No tienes búsquedas recientes.

Farmacia con arte

La botica de Lope de Vega

  • 15 octubre 2024
  • María del Mar Sánchez Cobos
  • Tiempo de lectura 8 minutos

Desde la ventana entreabierta se veía el pequeño huerto. Un pozo, un ciprés, un granado y un laurel. Pajarillos cantarines, flores de colores, fresas y alcachofas, dos parras que le daban sombra y un naranjo…

El naranjo que perfumaba los días a Maese Lope se erguía entre las flores que poblaban el jardincillo que el poeta poseía en su casa, sita en la calle Francos (hoy calle Cervantes), en el llamado barrio de las Musas o de las Letras de Madrid. Un naranjo que probablemente le traería recuerdos de aquellos, bajo los que paseó en sus años mozos durante su estancia en Sevilla.

Félix Lope de Vega y Carpio nació en Madrid en 1562. Pasó parte de su infancia en la casa de su tío materno Miguel del Carpio, por entonces inquisidor en Sevilla. Cuando la ciudad era puerto y puerta de las Indias. El trajín de galeras, galeones y todo tipo de embarcaciones al borde del Guadalquivir, donde la muchedumbre se agolpaba, dejó una huella indeleble en el espíritu del joven Lope, que regresó a la capital hispalense en varias ocasiones. Cuando la vida se regía por las mareas, y el tiempo se medía a golpe de campanas, el muelle del Arenal, bullicioso, acogía gentes de toda índole: pícaros y ladronzuelos, malandrines y pilluelos; pobres y marginados se daban la mano con nobles, comerciantes y cortesanos; clérigos, soldados, marineros; señoras, criadas y prostitutas. Y algún que otro literato que bajo el ámbar atardecer sobre el río, observaba el vuelo de los vencejos soñando con amoríos. El Arenal, junto a la Torre del Oro, la Giralda, el puente de barcas y Triana impresionaron a los escritores del Siglo de Oro, como queda constancia en algunas de sus obras.

Lope de Vega ambientó en Sevilla muchas de sus piezas, siendo la titulada «El Arenal de Sevilla» una de las más características. Sabemos que durante su estancia en esta ciudad, además de mantener una relación amorosa con la actriz Micaela de Luján con la que tuvo cinco hijos, se codeó con escritores, poetas, músicos y científicos. Fue gran amigo de Mateo Alemán, el autor de la novela picaresca «Guzmán de Alfarache» y del poeta, músico y mecenas Juan de Arguijo. Aunque no está documentado es posible que coincidiera con Cervantes en alguna de sus estancias sevillanas ¿Conoció a Monardes?

Lope de Vega, prolífico autor, muy cercano al pueblo, supo transmitir todos estos saberes médicos y farmacológicos, a través de su extensa obra. Solo hay que echar una ojeada a la novela pastoril más famosa y erudita del Siglo de Oro, «La Arcadia», en la que se nombran una extensa relación de remedios de origen vegetal, animal y mineral.»

Nicolás Monardes fue un insigne médico y botánico sevillano, humanista, piadoso, aventurero y cuya obra «Historia Medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales», marca un antes y un después en la literatura científica. No es del todo descabellado pensar que Lope la estudiara, plasmando en los versos del «El Laurel de Apolo» (1630), la fascinación que ejercían los productos que allende los mares, arribaban a Sevilla. Además de Monardes, los autores que le pudieron servir de referencia son Plinio el Viejo y Andrés Laguna. Lope de Vega, prolífico autor, muy cercano al pueblo, supo transmitir todos estos saberes médicos y farmacológicos, a través de su extensa obra. Solo hay que echar una ojeada a la novela pastoril más famosa y erudita del Siglo de Oro, «La Arcadia», en la que se nombran una extensa relación de remedios de origen vegetal, animal y mineral. Lope escribe esta novela cuando está desterrado de la Corte, en Alba de Tormes. Su temperamento amoroso y fogoso y su relación con Elena Osorio, hija de un autor de comedias, es la causa de este alejamiento. Poco después contrae matrimonio con Isabel de Urbina. Es un Lope joven, que en sus años de destierro ha estado en Valencia, Lisboa y Toledo, en los que va madurando y creando la llamada «comedia nueva». Un modelo de teatro que consiguió gustar al gran público, lo que le llevó a ser conocido como el «Fénix de los Ingenios».

