Nº378
Zostavax® es una vacuna viva atenuada conteniendo virus varicela-zóster (VVZ) de la cepa Oka/Merck, autorizada para la prevención del herpes zóster y la neuralgia posherpética relacionada con herpes zóster, en individuos de 50 años de edad o mayores. Los estudios clínicos disponibles muestran que la vacuna reduce en un 50% la incidencia de herpes zóster, mostrando, en general, una buena tolerabilidad. Debido a la escasez de datos y en particular sobre la carga de la enfermedad en la mayoría de los países, así como por la evidencia inicial de disminución de la protección a lo largo del tiempo y la incertidumbre de la edad óptima para la vacunación, el Strategic Advisory Group of Experts (SAGE) on Immunization de la Organización Mundial de la Salud no ha hecho ninguna recomendación sobre el uso rutinario de la vacuna contra el herpes zóster.
Los miembros de la familia del virus Herpes (Herpesviridae) son responsables de una amplia gama de infecciones en los seres humanos (y también en otras especies animales), que van desde las úlceras catarrales de carácter trivial que se resuelven espontáneamente, hasta cuadros de enfermedad diseminada que pueden ser mortales. Precisamente, término herpes (del griego herpein, arrastrar o reptar) se refiere a su capacidad de contagio y de reaparición de forma crónica.
Las infecciones herpéticas son muy frecuentes en todo el mundo, y su incidencia aumenta con la edad. La mayor parte de los adultos son portadores de alguno de estos virus, o en ocasiones de varios de ellos, aunque la mayoría de estas infecciones son latentes y sólo se manifiestan en determinadas circunstancias (inmunosupresión transitoria, enfermedades concomitantes, etc.). Por lo tanto, las infecciones que se manifiestan con síntomas representan únicamente la punta del iceberg, pudiendo producir una afectación clínica tanto las infecciones recientemente adquiridas como las infecciones latentes reactivadas. Cualquiera que sea su presentación clínica, cutánea o linfohemopoyética, todas las infecciones herpéticas deben ser consideradas sistémicas, particularmente en los pacientes inmunodeprimidos y en los que presentan otros factores predisponentes.
Los virus herpéticos son relativamente grandes (tienen un diámetro de 150 a 200 nm) y su material genético consiste en una doble cadena de ADN dispuesta centralmente. Poseen una membrana formada por varias glucoproteínas (gB, gC, gD y gH), las cuales participan activamente en los procesos de reconocimiento y fusión con las membranas de las células huésped. Bajo la membrana viral hay un espacio (tegumento) en el que existen varios enzimas implicados en los procesos de invasión celular. Bajo este espacio se sitúa la cápsula o cápside, de simetría icosaédrica, formada por 162 elementos articulados.
La familia Herpesviridae se divide en tres subfamilias, que agrupan a los ocho tipos de virus herpéticos (VH) actualmente conocidos que son susceptibles de infectar a los seres humanos.
Todos los herpesvirus tienen el mismo mecanismo de infección, pero pueden diferir en la estructura de las proteínas que se encuentran en el tegumento, necesarias para la replicación del genoma vírico. Después de la infección inicial, todos los virus herpes permanecen en estado de latencia dentro de células huéspedes específicas y pueden reactivarse y multiplicarse posteriormente. Los virus herpes no sobreviven mucho tiempo fuera del huésped, por lo cual la transmisión suele requerir un contacto íntimo, si bien el virus de la varicela-zóster puede diseminarse vía aerosol. En las personas con infección latente, el virus puede reactivarse sin causar síntomas; en esos casos, los pacientes portadores asintomáticos pueden transmitir la infección. El virus Epstein-Barr (VH-4; EBV) y el virus herpes humano tipo 8 (VH-8), tienen una estrecha relación con ciertos desarrollos neoplásicos, especialmente linfomas.
La varicela, una infección universal y sumamente contagiosa, suele ser una enfermedad benigna de la infancia caracterizada por un exantema vesiculoso. Al reactivarse el VVZ latente (lo cual es más frecuente a partir de 50 años) el herpes zóster se presenta como un exantema vesiculoso circunscrito a una dermatoma y generalmente asociado a un intenso dolor. La transmisión de VVZ se lleva a cabo probablemente por vía respiratoria, y una vez transmitido se produce una replicación localizada en oronasofaringe, diseminación local por el sistema reticuloendotelial y posterior viremia. Dicha viremia se ve reflejada por la amplia extensión de las lesiones por toda la superficie corporal. Estas lesiones son vesículas que afectan a la dermis y la epidermis, histológicamente son idénticas a las producidas por el virus herpes simple tipo I (VHS-I), y están repletas de células con inclusiones intranucleares.
