La Inteligencia Artificial (IA) se utiliza cada vez más en el ámbito de la atención sanitaria para desarrollar modelos de diagnóstico de enfermedades, pronóstico, predicción de respuesta terapéutica y/o supervivencia y estratificación de pacientes. Sin embargo, a pesar de los grandes avances en el desarrollo de tecnologías de IA, el despliegue y adopción de estas en la práctica clínica es aún escaso, posiblemente por barreras asociadas al riesgo de errores y propensión de daño a pacientes, aumento de las desigualdades sanitarias, falta de transparencia y posibles violaciones de la privacidad y brechas de seguridad.
Para aumentar la adopción de herramienta