Nº437
Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) o prazoles –omeprazol, pantoprazol, lansoprazol, esomeprazol y rabeprazol– son un grupo de fármacos bien conocidos y muy ampliamente utilizados a día de hoy para el tratamiento de la úlcera péptica, la enfermedad por reflujo gastroesofágico o como profilaxis de úlcera en pacientes que requieren un tratamiento continuado con antiinflamatorios no esteroideos. Tienen, pues, un rol muy importante en la práctica clínica, pero su uso a largo plazo se ha relacionado con problemas de salud como fracturas óseas e infecciones entéricas.
Además, su impacto sobre la microbiota intestinal ha planteado su posible asociación con metabolopatías como la diabetes mellitus. A este respecto la evidencia epidemiológica era escasa, pero se divulgan ahora los resultados de un reciente y amplio análisis prospectivo de los datos de 204.689 participantes sin diabetes de 25 a 75 años, tomados de los Estudios sobre la Salud de las Enfermeras de EE.UU. y del Estudio de Seguimiento de los Profesionales de la Salud (iniciados entre 1975 y 1990); ambos estudios de cohortes están aún en marcha. En el momento de enrolarse en el estudio, y posteriormente cada 2 años, los participantes reportaban información relevante sobre su estado de salud, historia médica y enfermedades diagnosticadas. La diabetes tipo 2 se confirmó siguiendo los criterios de la Asociación Americana de Diabetes. Los autores calcularon las razones de riesgo o hazard ratios (HR) tras un ajuste por factores demográficos, hábitos de vida, comorbilidades, uso de otros fármacos e indicaciones clínicas de los IBPs.
Los resultados ponen de manifiesto que, tras un total de 2.127.471 personas-año de seguimiento, se han documentado 10.105 casos nuevos de diabetes. Así, los pacientes con uso regular de IBPs presentaban un riesgo un 24% mayor de diabetes en comparación con quienes no recibían ese tratamiento (HR: 1,24; IC95% 1,17-1,31). De modo interesante, los autores concluyen que el riesgo de diabetes aumenta con la duración del tiempo de uso de los IBPs: en pacientes con tratamientos de 0 a 2 años de duración, el riesgo era menor (de solo el 5% adicional - HR: 1,05; IC95% 0,93-1,19) que en pacientes tratados durante más de 2 años (del 26% adicional - HR: 1,26; IC95% 1,18-1,35).
A la vista de estos hallazgos, parece prudente que se extremen las precauciones a la hora de prescribir prazoles para un uso a largo plazo. Igualmente, cuando se superen los 2 años de uso de los mismos, puede ser conveniente que los pacientes (sobre todo, aquellos con alto riesgo cardiovascular) se sometan a controles regulares de glucemia para prevenir o detectar precozmente la diabetes, una enfermedad con una prevalencia mundial superior al 8,5% y en tendencia creciente.