Nº487
La obesidad es una enfermedad que afecta a 650 millones de personas a nivel mundial, alcanzando proporciones epidémicas y suponiendo una importante carga en Salud Pública debido al elevado impacto de las comorbilidades asociadas.
A pesar de los recientes avances en los tratamientos, protagonizados por los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón de tipo 1 (GLP-1), que promueven la saciedad, reducen la ingesta calórica y mejoran el control glucémico, aún sigue siendo necesario dilucidar los mecanismos precisos que subyacen al inicio de la obesidad y del síndrome metabólico, más allá del papel del GLP-1.
Con el fin de ampliar el conocimiento sobre la etiopatogenia de los trastornos metabólicos, un equipo del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona desarrolló un estudio preclínico en ratones cuyos resultados se publicaron en la revista Nature y en el que identificaron que la haploinsuficiencia1 de un gen, el RAP250, estimulaba la síntesis de tejido adiposo pardo (BAT, por sus siglas en inglés). Este tipo de tejido adiposo contribuye a una reducción en la acumulación de grasa y juega un papel fundamental en la homeostasis metabólica a través de sus efectos termogénicos y de la secreción de mediadores.
En el estudio in vivo en ratones, la silenciación de RAP250 y de su actividad sobre el BAT redujo el peso corporal, la masa grasa y mejoró la oxidación de la glucosa, lo que indicaba que participa en la regulación de la actividad metabólica del tejido.
El análisis de los mecanismos subyacentes llevó al descubrimiento de la neuritina-1, una sustancia producida y liberada por los adipocitos del tejido adiposo pardo que, mediante mecanismos paracrinos y autocrinos, juega un papel clave en la actividad metabólica del BAT en la deficiencia del RAP250.
Siguiendo este hilo de descubrimientos, la sobreexpresión de neuritina-1 en células que expresaban termogenina (UCP1, por sus siglas en inglés) del BAT, redujo notablemente la acumulación de grasa y la ganancia de peso en ratones.
Este descubrimiento supone un paso más en el avance de la terapéutica frente a la obesidad y las enfermedades metabólicas, poniendo el foco sobre un mecanismo de acción novedoso que podría aumentar en un futuro las opciones de tratamiento de los cada vez más numerosos pacientes.