Nº452
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad y morbilidad en todo el mundo y uno de los principales factores de riesgo de discapacidad. Dejando a un lado las patologías que afectan específicamente al corazón, la remodelación vas- cular patológica por acumulación de colesterol y células inflamatorias en la pared arterial, así como por pérdida de función de las células del músculo liso, constituyen la causa subyacente de la formación de placas de ateroma o aterosclerosis (entre cuyas complicaciones más comunes están los eventos trombóticos e isquémicos, como el ictus o el infarto de miocardio) y del aneurisma aórtico abdominal (AAA), producido por dilatación de la aorta. A pesar de que se dispone de diversas herramientas terapéuticas y medidas preventivas eficaces para abordar estos trastornos vasculares, el alto impacto sociosanitario y la heterogeneidad de los pacientes afectados hacen interesante la aparición de nuevas vías farmacoterapéuticas.
Un grupo de investigadores, en su mayoría españoles, ha puesto el foco recientemente sobre la galectina-1 (Gal-1), una proteína de unión a β-galactósido, como diana para la aterosclerosis y el AAA. Previamente se había descubierto que esta proteína juega cierto papel en otras enfermedades como la artritis reumatoide o la escleroris múltiple al prevenir la activación de células inflamatorias a tejidos patológicos. Mediante experimentos pre-clínicos, observaron que los ratones que carecían de la capacidad de sintetizar Gal-1 (Lgals1-/-) desarrollaban aterosclerosis grave inducida por adenovirus y mostraban niveles de lípidos más altos y una expresión más baja de marcadores contráctiles de células de músculo liso vascular en las placas de ateroma, en comparación con los ratones de tipo salvaje (fenotipo normal).
Un análisis proteómico de las arterias aortas de los animales Lgals1-/- mostró cambios fenotípicos en los marca- dores de las células del músculo listo vascular y una composición alterada de las proteínas mitocondriales. A fin de profundizar sobre el mecanismo, el silenciamiento de Gal-1 resultó en una mayor formación de células espumosas (macrófagos inflamatorios) y disfunción mitocondrial en las células del músculo liso vascular, con formación de placas de ateroma más numerosas y grandes, mientras que la administración a los animales de la proteína Gal-1 de origen recombinante previno tales efectos. Dicho tratamiento atenuó la aterosclerosis y el AAA inducido por elastasa, dando lugar a una mayor expresión de células contráctiles del músculo liso vascular en los tejidos aórticos; entre otras acciones también redujo el tamaño del núcleo necrótico, un marcador de estabilidad de las placas de ateroma avanzadas, lo que podría evitar su rotura y las complicaciones asociadas. Además, los investigadores observaron que la expresión de Gal-1 en las placas de ateroma humano y de células derivadas de AAA era menor en comparación con el tejido control.
Todo lo anterior sugiere que la pérdida de galectina-1 se asocia al desarrollo de patología vascular. Así pues, los circuitos bioquímicos impulsados por esta proteína emergen como posibles estrategias terapéuticas y resultará interesante la investigación de su potenciación en nuevos estudios in vivo y ensayos clínicos.