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Ácido valproico: nuevas recomendaciones de uso en niñas y mujeres con capacidad de gestación

En la Unión Europea, se han revisado los datos relativos a ácido valproico, no solo por su potencial teratogénico sino a efectos en el desarrollo neurológico del feto durante su uso en mujeres embarazadas de los niños expuestos intraútero. Tras la revisión de los datos disponibles, la AEMPS recomienda a los profesionales sanitarios no administrar ácido valproico a niñas, mujeres con capacidad de gestación o embarazadas, a menos que otras terapias para el tratamiento de la epilepsia o los episodios maniacos asociados al trastorno bipolar no hayan sido tolerados o hayan resultado ineficaces. Asimismo, no se debe administrar a las mujeres con capacidad de gestación en tratamiento con ácido valproico deberán utilizar algún método anticonceptivo eficaz y se les explicarán los riesgos en caso de embarazo. Si una mujer se quedase embarazada mientras está tomando ácido valproico, se realizará una valoración minuciosa de los beneficios y riesgos, de la continuación del tratamiento, considerándose otras alternativas terapéuticas. Se debe informar al pediatra y profesional de enfermería encargado de los controles de salud de los niños prenatalmente expuestos a ácido valproico acerca de esta exposición para que puedan vigilar posibles retrasos en la adquisición de los hitos del desarrollo y establecer precozmente las medidas más adecuadas a cada caso.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha informado1 recientemente en octubre de 2014, de la recomendación del Comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia europeo (PRAC), una vez finalizada la revisión de los datos asociados a tratamientos con ácido valproico.

El ácido valproico es un anticonvulsivante dotado de un amplio espectro de actividad antiepiléptica, cuyo mecanismo de acción principal se relaciona con el aumento de la acción inhibitoria del neurotransmisor GABA.

En España se encuentran actualmente comercializados con dicho principio activo los siguientes medicamentos: Depakine® y Ácido valproico G.E.S.®; también se encuentra disponible en forma de valpromida (Depamide®). Sus indicaciones autorizadas son el tratamiento de las epilepsias generalizadas o parciales y los episodios maníacos asociados al trastorno bipolar.

Es conocido el riesgo asociado a ácido valproico de desarrollar malformaciones congénitas. Sin embargo, nuevos trabajos publicados en los últimos años indicativos de la asociación de ácido valproico con alteraciones en el desarrollo en niños expuestos intraútero, han motivado que el Comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia europeo (PRAC) realice una nueva evaluación del balance beneficio-riesgo de este medicamento cuando se administra a niñas, a mujeres con capacidad de gestación y a mujeres embarazadas. Durante la evaluación se ha consultado con un panel de expertos y se ha recabado información de profesionales sanitarios así como de padres y cuidadores de niños afectados. Las conclusiones obtenidas han sido las siguientes:

El riesgo ya conocido de que aparezcan malformaciones congénitas en niños nacidos de madres que tomaron ácido valproico en monoterapia durante el embarazo es del 10,73% (95% CI: 8,16-13,29) frente al 2-3% de la población general. Las malformaciones más comunes son: defectos del tubo neural, dismorfia facial, paladar hendido y labio leporino, craneosinostosis, defectos cardíacos, renales y urogenitales, defectos en las extremidades (incluyendo aplasia bilateral del radio) y anomalías múltiples con afectación de varios órganos y sistemas.

Los datos indican que el ácido valproico puede provocar trastornos en el desarrollo físico o en el neurodesarrollo de los niños que han sido expuestos intraútero. No se puede determinar con exactitud cual es el periodo gestacional de riesgo y no puede descartarse que dicho riesgo exista durante todo el embarazo. Estudios realizados en preescolares con exposición intrauterina a este medicamento han mostrado que hasta un 30-40% de los niños presentaban algún trastorno en el desarrollo temprano como retraso al caminar y hablar, problemas de memoria, dificultad en el habla y el lenguaje y menor cociente intelectual 2-5.

Tanto el riesgo de desarrollar malformaciones congénitas como el de presentar trastornos del desarrollo, son dependientes de la dosis, si bien no ha podido llegar a establecerse un umbral de dosis por debajo del cual dichos riesgos sean inexistentes.

Los datos disponibles también han mostrado que puede existir un incremento del riesgo de presentar autismo infantil y otros trastornos del espectro autista en comparación con la población general.

Datos limitados sugieren que estos niños podrían tener un mayor riesgo de desarrollar síntomas de trastorno por déficit de atención e hiperactividad 6,7.

Recomendaciones para profesionales sanitarios

En base a las citadas conclusiones y dados los riesgos que acaban de exponerse, la AEMPS establece las siguientes recomendaciones dirigidas a los profesionales sanitarios:

No debe administrarse ácido valproico ni a niñas, ni a mujeres en edad fértil ni a mujeres embarazadas, a menos que otras terapias para el tratamiento de la epilepsia o los episodios maniacos asociados al trastorno bipolar no hayan sido tolerados o hayan resultado ineficaces.

Las mujeres en edad fértil en tratamiento con ácido valproico deben utilizar algún método anticonceptivo eficaz durante todo el tiempo que dure el tratamiento y se les explicará detalladamente los riesgos que correrá el feto en caso de embarazo.

Se deberá informar a las mujeres en tratamiento que en caso de embarazo no deben suspender la medicación sin consultar previamente a su médico.

Si una mujer se quedase embarazada mientras está tomando ácido valproico se realizará una valoración minuciosa de los beneficios y los riesgos, considerándose otras alternativas terapéuticas. Si finalmente se decidiese continuar con el tratamiento:

  • Se utilizará la menor dosis eficaz de ácido valproico, fraccionando la dosis diaria en varias tomas a lo largo del día. Preferiblemente se utilizarán formulaciones de liberación prolongada.
  • Se iniciará precozmente la monitorización prenatal para vigilar el desarrollo del feto.
  • Se informará al pediatra y profesional de enfermería encargados de los controles de salud de los niños prenatalmente expuestos a ácido valproico acerca de esta exposición para que puedan vigilar posibles retrasos en la adquisición de los hitos del desarrollo y establecer precozmente las medidas más adecuadas a cada caso.

La AEMPS está actualizando las fichas técnicas y los prospectos de medicamentos con ácido valproico, que estarán próximamente disponibles en su página web: www.aemps.gob.es, junto con material suplementario informativo tanto para los profesionales sanitarios como para las pacientes.

Referencias

  1. Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Ácido valproico: nuevas recomendaciones de uso en niñas y mujeres con capacidad de gestación. Nota informativa MUH (FV) 16/2014, de 13 de octubre de 2014. Disponible en la página web de la AEMPS: http://www.aemps.gob.es/informa/notasInformativas/medicamentosUsoHumano/seguridad/2014/NI-MUH_FV_16-valproato.htm (consultado 31 octubre 2014).
  2. Meador KJ, Penovich P, Baker GA, Pennell PB, Bromfield E, Pack A, Liporace JD, Sam M, Kalayjian LA, Thurman DJ, Moore E, Loring DW; NEAD Study Group. Antiepileptic drug use in women of childbearing age. Epilepsy Behav. 2009;15(3):339-43.
  3. Bromley RL, Mawer G, Clayton-Smith J, Baker GA; Liverpool and Manchester Neurodevelopment Group. Autism spectrum disorders following in utero exposure to antiepileptic drugs. Neurology. 2008;71(23):1923-4.
  4. Thomas SV, Sukumaran S, Lukose N, George A, Sarma PS. Intellectual and language functions in children of mothers with epilepsy. Epilepsia. 2007 Dec; 48(12):2234-40.
  5. Cummings C, Stewart M, Stevenson M, Morrow J, Nelson J. Neurodevelopment of children exposed in utero to lamotrigine, sodium valproate and carbamazepine. Arch Dis Child 2011 July;96(7):643-7.
  6. Christensen J, Grønborg TK, Sørensen MJ et al. Prenatal valproate exposure and risk of autism spectrum disorders and childhood autism. JAMA. 2013; 309(16):1696-703.
  7. Cohen MJ, Meador KJ, Browning N, May R, Baker GA, Clayton-Smith J, Kalayjian LA, Kanner A, Liporace JD, Pennell PB, Privitera M, Loring DW; NEAD study group. Fetal antiepileptic drug exposure: Adaptive and emotional/behavioral functioning at age 6years. Epilepsy Behav. 2013;29(2):308-15.

IMPORTANTE

El Sistema Español de Farmacovigilancia de Medicamentos de Uso Humano (SEFV-H) se basa en el programa de notificación espontánea de un profesional sanitario (médico, odontólogo, farmacéutico, enfermero, otros) de una sospecha de relación entre un medicamento (incluidos vacunas, sueros, gases medicinales, fórmulas magistrales, plantas medicinales) y un síntoma o signo adverso (reacción adversa, RAM) que manifieste el paciente (programa de tarjeta amarilla). El Real Decreto 577/2013 de Farmacovigilancia de medicamentos de uso humano (BOE núm. 179, de 27 de julio de 2013) entró en vigor el 28 de julio de 2013. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) coordina el SEFV-H.

¿Qué notificar?

Se deben notificar las sospechas de RAM:

con medicamentos autorizados, incluidas las de aquellos que se hayan utilizado en condiciones diferentes a las autorizadas o con medicamentos extranjeros importados con autorización de la AEMPS,

principalmente las RAM ‘graves’ (mortales, o que amenacen la vida, prolonguen o provoquen una hospitalización, causen incapacidad o sean médicamente importantes y las trasmisiones de un agente infeccioso a través de un medicamento) o RAM ‘inesperadas’ de cualquier medicamento,

con medicamentos de ‘seguimiento adicional’ (durante sus primeros 5 años desde la autorización, identificados con un triángulo negro invertido () a la izquierda del nombre del medicamento en el material informativo, en el prospecto y en la ficha técnica); ver la lista mensual de los medicamentos con triángulo negro en la web de la AEMPS, en la sección de CIMA con criterio de búsqueda del «Triángulo negro»: http://www.aemps.gob.es/cima/pestanias.do?metodo=accesoAplicacion

las que sean consecuencia de ‘errores de medicación’, que ocasionen daño en el paciente,

las originadas por ‘interacciones’ con medicamentos, plantas medicinales, incluso alimentos (zumo de pomelo, ahumados, crucíferas, etc).

¿Cómo notificar?

No olvide notificar cualquier sospecha de RAM a su Centro Autonómico o Regional de Farmacovigilancia mediante las ‘tarjetas amarillas’. Consulte en este directorio su Centro Autonómico de Farmacovigilancia correspondiente.

NUEVO MÉTODO: se puede notificar a través del sitio web https://www.notificaRAM.es/, y el sistema electrónico hace llegar a su centro correspondiente la notificación de sospecha de RAM. Sirve para profesionales sanitarios y para ciudadanos, en formularios diferentes. La nueva legislación europea de farmacovigilancia establece esta posibilidad para facilitar la notificación de las sospechas de RAM por la población en general.

¿Dónde conseguir tarjetas amarillas?

Consultando a su Centro correspondiente del SEFV-H. Podrá encontrar el directorio de Centros en las primeras páginas del «Catálogo de Medicamentos» y en las páginas de Internet http://www.portalfarma.com y http://www.aemps.gob.es/vigilancia/medicamentosUsoHumano/docs/dir_serfv.pdf.

¿Dónde consultar las fichas técnicas y prospectos de los medicamentos?

En la página web de la AEMPS http://www.aemps.gob.es >> seleccionando >> «CIMA: Centro de Información on-line de Medicamentos de la AEMPS, Humanos», se pueden consultar por nombre comercial o por sus principios activos. También están disponibles en la base de datos BOT Plus.

NOTA: la mención de marcas comerciales en el texto solo tiene fines de identificación, y en absoluto se les debe asignar directamente lo descrito en el texto.

Virus zóster atenuados ZOSTAVAX® (Sanofi Pasteur MSD)

Resumen

Zostavax® es una vacuna viva atenuada conteniendo virus varicela-zóster (VVZ) de la cepa Oka/Merck, autorizada para la prevención del herpes zóster y la neuralgia posherpética relacionada con herpes zóster, en individuos de 50 años de edad o mayores. Los estudios clínicos disponibles muestran que la vacuna reduce en un 50% la incidencia de herpes zóster, mostrando, en general, una buena tolerabilidad. Debido a la escasez de datos y en particular sobre la carga de la enfermedad en la mayoría de los países, así como por la evidencia inicial de disminución de la protección a lo largo del tiempo y la incertidumbre de la edad óptima para la vacunación, el Strategic Advisory Group of Experts (SAGE) on Immunization de la Organización Mundial de la Salud no ha hecho ninguna recomendación sobre el uso rutinario de la vacuna contra el herpes zóster.

HERPES ZÓSTER

Los miembros de la familia del virus Herpes (Herpesviridae) son responsables de una amplia gama de infecciones en los seres humanos (y también en otras especies animales), que van desde las úlceras catarrales de carácter trivial que se resuelven espontáneamente, hasta cuadros de enfermedad diseminada que pueden ser mortales. Precisamente, término herpes (del griego herpein, arrastrar o reptar) se refiere a su capacidad de contagio y de reaparición de forma crónica.

Las infecciones herpéticas son muy frecuentes en todo el mundo, y su incidencia aumenta con la edad. La mayor parte de los adultos son portadores de alguno de estos virus, o en ocasiones de varios de ellos, aunque la mayoría de estas infecciones son latentes y sólo se manifiestan en determinadas circunstancias (inmunosupresión transitoria, enfermedades concomitantes, etc.). Por lo tanto, las infecciones que se manifiestan con síntomas representan únicamente la punta del iceberg, pudiendo producir una afectación clínica tanto las infecciones recientemente adquiridas como las infecciones latentes reactivadas. Cualquiera que sea su presentación clínica, cutánea o linfohemopoyética, todas las infecciones herpéticas deben ser consideradas sistémicas, particularmente en los pacientes inmunodeprimidos y en los que presentan otros factores predisponentes.

Los virus herpéticos son relativamente grandes (tienen un diámetro de 150 a 200 nm) y su material genético consiste en una doble cadena de ADN dispuesta centralmente. Poseen una membrana formada por varias glucoproteínas (gB, gC, gD y gH), las cuales participan activamente en los procesos de reconocimiento y fusión con las membranas de las células huésped. Bajo la membrana viral hay un espacio (tegumento) en el que existen varios enzimas implicados en los procesos de invasión celular. Bajo este espacio se sitúa la cápsula o cápside, de simetría icosaédrica, formada por 162 elementos articulados.

La familia Herpesviridae se divide en tres subfamilias, que agrupan a los ocho tipos de virus herpéticos (VH) actualmente conocidos que son susceptibles de infectar a los seres humanos.

  • Alfaherpesviridae incluye as herpesvirus 1, 2 y 3, los cuales corresponden a los virus herpes simplex 1 (VH-1; VHS-1), herpes virus simplex 2 (VH-2; VHS-2) y varicela zóster (VVZ; VH-3). Los VH-1 y VH-2 están implicados en la producción de estomatitis, queratoconjuntivitis, herpes cutáneo, herpes genital, encefalitis, herpes labial, esofagitis, neumonía, hepatitis (algunas presentaciones clínicas solo se producen en pacientes inmunodepremidos). El VH-3 es el virus varicela-zóster (VVZ), responsable tanto de la varicela como del herpes zóster.
  • Gammaherpesviridae incluye a los herpes virus 4 y 8. El VH-4 son los denominados virus de Epstein-Barr (VEB), que están asociados principalmente a mononucleosis infecciosa, pero también se encuentran en ciertos casos de hepatitis, encefalitis, carcinoma nasofaríngeo, linfoma de Hodgkin, linfoma de Burkitt, síndromes linfoproliferativos y leucoplasia vellosa bucal. Por su parte, el VH-8 parece tener una importante influencia en el desarrollo de sarcoma de Kaposi y linfomas no Hodgkin relacionados con el SIDA, aunque no se le considera responsable directo; también se relaciona con el desarrollo de enfermedad de Castleman multicéntrica.
  • Betaherpesviridae contiene a los herpes virus 5, 6 y 7. Los VH-5 son los citomegalovirus, también relacionado con cuadros de mononucleosis infecciosa, así como infecciones oftálmicas (retinitis) y otras (hepatitis, neumonía, colitis, etc.), particularmente en pacientes inmunodeprimidos. Los VH-6 y VH-7 están asociados a la roséola de la lactancia, así como ciertos cuadros de otitis media febril y encefalitis.

Todos los herpesvirus tienen el mismo mecanismo de infección, pero pueden diferir en la estructura de las proteínas que se encuentran en el tegumento, necesarias para la replicación del genoma vírico. Después de la infección inicial, todos los virus herpes permanecen en estado de latencia dentro de células huéspedes específicas y pueden reactivarse y multiplicarse posteriormente. Los virus herpes no sobreviven mucho tiempo fuera del huésped, por lo cual la transmisión suele requerir un contacto íntimo, si bien el virus de la varicela-zóster puede diseminarse vía aerosol. En las personas con infección latente, el virus puede reactivarse sin causar síntomas; en esos casos, los pacientes portadores asintomáticos pueden transmitir la infección. El virus Epstein-Barr (VH-4; EBV) y el virus herpes humano tipo 8 (VH-8), tienen una estrecha relación con ciertos desarrollos neoplásicos, especialmente linfomas.

La varicela, una infección universal y sumamente contagiosa, suele ser una enfermedad benigna de la infancia caracterizada por un exantema vesiculoso. Al reactivarse el VVZ latente (lo cual es más frecuente a partir de 50 años) el herpes zóster se presenta como un exantema vesiculoso circunscrito a una dermatoma y generalmente asociado a un intenso dolor. La transmisión de VVZ se lleva a cabo probablemente por vía respiratoria, y una vez transmitido se produce una replicación localizada en oronasofaringe, diseminación local por el sistema reticuloendotelial y posterior viremia. Dicha viremia se ve reflejada por la amplia extensión de las lesiones por toda la superficie corporal. Estas lesiones son vesículas que afectan a la dermis y la epidermis, histológicamente son idénticas a las producidas por el virus herpes simple tipo I (VHS-I), y están repletas de células con inclusiones intranucleares.

En general, se considera que la varicela y el herpes zóster (que recibe el nombre popular de culebrilla, por la forma particular en que se perciben sus síntomas) son, en realidad, diferentes fases de una misma enfermedad, en la que la varicela constituiría la fase invasora aguda de la infección tras que persistiría de forma latente, mientras que el herpes zóster representaría su forma clínica de reactivación. En la varicela, las vesículas pueden ser intraepiteliales y, por tanto la cicatrización se produce mediante regeneración sin que queden cicatrices. La rotura traumática de las vesículas y la sobreinfección bacteriana provocan la destrucción de la capa basal epidérmica, con aparición de una respuesta inflamatoria más intensa y con una mayor tendencia a la cicatrización residual. De ahí la importancia de aconsejar el no rascado de las lesiones. En la varicela grave pueden aparecer hemorragias focales sobre y alrededor de las lesiones ampollares. Por el contrario, el herpes zóster se caracteriza por la aparición de un infiltrado denso predominantemente mononuclear en los ganglios sensoriales. Las neuronas y sus células de sostén presentan típicas inclusiones intranucleares herpéticas, y algunas neuronas pueden sufrir necrosis y desaparición. Otras secuelas potenciales del herpes zóster son la neumonía intersticial que es similar a la producida por otras infecciones virales, la encefalitis y la mielitis transversa. Además, los pacientes inmunodeprimidos pueden desarrollar lesiones viscerales necrotizantes graves similares a las que se observan en el herpes diseminado, a menudo asociadas a otras infecciones oportunistas.

La incidencia anual del herpes zóster en población sana inmunocompetente oscila en el 0,4-1,6 por mil habitantes en menores de 20 años, hasta el 4,5-11 por mil en mayores de 80 años; de hecho, las tres cuartas partes de los casos de herpes zóster se produce en mayores de 50 años, siendo muy raros los casos infantiles, salvo contagio materno-fetal. La incidencia de dolor tras un primer cuadro de herpes zóster (neuralgia posherpética) oscila entre el 10-70% según las series, viéndose incrementada con la edad, el sexo femenino o la localización oftálmica. En la mayoría de los pacientes no se encuentran antecedentes de exposición reciente, en relación al contacto con otras personas infectadas por VVZ. Se ha sugerido que aproximadamente el 2-4% de los pacientes con herpes zóster presentarán un segundo episodio herpético.

