La hipertensión arterial supone la existencia de unos valores de la presión o tensión arterial, por encima de unas determinadas cifras, consideradas de referencia. La tensión arterial se produce como consecuencia de la presión que sangre realiza sobre las paredes de las arterias.

La hipertensión es una enfermedad que no llega a curarse por completo aunque no suele presentar síntomas. Éstos sólo llegan a manifestarse por los efectos negativos que producen sobre diferentes órganos vitales, generalmente a largo plazo. Una presión arterial elevada aumenta la carga de trabajo del corazón y los vasos sanguíneos. Si este exceso de trabajo dura un largo período de tiempo, puede dañar los vasos sanguíneos del corazón, cerebro, riñones, y otros órganos llegando a ocasionar accidentes cerebrovasculares, infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca o insuficiencia renal.

Dado que la presión arterial varía con cierta facilidad, es necesario medirla siempre en las mismas condiciones y, preferiblemente, varias veces. Es recomendable que el paciente esté sentado y emocionalmente tranquilo.

La hipertensión requiere diagnóstico y prescripción médicas. Hay dos niveles de hacer frente a la hipertensión, en primer lugar la modificación del modo de vida del paciente, y, sólo en el caso de que esto no sea suficiente, se iniciará el tratamiento farmacológico.

Entre las medidas recomendadas para facilitar el control de la tensión arterial, la más importante es ajustar el peso al valor considerado como óptimo para cada persona. Baste indicar que con sólo reducir de forma permanente entre un 5% y un 10%, muchos pacientes hipertensos con sobrepeso normalizan su tensión arterial.

Otras medidas importantes y útiles consisten en moderar el consumo de sal y realizar frecuentemente ejercicio físico, de forma moderada, como por ejemplo andar una hora todos los días. También resulta conveniente reducir el consumo de alcohol y abandonar el tabaco.

La Atención Farmacéutica al paciente con hipertensión tiene como principales objetivos prevenir las complicaciones graves y mejorar el cumplimiento de los tratamientos establecidos por el médico.

Recuerde: la detección de individuos hipertensos, la educación y el consejo sobre hábitos de vida saludables, así como la información acerca de los riesgos asociados a una hipertensión arterial no controlada, evitarán consecuencias más graves. Por su parte, el seguimiento a largo plazo del paciente garantiza la adecuada utilización de la medicación y, por tanto, el cumplimiento de los tratamientos.

No lo olvide. Pregunte siempre a su farmacéutico. Él le informará sobre ésta y otras cuestiones relacionadas. Recuerde que la intervención farmacéutica supone una elevada garantía en el proceso global de adecuación, efectividad y seguridad de los tratamientos con medicamentos.