Nº434
Queridos lectores,
Cuando nos aproximamos al ecuador de este atípico año, afortunadamente empezamos a recibir noticias esperanzadoras respecto a la COVID-19, al menos desde el punto de vista sanitario, que permiten vislumbrar la luz al final del túnel. Escribimos estas líneas el mismo día en que se hace público que el Ministerio de Sanidad, por primera vez desde marzo, no ha sumado ningún nuevo fallecimiento diario a la tristemente larga cifra. Aunque no podemos –ni debemos– olvidar las enormes pérdidas humanas que esta crisis ha supuesto, muchas entre profesionales sanitarios (19 de ellos, del mundo de la Farmacia), nos alegra la publicación de estudios que sugieren que el virus ha perdido virulencia o la patología se manifiesta con menor gravedad, o de cifras decrecientes de pacientes ingresados en hospitales. El Sistema Nacional de Salud se repone poco a poco de tan duro golpe.
No obstante, debemos perseverar en el celoso cumplimiento de las medidas preventivas para evitar la transmisión del virus, pues aún no disponemos de un tratamiento autorizado en la Unión Europea para el tratamiento ni la profilaxis de la enfermedad. La investigación científica avanza intensamente, pero a un ritmo que, pese a ser mucho más acelerado que de costumbre en otras patologías, pudiera no parecer suficiente para parte de la opinión pública. Se empiezan a divulgar, en todo caso, los primeros resultados de ensayos controlados y amplios con diversos fármacos experimentales, y con algunos de los candidatos a vacuna, que también progresan por las fases de la investigación clínica. Se comentan algunos avances en este número de PAM.
A este respecto, la Biblioteca Cochrane, referente mundial de la revisión y síntesis de la evidencia científica de alta calidad, presentó a mediados de mayo una declaración1 ante la Asamblea Mundial de la Salud de la OMS en la que destaca el valor de las políticas de salud basadas en la evidencia; dado el gran volumen de investigación en curso relacionada con la pandemia por COVID-19, llama a los Estados miembros a seguir las directrices de la OMS para garantizar la transparencia de los ensayos clínicos (divulgación pública de sus resultados) y promover la síntesis de evidencia. Desde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos no podemos sino apoyar esa propuesta desde el convencimiento de que la no publicación de ensayos clínicos tiene una repercusión negativa (repetición de estudios, y la subsiguiente pérdida de tiempo y recursos económicos) sobre el fin último, en la línea en que trabaja la AEMPS, de generar lo más rápidamente posible conocimiento riguroso y útil de la eficacia y seguridad de los distintos tratamientos planteados frente a la COVID-19, a partir de estudios aleatorizados y multicéntricos. La transparencia en la investigación cobra especial relevancia si valoramos que la escasez de nuevos pacientes –por el descenso de los contagios– podría comprometer la conclusión de numerosos estudios.
Centrándonos en los contenidos de la revista, aprovechamos la celebración el día 21 de junio del Día Mundial contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica para abrir este número 434 de PAM con una revisión monográfica sobre dicha enfermedad neurodegenerativa, que trata de poner en relieve su elevado impacto psicológico, social y económico sobre los pacientes y sus familias, representando en muchas ocasiones una realidad ignorada en nuestra sociedad. El artículo revisa ampliamente el conocimiento sobre su epidemiología, etiopatogenia y el abordaje terapéutico, con un apartado centrado en el estado de la investigación, sus avances en los últimos años y retos en el futuro.
Entre las novedades de principios activos comercializados por primera vez en España, se evalúan en este número de junio dos nuevos fármacos incorporados al mercado farmacéutico durante el mes de mayo. Por un lado, el inotersén, un oligonucleótido antisentido específicamente diseñado para unirse a una región concreta del ARNm de la transtiretina; y por otro, el patisirán, el primer ARN de interferencia autorizado en Europa, que, gracias a su formulación en nanopartículas lipídicas, se une también al ARNm de la transtiretina en los hepatocitos. Ambos provocan la degradación catalítica del ARNm de la proteína mutante o normal y se indican en el tratamiento de pacientes con polineuropatía por amiloidosis hereditaria por transtiretina.
Su comercialización, junto a otros avances del conocimiento biomédico que se comentan en las siguientes páginas, son una muestra clara de que la investigación farmacológica en otras áreas diferentes a la virología no se detiene a pesar de las circunstancias. La ciencia avanza para bien de todos. Disfruten de la lectura.
1 https://es.cochrane.org/es/news/declaraci%C3%B3n-de-cochrane-ante-la-73%C2%AA-asamblea-de-la-oms