Se desconoce el mecanismo de reactivación del VVZ que da lugar al herpes zóster. Se supone que los virus infectan los ganglios de las raíces dorsales durante la varicela y allí permanecen latentes hasta que se reactivan. El estudio histológico de los correspondientes ganglios de las raíces dorsales durante el herpes zóster activo demuestra la existencia de hemorragias, edema e infiltración linfocitaria.

El herpes zóster se presenta típicamente (en más del 50% de los casos) con pródromos consistentes en hiperestesias, parestesias, sensación de quemazón, disestesias y/o prurito a lo largo de la zona afectada, generalmente siguiendo un dermatoma. Dichos pródromos son seguidos por la aparición a los 2-4 días de las lesiones dérmicas, aunque se han dado casos de aparición de las lesiones hasta 3 semanas después.

Los segmentos torácicos son los más frecuentemente afectados (hasta en un 50%), con la peculiaridad de que algunos pacientes pueden tener síntomas prodrómicos sin la aparición posterior de las lesiones dérmicas características («zóster sin herpes»), lo que dificulta su diagnóstico clínico. De los pares craneales, el trigémino, en particular la rama oftálmica (herpes zóster oftálmico), es el que se halla implicado más a menudo. Otra forma de presentación es cuando el VVZ se asienta en el ganglio geniculado, la erupción vesicular se asienta en el meato auditivo externo y en el pabellón auricular, lo que se asocia a pérdida de gusto en los dos tercios anteriores de la lengua del mismo lado. Cuando se acompaña de afectación del VII par conduce a la parálisis (Síndrome de Ramsay-Hunt).

Pueden aparecer lesiones cutáneas aisladas, lejos del dermatoma afectado; de hecho, cuando aparecen más de 20 lesiones se considera como un indicador de que se ha alcanzado una viremia significativa. Las lesiones cutáneas evolucionan hacia la curación espontánea en torno a los 10 días del inicio del cuadro, las vesículas primero se hacen hemorrágicas, se rompen con un exudado turbio y posteriormente se forman las correspondientes costras. Cuando éstas se desecan y caen, los pacientes en general no presentan lesiones residuales, aunque en algunos casos, sobre todo si ha habido manipulación de las lesiones, se producen cambios pigmentarios en la piel y lesiones cicatriciales.

La complicación crónica de la infección por el VVZ más común es la llamada neuralgia posherpética, definida por la persistencia de dolor uno a tres meses después de la resolución de las lesiones dérmicas. A veces es constante, pero en otras ocasiones es desencadenado por estímulos como el tacto, el frío o el calor, incluso la presión de la ropa o de las sábanas pueden desencadenar ataques agudos de intenso dolor. La neuralgia posherpética es generalmente un problema autolimitado en el tiempo, tendiendo a disminuir de manera progresiva hasta desaparecer; menos de una cuarta parte de los pacientes presentan dolor tras seis meses de la aparición de las lesiones y menos del 5% presentan dolor un año después. La neuralgia posherpética es muy rara en personas jóvenes; aumentando progresivamente su frecuencia, especialmente a partir de los 50 años.

Puede producirse la replicación activa del VVZ en otros órganos, como el pulmón o el cerebro, durante la varicela o el herpes zóster, pero es infrecuente en personas con inmunidad intacta. La afectación pulmonar se caracteriza por neumonitis intersticial, formación de células gigantes multinucleadas, inclusiones intranucleares y hemorragia pulmonar. La infección del sistema nervioso central (SNC) da lugar a imágenes histopatológicas de manguitos perivasculares similares a los encontrados en el sarampión y en otras encefalitis virales.

La población adulta con cáncer, sobre todo los afectos de enfermedad de Hodgkin u otros linfomas, es particularmente susceptible al herpes zóster, cuya incidencia en este grupo es 10 veces superior a la de la población general; presentando alrededor de un tercio de ellos diseminación cutánea significativa. La formación de lesiones continúa durante más de una semana y las costras no aparecen hasta las tres semanas del inicio de la enfermedad. En este grupo, sobre todo los pacientes con linfomas, presentan el riesgo más elevado de sufrir un herpes zóster progresivo, hasta un 40% de estos pacientes desarrollan diseminación cutánea de la enfermedad, con un riesgo aumentado en un 5 a 10% de desarrollar además neumonitis, meningoencefalitis hepatitis y otras complicaciones graves. La mortalidad es más alta que en la población general, pero más baja que en los niños con neoplasias hematológicas y varicela, siendo raro incluso en estos enfermos inmunodeprimidos que un zóster diseminado sea mortal.

También los pacientes receptores de un transplante de médula ósea tienen un riesgo significativamente elevado de contraer una infección por VVZ. El 30% de los casos de infección por VVZ en postrasplantados aparecen en el primer año (50% de ellos en los primeros 9 meses); el 45% de ellos sufren una diseminación cutánea o visceral. La tasa de mortalidad es del 10% y la neuralgia posherpética, las cicatrices y la sobreinfección bacteriana son especialmente frecuentes en las infecciones por VVZ sufridas en los primeros 9 meses siguientes al trasplante. En los pacientes infectados, la aparición simultánea de una enfermedad de injerto contra huésped aumenta la posibilidad de diseminación, de muerte o de ambas. El riesgo de zóster en los trasplantados renales es del 8-10%, siendo el curso de la infección benigno en estos, sin diseminación grave.

Hasta el momento, no se disponía de ninguna vacuna específica frente al herpes zóster y no existe ningún tratamiento curativo, por lo que el tratamiento actual tiene como objetivos limitar el desarrollo viral agudo y el dolor asociado.

Los agentes antivirales (aciclovir, valaciclovir, famciclovir, ganciclovir, foscarnet, brivudina) han demostrado ser eficaces en disminuir la duración de las lesiones en el herpes zóster así como para disminuir la intensidad del dolor asociado a las lesiones herpéticas. Sin embargo, dichos beneficios sólo han sido demostrados cuando los pacientes reciben los agentes antivirales antes de las primeras 72 horas del inicio de las lesiones. Los antivirales actualmente usados pueden ser beneficiosos mientras van apareciendo nuevas lesiones pero no han demostrado ninguna eficacia cuando las lesiones están ya establecidas. Sin embargo, la efectividad en la prevención de la neuralgia posherpética es más controvertida; de hecho, hay pruebas de que el aciclovir oral no reduce significativamente la incidencia de neuralgia posherpética y, por otro lado, no hay pruebas suficientes para determinar el efecto de otros tratamientos antivirales (Chen, 2014).

La administración oral de corticosteroides has sido una práctica común durante años en el tratamiento del herpes zóster, aunque los ensayos clínicos han demostrado resultados variables en cuanto a la efectividad de su utilización. Parece que, siempre asociados a los agentes antivirales, son eficaces en la reducción del dolor asociado a la fase aguda del herpes zóster, pero no reducen la incidencia de la neuralgia posherpética. El dolor de la fase aguda también suele responder a los analgésicos y AINE convencionales, cuando es de intensidad leve a moderada, aunque en ocasiones es necesario recurrir a los analgésicos opioides. Por su parte, la aplicación de agentes dermatológicos de tipo astringente (calamina, etc.) sobre las erupciones mejora la cicatrización y, una vez que las lesiones hayan formado costra, se pueden utilizar capsaicina tópica; también las formas tópicas de lidocaína pueden aliviar el dolor agudo.

Por su parte, el tratamiento específico de la neuralgia posherpética es mucho más insatisfactorio, habiéndose obtenido resultados contrastados solo con determinados agentes anticonvulsivantes, particularmente con gabapentina y pregabalina.

Sigue siendo controvertido el papel de la vacunación infantil frente a la varicela en relación con el desarrollo de herpes zóster en la edad adulta. Algunos datos epidemiológicos apuntan a un aumento en la incidencia de herpes zóster países desarrollados con programas de vacunación universales, como Estados Unidos y Australia, si bien dicho aumento parece corresponder a un periodo previo al inicio de los programas de vacunación y, por otro lado, también se ha observado un aumento en países que carecen de programas de vacunación contra la varicela infantil. Según los expertos de la OMS, probablemente el incremento de la incidencia de herpes zóster en la población adulta tiene un origen multifactorial, y no está todavía bien comprendido (OMS, 2014). Por otro lado, se ha sugerido que una alta tasa de cobertura de vacunación infantil frente a la varicela reduciría la circulación del VVZ, evitando la reinfección natural en adultos y con ello se limitaría el refuerzo inmunitario necesario para mantener en estado de latencia el virus en las personas que fueron infectadas en la infancia y evitar así la reactivación de la infección latente.

ACCIÓN Y MECANISMO

Se trata de una vacuna viva atenuada conteniendo virus varicela-zóster (VVZ) de la cepa Oka/Merck, cultivada en fibroblastos embrionarios humanos (11 pases), seguido de cultivos de fibroblastos embrionarios de hámster (12 pases) y, finalmente, en células diploides humanas WI-38 (1 pase). Ha sido autorizada para la prevención del herpes zóster («culebrilla») y la neuralgia posherpética (NPH) relacionada con herpes zóster, en individuos de 50 años de edad o mayores.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas de la vacuna frente al herpes zóster ha sido contrastada en varios ensayos clínicos aleatorizados, doblemente ciegos y controlados con placebo. En una amplia revisión con meta-análisis (Gagliardi, 2012), se identificaron ocho ensayos clínicos aleatorizados, que incluían un total de 52.269 participantes.

En conjunto, los casos confirmados de herpes zóster fueron menos frecuentes en los pacientes que recibieron la vacuna que en los que recibieron un placebo, con un cociente de riesgos (CR) de 0,49 (IC95% 0,43 a 0,56), una diferencia de riesgos (DR) del 2% y un número necesario a tratar para beneficiar (NNTB) de 50. Los análisis según los grupos etarios indicaron un mayor beneficio en los participantes de menor edad, con un cociente de riesgo de 0,36 (IC95% 0,30 a 0,45), que en los participantes a partir de los 70 años de edad, (CR= 0,63; IC95% 0,53 a 0,75). Los efectos adversos sistémicos relacionados con la vacuna fueron más frecuentes en el grupo vacunado (CR= 1,29; IC95% 1,05 a 1,57; número necesario a tratar para dañar [NNTD] = 100). El cociente de riesgos de los datos agrupados de los efectos adversos para los participantes con uno o más efectos adversos en el sitio de inoculación fue de 4,51 (IC95% 2,35 a 8,68) y el NNTD fue de 2,8 (IC95% 2,3 a 3,4). Los efectos secundarios fueron más frecuentes en los participantes más jóvenes que en los de mayor edad (70 o más).

El estudio clínico principal es un ensayo clínico de fase III multicéntrico (22 centros en Estados Unidos), aleatorizado, doblemente ciego y controlado con placebo, realizado sobre 38.546 personas de 60 o más años de edad con historial de haber padecido varicela o con una residencia en Estados Unidos de al menos 30 años. Los pacientes recibieron una única dosis de vacuna y fueron sometidos a un seguimiento medio de 4,5 años. El objetivo del estudio fue determinar su la vacuna podía reducir la incidencia y/o gravedad del herpes zóster y sus complicaciones, en particular la neuralgia posherpética. Como variable primaria de eficacia inmunológica se determinó el título de anticuerpos anti-VVZ, expresado en unidades de glucoproteína determinadas mediante técnica ELISA (UgpELISA/ml) a las seis semanas de haber sido vacunados, en relación con el placebo, así como el grado de variación en ambos.

A las seis semanas, el título de anticuerpos en los individuos vacunados fue de 474,6 UgpELISA/ml (IC95% 441,5 a 510,5) vs. 291,4 (IC95% 269,3 a 315,3); la variación media del título de anticuerpos fue del 70% con la vacuna (media geométrica de incremento: 1,7; IC95% 1,6 a 1,8) y del 0% con placebo (media geométrica de incremento: 1,0; IC95% 1,0 a 1,0). A los 36 meses, estos valores fueron de 331,6 UgpELISA/ml (IC95% 305,1 a 360,4) vs. 305,7 (IC95% 280,6 a 332,2), con una media geométrica de incremento de 1,2; IC95% 1,1 a 1,3) vs. 1,0 (IC95% 1,0 a 1,1).

En cuanto a las variables epidemiológicas, la tasa global de incidencia de herpes zóster entre los sujetos vacunados fue de 5,412 por cada 1.000 individuos-año (IC95% 4,8 a 6,0) vs. 11,120 (IC95% 10,2 a 12,2), lo que implica una tasa de reducción del 51,3% (IC95% 44,2 a 57,6; p< 0,001). Considerando los dos grupos etarios, las incidencias fueron de 3,895 (IC95% 3,2 a 4,6) vs. 10,791 (IC95% 9,6 a 12,0) y una tasa de reducción del 63,9% (IC95% 55,7 a 70,9; p< 0,001) en individuos con 70 o más años, y de 7,180 (IC95% 6,2 a 8,3) vs. 11,500 (IC95% 10,2 a 12,8) y una tasa de reducción del 37,6% (IC95% 25,0 a 48,1; p< 0,001) en individuos con 70 o más años.

Desde el punto de vista de las variables clínicas de eficacia, la puntuación media de la carga de la enfermedad del dolor asociado a herpes zóster (BOI1) fue de 2,208 por 1.000 individuos vacunados vs. 5,682 en el grupo placebo, lo que implica una tasa de reducción de 0,611 (IC95% 0,511 a 0,619). Considerando los grupos etarios, las puntuaciones BOI fueron de 1,495 vs. 4,334 y una tasa de reducción de 0,655 (IC95% 0,515 a 0,755) entre los 60 y 69 años, y de 3,471 vs. 7,781 y una tasa de reducción de 0,554 (IC95% 0,399 a 0,669) a partir de los 70 años de edad.

Asimismo, la incidencia de neuralgia posherpética2 fue de 0,464 casos por cada 1.000 individuos-año vacunados vs. 1,384 en el grupo placebo, con una tasa de reducción de 0,665 (IC95% 0,475 a 0,792), siendo el riesgo global de desarrollar neuralgia posherpética del 8,6% vs. 12,5%; este riesgo fue mayor en los sujetos de 70 o más años de edad (9,8% vs. 18,5%).

Por otro lado, otros estudio (ZEST; Levin, 2013) aleatorizado, doblemente ciego y controlado con placebo, investigó la respuesta inmune a una única dosis de vacuna en 22.439 individuos con edades comprendidas entre los 50 y los 59 años de edad, que fueron objeto de seguimiento durante una media de 1,3 años.

La media geométrica del título de anticuerpos determinados a las seis semanas de la vacunación (o de la administración del placebo) fue de 660,0 vs. 293,1 UgpELISA/ml (p< 0,001), siendo la media geométrica de incremento del título desde antes de la vacunación de 2,31 vs. 1,00 (p< 0,001). La incidencia de zóster fue de 2,0 vs. 6,6 casos por 1.000 individuos-año (p< 0,001), estimándose en el 70% (IC95% 54 a 81) la eficacia protectora de la vacuna frente al herpes zóster.

En cuanto a la seguridad clínica, los eventos adversos más comunes (>10%) fueron reacciones locales en el punto de inyección (enrojecimiento, induración, dolor, etc.). La incidencia global de eventos adversos fue del 48% con la vacuna vs. 17% con placebo.

ASPECTOS INNOVADORES

Es una vacuna viva atenuada conteniendo virus varicela-zóster (VVZ) de la cepa Oka/Merck, autorizada para la prevención del herpes zóster y la neuralgia posherpética relacionada con herpes zóster, en individuos de 50 años de edad o mayores.

Los estudios clínicos disponibles muestran que la vacuna es relativamente efectiva para prevenir la enfermedad del herpes zóster, reduciendo su incidencia global en torno al 50%. Como era de esperar, se encontró una mayor reactogenicidad en los individuos más jóvenes (70% en sujetos con 50-59 vs. 64% en 60-69 años y 38% ≥70 años), lo que implica mayores tasas de protección pero también más eventos adversos. No obstante, en general, la vacuna presenta una buena tolerabilidad; produce pocos eventos adversos sistémicos y los localizados en el sitio de inyección – más comunes – son de intensidad leve a moderada.

Algunos estudios han mostrado que apenas un 50% de los sujetos vacunados presentan un aumento de al menos dos veces en el título basal de anticuerpos. Por ello, parece que tanto la inmunidad humoral como la celular son cruciales para controlar la reactivación de virus del herpes zóster; en cualquier caso, no se conoce cuál es el título de anticuerpos predictivo a largo plazo para la protección frente al desarrollo de herpes zóster.

Debido a la escasez de datos y la carga desconocida de la enfermedad en la mayoría de los países, la evidencia inicial de disminución de la protección a lo largo del tiempo y la incertidumbre de la edad óptima para la vacunación, el Strategic Advisory Group of Experts (SAGE) on Immunization de la Organización Mundial de la Salud no ha hecho ninguna recomendación sobre el uso rutinario de la vacuna contra el herpes zóster (OMS, 2014). Conviene, en cualquier caso, no olvidar que el número necesario a tratar para beneficiar (NNTB) es de 50 (Gagliardi, 2012).

VALORACIÓN

Virus zóster atenuados 

ZOSTAVAX® (Sanofi Pasteur MSD)

Grupo Terapéutico (ATC): J07BK. ANTIINFECCIOSOS SISTÉMICOS. Vacunas varicela zóster.

Indicaciones autorizadas: Prevención del herpes zóster («culebrilla») y la neuralgia posherpética (NPH) relacionada con herpes zóster, en individuos de 50 años de edad o mayores.

VALORACIÓN GLOBAL: INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar.

♣♣

Novedad clínica: Mejora la eficacia clínica del tratamiento estándar

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS ANTERIORMENTE EN ESPAÑA*

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Virus varicela atenuado

Varivax

Sanofi Pasteur MSD

2003

Virus zóster atenuado

Zostavax

Sanofi Pasteur MSD

2014

* Se indican únicamente los primeros registros autorizados con ese principio activo.

BIBLIOGRAFÍA

Lipegfilgrastim LONQUEX® (Teva)

Resumen

El lipegfilgrastim (Lonquex®) es una forma glucosilada del pegfilgrastim, un derivado del factor estimulante de colonias de granulocitos (G-CSF). Ha sido autorizado para la reducción de la duración de la neutropenia y de la incidencia de neutropenia febril en pacientes adultos con tumores malignos tratados con quimioterapia citotóxica (con excepción de leucemia mieloide crónica y síndromes mielodisplásicos); en este sentido, el lipegfilgrastim ha demostrado no ser inferior al pegfilgrastim en esta indicación. El nuevo medicamento presenta una buena tolerabilidad general, siendo el dolor óseo y muscular el evento adverso más común, generalmente de intensidad leva a moderada y susceptible de tratamiento analgésico convencional. Como ocurre con todos los estimulantes de colonias utilizados en terapéutica oncológica, el principal aspecto de seguridad es el riesgo teórico de que se potencie la progresión tumoral en alguno de los pacientes, dado que, al fin y al cabo, estos fármacos potencian la proliferación celular, bien es cierto que de forma muy selectiva. En cualquier caso, esta relación de riesgo no ha podido ser demostrada, por el momento, en la práctica clínica.

NEUTROPENIA

La neutropenia implica una reducción del recuento sanguíneo de leucocitos neutrófilos. Si tal reducción es intensa puede implicar un notable incremento del riesgo y la gravedad de padecer infecciones por diversos microorganismos (particularmente bacterias y hongos), tanto habitualmente patológicos como oportunistas (que solo adquieren la condición de patológicos en pacientes con deterioro de su sistema inmune), que pueden provocar la aparición de fiebre (neutropenia febril) si la infección es grave.

Los neutrófilos o granulocitos constituyen la principal defensa orgánica frente a las infecciones bacterianas y fúngicas. De hecho, otro de los principales mecanismos defensivos orgánicos – la inflamación – resulta ineficaz en estos casos. La gravedad de la neutropenia se relaciona con el riesgo relativo de infección y ésta con el recuento de neutrófilos, estimándose como leve para recuentos de 1000-1500/μL, moderado entre 500 y 1000, y grave por debajo de 500/μL. En este último caso, la flora microbiana endógena (boca, intestino, mucosa vaginal, etc.) puede tornarse patológica para el propio individuo, provocando graves infecciones. Incluso, si el recuento desciende por debajo 200/μL, puede quedar anulada la respuesta inflamatoria. Obviamente, la neutropenia aguda y grave predispone a infecciones rápidamente fatales (particularmente, neumonía y septicemia), aunque también inciden en el riesgo de infecciones la integridad de la piel y las mucosas, la irrigación tisular y el estado nutricional del paciente.

