 15 años solo el 25-30% de los pacientes continúa con una afectación leve y un 50% requieren ayuda para caminar. A los 20 años, un 35% continúa en condiciones de trabajar y un 20% ha muerto como consecuencia de las complicaciones.

Más del 60% de los pacientes con esclerosis múltiple evidencia un deterioro de la movilidad, que aparece en todos los tipos de esclerosis, incluso en etapas tempranas; en este sentido, en España, un 42% de los pacientes con una antigüedad de diagnóstico de ≤5 años reportan dificultades en la marcha y un 53% pérdida de equilibrio. De hecho, la mayoría de los pacientes con valores ≥4 en la escala EDSS (Expanded Disability Status Scale; escala expandida del estado de discapacidad) tienen problemas para caminar y dos de cada tres consideran que su vida familiar se ve significativamente afectada por sus problemas de movilidad.

La EDSS evalúa la discapacidad de acuerdo a ocho sistemas o escalas funcionales (EF): piramidal, cerebelo, tronco del encéfalo, sensibilidad, vejiga, intestino, visión y funciones mentales. La puntuación global va entre 0 (examen neurológico normal, con valoración 0 en todas las escalas funcionales) y 10 (muerte relacionada directamente con la esclerosis múltiple). Por ejemplo, una puntuación de 2,0 supone una mínima incapacidad, con un EF grado 2, otros 0 o 1; 2,5 implica lo mismo, pero con dos EF de grado 2. Una puntuación de 4,0 supone un paciente completamente ambulante sin asistencia, autosuficiente, capacitado durante 12 horas diarias a pesar de una relativamente grave incapacidad consistente en una escala funcional grado 4 (otros 0 o 1) o combinaciones de grados menores excediendo los límites de los grados previos, capaz de caminar sin ayuda o descanso uno 500 metros. Por su parte, una puntuación de 5,5 implica que el paciente es capaz de caminar 100 metros sin ayuda ni descanso, pero con incapacidad suficientemente grave como para impedir las actividades del día entero. Con una puntuación de 8,0 el paciente está esencialmente relegado a la cama o a una silla, pero capaz de permanecer fuera de la cama gran parte del día, siendo capaz de realizar muchas de las funciones de su cuidado personal; generalmente conserva el uso efectivo de los brazos.

La esclerosis múltiple produce globalmente una reducción media de unos 9 años sobre la duración de vida en los varones y hasta de 14 en las mujeres. La esperanza de vida es de unos 25 años tras el comienzo de la enfermedad, aunque con notables variaciones interindividuales. En este sentido, la supervivencia depende sobre todo del grado de discapacidad existen en el paciente: sólo el 7% de los enfermos que caminan han fallecido a los 10 años, mientras que asciende al 49 % para los que apenas se mantienen en pie y al 84 % para los encamados de forma permanente.

El pronóstico depende fundamentalmente del número de ataques, siendo un signo de mal pronóstico la existencia de una elevada frecuencia de recaídas durante los primeros años de enfermedad (la frecuencia media de ataques en los primeros años es de uno anual). Igualmente, el tipo de ataques es relevante para el pronóstico, ya que los síntomas primarios de tipo motriz, ataxia o problemas bulbares se asocian con peores pronósticos, mientras que si son de tipo visual, el pronóstico es más favorable.

TRATAMIENTO

Enfoque terapéutico general

Por el momento, no existe ningún tratamiento curativo de la enfermedad y, por ello, el objetivo terapéutico consiste en contrarrestar los principales efectos clínicos de las recaídas agudas y, por otro, reducir la gravedad y la frecuencia de éstas, limitar la progresión de la discapacidad, aliviar los síntomas persistentes – en el caso de que los haya – y promover la reparación tisular.

Para alcanzar estos objetivos, se recurre a los corticosteroides para limitar la intensidad y la duración de los episodios agudos; por su parte, para reducir la frecuencia e intensidad de estos y frenar la progresión de la discapacidad y el deterioro neurológico, se recurre a tratamientos inmunomoduladores o inmunosupresores, capaces de actuar sobre el mecanismo autoinmune de la enfermedad. Adicionalmente, se utilizan diferentes tratamientos sintomáticos para controlar o paliar algunos de los síntomas más molestos o discapacitantes asociados a la esclerosis múltiple, como la espasticidad o el temblor, entre otros.

Se ha tratado de relacionar a la dieta tanto con las causas y como con el tratamiento de la esclerosis múltiple. En este sentido, se han promovido diversos tipos de dieta como más apropiadas para estos pacientes: baja en grasas saturadas, aumento de ácidos grasos poliinsaturados, suplementos vitamínicos, alimentos sin gluten, etc. Sin embargo, los estudios clínicos disponibles no han podido confirmar el posible beneficio de ninguna de tales dietas.

Tratamiento de las recaídas agudas

El tratamiento de elección para las recaídas agudas son los glucocorticosteroides, atendiendo al carácter inflamatorio e inmunológico de la esclerosis múltiple. Reducen la intensidad y la duración de la recaída, probablemente reduciendo el edema, pero no afecta a la progresión de la discapacidad. Se suele utilizar metilprednisolona IV en dosis eleva­das (1 g, 3 días), aunque si se opta por la vía oral la pauta recomendada es de 60 mg/día de prednisona, durante 1 sema­na, reduciéndola posteriormente a lo largo de 3 semanas; no obstante, en la forma recidivante-remitente la tendencia es que la eficacia de los corticosteroides en el tratamiento de las recaídas disminuya con el tiempo. En los cuadros agudos graves resistentes a corticosteroides, se opta por un cambio de plasma en días alternos, medida que produce excelentes resultados en más del 40% de los pacientes afectados.

Sin embargo, cuando el ataque provoca déficits neurológicos graves, la respuesta a los esteroides por vía intravenosa puede ser insuficiente. En estos casos, se recurre a la plasmaféresis (cambio de plasma), un procedimiento por el que se extrae completamente la sangre del cuerpo, la cual es procesada separando las células (eritrocitos, leucocitos y plaquetas) del plasma. Las células son reintroducidas en el paciente, mientras que el plasma es tratado para eliminar los anticuerpos relacionados con eventos agudos de desmielinización. En una revisión retrospectiva de 41 pacientes que no respondieron a la administración IV de corticosteroides, la plasmaféresis se asoció con una mejoría clínica en el 63% de estos pacientes, evaluados a los seis meses. La rápida aplicación de la plasmaféresis y la mejoría clínica tras la finalización del proceso fueron predictores de esta respuesta; además, 20 pacientes (48%) que no respondieron en primera instancia, sí lo hicieron durante el seguimiento (Llufriu, 2009).

Tratamientos inmunomoduladores

Los tratamientos inmunomoduladores se emplean únicamente en las formas recidivante-remitente y en la secundariamente progresiva, pero no en la progresiva primaria. En las formas progresivas secundarias, siempre que haya brotes, pueden usarse interferón beta 1b y 1a ya que han demostrado disminuir la tasa de recaídas. También en este grupo cabe la mitoxantrona, si bien su peligrosidad limita sensiblemente su uso (Bustamante, 2015). En la forma recidivante-remitente, este tratamiento busca reducir la frecuencia e intensidad de los ataques y prevenir la acumulación de discapacidad asociada con la transición a la forma secundariamente progresiva.

Interferón beta

El interferón beta 1a (Avonex®, Rebif®) es estructuralmente idéntico a la citocina humana, tanto en la secuencia de aminoácidos como en los restos glucídicos. Reduce en un tercio la tasa de recaídas, prolongando una media de cinco meses el tiempo transcurrido hasta la primera recaída. También incrementa de forma significativa el periodo transcurrido hasta la progresión sostenida de la enfermedad. Por su parte, el interferón beta 1b (Betaferon®, Extavia®) consiste en una leve variación molecular del interferón beta humano, difiriendo en un aminoácido y además no está glucosilado. En pacientes con forma recidivante-remitente, la administración de dosis subcutáneas de 8 MU cada dos días reduce en un 34% la tasa de recaídas, pero no parece reducir de forma significativa la acumulación de discapacidad a los tres años. En pacientes con esclerosis múltiple secundariamente progresiva, tampoco se aprecia una reducción de la progresión de la discapacidad al cabo de tres años, aunque en periodos superiores se ha registrado una reducción del 9% en el riesgo de recaída (Mantia, 2013).