En general, se considera que la varicela y el herpes zóster (que recibe el nombre popular de culebrilla, por la forma particular en que se perciben sus síntomas) son, en realidad, diferentes fases de una misma enfermedad, en la que la varicela constituiría la fase invasora aguda de la infección tras que persistiría de forma latente, mientras que el herpes zóster representaría su forma clínica de reactivación. En la varicela, las vesículas pueden ser intraepiteliales y, por tanto la cicatrización se produce mediante regeneración sin que queden cicatrices. La rotura traumática de las vesículas y la sobreinfección bacteriana provocan la destrucción de la capa basal epidérmica, con aparición de una respuesta inflamatoria más intensa y con una mayor tendencia a la cicatrización residual. De ahí la importancia de aconsejar el no rascado de las lesiones. En la varicela grave pueden aparecer hemorragias focales sobre y alrededor de las lesiones ampollares. Por el contrario, el herpes zóster se caracteriza por la aparición de un infiltrado denso predominantemente mononuclear en los ganglios sensoriales. Las neuronas y sus células de sostén presentan típicas inclusiones intranucleares herpéticas, y algunas neuronas pueden sufrir necrosis y desaparición. Otras secuelas potenciales del herpes zóster son la neumonía intersticial que es similar a la producida por otras infecciones virales, la encefalitis y la mielitis transversa. Además, los pacientes inmunodeprimidos pueden desarrollar lesiones viscerales necrotizantes graves similares a las que se observan en el herpes diseminado, a menudo asociadas a otras infecciones oportunistas.
La incidencia anual del herpes zóster en población sana inmunocompetente oscila en el 0,4-1,6 por mil habitantes en menores de 20 años, hasta el 4,5-11 por mil en mayores de 80 años; de hecho, las tres cuartas partes de los casos de herpes zóster se produce en mayores de 50 años, siendo muy raros los casos infantiles, salvo contagio materno-fetal. La incidencia de dolor tras un primer cuadro de herpes zóster (neuralgia posherpética) oscila entre el 10-70% según las series, viéndose incrementada con la edad, el sexo femenino o la localización oftálmica. En la mayoría de los pacientes no se encuentran antecedentes de exposición reciente, en relación al contacto con otras personas infectadas por VVZ. Se ha sugerido que aproximadamente el 2-4% de los pacientes con herpes zóster presentarán un segundo episodio herpético.
Se desconoce el mecanismo de reactivación del VVZ que da lugar al herpes zóster. Se supone que los virus infectan los ganglios de las raíces dorsales durante la varicela y allí permanecen latentes hasta que se reactivan. El estudio histológico de los correspondientes ganglios de las raíces dorsales durante el herpes zóster activo demuestra la existencia de hemorragias, edema e infiltración linfocitaria.
El herpes zóster se presenta típicamente (en más del 50% de los casos) con pródromos consistentes en hiperestesias, parestesias, sensación de quemazón, disestesias y/o prurito a lo largo de la zona afectada, generalmente siguiendo un dermatoma. Dichos pródromos son seguidos por la aparición a los 2-4 días de las lesiones dérmicas, aunque se han dado casos de aparición de las lesiones hasta 3 semanas después.
Los segmentos torácicos son los más frecuentemente afectados (hasta en un 50%), con la peculiaridad de que algunos pacientes pueden tener síntomas prodrómicos sin la aparición posterior de las lesiones dérmicas características ("zóster sin herpes"), lo que dificulta su diagnóstico clínico. De los pares craneales, el trigémino, en particular la rama oftálmica (herpes zóster oftálmico), es el que se halla implicado más a menudo. Otra forma de presentación es cuando el VVZ se asienta en el ganglio geniculado, la erupción vesicular se asienta en el meato auditivo externo y en el pabellón auricular, lo que se asocia a pérdida de gusto en los dos tercios anteriores de la lengua del mismo lado. Cuando se acompaña de afectación del VII par conduce a la parálisis (Síndrome de Ramsay-Hunt).
Pueden aparecer lesiones cutáneas aisladas, lejos del dermatoma afectado; de hecho, cuando aparecen más de 20 lesiones se considera como un indicador de que se ha alcanzado una viremia significativa. Las lesiones cutáneas evolucionan hacia la curación espontánea en torno a los 10 días del inicio del cuadro, las vesículas primero se hacen hemorrágicas, se rompen con un exudado turbio y posteriormente se forman las correspondientes costras. Cuando éstas se desecan y caen, los pacientes en general no presentan lesiones residuales, aunque en algunos casos, sobre todo si ha habido manipulación de las lesiones, se producen cambios pigmentarios en la piel y lesiones cicatriciales.
La complicación crónica de la infección por el VVZ más común es la llamada neuralgia posherpética, definida por la persistencia de dolor uno a tres meses después de la resolución de las lesiones dérmicas. A veces es constante, pero en otras ocasiones es desencadenado por estímulos como el tacto, el frío o el calor, incluso la presión de la ropa o de las sábanas pueden desencadenar ataques agudos de intenso dolor. La neuralgia posherpética es generalmente un problema autolimitado en el tiempo, tendiendo a disminuir de manera progresiva hasta desaparecer; menos de una cuarta parte de los pacientes presentan dolor tras seis meses de la aparición de las lesiones y menos del 5% presentan dolor un año después. La neuralgia posherpética es muy rara en personas jóvenes; aumentando progresivamente su frecuencia, especialmente a partir de los 50 años.
Puede producirse la replicación activa del VVZ en otros órganos, como el pulmón o el cerebro, durante la varicela o el herpes zóster, pero es infrecuente en personas con inmunidad intacta. La afectación pulmonar se caracteriza por neumonitis intersticial, formación de células gigantes multinucleadas, inclusiones intranucleares y hemorragia pulmonar. La infección del sistema nervioso central (SNC) da lugar a imágenes histopatológicas de manguitos perivasculares similares a los encontrados en el sarampión y en otras encefalitis virales.
La población adulta con cáncer, sobre todo los afectos de enfermedad de Hodgkin u otros linfomas, es particularmente susceptible al herpes zóster, cuya incidencia en este grupo es 10 veces superior a la de la población general; presentando alrededor de un tercio de ellos diseminación cutánea significativa. La formación de lesiones continúa durante más de una semana y las costras no aparecen hasta las tres semanas del inicio de la enfermedad. En este grupo, sobre todo los pacientes con linfomas, presentan el riesgo más elevado de sufrir un herpes zóster progresivo, hasta un 40% de estos pacientes desarrollan diseminación cutánea de la enfermedad, con un riesgo aumentado en un 5 a 10% de desarrollar además neumonitis, meningoencefalitis hepatitis y otras complicaciones graves. La mortalidad es más alta que en la población general, pero más baja que en los niños con neoplasias hematológicas y varicela, siendo raro incluso en estos enfermos inmunodeprimidos que un zóster diseminado sea mortal.
También los pacientes receptores de un transplante de médula ósea tienen un riesgo significativamente elevado de contraer una infección por VVZ. El 30% de los casos de infección por VVZ en postrasplantados aparecen en el primer año (50% de ellos en los primeros 9 meses); el 45% de ellos sufren una diseminación cutánea o visceral. La tasa de mortalidad es del 10% y la neuralgia posherpética, las cicatrices y la sobreinfección bacteriana son especialmente frecuentes en las infecciones por VVZ sufridas en los primeros 9 meses siguientes al trasplante. En los pacientes infectados, la aparición simultánea de una enfermedad de injerto contra huésped aumenta la posibilidad de diseminación, de muerte o de ambas. El riesgo de zóster en los trasplantados renales es del 8-10%, siendo el curso de la infección benigno en estos, sin diseminación grave.
Hasta el momento, no se disponía de ninguna vacuna específica frente al herpes zóster y no existe ningún tratamiento curativo, por lo que el tratamiento actual tiene como objetivos limitar el desarrollo viral agudo y el dolor asociado.