Existen numerosas formas de neutropenia primaria (causada por defectos intrínsecos de los mielocitos o de sus células precursoras): anemia aplásica, neutropenia idiopática crónica, neutropenia cíclica, mielodisplasia, hemoglobinuria paroxística nocturna, síndrome de Kostmann (neutropenia congénita grave), etc. Por su parte, las formas más comunes de neutropenia secundaria están ligadas a quimioterapia citotóxica, radioterapia o ciertos fármacos; alcoholismo, trastornos de inmunodeficiencia adquirida (SIDA, etc.), reemplazo de la médula ósea por cáncer o mielofibrosis; deficiencia crónica de ácido fólico o cobalaminas, etc.

En particular, la neutropenia inducida por fármacos es una de las causas más comunes de neutropenia. Los fármacos pueden reducir la producción de neutrófilos por mecanismos tóxicos, de idiosincrasia o de hipersensibilidad, o por aumento de la destrucción de neutrófilos periféricos mediante mecanismos inmunitarios. Aunque la supresión de la producción medular causada por fármacos antineoplásicos citotóxicos o por radioterapia es una de las causas más comunes de neutropenia grave, pero no es el único caso entre los medicamentos, ya que también se ha observado con algunos agentes antipsicóticos (como la clozapina). Sólo el mecanismo tóxico provoca neutropenia relacionada con la dosis (de hecho, en muchos casos puede controlarse la neutropenia reduciendo la dosis del fármaco sin tener que suspender su administración), mientras que las reacciones idiosincrásicas son impredecibles y se producen con una amplia variedad de fármacos. Las reacciones de hipersensibilidad son raras (fenitoína, fenobarbital, etc.). La neutropenia de mecanismo inmunitario inducida por fármacos (penicilinas, propiltiouracilo, etc.) suele persistir alrededor de 1 semana después de la suspensión del fármaco.

Los denominados factores de crecimiento mielocítico o factores estimulantes de colonias (colony-stimulating factors, CSF) inducen la proliferación y diferenciación de las células progenitoras de granulocitos y macrófagos. Se subdividen en:

  • G-CSF: factor estimulante de granulocitos.
  • M-CSF: factor estimulante de macrófagos.
  • GM-CSF: factor estimulante de granulocitos-ma­crófagos.
  • Multi-CSF: factor multifuncional (conocido también como interleucina 3, IL-3).

La denominación indica claramente el tipo de cé­lulas sobre las que actúan in vitro pero, a diferencia de otros factores estimulantes celulares como la eritropoyetina, los CSF no influyen únicamente en la diferenciación y maduración de células de la serie blanca, sino que también intervienen en la actividad funcional de las células maduras. Por tanto, no es fácil separar su acción de la de otras citocinas e inmunomodu­ladores, particularmente la interleucina 2 (IL-2) y el interferón gamma (IFN-γ); en este sentido, la diferencia más importante es que la influencia de los CSF sobre el material genético se traduce pri­mordialmente en replicación, mientras que la acción de los inmunomoduladores se traduce en expresión genética (síntesis de proteínas), siendo la replicación del ADN un fenómeno secundario. En realidad, habría que considerar a todas estas sustancias como integran­tes de una red compleja de men­sajeros moleculares que regulan el sistema inmunitario. Puesto que una de las acciones de las citoci­nas es estimular la producción de otras citocinas, el efecto final en el organismo puede ser bastante di­ferente del que podría predecirse de su comportamiento in vitro.

Todos los CSF tienen muchos rasgos comunes en su estructura molecular y en el mecanismo básico de acción. Su producción natural no parece estar relacionada direc­tamente con el recuento leucoci­tario, ya que en condiciones normales los niveles sanguíneos de CSF son muy bajos, independientemente de las ci­fras de neutrófilos o macrófagos, pero aumentan con­siderablemente cuando hay una infección bacteriana.

De los cuatro tipos de CSF, sólo se han comercializado dos, uno de tipo GM-CSF (molgramostim, cuya comercialización se suspendió en 2004) y el G-CSF (filgrastim y lenograstim).

Los CSF naturales son glucoproteínas. La glucosila­ción de la molécula se consigue con cierta comodidad en los productos derivados de células eucarióticas, pero se suele omitir por razones tecnológicas en los derivados de cultivos bacterianos. Sin embargo, la acción fisiológica depende exclu­sivamente de la cadena proteínica, por lo cual no pa­recen existir diferencias de acción entre el filgrastim (proteína) y el lenograstim (glucoproteína idéntica al G-CSF na­tural). Las diferencias entre la glucoproteína y la frac­ción proteínica pura son más bien de tipo farmacoci­nético y no suelen ser importantes (Fernández del Pozo, 2011).

Sin embargo, la semivida de eliminación de filgrastrim y del lenograstrim oscila entre 1,5 h (infusión IV) y 3,5 h (sc), por lo que requiere una administración diaria en infusión intravenosa continua (30 minutos) o, lo que es más habitual, inyección subcutánea.

La necesidad de administrar diariamente el tratamiento llevó al desarrollo de formas farmacotécnicas que facilitasen una menor frecuencia de administración y de ahí surgió el pegfilgrastim y, posteriormente, el lipegfilgrastim. El pegfilgrastim es un conjugado químico de filgras­tim con una única cadena polimérica de polietilenglicol (PEG). La conjugación hace que el filgrastim presente un peso molecular excesivamente grande como para permitir que sea filtrado en los glomérulos renales, lo que impide que pueda ser eliminado por vía renal, siendo la única vía de aclaramiento el metabolismo celular de los propios neutrófilos. Por otro lado, dado que en los pacientes neutropénicos este aclaramiento será menor (hay menos neutrófilos) que en los sujetos sanos, ello determina que la eliminación del pegfilgrastim está hasta cierto punto autorregulada, facilitando elevadas concentraciones de pegfilgrastim durante la fase más intensa de neutropenia, pero reduciendo dichas concentraciones a medida que la población de neutrófilos se normaliza.

La diferencia de respuesta hematológica entre G-CSF y GM-CSF no parece tener gran relevancia clínica. Como es de esperar, el G-CSF produce sobre todo incremento de neutrófilos. Sólo a dosis altas se ve un aumento de macrófagos, mientras que el recuento de eosinófilos no se ve afectado. El GM-CSF produce un aumento importante de neutrófilos, pero aumentan de forma paralela los macrófagos y los eosinófi­los. El resto de tipo de leucocitos no se modifica en ningún caso.

En teoría, habría que usar G-CSF en situaciones caracterizadas por neutropenia, mientras que la utili­dad del GM-CSF (y de otros factores más polivalentes, como el multi-CSF) estaría en casos de disfunción de la médula ósea que provocase una carencia leucoci­taria de tipo más general. En la práctica, el único tipo que se utiliza son los G-CSF (filgrastim y sus derivados, y lenogastrim), mientras que el único GM-CSF inicialmente comercializado (molgramostim), ya no lo está.

ACCIÓN Y MECANISMO

El lipegfilgrastim es una forma glucosilada del filgrastim, el cual es un derivado de origen recombinante no glucosilado del factor estimulante de colonias de granulocitos (G-CSF) humano, una glucoproteína que regula la producción y la liberación de neutrófilos funcionales de la médula ósea. El lipegfilgrastim se une al receptor del G-CSF humano, al igual que el filgrastim y el pegfilgrastim; en este sentido, el lipegfilgrastim la afinidad hacia el receptor de G-CSF es similar a la del pegfilgrastim, con unas constantes de disociación de 481 y 516 nM, respectivamente.

Ha sido autorizado para la reducción de la duración de la neutropenia y de la incidencia de neutropenia febril en pacientes adultos con tumores malignos tratados con quimioterapia citotóxica (con excepción de leucemia mieloide crónica y síndromes mielodisplásicos).

ASPECTOS MOLECULARES

El lipegfilgrastim es una forma glucosilada del pegfilgrastim, el cual es el resultado de la unión de con una única molécula de metoxipolietilenglicol (PEG) con filgrastim. La glucosilación se produce mediante un enlazador constituido por glicina, ácido N-acetilneuramínico y N-acetilgalactosamina, al sitio natural de O-glucosilación del G-SCF (Thr134). La masa molecular del lipegfilgrastim es de aproximadamente 39 kDa, de la cual la fracción proteica (filgrastim) constituye aproximadamente la mitad (18,8 kDa). Mientras que el filgrastim es un análogo recombinante no glucosilado del G-CSF humano (N-metionil-G-CSF; r met-Hu-G-CSF) de acción relativamente breve (por lo que requiere una administración diaria), tanto el pegfilgrastim como el lipegfilgrastim son formas de acción sostenida debido a una reducción de la eliminación renal, lo que permite una única administración por cada ciclo de quimioterapia. La semivida de eliminación del filgrastim es de 3-4 horas, mientras que la del lipegfilgrastim es de unas 30 horas.

La conjugación con PEG hace que el filgrastim presente un peso molecular excesivamente grande como para permitir que sea filtrado en los glomérulos renales, lo que impide que pueda ser eliminado por vía renal, siendo la única vía de aclaramiento el metabolismo celular de los propios neutrófilos. Por otro lado, dado que en los pacientes neutropénicos este aclaramiento será menor (hay menos neutrófilos) que en los sujetos sanos, ello determina que la eliminación del pegfilgrastim está hasta cierto punto autorregulada, facilitando elevadas concentraciones de pegfilgrastim durante la fase más intensa de neutropenia, pero reduciendo dichas concentraciones a medida que la población de neutrófilos se normaliza.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del lipegfilgrastim han sido adecuadamente constrastadas en la indicación autorizada, mediante dos ensayos principales de fase III (confirmatorios de eficacia y de seguridad), multicéntricos, multinacionales (Rusia, Ucrania y otros países europeos), aleatorizados, doblemente ciegos y controlados con placebo o con un comparador activos (pegfilgrastim). En ambos se utilizaron las mismas dosis de lipegfilgrastim y de pegfilgrastim (6 mg, sc).

En el primero de los estudios (XM22-03; Bondarenko, 2013) se comparó lipegfilgrastim y pegfilgrastim en un grupo de 202 pacientes con cáncer de mama (estadios II, III o IV, entre 5,3 y 6,1 meses después del diagnóstico), no tratadas anteriormente con quimioterapia y con un recuento de neutrófilos ≥ 1500/µL. Las pacientes comenzaron a recibir ciclos de tres semanas de quimioterapia citotóxica y a partir del primero de ellos (y durante un máximo de cuatro) recibieron el segundo día una dosis de lipegfilgrastim o de pegfilgrastim. La edad promedio de las pacientes era de 51 años (7% ≥65 años) y tenían un peso medio de 73 kg. Como variable primaria se determinó la duración media de los episodios de neutropenia grave (definida como un recuento de menos de 500 células/µL) durante el primer ciclo de quimioterapia.

Los resultados mostraron una duración media de la neutropenia grave en el primer ciclo de quimioterapia de 0,7 días (lipegfilgrastim) vs. 0,8 días (pegfilgrastim), con una diferencia1 de -0,218 (IC95% -0,498 a 0,062; p= 0,126); esta misma variable obtenida durante el cuarto ciclo fue 0,2 vs. 0,2 días, con una diferencia de 0,008 (IC95% -0,147 a 0,163; p= 0,992); asimismo, la incidencia de neutropenia grave durante el primer ciclo fue de 3,2 vs. 9,8%.

En el segundo estudio (XM22-04; EPAR) se comparó lipegfilgrastim con placebo en un grupo de 376 pacientes con cáncer de pulmón no microcítico (estadios IIIb o IV), que comenzaron a recibir ciclos de de quimioterapia citotóxica conteniendo cisplatino y etopósido, y a partir del primero de ellos (y durante un máximo de cuatro) recibieron lipegfilgrastim o placebo. La edad promedio de los pacientes era de 58 años, un 86% eran varones y tenían un peso medio de 70 kg. Como variable primaria se determinó incidencia de neutropenia febril durante el primer ciclo de quimioterapia, definida como la existencia de neutropenia grave (menos de 500 neutrófilos/µL) asociado a fiebre alta (≥38,5º C) o sepsis documentada.

Los resultados mostraron una incidencia de neutropenia febril durante el primer ciclo de quimioterapia del 2,5% con lipegfilgrastim y del 5,6% con placebo, aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa (odds ratio, OR= 390; IC95% 0,121 a 1,260; p= 0,1151); sin embargo, la duración media de la neutropenia grave durante el primer ciclo con lipegfilgrastim sí fue estadísticamente inferior a la del placebo (0,6 vs. 2,3 días; diferencia de -2,09; IC95% -2,089 a -1,232; p<0,001); otro tanto sucedió en el cuarto ciclo (0,5 vs. 2,3 días; diferencia de -1,844; IC95% -2,281 a -1,407; p<0,001).

Los eventos adversos más comúnmente descritos con lepegfilgrastim son dolor óseo, dolor muscular y cefalea, generalmente de intensidad leve o moderada y que responden al tratamiento analgésico convencional. La frecuencia de dichos eventos fue algo mayor entre los pacientes tratados con lipegfilgrastim que con pegfilgrastim: dolor óseo (13,9 vs. 9,9%), dolor muscular (8,9 vs. 5,9%) y cefalea ( 8,9 vs. 5,0%).

ASPECTOS INNOVADORES

El lipegfilgrastim es una forma glucosilada del pegfilgrastim, un derivado del factor estimulante de colonias de granulocitos (G-CSF). Ha sido autorizado para la reducción de la duración de la neutropenia y de la incidencia de neutropenia febril en pacientes adultos con tumores malignos tratados con quimioterapia citotóxica (con excepción de leucemia mieloide crónica y síndromes mielodisplásicos).

El lipegfilgrastim ha demostrado su eficacia reduciendo la incidencia de neutropenia grave y de neutropenia febril, en comparación con placebo. Asimismo, el lipegfilgrastim ha demostrado no ser inferior al pegfilgrastim en esta indicación.

El nuevo medicamento presenta una buena tolerabilidad general, siendo el dolor óseo y muscular el evento adverso más común, generalmente de intensidad leva a moderada y susceptible de tratamiento analgésico convencional. Los datos procedentes de estudios controlados indican una incidencia algo mayor en comparación con pegfilgrastim, si bien esto no supuso ninguna modificación del tratamiento ni ninguna retirada adicional del tratamiento; de hecho, se utilizaron menos antibióticos sistémicos, analgésicos y fármacos gastrointestinales en los pacientes tratados con lipegfilgrastim, en comparación con filgrastim.

Como ocurre con todos los estimulantes de colonias utilizados en terapéutica oncológica, el principal aspecto de seguridad es el riesgo teórico de que se potencie la progresión tumoral en alguno de los pacientes, dado que, al fin y al cabo, estos fármacos potencian la proliferación celular, bien es cierto que de forma muy selectiva. En cualquier caso, esta relación de riesgo no ha podido ser demostrada, por el momento, en la práctica clínica.

En definitiva, los perfiles de eficacia y de seguridad de lipegfilgrastim son similares a los del pegfilgrastim (Pfeil, 2014), sin que se aprecie ninguna mejora o aspecto innovador sobre este último.

VALORACIÓN

Lipegfilgrastim 

LONQUEX® (Teva)

Grupo Terapéutico (ATC): L03AA. TERAPIA ANTINEOPLÁSICA Y AGENTES INMUNOMODULADORES. Inmunoestimulantes: estimulantes del colonias.

Indicaciones autorizadas: Reducción de la duración de la neutropenia y de la incidencia de neutropenia febril en pacientes adultos con tumores malignos tratados con quimioterapia citotóxica (con excepción de leucemia mieloide crónica y síndromes mielodisplásicos).

VALORACIÓN GLOBAL: SIN INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas.

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS ANTERIORMENTE EN ESPAÑA*

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Filgrastim

Neupogen

Amgen

1991

Lenograstim

Granocyte

Sanofi Aventis**

1994

Molgramostim

Leucomax ***

Schering Plough

1994

Pegfilgrastim

Neulasta

Amgen

2003

Lipegfilgrastim

Lonquex

Teva

2014

* Se indican únicamente los primeros registros autorizados con ese principio activo.

** Actualmente, Italfarmaco.

*** Actualmente retirado del mercado español.

 

BIBLIOGRAFÍA

Nalmefeno SELINCRO® (Lundbeck)

Resumen

El nalmefeno (Selincro®) es un modulador del sistema opioide endógeno, con efectos antagonistas sobre los receptores µ y d, y agonista parcial sobre los k, contrarrestando los efectos reforzantes del consumo de alcohol sobre los circuitos neurológicos de recompensa, reduciendo dicho consumo, al modular las funciones del sistema cortico-mesolímbico cerebral. Ha sido autorizado para la reducción del consumo de alcohol en pacientes adultos con dependencia del alcohol que presentan un nivel de consumo de alcohol de alto riesgo, sin síntomas de abstinencia físicos y que no requieran una desintoxicación inmediata. En estos pacientes (más de 60 g/día de alcohol para varones y más de 40 para mujeres), se aprecia una reducción de más del 50% en el número de días de consumo elevado de alcohol al mes y en la cantidad total de alcohol ingerida. Los eventos adversos más comunes son náuseas, insomnio, mareos y cefalea, algunos de ellos indistinguibles de los síntomas asociados a la reducción del consumo de alcohol en personas muy dependientes de ellos. Ciertamente, no parece que el nalmefeno mejore el tratamiento de la dependencia alcohólica, dominado fundamentalmente por acamprosato y naltrexona, la forma de utilización a demanda puede calificarse como novedoso frente a las limitaciones de las pautas posológicas fijas.

ALCOHOLISMO

La adicción a cualquier sustancia psicoactiva es una patología cerebral que implica cambios funcionales y/o estructurales del cerebro. Se considera una enfermedad crónica, con recaídas, caracterizándose por la búsqueda compulsi­va del elemento al que se es adicto (craving), pese a sus conse­cuencias nocivas. En la actualidad, el término adicción se utiliza para adjetivar conductas con características de dependencia no originadas por sustancias quími­cas, como el juego, la comida, la televisión, el sexo, etc., donde viene a significar: necesidad imperiosa de llevar a cabo un comportamiento que no tiene en cuenta las consecuencias nocivas para el individuo y su entorno familiar, laboral y social. La drogodependencia integra elementos físicos (consecuencia de fenómenos neuroadaptativos), psi­cológicos (cambios en el comportamiento) y sociales. La dependencia física se define como un estado caracterizado por la necesidad de mantener unos niveles determinados de una droga en el orga­nismo, desarrollándose un vínculo droga-organismo. Sus dos componentes principales son la tolerancia y el síndrome de abstinencia agudo o de retirada.

La tolerancia se considera un fenómeno adaptativo del organismo, que con el con­sumo continuado de una sustancia psicoactiva (como el alcohol) pierde sensibilidad a la misma, lo que implica la necesidad de aumentar la dosis para conseguir el mismo efecto. El síndrome de abstinencia agudo (o de retirada) se presenta cuando se suspende bruscamente la administración de la sustancia psicoactiva (abstinencia por supresión) o bien se administra un antagonista (abstinencia precipitada) y cursa con una serie de signos y síntomas físicos y psíquicos de grave­dad y perfil variable, según la sustancia, los cuales ceden con la administración de ésta o de sus sustitutos farmacológicos.

La dependencia psicológica o craving es el deseo irre­sistible de repetir la administración de la sustancia para obte­ner la vivencia de sus efectos placenteros y/o evasivos y/o evitar el malestar de privación. Se trata de un fenómeno dinámico que varía de unas personas a otras y que incluso en una misma persona es diferente según la situación y el tiempo de evolución de la dependencia. Sin duda, constituye uno de los principales obstáculos para el mantenimiento de la abstinencia una vez que ésta se ha conseguido. La dependencia social está determinada por la ne­cesidad de consumir la sustancia como signo de pertenencia a un grupo social que proporciona una clara señal de identidad personal y, en el caso de alcohol y el tabaco, tiene una gran relevancia por tratarse de drogas de carácter legal (aunque otras, como la cocaína o la marihuana, también tienen importantes connotaciones sociales, a pesar de ser actualmente ilegales).

En definitiva, la drogodependencia es una enfermedad crónica y recurrente que se caracteriza por la búsqueda y el consumo com­pulsivo de la sustancia psicológica pese a sus consecuencias nocivas, la pérdida del control de la administración y la aparición de estados emocionales negativos (disforia, ansiedad, irritabilidad) cuando no se tiene acceso a la misma. En general, el consumo de drogas está más extendido entre los hombres que entre las muje­res. La edad media de inicio se mantiene estable en los últimos años, siendo las drogas de inicio más tem­prano las bebidas alcohólicas (13,7 años), junto con el tabaco y los inhala­bles volátiles (13,5 y 13,2 años, respectivamente) (Alarcón de Lastra, 2013).