El perfil toxicológico de los interferones beta 1 se caracteriza principalmente por la incidencia muy frecuente de síntomas de tipo gripal (dolores musculares, fiebre, escalofríos, sudoración, astenia, cefalea y náuseas), aunque su incidencia y gravedad es susceptible de reducirse mediante el adecuado ajuste de la posología para cada paciente; estos síntomas tienden a ser más acusados al principio del tratamiento y disminuyen en frecuencia con el tratamiento continuado. Asimismo, pueden aparecer síntomas neurológicos transitorios tras la administración, que recuerden a las exacerbaciones de la propia esclerosis múltiple; asimismo, pueden aparecer episodios transitorios de hipertonía y/o debilidad muscular intensa que limitan los movimientos voluntarios.

Glatirámero

El glatirámero (Copaxone®) es una mezcla de péptidos sintéticos formados por copolímeros de ácido L-glutámico, L-alanina, L-tirosina y L-lisina, parcialmente acetilados. No se conoce su mecanismo de acción, aunque se ha sugerido que podría actuar como un péptido que mimetiza a la proteína base de la mielina, provocando un efecto inductor de los linfocitos T supresores, deficitarios en la esclerosis múltiple, e inhibiendo el efecto de los antígenos anti-mielina del sistema nervioso central, al inhibir e efecto de los linfocitos T autorreactivos. El acetato de glatirámero actúa sobre las células dendríticas, que tienen una intensa capacidad presentadora de antígenos, orquestando las respuestas Th1 y Th2.

Es capaz de reducir en un 30% el número de recaídas, y la discapacidad resultante, en los pacientes con esclerosis múltiple de tipo remitente-recidivante; sin embargo, no hay evidencia de que este tratamiento tenga efectos beneficiosos sobre los pacientes afectados con formas progresivas de la enfermedad. En términos comparados, el glatirámero presenta una eficacia clínica a dos años similar a la de los interferones beta; sin embargo, a tres años, los datos disponibles sugieren que la tasas de recaídas es algo menor; asimismo, el glatirámero parece reducir más el volumen de las lesiones neurológicas (La Mantia, 2014).

Las reacciones en el lugar de inyección son las manifestaciones más comunes de toxicidad del glatirámero, pudiendo llegar a ser muy frecuentes (70% vs. 37% con placebo): eritema, dolor, tumefacción, prurito, edema, inflamación e hipersensibilidad. Asimismo, se ha descrito frecuentemente (31% vs. 13%) una reacción inmediata a los pocos minutos de la inyección, caracterizada por uno o más de los siguientes síntomas: vasodilatación, dolor torácico, disnea, palpitaciones o taquicardia.

Fingolimod

El fingolimod (Gilenya®) es, previa transformación en el fosfato correspondiente, un modulador del receptor 1 de la esfingosina-1-fosfato (S1P), localizado en la superficie de los linfocitos y al que se une con alta afinidad, actuando como un antagonista funcional al inducir su desacoplamiento o internalización. Este proceso hace a los linfocitos insensibles al S1P, bloqueando así la señal bioquímica que induce la salida de los linfocitos desde los órganos linfoides y, en consecuencia, provoca una redistribución linfocitaria. Como consecuencia de ésta, se reduce la infiltración de los linfocitos al sistema nervioso central, y con ello reduce el riesgo de provocar inflamación y lesiones en el tejido nervioso en los pacientes con esclerosis múltiple.

Un meta-análisis (Roskell, 2012) demostró que el fingolimod reduce significativamente la frecuencia de las recaídas en pacientes con la forma recidivante-remitente en comparación con glatirámero, interferón beta 1a y 1b, y placebo. En este sentido, las tasas anualizadas de recaídas fueron, en relación al fingolimod, un 43% mayores con glatirámero 20 mg, 51% con interferón beta-1b 250 µg, 55% con interferón beta 1a, 44 mcg, 67% con interferón beta 1a 22 mcg, 93% con interferón beta 1a, 30 mcg, y 132% con placebo.

Desde el punto de vista de la seguridad, el fingolimod presenta un perfil complejo de efectos adversos, aunque no parece que limite sustancialmente el número de potenciales beneficiarios del tratamiento. En este sentido, la tasa de suspensiones del tratamiento asociadas a eventos adversos fue del 8,2% con la dosis de 0,5 mg de fingolmod (pero casi el doble con la de 1,25 mg) frente al 6,9% con placebo. Es importante tener en cuenta que se han descrito efectos teratógenos y embriotóxicos en roedores, lo que condiciona su uso en mujeres fértiles al empleo de métodos anticonceptivos eficaces. Un elemento interesante adicional es que el fingolimod es el primer medicamento modificador de la evolución de la esclerosis múltiple que puede ser administrado por vía oral, con una única dosis diaria (Cuéllar, 2011).

Fumarato de dimetilo

Por su parte, el fumarato de dimetilo (Tecfidera®) es un agente antiinflamatorio, inmunomodulador y neuroprotector que activa el sistema del factor nuclear eritroide-2 (Nrf2), que representa una de las principales vías intracelulares protectoras frente al daño oxidativo. Las especies reactivas de oxígeno (reactive oxygen species, ROS) son radicales libres y peróxidos capaces de oxidar a numeras sustancias; se forman espontáneamente como subproductos normales del metabolismo oxidativo y ejercen papeles decisivos en la señalización bioquímica celular. Cuando se generan en exceso o no son neutralizadas adecuadamente por los sistemas antioxidantes del propio organismo, pueden provocar daños sustanciales a las estructuras celulares en lo que se conoce como estrés oxidativo. De hecho, las ROS parecen estar íntimamente implicadas en la fisiopatología de la esclerosis múltiple, actuando como promotores de la migración de los leucocitos a través del endotelio vascular, responsables últimos del daño axonal y de la mielina de las vías nerviosas en la esclerosis múltiple. En este sentido, el fumarato de dimetilo ha demostrado tener un efecto protector neto sobre las neuronas y oligodendrocitos en la esclerosis múltiple (Cuéllar, 2015b).

Su eficacia ha sido contrastada mediante dos amplios ensayos clínicos de fase III, multicéntricos, doblemente ciegos, aleatorizados y controlados con placebo y glatirámero, utilizando dosis orales de fumarato de dimetilo de 240 mg/12 h o 240 mg/8 h, a lo largo de dos años (Gold, 2012; Fox, 2012).

Los resultados de dichos ensayos clínicos son robustos y concluyentes, encontrándose unas tasas de reducción con respecto al placebo del 44-50% en el porcentaje de pacientes que experimentaron alguna recaída, en el 21-38% de aquellos que experimentaron progresión en la discapacidad neurológicas asociada a la esclerosis y del 71-85% en el número de nuevas lesiones neurológicas o agrandamiento de las antiguas. Esta diferencia se mantiene en todos los subgrupos analizados (sexo, edad, tamaño y número de las lesiones neurológicas, discapacidad basal, etc.). Los datos comparativos con glatirámero muestran una tendencia a la superioridad favorable para el fumarato de dimetilo, pero las diferencias no llegaron a ser significativas estadísticamente.

Desde el punto de vista de la seguridad, no parece que la toxicidad sea un problema grave para el fumarato de dimetilo, aunque la frecuencia de eventos adversos puede ser relativamente alta. Los más relevantes son sofocos, diarrea, dolor abdominal y exantema, con una incidencia ligeramente mayor que la observada con glatirámero.

Según el Informe de Posicionamiento Terapéutico de la AEMPS (AEMPS, 2015c), el fumarato de dimetilo representa una alternativa oral con una eficacia similar a la de otros tratamientos de primera línea actualmente disponibles y un perfil de seguridad distinto. El hecho de que se administre por vía oral puede representar una ventaja clara frente a otros medicamentos disponibles, pero este aspecto no debe de ser la única motivación para elegir el tratamiento óptimo en un paciente concreto. Por lo tanto, teniendo en cuenta su perfil de eficacia y seguridad, es una alternativa razonable de primera línea de tratamiento para pacientes con esclerosis múltiple remitente-recidivante.

Natalizumab

El natalizumab (Tysabri®) es un anticuerpo monoclonal que inhibe selectivamente las moléculas de adhesión, uniéndose a la subunidad a4 de las integrinas humanas, evitando la penetración de los leucocitos al sistema nervioso central inflamado, facilitando con ello la reducción de la inflamación y de las lesiones neurológicas asociadas a la esclerosis múltiple. En este sentido, es capaz de reducir el número recaídas en pacientes con esclerosis múltiple recidivante-remitente, así como el riesgo de progresión de la discapacidad.

