La eficiencia en sanidad (recursos empleados en ella, tanto físicos como económicos, y resultados de salud obtenidos) no depende sólo de la remuneración al personal sanitario, sino también de cómo se financien los centros proveedores de atención sanitaria en los cuales el personal desempeña su trabajo. Encontrar la fórmula óptima es algo complejo al tener que responder a dos cuestiones clave: