La hemofilia es una enfermedad hereditaria en la que la sangre no puede coagularse de forma correcta. Esta enfermedad se transmite cuando un niño hereda de sus padres un gen que está alterado y dicha alteración hace que no se pueda sintetizar una proteína o factor de coagulación. El factor de coagulación facilita que la sangre se coagule cuando se rompe una vena o arteria, proceso de vital importancia, debido a que si no existiese, el individuo podría morir desangrado en caso de cortes o golpes.
La hemofilia es una patología que es prácticamente exclusiva de hombres, aunque las mujeres pueden actuar como transmisores del gen anómalo. Según la cantidad del factor de coagulación que aparezca en la sangre, se producen síntomas más o menos graves. En todos los casos es normal la aparición de cardenales y hemorragias nasales tras un golpe o sangrado de las encías por cepillado de los dientes. Los hemofílicos en caso de producirse cortes, presentan hemorragias difíciles de parar, y en los cuadros más graves, hemorragias en las articulaciones y en el riñón. Si las articulaciones se llenan de sangre, se produce una incapacidad física o una artrosis. Cuando los niveles del factor de coagulación son demasiado bajos, son frecuentes los hematomas aunque no se hayan producido golpes.
El diagnóstico de la hemofilia puede resultar muy complicado por lo que es realizado por médicos especializados. Cuando el factor de coagulación aparece en cantidad muy pequeña, se puede diagnosticar en niños recién nacidos por la presencia de cardenales repartidos por todo el cuerpo. Si los niveles son mayores, la enfermedad puede pasar desapercibida. Sólo se puede descubrir la presencia de la hemofilia tras una operación quirúrgica o en caso de que aparezcan hemorragias con frecuencia. En cuanto al tratamiento de la hemofilia, en la actualidad aportan los factores de coagulación que necesiten los pacientes obtenidos mediante ingeniería genética.
Los individuos con hemofilia deben tomar una serie de precauciones. Así, deben tener cuidado al hacerse cortes y si tienen una hemorragia que no puedan parar, deben acudir a un hospital. De igual manera, deben evitar el consumo de diversos fármacos tales como los analgésicos, como el ácido acetilsalicílico, ya que pueden favorecer la aparición de las hemorragias. El tratamiento del dolor puede hacerse con otros analgésicos que afecten menos a la coagulación sanguínea como el paracetamol. Además, los pacientes deben informar a un médico cuando tengan frecuentes hemorragias o cuando éstas tarden en cortarse, para realizar pruebas que descarten esta enfermedad. En definitiva, la hemofilia es una enfermedad grave, pero gracias a los preparados disponibles y siguiendo una serie de precauciones básicas, se pueden evitar males mayores.
No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.