En un meta-análisis (Filippini, 2013) realizado con 44 ensayos clínicos (con una duración media de 24 meses) que incluyeron a 17.401 participantes con esclerosis múltiple remitente-recidivante o pregresiva, los resultados mostraron que el natalizumab redujo el riesgo de recurrencia de las recaída, en relación con el placebo, de una forma más marcada (OR=0,29; IC95% 0,17 a 0,51) que el interferón beta-1a Rebif® (OR=0,44; IC95% 0,24 a 0,70), la mitoxantrona (OR=0,43; IC95% 0,20 a 0,87), el glatirámero (OR=0,48; IC95% 0,38 a 0,75) y el interferón beta-1a Betaseron® (OR=0,48; IC95% 0,29 a 0,78).

Desde el punto de vista de la seguridad, la incidencia más alta de reacciones adversas corresponde a mareos, náuseas, urticaria y temblores asociados a las perfusiones. La tasa de suspensiones del tratamiento en un periodo de dos años está en torno al 5,8% (4,8% con placebo). Por otro lado, se ha mencionado la presencia persistente de anticuerpos inactivadores en el 6% de los pacientes, que anulan su actividad e inducen cuadros de hipersensibilidad. Aún más importante es que su uso ha sido asociado con la aparición – aunque excepcionalmente infrecuente: 1 caso por cada 2.000 pacientes tratados – de leucoencefalopatía multifocal progresiva (LMP), una enfermedad subaguda progresiva del SNC causada por la reactivación del virus JC, predominantemente en pacientes inmunodeprimidos y que suele provocar una discapacidad grave o la muerte. La sintomatología de la LMP es muy similar a un brote de esclerosis múltiple y el riesgo de desarrollar la enfermedad parece aumentar a partir de los dos años de tratamiento.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) informó4 sobre el riesgo de leucoencefalopatía multifocal progresiva (LMP) asociado al uso de natalizumab (Tysabri®), concluyendo que hasta el 20 de enero de 2010 eran 31 los casos conocidos de LMP confirmada, asociados al uso de natalizumab a nivel mundial, de los cuales 23 pacientes habían recibido el medicamento durante más de dos años; para entonces, se estima que habían recibido el tratamiento aproximadamente 60.000 pacientes en todo el mundo. Dado que se dispone de medidas para prevenir o tratar la LMP, es especialmente importante la detección de los síntomas tan pronto como sea posible y suspender la administración del medicamento. Las técnicas de eliminación de natalizumab (intercambio plasmático o inmunoadsorción) pueden precipitar la aparición del síndrome inflamatorio de reconstitución inmunitaria (IRIS: immune reconstitution inflammatory syndrom), que puede manifestarse tras varios días, semanas o meses.

En definitiva, el natalizumab es considerado como una opción para pacientes adultos con esclerosis múltiple remitente recidivante muy activa a pesar del tratamiento con un interferón beta o de glatirámero, o con esclerosis múltiple remitente recidivante grave de evolución rápida definida por 2 o más recidivas incapacitantes en un año, y con 1 o más lesiones realzadas con gadolinio en la RM craneal o un incremento significativo de la carga lesional en T2 en comparación con una RM anterior reciente.

Alemtuzumab

El alemtuzumab (Lemtrada®) es un anticuerpo monoclonal que se une específicamente a CD52, una glucoproteína de membrana que se encuentra presente en más del 95% de los linfocitos B (CD19+) y T (CD3+); también está presente, aunque en menor proporción, en monocitos, macrófagos y linfocitos citolíticos (citotóxicos) naturales (Natural Killers, células NK). La unión del alemtuzumab con la CD52 activa la citolisis celular dependiente de anticuerpos y la lisis mediada por el complemento tras la unión de la superficie celular con los linfocitos B y T. En definitiva, la acción inmunomoduladora del alemtuzumab en la esclerosis múltiple parece centrarse en la depleción y en la repoblación posterior de linfocitos B y T, limitando el efecto de estos sobre las proteínas de la mielina de las neuronas.

El alemtuzumab fue autorizado anteriormente por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) en 2001 como MabCampath®, indicado en el tratamiento de pacientes con leucemia linfocítica crónica de células B en los que no se pudieran utilizar quimioterapia incluyendo fludarabina. Sin embargo, este medicamento fue retirado voluntariamente en agosto de 2012 por su laboratorio titular (Genzyme Europe BV), por motivos comerciales.

Los ensayos clínicos controlados en esclerosis múltiple recidivante-remitente han mostrado que, en comparación con interferón beta 1a, el alemtuzumab es capaz de reducir entre un 50% y un 80% la tasa anualizada de recaídas – en comparación con el interferón beta – en pacientes con esclerosis múltiple, tanto naïve – sin tratamiento previo – como en aquellos tratados insatisfactoriamente. Asimismo, mejora en un 40-70% la tasa de pacientes que presentan discapacidad sostenida, mejorando en una media de 0,4-0,7 puntos la puntuación EDSS. Todo ello se traduce en que 30-45% de los pacientes tratados con alemtuzumab experimentan de forma persistente una reducción de su discapacidad, mientras que esto solo lo consigue el 13-27% de los tratados con interferón beta 1a; esta superioridad clínica parece mantenerse durante al menos cinco años (Cohen, 2012; Coles, 2008, 2001 y 2012).

Desde el punto de vista toxicológico, el aspecto más relevante es la incidencia de eventos de tipo autoinmune, particularmente de tipo tiroideo, trombocitopénico (púrpura trombocitopénica inmune) y renal (nefropatía); este tipo de efectos adversos son significativamente más comunes que con interferón beta. A pesar de ello, el porcentaje de tratamientos que son suspendidos por este motivo es inferior con alemtuzumab que con interferón beta; además, no parece que la realización de tratamientos de más de dos años con alemtuzumab hagan aflorar nuevos efectos adversos. Por otro lado, son muy comunes los efectos ligados a la administración IV del fármaco (urticaria, exantema, fiebre, etc.), aunque son fácilmente manejables.

Sin duda, la posología del alemtuzumab (ciclos anuales) resulta especialmente atractiva, aunque la administración IV requiere de una monitorización estrecha. Cualquier comparación en este sentido resulta obviamente favorable para el alemtuzumab: el interferón beta requiere dos-tres dosis SC semanales, el natalizumab una dosis IV mensual, el glatirámero un dosis SC diaria, el fingolimod y la teriflunomida una dosis oral diaria, y el fumarato de dimetilo dos dosis diarias (Cuéllar, 2015a).

En función del cociente beneficio/riesgo de este medicamento, el Informe de Posicionamiento Terapéutico (AEMPS, 2015a) considera que alemtuzumab puede ser una opción terapéutica adecuada en pacientes con alta actividad, definida en base a criterios clínicos y/o neuroimagen, a pesar de un tratamiento adecuado con inmunomoduladores (por ejemplo, interferón beta, glatirámero), así como en pacientes con curso rápido y agresivo, definido en base a criterios clínicos y/o de neuroimagen; en ambos caso, siempre que natalizumab/fingolimod no sean alternativas adecuadas.

Tratamientos inmunosupresores

Inmunosupresores no selectivos

Los fármacos más utilizados son la ciclofosfamida y la azatioprina. El fundamento de su aplicación la disminución de las células en rápida proliferación, entre ellas las linfoides responsables de la destrucción de la mielina del SNC. Sin embargo, el uso de fármacos inmunosupresores en las formas progresivas más graves no ha mostrado un beneficio uniforme y tienen notables riesgos tóxicos. La ciclofosfamida puede ser beneficiosa en pacientes de menos de 40 años de edad, pero produce efectos tóxicos graves y su uso parece contar cada vez con menos partidarios. La azatioprina, por su parte, se ha utilizado mucho más que la anterior, porque sus efectos tóxicos son menos acusados y el manejo clínico es más sencillo; administrada sola o junto con corticoides orales en dosis bajas, ha demostrado una eficacia modesta en algunos aspectos clínicos como la rapidez de progresión o el número de recaídas, pero no en la discapacidad. Este leve beneficio es el principal motivo por justifica que continúe siendo un fármaco usado en pacientes con múltiples brotes o en rápida progresión. Otros fármacos inmunosupresores ensayados y con resultados más o menos decepcionantes (por su escasa eficacia o por su inaceptable toxicidad) han sido la ciclosporina, la mitoxantrona, el clorambucilo, la cladribina y el metotrexato.

