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Pediculosis y su tratamiento

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La pediculosis es una parasitosis externa producida por la infestación por piojos, vinculada en nuestro medio con la población infantil y adolescente en edad escolar (siendo los más afectados los niños de 3 a 11 años), y adultos relacionados de su entorno. Es la ectoparasitosis más frecuente y puede tener lugar en cualquier época del año, aunque su prevalencia experimenta picos durante el otoño y la primavera.

Los piojos (Figura 1) son parásitos que se alimentan de sangre y viven en el tallo del pelo, cerca del cuero cabelludo. Al alimentarse, liberan saliva sobre el cuero cabelludo con el fin de evitar la coagulación de la sangre. Los piojos adultos tienen de 1-3 mm de longitud. Su cuerpo está cubierto con una capa coriácea de quitina y su color puede variar desde un gris blanquecino, hasta un amarillo o rojo cuando están llenos de sangre. En la cabeza presentan un aparato bucal adaptado para perforar la piel y succionar la sangre y en el tórax poseen 6 patas con una especie de uñas, o garras articuladas, con las que se agarran al pelo del huésped. Los huevos o liendres son visibles y de color blanco y se hallan unidas al pelo por una secreción adherente, insoluble en agua y muy resistente, que dificulta su eliminación. Tardan de 4 a 14 días en eclosionar. Aunque preferentemente los encontramos en la cabeza, en raras ocasiones pueden infestar también las cejas, pestañas y barba. Su temperatura óptima de crecimiento se halla alrededor de los 28ºC y este se detiene a bajas temperaturas (por debajo de los 10-12ºC). Suelen evitar la luz, por lo que prefieren zonas como la nuca y detrás de las orejas. Asimismo, afectan más frecuentemente a personas con el pelo largo y también son más activos de noche, siendo más fácil su visualización cuando los niños duermen.



Se transmiten por contacto directo o indirectamente por fómites como gorros, almohadas u otros objetos relacionados con el aseo capilar. Es recomendable lavar los fómites sospechosos de haber estado en contacto con el huésped con agua caliente o alcohol. Lo que no pueda limpiarse así, puede aislarse en una bolsa de plástico durante 1-2 semanas ya que la supervivencia del piojo fuera del huésped dura de 24 a 48 horas.

El síntoma más común de la infestación es el prurito, debido a que la inoculación de la saliva sensibiliza al huésped causando inflamación y picor. Además, otras complicaciones comunes son el impétigo y la dermatitis. En pacientes que presenten lesiones sobreinfectadas se pueden encontrar adenopatías occipitales y cervicales, malestar general o fiebre. Otras manifestaciones menos frecuentes son la anemia, en casos de infestaciones severas y prolongadas o en pacientes con antecedentes de anemia ferropénica y con alopecia cicatricial. En algunos casos la infestación no produce ningún síntoma al huésped.

El diagnóstico se hace mediante la detección de los piojos adultos y liendres. La mejor manera de visualizarlos es peinando finamente el cabello con el pelo húmedo y preferiblemente sobre una pieza de ropa blanca que ayude a la observación de los piojos. El peinado se realizará cerca del cuero cabelludo preferentemente con un peine de púas finas o una lendrera para facilitar el desprendimiento y la identificación. Las liendres se encuentran aferradas al pelo y suelen encontrarse en las mismas zonas que los piojos vivos. Son más sencillas de detectar que el piojo, ya que el número de individuos adultos es muy bajo, son rápidos y, salvo que acaben de alimentarse, presentan un color difícil de distinguir en el pelo. Hay que tener especial cuidado de no confundir las liendres con signos de otras patologías como la caspa o con restos de productos cosméticos que, a diferencia de las liendres, se desprenden del pelo con cierta facilidad. Además, las liendres producen un chasquido cuando se aplastan contra una superficie dura. Por ello, para asegurar el diagnóstico, se tenderá a buscar la presencia de piojos vivos. El objetivo del tratamiento es la eliminación de los huevos y liendres.

El tratamiento de primera línea ha consistido tradicionalmente en la aplicación tópica de un insecticida, como las piretrinas naturales (obtenidas de Chrysanthemum cinerariaefolium) o la permetrina (un piretroide sintético).
La permetrina es activa sobre piojos adultos, pero apenas presenta actividad sobre liendres. Actúa sobre el sistema nervioso del insecto, provocando hiperactividad y descoordinación, seguido de parálisis y muerte. Presenta baja toxicidad. El tratamiento con piretrinas suele hacerse en combinación con un derivado del ácido pipérico –el butóxido de piperonilo– que potencia su actividad al inhibir las enzimas hidrolíticas responsables del metabolismo de las piretrinas en los artrópodos.

