En estos últimos años, se ha producido un incremento alarmante del consumo de las denominadas drogas de síntesis. La sustancia de moda varía periódicamente y además, en más de la mitad de los casos, se combinan varias drogas. Un ejemplo de ello, es el consumo de ketamina; actualmente los jóvenes lo solicitan con frecuencia en la Oficinas de Farmacia, a pesar de tratarse de un producto de dispensación hospitalaria exclusivamente.
El clorhidrato de ketamina es un anestésico intravenoso que se ha venido utilizando en medicina y veterinaria desde los años 70. En los ambientes en los que circula como droga de abuso recibe numerosos nombres: Keta, special K, vitamina KK, green, special LA coke, super K, Calvin Klein (combinada con cocaína).
A finales de la década de los 80, coincidiendo con el boom de la cultura “rave”, el consumo de ketamina se introduce en los ambientes de diversión de la juventud norteamericana. En el comienzo de la década de los 90 llega a Europa vía Reino Unido (en los primeros momentos en forma de pastillas vendidas como éxtasis) y, a mediados de esa misma década, comienza a detectarse en países como Italia, España u Holanda. Hoy en día en Estados Unidos se considera una de las drogas de moda entre los adolescentes de varios estados. En España, los primeros decomisos datan de 1996 y se produjeron en Baleares. Actualmente, ha vuelto a resurgir su utilización entre los jóvenes de nuestro país.
Se puede consumir fumada, inhalada o por vía oral (disuelta en bebidas). Los preparados comerciales son líquidos, por lo que se evapora el disolvente para obtener el polvo, que posteriormente se puede manipular y adulterar. Su efecto se inicia a los 5 ó 10 minutos y se mantiene durante una hora.
En cuanto a los efectos que produce, los consumidores refieren: separación del cuerpo, sensación de suspensión del tiempo, sentimientos de paz y bienestar y alucinaciones. En ocasiones, sienten que se desplazan muy rápido por un túnel hasta la luz. Puede desencadenar reacciones de pánico (mal viaje).
La sobredosis puede originar un estado de anestesia completo. Puede producir conducta delirante, parada respiratoria, convulsiones, arritmias y riesgo de parada cardiaca.
Además de por sus efectos farmacológicos claramente perjudiciales, existen otras características que incrementan su peligrosidad:
  1. produce una rápida tolerancia y una alta dependencia psicológica
  2. la mezcla con alcohol o sedantes puede ser mortal
  3. la incapacidad física que genera, puede dar lugar a heridas y accidentes
  4. presenta un riesgo importante de producir o desencadenar patología psiquiátrica y, a largo plazo, origina daño cerebral irreversible.