La artritis reumatoide (AR) es un trastorno autoinmune que produce dolor e inflamación en articulaciones, reduciendo de forma relevante la calidad de vida de los pacientes. Asimismo, la AR es responsable directa de un gran número de consultas médicas, hospitalizaciones. Por todo ello, la carga de esta enfermedad, especialmente en términos de años con discapacidad, es muy importante.
La aparición de los fármacos biológicos anti-TNF (que inhiben el factor de necrosis tumoral alfa) –adalimumab (ADA), certolizumab (CER), etanercept (ETA), golimumab (GOL), infliximab (IFX)- ha mostrado una ralentización en la progresión radiográfica de la enfermedad. Cuando el paciente fracasa a un anti-TNF se suele pasar a otro anti-TNF diferente. Sin embargo, se ha planteado la cuestión de si el cambio a otro anti-TNF sería mejor o no que el cambio hacia un fármaco biológico no anti-TNF, en términos de eficacia y economía.
Un estudio observacional reciente en EE. UU., a partir de los datos de un registro de pacientes con AR, halló que la eficacia obtenida tras el cambio a un segundo anti-TNF fue similar a la manifestada tras el cambio a abatacept (ABA) –fármaco biológico que actúa de forma diferente, mediante la modulación selectiva de la activación de linfocitos T. Dado que no hay ninguna evaluación económica en este aspecto, los autores3 analizaron el impacto económico del cambio a un segundo biológico, sea o no anti-TNF.
Para ello se evaluaron los pacientes mayores de 18 años con diagnóstico de AR, que recibieron tratamiento con ADA, CER, ETA, GOL o IFX durante 2005-2009 y que fueron cambiados a otro de ellos o bien a biológicos no anti-TNF, como ABA, anakinra (ANA) o rituximab (RIT). La variable económica analizada fue el coste sanitario total (farmacológico, remplazo de cadera o rodilla, laboratorio, hospitalizaciones, visitas a urgencias y consultas médicas) durante 12 meses (US$, 2012). La estimación del coste total se efectuó mediante un modelo lineal generalizado, en el cual se utilizó un log link y distribuciones gamma para los costes de los recursos y una distribución binomial negativa para la utilización de los recursos (como número de consultas) y una distribución logística para los resultados binarios (como tener o no más de una visita). En el modelo se incluyeron gran cantidad de variables (edad, sexo, ubicación, año, copagos, comorbilidades, tratamientos, recursos sanitarios, precios, etc.).
Se identificaron 3.497 pacientes que cumplían los criterios de inclusión, tratados con ETA (44%), ADA (36%) e IFX (20%). 2.563 de éstos cambiaron de tratamiento a un segundo anti-TNF y 934 lo hicieron a un no anti-TNF. En los 12 meses anteriores al cambio, los cambiadores posteriores a un anti-TNF habían presentado un coste total inferior al de los cambiadores posteriores a un no anti-TNF (23.088 US$ vs 31.108 US$), hallando diferencias significativas para diversos componentes de coste (hospitalizaciones, pruebas de laboratorio, fármacos y consultas médicas).
Mediante la utilización del modelo lineal generalizado se ajustaron los costes por características basales clínicas y demográficas. Tras ello, los cambiadores a anti-TNF presentaron un coste total significativamente menor que los cambiadores a no anti-TNF (34.895 vs 38.437 US$ respectivamente). No obstante, el coste farmacológico, que incluyó todos los fármacos administrados, fue similar en ambos grupos de cambio (Tabla 3).
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tabla 3 |
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Costes (US$) |
Cambiadores a anti-TNF |
Cambiadores a no anti-TNF |
P |
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Coste total |
34.895 |
34.437 |
0,001 |
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Fármacos |
21.628 |
21.909 |
0,565 |
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Cirugía |
551 |
494 |
0,827 |
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Laboratorio |
516 |
503 |
0,684 |
|
Hospitalización |
3.522 |
3.119 |
0,505 |
|
Urgencias |
297 |
320 |
0,582 |
|
Consultas |
1.535 |
1.993 |
<0,001 |
Los autores concluyen que en la práctica cotidiana el cambio a un segundo anti-TNF se asoció con un coste total inferior que cuando el cambio se efectuó con un fármaco no anti-TNF, si bien el coste farmacológico no sufrió modificaciones significativas.