El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en nuestro me­dio, seguido del tabaco, el cannabis, la cocaína, el éx­tasis y los alucinógenos, y los opiáceos. La mayoría de la población espa­ñola consume bebidas alcohólicas esporádica o habi­tualmente; en la población de 15 a 64 años la tendencia temporal de la prevalencia de consumo de bebidas al­cohólicas de forma esporádica o habitual parece esta­ble; entre los estudiantes de 14 a 18 años la prevalencia de consumo de alcohol en los últimos 12 meses también se mantiene sin cambios: 74,9% en 2006, 72,9% en 2008 y 73,6% en 2010 y, sin embargo, desde 2006 se viene observando una marcada tenden­cia ascendente de las intoxicaciones agudas (borracheras) y el consumo intensi­vo. Así, la prevalencia mensual de borracheras (haber experimentado una en el mes previo) se ha incrementado, pasando de un 28,0% en 2004 a un 29,5% en 2008 y un 35,6% en 2010.

Los efectos sobre el sistema nervioso central del alcohol etílico (etanol) derivan de su interacción con los sistemas de neurotransmisión mediados por el ácido gamma-aminobutírico (GABA), glutamato, opioides endógenos, dopamina, serotonina, acetilcolina, noradrenalina y adenosina, bien directa o indirectamente. La toxicidad orgánica del alcohol no es menos compleja, afectando a casi todas las funciones corporales; en concreto, su consumo crónico está asociado a afecciones gastrointestinales, enfermedades cardiovasculares, pulmonares y musculo-esqueléticas, trastornos reproductivos, daño prenatal, carencias nutricionales, alteraciones hormonales, ciertos tipos de cáncer, alteraciones neurológicas y enfermedad psiquiátrica.

En el tratamiento del alcoholismo deben contemplar­se dos situaciones: el tratamiento del síndrome de abstinencia y la prevención de la recaída.

La supresión de la utilización de alcohol en el sujeto dependiente (alcohólico crónico) desencadena unos síntomas que, en orden creciente de gravedad, consisten en: ansiedad, temblor fino (manos, labios, lengua), sudoración, taquicardia, hipertensión leve, náuseas, cefaleas, cambios de humor, convulsiones, midriasis, fiebre, disminución del nivel de conciencia, amnesia, desorientación espacial y temporal, alucinaciones auditivas, alucinaciones visuales

microzoópsicas

1

, alucinaciones táctiles, agitación psicomotora e ideas delirantes (delirium tremens). En el tratamiento del síndrome de abstinencia las

benzo­diazepinas

, y particularmente el diazepam, vienen siendo utilizadas desde hace años, administrándolas 4 veces al día du­rante 5 días. Otros fármacos útiles son el

óxido nitroso

, que induce analgesia psicotrópica; el

clometiazol

, de­rivado de la vitamina B

1

, que presenta acciones sedan­te, anticonvulsivante e hipnótica de corta duración; la

tiaprida

, antipsicótico atípico eficaz para el tratamiento de las náuseas, la sudoración y el insomnio; y el

halope­ridol

, antipsicótico clásico (butirofenona) útil en pacientes que presen­ten alucinaciones y cuadros muy agitados con

delirium tremens

. También se han utilizado los betabloqueantes (propranolol) para disminuir el temblor, la sudoración y la taquicardia, el agonista

α

2

adrenérgico clonidina y la vitaminoterapia (B1, B6 y B12), para prevenir el déficit de vitaminas del grupo B, asociado frecuentemente al alcoholismo.

El tratamiento de prevención de la recaída se den establecer una vez superado el síndrome de absti­nencia; en él es imprescindible la realización de psicoterapia individual, familiar y grupal, siendo necesario realizar un seguimiento y una evaluación del cumpli­miento terapéutico. En lo que se refiere al tratamiento farmacológico de la dependencia alcohólica se distinguen tres tipos básicos:

  • Fármacos aversivos del alcohol o interdictores, entre los que se encuentran el disulfiramo y la carbimida cálcica, que, al inhibir la aldehído-deshidrogenasa, producen, tras la ingesta de etanol, una acumulación plasmática de acetaldehído, el cual da lugar a un síndrome (shock acetaldehídico o efecto antabús, en referencia a la denominación comercial del disulfiramo) caracteriza­do por vasodilatación cutánea con rubefacción facial, su­doración, sed, cefalea pulsátil intensa, disnea, náuseas, vómitos, debilidad, desasosiego, vértigo, visión borrosa y confusión mental. El empleo de estos interdictores da buenos resultados en adictos muy motivados.
  • Los fármacos anti-craving inhiben la compulsión en la búsqueda del alcohol sin necesidad de producir efectos disfóricos. Se emplean antagonistas opioides, que disminuyen la liberación de dopamina, reducen la tasa de recidiva y aumenta el tiempo de abstinen­cia principalmente en pacientes con historia familiar de dependencia alcohólica y con intenso craving.
  • Para disminuir la sintomatología de la abstinencia, en la actualidad se utiliza el acamprosato, que disminu­ye la hiperexcitabilidad neuronal al potenciar la acción del ácido gamma-aminobutírico (GABA) y antagonizar al ácido glutámico sobre los receptores NMDA (N-metil-D-as­partato). Se tolera bien, asociándose escasos efectos adversos, por lo que está indicado como te­rapia de mantenimiento de la abstinencia alcohólica junto a la psicoterapia. Es eficaz en adictos con niveles altos de ansiedad y en mujeres.

nalmefeno01

Otro fármacos que están siendo objeto de estudio son los que actúan sobre la transmisión serotonérgica central como, el ondansetrón, un antiemé­tico antagonista de los receptores 5-HT3; el topiramato, un antiepiléptico potenciador de la transmisión gabaérgica y antagonista de los recep­tores AMPA (ácido α-amino-3-hidroxi-5-metil- 4-isoxazolpropiónico) de glutamato; y el baclofeno, un agente antiespástico, agonista de los receptores GABAB. Algunas evidencias preliminares sugieren la efectividad de otras estrategias farmacoterapéuticas, como el empleo de antagonistas del receptor canna­binoide CB1, de agonistas parciales colinérgicos y de antipsicóticos atípicos como el aripiprazol.

ACCIÓN Y MECANISMO

El nalmefeno es un modulador del sistema opioide endógeno, con efectos antagonistas sobre los receptores mu (µ) y delta (d), y con una actividad agonista parcial sobre los kappa (k). Como consecuencia de ello, el nalmefeno contrarresta los efectos reforzantes del consumo de alcohol sobre los circuitos neurológicos de recompensa, reduciendo dicho consumo, al modular las funciones del sistema cortico-mesolímbico cerebral. Ha sido autorizado para la reducción del consumo de alcohol en pacientes adultos con dependencia del alcohol que presentan un nivel de consumo de alcohol de alto riesgo (NCR), sin síntomas de abstinencia físicos y que no requieran una desintoxicación inmediata.

El consumo de alcohol provoca la liberación de dopamina en el sistema mesolímbico, lo que se considera un elemento fundamental para la activación de los denominados circuitos de recompensa, que generan sensaciones placenteras. Dicha liberación de dopamina está ligada a un complejo sistema interdependiente de tipo opioide (endorfinas), serotonérgico y endocannabinoide. En cualquier caso, el bloqueo de los receptores opioides, particularmente de los μ (mu) y δ (delta), se traduce en un reducción del efecto reforzante del alcohol sobre los circuitos de recompensa.

Se han descrito cuatro re­ceptores opioides principales: el μ (mu), el δ (delta), el κ (kappa) y el «huérfano» u ORL1 (opioid receptor-like, subtipo 1), con varios subtipos: μ1 y μ2, δ1 y δ2, y κ1a, κ1b, κ2a y κ2b. Cuantitativamente, los receptores μ representan aproximadamente el 22% de todos los re­ceptores opioides, mientras que los δ suponen el 35% y los κ el 42%; es decir, entre ellos agrupan al 99% de los receptores opioides existentes en el organismo. El receptor opioide μ (mu) está presente princi­palmente en neuronas de la médula espinal, el área gris periacueductal, el tálamo y la corteza cerebral. La activa­ción de este receptor produce analgesia supraespinal, depresión respiratoria, euforia, sedación, reducción de la motilidad gastrointestinal, miosis y dependencia física. Por su parte, el receptor opioide δ (delta) se localiza fundamen­talmente en el bulbo olfatorio, la corteza cerebral, el núcleo accumbens, la amígdala y el núcleo pontino. Su activación provoca analgesia supraespinal y (sobre todo) espinal, inhibición de la motilidad gastrointestinal y de­presión respiratoria (aunque este efecto es controvertido). El receptor opioide κ (kappa) es más co­mún en el sistema límbico, el hipotálamo, el área gris periacueductal y la médula espi­nal. Su activación se relaciona con analge­sia espinal, sedación, disnea, dependencia, disforia e inhibición de la liberación de la hormona antidiurética (vasopresina, ADH).

Los antagonistas de receptores opioides se caracterizan por presentar una elevada afinidad por todos o la mayoría de los tipos de estos receptores, principalmente μ (mu) y δ (delta), pero producir ninguna actividad intrínseca. Por ello, son capaces de competir con los opioides endógenos (o los exógenos) y antagonizar sus efectos, por lo que son utilizados en casos de sobredosis de fármacos o de drogas opiáceas y en diferentes tratamientos de deshabituación.

ASPECTOS MOLECULARES

El nalmefeno está relacionado muy estrechamente con la naltrexona, de la que únicamente se diferencia por la sustitución del grupo carbonilo (C=O) de la naltrexona por un resto metilideno (C=CH2) en el nalmefeno. Guarda una notable analogía estructural con la morfina y otros opioides relacionados (codeína, oxicodona, etc.). Sin embargo, la sustitución del pequeño grupo metilo (–CH3) del átomo de N en estos últimos por grupos más voluminosos como el ciclopropilmetilo (-CH2(c)C3H7) de la naltrexona o del nalmefeno o como el alilo (-CH2CH=CH2) de la naloxona, determina el impedimento el efecto agonista sobre la mayoría de los receptores opioides, aun manteniendo una intensa afinidad por los mismos, convirtiéndose de hecho en bloqueantes y, en definitiva, en antagonistas al impedir la acción de los opioides endógenos sobre los correspondientes receptores (Cuéllar, 2012).

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del nalmefeno en la indicación autorizada han sido documentadas fundamentalmente a través de dos ensayos clínicos de fase III (confirmatorios de eficacia y seguridad) con idéntico diseño, aleatorizados, doblemente ciegos y controlados con placebo. Fueron realizados en varios países europeos – incluida España – para tomar en consideración los diferentes hábitos sociales de consumo de bebidas alcohólicas.

nalmefeno02

Las personas incluidas en los estudios debían tener una media de al menos 6 días al mes con elevado nivel de consumo alcohólico (≥60 g/día para los varones y ≥40 g/día para las mujeres) y haber estados no más de 14 días consecutivos sin consumir alcohol (abstemios). El 80% de los sujetos tenían un consumo alcohólico calificado de riesgo alto o muy alto y un 20% de riesgo medio2, con una media basal de 20 días al mes de consumo elevado y 85-90 g/día de alcohol.

Los pacientes fueron aleatoriamente asignados a uno de los dos brazos de tratamiento de los estudios (un comprimido con 18 mg de nalmefeno o placebo), instruyéndoles para tomar un máximo de un comprimido al día cuando el propio paciente percibiese que estaba en riesgo de consumo elevado de alcohol, preferiblemente 1-2 horas antes del momento previsto de empezar a beber. El tratamiento se mantuvo durante 24 semanas (6 meses) en forma doblemente ciega; tras las que una parte del grupo tratado con nalmefeno siguió el tratamiento durante otras ocho semanas y la otra fue cambiada a placebo, mientras que los pacientes originalmente incluidos en el grupo placebo inicial se mantuvieron en el mismo hasta el final del estudio. Durante este periodo se hicieron 12 visitas de control a los pacientes registrándose los datos anotados por los pacientes en un diario con los datos requeridos. Todos los pacientes incluidos en los estudios tomaron parte de un programa psicosocial de motivación y potenciación de la adherencia (BRENDA).

Se utilizaron dos variables co-primarias de eficacia, consistentes en la variación entre el inicio y el final del estudio del número de días de consumo elevado de alcohol y del promedio de alcohol consumido diariamente, todo ello expresado en periodos mensuales.

El estudio ESENSE 1 (12014A; Mann, 2013) fue llevado a cabo sobre 604 pacientes, de los que finalizaron un 56% (46% del grupo del nalmefeno y 68% del placebo). En este estudio, el número medio de días de consumo elevado de alcohol fue reducido en el grupo del nalmefeno en una media 11,2 días vs. 8,9 en el del placebo, siendo la diferencia favorable al nalmefeno en 2,3 días al mes (IC95% -3,8 a -0,8; P= 0,0021), mientras que la variación del consumo medio diario supuso una reducción de 50,7 (nalmefeno) vs. 39,7 g/día (placebo), siendo la diferencia entre ambos de 11,0 g/día favorable al nalmefeno (IC95% -16,8 a -5,1; P< 0,001).

Por su parte, el estudio ESENSE 2 (12023A; Gual, 2013) incluyó a 718 pacientes, de los que finalizaron un 59% (57% del grupo del nalmefeno y 61% del placebo). Los resultados mostraron que el número medio de días de consumo elevado de alcohol fue reducido en 12,3 días con nalmefeno vs. 10,6 con placebo, siendo la diferencia favorable al nalmefeno en 1,7 días al mes (IC95% -3,1 a -0,4; P= 0,012), mientras que la variación del consumo medio diario supuso una reducción de 59,0 vs. 54,1 g/día, con una diferencia entre ambos de 5,0 g/día favorable al nalmefeno (IC95% -10,6 a 0,7; P= 0,088), estadísticamente no significativa.

Al hacer un análisis conjunto considerando exclusivamente los pacientes (N= 667) con niveles altos y muy altos de riesgo de consumo alcohólico (más de 60 g/día para varones y más de 40 para mujeres), la diferencia media en el número de días/mes de consumo elevado entre los pacientes con tratados con nalmefeno y los tratados con placebo fue de 3,2 días/mes a favor del nalmefeno (IC95% -4,8 a -1,6; p< 0,0001), siendo de 3,7 en el estudio ESENSE 1 y de 2,7 en el ESENSE 2; por su parte, la diferencia en el consumo diario medio de alcohol fue de 14,3 g favorable al nalmefeno (IC95% -20,8 a -7,8; P< 0,0001), siendo de 18,3 en el estudio ESENSE 1 y de 10,3 en el ESENSE 2 (van den Brink, 2013).

Complementariamente con los dos estudios anteriores, el estudio SENSE (12013A, EPAR) analizó la persistencia de la eficacia del tratamiento a lo largo de 52 semanas (un año) en 675 pacientes, de los que finalizaron el estudio un 63% (62% del grupo del nalmefeno y 68% del placebo), de los que un 52% presentaban un riesgo alto o muy alto de consumo alcohólico. Los resultados mostraron que la diferencia media en el número de días/mes de consumo elevado entre los pacientes con tratados con nalmefeno y los tratados con placebo fue de 5 días/mes a favor del nalmefeno (reducción de 19 a 5 días con nalmefeno y de 19 a 10 días con placebo), mientras que la diferencia en el consumo diario medio de alcohol fue de 22 g favorable al nalmefeno (reducción de 100 a 24 g/día con nalmefeno y de 101 a 47 con placebo).

Desde el punto de vista de la seguridad, la incidencia de eventos adversos que aparecieron durante el tratamiento en los ensayos clínicos controlados fue del 75% con nalmefeno y del 63% con placebo, siendo los más comunes (<10%) las náuseas, los mareos, el insomnio y la cefalea.

ASPECTOS INNOVADORES

El nalmefeno es un modulador del sistema opioide endógeno, con efectos antagonistas sobre los receptores µ y d, y agonista parcial sobre los k, contrarrestando los efectos reforzantes del consumo de alcohol sobre los circuitos neurológicos de recompensa, reduciendo dicho consumo, al modular las funciones del sistema cortico-mesolímbico cerebral. Ha sido autorizado para la reducción del consumo de alcohol en pacientes adultos con dependencia del alcohol que presentan un nivel de consumo de alcohol de alto riesgo, sin síntomas de abstinencia físicos y que no requieran una desintoxicación inmediata.

Los resultados de los estudios clínicos controlados con placebo muestran leves diferencias con el placebo, reduciendo respecto de éste entre 2,7 y 3,7 días de consumo elevado de alcohol cada mes, y entre 10 y 18 g/día de alcohol ingerido. Aunque esta diferencia es pequeña y, en algún caso, no alcanza la significación estadística, al hacer un análisis estratificado de los datos y considerando exclusivamente a los pacientes con riesgo alto o muy alto de consumo (más de 60 g/día para varones y más de 40 para mujeres), se aprecia en los pacientes tratados con nalmefeno una reducción de más del 50% en el número de días de consumo elevado de alcohol al mes (de 23 a 10-11 días/mes) y en la cantidad total de alcohol ingerida (de 102-113 a 43-44 g/día). Extrapolando estos resultados, supondría una reducción de 160 días adicionales por años sin consumo excesivo de alcohol. Esto supone que la eficacia del nalmefeno es claramente mejor entre los bebedores de alto o muy alto riesgo alcohólico.

Se echa claramente de menos la comparación con otros agentes empleados en la misma indicación y, desde luego, con la naltrexona. Otro aspecto importante a tener en cuenta es la alta tasa de abandono de los estudios controlados, que alcanzan el 43% de los asignados originalmente al nalmefeno y al 34% del grupo placebo, lo cual resta fiabilidad estadística a los resultados finales obtenidos. Además, se producido una posición divergente de varios miembros del CHMP (Committee of Human Medicinal Products) de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que cuestionan la decisión final de autorización al considerar que la relevancia clínica del beneficio mostrado por el nalmefeno es escasa sobre el conjunto de la población y resultando el elevado número de pacientes que abandonaron los estudios controlados.

Desde el punto de vista de la seguridad, no parece haber problemas especialmente significativos, aunque un 10,5% de los pacientes tratados con nalmefeno abandonaron el tratamiento por no tolerar los eventos adversos (e incluso, esto esté infravalorado por la elevada tasa de pacientes que decidieron retirar su consentimiento). Los eventos adversos más comunes son náuseas, insomnio, mareos y cefalea, algunos de ellos indistinguibles de los síntomas asociados a la reducción del consumo de alcohol en personas muy dependientes de ellos. En cualquier caso, la mayoría de los eventos adversos son descritos al principio del tratamiento, mejorando la tolerabilidad a medida que éste progresaba. No parece que potencie los efectos adversos hepatotóxicos del alcohol.

Ciertamente, no parece que el nalmefeno mejore el tratamiento de la dependencia alcohólica, dominado fundamentalmente por acamprosato y naltrexona. Sin embargo, la forma de utilización a demanda puede calificarse como novedoso (Gual, 2014), ya que mejora las limitaciones de las pautas posológicas fijas. En este sentido, el nalmefeno fue tomado el 52% de los días y la tasa de cumplimiento adecuado del tratamiento (más del 80% de los días requeridos) fue del 68%; un aspecto a considerar para aquellos pacientes que tienen dificultades en seguir un tratamiento estricto

VALORACIÓN

Nalmefeno 

SELINCRO® (Lundbeck)

Grupo Terapéutico (ATC): N07BB. SISTEMA NERVIOSO. Fármacos usados en dependencia alcohólica.

Indicaciones autorizadas: Reducción del consumo de alcohol en pacientes adultos con dependencia del alcohol que presentan un nivel de consumo de alcohol de alto riesgo (NCR), sin síntomas de abstinencia físicos y que no requieran una desintoxicación inmediata.

VALORACIÓN GLOBAL: INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar.

♣♣

Novedad físico-química: Mejora las condiciones de uso.

FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS ANTERIORMENTE EN ESPAÑA

Fármaco

Medicamento®

Laboratorio

Año

Naltrexona

Celupan

Lácer

1989

Nalmefeno

Selincro

Lindbeck

2014

BIBLIOGRAFÍA

El tratamiento de la cirrosis varía entre el hombre y la mujer

Según concluye una amplia revisión bibliográfica, el tratamiento de las mujeres con enfermedad hepática crónica es única en lo que respecta a los consejos sobre estila de vida, la detección de complicaciones, la fertilidad y el embarazo. En este sentido, el estado de premenopausia o climaterio parece actuar como protectoro en los casos de hepatitis viral C y esteatohepatitis no alcohólica; sin embargo, el tabaquismo, especialmente en combinación con el alcohol, es un fuerte factor de riesgo para cirrosis y tumores malignos en las mujeres con enfermedad hepática crónica en comparación con los hombres, aunque son menos propensas que los hombres a desarrollar carcinoma hepatocelular. Las mujeres con cirrosis tienen más enfermedad ósea osteopénica que los hombres y requieren un tratamiento activo de la misma. En el aspecto específico del embarazo, la revisión concluye que éste es posible en mujeres con cirrosis bien compensada o con hipertensión portal leve, aunque la mortalidad y la morbilidad materna y fetal son mayores que en la población general; en este sentido, el riesgo materno se correlaciona con la gravedad de la enfermedad hepática y se deriva principalmente de la aparición de varices hemorrágicas. Por lo que respecta a la anticoncepción, las opciones en cirrosis compensada son generalmente las mismas que para la población general.

