Monodosis

Comer mal mata más que el tabaco y el cáncer…

Publicado en Nº423 Nº423

Por muchos es sabido que una dieta inadecuada (bien sea por exceso o por defecto de nutrientes) representa uno de los principales factores de riesgo prevenibles para el desarrollo de enfermedades no transmisibles. No obstante, este hecho tiende a ignorarse en la sociedad actual, quizá porque el impacto real de la dieta sobre dichas enfermedades no ha sido cuantificado rigurosamente. En este sentido, un amplio trabajo de análisis sistemático recientemente publicado (Global Burden of Disease 2017 o Carga Global de Enfermedad 2017) ha vuelto a poner de manifiesto la relación entre una dieta subóptima y la mortalidad en la población general, esta vez aportando cifras concretas que ilustran la magnitud de esa relación causa-efecto.

Los autores han evaluado el consumo de alimentos y la ingesta de nutrientes en adultos de más de 25 años en 195 países del mundo durante el periodo comprendido entre los años 1990 y 2017, cruzando esos datos con los de morbilidad, mortalidad y años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) por diversas enfermedades para estimar la proporción de la carga específica de enfermedad atribuible a cada uno de los 15 factores de riesgo dietético evaluados.

En 2017, una media total de 11 millones de muertes (y 255 millones de AVAD) fueron atribuibles a factores de riesgo derivados de la dieta. Esta cifra representa casi una quinta parte de los 57 millones de muertes que ocurren en el planeta anualmente, y es superior a las defunciones atribuidas al tabaco (7 millones, según la OMS), el cáncer (8,2 millones), los infartos (5,5 millones) y la obesidad (2,8 millones). Esos 11 millones de defunciones tienen su principal causa en enfermedades cardiovasculares (10 millones), cánceres relacionados con la alimentación –como los de colon (900.000)–, y diabetes (300.000).

Entre los factores dietéticos asociados a un aumento de la mortalidad, a nivel global se identificaron como los más relevantes el consumo elevado de sal (relacionado con 3 millones de muertes y 70 millones de AVAD), una escasa ingesta de cereales integrales (asociada con 3 millones de muertes y 82 millones de AVAD) y un bajo consumo de frutas (responsable de 3 millones de muertes y 70 millones de AVAD). En general, se estableció que una mala dieta se caracteriza por escasez de ingesta de frutas, vegetales, legumbres, granos integrales, nueces y semillas, leche, fibra, calcio, ácidos grasos omega-3 de origen marino o grasas poliinsaturadas; por el contrario, se consideran perjudiciales un consumo elevado de carne roja, carne procesada, bebidas azucaradas, grasas trans y sodio (sal).

Afortunadamente, España se sitúa, tras Israel y Francia, como el tercer país del mundo con un menor número de muertes anuales por alimentación (89,5 fallecimientos/100.000 habitantes). Ese hecho se explica por los beneficios de la dieta mediterránea, basada en productos de proximidad, abundancia de vegetales y pescado y poca carne; no obstante, duplicamos el consumo de sal recomendado (9,8 g/día frente a los 5 g aconsejados).

Parece evidente, por tanto, que el estudio proporciona una visión global del potencial impacto de una dieta sub-óptima en la morbi-mortalidad, y sustenta la necesidad de implementar políticas e intervenciones dietéticas en muchos países, que deben basarse en la evidencia derivada de este tipo de estudios y dirigirse a la promoción de hábitos alimenticios más saludables.

Bibliografía

  • GBD 2017 Diet Collaborators. Health effects of dietary risks in 195 countries, 1990-2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017. Lancet. 2019; pii: S0140-6736(19)30041-8. DOI: 10.1016/S0140-6736(19)30041-8.

Artículos relacionados