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Terapias Avanzadas

Los medicamentos de terapia avanzada (MTA o Advanced Therapy Medicinal Products, ATMP) ofrecen nuevos e innovadores tratamientos para las enfermedades. Están basados en la terapia génica, la terapia celular somática o la ingeniería tisular. El marco legal para las ATMP en la Unión Europea está establecido en la Regulation (EC) No 1394/2007 on advanced therapy medicinal products1 que asegura el libre movimiento de estas medicinas dentro de la Unión Europea y el acceso a los mercados. La regulación (EC) nº 1394/2007 también establece el nuevo Comité en Terapias avanzadas (CAT)2,3, cuya responsabilidad fundamental consiste en preparar un proyecto de opinión sobre cada nueva solicitud de medicamento de terapia avanzada planteada a la Agencia Europea de Medicamentos, antes de que el Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP, Committee for Medicinal Products for Human Use) de la misma adopte una opinión definitiva sobre la concesión, modificación, suspensión o revocación de una autorización de comercialización para el medicamento en cuestión.

 PRODUCTOS DE TERAPIAS AVANZADAS

1. http://ec.europa.eu/enterprise/pharmaceuticals/eudralex/vol-1/reg_2007_1394/reg_2007_1394_en.pdf

2. http://www.ema.europa.eu/htms/general/contacts/CAT/CAT.html

3. http://www.ema.europa.eu/pressoffice/cat.htm

Pomalidomida imnovid® (Celgene)

MIELOMA MÚLTIPLE

El mieloma múltiple o mieloma de células plasmáticas es un agresivo tumor hematológico maligno de linfocitos B, que presenta algunas características similares a la leucemia. Es un tumor infrecuente – de hecho, se le considera una enfermedad rara – que afecta fundamentalmente a la población de edad avanzada, hasta el punto de que la edad media de los pacientes a los que se diagnostica la enfermedad es de 65 años y solo el 2% tienen menos de 40 años en el momento de ser diagnosticados.

En España se registran entre 1.500 y 2.000 casos al año, cifras que alcanzan globalmente en la Unión Europea los 28.000 casos. Su incidencia en España es de 1,5-2,5 por cada 100.000 en menores de 65 años, pero sube a 25-30 a partir de esa edad, afectando a un número ligeramente superior de hombres que de mujeres. Las tasas globales de mortalidad para el mieloma múltiple, ajustadas por edad, son de 3,3 casos por 100.000 en hombres y de 2,2 en mujeres. En general, los países del sur de Europa – España entre ellos– tienen tasas de incidencia y mortalidad mucho más bajas que los del norte; sin embargo, tanto en unos como en otros la mortalidad por esta patología está creciendo. Actualmente, tras la incorporación del bortezomib y de los derivados de la talidomida, así como con el trasplante autólogo de células progenitoras hematopoyéticas (TASPE), la supervivencia relativa ajustada por edad a los 5 años del diagnóstico para este tipo de cánceres es del 40-50% en nuestro país, algo mayor en varones que en mujeres; el pronóstico es mejor si la edad en el momento del diagnóstico es de menos de 45 años, alcanzándose tasas de supervivencia a los 5 años del 65%.

Las células plasmáticas malignas características del mieloma múltiple – como células mielomatosas –  se acumulan en la médula ósea y pueden llegar al torrente sanguíneo, provocando una alteración de la función de la médula ósea normal, daños óseos y alteración de la función inmune. Las células mielomatosas pueden también formar tumores localizados, los plasmocitomas, que pueden tener una localización tanto ósea como extraósea; justamente es cuando coexiten varios plasmocitomas, con diversas localizaciones, es cuando se emplea apropiadamente el término mieloma múltiple.

La característica típica de la célula mielomatosa es la producción y liberación al torrente circulatorio de una proteína monoclonal, denominada proteína M, pero también conocida como proteína mielomatosa, para-proteína o proteína en pico (esto último es debido a la determinación mediante electroforesis). Se trata de una inmunoglobulina producida como consecuencia de la aparición de una o más mutaciones en los genes responsables de la producción de inmunoglobulinas en la célula mielomatosa.

La proteína M tiene una secuencia de aminoácidos y una estructura anormales, que provocan la adherencia entre sí y a otros tejidos: células sanguíneas, pared de los vasos sanguíneos u otros componentes de la sangre. Todo ello provoca la disminución del flujo sanguíneo, causando un síndrome de hiperviscocidad. En un 30 % de los casos se produce una mayor cantidad de cadenas livianas que las requeridas para combinar con las cadenas pesadas de las inmunoglobulinas, dando lugar a la proteína de Bence-Jones. Esta tiene un peso molecular de 22,000 daltons y es lo suficientemente pequeña como para ser excretada con la orina y producir un aumento de nivel de proteínas urinarias. Estas proteínas también pueden adherirse entre sí o con otros tejidos (como la inmunoglobulina completa), dando lugar a amiloidosis (depósitos proteicos en cualquier tejido del organismo, como riñón, tejido nervioso o músculo cardíaco) o a la enfermedad de depósito de cadenas livianas (las cadenas livianas se depositan al azar, pero especialmente en los pequeños vasos del ojo o del riñón). Las proteínas monoclonales anormales también tienen pueden provocar un amplio abanico de perturbaciones fisiológicas, al unirse a los factores de la coagulación (dando lugar a trastornos diversos de coagulabilidad) y a otras sustancias circulantes, con diversas consecuencias hormonales y metabólicas.

La Beta 2 microglobulina2M) es una pequeña proteína cuyos niveles se encuentran elevados en pacientes con mieloma en actividad, aunque un 10% de los pacientes con mieloma no la producen. Precisamente, el estadiaje internacional del mieloma múltiple se basa en las concentraciones en suero de albúmina y de microglobulina β2: el estadio I se caracteriza por niveles de β2M inferiores a 3,5 mg/L y de albúmina mayores de 3,5 g/L; el II por β2M < 3,5 mg/L y de albúmina < 3,5 g/L, o bien β2M de 3,5 a 5,5 mg/L; finalmente, el estadio III se caracteriza por β2M > 5,5 mg/L (Novelli, 2011). Estos estadios se asocian con valores medianos de supervivencia progresivamente inferiores: I (62 meses), II (44) y III (29).

La etiología del mieloma múltiple es poco conocida. No obstante, se ha asociado el mieloma múltiple con la exposición a radiaciones ionizantes. Igualmente, el riesgo parece ser mayor si existen exposiciones ocupacionales relacionadas con la agricultura, refinerías, industrias del corcho, del metal, del plástico o de la madera, o si se ha trabajado como conductor de camiones. Algunos estudios apuntan también hacia la asociación con algunas substancias químicas como asbesto, benceno, pesticidas o pinturas y disolventes. Se ha sugerido la posible relación con algunas enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide.

El crecimiento descontrolado de las células mielomatosas tiene como una importante consecuencia la destrucción del esqueleto, la insuficiencia de la médula ósea, hipervolemia e hiperviscosidad sanguíneas, supresión de la producción de inmunoglobulinas normales e insuficiencia renal. Sin embargo la enfermedad puede permanecer asintomática durante muchos años. En la fase sintomática, el dolor óseo es el cuadro de presentación más común. Las células mielomatosas y el aumento del número de osteoclastos parecen ser las responsables de la destrucción ósea. El mecanismo que produce la activación de osteoclásticos es complejo, pero se ha observado que participan diversas citocinas locales, tales como interleucinas (IL-1b, IL-6) y factor de necrosis tumoral alfa (TNFα), quimiocinas como las MIP-1 e las integrinas implicadas en el proceso de adhesión celular.

Los factores endocrinos locales que regulan la formación y remodelación ósea son una auténtica miríada y consisten mayoritariamente en citocinas y factores de crecimiento producidos por células de los sistemas inmune y hematopoyético. Actualmente, se considera que los factores efectores finales que regulan la remodelación ósea forman parte de la superfamilia del Factor de Necrosis Tumoral (TNF) y de la de su receptor. Entre ellos puede citarse el RANKL (Ligando del Receptor del Activador del Factor Nuclear Kappa-B), cuya producción es máxima en las células indiferenciadas del estroma osteoclástico y se reduce a medida que madura el fenotipo osteoblástico. Estimula la diferenciación, supervivencia y fusión de las células precursoras de osteoclastos, activa los osteoclastos maduros y prolonga su vida útil. Como resultado permite la expansión de la masa osteoclástica activa capaz de formar sitios de resorción ósea.

El tejido nervioso es afectado con frecuencia en los pacientes con mieloma, tanto por los efectos directos de los anticuerpos de las proteínas mielomatosas frente a la mielina, o por el depósito de fibrillas proteicas (amiloide). Estos efectos resultan en neuropatías periféricas. Por la susceptibilidad a las infecciones, las infecciones virales de los tejidos nerviosos son muy frecuentes, en especial por varicela zoster y parálisis de Bell. Tanto en el hueso como en los tejidos blandos puede producirse una compresión o desplazamiento de los nervios procedentes de la médula espinal o del tallo cerebral.

La predisposición a las infecciones es quizá el rasgo más característico de los pacientes con mieloma junto con la enfermedad ósea, debido a la inhibición de las funciones inmunes normales: producción deficitaria de anticuerpos normales, daño de la función de los linfocitos T y activación anómala de la función monocito/macrófago. Los pacientes con mieloma son particularmente susceptibles a las infecciones virales y a las infecciones con bacterias encapsuladas como el neumococo.

El tratamiento se basa fundamentalmente en la supresión de las células mielomatosas mediante quimio y/o radioterapia, asociado eventualmente a trasplante de células progenitoras hematopoyéticas periféricas. El fármaco antineoplásico más comúnmente utilizado es el melfalán, que continúa siendo el mejor agente único para el tratamiento del mieloma múltiple. La mayoría de los pacientes responden, particularmente cuando se lo utiliza combinado con prednisona. La asociación melfalán/prednisona (protocolo MP) es utilizada frecuentemente, dando lugar a  respuestas objetivas en el 60% de los pacientes, manifestada por un 50% mejora en los niveles de proteína M, en los recuentos sanguíneos y en otros resultados bioquímicos, además de la mejoría de varios síntomas de la enfermedad, como el dolor óseo y la fatiga. La ciclofosfamida puede reemplazar el melfalán ya que tiene una actividad antimielomatosa similar, aunque está menos experimentada. Asimismo, en pacientes con mieloma múltiple, los resultados alcanzados con bendamustina son, como mínimo, equiparables a los obtenidos con melfalán (Cuéllar, 2011); incluso, la tasa de respuestas completas es sustancialmente mayor con bendamustina y el porcentaje de pacientes supervivientes a los cinco años también (29% vs. 19%).

Aunque se han desarrollado combinaciones quimioterápicas más complejas con respuestas similares, o incluso ligeramente mejores, no está claro que sean de primera elección. De hecho, el protocolo MP sigue considerándose como el estándar terapéutico de inicio, dejando las combinaciones más complejas como una segunda línea para aquellos pacientes que no alcanzan una respuesta satisfactoria.

Diferentes líneas de investigación han facilitado la incorporación de otros agentes antineoplásicos, de carácter más selectivo, como es el caso del bortezomib, un inhibidor del proteasoma 26S, autorizado en 2004 para el tratamiento de los pacientes con mieloma múltiple que han recibido previamente al menos dos tratamientos y que presentan progresión de la enfermedad demostrada con el último de estos tratamientos. Los datos clínicos disponibles indican unas tasas de respuesta del orden del 35% para respuestas completas y parciales, con tiempos de progresión de la enfermedad de 9 a 13 meses para estos pacientes respondedores, bastante superiores a los descritos en la bibliografía para los pacientes con mieloma múltiple refractario o recidivante (alrededor de tres meses).

Algunos estudios premiliminares mostraron que la talidomida es capaz de producir una significativa respuesta en pacientes con mieloma, con tasas de respuesta del orden del 25% en pacientes con mieloma recidivante/refractario, en su mayoría, después de un doble trasplante. El problema que plantea este tratamiento es el de la toxicidad. De hecho, la talidomida comenzó a ser investigada tan solo cuatro años después de su retirada por su desgraciada implicación en numerosos y graves casos de dismorfogénesis fetal, calculándose que entre 1956 y 1962 más de 10.000 niños nacieron con importantes deformidades, fundamentalmente focomelia. Sin embargo, sus interesantes propiedades inmunomoduladoras atrajeron el interés de los científicos y algunos años después se había comprobado su potencial utilidad en múltiples patologías de tipo dermatológico, infeccioso y autoinmune. Asimismo, se comprobó su potencial antiangiogénico, siendo ensayada en diversos modelos de cáncer.

A pesar de haber sido autorizada como medicamento huérfano, incluso para el mieloma múltiple – en 2006 – su toxicidad siempre ha sido un factor limitante de todo su potencial farmacológico. De ahí, la necesidad de fármacos que mantuvieran sus propiedades o incluso las ampliaran, pero limitando su notable perfil toxicológico. Por ello, se desarrollaron derivados como la lenalidomida, que no solo mantenían las propiedades de la talidomida sobre diversos biomarcadores implicados en diversas patologías, sino que incluso las ampliaban, mejorando los resultados clínicos en mieloma múltiple, con un perfil toxicológico algo más benigno.

Un aspecto confuso del tratamiento del mieloma ha sido el descubrimiento de que una disminución de los niveles de la proteína mielomatosa en el suero y/o en la orina no se traslada necesariamente a una remisión o a un aumento de la supervivencia. Dado que ningún tratamiento actual erradica todas las células mielomatosas, las características de aquellas residuales tras la quimioterapia inicial son de particular importancia. En este sentido, unas pocas células agresivas residuales pueden causar más problemas que una gran cantidad de células inactivas.

El empleo de altas dosis de quimioterapia (AD) asociado con el trasplante autólogo de células progenitoras hematopoyéticas (TASPE) ha demostrado mejorar tanto las tasas de respuesta como las expectativas de vida en los pacientes con mieloma. Se han alcanzado tasas de remisión completa que oscilan entre un 25% y un 75%. No obstante, el 90% de los pacientes recaen, con tiempos medios de recaída de 18 a 24 meses. La expectativa global de vida en estos pacientes es de aproximadamente 4 a 5 años.

La radioterapia es una importante de tratamiento del mieloma. Para los pacientes con importante destrucción ósea, intenso dolor y/o compresión nerviosa o de la médula espinal, la radioterapia local puede ser muy efectiva. La mayor desventaja es que daña en forma permanente las células progenitoras hematopoyéticas normales de la médula ósea en el área tratada.

Al margen del tratamiento específico, los pacientes con mieloma requieren una serie de tratamientos de soporte, destinados a paliar o a suprimir las principales complicaciones orgánicas del mieloma. En este sentido, la epoetina o sus análogos son administraodos para mejorar los niveles de hemoglobina en los pacientes que tienen anemia persistente. Los bisfosfonatos son empleados como coadyuvantes en los pacientes con mieloma que tienen problemas óseos. Igualmente, el uso de altas dosis de gammaglobulina puede ser requerido en pacientes con infecciones agudas y severas recurrentes. Por otro lado, los factores de crecimiento de colonias, como el GM-CSF, pueden ayudar a mejorar el recuento de glóbulos blancos en un esfuerzo por evitar complicaciones infecciosas.

Las recaídas que ocurren tras 1-3 años de haberse producido una primera remisión, son un problema frecuente en el mieloma. Aunque el inteferón alfa o la prednisona en el tratamiento de mantenimiento pueden ser útiles para prolongar el período de remisión inicial, la recaída que sobreviene inevitablemente, requiere una reinducción con quimioterapia. Si ocurre una recaída después de una remisión de por lo menos 6 meses a un año, la primera estrategia es reutilizar la terapéutica que ha producido la remisión la primera vez. Aproximadamente el 50% de los pacientes alcanzarán la remisión. Esto ocurre especialmente en los pacientes en remisión de más de un año, tras la inducción inicial. Si la remisión ha durado menos de 6 meses, se deben utilizar algunas terapias alternativas. Éste también es el caso para la recaída que ha ocurrido después de la segunda o tercera vez que se utilizó el esquema inicial. Si la recaída es sistémica, el uso de la dexametasona, sola o asociada a un derivado de talidomida puede ser útil para controlar la enfermedad durante algún tiempo.

ACCIÓN Y MECANISMO

La pomalidomida es un agente antitumoral análogo de la talidomida, con propiedades inmunomoduladoras y antiangiogénicas. Ha sido autorizada para el tratamiento en combinación con dexametasona de pacientes adultos con mieloma múltiple resistente al tratamiento o recidivante que hayan recibido al menos dos tratamientos previos, incluyendo lenalidomida y bortezomib, y que hayan experimentado una progresión de la enfermedad en el último tratamiento.

La pomalidomida induce la apoptosis a través de la caspasa-8, inhibe la angiogénesis, modula la secreción de diversas citocinas y obstaculiza las interacciones entre estroma y células de mieloma. La proteína cereblon (CRBN) ha sido identificada como diana farmacológica para la talidomida y sus análogos, asociándose una baja expresión de CRBN con la resistencia a estos fármacos en mieloma. La CRBN interacciona con el factor 4 regulador de interferón, que desempeña un papel crucial en la supervivencia de las células de mieloma (Jurczyszyn, 2014).

El fármaco incrementa la proliferación de linfocitos T (ranto CD4 como CD8) y de células NK (natural killers), así como la expresión de diversas moléculas coestimuladoras, como CD28. Inhibe la producción de diversas citocinas proinflamatorias (Factor de Necrosis Tumoral α [TNFα] y las interleucinas IL-1β, IL-6 e IL-12), incrementando la de otras otras citocinas de carácter antiinflamatorio (IL-10). Aumenta, asimismo, la producción de interferón gamma (IFNγ) e IL-2.

La pomalidomida ha mostrado inhibir el crecimiento tumoral de células resistentes a otros fármacos antineoplásicos, incluyendo la lenalidomida.

ASPECTOS MOLECULARES

La pomalidomida es un análogo estructural de la talidomida y de la pomalidomida, aunque más potente que estos últimos. Químicamente, corresponde a la (RS)4-amino-2-(2,6-dioxopiperidin-3-il)isoindol-1,3-diona. Este tipo de fármacos está emparentados química y farmacológicamente con los antiepilépticos e hipnóticos de tipo ureídico (hidantoínas, barbitúricos, etc.).

La talidomida tiene dos enantiómeros (fruto del carbono asimétrico en la posición 3 del anillo de piperidindiona, que conecta con el anillo indólico). El enatiómero (S) es intensamente teratógeno en seres humanos, mientras que el (R) es el responsable de sus acciones farmacológicas hipnótico-sedantes. El problema no se resuelve utilizando solo el enantiómero (R), ya que ambos enantiómeros sufren fácilmente procesos de interconversión en condiciones fisiológicas, por lo que su

Pomalidomida_01

uso por mujeres embarazadas (especialmente durante el primer trimestre) representa un peligro cierto, como lo atestigua tristemente el amplio y devastador historial de malformaciones congénitas que ha dejado especialmente en Europa.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas de la pomalidomida han sido adecuadamente contrastadas para la indicación autorizada mediante un ensayo clínico principal de fase III (MM-03; San Miguel, 2013), multicéntrico, multinacional (Australia, Canadá, Estados Unidos, Europa y Rusia, abierto y aleatorizado, en el que se compararó la administración de un régimen de pomalidomida (oral: 4 mg/día, días 1 a 21 de cada ciclo de 28) asociada con dexametasona en dosis bajas (oral: 40 mg, días 1, 8, 15 y 22, de cada ciclo de 28), frente a dexametasona sola en dosis altas (oral: 40 mg, días 1 a 4, 9 a 12 y 17 a 20, de cada ciclo de 28). Se seleccionaron a 455 pacientes diagnosticados de melanoma múltiple con enfermedad mensurable (proteína M sérica ≥ 500 mg/dL o en orina ≥ 200 mg/24 h) que fuese refractaria o refractaria-recidivante tras dos tratamientos al menos, incluyendo a lenalidomida y bortezomib. Los pacientes tenían una mediana de edad de 64 años (35-87), siendo el 46% de ellos mayores de 65 años y el 8% mayores de 75; el 60% eran varones, el 79% de raza caucásica y en cuanto a los antecedentes terepéuticos, el 92% era refractario a lenalidomida, el 78% a bortezomib y el 72% a ambos.

Como variable primaria de eficacia se estableció mediana de la supervivencia libre de progresión tumoral (tiempo transcurrido desde la primera dosis hasta la constatación de progresión de la enfermedad o muerte del paciente); como variables secundarias se determinaron, entre otras, la supervivencia global (tiempo hasta la muerte del paciente, por cualquier causa), la tasa de respuesta objetiva (parcial y completa), tiempo hasta la progresión tumoral y la duración de la respuesta.

Los resultados obtenidos mostraron unos valores medianos de supervivencia libre de progresión tumoral de 15,7 semanas (IC95% 13,0 a 20,1) vs. 8,0 (IC95% 7,0 a 9,0), con una reducción de la tasa de riesgo del 55% (HR: 0,45; IC95% 0,35 a 0,59; p< 0,0001). La supervivencia global no pudo ser establecida completamente por la insuficiente duración del seguimiento (IC95% 48,5 semanas a no determinado) para la combinación de pomalidomida-dexametasona, pero fue significativamente mayor que con dexametasona en altas dosis (HR: 0,53; IC95% 0,37 a 0,74; p< 0,0001), que fue de 34,0 semanas (IC95% 23,4 a 39,9); por su parte, las tasas de respuesta objetiva fueron del 15,2% vs. 3,3%. No se observaron diferencias significativas (P= 0,565) en el tiempo hasta respuesta (en los respondedores): 8,1 (IC95% 4,0 a 24,2) vs. 7,9 (IC95% 4,1 a 24,1).

En cuanto a la seguridad, la pomalidomida asociada a la dexametasona en dosis menores mostró un perfil toxicológico complejo, con eventos adversos frecuentes y graves, aunque con una incidencia similar a la de la dexametasona en dosis altas; en este sentido, el 78% vs. 76% de los pacientes mostraron eventos adversos de grado 3-4. Entre ellos, la incidencia de eventos adversos hematológicos fue especialmente marcada: neutropenia (42% vs. 15%), anemia (27% vs. 29%) y trombocitopenia (21% vs. 24%); otros eventos adversos graves fueron neumonía (9,0% vs. 7,4%), dolor óseo (6,3% vs. 2,7%), fatiga (4,7% vs. 4,7%), disnea (4,7% vs. 4,7%) y fiebre (3,0% vs. 2,7%); las alteraciones bioquímicas graves fueron más comunes con la dexametasona en altas dosis: hiperglucemia (3,0%  vs. 6,7%) e hipercalcemia (3,7% vs. 5,4%). El 5% vs. 4% de los pacientes con al menos un evento adverso relacionado con el tratamiento suspendieron el tratamiento por este motivo. La incidencia de eventos adversos con deslace fatal fue del 5% vs. 4%.

ASPECTOS INNOVADORES

La pomalidomida es un agente antitumoral análogo de talidomida y lenalidomida, con propiedades inmunomoduladoras y antiangiogénicas. Ha sido autorizada para el tratamiento en combinación con dexametasona de pacientes adultos con mieloma múltiple resistente al tratamiento o recidivante que hayan recibido al menos dos tratamientos previos, incluyendo lenalidomida y bortezomib, y que hayan experimentado una progresión de la enfermedad en el último tratamiento. Dada la condición de enfermedad rara que tiene el mieloma múltiple, la pomalidomida fue designada como medicamento huérfano.

El ensayo clínico pivotal en el que se fundamenta su autorización por la EMA y la FDA es metodológicamente consistente y sus conclusiones estadística y clínicamente robustas, lo que resulta especialmente interesante atendiendo a la condición de medicamento huérfano. Sea como fuere, se ha establecido una diferencia estadísticamente significativa a favor de la combinación pomalidomida-dexametasona vs. dexametasona en altas dosis de casi dos meses (15,7 vs. 8,0 semanas) para la supervivencia libre de progresión tumoral, y mejoras también significativas en la supervivencia global. Aunque los datos numéricos no son obviamente espectaculares, una mejora de estas características debe valorarse favorablemente teniendo en cuenta que se ha conseguido en pacientes con refractarios o refractarios y recidivantes tras al menos dos tratamientos previos, en los que se incluía bortezomib y lenalidomida, considerados como piezas clave en el tratamiento del mieloma múltiple.

Su perfil toxicológico – sin olvidar la teratogenicidad heredada de la talidomida – es importante, aunque es preciso relativizarlo en el contexto de la enfermedad neoplásica avanzada en la que se utiliza y, además, considerando que la dexametasona que acompaña a la pomalidomida en su indicación contribuye en buena manera a dicho perfil toxicológico. En cualquier caso, es particularmente importante la toxicidad hematológica (neutropenia, especialmente), aunque comparativamente la pomalidomida produce menos neuropatía que la talidomida y menos tromboembolismo que la lenalidomida.

Los datos tanto in vitro como clínicos muestran que la pomalidomida presenta una actividad antimielomatosa mayor que la talidomida y la lenalidomida, con un perfil toxicológico similar o incluso algo más favorable. La importancia de este hecho viene reflejada por la circunstancia de que tanto la FDA como la EMA utilizaron un sistema acelerado de autorización, al considerar que la pomalidomida podría constituirse en referencia terapéutica en estos cuadros avanzadas y multirresistentes de mieloma, tradicionalmente con muy mal pronóstico (Offidani, 2014). En este sentido, a pesar de las mejoras incorporadas en el tratamiento del mieloma, especialmente con el bortezomib y la lenalidomida (tras la talidomida), la mayoría de los casos acaban por hacerse resistentes y, por ello, la llegada de la pomalidomida puede considerarse un cierto avance en este campo, al haber mostrado eficacia sobre dichos cuadros resistentes (Mark, 2014). Así y todo, la magnitud global de la respuesta – y el lado oscuro  de su toxicidad – no permite considerar a la pomalidomida como un avance sustancial en este campo, aunque sí viene a aportar alguna mejora en relación a sus antecedentes (talidomida y lenalidomida).

BIBLIOGRAFIA

  • Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Bot PLUS WEB. https://botplusweb.portalfarma.com/
  • Cuéllar Rodríguez S. Bendamustina (Levact®) en leukemia linfocítica crónica, linfoma no-Hodgkin y mieloma múltiple. Panorama Actual Med. 2011; 35(344): 499-513.
  • European Medicines Agency (EMA). Imnovid®. European Public Assessment Report (EPAR). EMA/540982/2013; EMEA/H/C/002682.  http://www.ema.europa.eu/.
  • Jurczyszyn A, Legieć W, Helbig G, Hus M, Kyrcz-Krzemień S, Skotnicki AB. New drugs in multiple myeloma – role of carfilzomib and pomalidomide. Contemp Oncol (Pozn). 2014; 18(1): 17-21. DOI: 10.5114/wo.2014.40175
  • Mark TM, Coleman M, Niesvizky R. Preclinical and clinical results with pomalidomide in the treatment of relapsed/refractory multiple myeloma. Leuk Res. 2014; 38(5): 517-24. doi: 10.1016/j.leukres.2014.02.008.
  • Novelli Canales S, García Cadenas I. Terapéutica farmacológica de los cánceres hematológicos. En: Terapéutica farmacológica de los trastornos neoplásicos e inmunológicos. Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Madrid; 2011. p. 189-220.
  • Offidani M, Corvatta L, Caraffa P, Leoni P, Pautasso C, Larocca A, Palumbo A. Pomalidomide for the treatment of relapsed-refractory multiple myeloma: a review of biological and clinical data. Expert Rev Anticancer Ther. 2014; 14(5): 499-510. doi: 10.1586/14737140.2014.906904.
  • San Miguel J, Weisel K, Moreau P, Lacy M, Song K, Delforge M, Karlin L, Goldschmidt H, Banos A, Oriol A, Alegre A, Chen C, Cavo M, Garderet L, Ivanova V, Martinez-Lopez J, Belch A, Palumbo A, Schey S, Sonneveld P, Yu X, Sternas L, Jacques C, Zaki M, Dimopoulos M. Pomalidomide plus low-dose dexamethasone versus high-dose dexamethasone alone for patients with relapsed and refractory multiple myeloma (MM-003): a randomised, open-label, phase 3 trial. Lancet Oncol. 2013; 14(11): 1055-66. doi: 10.1016/S1470-2045(13)70380-2.
VALORACIÓN
POMALIDOMIDA IMNOVID®(Celgene)
Grupo Terapéutico (ATC): L04AX. TERAPIA ANTINEOPLÁSICA Y AGENTES INMUNOMODULADORES. Inmunosupresores: otros.
Indicaciones autorizadas: Tratamiento en combinación con dexametasona de pacientes adultos con mieloma múltiple resistente al tratamiento o recidivante que hayan recibido al menos dos tratamientos previos, incluyendo lenalidomida y bortezomib, y que hayan experimentado una progresión de la enfermedad en el último tratamiento.
VALORACIÓN GLOBAL: INNOVACIÓN moderada. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar. ♣ ♣
Novedad clínica: Mejora la eficacia clínica del tratamiento farmacológico estándar
Novedad toxicológica: Mejora el perfil toxicológico con relación a la terapia farmacológica estándar.
FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS ANTERIORMENTE EN ESPAÑA
Fármaco Medicamento® Laboratorio Año
Lenalidomida Revlimid Celgene 2007
Pomalidomida Imnovid Celgene 2014
COSTE DIRECTO DEL MEDICAMENTO
Fármaco  Dosis Coste mensual
Pomalidomida 4 mg/24 h* 9.730,15 €

* Durante 21 días, en ciclos de 28.