 

Tratar la migraña a través de los ojos

La utilización de fármacos betabloqueantes (atenolol, propranolol, etc.) en pacientes con migraña es antigua, aunque en la actualidad se utilizan solo como una opción más en la prevención, particularmente en los pacientes migrañosos que además sean hipertensos y tengan mucho estrés; sin embargo, los datos clínicos disponibles sobre la utilización de betabloqueantes para el tratamiento de los ataques agudos de migraña muestran que no es eficaz. Algunos autores habían sugerido que esta falta de eficacia podría deberse, en realidad, a la lentitud con que estos fármacos alcanzan los niveles séricos terapéuticos cuando se administran por vía oral, que es la habitualmente utilizada en esta indicación.

Sin embargo, recientemente se han presentado siete casos de éxito en el tratamiento de los síntomas agudos de migraña utilizando colirios con betabloqueantes, los cuales permiten alcanzar niveles terapéuticos en plasma a los pocos minutos de la administración ocular. Obviamente, estos resultados preliminares habrán de ser confirmados mediante estudios clínicos amplios y controlados, pero abre una vía muy interesante – atendiendo al aceptable perfil toxicológico de los betabloqueantes – en la prevención de los discapacitantes ataques de migraña.

 

  • Migliazzo CV, Hagan JC 3rd. Beta blocker eye drops for treatment of acute migraine. Mo Med. 2014; 111(4): 283-8.

El cáncer de próstata es más grave en sujetos obesos

Aunque no parece existir relación entre la obesidad y la incidencia de cáncer de próstata, sí se aprecia con la tasa de mortalidad ligada al cáncer de próstata. Esta es la principal conclusión de dos análisis de cohorte prospectivos sobre la incidencia de cáncer de próstata en relación con la obesidad en una cohorte de hombres sin cáncer previo, y en la distribución de los estadios y la mortalidad específica del cáncer de próstata en relación con la obesidad entre los hombres diagnosticados de cáncer de próstata.

El estudio de cohorte prospectivo “Dieta, Cáncer y Salud” se desarrolló en Dinamarca durante el periodo 1993-7, en el que se inclyó a 26.944 hombres con edades comprendidas entre los 50 y los 64 años. Se obtuvieron datos relativos a la altura, peso, índice de masa corporal (IMC), la circunferencia de cintura y porcentaje de grasa corporal. La información sobre la incidencia y las muertes por cáncer se obtuvieron mediante la vinculación de registros con el Registro de Cáncer Danés y el Registro de Muertes Danés, encontrándose que la tasa de incidencia de cáncer de próstata fue similar o ligeramente inferior en los hombres obesos, en comparación con los hombres no obesos, si bien los hombres obesos tendían a ser diagnosticados con cáncer de próstata más avanzado. En este sentido, la proporción de pacientes con estadio 3 o 4 del cáncer fue del 37% en el cuartil más bajo de índice de masa corporal IMC) y del 48% en el más alto (p = 0,006). Asimismo, los hombres obesos con cáncer de próstata tuvieron una mayor tasa de mortalidad específica asociada al cáncer de próstata. La razón de riesgo (hazard ratio, mHR) comparando los cuartiles más altos y los más bajos de IMC fue de 1,48 (IC95% 1,06 a 2,05; p= 0,002).

 

Concesión del premio “Panorama” 2014

El 3 de noviembre de 2014 se reunió en Madrid el Jurado que otorga los Premios PANORAMA 2014, constituido en esta ocasión por las siguientes personalidades:

  • Carmen Peña López. Presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España y Presidenta del Jurado.
  • Mariano Esteban Rodríguez. Presidente de la Real Academia Nacional de Farmacia.
  • Josep María Ventura Ferrero. Presidente de la Reial Acadèmia de Farmàcia de Catalunya.
  • María Jesús Sanz Ferrando. Presidenta de la Sociedad Española de Farmacología.
  • Ramón Palop Baixauli. Jefe de la Unidad de Apoyo a la Dirección de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
  • Luis Amaro Cendón. Tesorero del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España y Director de Panorama Actual del Medicamento.
  • Francisco Zaragozá García. Vocal Nacional de Investigación y Docencia del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España.
  • Vicente Hernández Vázquez. Vocal Nacional de Industria del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España.
  • Santiago Cuéllar Rodríguez. Responsable del Departamento de Acción Profesional del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, editor científico de Panorama Actual del Medicamento y Secretario del Jurado.

Tras la discusión de los méritos de cada uno de los medicamentos estudiados, el jurado constata y se congratula del alto nivel global de innovación alcanzado por los nuevos medicamentos comercializados en 2014, en particular en el ámbito de las vacunas, los agentes antivirales y la terapéutica del cáncer, acordándose por unanimidad la concesión del premio PANORAMA 2014 al siguiente medicamento:

SOFOSBUVIR (SOVALDI®), de los laboratorios GILEAD, por su aportación al tratamiento – en combinación con otros medicamentos – de la hepatitis C, mejorando notablemente la respuesta viral sostenida del tratamiento actual al producir tasas de entre un 80% y un 95%, según el genotipo viral y las características fisiopatológicas de los pacientes. El nuevo fármaco incorpora un nuevo mecanismo de acción, que le permite ser combinado con otros fármacos antivirales activos; ha sido estudiado mediante amplios y rigurosos ensayos clínicos en poblaciones diversas de pacientes con hepatitis C, habiéndose mostrado también eficacia en aquellos coinfectados por VIH; adicionalmente, mejora el perfil toxicológico y de interacciones con relación a la terapia farmacológica estándar, acortando sustancialmente la duración de ésta. Estos aspectos innovadores del sofosbuvir revisten una especial importancia considerando la relevancia clínica (por el riesgo de cirrosis, cáncer hepático y/o la necesidad de trasplante de hígado) y la elevada prevalencia de la infección por VHC en España.

premio_panorama_2014

El sofosbuvir es un agente antiviral activo frente a virus de la hepatitis C (VHC), que actúa inhibiendo específicamente la proteína NS5B, una ARN polimerasa dependiente del ARN viral, lo que impide la replicación del material genético viral. Ha sido autorizado para el tratamiento, en combinación con otros medicamentos, de la hepatitis C crónica en adultos.

Las tasas globales de respuesta virológica sostenida en pacientes con VHC de genotipo 1 son, en combinación con peginterferón alfa-2a y ribavirina son muy elevadas (90% y 80% en pacientes sin y con cirrosis, respectivamente). Por otro lado, la utilización de pautas de 24 semanas de duración y sin interferón obtiene tasas del 50-70%, superiores a las obtenidas con pautas de interferón y ribavirina de 48 semanas. Por otro lado, se obtienen tasas cercanas al 80% en pacientes coinfectados con VIH utilizando pautas de 12 o 24 semanas de sofosbuvir y ribavirina (con o sin tratamiento previo para el VIH).

En infecciones por VHC de genotipo 2, las tasas de respuesta están en torno al 95% en pacientes naïve y del 93% en aquellos inelegibles o intolerantes al interferón, con pautas de sofosbuvir y ribavirina de 12 semanas. Por su parte, en los casos ligados al genotipo 3 se requieren tratamientos de sofosbuvir y ribavirina de 24 semanas de duración, ya que las de 12 semanas producen resultados notablemente inferiores. Por último, los datos correspondientes a los genotipos 4, 5 y 6 – que son raros en la Unión Europea – son escasos, aunque no parecen diferir sustancialmente de los obtenidos para el genotipo 1.

Algunos datos (Lawitz, 2014) sugieren resultados muy convincentes asociando simeprevir y sofosbuvir, tanto en pacientes pretratados no respondedores al peginterferón alfa como en naïve y con independencia del nivel de fibrosis hepática. Precisamente, la eficacia de esta combinación, en ausencia de interferón, es muy apreciable al añadir el ahorro de la toxicidad del interferón y mejorar así la tolerabilidad del tratamiento (Gaetano, 2014).

Igualmente, se han obtenido excelentes resultados en pacientes con VHC de genotipo 1, con la combinación de ledipasvir y sofosbuvir, solos o en combinación con ribavirina, tanto en pacientes naïve con tasas de respuesta virológica sostenida por encima del 95% con tratamientos de 12 y 24 semanas (ION-1; Afdhal, 2014a), como en pacientes previamente tratados (ION-2; Afdhal, 2014b), e incluso en tratamientos abreviados de 8 semanas de duración (ION-3; Kowdley, 2014).

Asimismo, también hay datos consistentes que apuntan la utilidad del sofosbuvir en pacientes sometidos a trasplante hepático, algo especialmente relevante; a lo que hay que agregar la utilidad del fármaco en el retratamiento de pacientes no curados anteriormente.

El sofosbuvir tiene presenta una buena tolerabilidad en combinación con ribavirina, con o sin interferón, sin que se hayan observado efectos adversos específicos del fármaco, mostrando mejor tolerabilidad que el interferón.

Es importante tener en cuenta la reducción de la duración del tratamiento que supone la incorporación del sofosbuvir a los regímenes, con 12 semanas de pacientes naïve, frente a las 24-48 semanas con interferón, con la ventaja adicional de requerir una única dosis oral diaria (Kholi, 2014) y la práctica ausencia de interacciones farmacológicas clínicamente relevantes (Degasperi, 2014).

Sin duda, el sofosbuvir presenta unos excelentes resultados clínicos, bien avalados por ensayos clínicos amplios y rigurosos metodológicamente, con un amplio espectro de actividad frente a los diversos genotipos de VHC circulantes, a lo cual hay que añadir su elevada barrera frente a la generación de resistencias por mutaciones de la proteína NS5B.

Tras la primera oleada de antivirales específicos frente al VHC, con boceprevir y telaprevir, que ciertamente modificaron el pronóstico y las expectativas terapéuticas en este campo, el sofosbuvir forma parte de una segunda oleada, junto con simeprevir, daclastavir, ledipasvir y algunos otros, que aportan elevadas tasas de curación en todos los subtipos de pacientes, a través de regímenes más sencillos y mejor tolerados (Jiménez Galán, 2014), con la particularidad de que van eliminando la otrora imprescindible presencia del interferón alfa en el tratamiento.

Estos nuevos fármacos, autorizados hace apenas unos meses, han tenido tal impacto que han dejado obsoleta rápidamente a la guía de práctica clínica de la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (European Association for the Study of the Liber, EASL) publicada en diciembre de 2013, obligando a una nueva edición (EASL, 2014) en la que incluye las nuevas recomendaciones.

En concreto, en el caso del tratamiento de la hepatitis C de genotipo 1, la guía establece como opciones preferentes de tratamiento las combinaciones de sofosbuvir o de simeprevir con peginterferon + ribavirina. Como alternativas recomienda daclatasvir junto con peginterferon + ribavirina, sofosbuvir + simeprevir durante 12 semanas o sofosbuvir + daclatasvir durante 12 o 24 semanas.

Para el genotipo 2 se recomienda una combinación de ribavirina y sofosbuvir durante 12 semanas (16-20 en casos de pacientes cirróticos). Para el genotipo 3, la combinación es de sofosbuvir con peginterferon alfa-2a y ribavirina durante 12 semanas, y como alternativas ribavirina y sofosbuvir durante 12 semanas (no aconsejable en pacientes cirróticos) o sofosbuvir y daclastavir durante 12 (naïve) o 24 semanas (pretratados). Para los cuadros asociados al genotipo 4, se aconseja el simeprevir durante 12 semanas asociados a peginterferón y ribavirina durante 24 o 48 semanas (naïve o pretratados), citándose como alternativas peginterferón más ribavirina y daclastavir durante 24 semanas o sofobuvir y ribavirina durante 24 semanas. Finalmente, para las infecciones por el genotipo 5 o 6 se recomienda peginterferón más ribavirina y sofosbuvir durante 12 semanas o, como alternativa, ribavirina y sofosbuvir durante 24 semanas.

Es importante no olvidar que la prevalencia de la hepatitis C en España se sitúa en entorno al 1-2% de la población, lo que supone que el número de personas infectadas está en torno a las 800.000. Habida cuenta de que un 60-80% desarrollan la infección crónica y que un 20% de estos evoluciona a cirrosis hepática al cabo de 20-25 años, de los cuales un 80% acabará por padecer un cáncer de hígado, es evidente la importancia sanitaria, social y económica de un tratamiento curativo eficaz.

Bibliografía

Traumatismos torácicos

Resumen

Se define como traumatismo torácico (TT) aquel traumatismo que lesiona o altera alguna o algunas estructuras del tórax. Los médicos que atienden un traumatismo torácico siguen los principios básicos de Advanced Trauma Life Support, determinando la probabilidad de lesión grave de un traumatismo torácico. Los signos vitales anormales son más importantes que el mecanismo de la lesión. El manejo inicial del TT consiste en la restauración de una adecuada función de los sistemas respiratorio y cardiovascular. Lo más prioritario es asegurar la presencia de una vía aérea permeable, el control de los puntos de sangrado externo y la existencia de una adecuada perfusión tisular.

La causa más frecuente de TT la constituyen, en el mundo occidental, los accidentes de tráfico. Las fracturas costales son las lesiones más frecuente tras un TT y se consideran un indicador importante de la severidad del mismo. La localización más frecuente es a nivel de las primeras costillas y su tratamiento consiste en control del dolor y una adecuada fisioterapia respiratoria. El tórax inestable o volet costal es una complicación derivada de la presentación de varias fracturas en distintas localizaciones de una misma costilla, afectando a varias costillas, generando una respiración paradójica y una gran dificultad respiratoria. Las lesiones más graves dentro de los traumatismos torácicos son las que comprometen la vida del paciente que incluyen lesiones a nivel del corazón (rotura cardiaca), lesiones de grandes vasos (ruptura aórtica), lesiones mediastínicas y roturas diafragmáticas. En todas estas complicaciones, el tratamiento debe ser urgente y en la mayoría de los casos es quirúrgico.

INTRODUCCIÓN

Los traumatismos torácicos (TT) constituyen una de las urgencias más frecuentes y graves con que puede enfrentarse un colectivo médico en su práctica diaria, en cualquier nivel asistencial en que se encuentre. Este tipo de patologías constituyen un problema importante, que aparece como consecuencia de traumatismos originados por actividades domésticas, laborales y especialmente, accidentes de tráfico. Existen también otras causas como agresiones y lesiones deportivas que también pueden ser causa de lesiones torácicas importantes.

Se define como traumatismo torácico aquel traumatismo que lesiona o altera alguna o algunas de las estructuras torácicas. Los TT pueden ser abiertos o cerrados y tienen varios mecanismos de producción.nLos TT son unas de las primeras causas de mortalidad en pacientes menores de 45 años en los Estados Unidos. En personas mayores de 65 años es una causa muy importante de mortalidad. En Estados Unidos se calcula que los traumatismos provocan alrededor de 100.000 muertes al año, de las cuales los TT cerrados son directamente responsables en el 20-25% y en otro 50% contribuyen de forma importante.

Su mortalidad se calcula en alrededor del 10 % y se produce en la propia escena del accidente, en los primeros momentos después del traumatismo. Esto es debido la mayoría de las ocasiones, a rotura de grandes vasos o una herida cardiaca. En las primeras 4-6 horas pueden llegar a fallecer hasta un 50 % de los pacientes. Las causas de mortalidad en estas primeras horas suelen ser debidas a aparición de hemotórax y neumotórax. Esta cifra se eleva hasta un 75 % en los 3-5 días siguientes accidente debido sobre todo a fallo multiorgánico, sepsis, etc.

La valoración y tratamiento precoz de los pacientes politraumatizados siguiendo los protocolos de atención promulgados por el Advanced Trauma Life Support., así como las mejoras de los métodos quirúrgicos con técnicas menos invasivas y la mejora de atención en las unidades de cuidado de pacientes críticos ha conllevado un importante descenso de la morbimortalidad.

ETIOLOGÍA

La causa más frecuente de TT la constituyen, en el mundo occidental, los accidentes de tráfico (80-85%), seguido de caídas (caídas causales, precipitaciones desde grandes alturas, etc.) que presentan el 10-15%, y un grupo heterogéneo que engloba diversas causas (accidentes laborales, agresiones, accidentes deportivos). En nuestro medio, los accidentes de tráfico y los laborales son los dos principales motivos. Entre los factores que están asociados con un mayor riesgo de lesión torácica en accidentes de tráfico están la alta velocidad, el no llevar puesto el cinturón de seguridad, el aplastamiento del vehículo, etc.

CLASIFICACIÓN

Generalmente los TT se dividen en abiertos y cerrados, atendiendo a que exista o no una solución de continuidad en la pared torácica, y en torácicos puros y politraumatismos, según la extensión de los traumatismos. Las funciones de la pared torácica son la protección de los órganos internos y la colaboración en la respiración. La pared torácica lesionada no suele amenazar la vida del paciente pero sin embargo las lesiones de pared suelen ser muy dolorosas y pueden dar lugar a una morbilidad significativa si no se diagnostican y tratan adecuadamente.

Traumatismos torácicos abiertos: se considera traumatismos abiertos cuando existe solución de continuidad de la pared torácica, con alteración de la pleura visceral junto con contusión y/o laceración del pulmón como norma general. Normalmente son producidos por objetos punzantes o armas de fuego. El tratamiento inmediato de este tipo de traumatismos se basa en la colocación de gasas o compresas de la herida abierta y convertir un traumatismo abierto en cerrado. Dependiendo de la existencia o no de hemoneumotorax, de la situación clínica del paciente o de si existe pérdida abundante de sangre, estará indicada la toracotomía urgente.

Traumatismos torácicos cerrados: En este tipo de lesiones no hay solución de continuidad. El mecanismo de acción de estos traumatismos se debe a una variedad de causas significativas, incluyendo colisiones de vehículos a motor, agresiones, caídas. Cualquiera de los mecanismos mencionados puede causar fracturas de costillas, tórax inestable (volet), o contusiones de la pared torácica.

PRINCIPALES TIPOS DE LESIONES TORÁCICAS

Las lesiones que pueden producir los traumatismos torácicos son muy variadas, pueden afectar a diferentes estructuras de la caja torácica y revestir diferentes niveles de gravedad. Todo este abundante y variado tipo de lesiones traumáticas del tórax, en algunas ocasiones, pueden presentarse aisladas, pero lo habitual es que vayan asociadas.

Localización de las lesiones

Tipos de lesiones

Lesiones de partes blandas

Heridas, laceraciones y hematomas de la pared torácica

Parrilla costal

Fracturas y fisuras costales, esternales y claviculares

Lesiones de la pleura

Hemotórax y neumotórax

Lesiones del parénquima pulmonar

Contusión y rotura pulmonar, traqueal y de grandes bronquios

Lesiones cardiovasculares

Contusión y rotura cardiaca y de grandes vasos

Lesiones diafragmáticas

Contusión y rotura diafragmática

CONSIDERACIONES INICIALES

El clínico debe concentrarse primero en la evaluación de las condiciones que amenazan la vida. La evaluación de las lesiones torácicas es solo una parte de la evaluación total del paciente traumatizado, no debiéndose perder de vista que la asociación con un traumatismo craneoencefálico y/o abdominal eleva considerablemente su peligrosidad. Dependiendo de la presentación, la evaluación puede consistir únicamente en una historia clínica detallada y unA exploración física adecuada, o puede requerir varias pruebas incluyendo radiografías simples, la tomografía computarizada (TC), y la ecocardiografía.

El manejo inicial del TT es igual que el de cualquier otra forma de lesión grave, y consiste en la restauración de una adecuada función de los sistemas respiratorio y cardiovascular. Lo más prioritario será asegurar la presencia de una vía aérea permeable y que permita la correcta ventilación del paciente, el control de los puntos de sangrado externo y la existencia de una adecuada perfusión tisular.

