Editorial

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Publicado en Nº437 Nº437
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Queridos lectores,

Inauguramos el último trimestre de este difícil 2020 con la atención puesta en el nuevo ascenso de la curva de contagios y fallecidos por COVID-19 en esta segunda oleada de la pandemia en nuestro país. Si bien las cifras epidemiológicas son desalentadoras, debemos celebrar que una gran mayoría de pacientes se recuperan y dejan atrás la infección –permítannos un afectuoso recuerdo al presidente del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, Jesús Aguilar, quien está completando ahora su recuperación–. En todo caso, con una Atención Primaria por zonas desbordada, todos los profesionales sanitarios pueden y deben arrimar el hombro. Entre ellos, los farmacéuticos se han ofrecido activamente a las autoridades central y autonómicas para potenciar las actividades de Salud Pública que se consideren pertinentes, desde el convencimiento de que el potencial sanitario de la ubicua y accesible red de farmacias puede ser muy relevante para ciudadanos y pacientes en el actual contexto.

En esa línea, debemos hacer un especial llamamiento a la vacunación antigripal, dado el adelanto temporal (a la primera quincena de octubre) de la campaña impulsada por el Ministerio de Sanidad bajo el lema “Yo me vacuno. Marca la diferencia”. Parece que este año la vacunación de los grupos de riesgo, entre los que se engloban los profesionales sanitarios, es un acto de responsabilidad individual de mayor relevancia –e, incluso, de solidaridad con la sociedad– para evitar la coexistencia de una epidemia de gripe y una sobrecarga adicional del sistema asistencial. El propio Consejo General ha puesto en marcha también su Campaña de Vacunación con materiales para farmacéuticos y para la población con el mismo objetivo.

Aunque no al ritmo que la sociedad desearía (en muchos casos, desconocedora de los plazos de la ciencia), avanzan paulatinamente las investigaciones clínicas con nuevas terapias frente al SARS-CoV-2. Por ejemplo, este último mes la Agencia Europea de Medicamentos se ha pronunciado a favor del uso de dexametasona para tratar a pacientes con neumonía que requieren terapia con oxígeno (incluyendo ventilación mecánica), abriendo la posibilidad de incorporar dicha indicación a las fichas técnicas de medicamentos con este fármaco tan “antiguo” y bien conocido. También progresa el estudio de las vacunas, con la divulgación de resultados favorables para algunos candidatos en ensayos de fase 1 y 2, sin que parezca prudente aventurarse ya a plantear fechas en que éstos pueden estar autorizados y accesibles para toda la población.

Entre los contenidos de este nuevo número de PAM, destacamos la inaugural revisión monográfica sobre una patología de prevalencia creciente y asociada a un importante impacto físico y psicológico en los pacientes: la psoriasis. Se revisa ampliamente el conocimiento sobre su etiopatogenia, epidemiología y aspectos clínicos, centrando el foco sobre el estado de su terapéutica en la nueva era de los biológicos. Otras dos interesantes revisiones acompañan a la primera: un artículo que profundiza en las particularidades clínicas de las infecciones fúngicas de la piel, por ser un problema de consulta frecuente en Atención Primaria, en pediatría y en dermatología; y un trabajo de revisión que reflexiona sobre aspectos deontológicos de las profesiones sanitarias en contextos de epidemias, representando, sin duda, una lectura oportuna en el momento actual.

En la sección de Medicamentos en España, este número incorpora la evaluación de la innovación farmacoclínica de doravirina, un nuevo principio activo antirretroviral comercializado por primera vez en el mes de agosto e indicado, en combinación con otros antirretrovirales, para el tratamiento de adultos infectados por el VIH-1 sin evidencia pasada o presente de resistencia a inhibidores de la transcriptasa inversa no nucleósidos. Septiembre ha pasado sin que se haya comercializado ningún nuevo fármaco, pero seguiremos trayendo a esta sección las innovaciones terapéuticas que, con seguridad, vendrán en un futuro próximo.

Con nuestro deseo de que el otoño transcurra en la mayor normalidad posible, desde PAM también queremos contribuir a combatir la crisis sanitaria –quizá de una forma menos relevante, pero a nuestro parecer primordial– con la comunicación objetiva de los progresos científicos en la investigación biomédica, tratando de dar esperanza a través de la ciencia y el conocimiento, de forma periódica e independiente. Les deseamos una agradable lectura de este número.

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