En concreto, la mitoxantrona (Novantrone®) está indicado en pacientes con esclerosis múltiple recurrente-remitente o secundaria progresiva con ataques intermitentes, que presenten elevada actividad clínica evidenciada por un acúmulo progresivo de incapacidad debida a la aparición de brotes frecuentes. Los pacientes deben haber mostrado falta de respuesta al tratamiento inmunomodulador convencional así como signos de actividad en la exploración mediante resonancia magnética. La mitoxantrona es un antineoplásico análogo de las antraciclinas y, como éstas, es un agente intercalante del ADN, capaz de inducir la formación de enlaces cruzados y posterior ruptura de las cadenas de ADN; asimismo, es un potente in hibidor de la síntesis ARN y es un potente inhibidor de la topoisomerasa II, enzima responsable del desenrollamiento de la doble cadena de ADN para su posterior reparación. Tiene efecto citocida sobre las células proliferativas y no proliferativas, pero sin especificidad sobre la fase del ciclo celular. La mitoxantrona ha mostrado inhibir in vitro las células B, las células T, la proliferación de macrófagos y así como interferir en la presentación de antígeno, en la secreción del interferón gamma, factor de necrosis tumoral (TNFa) e interleucina 2 (IL-2).

Teriflunomida

La teriflunomida (Aubagio®) es un agente inmunosupresor selectivo, que actúa fundamentalmente como un inhibidor del enzima mitocondrial dihidroorotato deshidrogenasa (DHODH), que cataliza un paso clave en la síntesis de novo de bases nucleicas pirimidínicas, esencial para la proliferación de los linfocitos B y T activados, implicados en la etiología autoinmune de la esclerosis múltiple. Ha sido autorizada para el tratamiento de pacientes adultos con la forma remitente-recurrente. Se trata del estereoisómero Z del principal metabolito activo de la leflunomida, utilizada para el tratamiento de la artritis reumatoide y de la artritis psoriásica (Cuéllar, 2015c).

Los datos clínicos muestran un nivel de eficacia modesto aunque clínicamente relevante, con diferencias con respecto al placebo similares a las observadas con otros agentes (glatirámero, interferón beta, etc.). Un meta-análisis de los datos agregados de dos estudios controlados con placebo (O’Connor, 2013) muestra una tasa anualizada de recaídas de 0,354 para la teriflunomida 14 mg y de 0,534 para placebo (P< 0,0001), siendo los respectivos porcentajes de pacientes con progresión sostenida del 17,9% vs. 25,2%, lo que supone una reducción del riesgo del 30,5%. Por lo que respecta a la comparación con interferón beta 1a (Vermersch, 2014), no parece haber superioridad con ninguna de las dos dosis de teriflunomida ensayadas. Los datos clínicos registrados solo corresponden a la forma recidivante-recurrente – por otro lado, la más común – y muestran un nivel de eficacia modesto aunque clínicamente relevante, con diferencias similares a las observadas con glatirámero o con interferón beta con respecto al placebo, con una reducción en torno al 30% del riesgo de progresión. Por otro lado, la mayor parte de los pacientes que participaron en los ensayos clínicos presentan un bajo nivel de afectación (EDSS 2,0-2,5; sobre un nivel máximo de 10).

Desde el punto de vista de la seguridad clínica, la toxicidad no parece ser un problema importante, aunque son comunes los trastornos de naturaleza hepática y digestiva. Hasta un 12% de los pacientes tratados con la dosis de 14 mg suspendieron el tratamiento por eventos adversos, frente a un 9% con placebo. El perfil toxicológico no parece presentar diferencias con por su precursor farmacológico, la leflunomida, por lo que no son previsibles grandes sorpresas en este campo.

Según el Informe de Posicionamiento Terapéutico (AEMPS, 2015b), la teriflunomida representa una alternativa oral con una eficacia similar y con un perfil de seguridad diferente al de otros tratamientos de primera línea actualmente disponibles. El hecho de que se administre por vía oral puede representar una ventaja clara frente a otros tratamientos disponibles, pero este aspecto no debe de ser la única motivación para elegir el tratamiento óptimo en un paciente concreto. Por lo tanto, en base a la eficacia y seguridad observadas, teriflunomida es una alternativa razonable de primera línea de tratamiento para pacientes con esclerosis múltiple remitente-recidivante.

Tratamientos sintomáticos

Discapacidad para caminar

Desde el punto de vista de los tratamientos sintomáticos, el fármaco más relevante es la fampridina (Fampyra®), un bloqueante de canales iónicos de potasio (K+) dependientes del voltaje que limita la fuga de iones potasio a través de dichos canales en los axones desmielinizados de los pacientes con esclerosis múltiple, prolongando la repolarización e intensificando el potencial de acción en las neuronas afectadas y, con ello, mejorando algunas de las funciones neurológicas perturbadas en estos pacientes, particularmente la marcha en pacientes adultos. Ha sido autorizada como tratamiento para mejorar la marcha en pacientes adultos con esclerosis múltiple con discapacidad en la marcha (EDSS 4-7).

Los ensayos clínicos (Goodman, 2009 y 2010) han encontrado una mejora estadísticamente significativa de la velocidad de marcha con la fampridina; en concreto, un 31% de los paciente mejora dicha velocidad en al menos un 20%, frente a un 13% con placebo. Aunque esta diferencia es estadísticamente significativa, no está claro que la prueba utilizada para determinar la eficacia de la fampridina (prueba cronometrada de marcha sobre 25 pies; T25FT) tenga una relevancia clínica real; esto es todavía objeto de un intenso debate, aun no resuelto. Ciertamente, es cuestionable traducir un pequeño aumento de la velocidad de la marcha en un trayecto muy corto (7,6 metros) como una mejora de la capacidad de los pacientes con esclerosis múltiple para caminar, tanto en términos de incremento de la distancia máxima soportada como del nivel de calidad de la marcha (grado de coordinación psicomotriz, equilibrio, etc.). Este parámetro es, sin embargo, defendido por algunos expertos como clínicamente relevante y como una variable objetiva que permite establecer la utilidad de un tratamiento e, incluso, es propuesta como referencia en este tipo de ensayos clínicos (Hobart, 2013).

Sea como fuere, el fármaco produce un efecto cuantitativamente modesto, que solo se manifiesta en aproximadamente un tercio de los pacientes (respondedores); además, su perfil de toxicidad, que es complejo aunque no parece presentar riesgos especialmente graves, no hace recomendable su utilización indiscriminada en cualquier paciente con esclerosis múltiple que presente alteraciones en su capacidad para caminar. De hecho, es recomendable limitar la utilización inicial de la fampridina en los pacientes a dos semanas, periodo requerido para determinar su estatus respondedor y, consecuentemente, la continuidad o no del tratamiento (Pikoulas, 2012).

Debe considerarse que en España más del 60% de los pacientes con esclerosis múltiple evidencia un deterioro de la movilidad, que aparece en todos los tipos de esclerosis, incluso en etapas tempranas (un 42% de los pacientes con una antigüedad de diagnóstico de ≤5 años reportan dificultades en la marcha y un 53% pérdida de equilibrio) y dos de cada tres pacientes consideran que su vida familiar se ve significativamente afectada por sus problemas de movilidad. Atendiendo a estas consideraciones y a que hasta ahora no había ningún medicamento en la Unión Europea autorizado para paliar las limitaciones de la marcha en aquellos pacientes con esclerosis, aunque sea de forma tan modesta como parecen sugerir los datos clínicos disponibles, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) decidió finalmente autorizar la fampridina, aunque de forma condicionada. Para ello, el laboratorio titular deberá presentar en la EMA antes del 30 de junio de 2016 los resultados de un ensayo clínico doblemente ciego, controlado con placebo y de larga duración sobre la eficacia y la seguridad de la fampridina, para investigar una variable primaria clínicamente más amplia y significativa en términos de capacidad de marcha y evaluar la identificación más rápida de pacientes respondedores.

Espasticidad

La espasticidad es definida como un trastorno motor caracterizado por un incremento dependiente de la velocidad de los reflejos de extensión tónicos (tono muscular), con reflejos tendinosos exagerados, que resulta de la hiperexcitabilidad del reflejo de extensión, como un componente del síndrome de la neurona motora superior. Constituye un problema importante para alrededor del 60-80% de los pacientes con esclerosis múltiple, dado que reduce la movilidad, hace que el desplazamiento sea más difícil, se asocia a espasmos musculares dolorosos y a debilidad, y predispone al desarrollo de contracturas; aunque la espasticidad puede producirse en cualquier extremidad, es mucho más común en las piernas. Hasta un 40% de los pacientes con esclerosis múltiple presentan niveles de espasticidad moderados (afectación frecuente de las actividades cotidianas), graves (necesidad de modificarlas) o total (las impide completamente), hasta el punto de hacer completamente dependiente al paciente de cuidadores.