Los pacientes con lesiones torácicas importantes pueden presentar un severo distrés respiratorio o un franco fallo respiratorio, que haga necesaria la inmediata instauración de ventilación mecánica, incluso antes de disponer de datos analíticos y radiológicos. Así mismo, y de modo simultáneo, habrá que atender a la valoración de la estabilidad hemodinámica. Inicialmente el estado hemodinámico se evaluará mediante la palpación de los pulsos periféricos y la medición de la presión arterial. La existencia de hipotensión y taquicardia se considerarán debidas a un shock hipovolémico de causa hemorrágica, mientras no se demuestre lo contrario. El sangrado externo se controlará mediante compresión directa de los puntos de hemorragia. Otros datos clínicos como la ingurgitación de las venas del cuello, pueden orientar hacia la existencia de un taponamiento cardiaco o de un neumotórax a tensión. Una vez conseguida la estabilización hemodinámica del paciente, se procederá a la realización de estudios radiológicos y analítica (incluyendo la determinación de gases arteriales) urgentes, y cada tipo de lesión torácica se evaluará y tratará de manera específica.

APROXIMACIÓN DIAGNÓSTICA

Una vez conseguida la estabilización hemodinámica del paciente, se procederá a la realización de estudios radiológicos y analítica (incluyendo la determinación de gases arteriales) urgentes, y cada tipo de lesión torácica se evaluará y tratará de manera específica.

  • Estudios de laboratorio: Se debe realizar tanto un hemograma como una bioquímica general para determinar la existencia de anemia y otras alteraciones de las demás series sanguíneas. De la misma manera es importante realizar una prueba de coagulación para determinar los parámetros analíticos en los que se encuentra el paciente ante una posible transfusión de sangre por los motivos que fuera. Así mismo, se deben determinar también los trastornos electrolíticos asociados, marcadores cardiacos para determinar el sufrimiento del corazón en los pacientes politraumatizados.
  • Estudios de imagen: Ante todo paciente con traumatismo torácico una radiografía de tórax es la prueba inicial en los pacientes con traumatismo torácico cerrado. La radiografía de tórax es un método barato, no invasivo, fácil de obtener, y en muchos casos revela información útil. Esta prueba sirve para poder observar si existen una o varias fracturas costales, enfisema subcutaneo, si existe síndrome de ocupación pleural, desplazamientos mediastínicos o roturas del diafragma. Cuando se evalúa un paciente con un hemotórax urgente, la presencia de un derrame pleural masivo es un dato fundamental para indicar la intervención quirúrgica.

Otras pruebas de imagen, como la tomografía computerizada (TC) tiene mayor precisión diagnóstica que la radiografía simple y permite una evaluación detallada de las lesiones pulmonares y estructuras del mediastino. Proporciona una mayor sensibilidad en el diagnóstico de neumotórax pequeños, así como neumomediastino y contusiones y laceraciones pulmonares. En situaciones de emergencia y casi en el mismo lugar del accidente se puede realizar una ecografía que descartaría colecciones líquidas en el tórax.

PRINCIPALES LESIONES ESPECÍFICAS TORÁCICAS ASOCIADAS CON LOS TRAUMATISMOS TORÁCICOS.

Lesiones de la pared torácica

  • Fracturas costales: Las fracturas costales (FC) son las lesiones más frecuente tras un TT y se consideran un indicador importante de la severidad del mismo. Son más frecuentes entre el 3º y 9º arco costal. Las de los tres primeros arcos indican, por lo general, un TT grave con posible existencia de lesiones mediastínicas, neurológicas, vasculares y extratorácicas asociadas. El mecanismo de producción suele ser por compresión directa sobre la caja torácica. Existen factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecer una fractura costal como por ejemplo la senectud, o la existencia de enfermedades concomitantes, fracturas altas. Se debe sospechar ante todo traumatismo torácico y se debe investigar las lesiones asociadas dependiendo del nivel de la fractura, es decir que si se lesionan las primeras costillas hay que considerar lesiones a nivel del plexo braquial o lesiones vasculares. Si existen fracturas a nivel de las costillas cuarta a la novena, se debe descartar la presencia de contusión pulmonar, neumotórax, hemotórax, volet costal. A partir de tres FC, las lesiones extratorácicas asociadas, la tasa de complicaciones y la mortalidad aumentan de manera significativa; por lo que se ha considerado este número como indicador de ingreso. El tratamiento de esta patología se basa en el reposo o bien hospitalario o bien domiciliario, junto con analgesia según el dolor del paciente. El alivio del dolor es trascendental, ya que permite una adecuada ventilación, que la tos sea eficaz y se pueda realizar una adecuada fisioterapia respiratoria.
  • Fractura esternal: suelen producirse en lesiones por accidente de tráfico sobre todo a nivel de manubrio esternal. Los pacientes se quejan de dolor esternal a la inspiración/espiración, se puede palpar el reborde de la fractura. El tratamiento se basa en la analgesia y la fisioterapia respiratoria.
  • Volet costal o tórax inestable: Esta lesión es debida a la fractura de 3 o más costillas adyacentes que se rompen en dos o más puntos de las mismas dando lugar a una respiración paradójica. Esta tipo de respiración se caracteriza por un movimiento inverso del segmento afectado con respecto al resto del tórax.El segmento torácico afectado se «hunde», se «deprime» hacia dentro en la inspiración y , paradójicamente, se desplaza hacia fuera, hacia la superficie en espiración. Su presencia es indicativo de traumatismo de alta energía, y en más de la mitad de los caos termina en una situación de insuficiencia respiratoria que requiere apoyo ventilatorio. Clínicamente se manifiesta por una respiración atípica «respiración paradójica», dolor y otras manifestaciones derivadas de las complicaciones asociadas a traumatismos de alta energía. El tratamiento se basa en mantener una buena función respiratoria y un buen control del dolor, para lo que suele ser necesario el ingreso en unidades de cuidados intensivos y muchas veces establecer ventilación mecánica para la estabilización neumática del tórax.

Manifestaciones clínicas de las fracturas costales/esternales.

Sintomatología

Exploración física

Dolor torácico de tipo pleurítico e intenso

Tos

Dificultad para toser e inspirar profundamente debido al dolor

Posible disnea

La auscultación pueden ser normal o pueden oírse chasquidos con los movimientos de la pared torácica

Puede haber acumulación de secreciones traqueobronquiales secundariamente

Lesiones pleuropulmonares

  • Neumotórax a tensión: Se suele producir por una rotura del pulmón y pleura visceral que drena aire a la cavidad pleural. Las causas pueden ser diversas (herida torácica, laceración pulmonar o de víscera hueca, aumento súbito de la presión intratorácica). Estos pacientes presentan dificultad respiratoria junto con inestabilidad hemodinámica y desviación traqueal. En la exploración se suelen encontrar venas del cuello distendidas, disminución unilateral de los ruidos respiratorios, hiperresonancia y cianosis tardía. El diagnóstico suele ser clínico y las medidas terapéuticas deben ser aplicadas de inmediato. El tratamiento se basa en la evacuación del aire acumulado, colocando una aguja en el 2º o 3º espacio intercostal en la línea media clavicular anterior, posteriormente se complementa con un drenaje torácico estándar.
  • Neumotórax abierto: El cuadro clínico es alarmante y suele cursar con disnea intensa, taquipnea, taquicardia, cianosis e hipotensión que se instaura rápidamente. Esto es debido a la entrada de aire en el compartimento pulmonar sin salir de él. El tratamiento inicial debe ser rápido sellando la herida a modo de válvula.
  • Hemotórax masivo: Se define como un acúmulo importante de sangre dentro de la cavidad pleural debido al sangrado del parénquima pulmonar o de vasos de la pared torácica. EL hemotórax puede estar causado por cualquier tipo de lesión intratorácica, aunque su frecuencia aumenta de acuerdo a la gravedad del TT. El diagnóstico se sospecha en pacientes con traumatismos cerrados que presentan derrame pleural junto con ausencia de ruidos respiratorios y matidez a la percusión. El tratamiento se basa en el drenaje del contenido sanguinolento de la cavidad a través de un tubo de drenaje grueso. La cirugía está indicada si el sangrado inicial es mayor de 1 litro de sangre, existe inestabilidad hemodinámica asociada a un sangrado de menor cuantía, o la existencia de sangrado de 250-300ml a la hora en 3 horas.
  • Laceración pulmonar: Rotura del parénquima que crea un espacio aéreo con distintos grados de hemorragia. Se suele producir sobre todo en traumatismos penetrantes. Dependiendo de la localización puede haber solo lesión pulmonar si se produce en el tercio superior o afectar a otras estructuras (grandes vasos o bronquios) si afectan a otras localizaciones.
  • Contusión pulmonar: Supone la lesión asociada más frecuente en los TT, siendo más común en los cerrados. La hemorragia y posterior edema alveolar se reflejan en la existencia de estertores crepitantes en la auscultación, hipoxemia y disminución de la compliance, lo que puede conducir a una insuficiencia respiratoria.
  • Lesiones de la vía aérea: Dentro de la obstrucción de la vía aérea se contemplan desde los traumatismos faciales y traumatismos cervicales hasta las lesiones de la tráquea o de los bronquios principales. Pueden ser de origen iatrogénico (derivados de una intubación orotraqueal) o secundarios a traumatismos cerrados. En estos pacientes lo más importante es mantener permeable la vía aérea. La clínica con la que se suelen presentar estos pacientes además de deformidades faciales, son insuficiencias respiratorias refractarias, enfisemas subcutáneos por fugas aéreas, disnea por la interrupción de la vía aérea, cambio de voz por lesión del nervio recurrente o alteración de las cuerdas vocales, hemoptisis, heridas soplantes al exterior o neumotórax secundario por paso de aire al espacio pleural. Para el diagnóstico se utilizan pruebas de imagen como las radiografías generalmente que revelan aire marcada en los tejidos blandos (es decir, el enfisema subcutáneo) así como la broncoscopia para localizar la lesión, guiar la localización del tubo orotraqueal y asegurar la vía aérea. . En el tratamiento se debe reconocer su existencia en la revisión primaria, asegurar la ventilación, evaluar las lesiones asociadas y hacer una nueva reevaluación en una revisión secundaria intentando un tratamiento conservador si es posible.
  • Lesiones cardiacas: Es relativamente frecuente que en los traumatismos torácicos haya una lesión cardiaca que puede ser desde una contusión miocárdica, infarto de miocardio, rotura cardiaca hasta un taponamiento cardiaco. En todo TT asociado a una hipotensión arterial no explicable por otras causas, está indicada la determinación de parámetros analíticos cardiacos como enzimas marcadores del daño cardiaco y monitorización cardiaca junto con un electrocardiograma. Se debe realizar una ecocardiografía transesofágica para determinar si existe o no disfunción ventricular. En casos más seleccionados se puede observar lesiones en las válvulas cardiacas cuyo tratamiento suele ser quirúrgico.

traumatismos_toracicos

En traumatismos abiertos debidos a heridas penetrantes las manifestaciones clínicas más frecuentes son el taponamiento cardiaco y shock hipovolémico por pérdida masiva de sangre. El tratamiento debe realizarse lo antes posible dada la inestabilidad hemodinámica del paciente, suturando la herida miocárdica.

  • Taponamiento cardiaco: Es una complicación de los traumatismos torácicos, relativamente rara sobre todo en traumatismos cerrados. Se produce sobre todo en heridas penetrantes, afectando con mayor frecuencia al ventrículo derecho. En estos pacientes disminuye la presión arterial, a la auscultación los ruidos cardiacos están apagados. Ante la sospecha se debe de proceder al drenaje mediante toracotomía de urgencias o punción pericárdica momentáneamente.
  • Roturas diafragmáticas: La causa más común de lesión traumática del diafragma es el traumatismo penetrante, siendo muy raras las lesiones del diafragma por traumatismos cerrados. Cuando existe alteración de la anatomía del diafragma, las roturas suelen ser pequeñas y sin herniación de vísceras abdominales a la cavidad torácica. Las manifestaciones clínicas pueden ser en forma de insuficiencia respiratoria y alteraciones gastrointestinales por efecto de las vísceras herniadas al tórax, al hemotórax y las lesiones asociadas que se produzcan. El diagnóstico se suele realizar a través de pruebas de imagen como la radiografía de tórax, resonancia magnética nuclear o resonancia magnética. El tratamiento consiste en una rápida reparación del diafragma, para prevenir la alteración de la función cardiorespiratoria, seriamente comprometida después de un traumatismo torácico.

Lesiones mediastínicas

  • Traumatismos esofágicos: Este tipo de traumatismos se observa con poca frecuencia dentro de los TT. La sintomatología que presentan estos pacientes es un dolor torácico con/sin disnea, disfagia para líquidos y sólidos, tos y en algunas ocasiones hematemesis. Para su diagnóstico es necesario realizar pruebas complementarias, sobre todo radiografía de tórax, tomografías computerizadas y esofagoscopia en caso de duda. El tratamiento de elección incluye la amplia cobertura antibiótica y la intervención quirúrgica.
  • Traumatismos de grandes vasos del mediastino: El vaso mediastínico más afectado en los TT es la arteria aorta, sobre todo a nivel de aorta descendente. Los traumatismos de alta energía que implican una desaceleración rápida tienen un riesgo significativo de lesión aórtica contundente. El diagnóstico oportuno es crucial y puede salvar la vida en algunos pacientes La clínica más frecuente es la inestabilidad hemodinámica y hipotensión arterial. El tratamiento debe ser rápido y consiste en la reparación quirúrgica con inserción de una prótesis sustitutiva. Existen también otras lesiones vasculares asociadas como por ejemplo roturas de vasos supraaórticos, lesiones en vasos pulmonares que suelen dar clínica de shock hipovolémico y que requieren tratamiento urgente.

Bibliografía

Evolución de la resistencia bacteriana

Resumen

Como todos los años, el 18 de noviembre se celebra el Día Europeo para el Uso Prudente de Antimicrobianos en Europa, a instancias del Centro Europeo para el Control y la Prevención de las Enfermedades (European Centre for Disease Prevention and Control; ECDC). Se trata de una excelente oportunidad para reiterar la importancia capital de este aspecto en la salud pública e individual. Y, en este sentido, la lucha contra la resistencia bacteriana a los antimicrobianos constituye un elemento de primer orden, dado que el nivel de resistencia de determinadas bacterias frente a los diversos agentes antibacterianos sigue aumentando.

UN PROBLEMA A ESCALA MUNDIAL… DEL QUE NADIE ESCAPA

La Organización Mundial de la Salud y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enferemdades (ECDC) estiman que las bacterias resistentes a los antibacterianos son responsables en Europa de alrededor de 400.000 infecciones, generando 2,5 millones de días adicionales de hospitalización y 25.000 muertes por año, con un gasto añadido superior a los 1.500 millones de por los costes derivados de la atención sanitaria y de la pérdida de productividad. Asimismo, según estimaciones los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de Estados Unidos, cada año mueren en ese país más de 23.000 personas por infecciones causadas por bacterias resistentes, y generan unos costes sanitarios directos, derivados de dichas infecciones, alcanzan los 20.000 millones de dólares, a los que habría que añadir otros 35.000 millones en costes indirectos (CDC, 2012). En esta misma línea, según la OMS, cada año se producen unos 440.000 casos nuevos de tuberculosis multirresistente en el mundo, que causan al menos 150.000 muertes.

La Organización Mundial de la Salud (WHO, 2014) ha llamado la atención sobre la existencia de tasas muy altas de resistencia a los agentes antimicrobianos por parte de las bacterias causantes de infecciones comunes adquiridas en la comunidad (infecciones del tracto urinario, infecciones de heridas, infecciones del torrente sanguíneo y neumonía), en todas las regiones del planeta. Por otro lado, la OMS destaca también la existencia de muchas lagunas en la información sobre los patógenos, que son de gran importancia para la salud pública; lagunas relativas a la vigilancia, así como a la ausencia de normas metodológicas estándar, del intercambio de datos y de coordinación. Por todo ello, la OMS está desarrollando un plan de acción global para afrontar la resistencia microbiana, en la que pretende incluir:

  • Desarrollo de herramientas y normas estandarizadas para armonizar la vigilancia de la resistencia bacteriana en seres humanos, animales productores de alimentos y cadena alimentaria.
  • Elaboración de estrategias para vigilancia de la resistencia microbiana a nivel poblacional y su impacto económico y sanitario.
  • Colaboración entre las diferentes redes y centros de vigilancia para crear o fortalecer la vigilancia coordinada a nivel regional y global.

En este sentido, la OMS insiste en que la resistencia microbiana es una cuestión de seguridad de la salud de carácter global y por ello requiere acciones coordinadas y globales de los gobiernos y de la sociedad. En este sentido, la vigilancia que permite disponer de datos rigurosos y representativos es, sin duda, un elemento capital de las estrategias globales y de salud pública para afrontar el problema.

Las altas proporciones de resistencia a las cefalosporinas de tercera generación reportadas para Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae significan que el tratamiento de infecciones graves que podrían ser causadas por estas bacterias en muchos entornos necesitan utilizar antibióticos carbapenémicos, considerados como el último recurso para tratar infecciones graves. Estos antibacterianos son caros, por lo que pueden no estar disponibles en zonas con recursos limitados, y su uso amplio también es probable que acelere aún más el desarrollo de la resistencia frente a ellos. La OMS considera preocupante el hecho de que se hayan registrado cepas de K. pneumoniae resistentes a carbapenemas, que en algunos casos superan el 50% de las aisladas en clínica; además, la existencia de grandes lagunas en el conocimiento de la situación en muchas partes del mundo es un motivo adicional de preocupación. Para E. coli, la alta resistencia a las fluoroquinolonas significa limitaciones del tratamiento oral disponible para condiciones que son comunes en la comunidad, tales como las infecciones del tracto urinario.

Las altas tasas de cepas resistentes de Staphylococcus aureus frente a la meticilina (SARM) implican que el tratamiento de las infecciones graves, como las infecciones comunes de la piel y heridas, obligan a recurrir a antibacterianos de segunda línea en muchos países, y la profilaxis estándar para la cirugía ortopédica y otras cirugías donde la profilaxis antimicrobiana está indicada verá limitada su eficacia en muchos entornos. Por otro lado, los antibacterianos de segunda línea para S. aureus son más caros y algunos pueden producir relevantes efectos secundarios, lo que obliga a una vigilancia clínica especial que, además, incrementa los costes globales del tratamiento.

En todo el mundo se está detectando una reducción de la susceptibilidad a la bencilpenicilina por parte del Stretococcus pneumoniae. Debido a que la enfermedad neumocócica invasiva (neumonía y meningitis) es una enfermedad grave en niños y personas de edad avanzada, se necesita con urgencia un mejor seguimiento de esta resistencia.

La resistencia a las fluoroquinolonas por dos de las principales bacterias causantes de diarrea, (especies no tifoideas de Salmonella– NTS – y Shigella) es comparativamente menor que para E. coli. Sin embargo, sigue habiendo considerables lagunas en la información sobre estas dos bacterias, particularmente de las zonas donde son de gran importancia para la salud pública, en particular países del tercer mundo. También se ha verificado en muchos países una disminución de la susceptibilidad a cefalosporinas de tercera generación por parte de Neisseria gonorrhoeae, que es el tratamiento de último recurso para la gonorrea. La OMS ha constatado que la vigilancia es inadecuada en los países con altas tasas de la enfermedad, donde también faltan datos fiables de resistencia de la gonorrea y donde el grado de propagación de gonococos resistentes puede ser alto.

Por lo que se refiere a la resistencia antibacteriana en animales productores de alimentos y en la cadena alimentaria, la OMS resalta la existencia de lagunas importantes en la vigilancia y el intercambio de datos relacionados con la aparición de resistencia en bacterias transmitidas por los alimentos y su impacto potencial tanto sobre la salud animal como la humana. Dicha vigilancia, además, se ve obstaculizada por la insuficiente aplicación de las normas armonizadas a nivel mundial. Asimismo, la integración de los sistemas de vigilancia permitiría la comparación de datos de los animales productores de alimentos, de productos alimenticios de los seres humanos.

La identificación del agente causal de un cuadro infeccioso o, en su defecto, la adscripción razonable del proceso a un microorganismo determinado y el estudio de sensibilidad en el laboratorio son esenciales para instaurar un tratamien­to antimicrobiano correcto. Sin embargo, en general, los microorganismos que integran una especie bacteriana no suelen presentar un comporta­miento homogéneo cuando se exponen a la acción de los diferentes antimicrobianos, ya que pueden presen­tar mecanismos de resistencia. Esta respuesta puede medirse en el laboratorio un anti­biograma, en el que se enfrenta el germen aislado en clínica con diferentes concentraciones de varios antibacterianos, con el fin de establecer la concentración mínima inhibitoria (CMI).