Afatinib giotrif® (Boehringer Ingelheim)

CÁNCER DE PULMÓN

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2014) los últimos datos disponibles (2012) indican que en España el de pulmón es el tipo de cáncer con mayor mortalidad asociada (21.487 fallecidos; 17.661 hombres y 3,826 mujeres), por delante del de colon (11.768), de mama (6.375) y próstata (6.045). De hecho, el cáncer de pulmón constituye globalmente la tercera causa de muerte, solo por detrás de las enfermedades isquémicas del corazón (34.751) y las enfermedades cerebrovasculares (29.520).

El cáncer de pulmón es diagnosticado sobre todo en personas entre los 60 y los 65 años y menos del 15% lo son en menores de 30 años. La asociación entre cáncer de pulmón y tabaquismo determina que la mayor incidencia se produzca entre los varones, que históricamente se han asociado más comúnmente con el tabaquismo, aunque la prevalencia del cáncer de pulmón (aparición de nuevos casos por año) va convergiendo paulatinamente entre ambos sexos a medida que se igualan las tasas de fumadores. Con todo, actualmente la tasa de mortalidad por cáncer de pulmón es 4,6 veces mayor entre los varones que entre las mujeres.

Sus principales causas incluyen carcinógenos, cuya exposición causa cambios acumulativos sobre el ADN celular, acumulándose progresivamente alteraciones genéticas que transforman el epitelio que reviste los bronquios del pulmón, hasta conducir a la transformación de células normales en neoplásicas. Aunque son varios los agentes etiológicos ambientales y laborales y los factores genéticos, el desarrollo del cáncer de pulmón ha ido en paralelo a la generalización del hábito de fumar. Desde el punto de vista etiopatogénico, entre fumadores de tabaco el riesgo de padecer cáncer de pulmón es 22 veces superior que entre no fumadores. En el humo del tabaco existen agentes carcinógenos entre los que cabe destacar los hidrocarburos aromáticos policíclicos, sobre todo el benzopireno, el metilcolantreno y el benzoantraceno.

Hasta el 80% de los casos de cáncer de pulmón se detectan en etapas avanzadas, donde ya sólo es posible realizar tratamientos con quimioterapia o exclusivamente tratamientos de soporte. Por ello, el pronóstico general es desfavorable, con unas tasas globales de supervivencia a un año de aproximadamente el 30%, que son del 10-11% a cinco años. No se ha podido demostrar ningún factor responsable de la susceptibilidad genética, aunque cada día existe más evidencia de la participación de factores genéticos y otros biomarcadores de susceptibilidad en la predisposición al cáncer de pulmón.

Aunque existen otros tipos de cáncer de pulmón (sarcomas, carcinoides, etc.), la inmensa mayoría de los casos de cáncer de pulmón corresponde a carcinomas, es decir, tumores malignos que nacen de células epiteliales. Tradicionalmente, los carcinomas de pulmón se dividen en dos grandes grupos, en función de la estirpe celular de donde provengan. Si se originan en las células del sistema neuroendocrino se llama cáncer de pulmón de células pequeñas o microcítico (CPM). Si el origen es el epitelio bronquial, bronquiolar o traqueal, conduce al cáncer de pulmón de células no pequeñas o no microcítico (CPNM). Esta distinción responde no sólo a criterios histológicos sino a un comportamiento clínico sustancialmente diferente entre ambas entidades. En raras ocasiones los cánceres de pulmón tienen características de los dos tipos celulares; estos cánceres se conocen como cánceres mixtos de células pequeñas/grandes.

El carcinoma indiferenciado de células pequeñas o microcítico (CPM) es el tumor pulmonar de crecimiento más rápido y de aparición de metástasis más precoces; supone el 15% de todos los casos de cáncer de pulmón. Por su parte, dentro del cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) o de células no pequeñas se pueden definir tres grandes variantes, que acumulan prácticamente el 85% de los cánceres pulmonares:

  • Carcinoma epidermoide o de células escamosas: es el más frecuente (alrededor del 31% de todos los cánceres de pulmón) y se localiza preferentemente en los bronquios principales, segmentarios o subsegmentarios. Es el más claramente relacionado con el consumo de tabaco. Comienza cerca de un bronquio central. Comúnmente se ve necrosis y cavitación en el centro del tumor. Aquellos tumores de células escamosas bien diferenciadas a menudo crecen más lentamente que los otros tipos de cáncer.
  • Adenocarcinomas: representan también cerca del 30% de todos los carcinomas de pulmón y es característica la presencia de mucosustancias. Se suelen originar en el tejido pulmonar periférico y, aunque la mayoría de los casos de adenocarcinoma de pulmón están asociados al hábito de fumar cigarrillos, sin embargo entre aquellos que nunca han fumado en sus vidas o dejaron de fumar hace varias décadas, son la forma más frecuente de cáncer de pulmón. Uno de los subtipos de adenocarcinomas, el carcinoma bronquioloalveolar (3%), se ve con más frecuencia entre mujeres que nunca han fumado y generalmente muestra grandes diferencias interindividuales en las respuestas a los tratamientos.
  • Los carcinomas de células grandes representan un 11% de todas las formas de cáncer de pulmón y son tumores que crecen con rapidez cerca de la superficie del pulmón. A menudo son células pobremente diferenciadas y tienden a metastatizar pronto.
  • El carcinoma de células gigantes y estrelladas supone apenas un 0,4% de todas las formas de cáncer de pulmón.

La estadificación del cáncer de pulmón (de I a IV) permite enfocar adecuadamente y comparar los resultados del tratamiento. Como se aprecia en la tabla 1, combina tres criterios básicos, como ocurre en otros tumores sólidos: características del tumor primario (T), afectación de ganglios linfáticos regionales (N) y existencia de metástasis a distancia (M).

El tratamiento indicado en los estadios precoces (estadios I y II) del cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) es la resección quirúrgica, sin haberse demostrado todavía beneficio con el tratamiento quimioterápico adyuvante. Sin embargo, más del 65% de los casos son diagnosticados cuando ya se encuentran en fases más avanzadas (IIIB y IV). Los estadios IIIA caracterizados por presentar afectación ganglionar mediastínica limitada son susceptibles de tratamiento quirúrgico tras la administración de un tratamiento previo adyuvante de quimioterapia, con lo que se ha mejorado la supervivencia de la resección aislada.

En los estadios IIIB tradicionalmente el tratamiento estándar es la asociación de quimioterapia y radioterapia, considerándose tradicionalmente irresecables quirúrgicamente. Sin embargo, son cada vez más los estudios que incluyen a determinados pacientes en este estadio (sin derrame pleural ni afectación ganglionar extensa) para recibir tratamiento preoperatorio quimiorradioterápico o quimioterápico solo, y en caso de buenas respuestas podrían pasar a ser resecables. Con todo, prácticamente ningún paciente en fase IIIB o IV llega a curarse, por lo que el objetivo del tratamiento es, por el momento, solo paliativo. A pesar de ello, la introducción de los complejos de platino supuso un significativo incremento de los tiempos de supervivencia y de la calidad de vida de estos pacientes.

Es importante tener en cuenta que la afectación lin-fática determina un peor pronóstico. La supervivencia se va reduciendo de forma significativa según avanza la evolución del tumor y oscila entre cinco años para un estadio inicial (IA) y menos de seis meses para un estadio final (IV). Por otra parte, si se atiende al grado de diferenciación celular, los tumores que contienen células más inma-duras son los que tienen un peor pronóstico. Globalmente, en torno al 20% de los pacientes con cáncer no microcítico de pulmón siguen vivos a los cinco años del diagnóstico.

El tratamiento quimioterápico estándar de primera línea para el CPNM consiste en la monoterapia con complejos de platino (cisplatino, carboplatino, oxaliplatino), que tienen tasas de respuesta objetiva del 15-32%, con medianas de 3-6 meses para la supervivencia libre de progresión tumoral y de 8-12 meses para la supervivencia global. En caso de progresión, la segunda línea estándar de quimioterapia del CPNM avanzado consiste en monoterapia con taxanos (paclitaxel, docetaxel) o con pemetrexed, con tasas de respuesta objetiva de menos del 10% y medianas de 3 meses para la supervivencia libre de progresión tumoral y de 8 meses para la supervivencia global. Otros fármacos antineoplásicos utilizados en segunda línea son la gemcitabina y la vinorelbina.

Tabla 1. estadificación del cáncer de pulmón
  t n0 n1 n2 n3
Tumor ≤ 2 cm en su mayor diámetro T1a IA IIA IIIA IIIB
Tumor > 2 cm pero ≤ 3 cm en su mayor diámetro T1b IA IIA IIIA IIIB
Tumor > 3 cm pero ≤ 5 cm en su mayor diámetro T2a IB IIA IIIA IIIB
Tumor >5 cm pero ≤ 7 cm en su mayor diámetro T2b IIA IIB IIIA IIIB
Tumor > 7 cm o de cualquier tamaño que invada directamente cualquiera de las siguientes estructuras: pared torácica, diafragma, nervio frénico, pleura mediastínica, pericardio parietal; o un tumor a menos de 2 cm de la carina principal pero sin invadirla; o asociado a atelectasia o neumonitis obstructiva del pulmón entero o existencia de nódulo(s) del tumor primario, en su mismo lóbulo T3 IIB IIIA IIIA IIIB
Tumor de cualquier tamaño que invade cualquiera de las siguientes estructuras: mediastino, corazón, grandes vasos, tráquea, nervio recurrente laríngeo, esófago, cuerpo vertebral, carina; o existencia de nódulo(s) tumorale(s) separado(s) del tumor primario, en un lóbulo diferente del pulmón homolateral T4 IIIA IIIA IIIB IIIB
Existencia de nódulo(s) tumorale(s) separado(s) del tumor primario, en un lóbulo del pulmón contralateral; tumor con nódulos pleurales o derrame pleural (o pericárdico) maligno M1a IV IV IV IV
Existen metástasis a distancia M1b IV IV IV IV
N: afectación ganglionar; N0: sin afectación ganglionar; N1: metástasis en los ganglios peribronquiales y/o hilares ipsilaterales, incluyendo la extensión directa; N2: metástasis en los ganglios mediastínicos ipsilaterales y/o subcarinales; N3: metástasis en los ganglios mediastínicos contralaterales, escalénicos o supraclaviculares (ipsi/contralaterales); T: tamaño

Hay varios inhibidores de tirosina cinasas (TKI) autorizados para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) localmente avanzado o metastásico son erlotinib y gefitinib, cuyas tasas objetivas de respuestas son en pacientes sin selección de mutaciones oncogénicas bastante discretas (tasas de respuesta objetiva menores del 10% y medianas de poco más de dos meses para la supervivencia libre de progresión tumoral y de 7 meses para la supervivencia global). Sin embargo, cuando se emplean como primera línea en pacientes seleccionados con mutación sensibilizadora en el dominio de la tirosina cinasa del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR+) y con la ausencia de mutaciones K-RAS, se han conseguido tasas de respuesta objetiva por encima del 60% y una supervivencia libre de progresión tumoral de 9-13 meses. Además del gefitinib y del erlotinib, posteriormente fue comercializado en España otro TKI para el cáncer de pulmón no microcítico, el crizotinib, aunque en este caso la indicación difiere al tratarse de cuadros con marcador positivo para la cinasa del linfoma anaplásico (ALK) previamente tratados.

Sin duda, los inhibidores de tirosina cinasas (TKI, tirosin kinase inhibitors; los “inib”, cuya cabeza de línea es el imatinib) están alcanzando cada vez mayor proyección en diferentes tipos de cáncer, también en el de pulmón. Existen múltiples isoformas de tirosina cinasa, algunas de las cuales están implicadas en procesos de proliferación, angiogénesis y metástasis tumoral en diferentes formas de cáncer. En este sentido, cabe citar a los receptores del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR), del Factor de Crecimiento Endolial Vascular (VEGFR), del Factor Estimulante de Colonias de tipo 1 (CSF-1R), del Factor Neurotrófico Derivado de Células Gliales (GDNF)1, etc.

El EGFR es probablemente el tipo de proteína cinasa mejor estudiada hasta ahora en oncología. Se trata de una proteína enzimática que actúa como reguladora de diversas funciones celulares especialmente implicadas en el crecimiento celular neoplásico, tanto en lo que se refiere a la proliferación, supervivencia, reparación, adhesión, migración y angiogénesis; de ahí, que se haya convertido en un objetivo terapéutico de primer orden. Los ligandos específicos del EGFR son el propio EGF (Factor de Crecimiento Epidérmico) y otros péptidos relacionados con éste, entre los que cabe incluir el Factor de Crecimiento Transformante alfa (TGF-a) y la amfiregulina, entre otros. Tanto el EGF como el TGF-a son capaces de desencadenar, tras su acción sobre el EGFR, una serie de eventos citoquímicos necesarios para continuar con el ciclo de división celular.

El EGFR forma parte de una familia bioquímica de receptores denominada erbB, formada por cuatro receptores (Human Epidermic Receptor, HER): EGFR (HER-1, erbB1, c-erbB),  HER-2 (erbB2/neu), HER-3 (erbB3) y HER-4 (erbB4), que en condiciones normales se encuentran en la membrana de la célula.  Las anomalías en el EGFR están involucradas en el complicado proceso de carcinogénesis que incluye entre otras la proliferación celular incontrolada, la migración celular, invasión del estroma, angiogénesis y resistencia a la apoptosis. Los erbB están presentes en células de otros tumores sólidos; en este sentido, se detecta en el 40-80% de los cánceres no microcíticos de pulmón, en el 95-100% de los cánceres de cabeza y cuello, en el 40-50% del cáncer renal, en el 25-80% de los tumores colorrectales y en el 25-35% de los cánceres de mama, en este caso, específicamente como HER2/neu.

La determinación de marcadores moleculares puede permitir una acción antitumoral más selectiva y, por tanto, mejorar la respuesta terapéutica del cáncer de pulmón no microcítico. Así, al considerar las mutaciones específicas del receptor del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), la utilización de erlotinib y de gefitinib mejora notablemente los resultados en este tipo de cáncer. Igualmente, la presencia de una traslocación en el gen que codifica la cinasa asociada al linfoma anaplásico (ALK) ha sido identificada como un marcador biológico potencialmente útil para el tratamiento selectivo de determinados inhibidores de tirosina cinasas, como es el caso del crizotinib (Cuéllar, 2014).

ACCIÓN Y MECANISMO

El afatinib es un agente antineoplásico, que actúa inhibiendo de forma potente, irreversible y selectiva determinadas proteína cinasas implicadas en la proliferación celular tumoral, en particular las cinasas que forman parte de los receptores de la familia ErbB, la cual está formada por varios receptores (Human Epidermic Receptor, HER), entre ellos el Receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR, también denominado HER-1, erbB1 o c-erbB). Atendiendo a estas características farmacodinámicas y a los datos clínicos disponibles, ha sido autorizado para el tratamiento en monoterapia de adultos naïve a inhibidores de tirosina cinasa (TKI) del Receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR) con cáncer de pulmón no microcítico localmente avanzado o metastásico, con mutaciones activadoras del EGFR.

Las anomalías en el EGFR están involucradas en el complicado proceso de carcinogénesis que incluye entre otras la proliferación celular incontrolada, la migración celular, invasión del estroma, angiogénesis y resistencia a la apoptosis. Los erbB están presentes en células de diversos tumores sólidos; en este sentido, se detecta en el 40-80% de los cánceres no microcíticos de pulmón. Los ligandos específicos del EGFR son el propio EGF (Factor de Crecimiento Epidérmico) y otros péptidos relacionados con éste, entre los que cabe incluir el Factor de Crecimiento Transformante alfa (TGF-a) y la amfiregulina, entre otros. Tanto el EGF como el TGF-a son capaces de desencadenar, tras su acción sobre el EGFR, una serie de eventos citoquímicos necesarios para continuar con el ciclo de división celular.

Las vías de señalización aberrantes del ErbB desencadenadas por mutaciones del receptor, por amplificación o por sobreexpresión de ligandos del receptor son las que contribuyen al comportamiento tumoral de las células implicadas, dando lugar a diferentes subtipos moleculares de cáncer de pulmón. En este sentido, son especialmente sensibles al afatinib los receptores ErbB que presentan las mutaciones Del19, L858R, G719X  y L861Q. Es activo frente también frente a cinasas con mutaciones T790M y T854A, causantes de resistencia tumoral a los inhibidores reversibles de cinasas erlotinib y gefitinib.

ASPECTOS MOLECULARES

El afatinib está estrechamente relacionado farmacológicamente con otros miembros de la serie de inhibidores de  proteína cinasas, aunque se aprecia una cierta diversidad estructural entre ellos. Químicamente se trata de la (2E)-N-[4-(3-cloro-4-fluoroanilino)-7-{[(3S)-oxolan-3-il]oxi}quinoxazolin-6-il]-4-(dimetilamino)but-2-enamida. 

El afatinib se une de forma covalente a los restos de lisina de las proteínas, lo que facilita su acción específica antitumoral,

Afatinib_01

pero también incrementa la persistencia del fármaco en el organismo, lo que puede complicar la seguridad del mismo.

Se han desarrollado modelos moleculares de relación estructura-actividad para este grupo de sustancias, con el fin de predecir las interacciones estéricas y electrónicas, facilitando la selección de aquellas estructuras con un mayor potencial inhibitorio selectivo sobre las diversas proteína cinasa conocidas e implicadas en mecanismos tumorales específicos.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y seguridad clínicas del afatinib en las indicación autorizada han sido adecuadamente contrastadas mediante dos ensayos clínicos principales de fase III aleatorizadas y abiertos, comparando afatinib frente a quimioterapia convencional, en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico en estadio avanzado o metastásico (IIIb/IV).

En el primero de estos estudios (LUX-Lung-3; Sequist, 2013) se seleccionaron un total de 345 pacientes con adenocarcinoma de pulmón confirmado2, mutación de EGFR y una esperanza de vida de al menos tres meses, que no hubieran sido tratados anteriormente (naïve) con inhibidores de tirosina cinasa (TKI) y sin metástasis cerebrales activas. El 35% eran varones, la mediana de edad era de 60,3 años (un 61% tenían menos de 65), un 72% eran asiáticos y un 26% caucásicos; un 68% no habían sido fumadores, la mediana del índice de masa corporal (IMC) era de 23,6. Un 11% estaban en estadio IIIb y el restante 89% en estadio IV; en cuanto a las mutaciones del EGFR, un 40% presentaban la L858R, un 49% la Del-19 y el restanto 11% tenían otras.

Los pacientes fueron aleatoriamente asignados a uno de los dos grupos paralelos de tratamiento. En el primero se administró afantinib por vía oral, en dosis de 40 mg/12 h durante el primer ciclo de 21 días, pudiendo subir a 50 mg/24 h en los siguientes, salvo que se manifestasen eventos adversos de intensidad moderada o grave (diarrea, mucositis o alteraciones dermatológicas de grado ≥2), en cuyo caso se mantuvo la dosis inicial hasta el final del tratamiento. En el segundo grupo se les administró mediante infusión IV pemetrexed (500 mg/m2) seguido de cisplatino (75 mg/m2) el día 1 de cada ciclo de 21, durante un conjunto planificado de 6 ciclos.

Como variable primaria de eficacia se estableció la mediana de la duración de la supervivencia libre de progresión tumoral (tiempo transcurrido desde la primera dosis de tratamiento hasta la progresión tumoral constatada o la muerte del paciente, lo que primero sucediese). Como variables secundarias se utilizaron, entre otras, la tasa de respuesta objetiva tumoral (respuestas completas y parciales) y la supervivencia global (mediante de tiempo transcurrido desde la primera dosis de tratamiento hasta la muerte del paciente).

Los resultados mostraron un valor mediano de la supervivencia libre de progresión tumoral de 11,1 meses (9,63-13,63) con afatinib vs. 6,9 (5,39-8,25) con la quimioterapia, con una reducción de la tasa de riesgo del 42% (HR= 0,58; IC95% 0,43 a 0,78; p= 0,0004); a los 12 meses, la tasa de pacientes libres de progresión tumoral era del 46,5% vs. 22,0%. En cuanto a la tasa de respuesta tumoral objetiva, fue del 56,1% (49,4-62,6%) vs. 22,6% (15,3-31,3%) (HR= 4,66; IC95% 2,77 a 7,83; p< 0,0004). No se pudieron establecer los valores de la supervivencia global, debido a que na había datos suficientes para ello en la fecha de corte. En cuanto a los parámetros clínicos y de calidad de vida (Yang, 2014), el afatinib retrasó signirficativamente, en comparación con la quimioterapia, la aparición de deterioro por tos (HR= 0,60; IC95% 0,41 a 0,87; p< 0,007) y disnea (HR= 0,68; IC95% 0,50 a 0,93; p= 0,015), pero no así por dolor (HR= 0,83; IC95% 0,62 a 1,10; p= 0,19); más pacientes con afatinib (64%) experimentaron una mejoría en su índice de disnea, en comparación con la quimioterapia (50%; p= 0,01), así como mejores índices de salud global y funciones físicas y cognitivas.

Considerando el estatus genotípico tumoral, los correspondientes valores (medianas) de supervivencia libre de progresión tumoral fueron para Del-19 de 13,7 meses (11,1-16,4) con afatinib vs. 5,6 (3,1-8,2) con la quimioterapia (pemetrexed-cisplatino) (HR= 0,28; IC95% 0,18 a 0,44; p< 0,0001), pero en el caso del genotipo tumoral L858R la diferencia no alcanzó la significación estadística: 10,8 meses (8,3-13,8) vs. 8,1 (5,7-9,7) (HR= 0,73; IC95% 0,46 a 1,17; p= 0,1871). Tampoco fueron estadísticamente significativas las diferencias en este parámetro en el caso de los pacientes no asiáticos, aunque con tendencia favorable a afatinib.

En el segundo estudio (LUX-Lung-6; Wu, 2014) se seleccionaron un total de 364 pacientes asiáticos con adenocarcinoma de pulmón confirmado procedentes de 36 centros de China,Tailandia y Corea del Sur, con características similares a los del anterior estudio. Los pacientes fueron aleatoriamente asignados para recibir afantinib por vía oral, en dosis de 40 mg/12 h o gemcitabina (1 g/m2; infusión IV) los días 1 y 8 de cada ciclo de 21, y cisplatino (75 mg/m2, infusión IV) el día 1 de cada ciclo, durante un conjunto de 6 ciclos.

Los resultados mostraron un valor mediano de la supervivencia libre de progresión tumoral de 11,0 meses (9,7-13,7) con afatinib vs. 5,6 (5,1-6,7), con una reducción de la tasa de riesgo del 72% (HR= 0,28; IC95% 0,20 a 0,39; p= 0,0001); a los 12 meses, la tasa de pacientes libres de progresión tumoral era del 56% con afatinib. Las respectivas tasas de respuesta tumoral objetiva fueron del 66,9% vs. 23,0%, mientras que los valores de supervivencia global fueron prácticamente idénticos: 22,1 vs. 22,2 meses (HR= 0,95; IC95% 0,68 a 1,33; p= 0,76). Considerando el estatus genotípico tumoral, los valores de supervivencia libre de progresión tumoral fueron de 13,7 meses vs. 5,6 (HR= 0,20; p< 0,0001) para Del-19 y de 9,6 meses vs. 8,1 (HR= 0,32; p< 0,0001) para L858R.

El perfil de toxicidad mostrado por afatinib es fundamentalmente digestivo y dermatológico, lo que es congruente con su potente e irreversible efecto inhibitorio sobre las cinasas asociadas a los receptores del factor de crecimiento epidérmico (EGFR), de gran relevancia en la regulación de los epitelios. Los eventos adversos asociados al tratamiento con frecuentes y relativamente graves; entre ellos, los más relevantes y de mayor gravedad (grado ≥3) se manifiestan en el 61% de los tratados con afatinib y 57% con la quimioterapia, destacando por su mayor frecuencia: diarrea (15 vs. 2%), alteraciones en las uñas (11,8 vs. 0%), estomatitis (8,7 vs. 0,9%), exantema (5,7 vs. 0%), anorexia (4,4 vs. 3,6%), vómitos (3,5 vs. 0,9%), fatiga (3,1 vs. 13%), dermatitis acneiforme (2,6 vs. 0%) y náusea (1,3 vs. 3,6%). Un 33-57% de los pacientes tratados con afatinib requirieron una reducción o modificación de la posología, y un 9,6-14% descontinuaron el tratamiento por este motivo. Asimismo, un 5,7-5,9% presentaron eventos adversos con desenlace fatal.

ASPECTOS INNOVADORES

El afatinib es un antineoplásico que actúa inhibiendo de forma potente, irreversible y selectiva determinadas proteína cinasas implicadas en la proliferación celular tumoral, en particular las cinasas que forman parte de los receptores de la familia ErbB y, en particular, el EGFR o receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR, HER-1, erbB1, c-erbB). Ha sido autorizado para el tratamiento en monoterapia de adultos naïve a inhibidores de tirosina cinasa (TKI) del Receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR) con cáncer de pulmón no microcítico localmente avanzado o metastásico, con mutaciones activadoras del EGFR.

Los ensayos clínicos disponibles permiten afirmar que el fármaco es capaz de retrasar significativamente la progresión tumoral en estos pacientes, al menos en comparación con la quimioterapia estándar, con valores medianos de 11,1 frente a 5,6-5,9 meses. La principal diferencia se aprecia en los pacientes con genotipo tumoral Del-19 (13,7 vs. 5,6 meses), mientras que para L858R la diferencia es menor (9,6-10,8 vs. 5,6-8,1) hasta el punto de que en uno de los estudios no alcanza la significación estadística (aunque con una evidente tendencia); en el caso de otras mutaciones los resultados son poco consistentes. Tampoco alcanza significación estadística la diferencia entre ambos tratamientos en el caso de pacientes no asiáticos (mayoritariamente caucásicos).

El perfil de toxicidad mostrado por afatinib es fundamentalmente digestivo y dermatológico, lo que es congruente con su potente e irreversible efecto inhibitorio sobre las cinasas asociadas al EGFR, de gran relevancia en la regulación de los epitelios. Los eventos adversos asociados al tratamiento con frecuentes y relativamente graves; entre ellos, los más relevantes y de mayor gravedad son diarrea, alteraciones en las uñas, estomatitis, exantemia, anorexia, vómitos, fatiga, dermatitis acneiforme y náusea.