Con el término de nabiximoles (Sativex®) se conoce a un extracto de cáñamo indiano (Cannabis sativa) que incluye varios derivados cannabinoides, fundamentalmente tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD). Este compuesto desarrolla efectos antiespásticos, reduciendo la rigidez de las extremidades y mejorando la función motora, por lo que ha sido autorizado para el tratamiento adicional para la mejoría de los síntomas en pacientes con espasticidad moderada a grave debida a esclerosis múltiple que no hayan respondido de forma adecuada a otros medicamentos antiespásticos y que hayan mostrado una mejoría clínicamente significativa de los síntomas relacionados con la espasticidad durante el periodo inicial de prueba del tratamiento.

El mecanismo antiespástico de los nabiximoles no ha sido dilucidado en términos precisos, aunque parece que podría depender de la adición de varios procesos, tanto a nivel central como periférico. En este sentido, tanto el tetrahidrocannabinol como el cannabidiol son agonistas de los receptores de cannabinoides (CB), de los que se han identificado dos tipos, CB1 y CB2, que se diferencian en el modo de transmitir la señal y en su distribución tisular. En ambos su activación da lugar a una inhibición de la adenilciclasa, lo que impide la conversión del ATP a AMP cíclico (AMPc). Ambos son receptores acoplados a una proteína G.

La activación de los receptores CB1 da lugar a los típicos efectos sobre la circulación y la psique conocidos tras el consumo de cannabis, mientras que la de los CB2 no los produce. Los CB1 se encuentran principalmente en las neuronas del cerebro, de la médula espinal y del sistema nervioso periférico, aunque también están presentes también en glándulas endocrinas, glándulas salivales, leucocitos, bazo, corazón y en determinadas zonas de los aparatos reproductor, urinario y gastrointestinal. Hay una elevada concentración de receptores CB1 en las terminaciones nerviosas, tanto centrales como periféricos, e inhiben la liberación de otros neurotransmisores, protegiendo de esta manera al sistema nervioso contra la sobreactivación o la sobreinhibición provocada por los neurotransmisores. Es especialmente relevante su abundancia en las regiones del cerebro responsables del movimiento (ganglios basales, cerebelo), del procesamiento de la memoria (hipocampo, corteza cerebral) y de la modulación del dolor (ciertas partes de la médula espinal, sustancia gris periacueductal). Por el contrario, los receptores CB2 se encuentran principalmente en las células inmunitarias, entre ellas los leucocitos, el bazo y las amígdalas. En este sentido, una de las funciones de los receptores CB en el sistema inmunitario es la modulación de la liberación de las citocinas, responsables de la inflamación y la regulación del sistema inmunológico (Cuéllar, 2011b).

No todos los pacientes con espasticidad asociada a la esclerosis múltiple son susceptibles de aprovechar el potencial terapéutico de los nabiximoles. De hecho, en el principal ensayo clínico disponible (Novotna, 2011), se comprobó que menos de la mitad (42%) de los pacientes son susceptibles de mostrar una respuesta con algún valor clínico. Y ni tan siquiera estos últimos experimentaron un mejora adicional importante con respecto al placebo (apenas 0,84 puntos sobre una escala de 11) al continuar el tratamiento durante 12 semanas más. No obstante, esta – ligera – superioridad sobre el placebo parece mantenerse durante varios años.

El perfil toxicológico de nabiximoles está dentro de lo farmacológicamente esperado en un derivado del cannabis, aunque los efectos adversos son en su mayoría de carácter leve y transitorio. Los más comunes son mareos, fatiga, somnolencia, náuseas y sequedad de boca. No parece que exista riesgo significativo de síndrome de abstinencia tras la suspensión repentina del tratamiento ni se han descrito por el momento casos de abuso asociados al fármaco.

Sin embargo, los fármacos más ampliamente utilizados para reducir la espasticidad en estos pacientes son el baclofeno y la gabapentina; en los cuadros refractarios o intolerantes a estos últimos se recurre a una amplia gama de medicamentos, entre los que cabe destacar al diazepam y la tizanidina, e incluso combinaciones de estos últimos, así como diversos agentes antiepilépticos (además de la gabapentina y del diazepam). Los cuadros más complejos y refractarios pueden llegar a requerir la administración intratecal de baclofeno o de fenol. El uso de toxina botulínica solo se acepta, con carácter excepcional, en cuadros de hipertonía o espasticidad relativamente localizada. En general, la eficacia y la tolerabilidad de estos agentes antiespásticos en la esclerosis múltiple no está demasiado bien contrastada en términos de amplios ensayos clínicos controlados y ello impide disponer de pautas terapéuticas bien fundamentadas.

Otros síntomas

También están típicamente asociados a la esclerosis múltiple otros síntomas que requieren tratamiento específico (Gómez, 2012). Entre los más comunes están:

  • Temblor: Tiene un carácter predominantemente postural o de acción en los pacientes con esclerosis múltiple, manifestándose en el 25-60% de estos. Este síntoma, que puede ser gravemente discapacitante y embarazoso para los pacientes, es difícil de manejar. La isoniazida en alta dosis, la carbamazepina y el propranolol parecen proporcionar algún alivio, pero la evidencia de su eficacia es muy limitada, minetras que los cannabinoides no parecen ser eficaces en absoluto. Algunos datos sugieren que se podrían conseguir resultados aceptables con la talamotomía estereotáctica o la estimulación talámica. Asimismo, la fisioterapia, y el enfriamiento del miembro tembloroso pueden lograr alguna mejora funcional. En cualquier caso, el temblor en la esclerosis múltiple sigue siendo un reto importante y una necesidad insatisfecha (Koch, 2007).
  • Fatiga: Afecta a la mayoría de los pacientes. Uno de los tratamientos más utilizados (Generali, 2014) para este síntoma es la amantadina, aunque esta indicación no está recogida entre las autorizadas para el medicamento disponible en España (Amantadina Level®). Se han utilizado otros fármacos para tratar la fatiga como son los antidepresivos inhibidores de la recaptación de la serotonina (fluoxetina, sertralina, etc.).
  • Dolor: El dolor crónico disestésico es uno de los más frecuentes y el tratamiento de elección es la amitriptilina. También se han utilizado antidepresivos inhibidores de la recaptación de la serotonina, carbamazepina, gabapentina, baclofeno o topiramato.
  • Trastornos urológicos: El síndrome irritativo se combate con medicamentos anticolinérgicos o bien antidepresivos tricíclicos asociados a anticolinérgicos. El síndrome de retención urinaria se trata con alfabloqueantes.
  • Disfunción sexual: Es un síntoma difícil de tratar. En pacientes varones con disfunción eréctil se ha probado con inhibidores de a fosfodiesterasa 5 y, en particular, con sildenafilo (Viagra®), con resultados no muy convincentes (Xiao, 2012). La disfunción sexual femenina es aún más compleja de tratar y no ha respondido a los inhibidores de la fosfodiesterasa 5.

Tratamientos experimentales

La simvastatina, al igual que otros hipolipemiantes inhibidores de la HMG-CoA reductasa, tiene efectos pleiotrópicos neuromoduladores y neuroprotectores, no ligados a la reducción de las tasas de lípidos plasmáticos, motivo por el cual está siendo estudiada por su potencial interés en patologías neurodegenerativas. En este sentido, se llevó a cabo un ensayo clínico doblemente ciego en Gran Bretaña (Chataway, 2014), en el que 140 pacientes adultos (18-65 años) con esclerosis múltiple secundariamente progresiva fueron asignados aleatoriamente a recibir un tratamiento con 80 mg/día de simvastatina o placebo. Los resultados mostraron que la tasa media anualizada de atrofia cerebral fue significativamente inferior en los pacientes tratados con simvastatina (0,288%) que con placebo (0,584%). La diferencia ajustada entre ambos valores fue de -0,254% (CI95% -0,422 a -0,087; p= 0,003), lo que supone una reducción del 43%. El tratamiento con simvastatina fue bien tolerado, sin diferencias sustanciales en la proporción de pacientes con eventos adversos graves (14 [20%] vs. 9 [13%]).