EL ORIGEN DE LA RESISTENCIA BACTERIANA

La elección del antimicrobiano se sustenta en el conocimiento de las interrelaciones que existen entre el microorganismo que produce la infec­ción, el paciente que padece el pro­ceso infeccioso y el antimicrobiano elegido (Cantón, 2012); en este sentido, la respuesta al tratamiento antiinfeccioso tiene mayor probabilidad de ser satisfactoria cuando:

  • 1. La infección esté causada por un microorga­nismo o grupo de microorganismos sensibles al anti­microbiano elegido, es decir, que sean inhibidos en su crecimiento o se produzca la muerte del agente infeccioso por concentraciones de antimicrobiano fá­cilmente alcanzables en el lugar de la infección.
  • 2. Las concentraciones que se alcancen no sean tóxicas para el paciente o no produzcan efectos secunda­rios importantes.
  • 3. El régimen y la duración del tratamiento sean los adecuados.

Las bacterias resistentes surgen por un proceso de selección adaptativa bajo la acción del propio antimi­crobiano. En cualquier población bacteriana existen de manera natural células bacterianas que no se inhi­ben por las concentraciones de antibacterianos que habitualmente inhiben la mayoría de los microorganismos pertenecientes a esta población (mutantes resistentes). Cuando se somete una población bac­teriana que contiene mutantes resistentes a la acción inhibitoria del antibiótico puede producirse un efecto deletéreo de la subpoblación sensible, mientras que la subpoblación resistente puede continuar su desarrollo, llegando a sustituir a toda la población bacteriana (selección). Cuando la selección del antimicrobiano, la dosis, la pauta y la duración del tratamiento son los adecuados, la selección de mutantes resistentes tiene una escasa relevancia; pero cuando se emplean inadecuadamente los agentes antimicrobianos de forma reiterada y generalizada, al cabo de algunos años se origina una fuerte presión selectiva en el mundo microbiano, lo que favorece la aparición y el aumento de las poblaciones resistentes, lo que se asocia con el fracaso terapéutico. Básicamente, la resistencia de las células bacterianas a los agentes antimicrobianos se puede producir:

  • a) Dificultando el acceso del antimicrobiano a su diana farmacológica.
  • b) Facilitando la eliminación o la expulsión del antimicrobiano del interior de la bacteria.
  • c) Inactivando o modificando el antimicrobiano antes de que actúe sobre la diana.
  • d) Produciendo grandes cantidades de la diana o modificándola.
  • e) Desarrollando de vías metabólicas que suplan la in­hibida por el antimicrobiano.

Además, es habitual que en un mismo microorganismo co­existan más de uno de estos mecanismos, con lo que aumenta el número de antimicrobianos a los que es resistente el microorganismo. La di­seminación de estos mecanismos entre las bacterias patógenas ha sido extraordinariamente rápida y en la actualidad ningún antimicrobiano escapa a la acción de alguno de estos mecanismos.

Desde un punto de vista genético, la resistencia a los antimicrobianos puede producirse por adquisición de elementos genéticos que confie­ren resistencia a los antimicrobianos a partir de otras bacterias (en este caso, es imprescindible el intercambio genético entre los microorganismos y la recombinación) o por mutación en genes preexistentes, aunque tam­bién debe considerarse la posibilidad de aparición de mutaciones en genes adquiridos previamente. En este sentido, algunos de los genes que se adquieren por las bac­terias y que les confieren resistencia a determinados antimicrobianos tienen su origen en los propios microorganismos que producen antibióticos (esencialmente Streptomyces), ya que gracias a estos genes son capaces de resistir a la acción del antibiótico que sintetizan. La resistencia por transferencia genética es típica de bacterias que comparten nichos ecológicos con otros microorganismos. Cuando no es posible el intercambio genético, las bacterias recurren a procesos mutantes que se manifiestan bajo la ac­ción selectora

La aparición de resistencia microbiana en cada país, con especial énfasis en la resistencia bacteriana (pero sin olvidar la viral y la fúngica), está ligada a un amplio y diverso colectivo de factores. Es prácticamente imposible establecer cuantitativamente el grado de responsabilidad correspondiente a cada uno de los múltiples factores implicados en el desarrollo de resistencia microbiana. En cualquier caso, es la presión conjunta de todos estos factores lo que determina el desarrollo de resistencia microbiana y, por tanto, cualquier acción que no contemple de forma global el problema está necesariamente abocada al fracaso. Entre los factores más relevantes, podemos citar los siguientes:

  • Naturales:
    • Incremento de la presión ecológica sobre las especies microbianas
    • Prevalencia desigual de enfermedades infecciosas áreas geográficas diversas
  • Prescripción de antimicrobianos en seres humanos y en animales:
    • Errores en el diagnóstico y/o en selección del antimicrobiano adecuado
    • Abuso en la prescripción de antibióticos
    • Uso para indicaciones no autorizadas
    • Usos extrasanitarios o incontrolados en explotaciones agrícolas o ganaderas
  • Distribución y dispensación de antimicrobianos:
    • Dispensación de antibióticos sin receta médica o, en su caso, veterinaria
    • Distribución sin control farmacéutico
    • Adquisición/Distribución a través de Internet
  • Eliminación de restos:
    • Uso inadecuado en animales de productores de alimentos o implicados en la cadena alimentaria
    • Eliminación inapropiada de restos de envases empleados en Atención Primaria y Hospitalaria, y en explotaciones ganaderas
    • Eliminación inapropiada de excretas procedentes de hospitales y explotaciones ganaderas
  • Gestión/Administración Sanitaria:
    • Deficiencias en recursos para el diagnóstico y en la formación continuada de los profesionales sanitarios
  • Industria farmacéutica:
    • Presión comercial a profesionales sanitarios
    • Elevado número de presentaciones comerciales de medicamentos, con pocas o nulas diferencias entre ellas.
    • Escaso nivel de innovación
  • Pacientes
    • Incumplimiento o falta de adherencia al tratamiento antimicrobiano.
    • Autoconsumo de antimicrobianos procedente de restos de tratamientos anteriores

LA SITUACIÓN ACTUAL DE LAS RESISTENCIAS BACTERIANAS EN EUROPA

Una comparación de los datos de cepas bacterianas resistentes procedentes de aislados clínicos en los últimos diez años muestra una perspectiva bastante sombría – y preocupante – de la evolución de la resistencia bacteriana (Tabla 1). Los datos – 30 de octubre de 2014 – proceden de la base de datos interactiva de resistencia antimicrobiana EARS-Net, del Sistema Europeo de Vigilancia del ECDC (TESSy, 2014).

En la tabla 1 se ha recogido los datos correspondientes a España, junto con los de Alemania, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Italia, Portugal y Suecia, representando a países desarrollados de todos las zonas europeas con una población amplia y con datos contrastados. Según la escala de colores que hemos utilizado para facilitar la visualización del problema, la situación es extremadamente preocupante en Grecia y, en algo menor medida, en Italia y Portugal1. La situación de España tampoco puede calificarse, en modo alguno, como satisfactoria, a pesar de ser sensiblemente mejor que los mencionados, situándose globalmente en línea con Alemania y Francia. Gran Bretaña y, especialmente, Suecia (a los que habría que añadir Noruega, Dinamarca y Finlandia, no incluidos en esta tabla) presentan un espectro menos alarmante que el resto.

Enterococcus faecalis

  • Aminopenicilinas (ampicilina, amoxicilina, etc.): se mantiene una discreta tasa de resistencia, por debajo del 5% de los aislados en la mayoría de los países analizados en la Tabla 1, con la excepción de Portugal, en donde se registró una tasa del 12,3% en 2012.
  • Gentamicina (alto nivel; gentamicina, etc.): Existe una elevada tasa de resistencias generalizada (25-50%), aunque en Suecia y Francia son algo menores (15 y 17%, respectivamente). Es interesante constatar, no obstante, que en algunos países con altas tasas en 2003 han conseguido reducirlas significativamente: Alemania (-11 puntos porcentuales), Gran Bretaña (-17) y Grecia (-24); por el contrario, en aumentaron en Italia (11) y Portugal (9).
  • Vancomicina: La tasa de resistencia general se mantiene por debajo del 5% en la mayoría de los países, con la única excepción de Grecia (7%); Suecia, España, Francia y Alemania están por debajo del 0,3%.

tabla01

Enterococcus faecium

  • Aminopenicilinas: El E. faecium es prácticamente resistente a las aminopenicilinas en todos los países, incluso en aquellos donde hace una década no lo era, como Francia (tasa del 26% en 2003 vs. 79% en 2012).
  • Gentamicina (alto nivel): Elevada tasa general de resistencia, donde salvo Suecia y España (20% y 26%, respectivamente) todos los países analizados valores actuales por encima del 30% y varios (Gran Bretaña, Italia y Portugal) superan el 50%.
  • Vancomicina: Solo Suecia (0%), Francia (0,8%) y España (1,5%) tienen tasas de resistencia de E. faecium a vancomicina por debajo del 5%. Son particularmente preocupantes las tasas del 16% de Alemania, 13% de Gran Bretaña y 23% de Portugal.

Escherichia coli

  • Cefalosporinas de tercera generación (cefotaxima, etc.): Aunque la tasa de resistencia solo supera el 25% en Italia (26%), los valores correspondientes al resto de los países han crecido sensiblemente durante la última década, incluyendo a Suecia (4,4%) en donde creció 4 puntos porcentuales; los demás, incluida España, han crecido entre 6 y 11 puntos; Italia lo hizo en 20 puntos.
  • Aminoglucósidos: Hay dos grupos de países claramente diferenciados; de un lado, Alemania, Francia, Gran Bretaña y Suecia, con tasas de resistencia del 5 al 9%; de otro, el resto con tasas por encima del 15%, hasta el máximo del 21% de Italia.
  • Aminopenicilinas: La resistencia es prácticamente generalizada actualmente frente a estos antibióticos de amplio uso (cuyo representante más conocido y utilizado es la amoxicilina), lo que enfatiza la dramática realidad de la resistencia bacteriana. El abuso generalizado de su uso y las malas prácticas han llevado a una situación donde las tasas de resistencia oscilan entre un 50% y un 68%, con la excepción de Suecia, con un 35% (lo que tampoco es demasiado favorable). Conviene tener presente que Escherichia coli es uno de los microorganismos patógenos más ubicuos y responsable de numerosas infecciones.
  • Carbapenemas (imipenem, etc.): Afortunadamente, la sensibilidad de E. coli a las carbapenemas sigue siendo muy elevada en todos los países analizados y solo en Grecia la tasa de cepas resistentes aisladas supera el 1%.
  • Fluoroquinolonas (ciprofloxacino, etc.): Constituye otro de los capítulos más negativos de la evolución de la resistencia bacteriana y una consecuencia evidente del mal uso de este grupo de agentes antibacterianos que, en origen, tenía un amplio espectro de actividad en que se incluía a cepas resistentes a otros antibacterianos. En poco más de dos décadas se ha desperdiciado este potencial con tasas de resistencia por encima del 20% en la mayoría de los países, siendo alarmantes las tasas de España (34%), Italia (42%), Grecia (29%) y Portugal (30%).

Klebsiella pneumoniae

Como ocurre con Escherichia coli, muchos de las cepas de Klebsiella pneumoniae aisladas en clínica y reportadas son resistentes a por lo menos uno de los antimicrobianos sujetos a vigilancia, y en no pocos casos hay resistencia combinada a cefalosporinas de tercera generación, fluoroquinolonas y aminoglucósidos, lo que es coherente con el persistente y generalizado aumento de las tasas de resistencia individual a dichos antimicrobianos en los últimos años en toda la Unión Europea, y con el alto porcentaje de aislados resistentes a las beta-lactamasas de espectro extendido (ESBL+).

Tal como se puede apreciar en la Tabla 1, existe un grave problema de salud pública en relación a esta bacteria patógena en Italia, Portugal y, especialmente, Grecia, con resistencia generalizada a los antibióticos considerados. La situación no es mucho mejor en el resto de los países, aunque al menos la sensibilidad a las carbapenemas se mantiene muy elevada. La excepción es Suecia, donde las tasas de resistencia no superan el 5% para ninguno de los antibacterianos.

El crecimiento de las tasas es generalizado en todos los países, con la salvedad de la resistencia a carbapenemas (no en Grecia ni Italia); en España, aumentaron entre 5 y 10 puntos porcentuales, en Francia lo hicieron en torno a 18 puntos, Alemania entre -2 y 8, Grecia entre 3 y 33 puntos, Italia entre 23 y 39 y Portugal entre 25 y 39 puntos. Gran Bretaña (entre -0,5 y -4,7) y Suecia (de -1,2 a 1,4) fueron las afortunadas excepciones.

  • Cefalosporinas de 3ª generación: Tasas de resistencia muy elevadas en Grecia (71%), Italia (48%) y Portugal (39%); en el extremo contrario está, una vez más, Suecia (2,8%), mientras que el resto oscila entre el 12% y el 23%.
  • Aminoglucósidos: Las mayores tasas corresponden a Grecia (63%), Italia (42%) y Portugal (32%), mientras que Francia (24%) y España (14%) también muestran tasas relevantes. Una vez más, Suecia es la menos desfavorable (2,5%).
  • Carbapenemas: Salvo los casos de Grecia (61%) e Italia (29%), el resto mantiene tasas de resistencia a este grupo de antibióticos de reserva inferiores al 1%. La condición de antibióticos de reserva (última línea) enfatiza la relevancia clínica de la resistencia bacteriana a dichos antibióticos.
  • Fluoroquinolonas: Grecia (70%), Italia (50%) y Portugal (36%) ostentas las tasas más elevadas de resistencia, pero Francia (24%), España (17%) y Alemania (14%) también presentan tasas excesivas, muy superiores a las de Gran Bretaña (7,4%) y Suecia (3,7%).
  • Multirresistentes: La resistencia combinada a cefalosporinas de tercera generación, fluoroquinolonas y aminoglucósidos es un grave problema para Grecia (60%), Italia (40%) y Portugal (25%), y solo en poco menor medida para Francia (19%). España (8,9%), Alemania (6,2%), Gran Bretaña (2,3%) y Suecia (1,4%) muestran tasas más moderadas.

Pseudomonas aeruginosa

Pseudomonas aeruginosa es uno de los patógenos más temidos por su elevada resistencia natural a numerosos tipos de antibacterianos, así como por la multiplicidad de sus mecanismos adaptativos y generadores de resistencia. Quizá por ello, ha sido objeto de un especial seguimiento y esfuerzo por combatir la aparición de cepas clínicas resistentes. Ello se ha visto recompensado en algunos países con la reducción – o, al menos, con un crecimiento muy moderado – de las tasas de resistencia a varios grupos de antibióticos. Destaca en este sentido Alemania, donde las tasas de resistencia descendieron para todos los grupos de antibióticos salvo los aminoglucósidos.

  • Amikacina (aminoglucósido diferenciado): Tasas elevadas de resistencia en Grecia (34%) y algo menores en Italia (16%), Francia (12%) y Portugal (11%). España (3,3%) y Gran Bretaña (0,9%) tienen las tasas inferiores (no hay datos procedentes de Suecia).
  • Aminoglucósidos: Las tasas son, en general, más elevadas que en el caso particular de la amikacina, siendo las menores en Gran Bretaña (2,2%) y Suecia (1,7%). El resto está por encima del 10%, llegando al 30% en Italia y al 39% en Grecia.
  • Carbapenemas: La tasa de resistencia está por debajo del 10% solo en Suecia (5,3%) y Gran Bretaña (6,3%), superándolo en Alemania (11%), España (16%), Francia (18%), y Portugal (20%), y con cifras tan preocupantes como las de Italia (25%) y, especialmente, Grecia (48%).
  • Ceftazidima (cefalosporinas de 3ª generación con acción específica anti-Pseudomonas): Situación problemática en Grecia (31%) e Italia (26%), algo menos en Portugal (15%), Francia (14%), Alemania (9,6%), España (8,9%) y Suecia (6,2%); solo en Gran Bretaña la tasa está por debajo del 5% (3,9%).
  • Fluoroquinolonas: Solo Gran Bretaña (4,8%) y Suecia (6,7%) tienen una tasa de resistencias inferior al 10%; el resto lo superan ampliamente (20-30%), con tasas mayores del 30% en el caso de Italia (31%) y Grecia (44%).
  • Piperacilina/Tazobactam (penicilina anti-Pseudomonas más inhibidor de betalactamasas): Tasas de resistencia por encima del 10%, salvo en España (6,7%), Suecia (5,9%) y Gran Bretaña (3,1%), copando los indeseados primeros puestos Grecia (34%) e Italia (30%).

Staphylococcus aureus

Afortunadamente, se aprecia una estabilización general, aunque con alguna lamentable excepción, e incluso el retroceso en las tasas de resistencia de esta peligrosa especie patógena bacteriana, responsable de numerosas infecciones mortales. En el caso de Grecia, solo se dispone de datos relativos a aislados clínicos de SARM.

  • Staphylococcus aureus resistentes a meticilina (SARM): Salvo Suecia, que tiene una tasa de apenas un 0,7%, el resto de los países europeos analizados presentan tasas por encima del 10%, siendo especialmente preocupantes las de Italia (35%), Grecia (41%) y, particularmente, Portugal que no solo tiene la tasa más alta de resistencia (54%), sino que en la última década la ha visto crecer más de 8 puntos. Es el caso contrario de Gran Bretaña, que en un década ha bajado nada menos que 30 puntos porcentuales (44% a 14%); otros países donde se han producido descensos significativos han sido Francia (10 puntos) y Alemania (3 puntos). En España, las tasas de SARM se mantienen estables (24%, con una variación de 0,2 puntos en la década).
  • Rifampicina: En general, se mantiene un alto grado de susceptibilidad a este antibiótico, salvo en Italia, con tasas de resistencia del 15%.
  • Macrólidos (eritromicina, etc.): Hay elevadas tasas de resistencia en España (26%), Francia (28%) y, especialmente, Italia (34%). Solo Suecia presenta tasas inferiores al 5%.
  • Penicilinas (bencilpenicilina, etc.): España tiene el lamentable récord de resistencia, con una tasa del 27%, muy por encima de las del resto de los países contemplados en este análisis (de 0 a 5,7%).

EL CONSUMO DE ANTIBACTERIANOS Y LA RESISTENCIA BACTERIANA

La experiencia adquirida en algunos países europeos muestra que la disminución de la prescripción de antibacterianos a los pacientes ambulatorios se ha acompañado de una reducción simultánea de la resistencia (Goossens, 2008). Entre el 80% y el 90% de todas las recetas de antibacterianos se extienden en las consultas de atención primaria, sobre todo, a pacientes con infecciones respiratorias (Goossens, 2005), a pesar de que hay datos que demuestran que en muchas infecciones respiratorias no se necesitan antibióticos (Butler, 2009) y que el sistema inmunitario del paciente tiene capacidad suficiente para combatir infecciones leves.

Por ello, parece razonable esperar que un cambio en los hábitos de prescripción de antibacterianos pudiera afectar de forma clara a la incidencia de resistencias bacterianas. De hecho, la prescripción innecesaria de antibióticos en la atención primaria constituye un fenómeno complejo, relacionada principalmente con factores como una mala interpretación de los síntomas, un diagnóstico incierto y las expectativas del paciente.

En la Unión Europea el consumo total de antibacterianos de uso sistémico en la comunidad varió desde 11,3 DDD (dosis diaria definida) por 1.000 habitantes y día de Holanda, hasta los 31,9 de Grecia (ECDC, 2014). Aunque tradicionalmente se ha acusado a España de mantener unos niveles excesivos de consumo de antibacterianos en el ámbito ambulatorio, lo datos reales no soportan tal afirmación, al menos en relación al conjunto de la Unión Europea. Comparando la situación española (20,9) con la de los países de su entorno y con similares sistemas sanitarios, puede apreciarse que se encuentra en una posición intermedia, muy similar a Gran Bretaña (20,1) o Finlandia (19,5) y significativamente por debajo de Francia (29,7) e Italia (27,6), por ejemplo. En concreto, el dato referido a España es muy próximo al de la media ponderada de toda la Unión Europea, que es de 21,5 DDD por 1.000 habitantes y día. En general, el consumo más bajo se produjo en el norte de Europa (países escandinavos y bálticos), mientras que la tasa de mayor consumo fue en el sur de Europa, particularmente Grecia (31,9) y Rumanía (30,4).