El malatión es un insecticida organofosforado que inhibe de forma covalente e irreversible la acetilcolinesterasa eliminando al piojo, paralizándolo por afectación del sistema nervioso. Tiene también un gran poder ovicida y un pobre efecto sobre la liendre, aunque mejor que la permetrina. No es tratamiento de primera línea por la aparición de resistencias y por su toxicidad. Se debe proteger la nariz, boca y ojos durante su aplicación.

El modo de empleo de estos insecticidas depende de su forma de presentación (cremas, lociones, aerosoles, champús, etc.) y de la concentración del activo vehiculado. En algunos casos la formulación se deja actuar unos minutos, como en el caso de los champús y algunas lociones, y en otras se requiere su permanencia durante más tiempo (6-8 horas). Además, puede ser necesaria la utilización de un sistema oclusor como un gorro durante ese tiempo, para mejorar la eficacia del producto, frecuentemente incluido en las presentaciones comerciales. Es recomendable que se repita la aplicación transcurridos 7-10 días después de iniciado el tratamiento, para asegurar que se cubre el ciclo biológico del parásito.

Es importante insistir sobre la necesidad de seguir correctamente las pautas de aplicación y la duración del tratamiento indicados en el prospecto de estos productos con el fin de evitar una deficiente respuesta del parásito y la generación de resistencias. Por ello, solo se debe tratar a los individuos con piojos vivos con el fin de prevenir la aparición de resistencias a estos insecticidas y la aparición de irritaciones y efectos tóxicos derivados del uso abusivo de estas formulaciones.

En la actualidad, también es frecuente utilizar lociones de dimeticona (polidimetilsiloxano, PDMS) o ciclometicona. Son siliconas de alta densidad que no se absorben a través del cuero cabelludo y recubren al parásito, bloqueando sus espiráculos y provocando el colapso de su tracto intestinal. Son productos inodoros, incoloros e hidrofóbicos. Pese a que la dimeticona a baja concentración (4%) tiene baja actividad ovicida, hay estudios que han demostrado que, a alta concentración (92%), tiene una actividad ovicida cercana al 95%.

Otra alternativa, a veces combinada con la dimeticona, es la aplicación de miristato de isopropilo. El miristato de isopropilo es un aceite sintético claro, incoloro y casi inodoro, con propiedades emolientes, que actúa disolviendo la capa lipídica que cubre el exoesqueleto de los piojos, matándolos por deshidratación. También es habitual el empleo de alcohol bencílico en combinación con un aceite mineral. El alcohol bencílico impide que los piojos cierren sus espiráculos respiratorios facilitando que el aceite mineral penetre en ellos y los obstruya, provocando la asfixia del piojo.

Tanto la dimeticona como el miristato de isopropilo, o la combinación del alcohol bencílico con un aceite mineral, no han demostrado efectos secundarios, por ello se recomiendan especialmente en sujetos asmáticos y en sujetos con pieles sensibles o atópicas, para los cuáles los pesticidas con permetrina podrían resultar agresivos. También, se acude a ellos en casos de resistencia a insecticidas, dado que la eliminación del piojo se produce mediante un proceso mecánico. Normalmente se encuentran formulados como lociones o geles y los tiempos de aplicación de estas lociones suele ser de entre 1 y 15 minutos, tras lo cual se debe proceder a la eliminación de los piojos y liendres muertas con la lendrera. Puede ser necesario repetir el tratamiento, pero solo en casos concretos (debido a su efectividad en liendres).

El 1,2-octanodiol posee el mismo mecanismo de acción que el miristato de isopropilo. Se ha descrito su eficacia como repelente sin producir ningún efecto secundario.

Entre los remedios naturales es útil el vinagre que, si bien no mata a los piojos, despega las liendres, facilitando su extracción física con una lendrera. También es muy comentada la utilización del aceite de árbol de té u otros con mezclas de eucalipto, coco o anís, pero no hay evidencia que avale su eficacia.

En épocas de alta prevalencia es preferible que los niños lleven el pelo corto o recogido minimizando las posibilidades de contacto. Es recomendable, además, evitar compartir los peines y complementos o utensilios utilizados en el peinado, lavar y secar a altas temperaturas la ropa en contacto con la zona afectada por la parasitosis y examinar al resto de los miembros de la familia o al círculo de contacto con el individuo parasitado para evitar su contagio y diseminación.

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