No se dispone de estudios directamente comparativos con otros inhibidores de tirosina cinasas (TKI) en pacientes naïve con cáncer de pulmón no microcítico, pero sí pueden hacerse algunas comparaciones indirectas. No obstante, conviene recordar que este tipo de comparaciones son meramente cualitativas, nunca valorables en términos clínicos cuantitativos, por múltiples y relevantes motivos (inequivalencia de las poblaciones estudiadas, diferencias en la duración del tratamiento y en el tipo e intensidad de los tratamientos coadyuvantes, etc.). En este sentido, comparando los datos clínicos descritos de afatinib frente a los registrado con erlotinib y gefitinib (EMA, 2013) en tratamiento de primera línea, la supervivencia libre de progresión tumoral es de 11,1 meses con afatibib vs. 9,5 con gefitinib (G) y 9,7 con erlotinib, con porcentajes a los 12 meses del 50% (47-56), 38% y 40%, respectivamente; la supervivencia global (teniendo en cuenta que los valores disponibles para afantinib son aún incompletos) son de 26 meses (22,1-28,1), frente a 21,6 con genitinib y 19,3 con erlotinib. Basado en estas mismas comparaciones indirectas, el perfil toxicológico del afatinib está en línea con el de los otros TKI utilizados en la misma indicación.

Además del gefitinib y del erlotinib, recientemente ha sido comercializado en España otro TKI para el cáncer de pulmón no microcítico, el crizotinib, aunque en este caso la indicación difiere al tratarse de cuadros con marcador positivo para la cinasa del linfoma anaplásico (ALK), y además previamente tratados.

En definitiva, los resultados obtenidos hasta ahora parecen indicar que, en términos de retraso de la progresión tumoral, afatonib mejora los conseguidos con la quimioterapia estándar y parecen ser también algo mejores que los de erlotinib y gefitinib, aunque – como es obvio – las comparaciones indirectas son cuestionables; con todo, afatinib ha demostrado inhibir in vitro a cinasas con las mutaciones T790M y T854A, causantes de resistencia tumoral a los inhibidores reversibles de cinasas erlotinib y gefitinib.

Sea como fuere, no se aprecia ninguna mejora demostrable con afatinib en términos de supervivencia global, comparación con otros inhibidores de tirosina cinasas (TKI) o incluso la quimioterapia estándar, lo que viene a reafirmar el papel que, al menos por el momento, se suele reservar a la mayoría de los miembros de esta serie: retrasar la progresión tumoral y mejorar la calidad de vida de los pacientes, más que incrementar la duración total de la vida de estos. En este sentido, las mutaciones específicas del EGFR (o de otras cinasas asociadas a receptores) parecen constituir biomarcadores predictivos del beneficio terapéutico de los TKI (al menos en términos de retraso de la progresión tumoral), lo que justifica la necesidad de determinar el genotipo tumoral previamente al uso de estos fármacos en cáncer de pulmón no microcítico y, posiblemente, en otras indicaciones donde se emplean (Lee, 2013).

BIBLIOGRAFIA

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  • Wu YL, Zhou C, Hu CP, Feng J, Lu S, Huang Y, Li W, Hou M, Shi JH, Lee KY, Xu CR, Massey D, Kim M, Shi Y, Geater SL. Afatinib versus cisplatin plus gemcitabine for first-line treatment of Asian patients with advanced non-small-cell lung cancer harbouring EGFR mutations (LUX-Lung 6): an open-label, randomised phase 3 trial. Lancet Oncol. 2014; 15: 213-22. doi: 10.1016/S1470-2045(13)70604-1.
VALORACIÓN
AFATINIB GIOTRIF®(Boehringer Ingelheim)
Grupo Terapéutico (ATC): L01XE. TERAPIA ANTINEOPLÁSICA Y AGENTES INMUNOMODULADORES. Otros citostáticos: inhibidores directos de la proteína cinasa.
Indicaciones autorizadas: Tratamiento en monoterapia de adultos naïve a inhibidores de tirosina cinasa (TKI) del Receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR) con cáncer de pulmón no microcítico localmente avanzado o metastásico, con mutaciones activadoras del EGFR.
VALORACIÓN GLOBAL: INNOVACIÓN moderada. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la

 

terapéutica estándar.

♣ ♣
Novedad clínica: Mejora la eficacia clínica del tratamiento farmacológico estándar
COSTE DIRECTO DEL MEDICAMENTO
Fármaco  Dosis Coste diario
Afatinib 40 mg/24 h 72,98 €
Erlotinib 150 mg/24 h 72,84 €
Gefitinib 250 mg/24 h 72,84 €

1. El factor neurotrófico derivado de células gliales (GDNF) es una proteína que promueve la supervivencia de muchos tipos de neuronas. La forma madura de la proteína es un ligando para el producto del protooncogén RET.

2. Con efusión pleural o pericárdica confirmada por citología.

Linaclotida constella® (Almirall)

SÍNDROME DEL INTESTINO IRRITABLE

De acuerdo con los términos del consenso Roma III (2006), se define al síndrome del intestino irritable como la percepción de dolor o malestar abdominal recurrente, que ha afectado al paciente al menos tres días al mes durante los últimos tres meses, acompañado de dos o más de las siguientes características:

  • Mejora con la defecación
  • Asociado a cambios en la frecuencia de defecación
  • Asociado a cambios en la forma/aspecto de las heces

El diagnóstico requiere además que las molestias tengan una antigüedad de al menos 6 meses. Otros síntomas no incluidos en la definición pero que suelen presentarse son: menos de cuatro defecaciones por semana o más de tres diarias, forma anormal de las heces, urgencia fecal, esfuerzo defecatorio, sensación de evacuación incompleta, heces mucosas e hinchazón. En resumen, el síndrome del intestino irritable consiste en una combinación de dolor o molestias abdominales asociado a alteraciones persistentes en los hábitos defecatorios, enmarcándose dentro de las llamadas enfermedades funcionales, para distinguirlas de las orgánicas en las que existe un sustrato objetivable (Zarzuelo, 2013).

La prevalencia de esta patología muy considerable, estimándose en un 5-20% de la población general, y está considerada como una de las causas principales de consulta a especialistas en gastroenterología. Existe una cierta preponderancia de las mujeres, pero no parece haber diferencias en cuanto a la edad.

Se han establecido 3 tipos de síndrome del intestino irritable (SII), según se presente con episodios de diarrea (SII-D), de estreñimiento (SII-E) o con alternancia de uno y otro (SII mixto o SIIM). En los tres casos existen además otros síntomas y signos, tales como molestias y dolores abdominales, sensación de hinchazón, presencia de mucosidad en heces, sensación de evacuación incompleta, etc. Es frecuente la presencia de problemas psicológicos de tipo ansioso o depresivo, estrés o cansancio crónico, cuya intensidad y relevancia clínica es variable; en cualquier caso, en un número sustancial de pacientes se produce un empeoramiento de su calidad de vida.

La etiología del SII es desconocida, aunque se han podido constatar varios aspectos fisiopatogénicos relevantes:

  • Importancia de la inflamación. Aunque el SII no está asociado a una manifiesta inflamación del intestino, parece haber un pequeño grado infiltración leucocitaria, al menos en un subgrupo de pacientes; el número de mastocitos tiende a estar aumentado, potencialmente desencadenado por el estrés. Esta mínima inflamación puede producir alteraciones en el sistema nervioso entérico.
  • Vías serotoninérgicas. En la forma diarreica del síndrome (SII-D) se produce un aumento de los niveles intestinales de serotonina después de las comidas, lo que se ha relacionado con la sintomatología. También se ha constatado que, en general, los pacientes de SII tienen niveles menores del transportador implicado en la recaptación de serotonina, lo que podría traducirse en una alteración de la señalización a este nivel.
  • Comorbilidades. El SII se asocia con frecuencia a enfermedades de tipo funcional, como la fibromialgia, o psiquiátricas, como la depresión o trastornos de la ansiedad.
  • Alteraciones en la sensibilidad visceral. Los pacientes presentan comúnmente un umbral más bajo de respuesta a estímulos dirigidos a las terminales sensitivas viscerales. Este descenso del umbral de respuesta se traduciría en principio en el desencadenamiento de fenómenos de motilidad con mayor frecuencia que en los individuos sanos.
  • Episodios infecciosos. Aproximadamente, en el 10% de los pacientes se cree que el SII procede de un episodio infeccioso gastrointestinal. En este sentido, algunos autores propugnan la existencia de un SII postinfeccioso, con características diferenciadas del SII genérico, fundamentalmente por tener un comienzo perfectamente identificable, ser de tipo predominantemente diarreico y presentar mejor respuesta al tratamiento.

Fisiológicamente, el mecanismo de producción de los movimientos peristálticos se inicia mediante el estímulo que produce el bolo sobre receptores en la mucosa digestiva representados por células enterocromafines que liberan serotonina (5-HT). La serotonina liberada excita la neurona aferente primaria que se encuentra en los plexos mientéricos, que luego se comunica con interneuronas ascendentes y descendentes motoras que regulan la vía refleja responsable del movimiento peristáltico, mediante la producción de un estímulo contráctil del músculo liso circular del intestino en el extremo proximal al bolo (por liberación de acetilcolina) y de un estímulo de relajación del extremo distal al mismo.

El principal neurotransmisor excitatorio de las neuronas motoras del plexo mientérico es la acetilcolina, mientras que el principal neurotransmisor inhibitorio es el óxido nítrico. A su vez, existen diversas interneuronas que producen reflejos inhibitorios o excitatorios sobre las neuronas motoras mediante la acción de múltiples neurotransmisores, fundamentalmente dopamina y serotonina. En este sentido, la dopamina produce a nivel del plexo mientérico una supresión en la liberación de acetilcolina por las neuronas motoras actuando a través del receptor D2. Por su parte, la serotonina tiene un efecto dual sobre la neurona motora en relación al receptor sobre el que actúe. Su acción sobre receptores de tipo 5-HT3 produce un efecto similar a la dopamina con inhibición de la liberación de acetilcolina, mientras que el estímulo de receptores de tipo 5-HT4 favorece la liberación de la misma con la producción de un importante efecto procinético.

Se estima que el 95% de la serotonina del cuerpo humano está en el tracto gastrointestinal, principalmente en las células enterocromafines (90%) y el resto en las neuronas entéricas. Como se ha indicado, la serotonina tiene un papel fundamental en la regulación de la motilidad, secreción y sensibilidad del tracto gastrointestinal a través de la activación de numerosos receptores distribuidos ampliamente en los nervios entéricos y aferentes sensoriales. La serotonina se libera en la mucosa tanto en las neuronas sensoriales intrínsecas como en las extrínsecas. En las primeras, inicia reflejos peristálticos y secretorios a través de receptores 5-HT4 y las últimas modulan la sensibilidad vía receptores 5-HT3, mientras que los 5-HT4 están localizados sobre las células enterocromafines, musculares lisas, y sobre las neuronas. La liberación de serotonina por las células enterocromafines es uno de los iniciadores de la peristalsis a través de los 5-HT4 sobre los eferentes primarios (Cuéllar, 2012).

El tratamiento actual del síndrome del intestino irritable dista mucho de ser satisfactorio, puesto que su eficacia es discreta y en algunos casos los efectos adversos son considerables. Sea como fuere, el manejo actual del síndrome se basa en la combinación de cambios en el estilo de vida y el uso de algunos fármacos, en su mayoría inespecíficos.

Por regla general, el estrés tiende a perjudicar el control del síndrome, por lo que suele recomendarse adoptar, en la medida de lo posible, un estilo de vida más relajado, o bien aprender técnicas de relajación y control de la ansiedad. No obstante, el éxito de estas medidas aplicadas de forma aislada es más bien limitado, excepto tal vez en los casos más leves. Los pacientes con síndrome de tipo diarreico (SII-D) pueden mejorar con una dieta que excluya la lactosa, la cafeína y el alcohol, y cualquier otro alimento que pueda relacionarse con la diarrea. Por lo que respecta a aquellos con estreñimiento (SII-E), están indicados los alimentos ricos en fibra y el consumo de líquidos.

Hasta ahora no hay ningún medicamento autorizado específicamente para el SII. Se suele recurrir al uso de antidiarreicos y espasmolíticos en la forma diarreica del síndrome (SII-D), y laxantes o fibra en la asociada a estreñimiento (SII-E) para el control a corto plazo de los síntomas. No obstante, la eficacia de estos fármacos es modesta y el grado de evidencia clínica es limitado; en cualquier caso, deben evitarse los ciclos laxantes-antidiarreicos.

También se emplean antidepresivos de tipo tricíclico (amitriptilina, nortriptilina y desipramina) o inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (sertralina, etc.), pero tal indicación no ha sido aprobada en el síndrome del intestino irritable, aunque debido a las propiedades anticolinérgicas de los primeros y al bloqueo de la recaptación de serotonina de los segundos cabría esperar una preferencia en el SII con predominio de diarrea o estreñimiento, respectivamente; no obstante, este extremo no ha sido evaluado en ensayos clínicos específicos. Sea como fuere, estos fármacos se utilizan en dosis inferiores a las habitualmente usadas en la depresión y la relación dosis-respuesta no ha sido estudiada formalmente. Asimismo, se ha sugerido que los preparados basados en bifidobacterias o en combinaciones de probióticos podrían ser efectivos a corto plazo; no obstante, no se ha demostrado su eficacia en su uso prolongado o continuo.

Hay algunos fármacos más específicos que todavía no están comercializados en España ni en la Unión Europea, como el alosetrón, un antagonista competitivo de receptores 5-HT3 (química y farmacológicamente relacionado con ondansetrón y otros agentes antieméticos similares) que inhibe la participación de los mismos en el reflejo peristáltico, y por tanto la propulsión intestinal para el SII-D. Ha sido autorizado por la FDA de Estados Unidos (Lotronex®), pero sólo para mujeres con síndrome del intestino irritable con predominio de diarrea severa que no hayan respondido adecuadamente a la terapia convencional. Su uso, además, está limitado por el riesgo de colitis isquémica (Fashner, 2013).

ACCIÓN Y MECANISMO

La linaclotida es un péptido sintético que actúa uniéndose a los receptores de la guanilato ciclasa C (GC-C) presente en la superficie luminal del epitelio intestinal, dando lugar a un incremento intra y extracelular de guanilato-monofosfato cíclico (GMPc). Este incremento de los niveles de GMPc es capaz de provocar, a nivel extracelular, una redacción de la sensibilidad nociceptiva implicada en el dolor visceral (Hanning, 2014); en concreto, la linaclotida inhibe los nociceptores colónicos, especialmente en situaciones de hipersensibilidad visceral crónica (Castro, 2013). A nivel intracelular, provoca un aumento de la secreción celular de cloruro y de bicarbonato a la luz intestinal, a través de la activación del mecanismo regulador de la conductancia transmembranaria de la fibrosis quística (CFTR, Cystic Fibrosis Transmembrane Conductance Regulator), mediante la fosforilación dependiente de GMPc de la proteína cinasa G II (PKG II), relacionada con un incremento de la cantidad de líquido,  una aceleración refleja del tránsito intestinal y una inhibición de la absorción de fluidos en el colon. Todo ello fundamenta que la linaclotida haya sido autorizada para el tratamiento sintomático del síndrome del intestino irritable con estreñimiento entre moderado y grave en adultos.

La linaclotida tiene un metabolito activo, formado por la eliminación del aminoácido carboxi-terminal (tirosina), que equipotente con la propia linaclotida. El fármaco prácticamente no se absorbe en el tracto digestivo, motivo por el que su efecto es local (tópico) al no alcanzarse concentraciones plasmáticas significativas tras su administración oral. Sin embargo, la utilización conjunto con una dieta extragrasa puede incrementar dicha absorción y, con ello, el riesgo de efectos adversos sistémicos; por este motivo, el fármaco debe administrarse al menos media hora antes de cualquier comida.

ASPECTOS MOLECULARES

La linaclotida es un péptido sintético estructuralmente relacionado con los péptidos endógenos de la guanilina y, en particular, con la enterotoxina termoestable del Escherichia coli. Estructuralmente está formado por una cadena lineal de 14 L-aminoácidos en la que hay tres puentes disulfuro intracatenarios entre las moléculas de cisteína situadas en las posiciones 1-6, 2-10 y 5-13. La secuencia de aminoácidos de la linaclotida coincide prácticamente con la fracción carboxiterminal (aminoácidos 5 a 18) de la enterotoxina termoestable del Escherichia coli (salvo en dos aminoácidos), así como con la de otras enterotoxinas termoestables bacterianas implicadas en la producción de graves cuadros diarreicos en seres humanos y en otros mamíferos, en particular las producidas por Yersinia enterocolitica y Vibrio cholerae.

LINACLOTIDA: H2N-Cys1-Cys2-Glu3-Tyr4-Cys5-Cys6-Asn7-Pro8-Ala9-Cys10-Thr11-Gly12-Cys13-Tyr14-COOH.

ENTEROTOXINA ST(p) E. COLI: H2N-Cys1-Cys2-Glu3-Tyr4-Cys5-Cys6-Glu7-Leu8-Cys9-Cys10-Asn11-Pro12-Ala13-Cys14-Ala15-Gly16-Cys17-Tyr-COOH.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas de la linaclotida en el tratamiento sintomático del síndrome del intestino irritable con estreñimiento, han sido adecuadamente testadas mediante dos amplios ensayos clínicos de fase III con similar diseño metodológico (doblemente ciego, aleatorización, grupos paralelos y controlados con placebo), que incluyeron más de 1.600 pacientes con diagnóstico confirmado de síndrome del intestino irritable con estreñimiento, utilizando el consenso de Roma II como criterio diagnóstico. En ambos estudios se comparó la utilización por vía oral de una única dosis diaria de linaclotida (290 µg) o de placebo.

Como co-variables primaria de eficacia se utilizaron la tasa de respondedores en dolor/molestias abdominales, definiéndose como respondedor al paciente que presentase al cabo de 12 semanas una mejoría de al menos un 30% en la puntuación de la NRS (Numeric Rating Scale), y que dicha mejora se hubiera mantenido durante al menos un 50% de este periodo desde el inicio del tratamiento. La segunda co-variable primaria fue la tasa de respondedores según la Escala Likert, definiéndose como respondedor aquél con resolución completa o casi completa de los síntomas durante al menos un 50% de la duración del tratamiento.

Como variables secundarias de eficacia se analizaron, entre otras, las variaciones en la frecuencia de evacuaciones intestinales completas espontáneas (no inducidas por laxantes), en la consistencia de las heces (utilizando la Bristol Stool Form Scale1), en la intensidad del esfuerzo defecatorio (según la Escala de Likert2), en la sensación de plenitud abdominal3 y la frecuencia total de evacuaciones intestinales espontáneas parciales o completas.

Asimismo, siguiendo las indicaciones de la Food & Drug Administration (FDA), de Estados Unidos, se definición un segundo tipo de variable primaria de eficacia, definiendo a los pacientes respondedores como aquellos que habían experimentado una mejoría de al menos un 30% y además producían al menos una evacuación intestinal completa espontánea al día, durante al menos el 50% de la duración del tratamiento, junto con otras tres variables secundarias.

El primero de los ensayos clínicos pivotales (LIN-MD-31; Rao, 2012) es un estudio multicéntrico (118) realizado en Estados Unidos y Canadá, en el que se incluyeron a 803 pacientes, con una mediana de edad de 43,5 años, siendo mujeres en el 90,5% y de raza caucásica en el 76,9%. La duración del tratamiento fue de 12 semanas.

Los resultados mostraron una tasa de respondedores de dolor/molestias abdominales del 54,8% con linaclotida vs. 41,8 con placebo (OR= 1,7; IC95% 1,28 a 2,25; p= 0,0002) y con relación al grado de mejoría de los respondedores del 37,0% vs. 18,5% (OR= 2,61; IC95% 1,89 a 3,62; p< 0,0001). Considerando el criterio de la FDA, la tasa de respondedores fue del 33,6% vs. 21,0% (p< 0,0001), con un NNT de 8,0 (IC95% 5,4 a 15,5; p< 0,0001). En cuanto a las variables secundarias, la variación de la frecuencia de evacuaciones intestinales completas espontáneas fue de +1,27 vs. +0,71 (diferencia de 0,57; IC95% 0,24 a 0,90; p< 0,001), la de consistencia de las heces fue de +2,07 vs. +0,66 (dif. 1,41; IC95% 1,24 a 1,57; p< 0,0001), la de intensidad del esfuerzo defecatorio de -1,31 vs. -0,65 (dif. -0,66; IC95% -0,76 a -0,55; p< 0,0001) y la de sensación de plenitud abdominal de -1,94 vs. -1,10 (dif. -0,84; IC95% -1,10 a -0,59; p< 0,0001).

El segundo ensayo clínico pivotal (MCP-103-302; Chey, 2012) es un estudio multicéntrico (102) realizado en Estados Unidos, en el que se incluyeron a 805 pacientes, con una mediana de edad de 44 años, siendo mujeres en el 90% y de raza caucásica en el 78%. La duración del tratamiento fue de 26 semanas y las variables de eficacia fueron las mismas que en el ensayo anterior, agregando como variables secundarias las tasas de respondedores a las 26 asemanas.

Los resultados mostraron una tasa de respondedores de dolor/molestias abdominales a las 12 semanas del 54,1% vs. 38,5% (OR= 1,9; IC95% 1,4 a 2,5; p< 0,0001) y con relación al grado de mejoría de los respondedores del 39,4% vs. 16,6% (OR= 3,3; IC95% 2,3 a 4,5; p< 0,0001); estos mismos parámetros fueron a las 26 semanas del 53,6% vs. 36,0% (OR= 2,1; IC95% 1,6 a 2,7; p< 0,0001) y del 37,2% vs. 16,9% (OR= 2,9; IC95% 2,1 a 4,0; p< 0,001). Considerando el criterio de la FDA, la tasa de respondedores a las 12 semanas fue del 33,7% vs. 13,9% (p< 0,0001), con un NNT de 5,1 (IC95% 3,9 a 7,1; p< 0,001).

En relación a las variables secundarias, la variación de la frecuencia de evacuaciones intestinales completas espontáneas fue de +2,2 vs. +0,7 (diferencia de 1,54; IC95% 1,23 a 1,85; p< 0,0001), la de consistencia de las heces fue de +1,917 vs. +0,60 (dif. 1,31; IC95% 1,15 a 1,47; p< 0,0001), la de intensidad del esfuerzo defecatorio de -1,24 vs. -0,66 (dif. -0,57; IC95% -0,69 a -0,50; p< 0,0001) y la de sensación de plenitud abdominal de -1,91 vs. -1,03 (dif. -0,88; IC95% -1,12 a -0,64; p< 0,0001).

Combinando los resultados correspondientes a las variables co-primarias de ambos ensayos clínicos (Quigley, 2013), la tasa global de respondedores fue del 54,5 vs. 40,2%, con una diferencia de 14,4 puntos (p< 0,0001) y con relación al grado de mejoría sintomática de los respondedores del 38,3% vs. 17,4%, con una diferencia de 20,8 puntos (p< 0,0001).

Desde el punto de vista de la seguridad, los datos registrados muestran la aparición de diarrea, en diferente grado, en el 10-35% de los pacientes, una consecuencia inmediata de su propio mecanismo de acción, aunque solo un 2% la experimentó gravemente. Un 5% de los pacientes tratados en los estudios clínicos suspendió el tratamiento por este motivo. En más de la mitad de los pacientes que experimentaron diarrea, ésta se prolongó durante más de un mes. En términos generales, los eventos adversos emergentes durante el tratamiento más comunes en comparación con el placebo fueron diarrea (20% vs. 3,0%), dolor abdominal (5,1% vs. 3,0%), flatulencia (4,3% vs. 1,9%) y cefalea (4,1% vs. 3,1%).

ASPECTOS INNOVADORES

La linaclotida es un péptido sintético, análogo de la enterotoxina termoestable del Escherichia coli, que actúa uniéndose a los receptores de la guanilato ciclasa C (GC-C) presente en la superficie luminal del epitelio intestinal, dando lugar a un incremento intra y extracelular de guanilato-monofosfato cíclico (GMPc). Este incremento de los niveles de GMPc es capaz de provocar, a nivel extracelular, una redacción de la sensibilidad nociceptiva implicada en el dolor visceral, especialmente en situaciones de hipersensibilidad visceral crónica, mientras que a nivel intracelular provoca un aumento de la secreción celular de cloruro y de bicarbonato a la luz intestinal, un incremento de la cantidad de líquido, una aceleración refleja del tránsito intestinal y una inhibición de la absorción de fluidos en el colon. Todo ello fundamenta que la linaclotida haya sido autorizada para el tratamiento sintomático del síndrome del intestino irritable con estreñimiento entre moderado y grave en adultos.

La eficacia de la linaclotida en esta indicación ha sido confirmada mediante dos amplios ensayos clínicos, metodológicamente correctos y siguiendo criterios tanto europeos como norteamericanos, con tasas de respondedores a 12 semanas del 55%, frente a un 40% con placebo; incluso aplicando el criterio de la FDA de Estados Unidos, más exigente en este aspecto, las diferencias entre linaclotida y placebo son marcadas (34% vs. 13-21%). Por otro lado, los datos correspondientes a 26 semanas (6 meses) confirmaron la persistencia del efecto terapéutico de la linaclotida y su superioridad estadística y clínica frente al placebo. Con todo, aunque las diferencias con el placebo son rigurosamente significativas, la tasa de respondedores (55% según parámetros europeos, 38% según la FDA) están lejos de ser ideales.

Su perfil toxicológico es predecible – en particular por la preponderancia de la diarrea – atendiendo a su mecanismo de acción. En este sentido, conviene no olvidar que la linaclotida es un análogo de la enterotoxina termoestable del Escherichia coli, y está estrechamente emparentada con las producidas por Yersinia enterocolitica y Vibrio cholerae, implicadas en la producción de graves cuadros diarreicos en seres humanos y en otros mamíferos. Entre un 10% y un 30% de los pacientes presenta diarrea en diverso grado y persiste durante más de un mes en más de la mitad de estos, aunque solo en un 2% es grave.

Sin duda, la linaclotida presenta un mecanismo innovador en farmacología, constituyendo un ejemplo paradigmático de cómo transformar un fenómeno adverso, como las temibles diarreas provocadas por enterotoxinas bacterianas, en una herramienta terapéutica útil en condiciones específicas. Por otro lado, actualmente no existe ningún medicamento específicamente autorizado para el síndrome del intestino irritable con estreñimiento y el beneficio terapéutico obtenido con los medicamentos inespecíficos hasta ahora utilizados – mal contrastado, en términos científicos – es harto limitado, tanto en la proporción de pacientes beneficiarios como en el grado de la mejoría clínica obtenida. Frente a ello, la linaclotida ha demostrado de forma consistente una eficacia aceptable y durable, en condiciones de seguridad (Vázquez-Roque, 2013). Por ello, puede considerarse como primera línea de tratamiento en pacientes que hayan sido diagnosticados siguiendo las recomendaciones del consenso de Roma III (Rothstein, 2013).

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VALORACIÓN
linaclotida constella®(Almirall)
Grupo Terapéutico (ATC): A06AX. TRACTO ALIMENTARIO Y METABOLISMO. Laxantes: otros.
Indicaciones autorizadas: Tratamiento sintomático del síndrome del intestino irritable con estreñimiento entre moderado y grave en adultos.
VALORACIÓN GLOBAL: INNOVACIÓN moderada. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar. ♣ ♣
Novedad clínica: Mejora la eficacia clínica del tratamiento farmacológico estándar
Novedad molecular: Incorpora variaciones significativas en la estructura molecular y en el mecanismo de acción.
COSTE DIRECTO DEL MEDICAMENTO
Fármaco  Dosis Coste anual
Linaclotida 290 µg/24 h (oral) 831,94 €

1. Escala entre 1 (heces muy duras) hasta 7 (heces líquidas).

2. Puntuación desde 1 (sin ningún esfuerzo) a 5 (esfuerzo de intensidad máxima).

3. NNT (número de pacientes que es necesario tratar) describe la diferencia entre un tratamiento activo y un control (placebo, en este caso) en lo que se refiere a lograr un resultado clínico determinado. En términos estadísticos, es el recíproco de la reducción del riesgo absoluto (NNT= 1/RRR) y viene a significar que, para un valor de NNT= 1, todos los pacientes a los que se les da el tratamiento se obtiene un resultado favorable, al tiempo que ningún paciente del grupo de control (placebo) obtiene el resultado esperado.

