Las verrugas son lesiones cutáneas frecuentes y contagiosas. Las formas más comunes se localizan en las manos y en los dedos, y más raramente en la cara. Las verrugas pueden aparecer de forma aislada o formando agrupaciones. El aspecto externo, así como su tamaño está relacionado con la localización y, especialmente, por el nivel de irritación cutánea de la zona. No obstante, suelen consistir en nódulos bien delimitados, de superficie rugosa, redondeados y de coloración gris clara, amarilla, parda o negro-grisácea.
Tras la aparición de pequeñas lesiones, en forma de mínimas pápulas de formas regulares y redondeadas, siguen creciendo hasta alcanzar tamaños variables según la localización, aunque raramente superan el medio centímetro. Suelen aparecer en las áreas frecuentemente sometidas a traumatismos, tales como dedos, codos o rodilla, aunque pueden encontrarse en cualquier lugar, como la cara.
Las verrugas comunes son prácticamente universales en la población, se pueden producir a cualquier edad, pero son más frecuentes en los niños y adultos jóvenes, alcanzando el máximo entre los 12 y los 16 años de edad. Son raras en ancianos. Las verrugas tienen un origen infeccioso y son fuertemente contagiosas. El contagio se produce por contacto físico directo entre personas. Sin embargo, no son raros los contagios a través de baños públicos y piscinas. El período de incubación es de tres a cuatro meses.
Las verrugas desaparecen hasta un 30% en los primeros seis meses y un 65% en los dos primeros años. Muy pocas verrugas permanecen más de cinco años. El tratamiento depende de la localización de la lesión, del tipo, del tamaño y la duración, así como de la edad del paciente y su estado inmunológico. Aquellas que no desaparecen de forma espontánea pueden ser sometidas a tratamientos tópicos que contengan ácido salicílico, ácido láctico u otro queratolítico.
En cualquier caso, debe recordarse que la eficacia del tratamiento depende en buena manera de la constancia del paciente para aplicar el preparado tópico. Además, debe aplicarse el producto con sumo cuidado, ya que se trata de productos químicamente agresivos y pueden provocar una intensa irritación en los tejidos que rodean a la verruga. Por otra parte debemos mantener una extremada higiene en la zona afectada, evitando tocar con las manos la verruga. Por último recordar que cuando el tamaño de las verrugas exceda de lo habitual, la forma presente protuberancias o colores extraños, o la localización implique un riesgo para los tejidos u órganos, es imprescindible acudir a la consulta del dermatólogo. No lo olvide: Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre éstas y otras cuestiones relacionadas. Y recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.