El siponimod actúa modulando selectivamente los receptores 1 y 5 de la esfingosina 1-fosfato (S1P). Este análogo del fingolimod, aún en fase experimental, ha mostrado que es capaz de atravesar fácilmente la barrera hematoencefálica y modular los procesos neurobiológicos a través de receptores S1P1 y S1P5 en astrocitos y oligodendrocitos. Es bien conocido que en la esclerosis múltiple remitente-recidivante, la modulación del receptor S1P reduce la acumulación de deterioro neurológico y retrasa la progresión de la atrofia cerebral; más allá de esto, algunos datos clínicos y radiográficos recientes sugieren que la modulación del receptor S1P podría ser eficaz también en la esclerosis múltiple secundariamente progresiva (Kappos, 2014).

Un nuevo tipo de células inmunitarias podrían ser la clave para el desarrollo de un futuro tratamiento contra la esclerosis múltiple. En concreto, un grupo de investigadores (Sheng, 2014) han descrito un tipo de células T del sistema inmunitario, las células Th-GM, que desempeña un papel crucial en el sistema nervioso central y en la patogénesis de la inflamación neuronal. Se ha comprobado que la proteína STAT5, un miembro de la familia STAT5 de proteínas, programa las células Th-GM e inicia la respuesta inmunitaria frente a un autoantígeno en reacción a una señal de la interleucina-7 (IL-7), causando inflamación, patogénesis y daños en el sistema nervioso central. Por este motivo, el bloqueo de la IL-7 o de la proteína STAT5 podría beneficiar terapéuticamente a los pacientes con esclerosis múltiple (Sheng, 2014).

Asimismo, se han producido grandes progresos en las aplicaciones experimentales y clínicas de la terapia celular somática, utilizando células madre como candidatos potenciales para la terapia regenerativa para muchos trastornos neurodegenerativos, incluyendo la esclerosis múltiple. Las células madre mesenquimatosas (mesenchymal stem cells, MSC) y células precursoras derivadas de células madre pluripotentes inducidas (induced pluripotent stem cell, iPSCs), han mostrado su capacidad para modular la respuesta autoinmune en el sistema nervioso central y promover la remielinización endógena y el proceso de reparación, en varios modelos animales (Xiao, 2015).

EL PAPEL DEL FARMACÉUTICO

La farmacia y la adherencia al tratamiento

Prácticamente todos los medicamentos modificadores de la enfermedad utilizados en el tratamiento de la esclerosis múltiple han sido calificados administrativamente para su dispensación exclusiva en los servicios de farmacia hospitalaria, a pesar de que su uso por los pacientes es, en su mayoría, extrahospitalario. Solo tres medicamentos (Lemtrada®, Tysabri® y Novantrone®) son administrados por vía IV y, en su caso, podría ser conveniente una monitorización continua durante la administración o tras ésta, lo que justificaría clínicamente la exclusividad de uso intrahospitalario del medicamento. Sin embargo, el resto se trata de medicamentos para administración oral (Aubagio®, Gilenya®, Tecfidera®) o en forma de jeringas precargadas para la administración subcutánea, preparadas para su uso por el propio paciente o por su cuidador (Avonex®, Betaferón®, Copaxone®, etc.). En muchos casos no es precisa ninguna monitorización clínica directa y continua durante la administración; en consecuencia, salvo que por motivos de seguridad el fármaco vaya a ser administrado en el propio recinto hospitalario y bajo estricta monitorización clínica, no existe una justificación clínica para la exclusividad de la dispensación hospitalaria de muchos de estos medicamentos.

Sin embargo, los datos de eficacia y de seguridad de todos estos medicamentos, que conocemos a través de los correspondientes ensayos clínicos controlados, proceden de grupos de pacientes estrechamente monitorizados a nivel clínico. Para alcanzar los elevados niveles de eficacia y de seguridad referidos se requiere, en la práctica cotidiana, tratar de proyectar esos controles y hacerlos asequibles y personalizados para cada paciente. En definitiva, los farmacéuticos, tanto a nivel comunitario como hospitalario, pueden colaborar activamente para la consecución de dichos objetivos, promoviendo medidas de prevención y educación sobre la reducción de la transmisión del VHC, mejorar la adherencia a la medicación, ayudar en el seguimiento de los efectos clínicos y adversos, recomendar estrategias de tratamiento para minimizar los efectos adversos e interacciones medicamentosas, y facilitar la disponibilidad de los medicamentos por los pacientes, implicándose en la sostenibilidad del sistema de salud.

Es especialmente importante tener en cuenta que para aumentar las tasas de adherencia al tratamiento y de cumplimentación total del mismo, se requiere un enfoque centrado en el paciente que se ocupe de sus necesidades de apoyo social, prácticas y emocionales de los pacientes y las estrategias adaptativas de afrontamiento. Aunque es evidente que desde los servicios farmacéuticos hospitalarios se puede facilitar – y, de hecho, así se lleva haciendo desde hace mucho tiempo – la optimización del tratamiento, es cierto que la oficina de farmacia comunitaria también puede participar activamente en este cometido, incluyendo el propio proceso de dispensación, salvo para aquellos medicamentos en los que sea conveniente la monitorización continua en un centro hospitalario, como ya que quedado indicado.

La localización de la oficina de farmacia, más próxima al paciente y, en muchos casos, el conocimiento personal del paciente por parte del farmacéutico comunitario, puede facilitar un seguimiento estrecho del plan de gestión y de minimización de riesgos de los medicamentos, incluyendo la comunicación de sospecha de reacciones adversas por los propios pacientes. Cuando no se trata de una situación de urgencia o emergencia, para el paciente es más fácil, cómodo y rápido acudir a una oficina de farmacia, abierta durante un amplio horario y con guardias periódicas; todo ello, sin perjuicio – obviamente – de los necesarios controles médicos que cada paciente requiera. En última instancia, la farmacovigilancia y el seguimiento farmacoterapéutico desde la oficina de farmacia no es una alternativa al seguimiento clínico directo por parte del médico prescriptor, sino un complemento de este seguimiento, que permite optimizar la gestión del control farmacoterapéutico, adaptándose a las necesidades y circunstancias específicas de cada paciente y dándole un valor añadido a los recursos asistenciales sanitarios, tanto en el ámbito público como en el privado.

La optimización del tratamiento con los medicamentos inmunomoduladores e inmunosupresores en esclerosis múltiple pasa, en cualquier caso, por una estricta adherencia al tratamiento. Lamentablemente, la realidad es que en este tipo de pacientes, dicha adherencia está lejos de ser la adecuada. En este sentido, en una revisión sistemática (Menzin, 2013) realizada sobre 24 estudios seleccionados para evaluar las tasas de adherencia a los tratamientos modificadores de la enfermedad en la esclerosis múltiple y el impacto de la adhesión sobre los resultados clínicos, la adhesión al tratamiento osciló entre 41% a 88%. Las tasas de adherencia de medias ponderadas fueron del 69,4%) para interferón beta-1a IM una vez a la semana, 63,8% el interferón beta 1b SC cada dos días, 58,4% para el interferón beta 1a SC 3 veces a la semana y 56,8% para el acetato de glatirámero diario (56,8%). Se apreció un mayor riesgo de recaída o de progresión de la enfermedad entre los pacientes no adherentes a la terapia frente a los pacientes adherentes, con resultados estadísticamente significativos.

En España, la situación es similar. Un estudio (Santolaya, 2012) recopiló los datos de 543 pacientes procedentes de 39 servicios hospitalarios de farmacia en España, a lo largo de seis meses. El promedio de tiempo de uso de los medicamentos durante el período de estudio fue de 312 días y la media del cumplimiento en este período fue del 61,5% (IC95%: 59,4 a 63,5).

La relación entre falta de adherencia al tratamiento y los resultados terapéuticos fueron igualmente evaluados en un estudio transversal y multicéntrico (Saiz, 2015), realizado sobre 220 pacientes con esclerosis múltiple (91% remitente-recidivante).. Además del nivel de cumplimiento en el último mes de tratamiento, se evaluaron el cumplimiento estacional y las razones para el incumplimiento. La media de edad de los pacientes fue de 39,1 años, el 70% eran mujeres y la mediano de tiempo en tratamiento era de 5,4 años. El 23% estaba tratado con interferón (IFN) beta 1b SC, el 21% con IFN beta 1a IM, el 37% con IFN beta 1a SC y el 19% con acetato de glatirámero. El grado de cumplimento global fue del 75%, sin diferencias significativas en función del tipo de tratamiento, y no se refirieron cambios estacionales en el 81%. Los pacientes cumplidores presentaban significativamente menores valores de discapacidad y de tiempo de diagnóstico, y mayor satisfacción con el tratamiento y su efectividad. Las molestias y los síntomas seudogripales fueron las razones más frecuentes para el incumplimiento. La satisfacción y el nivel de calidad de vida se relacionaron con una menor discapacidad y número de cambios terapéuticos.

