Nº420
En las últimas décadas, la investigación sobre el carácter pleiotrópico de las actividades biológicas de la vitamina D ha sido muy prolífica. La evidencia disponible ha permitido concluir que existe una asociación epidemiológica sólida entre la deficiencia de vitamina D –que ha llegado a ser considerada como un problema global de salud pública– y una variedad de enfermedades. Si bien se ha sugerido un potencial efecto antiviral para la vitamina D, aún permanecen sin esclarecerse los mecanismos subyacentes por los cuales un déficit de vitamina D puede facilitar las infecciones virales.
Una reciente publicación, que revisó los hallazgos de más de cien estudios originales sobre el tema, sugiere que la interacción entre la vitamina D y las infecciones virales puede ser más compleja de lo que se pensaba y verse mediada por diversos mecanismos. En base a las principales funciones en que se ve involucrada la vitamina D, los autores sugieren que varios factores pueden explicar la importancia de su deficiencia en las infecciones virales: la inducción de péptidos antimicrobianos por vitamina D, su función inmunomoduladora sobre células B y T, su efecto sobre importantes factores de transcripción celulares y virales, la inducción de la autofagia y la apoptosis, y modulaciones epigenéticas o por polimorfismos genéticos del receptor nuclear de la vitamina D.
En definitiva, el interés creciente sobre la huella global que la vitamina D ejerce sobre el sistema inmunitario permitirá descifrar los mecanismos por los cuales la vitamina D media en procesos de autofagia y el efecto de los polimorfismos genéticos y los factores epigenéticos. Estos mecanismos parecen ser de gran interés en el desarrollo de nuevas líneas de investigación con potencial aplicación en la terapéutica de diversas infecciones virales, especialmente en el contexto de enfermedades autoinmunes y cáncer.
1 La dieta DASH (enfoques dietéticos para detener la hipertensión) es un plan de alimentación específico para disminuir o controlar la presión arterial alta. Hace hincapié en comer alimentos que tienen un contenido más bajo de sodio, así como alimentos que son ricos en potasio, magnesio y calcio. Sus menús incluyen altas proporciones de vegetales, frutas y productos lácteos con bajo contenido de grasa, así como cereales integrales, pescado, carne de ave y frutos secos; sin embargo, se limitan las porciones de carnes rojas, dulces y bebidas azucaradas.