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La necesidad de optimizar la prescripción de antibióticos

Publicado en Nº454 Nº454

Bien es sabido que los antibióticos no son efectivos frente a patologías infecciosas de etiología viral. Sin embargo, es vasta la evidencia que refleja un uso incorrecto de estos fármacos en el contexto de infecciones causadas por virus, lo cual también se ha puesto de manifiesto a lo largo de la pandemia por COVID-19. Un reciente estudio ha analizado las prescripciones de antibióticos a adultos mayores con COVID-19 en el ámbito extrahospitalario en EE.UU. Los autores tomaron los datos procedentes de Medicare® (uno de los seguros de salud mayoritarios en aquel país) referentes a pacientes de ≥ 65 años de edad con diagnóstico primario de COVID-19 que tuvieron alguna consulta médica (presencial o de telemedicina) desde abril de 2020 hasta abril de 2021, y para los cuales había registro de alguna prescripción de antibióticos en los 7 días previos o posteriores; se excluyeron aquellos pacientes que tenían alguna comorbilidad que justificaba el uso de estos fármacos.

Los resultados del análisis estadístico, que evaluó los datos según edad, sexo, raza y localización de los pacientes, revelaron que hubo prescripción de antibióticos en casi un tercio (29,6%) de las visitas médicas, esto es, en 346.204 de un total de 1.169.120 pacientes ambulatorios con COVID-19. Esa tasa mostraba importantes variaciones según el mes del año, con mayores niveles de prescripción de antibióticos durante la ola de infecciones por SARS-CoV-2 en los meses de invierno: la diferencia se aprecia, por ejemplo, entre un 17,5% en mayo y un 33,3% en octubre de 2020. La prescripción fue también mayor en las consultas en los servicios de urgencia (33,9%), en comparación con las consultas de telemedicina (28,4%) o en atención primaria (23,9%). La azitromicina fue el antibiótico más prescrito (50,7% de los casos), seguido de doxiciclina (13,0%), amoxicilina (9,4%) y levofloxacino (6,7%). Fueron los pacientes de raza caucásica a quienes se les prescribió un mayor número de antibióticos en comparación con otros grupos raciales o étnicos (30,6% vs. 24,1% en indios americanos, 23,2% en negros y 28,8% en hispanos).

El uso mayoritario de azitromizina, sobre todo en pacientes que acudían a consultas de urgencias, puede deberse a que, en los inicios de la pandemia, se hipotetizó sobre su efecto beneficioso –en combinación con hidroxicloroquina– frente a la COVID-19. No obstante, los estudios clínicos controlados realizados posteriormente descartaron cualquier beneficio, subrayando los riesgos latentes del uso irracional de antibióticos, que se refieren mayoritariamente a la aparición y persistencia de cepas bacterianas multirresistentes. La diferencia entre razas en cuanto al uso de antibióticos, aunque no dilucidada su causa, puede ser indicativo de un mayor acceso de ciertos grupos sociales a los servicios sanitarios, incluso a pesar de tratarse de prácticas asistenciales no recomendadas.

Aunque no es representativo de toda la población estadounidense, este estudio es una nueva prueba de la necesidad de optimizar la prescripción de los medicamentos antibacterianos, también en las nuevas tendencias de atención sanitaria como la telemedicina. Solo así podrá minimizarse el gran problema de salud pública que ya representan las resistencias antimicrobianas. En adultos mayores, el mayor uso de antibióticos se ha asociado también a una mayor incidencia de otras enfermedades, como, por ejemplo, la enfermedad inflamatoria intestinal.

Bibliografía

    • Tsay SV, Bartoces M, Gouin K, Kabbani S, Hicks LA. Antibiotic Prescriptions Associated With COVID-19 Outpatient Visits Among Medicare Beneficiaries, April 2020 to April 2021. JAMA. 2022; 327(20): 2018-19. DOI: 10.1001/jama.2022.547

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