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Farmacia con arte

El sueño científico de Dalí

  • 12 diciembre 2024
  • María del Mar Sánchez Cobos
  • Tiempo de lectura 7 minutos

Tras el sol del verano, las rocas adquirían unas dimensiones distintas. Las caracolas. Las barcas. Los pescadores. Las encaladas casuchas. Saltamontes, langostas y erizos descendían por su psique como pequeños monstruos. Objetos dormidos. Inútiles y absurdos, que esperaban el momento de saltar al lienzo, transformados.

Salvador Dalí nació en Figueres (Gerona) en mayo de 1904. Considerado en la actualidad como uno de los más importantes pintores surrealistas, esta corriente estaba en sus inicios formada principalmente por poetas y escritores.

Veinte años después del nacimiento de Dalí, André Bretón formula en París, ahora hace cien años, el primer manifiesto surrealista. Tras la Gran Guerra, los felices años veinte se iban difuminando y paulatinamente se iban formando nuevas formas de pensamiento. El surrealismo fue un movimiento internacional que preconizaba la libertad y mostraba otra manera de ver el mundo. Opuesto a la industrialización y mecanización de la sociedad, mira los objetos de uso cotidiano de una manera absurda y compleja, libres de toda lógica.

Bretón realizó estudios de medicina y fue un destacado enfermero militar durante la Primera Guerra Mundial. Trabajó en hospitales para soldados neuróticos y otros pacientes mentales, lo que determinó su interés por la psiquiatría.

Su pasión por la poesía le acercó a Rimbaud, Mallarmé, Baudelaire, y Apollinaire. Posteriormente se acercó al Dadaísmo entrando en contacto con Tristan Tzara, aunque Bretón cuestionó las ideas dadaístas, y fue entonces cuando escribió el Manifiesto, que se considera el punto de partida del surrealismo. Aquí el subconsciente es más potente y auténtico que cualquier creación deliberada, ya proceda del uso de estupefacientes, la locura o los sueños. Alguno de sus pilares básicos son: la teoría del subconsciente y la interpretación de los sueños elaboradas por Sigmund Freud.

Textos que habían deslumbrado al joven André, quién viajó a Viena durante su luna de miel por Europa, con objeto de entrevistarse con tan insigne profesor.

Freud marcó un hito en el desarrollo de las neurociencias. Para él, el subconsciente, los sueños y los impulsos sexuales forman parte de la naturaleza humana. Acuñó el término de psicoanálisis en 1896, que a grosso modo, definió como la búsqueda de la causa inconsciente de la conducta. Y que los primeros años del individuo podrían determinar el comportamiento del adulto. En 1899 publicó su obra “La interpretación de los sueños”, que aportó un nuevo enfoque a la psiquiatría y psicología.

Obra que como se ha comentado anteriormente, supuso el impulso decisivo de los surrealistas y su relación con el mundo onírico. Freud consideraba a los surrealistas como unos excéntricos incurables, aunque un año antes de morir, un impetuoso joven español lo visitó en su exilio londinense, dejándolo impresionado por su temperamento apasionado. Hablamos por supuesto de Salvador Dalí. Tras esta reunión, Dalí se convierte en un freudiano visceral.

Dalí estaba profundamente interesado por la ciencia desde siempre. En su biblioteca se podían encontrar libros de matemáticas, física, psicología o biología. Además estaba suscrito a numerosas revistas científicas»

Dalí estaba profundamente interesado por la ciencia desde siempre. En su biblioteca se podían encontrar libros de matemáticas, física, psicología o biología. Además estaba suscrito a numerosas revistas científicas. Su paso por la Residencia de Estudiantes fue clave en este sentido, teniendo la oportunidad de conocer la obra de grandes científicos como Marie Curie, Einstein o Ramón y Cajal, y coincidió con Severo Ochoa como compañero. Allí pasó unos años inolvidables donde entabló una intensa amistad con Lorca y Buñuel. Amistad que se fue enfriando tras la aparición de Gala en la vida del pintor. Dalí era un muchacho muy guapo; delgado, nervioso, de piel y ojos brillantes e inquietantes. Sobre su labio superior, un fino bigote.