En Alba de Tormes vive en un ambiente cortesano, literario y culto, pero también muy triste, debido al fallecimiento de su esposa Isabel: «Alba fue mi tierna noche, muriéndome en Alba el día». Versos que ponen de manifiesto su melancolía por esta pérdida. Pero Lope es un hombre joven, robusto y sano. Regresa a la Villa y Corte. Madrid se convierte en el telón de fondo de la obra lopesca: las gradas de San Felipe, el famoso Mentidero de la Villa; San Ginés y el Carmen; el Prado o San Jerónimo. Los personajes de Lope viven sus amores, desengaños, penan o se divierten en esos lugares. Con ellos iremos de romería, a los toros o de fiesta. Los veremos vestidos con capas y jubones acuchillados: gallardas figuras embozadas en mantos de terciopelo; frailes y monjas paseando por empedradas y sucias callejas; bigotillos y perillas. Damas de postín envueltas en suntuosos tejidos. Pañoletas, faldas largas y blusas para las mujeres sencillas. Sí. A Lope le gustaba pasear por las «covachuelas», repletas de libros y cachivaches. Entre la Calle Mayor y la Puerta del Sol, donde se reunían soldados, vendedores y escritores. Allí se podía encontrar con Quevedo, Góngora, Tirso de Molina o Calderón. Todos ellos magníficos protagonistas del llamado Siglo de Oro español. Un taller de genios.

Estamos en 1610. Lope ya está asentado en Madrid. Está casado en segundas nupcias con Juana de Guardo, aunque sigue manteniendo relaciones con la bella Micaela de Luján. Tiene hijos de ambas, y su vida familiar no es sosegada precisamente. Pero el llamado «Monstruo de la Naturaleza» vivió de una forma emocionante, poética. Sabía varias lenguas, conocía la mitología clásica y estaba al corriente de las supersticiones, el folklore, la política y la medicina de su tiempo, amén de un amplísimo léxico.

Famoso, querido y envidiado, tuvo algunos enemigos y muchos amigos. Entre sus amigos hay que destacar un boticario, poeta y dramaturgo: Jerónimo de la Fuente Piérola.

De la Fuente Piérola sirvió en la Real Botica como mozo de oficio desde 1634. Posteriormente ejerció como «Boticario mayor de los Reales Hospitales, General y Pasión de Madrid. También tuvo botica propia en la plaza de Santa Cruz. Entre sus obras científicas, destaca su Tirocinio Pharmacopeo méthodo médico y chymico. Lope de Vega lo elogia en su obra «El Laurel de Apolo». En los escritos de Lope, la botica está muy presente. Solo hay que asomarse a «La gatomaquia del licenciado Tomé de Burguillos» para adentrarse en el interior de una botica de la época: botes y redomas: alambiques y almireces; cajas para guardar hierbas y demás productos. Es patente su conocimiento de los medicamentos y tratamientos que se prescribían en su época: purgas, sangrías, jarabes; la famosa triaca, la piedra bezoar o el cuerno del unicornio.

La Botica de Lope. Un aspecto de la obra del gran autor que ha sido estudiada en profundidad por Antonio González Bueno y Alejandra Gómez Martín, director y conservadora del Museo de la Farmacia Hispana de la Universidad Complutense de Madrid, con motivo de la interesantísima exposición, que con este tema, tiene lugar en la Casa Museo Lope de Vega (Madrid), una institución volcada en mostrar la figura del literato en todas sus facetas, a través de diversas actividades coordinadas por Victoria Cano y sus compañeros.

Atardece en el pequeño jardín. Sentado a la vera del pozo, recuerda las huertas de Valencia; las flores de mayo; el aroma de la menta, del romero y el tomillo. El trébol de las niñas y la hiedra que cicatriza las heridas. Siente el peso de los años que le rompe el alma, como rompía el agua la quilla de aquellos navíos. Los que transportaban sus sueños perfumados de azahar. Juegos amorosos en la lejana primavera.

Pasean sus personajes, todos a una, por el huerto casi deshecho. Los que entre velas y candiles, salían de su pluma de ganso recién afilada! Cuantos celos y venganzas; dagas, espadas, desdenes y requiebros.! Y caballeros : la flor de Medina, la gala de Olmedo; comendadores, damas bobas o discretas….!Tantos personajes, tantos versos, tantas palabras lo envuelven a punto de caer el telón de su vida! No penes, Fray Lope, porque Don Félix Lope de Vega y Carpio, el bien amado, el Fénix de los Ingenios, el Monstruo de la Naturaleza, es inmortal y ya es leyenda.

Escuchar artículo

Escucha este artículo

Sponsored content

Sponsored content

Getting your Trinity Audio player ready...