Pertuzumab PERJETA® (Roche)

CÁNCER DE MAMA

El cáncer de mama implica el crecimiento desenfrenado de células malignas en el tejido mamario con capacidad invasora y metastasizante. En el 99% de los casos, el cáncer de mama ocurre en mujeres, lo que implica que los varones son también susceptibles de padecer esta forma de cáncer aunque, obviamente, con carácter marginal. Los dos tipos principales de cáncer de mama son el carcinoma ductal (el más frecuente), que comienza en los conductos que llevan leche desde la mama hasta el pezón, y el carcinoma lobulillar que comienza en los lobulillos, que producen la leche materna (Martínez Jáñez, 2011).

El pronóstico y el tratamiento del cáncer de mama dependen, en gran medida, del estadio en el que se encuentre el tumor, que se basa en su tamaño y su extensión a los ganglios linfáticos regionales o a otras partes del cuerpo. El sistema TNM, atendiendo al tamaño el tumor (T), la afectación ganglionar (N) y la presencia o no de metástasis a distancia (M), permite estadificar la enfermedad en distintos estadios, entre I (local) y IV (metastásico).

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El de mama es el cáncer más frecuente en las mujeres, diagnosticándose alrededor de 1,3 millones de nuevos casos cada año en todo el mundo y siendo responsable de 450.000 anualmente, de las cuales unas 80.000 acontecen en la Unión Europea. Por lo que respecta específicamente a España, los datos de 2012 indican un número total de 25.215 nuevos diagnósticos, lo que implica un 29% de todos los nuevos casos de cáncer en mujeres, con una tasa estandarizada por edad de 67,3 casos por 100.000 mujeres (SEOM, 2014). Según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2014), los últimos datos disponibles (correspondientes a 2012) indican que en España el de mama fue el tipo de cáncer con mayor mortalidad asociada en mujeres (6.282 fallecidas), por delante del de colon (4.831) y del de pulmón (3.826).

La incidencia en España es menor que la de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Alemania, Francia y Suiza, pero es similar a la de Portugal e Irlanda, así como de los países mediterráneos (Grecia, Italia, etc.) y el resto de los centroeuropeos. Se estima que el riesgo de padecer cáncer de mama a lo largo de la vida es de, aproximadamente, 1 de cada 8 mujeres. La mayoría de los casos se diagnostican en España entre los 35 y los 80 años, con un máximo entre los 45 y los 65. Existe una distribución geográfica de incidencia notablemente variable, siendo más elevada en Cataluña, con una tasa de incidencia de 84 casos/100.000 habitantes. Tanto el número de casos como las tasas de incidencia aumentan lentamente en España y en el mundo, probablemente debido al envejecimiento de la población y a un diagnóstico cada vez más precoz. La edad de máxima incidencia está por encima de los 50 años, pero aproximadamente un 6% se diagnostica en mujeres menores de 35 años. En Europa, el pronóstico es relativamente bueno, con una supervivencia media global a los 5 años del 77%. Adicionalmente, se han identificado los siguientes factores de riesgo para el cáncer de mama:

  • Edad: el riesgo se incrementa al aumentar la edad. La mayoría de los casos ocurre en mujeres mayores de 50 años.
  • Raza: es más frecuente en mujeres de raza blanca.
  • Alcohol: su consumo excesivo aumenta el riesgo.
  • Aparición temprana de la primera regla (menarquia).
  • Menopausia tardía.
  • Nivel económico medio-alto.
  • Historia familiar: aumenta el riesgo si existe un familiar de primer grado (madre, hermana o hija) que haya padecido la enfermedad.
  • Antecedentes personales: una mujer que haya tenido cáncer de mama tiene más riesgo de padecer otro cáncer en la mama contralateral.
  • Enfermedades previas de la mama: algunas enfermedades de la mama como la hiperplasia atípica o el carcinoma lobulillar in situ pueden aumentar el riesgo.
  • Primer embarazo tardío.
  • Nuliparidad (ausencia de embarazo).
  • Terapia hormonal sustitutiva prolongada: durante el tratamiento hormonal sustitutivo existe un mayor riesgo de carcinoma de mama, si bien depende de los tipos de preparados y se vuelve al riesgo habitual una vez que cesa el tratamiento.

En los estadios que pueden tratarse quirúrgicamente con éxito, los factores pronósticos marcan el riesgo que tiene una paciente de padecer una recaída de la enfermedad tras completar el tratamiento. La mayoría depende de las características anatomopatológicas del tumor, pero algunos dependen del propio paciente. Los dependientes del tumor más importantes son:

  • Estadio clínico: tamaño tumoral y afectación ganglionar axilar. Ambos siguen considerándose el factor más importante, fundamentalmente la afectación axilar. La supervivencia después de 5 años tras el diagnóstico es prácticamente del 100% en el estadio I y del 18-23% en el esta-dio IV.
  • Grado de diferenciación celular: cuanto menos diferenciado sea el tumor peor es su pronóstico.
  • Receptores hormonales: las pacientes con tumores estrógenodependientes (células tumorales con presencia de receptores estrogénicos: ER+) se consideran de mejor pronóstico. Además, son sensibles al tratamiento hormonal, lo que amplía las opciones farmacológicas.
  • Expresión de HER2: las pacientes con sobreexpresión de HER2 tienen peor pronóstico.

En cuanto a los relacionados con la paciente, el pronóstico es peor en pacientes menores de 35 años y premenopáusicas, así como en aquellas en que se identifique genéticamente la presencia de proteínas o factores de adhesión asociados a metástasis. En este sentido, la expresión excesiva de formas normales de receptores de factores de crecimiento es mucho más frecuente que las mutaciones de los protooncogenes que codifican su expresión. El ejemplo mejor conocido es el de los receptores de los factores de crecimiento epidérmico (HER: human epidermal growth factor receptor, o ErbB: eukaryotic ribosome biogenesis protein type B), de los que se conocen cuatro variantes: HER1 (ErbB-1, también conocido como EGFR  o Epidermal Growth Factor Receptor), HER2 (ErbB-2), HER3 (ErbB-3) y HER4 (ErbB-4).

Los receptores de la familia HER se encuentran en la membrana celular y su sobreexpresión o sus anomalías y/o mutaciones están involucradas en el complicado proceso de carcinogénesis que incluye entre otras la proliferación celular incontrolada, la migración celular, invasión del estroma, la angiogénesis tumoral y resistencia a la apoptosis. Los HER están presentes en células de otros tumores sólidos; en este sentido, se detecta en el 40-80% de los cánceres no microcíticos de pulmón, en el 95-100% de los cánceres de útero, en el 40-50% de los cánceres renales, en el 25-80% de los tumores colorrectales y en el 20-25% de los cánceres invasivos de mama, en este caso, específicamente como HER21 (Tolaney, 2014) y en algunas neoplasias de ovario, de pulmón, de estómago, de colon y de glándulas salivales. Concretamente, en el cáncer de mama parece existir una clara relación entre la sobreexpresión de HER2 y la invasión, las metástasis a distancia, el desarrollo de resistencia tumoral a determinados antineoplásicos, el fenotipo agresivo, las mutaciones en p53 y los estadios avanzados de la enfermedad.

El tratamiento del cáncer de mama precisa la combinación de diversas modalidades terapéuticas para conseguir un control eficaz de la enfermedad. Estas modalidades son la cirugía, la radioterapia, la quimioterapia, la hormonoterapia y la terapia biológica. Las dos primeras actúan a nivel local, es decir, sobre la enfermedad en la mama y los ganglios linfáticos, y constituyen el tratamiento de elección en la enfermedad localizada no metastásica. Las restantes actúan tanto a nivel local como general en todo el organismo, en lo que se denomina tratamiento sistémico, y se utilizan de forma complementaria al tratamiento local con cirugía y/o radioterapia o como tratamiento de primera elección en la enfermedad metastásica o diseminada (Martínez Jáñez, 2011).

La quimioterapia neoadyuvante – la que se administra antes de la cirugía – está indicada en los cánceres de mama localmente avanzados y en aquellos que midan más de 2 cm o que tengan adenopatías axilares. Los fármacos más utilizados son las antraciclinas y los taxanos, en combinación con otros agentes (ciclofosfamida, fluorouracilo, carboplatino, etc.). La intención de este tratamiento en los casos de tumores operables consiste en conseguir la disminución del tamaño tumoral para practicar una cirugía conservadora, con preservación de la mama, y la valoración de la respuesta a la quimioterapia para posteriores tratamientos; y, en el caso de los tumores localmente avanzados e inflamatorios, no operables de inicio, se busca reducir el volumen tumoral para poder realizar una cirugía – que no será ya conservadora –, con márgenes libres de enfermedad.

Por su parte, la indicación de la quimioterapia adyuvante – la que se administra después de la cirugía – depende de los factores pronósticos clásicos, que son la edad, el tamaño tumoral, la afectación ganglionar axilar, el grado de diferenciación celular (grado histológico) y los receptores hormonales presentes. Actualmente se dispone de test bioquímicos que permiten valorar el grado de agresividad el tumor, basándose no sólo en factores clásicos como el grado de diferenciación o el tamaño, sino también en la presencia o no de varios genes con capacidad de inducir metástasis. Con la determinación del perfil genético, se puede definir mejor la probabilidad de recidiva a distancia y pautar un tratamiento más personalizado (en pacientes de bajo riesgo, hormonoterapia y, en los de alto riesgo, quimioterapia).

La quimioterapia utilizada depende del riesgo de recaída, pero en un 80% se utilizan taxanos y antraciclinas, evitando los taxanos en aquellos casos con tumores menores de 2 cm (grado I), sin afectación ganglionar y posmenopáusicas, ya que su utilización no ha demostrado mejoría en la supervivencia libre de progresión tumoral. Un metaanálisis (Bria, 2006) englobando estudios en los que se emplearon esquemas de quimioterapia como el clásico CMF (ciclofosfamida, metotrexato y fluorouracilo) y esquemas basados en antraciclinas, como FAC (fluorouracilo, doxorubicina y ciclofosfamida) o FEC (fluorouracilo, epirubicina y ciclofosfamida), pero sin incluir los taxanos ni el trastuzumab, demostró que la quimioterapia adyuvante de 6 meses de duración con esquemas basados en antraciclinas, como FEC y FAC, reduce el riesgo anual de muerte por cáncer de mama en un 38% en las mujeres menores de 50 años y en casi el 20% en mujeres con edades comprendidas entre los 50 y 69 años, con in-dependencia del uso de tamoxifeno, el estado de los receptores hormonales, la afectación de los ganglios axilares u otras características del tumor. Además, este metaanálisis demostró que los esquemas con antraci-clinas disminuyen significativamente tanto la probabi-lidad de recidiva como el riesgo de muerte por cáncer, cuando se comparan con el esquema clásico de CMF.

Los pacientes que presentan metástasis ganglionares regionales (axilares) tienen un mayor riesgo de recidiva, sobre todo si hay afectación de 4 o más ganglios. En estos casos, la asociación de los taxanos (docetaxel o paclitaxel), generalmente, a los esquemas de quimioterapia con antraciclinas mejora claramente la supervivencia libre de enfermedad y la supervivencia global. En las pacientes con tumores que sobreexpresan la proteína HER2, se debe asociar al tratamiento el anticuerpo monoclonal específico frente el receptor HER2: trastuzumab. La asociación de éste con la quimioterapia adyuvante reduce alrededor de un 50% el riesgo de recaída en pacientes operadas de cáncer.

El cáncer de mama metastásico de inicio (en el momento del diagnóstico) se observa en un 5-10% de los casos y en el seguimiento de las pacientes diagnosticadas previamente de enfermedad local, se observa metástasis en el 50%. Los objetivos del tratamiento paliativo del cáncer metastásico son lograr un alivio sintomático y proporcionar una atención emocional, social y espiritual para el enfermo y la familia, utilizando un tratamiento oncoespecífico (quimioterapia, hormonoterapia, radioterapia) que haya demostrado, en un análisis de riesgo-costo-beneficio previo, la conveniencia de su utilización.

La quimioterapia antitumoral ha mostrado beneficio en el incremento de la supervivencia y de la calidad de vida en las pacientes con cáncer de mama, pero no siempre está indicada. La elección de la quimioterapia en cada paciente depende varios factores: si recibieron quimioterapia adyuvante y la recaída tiene lugar en menos de 1 año, no se vuelve a utilizar el régimen empleado en la adyuvancia; si la localización es crítica y la carga tumoral importante, se necesitan esquemas rápidamente activos y generalmente más tóxicos; la edad y la comorbilidad también son factores que se tienen en cuenta a la hora de elegir un tratamiento.

Las pacientes con sobreexpresión HER2 son candidatas a recibir tratamiento anti-HER2 asociado a la quimioterapia. Hasta ahora había disponibles 3 fármacos: el trastuzumab, un anticuerpo monoclonal frente a este receptor, y el lapatinib, que inhibe su actividad tirosina cinasa, y el bevacizumab, un anticuerpo antiangiogénico que bloquea la formación la neovasculatura tumoral. La combinación de alguno de ellos – en particular, el trastuzumab – con quimioterapia (paclitaxel, docetaxel o capecitabina) mejora significativamente las tasas de respuesta y el tiempo a la progresión, con tasas de respuestas que en algunos casos llegan al 70%, con una supervivencia libre de progresión tumoral de 11-12 meses y una supervivencia global de 24-36 meses.

ACCIÓN Y MECANISMO

El pertuzumab es un anticuerpo monoclonal humanizado recombinante dirigido contra el dominio de dimerización extracelular (subdominio II) de la proteína 2 del receptor de crecimiento epidérmico (HER2), lo que bloquea la formación de heterodímeros de HER2 con otros miembros de la familia HER activados por sus ligandos. Este bloqueo impide la señalización intracelular iniciada por el ligando, a través de dos vías diferentes: la proteína cinasa activada por mitógenos (MAP) y la fosfoinosito 3-cinasa (PI3K), lo que se traduce en un bloqueo del crecimiento y de la apoptosis celular, respectivamente. Además, el pertuzumab activa la citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos, como lo hace también el trastuzumab.

En contraste con el pertuzumab, el trastuzumab se une al subdominio IV del dominio extracelular de HER2 y altera las interacciones independientes de los ligandos, pero no es eficaz en el bloqueo de la heterodimerización de HER2 con otros miembros de la familia HER activados por ligandos (EGFR, HER3 o HER4). Además, el trastuzumab, mediante la unión al dominio IV, bloquea el sitio de escisión proteolítica del ectodominio de HER2 y la generación resultante de p95 fosforilada y la activación constitutiva de los dominios intracelulares de cinasa, mientras que el pertuzumab no comparte esta actividad con trastuzumab. Así pues, trastuzumab y pertuzumab presentan acciones complementarias sobre el HER2

El HER2 forma parte de la familia de los receptores de los factores de crecimiento epidérmico HER o ErbB, presentes en la membrana celular y cuya sobreexpresión y/o el desarrollo de mutaciones están involucradas en el proceso de carcinogénesis, incluyendo entre otras la proliferación celular incontrolada, la migración celular, invasión del estroma, la angiogénesis tumoral y resistencia a la apoptosis. La expresión del HER2 está amplificada en el 20-25% de los pacientes con carcinoma de mama invasivo y en porcentajes variables de neoplasias de ovario, pulmón, estómago, colon y glándulas salivales. Concretamente, en el cáncer de mama parece existir una clara relación entre la sobreexpresión de HER2 y la invasión, las metástasis a distancia, el fenotipo agresivo, las mutaciones en p53 y los estadios avanzados de la enfermedad.

El pertuzumab ha sido autorizado para el tratamiento en combinación con trastuzumab y docetaxel para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer de mama HER2 positivo localmente recidivante irresecable o metastásico, que no han recibido tratamiento previo anti-HER2 o quimioterapia para la enfermedad metastásica.

EFICACIA Y SEGURIDAD CLÍNICAS

La eficacia y la seguridad clínicas del pertuzumab han sido adecuadamente contrastadas mediante un ensayo clínico principal de fase III (CLEOPATRA: Clinical Evaluation of Pertuzumab and Trastuzumab; Baselga, 2010), aleatorizado, doblemente ciego, multicéntrico (250), multinacional y controlado con placebo, realizado sobre 808 pacientes con adenocarcinoma de mama localmente recurrente o con enfermedad metastásica, confirmado histológica o citológicamente y HER2-positivos. Todos los pacientes recibieron trastuzumab (infusión IV: 8 mg/kg la primera vez y 6 mg/kg las siguientes dosis) y docetaxel2 (infusión IV: 75 mg/m2) cada tres semanas; adicionalmente, la mitad aproximadamente recibieron pertuzumab (infusión IV: 840 mg la primera vez y 420 mg las siguientes) o placebo, también en ciclos de tres semanas, coincidiendo con el tratamiento común. El tratamiento se mantuvo durante un mínimo de seis ciclos o hasta la progresión tumoral, toxicidad inaceptable o retirada del consentimiento del paciente. El 91% de las pacientes eran no fumadoras o exfumadoras, con 54 años de mediana de edad (16% mayores de 65 años), 59% caucásicas  32% asiáticas, 54% no pretratadas y 10% pretratadas (al menos un año antes) con trastuzumab.

Como variable principal de eficacia se determinó la supervivencia libre de progresión tumoral (mediana del tiempo transcurrido desde la primera dosis hasta progresión tumoral constatada o muerte), determinada por un comité independiente; como variables secundarias se estableció este mismo parámetro, pero determinado por los investigadores. Asimismo, otras variables secundarias de eficacia fueron la supervivencia global, la tasa de respuesta objetiva (respuestas parciales y completas), duración de la respuesta antitumoral, tiempo hasta la progresión de los síntomas, variables de calidad de vida, etc.

Los resultados mostraron que la mediana de supervivencia libre de progresión tumoral calculada por un comité independiente fue de 18,5 meses (IC95% 15 a 23) con pertuzumab vs. 12,4 (10-13) con placebo (HR: 0,62; IC95% 0,51 a 0,75; p< 0,0001), siendo la tasa de supervivencia libre de enfermedad a un año del 65% (60-70) vs. 51% (46-56). Al estratificar la muestra por diferentes conceptos (edad, región geográfica, raza, localización de las metástasis, etc.), las diferencias encontradas fueron también estadísticamente significativas entre peretuzumab y placebo, salvo para pacientes mayores de 75 años, raza negra y metástasis no viscerales.

En cuanto a las variables secundarias, la supervivencia libre de progresión tumoral calculada por los investigadores fue de 18,7 meses 7 vs. 12,4 7 (HR: 0,69; IC95% 0,58 a 0,81; p< 0,0001). Por su parte, la supervivencia global con placebo fue de 37,6 meses pero no pudo estimarse la correspondiente al pertuzumab, aunque al cabo de 30 meses de seguimiento la mortalidad en el grupo del pertuzumab fue del 28,1% vs. 37,9% con placebo 18,5 meses (HR: 0,66; IC95% 0,52 a 0,84; p= 0,0008), siendo la tasa de supervivencia libre de enfermedad a un año del 65% (60-70) vs. 51% (46-56).  En cuanto a la tasa de respuesta objetiva, ésta fue del 80,2% (IC95% 75,6 a 84,3) vs. 69,3% (IC95% 64,1 a 74,2), mientras que la duración mediana de la respuesta antitumoral fue de 87,6 semanas (IC95% 71 a 106) vs. 54,1 (IC95% 46 a 64).

En cuanto a la progresión de los síntomas, el tiempo transcurrido hasta una reducción de al menos 5 puntos en la escala TOI-PFB (Trial Outcome Index-Physical/Functional Breast) del cuestionario FACT-B (Functional Assessment of Cancer Therapy-Breast) fue de 18,4 semanas vs. 18,3 (seis ciclos, aproximadamente); asimismo, la mediana de tiempo transcurrida hasta experimentar un incremento de al menos dos puntos en la subescala BCS (Breast Cancer Subescale) fue de 26,7 semanas vs. 18,3 (HR: 0,77; p= 0,0061) (Cortés, 2013).

Desde el punto de vista de la seguridad, el perfil del pertuzumab está en línea con el del trastuzumab, aunque la adición de pertuzumab supone un aumento de la incidencia de eventos adversos (considerando que ambos se utilizan conjuntamente con docetaxel). Los más frecuentes (>10%) y más comunes con pertuzumab que con placebo (diferencia de al menos 2 puntos porcentuales, mayor con pertuzumab) fueron en los ensayos clínicos: diarrea (67% con pertuzumab vs. 46% con placebo), neutropenia (53/50%), exantema (34/24%), anorexia (29/26%), mucositis (28/20%), anemia (23/19%), cefalea (21/17%), estomatitis (19/15%), infecciones en el tracto respiratorio superior (17/13%), dolor en las extremidades (15/12%), prurito (14/10%), neutropenia febril (4/8%) y sequedad de piel (11/4%).

La incidencia de eventos adversos graves fue del 34% vs. 26%, particularmente para la neutropenia febril (11,3% vs. 5,0%) y la diarrea (2,7% vs. 1,3%). La descontinuación del tratamiento motivada por eventos adversos fue del 6,1% vs. 5,3% (excluyendo aquellas debidas a eventos adversos asociados al docetaxel).

ASPECTOS INNOVADORES

El pertuzumab es un anticuerpo monoclonal humanizado recombinante dirigido contra el dominio de dimerización extracelular (subdominio II) de la proteína 2 del receptor de crecimiento epidérmico (HER2), lo que bloquea la formación de heterodímeros de HER2 con otros miembros de la familia HER activados por sus ligandos. En contraste con el pertuzumab, el trastuzumab se une al subdominio IV del dominio extracelular de HER2 y altera las interacciones independientes de los ligandos, pero no es eficaz en el bloqueo de la heterodimerización de HER2 con otros miembros de la familia HER (ErbB) activados por ligandos (EGFR, HER3 o HER4). El pertuzumab ha sido autorizado para el tratamiento en combinación con trastuzumab y docetaxel para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer de mama HER2 positivo localmente recidivante irresecable o metastásico, que no han recibido tratamiento previo anti-HER2 o quimioterapia para la enfermedad metastásica.

Los datos procedentes del ensayo clínico pivotal son robustos y muy consistentes, tanto clínica como estadísticamente, mostrando que el pertuzumab incrementa en 6,1 meses la duración de la supervivencia libre de progresión tumoral, con una reducción de la tasa de mortalidad a los 30 meses de casi 10 puntos porcentuales (28,1% vs. 37,9%). Los resultados fueron relevantes considerando diferentes aspectos de los pacientes y lo fueron particularmente en pacientes mayores de 65 años (HR: 0,65 en <65 años y 0,52 en ≥65 años) (Miler, 2013), aunque no ocurrió así en los mayores de 75 años (posiblemente, por el pequeño número de pacientes con esta edad). Por otro lado, los pacientes con metástasis no viscerales no obtuvieron ningún beneficio adicional con pertuzumab aunque, como en el caso anterior, la ausencia de diferencias significativas podría estar relacionadas con el bajo número de pacientes estudiados.

Aunque se ha alegado que menos de la mitad de los pacientes incluidos en el estudio pivotal habían sido pretratados y que solo un 10% habían recibido con anterioridad trastuzumab, lo cual no parece representar genuinamente la población susceptible de beneficiarse con el nuevo tratamiento, esto se justifica por la no disponibilidad generalizada del trastuzumab en el momento de comenzar el estudio y por la propia consistencia de los datos obtenido en el mismo (EMA, 2013).

El perfil de toxicidad del pertuzumab parece estar en la misma línea que el del trastuzumab, aunque su adición a ésta incrementa la incidencia (y en algunos casos, la gravedad) de diarrea, exantema, estomatitis, mucositis y neutropenia; no obstante, la mayoría de ellos fueron clínicamente manejable y, de hecho, la tasa de suspensión del tratamiento por eventos adversos no fue sustancialmente diferente de la rama placebo (6,1 vs. 5,3%). Otro aspecto relevante es que no se ha observado ningún incremento de la cardiotoxicidad (manifestada principalmente como insuficiencia cardiaca), un fenómeno que se ha asociado al bloqueo de los receptores de la familia HER.

Según el Informe de Posicionamiento Terapéutico (IPT) de la AEMPS, los pacientes candidatos a tratamiento con pertuzumab, en combinación con trastuzumab y docetaxel, serán aquellos diagnosticados de cáncer de mama con una recaída local, irresecable o metastásico, HER2 positivo, que no hayan recibido tratamiento previo anti-HER2 o quimioterapia para la enfermedad metastásica, con buen estado general y con función cardiaca normal. Los pacientes podrían haber recibido hormonoterapia para la enfermedad metastásica o cualquier tratamiento sistémico (incluido trastuzumab) como neoadyuvancia o adyuvancia durante la fase terapéutica de la enfermedad precoz, siempre que la recaída se produzca a partir de los 12 meses de finalización de la adyuvancia. Sin embargo, parece razonable que pacientes que recaigan a tratamiento previo en (neo)adyuvancia (incluido el tratamiento con trastuzumab) entre el mes 6 y 12 también puedan beneficiarse de pertuzumab. En caso de contraindicación para la utilización de docetaxel, sería razonable la utilización de pertuzumab con trastuzumab y paclitaxel semanal (AEMPS, 2014).

Los tumores HER2 positivos representan aproximadamente el 20% de todos los cánceres de mama y, además, confieren a estos un comportamiento más agresivo y, por tanto, empeoran el pronóstico general. Por consiguiente, la acción selectiva del trastuzumab vino a revolucionar el tratamiento y, de hecho, se ha convertido en un estándar para este tipo de tumores (Harbeck, 2013; Lamond, 2014). Aunque está farmacológicamente relacionado con el trastuzumab, el pertuzumab presenta un mecanismo parcialmente diferente, lo que permite complementar – y ampliar – el bloqueo de la vía de señalización tumoral HER. En este sentido, el pertuzumab impide la formación de heterodímeros con otros miembros de la familia (HER1 o EGFR, HER3 y HER4), amplificando los efectos del trastuzumab (Thery, 2014).

En definitiva, el pertuzumab supone una relevante incorporación para el tratamiento del cáncer de mama HER2 positivo, al incrementar significativamente la supervivencia de los pacientes ampliando el perfil farmacológico del trastuzumab, todo ello con un perfil de seguridad aceptable.

BIBLIOGRAFIA

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VALORACIÓN
PERTUZUMAB PERJETA®(Roche)
Grupo Terapéutico (ATC): L01XE. TERAPIA ANTINEOPLÁSICA Y AGENTES INMUNOMODULADORES. Cistostáticos: anticuerpos monoclonales.
Indicaciones autorizadas: Tratamiento en combinación con trastuzumab y docetaxel para el tratamiento de pacientes adultos con cáncer de mama HER2 positivo localmente recidivante irresecable o metastásico, que no han recibido tratamiento previo anti-HER2 o quimioterapia para la enfermedad metastásica.
VALORACIÓN GLOBAL: INNOVACIÓN importante. Aportación sustancial a la terapéutica estándar. ♣ ♣ ♣
Novedad clínica: Mejora de forma relevante la eficacia clínica del tratamiento farmacológico estándar
Novedad molecular: Incorpora un mecanismo de acción complementario con medicamentos actualmente utilizados.
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Fármaco Medicamento® Laboratorio Año
Fármaco Medicamento® Laboratorio Año
Rituximab Mabthera Roche 1998
Trastuzumab Herceptin Roche 2000
Bevacizumab Avastin Roche 2005
Panitumumab Vectibix Amgen 2007
Cetuximab Erbitux Merck 2007
Ipilimumab Yervoy Bristol Myers Squibb 2011
Pertuzumab Perjeta Roche 2014

1. El receptor del factor de crecimiento epidérmico de tipo 2 (HER2) es una proteína de membrana que desempeña un papel clave en el crecimiento y desarrollo de las células epiteliales. Su dominio extracelular (ECD, p105) puede liberarse en el torrente sanguíneo y ser medido en muestras de suero. El gen responsable está localizado en la región 17q21.1, en el brazo grande del cromosoma 17; codifica para una glucoproteína con actividad tirosina cinasa en su dominio intracitosólico.

