Nº385
La depresión perinatal es una prioridad de salud no demasiado bien atendida, pero que afecta a un 10-15% de las mujeres en los países desarrollados e incluso en una mayor proporción en los países con bajos ingresos. Todo ello, a pesar de que la depresión perinatal provoca que sus hijos tengan, en general, más dificultades cognitivas, conductuales y emocionales y, en los entornos de bajos ingresos, la depresión perinatal se asocia con retraso del crecimiento y mayor incidencia de enfermedades orgánicas. A partir de los datos procedentes del Victorian Intergenerational Health Cohort Study (Australia) se incluyó a 384 mujeres con 564 embarazos, de las cuales 253 (66%) tenían historial previo de problemas mentales durante la adolescencia y la juventud adulta. Se observó que el 34% de las mujeres con historial previo de alteraciones mentales habían experimentado depresión perinatal, frente a un 8% de aquellas que carecían de dicho historial mental (OR=8,36; IC95% 3,34 a 20,87); en definitiva, el 85% de los embarazos con síntomas depresivos se produjo entre aquellas con historial de enfermedad mental previa. Estos resultados sugieren abiertamente que los síntomas depresivos perinatales son precedidos en la mayoría de los casos por problemas de salud mental que comienzan antes del embarazo, en la adolescencia o la edad adulta. Las mujeres con antecedentes mentales persistentes antes del embarazo son un grupo de alto riesgo identificable, por lo que parece evidente la necesidad de prestar un mayor apoyo clínico a lo largo del periodo reproductivo de estas mujeres. Además, sería muy recomendable extender la intervención preventiva para la depresión perinatal al periodo previo a la concepción.