Nº440
Un interesante trabajo transversal desarrollado por un grupo de 47 farmacéuticos de Atención Primaria en España, distribuidos en 30 áreas de salud de 12 Comunidades Autónomas (que abarcaban casi 6 millones de habitantes), ha puesto de manifiesto una mayor frecuencia en la exposición a tratamientos antibióticos de larga duración en los pacientes adultos mayores con pluripatología, como demuestra el hecho de que el 51% de ellos recibiese antibióticos a lo largo de todo el año.
Se consideraron todos los pacientes a quienes se les dispensó durante el año 2017 al menos 30 envases de medicamentos antibacterianos para uso sistémico y se evaluó la prevalencia del uso de antibióticos, las patologías para las que se prescribieron, las características clínicas de los pacientes (incluyendo comorbilidades y tratamientos concomitantes) y las cepas de los microorganismos aislados. Para ellos, se obtuvo una edad promedio de 72 años, el 52% eran hombres, el 60% fumadores o ex-fumadores, y la práctica totalidad presentaban al menos una patología crónica, con 4 comorbilidades de media, destacando las cardiovasculares (67%, con o sin hipertensión), las respiratorias –asma, EPOC o bronquiectasias– (62%), obesidad (54%), afecciones neurológicas/mentales (32%), diabetes (23%) y enfermedades urológicas (21%); el 29% estaban inmunosuprimidos y el 10% había fallecido en el momento de la toma de datos. Respecto al uso de antibióticos, esos pacientes recibieron una media de 3 tratamientos durante el año, principalmente fluoroquinolonas (28%), macrólidos (21%), penicilinas (19%) o cefalosporinas (12%), los cuales se usaban mayoritariamente para patologías del tracto respiratorio inferior (48%), infecciones urinarias (27%) e infecciones de piel o tejidos blandos (11%). En hasta el 21% de los casos fueron aplicados con fines profilácticos. Además, destaca el hecho de que solo el 35% de los pacientes obtuvo un diagnóstico microbiológico definitivo, siendo Pseudomonas aeruginosa (30%) y Escherichia coli (16%) los patógenos aislados con mayor frecuencia.
Se concluye, en definitiva, que los “grandes consumidores” de antibióticos en el ámbito comunitario son pacientes mayores, pluripatológicos y polimedicados, quienes son en muchos casos tratados con antibióticos de amplio espectro durante periodos prolongados y presentan infecciones frecuentes por bacterias multirresistentes; asimismo, el riesgo de procesos complicados que requieran hospitalización se puede ver incrementado, pero también el de interacciones farmacológicas, contraindicaciones o reacciones adversas al tratamiento. Por tanto, parece razonable aceptar que el abordaje de las infecciones en este perfil de pacientes debería personalizarse y diferenciarse de los pacientes “sanos” que reciben antibióticos ocasionalmente, todo ello a fin de minimizar el grave problema de salud pública que representan las resistencias a antimicrobianos y la aparición de bacterias multirresistentes. Los autores sugieren que la mejora del uso de antibióticos en este grupo de población pasa necesariamente por una adecuada coordinación entre los equipos PROA (programas de optimización de uso de antimicrobianos) de Atención Primaria y Hospitalaria que consiga una mejora en la selección del tipo de antibiótico más adecuado y un ajuste de la duración del tratamiento al menor tiempo posible, siendo especialmente conveniente evitar terapias profilácticas prolongadas.