Los agentes antivirales (aciclovir, valaciclovir, famciclovir, ganciclovir, foscarnet, brivudina) han demostrado ser eficaces en disminuir la duración de las lesiones en el herpes zóster así como para disminuir la intensidad del dolor asociado a las lesiones herpéticas. Sin embargo, dichos beneficios sólo han sido demostrados cuando los pacientes reciben los agentes antivirales antes de las primeras 72 horas del inicio de las lesiones. Los antivirales actualmente usados pueden ser beneficiosos mientras van apareciendo nuevas lesiones pero no han demostrado ninguna eficacia cuando las lesiones están ya establecidas. Sin embargo, la efectividad en la prevención de la neuralgia posherpética es más controvertida; de hecho, hay pruebas de que el aciclovir oral no reduce significativamente la incidencia de neuralgia posherpética y, por otro lado, no hay pruebas suficientes para determinar el efecto de otros tratamientos antivirales (Chen, 2014).
La administración oral de corticosteroides has sido una práctica común durante años en el tratamiento del herpes zóster, aunque los ensayos clínicos han demostrado resultados variables en cuanto a la efectividad de su utilización. Parece que, siempre asociados a los agentes antivirales, son eficaces en la reducción del dolor asociado a la fase aguda del herpes zóster, pero no reducen la incidencia de la neuralgia posherpética. El dolor de la fase aguda también suele responder a los analgésicos y AINE convencionales, cuando es de intensidad leve a moderada, aunque en ocasiones es necesario recurrir a los analgésicos opioides. Por su parte, la aplicación de agentes dermatológicos de tipo astringente (calamina, etc.) sobre las erupciones mejora la cicatrización y, una vez que las lesiones hayan formado costra, se pueden utilizar capsaicina tópica; también las formas tópicas de lidocaína pueden aliviar el dolor agudo.
Por su parte, el tratamiento específico de la neuralgia posherpética es mucho más insatisfactorio, habiéndose obtenido resultados contrastados solo con determinados agentes anticonvulsivantes, particularmente con gabapentina y pregabalina.
Sigue siendo controvertido el papel de la vacunación infantil frente a la varicela en relación con el desarrollo de herpes zóster en la edad adulta. Algunos datos epidemiológicos apuntan a un aumento en la incidencia de herpes zóster países desarrollados con programas de vacunación universales, como Estados Unidos y Australia, si bien dicho aumento parece corresponder a un periodo previo al inicio de los programas de vacunación y, por otro lado, también se ha observado un aumento en países que carecen de programas de vacunación contra la varicela infantil. Según los expertos de la OMS, probablemente el incremento de la incidencia de herpes zóster en la población adulta tiene un origen multifactorial, y no está todavía bien comprendido (OMS, 2014). Por otro lado, se ha sugerido que una alta tasa de cobertura de vacunación infantil frente a la varicela reduciría la circulación del VVZ, evitando la reinfección natural en adultos y con ello se limitaría el refuerzo inmunitario necesario para mantener en estado de latencia el virus en las personas que fueron infectadas en la infancia y evitar así la reactivación de la infección latente.
Se trata de una vacuna viva atenuada conteniendo virus varicela-zóster (VVZ) de la cepa Oka/Merck, cultivada en fibroblastos embrionarios humanos (11 pases), seguido de cultivos de fibroblastos embrionarios de hámster (12 pases) y, finalmente, en células diploides humanas WI-38 (1 pase). Ha sido autorizada para la prevención del herpes zóster ("culebrilla") y la neuralgia posherpética (NPH) relacionada con herpes zóster, en individuos de 50 años de edad o mayores.
La eficacia y la seguridad clínicas de la vacuna frente al herpes zóster ha sido contrastada en varios ensayos clínicos aleatorizados, doblemente ciegos y controlados con placebo. En una amplia revisión con meta-análisis (Gagliardi, 2012), se identificaron ocho ensayos clínicos aleatorizados, que incluían un total de 52.269 participantes.