2. Con posibilidad de incrementar la dosis de docetaxel a 100 mg/m2 si la toxicidad lo permitía.

Medicamentos con nuevos principios activos autorizados por EMA/AEMPS

 MEDICAMENTOS DE USO HUMANO AUTORIZADOS (EMA/AEMPS) DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS

QUE AÚN NO ESTÁN COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

1 O= Medicamento huérfano; C= Autorizado condicionalmente; E= Autorizado en condiciones excepcionales

2 Elvitegravir ya está comercializado en España (Stribild®), asociado a cobicistat, emtricitabina y tenofovir (2013/06/26)

3 Cobicistat ya está comercializado en España (Stribild®), asociado a elvitegravir, emtricitabina y tenofovir (2013/06/26)

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

EN LOS ÚLTIMOS DOCE MESES

A. Clínica: Mejora la eficacia clínica con relación al tratamiento estándar.

B. Molecular: Incorpora variaciones significativas en la estructura molecular y/o en el mecanismo de acción.

C. Seguridad: Mejora el perfil toxicológico con relación a la terapia estándar.

D. Farmacocinética: Mejora las características farmacocinéticas, con incidencia potencial o demostrada en las condiciones de uso y en la respuesta del paciente.

E. Técnico-Económica: Mejora algún aspecto farmacoeconómico y/o farmacotécnico.

F. Valoración Global

4 La brimonidina estaba previamente comercializada para el tratamiento tópico oftálmico del glaucoma.

VALORACIÓN DE LA INNOVACIÓN TERAPÉUTICA EN PANORAMA ACTUAL DEL MEDICAMENTO

Es importante indicar que se valora el grado de innovación; es decir, lo que aporta de nuevo o de mejora sobre lo disponible), no el grado de utilidad terapéutica. Todos los medicamentos no innovadores tienen utilidad terapéutica, en tanto que su autorización por las autoridades sanitarias implica han demostrado rigurosamente su eficacia, su seguridad, su calidad y las condiciones de uso (incluyendo la información contenida en la ficha técnica, o sumario de características del medicamento, y el prospecto). Por tanto, la valoración que se hace se refiere a la incorporación, en el grado que se determine, de algún elemento innovador con respecto a otros medicamentos autorizados previamente para iguales o similares indicaciones terapéuticas o, en su caso, cubriendo la ausencia de éstas.

Asimismo, debe considerarse que ésta es una evolución que se practica coincidiendo con la comercialización inicial del medicamento. Se trata, por consiguiente, de una valoración provisional de la innovación realizada en función de la evidencia clínica públicamente disponible hasta ese momento, lo que no prejuzga, en ningún caso, el potencial desarrollo de nuevas indicaciones clínicas ni la posible aparición de aspectos desfavorables (efectos adversos graves previamente desconocidos, interacciones, etc.).

Se consideran cuatro posibles niveles, adjudicados en función de la naturaleza de la(s) innovación(es) presentes en el nuevo medicamento, siempre en relación al arsenal terapéutico disponible clínicamente en España en el momento de la comercialización:

  • SIN INNOVACIÓN. No implica aparentemente ninguna mejora farmacológica ni clínica en el tratamiento de las indicaciones autorizadas (♣)
  • INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar (♣♣)
  • INNOVACIÓN IMPORTANTE. Aportación sustancial a la terapéutica estándar (♣♣♣).
  • INNOVACIÓN EXCEPCIONAL. Cubre la ausencia de una alternativa terapéutica farmacológica (laguna terapéutica) para indicaciones terapéuticas clínicamente muy relevantes (♣♣♣♣).

Se distinguen dos niveles de evidencia científica para los aspectos innovadores de los nuevos medicamentos:

  • Evidencia clínica: mediante estudios controlados específicamente diseñados y desarrollados para demostrar lo que pretende ser un avance o mejora sobre la terapia estándar.
  • Potencialidad: existencia de aspectos en el medicamento que racionalmente podrían mejorar la terapéutica actual, pero que no han sido adecuadamente demostradas mediante ensayos clínicos, bien por motivos éticos o bien por imposibilidad de realización en el momento de la comercialización del nuevo medicamento: perfil de interacciones, mecanismos nuevos que permiten nuevas vías terapéuticas, nuevos perfiles bioquímicos frente a mecanismos de resistencia microbiana, posibilidad de combinar con otros medicamentos para la misma indicación terapéutica, efectos sobre el cumplimiento terapéutico (por mejoras en la vía, número de administraciones diarias, etc.), mejora de la eficiencia, etc.

El rigor de los datos contrastados mediante ensayos clínicos controlados (evidencia clínica) es determinante en la valoración de la innovación, mientras que las potencialidades solo pueden ser valoradas accesoriamente, como aspectos complementarios de esta valoración. En ningún caso, un medicamento es valorado con un nivel de innovación importante en función de sus ventajas potenciales, si no aporta otras ventajas demostradas clínicamente. Se analizan cinco aspectos de la innovación: clínica, molecular, toxicológica, físico-química y económico-tecnológica. Como ya se ha indicado, la fundamental y determinante es la novedad clí

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR GRUPOS TERAPÉUTICOS

MEDICAMENTOS CON NUEVOS PRINCIPIOS ACTIVOS COMERCIALIZADOS EN ESPAÑA

DURANTE LOS ÚLTIMOS DOCE MESES, POR LABORATORIOS

Dispepsia funcional

RESUMEN

La dispepsia funcional se define como la presencia de uno o más de los siguientes síntomas: plenitud postprandial, saciedad temprana, dolor o ardor epigástrico sin evidencia de enfermedad estructural. El diagnóstico de dispepsia funciona es un diagnóstico de exclusión, habiendo realizado una endoscopia superior y otras pruebas adicionales con resultados negativos para enfermedad orgánica.

El tratamiento de este tipo de pacientes es controvertido ya que en un tanto por ciento limitado se alivian los síntomas. Es importante proporcionar una adecuada información al paciente sobre la naturaleza benigna y crónica de su problema de salud, así como recomendar las medidas higiénico-dietéticas adecuadas y/o cambiar hábitos de vida. En pacientes infectados con endoscopia normal se recomienda descartar o curar la infección de H. pylori antes de establecer el diagnóstico de dispepsia funcional. Como opción terapéutica de primera línea se recomiendan los fármacos antisecretores, especialmente los IBP a dosis estándar durante 4 semanas. En pacientes con síndrome de distrés postprandial, con predominio de distensión y saciedad precoz, se recomienda administrar un procinético. En pacientes donde el uso de antisecretores y procinéticos no ha sido efectivo se recomienda la utilización de antidepresivos tricíclicos. Se han utilizado otras terapias alternativas como las hierbas medicinales o medicina china con distintos resultados

INTRODUCCIÓN

La dispepsia es un síntoma común con un amplio diagnóstico diferencial y una fisiopatología muy heterogénea.  La dispepsia se suele definir como aquella condición  que causa malestar, dolor o molestia estomacal sobre todo localizada en la zona superior del abdomen, cerca de las costillas. Es un proceso que  se vuelve a repetir a menudo a lo largo del tiempo en la mayoría de los pacientes.

En algunos pacientes se sabe que este síntoma es debido a una causa orgánica subyacente, pero sin embargo en la gran mayoría de los pacientes, los profesionales de la salud no son capaces de determinar la verdadera causa del problema.

Este problema lo padecen alrededor de un 25 por ciento de la población cada año y sin embargo la mayoría de los pacientes no buscan atención médica profesional.

De acuerdo con los criterios de Roma III, la dispepsia funcional se define como la presencia de uno o más de los siguientes síntomas: plenitud pospandrial, saciedad temprana, dolor o ardor epigástrico sin evidencia de  de enfermedad estructural demostrada en una endoscopia superior.  Estos síntomas deben mantenerse activos en el tiempo al menos 3 meses desde el inicio de los síntomas y hayan aparecido al menos 6 meses antes.

Del mismo modo que se ha definido la dispepsia funcional, también se ha intentado acotar otros términos que pueden inducir a confusión por la similitud de la sintomatología. El término de síndrome de distrés postprandial hace referencia a aquellos pacientes que presentan  sensación molesta de plenitud postprandial que ocurre después de comidas de volumen normal, al menos varias veces por semana o sensación precoz que impide la terminación de una comida normal, al menos varias veces por semana (puede estar presente la hinchazón en el abdomen superior o náuseas postprandiales o eructos excesivos.) En el  término de  síndrome del dolor epigástrico se incluyen a aquellos pacientes que presentan  dolor o ardor intermitente localizado en el epigastrio, de intensidad al menos moderada, y con una frecuencia mínima de una vez por semana. EL dolor no es generalizado y no está  localizado en otras regiones abdominales o torácicas. No se alivia con la defecación o el ventoseo. No cumple criterios de dolor biliar. El dolor puede ser de tipo quemante (ardor) pero sin ser retroesternal y frecuentemente se induce o alivia con la ingesta de comida, pero puede ocurrir en ayuno.

CLASIFICACIÓN

La dispepsia se ha clasificado tradicionalmente en orgánica y funcional. Cuando se realiza un estudio adecuado y no se logra identificar la causa subyacente se establece el diagnóstico de dispepsia funcional.

EPIDEMIOLOGIA

La prevalencia de la dispepsia es enorme y, por tanto, se precisa una sistemática diagnóstica racional e individualizada que permita seleccionar a los pacientes que deben ser estudiados en profundidad; de esta forma evitaremos un gasto económico injustificado así como molestias innecesarias para el paciente. Dependiendo de la definición de dispepsia, la prevalencia puede oscilar entre un 7 y 34% de la población, pudiendo llegar hasta un 45% si se amplía la definición a síntomas gastrointestinales en abdomen superior.

La edad, el tabaco y la ingesta regular de alcohol no son factores de riesgo asociados a la dispepsia, sin embargo el tabaco y el alcohol sí que está asociado con un aumento de sangrado o perforación en una úlcera péptica.

En pacientes con situaciones de estrés y estados de ansiedad se ha observado un aumento de incidencia de síntomas dispépticos.

Otros factores, como la edad, el sexo, la historia personal o familiar de úlcera, los estilos de vida no saludables, los trastornos de ansiedad, la utilización crónica, incluso a dosis bajas de ácido acetilsalicílico también se han asociado a la úlcera péptica  y no con dispepsia funcional. Los antecedentes de úlcera péptica aumentan la probabilidad de que un nuevo episodio de dispepsia se deba a una úlcera recurrente.

ETIOLOGÍA

Como se ha comentado previamente uno de cada cuatro pacientes presentan esta sintomatología aunque en un tanto por ciento muy elevado no se conoce la causa final de estos síntomas.

Se ha comentado previamente que la dispepsia funcional es aquella que produce síntomas sin observarse lesión alguna tras una endoscopia superior gástrica, aunque existen entidades nosológicas que pueden desembocar en alteraciones gástricas que producen dispepsias funcionales.

FISIOPATOLOGÍA

Aunque se han propuesto varios mecanismos por los que se desarrolla la dispepsia funcional, hoy en día se desconoce cuál es la causa fundamental que lo produce. Se han propuesto varios mecanismos:

  • Alteración en la motilidad y el vaciamiento gástrico: Trastornos de la motilidad como retardo del vaciamiento gástrico, hipomotilidad antral, disritmias gástricas o acomodación gástrica alterada en respuesta a la comida hacen que el paciente refiere sintomatología gástrica.
  • Hipersensibilidad visceral: La hipersensibilidad visceral se caracteriza por una disminución del umbral para la inducción del dolor en presencia de motilidad gástrica normal, haciendo que estos pacientes presenten más clínica dolorosa ante una motilidad gástrica normal.
  • Infección por H. Pylori: La infección por esta bacteria puede causar disfunción del músculo liso en el estómago provocando clínica. Esto se debe a una respuesta inflamatoria continuada ante la agresión de este patógeno o aumento de respuesta de anticuerpos.
  • Alteración de la flora intestinal: Alteraciones en la flora intestinal puede inducir a la aparición de dispepsia funcional.
  • Disfunción psicosocial: La interacción de factores psicosociales y fisiológicas puede desencadenar la aparición de dolor y disconfort gástrico.

APROXIMACIÓN CLÍNICA

Aunque esta clasificación es de utilidad limitada y discutida, dependiendo de las diferentes manifestaciones clínicas, la dispepsia se puede dividir en:

  • Dispepsia funcional de tipo ulceroso: cuando el síntoma predominante es el dolor.
  • Dispepsia funcional de tipo dismotilidad: cuando predomina la saciedad precoz, distensión, plenitud o náuseas.
  • Dispepsia funcional inespecífica: cuando no cumple los criterios anteriores.

Sin embargo, los individuos sanos, a lo largo de su vida, pueden experimentar síntomas dispépticos ocasionales que en la mayoría de los casos carecen de significado patológico, por lo que no se puede cuantificar y valorar la presencia de dispepsia funcional.

En el momento en que el paciente consulta, una historia clínica detallada nos puede permitir establecer el diagnostico de dispepsia. La historia clínica ha de recoger información sobre estilos de vida (tabaquismo, ingesta de alcohol, ejercicio físico), toma de fármacos [sobre todo AINE y/o inhibidores de la bomba de protones (IBP)] y antecedentes personales significativos en relación con exploraciones complementarias, tratamiento de la ulcera péptica o de cirugía gástrica o la existencia de un diagnostico previo de infección por H. pylori.

Se debe comprobarse igualmente cuándo se produjo el inicio de los síntomas, la duración, localización e irradiación del dolor, así como la sintomatología asociada. Una historia previa de síndrome constitucional, masa abdominal o anemia nos orientará más hacia el cáncer gástrico mientras que una historia larga de dolores episódicos hacen más probable el diagnóstico de dispepsia funcional o úlcera péptica, siendo está más frecuente cuando el dolor aumenta por la noche y se alivia con la ingesta.

Si los pacientes manifiestan sintomatología extraintestinal se debe sospechar enfermedades sistémicas con enteropatía por gluten, enfermedades autoinmunes.

Existen una serie de signos y síntomas de alarma que van a ser claves en la historia clínica pues nos obligan a estrategias diagnósticas más agresivas desde el inicio, y son:

  • Pérdida de peso significativa no intencionada
  • Vómitos importantes y recurrentes
  • Disfagia y odinofagia
  • Sangrado digestivo: hematemesis, melenas, anemia
  • Cirugía gástrica previa
  • Historia familiar de neoplasia de tracto gastrointestinal superior
  • Presencia de masa abdominal palpable
  • Ictericia
  • Linfadeopatías

APROXIMACIÓN DIAGNÓSTICA

El diagnóstico de dispepsia funcional es un diagnóstico por exclusión y se define por la presencia de síntomas atribuibles al tracto gastrointestinal donde no se ha identificado causas de carácter orgánico, sistémico o metabólico subyacente  que pudiera explicar la clínica del paciente.

Es necesaria una historia clínica detallada para reducir el diagnóstico diferencial y para poder identificar las causas orgánicas de la dispepsia como la enfermedad por reflujo gastroesofágico,  la dispepsia producida por los antiinflamatorios no esteroideos o la infección por H. pylori.

El examen físico de pacientes con dispepsia funcional no se suele encontrar ningún síntoma o signo de alarma. La mayoría de pacientes se quejan de dolor epigástrico inespecífico que es indistinguible del dolor producido por dispepsia orgánica. Otros hallazgos encontrados en la exploración como la presencia de masas abdominales (hepatoma), linfadenopatias, ictericia o palidez cutánea orientan a dispepsia orgánica.

Se debe realizar hemogramas y bioquímicas de rutina, incluyendo pruebas de función hepática que descarten patología orgánica hepática o pancreática. Así mismo se deben descartar enfermedades metabólicas con parámetros bioquímicos alterados que puedan causar dispepsia.

Diagnóstico diferencial

A la hora de identificar las causas de dispepsia es muy importante realizar un diagnóstico acertado, ya que  un diagnóstico  correcto de dispepsia puede acelerar el tratamiento y la resolución del problema en muchos casos. Aunque hay multitud causas de dispepsia, las principales causas son la úlcera péptica, reflujo gastroesofágico, cáncer gástrico y los antiinflamatorios no esteroideos.

  • Enfermedad péptica ulcerosa: La clínica más común es del dolor abdominal superior localizado en el epigastrio. Aunque en ocasiones se puede localizar en cuadrantes superior derecho o izquierdo.
  • Reflujo gastroesofágico: La clínica por la que suelen acudir estos pacientes al médico es por dolor ardiente retro esternal y regurgitación.
  • Tumores malignos: Dentro de las causas orgánicas es una etiología infrecuente, pero muy a tener en cuenta por los clínicos, ya que un diagnóstico precoz es necesario para un tratamiento rápido y eficaz. La incidencia de tumores malignos aumenta con la edad, por lo que se debe tener en más en cuenta en pacientes mayores de 50 años.
  • Causas biliares, como por ejemplo, cólicos biliares pueden desencadenar una clínica similar una dispepsia.  Este tipo de dolor se caracteriza por dolor episódico agudo y severo en el abdomen superior, por lo general en cuadrante superior derecho.
  • Antiinflamatorios no esteroideos: Este tipo de medicamentos pueden provocar dispepsia incluso en ausencia de úlcera péptica.
  • Otras causas: Enfermedades sistémicas como gastritis eosinofílica, enfermedad de Crohn, diabetes, sarcoidosis pueden provocar una dispepsia sintomática.
  • Infección por H. Pylori: La infección por H. Pylori puede conducir a la inflamación (gastritis) y ulcera gástrica. Sin embargo no todas las pacientes con infección por esta bacteria desarrollan dispepsia funcional.

APROXIMACIÓN TERAPÉUTICA

El tratamiento de los pacientes con dispepsia funcional es controvertido y su finalidad se reduce al control de los síntomas. La mayoría de las intervenciones son de carácter empírico y están basadas en la mejoría clínica de los síntomas.

Medidas higiénico-dietéticas

Se debe aconsejar estilo de vidas saludables como dejar de fumar, disminuir la ingesta de alcohol o reducir el peso corporal, ya que puede ayudar al paciente a mejorar los síntomas.  También se recomienda cambiar hábitos alimentarios como evitar ciertos alimentos, comer despacio, masticación adecuada y evitar comidas copiosas.

Prueba del H. Pylori y tratamiento

Para realizar el diagnóstico de dispepsia funcional se requiere la exclusión de cualquier causa orgánica por lo que el tratamiento de la infección por H. pylori quedaría excluido. No obstante se debe realizar un diagnóstico y tratamiento erradicador como parte de la estrategia diagnóstica de la dispepsia funcional si persisten los síntomas.

Las pruebas para detectar H. pylori se deben realizar con una prueba de test del aliento con urea o determinación de antígeno en heces. Estos pacientes deben recibir tratamiento con el H. Pylori si la prevalencia local es mayor de 10%. Si los resultados son negativos para la prueba diagnóstica para el H. Pylori  y la prevalencia es alta, se debe considerar la utilización de inhibidores de bomba de protones para la disminución de la sintomatología dispéptica.

Antisecretores gástricos

Los antagonistas de los receptores H2 de histamina (anti-H2) se utilizan con éxito en el tratamiento de la dispepsia funcional.  Sin embargo el resultado obtenido con este tipo de medicación es pequeño en comparación con otras alternativas terapéuticas. Los inhibidores de bomba de protones (IBP) si que han demostrado su utilidad en el tratamiento de estos pacientes.  Este tipo de medicamentos es sobre todo útil en aquellos pacientes que presentan dolor o síntomas de reflujo epigástricos.

Agentes procinéticos

La posible relación entre la dispepsia no ulcerosa y el vaciamiento gástrico anormal proporcionaron el fundamento para los ensayos de tratamiento de agentes procinéticos.  Este tipo de agentes estimulan la contracción del músculo liso y mejoran el vaciamiento gástrico y el tránsito intestinal. Los más utilizados son los fármacos con acción predominantemente antidopaminérgicos o los agonistas serotoninérgicos 5-HT4. Distintos metanálisis han mostrado una discreta mejoría de los síntomas dispépticos comparados con placebo. No obstante la efectividad de los procinéticos puede estar sobrevalorada ya que los resultados de los ensayos son difíciles de interpretar.

Fármacos relajantes del fundus gástrico

Muy pocos estudios han reflejado la utilidad de los fármacos que relajan el fundus gástrico pueden mejorar la saciedad precoz y la plenitud postprandial. Sin embargo, la utilización de buspirona frente a placebo 3 veces al día incremento la acomodación gástrica reduciendo la gravedad de los síntomas de la dispepsia funcional.

Fármacos antidepresivos y tratamiento psicológico

La posible relación entre las alteraciones psicológicas y psiquiátricas y los trastornos funcionales ha conducido al estudio de diferentes intervenciones psicológicas y farmacológicas en este tipo de pacientes. La terapia psicológica (terapia congintivo-conductual, la hipnoterapia o psicoterapia) han beneficiado a pacientes seleccionados y se debe considerar par los pacientes motivados que se asocian con síntomas de estrés.

El uso de de los antidepresivos tricíclicos se basa en la reducción de la intensidad de los síntomas de ansiedad y/o depresión, una potencial acción analgésica central con incremento del umbral del dolor y una acción farmacológica local sobre el tracto gastrointestinal superior.

Se debe emplear esta alternativa terapéutica en aquellos pacientes que hayan recibido tratamiento antisecretor y procinético sin resultados satisfactorios.

Otras terapias

La utilización de preparados con hierbas medicinales como la menta en estos pacientes no parece ser muy convincente. De igual manera, la utilización de la acupuntura o la medicina tradicional China se ha usado para paliar los síntomas dispépticos  con resultados difíciles de valorar por falta de estudios clínicos.

Algoritmo de tratamiento de la dispepsia funcional

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BIBLIOGRAFIA

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  • Delaney BC, Moayyedi P, Forman D. Estrategias de manejo inicial para la dispepsia. En: La Cochrane Library plus en español, número 2, 2004. Oxford, Update Software Ltd  [Resumen] [Texto completo en español en: Cochrane Plus]
  • Mearin, Fermín. El enfermo con dispepsia. En: Montoro Huguet, Miguel. Principios básicos de gastroenterología para médicos de familia. 2ª ed. Barcelona: Edika-Med;  2002.

Cancer de Piel

Resumen

Cualquier  estructura de la piel puede ser objeto de un proceso tumoral, aunque, en realidad, la mayoría de los tumores y, en particular, de los tumores neoplásicos (tumores cancerosos o precancerosos), tienden a localizarse en el estrato más externo: la epidermis. Los cánceres procedentes de estirpes celulares queratinocíticas son, de lejos, los tipos de cáncer de piel más comunes. El carcinoma basocelular (de células basales) es el tipo de cáncer de piel más común, representando ocho de cada diez casos; cerca de dos de cada diez son carcinomas de células escamosas (carcinoma epidermoide), que aparecen, también en las áreas del cuerpo expuestas al sol, tales como la cara, las orejas, los labios y el dorso de las manos. El melanoma no es tan frecuente como los anteriores pero es, con toda seguridad, la forma de cáncer cutáneo más peligrosa por la facilidad para diseminarse por otros tejidos, haciendo metástasis en diversos órganos distales (cerebro, hígado, pulmones, etc.), aunque si se detecta con la antelación necesaria puede ser eficazmente erradicado.

El objetivo general del tratamiento es la curación del proceso. Ello se consigue en la mayor parte de los carcinomas basocelulares, en muchos de los epidermoides y en el melanoma, siempre que se elimien todas las células cancerosas. En general, el tratamiento del cáncer cutáneo es quirúrgico; alternativamente, se puede utilizar radioterapia en el cáncer de piel no melanoma con fines curativos. También se dispone de distintos tratamientos farmacológicos, tanto de administración tópica como sistémica, que adecuadamente utilizados pueden contribuir al control del tumor cuando éste se encuentra ya en una fase avanzadas o abiertamente invasiva. En principio, los tumores in situ pueden ser tratados con cirugía o con los diversos tratamientos médicos locales. La terapia sistémica, como norma general, se puede utilizar cuando no son tributarios de cirugía y son suficientemente invasivos o están diseminados.

Se considera que la exposición a los rayos ultravioleta (UV) es el principal factor de riesgo de la mayoría de los cánceres de piel. La luz solar es la fuente principal de la radiación ultravioleta, aunque las lámparas utilizadas en los dispositivos (Scamasc) bronceadores pueden ser otra fuente importante de rayos UV. El potencial efecto negativo de estos reside en su capacidad para dañar la estructura del ADN de las células cutáneas, especialmente aquellas más superficiales, como los queratinocitos y melanocitos.

El farmacéutico, particularmente a través de las farmacias comunitarias, puede colaborar de forma activa y eficaz en la prevención y detección precoz del cáncer de piel. En este sentido, la información rigurosa y el asesoramiento práctico son dos piezas clave para combatir con éxito un tipo de patología que está creciendo. España es un país particularmente soleado y ello tiene sus vertientes indudablemente favorables (agricultura, turismo, estilo de vida, etc.), pero no hay que olvidar la contrapartida del riesgo que deriva de una exposición imprudente al sol.

CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN

La piel es el órgano más grande y pesado del cuerpo humano. Cualquier  estructura de la piel puede ser objeto de un

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proceso tumoral, aunque, en realidad, la mayoría de los tumores y, en particular, de los tumores neoplásicos (tumores cancerosos o precancerosos), tienden a localizarse en el estrato más externo: la epidermis. En concreto, los cánceres más frecuentes son el  carcinoma basocelular, denominado así porque deriva de las células basales presentes en la capa más profunda de la epidermis (capa basal); el carcinoma epidermoide, cuyo nombre evoca obviamente a la epidermis; y el melanoma, que deriva de los melanocitos, las células productoras de melanina, el principal pigmento cutáneo.

Aspectos anatómicos de la piel

La piel constituye la cubierta externa de nuestro cuerpo. Se trata de un órgano trascendental, indispensable para la vida; de hecho, es el más grande de todos nuestros órganos, si exceptuamos los músculos considerados en conjunto. Su volumen representa el 12-15% del total, supone entre 7 y 12 kilogramos del peso total de un adulto y su superficie es de 1,5-2,5 m2. Su grosor total oscila entre 0,5 mm (párpados) y 4 mm (piel del talón).

La piel se encuentra constituida por tres capas, muy diferentes en estructura y función, aunque íntimamente relacionadas entre sí. La más superficial o externa es la epidermis, la dermis es la capa intermedia y la hipodermis es la más profunda y de mayor peso. La piel se une por medio de fibras colágenas a la membrana superficial o fascia que recubre los músculos, proporcionado una gran solidez que opone una intensa resistencia a las fuerzas de desplazamiento tangencial.

Cander_02

La separación entre epidermis y dermis viene determinada por una línea ondulada donde se sitúan las papilas dérmicas y las crestas epidérmicas. Toda la estructura de la piel se sustenta sobre el tejido conectivo fibroso de las fascias y aponeurosis musculares, a las que se une para dar soporte y resistencia a la envoltura cutánea que cubre el cuerpo humano.

La estructura de la epidermis es la de un epitelio de cubierta poliestratificado, es decir, formando varios estratos o capas superpuestas de células epidérmicas, denominadas queratinocitos. Desde la profundidad a la superficie, los estratos son:

  • Basal (el más profundo, señalado con un 1 en la figura).
  • Espinoso (2)
  • Granuloso (3).
  • Córneo (el superficial: 4). El estrato córneo de las palmas de las manos y de las plantas de los pies es muy grueso y contiene una subcapa llamada stratum lucidum (capa transparente).

El grosor de la epidermis es variable y depende de la zona de piel: desde 30 µm (0,03 mm) para la epidermis de los párpados hasta 0,2 mm para la plantar. La capa basal forma una hilera de células (queratinocitos basales) colocadas en una línea ondulada, en contacto con la dermis y formando con ella una sólida unión dermo-epidérmica, en la que la dermis se introduce en la epidermis configurando ensenadas llamadas papilas dérmicas, y en donde la epidermis parece introducirse hacia la dermis formando cabos o salientes denominados crestas epidérmicas.

Los queratinocitos del estrato espinoso se unen por medio de unas estructuras que adosan las membranas celulares entre sí, los desmosomas. Por su parte, el estrato granuloso contiene queratinocitos  que segregan al espacio extracelular una sustancia de naturaleza fosfolipídica asociada a mucopolisacáridos ácidos que evita la pérdida de agua. Sobre el estrato granuloso se disponen el estrato córneo, que es muy compacto en las regiones de piel que pertenecen a las palmas de las manos y a las plantas de los pies.

