Las plantas medicinales, los compuestos de ellas obtenidos y sus análogos estructurales han desempeñado desde las primeras épocas de la historia un papel importante en, prácticamente, todas las áreas terapéuticas: desde el cáncer a la esclerosis múltiple, pasando por enfermedades cardiovasculares e infecciosas. Actualmente, representan una enorme reserva de diversidad estructural y bioactividades, pudiendo utilizarse directamente o como punto de partida para la obtención de nuevas moléculas; permiten, además, comprender las vías celulares y rutas bioquímicas como componente esencial del proceso de descubrimiento de fármacos. Una de sus principales ventajas