Cada 12 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Disfagia (dificultad para deglutir), con el objetivo de visibilizar el impacto clínico, social y emocional asociado a este trastorno, que representa un importante problema de salud pública, particularmente, en poblaciones vulnerables como personas mayores, pacientes oncológicos o en aquellos que reciben determinados tratamientos farmacológicos.

Una de las principales causas de disfagia es la esofagitis, un grupo heterogéneo de entidades clínicas caracterizadas por una inflamación de la mucosa esofágica. Precisamente, por ello, la celebración del Día Mundial de la Disfagia brinda una oportunidad idónea para poner en valor la importancia del diagnóstico precoz, el tratamiento adecuado y la continuidad asistencial en el abordaje de las esofagitis.

En esta línea, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos se suma a esa misión con la publicación del Punto Farmacológico 195 “Las esofagitis y su tratamiento”, que pretende contribuir a mejorar la práctica clínica y la atención a los pacientes, reforzando el compromiso de la profesión farmacéutica con la salud pública, la educación sanitaria y el uso racional de los medicamentos.

La prevalencia creciente de la enfermedad por reflujo gastroesofágico, el diagnóstico cada vez más frecuente de la esofagitis eosinofílica, la persistencia de esofagitis inducidas por medicamentos, así como las situaciones de inmunodepresión, explican la notable relevancia clínica de los distintos tipos o clases de esofagitis.

En los últimos años se ha avanzado en la comprensión respecto al modo en que cada uno de estos procesos afecta a la mucosa esofágica. En la esofagitis por reflujo, la agresión ácida sostenida favorece la aparición de erosiones y estenosis; en la esofagitis eosinofílica, la inflamación crónica mediada por mecanismos inmunitarios puede evolucionar hacia un remodelado del tejido, con rigidez de la pared esofágica; en las esofagitis inducidas por medicamentos, la retención del fármaco o su efecto cáustico directo puede generar úlceras localizadas, y en las esofagitis de origen infeccioso –por patógenos oportunistas, como Candida albicans, citomegalovirus o el virus del herpes simple–, la destrucción tisular resulta de la replicación activa del patógeno en la mucosa esofágica.

Sea cual sea el tipo de esofagitis, los farmacéuticos se sitúan en una posición privilegiada para actuar como agentes centinela en la detección temprana de síntomas compatibles, en la educación sanitaria sobre la forma de administración de los medicamentos y en el seguimiento farmacoterapéutico de pacientes que requieren tratamientos crónicos.

Esofagitis asociadas a medicamentos

La esofagitis asociada al consumo de medicamentos ocurre cuando los fármacos irritan directamente la mucosa esofágica o permanecen prolongadamente en contacto con ella.

Algunos de los factores de riesgo son: tomar el medicamento con cantidades insuficientes de agua; ingerirlo tumbado o recostado o justo antes de acostarse; ser una persona de edad avanzada; tener secreción salival reducida; sufrir trastornos de la motilidad esofágica, estenosis o acalasia, y que los medicamentos orales tengan un tamaño grande o formas irregulares.

Entre los fármacos que se asocian con mayor riesgo de provocar esofagitis se encuentran los bifosfonatos, ciertos antibióticos (doxiciclina, clindamicina), el cloruro de potasio por vía oral, el sulfato ferroso, antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y numerosos agentes qui-mioterapéuticos.

En este tipo de esofagitis, la retirada del medicamento implicado y la corrección de ciertos factores de riesgo, como una inadecuada técnica de administración, permiten solucionar la mayoría de los casos.

En este sentido, el farmacéutico comunitario, como experto del medicamento y por su proximidad y accesibilidad a la población, ofrece a los pacientes consejos para la correcta administración de los medicamentos. Algunas de estas pautas son:

  • Ingerir el medicamento con abundante agua.
  • Evitar tomar ciertos medicamentos –como los bifosfonatos– justo antes de acostarse y mantenerse erguido durante al menos 30 minutos para favorecer el paso del medicamento desde el esófago hasta el estómago.
  • Muchos medicamentos en forma de comprimido (aunque no todos) pueden dividirse o triturarse y muchas cápsulas pueden abrirse para facilitar la deglución. De hecho, en España hay actualmente comercializados más de 3300 medicamentos en forma de comprimido o cápsula adaptables para personas con problemas de deglución. Por ello, la información facilitada por el farmacéutico al paciente permite optimizar la administración de los medicamentos y evita el posible riesgo de retención o daño a la mucosa esofágica.

Síntomas de alarma y otros consejos

Tanto en la esofagitis por fármacos, como en la causada por reflujo gastroesofágico o en las esofagitis infecciosas o eosinofílicas, el farmacéutico puede contribuir de manera decisiva a la educación sanitaria, la adherencia terapéutica, la identificación de situaciones de alarma y la prevención de complicaciones.

De hecho, la farmacia comunitaria es, en muchos casos, un punto de contacto inicial para pacientes que experimentan síntomas digestivos, como pirosis (acidez estomacal), regurgitación, odinofagia (dolor en la faringe con la deglución) o disfagia. El farmacéutico puede diferenciar situaciones compatibles con una esofagitis leve o molestias características de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) de aquellos casos que requieren derivación inmediata al médico por su gravedad.

Entre los síntomas de alarma se encontrarían la disfagia progresiva, adelgazamiento involuntario, vómitos con sangre, anemia ferropénica o dolor torácico. Además, en una entrevista con el paciente, estos síntomas se pueden poner en contexto con otros aspectos clínicos que podrían reforzar la sospecha de esofagitis y perfilar la causa. Por ejemplo, el inicio de los síntomas tras haber comenzado a tomar un nuevo medicamento con efectos potencialmente lesivos de la mucosa esofágica, como los bifosfonatos, o bien un historial de enfermedades con componente inmunitario, como la dermatitis o la rinosinusitis crónica, que orientarían la sospecha hacia la esofagitis eosinofílica.

Una vez establecido el diagnóstico por parte del médico, en función de la causa de la esofagitis, el farmacéutico puede ofrecer educación sanitaria personalizada para optimizar los resultados del tratamiento. Entre los principales consejos que el farmacéutico puede ofrecer, se encuentran:

  • Medidas posturales y hábitos que reducen el reflujo: evitar acostarse inmediatamente después de las comidas, utilizar almohadas para elevar la cabeza al estar acostado o moderar el ejercicio justo tras comer. Aunque estos consejos serían especialmente útiles en las esofagitis por reflujo, evitar el contacto del ácido estomacal con la mucosa esofágica es fundamental en la esofagitis por cualquier causa.
  • Recomendaciones dietéticas: limitar comidas grasas, alcohol, cafeína, chocolate, cítricos o alimentos picantes en personas con esofagitis por ERGE.
  • Promoción de la adherencia en tratamientos que requieren continuidad para ser eficaces, como los inhibidores de la bomba de protones (por ejemplo, omeprazol o lansoprazol) o los tratamientos antifúngicos o antivirales en caso de esofagitis asociada a infecciones.
  • Apoyo en la comprensión del proceso terapéutico, especialmente, en enfermedades crónicas como la esofagitis eosinofílica, donde el tratamiento puede incluir corticoides tópicos, cambios en la dieta y, en determinados casos, terapias biológicas.