El bigote más famoso del mundo. Tras su extravagante apariencia se escondía una inteligencia sutil y excepcional, lo que probablemente subyugó a Gala quien abandonó a su marido el poeta Paul Éluard y a su hija, para convertirse en la musa y alter-ego del artista ampurdanés.

Su otra musa fue la ciencia. La reflejó en muchas de sus obras: en la titulada “Cabeza rafaelesca estallando” se observa su interés por la física, la estructura de la materia y la desintegración del átomo. En su famosa pintura “La persistencia de la memoria”, donde los relojes blandos que se derriten sobre la arena, estos representan un símbolo inconsciente de la relatividad del tiempo y el espacio.

Las ilusiones ópticas, la doble imagen, la holografía y las matemáticas jugaron un papel importante en su obra. Trató a importantes matemáticos y conoció de primera mano “La matemática de la historia”, la famosa teoría de Alexandre Deulofeu sobre la evolución de las civilizaciones.

Deulofeu era un farmacéutico, músico e historiador que vivía en Figueres, cerca de la casa de Dalí. De niños compartieron juegos. Posteriormente Dalí pinta dos óleos cuyo personaje principal es un farmacéutico, que según cuenta el pintor, es el padre de Alexandre, farmacéutico también. Las obras se titulan: “Un farmacéutico levantando con extrema precaución la tapa de un piano de cola” y “El farmacéutico de Figueres que no busca absolutamente nada”. Ambos cuadros trasmiten un sentimiento melancólico. Horizontes ensanchados tras un cielo que nunca se oscurece del todo. Paisajes polvorientos. Yermos. Un tanto etéreos. Místicos y desolados. Una realidad paralela con la que soñar con la eternidad.

Dalí pinta dos óleos cuyo personaje principal es un farmacéutico, que según cuenta el pintor, es el padre de Alexandre Deulofeu, farmacéutico también»

Cuando en 1953 se describe la molécula de ADN, Dalí queda impactado. En su trayectoria artística este hecho lo refleja en sus cuadros: “El paisaje de la mariposa”, “Galacidaladesoxyribonucleiacacid” y la “Escalera de Jacob”, esta última, dedicada a Severo Ochoa, donde unos ángeles suben al cielo por una escalera helicoidal, clara referencia al ADN. Para él la función de la molécula es muy clara: la inmortalidad.

El movimiento surrealista recogió la esencia de las vanguardias y acogió además de a Dalí, a grandes artistas como Magritte, Max Ernst, Picasso, Miró, Cocteau, Buñuel, Dora Maar, Leonora Carrington o Remedios Varo. Arte total e internacional. Su legado sigue vivo, especialmente en el campo de la publicidad. Ya en los años cuarenta del pasado siglo, la empresa químico- farmacéutica Bayer encomendó una serie de carteles publicitarios a la artista surrealista Remedios Varo titulados: “Paludismo”, “Amibiasis”, “Angustia” y “Dolor reumático II”. En ellos, la artista utiliza un lenguaje surrealista y simbólico, práctico y emocional que ilustra sobre los distintos tipos de dolencias. Su amiga y también pintora Leonora Carrington tenía gran pasión por la alquimia. Curiosamente, en el año 2019, una antigua botica neoyorquina reconvertida en galería de arte expuso su obra.

Tal como soñó Dalí, los genios no mueren. Su memoria persistirá. El mismo se encargó de perpetuarla a través de sus obras y de su museo en Figueres. Su gran templo. Su universo. El objeto surrealista más grande del mundo. Donde los juegos oníricos han encontrado su lugar. Ya lo proclamó el mismo, “el surrealismo soy yo».

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