En España, incrementando la relación de la farmacia hospitalaria con el paciente con esclerosis múltiple y desarrollando programas de Atención Farmacéutica, se ha pasado de tener pacientes con un 58% al 90% de satisfacción. La cercanía, la confianza y el recibir información desde la farmacia hospitalaria – por ejemplo sobre efectos adversos con otros tratamientos – mejora la adherencia un 1,2% (llegando al 94%), mejora la satisfacción con la medicación y la calidad de vida de estos pacientes” (Calleja, 2014).

Advertencias específicas de los tratamientos inmunomoduladores

Aubagio® (Teriflunomida)

  • Puede producir hepatotoxicidad. Se debe realizar una prueba hematológica para detectar los niveles de las enzimas hepáticas (transaminasas, etc.) antes de iniciar el medicamento, y repetirse mensualmente a los seis meses, además de una monitorización para detectar cualquier daño hepático. En caso de experimentar problemas graves del hígado, las personas deben dejar de tomar el medicamento inmediatamente.
  • Puede provocar efectos teratogénicos, incluso hasta dos años después de haber finalizado el tratamiento. Las mujeres en edad fértil deben realizarse una prueba de embarazo antes de comenzar este tratamiento y deberán utilizar un método anticonceptivo efectivo mientras lo esté usando y durante un periodo posterior. Si queda embarazada, debe dejar de tomar el medicamento inmediatamente y someterse a un tratamiento para eliminar rápidamente el medicamento del organismo. Los varones que planean tener hijos deben dejar de tomar el medicamento y someterse a un tratamiento para eliminar el medicamento rápidamente del cuerpo antes de intentarlo.
  • Puede aumentar el riesgo de infecciones. Se debe realizar un recuento de células sanguíneas antes de comenzar el tratamiento y monitorizar al paciente para detectar posibles infecciones mientras esté bajo el mismo. También debe realizarse un examen para detectar tuberculosis antes de comenzarlo; en caso positivo, no debe comenzarse hasta que el tratamiento para la tuberculosis haya terminado.
  • Puede producir neurotoxicidad, especialmente en el sistema nervioso periférico (neuropatía periférica); se debe monitorizar para detectar posibles síntomas de neuropatía periférica durante el tratamiento.
  • Puede causar insuficiencia renal aguda y elevación de potasio en la sangre, por lo que la función renal debe ser controlada, particularmente en las personas que tengan síntomas de insuficiencia renal o niveles elevados de potasio antes del tratamiento.
  • Puede causar elevaciones en la presión arterial; ésta debe ser monitorizada y tratada convenientemente en caso necesario.

Avonex®, Rebif® (Interferón beta 1a)

  • Los individuos con historial de depresión, de trastornos convulsivos o de problemas cardíacos deben ser supervisados cuidadosamente mientras usen este medicamento;
  • Todos los pacientes deben tener una prueba de función hepática al comenzar el tratamiento y periódicamente a partir de entonces.
  • Se recomiendan pruebas hematológicas periódicas para comprobar si hay una reducción de eritrocitos, leucocitos o plaquetas
  • Se han reportado reacciones alérgicas raras pero significativas.

Betaferon®, Extavia® (Interferón beta 1b)

  • Los individuos con historial de depresión o un trastorno convulsivo deben ser supervisados cuidadosamente mientras usen este medicamento.
  • Se han reportado reacciones alérgicas raras pero significativas.
  • Los sitios de inyección se deben rotar regularmente debido a que puede haber infecciones en la piel o aéreas de la piel dañadas.

Copaxone® (Glatirámero)

  • Aproximadamente, un 16% de las personas tendrán por los menos dos de las siguientes reacciones, inmediatamente tras la inyección: Enrojecimiento de la piel, dolor de pecho, palpitaciones, ansiedad, falta de aire, sensación de ahogo y erupciones pasajeras en la piel. Estos síntomas generalmente desaparecen espontáneamente después de más o menos 15 minutos y no tienen efectos a largo plazo.
  • En el sitio de la inyección puede haber depresiones permanentes de la piel debido a la destrucción del tejido graso. Además, puede haber áreas dañadas en la piel. Por ello, se recomienda que los sitios de inyección se roten cuidadosamente de manera que no haya un área que sea inyectada más de una vez a la semana.

Gilenya® (Fingolimod)

  • Puede causar bradicardia tras la primera dosis, por lo que todos los pacientes deben realizarse un electrocardiograma (ECG) antes de la primera dosis, ser monitorizados durante 6 horas tras recibir la primera dosis, con registro del pulso y de la presión arterial cada hora, y tras otras 6 horas repetir el ECG. Si los síntomas cardíacos persisten después de las 6 horas del periodo de observación, se debe mantener a la persona en observación y con monitorización continua por ECG hasta que el problema se resuelva. Cualquier persona con problemas cardíacos debe ser cuidadosamente evaluada antes de comenzar el tratamiento y, en el caso, de que haya tenido un infarto de miocardio, angina inestable, derrame cerebral o peligro de derrame cerebral, u otros tipos de alteraciones cardíacas en los pasados seis meses no debe comenzar el tratamiento
  • Las personas tratadas con medicamentos antiarrítmicos no deben tomar este medicamento.
  • La presión arterial se debe monitorizar durante el tratamiento.
  • Debido a que este medicamento reduce los niveles de leucocitos circulantes, se recomienda realizar un recuento de los mismos antes de comenzar el tratamiento.
  • Si una persona no ha tenido varicela, es recomendable que se vacune contra la varicela antes de comenzar este medicamento.
  • Puede afectar a la función respiratoria, por lo que cualquier persona que experimente cambios en la forma en que respira debe ser evaluada.
  • Se recomienda un examen de la agudeza visual antes de comenzar el tratamiento y alrededor de 3 meses después de haber comenzado, para buscar evidencia de inflamación en la mácula del ojo.
  • Puede producir hepatotoxicidad, por lo que se recomienda realizar una prueba de la función hepática antes de comenzar el tratamiento.

Lemtrada® (Alemtuzumab)

  • Antes del tratamiento, se debe determinar si la persona tiene inmunidad adecuada contra el virus de la varicela zoster (VVZ). Si la persona no la tiene, debe vacunarse contra la varicela 6 semanas antes de comenzar la medicación.
  • Se deben realizar pruebas de la función tiroidea antes del tratamiento y cada tres meses hasta completar 48 meses tras la última dosis.
  • Se debe realizar un recuento celular sanguíneo antes de comenzar el tratamiento y posteriormente con frecuencia mensual hasta completar 48 meses tras la última dosis.
  • Se debe evaluar la función renal antes de comenzar el tratamiento y luego mensualmente hasta completar 48 meses tras la última dosis.
  • Se debe obtener un examen de orina con recuento de células antes de comenzar el tratamiento y luego mensualmente hasta completar 48 meses tras la última dosis.
  • Se debe realizar un examen de la piel antes de comenzar el tratamiento y luego anualmente para monitorizar la aparición de un posible melanoma.
  • Una persona que tenga una infección activa no debe comenzar el tratamiento hasta que esté controlada.
  • Las personas no deben recibir vacunas a base de virus vivos tras un tratamiento con alemtuzumab.

Novantrone® (Mitoxantrona)

  • Las personas que usan este medicamento deben realizarse exámenes para evaluar la función cardiaca antes de cada dosis y periódicamente después de que el tratamiento haya finalizado.
  • No se debe usar en personas con problemas cardíacos preexistentes, enfermedades hepáticas y determinados trastornos hematológicos.
  • Se ha reportado leucemia mieloide aguda en algunos pacientes con esclerosis múltiple que habían sido tratados con el medicamento. La leucemia mieloide aguda puede ser fatal.

Tecfidera® (Fumarato de dimetilo)

  • Puede causar reacciones alérgicas graves, incluyendo anafilaxia y angioedema tras la primera dosis o en cualquier momento durante el tratamiento. Una persona que tenga cualquiera de estos síntomas debe suspender la medicación y buscar ayuda médica inmediatamente.
  • Puede producir linfocitopenia, con una reducción media del 30%, que se estabiliza. Los niveles de linfocitos aumentan a las cuatro semanas de suspender la medicación, pero sin recuperar el nivel original. Antes de comenzar esta medicación, se debe hacer un recuento del número de linfocitos y otras células sanguíneas, repitiéndolo cada 6 meses durante el tratamiento y al menos cada 6 a 12 meses tras de haberlo finalizado. Se debe considerar una interrupción del tratamiento si el recuento de linfocitos llega a niveles muy bajos y estos persisten durante seis meses.
  • Se debe considerar suspender el tratamiento en cualquier persona que tenga una infección grave hasta que la infección se haya resuelto.

