Nº451
Han sido varios los trabajos que en los últimos meses han apuntado a que las vacunas frente a la COVID-19 pueden asociarse con eventos adversos relacionados con la menstruación, si bien todos apuntan a que son temporales (transitorios) y de impacto muy limitado si se comparan con las variaciones naturales en el ciclo ovulatorio.
El que puede haber sido el primer trabajo amplio al respecto ha sido un estudio prospectivo impulsado por Instituto Nacional de Salud (NIH) estadounidense que evaluó los cambios intraindividuales en el ciclo menstrual en una población de 3.959 mujeres residentes en EE.UU. (2.403 vacunadas y 1.556 no vacunadas), con edades comprendidas entre 18 y 45 años y una duración normal de dicho ciclo (24-38 días) durante 3 ciclos consecutivos antes de la primera dosis de la vacuna. Se estudiaron también los 4-6 ciclos siguientes a la vacunación, o bien 6 ciclos en un periodo de tiempo similar en el caso de mujeres no vacunadas. Todo ello a través de una app de seguimiento de la fertilidad con la que las usuarias aportaban sus datos. Cabe destacar que la mayoría de las mujeres de la cohorte de vacunación (55%) recibieron la vacuna de Pfizer-BioNTech (Comirnaty®), en comparación con un tercio (35%) que recibió la de Moderna (Spikevax®) y una minoría (7%) que recibió la de Janssen (COVID-19 Vaccine Janssen®).
Los resultados indican que la recepción de la vacuna frente a la COVID-19 se asoció con cambios inferiores a 1 día en la duración de los ciclos posvacunación en comparación con los ciclos previos: la primera dosis indujo un aumento de 0,71 días de media (IC99% 0,47-0,94) entre sangrados, y la segunda, de 0,91 días (IC99% 0,63-1,19). Las mujeres no vacunadas no experimentaron ningún cambio significativo en comparación con la media de los 3 ciclos previos al inicio (solo ligeros aumentos de 0,07 días en el 4º ciclo y 0,12 días en el 5º), lo cual permite descartar la posible influencia del estrés pandémico. Los modelos ajustados demuestran que la diferencia en el cambio de duración del ciclo entre las cohortes vacunadas y las no vacunadas fue menor de 1 día para ambas dosis: la diferencia en el cambio con la primera dosis fue de 0,64 días (IC99% 0,27-1,01) y de 0,79 para la segunda (IC99% 0,40-1,18). De modo interesante, en las mujeres vacunadas que recibieron las dos dosis de la vacuna dentro del mismo ciclo menstrual (n= 358) se registró una prolongación mayor de la duración del ciclo, de 2 días de promedio, pero solo un 10% tuvo aumentos de ≥ 8 días, que es el límite internacionalmente aceptado para considerar como “anormal” el ciclo. El estudio no reveló, por el contrario, ninguna modificación sustancial en la duración de la menstruación en sí misma (días de sangrado) con la vacunación.
En definitiva, no parece que la vacunación frente a COVID-19 –ni con las vacunas de ARNm– afecte lo suficiente al eje hipotalámico-pituitario-ovárico como para que se produzcan alteraciones clínicamente significativas, sino que es esperable que los cambios, si se dan, oscilen en prolongaciones del ciclo menstrual de 1 día durante un solo ciclo, algo que se considera dentro del rango de variabilidad normal. Nuevas evidencias del positivo balance beneficio-riesgo de las vacunas. Los autores reconocen que aún se requiere una mayor investigación para determinar si la vacunación puede influir potencialmente en otros aspectos del ciclo, tales como síntomas asociados (dolor, cambios de humor, etc.) y las características del sangrado.