Monodosis

¿Y si el ayuno controlado fuese una intervención terapéutica eficaz frente al envejecimiento?

Publicado en Nº471 Nº471

Son diversos los trabajos publicados en los últimos años que aluden a los beneficios en salud que la restricción calórica y el ayuno pueden tener sobre nuestro organismo. En ratones, se ha demostrado, por ejemplo, que ciclos periódicos de una dieta que imita al ayuno (en adelante, DIA) protegen a las células sanas mientras se favorece la destrucción por el sistema inmunitario de células dañadas –incluyendo las cancerígenas o las que impulsan procesos de autoinmunidad–, se reduce la inflamación, se promueve la regeneración multisistémica y se extiende la longevidad. Un reciente estudio en seres humanos ha ido más allá: se ha probado que una dieta específicamente diseñada para imitar al ayuno reduce la edad biológica de los individuos que la siguen.

Los autores realizaron para ello una serie de análisis secundarios y exploratorios de muestras de sangre de hasta 102 hombres y mujeres sanos de entre 18 y 70 años que se enrolaron en un ensayo clínico aleatorizado de fase 1-2 y fueron asignados al azar al seguimiento de una DIA durante ciclos de 3 a 4 meses (periodos de DIA durante 5 días y, posteriormente, dieta normal durante los 25 días restantes hasta completar el mes) o grupos control con seguimiento de una dieta normal o de estilo mediterráneo. Sus resultados demuestran que el cumplimiento de 3 ciclos de la DIA específica se asocia con una resistencia a la insulina y otros marcadores de prediabetes significativamente mejorados, así como a una menor grasa abdominal y hepática (demostrado por resonancia magnética) y a un aumento de la proporción linfoide/mieloide, indicador del estado del sistema inmunitario.

Siguiendo una medida validada de edad biológica, predictiva de morbilidad y mortalidad, vieron que esos 3 ciclos de dieta se asociaron con una disminución significativa de 2,5 años en la mediana de la edad biológica respecto a la edad cronológica, con independencia de la pérdida de peso.

Esta “dieta de la longevidad”, de fácil seguimiento por proporcionar los nutrientes necesarios, se basó en un consumo moderado a alto de carbohidratos de fuentes no refinadas, proteínas bajas pero suficientes de verduras vegetales y suficientes grasas de origen vegetal para proporcionar alrededor del 30% de las necesidades energéticas; todas las las comidas del día debían producirse dentro de un periodo de 11 a 12 h. Para ello, predominó el consumo de sopas de verduras, barritas y bebidas energéticas, snacks con patatas fritas y té en porciones para 5 días, así como un suplemento que proporciona altos niveles de minerales, vitaminas y ácidos grasos esenciales. Entre otras cosas, esa DIA debe incluir el consumo de pescado un par de veces por semana y un puñado diario de frutos secos (nueces, almendras o avellanas), reduciendo al mínimo el consumo de azúcares simples, grasas saturadas e hidrogenadas y limitar la sal.

Estos resultados, que se han visto después respaldados por hallazgos casi idénticos en otro ensayo clínico con 80 pacientes con enfermedad coronaria arterial, brindan la primera demostración de que una intervención solo basada en la alimentación sin requerir cambios crónicos en la dieta o el estilo de vida puede servir para un mejor y más diferido envejecimiento, atenuando potencialmente los factores de riesgo de cáncer, diabetes, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares y otras patologías asociadas a la edad. Así, debería alentar a su “prescripción” sobre todo a personas expuestas a niveles de factores de riesgo de enfermedad superiores a los deseados.

Bibliografía

    • Brandhorst S, Levine ME, Wei M, Shelehchi M, Morgan TE, Nayak KS et al. Fasting-mimicking diet causes hepatic and blood markers changes indicating reduced biological age and disease risk. Nat Commun. 2024; 15(1): 1309. DOI: 10.1038/s41467-024-45260-9.

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