Tysabri® (Natalizumab)

  • Las personas que usan este medicamento están en mayor riesgo de tener una enfermedad del cerebro rara, generalmente mortal, llamada leucoencefalopatía multifocal progresiva (PML, en inglés). El riesgo es mayor en aquellos pacientes con una duración prolongada del tratamiento con natalizumab (particularmente pasados dos años), haber usado previamente medicamentos inmunosupresores y ser positivo para anticuerpos al virus JC. Aquellas personas que tengan anticuerpos positivos, que hayan usado el medicamento por los menos dos años y que no hayan usado previamente un fármaco inmunosupresor tienen un riesgo estimado para PML de menos de 1 por 1000; aquellos que tengan estos tres factores tienen un riesgo estimado de 13/1.000. En individuos que son negativos para este anticuerpo, que no tienen historial de inmunosupresión y que han usado el medicamento durante menos de 2 años, el riesgo estimado es de 1/50.000.
  • También están con riesgo de hepatotoxicidad (que puede, excepcionalmente, requerir trasplante hepático), incluso desde la primera dosis. Cualquier persona que tenga síntomas relacionados con el daño al hígado, incluyendo ictericia, oscurecimiento no usual de la orina, náusea, cansancio o debilidad y vómito, debe informar a su médico inmediatamente.
  • También pueden tener un mayor riesgo de encefalitis y meningitis de origen herpético. Por ello, el paciente debe informar de la aparición de fiebre sin causa aparente, dolor de cabeza intenso, cambios en la visión (en particular la sensibilidad a la luz), rigidez en el cuello o cambios en el comportamiento o trastornos cognitivos.
  • No se recomienda que el medicamento se use en las personas inmunodeprimidos por alguna enfermedad (SIDA, etc.) o que estén usando medicaciones o fármacos que alteren el sistema inmunológico, incluyendo las otras terapias modificadoras de la esclerosis múltiple.

Bibliografía

 

Terapia génica para el cáncer hepático

El carcinoma hepático es una neoplasia relativamente común y, aunque se han hecho progresos notables en su diagnóstico precoz y su tratamiento, sigue teniendo una alta tasa de mortalidad.Numerosos indicios sugieren que la terapia génica podría ser especialmente útil en este tipo de neoplasia, particularmente para actuar sobre la expresión específica de determinados genes promotores o facilitadores del desarrollo de las células neoplásicas hepáticas; sin embargo las estrategias basadas en la corrección de mutaciones o expresiones alteradas de genes responsables del desarrollo/progresión de los hepatocitos neoplásicos tienen limitaciones porque estos genes aberrantes no se presentan en todas las células cancerosas. Por este motivo, se están estudiando nuevas estrategias terapéuticas, orientadas fundamentalmente a la etapa de la replicación del ADN, que es esencial para la proliferación de todas las células del cáncer, sin excepción.

Para poner en marcha esta estrategia se utilizó un adenovirus recombinante capaz de expresar de forma controlada (mediante un promotor de alfa fetoproteína, AFP) microARN artificiales dirigidos con las ADN polimerasas α, δ y ε, así como una caspasa 3 activa recombinante, denominada Ad/AFP-Casp-AFP-AmiR. De acuerdo con este planteamiento los microARN artificiales podrían inhibir eficazmente la expresión de las polimerasas diana los hepatocitos AFP-positivos tanto a nivel de ARN como de proteínas; de hecho, las primeras pruebas in vivo han mostrado que los hepatocitos neoplásicos tratados con el virus recombinante Ad/AFP-Casp-AFP-AmiR exhibieron una significativa detención en fase G0/1, así como un aumento de la apoptosis. Por el contrario, este adenovirus recombinante no inhibió la expresión de ADN polimerasas α, δ o ε en hepatocitos AFP-negativos, propias de un hígado humano normal, y no mostró ningún efecto sobre la progresión del ciclo celular, la proliferación o apoptosis de los hepatocitos normales.

Tabaquismo y asma

En el número anterior de Panorama Actual del Medicamento recordábamos que los riesgos asociados al tabaquismo no se reducen al cáncer de pulmón o a otras neoplasias, sino que también es responsable de numerosos problemas de tipo cardiovascular. Pero tampoco esto es el último límite de los nefastos efectos de tabaquismo, tanto del activo como del pasivo. En esta ocasión, recogemos los resultados y conclusiones de un reciente estudio prospectivo de cohorte, en el que se analizaron las características y el pronóstico de fumadores y no fumadores con asma. El estudio incluyó a 94.079 individuos con edades comprendidas entre los 20 y los 100 años, procedentes de los registros de la ciudad de Copenhague (Dinamarca), entre los cuales un 6% padecía asma. Entre estos pacientes asmáticos, un 40% nunca había fumado, un 43% eran exfumadores y el 17% restante continuaban siendo fumadores.

En comparación con los no fumadores sin asma, las personas con asma tenían más síntomas respiratorios y limitación del flujo aéreo y niveles más altos de biomarcadores inflamatorios y alérgicos, que eran más pronunciados en los fumadores. Entre las personas con asma en comparación con los no fumadores sin asma, la tasa de riesgo para las exacerbaciones de asma fueron de 11 (IC95% 5,8 a 22) en los no fumadores, de 13 (IC95% 6,2 a 29) en los exfumadores y de 18 (IC95% 8,2 a 39 en los fumadores. Por su parte, los valores correspondientes para las exacerbaciones de la EPOC fueron de 8,9 (IC95% 2,1 a 38), de 23 (IC95% 8,8 a 58) y de 36 (IC95% 12 a 105); las correspondientes tasas de riesgo para neumonías fueron de 1,5 (IC95% 0,9 a 2,2), de 1,6 (IC95% 1,0 a 2,4) y de 2,4 (IC95% 2,4 a 3,7). Para el cáncer de pulmón fueron de 0,6 (IC95% 0,1 a 5,1), de 4,0 (IC95% 1,3 a 12) y 13 (IC95% 4,3 a 41); para la enfermedad isquémica coronaria fueron de 1,2 (IC95% 0,9 a 1,6), 1,5 (IC95% 1,2 a 2,0) y 2,0 (IC95% 1,4 a 2,9); para el accidente cerebrovascular isquémico de 1,4 (IC95% 0,9 a 2,1), de 1,2 (IC95% 0,8 a 1,9) y de 3,0 (IC95% 1,7 a 5,3). En definitiva, el riesgo de muerte por cualquier causa fue, comparativamente, de 0,9 (IC95% 0,6 a 1,3), de 1,5 (IC95% 1,1 a 2,0) y de 2,7 (IC95% 1,9 a 3,7). ¿Todavía le quedan dudas razonables a alguien acerca del peligro del tabaquismo?

Niveles de cortisol y resistencia a los antidepresivos ISRS

Los pacientes con depresión con niveles salivares altos de cortisol no responden al tratamiento con antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS), como la fluoxetina. No es la primera vez que se relaciona al cortisol, frecuentemente referida como “hormona del estrés”, con la escasa eficacia de los tratamientos antidepresivos.En esta ocasión, un se estudió en un grupo de pacientes chilenos con depresión tratados durante ocho semanas con 20 mg de fluoxetina. De los 122 pacientes que finalizaron el tratamiento, los 67 (55%) que respondieron satisfactoriamente al tratamiento y los 48 (39%) en los que se observó una atenuación de los síntomas depresivos tenían niveles de cortisol salival significativamente más bajos que los no respondedores (P=0,008 y 0,021, respectivamente). Es decir, la presencia de altos niveles de cortisol en pacientes deprimidos podría sugerir la utilización de otros tratamientos alternativos a la fluoxetina. Los pacientes que optaron por interrumpir el tratamiento antes de la tercera semana de tratamiento durante el estudio mostraron tener niveles reducidos de cortisol salival (p=0,057), lo que podría sugerir que estos pacientes eran muy buenos respondedores a los antidepresivos ISRS. En opinión del autor del estudio, estas personas no abandonaron el tratamiento temprano debido a los efectos secundarios del tratamiento, sino porque ya se sentían mejor de sus síntomas depresivos; no obstante, no pueden excluirse otros factores implicados en esta respuesta.