Infecciones bacterianas
Teixobactina, una respuesta a la resistencia bacteriana
El cultivo de microorganismos que hasta ahora no eran utilizados en el desarrollo de nuevos antibióticos puede proporcionar eficaces herramientas para luchar contra la resistencia bacteriana.
La resistencia bacteriana a los agentes antibióticos es un fenómeno complejo y extraordinariamente importante, tanto en términos de morbimortalidad como económicos y sociales. Sus repercusiones se extienden con mayor rapidez que la capacidad de respuesta que hasta ahora han demostrado los diferentes estamentos implicados: profesionales sanitarios, administraciones públicas, industria farmacéutica, población, etc. En particular, la falta de incorporación de nuevos antibacterianos que sean activos sobre cepas bacterianas multirresistentes y, particularmente, que actúen con mecanismo farmacológicos que tengan una baja o nula capacidad para inducir la resistencia de las bacterias patógenas, es un factor determinante de esta auténtica crisis de salud pública. En este sentido, cabe indicar que la mayoría de los antibióticos actualmente utilizados provienen del desarrollo de productos aislados por selección de ciertos microorganismos del suelo (fundamentalmente, hongos), pero este recurso se está agotando como fuente de investigación; por otro lado, la vía de la síntesis química tampoco ha podido mejorar sustancialmente la situación.
Por este motivo, se está desarrollando un nuevo enfoque basado en el cultivo de miroorganismos que previamente nunca habían sido utilizados en la investigación y producción de antibióticos, y que suponen más del 99% de las especies potencialmente utilizables para estos fines. Diversos grupos de investigación están desarrollado métodos diversos para cultivar microorganismos que hasta ahora no podían ser cultivados in vitro, utilizando para ello técnicas especiales como el uso de factores de crecimiento específicos. Fruto de esta línea es la teixobactina, un péptido formado por una secuencia de 11 aminoácidos, que es capaz de facilitar la destrucción de la bacteria al inhibir la síntesis de la pared celular mediante la unión a un componente estructural que no es modificado en las cepas baceterianas patógenas multirresistentes. Se trata del lípido II (precursor del peptidoglicano) y del lípido III (precursor del ácido teicoico de la pared celular). De hecho, las primeras pruebas realizadas han mostrado que la utilización de este agente no indujo ninguna cepa mutante resistente de Staphylococcus aureus o de Mycobacterium tuberculosis al nuevo antibiótico.


