Han pasado varias semanas de la tragedia, pero todavía estremece escuchar el desgarrador audio en el que Silvia, atrapada en su farmacia de Benetúser y con el agua literalmente al cuello, se despedía de su familia asumiendo que moriría ahogada pocos minutos después. La persiana de su farmacia cedió a la presión del agua en el último momento y su historia acabó por suerte con final feliz, pero su relato, símbolo del terror vivido por miles de personas en los municipios arrasados por la DANA y de los más de 200 fallecidos que ha causado el temporal, nos ha dejado a todos huella.
Desde la profesión farmacéutica llevábamos años sacando pecho, con justicia, por haber conseguido mantener brillando la cruz verde de las farmacias durante la pandemia de covid. Pero hace tan sólo unos días las inundaciones provocadas por la DANA alcanzaron a más de 400 farmacias y arrasaron literalmente casi un centenar de ellas, y apagaron sus cruces verdes.
Más de 1.400 farmacéuticos y empleados de farmacias valencianas, pero también alguna castellanomanchega y andaluza vieron cómo en pocos minutos lo perdían todo. Farmacias vaciadas literalmente por las riadas, el stock íntegro de medicamentos echado a perder por el lodo, establecimientos destrozados, almacenes asaltados por el pillaje y sus pacientes en situaciones críticas a la espera de medicamentos y ayuda sanitaria.
La solidaridad y la enorme vocación de servicio de los farmacéuticos consiguió garantizar el acceso a los medicamentos a toda la población afectada, casi un millón de personas”
Y, sin embargo, pese a esa extrema situación de desesperanza, la solidaridad y la enorme vocación de servicio de los farmacéuticos consiguió garantizar el acceso a los medicamentos a toda la población afectada, casi un millón de personas.
Se facilitó la retirada de la medicación con el DNI, los laboratorios retrasaron el cobro de las facturas a las farmacias afectadas, la Distribución priorizó el suministro en la zona, se crearon sistemas para el control y la facturación de las recetas en las zonas sin comunicaciones o electricidad, se organizaron donaciones y ayudas a través de Farmamundi, se disuadió a la población del envío directo de medicamentos sin las necesarias garantías, se puso en marcha junto a Cruz Roja la atención farmacéutica domiciliaria para los pacientes crónicos con farmacéuticos voluntarios y se abrieron botiquines de campaña en las zonas más afectadas.
La ayuda y empatía de la población y del sector farmacéutico, el incansable trabajo de toda la Organización Farmacéutica Colegial y en especial del Colegio de Farmacéuticos de Valencia (MICOF) permitieron anunciar apenas una semana después de las inundaciones que todos los municipios afectados por la DANA, incluido Paiporta, que aún permanecía sin luz ni agua, contaban ya con al menos una farmacia o un botiquín de campaña para garantizar el acceso a los medicamentos. Esta hazaña ilustra bien el compromiso de nuestra profesión y la resiliencia de nuestro modelo farmacéutico.
Pasada la emergencia sanitaria inicial queda ahora, sin embargo, una tarea que va a requerir aún más solidaridad y apoyo de todos, una tarea mucho más difícil, la vuelta a la normalidad.
Si algo ha mostrado esta tragedia es que sin farmacias no hay acceso a la prestación farmacéutica. Y sin prestación farmacéutica, no hay salud”
Para ello se ha solicitado a la ministra que flexibilice la sustitución de medicamentos por el farmacéutico, se está trabajando junto al Gobierno para que las ayudas públicas que puedan recibir las farmacias y su personal sean las máximas y se ha habilitado un fondo de recuperación para los farmacéuticos afectados a través del MICOF, que canalizará todas las donaciones de farmacéuticos y Colegios que quieran contribuir a reconstruir las farmacias dañadas.
Costará meses volver a esa normalidad y es probable que la huella del drama vivido no se borre nunca, pero tampoco lo hará la marca que ha dejado la solidaridad, la profesionalidad y el compromiso demostrado por todos los farmacéuticos para garantizar lo antes posible el acceso a los medicamentos y proteger la salud de la población. Porque si algo ha mostrado esta tragedia es que sin farmacias no hay acceso a la prestación farmacéutica. Y sin prestación farmacéutica, no hay salud.