Toda la epidermis procede de la división celular de los queratinocitos basales, que al proliferar se sitúan unos encima de los otros y sufren un proceso progresivo de queratinización hasta llegar a la superficie, donde se descaman y se eliminan definitivamente como restos celulares muertos. Un ciclo celular de recambio epidérmico completo dura entre 50 y 75 días, desde que una célula del estrato basal se divide dando lugar a otra y ésta llega a la superficie, donde acaba formando escamas que, en el caso del cuero cabelludo, es la conocida y antiestética caspa.

La dermis es un auténtico tejido de refuerzo (tejido conectivo) por donde discurren vasos y nervios y en el que se integran células y matriz extracelular. A la porción de la dermis que se coloca más superficial, en contacto con la epidermis y, por lo tanto, con las papilas dérmicas, se la llama dermis papilar; la porción más profunda recibe el nombre de dermis reticular. La célula que representa a la dermis es el fibroblasto, responsable de la producción de la sustancia que queda entre las células de la dermis (matriz extracelular). Esta matriz contiene un componente fibrilar con fibras colágenas y elásticas y un componente amorfo que recibe el nombre de sustancia intercelular o sustancia fundamental amorfa del conectivo, muy rico en glicosaminoglicanos y proteoglicanos. Las fibras colágenas son mucho más gruesas y numerosas que las elásticas.

Por último, la hipodermis forma una capa de diferente espesor, que depende de la localización topográfica, del sexo y del estado nutricional del individuo. Está constituida por células rellenas de grasa (adipocitos), formando voluminosos lóbulos separados por tabiques del mismo tejido conectivo que el de la dermis.

Clasificación de los tumores cutáneos

Como se indicó anteriormente, cualquier estrato cutáneo puede ser objeto de tumoración y, de hecho, los procesos neoplásicos pueden afectar a cualquiera de las estirpes celulares que integran la piel; de acuerdo con ello, se pueden clasificar los tumores cutáneos más comunes según su origen celular (García Díez, 2011):

  • Procedencia epitelial (fundamentalmente queratinocitos)
    • Estados previos a la malignificación (precancerosis) y cánceres muy localizados (in situ): queratosis actínica, enfermedad de Bowen, etc.
    • Cánceres invasivos: carcinoma epidermoide (de células escamosas) y carcinoma basocelular (de células basales)
    • Otros tumores de origen epitelial: tumor de Merkel, enfermedad de Paget extramamaria, etc.
  • Derivados de melanocitos: melanoma
  • Otros tumores cutáneos (mayoritariamente localizados en la dermis)
    • De estirpe fibrosa: ermatofibrosarcoma protuberans
    • De estirpe vascular: angiosarcoma de Kaposi

Los cánceres procedentes de estirpes celulares queratinocíticas son, de lejos, los tipos de cáncer de piel más comunes. Entre ellos, los más frecuentes son los carcinomas de células basales y los de células escamosas (carcinoma epidermoide). El carcinoma basocelular (de células basales) es el tipo de cáncer de piel más común; de hecho, es el tipo de cáncer que se presenta con más frecuencia en los seres humanos, hasta el punto de que ocho de cada diez casos de cáncer de piel son carcinomas basocelulares. Por lo general, estos cánceres surgen en las zonas expuestas al sol, especialmente la cabeza y el cuello; y tienden a crecer lentamente. Afortunadamente, es muy infrecuente que se propague a otras partes del cuerpo (metástasis), aunque si no se trata, podría extenderse a los tejidos próximos e incluso llegar a afectar los huesos. Incluso después del tratamiento, el carcinoma basocelular puede reaparecer en el mismo lugar de la piel; de hecho, hasta la mitad de las personas diagnosticadas con cáncer de células basales padecerán un nuevo cáncer de piel dentro de los siguientes cinco años; por otro lado, las personas que han tenido cánceres de células basales también tienen una probabilidad mayor de padecer nuevos cánceres en otros lugares de la piel.

Alrededor de dos de cada diez casos de cáncer de piel son carcinomas de células escamosas (carcinoma epidermoide), que aparecen, también en las áreas del cuerpo expuestas al sol, tales como la cara, las orejas, los labios y el dorso de las manos. Asimismo, puede desarrollarse en cicatrices o en llagas crónicas de la piel de otras partes del cuerpo. Algunas veces comienzan como una queratosis actínica y, más raramente, se forman en la piel del área genital. Los carcinomas de células escamosas tienen más probabilidad de crecer hacia las capas más profundas de la piel y propagarse a otras partes del cuerpo que los basocelulares, aunque esto también es infrecuente.

Algunos expertos consideran que los queratoacantomas son también un tipo de cáncer epidermoide y, de hecho, los tratan como tales. Son tumores en forma de cúpula que se encuentran en la piel expuesta al sol. Muchos de ellos experimentan una regresión o incluso desaparecen por sí solos con el transcurso del tiempo sin necesidad tratamiento, pero algunos pueden continuar creciendo y algunos pueden propagarse hacia otras partes del cuerpo.

Las afecciones precancerosas y preinvasivas de origen queratinocítico más comunes son la queratosis actínica y el carcinoma in situ de células escamosas (enfermedad de Boewn). La queratosis actínica o solar, es una enfermedad precancerosa de la piel causada por exposición excesiva al sol. Consiste en manchas pequeñas y ásperas o escamosas que pueden ser de color rosado o rojizo. Son más comunes en cara, orejas, dorso de las manos y brazos de las personas de edad mediana o mayores que tienen la piel blanca, aunque también pueden aparecer en otras áreas expuestas al sol. Es habitual que se desarrolle más de una mancha, que tiende a crecer lentamente, y aunque algunas desaparecen por sí solas, pueden reaparecer. En algunos casos, las queratosis actínicas se pueden convertir en cánceres de células escamosas, aunque en la mayor parte de los casos no ocurre así.

Por su parte, el carcinoma in situ de células escamosas (enfermedad de Bowen) es considerado como la forma más temprana del cáncer de piel de células escamosas. La enfermedad de Bowen se manifiesta en forma de manchas rojizas, algo más grandes que las de la queratosis actínica y de un rojo más intenso; son más descamativas y algunas veces ásperas. Al igual que las queratosis actínicas, usualmente no causan ningún síntoma, aunque podrían ocasionar comezón e irritación. Como la mayoría de los cánceres de piel (y queratosis actínicas), el principal factor de riesgo es la exposición excesiva a la luz solar, aunque la enfermedad de Bowen también puede ocurrir en la piel de las áreas anales y genitales, en este caso posiblemente relacionada con una infección por transmisión sexual con los virus del papiloma humano (VPH), responsables de las verrugas genitales. En algunas ocasiones, la enfermedad de Bowen progresa hasta un cáncer invasivo de células escamosas.

Como ya se indicó anteriormente, los melanomas se originan a partir de los melanocitos, aunque estos también pueden dar lugar crecimientos benignos (no cancerosos), cuyo representantes más conocidos son los lunares. El melanoma es, con toda seguridad, la forma de cáncer cutáneo más peligrosa por su facilidad para diseminarse por otros tejidos, haciendo metástasis en diversos órganos distales (cerebro, hígado, pulmones, etc.), aunque si se detecta con la antelación necesaria puede ser eficazmente erradicado.

Además de los citados, existe una amplia variedad de cánceres de piel mucho menos comunes (globalmente, representan menos del 1% de todos los cánceres cutáneos), que no derivan de los queratinocitos o de los melanocitos. Además de los mencionados tumores de Merkel y angiosarcoma de Kaposi, también se incluyen linfomas y sarcomas cutáneos, y determinados tumores de los anejos de la piel (folículos pilosos, glándulas sebáceas, etc.).

Sea como fuere, es importante considerar que la mayoría de los tumores de la piel son benignos (es decir, no son cancerosos) y, sólo en contados casos, acaban malignizándose. Entre los tumores benignos cutáneos más comunes se incluyen la mayoría de los tipos de lunares, las queratosis seborreicas, los hemangiomas (crecimientos benignos de los vasos sanguíneos, que dan a la piel una coloración vinácea, formando fresones o manchas de Oporto), los lipomas (tumores blandos formados exclusivamente por células adiposas) y las comunes verrugas (provocadas por el VPH).

EPIDEMIOLOGÍA 

Distribución demográfica

La queratosis actínica es un precursor de cáncer o una lesión precancerosa. De hecho, se ha sugerido que la queratosis actínica es un carcinoma in situ, que en el 10% de los casos puede evolucionar a carcinoma de células escamosas invasivo con la capacidad de metastatizar, mientras que en el 15-25% de los casos sufre una regresión espontánea completa. En este sentido, puede considerarse como el tipo de carcinoma in situ más común en el ser humano. Es significativo que tanto en la queratosis actínica como en el carcinoma de células escamosas invasivo los cambios histológicos y citopatológicos a nivel de las células individuales sean idénticos, aunque en la queratosis actínica persiste la membrana basal.

Entre un 10% y un 25% de los adultos que viven en zonas de clima templado presentan al menos una lesión de queratósica actínica, proporción que alcanza el 40-60% en los países próximos al trópico. En general, el riesgo de queratosis actínica aumenta con la edad, pasando de una prevalencia durante las tres primeras décadas de la vida de menos del 10% a más del 90% en los mayores de 80 años; entre ambos extremos, se estima que el 60% de las personas predispuestas mayores de 40 años tienen al menos una queratosis actínica, incrementándose al 80% en mayores de 60 años; en general, se estima que en Europa, la tasa de prevalencia es del 11-25% para personas mayores de 40 años, aunque las personas con ciertas patologías genéticas (especialmente, albinismo y xerodermia pigmentosa) pueden desarrollar queratosis actínica a una edad más temprana que en la población general. La ​​prevalencia en hombres es doble que en las mujeres (1,5-2,5:1), aunque varía de un país a otro (55% vs. 37% en Australia; 26,5% vs. 10,2% en Estados Unidos; 15% vs. 6% en Gran Bretaña); en cualquier caso, las personas con piel clara tienen seis veces más probabilidades que las personas con tipos de piel más oscura para desarrollar queratosis actínica (Fartasch, 2012).

La piel es la localización más común de cáncer en la raza blanca, aunque el melanoma no es, de lejos, la forma más frecuente. En general, se estima que el riesgo de padecer un carcinoma basocelular –la forma más común de cáncer cutáneo – a lo largo de la vida se estima entre un 28 y un 33%. Sea como fuere, el cáncer de piel provocó 80.000 muertes en 2010; 49.000 de los cuales se deben a melanoma y 31.000 al resto de cánceres cutáneos (Lozano, 2012). En Europa, aproximadamente 26.100 varones y 33.300 mujeres son diagnosticadas anualmente de melanoma y aproximadamente uno 8.300 varones y 7.600 mujeres mueren por este motivo cada año.

En Estados Unidos se calcula que el número de carcinomas basocelulares es de alrededor de 1,2 millones de casos al año, situándose en una tasa anual entre 407 y 485 casos por 100.000 habitantes en los hombres y 212-253 en las mujeres. Las cifras para el carcinoma epidermoide son muy inferiores, situándose entre 81 y 136 para los hombres y 26-29 para mujeres. En España, los datos de los que se dispone son limitados a algunas áreas geográficas. En Granada, el total de casos de cáncer de piel se encuentra en alrededor de 80 por 100.000 personas en varones y 60 por 100.000 en las mujeres. En Soria existe una proporción de 148 por 100.000 personas de carcinomas basocelulares y las cifras en Madrid rozan los 175 casos por 100.000 habitantes. El riesgo de padecer un carcinoma basocelular a lo largo de la vida se estima entre un 28% y un 33%.

La prevalencia de melanomas tiene una gran variabilidad geográfica. Es uno de los 10 tumores malignos más frecuentes en el mundo occidental, pero es raro en la mayoría de los países de África, Asia y Sudamé-rica. El mayor número de casos se observa en Australia, con una tasa de 55,8 por 100.000 habitantes para varones y de 42,9 para mujeres, lo que hace que sea el cuarto tumor más frecuente en varones y el tercero más frecuente en mujeres. Actualmente se estima que 1 de cada 25 varones y 1 de cada 34 mujeres en Aus-tralia desarrollarán un melanoma a lo largo de su vida. En 2010, 8.700 estadounidenses murieron a causa de este cáncer. En general, la incidencia del me-lanoma en todo el mundo aumenta a medida que nos acercamos al Ecuador, pero no así en Europa, donde es más frecuente en países nórdicos. En las últimas décadas, su número se ha incrementado de manera importante y se trata de uno de los tumores malignos que más ha aumentado en la población blanca. Se es-tima que cada 10 o 20 años se duplica su número. El número estimado de casos nuevos y muertes por melanoma en los Estados Unidos en 2014 es de 76.100 nuevos casos y 9.710 muertes (NCI, 2014).

España tiene una de las tasas de incidencia y mortalidad del melanoma más bajas de los países desarrollados (Sáenz, 2005). Sin embargo, es una de las patologías de mayor crecimiento en nuestro país, con un aumento del 181,3% en la tasa de incidencia en hombres y aumento 205,3 % en las mujeres. Representa el 1,3% y el 2,5% de los tumores malignos en hombres y mujeres, respectivamente, mientras que la tasa estandarizada en todo el mundo actual es, respectivamente, 2,4% y 4,9%. Los niveles más altos de incidencia corresponden a Tarragona para los hombres ( 6,81 %) y Gerona para las mujeres (8,2%) , y la más baja a las Islas Canarias y Zaragoza (3,6% y 4,3% para las mujeres y los hombres, respectivamente). Esta mayor incidencia en el sexo femenino diferencia a España del resto de Europa y Estados Unidos, en donde ocurre lo contrario. La mortalidad también se ha incrementado en España en las últimas décadas (1,8% en varones y 1,3% en las mujeres), aunque esta tendencia al alza se ha estabilizado en los últimos años. Tasa de mortalidad de España es la más baja de Europa. Es un tumor más típico de edades jóvenes y medias de la vida; aproximadamente, el 50% de los melanomas aparecen en individuos menores de 50 años y el 30% ocurre en edades inferiores a 45 años.

Factores de riesgo

Carcinomas de células basales y escamosas

Se considera que la exposición a los rayos ultravioleta (UV) es el principal factor de riesgo de la mayoría de los cánceres de piel. La luz solar es la fuente principal de la radiación ultravioleta, aunque las lámparas utilizadas en los dispositivos (“camas”) bronceadores son otra fuente importante de rayos UV. El potencial efecto negativo de estos reside en su capacidad para dañar la estructura del ADN de las células cutáneas, especialmente aquella más superficiales como los queratinocitos y melanocitos (NCI, 2014).

Lo que popularmente se conoce como rayos ultravioleta, en realidad, corresponde a un amplio espectro de radiación denominado ultravioleta cercano1, con longitudes de onda comprendidas entre los 400 y los 200 nm (nanómetros) y con una energía por fotón de 3,1 a 6,2 eV (electrón-voltios).  Los UV cercanos (que constituyen el grueso de los UV que llegan a la superficie de la Tierra) se subdividen en tres clases:

  • Los rayos UV de tipo A (UVA; 400-320 nm y 3,1-3,9 eV) envejecen a las células de la piel y pueden dañar el ADN de estas células. Los UVA están asociados principalmente con el daño de la piel a largo plazo (arrugas, manchas cutáneas, etc.), pero también podrían tener un cierto papel en algunos tipos de cáncer cutáneo.
  • Los rayos UVB (320-280 nm; 3,9-4,4 eV) pueden causar un daño directo al ADN de las células de la piel y, de hecho, se considera que son la principal causa de quemaduras de sol y los responsables directos de la mayoría de los cánceres cutáneos.
  • Los rayos UVC (280-200; 4,4-6,2 eV), aunque son los más energéticos y, por tanto, los más peligrosos para la estructura de la piel y del ADN celular, sin embargo son filtrados prácticamente en su totalidad por la atmósfera y, por lo tanto, no parecen estar relacionados con el cáncer de piel.

El grado de exposición a la luz ultravioleta que una persona recibe depende de la intensidad de los rayos, del tiempo que la piel ha estado expuesta y de si ésta ha estado protegida con ropa o filtros solares. Obviamente, las personas que viven en áreas donde están expuestas todo el año a la luz solar intensa tienen mayor riesgo. Pasar mucho tiempo a la intemperie por motivos de trabajo o recreación (bañistas y excursionistas; en particular, los montañeros, dado que la radiación UV es más intensa a medida que se asciende, dado que el filtro atmosférico es menor) sin protegerse con ropa, parasoles, gafas y filtros solares aumenta el riesgo. Por otro lado, la mayoría de los cánceres de piel probablemente son causados por exposiciones que hayan tenido lugar muchos años antes, motivo por el que se debe ser especialmente cuidadoso con la exposición al sol durante la infancia (playa, montaña, juegos al aire libre, etc.).

El riesgo de padecer cáncer cutáneo es mucho mayor en las personas de raza blanca que en las personas de raza negra o, en general, con piel oscura, debido al efecto protector de la melanina. Están particularmente expuestas las personas de piel clara que se queman al sol con rapidez o se llenan de pecas. Asimismo, las personas con albinismo (ausencia hereditaria de melanina en la piel) tienen un alto riesgo de quemaduras de sol y de padecer cáncer de piel.

El riesgo de cáncer de células basales y el de células escamosas aumenta a medida que las personas envejecen, aunque probablemente esto es una consecuencia directa de la acumulación de la exposición solar sobre la piel en el transcurso del tiempo. Aunque actualmente estos cánceres se están observando también en personas relativamente jóvenes, el motivo consiste en que éstas pasan más tiempo expuestas al sol. Por lo que respecta al sexo, en comparación con las mujeres, los hombres tienen el doble de probabilidades de padecer cáncer de células basales y alrededor del triple en el caso del cáncer de células escamosas. Como en el caso de la edad, posiblemente el motivo sea un mayor nivel de exposición al sol.

La exposición a grandes cantidades de arsénico (como el que contamina naturalmente los pozos de agua en algunas zonas) aumenta globalmente el riesgo de cáncer cutáneo. Asimismo, la exposición a brea de hulla, parafina y ciertos tipos de aceite también puede incrementar el riesgo de padecer cáncer de piel. En esta misma línea, las personas sometidas a radioterapia tienen mayor riesgo de padecer cáncer de piel en la zona en la que fueron irradiados.

Cualquier persona que haya tenido previamente cáncer de células escamosas tiene una probabilidad mucho mayor de padecer otro de estos cánceres. Asimismo, las cicatrices de quemaduras graves, la piel que recubre el área donde se produjo una infección ósea grave y la piel dañada por ciertas enfermedades inflamatorias graves tienen más probabilidades de padecer cánceres de piel, aunque, por lo general, el incremento del riesgo es leve. También los tratamientos con psoralenos y luz ultravioleta (PUVA) administrados a algunos pacientes con psoriasis, pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer de células escamosas y, posiblemente, de otros tipos de cáncer cutáneo.

Por otro lado, los pacientes con xerodermia pigmentosa a menudo padecen un gran número de tumores cancerosos cutáneos desde la infancia. Se trata de una enfermedad hereditaria muy poco frecuente (de hecho, es una enfermedad rara), que implica que los pacientes tienen una reducida capacidad de la piel para reparar los daños que sufre el ADN como consecuencia de la exposición a la luz solar. También el síndrome de nevo de células basales (síndrome de Gorlin) es una enfermedad congénita rara, en la que los pacientes presentan muchos cánceres de células basales, especialmente si hay exposición prolongada a los rayos UV.

Las personas inmunodeprimidas (SIDA, tratamientos inmunosupresores, etc.) tienen más probabilidades de padecer cáncer de piel de tipo no melanoma, incluyendo cáncer de células escamosas y otros tipos menos comunes, como el sarcoma de Kaposi y el carcinoma de células de Merkel. En particular, la tasa de cáncer cutaneo en las personas que han sido sometidos a trasplantes y tratados con terapia inmunosupresora puede llegar al 70% en los 20 años después del trasplante; asimismo, los cánceres cutáneos evolucionan más rápidamente y tienen mayor mortalidad entre las personas inmunodebilitadas. Los virus del papiloma humano (VPH) causantes de los papilomas o verrugas no están relacionadas con ninguna forma de cáncer cutáneo (aunque algunos serotipos sí lo están con el cáncer de útero).

Finalmente, parece que el tabaquismo incrementa la probabilidad de padecer cáncer de células escamosas, especialmente en los labios, pero no así para el cáncer de células basales.

 Melanoma

Muchos de los factores de riesgo asociados con un incremento de padecer carcinomas basocelulares o de células escamosas, también lo están con el melanoma. En este sentido, la exposición a la radiación UV (natural o artificial) es un factor de riesgo relevante para la mayoría de los melanomas. En este sentido, la naturaleza de la exposición a la radiación UV desempeña un papel modulador de dicho riesgo; por ejemplo, se ha asociado el melanoma en la zona torácica (tanto en el pecho como en la espalda) y las piernas a quemaduras de sol (actínicas) frecuentes, especialmente en la niñez; lo que enfatiza la importancia de la expresión: la piel tiene memoria. El hecho de que estas áreas habitualmente no estén expuestas a la luz solar (y, por tanto, a la radiación UV) ha sido destacado por el hecho de que los melanomas en estas áreas parecen ser histopatológicamente diferentes a aquellos que se originan en el rostro y el cuello, donde la exposición al sol es más común. Además, estos melanomas son diferentes a los que se originan en las palmas de las manos, las plantas de los pies, debajo de las uñas o en las superficies internas, como lo son la boca y la vagina, donde no hay realmente ninguna exposición solar (Reszko, 2011).

Tradicionalmente, se considera que los lunares son tumores pigmentados benignos, que empiezan a aparecer durante la infancia y la primera juventud; la mayoría de ellos nunca llegará a causar ningún problema, más allá de los eventuales aspectos estéticos; no obstante, se estima que las personas que tienen muchos lunares son más propensas a padecer melanoma. Los denominados nevos displásicos o atípicos, tienen cierto parecido con los lunares, pero también presentan ciertas características propias del melanoma; en concreto, los nevos displásicos ser más grandes que los lunares comunes y presentan forma o colores anormales. De hecho, una pequeña fracción de nevos displásicos puede acabar convirtiéndose en melanomas, aunque la mayoría nunca lo hará y, además,  la mayoría de los melanomas se originan sin que exista un nevo displásico preexistente en el lugar. No obstante, existe una patología denominada síndrome del nevo displásico que se caracteriza por el desarrollo de numerosos nevos, en la que el riesgo de melanoma a lo largo de la vida podría superar el 10%. Por otro lado, frecuentemente la presencia de nevos displásicos sigue una pauta hereditaria, por lo que es muy recomendable que cualquier personas que presente muchos nevos displásicos y algún familiar cercano con melanoma visite periódicamente al dermatólogo, ya que tiene un riesgo elevado de padecer melanoma en el transcurso de su vida. Por otro lado, el riesgo de que se desarrolle un melanoma a lo largo de la vida oscila entre el 0% y el 10% en personas con nevos melanocíticos congénitos (lunares presentes en el nacimiento), dependiendo del tamaño del nevo (tanto mayor cuanto más extenso es el nevo).

En el caso de la raza (fundamentalmente, en relación con el tipo de piel), el riesgo de padecer melanoma es más de diez veces mayor en las personas de raza blanca que en las de raza negra. En particular, aquellas personas de raza blanca de pelo rubio o pelirrojo con ojos azules o verdes, o de piel muy blanca, que se queman o se llenan de pecas con facilidad, tienen un mayor riesgo (NCI, 2014).

Igualmente, el riesgo de padecer un melanoma es mayor si uno o varios de los familiares de primer grado tienen o han tenido melanoma. Aproximadamente 10% de todas las personas con melanoma tienen antecedentes familiares de esta enfermedad, aunque no todo implica condicionamiento genético, ya que este incremento del riesgo también puede ser debido al hecho de compartir un estilo de vida familiar relativo a la exposición frecuente al sol, o otros factores gregarios.

En cualquier caso, la genética tiene una relevancia especial en el melanoma, ya que las mutaciones típicamente asociadas al melanoma están presentes en el 10-40% de las familias con una tasa elevada de melanoma. De hecho, más del 65% de los melanomas  contienen mutaciones activadoras de la vía RAS/RAF/MEK/ERK.  En concreto, las mutaciones en la cinasa BRAF se llegan a identificar en el 40-50% de los melanomas cutáneos, en particular en la posición V600, mientras que otro 10-15% tienen la mutación NRAS (Voskoboynik, 2014).

Por otro lado, los propios antecedentes personales son un factor de riesgo asociado al melanoma, ya que una persona que ha lo padecido anteriormente tiene un mayor riesgo de padecer otro melanoma. Se estima que el 5% de las personas con melanoma padecerán un segundo melanoma en algún momento de sus vidas. Para pacientes con melanoma metastásico o irresecable quirúrgicamente, el pronóstico es poco favorable, con una tasa de supervivencia al cabo de un año desde el diagnóstico del 25%, que desciende al 15% a los cinco años.

Como ocurre con otros cánceres cutáneos, la inmunosupresión patológica o farmacológica tiene un riesgo aumentado de melanoma. También la edad es un factor de riesgo, en el sentido de aunque el melanoma es más probable que se presente en personas de edad madura, también se detecta en personas jóvenes. De hecho, el melanoma es uno de los cánceres más comunes en las personas que tienen menos de 30 años de edad (especialmente en mujeres). En el caso del melanoma con antecedentes familiares evidentes, tiende a presentarse a una edad más temprana. Asimismo, la existencia de xeroderma pigmentoso incrementa notablemente el riesgo de melanoma y otros cánceres cutáneos a una edad temprana (como ya se indicó en los cánceres basocelulares y escamosos).

ASPECTOS CLÍNICOS Y ETIOPATOGÉNICOS

Tumores cutáneos de procedencia epitelial queratinocítica

 Precancerosis y cáncer in situ

Las precancerosis son lesiones que espontáneamente pueden evolucionar a un cáncer invasivo, aunque pueden también desaparecer (regresión). Desde el punto de vista microscópico presentan características similares a las de los procesos malignos, pero sin afectación dérmica, es decir, están limitadas a la epidermis .

Queratosis actínica

La queratosis actínica o queratosis solar es una lesión cutánea, de carácter único o múltiple, constituida por máculas o pápulas de tipo eritematoso que se van recubriendo progresivamente de escamas o de una costra adherente, de consistencia dura, seca y áspera; en ocasiones causa picor, punzadas o dolor, pudiendo la piel estar inflamada y enrojecida a su alrededor. La lesión se desarrolla lentamente hasta alcanzar generalmente un tamaño de 3 a 6 mm, tras lo que puede desaparecer, para reaparecer más tarde. Es frecuente observar varias lesiones queratósicas actínicas al mismo tiempo, localizadas preferentemente en cara, orejas, cuero cabelludo, cuello, dorso de las manos y antebrazos, hombros y labios,

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coincidiendo con las zonas corporales que están más expuestas a la luz solar. A veces las células epiteliales que forman una lesión queratósica experimentan un crecimiento anormal y se convierten en un cuerno cutáneo de forma recta o curvada, siendo el pabellón auditivo el sitio más frecuente para su localización.

Cuando las lesiones se infiltran o se erosionan, sugieren la existencia de una transformación carcinomatosa; en este sentido, se calcula que el 10-20% puede progresar en 10 años a un carcinoma invasivo, pero hasta el 25% puede involucionar. Se denomina campo de cancerización el área clínicamente sana en la periferia de las queratosis que presenta cambios microscópicos y mutaciones genéticas consideradas precancerosas. Estas zonas explicarían la aparición de recidivas después de algunos tratamientos.

