Nº446
Un número importante de pacientes infectados por el SARS-CoV-2 experimentan síntomas más allá de las cuatro semanas desde el debut de la patología. En estos casos, se habla de COVID persistente o long COVID. Si bien es cierto que hasta el momento no existe una definición consensuada para esta patología, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. la define como un conjunto de síntomas que se desarrollan durante o después de un caso confirmado o sospechoso de COVID-19 y que continúan durante más de 28 días. No obstante, se dispone de pocos estudios que hayan investigado a este grupo de pacientes –especialmente en entornos ambulatorios–, que se estima que oscilan entre el 10-15% del total de infectados por el SARS-CoV-2. Por lo tanto, se sabe relativamente poco sobre los síntomas y la gravedad de estos, el curso clínico esperado, el impacto en la funcionalidad diaria y la capacidad de recuperación completa de estos pacientes.
Un estudio publicado recientemente ha identificado 203 síntomas diferentes que afectan a diez sistemas distintos en el organismo. Este estudio se basa en la realización de una encuesta online a pacientes con COVID-19 sospechoso y confirmado (N= 3.762), cuya enfermedad duró más de 28 días. Para más del 90% de los encuestados, el tiempo de recuperación fue superior a 35 semanas. Entre los síntomas más frecuentes a partir del sexto mes destacan: fatiga, malestar después de realizar un esfuerzo y disfunción cognitiva. El 85,9% (IC95% 84,8%-87,0%) de los participantes experimentaron recaídas, causadas principalmente por el ejercicio, la actividad física o mental y el estrés. El 86,7% (IC95% 85,6%-92,5%) de los encuestados no recuperados experimentaban fatiga en el momento de la encuesta, en comparación con el 44,7% (IC95% 38,5%-50,5%) de los encuestados recuperados. En cuanto al impacto en la vida laboral de estos pacientes, el 45% (1.700 encuestados) necesitaron reducir su horario en comparación con su situación antes de la enfermedad, y el 22% (839 adicionales) no estaban trabajando en el momento de la encuesta debido a la enfermedad.
En conclusión, los pacientes que sufren COVID-19 persistente presentan una afección multisistémica y una discapacidad importante. En la mayoría de los casos –más del 90% de los encuestados– no se habían recuperado pasados siete meses de la infección y presentaban principalmente síntomas sistémicos y neurológicos/cognitivos, teniendo un gran impacto en su vida diaria, tanto laboral como social.