En conjunto, los casos confirmados de herpes zóster fueron menos frecuentes en los pacientes que recibieron la vacuna que en los que recibieron un placebo, con un cociente de riesgos (CR) de 0,49 (IC95% 0,43 a 0,56), una diferencia de riesgos (DR) del 2% y un número necesario a tratar para beneficiar (NNTB) de 50. Los análisis según los grupos etarios indicaron un mayor beneficio en los participantes de menor edad, con un cociente de riesgo de 0,36 (IC95% 0,30 a 0,45), que en los participantes a partir de los 70 años de edad, (CR= 0,63; IC95% 0,53 a 0,75). Los efectos adversos sistémicos relacionados con la vacuna fueron más frecuentes en el grupo vacunado (CR= 1,29; IC95% 1,05 a 1,57; número necesario a tratar para dañar [NNTD] = 100). El cociente de riesgos de los datos agrupados de los efectos adversos para los participantes con uno o más efectos adversos en el sitio de inoculación fue de 4,51 (IC95% 2,35 a 8,68) y el NNTD fue de 2,8 (IC95% 2,3 a 3,4). Los efectos secundarios fueron más frecuentes en los participantes más jóvenes que en los de mayor edad (70 o más).
El estudio clínico principal es un ensayo clínico de fase III multicéntrico (22 centros en Estados Unidos), aleatorizado, doblemente ciego y controlado con placebo, realizado sobre 38.546 personas de 60 o más años de edad con historial de haber padecido varicela o con una residencia en Estados Unidos de al menos 30 años. Los pacientes recibieron una única dosis de vacuna y fueron sometidos a un seguimiento medio de 4,5 años. El objetivo del estudio fue determinar su la vacuna podía reducir la incidencia y/o gravedad del herpes zóster y sus complicaciones, en particular la neuralgia posherpética. Como variable primaria de eficacia inmunológica se determinó el título de anticuerpos anti-VVZ, expresado en unidades de glucoproteína determinadas mediante técnica ELISA (UgpELISA/ml) a las seis semanas de haber sido vacunados, en relación con el placebo, así como el grado de variación en ambos.
A las seis semanas, el título de anticuerpos en los individuos vacunados fue de 474,6 UgpELISA/ml (IC95% 441,5 a 510,5) vs. 291,4 (IC95% 269,3 a 315,3); la variación media del título de anticuerpos fue del 70% con la vacuna (media geométrica de incremento: 1,7; IC95% 1,6 a 1,8) y del 0% con placebo (media geométrica de incremento: 1,0; IC95% 1,0 a 1,0). A los 36 meses, estos valores fueron de 331,6 UgpELISA/ml (IC95% 305,1 a 360,4) vs. 305,7 (IC95% 280,6 a 332,2), con una media geométrica de incremento de 1,2; IC95% 1,1 a 1,3) vs. 1,0 (IC95% 1,0 a 1,1).
En cuanto a las variables epidemiológicas, la tasa global de incidencia de herpes zóster entre los sujetos vacunados fue de 5,412 por cada 1.000 individuos-año (IC95% 4,8 a 6,0) vs. 11,120 (IC95% 10,2 a 12,2), lo que implica una tasa de reducción del 51,3% (IC95% 44,2 a 57,6; p< 0,001). Considerando los dos grupos etarios, las incidencias fueron de 3,895 (IC95% 3,2 a 4,6) vs. 10,791 (IC95% 9,6 a 12,0) y una tasa de reducción del 63,9% (IC95% 55,7 a 70,9; p< 0,001) en individuos con 70 o más años, y de 7,180 (IC95% 6,2 a 8,3) vs. 11,500 (IC95% 10,2 a 12,8) y una tasa de reducción del 37,6% (IC95% 25,0 a 48,1; p< 0,001) en individuos con 70 o más años.
Desde el punto de vista de las variables clínicas de eficacia, la puntuación media de la carga de la enfermedad del dolor asociado a herpes zóster (BOI1) fue de 2,208 por 1.000 individuos vacunados vs. 5,682 en el grupo placebo, lo que implica una tasa de reducción de 0,611 (IC95% 0,511 a 0,619). Considerando los grupos etarios, las puntuaciones BOI fueron de 1,495 vs. 4,334 y una tasa de reducción de 0,655 (IC95% 0,515 a 0,755) entre los 60 y 69 años, y de 3,471 vs. 7,781 y una tasa de reducción de 0,554 (IC95% 0,399 a 0,669) a partir de los 70 años de edad.
Asimismo, la incidencia de neuralgia posherpética2 fue de 0,464 casos por cada 1.000 individuos-año vacunados vs. 1,384 en el grupo placebo, con una tasa de reducción de 0,665 (IC95% 0,475 a 0,792), siendo el riesgo global de desarrollar neuralgia posherpética del 8,6% vs. 12,5%; este riesgo fue mayor en los sujetos de 70 o más años de edad (9,8% vs. 18,5%).
