Si tras el uso de un cosmético facial o corporal se produce una reacción adversa (enrojecimiento, picor, descamación, etc.), el farmacéutico puede asesorarte y gestionar la notificación del caso a través del sistema de Cosmetovigilancia.
Son todas las sustancias que se utilizan sobre las partes superficiales del cuerpo humano (capa externa de la piel, sistema piloso y capilar, uñas, labios y órganos genitales externos) o con los dientes y las mucosas bucales, con el objetivo de limpiarlos, perfumarlos, cambiar su aspecto, protegerlos o mantenerlos en buen estado.
En esta definición se incluyen: maquillaje, colonias, depilatorios, productos para baño y ducha, dentífricos, productos para el afeitado, desodorantes y antitranspirantes, champús, entre muchos otros.
REACCIONES LEVES
La mayoría son leves y transitorias: irritaciones, ardor, enrojecimiento, picor…
REACCIONES MÁS FRECUENTES
Dermatitis de contacto irritativa, dermatitis alérgica de contacto, acné cosmético, urticaria…
La Cosmetovigilancia es el conjunto de actividades y métodos que tienen por objeto estudiar, identificar y valorar los efectos adversos causados por productos cosméticos después de su puesta en el mercado.
El farmacéutico como profesional sanitario que es, puede colaborar de forma activa en la detección de reacciones adversas provocadas por los productos cosméticos a través de la Cosmetovigilancia.