La exposición al sol es la causa de prácticamente todas las queratosis actínicas. El daño que provoca el sol en la piel es acumulativo, de modo que la más breve exposición se suma a todas las que se experimenten en la vida desde la infancia. Se considera que la radiación ultravioleta (UV) es el factor etiológico más importante en el desarrollo de la queratosis actínica, especialmente los rayos UVB (290 a 320 nm), que serían los principales causantes de daños en el ADN de los queratinocitos y estarían implicados directamente en la carcinogénesis cutánea; en particular, la radiación UVB puede causar la formación de dímeros de timidina en el ADN de los queratinocitos. Aunque muchas de las alteraciones de las bases nucleicas del ADN son reparadas mediante mecanismos bioquímicos específicos, como el expresado por el gen p53 (localizado en el locus 17p132), evitando con ello el daño en el ADN y la consiguiente alteración celular, la propia exposición crónica a los rayos UVB puede causar una mutación del gen p53 y, con ello, favorecer la perpetuación y la expansión clonal de los queratinocitos con el ADN dañado, causando la formación de la queratosis actínica.

Enfermedad de Bowen (cáncer in situ)

Se trata de una lesión cutánea persistente de superficie rojiza, escamosa  escamocostrosa, a veces de aspecto claramente verrugoso. Histopatológicamente, se trata de un carcinoma epidermoide in situ, que en un 3-5% de los casos progresa a un carcinoma invasivo. Otra forma de cáncer de origen queratinocítico in situ es la eritroplasia, un carcinoma intraepitelial de la

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mucosa del pene, aunque puede aparecer en otros lugares. Suele aparecer entre la cuarta y la sexta décadas de la vida como placa persistente, eritematosa, aterciopelada, de límites netos, no infiltrada. La progresión hacia un carcinoma invasivo se estima en un 30% de los casos.

Cánceres queratinocíticos invasivos

Carcinoma basocelular (de células basales)

También es denominado como epitelioma basocelular o basalioma. Aparece muy frecuentemente en la cara, pero puede aparecer en cualquier localización, siendo excepcional en palmas, plantas o mucosas, adoptando muy diversas formas de presentación. La lesión inicial suele ser una pequeña pápula indurada blancogrisácea recubierta por finas dilataciones de los capilares y vasos superficiales, conocidas como arañas vasculares o telangiectasias, que evoluciona a formas nodulares o a veces tomando el aspecto de una cicatriz. Se puede manifestar como una úlcera que no cura y que muy lentamente va aumentando de tamaño; otras veces aparece como una lesión pigmentada que semeja un melanoma. El epitelioma basocelular superficial es una placa eritematosa que suele aparecer en tronco. Es un tumor de crecimiento lento y sólo de agresividad local pero, pero si se deja evolucionar es capaz de invadir estructuras subyacentes con importantes destrucciones de tejido, haciendo entonces muy difícil su tratamiento curativo. No obstante, la aparición de metástasis es excepcional.

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Este tipo de cáncer guarda una estrecha relación con el tejido conectivo del entorno, observándose en el mismo una mayor expresión del receptor para el factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGFR). Por otra parte, los fibroblastos podrían liberar citocinas que faciliten la supervivencia del epitelio tumoral. Quizás esta vinculación explica la dificultad de aparición de metástasis. En el carcinoma basocelular se han encontrado mutaciones en los genes supresores de tumores p53 y PTCH, éste último asociado al síndrome del carcinoma basocelular nevoide (síndrome de Gorlin) que se hereda de forma autosómica dominante y se expresa con la aparición precoz de estos tumores, alteraciones en los huesos (quistes mandibulares) y pequeñas depresiones en palmas y plantas. El gen PTCH (conocido como patched, parcheado) es parte de la vía de señalización hedgehog (erizo) dentro de las células, que resulta  crucial en el desarrollo fetal y es importante para algunas células adultas y, en particular, en el desarrollo de las células neoplásicas en el melanoma.

Carcinoma epidermoide (de células escamosas)

A diferencia del carcinoma basocelular, que suele asentar sobre la piel previamente sana, el carcinoma epidermoide lo hace sobre piel previamente alterada, apareciendo muchas veces sobre precancerosis, siendo la forma de novo muy infrecuente. También, a diferencia del basocelular, con frecuencia afecta a las mucosas y tiene más capacidad metastatizante.

Inicialmente, se manifiesta como una lesión elevada firme, levemente eritematosa, de bordes mal definidos y superficie lisa o escamosa. La lesión aumenta de tamaño progresivamente en diámetro y puede, al cubrirse de un componente queratósico, dar lugar a un cuerno cutáneo. Otras veces aparece una úlcera de lecho friable y sucio, con la base indurada y los bordes sobreelevados, adoptando una morfología ulcerovegetante muy típica de este tumor. Puede predominar este componente, dando lugar a masas de aspecto friable y fácilmente sangrantes. La presencia de adenopatías regionales

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puede ser indicativa de metástasis ganglionares. El queratoacantoma es una forma clínica especial que se caracteriza por su rápido crecimiento y una morfología cupuliforme, con un cráter central repleto de queratina. Todavía hoy se sigue discutiendo si es benigno o maligno, ya que aunque en muchos casos experimenta una regresión espontánea, también se han descrito casos de evolución maligna y con metástasis.

El carcinoma epidermoide aparece sobre lesiones precancerosas y cáncer in situ. En ellas juega un papel muy importante la exposición a la radiación ultravioleta, singularmente aquella acumulativa. La radiación ionizante, después de un tiempo prolongado, puede también causar la aparición de carcinomas epidermoides. En otros casos, se han detectado partículas de ADN del virus del papiloma, singularmente en los carcinomas epidermoides de mucosa genital y en los del lecho ungueal. En el desarrollo de carcinomas de labios o cavidad oral interviene, además de determinadas enfermedades (liquen erosivo), el consumo de tabaco. La exposición a hidrocarburos o a otros agentes químicos, como el arsénico, puede también dar origen a este tumor y es sabido que el 60% de los casos de carcinoma escrotal presenta un antecedente de exposición industrial a aceites minerales. Otras veces asienta sobre procesos inflamatorios crónicos, úlceras y cicatrices, singularmente quemaduras.

 Otros tumores epiteliales

Existen otras múltiples variantes de tumores de origen epitelial, aunque todas ellas son extremadamente infrecuentes. El tumor de Merkel es un tumor maligno y muy agresivo que, posiblemente, deriva de las células de Merkel, las células epidérmicas implicadas en la sensibilidad al tacto, aunque no se ha establecido con certeza su origen. En su etiología se ha implicado un poliomavirus. Es propio de ancianos o inmunosuprimidos y más frecuente en mujeres. Son lesiones, habitualmente localizadas en la cara, de crecimiento rápido elevadas o nodulares, con frecuencia de un color violáceo. Por su parte, la enfermedad de Paget extramamaria es un carcinoma de origen intraepidérmico que afecta a las glándulas sudoríparas apocrinas, por lo que aparece más frecuentemente en las axilas, las ingles y la región perianal. Clínicamente, aparece como una placa eritematoescamosa, de márgenes precisos, no infiltrada y de crecimiento lento. El curso es lento y el pronóstico favorable si se trata adecuada y precozmente.

Tumores cutáneos de procedencia melanocítica (melanomas)

Deriva de los melanocitos, que son las células que producen el pigmento en la piel, fundamentalmente de aquellos localizados en la unión dermoepidérmica. Generalmente, es más común en partes descubiertas de la piel y en personas inmunosuprimidas. Aunque más del 95% de los casos de melanoma tienen localización cutánea, no se considera un cáncer exclusivamente cutáneo ya que puede aparecer en ojo, mucosas, tracto gastrointestinal, tracto urogenital, meninges y nódulos linfáticos. En cualquier caso, el melanoma es el tumor maligno cutáneo más importante en razón de su pronóstico, ya que es el responsable de la mayoría de las muertes asociadas a cánceres cutáneos. La mayoría se origina de novo y otras veces aparece sobre nevos melanocíticos preexistentes.

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El melanoma se presenta predominantemente en adultos y más de 50% de los casos aparecen en áreas de la piel que son aparentemente normales. Entre los primeros signos en el nevo que indican cambios malignos están una coloración más oscura o variable, picazón, un aumento en el tamaño o el surgimiento de formaciones satélites. La ulceración o hemorragia son signos tardíos. El melanoma en mujeres se presenta con mayor frecuencia en las extremidades, y en hombres generalmente se presenta en el tronco, o en la cabeza y cuello, pero puede surgir en cualquier sitio de la superficie cutánea. La lesión típica es una mancha, generalmente asimétrica, mayor de 6 mm de diámetro, cuya coloración varía desde el marrón claro hasta el negro intenso, y generalmente irregular, con bordes dentados. Estas 4 características clínicas constituyen la denominada regla ABCD del melanoma (A: asimetría; B: bordes irregulares; C: color intenso; y D: diámetro mayor de 6 mm). Sin embargo, estos criterios también pueden observarse en lesiones melanocíticas benignas, así como hay melanomas que no las cumplen, por lo que no constituyen criterios diagnósticos absolutos. Clínicamente, se distinguen cuatro tipos de melanoma:

  • Melanoma lentigo maligno. Se origina en la piel fotoexpuesta de la cara de personas de edad avanzada, con fototipo bajo y daño solar crónico. Consiste en una mancha irregular con zonas más claras, con bordes irregulares. La lesión tiene un crecimiento lento y progresivo y, al cabo de un tiempo variable, generalmente años, aparece una elevación dentro de la mancha indicando que la lesión ya ha invadido la dermis.
  • Melanoma de extensión superficial. Es el más frecuente. Las localizaciones preferentes son el tronco en hombres y las piernas en mujeres. Es una placa de coloración oscura, con las características ya señaladas, a veces negruzca, generalmente intensa, sobre la que ulteriormente aparece una lesión elevada.
  • Melanoma acrolentiginoso y mucoso. Es más frecuente en las personas de raza negra, apareciendo en palmas, plantas, región subungueal y en mucosas. Es una mácula amplia, de coloración desigual y bordes irregulares, en cuya superficie se pueden encontrar lesiones papulosas o tuberosas.
  • Melanoma nodular. Aparece como una lesión papulosa o papulotuberosa, de tamaño variable y de superficie habitualmente negruzca, aunque puede ser incolora (melanoma amelanótico), que puede estar erosionada o ulcerada. Es la forma clínica de más rápido crecimiento y de peor pronóstico.

En la génesis del melanoma intervienen factores genéticos y adquiridos. De entre estos, la exposición a la luz ultravioleta parece el de mayor importancia, singularmente si es esporádica e intensa, aunque no todos los melanomas están relacionados con el sol. Aparecen más frecuentemente en fototipos I y II (se ponen morenos con dificultad pero se queman fácilmente y se suele acompañar de ojos y pelo claros). La existencia de antecedentes personales o familiares de melanoma o de quemaduras solares en la niñez, un número elevado de nevos, y la presencia de nevos congénitos grandes son considerados factores de riesgo.

Otros tumores cutáneos

 De origen vascular

Un hemangioma es un cuadro neoplásico de carácter generalmente benigno que puede afectar a los vasos sanguíneos y linfáticos, caracterizada por la aparición de numerosos vasos, tanto normales como anómalos sobre la piel u otros órganos. Es considerado como uno de los tumores benignos más frecuentes en la lactancia y la niñez, representando más del 5% todos los tumores benignos. En la  mayoría de los casos aparece en la piel de la cara y el cuero cabelludo, afectando a las niñas tres veces más que los niños. Son tumores que pueden ser planos o elevados, con bordes irregulares de color rojo vino.

Una variante mucho más peligrosa son los angiosarcomas, un tipo de tumor maligno agresivo y de rápido crecimiento, que afecta inicialmente a la capa más interna de los vasos sanguíneos o linfáticos – el endotelio – de cualquier órgano. Se trata de una variedad de sarcoma poco frecuente (en torno al 2% de todos los sarcomas), que tiende a aparecer en áreas cutáneas (30% de todos los angiosarcomas) de la cabeza y el cuello, pero también en mama, hueso, hígado y bazo. El angiosarcoma de Kaposi es una proliferación vascular ocasionada por el virus del herpes humano tipo 8 (VHH-8) o virus herpético del sarcoma de Kaposi (KSHV, Kaposi’s sarcoma herpes virus). Se conocen cuatro variedades clínicas de la enfermedad: clásica, endémica africana, iatrogénica y epidémico asociado a la infección por VIH. Aparece como manchas o tumores de aspecto rojovioláceo, con o sin edema, pudiendo en ocasiones invadir órganos internos. El sarcoma de Kaposi sólo se desarrolla cuando el sistema inmunitario está gravemente deprimido, como ocurre en el sida, el cual da lugar a una variante clínica específica de sarcoma de Kaposi.

 De origen fibroso

El dermatofibrosarcoma protuberans es un tumor raro que aparece fundamentalmente en el tronco de los varones, pero puede aparecer en cualquier localización y también en mujeres. Se manifiesta como un nódulo de crecimiento lento pero progresivo que puede alcanzar tamaños muy grandes; generalmente tiene una consistencia dura y un aspecto de brote vegetal (abollonado). Tiene una marcada agresividad local, pero son raras las metás-tasis; es frecuente la recidiva local si no se trata adecuadamente.

TRATAMIENTO

Objetivos generales

El objetivo general del tratamiento del cáncer cutáneo es la curación del proceso. Ello se consigue en la mayor parte de los carcinomas basocelulares, en muchos de los epidermoides y en el melanoma, siempre que se actúa eliminado todas las células cancerosas. En todos los casos, pero singularmente en el cáncer cutáneo no melanoma, además de eliminar el tumor, debería preservarse la función, respetar la mayor parte del tejido sano y conseguir buenos resultados cosméticos. El tratamiento debería ser precoz y definitivo, individualizado de acuerdo con el tipo de tumor, el tipo de paciente y la experiencia clínica.

En general, el tratamiento del cáncer cutáneo es quirúrgico. Alternativamente, se puede utilizar radioterapia en el cáncer de piel no melanoma con fines curativos. También se dispone de distintos tratamientos farmacológicos, tanto de administración tópica como sistémica, que adecuadamente utilizados pueden contribuir al control del tumor cuando éste se encuentra ya en una fase avanzadas o abiertamente invasiva. En principio, los tumores in situ pueden ser tratados con cirugía o con los diversos tratamientos médicos locales. La terapia sistémica, como norma general, se puede utilizar cuando no son tributarios de cirugía y son suficientemente invasivos o están diseminados.

La extirpación quirúrgica de los tumores cutáneos puede ser simple, con sutura directa o bien con técnicas de injertos o colgajos. Existe una técnica especial que se denomina cirugía micrográfica de Mohs, que es el método con mayor tasa de curación y que conserva la mayor parte de tejido sano, motivo por el cual constituye la referencia quirúrgica actual en el tratamiento del cáncer cutáneo no metastásico. Esta técnica combina la evaluación microscópica de los márgenes del tumor con cartografía detallada de la orientación del tumor (de ahí el término micrográfica). En esencia, consiste en, una vez extirpada la lesión tumoral visible, extraer un casquete periférico a la lesión que, adecuadamente marcado, se estudia al microscopio, permitiendo valorar la existencia o no de tumor en el borde sano y situar en qué lugar preciso persiste el tumor para, en una segundo fase, extirpar de forma precisa solo la zona afectada, repitiendo el procedimiento sucesivamente hasta asegurarse de que el tumor haya sido completamente extirpado. Por su parte, la técnica del ganglio centinela se utiliza primordialmente en el melanoma.

La electrocirugía se usa para cortar, destruir y cauterizar las estructuras. Existen diversas variaciones dependiendo de parámetros físicos, empleándose como una opción de tratamiento de algunos cánceres cutáneos o como complemento de la extirpación quirúrgica para evitar sangrado.

La utilización de la radioterapia ha disminuido con el tiempo, debido al mejor conocimiento de sus complicaciones a largo plazo y por la mejoría que han experimentado las técnicas quirúrgicas y la quimioterapia. En cualquier caso, muchos cánceres cutáneos son sensibles al tratamiento con radioterapia y constituye una opción a tener en cuenta en su tratamiento, siendo efectiva y segura en muchos carcinomas de células basales y carcinomas epidermoides. Además, puede utilizarse como terapia complementaria en el melanoma metastásico. La radioterapia también se usa para el tratamiento de los cánceres que han regresado después de la cirugía y han crecido demasiado o han invadido tan profundamente como para no poder ser extirpados quirúrgicamente.

Los láseres son poco utilizados, en general, para el tratamiento del cáncer. Este método utiliza rayos láser para vaporizar las células cancerosas. Se usa en caso de queratosis actínica, carcinoma de células escamosas in situ y en carcinomas de células basales muy superficiales, pero se ignora si este tipo de tratamiento es tan eficaz como los métodos convencionales de tratamiento.

Queratosis actínica

Obviamente, la mejor manera de prevenir la queratosis actínica es protegiéndose del sol, evitando la exposición continuada al mismo, especialmente entre las 11 am y 4 pm, usando ropa adecuada y protectores solares con un factor de protección SPF> 30; todo ello no sólo reduce notablemente el riesgo de desarrollar queratosis actínica sino que también acelera la tasa de remisión de las lesiones preexistentes.  Es recomendable la exploración periódica (anual, al menos) de la de la piel por un dermatólogo, especialmente en pacientes de alto riesgo (varones de piel clara, mediana edad y mayores, crónicamente expuestas al sol, así como las personas albinas o con xeroderma pigmentoso y los pacientes inmunodeprimidos).

En cuanto al tratamiento de las lesiones establecidas, el objetivo obvio consiste en la eliminación de las mismas con el fin de minimizar el riesgo de progresión a carcinoma de células escamosas invasivo, aunque la mejora de la estética es otro factor adicional. En cualquier caso, se deben tratar todas las lesiones ya que es muy difícil predecir cuál o cuáles de ellas van a progresar a cáncer invasivo o no.

Para eliminar las lesiones se utilizan tanto métodos quirúrgicos como farmacológicos (Uhlenhake, 2013). Entre los procedimientos quirúrgicos, la criocirugía (aplicación directa de frío extremo, generalmente mediante nitrógeno líquido, a -195,8º C, en espray o con un aplicador con punta de algodón) es la más utilizada cuando hay pocas lesiones y éstas están bien delimitadas, dando lugar a tasas de curación de hasta un 99%, aunque dicha tasa depende del tiempo de exposición; así, una exposición de 1 a 5 segundos se asocia a tasas de curación por debajo del 40%, en tanto que si la exposición se prolonga durante 20 segundos, dicha tasa supera ampliamente el 80%, si bien la incidencia de hipopigmentación cutánea hasta en el 30% de los casos puede provocar el rechazo en algunos pacientes. No requiere de cortes ni anestesia. Tras la aplicación, se forma una costra que acaba cayendo al cabo de algunos días.

El curetaje2 es un procedimiento indicado para aquellas lesiones que presuntamente puedan ser carcinoma epidermoide invasivo en una fase inicial, queratosis actínicas hipertróficas o hiperqueratósicas y en el tratamiento de lesiones sin respuesta a otros tratamientos; requiere anestesia local.  Por su parte, la electrodesecación se utiliza, además del curetaje, cuando las lesiones residuales marginales requieren ser destruidas y para realizar hemostasia. Son técnicas con una tasa de curación por encima del 90% de las lesiones. La dermoabrasión también es útil, aunque de segunda elección, ya que requiere una mayor preparación antes del procedimiento. Se emplea para el tratamiento de múltiples queratosis actínicas (más de 10), especialmente en cuero cabelludo. Se utiliza una fresa de diamante de rotación rápida o un cepillo de alambre de acero inoxidable con el fin de crear la abrasión de las capas de la piel. Obviamente, requiere sedación preoperatoria, tratamiento ansiolítico, el bloqueo del nervio regional, y crioanestesia. Las complicaciones incluyen hipopigmentación (permanente en el 10% a 20% de los pacientes, sobre todo en los hombres de piel oscura), hiperpigmentación reversible y lesiones  cicatrizales. El láser es una excelente alternativa, especialmente en lesiones múltiples de queratosis que no responden a terapéutica farmacológica o que están localizadas en la cara. Es a menudo recomendado para tratar específicamente la queratosis actínica de los labios (queilitis actínica), por la precisión de su efecto.

Por lo que respecta a los agentes farmacológicos tópicos, estos suelen utilizarse preferentemente en cuadros de queratosis actínica típica delgada no hiperqueratósicas ni hipertróficas, sobre todo en lesiones en el cuero cabelludo, orejas, nariz, mejillas, frente y el área perioral que no están bien definidas o que, incluso, confluyan. Hasta ahora, los tratamientos tópicos disponibles consistían en imiquimod, mebutato de ingenol  y diclofenaco.

El imiquimod en crema al 5% (Aldara®) es un modificador de la respuesta inmunitaria. Parece actuar como agente a través de su unión a receptores específicos de la membrana en las células inmunes sensibles, induciendo la formación de interferón (varios subtipos), factor de necrosis tumoral, interleucina-2 y otras citocinas. Se ha asociado con tasas de curación completa (tras 8 semanas de tratamiento) del 35-45% de los pacientes, con un 60% de estos que experimentan la eliminación de al menos el 75% de las lesiones. Sólo se puede utilizar en pacientes inmunocompetentes (Gupta, 2012).

El mebutato de ingenol (Picato®) es un agente intensamente irritante, procedente de extractos de Euphorbia peplus, cuyo mecanismo de acción en queratosis actínica no ha sido dilucidado por completo, aunque parece depender fundamentalmente de dos efectos: inducción de la muerte celular en las lesiones queratósicas actínicas y promoción de una respuesta inflamatoria en la epidermis y en la dermis, con infiltración de células inmunocompetentes, principalmente de linfocitos T CD4+, macrófagos CD68+, neutrófilos, células presentadoras de antígenos CD1a+ y, en menor medida, linfocitos B. Ambos mecanismos parecen ser dependientes de la concentración local del fármaco y, por ello, dado que la concentración mayor se produce a nivel epidérmico en este estrato predomina el efecto necrótico sobre las células de la lesión queratósica actínica. Por el contrario, a nivel dérmico, donde la concentración es notablemente inferior, predomina el efecto inflamatorio mediado por células del sistema inmunológico (Cuéllar, 2013).

En cualquier caso, no parece que la cuestión de la eficacia sea un elemento claramente diferenciador del mebutato de ingenol frente a otros tratamientos farmacológicos tópicos de la queratosis actínica. Probablemente, es más interesante el hecho de que la duración del tratamiento (2-3 días, según la localización de las lesiones) sea notablemente inferior a la de sus directos competidores (2-3 meses), lo que previsiblemente influye en la incidencia de efectos adversos y en la adherencia al tratamiento. En este sentido, la supresión prematura por eventos adversos del tratamiento con diclofenaco se sitúa en torno al 14% (vs. 4,0% con placebo) y con imiqimod en el 5,6% (vs. 2,1%), mientras que con mebutato de ingenol no llega al 1% (0,4-0,9%) y no difiere de la correspondiente al placebo (Lebwohl, 2013).  En consecuencia, el mebutato de ingenol reduce notablemente la duración del tratamiento y mejorando previsiblemente la adherencia al mismo, todo ello con un margen amplio de seguridad (Gras, 2013; Keating, 2013).

El diclofenaco al 3% en gel de ácido hialurónico al 2,5%, (Solarace®) es un AINE asociado con un agente facilitador de la penetración cutánea. La aplicación recomendada es de 2 veces al día durante por lo menos 60 días. Se asocia con tasas de eliminación completa de las lesiones queratósicas en el 50% de los pacientes, tras tratamientos de 60-90 días de duración. Esto último limita la adherencia al tratamiento, por lo que suele considerarse como una opción de segunda línea con respecto a los anteriores tratamientos tópicos, pero tiene la ventaja de causar menos inflamación.

Otro fármaco también empleado en esta indicación es el fluorouracilo, aunque no está comercializado en España en forma tópica dermatológica. Actúa interfiriendo con la síntesis de ADN y ARN, en mayor medida en células de crecimiento rápido, como las células displásicas, que las células normales. La aplicación tópica al 5% se asocia a una elevada eficacia, con un 58% de los pacientes una eliminación completa de las lesiones, mientras que un 75% experimenta una eliminación de al menos el 75% de las lesiones. Sin embargo, existen dificultades para el cumplimiento del tratamiento debido a los efectos adversos, hasta el punto de que se asocia con tasas de fracaso del 60%.

Por lo que se refiere a la terapia fotodinámica (TFD), ésta es particularmente eficaz en lesiones múltiples y confluentes. Se utiliza la propiedad de una determinada longitud de onda de la luz para inducir la producción de sustancias citotóxicas. Durante años, el agente más utilizado en esta indicación ha sido el 5-aminolevulinato de metilo (5-ALM) en concentración al 16% (Metvix®). Tras su aplicación tópica, se acumulan porfirinas intracelularmente en las lesiones cutáneas tratadas. La porfirinas intracelulares son compuestos fluorescentes fotoactivos que, tras su activación con luz en presencia de oxígeno, se forma singlete oxígeno, que produce daños en los compartimientos celulares, especialmente sobre las mitocondrias. La activación luminosa de las porfirinas acumuladas induce una reacción fotoquímica y, por tanto, fototoxicidad en las células diana expuestas a la luz. Está autorizado para el tratamiento de queratosis actínica fina o no hiperqueratósica y no pigmentada en la cara y en el cuero cabelludo cuando otros tratamientos se consideran menos apropiados. El tratamiento destruye selectivamente las lesiones queratósicas y causa poco daño a la piel normal circundante, aunque frecuentemente puede ocasionar alguna inflamación. Se asocia con tasas de eliminación completa en el 66% de los pacientes, tras 8 semanas de tratamiento.El ácido 5-aminolevulínico (Ameluz®) es más reciente.  Ha sido autorizado para el tratamiento de la queratosis actínica de intensidad leve a moderada en la cara y en el cuero cabelludo (grados 1 y 2 de Olsen), en la terapia fotodinámica. Como en el caso anterior, se trata de un precursor fisiológico de las porfirinas naturales que, en última instancia, conducen a la formación del grupo hemo. La administración tópica de ácido 5-aminolevulínico da lugar a la acumulación local de porfirinas en las células cutáneas tratadas, en particular de protoporfirina IX, la cual es activada por la iluminación de la piel con luz roja de espectro continuo de 630 (570-670) nm y a una dosis lumínica total de 75 a 200 J/cm2 sobre la superficie de la lesión3, conduce a la formación de radicales libres citotóxicos que provocan daños irreversibles en dichas células, que conducen a su destrucción.

Su eficacia en la indicación autorizada ha sido adecuadamente probada mediante ensayos clínicos controlados con placebo y con un comparador activo (5-aminolevulinato de metilo, 5-ALM), presentando tasas de respuesta completa (desaparición completa de todas las lesiones queratósicas actínicas tratadas) en porcentajes que superan en 61-66 puntos porcentuales las tasas de respondedores observadas con placebo; también se ha observado una diferencia con respecto al 5-ALM de 14 puntos, estadísticamente significativa y, aunque es cierto que esta última diferencia aparentemente favorable para el 5-ALA vs. 5-ALM ha sido cuestionada (Kelleher, 2013), los datos encontrados en el ensayo clínico comparativo (Dirschka, 2012) son ligeramente más favorables para 5-ALA.

En este sentido, un meta-análisis (Gupta, 2012) de estudios clínicos de intervenciones terapéuticas en queratosis actínica, encontró las siguientes diferencias con respecto al placebo para las tasas de respuesta completa en cara y/o cuero cabelludo: 38 puntos porcentuales para el mebutato de ingenol al 0,05%, 18 con diclofenaco al 3% con ácido hialurónico al 2,5% y 32 con imiquimod al 5%. Expresadas en forma de razón de tasas (rate ratio, RR), éstas fueron favorables (>1) con mebutato de ingenol 0,05% (RR= 4,50; CI95% 2,61 a 7,74); imiquimod (RR= 7,70; CI95% 2,61 a 7,74); diclofenaco al 3% con ácido hialurónico al 2,5% (RR= 2,46; CI95% 1,66 a 3,66). Adicionalmente, 5-fluorouracilo 0,5% (RR= 8,86; CI95% 3,67 a 21,44); TFD con 5-ALA (RR= 5,94; CI95% 3,35 a 10,54); TFD con -5-ALM (RR= 4,46; CI95% 3,17 a 6,28).