Entre 2011 y 2012, el consumo se redujo en más de un 1% en 15 de los 27 países de los que existen datos (Austria, Bulgaria, Chipre, República Checa, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Grecia, Hungría, Italia, Malta, Polonia, Portugal, Rumania, Suecia). Durante el mismo período, el consumo se incrementó en más de un 1% en siete de los 27 países (Bélgica, Francia, Alemania, Irlanda, Letonia, Noruega y el Reino Unido). Cinco países (Islandia, Luxemburgo, Holanda, Eslovenia y España) sólo mostraron una diferencia en el consumo de antibacterianos de uso sistémico de menos del 1% entre 2011 y 2012

Tabla 2. Consumo relativo* de antibacterianos sistémicos en el ámbito ambulatorio en 2012

(Elaborado a partir de ECDC, 2014)

País

Total**
2008

Total

2012

Diferencia 2008-12

Penicilinas

Macrólidos

Quinolonas

Otros betalactámicos

Otros antibacterianos sistémicos

Holanda

11,2

11,3

+0,1

4,5

1,5

0,8

0,04

4,4

Suecia

14,6

14,1

-0,5

7,0

0,6

0,7

0,18

0,2

Alemania

14,5

14,9

+0,4

4,5

2,7

1,4

2,82

3,5

Dinamarca

16,0

16,4

+0,4

10,3

2,7

0,6

0,03

2,7

Gran Bretaña

16,9

20,1

+3,2

9,3

3,1

0,4

0,35

6,9

España

19,7

20,9

+1,2

13,1

2,0

2,6

1,52

1,7

Unión Europea

21,0

21,5

+0,5

10,8

3,2

1,8

2,02

3,7

Portugal

22,6

22,7

+0,1

12,4

3,2

2,5

1,55

3,0

Italia

28,5

27,6

-0,9

15,0

4,6

3,4

2,31

2,3

Francia

28,0

29,7

+1,7

17,4

3,7

1,9

2,39

4,3

Bélgica

27,7

29,8

+2,1

17,0

3,4

2,8

1,53

5,1

Grecia

38,6

31,9

-7,7

12,7

7,7

2,3

6,45

2,7

* Expresado en dosis diarias definidas (DDD) por cada 1.000 habitantes por día. Se han seleccionado los países más representativos correspondientes a rangos de consumo alto, intermedio y bajo, entre los 27 países de la Unión Europea con datos disponibles.

** En algunos casos, los datos de consumo en 2008 corresponde a 2009.

Aunque la fiabilidad de los datos disponibles para el consumo hospitalario de antibacterianos es sensiblemente más deficiente que la correspondiente al uso comunitario, la información disponible permite considerar que la situación hospitalaria del uso de antibacterianos no es mejor que la comunitaria. De hecho, los especialistas consideran desde hace tiempo que el mal uso de los antibióticos en los hospitales es uno de los factores que más favorecen la resistencia bacteriana a los mismos (Lepper, 2002).

Según el Centro Europeo para el Control y la Prevención de las Enfermedades (ECDC), los pacientes hospitalizados tienen una probabilidad elevada de recibir un antibiótico y, como apuntan algunos autores (Willemsen, 2007), el 50% de todos los antibióticos utilizados en los hospitales podrían ser inadecuados; por otro lado, entre el 20% y el 30% de las infecciones hospitalarias se consideren prevenibles por higiene intensiva y programas de control (ECDC, 2013).

Por lo que se refiere a la distribución en la Unión Europea de antibióticos para uso animal2, en su último informe la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, 2014), correspondiente a las ventas en 2012, registraba un total de 7.982 toneladas de antibióticos (expresadas como principio activo). De ellos, prácticamente dos tercios del total (62%) lo acaparaban tres países: Alemania (1.707,5 toneladas; 21,4%), España (1.693; 21,2%) e Italia (1.543; 19,2%). Por grupos de antibacterianos, los más utilizados fueron las tetraciclinas (2.943 toneladas; 36,9%), seguido de penicilinas (1.780; 22,3%) y sulfamidas (826; 10,3%); todas ellas suponen globalmente el 70% del total.

Los datos correspondientes a España la colocan como la principal consumidora europea de tetraciclinas (659,9 toneladas; 22,3% del total de tetraciclinas en la UE), así como de polimixinas (177,1; 32,5%), macrólidos (148,3; 23,2%), lincosánidos (115,7; 49,2%), aminoglucósidos (97,6; 33,5%), pleuromutilinas (81,0; 35,4%) y fluoroquinolonas (49,0; 36,1%).

INICIATIVAS GLOBALES

Considerando todo lo indicado hasta aquí, resulta obvio que cualquier iniciativa que se emprenda para frenar el desarrollo de la resistencia microbiana ha de tener un carácter no solo multifactorial, sino también a escala mundial. En este sentido, en mayo de 2014, la sexagésima séptima Asamblea Mundial de la Salud aprobó la resolución WHA67.25 sobre la resistencia a los antimicrobianos, pidiendo a la Dirección General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que elabore un proyecto de plan de acción mundial para combatir la resistencia a los antimicrobianos, incluyendo resistencia a los antibióticos, y presentar el proyecto a la sexagésima octava Asamblea Mundial Salud en mayo de 2015, a través del Consejo Ejecutivo en su 136ª reunión (OMS, 2014).

En respuesta a esta petición de la Asamblea de la Salud, se adoptaron las recomendaciones del Grupo Estratégico de Asesoramiento Técnico de la OMS sobre resistencia a los antimicrobianos, en relación con la elaboración de un proyecto de plan de acción global y un enfoque multisectorial. En julio y agosto de 2014 se organizaron consultas telemáticsa y se envió una carta a los Estados miembros el 18 de julio 2014, describiendo el proceso e invitando a realizar los oportunos comentarios.
Los Estados miembros, las partes interesadas y la Secretaría convocaron a una serie de debates técnicos, políticos e interinstitucionales de alto nivel para contribuir al plan de acción, que convergerán en una reunión para promover el desarrollo de capacidades globales de vigilancia, sistemas y normas, organizada por Suecia (Estocolmo, 23 de diciembre de 2014).

La OMS recuerda que, aunque la resistencia es un proceso natural de adaptación por parte de los microbios cuando estos se exponen a los agentes antimicrobianos, se desarrolla mucho más rápidamente por el mal uso y el uso excesivo de estos medicamentos. En este sentido, la OMS indica que el uso de antibióticos en los seres humanos ha aumentado en un 36% entre 2000 y 2010, siendo los países desarrollados los que tienen un mayor consumo por persona, aunque el consumo está creciendo rápidamente también en las economías emergentes. Asimismo, la cantidad total de antibióticos utilizados en animales está creciendo significativamente y se espera que crezca aún más a medida que aumenta la producción animal; en este sentido, se estima en un 70% el crecimiento del consumo animal para el año 2050 para satisfacer las demandas de la creciente población mundial. Y ello sin olvidar que algunos antimicrobianos también se utilizan ampliamente en agricultura, piscifactorías y cultivo de mariscos.

Como indica el informe de la OMS, la resistencia se extiende de una manera que no se pueden predecir, pero que incluye el intercambio de material genético entre diferentes bacterias. Por ejemplo, la resistencia a los antibióticos en las bacterias que causan determinadas intoxicaciones alimentarias puede transferirse a las bacterias que causan la neumonía. Además, microbios resistentes pueden circular entre los animales y los seres humanos, y los patrones de bacterias resistentes en animales productores de alimentos se pueden encontrar en la carne y la leche destinada a la venta a los consumidores.

La OMS recuerda también que la resistencia puede propagarse rápidamente y que la difusión de genes bacterianos de resistencia detectados recientemente puede acabar generalizándose mucho antes de lo esperado. Un ejemplo de ello es el gen NMD-1 (New Delhi metallo-beta-lactamase), que confiere resistencia a numerosos antibióticos betalactámicos, incluyendo carbapenemas. La metalo-betalactamasa codificada por este gen fue identificada por primera vez en diciembre de 2009 en un paciente sueco hospitalizado en Nueva Delhi infectado por Klebsiella pneumoniae, pero tan solo a mediados de 2011 ya se habían identificado pacientes infectados por bacterias conteniendo el gen NDM-1 en todos los continentes, salvo América Central y del Sur.

Finalmente, la OMS insiste en recordar que la resistencia microbiana tiene una evidente relación con el riesgo de muerte de los pacientes; así, los pacientes hospitalizados con infecciones por Staphylococcus aureus resistentes a la meticilina (SARM) tienen un 61% más riesgo de morir que aquellos con la forma no-resistente de la bacteria, y un riesgo de muerte casi tres veces mayor que los pacientes con similares condiciones pero sin esta infección.

El Plan de Acción que se pretende desarrollar a iniciativa de la OMS tiene como principios básicos los siguientes:

  • El compromiso es de toda la sociedad (Whole-of-society engagement). Todo el mundo – todos los sectores y disciplinas – deben participar en la aplicación de este plan de acción a nivel personal, social o profesional.
  • Las acciones deben estar basadas en el mejor conocimiento y pruebas científicas disponibles (Actions based on best available knowledge and evidence )
  • Lo primero es la prevención (Prevention first). Cada infección que se evita, sin el uso de antimicrobianos, es una infección que no necesita tratamiento.
  • Acceso sin exceso (Access not excess). Es necesario mantener un equilibrio entre el acceso equitativo y el uso apropiado de los antimicrobianos, particularmente de los más modernos.
  • Sostenibilidad (Sustainability). Las acciones son más sostenibles si son parte integral de los sistemas de salud y si son transparentes en cuanto a la ejecución y la consecución de los objetivos.
  • Objetivos incrementales para su implementación (Incremental targets for implementation). Todos las partes interesadas deben ser capaces de demostrar el progreso de la aplicación del plan de acción mundial, sea cual sea su estado actual. Para ello, se recomiendo hacer un enfoque progresivo e incremental sobre la consecución de objetivos e indicadores de los mismos.

A nivel de la Unión Europea, la Comisión Europea elaboró en 2011 un Plan de Acción quinquenal (CE, 2011) con el fin de atajar la propagación de las resistencias bacterianas. Dicho Plan contiene siete ámbitos clave en los que es imprescindible tomar medidas: 1) garantizar que los antimicrobianos se usen adecuadamente en la medicina humana y veterinaria; 2) prevenir las infecciones microbianas y su propagación; 3) diseñar nuevos antimicrobianos eficaces o tratamientos alternativos; 4) cooperar con socios internacionales para reducir los riesgos de resistencia bacteriana; 5) mejorar el seguimiento y la vigilancia en medicina y en veterinaria; 6) fomentar la investigación y la innovación; y 7) apoyar la comunicación, la educación y la formación.

En junio de 2012, el Consejo de la Unión Europea solicitó a los Estados Miembros que elaborasen e implementasen a nivel nacional estrategias o planes de acción para contener el desarrollo de resistencias a los antimicrobianos, resultando la necesidad de una perspectiva conjunta humana y veterinaria para que la lucha contra el desarrollo y diseminación de resistencias antimicrobianas sea realmente eficaz. Previamente a ello, durante una reunión interna convocada el 8 de marzo de 2012 por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI) para la preparación de la Conferencia de expertos de la presidencia danesa, se planteó la posibilidad de crear un Grupo de Trabajo constituido por las partes interesadas en este tema, que permitiera sentar las bases para el desarrollo de un mecanismo intersectorial sobre resistencias a los antimicrobianos a nivel estatal.

Fruto de esta iniciativa y con el objetivo es dar cumplimiento a la Comunicación de la Comisión Europea y desarrollar un Plan Estratégico y de Acción para Reducir el Riesgo de Selección y Diseminación de Resistencias a los Antimicrobianos, se procedió a convocar el día 6 de julio de 2012, a petición de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), a dicho grupo en el que participan representantes del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente; del Ministerio de Economía y Competitividad; de la Universidad; del Comité Español de Antibiograma; de Sociedades Científicas y de Organizaciones Profesionales Sanitarias (Farmacéuticos, Médicos y Veterinarios).

Fruto de los primeros trabajos del Grupo de Trabajo (Grupo Coordinador) ha sido la elaboración de un primer documento definiendo los objetivos y un plan de trabajo, tanto para los aspectos que competen a la salud humana y como para los de la salud animal; ambos con los mismos objetivos y la misma metodología de trabajo: identificar los datos en este ámbito, las acciones que están en marcha y las partes implicadas en el desarrollo de las mismas; identificar los aspectos que son necesarios poner en marcha y los que es preciso mejorar porque su desarrollo no ha tenido los efectos esperados; diseñar y proponer estrategias concretas, desarrollando un cronograma que contenga un mapa de acciones, sus vías de implementación, el tiempo de ejecución, el grado de prioridad y los responsable de cada una de ellas; y, finalmente, diseñar un procedimiento de evaluación del grado de cumplimiento de los objetivos. El documento preliminar fue presentado oficialmente por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad el día 18 de noviembre de 2013, coincidiendo con la celebración del Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos. La evolución del documento, así como sus realizaciones correspondientes, se irán haciendo públicos anualmente, a lo largo del quinquenio 2014-2018.

Los trabajos del Grupo Coordinador han definido seis líneas estratégicas, cada una de las cuales incluye varias medidas, tanto en el ámbito de la salud humana como animal. A su vez, cada medida implica varias acciones comunes o específicas para salud humana y animal, hasta un total de 77. Las líneas estratégicas, con sus medidas correspondientes, son las siguientes:

  1. Vigilancia del consumo de antibióticos y de las resistencias a los antimicrobianos
    1. Monitorizar el consumo de antibióticos
    2. Mejorar la vigilancia de la resistencias a antibióticos
    3. Controlar el uso de antibióticos críticos
    4. Participar en proyectos europeos e internacionales para intercambiar información
  2. Controlar las resistencias bacterianas
    1. Controlar la difusión de resistencias
    2. Diseñar y difundir herramientas para la promoción de las buenas prácticas de uso de antibióticos
    3. Elaborar directrices para la prescripción excepcional de antibióticos dentro de los programas sanitarios veterinarios
    4. Limitar el uso profiláctico de antibióticos a casos con necesidades clínicas definidas
  3. Identificar e impulsar medidas alternativas y/o complementarias de prevención y tratamiento
    1. Fomentar la mejora de las medidas de higiene, manejo y bienestar animal
    2. Promover el desarrollo y uso de pruebas de sensibilidad y métodos de diagnóstico rápido
    3. Desarrollar normas para reducir el riesgo de infección y transmisión de organismos resistentes
    4. Fomentar la adopción de medidas para mejorar las condiciones de administración de los productos antiguos
  4. Definir prioridades en materia de investigación
    1. Desarrollar y promover una estrategia común en materia de investigación
    2. Desarrollo de la investigación epidemiológica y socioeconómica
  5. Formación e información a los profesionales sanitarios
    1. Movilizar a los profesionales de la salud
    2. Fomentar la formación de los profesionales de la salud
    3. Desarrollar programas de formación continuada de los profesionales de la salud con criterios de homogeneidad
    4. Desarrollar la autoevaluación de los prescriptores
  6. Comunicación y sensibilización a la población en su conjunto y de subgrupos de población
    1. Campañas para la población general
    2. Información específica para subgrupos de población.

EL PAPEL DEL FARMACÉUTICO

Dadas sus múltiples posiciones a lo largo de toda la cadena del medicamento – desde la investigación hasta la dispensación y el control del uso – los farmacéuticos tienen una inequívoca responsabilidad en la lucha contra la resistencia microbiana. Esto resulta determinante dado que el problema de la resistencia bacteriana a los antibióticos es multifactorial e implica – además de las administraciones públicas, instituciones sanitarias y universitarias, ciudadanos en general – a todas las profesiones sanitarias.

En este sentido, desde bastantes años los farmacéuticos españoles vienen realizando un esfuerzo continuado para combatir dicha resistencia bacteriana de forma eficaz, tanto desde el ejercicio profesional individual como a través de la Organización Farmacéutica Colegial. En este sentido, el Consejo General y los Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España han venido realizando por iniciativa propia y desde hace años múltiples campañas de sensibilización entre los farmacéuticos y los propios pacientes, con informes técnicos y material divulgativo con indicaciones muy precisas sobre cómo actuar y utilizar los agentes antimicrobianos.

Asimismo, la Organización Farmacéutica Colegial viene participando en iniciativas de carácter público (Ministerio de Sanidad y Agencia Estatal de Medicamentos y Productos Sanitarios), tanto de carácter divulgativo entre la población, así como en comisiones de expertos. Por tanto, la Organización Farmacéutica Colegial asume como uno de sus objetivos la promoción de estrategias que garanticen un uso adecuado de los medicamentos. Conocedores de la importante labor educativa del farmacéutico, ha llevado a cabo con éxito cerca de cien campañas y jornadas técnicas durante los últimos años, algunas de ellas específicamente centradas en el uso correcto de los antibióticos (por ejemplo, la campaña «Con los antibióticos no se juega»). Adicionalmente, el Consejo General participa activamente, a través de dos representantes técnicos, en el desarrollo del Plan Estratégico y de Acción para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a los antimicrobianos, junto con otros expertos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente; Ministerio de Economía y Competitividad; Universidad; Comité Español de Antibiograma; Sociedades Científicas y de otras organizaciones profesionales sanitarias.

Es importante recordar también que la Organización Farmacéutica Profesional ha liderado en Europa el tema del uso racional de antibióticos ante la Agrupación Farmacéutica Europea y que forma parte del SIGRE, el sistema de recogida selectiva de medicamentos, que agrupa a la práctica totalidad de las oficinas de farmacia españolas donde se recogen los medicamentos no utilizados por los pacientes y, entre ellos, de los antibióticos, impidiendo su vertido incontrolado y la correspondiente polución medioambiental. 

Igualmente, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos creó en su momento un espacio monográfico en www.portalfarma.com, denominado Uso prudente de antibióticos3, en el que se recoge toda la información sobre el uso racional de los antibióticos y los riesgos de resistencia bacteriana, así como una Instrucción Técnica Estandarizada para la dispensación de antibióticos.

En general, las recomendaciones en la oficina de farmacia comunitaria deben ir) y se incluyen también contenidos generales dirigidos a la población con consejos básicos e información de utilidad acerca de un uso adecuado de los antibióticos, tales como los siguientes:

  • En caso de padecer síntomas de alguna enfermedad infecciosa, se debe acudir siempre al médico. Él es el profesional responsable de determinar el origen de la enfermedad y, si fuese bacteriano, prescribirá en cada caso el antibiótico más adecuado para dicha infección, teniendo en cuenta las características específicas del paciente.
  • Al rechazar la solicitud de dispensación de antibióticos sin la correspondiente receta médica, es conveniente que el farmacéutico aproveche la oportunidad para instruir al solicitante sobre los riesgos que implica el uso incontrolado de antibióticos, no solo para el propio paciente sino también para la comunidad. En particular, es muy importante hacer ver que muchas enfermedades comunes de carácter infeccioso, como la gripe y ciertas infecciones de garganta, son producidas por virus y, por tanto, el uso de antibióticos resulta completamente inútil y además facilita la selección de bacterias resistentes al antibiótico improcedentemente utilizado.
  • Obviamente, el momento de la dispensación de un antibiótico debidamente prescrito es especialmente oportuno para instruir acerca la importancia de cumplir el tratamiento completo prescrito por el médico, aunque se mejore antes. Si se interrumpe el tratamiento de forma prematura, se corre el riesgo de que la bacteria patógena vuelva a multiplicarse, produciendo así una infección aún más grave.
  • La mayoría de los tratamientos con antimicrobianos prescitos en el ámbito extrahospitalario se establecen por periodos entre 3 y 10 días. En todo caso, la duración del tratamiento es la fijada por el médico y debe venir especificada en la receta correspondiente. Igualmente, es esencial tomar la cantidad correcta de medicamento y cada dosis a la hora adecuada (preferiblemente a las mismas horas y en las mismas condiciones).
  • Es preciso recordar que los antibióticos son fármacos generalmente seguros, aunque – como todo medicamento – pueden producir efectos indeseables en algunos casos. La alergia a determinados antibióticos (particularmente, a los betalactámicos) es uno de los efectos adversos más conocidos; el paciente debe estar informado si es alérgico y, en ese caso, llevar siempre consigo una tarjeta, pulsera o medalla que así lo indique. En todo caso, cualquier manifestación de alergia (picores generalizados, erupciones cutáneas, etc.) debe ponerse en conocimiento del médico, y si tiene un carácter brusco (ahogos, edema, caída de la presión arterial, etc.) se debe acudir inmediatamente a Urgencias.

Todo lo dicho pone de relieve que la oficina de farmacia constituye un centro sanitario de especial relevancia en el ámbito de educación sanitaria y muy particularmente en el uso correcto y racional de los antibióticos. 

Bibliografía