Por otro lado, otros estudio (ZEST; Levin, 2013) aleatorizado, doblemente ciego y controlado con placebo, investigó la respuesta inmune a una única dosis de vacuna en 22.439 individuos con edades comprendidas entre los 50 y los 59 años de edad, que fueron objeto de seguimiento durante una media de 1,3 años.
La media geométrica del título de anticuerpos determinados a las seis semanas de la vacunación (o de la administración del placebo) fue de 660,0 vs. 293,1 UgpELISA/ml (p< 0,001), siendo la media geométrica de incremento del título desde antes de la vacunación de 2,31 vs. 1,00 (p< 0,001). La incidencia de zóster fue de 2,0 vs. 6,6 casos por 1.000 individuos-año (p< 0,001), estimándose en el 70% (IC95% 54 a 81) la eficacia protectora de la vacuna frente al herpes zóster.
En cuanto a la seguridad clínica, los eventos adversos más comunes (>10%) fueron reacciones locales en el punto de inyección (enrojecimiento, induración, dolor, etc.). La incidencia global de eventos adversos fue del 48% con la vacuna vs. 17% con placebo.
Es una vacuna viva atenuada conteniendo virus varicela-zóster (VVZ) de la cepa Oka/Merck, autorizada para la prevención del herpes zóster y la neuralgia posherpética relacionada con herpes zóster, en individuos de 50 años de edad o mayores.
Los estudios clínicos disponibles muestran que la vacuna es relativamente efectiva para prevenir la enfermedad del herpes zóster, reduciendo su incidencia global en torno al 50%. Como era de esperar, se encontró una mayor reactogenicidad en los individuos más jóvenes (70% en sujetos con 50-59 vs. 64% en 60-69 años y 38% ≥70 años), lo que implica mayores tasas de protección pero también más eventos adversos. No obstante, en general, la vacuna presenta una buena tolerabilidad; produce pocos eventos adversos sistémicos y los localizados en el sitio de inyección – más comunes – son de intensidad leve a moderada.
Algunos estudios han mostrado que apenas un 50% de los sujetos vacunados presentan un aumento de al menos dos veces en el título basal de anticuerpos. Por ello, parece que tanto la inmunidad humoral como la celular son cruciales para controlar la reactivación de virus del herpes zóster; en cualquier caso, no se conoce cuál es el título de anticuerpos predictivo a largo plazo para la protección frente al desarrollo de herpes zóster.
Debido a la escasez de datos y la carga desconocida de la enfermedad en la mayoría de los países, la evidencia inicial de disminución de la protección a lo largo del tiempo y la incertidumbre de la edad óptima para la vacunación, el Strategic Advisory Group of Experts (SAGE) on Immunization de la Organización Mundial de la Salud no ha hecho ninguna recomendación sobre el uso rutinario de la vacuna contra el herpes zóster (OMS, 2014). Conviene, en cualquier caso, no olvidar que el número necesario a tratar para beneficiar (NNTB) es de 50 (Gagliardi, 2012).
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VALORACIÓN |
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Virus zóster atenuados ► ZOSTAVAX® (Sanofi Pasteur MSD) |
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Grupo Terapéutico (ATC): J07BK. ANTIINFECCIOSOS SISTÉMICOS. Vacunas varicela zóster. |
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Indicaciones autorizadas: Prevención del herpes zóster ("culebrilla") y la neuralgia posherpética (NPH) relacionada con herpes zóster, en individuos de 50 años de edad o mayores. |
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VALORACIÓN GLOBAL: INNOVACIÓN MODERADA. Aporta algunas mejoras, pero no implica cambios sustanciales en la terapéutica estándar. |
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Novedad clínica: Mejora la eficacia clínica del tratamiento estándar |
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FÁRMACOS RELACIONADOS REGISTRADOS ANTERIORMENTE EN ESPAÑA* |
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Fármaco |
Medicamento® |
Laboratorio |
Año |
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Virus varicela atenuado |
Varivax |
Sanofi Pasteur MSD |
2003 |
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Virus zóster atenuado |
Zostavax |
Sanofi Pasteur MSD |
2014 |
* Se indican únicamente los primeros registros autorizados con ese principio activo.
BIBLIOGRAFÍA