Puede considerarse que la terapia fotodinámica con ácido 5-aminolevulínico o con 5-aminolevulinato de metilo puede ser más cómoda (una administración única, susceptible se repetirse a los cada tres mes en caso de respuesta insatisfactoria), frente a los tratamiento tópicos convencionales, como el mebutato de ingenol (2-3 días, según la localización de las lesiones), o el imiquimod o el diclofenaco/ácido hialurónico (2-3 meses), lo que previsiblemente influye en la incidencia de efectos adversos y en la adherencia al tratamiento. En este sentido, la supresión prematura por eventos adversos del tratamiento con diclofenaco se sitúa en torno al 14% (vs. 4,0% con placebo) y con imiqimod en el 5,6% (vs. 2,1%), mientras que con mebutato de ingenol no llega al 1% (0,4-0,9%) y no difiere de la correspondiente al placebo e incluso es inferior a la de éste con la TFD con 5-ALA o con 5-ALM (3,2% y 3,7% vs. 5,3%) (Cuéllar, 2013).

Finalmente, para las exfoliaciones o peeling químico se utiliza ácido tricloroacético (al 35%), alfa-hidroxiácidos (como el ácido glicólico) o ácido salicílico, directamente sobre la piel. Las capas más superficiales se caen, y generalmente a los siete días son reemplazadas por una nueva epidermis. Esta técnica requiere anestesia local y puede causar una decoloración e irritación temporal. Esta especialmente indicada cuando las lesiones son múltiples.

Carcinoma basocelular (de células basales)

El tratamiento primario es quirúrgico. La probabilidad de que el cáncer recurra varía desde menos de 5% para la cirugía Mohs hasta 15% o más para algunos otros, pero esto depende del tamaño del tumor. Los tumores pequeños tienen menos probabilidad de recurrir que los tumores más grandes. Incluso si el tumor regresa, a menudo se puede tratar eficazmente. El curetaje y la electrodesecación son tratamientos comunes para los carcinomas de células basales pequeños, aunque puede ser necesario repetirlos para asegurar el éxito completo. La cirugía de Mohs resulta especialmente útil en el tratamiento de tumores grandes, así como en aquellos en los que los bordes no están bien definidos, tumores localizados en o cerca de la nariz, los ojos, las orejas, la frente, el cuero cabelludo, los dedos y el área genital, así como aquellos que han reaparecido después de otros tratamientos. La criocirugía puede usarse en algunos carcinomas de células basales pequeños, pero usualmente no se recomienda para tumores más grandes, ni para tumores localizados en ciertas partes de la nariz, las orejas, los párpados, el cuero cabelludo o las piernas.

A menudo, la radioterapia es una buena opción en el tratamiento de pacientes que no pueden tolerar la cirugía y para tumores que comprometen los párpados, la nariz o las áreas de las orejas que pueden ser difíciles de tratar quirúrgicamente.

En una revisión sistemática de 27 ensayos controlados aleatorios que comparaban diferentes tratamientos (Bath-Hextall, 2007) se indicó que sólo el 50% de las recidivas se presentan dentro de los primeros 2 años, el 66% después de 3 años y 18% después de 5 años. En general, se considera que las tasas de recurrencia a 10 años son casi el doble de las tasas de recurrencia a 2 años.

En pocos casos donde el cáncer de células basales se propaga a otras partes del cuerpo o no se puede curar con cirugía o radioterapia, el vismodegib (Erivedge®; no comercializado aún en España, pero autorizado ya por la Agencia Europea de Medicamentos) puede a menudo encoger o desacelerar el crecimiento del cáncer. Se trata de un inhibidor de la ruta de Hedgehog, que se administra por vía oral. Esta ruta, a través de la proteína transmembrana smoothened (SMO), guía la activación y la localización nuclear de los factores de transcripción de oncogén asociados a glioma (GLI) y la inducción de los genes diana Hedgehog (erizo), involucrados en la proliferación, supervivencia y diferenciación celular. Vismodegib se une e inhibe la proteína SMO por lo que bloquea la señal de transducción Hedgehog. A nivel clínico, los resultados obtenidos con dosis orales diarias de 150 mg en pacientes con cáncer cutáneo basocelular metastásico (que se ha extendido a través de la piel a otras partes del cuerpo, incluyendo los nódulos linfáticos, pulmones, huesos y/o órganos internos) muestran tasas de respuesta global del 33% al 50%, aunque con una duración media de la respuesta de 8 a 10 meses (Meiss, 2014).

Carcinoma epidermoide (de células escamosas)

Los tratamientos quirúrgicos empleados en el carcinoma de células basales son también la opción primaria para las formas localizadas (que son, de lejos, las más comunes) del carcinoma epidermoide. En general, la tasa de recurrencia es similar a la de los cánceres de células basales; sin embargo, resulta más difícil tratar los cánceres de células escamosas más grandes, y la probabilidad de recurrencia para los cánceres de rápido crecimiento pueden llegar al 50% para los tumores grandes y profundos. En general, las tasas de recidiva local después de tratamiento de los cánceres cutáneos de células escamosas primarios oscilan entre el 3% y el 23 %, dependiendo de la localización anatómica (Rowe, 1992). Alrededor del 60% de las recidivas locales se manifiestan dentro de 1 año, el 83 % dentro de los 3 años y el 95 % en 5 años. La tasa de metástasis de los tumores primarios de la piel expuesta al sol es del 5%; para los tumores del oído externo es del 9 % y para los tumores de labio del 14%. Las metástasis se producen a un ritmo aún mayor para los carcinomas localizados en cicatrices o en zonas no expuestas de la piel (38%). En torno al 70% de las metástasis se diagnostican dentro de 1 año, el 91% a los 3 años y el 96 % dentro de los 5 años. Los tumores que son mayores de 2 cm de diámetro, 4 mm o más de profundidad o pobremente diferenciados tienen un pronóstico relativamente malo (Cherpelis, 2002). Los tumores no metastásicos recurrentes son considerados de alto riesgo y generalmente son tratadas mediante escisión, a menudo utilizando la cirugía micrográfica de Mohs. La radioterapia se usa para lesiones que no pueden ser completamente resecadas.

Una amplia revisión (Lansbury, 2013) realizada sobre pacientes con cáncer cutáneo epidermoide no metastásico encontró tasas muy bajas de recurrencia para la crioterapia (0,8%; IC95% 0,1 a 2,0%) y el curetaje y electrodesecación (1,7%; IC95% 0,5 a 3,4%), aunque las lesiones tratadas eran generalmente pequeñas y de bajo riesgo. Con de la cirugía micrográfica de Mohs, la estimación combinada de recidiva local durante períodos de seguimiento variables procedentes de 10 estudios fue de 3,0% (IC95% 2,2 a 3,9%), que no fue significativamente inferior que la recurrencia combinada media del 5,4% (IC95% 2,5 a 9,1%) tras resección quirúrgica convencional (12 estudios) y 6,4% (IC95% 3,0 a 11,0%) con radioterapia externa (7 estudios). Después de una respuesta inicial aparentemente exitosa con terapia fotodinámica, la recurrencia promedio fue del 26,4% (IC95% 12,3 a 43,7%; 8 estudios), significativamente mayor que los otros tratamientos.

En las ocasiones en que los cánceres cutáneos de células escamosas se propagan a los ganglios linfáticos o a áreas distantes, se recurre a la quimioterapia convencional, incluyendo agentes como cisplatino, doxorrubicina, fluororacilo, topotecán y etopósido.

Melanoma

En principio, los melanomas cutáneos in situ pueden ser tratados con cirugía o con los diversos tratamientos médicos loca-les. La regresión espontánea ha sido reportada con una incidencia menor del 1% y aproximadamente el 20% de los pacientes diagnosticados de melanoma desarrollan metástasis, los cuales tienen una mediana de supervivencia de siete meses.

La terapia sistémica, como norma general, solo se recomienda cuando los pacientes no son tributarios de cirugía y los tumores son suficientemente invasivos o están diseminados. La dacarbazina (EFG) se utiliza para el tratamiento del melanoma metastásico y durante mucho tiempo se consideró como el fármaco de mayor eficacia como agente único (Pretto, 2013). Las tasas de respuesta están en torno al 20% (del que un 5% son remisiones completas), con una mediana de duración de las respuestas de 4-6 meses. Los principales efectos secundarios son náuseas y vómitos. Por su parte, la temozolomida (Temodal®, EFG) es semejante a la dacarbazina, pero es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica y puede ser absorbida por vía oral; por ello, se utiliza preferentemente como tratamiento de las metástatis cerebrales del melanoma. Se pueden utilizar asimismo tratamientos combinados diversos, asociando dacarbazina junto con otros agentes citotóxicos, como cisplatino, vinblastina, carmustina o tamoxifeno.

La terapia adyuvante con interferón alfa es un tratamiento adicional para los pacientes con alto riesgo de recaída después del tratamiento quirúrgico del melanoma (primarios de grosor >4 mm o con enfermedad no-dal), habiendo demostrado aumento de la supervivencia libre de enfermedad. Hay que tener en cuenta que el promedio de supervivencia del melanoma en estadio avanzado rondaba los 8 meses hasta hace poco tiempo y que ninguna terapia sistémica había demostrado de manera significativa aumentar la supervivencia (Ismail, 2014). La opción de la observación y el tratamiento conservador es razonable, sobre todo en los pacientes asintomáticos, ancianos o con comorbilidades graves.

La interleucina 2 (IL-2) o aldesleukina se ha utilizado para el melanoma metastásico (aunque la indicación no está autorizada en España), incluso en niños (Bernhardt, 2009), aunque con respuestas de poca duración y toxicidad significativa, incluyendo hipotensión, síndrome de fuga capilar, arritmia, dificultad respiratoria, insuficiencia renal y sepsis. Su uso está limitado a los programas especializados.

El vemurafenib (Zelboraf®) y el dabrafenib (Tafinlar®) son inhibidores de la serina/treonina proteína cinasa B-Raf codificada por este gen, considerando que, en determinados melanomas que poseen una mutación especial  que aparece aproximadamente en el 50% de los pacientes con melanoma metastásico. Los datos clínicos actualmente disponibles muestran una clara superioridad del vemurafenib (McArthur, 2014) y del dabrafenib (Hauschild, 2012) frente a dacarbazina en pacientes previamente no tratados y que presenten la mutación positiva V600 del gen B-Raf, con medianas de supervivencia libre de progresión tumoral de 6,9 vs. 1,6 meses (vemurafenib) y de 6,9 vs. 2,7 (dabrafenib).

Por su parte, el ipilimumab (Yervoy®) es un anticuerpo monoclonal que impide la acción del Antígeno 4 de los Linfocitos T Citotóxicos (CTLA-4), el cual es un regulador negativo de la activación de los linfocitos, por lo que el efecto del ipilimumab se traduce en la activación y proliferación de linfocitos T, así como de su infiltración tumoral, lo que provoca la destrucción de las células tumorales. Ha sido autorizado para el tratamiento del melanoma avanzado (irresecable o metastásico) en adultos que han recibido tratamiento anterior. El desarrollo de este medicamento se basó en el hecho de que el melanoma es uno de los cánceres con mayor actividad inmunogénica, por lo que el ipilimumab está enfocado a potenciar las respuestas inmunológicas antitumorales naturales. En concreto, el ipilimumab interfiere en el proceso de interacción entre el CTLA-4 y las moléculas B7 (CD80/CD86) portadas por las células presentadoras de antígenos. Esto conduce a una potenciación de los linfocitos T debido al bloqueo de la modulación inhibitoria promovida por la interacción CTLA-4/B7. Sin embargo, no se han observado modificaciones en las frecuencias de linfocitos T CD4+ o CD8+, ni en la expresión de otros marcadores de subpoblaciones linfocitarias (CD89, CD25, HLS-DR, etc.). En definitiva, el empleo de ipilimumab no parece provocar una sobreestimulación generalizada del comportamiento de los linfocitos T. En concreto, la mediana de supervivencia calculada en un meta-análisis (Dequen, 2012) de ensayos clínicos es de 18,8 meses, entre 4 y 7 meses más que el resto de las alternativas de quimio o inmunoterapia actualmente disponibles. Los datos del principal ensayo clínico disponible (Hodi, 2010) indican porcentajes de supervivencia con ipilimumab solo del 41% a 12 meses, del 18% a 24 meses y del 9,5% a 36 meses.

EL PAPEL DEL FARMACÉUTICO

El farmacéutico, particularmente a través de las farmacias comunitarias, puede colaborar de forma activa y eficaz en la prevención y detección precoz del cáncer de piel. En este sentido, la información rigurosa y el asesoramiento práctico son dos piezas clave para combatir con éxito un tipo de patología que está creciendo. España, en general, es un país particularmente soleado y ello tiene sus vertientes indudablemente favorables (agricultura, turismo, estilo de vida, etc.), pero no hay que olvidar la contrapartida del riesgo que deriva de un uso imprudente del sol.

La asociación de la aparición de diferentes tipos de cáncer cutáneo con la exposición a la radiación solar hace de la limitación de este factor una de las principales estrategias en la prevención de esta patología. Está claramente demostrado que la adopción de una fotoprotección adecuada protege frente al daño al ADN inducido por la radiación ultravioleta (UV, en particular la UVB), las lesiones precancerosas (como la queratosis actínica) y el carcinoma de células escamosas. Aunque los datos que se tienen respecto al carcinoma basocelular y al melanoma son algo menos concluyentes, se considera que utilizar una fotoprotección adecuada y evitar una excesiva exposición solar y el abuso de lámparas de bronceado artificial son también factores muy relevantes para prevenirlos.

Simplemente mantenerse en la sombra es una de las mejores maneras de limitar la exposición a la radiación ultravioleta y, como propone el Instituto Nacional del Cáncer (National Cancer Institute, NCI) de Estados Unidos, si se va a estar al aire libre, el lema ¡póngase (una camisa), úntese (un filtro solar), colóquese (una gorra)y use (gafas de sol)! puede ayudar a recordar a cualquier persona los elementos fundamentales para protegerse frente a los rayos UV:

Una manera obvia de limitar el daño de la luz ultravioleta es evitar estar expuesto directamente al sol durante períodos prolongados, particularmente entre las 10:00 AM y las 4:00 PM, que es cuando la radiación ultravioleta es más intensa. Para recordarlo fácilmente, basta con comprobar la longitud de la sombra proyectada: si es menor que la estatura de la persona, la radiación solar está en su máximo4. Es importante, asimismo, recordar que la presencia de nubes no excluye la irradiación UV, ya que los rayos UV pueden atravesar las nubes ligeras y pueden reflejarse en el agua (5-10%), en la arena (20%) y, especialmente, en la nieve (80-90%). Además, en altitud, la cantidad de rayos UV recibidos aumenta de un 10% cada 1000 metros; por lo tanto, es particularmente importante la protección frente a los rayos UV por los montañeros, pero sin olvidar a los playeros.

Además de la hora del día, la cantidad de luz ultravioleta que alcanza el suelo depende de otros diversos factores, incluyendo la temporada del año, la elevación del terreno y la existencia de nubes. El índice de luz ultravioleta mide la intensidad es la radiación ultravioleta en un área determinada, utilizando una escala de 1 al 11+, de tal manera que cuanto mayor es el índice, tanto más alto es el riesgo de quemadura solar, daño a la piel y en última instancia cánceres de piel. En España, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), ofrece una información permanentemente actualizada de dicho índice en la red (http://www.aemet.es/es/eltiempo/prediccion/radiacionuv).

En cuanto a la ropa, las camisas de manga larga y los pantalones largos o las faldas largas son los que proveen más protección, siendo mejores para este fin los colores oscuros frente a los claros, así  como los tejidos más tupidos. Asimismo, la ropa seca generalmente protege mejor que la ropa mojada. Una prueba válida para determinar la capacidad protección de la ropa es comprobar si la luz es visible – o en qué medida lo es – a través de la tela. Algunos fabricantes textiles fabrican telas especiales para proteger la piel cubierta, indicando en una etiqueta el nivel de protección (habitualmente, en una escala que va desde 15 a 50+, siendo tanto más protectores cuanto mayor es dicho índice); sin embargo, incluso en estas prendas la capacidad de filtro se va deteriorando con el tiempo y, en especial, con el lavado.

Un sombrero o una gorra que tenga una visera o, preferiblemente, un ala a su alrededor de al menos 5 cm permite proteger las áreas habitualmente expuestas al sol, tal como las orejas, los ojos, la frente, la nariz y el cuero cabelludo. Asimismo, si la parte inferior del ala del sombrero es de color oscuro y no reflectante, puede reducir la cantidad de rayos UV que llegan a la cara procedentes de la reflexión en superficies brillantes, como el agua, la arena o la nieve (o el propio sombrero, en su caso).

Es siempre recomendable la utilización de cremas, lápices o lociones conteniendo filtros solares para las partes expuestas al sol, incluyendo los labios, incluso en días brumosos o con nubes sueltas. Se recomienda el uso de productos con protección de espectro amplio (contra los rayos UVA y UVB) y con un factor de protección solar (SPF, Sun Protection Factor) con valor de 30 o superior. El índice SPF informa sobre la cantidad de radiación UV necesaria para causar quemaduras de sol en la piel con el filtros solar aplicado, en relación con la cantidad de radiación UV necesaria para causar la misma quemadura sin el filtro solar. Es decir, con un filtro solar de SPF 30 la piel no se quema hasta que haya sido expuesto a 30 veces la cantidad de la energía solar necesaria para provocar una quemadura sin protección.

Cuando la exposición al sol vaya ser prolongada o el grado de insolación previsto sea grande, deberá procederse a una aplicación generosa de cremas o lociones (además de los lápices labiales), entendiendo como tal no menos de 50 ml o la cantidad necesaria para llenar toda la palma de la mano de un adulto, para cubrir brazos, piernas, cuello, cara (incluyendo particularmente la nariz, ya que ésta sobresale de la superficie de la cara). Idealmente, esta protección debería renovarse cada dos horas, ya que el ejercicio físico o el agua del baño (o secarse con una toalla) tiende a retirar parcial o totalmente la protección. En cualquier caso, debe recodarse que el filtro solar no debería utilizarse para prolongar el tiempo de exposición que, en condiciones normales, aguanta cada persona.

Básicamente, hay tres tipos fundamentales de filtros solares:

  • Físicos: Son impermeables a la radiación solar y, por tanto son de amplio espectro reflejando no solo la radiación ultravioleta sino también la visible y la infrarroja. Por este motivo, también se les denomina pantallas. Los más utilizados, son el óxido de zinc y el dióxido de titanio, normalmente formando parte de una suspensión semisólida.
  • Químicos: Actúan absorbiendo la radiación solar ultravioleta, captando así su energía y transformándola en radiación de otra longitud de onda que sea inocua para la piel. Los más empleados son el ácido para-aminobenzoico (PABA), el ácido cinámico (o ésteres del mismo), sulfonatos, alcanfor; benzofenona y dibenzoilmetano. Los cuatro primeros absorben preferentemente los UVB, mientras que los dos últimos lo hacen con los UVA.
  • Órgano-minerales: Se trata de filtros químicos insolubles que actúan tanto por absorción como por reflexión, asociando las ventajas de los químicos (cosmeticidad) y de los físicos (capacidad de filtro). El más utilizado es el benzotriazol.

La utilización de filtros solares depende no solo de la duración e intensidad de la radiación solar sino también, y en gran medida, del tipo de piel que tiene cada persona. En este sentido, se distinguen seis fototipos diferentes de piel:

  • Fototipo I: Individuos de piel muy clara, ojos azules, con pecas en la piel. Su piel, habitualmente no expuesta al sol, es blanco-lechosa. La exposición al sol, incluso durante periodos breves, da lugar a intensas quemaduras solares, prácticamente no se pigmentan nunca y se descaman de forma ostensible. Requieren una ultraprotección (filtros físicos)
  • Fototipo II: Individuos de piel clara, pelo rubio o pelirrojos, ojos azules y pecas, cuya piel, no expuesta habitualmente al sol, es blanca. Se trata de personas que se queman fácil e intensamente, pigmentan ligeramente y descaman de forma notoria. Requieren  una protección máxima.
  • Fototipo III: Son individuos de razas caucásicas (europeas). Piel blanca no expuesta habitualmente al sol. Son personas que se queman moderadamente y se pigmentan. Sus necesidades de protección se sitúan entre máxima y estándar.
  • Fototipo IV: Individuos de piel blanca o ligeramente amarronada, pelo y ojos oscuros (habitantes de zonas mediterráneas, mongólicas, orientales). Piel habitualmente morena o algo amarronada. Requieren el uso moderado de filtros solares.
  • Fototipo V: Individuos de piel amarronada (amerindios, indostánicos, latinoamericanos). Se queman raras veces y se pigmentan con facilidad e intensidad; siempre presentan reacción de pigmentación inmediata. Sus requerimientos son mínimos.
  • Fototipo VI: individuos de raza negra o de piel muy oscura. No se queman nunca y se pigmentan intensamente. Siempre presentan reacción de pigmentación inmediata. No suelen requerir filtros solares en condiciones normales.

Para proteger los ojos y la piel adyacente es muy conveniente la utilización de gafas de sol, preferiblemente de tipo envolvente” (wrap-around) que tienen un porcentaje de absorción de rayos ultravioleta de por lo menos 99%. Es importante que bloqueen tanto la radiación UVA como la UVB. Las etiquetas que indican “UV absorption up to 400 nm” (absorción de rayos ultravioleta hasta 400 nm), o  Meets ANSI UV Requirements” significa que los lentes bloquean por lo menos el 99% de los rayos UV. Hay que tener especial cuidado con los niños menores de 12 años, ya que hasta esa edad el cristalino es particularmente transparente, lo que favorece la absorción de radiaciones UV hasta la retina, pudiendo provocar en ésta graves daños o incluso cáncer. Otro aspecto que debe valorarse es que un color de lente muy oscuro no garantiza necesariamente que filtre correctamente la radiación UV. De hecho, esto puede llegar a ser un problema ya que, en caso de no filtrar correctamente los rayos UV, la pupila más dilatada (al no recibir tanta luz visible) permitiría una mayor entrada de rayos UV hacia el fondo del ojo. Por este motivo, llevar unas gafas de sol que no estén adecuadamente testadas y garantizadas como filtro UV puede ser mucho más peligroso que no llevar ninguna gafa de sol.

Las lámparas de bronceado (incluyendo las camas para bronceado integral) no puede considerarse exentas de riesgo, puesto que para ejercer su efecto inductor de la producción de melanina por los melanocitos es necesario que llegue a estos una cierta dosis de radiación UV.

Otro aspecto que debe considerarse es el empleo de bronceadores químicos, como la dihidroxiacetona (DHA), que es capaz de reaccionar con las proteínas de las células epiteliales, dando lugar a subproductos que oscurecen temporalmente la superficie de la piel. Este tipo de bronceado no es igual que el natural (producido por la melanina) y no protege frente a la radiación UV.

Finalmente, los niños deben ser objeto de una especial protección frente a la radiación solar, ya que su piel es más sensible que la de un adulto (tiene menos proporción de estrato córneo y más cantidad de agua), por lo que puede quemarse al sol con más facilidad y son precisamente esas quemaduras las que le piel acaba recordando al cabo de los años (riesgo de melanoma y otros cánceres cutáneos). Esto es especialmente importante para los niños menos de 6 meses.

El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos lleva organizando desde hace un buen número de años campañas de fotoprotección, en estrecha colaboración con todos los Colegios de Farmacéuticos de España, con los objetivos principales de formar a los farmacéuticos en las últimas novedades en fotoprotección e informar a los usuarios de las oficinas de farmacia sobre la necesidad de protegerse frente a la radiación solar. En definitiva, dichas campañas pretenden ayudar al farmacéutico a detectar las situaciones especiales en las que debe ofrecer un consejo sanitario de forma activa, recomendando la utilización de un fotoprotector en personas con alto riesgo de sufrir reacciones adversas a las radiaciones solares (embarazadas, niños pequeños, personas tratadas con fármacos fotosensibilizadores), y no sólo en el período estival. Obviamente, tales campañas también buscan fomentar el papel del farmacéutico como agente sanitario, con el fin de consolidar su participación activa en la detección de problemas de salud pública de alta incidencia en la población, así como formar al farmacéutico para que actúe como un educador sanitario y pueda ofrecer a la población toda la información necesaria sobre fotoprotección. La última campaña formativa fue realizada en 2011, aunque en 2013 se llevó a cabo también una campaña informativa.

En la última campaña formativa (Fotoprotección 2011: Tu piel nunca olvida) se contó con la participación de más de tres mil farmacéuticos y fue valorada como actividad de formación continuada por la Agencia Laín Entralgo para la Formación, Investigación y Estudios Sanitarios con un total de 4,1 créditos. Los farmacéuticos participantes valoraron muy favorablemente la iniciativa, hasta el punto de que un 98% la calificaron globalmente como buena, muy buena o excelente.

Finalmente, es preciso recordar que el melanoma es el tumor con mayor aumento de incidencia en los últimos años y la mortalidad de este tumor ha aumentado, aunque no de forma paralela a la incidencia, gracias a la detección precoz del mismo. Por este motivo, desde la farmacia comunitaria es muy conveniente recordar a cualquier persona que deben vigilarse los lunares sospechosos (cualquiera que aparezca de nuevo, cambie de tamaño, de coloración o de aspecto). En este sentido los lunares con mayor capacidad para hacerse malignos son aquellos que presentan asimetría, bordes irregulares o variaciones de color, o un tamaño mayor de 6 mm. La visita regular al dermatólogo es muy conveniente, particularmente por las personas de piel clara o muy clara, o cuando existan variaciones (o una sospecha de ello). En este sentido, la ausencia actual de un tratamiento curativo para los cuadros metastásicos de melanoma subraya la importancia de la detección precoz y de la prevención del melanoma para disminuir la mortalidad evitable.

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  1. Además de la radiación UV cercana, hay radiación UV lejana (FUV; 200-10 nm, 6,2-124 eV) y UV extrema (EUV; 91-1 nm, 13,6-1.240 eV).
  2. El curetaje consiste en el raspado de las superficies donde se aplica (piel, mucosa, raíces dentales, etc.), realizado con un instrumento llamado cureta.
  3. La intensidad de la luz no debe exceder de 200 mW/cm2 para evitar quemaduras en la piel sana y en los estratos más profundos de la zona tratada.
  4. Esta regla simple supone que si la longitud de la sombra proyectada supera a la propia altura de la persona (o de cualquier objeto), el ángulo de incidencia del grueso de la radiación será superior a 45º. La misma cantidad de radiación solar llega a 0,0001 m2 con un ángulo de incidencia de 0º (cuando el sol está en el cénit) que a 0,5 m2 a 45º o a 0,75 m2 cuando el ángulo de incidencia decae a 60º (anochecer). Es decir, la concentración por unidad de superficie (densidad) de radiación solar puede llegar a ser unas 7.500 veces mayor durante el mediodía que al anochecer.

Trasplante de órganos y trastornos del metabolismo óseo

Se ha encontrado altos índices de trastornos del metabolismo óseo, particularmente osteoporosis y fracturas, en personas sometidas a trasplante de órganos sólidos (TOS). Ésta parece ser la principal conclusión obtenida de un amplio estudio realizado utilizando la base de datos nacional de Investigación de Seguros de Salud de Taiwán, en la que se identificaron 9.428 personas sometidas a TOS y 38.140 sujetos de control emparejados por edad y sexo entre el 1 de enero de 1997 y el 31 de diciembre de 2010. Los resultados mostraron que los sujetos sometidos a TOS tuvieron una incidencia significativamente mayor de osteoporosis y fracturas relacionadas, en comparación con el grupo de no-TOS; en este sentido, la tasa de riesgo global de osteoporosis después de un TOS fue de 5,14 (IC95% 3,13 a 8,43) y de 5,76 (IC95% 3,80 a 8,74) para las fracturas relacionadas. Se observaron riesgos más elevados en los pacientes de sexo masculino (HR= 7,09; IC95% 3,09 a 16,3) y en los mayores de 50 años o más jóvenes (HR= 7,38; IC95% 2,46 a 22,1). Además, los pacientes sometidos a un TOS sin ninguna comorbilidad asociada tuvieron un riesgo 9 veces mayor de osteoporosis que los no trasplantados (HR= 9,03; IC95% 5,29 a 15,4). El mayor riesgo de osteoporosis y de fracturas se observó en los pacientes que recibieron un trasplante de pulmón.

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